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2. El siglo XIX.

Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

2. El siglo XIX
Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

1. La segunda nación liberal: el nacimiento de los Estados Unidos de América (1775-


1783)
2. La Revolución Francesa
2.1 Los motivos del estallido
2.2 Etapas de la revolución francesa
2.3 La hegemonía de Napoleón (1799-1815)
3. La Europa después de Napoleón: las revoluciones liberales del siglo XIX. La creación
del nacionalismo.
3.1. La unificación de Italia y Alemania
3.2. La nación española durante el siglo XIX
3.2.1. La guerra de la Independencia (1808-1814)
3.2.2. El retorno de los Borbones: Fernando VII e Isabel II (1814-1868)
3.2.3. El Sexenio Democrático (1868-1873)

1. La segunda nación liberal: el nacimiento de los Estados Unidos de


América (1775-1783)
Aunque la Revolución francesa de 1789 se suele considerar como el inicio de la
Edad Contemporánea, en realidad la primera revolución liberal tuvo lugar en América
del Norte con permiso, eso sí, del caso inglés, cuyo proceso fue más progresivo en el
tiempo.
El territorio bajo dominación británica de la costa oriental de Norteamérica estaba
formado por _____________ situadas entre las fronteras de Canadá y la península de
Florida. Creadas en épocas diferentes, cada una de las colonias disponía de
administración propia, con un alto nivel de autonomía, pero bajo la autoridad de un
gobernador nombrado por el rey del Reino Unido.
Pues bien, el motivo del enfrentamiento no fue otro que la petición por parte de
las trece colonias de mantener el mismo estatus que los ciudadanos británicos a
efectos políticos. Si el Reino Unido se había convertido en una nación liberal, en donde
cabía cierta participación ciudadana, no había motivo para que sus colonias no
pudieran disfrutar de los mismos derechos. En ese sentido, calaron muy bien las ideas
de la ilustración entre los colonos. Sin embargo, las islas británicas nunca concedieron

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esa misma categoría. Los norteamericanos no se sentían en igualdad de derechos pese


a ser algo defendido por su metrópoli.
El punto de inflexión arrancó con el final de la guerra de los Siete Años (1756-
1763), en la que se enfrentaron Francia y Reino Unido por algunos territorios, como
Canadá. Esta última había salido victoriosa, pero los gastos de la guerra habían dejado
la hacienda británica en una difícil situación.
La solución de los británicos para evitar una crisis económica fue aumentar los
impuestos, pero sobre las colonias, que se negaron a pagar a menos que tuvieran
representación en el Parlamento británico. Desde su punto de vista, si no podían
participar en la elaboración de leyes, tampoco tenían la obligación de pagar.
Esta situación dibujó varios momentos de tensión con la metrópoli y que dieron
lugar a varios incidentes, de los cuales el más conocido fue el _____________________
en Boston (Boston Tea Party), en donde una serie de americanos arrojaron al mar un
cargamento de té en protesta por el incremento de su precio.
Las represalias posteriores del Gobierno de Londres no hicieron sino aumentar la
indignación de los colonos, hasta que finalmente, en 1774 declaraban la guerra a los
británicos. Dos años después, el 4 de julio de ________ proclamaron su
independencia. A partir de entonces, pero sobre todo después de la derrota británica
en la batalla de Yorktown (1781), tenía lugar la creación de los Estados Unidos de
América.
En adelante, Estados Unidos seguiría el mismo modelo que el británico, e incluso
sería aún más liberal. Para ello se aprobó la ________________ que a día de hoy sigue
en vigor, es más, no se puede modificar; en caso de que se quieran introducir reformas
han de añadirse en forma de enmiendas.
De acuerdo a esta constitución, se establecía un Estado federal, a fin de respetar
las particularidades de cada uno de los trece Estados. Trece estados a los que se fueron
sumando otros tantos conforme se extendieron hacia el oeste.
Existió una estricta división de poderes. El más interesante es el poder ejecutivo,
cuyo líder es, al mismo tiempo, Jefe de Estado (por tanto se trata de una república
presidencialista). Es elegido cada cuatro años por sufragio universal indirecto, es decir,
los ciudadanos votan a unos electores que a su vez eligen al presidente. Cada Estado
tiene un número variable de electores que son favorables a uno u otro candidato y que
son nombrados con tan solo sacar la mayoría de los votos, por lo tanto no gana el que
más votos tiene, sino el que se lleve más electores en cada Estado. De todas formas el
sufragio universal en Estados Unidos ha sido una cosa casi actual, pues hasta 1920
estuvieron excluidas las mujeres y hasta 1965 los más pobres y negros.

2. La Revolución Francesa

Resulta llamativo el hecho de que sin haber sido la primera ni la más original, la
Revolución francesa haya despertado mayor interés. La clave está en su proyección

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hacia otros Estados. Así como la revolución inglesa no fue seguida por el resto de
Estados europeos, la francesa sí tuvo efecto llamada.
Por otro lado, Francia consiguió desmantelar las estructuras antiguo-regimentales
en cuestión de pocos años, no así en Reino Unido, que lo hizo de manera lenta y
progresiva.

2.1 Los motivos del estallido


La difusión de los nuevos ideales defendidos por la Ilustración, el desarrollo de la
burguesía a lo largo de los siglos XVII y XVIII, el inicio de la industrialización de Europa,
y los ejemplos de las revoluciones inglesa y americana, estimularon los anhelos de un
cambio de sistema en Europa. Una Europa liberal frente al sistema absolutista.
Así, se conoce con el término de “Revolución Francesa” al período que
comprende los años _____________. Las causas de su estallido se debieron
precisamente al propio sistema absolutista, que había convertido a Francia en toda
una potencia, pero también le había llevado hasta el agotamiento.
Desde tiempos de Luis XIV (siglo XVII) Francia había intervenido en innumerables
guerras, fundamentalmente contra Reino Unido, a fin de conseguir la hegemonía
mundial, lo que la obligó a endeudarse. La forma para recuperar los gastos
ocasionados por las guerras se realizaba mediante la subida de impuestos al tercer
estamento, pero aún con eso los ingresos no eran suficientes. Por esa razón se optó
por incrementar el precio sobre los artículos de primera necesidad (el pan o la carne
por ejemplo, alimento básico por aquel entones).
Pues bien, en este contexto hubo voces que solicitaron un nuevo sistema
económico por el cual el clero y la nobleza tuvieran que contribuir en los impuestos,
pues ya no se podía seguir asfixiando económicamente a los sectores más
desfavorecidos. Era evidente que esta propuesta se quedó en papel mojado, ya que
estos dos grupos privilegiados se negaron a participar en el sistema de tributos. Ante
esta negativa, clero y nobleza solicitaron al rey, por aquel entonces Luis XVI (nieto de
Luis XIV), una convocatoria de ____________________ (asamblea de representantes
de los tres estamentos) en mayo de 1789.
En esta asamblea, los representantes del tercer estado, en su mayoría burgueses,
solicitaron que el voto no fuera por estamentos sino por cabezas, pues de lo contrario
siempre saldrían perjudicados. Ante la negativa de cambiar el sistema de votación, los
diputados burgueses decidieron reunirse por su cuenta y formar una Asamblea
Nacional Constituyente (junio de 1789). La misma decía representar a la nación, dado
que el tercer estamento constituía el 97% de la población, por lo tanto no era posible
que las decisiones del reino recayeran exclusivamente en el 3% restante, que era el de
los privilegiados. En función de esto, y dado que representaban a los ciudadanos, se
veían con la facultad para elaborar y votar leyes.
Luis XVI trató de frenar este movimiento mediante la resistencia armada. Sin
embargo, al tratar de disolver esta Asamblea, los parisinos se levantaron en armas y
asaltaron la Bastilla (una cárcel donde se encontraban todos aquellos contrarios al
absolutismo) el 14 de julio de 1789. Mientras sucedían estos hechos en la capital, en

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las provincias se produjeron levantamientos. El tercer estado se apoderó de los


ayuntamientos, ocuparon tierras de la nobleza y suprimieron los derechos feudales
sobre los campesinos.
Ante esta presión, el rey acabó cediendo. Luis XVI aceptó la Asamblea Nacional y
ésta convirtió las propuestas en medidas legales.

