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LA AMAZONÍA
PERUANA 1
IQUITOS – PERÚ
2022
[1]
HISTORIA DE LA AMAZONÍA PERUANA 1
Autor:
Luis Nilo Zambrano Peña
Daveiba López Mori
Edición y diagramación:
Fidel Peña Huaymacari
Jr. Dos de Mayo Nº 1075
Loreto - Maynas - Iquitos
[2]
DEDICATORIA
[3]
[4]
AGRADECIMIENTO
A LA SUBGERENCIA DE CULTURA Y AL
GOBIERNO REGIONAL DE LORETO, POR
FORTALECER LA INVESTIGACION Y
LA PRODUCCION DE TEXTOS EN
LA REGION AMAZÓNICA
[5]
[6]
ÍNDICE
DEDICATORIA ...................................................................... 3
AGRADECIMIENTO .............................................................. 5
INTRODUCCIÓN ................................................................... 9
[7]
[8]
INTRODUCCIÓN
[10]
su modo de vida al margen de la civilización occidental, tal
y como este fue milenios atrás, es un error producto de la
previa inexistencia de las avanzadas investigaciones que
es posible realizar hoy en el campo de la arqueología y la
etnografía.
[11]
CAPÍTULO I. GEOLOGÍA AMAZÓNICA
1.1. Eras geológicas de la tierra
[12]
pero la anterior extinción Permo-Triásica fue aún más ca-
tastrófica, causando la extinción de casi el 96% de las es-
pecies. Las actividades humanas son actualmente la
causa principal de esta extinción que aún continúa y es
posible que el calentamiento global la acelere aún más en
el futuro.
[13]
LA ERA AZOICA, que significa “sin vida” y es la más anti-
gua. En ella no aparecen fósiles de plantas ni de animales.
[14]
de la cantidad de oxígeno disponible. Las dos hipótesis
más aceptadas sobre las causas de estas extinciones son
la llegada de un período glacial y el enfriamiento del agua
unido a una reducción en la cantidad de oxígeno disponi-
ble.
- Período Cám-
brico.- Se
desarrolla entre
los 570 a 500
millones de
años antes de
nuestra era. Al
principio de
este período
una explosión
de vida pobló
los mares, pero
la tierra firme permanecía estéril y la vida animal estaba
confinada por completo en los mares.
[16]
- Período Carboní-
fero.- Comenzó
hace unos 350 mi-
llones de años.
Hubo fuertes movi-
mientos de la cor-
teza terrestre. Se
alzó el fondo de los
mares y se origina-
ron cadenas de
montañas por el plegamiento de las capas externas de la
corteza. Otras áreas se sumergieron.
[17]
como “La Gran Mortandad”, por ser la extinción más dra-
mática y de peores consecuencias en el seno de la Tierra.
Tras la catástrofe sólo sobreviviría un 10% de las especies
presentes a finales del pérmico, pero la creación de nichos
ecológicos vacíos, que se desencadenó con la extinción,
condujo a la dominancia de los dinosaurios en los siguien-
tes períodos (triásico y jurásico).
[18]
como los dinosaurios. Algunos reptiles aprendieron a vo-
lar, corno el ranforrinco, que era semejante al murciélago.
Al final de la era evolucionaron las plantas con flores, lla-
madas angiospermas, y se diversificaron por todo el
mundo. Se extinguieron los dinosaurios y comenzó la gran
diversificación de los mamíferos. Hacia fines del período
Cretáceo, tras unos 150 años de evolución, proliferaban
los dinosaurios, de los cuales existían numerosos tipos,
variados y exitosos. Pero diez millones de años después
habían desaparecido, como consecuencia de una crisis
que se produjo a fines del Cretáceo, una catástrofe bioló-
gica de grandes proporciones, que ocurrió hace 65 millo-
nes de años, dando término a la era Mesozoica. Esta era
tiene los siguientes períodos:
[19]
- Período Jurásico.- Empezó hace 200 millones de años.
Nuevamente avanzaron los mares. Se extendieron las sel-
vas o llanuras pantanosas, con grandes lagos y ríos. Pre-
dominaban los climas suaves, subtropicales.
[20]
Himalaya. Es la edad de los mamíferos, que si bien apa-
recieron en la era anterior, adquirieron en ésta mayor re-
levancia y una gran área de dispersión. También surgieron
los tipos actuales de árboles. Esta era tiene los períodos:
[21]
El Mioceno. formación de cadenas montañosas como los
Himalayas y los Alpes.
[22]
Cinco mil millones de años e infinitos acontecimientos que
ningún mortal puede abarcar constituyen la maravillosa
historia terrestre.. La era Cuaternaria se divide en dos épo-
cas:
[23]
Islas del Mar Pacífico Peruano y la parte peruana del Lago
Titicaca y sus islas. Presenta un relieve extremadamente
accidentado, originado fundamentalmente por la existen-
cia del sistema montañoso denominado Cordillera de los
Andes, que recorre el país longitudinalmente de Sur a
Norte y da lugar a la formación de tres unidades o regiones
geográficas que reciben los nombres de Costa (Chala),
Sierra (Andina) y Selva (Amazonía).
Superficie
Región Natural Ha %
[25]
El desarrollo andino se inicia en el Paleozoico superior,
continúa en el Mesozoico y adquiere su forma definitiva en
el Cenozoico (Terciario), prologándose hasta la actuali-
dad.
PRECAMBRICO
[27]
PALEOZOICO
[28]
MESOZOICO
[29]
Características de la vida en el Cretácico
CENOZOICO
[30]
Características de la vida en el Neógeno
CUATERNARIO
[31]
las morrenas. Durante los períodos de glaciación se extin-
guen muchas especies de plantas y animales. El clima al
final se hace más cálido y las plantas herbáceas y arbó-
reas adquieren sus actuales características. El hombre
americano aparece en el Pleistoceno por migración, al pa-
recer de Norteamérica, de Asia.
[32]
La Selva Baja o Llano Amazónico tiene escaso relieve y
está cubierto de exuberante vegetación tropical y sujeto a
inundaciones periódicas, a excepción de las tierras altas,
colinas y cerros bajos. Hidrográficamente, existen grandes
sistemas fluviales que forman parte de la gran cuenca del
Río Amazonas.
[33]
Eras Períodos Épocas Años Características
Holoceno 11.000 Humanos modernos. Periodo
interglaciar.
Cuaternario
Pleistoceno 1,5 MA* Surgimiento del género Homo.
Edad del Hielo.
Primeros hombres primitivos.
Unión de Norteamérica y Sura-
Plioceno 12 MA
mérica; elevación continental,
resfriamiento.
Mioceno 23 MA Reintegración entre Europa y
Cenozoica África.
Oligoceno 35 MA Primeros monos del Nuevo
Terciario Mundo.
Primeros caballos, ballenas,
murciélagos y monos. Final de
Eoceno 55 MA
la separación de Australia y An-
tártica.
Mamíferos placentarios. África
Paleoceno 70 MA y Europa se separan provisoria-
mente. Clima subtropical.
Plantas con flores; extinción de
los dinosaurios. Separación de
Cretáceo 135 MA
Gondwana. Inicio de la eleva-
Mesozoica ción andina.
Jurásico 190 MA Aves y mamíferos; abundancia
de dinosaurios. Pangea.
Triásico 230 MA Primeros dinosaurios.
Pérmico 280 MA Extinción de los trilobites.
Florestas formadoras de carbón;
coníferas; reptiles; anfibios
Carbonífero 350 MA
abundantes; samambaias primi-
tivas.
Paleozoica Devónico 400 MA Primeros anfibios.
Silúrico 440 MA Primeras plantas y animales te-
rrestres.
Ordovícico 500 MA Primeros peces.
Cámbrico 570 MA Primero registro de abundante
vida marina, trilobites.
Algonquiano 2 kMA** Fósiles muy raros, consistiendo
de plantas acuáticas raras.
Precámbrico
Arqueano 4,5 kMA Ausencia de vida.
Adaptado de Hickman et al. (2003), Brown & Lamolino (1998), Pielou (1979).
* Millones de años. ** Mil millones de años
[34]
EVOLUCIÓN GEOLÓGICA. Origen de la amazonia
[35]
acuático, medio lago y medio estuario, es decir un in-
menso mar interior de agua dulce, llamado sistema Pebas,
que se encontraba paralelo a los Andes y se conectaba
con el mar Caribe.
[36]
dae (familia que incluye actualmente a los monos capuchi-
nos) tiene unos 18 millones de años y se descubrió en el
río Alto Madre de Dios (Cusco).
[37]
El sistema Pebas
[38]
El Sistema de Pebas fue un enorme ecosistema acuático
de gran dinámica ambiental que surgió aproximadamente
hace 23 Ma en la Amazonía Occidental. Alcanzó su má-
ximo desarrollo hace 13 Ma, momento en que albergó una
excepcional comunidad endémica de cocodrilianos, así
como una alta diversidad y abundancia de moluscos
(9,16).
[40]
fue el hallazgo de restos de hasta siete crocodilianos, mos-
trando que hace 13 Ma la diversidad de estos animales en
este sistema era muy alta (9).
[41]
Hace 13 millones de años, este Sistema Pebas, alcanzó
gran complejidad ecológica y llegó a cubrir más de un mi-
llón de kilómetros cuadrados. Sus aguas nacían principal-
mente en los Andes y drenaban en el Mar Caribe. En el
2005, una expedición francoperuana prospectó y descu-
brió restos de la variada fauna que habitó este ecosistema
en el área del Arco de Fitzcarrald (Ucayali) En los ambien-
tes acuáticos vivían delfines rosados del género Inia y
otros afines al delfín del Ganges. Entre los cocodrilos exis-
tían numerosas especies de caimanes, incluyendo el cai-
mán enano Paleosuchus, el gran Purussaurus y el caimán
con pico de pato Mourasuchus. Las pacaranas y ronsocos
aparecen en esta época. Insectos y arácnidos conserva-
dos en ámbar procedentes de la zona de Iquitos demues-
tran que existió una enorme biodiversidad, hace unos 12
millones de años.
[43]
del río Napo próxima a Iquitos, una mandíbula de un la-
garto Teiidae del género extinto Paradracaena. Como en
el moderno Dracaena amazónico, destacan sus grandes
dientes globulares marcadamente estriados, ideales para
alimentarse de moluscos.
[44]
estaban coronadas por numerosos dientes delgados y re-
lativamente largos. Este caimán habría sido un gigante pa-
cífico que flotaba en las peligrosas lagunas rebosantes de
vida. Al parecer poseía una gran bolsa gular, como la de
los pelícanos, en la que contenía su alimento, posible-
mente cardúmenes enteros de pequeños peces que
disputaba con varias especies de delfines de agua dulce
hasta ahora poco conocidas.
