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CECILIO: PURA VERÓNICA

De Vita Escardó

Elenco:
Victoria Egea
Vita Escardó
Marcelo Mininno

Escenografía:
Gabriel Díaz

Colaboración coreografica:
Déborah Balietti

Asistente de dirección:
Déborah Balietti

Dirección Gral:
Enrique Dacal

(Tres personajes se entrecruzan en un juego de imaginación entre pasado, presente y


futuro: Cecilio, en la provincia de Buenos Aires –Argentina– en el año 2002; Verónica,
exiliada en Suecia en 1979; y Pura, escapando del franquismo en la España de 1939.
Pura y sus nietos, los primos Cecilio y Verónica, están unidos también por la ausencia de
una generación entre ellos: los desaparecidos, los exiliados, los presos.

Cecilio se plantea la posibilidad de irse del país, conflicto que los reúne en un viaje fuera
del tiempo y la historia. Esta convivencia aparentemente imposible entre distintos tiempos y
espacios, forma parte, sin embargo, del devenir de una misma identidad.)

Puesta en escena 2002:


“Cecilio: Pura Verónica es un texto arrebatado, de escritura vergitinosa, con lenguaje
atrevido que expresa solo acciones; verdaderamente dramático e inspirado.
Mi relación con la obra ha sido de romance a primera vista y, gracias al permiso otorgado
por Vita Escardó como madre de esa novia, pude consumar la fogosa relación en una
luminosa y dinámica puesta en escena que me permitió narrar y narrarme sin traiciones ni
egoismos.
Cecilio: Pura Verónica es, pues y según mi experiencia, un texto inspirado e inspirador.
Esos tres personajes, con diferentes discursos y en diferentes tiempos, hablan de lo mismo
y por lo mismo. Me dieron la impresión de una única y gigante metáfora del ser humano en
movimiento y su angustia por pertenecer y pertenecerse.
"Todos al mismo tiempo" fue el impulso que quise seguir, entremezclando los textos en un
único espacio. Lo que aconteció después fue la maravilla recurrente del teatro: los actores
fabricando trascendencia en el espacio escénico. La aparición de la identidad del
espectáculo.
Gracias Vita, Cecilio: Pura Verónica es una criatura maravillosa. Ahora te la devuelvo.”
Enrique Dacal

Los personajes:

La obra presenta a Verónica en 1979, en Suecia, a los 10 años. Está exiliada junto con su
madre y su padre está preso en Argentina.
Pura tiene entre 25 y 30 años, hacia fines de 1938, con casi toda España bajo el poder
franquista. Su marido ha aceptado un trabajo en Buenos Aires, para escapar de la
persecución que sufre por su militancia socialista, durante la Guerra Civil Española. Antes
de poder regresar a España, las circunstancias fuerzan el exilio de Pura hacia Argentina.
Cecilio es el único situado en la época actual. Quedó aislado en la casa familiar, en el
campo inundado, en un exilio interno.
En esta propuesta los actores tienen entre 25 y 40 años.
Según el tiempo “real”, Cecilio y Verónica tienen casi la misma edad y Pura ha muerto,
años antes. Pero, en un ensueño, Cecilio sitúa a Verónica en el año 1979, en pleno exilio y
a Pura en su juventud -1938-, cuando partió hacia Argentina, asociando la historia familiar
con su propio planteo de abandonar el país.

La Obra:

Escenario en penumbras. A izquierda, sobre proscenio, el marco de una ventana del cual
penden hilos de colores con copos de nieve troquelados en papel blanco. Por detrás del
marco asoman plantas (helechos, potus) y sobre el alféizar de la ventana una pequeña
maceta con un jacarandá enano. Verónica está terminando de colgar los últimos copos.
(En el centro del escenario, una mesa de comedor simple, de las que se podría encontrar
en una casa en el campo. Sentado sobre ella, con los pies colgando en el aire, Cecilio,
tañendo suave y melancólicamente las cuerdas de una guitarra criolla.
A derecha del escenario, una mesita redonda baja, cubierta por un mantón de Manila
pequeño que la tapa hasta el piso. Sobre ella, una bola de cristal en su soporte y un mazo
de cartas españolas que Pura está aprontando, arrodillada en el suelo, ante la mesita.
Verónica viste un vestido sencillo, a media pierna, de color liso y zapatillas de lona. Cecilio
lleva un jean gastado y remera de algodón de manga corta, color claro. Está descalzo.
Pura usa pollera amplia, al tobillo, oscura, una blusa de color claro, pañuelo en la cabeza y
zapatos de tacón.
La luz comienza a develar las siluetas de los personajes, dándoles corporeidad. Pura
canturrea alguna canción de la Guerra Civil Española, Cecilio toca una tonada. Verónica
estornuda cada tanto. Tiene un estornudo característico, que completa con un “aaahh”.
La luz enfatiza el sector de Verónica:)