2.2 Etapas de la revolución francesa


La Revolución fue un largo proceso que superó los objetivos iniciales. Es por ello
por lo que pasó por diferentes etapas:
 Monarquía constitucional (1789-1792)
Tras la aceptación de la Asamblea Nacional por parte del monarca, se iniciaron
una serie de medidas encaminadas a abolir el Antiguo Régimen. Así, entre otros
decretos se dictaminó el fin del feudalismo, por lo que en adelante se ponía fin
a los estamentos y se liberaba el campesino de la jurisdicción del señor (fin del
señorío jurisdiccional); en otras palabras, todos los ciudadanos eran iguales
ante la ley y ante los impuestos. Igualmente se confeccionó la Declaración de
los Derechos del Hombre y del ciudadano, y la Constitución de 1791.
Al establecer una cámara legislativa (Asamblea Nacional), en donde se
encontraban los representantes de los franceses, aparecieron los grupos
políticos. De este modo surgieron los partidos tradicionalistas, defensores de la
monarquía absolutista, y que se sentaron a la derecha de la cámara. Estos eran
apoyados por el rey, la nobleza y parte del clero. A la izquierda de la cámara se
situaban los revolucionarios, que se dividieron a su vez en dos grandes grupos:
los ___________________________________, estos últimos dirigidos por
Robespierre. Girondinos y jacobinos se diferenciaban por la profundidad de las
medidas, pues los jacobinos plantearon llegar más lejos. De esta tradición
vienen los partidos de izquierda y de derecha.
Con todas estas medidas parecía que a la altura de 1791 el Estado estaba
consolidado, pero ni el rey ni los privilegiados estaban cómodos con esta
situación, de manera que buscaron el auxilio del resto de monarquías europeas
que se lanzaron a declarar la guerra a Francia. Es en este punto cuando Luis XVI
decidió huir de Francia buscando el amparo de Austria de donde era su mujer
María Antonieta, pero en su fuga fue detenido y juzgado por traición. Sin el
rey, Francia se declaró República.
 La etapa republicana de la _______________________ (1792-94)
Suprimida la monarquía, Francia se convirtió en una República. La máxima
autoridad recayó en una nueva asamblea elegida por sufragio universal llamada
Convención Nacional, que fue la que condenó a Luis XVI y a su mujer a la
guillotina.
El aumento de la presión militar ante la guerra con Europa y la exigencia de
mayores medidas sociales llevaron a los jacobinos a controlar la cámara
legislativa.

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Entre las medidas jacobinas destacó la Constitución de 1793, en la que se


instauraba el sufragio universal masculino. El poder ejecutivo descansaba en
un Consejo de veinticuatro miembros controlado por la Convención.
Se buscaba un Estado igualitario y social. Y en esa línea se encaminaron
medidas como fijar precios máximos a los productos básicos (Ley de Máximos);
instauración de la enseñanza primaria gratuita, laica y obligatoria para los niños
de 6 a 9 años; y la abolición de la esclavitud en las colonias (hasta entonces solo
era en el interior de Francia). El problema es que la instalación de esta mayor
igualdad se hizo a costa de la libertad.
En efecto, a fin de combatir la traición y la indisciplina en el interior del país, se
instauró la época conocida como ________________. Para ello se creó un
Comité de Salvación Pública y un Tribunal Revolucionario que acabó
ejerciendo el poder en sustitución de la Convención. La represión política y
social envió a la guillotina a cualquier sospechoso contrario a las ideas de la
revolución, incluyendo a girondinos. Ello hizo disminuir la popularidad de
Robespierre que acabó sufriendo su propia medicina. En 1794 grupos
contrarios al excesivo protagonismo de Robespierre se rebelaron para
posteriormente ejecutarlo. Tras eliminar al protagonista de este gobierno, los
moderados (girondinos) consiguieron llevar a Francia por medidas menos
“revolucionarias”.
 República conservadora (1794-1799). La Convención, de mayoría
conservadora, consiguió anular las leyes jacobinas y aprobar una nueva
Constitución que dividía los poderes y restringía el sufragio. El poder
fundamental era el legislativo, dividido en dos cámaras: una proponía las leyes
y la otra las aprobaba. Además elegía al poder ejecutivo, denominado
_______________, compuesto por cinco miembros. Todo ello se aprobó en un
contexto de guerra permanente con las potencias europeas y que desde 1791
no habían cesado. De esta forma, para que el Directorio pudiera llevar a cabo
su política, tuvo que apoyarse cada vez más en los militares, entre los que
sobresalía Napoleón Bonaparte, quien terminó participando en un golpe de
Estado.

2.3 La hegemonía de Napoleón (1799-1815)


El golpe de Estado de Napoleón en 1977 tuvo el respaldo de parte de la burguesía.
Su intención no era volver al Antiguo Régimen, sino consolidar los principios liberales.
Pero antes de continuar, conviene dar unas notas básicas sobre su figura.
Napoleón Bonaparte (1769-1821) nació en Ajaccio (Córcega) y provenía de una familia
italiana (los Buonaparte), pues hasta 1768 Córcega había pertenecido a la República de
Génova hasta que pasó a manos francesas.
Desde los diez años asistió a academias militares en Francia, a pesar que desde
muy joven sentía rechazo por todo lo francés. Fue en Francia, y como suboficial de
artillería, cuando le sorprendió la Revolución francesa. Como la mayoría de los
militares jóvenes mostró un gran entusiasmo revolucionario, y más cuando las

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posibilidades de ascenso se multiplicaron. Fue en el contexto de guerra que vivió