[45]
cuentra en el registro fósil, los estudios indican que perte-
nece a un linaje ciertamente primitivo. Como en el agua,
en tierra firme los cocodrilos también dominaban.
[46]
descritas cerca del 90% son endémicas del sistema y al-
rededor del 54% pertenecen a gasterópodos Cachliopidae
. Sin embargo, los bivalvos Pachydontinae (Corbulidae),
numerosos en las arcillas ricas en materia orgánica, repre-
sentan el 66% de la abundancia de moluscos.
[47]
mente hace 71-64 Ma en Alligatorinae, donde encontra-
mos a los aligátores, y en Caimaninae, donde encontra-
mos a los caimanes actuales y los tres caimanes de Pebas
con dientes globulares.
[48]
La Amazonía peruana,
conocida también con
el nombre de selva,
montaña, región orien-
tal, región amazónica o
hílea amazónica,
abarca una extensión
de 759,052 Km2, que
representa aproxima-
damente el 59% del te-
rritorio nacional y cerca del 14% de la Amazonía continen-
tal.
[49]
tropical; el bosque estacional semi siempre verde, consti-
tuido por una pronunciada época seca, pero no mayor de
4 meses consecutivos; presenta una vegetación natural tí-
pica de bosque seco tropical; y el bosque espinoso, que
se caracteriza por su baja precipitación y por ser una re-
gión árida (Sánchez y Benites, 1983).
[50]
así como valles de poco ancho y de gran longitud, siendo
su geología compleja. Representa aproximadamente el
27% del Perú.
[51]
ciario (Zamora 1987; Dumont y García, 1989). El poco es-
fuerzo de la investigación en suelos tropicales ha estado
concentrado en estas tierras.
Tradicionalmente, en
la Amazonía, desde el
punto de vista altitudi-
nal se identifican 3 es-
pacios diferenciables:
la Ceja de Selva, que
se localiza en la ver-
tiente oriental de los
Andes, entre los 1,500
y los 3,500 m.s.n.m. y
que se caracteriza por
tener un relieve de
[52]
fuertes pendientes, valles estrechos y profundos ríos tor-
mentosos; la Selva Alta, que corresponde a relieves de
piedemonte andino y a valles longitudinales, entre los 500
y 1,500 m.s.n.m.; y la Selva Baja, que se ubica por debajo
de los 500 m.s.n.m., de relieve ondulado, con áreas de co-
linas, terrazas y zonas bajas inundables.
[54]
De 08 tipos de clima, 04 se reportan en la amazonía: hú-
medo con precipitaciones en verano, frío con precipitacio-
nes en verano, tropical permanentemente húmedo, clima
de sábana, clima tropical periódicamente húmeda y clima
de sábana (Schorder, 1969).
[55]
portan como sistemas acuáticos y en otras como terres-
tres, y ecosistemas de tierra firme o de altura, que no son
afectados por la creciente de los ríos.
[56]
De 07 regiones edáficas, 03 caracterizan a la Amazonía:
Regi6n Lito-Cambisólica, Región Acrisólica y Región Fe-
rra1só1ica (Zamora y Bao, 1972):
[57]
Región Ferralsólica: comprende la selva baja con una ex-
tensión de 60 millones de hectáreas (43% del total nacio-
nal). Los suelos son del tipo rojo y muy pobres. Sólo a lo
largo de los ríos, los suelos aluviales son mejores.
[58]
En relación al clima, la acción combinada de la tempera-
tura y la precipitación influye desde moderada, como en
Jaen-Bagua (zona de baja precipitación), a intensa, como
en gran parte de la Amazonía (zonas de alta precipitación),
en la formación de los suelos.
[59]
convexas y, por consiguiente, el contenido de materia or-
gánica es más alto por la poca oxigenación, y los suelos
son generalmente grisáceos y oscuros. En cambio, en la
parte convexa la escorrentía es más rápida, tienen buena
oxigenación, y por lo tanto el contenido de materia orgá-
nica es más bajo y los suelos son generalmente amarillos
o rojos.
[60]
CAPITULO II. PERIODIFICACION
HISTORICA DE LA
AMAZONÍA PERUANA
2.1. Periodificación de la historia del Perú.
[61]
los más significativos para señalar los cambios que se ad-
vierten en el devenir histórico. Dichas divisiones sirven
para delimitar los diferentes acontecimientos, pero en nin-
gún caso significan una división tajante de la historia del
Perú que transcurre como un continuum.
La economía
Otros.
[62]
de libertad y autonomía en que se desenvuelve el país.
Distingue dos etapas:
[63]
Fernando Silva Santisteban
[64]
presencia del hombre en el territorio peruano hasta la lle-
gada de los europeos en el siglo XVI. Y se encontraría la
época incaica y preincaica.
[65]
c) Perú Republicano: desde 1821 que se desarrolla como
nación política independiente, capaz de decidir su propio
destino.
John Rowe
[66]
de las generalidades de su esquema, se reconoce tres di-
visiones; Recolectores, Agricultores Aldeanos e Industria-
les Urbanos.
[67]
En cuanto a las sociedades Industriales Urbanas se pre-
sentan tres períodos denominados: Viejo Imperio, Estados
Regionales e Imperio Tawantinsuyo, centrado en función
de las características económicas sociales, que cada una
de ellas presentaba.
[68]
años se ha intentado hacer una periodificación. En la ac-
tualidad, existe un estudio de José Díaz, en la cual siste-
matiza varias propuestas:
[69]
Periodo del Caucho, desde 1880 a 1914.
[70]
La arqueóloga Anna Roosevelt, distingue cinco grandes
estadios sucesivos en el manejo de los recursos amazóni-
cos durante la prehistoria:
Cazadores-recolectores nómadas;
Pescadores-recolectores-intensivos-horticultores incipien-
tes;
[71]
Poblaciones muy grandes y densas, mantenidas por agri-
cultura intensiva de granos, complementada con caza y
pesca intensiva,
[72]
El segundo va desde 1638 a 1767 con una duración de
ciento treinta años.
Amazonía Antigua,
[73]
Amazonía Peruana durante la acción descubridora, con-
quistadora y colonizadora de España:
[74]
Intento de reorganización del dominio español entre 1780
y 1809,
El quinto, la extracción,
[75]
El séptimo el neoliberalismo y la globalización.
República:
Época del caucho, fase del declive después del boom del
caucho,
[76]
CRONOLOGIAS ARQUEOLÓGICAS PRESENTADAS
[77]
CUADRO CRONOLÓGICO BETTY MEGGERS Y
CLIFORD EVANS 1988
BOSQUE Maangueiras
TROPICAL Nericagua
Cerámica Boim
con pintura
roja o en-
gobe rojo
BOSQUE Marajoara
TROPICAL Guarita
Urnas fune- Caimito
rarias, Urnas Napo
antropomor-
ficas
BOSQUE Pacacocha
TROPICAL Cumancaya
Urnas de in- Velarde
humacion Santarem
Paredao
[78]
CUADRO CRONOLÓGICO JOAQUIN NARVAEZ LUNA
PERIODOS
ALFARE-
CULTURAS ALFARE-
PALEOLI- MESOLI- ROS
ROS TEM- TARDIO
TICO TICO TEMPRA-
PRANOS I
NOS II
[79]
CAPITULO III. POBLAMIENTO DE LA
AMAZONÍA. TEORÍAS
3.1. POBLAMIENTO DE AMÉRICA.
[80]
por encima de los dos mil metros de altura, desde ahí va
comenzar a bajar a las llanuras en busca de alimentos
para sustentar a su grupo familiar.
[81]
unos 25 km de ancho. Esto ocurrió hace unos 14000 años
a.C. Dado la apertura de este corredor, los primitivos seres
humanos que estaban en Beringia, pudieron avanzar ha-
cia el interior de américa y luego se dirige hacia el sur.
[82]
organizaban entre 40 y 50 personas Gozaban de una ex-
celente salud, ya que muchos de los virus y bacterias que
trajeron desde Asia no sobrevivían al frío al que estaban
expuestos. Fueron hábiles depredadores, fabricantes de
armas arrojadizas que les permitían cazar especies de la
mega fauna del Pleistoceno Tardío.
[84]
arco de unos 1.900 km que va del sudoeste de Alaska (Es-
tados Unidos) hasta la península de Kamchatka (Rusia).
Las islas están situadas entre el mar de Bering, al norte, y
el océano Pacífico septentrional, al sur. Casi todo el archi-
piélago es parte del estado de Alaska, aunque las islas
más occidentales forman parte de Rusia. Las islas están
localizadas al norte del Cinturón de fuego del Pacífico y en
ellas hay 57 volcanes.
[85]
Patagonia en donde habrían dado origen a algunas tribus
indígenas como los: Onas, mapuches, fueguinos, alakalu-
fes y fueguinos..
[86]
Mongoloide Los primeros en ingresar a América serían los
asiáticos, a través del Estrecho de Bering. Aportarían ele-
mentos pre-mongólicos y mongólicos propiamente dichos,
evolucionando física y culturalmente.
[88]
3.2. Poblamiento del Perú: teorías sobre su origen.
[89]
aún no sabían construir sus viviendas. Desarrollaron una
economía parasitaria, dependían de lo que les proporcio-
naba el medio geográfico.
[90]
ficos a los cuales ya estaba acostumbrado. El territorio pe-
ruano (Andes Centrales), en forma particular, ofrecía una
diversidad ecológica con abundante flora y fauna, que de-
bió ser muy atractiva para los primeros hombres. Existen
las siguientes teorías que explican ese proceso de
poblamiento
[91]
ránea. Para respaldar esta tesis del origen amazónico, se-
ñaló la aparente representación de animales amazónicos
en el arte chavín, principalmente el caimán y el otorongo.
Según la teoría de Tello, la cultura peruana habría el si-
guiente proceso:
[92]
y árboles frutales (papaya, chirimoya, palta, piña, guaná-
bana, lúcuma, pacae, granadilla). Con la agricultura surgió
la vida sedentaria, la construcción de viviendas, la fabrica-
ción de utensilios, tejidos, cestos, etc. nació propiamente
la cultura.
por Tello era muy frágil. No parecía ser una evidencia con-
sistente la representación de monos y felinos en el arte
[94]
chavín. De acuerdo al panorama cronológico de entonces,
las primeras fases de la cerámica Olmeca (formativo me-
soamericano) eran más antiguas que las de Chavín y Cu-
pisnique (formativo andino). Es decir, la alta cultura mexi-
cana era más antigua que la peruana. El maíz es el ali-
mento nuclear en toda América, pero la evidencia más an-
tigua de su domesticación se halla en México
[95]
D. Teoría del hologenismo
[96]
Propuesta determinista ambiental de Betty Meggers
(1973 y 1976),
[98]
que constituía un limitante para el crecimiento de la pobla-
ción y la complejidad social.
