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La enseñanza de la Higuera y su referencia con la 2da venida de


Jesús. Mateo 24:32-33
En una ocasión, mientras se dirigía a un grupo de pastores, Fred Craddock utilizó la siguiente
metáfora para ilustrar cómo es la vida cristiana:

«Tendemos a pensar —dijo Craddock— que darlo todo a Jesús es como tomar un billete de mil
dólares y ponerlo sobre la mesa. “Aquí está mi vida, Señor, te la entrego completamente”.

Pero la vida cristiana no es así. En cambio, Dios nos envía al banco para cobrar el billete de mil
dólares por rollos y rollos de monedas, y vamos por la vida sacando cincuenta centavos aquí y
veinticinco centavos allá.

La vida cristiana no siempre es gloriosa o dramática; muchas veces es ordinaria.


Se construye en el día a día, con pequeños actos de amor, veinticinco centavos cada vez.
Una cosa es realizar un acto extraordinario para Dios en un momento, y otra mucho más
difícil es ser fiel todos los días, perseverando hasta el fin».
La ilustración de Craddock presenta un desafío para nosotros como creyentes en el
advenimiento.

Aferrarse a la promesa de la Segunda Venida pone a prueba la resistencia de nuestra fe.

Desde la ascensión, cada generación de creyentes ha esperado que Cristo regrese en su tiempo,
¿por qué no lo ha hecho? ¿Qué hacemos con la urgencia inherente al mensaje del advenimiento?
¿Cómo podemos experimentar el gozo y la esperanza ante la aparente demora?

LA TENSIÓN

La predicción de la Segunda Venida, tal como se encuentra en Mateo 24, incorpora tres
escenarios de fin del mundo: el diluvio (el fin del mundo antediluviano), la destrucción de
Jerusalén (el fin de Israel como nación escogida) y la parusía (el fin de Satanás y el reino del
pecado). De este
modo, el cumplimiento de las dos primeras sirve como garantía del cumplimiento de la tercera.

No obstante, apreciados hermanos, a medida que Jesús teje magistralmente estas tres profecías
en una sola, dos principios escatológicos entran en conflicto. Estos principios generan una
tensión que no podemos conciliar del todo. Y, aunque nuestra inclinación es tratar de resolver la
tensión, las partes en conflicto son parte integral de esta profecía. A los creyentes se nos llama,
no a racionalizar la promesa de la Segunda Venida, sino a vivir por la fe, incluso con estos
dos principios en conflicto en esta profecía.

Primer principio: La Certeza


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El primero de los dos principios en conflicto es la certeza. Jesús señaló: «Aprendan de la higuera
esta lección: Tan pronto como se ponen tiernas sus ramas y brotan sus hojas, ustedes saben que
el verano está cerca. Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a
las puertas» (Mat. 24: 32-33, NVI).

La higuera apunta a un acontecimiento en el orden natural, que nos sirve para comprender la
certeza del regreso de nuestro Señor. Es un símbolo poderoso.

La higuera era uno de los árboles más comunes en Palestina. Por tanto, es posible que Jesús y los
discípulos estuvieran sentados debajo de uno de esos árboles mientras decía estas palabras.
Cuando las ramas del árbol se ablandan con la savia y comienzan a brotar, el verano se acerca.
De este modo, el orden natural confirma la promesa de lo que está por venir.

Al señalar a la higuera, Jesús se encuentra con nosotros en nuestro nivel, el nivel de los hechos
que cualquiera puede verificar. Cuando notamos los cambios en la higuera, sabemos con certeza
que habrá un cambio específico en la estación. Así como el verano inicia luego de ciertos
cambios visibles en la higuera, la Segunda Venida de Cristo sucederá luego de los
acontecimientos que
describe Mateo 24.

No obstante, esta analogía de Cristo no equipara a la naturaleza con la Palabra de Dios. La


higuera es solo una ilustración de la validez de la promesa. La promesa se basa en algo más
grande que cualquier cosa creado; se basa en el Creador.

El sol sale por el Este y se pone por el Oeste; la hierba se corta vuelve a crecer; los ríos fluyen;
las nubes dan la lluvia; los salmones nadan río arriba; y, «mientras la tierra permanezca no
cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» (Gen.
8: 22).

