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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Trabajo Fin de Grado

Aplicaciones del LSD en


Psicología. Una revisión
sistemática

Alumno: Alberto Canales Gutiérrez

Tutora: Prof. Dña. Carmen Torres Bares


Dpto.: Psicología

Mayo, 2021
ÍNDICE

RESUMEN Y ABSTRACT ..……………………………………………………………....... 3

1. INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………………… 5

1.1 Origen del LSD ………………………………………………………………………….7

1.2 LSD: ¿Cuáles son sus efectos en nuestro cuerpo? ……………………………………..10

1.2.1 Farmacocinética ………………………………………………………………..10

1.2.2 Efectos ………………………………………………………………………….10

1.2.3 Mecanismo de acción en el Sistema Nervioso …………………………………12

1.3 Primeros usos en psicoterapia ………………………………………………………….13

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS ………………………………………………………16

3. MÉTODO ……………………………………………………………………………...…17

3.1 Fuentes de información y búsqueda .........................................................................17

3.2 Criterios de inclusión y exclusión ...................................................................................18

4. RESULTADOS ………………………………………………………………………......18

4.1 Resultados de la búsqueda ..............................................................................................18

4.2 Seguridad, tolerabilidad y efectividad del uso experimental de LSD .............................19

4.3 Uso del LSD como analgésico ................................................................................. ......21

4.4 Efecto del LSD en el procesamiento emocional .........................................................22

4.5 LSD y ansiedad asociada a enfermedades graves .....................................................24

5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES……………………………………………………..26

6. BIBLIOGRAFÍA …....……………………………………………………....................31

2
RESUMEN

La investigación de las posibles aplicaciones del LSD en Psicología ha sido un tema


recurrente desde que se conocieron sus efectos, y se publicaron numerosos estudios al
respecto. Sin embargo, debido a la falta de consistencia de sus resultados y a la ilegalización
de esta sustancia, la investigación con LSD sufrió una grave decaída. Esto ha ocasionado que
hasta hace poco no se hayan realizado estudios que muestren resultados generalizables con
esta sustancia. Por tanto, el objetivo principal de este trabajo es realizar una revisión
actualizada de los estudios que examinen los potenciales psicológicos del LSD, incluyendo
solamente aquellos que sigan una metodología que asegure resultados fiables. Para cumplir
este objetivo, se ha realizado una búsqueda bibliográfica en PubMed, PsycINFO, Scopus y
Google Académico, incluyendo estudios evaluados por expertos, con un diseño a doble ciego,
con grupo control y aleatorizados. Finalmente, se han revisado siete estudios, con un total de
179 participantes. Los resultados muestran principalmente que la experimentación con LSD
no supone riesgos para la salud y no produjo efectos adversos. También se ha encontrado que
la administración de dosis, tanto grandes como pequeñas, pueden producir efectos
interesantes como una mejora del estado anímico, y efectos analgésicos y ansiolíticos. Pese a
esto, se han observado algunas limitaciones en los estudios, como el tamaño de las muestras,
el estado de los participantes o la poca variación en las dosis utilizadas. Además, se han
encontrado pocas investigaciones que traten esta temática. La investigación con LSD esta
teniendo un gran avance en los últimos años, ya que los estudios están mostrando resultados
prometedores. Aunque se necesiten más estudios para avalar su utilidad, esta sustancia está
demostrando tener un amplio abanico de utilidades terapéuticas, como ya se intentó probar en
años pasados.

Palabras clave: LSD, alucinógenos, usos psicológicos.

3
ABSTRACT

The LSD´s possible applications in Psychology has been a topic of interest since its
psychic effects were known. Although many studies were carried out, the LSD investigation
suffered a blockade, due to the lack of consistency of the results and the governments´ LSD
prohibition. Therefore, no valid studies have been conducted until the last few years. This
draft aims to review the last studies conducted to determine the LSD psychological
applications, including only studies with a reliable methodology. Studies evaluated by experts,
published in the last ten years, with a double-blind, randomized and placebo controlled design
were searched in this review. These studies were searched by PubMed, PsycINFO, Scopus
and Scholar Google databases. In this review were analysed seven studies, including 179
subjects. The results show the safety and tolerability of LSD. It was noticed that LSD can
produce positive effects as an analgesic or anxiolytic, and also as a mood enhancer. Despite
the methodological improvement of the studies, some limitations were observed. For example,
the limited number of studies with this topic, the small samples used or the lack of variety in
the used doses are factors that limit the reliability of the results. The investigation with LSD is
progressing very fast in the last few years, showing promising results. Although further
investigation is required, this substance seems to have many therapeutic benefits.

Keywords: LSD, psychedelics, psychological uses.

4
1. INTRODUCCIÓN

La dietilamida del ácido lisérgico, popularmente conocida como LSD, es una


sustancia semisintética perteneciente al grupo de los alucinógenos. Es un material incoloro y
sin olor (NIDA, 2019). Fue sintetizada por primera vez por Albert Hofmann en 1938, y desde
los años cincuenta del siglo pasado, esta sustancia ha adquirido una gran popularidad en todo
el mundo. De hecho, es considerado el psicodélico1 prototípico (Osmond y Smythies, 1952;
Hofmann, 2006), ya que ha sido con diferencia el más estudiado, debido a sus posibles usos
beneficiosos para la psiquiatría y la psicología. Sin embargo, la investigación relacionada con
el LSD sufrió una decaída y su potencial terapéutico ha sido cuestionado, debido a razones
científicas y sociales (Dyck, 2005), que se comentarán más adelante en este trabajo.
Antes de revisar las propiedades del LSD, es necesario mencionar el grupo de
sustancias al que pertenece y las características de dicho grupo. Los alucinógenos, también
llamados psicodélicos, se podrían definir como un grupo de sustancias, naturales o sintéticas,
capaces de provocar alteraciones sensoriales. A estas alteraciones se les llama coloquialmente
alucinaciones, definidas como la percepción sensorial sin fundamento en el mundo exterior.
Estas sustancias también producen ilusiones, que son interpretaciones falsas de una imagen
sensitiva real (Fernández y Hernández, 2003). Además de efectos sensoriales, los
alucinógenos también producen cambios cognitivos y emocionales. Los efectos de los
alucinógenos son especialmente variables en este sentido, más que los de cualquier tipo de
sustancia. Su efecto va a depender, además de la dosis consumida, de dos factores: el setting,
que es el contexto en el que se consuma la sustancia; y el set, es decir, el estado mental del
sujeto, su personalidad, su actitud previa y las expectativas que tenga antes de consumir la
sustancia (Fuentes et al., 2020).
Esta familia de compuestos psicoactivos ha sido clasificada de acuerdo a dos criterios.
En primer lugar, el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de EEUU (a partir de ahora
NIDA), distingue entre dos grupos fundamentales: Los alucinógenos clásicos y los
disociativos. En el primer grupo encontramos las sustancias más conocidas, como la
psilocibina, la dimetiltriptamina (DMT), la mescalina o el propio LSD. En el segundo grupo
encontramos otras sustancias que, además de poder generar alucinaciones, suelen producir
efectos disociativos en el usuario (NIDA, 2019). Los efectos disociativos consisten en un
estado de analgesia profunda y amnesia (con conservación de la conciencia y de los reflejos

1
El término psicodelia (elaborado por primera vez por Humphry Osmond en 1957) es una combinación de las
palabras “psique” (mente) y “delein” que significa “hacer manifiesta” (Timmermann, 2014).

5
protectores) a los que se suma la sensación de una separación entre cuerpo y mente (en inglés,
out of body experience). Estas sustancias producen una disociación entre el sujeto y el entorno
que recuerda a un estado catatónico (Abanades et al., 2004). A este grupo pertenecen drogas
como la ketamina, la fenciclidina (PCP) y la salvia divinorum (NIDA, 2019).

Figura 1. Estructura química de la mescalina (A), la psilocibina (B) y del LSD-25 (C; Fantegrossi et al., 2008).

En segundo lugar, la clasificación basada en la estructura química y su similitud con


ciertos neurotransmisores del sistema nervioso central permite diferenciar entre cuatro
categorías (Fernández y Hernández, 2003):
1. Indolaquilalminas y otros derivados indólicos: A este grupo pertenecen, entre otras,
los derivados de la ergotamina, como el LSD, y otras sustancias como el DMT y la
psilocibina, derivados de las triptaminas, que se obtienen de manera natural de ciertos
cactus y hongos. Estas sustancias contienen características estructurales semejantes a
la serotonina (Quirce-Balma et al., 2010).
2. Sustancias relacionadas con las feniletilaminas: La mescalina es la sustancia más
conocida de este grupo, aunque existen otras como la elemicina y la miristicina, que se
encuentran en la nuez moscada y solo poseen propiedades alucinógenas en dosis muy
elevadas. La estructura química de estas sustancias (en concreto de la mescalina) es
muy similar a la de la noradrenalina, y a otras sustancias sintéticas como el MDMA y
el MDA (Farré y Poudevida, s/f).
3. Anticolinérgicos y colinérgicos: Este grupo incluye la atropina y escopolamina, que se
encuentran en algunas plantas; y el ácido iboténico y el muscimol, que son principios
activos con propiedades alucinógenas de la seta amanita muscaria.
4. Arilhexilaminas o arilcicloalquilaminas: Sustancias con efectos disociativos, como la
fenciclidina y la ketamina, pertenecen a este grupo.