[99]
Meggers de que las características de esta región no per-
mitieran el sustento de una población densa y organiza-
ciones socio-políticas complejas. Al contrario, para Roose-
velt las sociedades que surgieron en el Amazonas logra-
ron “uno de los más sobresalientes logros culturales, con
alta concentración de población, agricultura intensiva de
subsistencia, así como construcciones públicas de gran
envergadura”. A raíz de esta última publicación, se desató
un intenso debate en torno al tema de la antropología y la
arqueología de la región de Marajó. A su vez, otros inves-
tigadores inspirados en las ideas de Roosevelt, realizaron
sus propias excavaciones en diversas localidades de la
Amazonía, llegando a conclusiones similares a los plan-
teamientos de Roosevelt, lo que puso en evidencia los
equívocos de Meggers, quien publicó su investigación en
1971, cuando ciertamente no se disponía de las técnicas
de investigación propias de la arqueología actual.
[100]
y dispersión en todo el territorio Amazónico. Su propuesta
de poblamiento Amazónico se fundamentó en la distribu-
ción lingüística, la zonación ecología, la evidencia arqueo-
lógica y etnohistórica.
[101]
en recursos para la subsistencia. Una es la zona de tierras
inundables, llamada también la Varzea, la cual se extiende
a lo largo de los grandes ríos, la cual es muy rica en recur-
sos de pesca y caza acuática y una zona ribereña tempo-
ralmente inundable, donde se puede desarrollar una agri-
cultura intensiva capaz de sostener grandes poblaciones
sedentarias y muy desarrolladas; mientras que el ecosis-
tema de montaña o también conocida como tierra firme, la
cual es más extensa de la Amazonía, pero con recursos
muy dispersos y escasos, que solo puede mantener gru-
pos pequeños de poblaciones dispersas, muy móviles o
itinerantes, dedicadas a la caza, recoleta y una agricultura
de roza y quema en áreas pequeñas de bosque.
[102]
Donald Lathrap asume que esta lengua Arawac habría te-
nido sus orígenes en la zona de Varzea de la Amazonía
Central, con un cuño de población muy antigua, la cual ex-
plosionó demográficamente por la gran riqueza de los re-
cursos de subsistencia, teniendo que expulsar a los gru-
pos de poblaciones excedentes hacia los grandes tributa-
rios, hasta llegar a las cabeceras, produciendo la separa-
ción de los grupos Arawacs y su posterior diferenciación y
dispersión muy extensa y salpicada que muestra el mapa
etno-lingüístico, como resultado de estos movimientos po-
blacionales de migraciones constantes en busca de las tie-
rras aluviales para el desarrollo de la agricultura. Es por
esta razón que Lathrap afirma que los Arawacs eran emi-
nentemente agricultores de las zonas aluviales de los
grandes ríos, donde cultivaban especialmente la yuca y
maíz, al lado de otros productos como el maní, el camote,
la jíquima, el ají, el pallar, el pijuayo, el algodón entre otros.
Por esta razón también define lo que él llama” Culturas de
bosque tropical”, por su modo de vida basado en la agri-
cultura intensiva de raíces, aprovechamiento al máximo de
los recursos alimenticios del río, los lagos y sus riberas
donde la caza fue definitivamente de importancia secun-
daria (Lathrap, 1970).
[103]
Finalmente, el sustento de Donald Lathrap de que en la
zona de Varzea del Amazonas se desarrollaron culturas
muy avanzadas, con grandes asentamientos a lo largo del
Río Amazonas, estaría testificada en los documentos o
crónicas del descubrimiento del río Amazonas por Ore-
llana y Carbajal en 1542.
[104]
Quienes vienen a poblar la Amazonía peruana
[105]
y posteriormente del Perú, a través del río Amazonas.
Sus descendientes son los: Cocama, Cocamilla y Oma-
gua.
[108]
CAPITULO IV. PENSAMIENTO
AMAZONICO: SOBRE NATURALEZA,
SOCIEDAD Y HOMBRE
[109]
Piensan que la naturaleza es una entidad con la cual hay
que establecer relaciones armoniosas, de equilibrio y no
de dominación. La naturaleza no es algo externo y opuesto
al conjunto de relaciones sociales que establecen los nati-
vos, sino algo relacional estrechamente vinculado a su
vida biológica y social.
[110]
tiene el sentido de la propiedad privada individual o fami-
liar. Transciende los sentidos individualistas y familista de
la propiedad. Piensa que el territorio es libre, sin límites,
no es propiedad de nadie, porque nadie tiene derecho de
apropiarse de lo que es de todos.
[112]
libertad sobre el que dicho pueblo ejerce su dominio per-
mitiéndole desarrollar sus elementos nacionales esencia-
les...
[113]
Estas actividades las realiza el hombre amazónico en
forma libre en un TERRITORIO y en un BOSQUE. El tipo
de actividad que realiza es el trabajo grupal, comunitario,
cuyo objetivo o fin, no es la dominación de la naturaleza.
El hombre amazónico actúa en y para la naturaleza y para
su comunidad, domesticándola, humanizándola y a su vez
la naturaleza lo naturaliza, lo mantiene en la condición de
ser natural. El trabajo, que es -aparte del juego- la forma
más excelsa y humana de actuar en la naturaleza, no la
codifica o la objetiviza en forma mercantil, sino la consi-
dera como su morada, su hábitat social.
[114]
simbólicas; mucho más cuando
entran en relación con otras for-
mas culturales urbanas por me-
dio de la radio, la T.V. y la edu-
cación.
[115]
asunto o un problema metafísico de «esencia» o de esen-
cialidad consigo mismo, con su mismidad, o un asunto de
identidad individual con su corporeidad, con su psiquismo
o modos de ser individual descontextualizados de su me-
dio.
[116]
comunitaria para reproducirse como comunidad social. Se
vive y se muere en y para la comunidad.
[117]
pesca, tala de árboles, agricultura de pequeña escala, re-
colección de frutas y plantas, y, ocasionalmente la artesa-
nía). Este trabajo no es un trabajo formal, no está regula-
rizado y no suele estar retribuido con el pago de un salario,
sino que tiene como recibo la obtención de un producto
necesario para vivir. Además, debido a la abundancia de
recursos naturales disponibles, y a la perecibilidad de mu-
chos de ellos, no tiene sentido la acumulación y gestión de
los mismos, sino el uso inmediato. Desde un punto de vista
occidental estas actividades extractivas no son considera-
das laborales.
[118]
momentos del día y épocas anuales diferentes depen-
diendo de la naturaleza del recurso implicado. El bosque-
sino maneja una gran variedad de recursos naturales, ha-
bilidades y conocimientos, así como una amplia red de re-
laciones sociales para poder desenvolverse con eficacia.
El bosquesino decide libremente cuándo y dónde va a rea-
lizar sus actividades, y es una persona autónoma y libre,
pues nadie en la comunidad le puede mandar a hacer
algo, salvo cuando hay un compromiso de toda la comuni-
dad por una obra pública. En este sentido, todos los co-
muneros de una comunidad
[119]
Al contrario, el trabajador occidental emplea la fuerza de
trabajo de su cuerpo al servicio de la empresa que le paga,
y las relaciones sociales que le rodean la mayor parte del
tiempo son las de la jerarquía empresarial en la que está
insertado. La empresa plantea el trabajo del obrero o del
empleado en términos de productividad y rentabilidad. En
la sociedad industrial y post-industrial, la motricidad hu-
mana no es una necesidad que se satisface en las activi-
dades diarias, es decir que no es un fin en sí mismo que
procura satisfacción, sino que es convertida en un medio
para que, con el dinero así obtenido, pueda sostener su
existencia mediante los bienes de consumo que satisfacen
sus necesidades.
[120]
El profesional urbano, en general, es univalente y uni-ac-
tivo en una sociedad basada en la especialización del tra-
bajador, pero sus posibilidades laborales están menos li-
mitadas por su sexo, sino que son más dependientes de
la formación especializada. Esta formación dirigida a la es-
pecialización limita sus habilidades y conocimientos, que
serán estrechamente adaptados a su trabajo y a las tareas
que debe desarrollar. La persona urbana trabaja en un am-
biente ajeno a su entorno natural y está sometida a un ho-
rario laboral que regula su tiempo de trabajo y su tiempo
de ocio. La separación del tiempo de trabajo y de ocio pro-
voca que se establezcan relaciones sociales diferentes en
ambos espacios. En el lugar de trabajo se manifiestan
afectos secundarios transformados y adaptados al marco
organizativo y jerárquico del medio social laboral, mientras
que su medio familiar ocupa el tiempo del ocio.
[121]
marco legal está determinado por los estados, y aunque
de estricto cumplimento, frecuentemente el contratador lo
vulnera.
[122]
“más desarrollado”. No obstante, el comunero suele sufrir
la falta de autonomía, motricidad, pluriactividad y demás
caracteres, y no se acostumbra a trabajos muy especiali-
zados y monótonos. Según Gasché y Vela (2011), el bos-
quesino busca un equilibrio entre “gasto” (ingreso) y
“gusto” (disfrutar de su libertad y de realizar las actividades
que le gustan, aunque no sean las más rentables y requie-
ran un considerable esfuerzo, como por ejemplo desve-
larse en la noche para cazar). Todo ello suele ser desen-
cadenante de problemas entre empleado y empleador, y
suele acabar con la ruptura de la relación laboral, y en la
concepción del empleador, se debe a que el comunero es
‘vago’ o ‘perezoso’. En la práctica totalidad de estos casos,
el trabajo ofrecido por parte del empleador es informal y,
en muchas ocasiones, mal pagado y hasta impagado.
[123]
claro, no únicamente monetario. Razón esta que justifica
el fracaso de una gran mayoría de proyectos de desarrollo
de tipo “occidental”. Existen muchas cuestiones que surgi-
rían detrás de este acostumbrado fracaso, por ejemplo:
[124]
un ecosistema que esencialmente ya dispone de una
gran variedad de oportunidades.