Francia en estos años cuando empezó a destacar hasta convertirse en general.
Su influencia entre el ejército y entre los políticos que gobernaban el Directorio le
llevó a tomar el poder. Eliminó el Directorio y creó un poder que estaba en manos de
tres cónsules, siendo él mismo el Primer Cónsul.
Así es como comenzó la primera parte de la hegemonía de Napoleón, denominada
Consulado (1799-1804), en la que se dedicó a gobernar junto con otras dos figuras,
aunque en la práctica ejerció el poder en solitario. A él le correspondía la iniciativa de
proponer leyes y la dirección de la política exterior. El papel de los otros dos cónsules
se reducía a una función consultiva.
Su forma de gobierno fue de tipo personalista, liberal por cuanto preservó la
esencia básica de la revolución como la libertad y la tolerancia, pero en la práctica era
una figura autoritaria, puesto que no existió la separación de poderes. En política
interior reformó todo el Estado francés. Entre otras cosas dividió el país en
departamentos, tal y como está hoy en día, creó el banco nacional francés, la moneda
llamada franco (usada hasta la llegada del euro), y los pesos y medidas en decimales
que empleamos actualmente (metros, kilo…).
Su fama en Francia le llevó a autoproclamarse emperador en el año _______.
Desde este año y hasta su caída en 1815, destacó su voluntad por extender sus ideas a
través de una serie de guerras de conquista por Europa, guerras que por cierto nunca
se habían dado por concluidas desde que estallara la revolución. Su fin último era
colocar a gobiernos aliados y a ser posible gobiernos con lazos familiares, tal y como
sucedió en España con José Bonaparte (hermano de Napoleón). Pero además de eso,
Francia se anexionó Bélgica y sustituyó el Imperio alemán por la llamada
Confederación del Rin (germen de la futura Alemania).
Pero sin duda el gran enemigo de Napoleón fue Reino Unido; una rivalidad que no
era nueva, de hecho, y como ya hemos mencionado anteriormente, desde el siglo XVII
se había recrudecido por saber quién poseería la hegemonía mundial.
A esta enemistad se sumó Rusia, que se vio muy molesta cuando Napoleón
decidió crear el Gran Ducado de Varsovia (la futura Polonia) a partir de los territorios
de Prusia, Austria y Rusia. Ante esta postura, Napoleón, en un alarde de su poder,
decidió embarcarse en la conquista de Rusia sin tener en cuenta las distancias de este
imperio ni tampoco su climatología. Y efectivamente, Rusia se descubrió como un gran
rival, lo que acabó por obligar a Napoleón a retirarse con lo que ello significaba.
Rusia resultó ser un auténtico descalabro en sus planes, hasta el punto de
convertirse en el motivo de su caída. Y es que tras este fracaso, Rusia, Prusia, Reino
Unido, Suecia y España (esta última en su propio territorio) se unieron en una coalición
que se enfrentó a los franceses en ___________ (octubre de 1813) en la que Napoleón
salió derrotado y por ello hubo de exiliarse en la isla de Elba, cerca de la costa de Italia.
Sin Napoleón, los distintos reinos que habían estado bajo su mando trataron de
restaurar el sistema que había existido previamente, es decir, el Absolutismo, salvo en
Reino Unido, donde continuó existiendo la monarquía parlamentaria.

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En el caso de Francia, se instauró a los Borbones. Sin embargo Napoleón no


desistió y más conociendo los deseos de su pueblo, que no toleraba volver a años
anteriores a 1789. Con este deseo escapó de la isla de Elba en 1815 y se embarcó
rumbo a Francia, donde recibió el apoyo de su ejército que lo condujo hasta París.
Comenzaba así su gobierno de los Cien Días, que finalizó cuando las mismas potencias
que le habían vencido en Leipzig le volvieron a declarar la guerra. El encontronazo tuvo
lugar en Bélgica, y la batalla en la que se decidió el destino de Europa fue ___________
(18 de junio de 1815). En ella Napoleón salió derrotado definitivamente.
De nuevo volvió a ser encarcelado y desterrado, pero en un punto lejano del
océano Atlántico y mucho más vigilado por los británicos. Fue en la isla de Santa Elena,
donde Napoleón moriría probablemente envenenado con arsénico por los británicos.
A pesar de este final y de la instauración del Absolutismo, los ideales de la
revolución francesa pervivieron entre la población europea, que no iba a tolerar dar un
paso atrás. Es más, estos movimientos han dejado una herencia sin la cual no
entenderíamos nuestro sistema actual: la igualdad de los hombres ante la ley, la
división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), la Constitución como ley
fundamental para todo el Estado o la enseñanza pública.

3. La Europa después de Napoleón: las revoluciones liberales del siglo


XIX. La creación del nacionalismo.

Tras la caída de Napoleón, los distintos Estados europeos volvieron a la situación


absolutista previa, es más, se acordó una colaboración militar entre todos a fin de
evitar un nuevo intento de revolución o de instalación de liberalismo. El problema es
que ya era demasiado tarde. Entre los europeos había arraigado un sentimiento de
cambio. Habían conocido la libertad que les otorgaba el capitalismo, la posibilidad de
una igualdad social lejos del encorsetamiento de los estamentos y una mayor
cooperación a la hora de hacer política. De modo que desde 1815 y hasta 1848 se
produjeron una serie de movimientos que buscaron instalar el sistema liberal por
toda Europa y que culminaron con la adopción de este modelo, que continúa a día de
hoy. Eso sí, ha ido reformulándose con el paso de tiempo.
Así, hasta 1848 el liberalismo que nos encontramos fue restringido, o lo que es lo
mismo, limitado en función del nivel de renta del individuo (sufragio censitario). Pero
desde mediados de dicho siglo se extendió una variante del liberalismo que
profundizaba más en la esencia de la participación ciudadana, denominado
liberalismo democrático. Ya sea un liberalismo u otro, se permite la participación de
los ciudadanos a través de los partidos políticos, que han de ser votados para poder
llegar a la cámara legislativa. Los mismos se pueden dividir entre izquierda o derecha,
en función de su mayor o menor defensa de la intervención del Estado en la economía
y en las libertades; a mayor control del Estado más a la izquierda se sitúa un partido.
Eso sí, para que un partido pueda ser situado a la izquierda o a la derecha ha de
aceptar el juego del sistema liberal en cuanto a la separación de poderes y a las
libertades básicas.

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

Paralelo al proceso de la instalación del liberalismo se vinculó un nuevo concepto


que, si bien era ya conocido, se le dio un sentido político: la nación. Los liberales
llegaron a la conclusión de que si el poder legislativo era la representación de un grupo
de individuos, se hacía imprescindible formar una comunidad que mantuviera cierta
coherencia, pues sólo así, decían, podía darse un gobierno representativo; de manera
sencilla, ¿quiénes son los que van a ejercer el derecho al voto?
En otras palabras, el liberalismo inventó el marco jurídico para la participación
ciudadana y lo endulzó con un sentimiento de pertenencia. Se trataba de crear una
identidad colectiva a través de una serie de lazos como era la lengua, las costumbres o
la búsqueda de un pasado común. Por esa razón desde este siglo XIX la Historia
comenzó a ser objeto de interés, pues es la que servirá de llave para rastrear estos
nacionalismos, a los que se les otorgará una presencia legendaria, cuando realmente, y
en el fondo, sólo obedecen a circunstancias políticas y económicas.
El liberalismo sería el nuevo sistema de gobierno y el marco en donde se ejercía
este poder era la nación, que se identificaba con un pueblo concreto y que a través de
sus representantes (elegidos mediante el sufragio) podían acordar leyes que tendieran
hacia la felicidad comunitaria. Por ello, es ahora cuando observaremos la proliferación
de naciones como Francia, España, Grecia, Alemania o Italia.
Serán tres las naciones que estudiaremos más en concreto. Primeramente
Alemania e Italia, pues son el mejor ejemplo para estudiar el proceso de creación de
una nación, además del peso internacional que ganarán en el siglo XX. Y en segundo
lugar España, país que, al contrario que el resto, nos sirve como ejemplo de nación con
un liberalismo imperfecto.