6
Además de las sustancias de las categorías ya mencionadas, existen otras con
capacidad de provocar efectos alucinógenos, como el tetrahidrocannabinol (THC) del
cannabis y algunos derivados de los opiáceos. Incluso fármacos como los corticoides y los
esteroides sexuales pueden producir alucinaciones como parte de sus efectos adversos
(Fernández y Hernández, 2003).

1.1. Origen del LSD

El LSD nace, como se ha comentado antes, en 1938, cuando el químico suizo Albert
Hofmann lo sintetizó por primera vez en los laboratorios de la empresa Sandoz (actualmente
Novartis) en Basilea (Jadhav et al., 2017). Sin embargo, el origen natural de esta sustancia se
encuentra en el cornezuelo de centeno (claviceps purpúrea). El cornezuelo es un hongo que se
encuentra en la naturaleza parasitando cereales. Durante el transcurso de la historia, el papel
de este hongo en la sociedad se invierte; desde ser un hongo venenoso muy temido en la Edad
Media, causante de intoxicaciones masivas, a ser materia prima para numerosos
medicamentos (Hofmann, 2006). De hecho, a partir de este hongo se obtienen fármacos
contra la migraña y trastornos nerviosos. Los primeros usos medicinales de este hongo datan
en 1582, utilizado como oxitócico2, aunque no fue hasta 1908 cuando se incluyó en los libros
de medicina. Este suceso hizo que comenzasen los primeros trabajos químicos para aislar las
sustancias activas de este hongo. Así, Arthur Stoll3 logró aislar la ergotamina, un alcaloide
con gran utilidad, que se ha utilizado en medicina como fármaco para tratar migrañas y
detener hemorragias durante los partos (Hofmann, 2006).
En los años treinta, Walter Jacobs y Lyman Craig aislaron en Nueva York el ácido
lisérgico, componente fundamental común a todos los alcaloides del cornezuelo (Scholten et
al., 2019). Este descubrimiento generó mucho interés en química y medicina, y marcó un gran
progreso, el aislamiento de la ergobasina, el principio hemostático del cornezuelo que actúa
específicamente sobre el útero. A partir de este punto es cuando Hofmann, continuando los
trabajos de Arthur Stoll, comienza a investigar sobre los alcaloides del cornezuelo. Su
objetivo era ligar químicamente el ácido lisérgico y la propanolamina para obtener ergobasina
de manera sintética (Hofmann, 2006).
Durante estos trabajos, Hofmann sintetizó numerosos compuestos derivados del ácido
lisérgico. Así, en 1938 sintetizó la dietilamida de ácido lisérgico (en alemán LysergSäure
2
Sustancia que produce contracción del útero y se emplea para provocar el parto.
3
Arthur Stoll fue el fundador y director de la sección farmacéutica de la empresa Sandoz, en la que trabajó
Albert Hofmann.

7
Diethylamid), la cual abrevió como LSD-25, por ser la vigesimoquinta sustancia de esa serie
de experimentos realizados por el investigador. En un principio, se creyó que este compuesto
podría funcionar como un estimulante de los sistemas respiratorio y circulatorio. Sin embargo,
tras comprobar su efecto uterino, y tras varias pruebas con animales, en las que solo se
comprobó la inquietud que generaba, el LSD-25 no generó demasiado interés y se
abandonaron otros ensayos con esta sustancia, que estuvo cinco años sin tener ninguna
repercusión (Hofmann, 2006; Scholten et al., 2019).
Así, en 1943, Hofmann volvió a sintetizar el LSD-25, motivado por conocer otras
cualidades de esta sustancia que aún no se habían comprobado. Durante la fase final de la
síntesis, Hofmann comenzó a sentir unas sensaciones extrañas como mareos y sensación de
intranquilidad, seguidas de alucinaciones visuales caracterizadas por figuras caleidoscópicas
de muchos colores (Richert y Dyck, 2020). Este suceso hizo a Hofmann sospechar de la
toxicidad del LSD, pero no comprendía cómo podía haber absorbido la sustancia, y llegó a la
conclusión de que podría haberlo tocado con los dedos y que se hubiera absorbido por la piel
durante su manipulación. Pensó que, si esto era así, el LSD tendría que ser extremadamente
potente. Así que, para poder comprobar sus efectos, realizó un autoensayo con 0,25
miligramos de tartrato de LSD-25, pensando que esta sería la dosis mínima al compararlo con
otros alcaloides del cornezuelo. Aproximadamente 40 minutos después de ingerir la sustancia,
comenzó a sufrir sensaciones desagradables, que fueron descritas como mareos, aturdimiento,
alucinaciones persistentes, ideas delirantes y habla desorganizada. Estos efectos
incontrolables desencadenaron una crisis de ansiedad. Pese a esto, al día siguiente no
describió ningún efecto residual, y se sentía especialmente bien (Hofmann, 2006).
Este suceso hizo que considerase al LSD como una sustancia psicoactiva con
propiedades extraordinarias, ya que no se conocía una sustancia que con una dosis tan
pequeña produjera unos efectos tan potentes y generase cambios tan drásticos en la
experiencia y en la conciencia humana. Por esto, elaboró un informe detallado sobre su
experiencia, que envió a sus colaboradores, que más adelante harían un autoensayo (con un
tercio de la cantidad que ingirió Hofmann) y corroboraron los efectos psicoactivos del LSD,
aunque no llegaron a sufrir los efectos desagradables que sufrió él (Hofmann, 2006). Así,
descubrió que la dosis efectiva era mucho menor. De hecho, se ha comprobado que la dosis
efectiva mínima ronda los 25µg (Holze et al., 2020). En cambio, como se ha comentado antes,
Hofmann ingirió 250µg en su primer autoensayo.
Tras comprobar los efectos del LSD, rápidamente se pensó en el potencial terapéutico
de esta sustancia (Jadhav et al., 2017). Pero para probar sus efectos en humanos, primero se

8
realizaron experimentos con animales. Los objetivos de dichos ensayos fueron conocer los
efectos principales y secundarios de la sustancia, su absorción en el organismo, su excreción,
y por último, su tolerancia y toxicidad (Hofmann, 2006). Los experimentos iniciales no
otorgaron mucha información respecto a los efectos psíquicos del LSD, ya que es imposible
que animales no humanos muestren la complejidad de los efectos (cognitivos y perceptivos)
que esta sustancia produce en humanos (Nichols, 2016). En perros, gatos y monos pudieron
comprobarse solo los cambios psicológicos masivos que producen cambios de conducta
visibles para el ser humano. Sin embargo, en ensayos con animales más evolucionados, como
los chimpancés, se observó que los demás animales sí notaban que uno de ellos había
consumido la sustancia. Además, en animales más extraños, como los peces de colores, se
observaron extrañas posiciones de nado grupal, y en arañas se pudo apreciar cambios
significativos en la forma de tejer las telarañas. En cuanto a su toxicidad, se observó que la
dosis letal media variaba mucho según la especie. Se observó que la mayoría de animales que
reciben una dosis letal de LSD mueren por parada respiratoria (Hofmann, 2006).
Aunque los primeros estudios no diesen demasiada información acerca de los efectos
psicológicos del LSD, los estudios con modelos animales han sido fundamentales para
conocer la neurofarmacología, el mecanismo de acción y la fisiología del LSD y de los
alucinógenos en general (Nichols, 2016). Un estudio realizado con ratas, previamente
entrenadas para discriminar LSD, mostró una reducción en la densidad de receptores 5-HT2A,
indicando (además de uno de sus mecanismos de acción) cómo se produce la tolerancia aguda
a esta droga (Jadhav et al., 2017). Un estudio con peces cebra, mostró que la administración
de LSD provoca grandes cambios en su comportamiento; se observaron diferencias en la
velocidad y la dirección de su nado. Además, se observó un incremento en los niveles de
cortisol, aunque no se detectaron respuestas de ansiedad en estos peces (Grossman et al.,
2010). Estudios más recientes muestran que la administración crónica de LSD en ratas parece
producir una sintomatología similar a la esquizofrenia, incluyendo tanto los síntomas
positivos como los negativos. Además, estos síntomas se pudieron revertir utilizando
antipsicóticos (Marona-Lewicka et al., 2011).

1.2 LSD: ¿Cuáles son sus efectos en nuestro cuerpo?

1.2.1 Farmacocinética del LSD

El LSD, como se ha comentado anteriormente, es una sustancia extremadamente


potente, pero, como ocurre con todas las drogas, su efecto en el organismo dependerá de su

9
farmacocinética4. Esta es bastante simple, ya que esta sustancia se absorbe con una vida
media de eliminación de tres horas (Solé, 2003).
La vía de administración más común para el LSD es la oral. Esta se puede realizar
mediante gotas, aunque las formas más conocidas y que con más frecuencia se encuentran en
el mercado ilegal son los papeles secantes en los que se empapa la dosis, también llamados
tripis, y los micropuntos, que son comprimidos muy pequeños que contienen LSD (NIDA,
2019). Como se ha mencionado antes, la dosis efectiva mínima ronda los 25 microgramos,
aunque otros autores afirman que dosis entre 5 y 20 microgramos llegan a ser activas en
humanos (Fantegrossi et al., 2008). A pesar de esto, la dosis que se suele utilizar en la
actualidad en investigación humana, para provocar sus efectos característicos, está entre los
100 y los 200µg (Kuypers, 2020). Tras consumir el LSD, este se absorbe fácilmente en el
organismo por las vías digestiva, oral y parenteral, así como a través de mucosas erosionadas.
La mayor concentración se halla en hígado y riñones. Tan sólo una parte ínfima
(aproximadamente una o dos cienmillonésimas de gramo), logra pasar la barrera
hematoencefálica. Se metaboliza casi completamente, y en muy pequeña cantidad se excreta
sin alterar por la orina (Solé, 2003). El metabolito encontrado en la orina en mayores
cantidades es el 2-Oxo-3-hidroxi-LSD, aunque también se han encontrado otros como el Nor-
LSD o la etilamida de ácido lisérgico (Canezin et al., 2001).