VERÓNICA: (Mientras cuelga los copos, canta “Óleo de mujer con sombrero” de Silvio
Rodríguez.) “Una mujer se ha perdido, conocer el delirio y el polvo...” (Interrumpe, atiende
a algo fuera de escena.) Sí mamá, estoy limpiando. (Se distrae, canturreando mientras
sigue con los copos.) El polvo, limpiando el polvo, limpiando aquí, se ha perdido mi huella
en su mar... (Otra vez afuera.) Sí mamá, ahora le escribo a la abuela. (Ahora se pone a
limpiar el marco y el alféizar de la ventana.) “Querida abuela Pura: Llegamos bien, yo me
caí y me partí un diente”. No mamá, eso no le pongo para que no se preocupe. “Hace frío...
mamá me compró una campera azul con piel adentro pero yo la uso al revés para tener ‘un
tapado de piel’ como Rita”. Sí mamá, por eso me enfermé el tapado se usa al derecho, no
al revés como el de Rita... ¿Cómo es el apellido? (Escucha.) De la actriz de “e” “e” “u” “u”,
la que yo quiero ser. (Escucha.) ¿Rita Garbo es de acá, de Suecia? ¿Cómo sabés ma?
¿Sos mágica? (Ahora sí se pone a escribir una carta.) “Querida abuela Pura: estoy en la
tierra de Rita Garbo y de Papá Noel... Mamá compró un pino y lo adornó con guirnaldas
como los yanquis, dice, y en las ventanas colgamos copos de nieve de papel. Ya tengo
envuelta una taza amarilla de cerámica que hice para mi papá... A mamá le regalé una
escultura, una mujer con un niño en brazos”... (Escucha.) Sí mamá, ya sé que papá no va
a venir por un tiempo... (Sigue escribiendo.) “Esta es la casa más hermosa de todas las
que tuvimos. Tenemos una América latina que sangra y un póster con las caras de los
desaparecidos en blanco y negro con la cifra 30.000 que se repite y se repite y se repite...“
(Se distrae, va hacia las plantas que cuelgan de la ventana, habla hacia fuera de escena.)
Mamá, ¿puedo mandarle una maceta de sogas, de esas que hace el uruguayo, a Cecilio?
(Escucha.) ¿Por qué no? Acá todos tienen estas macetas... (Para sí.) ¿Para qué le
pregunto? Siempre tiene respuestas para todo. (Otra vez a la madre.) ¿Cómo se llama el
árbol que te regaló Rosario para que no extrañes? (Escucha y repite, jugando con la
palabra.) Jacarandá, jacarandá, jacarandá... (Se dirige al arbolito de la maceta.) Hola
Jacarandá. (Mira por la ventana.) Mirá cómo nieva... pero acá adentro tenemos una selva
personal. Vos, mamá y yo. (Busca un paquete envuelto y lo pone al costado del arbolito.)
El regalo de papá te lo dejo aquí, por si Papá Noel lo trae en el trineo al país mágico de
Rita. (Con un vasito de agua riega la maceta.) Feliz Navidad. (Hacia fuera.) ¡Ya voy, má!

(La luz suaviza el contorno de Verónica y descubre a Pura.)

