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Universidad Libre- Facultad de Filosofía

VI Semestre- Por: Yuly Marcela Buitrago


Curso: Antropología Filosófica- Segunda Exposición
Prof. Víctor Florián Bocanegra- 2011/1

HOMBRE: ASCETA DE LA VIDA


(Una lectura de El Puesto del Hombre en el Cosmos y La Idea del Hombre y la Historia)
Una pregunta escueta como ¿qué es el hombre? Representa un eje central en la
construcción filosófica de Max Scheler. Su repentina muerte en 1928, deja inacabada la
Antropología Filosófica, de la cual solo tenemos cometarios en obras anteriores e ideas en
algunos ensayos como El Puesto del Hombre en el Cosmos y La Idea del Hombre y la
Historia1. Por tal razón, estos dos textos serán las fuentes principales que se emplearan en
el presente texto, para bosquejar lo que Scheler intenta proponer como una nueva
antropología filosófica y por ende para comprender lo que éste entiende por hombre. Para
ello (I) en primer lugar, se presentará la definición que el autor da de antropología filosófica
y en (II) segundo lugar, se analizará cada parte de esta definición desde El Puesto del
Hombre en el Cosmos.
I. Definición de la “ciencia del hombre”
Definir la antropología como lo hace la Real Academia de la Lengua Española, es decir,
como la ciencia que trata de los aspectos biológicos y sociales del hombre o como la
ciencia del hombre, es una definición que no nos dice nada sobre su objeto de estudio: el
hombre. Por ser la definición de antropología tan general y desinformativa, es necesario
que una disciplina diferente le colabore con la construcción conceptual de su objeto de
estudio. En este punto la filosofía se asocia a la antropología para formar con ella un
concepto de hombre singular. En el caso de Scheler veremos que hay una urgencia por
solucionar el problema de la antropología filosófica, pues según el autor en ninguna época
el problema del hombre ha sido tan apremiante.
“Bajo esta denominación entiendo una ciencia fundamental de la esencia y de la estructura
esencial del hombre; de su relación con los reinos de la naturaleza (inorgánico, vegetal y
animal) y con el fundamento de todas las cosas; de su origen metafísico y de su comienzo
físico, psíquico y espiritual en el mundo; de las fuerzas y poderes que mueven al hombre y
que el hombre mueve; de las direcciones y leyes fundamentales de su evolución biológica,
psíquica, histórico-espiritual y social, y tanto de sus posibilidades esenciales como de sus
realidades. En dicha ciencia hállese contenido el problema psicofísico del cuerpo y el alma”
(Scheler. 1969. P. 9)