1.2.2 Efectos del LSD

Los efectos del LSD suelen aparecer al cabo de unos 30-90 minutos después de
consumir la sustancia, tienen su máximo unas 3-5 horas después de la ingesta y
posteriormente van disminuyendo, pudiendo durar de 8 a 12 horas (Fernández y Hernández,
2003). El LSD ejerce efectos simpáticos, anticolinérgicos, cardiovasculares, gastrointestinales,
respiratorios y neurológicos. Los cambios fisiológicos más comunes son: dilatación de las
pupilas (midriasis), aumento de la frecuencia cardíaca y de la temperatura corporal,
entumecimiento, temblores, náuseas, sensación de debilidad en el cuerpo y pérdida del apetito,
entre otros (Fernández y Hernández, 2003; NIDA, 2019).
Si nos referimos a los efectos psicológicos a corto plazo, éstos son muy numerosos y
variables, ya que, como se ha comentado antes, van a depender de la dosis, el contexto y el
estado mental del sujeto (Fuentes et al., 2020). El LSD afecta tanto al campo sensorial como
al emocional y al cognitivo. Los efectos más comunes sobre la percepción son las ilusiones,
4
Rama de la farmacología que estudia lo que el organismo hace con la droga desde que es consumida, es decir,
los procesos de absorción, distribución, metabolismo y excreción.

10
alucinosis5, sinestesias6, y alteraciones sobre la percepción del tiempo y el espacio (Passie et
al., 2008). En cuanto al umbral emocional, se puede destacar la inestabilidad y susceptibilidad
que produce, dependiendo del contexto y de las expectativas del usuario. El LSD crea un
estado de labilidad emocional que puede ocasionar que algunos consumidores pasen
fácilmente de un estado depresivo a un estado hipomaníaco o desde la alegría a la ansiedad y
al miedo (Fernández y Hernández, 2003). De hecho, las crisis de ansiedad son uno de los
efectos adversos más comunes, a veces de gran intensidad, con diagnóstico psiquiátrico de
ataque de pánico (Solé, 2003). Dentro de los efectos sobre la cognición, es característico el
paso fugaz de una idea a otra, creando un habla desorganizada en el usuario. Además,
disminuye la capacidad de atención y concentración y la memoria reciente (Fernández y
Hernández, 2003). Se ha comprobado que bajo los efectos del LSD disminuye el rendimiento
en tests de concentración y atención (Jadhav et al., 2017). En cuanto a la memoria, se ha visto
que dosis moderadas (100-200µg) pueden causar hipermnesia y otros cambios como regresión
y recuerdo de memorias biográficas significativas (Jadhav et al., 2017). En algunas ocasiones,
aunque con menos frecuencia, el LSD produce pensamientos paranoides y psicóticos (NIDA,
2019).
En cuanto a los efectos a largo plazo, se ha visto que el consumo de LSD produce una
gran tolerancia a sus efectos, además de tolerancia cruzada entre alucinógenos. Sin embargo,
no provoca tolerancia a otras sustancias como las drogas disociativas o el cannabis (NIDA,
2003). No genera adicción, ya que la tolerancia desaparece al cabo de unos días de no
consumir la sustancia, sin producir craving7 (Jadhav et al., 2017), y son poco frecuentes los
efectos adversos a largo plazo. De hecho, hay pocas evidencias de efectos físicos adversos
directamente asociados con la administración de LSD (Fantegrossi et al., 2008). Sin embargo,
se pueden destacar dos efectos psicológicos a largo plazo asociados al consumo de LSD: la
psicosis persistente y el trastorno de percepción persistente por alucinógenos, caracterizado
por la ocurrencia sucesiva de flashbacks asociados a experiencias con la droga (NIDA, 2019).
En humanos no se sabe cuál es la dosis letal o si la hay, ya que actualmente no se
conocen muertes directas por sobredosis con LSD. En cambio, sí que existen numerosas
muertes por incidentes asociados al consumo de esta sustancia, ya que el LSD reduce la
capacidad de realizar juicios críticos sobre el alcance de los propios actos. Por ejemplo, se

5
Estado en el que la persona sufre alucinaciones pero es consciente de que no son reales.
6
Mezclar sensaciones de sentidos distintos. Por ejemplo, saborear colores o ver un sonido.
7
El craving es el deseo intenso de consumir una droga. Es uno de los factores clave en el abandono terapéutico,
y es causante de las recaídas en el consumo después de largos períodos de abstinencia, sobre todo porque aparece
durante y después del tratamiento (Sánchez-Hervás et al., 2001).

11
conocen casos de suicidio en el curso de fantasías de omnipotencia o de trascendencia del
universo humano, así como homicidios (Solé, 2003). Por tanto, el peligro del LSD no está en
su toxicidad, sino en la dificultad para prever sus efectos psicológicos (Hofmann, 2006).

1.2.3 Mecanismos de acción en el Sistema Nervioso

El mecanismo de acción del LSD en el sistema nervioso es bastante complejo y aún no


se conoce al completo (Jadhav et al., 2017). Dependiendo de la zona en la que actúe lo hará de
una manera específica. Un ejemplo de esta complejidad se ilustra por el hecho de que en los
sistemas periféricos actúa como antagonista serotoninérgico, mientras que en el sistema
nervioso central (SNC) actúa como agonista serotoninérgico (Fernández y Hernández, 2003).
Centrándonos en su acción en el SNC, especialmente sobre el sistema serotoninérgico,
se ha visto que el LSD tiene una acción doble. Por un lado, actúa como agonista de los
autorreceptores 5-HT1A localizados en el Locus Coeruleus (LC), los núcleos del Rafe (NR) y
la neocorteza, inhibiendo el disparo y la liberación de serotonina (Passie et al., 2008). Por otro
lado, actúa como agonista parcial de los receptores 5-HT2A pre y postsinápticos ubicados en el
LC y la corteza cerebral (Solé, 2003). Esta acción excitatoria parece ser la causante de los
efectos alucinatorios del LSD, y es común en otras sustancias alucinógenas provenientes del
grupo de las triptaminas, como la mescalina, el DMT o la psilocibina (Passie et al., 2008). El
papel del receptor 5-HT2A se ve demostrado, por ejemplo, con la acción del M100907, un
antagonista altamente selectivo de este receptor, que bloquea completamente los efectos
sensoriales del LSD (Fantegrossi et al., 2008). Apoyando lo anterior, algunos estudios que se
basan en técnicas de neuroimagen han demostrado que, durante los efectos del LSD, las áreas
cerebrales que mostraban un incremento global de la conectividad coincidían en gran medida
con aquellas en las que se ha hallado una mayor densidad de receptores 5-HT2A (Sánchez-
Monge, 2016), incluyendo neocorteza, tálamo, núcleo reticular, corteza visual primaria (V1),
NR, LC, área tegmental ventral y amígdala (Nichols, 2016). Asimismo, se ha encontrado que
el LSD también tiene una gran afinidad por el receptor 5-HT2C, implicado, junto al receptor 5-
HT1A, en la modulación de los efectos sensoriales de esta sustancia (Jadhav et al., 2017). Sin
embargo, la relevancia exacta de este receptor no se ha concretado del todo, probablemente
por la falta de ligandos agonistas específicos para este subtipo de receptor (Nichols, 2004).
La acción del LSD sobre los receptores de serotonina está, a su vez, asociada con un
incremento en los niveles corticales de glutamato, creando una hiperactividad en el LC,
transmitida al córtex a través de numerosas proyecciones corticales que parten del estriado, el

12
tálamo y en general del mesencéfalo (Solé, 2003). Algunos autores argumentan que este
aumento de la actividad glutamatérgica (causada por la estimulación de los receptores 5-HT2A)
se produce a través de la excitación directa de células piramidales específicas en las capas más
profundas de la corteza prefrontal (Fantegrossi et al., 2008).
También hay evidencia de que el LSD, diferenciándose de otros tipos de alucinógenos,
interactúa con el sistema dopaminérgico. Actúa de manera antagonista y agonista en los
receptores D1 y D2 (Passie et al., 2008). Igualmente, en estudios con modelos animales se ha
comprobado que el LSD tiene una farmacología bifásica, con una fase inicial mediada por la
activación de los receptores 5-HT2A, y una fase temporal retardada, mediada por la activación
del receptor de dopamina D2 (Marona-Lewicka et al., 2005; Marona-Lewicka y Nichols,
2007). Estudios más recientes han hallado que el receptor D4 también está involucrado en los
efectos del LSD; concretamente en los efectos más tardíos de esta sustancia (Marona-Lewicka
et al., 2009). Esta interacción entre los receptores de dopamina y de serotonina podría explicar
el enorme rango de efectos que puede producir el LSD en humanos (Passie et al., 2008).