PURA: (Está con los ojos cerrados, volcada sobre la mesita. Habla con un marcado acento
español.) Virgen de Guadalupe, San Ignacio, San Antonio, Cristo resucitado y Lázaro a
quien resucitó. En el nombre del padre, del hijo y el espíritu santo, amén. (Se concentra
con el mazo de cartas entre las manos.) José, por intermedio de tu santo, San José, te
llamo a la distancia. San José, intercede por mí, que necesito noticias de mi José, tan lejos,
tú que tuviste piedad de tu hijo cuando debía viajar para evangelizar y esas cosas, ten
piedad de Pura, tu sierva, concédeme comunicación con mi marido... (Pausa. Comienza a
colocar las cartas sobre la mesa,) Oye, José, ¿qué estarás haciendo ahora? (Ojos
cerrados, percibe interiormente.) Vaya un clima que hace en Suramérica, ¡qué calores! Y
aquí a punto de nieve. (Pausa, escucha, como percibiendo palabras.) ¿Comiendo? ¿A
estas horas? Claro, claro, es que usáis otro huso horario... (Pausa.) Sí, José, huso con
hache, claro que leo las cartillas, los legionarios de la educación siguen con su cantinela....
no, no es cantilena, ya sé, es el pueblo educado para el futuro republicano de España...
Hablando de futuro, José... Cuándo me encontraré contigo y a dónde... Han bombardeado
todo. Ni la Iglesia está en pie, mira. Ha sido... fatal. Estamos insanos, José, insanos. He
visto al padre Sánchez Morales con carabina, tirando a Carlos María en plena calle, frente
al atrio mismo, figúrate. Primos y todo, ¡pues narices! Que uno es comunista y el otro se
apega al clero, los franquistas y toda la procesión... Oye José, está muy fea la cosa y ser tu
mujer me las pone negras... mira, preparo la maleta y me voy... (Pausa, escucha.) Ya sé
que lo de Buenos Aires es temporario, me lo has escrito pero, hombre, es ahora o serás
viudo. (Tiembla.) Ay, que se escapa el ectoplasma... Oye, bueno, luego te telegrafío pero
vete sabiendo que pronto estaré por allí, no es este momento para criar españolitos...
(Pausa, acusa recibo de reproche.) Claro que no te lo he dicho, es apenas la segunda
falta, hombre, pero si los varones no entendéis estos menesteres... (Pausa, vacío.) José,
José... Nada, cuando se termina el trance ya no hay cómo... (Se incorpora, canturreando
¡Ay Carmela! en algún momento, saldrá de escena.)

CECILIO: (Está aburrido y solo. La mesa sobre la que está sentado está sobre el agua,
dentro de la casa, en medio de la inundación. Para pasar el rato, juega a transmitir un
programa de radio.) Transmite LT16 Casares, una voz para la ciudad y el campo... Todo el
entretenimiento y las noticias desde Carlos Casares, provincia de Buenos Aires. Y vamos
ya mismo con nuestro móvil, desde el epicentro de la inundación. ¿Me escucha, Palacios?
¿Cómo está todo allí? (Finge la voz, como desde un transmisor ruidoso.) Sí, sí, aquí
estamos con algunos vecinos que se han autoevacuado, estudios... (Relator.) ¿Cuál es la
situación de la gente, Palacios? (Móvil.) Bueno, la gente está trasladando los objetos de
valor y las pertenencias que pudo resguardar hacia zonas más secas, ¿no? (Relator.)
Dígame, ¿hay mucha agua? (Móvil.) A ver cómo le transmito la situación, estudios, porque
esto es algo digno de ser visto, no sé si me entiende... (Relator.) Sí, claro, nos hacemos
cargo de lo difícil de la situación, Palacios. ¿Hasta dónde llega el agua? (Cecilio levanta la
vista y chequea a su alrededor el nivel de agua que hay por debajo de él, vuelve al móvil.)
Treinta centímetros por debajo de la mesa del comedor, estudios... (Relator.) Eso estaría
en el orden de los treinta o cuarenta centímetros, Palacios, ¿no es así? (Móvil.) No, no es
así, estudios. La mesa está sobre dos tirantes de cama que están sobre el armario,
acostado, eso sí. (Relator.) Gracias Palacios, en cualquier momento retomamos el
contacto. Vamos ahora a la música. Directamente desde “La Cautelosa”, la voz de LT16
Casares: Cecilio Arnedo. (Toca y canta.)

“Yo vivo en La Cautelosa,


cerca de Carlos Casares
antigua tierra de pampas,
de alegrías, de pesares.

Entremedio ‘e los molinos


sembradíos, forrajeras,
En los corrales, gallinas
y en las entradas, tranqueras.

Provincia de Buenos Aires,


misteriosa bajo el agua
vengo a buscar mis raíces,
por eso traigo piragua.

Supe tener una historia


entre cardos y maizales
Ahora sólo tengo vacas
flotando en los pastizales.

Una vez tuve mujer


y otra vez tuve tabaco.
Nunca tuve todo junto
por eso no perdí tanto.

La desgracia viene sola


o la trae la inundación.
Lo mismo que yo lo hice,
la vaca se aquerenció.