1
También se considera como obra antropológica a De lo Eterno en el Hombre, pero aquí solo tendremos en
cuenta los dos textos mencionados anteriormente.
Si me preguntaran que opino sobre la cita anterior de La Idea del Hombre y La Historia,
diría que es la mejor síntesis de todos los postulados contenidos en El Puestos del Hombre
en el Cosmos.
II. Análisis desde El Puesto
La definición presentada anteriormente se divide en cuatro partes que serán explicadas
desde la lectura del texto de 1938. A continuación esta el fragmento dividido por / que
marcan cada parte:
“Bajo esta denominación entiendo una ciencia fundamental de la esencia y de la estructura
esencial del hombre; / de su relación con los reinos de la naturaleza (inorgánico, vegetal
y animal) y con el fundamento de todas las cosas; / de su origen metafísico y de su
comienzo físico, psíquico y espiritual en el mundo; de las fuerzas y poderes que mueven
al hombre y que el hombre mueve; de las direcciones y leyes fundamentales de su
evolución biológica, psíquica, histórico-espiritual y social, y tanto de sus posibilidades
esenciales como de sus realidades. / En dicha ciencia hállese contenido el problema
psicofísico del cuerpo y el alma” (Scheler. 1969. P. 9)
a) En esta primer parte el autor nos dice que la antropología filosófica es una ciencia que
estudia la estructura esencial del hombre.
Al decirnos esto, Scheler está indicando que hay una estructura que no solo caracteriza al
hombre sino que además le es propia y distintiva. Cuando volvemos a la pregunta escueta
de ¿qué es el hombre? Por costumbre solemos responder que es en primer lugar un animal,
en segundo lugar que es racional. A esta repuesta del común se le unen tres tradiciones,
desde las cuales también se puede responder la pregunta: la tradición judeocristiana, dirá
que el hombre es una criatura de Dios, que el Primer hombre fue Adán y que Dios lo creo
para que reinase sobre la tierra y las otras criaturas. La tradición occidental, dirá que el
hombre es un ser racional, capaz hablar, poseedor de , mens y ratio. Finalmente la
tercera tradición, la naturalista, afirmara que el hombre es el resultado de la evolución del
mono. Ninguna de estas tres tradiciones nos ofrece una respuesta satisfactoria a la pregunta
escueta, así que podemos concluir que hasta ahora no se cuenta con una idea unitaria sobre
lo que es el hombre; el autor nos dice que a esto hay que sumarle el problema de ver que las
ciencias que dicen estudiar al hombre, solo oscurecen su concepción, en lugar de
iluminarla. En la introducción de El Puesto, el autor nos dice que quisiera delucidar algunos
puntos concernientes a la esencia del hombre y su singular puesto metafísico en el mundo.
De esta forma, cuando pensamos en la palabra hombre, nos vienen a la mente dos
acepciones: una “indica los caracteres morfológicos distintivos que posee el hombre como
subgrupo de los vertebrados y de los mamíferos… [otra] designa asimismo un conjunto de
cosas que se oponen de un modo más riguroso al concepto de animal en general, de
vertebrado y mamífero… este segundo concepto de hombre, es al que llamaré concepto
esencial del hombre en oposicional primer concepto sistemático natural. El tema de nuestra
conferencia es: es si ese segundo concepto, el concepto esencial, que concede al hombre un
puesto singular, es incomparable con el puesto que ocupan las demás especies vivas”
(Scheler. 1938. P. 26)
b) La segunda parte de la definición de antropología filosófica, trata sobre las relaciones
del hombre con los diversos reinos de la naturaleza (los inorgánicos, vegetales y
animales).
Cuenta de esta relación nos da la propuesta de Scheler de elaborar una serie gradual que
caracterice a los seres psicofísicos, serie que sirve para establecer las diferencias entre los
seres que poseen el rasgo de ser psicofísicos. Para comprender este concepto es necesario
decir que el límite de lo psicofísico es el mismo límite de la vida en general. Al iniciar la
gradación, encontramos el Impulso Afectivo, que es “el grado ínfimo de lo psíquico… es el
vapor que lo mueve todo… sin conciencia, ni sensación, ni representación. Como la palabra
impulso indica, en él no se distinguen todavía el sentimiento y el instinto… una mera
dirección hacia o una desviación de, son los únicos estados del Impulso Afectivo” (Scheler.
1938. P. 30) Adjudicamos este primer grado de la evolución psíquica a las plantas y no a
los animales, en ellas el empuje de crecimiento y la reproducción es un impulso; en los
animales este impulso se presenta como instinto y este es otro grado. Decimos que el
impulso es correspondiente a las plantas, ya que su dirección esencial de la vida, es decir lo
vegetativo, es un impulso dirigido hacia fuera, sin memoria ni recogimiento y mucho
menos con conciencia de sí, por esta razón al Impulso Afectivo de la planta se le llama
extático, porque carece de reflexión, debido a que esta se da en la sensación y con ocasión a
la resistencia que establece un organismo a su movimiento primitivo. Pero, a pesar de no
poseer reflexión la planta sí posee expresión y este es un fenómeno primordial en su lugar
en el mundo, ya que la expresión es cierta fisiognomía de los estados internos: marchito,
lozano, exuberante etc. Este primer grado del aspecto interior de la vida, el Impulso
Afectivo, existe también en el hombre. “Como veremos el hombre contiene todos los grados
esenciales de la existencia y en particular de la vida; y en él llega la naturaleza entera (al
menos en las regiones esenciales) a la más concentrada unidad de su ser” (Scheler. 1938. P.
33)
La segunda forma psíquica esencial es el Instinto y es la que sigue al Impulso Afectivo. El
autor nos propone definir el Instinto como la conducta del ser vivo, porque es objeto de
una observación externa y posible descripción, mas en circunstancias cambiantes del medio
puede determinarse independientemente de las unidades fisiológicas que la sostengan. Lo
más valioso del concepto de conducta es justamente el ser un concepto psicofísico
indiferente: es decir, que toda conducta es siempre expresión de estados internos, así que
puede y debe siempre ser explicada desde el punto de vista fisiológico y psicológico. La
conducta o el Instinto se le adjudica específicamente al animal, ya que lo que un animal
puede representarse y sentir viene en general determinado y dominado a priori por las
relaciones de sus instintos con la estructura del mundo circundante. El Instinto como tal
está siempre al servicio de la especie propia o de otra que considere de vital importancia; se
puede condicionar y de esta forma, la conducta puede ser aprendida en parte y
especializada en otra. Por su parte, el hombre que es una especie de “mamífero plástico”
posee también Instintos, pero estos son sumamente retrasados; el hombre sin embargo
procura extraer con sus observaciones un saber de ese Instinto, un saber instintual y llega a
la conclusión que tal saber solo es un sentir resistencias con matices de valor, resistencias
que serian atrayentes o repelentes.
El tercer grado psicofísico es la Memoria Asociativa. Esta es la segunda forma de conducta,
la conducta habitual. “Debemos atribuirla únicamente a los seres vivos, cuya conducta se
modifica lenta y continuamente en forma útil a la vida, o sea en forma dotada de sentido y
sobre la base de una conducta anterior de la misma índole, de suerte que la medida en que
su conducta nos aparece con sentido en un momento determinado, está en rigurosa
dependencia respecto del numero de ensayos o movimientos llamados de prueba. La base
de toda Memoria Asociativa es el reflejo que Pavlov ha llamado reflejo condicionado”
(Scheler. 1938. P. 40) Así la Memoria Asociativa implica una primera transformación
condicionada de la conducta instintual que luego se vuelve habitual. Esta memoria actúa en
todos los animales y aparece como la consecuencia inmediata de la aparición del arco
reflejo, es decir de una separación del sistema sensorial y motriz. En muchos animales, la
Memoria Asociativa surge como un reprimir algunos instintos y se considera como un
principio de rigidez y habito. Este tercer grado también se da en el hombre de la misma
forma que se da en un perro, en principio el niño se condiciona y se reprime; luego
empleando el arco reflejo logra asociar circunstancias con cosas semejantes. Pero solo en el
hombre, el reprimir por condicionamiento un instinto determinado, llega a tener
consecuencias y formas monstruosas, por eso se ha dicho con razón que el hombre puede
ser más o menos un animal, mas nunca un animal (estas consecuencias del
condicionamiento en el hombre tienen que ver con su concepción temporal, por ahora solo
diremos que el animal simplemente posee un presente)
El cuarto grado psicofísico que Scheler nos presenta es la Inteligencia Práctica. En un
primer momento esta inteligencia esta todavía condicionada, pero se representa en la
facultad y en la acción de elegir compañeros de especie, bienes y en el proceso de
reproducción. “Llamamos inteligencia orgánicamente condicionada, mientras el proceder
interno y externo, que el ser vivo emplea, esté al servicio de un movimiento impulsivo y de
la satisfacción de una necesidad” (Scheler. 1938. P. 48) Finalmente y respecto a esta
Inteligencia Practica, el autor nos dice que en todo lo afectivo, el animal esta mucho más
cerca del hombre, que en lo que se refiere a la inteligencia.