3.1 La unificación de Italia y Alemania


La Italia y la Alemania que conocemos hoy día no tienen más de 200 años. Ambos
eran una fragmentación de varios Estados (39 en el caso alemán y 8 en el italiano)
independientes entre sí.
La Península italiana por ejemplo contaba con Milán y Venecia, que se
encontraban integradas en el reino de Austria; los Ducados de Parma, Módena y
Toscana, que estaban gobernados por príncipes austríacos; el reino de Cerdeña-
Piamonte, con capital en Turín y bajo la dinastía Saboya; los Estados Pontificios,
dirigidos por el papa y con capital en Roma; y el reino de las Dos Sicilias (Nápoles y
Sicilia), bajo la familia de los Borbones.
Pues bien, desde el siglo XVIII surgió entre los intelectuales un sentimiento de
unidad, aunque en realidad la única unidad de aquel tiempo era su proximidad
geográfica, pues el italiano solo se hablaba entre un 2.5% de la población residente en
la Península itálica (la lengua toscana). Pero era suficiente. Con estos dos ingredientes
(proximidad geográfica y un idioma conocido entre algunos) surgió un movimiento
intelectual denominado ________________ al que pronto se añadieron intereses
económicos entre la clase burguesa, al entender que contar con un mayor mercado les
posibilitaría más beneficios. En otras palabras, la creación de una nación italiana podía
ser útil para algunos sectores económicos y políticos.

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Y estas ventajas no tardaron en ser vistas por uno de los reinos que componía la
Península, el reino de Cerdeña-Piamonte. En ese sentido hay que recordar que con la
expansión de Napoleón por Europa, muchos Estados conocieron un sistema similar al
liberal, de modo que este intento de unificación de Italia perseguía instalar
definitivamente el liberalismo.
Los dos personajes que lideraron el proceso fueron el rey del Piamonte Víctor
Manuel II y su primer ministro el conde de Cavour. El éxito aquí se encontró en su
capacidad para elaborar un discurso histórico-legendario en el que se rastreaba la
historia de Italia desde el punto de vista de la unidad, aunque en realidad era bastante
forzado.
Seguramente resulte conocido el siguiente relato: Italia siempre ha existido. De
hecho alcanzó su punto álgido durante el Imperio romano. Sin embargo, con la
invasión de los bárbaros (tribus germánicas), cayó en desgracia hasta que en el siglo
XVI con el Renacimiento recuperó su esplendor. De nuevo las invasiones bárbaras de
franceses, españoles y austríacos disgregaron el país y la hicieron entrar de nuevo en
una fase de decadencia. Era por tanto el momento de liberarlo de las manos
extranjeras y de recuperar su unidad.
El discurso así creado y que por cierto continúa a día de hoy era bastante
sugerente. El problema es que para lograr su objetivo, el reino de Saboya debía
enfrentarse con Austria, algo que no era posible comparando a uno y a otro reino. Por
tanto, la creación de Italia pasaría por la petición de ayuda exterior: Francia y Prusia,
aprovechando su tradicional rivalidad con Austria.
Francia ayudó al Piamonte a derrotar a Austria en 1859. Con ello consiguió la
anexión de la Lombardía, a cambio de que Francia obtuviese Niza como pago por su
ayuda. Libre de la presión austriaca, Piamonte se anexionó los ducados centrales de
Italia, los Estados pontificios (salvo Roma) y el reino de Nápoles y Sicilia en 1860, eso
sí, todo mediante enfrentamientos, en los cuales fue de gran ayuda el guerrillero
Garibaldi. Ese año, el rey Víctor Manuel II se proclamaba rey de Italia, aunque todavía
faltaban algunos territorios, como Roma o Venecia (por entonces la capital era
Florencia).
Fue precisamente el contexto de guerra entre Austria y Prusia, en medio de la
creación de la nación alemana, lo que permitió al reino de Italia hacerse con Venecia
(1866) y de Roma, protegida por Francia y que había salido derrotada por la recién
Alemania, en 1870.

Paralelo al proceso italiano, tenía lugar la unificación de Alemania, un territorio


que había sufrido muchos cambios a lo largo del siglo XIX, empezando por la decisión
de Napoleón de suprimir el Imperio Romano Germánico por la Confederación del
Rhin, que desapareció con la caída de Napoleón. Se creó entonces la Confederación
Germánica, un territorio constituido por 39 estados que incluían entre otros el Reino
Prusia y parte del reino de Austria, que poseía la corona imperial; otros territorios
tradicionalmente dentro del Imperio Germánico, los ducados de Schleswig y Holstein,
fueron entregados en 1815 al Reino de Dinamarca. En cualquier caso, los dos Estados
más poderosos de este conglomerado eran Prusia y Austria.
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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

La lengua, factor fundamental para la ansiada unión, no coincidía con las fronteras
de la Confederación, pues buena parte de esta población no hablaba alemán (daneses,
checos y polacos), mientras que muchos que sí lo hacían no se hallaban dentro de la
Confederación. Pero la lengua no era la única razón para la unión, sino que los
intereses comerciales e industriales también estuvieron en la base de este proyecto
político, sobre todo después de la creación en 1834 del _____________, unión
aduanera que creó un mercado común abierto en el interior y proteccionista de cara al
exterior.
Con esta base, el promotor de la unificación fue Otto von Bismarck, canciller del
rey de Prusia Guillermo I. De inmediato este hombre buscó la forma de unificar
Alemania en torno a Prusia, por lo que era preciso el enfrentamiento con Austria.
Según su punto de vista, una nación no podía estar formado por la base de dos reinos,
ya que eso no permitiría el engrandecimiento ni de Prusia ni de Austria.
Lógicamente Bismarck, el que por cierto se convertirá en el gran político de la
Europa del siglo XIX, necesitaba el motivo para el enfrentamiento con Austria, que
llegó con el intento de recuperar los ducados de Schleswig-Holstein tras la muerte del
rey de Dinamarca. Austria y Prusia se repartieron estos territorios, pero las
discrepancias por su administración las condujo a la guerra en 1866. De todas formas,
este enfrentamiento fue la excusa, pues en realidad el verdadero debate que se
escondía era el de saber cuál de las dos potencias protagonizaría la unificación de
Alemania. Prusia acabó triunfando gracias a su superioridad militar y a su alianza con
Francia e Italia, rivales de Austria. Esta derrota fue aprovechada por Italia para
terminar de unificarse.
El creciente poderío de Prusia creó en Francia el temor de una nueva potencia, de
ahí que acabasen enfrentadas en la llamada Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), en
la que el ejército prusiano aniquiló al francés, llegando incluso a cercar la ciudad de
París en 1871. Así, el 18 de enero de ese mismo año los generales alemanes
proclamaron a Guillermo I emperador del Segundo Reich Alemán en la Galería de los
Espejos de Versalles. Fue ahí donde Francia tuvo que aceptar las duras condiciones de
guerra, entre otras la pérdida de __________________, que pasaban a Alemania.
Mediante esta paz se cerraba el proceso de unificación de la nueva gran potencia de la
Europa continental, que sería presidida por Bismarck. Por otra parte, Francia vivió
humillada todos estos años. Esperaría su turno para cobrar su venganza, que llegaría
en 1914. En efecto, esta derrota francesa por parte de Alemania está en el origen de la
I Guerra Mundial.