[125]
Existen teorías que miden la calidad de la pobreza en fun-
ción no de lo que “se tiene”, sino de lo que “se espera” (lo
cual se denomina ‘expectativa’). Se trata de un tema apa-
sionante que requeriría ser re-evaluado con serenidad, no
solo para ser aplicado en la región amazónica, sino tam-
bién en América Latina e, incluso, en el mundo.
[126]
tanto nos encontramos integrados dentro de un mismo sis-
tema definido como sociedad. Mientras nos mantenemos
al margen de esta sociedad podemos ser considerados
como individuos “no educados”.
[127]
establecimiento de una clara identidad regional en equili-
brio con otras identidades de la región, del país y del
mundo. Para ello es importante entender la identidad no
solo como el modo en que se percibe la propia sociedad,
sino también en cómo esta sociedad es percibida por los
demás; (2) protección de la diversidad cultural y adecua-
ción a sus valores y cosmovisión; (3) adecuación a las po-
tencialidades y limitaciones del territorio amazónico, inclu-
yendo biodiversidad, suelos, clima, etc., y a los compromi-
sos y condicionamientos relativos a la Amazonía frente al
cambio climático y otros; (4) búsqueda de la satisfacción
plena de las necesidades fundamentales de la persona y
de los colectivos humanos en términos de un desarrollo
[128]
integral entendido como “ampliación de las oportunidades
de las personas para llevar la vida que estiman” (PNUD
1990); y (5) promover que la comunidad nacional e inter-
nacional reconozca y respete a las poblaciones amazóni-
cas y que, en consecuencia, las mismas comunidades
asuman la propiedad intelectual que les corresponde en el
registro y protección de sus conocimientos sobre la biodi-
versidad amazónica acumulados a lo largo de milenios.
[129]
plantee la relación entre el sistema educativo y los proce-
sos productivos, tal y como los Pueblos Indígenas amazó-
nicos vienen haciendo desde hace miles de años.
[130]
antes del contacto,
que De Boer (1981a),
a partir del análisis de
las buffer zones (en
un 25% del rio) rebaja
a 1 784 000 habitan-
tes. Como son estima-
ciones, cabe preguntarse dónde está la evidencia física,
los sitios arqueológicos. La arqueóloga Roosevelt apunta
a la introducción del maíz hacia el 800 d.C. como estrate-
gia para almacenar comida y enriquecer la dieta con pro-
teínas, lo que permitiría el crecimiento poblacional, fue un
catalizador para estudios que buscaban mayor población
y complejidad social en la línea de los “cacicazgos”.
[131]
Desde las evidencias etnohistóricas y arqueológicas, Roo-
sevelt argumenta no sólo que existieron cacicazgos, sino
que prácticamente se podría hablar de pequeños Estados.
Precisamente el estudio geofísico y la excavación estrati-
gráfica de la Fase Marajoara (400 a 1300 d.C.) en la Isla
de Marajó, arrojan datos que apuntan a uno de los caci-
cazgos más tempranos de la Amazonía, en un sitio donde
pudieron vivir hasta 1200 personas con una complejidad
significativa. Y el interrogante pareció esclarecerse en
1999, cuando Heckenberger, Petersen, y Neves, publican
un texto que no sólo refuta las tesis de Meggers, sino que
va más allá de los planteamientos de Lathrap y de Roose-
[132]
velt, en el sentido que sólo la várzea podría sustentar gran-
des poblaciones. En una respuesta a un comentario crítico
de Meggers, Heckenberger et al. (2003a) afinan sus argu-
mentos subrayando tres puntos más allá de si estos sitios
aguantaban o no grandes poblaciones, puesto que efecti-
vamente había:
(iii)jerarquía social.
[133]
En la primera definición del término, Oberg (1973) cita el
cacicazgo como una forma de organización socio-política
con un centro de poder. En la obra posterior de Steward y
Faron (1959), se define cacicazgo como pequeñas socie-
dades multicomunales; (Carneiro, 1981). Luego, Elman
ve el cacicazgo como económico en su origen y en su fun-
ción de redistribución de alimentos. En un artículo poste-
rior de síntesis, Carneiro (1981) subraya sin embargo su
carácter político cuando lo define como: “una unidad polí-
tica autónoma que comprende un número de pueblos o
comunidades bajo el permanente control de un jefe su-
premo”.
[134]
supremo” Drennan (1995) enfatiza la movilización de re-
cursos para financiar la competición entre jefes o caciques
(como es descrita en las fuentes etnohistóricas). Es decir,
grandes poblaciones e intensificación agrícola parecen ser
[135]
cacicazgo amazónico expansionista de los tapajós (tupí-
guaraní), el más grande y poderoso de entonces según
ella, que supuestamente abarcaba 20 000 km2 y que se
desarrolló del año 1000 a.C. hasta la conquista europea
en los siglos XVI y XVII.
[137]
CAPÍTULO V. LA PRE HISTORIA
AMAZÓNICA
[138]
Todo indica que surgió aquí uno de los más tempranos
asentamientos sedentarios del Nuevo Mundo con cerá-
mica y horticultura, así como –durante la Prehistoria tar-
día– populosas sociedades indígenas que alcanzaron una
escala y complejidad notables.
[139]
de personas, comercio y comunicación de ideas y tecno-
logía.
[140]
horticultoras en las tierras bajas inundables del Amazo-
nas. Estas poblaciones combinaban el cultivo de raíces,
con la caza y la pesca: eran grandes consumidores de pe-
ces, mamíferos acuáticos, tortugas y otros mamíferos te-
rrestres, así como de aves. Nuevos asentamientos ubica-
dos en las orillas de los ríos y lagos se expandieron en
territorios antes no colonizados. El análisis de sus depósi-
tos de deshechos indica que sus prácticas productivas in-
cluyeron cultivos. Se deduce que, hacia esos años, en
asentamientos de modestas proporciones y dispersos,
inició una sedentarización de los pueblos amazónicos ba-
sada en una combinación del cultivo de yuca con la caza
y la pesca, donde la proteína de origen animal fue la base
de su sustento. Estas sociedades emplearon la cerámica;
pero no habían desarrollado lo que será esencial en mu-
chas de ellas a partir de la segunda mitad del milenio pre-
vio al inicio de nuestra era: la llamada terra preta, suelos
fértiles de color negro, sumamente productivos para la
agricultura, producidos por los humanos mediante la acu-
mulación de restos orgánicos e inorgánicos. La más anti-
gua fecha obtenida por medio de radiocarbono de terra
preta corresponde al 450 a.C.
[141]
Con el surgimiento de la Terra Preta, se inició el más fruc-
tífero período de los pueblos amazónicos en el que al-
canzó gran desarrollo la agricultura, la horticultura y el ma-
nejo apropiado de la selva. Concomitantemente, se pro-
dujo un notable incremento de la población, así como for-
mas de vida sedentaria permanentes y el florecimiento de
distintas tradiciones culturales. El más detallado mapeo de
depósitos de Terra Preta en un solo lugar se ubica en las
riberas del río Arapiuns, el cual revela muchos centenares
de sitios separados. Algunos son muy extensos. Así, por
ejemplo, Manacapurú, en el Amazonas medio, cerca del
pueblo de Alenquer, se extiende por más de dos kilóme-
tros de longitud por 400 metros de ancho. Y aunque pre-
viamente se consideraba que solo se localizaban en las
[142]
planicies inundables, se les ha encontrado también en tie-
rras altas interfluviales, aunque son depósitos por lo gene-
ral de menores extensiones que los de las tierras bajas.
[143]
cosmogonía alusiva a la importancia de la abundancia ani-
mal y a la fertilidad humana.
[144]
derable número de trabajos era llevado a cabo en la edifi-
cación de instalaciones permanentes como corrales para
tortugas, estanques para piscicultura, así como cultivos
permanentes.
[145]
Preta. Lo enterraban en el suelo o bien formaban montícu-
los, con el fin de convertir en productivos los suelos ex-
haustos por el uso intensivo tras sembrar cosecha tras co-
secha. Es precisamente esta tierra la que se encuentra en
gran cantidad de sitios en el Amazonas y en otras partes
de Suramérica: grandes extensiones aún aprovechables
de tierra negra fértil después de cientos de años de su fa-
bricación. Gracias a este sistema de cultivo inventado por
los pueblos amazónicos, se lograron grandes cosechas de
maíz, año tras año, en los siglos previos al arribo de los
europeos. Y esta fue la base que permitió el crecimiento
de la población y el surgimiento de complejos sistemas de
organización social: grandes cacicazgos.
[146]
de alimentos, cosecha de semillas y raíces, tanto en cam-
pos de monocultivo como de policultura. También se prac-
ticaba la caza y la pesca intensivas, así como el almace-
namiento a largo plazo. Un considerable número de traba-
jos tenía por objetivo la edificación de instalaciones per-
manentes como corrales para tortugas, estanques para
piscicultura y campos permanentes para cultivos. La pro-
teína proveniente de la fauna silvestre continuó ocupando
un papel suplementario en la dieta, proporcionando la
fauna acuática más recursos que la terrestre, especial-
mente en las tierras bajas inundables, debido a la mayor
biomasa y el volumen mayor de pesca en este ambiente,
comparado con la caza de animales terrestres.
[147]
las aguas usadas para el trabajo agrícola, hechas me-
diante la remoción de tierra. También se edificaron com-
plejos habitacionales y obras de transporte y defensa.
[148]
poder de jefes supremos que proclamaban su origen di-
vino, quienes hacían gala de su estatus al ser cargados en
literas profusamente adornadas. Aunque el número de
asentamientos pequeños y simples es mucho más nume-
roso, los de mayor tamaño muestran una gran compleji-
dad. En ellos se aprecian áreas determinadas para activi-
dades específicas tales como joyería, fabricación de he-
rramientas de piedra o destinadas a la celebración de ce-
remonias; sitios usados como cementerios, zonas de aglo-
meración de unidades domésticas, etc. También construc-
ciones defensivas: empalizadas y fosos.
[149]
Artículos de cerámica decorada, tejidos, herramientas di-
versas, alimentos y materias primas eran intercambiados
a gran distancia. Para tal propósito existían sitios que fun-
cionaban como mercados en los que cuantiosos intercam-
bios se llevaban a cabo de manera periódica. Cuentas de
collares, usualmente de concha eran utilizadas como me-
dio de pago, en tanto que ornamentos de piedras semipre-
ciosas como las piedras verdes, formaban parte del sis-
tema de intercambio de regalos entre las élites. En los lu-
gares donde residían los jefes o en los sitios de peregri-
naje se llevaban a cabo ceremonias religiosas comunales
en las que se suministraba a los presentes chicha de maíz,
recolectado por medio de tributo. Las ceremonias eran
acompañadas con música y bailes.