c) Esta parte de la definición de antropología nos habla del origen del hombre, analizado
desde los campos físico, psíquico, metafísico y espiritual.
Retomando la relación del hombre con los demás reinos de la naturaleza y los grados
psíquicos que vemos en dichos reinos, hay que desplazar por un momento la pregunta
escueta a una cuestión decisiva… “Si se concede la inteligencia al animal, ¿existe más que
una diferencia de grado entre el hombre y el animal? ¿Existe una diferencia esencial?”
(Scheler. 1938. P. 53) Para ver con detalle estas cuestiones decisivas, el autor haciendo uso
de su dialéctica, presenta dos teorías reinantes: una que concede la inteligencia al hombre,
como su gran rasgo característico y la niega al animal, siendo esta el estandarte de la
cultura occidental; la otra, que es defendida por los evolucionistas y que niega que haya una
última diferencia entre el animal y el hombre, porque el animal posee ya inteligencia y el
hombre es un animal simplemente evolucionado. Ambas teorías son solo partidaria de otra
forma de la gran teoría monista del hombre, designada con el nombre de homo faber, “no
conocen naturalmente ninguna clase de ser metafísico, ni metafísica alguna del hombre,
esto es: ninguna relación especifica del hombre como tal con el fondo del universo”
(Scheler. 1938. P. 54) Frente a estas dos teorías el autor sostiene que la esencia del hombre
y su puesto singular están por encima de la inteligencia o de la facultad de elegir. Lo que
hace especial al hombre no entra a formar parte de los grados vitales antes tratados y
tampoco es la máxima expresión de ellos. El nuevo principio, dice el autor, que hace al
hombre hombre, es ajeno a todo principio vital, es lo que los griegos llamaron logos
universal en el sentido heraclíteo y estoico; hasta ahora dice Scheler, este logos se nos ha
presentado como una x incógnita y para resolverla, el autor prefiere emplear un término
más familiar: espíritu.
La propiedad característica de éste espíritu es la independencia, la libertad o la autonomía
existencial, ante los lazos o la presión de lo orgánico de la vida. No está vinculado con os
impulsos, resiste los instintos; por lo tanto es libre del mundo circundante y está abierto a
él. Este espíritu determina el mundo, puede hacer del mundo su objeto, no es extático, es
pura reflexión. Entonces si e hombre tienen espíritu, es un ser espiritual, además “el
hombre es la x cuya conducta puede consistir en abrirse al mundo en medida ilimitada…
como poseedor de espíritu, el hombre hace actos espirituales” (Scheler. 1938. P. 58) Estos
actos espirituales están ligados con una segunda dimensión del acto reflejo, esta dimensión
tiene que ver con la conciencia de sí; el acto reflejo en los animales les posibilita la
conciencia pero no la conciencia de sí ni la reflexión.
En conclusión, la conciencia de sí y la posibilidad de objetivar el mundo y el primer
impulso, forman una solo estructura, la estructura esencial del hombre. Así vemos que hay
dos notas esenciales del hombre, como las notas esenciales que distinguen un perfume: una
es tener espíritu y otra es, a partir del espíritu, modelar su vida libremente. Esa estructura
ontológica del hombre le ha permitido modelar la historia, incluso concebirla: el hombre
tiene un espacio único y un tiempo múltiple, con esto quiero decir que el espacio es único
para el hombre porque el mismo lo determina y tiene la posibilidad de modificar su mundo
ambiente, el animal no. En cuanto al tiempo, los animales solo cuentan con su presente, a
pesar de ver osos que almacenan comida para prevenir el morir de hambre, porque esta
acción del mamífero no es una prevención sino un acto reflejo condicionado por su
memoria asociativa, que lo que demuestra es un instinto educado, el de conservación.
Por su parte, las ciencias humanas, han sido creadas por el hombre para analizar las
características del espíritu y los efectos del espíritu en el mundo. Por ejemplo la psicología
nace para explicar que el hombre es un asceta que canaliza o reprime su energía impulsiva
hacia actividades espirituales.