Pero más segura que todo esto es la invencible palabra de Dios, la palabra que llamó todo a la
existencia. El Dios de verdad ha hablado, y ha dicho que Cristo vuelve.

Querido amigo, Nuestra fe no es lo que asegura la promesa. La promesa es segura porque


viene de Dios, y Dios «no puede negarse a sí mismo» (2 Tim. 2: 13). Las primeras palabras de
la Biblia presentan a «Dios, en el principio» (RVC), y en Mateo 24 se nos asegura que Dios
también estará al final. El mundo no surgió por accidente y tampoco terminará por accidente.

¡Alabado sea el nombre del Señor! porque tenemos la certeza de su cumplimiento pues la
promesa viene de Dios.

Pero esta profecía también expresa una realidad paradójica, pues la palabra de Dios dice: «Pero
del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre» (Mat. 24: 36).

Segundo principio: La Incertidumbre


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Este segundo elemento completa la enseñanza y revela la tensión inherente. Hay una paradoja de
certeza e incertidumbre. Jesús promete un retorno seguro, pero su tiempo no se ha revelado.

******El creyente sabe el qué, pero no el cuándo. ******

Evidentemente este elemento de incertidumbre es parte del diseño de Dios, cuyo objetivo es
crear una respuesta concreta en sus siervos: «Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha
de venir vuestro Señor. […] Por tanto, también vosotros estad preparados, porque el Hijo del
hombre vendrá a la hora que no pensáis » (Mat. 24: 42, 44).

Hermanos, la paradoja de la promesa produce una situación peculiar para la iglesia.

*****El qué es seguro, el cuándo es desconocido. ******

Y así como la certeza se opone a nuestras dudas, la incertidumbre se resiste a nuestras


investigaciones.

El momento del regreso del Señor no solo es indeterminado, sino que es indeterminable.

El riesgo de no saber
La historia de la salvación revela, como una constante, que a nosotros los creyentes se nos
ordena a vivir con el riesgo de no saber. En áreas clave de nuestra relación con Dios
estamos llamados a caminar por fe, no por vista.

No necesitamos de la fe para creer en lo que vemos, pero algunas cosas tenemos que aceptarlas
sin entenderlas completamente.

El ejemplo de Abraham……

…Dios le dio una orden clara a Abraham para que lo dejara todo y lo siguiera, pero no le explicó
todos los pormenores que tendría que enfrentar. Abraham no sabía a dónde iba y Dios no se lo
dijo. La tierra que le habían prometido todavía no era suya el día que Abraham murió. Vivió en
tiendas de campaña durante toda su vida de experiencia con Dios. El patriarca tuvo que pagar por
la única tierra que poseyó en su vida, el campo comprado a los hititas para un cementerio
familiar (Gén. 25: 9-10).

El ejemplo de Job……

Por el otro lado, Job nunca recibió una explicación para sus aflicciones o una respuesta a algunas
de sus preguntas más profundas. Cuando Dios finalmente apareció, fue él quien hizo las
preguntas: «Ahora cíñete la cintura como un hombre: yo te preguntaré y tú me contestarás» (Job
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38: 3). Entonces el siervo de Dios comprendió su verdadera condición: «Yo soy vil, ¿qué te
responderé? ¡Me tapo la boca con la mano!» (Job 40: 4).

El ejemplo de Jóvenes Hebreos……

Los jóvenes hebreos no sabían si Dios intervendría para salvarlos del horno de fuego. Su deber
hacia Dios era bastante claro, pero se ocultó cuánto les costaría.

Su testimonio demostró su extraordinaria confianza en Dios. «Y si no [nos salva], has de saber,


oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado» (Dan. 3: 18).

Una fe firme en Dios


Todos estos demostraron una fe firme en Dios sin el pleno conocimiento de muchos hechos
cruciales. Sin embargo, su desconocimiento no inhibió su fe; por el contrario, la fortaleció.

Job dijo:
«Aunque él me mate, en él esperaré » (Job 13: 15).

Abraham..
«Y salió sin saber a dónde iba» (Heb. 11: 8).

Los Jóvenes Hebreos:


«Y si no [nos salva], has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses…

Oh hermanos, cuántos ejemplos nos dejaron! La certeza y la incertidumbre forman parte integral
de la vida cristiana, y de la promesa de la Segunda Venida en particular.