3.2 La nación española durante el siglo XIX


3.2.1 La guerra de la Independencia (1808-1814)

Lo sucedido en Francia no pasó desapercibido en España, primero por su


proximidad geográfica y segundo por la vinculación familiar que existía desde el siglo
XVIII. Y es que si bien tenían prohibido que una misma persona ocupase ambos reinos,

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

tal y como estipulaban los acuerdos de Utrecht, nada les impedía ir de aliadas desde el
punto de vista internacional.
Por esa razón, la noticia de lo sucedido en 1789, pero sobre todo la detención de
Luis XVI, despertó la intranquilidad entre la familia Borbón reinante en España.
El monarca de aquel entonces, Carlos IV, y su ministro principal,
_______________, tomaron la decisión de declarar la guerra a Francia, en una
coalición junto con otras monarquías de Europa. Mala decisión, pues el reino de
España no estaba pasando por su mejor momento. Las numerosas guerras por las que
había atravesado desde el siglo XVI la habían llevado a estar en una situación muy
precaria económicamente hablando. De alguna manera también aquí existía el
problema de la carga impositiva al grupo no privilegiado. Eran muy numerosas las
voces que hablaban de una necesidad por transformar el sistema del Antiguo Régimen.
La guerra pronto tendió del lado francés, hasta el punto de llegar a invadir parte
de la actual Cataluña. Por ello, a Manuel Godoy no le quedó más remedio que firmar
su rendición en 1796. El llamado ______________________ obligaba a España a
colaborar con Francia en una unión militar contra Reino Unido, su principal enemiga,
aun cuando España no estaba en condiciones económicas de iniciar ningún
enfrentamiento armado. Resultado de ello fue la derrota franco-española de Trafalgar
en 1805, que supuso el hundimiento definitivo de España como potencia marítima.
Obviamente la impopularidad de Manuel Godoy fue creciendo entre todos los
sectores sociales, unos por subir los impuestos y otros por el recelo que les despertaba
la excesiva influencia que tenía sobre el monarca Carlos IV. Estas tensiones terminaron
por estallar en 1807 a raíz de la firma del __________________________ entre la
monarquía española y el emperador francés Napoleón Bonaparte. Por este acuerdo,
España dejaba pasar a las tropas napoleónicas para invadir Portugal, aliada de
Inglaterra, a la que no conseguía vencer por mar. El problema es que con este pretexto
el francés aprovechó para instalarse en España. El tiempo vino a confirmar lo que
muchos ya presagiaron: Napoleón no sólo pretendía ocupar Portugal, sino toda la
Península Ibérica con el fin de establecer un reino dependiente de Francia del que su
hermano José Bonaparte sería el monarca.
Godoy fue tildado de traidor y bajo esta idea se levantó en Aranjuez en el año
1808 una rebelión liderada por el hijo mayor de Carlos IV, Fernando de Borbón, que
terminó con la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en dicho hijo, quien
asumió el trono bajo el nombre de Fernando VII.
Estas acciones evidenciaron la debilidad de la monarquía española, algo que sin
duda fue aprovechado por Napoleón, quien decidió reunir a padre y a hijo en Bayona
(Francia) aparentemente para que resolvieran sus diferencias, actuando él mismo en
calidad de árbitro de la disputa. Sin embargo, y en el fondo, buscaba acceder al trono
de una manera legítima, algo que no resultaría si Fernando no devolvía la corona a su
padre. Para suerte del francés, Fernando VII abdicó en su padre para posteriormente
éste entregarle la corona a Napoleón, quien a su vez se la dio a su hermano, que se
convirtió en José I Bonaparte (este hecho se conoce como las abdicaciones de
Bayona). Este hecho, pero sobre todo la salida de Madrid de los últimos borbones,
marcó el inicio de la Guerra de la Independencia española (1808-1812).

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

La sublevación iniciada el 2 de mayo en Madrid se extendió a otras ciudades.


Ninguna de ellas aceptó al nuevo rey, por lo que ante la ausencia de autoridad se
crearon en las ciudades libres de presencia francesa las Juntas Provinciales de
Defensa. De forma paralela, muchos civiles acabaron formando las guerrillas, grupos
de personas armadas que buscaban atacar al invasor mediante ataques rápidos y por
sorpresa, desgastando de esta manera al enemigo, que nunca podía calcular cuándo
sería hostigado; entre los guerrilleros más conocidos se citan Francisco Espoz y Mina o
el Empecinado (Juan Martín Díez). Además, a estas guerrillas y al ejército se les unió el
apoyo de Inglaterra con el duque de Wellington al frente.
La guerra transcurrió por varios momentos, en algunos de los cuales el mismo
Napoleón se vio obligado a intervenir. A pesar de ello, nunca llegó a dominar
completamente la Península; ejemplo de ello fue la ciudad de Cádiz, que siempre se
mantuvo del lado rebelde. Finalmente, derrotado en Leipzig y sin capacidad para
seguir manteniendo la guerra en varias partes de Europa, decidía firmar su rendición
en España a través del ________________________ (1813). Por el mismo devolvía la
Corona española a Fernando VII, quien en adelante se convertiría en rey de España.

Pero más interesante que la guerra fue el proceso que corrió paralelo y que
condujo a la creación del primer Estado-nación español casi de manera fortuita.
Todo comenzó con la decisión de crear un organismo que coordinase las Juntas
Provinciales de Defensa, creadas a raíz de no aceptar a José I como rey, y que recibió el
nombre de Junta Suprema Central. Esta Junta dirigió la guerra contra los franceses y
asumió el gobierno del país en las zonas no ocupadas en nombre del “rey ausente”
Fernando VII, quien se encontraba “secuestrado” en Bayona. Se estableció en Cádiz, al
ser la única ciudad no controlada por el ejército francés. Hacia 1810 pasó a
denominarse Consejo de Regencia al actuar en nombre del monarca. Pues bien, el
asunto llegó cuando este Consejo de Regencia decidió convocar unas Cortes
estamentales a fin de organizar el Estado.
El primer problema llegó con la misma convocatoria de estas Cortes y la función
que debían adjudicarse; ¿Sería estamental o se propondría otra forma de votación?
¿Qué medidas deberían discutirse, solo las que tienen que ver con la guerra?
Finalmente ante el contexto de guerra que se estaba viviendo se decidieron dos cosas
de gran trascendencia posterior: la votación de las Cortes no seguiría el sistema
tradicional, sino que se otorgaría un voto a cada persona, sin distinción del estamento
al que pertenecieran; y segundo, se les entregaba el poder (soberanía) para decidir
qué eran, a quién representaban y qué iban a hacer. Fue así como ya en la primera
sesión del año 1810, y en ausencia del Rey, se reconocieron como una asamblea
parlamentaria con capacidad para crear una Constitución. Hay que tener en cuenta,
en ese sentido, que Cádiz había sido tradicionalmente una ciudad comercial en donde
las ideas de la ilustración habían calado bastante bien. Esto unido a que precisamente
por la guerra la mayor parte de los diputados a Cortes eran gaditanos, explica que
triunfasen los ideales liberales por encima de los de la nobleza y el clero, que eran
minoritarios en dicha asamblea.