1.3 Primeros usos en psicoterapia

La primera investigación científica sobre los efectos del LSD en humanos fue
realizada por el psiquiatra Werner Stoll, hijo de Arthur Stoll, en 1947. En su publicación
también se incluye un autoensayo con su experiencia detallada, y se destaca el posible
potencial del LSD para la medicina y la psiquiatría (Hofmann, 2006). El interés en descubrir
los potenciales que tiene esta sustancia hace que se comience a comercializar, para su uso en
investigación, bajo el nombre de Delysid (Fuentes et al., 2020). A partir de este momento
comienzan las primeras investigaciones con LSD, y aunque se investigó de muchas maneras,
hubo tres corrientes principales entre los pioneros de la investigación psicoterapéutica del
LSD: la psicotomimética, la psicodélica y la psicolítica (Villaescusa, 2006).
La corriente psicotomimética8 fue la primera en ser desarrollada. Según este método,
la experiencia con LSD era muy similar al delirio producido por la esquizofrenia (Osmond y
Smythies, 1952). Por un lado, los propios psiquiatras hacían autoensayos para comprender el
mundo delirante de sus pacientes y así poder empatizar más con ellos. Por otro lado, la
administración de LSD a sujetos sanos producía una psicosis modelo, que ayudaba a
comprender mejor la enfermedad (Villaescusa, 2006). Investigadores como Isbell describieron
al LSD como el agente más seguro y efectivo para inducir una psicosis experimental

8
Este término proviene de psychoto, que significa psicosis, y mimesis, que significa imitación (Apud, 2016).

13
reversible en sujetos no psicóticos (García-Romeu et al., 2016). No obstante, este método
pronto mostró sus limitaciones, ya que se hicieron evidentes las diferencias entre la psicosis y
el estado psicoactivo del LSD (Villaescusa, 2006). Sin embargo, se obtuvieron resultados
interesantes, como derivados de los trabajos de Osmond, que estudió cómo podía influir el
LSD en el tratamiento del alcoholismo, usando en los pacientes una dosis que les hiciese
sufrir un delirium tremens9 para que les hiciese mantenerse abstinentes. Los resultados fueron
positivos, pero por otra razón, ya que se informó que los pacientes vivieron una experiencia
espiritual que les cambió la manera de ver el mundo (Villaescusa, 2006). El primer ensayo
controlado relacionado con el alcoholismo fue publicado en 1962 por Sven Jensen. Este
estudio duró dos años, y ofreció resultados interesantes, ya que un gran porcentaje del grupo
en el que se usó LSD mantuvo su abstinencia (Dyck, 2005).
Otro método muy popular, desarrollado en EEUU, fue el psicodélico. Consiste en
administrar una única dosis muy potente (300-600µg) para tratar de desencadenar una
experiencia místico-religiosa, durante el pico del LSD, tratando de generar una disolución del
ego. El objetivo de esto era generar un cambio en el sistema de valores y en la autoimagen del
paciente (Fuentes et al., 2020). Esta experiencia tendría que servir en el tratamiento
psicoterapéutico como punto de partida para el tratamiento exitoso del paciente (Hofmann,
2006). Además de Osmond, otros investigadores como Grof y Roquet tuvieron gran
repercusión utilizando este método (Villaescusa, 2006). Sin embargo, este enfoque, además
de gastar mucho tiempo (consistía en sesiones de 8-10 horas aproximadamente) era muy
costoso, desproporcionado en comparación con otros métodos utilizados en la época (Richert
y Dyck, 2020).
El método psicolítico10 fue desarrollado en Europa, y se caracteriza por la
administración de dosis medias (25-200 microgramos) de LSD durante varios días de
tratamiento de orientación psicodinámica (Fuentes et al., 2020). Las experiencias se
compartían en una conversación grupal posterior y en una terapia de expresión a través del
dibujo y la pintura (Hofmann, 2006). Uno de los primeros estudios que comentaron este
posible uso fue escrito por Busch y Johnson (1950) describiendo los efectos del LSD como un
estado capaz de romper las barreras de la represión, siendo una posible herramienta para
psicoterapia (Apud, 2016). Uno de los pioneros realizando este método fue el psiquiatra
alemán Leuner, que desarrolló un modelo basado en el psicoanálisis utilizando los estados de

9
El delirium tremens es la fase más complicada del síndrome de abstinencia al alcohol. Es caracterizada por
delirios, alucinaciones, taquicardia, confusión, entre otros, y puede llegar a ser mortal.
10
El término psicolítico fue acuñado por R. Sandison. Significa “disolución de la psique”, haciendo referencia a
la disolución de conflictos y tensiones en terapia (Hofmann, 2006).

14
conciencia producidos por dosis leves de LSD, caracterizados por una elevada sugestibilidad
y receptividad a los estímulos internos y externos (Villaescusa, 2006).
Junto a los métodos ya mencionados, se puede destacar su aplicación a enfermos
terminales. En algunos estudios, se observó que los dolores, la ansiedad y el miedo hacia la
muerte, en enfermos con cáncer, se atenuaban, y otras personas cambiaron su actitud hacia la
muerte y la esperaron en paz (Richards et al., 1972). En muchos casos se acompañó la
conducción de los pensamientos hacia cuestiones religiosas, realizada por un sacerdote o por
un psicoterapeuta (Hofmann, 2006). Sin embargo, además de la falta de control y
entrenamiento en los pacientes, el hecho de que los efectos duren tanto tiempo hizo que se
buscasen alternativas con sustancias con un efecto más corto, como la dipropiltriptamina
(Richards et al., 1972). Grof, junto a Halifax, Kast o Cohen, son algunos de los pioneros en
esta aplicación (Villaescusa, 2006).
En resumen, los distintos tipos de terapia e investigaciones iniciales realizadas con el
LSD mostraron resultados prometedores en su uso para tratar alcoholismo, dependencia a los
opiáceos, dolores crónicos, depresión, ansiedad y dolor en enfermos terminales y en el
tratamiento de neurosis, disfunciones sexuales y enfermedades psicosomáticas, entre otras
(Villaescusa, 2006; García-Romeu et al., 2016). Debido a la gran cantidad de usos que se
estudiaron, el número de investigaciones con LSD fue aumentando durante la década de los
cincuenta. Así, en 1951 había más de cien publicaciones, y en diez años se llegaron a publicar
más de mil artículos sobre el LSD (Dyck, 2005), presentando datos de aproximadamente
40.000 participantes (Nichols, 2016). Incluso la CIA y el ejército de EEUU experimentaron
con esta sustancia, aunque sin gran éxito. La CIA realizó investigaciones encubiertas con el
objetivo de crear una herramienta para el espionaje y el control mental (García-Romeu et al.,
2016). El ejército experimentó con LSD con el objetivo de crear un agente incapacitante
(Fuentes et al., 2020). Además, según el psiquiatra J. Halpern, la investigación con LSD llevó
a un mayor conocimiento de la serotonina, que tiene una estructura química análoga (Jadhav
et al., 2017), ayudando a una mayor comprensión de su función en la depresión y al desarrollo
de antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina (Villaescusa, 2006).
Pese a ello, la investigación con LSD no llegó a durar muchos años más, debido a dos
razones principales. En primer lugar, aunque se había descubierto su falta de toxicidad y de
potencial adictivo, y se publicaron resultados prometedores, no se pudieron producir estudios
científicos que pudieran avalar la eficacia terapéutica del LSD. Los fallos en la metodología y
en los protocolos hacen que hoy en día no se consideren estudios rigurosamente científicos
(Villaescusa, 2006). En segundo lugar, la aparición de ensayos no médicos y su

15
popularización fuera del mundo científico fueron factores muy negativos para que se
siguieran realizando investigaciones con esta sustancia. En los años sesenta el LSD se
convirtió en uno de los estupefacientes más consumidos, especialmente en Estados Unidos
(Hofmann, 2006). El efecto tan impredecible de esta sustancia ocasionó que en estos años
aparecieran una gran cantidad de incidentes relacionados con el uso del LSD, como actos
violentos e irresponsables, ahogamientos, quemaduras y accidentes de tráfico, entre otros
(Monroe, 1998). Estas razones, junto a las numerosas publicaciones de los medios de
comunicación que alertaban del riesgo del LSD, hicieron que fuese criminalizado. Así, en
1966, el LSD fue incluido en la lista de narcóticos ilegales, y en ese mismo año, la empresa
Sandoz, responsable de su manufacturación, dejó de distribuir Delysid. Finalmente, en 1968,
se ilegalizó la investigación con esta sustancia (Dyck, 2005).
No obstante, en los últimos años, la visión sobre el LSD ha vuelto a cambiar. En los
años noventa se reinició la investigación con psicodélicos (Apud, 2016). Actualmente, en
países como Gran Bretaña, Suiza o Estados Unidos ya se están realizando investigaciones
bien financiadas y reguladas con LSD (Richer y Dyck, 2020). De hecho, en los últimos años
han surgido organizaciones que apoyan y/o financian a estudios con psicodélicos, como la
Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies (MAPS), el Núcleo de Estudios
Interdisciplinares sobre Psicoactivos (NEIP) o el Heffter Research Institute, entre otros
(Apud, 2016).