Si pasamos por alto a cualquiera de estos dos elementos, se perdería la eficacia de la enseñanza
de Cristo. Por un lado, la certeza de la promesa fomenta la esperanza, mientras que, por el
otro, la incertidumbre en el tiempo de su cumplimiento nos invita a velar y a permanecer
siempre fieles a su palabra.

Por lo tanto, como creyentes vives en un estado de expectativa, anticipándose a un evento que
puede llegar en cualquier momento. La tensión entre lo que sabemos y lo que no sabemos,
la certeza y la incertidumbre, nos mantiene espiritualmente fuertes.

El recorrido diario

Aquí es donde se enfatiza la necesidad del cristianismo relacional. Jesucristo no es un credo, es


una persona. La única manera de conocerlo es estar en comunión con él cada día, cada
momento.
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No deberíamos aprender unas pocas doctrinas y luego poner nuestra confianza en ellas. La única
manera de saber qué es lo que Dios va a hacer a continuación es estar caminando con él. De
este modo, cuando él hable lo escucharemos y cuando se mueva lo seguiremos.

El hecho de que nuestra fe sea probada no debe tomarnos por sorpresa.

Si nuestras convicciones son verdaderas, se fortalecerán con la prueba.

Los ataques de los burladores no pueden hacer nada para debilitar la eficacia de la
promesa de Dios. Al contrario, sus burlas solo sirven para fortalecer nuestra fe en la
promesa, ya que la Palabra predice su llegada: «En los últimos días vendrán burladores,
andando según sus propias pasiones y diciendo: «¿Dónde está la promesa de su
advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas
permanecen así como desde el principio de la creación » (2 Ped. 3: 3-4).

Apreciados hermanos y amigos, debemos confiar en la promesa con la fe


puesta en la palabra de Aquel que la dio, y reconocer que a veces Dios nos
conduce por caminos oscuros para nosotros, pero no son oscuros para Dios, de modo que, como
toda nuestra confianza descansa en él, esperamos con gozo el cumplimiento de su palabra en el
tiempo señalado.

Consideremos por un momento el historial de nuestro Dios. Aunque, cuando se trata del
cumplimiento de sus promesas, siempre parece haber una demora, el Todopoderoso siempre ha
cumplido todas sus promesas. Por tanto, la promesa es segura, pero el tiempo de su
cumplimiento está más allá de nuestro conocimiento, hasta el momento de la realización.

Conclusión:
La ilustración del metro y el padre con sus hijos

Cuando era niño, solíamos ir en metro a la iglesia todos los fines de semana. Éramos cinco los
que viajábamos con nuestro padre en el metro de Nueva
York. Nunca olvidaré el día en que nos dejó en el tren. Nos habíamos detenido en la estación
donde nos trasladábamos de un tren a otro. Al abrirse las puertas del tren «A», papá corrió por el
andén dejándonos a todos en el tren. Nunca antes había hecho algo semejante.

Mientras corríamos detrás de él, casi en pánico, comprendimos la razón de su aparente


abandono. El tren «GG» estaba a punto de salir de la estación
sin nosotros, el conductor presionaba una y otra vez la palanca, pero ahí estaba nuestro padre, de
pie en el único hueco que mantenía las puertas abiertas para que lo siguiéramos. Y así todos
pudimos abordar el tren, bajo el amparo de nuestro padre.
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Cuando mi padre salió corriendo por las puertas del metro, no sabíamos lo que hacía, pero
sabíamos lo suficiente para seguirlo. Y él sabía que lo seguiríamos.
Para los niños no hay otra opción, más adecuada que seguir a sus padres…

Esto es lo que debe suceder con los cristianos. Puede que no sepamos por qué Jesús no ha
regresado o cuándo volverá, pero conocemos a Jesús. A veces podemos sentirnos
confundidos, sus caminos pueden parecernos misteriosos, pero su carácter no es un
misterio.

Sabemos que nuestro Salvador es fiel y capaz, que nos ama y es inmutable. Él cumplirá su
promesa de regresar. Por tanto, debemos velar y estar preparados, sin dudar nunca de que
hará lo que prometió.

Les invito a que en esta hora decidamos por Jesús…….

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