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

Paradójicamente, siguieron el ideario francés pues más allá de la guerra, los


franceses, liderados por José I, articularon un modelo de Estado muy similar al que se
iba a presentar en Cádiz, aunque con un elemento novedoso y que los franceses no
incluyeron: la proclamación de la Soberanía Nacional. Lo que vinieron a decir estas
Cortes es que la autoridad suprema, que hasta entonces había poseído el rey, pasaba a
ser ejercida por la Nación, un nuevo concepto que se entendía como la reunión de los
españoles en Cortes. Esta Nación, además, fijó los principios básicos:
 Declararon que en las Cortes residía la soberanía nacional, representante de la
voluntad de los españoles.
 Plantearon la división de los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial).
 Fijaron como uno de sus objetivos principales la elaboración de una Constitución
para definir el nuevo modelo de Estado y el funcionamiento de las instituciones
españolas. La misma se aprobó el 19 de marzo de ________. Entre otras cosas,
Proclamaba la soberanía nacional, la monarquía constitucional, y la función
legisladora quedaba en manos de las Cortes, cuyos miembros serían elegidos
por sufragio masculino indirecto. Por otro lado, no declaraba a la religión
católica como la oficial del Estado, pero lo daba por su puesto al afirmar que el
catolicismo era único y verdadero. Su perfección hizo sea considerada como uno
de los mejores modelos de las primeras constituciones occidentales.

Asimismo, estas Cortes de Cádiz abolieron el régimen señorial, con lo que en


adelante los privilegiados dejaban de tener la capacidad para imponer justicia sobre la
población que trabajaba en sus tierras. A esta abolición se sumó el de la
desamortización, o lo que es igual, la expropiación territorial de los bienes de la Iglesia,
que pasarían a manos del Estado para su venta a manos privadas. Igualmente
decretaron la supresión de los gremios y la libertad comercial (primer paso para crear
un mercado nacional).

3.2.2 El retorno de los Borbones: Fernando VII e Isabel II (1814-1868)

Finalizada la guerra en 1813 Fernando VII volvió a una España que se había
transformado radicalmente. Ya no era una monarquía absolutista en donde los
poderes los concentraba una persona, sino que era un Estado cuyos habitantes, los
españoles, eran los poseedores de esa soberanía y en donde las funciones de ese
Estado se habían dividido en tres a fin de evitar el abuso de la autoridad.
Obviamente a Fernando VII, uno de los reyes más hipócritas, oportunistas y sin
escrúpulos que ha tenido la Historia de España, le faltó tiempo para derogar lo hecho
en Cádiz aprovechando el descontento de la nobleza y el clero en 1814. Se volvía al
absolutismo de años atrás, aunque económicamente ya no era viable. Y es que no sólo
seguía creciendo la deuda económica de la monarquía, sino que además se sucedieron
las independencias de las colonias españolas en América. En todo caso, esta vuelta al
absolutismo vino acompañada de una gran represión contra los liberales que, muy

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

activos en el seno del ejército, realizaron un exitoso pronunciamiento militar en Cádiz


en el año 1820, encabezados por el coronel Rafael Riego.
Es ahora cuando el ejército comenzará a tener un inusitado protagonismo, aunque
en realidad comenzó a tenerlo durante la guerra de la independencia, cuando el
movimiento liberal se introdujo entre las filas del ejército y de la guerrilla. Terminado
el enfrentamiento, esta guerrilla se incorporó a filas formando parte de puestos altos
dentro del ejército regular, lo que provocó por un lado un aumento exponencial del
número de soldados y, por otro, una exagerada cifra en el número de oficiales
(macrocefalia); para que nos entendamos, la forma del ejército tras la guerra de la
Independencia pasó a tener forma de pirámide invertida. Ello motivó un exceso de
politización que se manifestó a través del denominado pronunciamiento, consistente
en la rebelión por parte de un grupo de militares ante el poder civil a favor del cambio
político. Si esta rebelión triunfaba, el poder se veía obligado a conceder las peticiones
políticas de los pronunciados; de lo contrario, si el pronunciamiento fracasaba, a los
sublevados les esperaba el exilio, el presidio o la ejecución.
Esto fue lo que precisamente ocurrió en 1820. El coronel Riego triunfó en su
pronunciamiento en Cabezas de San Juan (Cádiz) justo cuando las tropas se iban a
embarcar en su lucha para evitar la independencia de América. A su juicio, el motivo
de la emancipación de las colonias americanas se debía a su descontento con el
sistema absolutista, de modo que la vuelta al liberalismo las convencería de volver al
seno de la madre patria. Algo que nunca llegó a suceder.
Dicho levantamiento militar obligó al rey a restablecer la constitución de 1812,
dando inicio al denominado __________________ (1820-1823). Este trienio supuso
una vuelta a toda la legislación de Cádiz, tanto socio-económica como política. No
obstante, es ahora cuando se produce la división de la familia liberal. El primer grupo
es el de los Doceañistas, o futuro Partido Moderado, que pretendían llevar a cabo una
reforma liberal no agresiva, sin atacar a la nobleza ni a la Iglesia y contando con la
Corona, pues entendían que los liberales en solitario no tenían la suficiente fuerza
como para construir el Estado liberal, por esa razón defendían el sufragio muy
restringido. El segundo grupo es conocido como los Veinteañistas o futuro Partido
Progresista, generación liberal-radical que también había llegado a la misma
conclusión, pero con la diferencia de que ellos promovieron el pacto con las clases
populares, buscaban enseñar a la sociedad a la participación política, de ahí que fueran
favorables al sufragio menos restringido.
Este Trienio supuso una vuelta a la legislación de Cádiz, pero por un tiempo breve,
pues Fernando VII, que había jurado la Constitución a fin de evitar su caída, conspiraba
contra los liberales hasta que consiguió que un ejército francés invadiese España en el
año 1823, restableciendo los antiguos poderes del monarca.
A partir de entonces se abrieron diez años de absolutismo (1823-33) que
terminaron por asestar el golpe definitivo a la economía española; una España que
además vivió cómo se completaba la independencia de las colonias americanas con
excepción de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, y se producía la ruptura del propio
absolutismo, que se dividió entre los que veían bien el pacto con los liberales más
moderados, y los intransigentes, aquellos que querían mantener la esencia misma del