2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS

Como se ha comentado anteriormente, las investigaciones publicadas en torno a los


potenciales psicológicos del LSD tienen bastantes limitaciones, especialmente las realizadas
en los primeros años desde su descubrimiento. En estos años, la psicofarmacología aún no era
una disciplina bien desarrollada, y el psicoanálisis era una de las escuelas más influyentes
(Apud, 2016), por lo que gran parte de estos estudios se realizaron con una metodología
diferente a la actual. Mostraron resultados prometedores, pero con poca validez a día de hoy
(Villaescusa, 2006). A esto se le suma la complejidad de trabajar con LSD, una sustancia que,
como ya se ha comentado, tiene unos efectos impredecibles. Un mínimo cambio en la dosis,
en el participante o en el entorno del estudio puede ocasionar un cambio completo en el
resultado. Por esta razón, el control de las variables y la medición precisa de la mejoría de los
participantes en estos estudios era algo muy difícil de lograr.

16
Estas razones, junto a los factores sociales y políticos expuestos en el apartado anterior,
han hecho que hasta hace relativamente poco no se hayan realizado estudios controlados que
cumpliesen con los requisitos necesarios para dar resultados válidos. De esta problemática
nace la necesidad de realizar una revisión como esta. Por tanto, el objetivo principal de este
trabajo es realizar una revisión bibliográfica actualizada que exponga las posibles aplicaciones
del LSD para la psicología, teniendo en cuenta sólo los estudios e investigaciones que hayan
seguido una metodología científica actualizada y aceptada, contando así con resultados
válidos y fiables. Este objetivo general se puede desglosar en los siguientes objetivos
específicos:

1. Describir detalladamente las propiedades del LSD, con el objetivo de entender mejor
la relación entre éste y sus posibles aplicaciones psicológicas.
2. Proporcionar evidencias que sirvan para evaluar si el LSD es o no una sustancia con
potencial terapéutico en el ámbito clínico, y concretar en qué áreas específicas puede
ser beneficioso el uso de esta sustancia.
3. Determinar las posibles limitaciones metodológicas de los estudios actuales, con el fin
de proponer alternativas para futuras investigaciones.

3. MÉTODO

3.1 Fuentes de información y búsqueda

Para poder cumplir los objetivos marcados en esta revisión, se ha realizado una
búsqueda bibliográfica en marzo de 2021, en las bases de datos PubMed, PsycINFO, y
Scopus, así como en otras fuentes o motores de búsqueda como Google Académico. La
búsqueda se realizó combinando los siguientes términos:
- LSD (o lysergic acid diethylamide) AND psychotherapy.
- LSD (o lysergic acid diethylamide) AND therapy AND anxiety OR depression OR addiction.
- LSD (o lysergic acid diethylamide) AND therapeutic.
- LSD (o lysergic acid diethylamide) AND treatment AND depression OR anxiety.
También se revisaron enlaces encontrados en las referencias de los artículos extraídos
de las bases de datos ya mencionadas.

17
3.2 Criterios de inclusión y exclusión

Con el objetivo de acotar la búsqueda, se establecieron los siguientes criterios de


inclusión:
a) Tipo de estudio: Estudios evaluados por expertos que tratasen la temática de la revisión
sistemática. Estudios realizados con humanos utilizando LSD.
b) Tipo de diseño: Estudios a doble ciego, aleatorizados y con grupo control, para revisar solo
estudios con una metodología que asegure resultados válidos y fiables.
c) Fecha de publicación: Desde enero de 2010 hasta la actualidad, aunque se revisaron
algunas publicaciones anteriores para desarrollar el apartado introductorio y tener una mejor
perspectiva de la temática.
d) Idioma: Publicaciones en inglés y español.
En cuanto a los criterios de exclusión, se descartaron en primer lugar las revisiones y
los meta-análisis, los estudios sin acceso a texto completo y por último los estudios realizados
con modelos animales, además de estudios realizados con otras sustancias que no fuesen LSD.

4. RESULTADOS

4.1 Resultados de la búsqueda

La búsqueda reunió un total de 649 resultados. En concreto, se extrajeron 47 de


PubMed, 333 de PsycINFO, 251 de Scopus y 12 de otras fuentes. Tras revisar los artículos
duplicados, los que no tienen acceso a texto completo y lo que trataban una temática
irrelevante para esta revisión, se excluyeron 588 registros. De este cribado quedaron 61
artículos a texto completo para analizar su elegibilidad.
De estos artículos, se analizó el título, resumen, objetivos y los resultados, descartando
41 artículos. Por tanto, quedaron 20 estudios que se analizaron al completo para elegir cuáles
se incluirían en la revisión. En esta fase de la revisión se volvió a revisar la metodología, ya
que en algunas bases de datos este criterio de inclusión no se pudo acotar bien. Finalmente, se
descartaron 13 artículos por no seguir la metodología que se buscaba o por utilizar modelos
animales, incluyendo así 7 estudios para esta revisión.

18
Figura 2. Diagrama de flujo de la información a través de cada fase de la revisión sistemática.

4.2 Seguridad, tolerabilidad y efectividad del uso experimental del LSD

Recientemente, se han realizado muchos estudios controlados sobre este tema,


demostrando que, en las condiciones adecuadas, es seguro trabajar con LSD. Un estudio en 16
sujetos sanos, ocho hombres y ocho mujeres entre 25 y 51 años, con un diseño transversal, a
doble ciego y con grupo control, llevado a cabo por Schmid et al. (2015) analizó los efectos
agudos de una dosis única de LSD. En el grupo experimental se administraron oralmente

19
dosis de 200µg. Los efectos subjetivos de la droga se midieron mediante el 5D-ASC11, el
VAS12, el AMRS13 y el ARCI14. Los resultados de estas pruebas mostraron en el grupo
experimental los efectos psicodélicos (ya comentados en apartados anteriores) que produce
esta sustancia, como alucinaciones visuales intensas o los sentimientos de despersonalización
y desrealización, así como la ausencia de efectos adversos agudos. También se observó un
aumento en la puntuación de ítems que se refieren a sentimientos de bienestar, apertura,
felicidad, empatía, cercanía hacia los demás y confianza. Se realizaron mediciones de presión
arterial, temperatura corporal y de los niveles hormonales, observando un aumento en la
presión y en la temperatura en los participantes del grupo experimental, además de un
incremento en los niveles plasmáticos de adrenalina, cortisol y oxitocina. Esta última
hormona se relaciona con los efectos empatogénicos y prosociales que se observaron en los
sujetos del estudio. Finalmente, se midió el reflejo auditivo de sobresalto registrando la
actividad electromiográfica de los participantes, observando que el LSD interrumpió la
inhibición prepulso15 (IPP) y produjo déficits sensoriomotores en los sujetos del grupo
experimental.
Otro estudio a doble ciego, intra-sujeto, con grupo control, realizado por Bershad et al.
(2019) evaluó también la tolerabilidad y la seguridad del LSD en sujetos sanos, pero
utilizando microdosis. En este estudio participaron doce mujeres y ocho hombres entre 18 y
40 años y se utilizaron dosis de 6.5, 13 y 26µg, administradas sublingualmente. Los
resultados mostraron que la dosis de 26µg fue suficiente para provocar efectos psicoactivos
perceptibles para la persona. Mediante el Drug Effect Questionnaire, un test con múltiples
versiones que mide los efectos posteriores al consumo de una droga (Morean et al., 2013), se
observó un incremento significativo en la puntuación del ítem “sentir la droga” en los grupos
que recibieron 13 y 26µg, y un incremento en las puntuaciones de “sentirse drogado”, “me
gusta la droga” y “no me gusta la droga” en el grupo que recibió 26µg. Se midió también el
estado de ánimo de los participantes, mediante el Profile of Mood States Questionnaire16,
encontrando diferencias significativas en la dimensión de vigor entre el grupo control y el
11
5 Dimensions of Altered States of Consciousness: Es la versión revisada del cuestionario de estados mentales anormales de
Dittrich. Mide las alteraciones auditivas y la reducción de la vigilancia (Studerus et al., 2010).
12
Visual Analog Scale: Consiste en una escala continua horizontal con anclajes verbales en ambos extremos de la línea. El
encuestado tiene que marcar el punto en la línea que mejor representa como se sienten. Permite que el investigador tenga una
mayor cantidad de información (Gorrall et al. 2016).
13
Adjective Mood Rating Scale: Desarrollado por Janke y Debus, es un test multidimensional que contiene 15 subescalas y
realiza medidas repetidas del estado anímico (Hasler et al., 2004).
14
Addiction Research Center Inventory: Es un cuestionario estandarizado para evaluar los efectos subjetivos de las drogas
psicoactivas, desarrollado por el Instituto Nacional de Salud Mental (Haertze et al., 1963).
15
La inhibición prepulso sirve para regular la entrada sensorial mediante la filtración de estímulos irrelevantes. Permite el
procesamiento selectivo y eficiente de la información de carácter relevante.
16
Este test fue desarrollado por Heuchert y McNair. Consiste en una lista de verificación de adjetivos que se utiliza para
medir el estado de ánimo (en la última semana) y los estados emocionales en ese momento (Boyle et al., 2015).