Malhaya con los vacunos


tienen su propia sapiencia
no hay que dejarse engañar
por tan bovina apariencia.

Las más se fueron de raje


cuando el agua las corrió,
otras se me empantanaron
y el barro se las tragó.

Un par, de ascendencia inglesa


por Shorton o Hereford
pastorean bajo el agua
por el lado ‘el galpón.

El aire van hociqueando


con delicada pacencia
dispué meten la cabeza
bajo el agua con prudencia.

Yo no sé si será el hambre
por ahi, nomás es desidia,
llameló como lo llame,
la vaca se me hizo anfibia.

Hay que saber aguantar


cuando viene mal la cosa
Desde aquí cantó Cecilio,
estancia La Cautelosa.”

(Relator.) Gracias Cecilio Arnedo, transmite LT16 Casares, una voz para la ciudad y el
campo. Todo el entretenimiento y la información, aquí, desde Carlos Casares, provincia de
Buenos Aires... (Transición. Ya se aburrió del juego...) y dónde va a ser, boludo, ¿provincia
de Amsterdam? De chico, mi viejo me llevaba a pescar a la laguna... ¿Será que ahora los
peces me vienen a pescar a mí? (Se defiende de ataques imaginarios desde el agua.)
¡Fuera tiburones! La hipoteca del Banco, los intereses del préstamo, las cuotas del
tractor... ¡Fuera!

(Se ilumina el sector de Verónica.)

VERÓNICA: (Lee una carta. Voz en off de cecilio.) “... siempre recuerdo nuestros juegos
juntos, en el tanque australiano... Y cómo llovía maíz... Nos golpeaba la cabeza pero igual
nos daba mucha risa... Papá dice que tu viejo no va a salir por ahora, que tiene que
cambiar el gobierno. El otro día dijeron en el noticiero que cambió la Junta de Gobierno y
yo me puse contento pero mamá me dijo que es lo mismo, que es más de lo mismo y si no
habría posibilidad de irnos todos para allá. Papá no quiso saber nada, dice que la abuela
Pura no aguantaría otro Cecilio y yo no entendí porque ahora no estoy tan quilombero
como antes... Bueno, escribime cuando puedas y me contás cómo es la provincia de
Amsterdam...”
(Empieza ella a redactar una carta.) “Querido Exilio: (Tacha, corrige.) Querido Cecilio:
Suecia no queda en Amsterdam, es decir, Amsterdam no queda en Suecia. Acá es muy
lindo y hace mucho frío, se hace de noche a las cuatro de la tarde. Pero mi escuela es
buenísima, hacemos mucho deporte y nos enseñan de todo. Vamos después de los
partidos de handbol a los saunas y cuando tenemos mucho calor nos revolcamos en la
nieve. ¿Alguna vez viste un copo de nieve derretirse entre las manos? Yo sí. Cada copo es
diferente, son cristales hermosos, pequeñas joyas que nos da la tierra, bueno el cielo...
¿Cómo está la abuela Pura? La extraño mucho y trato de tirarme las cartas, como hacía
ella pero si llega mamá tengo que esconderlas porque dice que ‘la superstición aleja a los
pueblos de la liberación’. No piensen en venirse: esto es temporario. Apenas termine la
dictadura nos volvemos...”.

(Ahora la luz se centra en Pura.)