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

absolutismo. Pero este sistema ya no tenía razón de ser, salvo para Fernando VII, por
cuanto le permitía mantener su poder.
Lo que no previó Fernando fueron los problemas en torno a su descendencia. Casi
al final de su vida, la mujer del monarca daba a luz a una niña, lo cual tampoco
despejaba el problema sucesorio, pues se la impedía reinar de acuerdo a la Ley Sálica,
norma existente desde el año 1713. Fernando hubo que recurrir a la anulación de la
Ley mediante la publicación de otra, la ___________________, a fin de permitir a las
mujeres gobernar en España en ausencia de herederos varones, con lo cual convertía a
su hija Isabel en heredera al trono español, pero al mismo tiempo motivó la reacción
de los absolutistas más reaccionarios, que se posicionaron del lado de su hermano,
Carlos María Isidro, quien se convirtió en el abanderado del modelo absolutista.
Lógicamente, el monarca español hizo lo que mejor sabía, aproximarse hacia lo
que más le convenía, y tal y como se presentaba el panorama decidió hacerlo hacia la
postura que defendía el modelo liberal moderado pues sin ellos su hija no podría llegar
a reinar. Cabe recordar que Fernando nunca fue liberal, pero si por seguir
manteniendo la corona sobre su cabeza debía renunciar al absolutismo y abrazar el
liberalismo lo haría sin duda alguna. Esto no es un hecho nada desdeñable, pues
resultado de estos vaivenes de la monarquía española es producto la nación española,
que se configuró de manera renqueante.
La muerte de Fernando VII en 1833 abrió una guerra civil entre los partidarios de
Carlos María Isidro, en adelante carlistas, y los partidarios de Isabel, que en esos años
era una niña, y que obviamente fueron los liberales de los dos signos, moderados y
progresistas. En total fueron tres guerras bastante cruentas que tuvieron lugar
fundamentalmente en la zona del País Vasco y de Cataluña, lugares en donde el ideario
carlista triunfó por la defensa que hacían de los fueros y privilegios tradicionales y que
el liberalismo pretendía quitar a fin de establecer una única ley para toda la nación. Los
tres conflictos tuvieron lugar a lo largo del reinado de Isabel II y de su hijo Alfonso XII, y
finalizaron con la derrota del carlismo, aunque el saldo final fue el respeto de los
fueros (leyes) vasco-navarros de época medieval. Estas leyes acabaron
transformándose en un acuerdo económico según el cual, Navarra y País Vasco tienen
una rebaja en los impuestos a pagar al Estado central. Asimismo, de estos conflictos
sobresalió el nombre de un general liberal, Baldomero Espartero.

Fue durante el reinado de Isabel (1833-1868) en donde se configuró la España que


conocemos hoy en día. La victoria liberal sobre los absolutistas en la guerra civil
conllevó a la instalación del modelo liberal ya propuesto por aquellas Cortes de Cádiz
de 1812. El problema aquí no es cuándo se instaló definitivamente, sino cómo se hizo,
y para ello es importante hablar de las fuerzas que intervinieron en el proceso.
De hecho el principal problema que ha tenido España hasta hace relativamente
poco ha sido su incapacidad para poder conseguir un Estado fuerte y civil, dirigido a
partir de la voluntad de los ciudadanos. En otras palabras, los partidos políticos no
fueron capaces de ocupar la esfera política, puesto que su actividad acabó siendo
protagonizada por otras fuerzas que se apropiaron de esta potestad. Hablamos de la
Monarquía, el ejército y la Iglesia.

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

En primer lugar nos encontramos con los partidos políticos que en este tiempo
eran los moderados y los progresistas, y cuya división ocurrió entre 1820 y 1823,
durante el Trienio Liberal. Los moderados buscaron el pacto con la Corona, la Iglesia y
los privilegiados, puesto que no acabaron de comprender que el poder (soberanía)
procediera de los ciudadanos; necesitaban ver una institución por encima de ellos, que
era la monarquía. De ahí que desarrollasen el principio de soberanía compartida entre
el Rey y las Cortes, es decir, las leyes las hacía el Parlamento pero debían contar con el
visto bueno de la monarquía. Eran partidarios igualmente de un Estado confesional
católico, dada su unión con la Iglesia y abogaban por un sufragio muy restringido.
Estos liberales representan a la cúpula de la sociedad, a la alta burguesía y a la nobleza.
La segunda fuerza son los progresistas, que teóricamente habían mantenido los
principios del liberalismo originario: respeto a la soberanía nacional y limitación del
poder del rey; la preeminencia del poder legislativo sobre el ejecutivo; y la defensa de
los derechos fundamentales (libertad de prensa, de asociación…). Defendieron un
Estado aconfesional, por lo que eran favorables a la libertad de culto, y un sufragio
menos restringido. Desde el punto de vista económico, fueron menos proteccionistas
que los moderados. Su base social estaba en la pequeña y mediana burguesía y, en
general, en las clases medias, empleados y artesanos.
En un segundo bloque tenemos a las tres instituciones tradicionales.
Primeramente la Monarquía, que no llegó a entender que tuviera que estar sometida.
Esto explica su constante invasión sobre los poderes del Estado mediante el apoyo a
una u otra facción política, que posteriormente asumía el gobierno. Como
consecuencia de estas acciones se les impedía a los ciudadanos ser los protagonistas
del poder político.
Junto a la Monarquía se cuenta la Iglesia, que tradicionalmente había constituido
uno de los pilares más importantes del absolutismo, no sólo por su capacidad
económica sino también por su poder social, puesto que estamos ante una sociedad
católica. Sin embargo, desde el siglo XVIII comenzó a surgir una corriente de
pensamiento que buscó la independencia del poder del Estado con respecto a las
cuestiones religiosas; una separación que caló bastante bien en el pensamiento liberal
del siglo XIX. A partir de entonces no era la Iglesia quien sancionaba el poder político,
sino la nación, por lo tanto se la apartaba de la esfera del poder de la que había
disfrutado desde hacía siglos. Pero lo que la llevó a su feroz antiliberalismo fue la
desamortización. Los liberales comprendieron que la única forma de sanear la
economía era poner en venta los vastos territorios en manos de la Iglesia para que
fueran trabajados.
La negativa de la Iglesia a asumir su nuevo papel y la actitud de los vacilante de los
liberales, que frenaron y aceleraron el proceso de desmantelamiento del absolutismo
en función de si gobernaban los moderados o los progresistas, condujeron a un
enfrentamiento que ocupó todo el siglo XIX y gran parte del XX. La beligerancia de
unos y otros fue la tónica dominante: los intentos recristianizadores de un modo
agresivo y desafiante fueron contestados por los anticatólicos mediante movimientos
anticlericales, llegando, en casos extremos, a la quema de iglesias.

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

Por último hay que mencionar al ejército, presencia constante en la vida política
por dos razones. Primero por el contexto bélico que vive España a lo largo de los siglos
XIX y XX. No sólo estuvieron presentes en la guerra de la Independencia, sino también
durante el Trienio Liberal y las guerras carlistas. Todo ello hizo fuerte al ejército, cuya
característica fue su exceso de oficialidad (macrocefalia) que comenzó a partir de la
entrada de esa guerrilla que luchó en la guerra de la Independencia y que no sólo pidió
entrar en el ejército, sino hacerlo en puestos altos. A ello hay que añadir que los
oficiales se consideraron con la capacidad suficiente como para ocupar las esferas
políticas aprovechando la falta de partidos políticos fuertes, de ahí que veamos a
grandes generales siendo los líderes de los partidos antes mencionados.
Pues bien, con estos ingredientes se configuró una suerte de sistema que se
mantuvo durante décadas. El Parlamento contaba con dos partidos políticos,
moderados y progresistas, cuya victoria en las elecciones venía previo
pronunciamiento militar, que eran quienes decidían el escenario político. Una vez que
estos militares presionaban a la monarquía para que convocase elecciones, estas eran
amañadas a favor del partido que había elegido el ejército, o mejor dicho, lo que había
decidido el líder militar que además militaba en alguno de los dos partidos políticos.
Así dispuesto el esquema, la participación ciudadana tan defendida por los liberales
brilló por su ausencia en España durante todo el siglo XIX y parte del XX.