20
grupo que recibió 26µg. Esta dimensión contiene adjetivos como alegre, despreocupado,
activo, enérgico o alerta. En resumen, este estudio presenta evidencias de la seguridad y la
eficacia de las microdosis de LSD en sujetos sanos, mostrando una mejora en el estado
anímico de los participantes. Los autores concluyeron que la dosis de 13µg es la óptima para
su utilización en futuras investigaciones que exploren los efectos terapéuticos de una
administración repetida de LSD.
Siguiendo esta línea, pero con una muestra de personas más mayores, se encuentra el
estudio desarrollado por Family et al. (2019). El estudio siguió un diseño a doble ciego y con
grupo control, y analizó los efectos de la administración repetida (vía oral, cada 4 días durante
21 días) de dosis bajas de LSD (5, 10 y 20µg) en una muestra de 48 personas sanas entre 55 y
75 años (27 hombres y 21 mujeres). Se analizó la farmacocinética y la farmacodinamia de
esta sustancia, además de otros parámetros, como los efectos subjetivos (mediante pruebas
como el 5D-ASC y el VAS), y otras mediciones para comprobar el estado de los participantes,
como la presión arterial, las pulsaciones, electrocardiogramas y análisis de orina. Los
resultados mostraron la seguridad y la tolerabilidad del LSD, y la ausencia de efectos
adversos, a excepción de un aumento en el porcentaje de personas que reportaron dolor de
cabeza en los grupos experimentales respecto al grupo control. Los efectos subjetivos de la
droga se hicieron notar, ya que se encontró una relación lineal positiva entre la dosis y las
siguientes variables: reducción de la vigilancia, sentir un mal efecto de la droga, sentirse
mareado y sentir tu cuerpo de manera diferente. No obstante, no se observó ninguna relación
entre la dosis y la puntuación en tareas cognitivas, de equilibrio y propioceptivas, indicando
que los efectos anteriormente mencionados fueron tolerables, y no afectaron al rendimiento de
los participantes. Estos resultados apoyan la factibilidad de la aplicación de LSD a personas
mayores, y los autores abren la puerta a investigaciones que prueben la eficacia de usar
microdosis intermitentes de LSD.

4.3 Uso del LSD como analgésico

Aunque este no ha sido uno de los usos más estudiados, investigaciones recientes han
mostrado unos resultados prometedores. Un estudio llevado a cabo por Ramaekers et al.
(2020) demuestra cómo el LSD es capaz de disminuir la percepción del dolor en sujetos sanos.
En este estudio a doble ciego, aleatorizado y con grupo control se utilizaron dosis, para
administrar oralmente, de 5, 10 y 20µg, en una muestra de 24 participantes (12 mujeres y 12
hombres). Los resultados mostraron que la dosis de 20µg fue capaz de aumentar la tolerancia

21
al dolor y de disminuir la sensación de dolor y de disgusto en el Cold Pressor Test17 (CPT). El
grupo que recibió 5µg no obtuvo diferencias significativas con el grupo control, y el grupo de
10µg solo mostró un descenso significativo en la sensación de disgusto del CPT.
Además de evaluar el dolor, los autores de este estudio midieron aspectos tales como
la somatización, la ansiedad y la depresión, utilizando para ello el Brief Symptom Inventory
(Derogatis y Melisaratos, 1983), encontrando diferencias en los niveles de ansiedad y
somatización, no en los de depresión, entre el grupo control y el grupo que recibió la dosis de
20µg. También se encontró una relación entre los síntomas disociativos y el dolor. Se
midieron estos síntomas mediante el Clinician Administered Dissociative States Scale
(Bremner et al., 1998), observando que la dosis de 10µg produjo un leve aumento en los
síntomas de desrealización; mientras que la dosis de 20µg incrementó, levemente también, los
síntomas de desrealización, los de despersonalización y los de amnesia. Esta asociación
sugiere que un incremento en los síntomas disociativos está asociado con un aumento en la
tolerancia al dolor y una menor percepción subjetiva del dolor. Otra variable que mostró tener
relación con el dolor fue la presión sanguínea. Se observó un aumento en la presión sistólica
en el grupo que recibió 10µg, y un aumento tanto de la presión sistólica como de la diastólica
en el grupo que recibió 20µg. Esta relación indica que un aumento en la presión sanguínea se
relaciona positivamente con una mayor tolerancia al dolor y un descenso en la percepción
subjetiva del dolor. En definitiva, los resultados de este estudio ponen en evidencia el efecto
analgésico del LSD, y que éste puede producirse utilizando dosis lo suficientemente bajas
para evitar efectos fisiológicos y psicológicos indeseados o peligrosos para la persona.

4.4 Efecto del LSD en el procesamiento emocional

Se ha comentado anteriormente que los efectos emocionales del LSD son muy
variables, siendo dependientes de la dosis, del contexto y del estado mental del consumidor
(Fuentes et al., 2020). Sin embargo, bajo condiciones de estudio adecuadas, la aplicación de
LSD ha mostrado más efectos positivos que negativos. Un estudio a doble ciego, aleatorizado
y con grupo control, realizado por Dolder et al. (2016) examinó cómo el LSD es capaz de
alterar el procesamiento de la información emocional, y qué cambios emocionales pueden
surgir en condiciones controladas. En esta investigación participaron 40 sujetos (20 hombres
y 20 mujeres con una edad comprendida entre 25 y 60 años), pero se dividió en dos estudios;

17
El CPT es un procedimiento usado para medir el dolor en situaciones experimentales, mediante la inmersión de la mano del
participante en un tanque de agua de 0 a 3ºC. Se usa para medir el umbral del dolor (tiempo que se tarda en percibir el
malestar) y la tolerancia al dolor (tiempo total hasta que se retira la mano).

22
en el primero participaron 24 personas y se utilizaron dosis de 100µg, y en el segundo
participaron 16 personas, utilizando dosis de 200µg (en ambos estudios la administración de
LSD fue oral, y la proporción de hombres y mujeres fue 50/50). Los resultados mostraron, en
primer lugar, diferencias en el Facial Emotion Recognition Task18 (Montagne et al., 2007)
entre los grupos experimentales y los que recibieron placebo. El reconocimiento de caras
asustadas fue significativamente peor en los grupos que recibieron LSD. También se
encontraron diferencias respecto al grupo control en el reconocimiento de caras tristes, aunque
en un análisis post-hoc no se encontraron diferencias significativas. Tampoco hubo
diferencias significativas entre grupos en el reconocimiento de caras felices, neutrales o
furiosas. Se midieron los niveles de empatía emocional y cognitiva mediante el Multifaceted
Empathy Test19 (Dziobek et al., 2008), encontrando que el LSD, en el grupo que recibió
200µg, produjo un incremento significativo de la empatía emocional, y un descenso
significativo en la empatía cognitiva en los dos grupos experimentales. La dosis de 100µg no
provocó diferencias significativas en los niveles de empatía emocional respecto al grupo
control, pero sí un descenso significativo en los de empatía emocional. Asimismo, midiendo
el estado anímico subjetivo de los participantes mediante el Social Value Orientation test
(Murphy et al., 2011) y el VAS, en los grupos experimentales se observó un incremento
significativo en las puntuaciones de bienestar, excitación emocional, inactividad, introversión
y en los ítems que reflejan prosocialidad y empatía, como “sentirse cercano a los demás”,
“apertura hacia los demás”, “confianza” y “quiero estar con otra gente”. En cambio, se
observó un ligero aumento dependiente de la dosis en las puntuaciones de “miedo” y de
“sentir un mal efecto de la droga”. Pese a esto, se podría decir que este estudio pone en
evidencia que el LSD fue capaz de producir efectos positivos en nuestro estado anímico y
nuestro comportamiento, y de alterar el procesamiento emocional, reduciendo el
reconocimiento de emociones negativas e incrementando la empatía emocional.
Un estudio posterior llevado a cabo por Mueller et al. (2017) utilizó la imagen por
resonancia magnética funcional (fMRI) para analizar la actividad cerebral bajo los efectos
agudos del LSD durante la exposición a estímulos relacionados con el miedo. El estudio se
realizó con un diseño cruzado, a doble ciego y con grupo control, y participaron 20 personas
sanas, nueve hombres y once mujeres entre 25 y 60 años. Para la administración de LSD se

18
La tarea FERT es un paradigma generado por computadora utilizado para medir el reconocimiento de expresiones faciales
de 6 emociones básicas: enfado, asco, felicidad, miedo, tristeza y sorpresa (Montagne et al., 2007)
19
El MET consta de una serie de fotografías que muestran a personas en situaciones de carga emocional. Para evaluar la
empatía cognitiva los sujetos deben inferir el estado mental de los individuos de las imágenes, recibiendo a posteriori
feedback sobre sus respuestas. Para evaluar la empatía emocional los sujetos califican sus reacciones emocionales en
respuesta a las imágenes (Dziobek et al., 2008).