PURA: (Entra, escondiendo algo entre la ropa. Recupera el aliento. Se sienta ante la
mesita y enciende una vela. Saca una carta de entre su ropa, un poco arrugada y la abre.
Lee.) “Pura, mi niña, amor y compañera de luchas: te envío los primeros dineros de que he
podido hacerme en este país inmenso y pujante. Te pido por favor que se lo entregues a
los compañeros de la Resistencia, a ver si les ayuda un poco en su valor y les aporta útiles
para la batalla. Tú ya sabes a quién hacérselo llegar. Sé que estarás bien en tu sabiduría y
fortaleza, espero tus noticias, ya sé que te avergüenzas de tu caligrafía pero no seas terca,
mujer, envíame unas líneas...”.
Virgen de Guadalupe, ¿es esta una señal? A ver, cuándo está fechada.... Diciembre de
1938. (Cuenta el dinero.) Es el mismo dinero que cuesta un pasaje hasta América... (Apela
a las cartas.) Ay, José... el frente se desmorona y yo otro tanto... ¿Qué debo hacer? ¿Qué
debo hacer? (Echa cartas.) Ay, San José, intercede por mí, háblale a mi José en sueños,
necesito que sepa... que sepa... (Va a buscar otro mazo de cartas diferentes. Las baraja,
las empieza a colocar.) Vade retro. (Se persigna, hace cruz con los dedos, echa más
cartas.) ¿Y qué si me quedo hasta parir al crío? (Otra carta.) Que me contestes, baraja
inoportuna: mi José y lo que sea que fuere la Argentina, que al buen varón, tierras ajenas
su patria son o a resistir y esperar que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo
resista... (Trance, en la mano una carta sin echar, habla como si viera una figura en el
vacío.) Ah, José, ya estás de regreso... (Escucha.) Sí, como no, ha triunfado la República.
(Escucha.) Este es tu hijo. (Pone la carta, espanto, grito ahogado.) ¡España, España!
(Toma en su mano una medalla que cuelga de su cuello y recita un exorcismo, mientras
recoge las cartas, la bola de cristal y envuelve todo con el mantón.) “Crux santa sit miqui
lux. Non draco sit miqui lux. Vade retro Satanás, nunquam suadem miqui vanas sunt mala
que libas. Ibse venena bivas. Amén.” (Está de pie, con su equipaje, como para irse.)

(Sonido: Trueno.
Se ilumina el sector de Cecilio que ha estado intentando hacer andar una radio portátil.
Mientras comienza un sonido de lluvia fuerte, logra sintonizar algo, se escucha “Singing in
the rain”. Queda anonadado, mirando el aparato. Cecilio se harta. Se pone de pie sobre la
mesa y grita:)

CECILIO: ¡Basta! Estoy harto. ¡Me voy!

(Sonido: Trueno. Empieza a sonar La Cumparsita, versión de Gardel.


Cada uno de los personajes, baila, eufórico. Pura, flamenco, Cecilio, malambo y Verónica
una cueca. La música los une en el baile pero cada uno interpreta su propia danza. En un
clima algo irreal las mujeres van acercándose hasta donde está Cecilio, emergiendo junto
a él como desde el fondo del mar. Verónica ha arrastrado el bastidor de su ventana, Pura
la mesa baja. Todo el conjunto aparece ahora como una especie de embarcación pobre y
endeble. Pura y Verónica están ante Cecilio, mientras la música se aquieta.)

Cecilio: (Las mira.) ¿Y ustedes quiénes son?


Pura: Yo soy Pura.
Cecilio: ¡La abuela!
Verónica: (Se observa, reconociéndose más joven.) Y yo, Verónica.
Cecilio: ¿Cuándo?
Verónica: (Otra vez se observa, deduce.) En el ’79... (Mira alrededor.) ¿Y toda esta agua?
Cecilio: Es La Cautelosa...
Verónica: Joder con la reforma agraria...
Pura: Estamos en la encrucijada de tu pasado y tu presente. Nos has invocado.

(Cecilio duda. Por fin, les tiende una mano y las ayuda a subir a bordo.
Sonido: Fuerte lluvia y truenos.
Los tres en la balsa, hacen un juego corporal, como emprendiendo una travesía por alta
mar...
Sonido: Mar, rompiente.)
Cecilio: ¡Vámonos!

(Tiempo, van a la deriva.)

PURA: Oye, Cecilio, yo tengo ya experiencia en esto de irse, dime: ¿a dónde es que
vamos?
CECILIO: Eso no importa, lo fundamental es que dejamos este lugar...
VERÓNICA: Claro, lo importante es dejar atrás el peligro y la incertidumbre.
PURA: (Refunfuña.) Peligro, peligro... Yo sí que huía del peligro, de las bombas, de la
Guardia Civil... Y tú, por unos truenos, a la porra con todo lo construido...
CECILIO: No sólo se muere en la guerra, abuela...
VERÓNICA: Dirán que soy un soñador... ¡pero no soy el único! Miren, hay miles de otras
balsas alrededor! (Les hace señas.) ¡Eh! No se vayan, no dejen su tierra... Nunca más van
a poder regresar...
PURA: (Acota.) A tu tierra, grulla, aunque sea con un solo pie...
CECILIO: (A Verónica.) ¿Y eso por qué?
VERÓNICA: Porque el lugar sigue cambiando mientras nosotros no estamos... Si logramos
volver, encontramos una tierra diferente, jamás aquella de la que nos fuimos...
PURA: Mira, Verónica, ni tanto ni tan calvo que se le vean los sesos, yo he regresado a mi
pueblo y lo hallé exactamente igual que al partir... y habían corrido ya como cuarenta años.
VERÓNICA: Bueno, el pueblo estaba igual. ¿Y usted?
PURA: ¡Ah, no! Yo ya era otra. (Percibe que quedó en falta, mira alrededor.) ¿Quiénes son
aquéllos?
VERÓNICA: (Contrariada.) Cubanos.