d) Cuando nos dice que esta ciencia antropológica contiene el problema psicofísico del
cuerpo y el alma, el autor elabora su crítica al dualismo cartesiano.
“Con su división de todas las sustancia en pensantes y extensas, Descartes ha introducido
en la conciencia occidental todo un ejército de graves errores sobre la naturaleza humana.
Esta división del mundo circundante implicaba varios absurdos que Descartes hubo de
aceptar: 1) la negación de la naturaleza psíquica a todas las plantas y animales; 2) la
explicación de la aparente alma animal y vegetal, que todas las épocas anteriores a él
habían tomado por realidad, mediante una proyección antropopática de nuestros afectos
vitales en las formas externas de la naturaleza orgánica; 3) la explicación puramente
mecánica de todo lo que no es conciencia o pensamiento humano… Pero aun hay en la
doctrina cartesiana otra tesis radicalmente falsa: la de que lo psíquico consiste solo en la
conciencia y está ligado exclusivamente a la corteza cerebral… el error fundamental de
Descartes, consiste en pasar completamente por alto el sistema impulsivo de los hombres y
de los animales” (Scheler. 138. Cap. V) Para responder a los errores cartesianos, Scheler
apoyado en los descubrimientos científicos y las observaciones de cualquier atento dirá que
hay semejanzas entre hombre y animal que Descartes descuida por completo y que “el
campo fisiológico paralelo a los procesos psíquicos vuelve a ser hoy el cuerpo entero y no
solo el cerebro… Oponiéndonos resueltamente a todas estas teorías dualistas, podemos
decir que: el proceso de la vida fisiológica y el de la vida psíquica son rigurosamente
idénticos desde el punto de vista ontológico… Así pues, la materia y el alma, o el cuerpo y
el alma, o el cerebro y el alma, no constituyen un antítesis ontológica en el hombre”
(Scheler. 1938. Cap. V)

BIBLIOGRAFÍA

Scheler, M. El Puesto del Hombre en el Cosmos. Buenos Aires: Editorial Lozada. 1938.

Scheler, M. La Idea de Hombre y La Historia. Bueno Aires: Siglo del Hombre. 1969.

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