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UNIVERSIDAD DE

GUADALAJARA
CENTRO UNIVERSITARIO DE ARTE,
ARQUITECTURA Y DISEÑO (CUAAD)
LA MÚSICA: PERIODOS ROMÁNTICO E IMPRESIONISTA
EL ÚLTIMO DÍA DE UN CONDENADO A MUERTE
Mtro. Eduardo Escoto Robledo
Alumna Paulina Yamilét Rodríguez Gómez

La pena de muerte, una condena que durante muchos años fue vista también como un
espectáculo, donde ambas partes se veían deshumanizadas, tanto el condenado al que se le
forzaba a olvidar a toda aquella esperanza de volver a ver el mundo como lo conocía como
al espectador por olvidar la empatía hacia el semejante que permanece frente a él. Para
algunos el hecho de que al hombre se le fueran negados sus derechos y sentido humano era
espantoso, entre ellos a Víctor Hugo.

Víctor Hugo fue un poeta, dramaturgo y novelista francés romántico quien dedicó parte de
su vida a la abolición de dicha pena, para él la indiferencia y naturalidad con la que el verdugo
y las personas alrededor ejecutaban o presenciaban tal acto era abominable. Este tema durante
el Romanticismo jugó un papel muy importante dentro de la literatura, herencia de la
revolución francesa como una nueva forma de condenar a los criminales. Un movimiento en
que ahora el ser humano se veía dotado de expresión, rebeldía en este sentimentalismo ahora
se veían obstruido en condenas pero que ojo no quería decir que los crímenes cometidos eran
exentados, sino las sentencias se consideraban atroces, “una enfermedad hecha por la mano
del hombre” (Hugo, 1829, p. 40).

Ahora en esta novela donde antes era muy común ver a protagonistas como héroes los
antihéroes se vuelven un protagonista al que se les priva de su libertad y que dejan ver ahora
este lado oscuro y cruel de la vida, más allá de que solos sean alegrías y esperanzas.
Parte de lo que se hace mucho énfasis dentro de la obra es el rol que los presos tienen antes,
durante y después de su estadía en la cárcel desde que son enjuiciados hasta cuando finalizan
su condena, como era en el caso de los galeotes quienes, pese a terminar su condena se les
entrega un pasaporte que los identifica como excriminales, algo que en lo personal me
recuerda a lo sucedido con Caín en la Biblia a quien se le marca de por vida por el atroz
crimen que cometió y al que a cualquier lado a donde iba se le identifica.

También dándole a la cárcel un sentido similar al de la muerte, sin importar la clase social en
la que te encuentras (en ese entonces, ya que antes sí existía una distinción entre la
aristocracia y los plebeyos donde a estos últimos se les torturaba antes de su condenada) serás
tratado de la misma manera como lo era en el caso del protagonista, se le describe como un
burgués que cayó ahí por haber matado a alguien (cosa que él repite pero que no se deja ver
del todo claro al final).

El hecho de que mencione a su hija, a su esposa y a su madre como mujeres que han quedado
huérfanas de distintas maneras pudiera ser símbolo de que el hombre al que mató fue a él
mismo en vida, como un espejismo por el crimen cometido pactando su sentencia de muerte
y dejándolas a su suerte y no propiamente que haya acabado con la vida de alguien de forma
literal. También ese mismo espejismo pareciera verse cuando habla con un próximo
condenado a muerte, quien también cometiera crímenes luego de haber sido liberado de las
galeras pero que para aquel burgués resulta repugnante.

Todo este proceso en el que el hombre describe su llegada al lugar donde este será ejecutado
deja ver muchos destellos sonoros propios en una pieza instrumental en la que incapaz de
moverse se envuelve en el entorno pero que a su vez el medio depende de él para estar ahí,
los sonidos de las ruedas sobre el adoquinado, las campanas que cuelgan del cuello de los
caballos, el choque de la carrocería contra el adoquín, el galope de los gendarmes, aquel
látigo del postillón.

Luego ese temor que hunde al protagonista donde ya ni su hija lo reconoce, ese golpe de
realidad en el que deja de ser un individuo de la sociedad y se encuentra suspendido entre
esta y la sentencia, ha perdido toda la humanidad de la que disponía, nada que lo mantuviese
unido de esa línea terrenal, esa cruel realidad con la que ahora carga y se lamentará hasta el
último segundo, pensando en su pasado de sus recuerdos como en un sueño, una suave
melodía que lo acobija hasta el final, una pequeña fantasía que sosiega en medio de un
remolino. Como si hablásemos de un movimiento de sonata en el que la primera parte se nos
muestra el principal cometido de la persona, se explica y desarrolla, hasta antes de llegar a
su momento más dulce y suave donde todo lo que fue en armonía o pudo haber sido se deja
aquí como un vago recuerdo y ahora en la última parte se retoma el motivo principal, la razón
de estar ahí para apresurar, retardar, ese momento final, esas últimas palabras, ese último
aliento. Los lamentos del condenado en sus últimos segundos de vida, suplicando una última
petición, un minuto más suplicando piedad a su verdugo, que en el último instante fuera
absuelto como si de un milagro se tratase como si en una pieza la velocidad no cesara con
gritos ensordecedores como el chirrido de los violines o que aterrorizan al culpable que
perpetúan su sufrimiento hasta el último segundo y luego un parón en seco, silencio.

Bibliografía

Lotz-Scheibenpflug, M. (2013). Die Todesstrafe im Spiegel der französischen Romantik.


[Internet]. Recuperado de: chrome-
extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://phaidra.univie.ac.at/open/o:1294498

Contreras, A. (10 de septiembre de 2019). La última ejecución con guillotina en Francia.


[Internet]. Recuperado de: https://www.newtral.es/la-ultima-ejecucion-con-guillotina-en-
francia/20190910/

Hugo, V. (1829). El último día de un condenado a muerte. Biblioteca Omegalfa.

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