[150]
Se ha determinado que en el bajo Amazonas las diversas
entidades políticas disponían de ideologías religiosas que
resaltaban el estatus de las élites por medio de rituales de
ancestros deificados en cuyo nombre se exigía el tributo.
Tanto las momias como las imágenes pintadas de los an-
cestros de los jefes junto con imágenes en piedra de dei-
dades y objetos de culto eran conservadas en edificacio-
nes especiales, las cuales eran remozadas durante la rea-
lización de las periódicas ceremonias. Había individuos
cuya única función era encargarse de las construcciones
religiosas y ceremoniales, así como otros eran adivinos y
curanderos.
[151]
vados, canales, diques, pozos, lagunas artificiales, calza-
das, así como montículos con casas en lo alto o para en-
terramientos.
[152]
se ubicaban a varios metros por encima del máximo nivel
alcanzado por las aguas, se piensa que eran construidos
principalmente para defensa o como demostración de po-
der. La escala y extensión de los trabajos en tierra de la
Amazonía es, en definitiva, extraordinaria, así como la di-
mensión de los sitios. Muchos de los montículos se elevan
por encima de los 3 metros alcanzando a veces los 10 me-
tros con extensiones de varias hectáreas. En la isla de Ma-
rajó algunos complejos con múltiples montículos se extien-
den en áreas de más de 10 kilómetros cuadrados con 20
o hasta 40 montículos individuales.
[153]
de habitantes e incluso algunos hasta de decenas de mi-
les, tal escala y complejidad es indicación de que dichos
asentamientos eran el territorio de sociedades con un nivel
socio-político que podrían ser considerados como Esta-
dos.
[154]
marcadas jerarquías sociales y economías basadas en la
pesca, la caza y el cultivo intensivo de maíz y yuca. El re-
lato de Gaspar de Carvajal, capellán de los expediciona-
rios a las órdenes de Francisco de Orellana, sobre su pri-
mer recorrido por el río Amazonas entre 1541 y 1542, así
como el de Francisco Vázquez, autor de la crónica de la
expedición iniciada por Pedro de Ursúa, dan una clara
imagen de lo densamente pobladas que se encontraban
las márgenes del río Amazonas y las planicies ribereñas
de los principales ríos de la Amazonía en los años de con-
tacto inicial con los europeos.
[155]
tierra alineados en los riscos ribereños que se extendían
de manera continua por kilómetros y kilómetros, así como
indican cientos de canoas desplazándose en las corrien-
tes de agua fluvial.
Cazadores-recolectores nómadas;
Pescadores-recolectores-intensivos-horticultores incipien-
tes;
[156]
Poblaciones muy grandes y densas, mantenidas por agri-
cultura intensiva de granos, complementada con caza y
pesca intensiva,
[157]
a la visión tradicional el cazador recolector seguía mana-
das de animales a través del continente, aplicando un sis-
tema extractivista del medio ambiente, fundado sobre todo
en la caza de grandes mamíferos, cosa que parecería ser
poco probable en la cuenca amazónica. No obstante, el
hombre pudo haber sacado provecho de los mamíferos
menores que vivían dispersos en los distintos ecosistemas
del bosque tropical. La pesca y la recolección de frutos di-
versos, incluyendo los moluscos y reptiles fluviales (cai-
manes, culebras y tortugas) fueron sin duda el comple-
mento ideal a la caza de aves y de animales pequeños
como el mono, el armadillo, o los roedores terrestres y flu-
viales acuáticos (capibara, guatusa, guanta). Mamíferos
más grandes como el tapir o danta, distintos tipos de ve-
nados, saínos y pecarís son hasta la actualidad presas co-
munes del bosque alto, pero en determinados casos los
canidos y algunos los felinos son también buscados en la
foresta baja, donde hay menos mamíferos. Sus activida-
des económicas de subsistencia comprendían, desde la
[158]
cacería especiali-
zada de grandes
animales acuáti-
cos y terrestres
hasta la recolec-
ción intensiva de
pequeñas espe-
cies de animales y
plantas. Gracias a
las similitudes es-
tilísticas encontra-
das en los artefac-
tos de áreas dis-
tantes entre sí, se
ha determinado
que existía un intercambio de larga distancia de personas,
comercio y comunicación de ideas y tecnología.
[159]
ríos Madre de Dios, Urubamba, Ucayali, Huallaga y Mara-
ñón, en rocas, paredes y cavernas, se encuentran petro-
glifos y pinturas rupestres. Se percibe una disminución en
el tamaño de las puntas de flechas de piedra hacia el final
del periodo, lo que sugiere que se deja de lado la caza
trashumante de animales grandes, y se tiende hacia una
adaptación a sistemas de subsistencia más intensivos en
una región determinada.
[161]
sencilla. Esto es la reproducción vegetativa de especies
por la introducción de estacas en el suelo para sustituir las
plantas útiles que se han agotado. La observación del con-
sumo de determinadas raíces y rizomas por parte de va-
rios mamíferos (roedores, zainos y hasta osos) enseñó el
valor nutritivo de los frutos comestibles que aparecen en
el substrato. El hombre aprendió a reintroducir el tubérculo
y regenerar la planta original. De igual forma, el hombre
comprendió como determinadas frutas se regeneran a
partir de las semillas que las aves y algunos animales de-
jan en sus heces luego de haberlas consumido. Por ello,
ciertos árboles frutales y palmas, como la guaba, el chon-
taduro y posiblemente el cacao fueron buscados y criados
en el entorno del hábitat humano.
[162]
dimiento del bosque. También significa que pudieron ha-
ber sido pescados en forma comunal, siguiendo técnicas
grupales que incluirían a mujeres y niños.
[163]
de la horticultura. Se sabe que el hombre comenzó a pro-
ducir sus propios alimentos en el bosque semi-domesti-
cado desde hace unos 6000 años, en lo que algunos es-
pecialistas, siguiendo a Donald Lathrap, han denominado
el inicio de las Culturas de Selva Tropical (Lathrap 1970).
Según la tesis de Lathrap el conjunto de los pueblos sel-
váticos compartieron una serie de elementos culturales,
que reflejan el éxito adaptativo que tuvieron en los distin-
tos medios del ecosistema amazónico. Si bien no todos los
pueblos alcanzaron un nivel uniforme de desarrollo cultu-
ral, muchas de estas culturas alcanzaron un alto grado de
eficiencia adaptativa al medio selvático para el 3000 antes
de Cristo (a.C.). Esta eficiencia se basó en el desarrollo de
un sistema agrícola sustentado en el cultivo de raíces y
rizomas con una explotación de los recursos acuáticos va-
riados y donde la cacería de aves y mamíferos fue de im-
portancia secundaria (Oliver 2008).
[164]
producción de textiles, y la alfarería. De hecho, los restos
de cultura material que sobreviven al paso del tiempo, al
rigor del clima y sus efectos, son los únicos vestigios con
los que dispone el arqueólogo para identificar e interpretar
la historia antigua de los primeros pueblos. El rico arte ce-
rámico de estos asentamientos registra mitos y cosmolo-
gía.
[165]
sostener una población de 500,000 individuos, mayor a la
actual población de la región.
[166]
Marajó, por ejemplo, contiene por lo menos 40 túmulos en
un área de 10 Hectáreas; el asentamiento más grande de
la tradición Guarita en el Amazonas central cubre más de
80 hectáreas; el sitio que se encuentra bajo la actual ciu-
dad de Santarém es mayor que ella; en el Ucayali hay
asentamientos de esa época de más de 30 hectáreas, se-
gún Myers. El mismo Myers estima que el asentamiento
“N-P-1”, en el río Napo, podía haber albergado a unas
200,000 personas, siendo conservador en las cifras.
[167]
ritual funerario para justificar el poder y las prerrogativas
de las elites.
[168]
siendo una tierra de excelente clima, que el río nunca inun-
daba”
[169]
con cereales. Lo mismo se constata en esqueletos recogi-
dos por Lathrap en el alto Ucayali, que datan del primer
milenio anterior a la llegada de los europeos.
[170]
Periodo Paleo Indio y Arcaico (12,000 – 2,000 ac.).
Comprende el estudio más antiguo del hombre primitivo
amazónico.. Es posible que grupos de cazadores nóma-
des hayan vivido en la selva especialmente cerca de los
ríos. Solamente cuando se empezaron a utilizar los recur-
sos del mar y del río, en forma intensiva, la Amazonía se
hizo atractiva para los grupos humanos del continente,
este cambio se dio hace 5,000 años.
[171]
hayan poblado la Amazonía, desarrollando una economía
arcaica, en base a recursos fluviales (peces, tortugas,
etc.), a la recolección de plantas silvestres o en las prime-
ras etapas de domesticación (plantas y animales).
[172]
ron la última avanzada de este grupo lingüístico), que pe-
netraron a la Amazonía por los ríos Madeiras, hasta la
boca del Amazonas, y que con ellos penetra la cerámica
pintada.
[173]
En este periodo se nota el desarrollo propio de las culturas
amazónicas, tiene dos procesos: Temprano y Tardío.
[174]
ALTO PACHITEA : Nazarátegui, Naneni
[175]
que se dedicaban al trabajo agrícola o asuntos domésti-
cos. En este periodo la cerámica se caracteriza por ser
policroma (Micaranguera), que influencia, en estas cultu-
ras, siendo su penetración a través del trapecio amazó-
nico, en el año 950 d.c., de este grupo etnolinguistico Mi-
caranguera fueron muchos y se dispersaron por distintas
direcciones, los Omaguas por los ríos Amazonas y Napo;
los Cocamas por el Ucayali y los Cocamillas por el Hua-
llaga.
[176]
5.4. Periodos arqueológicos planteados por Meggers
y Evans.
[177]
RIO ORINOCO : Fase Nericagua
[178]
5.5. Las redes prehistóricas de intercambio en la
Amazonía
[179]
Intercambio anterior a la aparición de la cerámica
[180]
En excavaciones que estudiaban la Cultura Mito, que flo-
reció en lo que hoy es Huánuco hace 4,000 años, se ha
encontrado una mandíbula de piraña. La mandíbula sirve
en la selva como instrumento (cincel o buril) para realizar
grabados finos en madera y hueso. Artesanos Kotosh
practicaban una técnica de trabajo en madera típica del
Bosque Tropical, e importaban sus instrumentos y la ma-
teria prima de la selva.
[181]
y los polos de influencia. Una primera constatación es que,
ya desde los sitios cerámicos andinos más antiguos, como
el pre-valdivia de San Pedro, Ecuador, 5,500 años atrás,
la cerámica muestra una maestría que excluye la posibili-
dad de considerarla incipiente o rústica, lo que atestiguaría
a favor de una interacción con los horticultores-alfareros
de la civilización amazónica de los conchales.