El reinado de Isabel (1833-1868) fue bastante longevo por cierto ya que lo hizo
desde los cuatro años de edad. Lógicamente, y hasta ser declarada mayor de edad con
14 años, lo hicieron en su nombre otras personas, primeramente su madre María
Cristina (1833-1840) y posteriormente el militar vencedor de la I Guerra Carlista,
Baldomero Espartero (1840-43).
Durante estos años gobernaron tanto moderados como progresistas. Tales fueron
las idas y venidas que en sus años de reinado se crearon tres constituciones, aunque
solo dos llegaron a ponerse en práctica. Solo con ver la sucesión de gobiernos
podemos hacernos una idea:
 Gobierno moderado (1833-1836).
 Gobierno progresista (1836-43).
 Década moderada (1844-54)
 Bienio Progresista (1854-56)
 Unión Liberal (1856-68). Partido político creado con los miembros menos
moderados del partido moderado y los menos progresistas del Partido
progresista.
El problema aquí no era el cambio del color del Parlamento, sino la forma en la
que se hacía, a partir del ejército y con el visto bueno de la monarquía. La participación
ciudadana era nula aun cuando supuestamente la soberanía se encontraba en la
nación. Por si fuera poco, todas las medidas que iniciaba un gobierno eran deshechas
por el siguiente, con lo que el país permanecía estancado.

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

El colmo de esta política basada en el clientelismo y en el favoritismo tuvo lugar en


los años 60 del siglo XIX a raíz de la instalación del ferrocarril. Se trajo el medio de
transporte abanderado de la revolución industrial a un país rural como era España. El
tren trasladaba a personas y mercancías entre las ciudades, pero España por aquel
entonces era un país todavía rural. Aun así se invirtió en él a través de créditos que
concedían los bancos, esperando que eso les reportase grandes beneficios, como
estaba sucediendo en otros países de Europa, pero nada más lejos. El ferrocarril no
trajo dichos beneficios porque no se usaba, con lo que los inversores perdieron el
dinero que había sido prestado por los bancos, que acabaron quebrando y con ello
haciendo perder los ingresos de muchos españoles.
La crisis política y económica propulsó la aparición de partidos políticos como el
demócrata, que defendía el sufragio universal masculino (inicialmente) y partidos
republicanos, partidarios de derrocar a la monarquía y que optarán igualmente por el
sufragio universal.
La idea de que la monarquía no debía ejercer de árbitro del juego político ni
tampoco acaparar los poderes del Estado condujo a que el General Prim firmara en
Ostende (Bélgica) un pacto con los demócratas y con los progresistas con un doble
objetivo: expulsar a los moderados y a Isabel II del poder, y establecer un régimen
político basado en la voluntad popular, cuya forma sería la que el pueblo decidiese.
Así las cosas, en 1868 se ponía en marcha la sublevación encabezada por los
generales Francisco Serrano y Juan Prim que dio en llamarse
_______________________ y que pretendía llevar a la práctica lo acordado en
Ostende.

3.2.3 El Sexenio Democrático (1868-1873)


La victoria del General Prim en la batalla de Alcolea en 1868 fue la de la rendición
de Isabel II, que abandonó España.
Este período está marcado por el gran proyecto de culminar el Estado liberal bajo
la forma democrática, depositando en el pueblo español la capacidad para cambiar
gobiernos. Esta idea quedó plasmada en la Constitución de 1869, en la que se
reconocía la soberanía nacional, se establecía una monarquía democrática, y se
reconocían amplios derechos y libertades, entre ellos el sufragio universal masculino y
la libertad religiosa.
Esta Constitución, además, establecía una monarquía constitucional, por lo que
fue necesario buscar un nuevo rey.
La opción elegida fue ________________________, el segundo hijo del rey de
Italia Víctor Manuel II, quien asumió el papel de monarca constitucional entre 1870-73.
Pero a pesar de sus intentos por moderar, no era capaz de poner de acuerdo a
aquellos que defendían más medidas sociales, especialmente por parte de los obreros,
de los que no querían tocar la estructura más tradicional, defendida por la Iglesia. A
este panorama de ingobernabilidad se le sumó la III Guerra Carlista, ya que
aprovecharon la oportunidad de la búsqueda de un nuevo monarca para proclamar al

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2. El siglo XIX. Las revoluciones liberales y la creación de los Estados-nación

nieto de Carlos María Isidro como pretendiente al trono, y el primer intento de


independencia de Cuba.
Amadeo de Saboya, harto de no conseguir su propósito, decidió dimitir, lo cual
dejaba en España un vacío de poder, pues no había Jefe de Estado. España era un reino
pero sin rey. Considerando en aquel tiempo que la única salida a los problemas era
terminar definitivamente con la monarquía, las Cortes proclamaron la I República
española el 11 de febrero de 1873.
Sin embargo no hay que ser muy erudito para concluir que esa no era la solución a
los problemas, y el breve tiempo que duró la República, trece meses, vino a confirmar
que el problema de España eran los españoles, como así concluyó Amadeo de Saboya
en su despedida.
Apenas estuvo un año, pero contó con hasta cuatro presidentes de la República,
que eran al mismo tiempo presidentes del gobierno (Estanislao Figueras, Francisco Pi i
Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar), lo que da cuenta de la inestabilidad del
país. En este tiempo llegó a redactarse una constitución que, por falta de tiempo, no
consiguió ver la luz (constitución non nata de 1873), en la que se establecía un Estado
federal. Entre las reformas se encuentra la abolición de la esclavitud, la separación
entre Iglesia y Estado mediante la proclamación la laicidad del Estado español, y la
creación de leyes para proteger a los trabajadores. Sin embargo, los problemas que le
sobrevinieron condujeron a su final.
Primeramente por las divisiones entre los republicanos, los que defendían el
centralismo del país de los que preferían regiones autónomas. En segundo lugar por
el problema cantonalista, y es que algunas ciudades decidieron proclamarse
independientes e instalar un gobierno propio dentro de la República. Y en tercer lugar
las guerras cubana y carlista.
Finalmente se optó por dar un giro de timón y hacer a la república más
conservadora para poder controlar toda esta inestabilidad. En el año 1874 el último
presidente, Emilio Castelar, decidió implantar la censura de prensa y suspender las
garantías que daba la Constitución. Esta situación condujo a lo esperable: la
intervención del ejército, primeramente bajo un Golpe de Estado que puso punto y
final a la república y posteriormente a un pronunciamiento militar que elevó a
Alfonso XII, hijo de Isabel II, al trono de España. Se abría a partir del año 1874 un
nuevo período para España más convulso si cabía.

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