(Pura se pone de pie y arranca con La Internacional.)

CECILIO: ¿Qué hace?


VERÓNICA: Pura, basta, están escapándose de Cuba. Van a Miami, huyen de Fidel.
PURA: (Se calla, anonadada.) Madre de Dios, ¿huyen del socialismo? Ay José, José, te
había dicho ya que no viviríamos para ver el triunfo socialista en el mundo... ¿pero nuestro
nieto tampoco? ¿Y aquéllos? (Hace señas hacia otra balsa.)
CECILIO: ¡¡No!! No les haga caso, son coreanos. Vienen a nuestra tierra, llenan de
mercaditos y casas de todo por dos pesos, se llevan el trabajo que debiera ser para
nosotros...
VERÓNICA: Cómo se nota que no fuiste extranjero en ninguna parte todavía... ¿Sabés
cómo te van a llamar? ¡Sudaca! Vas a estar en la lona hasta conseguir la residencia.
PURA: ¿Te has imaginado tú en Oriente, donde hasta el aire huele diferente? ¿Por qué
piensas que no es igual para ellos? Acá el aire huele distinto...
CECILIO: Bien distinto de España debía oler cuando llegaron ustedes... y los recibimos con
los brazos abiertos, abiertos al crisol de razas...
PURA: Y a los asesinos nazis, también, que mientras sea europeo nos limpia lo indio, ¿no
es eso?

(Cecilio está por responder pero desde bambalinas cae un bulto. Verónica lo abaraja, es un
bebé. Trae una nota. Pura la lee, no comprende, se la pasa a Cecilio. Verónica intenta
contener al crío. Sonido: llanto de bebé.)

CECILIO: (Intenta descifrar la nota.) No sé, son unos signos raros...


VERÓNICA: (Pasa la criatura a Pura.) A ver... (Toma la nota.) Es árabe, deben ser
afganos...
CECILIO: ¿Y vos cómo sabés?
VERÓNICA: En la escuela, en Suecia, el que servía la comida era afgano, me enseñó
cómo escribían...
CECILIO: Pensé que eran los bosnios los que hacían esas cosas...
VERÓNICA: ¿Sí? ¿Qué diferencia hay para vos entre Bosnia y Afganistán?
CECILIO: Bueno, uno es medio oriente, un quilombo que nadie entiende bien de qué se
trata...
VERÓNICA: ¿Y el otro?

(Cecilio está por responder)

Pura:¡Niños! ¿Qué ha pasado con vuestra educación? Este niño, bosnio o afgano, precisa
un poco de paz para dormirse... Que si no duerme no sueña. Y si no sueña... ¿De qué
fracaso escapará el día de mañana?

(Verónica y Cecilio se aplacan. Sonido: agua moviéndose suavemente.


Cecilio se adormece. Verónica y Pura, al cambio de luz, salen de escena.
Al volver la luz, Cecilio despierta y se sienta como al principio de la obra, con los pies
colgando de la mesa. El texto que sigue lo dice con una inmensa contradicción interior.
Intenta tomar una decisión pero está cargado de frustración. A la vez, busca un motivo
para la esperanza.)

Cecilio: Me voy. ¿Me voy del país? Las mujeres siguen pariendo y los hombres gritamos
con terror. ¿Me voy? Me voy de este país de muertos sin sepultura. No quiero que me
coman los buitres. Pero quiero mi territorio. ¿Me voy y me quedo? Me quedo a resistir
hasta que baje el agua. ¿Y cuando baje? En este campito ya no queda tierra firme.
Algunas veces veo tierra firme en los ojos de otros inundados. Y los escucho gritar que
están hartos. Hartos de no bajar los brazos. (Mira alrededor, algo llama su atención, una
zona cercana a la mesa.) Barro, allá aparece un poco de barro. No es tierra firme. Pero es
un lugar donde apoyarse... A tu tierra, grulla, aunque sea con un solo pie. (Mientras se baja
con cuidado de la mesa y se apoya en el suelo.)

APAGÓN

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