[182]
sugieren a Lathrap que fueron utilizadas para beber el ma-
sato, y que, por lo tanto, fueron fabricados por horticulto-
res. Lumbreras constata por su lado que la cerámica y la
yuca amarga aparecen al mismo tiempo en los Andes cen-
trales.
[183]
Los recipientes de piedra del sitio de Huayurco, en el Ma-
rañón, tienen decoración semejante a la de la cerámica
Shakimu.
[184]
Existieron además grupos étnicos que se dedicaron al co-
mercio o al “viaje” como una especialización económica.
[185]
resinas, tabaco, coca, maní, castaña, maíz, camote, ha-
rina de yuca, ajíes, algodón, en rama o como tejido, o ves-
tido, cortezas de diferentes árboles, semillas para orna-
mento o magia, tintes vegetales… de animales: plumas,
pieles, garras, dientes, aceite de huevos de tortuga, ve-
neno de rana, miel, pescado seco…
Otros intercambios
[186]
Difusión de saber shamánico selvático
[187]
el uso de una Brunfelsia (Solanaceae) de parte de un sha-
mán Yanomamo: “Deja la corteza y la raíz en remojo en
agua fría. Al día siguiente, te lavas con una parte y bebes
parte del resto. Vas a vomitar. Pronto veras al espíritu. Usa
un taparrabo rojo. En una mano carga una macana, en la
otra, plantas. Sigues tomando hasta que el espíritu em-
piece a hablar. Él te enseñará como curar con cantos y
usando plantas medicinales.”
[188]
su domesticación 8,000 años atrás, época en la que apa-
recen en las excavaciones de Macneish en Ayacucho
(fase Chihua) el camote, el ají, el achiote, el maní, la lú-
cuma y la coca, plantas originarias de la Amazonía, de
donde habrían salido domesticadas por horticultores.
[191]
planta. La otra planta, que aparece en la pata posterior del
caimán celestial es el aji (Capiscum sp.), igualmente son
mostradas la flor, la hoja y el fruto. No es casualidad, se-
ñala Lathrap, que las plantas asociadas al caimán celeste
son plantas que se propagan por semilla y cuyas partes
valiosas se producen por encima del suelo.
[193]
La Amazonía es conocida por sus intensas y continuas ri-
validades intergrupales. Esta hostilidad intergrupal no eli-
minó, ni siquiera disminuyó, el intercambio a larga distan-
cia. Más aún, hay autores que hacen notar que esta hosti-
lidad pudo darse justamente para mantener y confirmar los
patrones de intercambio, al resguardar de esta manera
cada grupo su “especialidad”. Por otro lado, la guerra y
captura de miembros de otras etnias, es decir, el control
de mano de obra o de los productos de ésta, definía el
poder político de un líder amazónico. Las rutas de inter-
cambio eran “arterias de poder” como diría Whitehead
(Roosevelt 1994).
[194]
alianzas entre grupos con este tipo de liderazgo era con-
solidado por el matrimonio, o por la presencia de uno o
más individuos de cada grupo en el territorio del otro como
garante. Cuando el asociado era importante, los socios
menos importantes organizaban un sistema de delegacio-
nes que se reemplazaban unas a otras; o establecían co-
lonos: varias familias completas se instalaban en tierras
del grupo asociado.
[196]
La autoridad en este tipo de sociedad era más el resultado
del prestigio del individuo y de la oportunidad. Un indivi-
duo, renombrado por su retórica persuasiva, su generosi-
dad, la fortaleza de sus vínculos de parentesco, sus habi-
lidades diplomáticas y aptitudes guerreras, toma el mando
por consenso, y sólo para algún propósito específico: gue-
rra, desplazamientos para caza y pesca, etc. El jefe así
escogido, puede aún ver sus decisiones rechazadas por
otros jefes o individuos del grupo. Nadie está obligado a
seguir sus recomendaciones.
[197]
radamente la entrada y, peor aún, la instalación de extran-
jeros al interior del territorio de la etnia, los grupos nativos
responsables de la frontera étnica eran también hostiliza-
dos.
[198]
CAPITULO VI. LA EPOCA COLONIAL
6.1. El periodo previo a la conquista: las fronteras del
Tawantinsuyu
[199]
Antes de la llegada de los primeros conquistadores exis-
tieron varios lugares marcadamente diferenciados social y
geográficamente en América Latina. Mientras que la Sie-
rra condensó un elevado grado de centralización social y
política, y correspondía con el Tawantinsuyu; la Amazonía
se componía de diversos pueblos indígenas que vivían
bajo un sistema descentralizado, pero con una gran cohe-
sión social (Maldonado, 2006, pp. 27-30). Asimismo, la
[200]
Costa estaba formada por una variedad de pueblos dife-
renciados entre sí (Romoli, 1963). Geográficamente, los
incas poblaban la zona de los valles, aunque llegaron a
asimilar y conquistar otros pueblos del altiplano.
[201]
timo caso, los incas reemplazaron a las autoridades polí-
tico-religiosas o permitieron al gobernante local continuar
bajo el mandato del Inca (Dillehay y Netherly, 1998, p. 8).
Los pueblos asimilados eran incorporados al ejército inca
para ser llevados a las fronteras y hacer la función de los
mitmakuna (Galindo et al., 2007).
[202]
En cuanto a las fronteras entre los diversos ámbitos geo-
gráficos y las relaciones existentes entre los pueblos andi-
nos y las poblaciones de la Amazonía y de la Costa hay
opiniones dispares. Según Yampara (2005, p. 40) los pue-
blos andinos vivían “en complementariedad armónica con
las tierras bajas (Pacífico y Amazonía) (...) en agnados
prehistóricos”, mientras que Hyslop (1998, p. 37) señala
que “los incas consideraban incivilizados a los indios de
las tierras bajas tropicales”, y que “el imperio construyó
fortalezas en algunas partes de la frontera oriental para
resguardarla de los “bárbaros” de las tierras bajas”. En la
misma línea que Yampara, Turpo (2006, p. 164) señala
que el Tawantinsuyu no se construyó por medio de la con-
quista sino a través de un “pacto social comunitario a partir
de su lógica de pensamiento cósmico”.
[203]
y Taylor 1988; Salomon, 1978). Uno de los bienes inter-
cambiados en la larga distancia era el mullu (Spondylus),
un molusco bivalvo de aguas calientes del Pacífico, consi-
derado un objeto de culto entre los incas (Hocquenghem,
1993). Estas formas de comercio interétnico comenzaron
a desaparecer a medida que se fueron expandiendo las
fronteras de la conquista ibérica sobre el Tawantinsuyu
(Caillavet, 2000).
[204]
San Román (1994), concretamente dos sistemas de pe-
netración: Militares y religiosas.
[205]
temporal, y sólo pasados 40 ó 50 días que tuvieron esa
tormenta procuraron pasar la cordillera nevada". El paso
de la cordillera fue penoso y difícil, debido sobre todo al
frío intenso. Muchos hombres perecieron y otros huyeron.
Se perdió una gran parte del ganado y comida. Y llegaron,
por fin, a Zumaco, donde permanecen dos meses repo-
niéndose. De Zumaco sale Gonzalo Pizarro, con un grupo
escogido, a explorar la zona, buscando algún camino de
penetración, y logra llegar al río Coca. Aquí permanece
dos meses, mientras llegan los que habían quedado en
Zumaco. Una vez que llegaron éstos, y ya con toda la in-
dumentaria, caminaron siguiendo el curso del río hasta lle-
gar a un lugar donde "las aguas de aquel río se recogían
y se colaban por un canal de otra peña grandísima. La ca-
nal es tan estrecha que de la una ribera a la otra no hay
más de veinte pies". Esto les permite cruzar el río, hasta
entonces imposible, y seguir por la otra banda, abriéndose
camino a fuerza de hacha y con muchas dificultades.
[206]
permitiese el traslado de los enfermos y de la indumenta-
ria, y sigue el curso del río. El lugar donde se construyó la
embarcación parece ser el actual Baeza en el río Quijos.
Por fin, y después de dos meses, encontraron un grupo de
indios que les informaron de otro gran río con grandes ri-
quezas. Gonzalo Pizarro envía, entonces, a Francisco de
Orellana, acompañado de cincuenta y siete soldados, y
llevando el "lanchón" y varias canoas, a explorar la zona,
con el fin de orientarse y recoger víveres, pues estaban
[207]
bastante necesitados. Después de dejarse llevar por algu-
nos días por la corriente, y al amanecer del día 10 de enero
de 1542, "escucharon ruido de tambores" y poco después
"divisaron 4 canoas de indios". Los nativos, después de
haber observado al grupo de Orellana, se dirigieron hacia
la orilla donde saltaron a tierra. Orellana se detiene y es-
tablece relaciones amistosas con los indios, quienes le
proporcionan víveres. Aquí permanece todo el mes de
enero, obligado por la necesidad de reparar el "lanchón".
[208]
de los últimos combates a orillas del Yamunda nos cuenta
el P. Carvajal que participaron cohortes de Amazonas.
[209]
conformó un poco al llegar al Amazonas. Siguió la nave-
gación, aunque con un bergantín menos, y llegaron a la
boca del Yavarí. Después de navegar otros diez días lle-
garon a un poblado que Alonso Esteban, quien había sido
soldado de Orellana, dijo que se llamaba "Machaparo". El
cronista de la expedicion, Francisco Vásquez, hace la si-
guiente descripcion: "es pueblo grande, el mayor que
hasta allí habíamos visto. Las casas son redondas y gran-
des y de varas en tierra, cubiertas de hojas de palmas
hasta el suelo, con dos puertas. Había en este pueblo, se-
gún a todos pareció, más de seis mil tortugas grandes, que
los indios tenían para comer, encerradas en unas lagune-
tas que tenían hechas de mano y cercadas a la redonda
con un cerco de varas gruesas, para que no se pudiesen
salir, y a la puerta de cada bohío había una y dos y tres
lagunetas de estas, llenas de las dichas tortugas..."