23
utilizaron gelatinas, unas contenían una dosis de 100µg y otras placebo. Tras la
administración de la gelatina, se midió la actividad cerebral de los participantes mientras se
les exponía a unas imágenes que mostraban expresiones faciales neutrales o de miedo, de
diferentes intensidades. Los resultados señalaron que en el grupo experimental no se produjo
ningún aumento significativo en la actividad cerebral. De hecho, durante la exposición a caras
temerosas, se produjo un descenso significativo en comparación con el grupo control en la
actividad de áreas implicadas en el procesamiento emocional, como la amígdala
(especialmente la izquierda) y la circunvolución frontal medial.

4.5 LSD y ansiedad asociada a enfermedades graves

El uso del LSD para tratar la ansiedad no es algo nuevo, ya que en los años 70 se
realizaron investigaciones como la de Richards et al. (1972) en las que se probó una
psicoterapia asistida con LSD en enfermos de cáncer terminal mostrando una mejora en su
ansiedad. Sin embargo, se han realizado muy pocos estudios utilizando técnicas
metodológicas apropiadas. Posiblemente el estudio llevado a cabo por Gasser et al. (2014) sea
el primero que explore esta posibilidad de manera adecuada. Este estudio se realizó siguiendo
un diseño a doble ciego y con grupo control, en una muestra de 11 personas (siete hombres y
cuatro mujeres), las cuales sufrían enfermedades terminales. El procedimiento consistió en
varias sesiones de psicoterapia clásicas, en las que se intercalaron dos sesiones, separadas
entre sí, en las que los participantes recibieron cápsulas con diferentes dosis de LSD. En el
grupo experimental se utilizaron dosis altas (200µg) para asegurarse de producir los efectos
característicos de esta sustancia, y en el grupo control se administró un placebo activo (20µg
LSD). Al terminar el experimento, todos los participantes fueron informados de las dosis que
recibieron, y a los del grupo control se les dio la posibilidad de hacer un ensayo abierto
idéntico a las sesiones con 200µg del grupo experimental (grupo cruzado). Se realizaron dos
seguimientos, el primero dos meses después, y el último doce meses después. Los resultados
mostraron, por un lado, que ni la dosis experimental ni el placebo activo produjeron efectos
adversos en los participantes. Ni reacciones de pánico, brotes psicóticos ni emergencias que
requirieran hospitalización. Por otro lado, se midió la ansiedad mediante el cuestionario de
ansiedad estado-rasgo STAI (Spielberger et al., 1970), encontrando, en el seguimiento que se
realizó dos meses después del tratamiento, que los niveles de ansiedad-estado fueron
significativamente más bajos en el grupo experimental que en el grupo control. En la
ansiedad-rasgo también se produjo un descenso en el grupo experimental, aunque las

24
diferencias con el grupo control no fueron significativas. Además de esto, los participantes del
grupo cruzado mostraron una reducción en sus niveles de ansiedad estado y rasgo. En el
seguimiento realizado doce meses después, tanto en los participantes del grupo experimental
como en los del grupo cruzado los niveles de ansiedad estado y rasgo se mantuvieron estables
respecto al primer seguimiento.
Los resultados de este estudio indican que, bajo unas medidas estrictas de control, es
posible realizar psicoterapia asistida con LSD de manera eficaz y sin efectos adversos, ya que
la ansiedad de los participantes se redujo significativamente a corto y largo plazo.

Muestra Edad
Autores Diseño del estudio (total/hombres/mujeres) media Dosis utilizada
Schmid et al. Cruzado, doble ciego,
(2015) aleatorizado, grupo control (16/8/8) 28,6 200µg
Bershad et al. Doble ciego, intra-sujeto,
(2019) aleatorizado, grupo control (20/8/12) 25 6,5µg, 13µg y 26µg
Family et al. Doble ciego, aleatorizado,
(2020) grupo control (48/27/21) 62,9 5µg, 10µg y 20µg
Gasser et al. Fase 1: Doble ciego, grupo
(2014) control con placebo activo
Fase 2: Ensayo abierto con (11/7/4) 51,7 200µg
dosis experimental en 20µg (placebo activo)
algunos participantes del
grupo control
Seguimiento 2 y 12 meses
después del estudio
Dolder et al. Dos estudios con el mismo Estudio 1: (24/12/12)
(2016) diseño: cruzado, doble Estudio 2: (16/8/8) E1:33 Estudio 1: 100µg
ciego, aleatorizado, grupo Total: (40/20/20) E2: 29 Estudio 2: 200µg
control
Mueller et al. Cruzado, doble ciego,
(2017) aleatorizado, grupo control (20/9/11) 32 100µg
Ramaekers et Doble ciego, intra-sujeto,
al. (2020) aleatorizado, grupo control (24/12/12) 22,7 5µg, 10µg y 20µg
Tabla 1. Resumen de la metodología de los estudios revisados.

25
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El LSD, como ya se ha comentado, ha sido una de las drogas más estudiadas por sus
posibilidades terapéuticas, pero las primeras investigaciones no siguieron una metodología
estricta si la comparamos con la actual. Esto, junto a la prohibición política que impidió
investigar con esta sustancia durante muchos años, ha ocasionado que hasta hace muy pocos
años no se hayan realizado estudios fiables y válidos que pudiesen comprobar este potencial.
Por tanto, el objetivo de este trabajo ha sido realizar una revisión actualizada sobre los
posibles usos terapéuticos del LSD, utilizando solamente estudios recientes con una
metodología adecuada. Los hallazgos más relevantes de esta revisión se comentan a
continuación.
En primer lugar, en todos los estudios revisados se ha podido comprobar que la
administración de LSD, tanto con dosis pequeñas como con dosis relativamente grandes, es
segura y no supone riesgos para la salud, siempre y cuando se aplique en un entorno
controlado. La mayoría de los participantes de estos estudios, de un gran rango de edad,
toleraron bien la sustancia, y no se observaron efectos adversos más allá de algunos dolores
de cabeza y estados de ansiedad transitoria. Asimismo, estudios como el Schmid y Liechti
(2017) han demostrado que, a largo plazo, el LSD no produce efectos adversos. Estos autores
hicieron un seguimiento a corto plazo (un mes tras la administración de LSD) y a largo plazo
(doce meses después) a los 16 participantes del estudio que ellos mismos hicieron (Schmid et
al., 2015), encontrando que, en general, la administración de LSD supuso una experiencia
significativa en sus vidas, además de mostrar efectos subjetivos positivos a largo plazo.
Además de ser seguro, en la mayoría de estos estudios se observaron efectos del LSD
que pueden ser muy útiles en un contexto psicoterapéutico. Por un lado, se realizaron medidas
del estado subjetivo de los participantes, observando una mejora general en el estado anímico
e incrementos en escalas que reflejan bienestar, felicidad, apertura hacia los demás o empatía.
Por otro lado, se encontró un incremento en los niveles de oxitocina, una reducción de la
actividad de la amígdala frente a estímulos relacionados con el miedo y un peor
reconocimiento de caras asustadas. Estas propiedades hacen que los autores de estos estudios
sugieran la posibilidad de una psicoterapia asistida con LSD, ya que la capacidad de esta
sustancia de atenuar una posible hiperreactividad en la amígdala y de reducir la percepción de
emociones negativas puede ser muy útil para facilitar el desarrollo de una terapia en pacientes
con trastornos del estado de ánimo, como ansiedad o depresión.

26
En cuanto al tratamiento de la ansiedad, el estudio de Gasser et al. (2014) apoya lo
anterior, ya que los resultados de esta investigación indican que la psicoterapia asistida con
LSD fue capaz de reducir los niveles de ansiedad a corto y largo plazo. Los autores de este
estudio sugieren la posibilidad de realizar una intervención más prolongada, con sesiones
adicionales de LSD, ya que la mayoría de los participantes de este estudio comentaron que
hubieran preferido estar más tiempo recibiendo el tratamiento.
En cambio, para el tratamiento de la depresión no se han realizado muchos estudios
con LSD en humanos. Sin embargo, sí que se han realizado estudios utilizando otros
alucinógenos, indicando una mejoría en pacientes depresivos. Por un lado, en un estudio con
pacientes con trastorno depresivo mayor, se observó que una única administración de
ayahuasca20 fue capaz de producir un descenso significativo en síntomas como el estado de
ánimo depresivo, los sentimientos de culpa o la ideación suicida. Por otro lado, varios
estudios han comprobado que la psilocibina (que tiene unos efectos menos duraderos pero
muy similares al LSD) fue capaz de producir efectos antidepresivos y ansiolíticos a corto y
largo plazo en personas con depresión resistente a tratamientos convencionales, y en pacientes
con ansiedad asociada a cánceres terminales (Muttoni et al., 2019). Estos resultados abren la
puerta a futuras investigaciones que utilicen LSD para tratar a pacientes con depresión.
Estudios como el llevado a cabo por Zeifman et al. (2020), muestran resultados en
consonancia con este posible uso de los psicodélicos. En este estudio prospectivo se aplicaron
varios cuestionarios como el BEAQ21, el QIDS22 y el SIDAS23, a un total de 358 personas,
antes y después de haber tenido una experiencia con alucinógenos, encontrando un descenso
significativo en las puntuaciones de evitación experiencial, ideación suicida y en la severidad
de la depresión. Siguiendo esta línea, estudios recientes que han utilizado ratas, como el de
Hibicke et al. (2020), han explorado el efecto de la psilocibina y el LSD en la ansiedad y en la
depresión. En este estudio se administraron, intraperitonealmente, dosis de 1.0mg/kg de
psilocibina, y de 0.15mg/kg de LSD. Para medir los comportamientos ansiógenos se utilizó la
prueba del laberinto elevado en cruz, y para medir los comportamientos depresivos se utilizó
la prueba de nado forzado. Los resultados de estas pruebas mostraron que las

20
La ayahuasca es una bebida originaria de las regiones indígenas de Sudamérica que contiene DMT, una sustancia
alucinógena agonista de los receptores 5-HT2A, derivada de las triptaminas.
21
Brief Experiential Avoidance Questionnaire: Consiste en un autoinforme de 15 ítems utilizado para medir los niveles de
evitación experiencial (Gámez et al., 2014).
22
Quick Inventory of Depressive Symptoms: Autoinforme de 16 ítems que evalúa la presencia de síntomas de importancia
diagnóstica presentes en la depresión mayor (Rush et al., 2003).
23
Suicidal Ideation Attributes Scale: Autoinforme muy breve (5 ítems) que evalúa la frecuencia, controlabilidad, cercanía a
intento, nivel de angustia e impacto en el funcionamiento diario asociado con pensamientos suicidas (van Spijker et al., 2014).