[210]
Por otra parte, los españoles se acostumbraron a la chicha
de maíz, encontrando un medio de emborracharse. El des-
orden se extendía y la comida escaseaba. El descontento
fue aprovechado por Lope de Aguirre, quien tramó la
muerte del jefe de .la expedición, perpetrada la noche de
Año Nuevo. El nuevo jefe de la expedicion, D. Fernando
de Guzmán, corrió la misma suerte, siendo asesinado por
Lope de Aguirre. Diezmado el grupo por tantas muertes,
obra casi todas del citado Aguirre, fue siguiendo lenta-
mente el curso del Amazonas. Se detuvieron en varios
pueblos o caseríos de indios. En uno de los últimos dejó
abandonados a un centenar de indios auxiliares que había
traído. El4 de julio de 1561 la expedición llegó al mar y,
[211]
después de 17 días avistaron la isla La Margarita, donde
se apoderaron de la capital.
[212]
metieron en una canoa y se dejaron llevar por la corriente.
Corría junio de 1637. Del Aguarico, en pocas horas, salie-
ron al Napo, y "después de muchos días de navegación",
llegaron a la ciudad del Pará que era población portu-
guesa.
[213]
y 2,080 hombres de armas y remeros, embarcados en 47
grandes canoas. Las dificultades y contrariedades, sobre
todo la falta de víveres, crea tensiones y discrepancias que
ocasionan deserciones; pero Texeira no desiste de la em-
presa.
[214]
ahora por los jesuitas P. Andrés de Artieda y P. Cristóbal
de Acuña, a quien se debe la narración pormenorizada de
esta expedición. El P. Acuña se dirigió 5 En 1641 se pu-
blica en Madrid la crónica del P. Cristóbal de Acuña sobre
la expedición de Texeira, el libro salió bajo el título de
Nuevo Descubrimiento del Gran Río Amazonas. Sobre
esta expedición puede consultarse sobre todo al P. Ma-
nuel Rodríguez, o.c. posteriormente a España con el fin de
informar a la Corte sobre el río lleno de misterios y poblado
de diversas naciones.
[215]
por Francisco de Orellana, despertó las inquietudes misio-
neras y abrió la selva a las diversas Órdenes Religiosas
principalmente jesuitas y franciscanos.
[216]
su radio de acción. Y, así el P. Lucas de la Cueva baja por
el Amazonas y sube al Napo. El P. Lorenzo Lucero explora
el Bajo Ucayali, Marañón y Amazonas, estableciendo al-
gunas reducciones y fundando el pueblo de "Santiago de
la Laguna" (1670), futura sede de las misiones de Maynas.
El P. Enrique Ritcher sube por el Ucayali hasta los indios
Cunivos y funda, en el año 1687, el pueblo de San Miguel.
[217]
Tonúa y San Felipe, a los que une. En el año 1616 unos
soldados, arrastrados por la corriente, pasaron el pongo
de Manseriche y tomaron contacto con la nación de los
Maynas. Ante este hecho, el capitán Diego Vaca de Vega
logra del Virrey del Perú la gobernación de este territorio.
D. Diego juntó tropas y, habiendo pasado el pongo, fundó
la ciudad de San Francisco de Borja (8 de diciembre de
1619). El P. Jiménez, explora los cerros de sal y funda
varios pueblos en los valles de Chanchamayo, Paucarta-
mbo y Perené. Expediciones posteriores entran al Perené
-Ene, Tambo-Alto Ucayali (P. Illescas), Madre de Dios (P.
Alvarez de Toledo), etc. Para asegurar las rutas de pene-
tración abren, en 1712, un camino de Huánuco al Pozuzo.
El 1726, descubren la Pampa del Sacramento. También
desde Quito intentaron los misioneros franciscanos entrar
a la selva. Ya en el año de 1622 recorren los pueblos de
"los Encabellados, Avijiras, Iquitos, Omaguas, Becabas,
Sucumbios, etc."10. En este mismo año sale otra expedi-
ción para misionar las tribus del Alto Putumayo, pero "la
fiereza de su carácter" les hace desistir de la empresa.
[218]
fuente de recursos naturales y de mano de obra indígena.
Sin embargo, la penetración española tuvo marcadas dife-
rencias entre la Amazonía norte y sur (Taylor, 1999). En la
Amazonía sur, la mayoría de entradas al oriente tuvo re-
sultados desastrosos y no produjo asentamientos colonia-
les duraderos. La frontera que emergió fue mucho más su-
perficial que la del imperio inca. Con el propósito de forzar
a los españoles a entrar en relaciones comerciales y a tra-
vés de ellas obtener herramientas de metal, los indígenas
amazónicos toleraron el levantamiento de asentamientos
españoles en la frontera, tal como habían hecho con los
incas. Pero tan pronto como los españoles trataron de es-
clavizarlos o empujarlos hacia el interior, los pueblos ama-
zónicos unieron fuerzas para expulsarlos, con lo cual el
[219]
comercio en la frontera se tornó en pillaje. Así, a lo largo
de los siglos XVI y XVII los indígenas amazónicos mantu-
vieron tanto la montaña central del Perú como el piede-
monte boliviano cerrados a la penetración española, per-
mitiendo solo el ingreso de expediciones comerciales de
pequeña escala y, más tarde, de pequeños grupos de mi-
sioneros. La situación en la selva norte fue diferente. Aquí
los españoles realizaron entradas consecutivas al valle del
Marañón y al área entre el Marañón y el bajo Huallaga. Los
capitanes que comandaron varias de estas entradas dis-
tribuyeron cientos de encomiendas mediante las cuales
los españoles ejercieron un alto grado de control y explo-
tación sobre la población nativa. Sin embargo, este pro-
ceso no fue acompañado de control estatal.
[220]
controlar mano de obra indígena, la cual era utilizada prin-
cipalmente en la recolección de productos y la prestación
de servicios domésticos.
[221]
la sierra y la selva regresaron a sus lugares de origen o
buscaron refugio en las zonas más orientales de la selva.
[222]
misioneros con la esperanza de que los ayudaran a con-
trolar y estabilizar a la peligrosamente rebelde población
indígena. A su vez, las encomiendas proveían a las reduc-
ciones de una clientela permanente de indígenas que
huían de las exacciones de los encomenderos o los escla-
vistas. El establecimiento de las misiones coincidió con la
ruptura de los circuitos comerciales y de alianza que unían
los pueblos de la sierra y la selva. Por ello, permitir el in-
greso de los misioneros fue visto por los indígenas como
la forma menos onerosa de obtener bienes de origen oc-
cidental o serrano.
[223]
Pero las misiones carecían de una infraestructura admi-
nistrativa y militar organizada para consolidar su control
sobre los indígenas, quienes se rebelaban o huían tan
pronto como el flujo de herramientas de metal cesaba. A
lo largo de la era colonial, jesuitas y franciscanos compar-
tieron la evangelización y administración de la selva, ex-
cluyendo otras órdenes religiosas. Las reducciones jesui-
tas no eran asimilasionistas, sino que promovían la idea
de una república de indios completamente autónoma, no-
minalmente sujeta al poder de la corona, pero en la prác-
tica independientes de la administración local (Marzal,
1984).
[224]
Los jesuitas buscaron explícitamente preservar la diferen-
cia indígena y generar una cultura nativa sincrética, para
lo cual impusieron el uso del quechua en el alto Marañón
y extendieron el uso del mojo arawak como lengua indí-
gena standard en los llanos del norte. Las reducciones je-
suitas también sirvieron como amortiguamiento contra la
expansión portuguesa (Werlich, 1968).
[225]
epidemias de gripe, viruela, sarampión y otras enfermeda-
des contagiosas llevaron a una mayor despoblación. Solo
el colapso del gobierno colonial al final del siglo XVIII salvó
a los pueblos indígenas de un aniquilamiento total al dar-
les algunas décadas para recuperarse de sus pérdidas en
relativa paz.
[226]
o zonas de refugio fueron las “tribus” coloniales. Por otro
lado, muchos pueblos indígenas adoptaron un patrón de
hábitat disperso y de unidades domésticas aisladas. Esta
atomización residencial y social a su vez llevó a los grupos
locales a una creciente autonomía y movilidad (Taylor,
1999).
[227]
Los primeros intentos de reducción desataron catástrofes
demográficas entre diferentes pueblos indígenas. Por
ejemplo la población cocama se redujo de 20.000 a 2000
en el lapso de 30 años después de su primera reducción
en el siglo XVI (Frank 1991: 69). La primera fundación es-
pañola fue Borja en 1619 en el territorio de los indios may-
nas en el río Marañón. El virrey del Perú nombró a Diego
de Vaca de la Vega gobernador de la Misión de Maynas y
lo autorizó para fundar 24 encomiendas. La población in-
dígena fue “repartida” entre los 21 encomenderos presen-
tes en el acto de fundación de la capital (Marzal 1984: 14).
[228]
Una rebelión, en la cual los indios sometidos mataron a
encomenderos y soldados, puso fin a las encomiendas de
Borja en 1635 y fue seguida por una cruel represión por
parte de los españoles (Marzal 1984: 15). Los fracasados
intentos de reducción de los indígenas amazónicos moti-
varon a la administración colonial a poner mayor énfasis
en la labor de “persuasión” de los misioneros.
[230]
esclavistas fueron conceptualizadas por la sociedad colo-
nial como “rescates”, donde los europeos entregaban he-
rramientas de metal y otras mercancías en canje por pri-
sioneros indígenas capturados por otros indígenas.
[231]
reservados de mita y tributo, dedicados solamente a las
cosas de guerra y servicio de los Padres en lo tocante a
descubrimientos y reducciones”, según el cronista jesuita
Figueroa (Marzal 1984: 19).
[232]
... y ellas solas contuvieron las invasiones de los portugue-
ses” (Marzal 1984: 25).
[234]
dio lugar al resquebrajamiento definitivo en el estableci-
miento de las bases misionales y postergó el proceso de
colonización de esta región hasta comienzos de la se-
gunda mitad del siglo XIX (Parra 1991: 27). En 1744, los
encabellados de la misión de San Miguel y muchos otros
pueblos indígenas huyeron de sus reducciones después
de dar muerte a sus respectivos misioneros (Marzal 1984:
24).
[235]
Las reducciones franciscanos y el Colegio Misionero
de Ocopa
[236]
acuden a él por sal; porque como dentro de la montaña
hay pocas salinas, les es forzoso venir a este cerro a bus-
carla, los unos para su uso y consumo, y otros para co-
merciar con ella otras cosas que necesitan de las otras
naciones ... (Amich 1975: 43).
[237]
ubicada en el corregimiento de Jauja. Un hacendado del
valle de Jauja financió la apertura del camino, en la cual
trabajaron en una especie de mita los “indios fieles” de la
doctrina de Comas. Estos también transportaron los per-
trechos y las herramientas que proporcionó el padre doc-
trinero de Comas y que servían para abrir los rozos de los
nuevos pueblos-reducción y como “regalos” para que los
infieles aceptaran la evangelización. Biedma describió en
un informe al virrey Marqués de la Palata de 1682 en forma
detallada sus viajes, la fundación de reducciones y los per-
[238]
cances que se presentaron. En 1673 fundó la primera re-
ducción Santa Cruz de Sonomoro con el curaca campa
Tonté a quien bautizó como don Diego de los Angeles.