27
administraciones, tanto de psilocibina como de LSD, fueron capaces de producir efectos
antidepresivos persistentes.
Por último, un estudio realizado por Ly et al. (2018) analizó el efecto de los
alucinógenos clásicos (como el LSD o el DMT) en las neuronas, tanto in vitro como in vivo,
encontrando que estas sustancias promueven la plasticidad neural, siendo capaces de
incrementar la complejidad de la arborización dendrítica, potenciando el crecimiento de las
espinas dendríticas y estimulando la formación de sinapsis. Estos resultados pueden ser
relevantes para el uso terapéutico del LSD y otros alucinógenos, ya que existe evidencia de
que en pacientes que sufren depresión, ansiedad y otros trastornos relacionados con altos
niveles de estrés se produce una atrofia neuronal en la corteza prefrontal (Ly et al., 2018). En
definitiva, los resultados de este estudio han hecho que los autores sugieran que los
alucinógenos pueden ser una pieza clave para la investigación de nuevos fármacos
antidepresivos y ansiolíticos de rápida acción y una eficacia mejorada.
Otro hallazgo interesante es el encontrado en el estudio de Schmid et al. (2015), en el
que se observó que el LSD interrumpió la inhibición prepulso y produjo déficits
sensoriomotores similares a los que se producen en sujetos con esquizofrenia. Un estudio
posterior realizado por Carhart-Harris et al. (2016) aporta resultados que apoyan esta
posibilidad. En este estudio se utilizaron dosis de 75µg, encontrando puntuaciones
significativamente altas en el Psychotomimetic States Inventory (Mason et al., 2008), un
inventario que mide síntomas similares a la psicosis. Estos resultados apoyan la posibilidad,
comentada desde los inicios de la investigación con LSD, de recrear una psicosis modelo en
sujetos sanos. El objetivo principal de este uso sería tener una mejor comprensión de los
trastornos psicóticos y de los pacientes que lo sufren, así como una herramienta para la
investigación psiquiátrica.
Por otro lado, en los últimos años se está investigando el uso de microdosis de LSD
como una alternativa que no produzca efectos alucinógenos, y un gran número de personas
reporta haber consumido microdosis de manera continuada durante sus actividades cotidianas,
con el objetivo de mejorar su rendimiento, su estado anímico o incluso mejorar su empatía y
espiritualidad (Hutten et al., 2019). En algunos estudios revisados en este trabajo se han
utilizado microdosis, demostrando que el LSD es capaz de producir efectos terapéuticos
incluso en dosis pequeñas, como una mejora en el estado anímico (Bershad et al., 2019) o un
efecto analgésico (Ramaekers et al. 2020).
Otros estudios con microdosis también han investigado el efecto anti-inflamatorio del
LSD, destacando su posible potencial para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.

28
Estudios en cultivos celulares mostraron que el LSD, en dosis no psicoactivas, produce unos
potentes efectos anti-inflamatorios (Nichols, 2016). Este efecto, sumado a la facilidad del
LSD para atravesar la barrera hematoencefálica, hace que esta sustancia pueda ser útil en la
prevención y el tratamiento de enfermedades como el Alzheimer, en las que uno de los
factores detonantes para el desarrollo de esta enfermedad es la neuroinflamación que se
produce en las células del sistema nervioso (Morales et al., 2010). Esto, junto al hecho de que
muchos de los síntomas de estas enfermedades están causados, entre otros, por un deterioro
del sistema serotoninérgico (Family et al., 2019), hace que los autores apoyen la viabilidad
del uso de LSD en personas mayores, abriendo la puerta a una aplicación continuada de
microdosis de LSD, que sirva tanto para la prevención como para el tratamiento de
enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Sin embargo, aunque los hallazgos encontrados en este trabajo son interesantes, no hay
que olvidar que estos estudios tienen algunas limitaciones. En primer lugar, solo se han
podido incluir siete estudios en la revisión por razones metodológicas. Esto podría indicar que
aún no hay un gran número de trabajos que investiguen esta temática mostrando resultados
válidos. Además, los estudios revisados incluyen muestras muy reducidas. En ninguno de los
estudios la muestra supera los 50 participantes y, aunque el porcentaje de hombres y mujeres
esté relativamente igualado y la edad media haya variado en cada estudio, la generalización de
los resultados es limitada (ver Tabla 1). Por otro lado, en la mayoría de los estudios la
muestra escogida la completaron personas sin problemas físicos ni psicológicos. Por tanto, es
normal que haya un menor riesgo de efectos adversos. Si los usos que se están investigando
tienen como objetivo final ser aplicados en gente con trastornos, adicciones y enfermedades,
no se pueden tener como base resultados de estudios que hayan experimentado solamente en
gente sana. Al ser una sustancia con efectos tan impredecibles, esta puede ser una de las
limitaciones con una solución más complicada.
Otro factor a tener en cuenta es que las dosis utilizadas han sido muy parecidas en
todos los estudios. Por un lado, han utilizado dosis muy altas, que producen efectos
psicoactivos muy potentes, y por otro lado, dosis muy pequeñas, que para algunas personas no
tienen efecto alguno (Hutten et al., 2019), obviando dosis medias que puedan dar a conocer
otras características o posibles usos de esta sustancia. Igualmente, solo unos pocos estudios
proporcionan información a largo plazo del uso de LSD. La ausencia de seguimiento en las
investigaciones hace que los resultados no sean tan fiables. Otro factor que aumenta el riesgo
de sesgo de estos resultados es que el LSD, igual que otros alucinógenos, es capaz de
aumentar la sugestión del consumidor (Carhart-Harris et al., 2015). Aunque un incremento en

29
la sugestión del paciente puede llegar a ser útil en el desarrollo de una sesión de terapia
psicológica, este factor puede haber alterado la medición de las variables de los estudios
revisados. Finalmente, el hecho de que solo se hayan revisado estudios en inglés (ya que en
español no se han encontrado) puede hacer que los resultados de esta revisión se vean
limitados.
Por tanto, una vez revisadas las limitaciones actuales, las futuras investigaciones
deberán abordar los siguientes retos. En primer lugar, ya que se ha comprobado que
experimentar con LSD no supone un riesgo para la salud, y que es tolerable para la mayoría
de las personas a las que se le ha administrado, sería apropiado aumentar considerablemente
las muestras de los estudios, incorporando un número equilibrado de personas de ambos sexos
y de diferentes grupos étnicos, para poder proporcionar resultados más generalizables y
disminuir el sesgo. Asimismo, para darle más veracidad a los estudios futuros, será necesario
realizar más seguimientos a los participantes. En segundo lugar, para poder comprobar los
efectos del LSD sobre un trastorno en concreto, los estudios deberán incluir a personas que
sufran dicho trastorno. Por último, será necesario realizar más estudios que analicen los
efectos del LSD utilizando gran rango de dosis, para así denotar qué efectos tiene cada dosis,
y poder ajustarla a un uso específico.
En definitiva, el presente trabajo ha tenido como objetivo principal analizar las
posibles aplicaciones psicológicas y los usos terapéuticos del LSD, revisando los estudios más
recientes para ofrecer una visión más actualizada, poniendo en evidencia que la utilización del
LSD en diferentes ámbitos clínicos es factible. Los resultados muestran que la investigación
con LSD fue segura y bien tolerada. Además, se observaron efectos emocionales positivos,
como la mejora general del estado anímico de los participantes o la reducción en la ansiedad,
y otros resultados interesantes como el efecto analgésico producido con microdosis. Sin
embargo, aunque en comparación con las primeras investigaciones se ha progresado mucho,
utilizando nuevas técnicas metodológicas, estos estudios siguen mostrando algunas
limitaciones. No obstante, el avance en los últimos años está siendo notable y, como se puede
ver en esta revisión, se están encontrando resultados prometedores. Por lo tanto, si se siguen
realizando investigaciones profundizando sobre este tema, es posible que en el futuro sea
factible la inclusión del LSD y otros psicodélicos en las técnicas psicológicas, e incluso se
hable de una psicoterapia asistida con LSD, efectiva, segura y aplicable en muchos colectivos
diferentes.

30
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