Biedma tomó posesión de esta tierra “en nombre de Dios
todopoderoso y de la Santa Iglesia romana y de nuestro
Católico Rey y Monarca Carlos Segundo” (Biedma 1979:
175). El lugar que había escogido para fundar el pueblo
con la iglesia, la vivienda del misionero, las casas y las
chacras de los indios, resultó ser inapropiado e insalubre.
A pesar del traslado del pueblo a un mejor lugar, las pestes
que se habían desatado desde la fundación de la reduc-
ción continuaron diezmando sus habitantes. “En el nuevo
pueblo con la gente que se iba juntando” había poca co-
mida y el propio misionero observó que “parece que plan-
tar el santo evangelio es convocar a las pestes”; éstas pro-
dujeron sin embargo una “colmada cosecha de almas que
con el santo bautismo enviamos al cielo” (Biedma 1979:
177).
[239]
montañas y malezas de Sonomoro, Cerro de la Sal y de-
más parajes” (Amich 1988: 491). El fundador del convento,
Francisco Jiménez de San José, perseguía la finalidad de
formar allí a misioneros “para luego lanzarlos a la con-
quista de los enmarañados bosques donde habitan los fie-
ros salvajes; y después para tener un lugar donde los reli-
giosos volvieran a retemplar las fuerzas gastadas de las
continuas luchas ...” (Ortiz 1961: 35 s).
[240]
con sus iglesias y los indios empadronados. Había cura-
cas bautizados en los diferentes valles. Los misioneros ob-
tuvieron la colaboración de los curacas mediante regalos
y la atención médica a los enfermos víctimas de las epide-
mias que se seguían propagando. Sin embargo, los cura-
cas que colaboraron con los misioneros, frecuentemente
entraron en contradicción con otros curacas que no esta-
ban de acuerdo con las misiones.
[241]
Los gobernadores de las “fronteras” de Tarma y Jauja –la
sierra vecina– organizaron una expedición militar punitiva
a la selva. Se pronunció pena de muerte contra los rebel-
des. En la medida que el curaca Torote no fue habido, se
condenó a sus familiares a la pena capital, a ser baleados
y sus cabezas y manos puestas en los principales cami-
nos.
[242]
manejo de asuntos de importancia y versados en cierta
prudencia nada vulgar; que luego se convirtieron en ele-
mentos de organismo de la obra de Juan Santos (Izaguirre
1922-29, 2: 173). El virrey ordenó a los gobernadores de
Tarma y Jauja a desbaratar la rebelión y tomar preso al
rebelde. Sin embargo los expedicionarios sufrieron varias
emboscadas y tuvieron que retirarse.
[243]
en todo el ámbito de la Amazonía trajo un corto período de
receso del colegio misionero de Ocopa entre 1824 y 1836,
ya que Simón Bolívar consideró que se trataba de “un es-
tablecimiento puramente español”.7 Sin embargo, la acti-
vidad misionera en la Amazonía siguió adelante en la
época republicana y obtuvo nuevos impulsos hacia fines
del siglo XIX. La preservación de antiguas instituciones co-
loniales como el patronato fue funcional y aseguró la cola-
boración de la iglesia católica en la política de Estado.
[244]
La segunda rebelión, en el año 1579, se conoce también
como la de los ‘pendes’ o los ‘shamanes indígenas’ lidera-
dos por Jumandi (Oberem, 1980; Muratorio, 1981; Ruiz
Mantilla, 1992). Jumandi, en alianza con otros líderes indí-
genas, destruyó las ciudades de Ávila, Archidona y Baeza
(Albornoz Peralta, 1971). Finalmente, los conquistadores
los reprimieron militarmente, y más adelante, los jesuitas
utilizaron “esta vía como paso hacia la provincia de Mai-
nas” (Trujillo, 2001, p. 21).
[245]
Valladolid, Huamboya y Zamora, así como otros asenta-
mientos mineros y los destruyeron (Albornoz Peralta,
1971). Pocos años antes del levantamiento se descubrie-
ron unas minas de oro en Ayambis y Zaruma, en el territo-
rio de los Chicham, motivo por el cual se incrementaron
los malos tratos hacia los indígenas para recaudar el ma-
yor oro posible. Los indígenas inconformes con la actitud
de los peninsulares decidieron revelarse y atacaron esas
ciudades como respuesta a esos abusos (Abad González
2003, pp. 112-113).
[246]
6.5. Las instituciones socio-económicas de la
conquista
[248]
versas leyes promulgadas por la Corona con el fin de aca-
bar con este sistema. Las primeras protestas surgieron a
partir de 1512 por parte de unos frailes dominicos tras las
que se promulgaron las Leyes de Burgos con las cuales la
Corona protegía a los indígenas de la explotación. Aun así,
éstas no tuvieron efecto (Benítez y Garcés, 1998). Asi-
mismo, también se promulgaron las Leyes Nuevas en
1542 debido a la influencia de las demandas de Fray Bar-
tolomé de las Casas (Bernand, 2003).
[249]
se mostraban en ocasiones hostiles y la misión era de gran
ayuda para ‘pacificar’ a los indígenas ‘salvajes’ (Taylor,
1994, p. 26). Las misiones eran la institución típica de los
territorios de frontera y su función coincidía con los objeti-
vos militares de la Corona (Girot, 1990, p. 125) a pesar de
que tuvieran una visión diferente de la frontera.
[250]
tas (Codina 2005, Torres-Londoño 2012) con escasa po-
blación colona por las “dificultades para someter a los in-
dígenas a los tributos de la encomienda y las obligaciones
de la mita” (Torres-Londoño 2012). En este sentido, po-
dríamos decir que la Amazonía constituyó una frontera en-
tre la potencia hispánica y el resto de potencias, y la con-
denó “a jugar el papel de eterna frontera entre sus pose-
siones y las de los demás imperios” (Ibarra, 1994, p. 55).
[251]
parte de los franciscanos que sustituyeron a los jesuitas,
pero no lo lograron, y otro, por el gobernador de la provin-
cia, Requena, que tampoco lo consiguió (Santos y Barclay
2002).
[252]
en este último caso, se escogía alguna mujer viuda o an-
ciana, que fuese "religiosa y hacendosa". El misionero
ejercía una función de preceptor y padre, corrigiendo y en-
señando.
[253]
arpa y violín; otros hacían medias, cosían camisetas y cal-
zones para ellos o para los pobres. A la noche aprendían
doctrina de lengua inga, cantar Misa y su examen; también
sus ratos de jugar, después de comer (almuerzo) y a la
tarde, en que según su inclinación, o se bañaban y hacían
pruebas con las canoas en el río, o tiraban al blanco con
sus fisgas o bodequeras. Y para que supieran cazar y pes-
car tenían licencia para ir dos un día a la semana, y si
traían algo cogido por ellos se les daba un premio". . "Es-
tos rezaban al levantarse y al acostarse todas las oracio-
nes y catecismo... tenían otra hora en que enseñarse len-
gua inga, y algo la castellana; entre día se ocupaban en
que se ofrecía, y limpiar los jardines...''. "Todos estos en-
tregaron sus hijos para enseñarles en casa. Un Tadeo sa-
lió buen arpero, y otro hermano mayor, Domingo, herrero;
un Mariano aprendió el arpa...; Andrés Yanaguera me en-
tregó a su hijo Pablito, y fue carpintero, tornero, y músico".
[254]
máxima importancia. Y céntrica a estas prácticas religio-
sas, la catequesis diaria que llevaba al alumno al conoci-
miento del catecismo. Esta orientación religiosa, con pro-
funda repercusión en lo ético cultural, ocupó el tiempo y el
interés principal de los misioneros. Y no podía ser de otro
modo si atendemos al fin que perseguía toda la obra mi-
sional: llevar a los indígenas al conocimiento y vida cris-
tiana.
[255]
3° Se orientó a los niños hacia el aprendizaje de un deter-
minado oficio o arte, según sus predisposiciones. El inter-
nado, además de entrenar a esos niños o jóvenes para la
vida, con prácticas de caza y pesca, intento darles una
preparación en conformidad con las nuevas exigencias de
la civilización.
[256]
su aprendizaje dedicaban la mayor parte del día. Aquí tam-
bién el interés y la preocupación se centraban en la forma-
ción religiosa, y, bajo este aspecto, seguían las mismas
normas que regulaban el internado de los niños. Las niñas
solían permanecer en el internado hasta su matrimonio. La
labor educativa del misionero no se limitaba a solo el inter-
nado, aunque este fuese el objeto de sus cuidados espe-
ciales, sino que abarcaba a todos, pero con particular
atención a los niños. El misionero les reunía diariamente
con el fin de explicarles el catecismo y, seguidamente, te-
nían sus prácticas de rezo. Era, por consiguiente, una en-
señanza fundamentalmente religiosa y cívico-moral, pero
sin excluir otros temas convenientes, como es el caso de
la lengua inga que, por disposición de una Consulta, fue
[257]
considerada como importante: "Que se insistiese que
aprendiesen todos la lengua general del Inga, premiando
a los padres que enseñasen a sus hijos".
[258]
6.7. El impacto de la colonización europea en la ama-
zonia
[259]
nos. Empobrecidos culturalmente tuvieron que disper-
sarse o integrarse a nuevos ámbitos culturales creados
por los europeos.
[260]
de los jesuitas, franciscanos, carmelitas y mercedarios.
Estos grupos religiosos se convirtieron en los principales
agentes europeos en la expansión hacia las tierras bajas
durante los siglos XVII y XVIII. A ellos se debe la existencia
de una extensa documentación. El otro grupo que ingresó
en estas tierras fue un reducido número de colonos euro-
peos atraídos por la región o bien deportados en esas le-
janas tierras. Estos civiles competían con los misioneros
religiosos por el acceso a la mano de obra indígena en una
economía extractiva sustentada en el trabajo forzado de
los indígenas. Los esfuerzos de ambos agentes externos
transformaron tanto en el largo como en el corto plazo el
paisaje del Amazonas.
[261]
Ciertamente ya habían ocurrido algunos cambios antes
del establecimiento de asentamientos europeos durante el
siglo XVII. Hacia 1616, cuando fue fundada la ciudad de
Belem, aunque los españoles solo habían realizado expe-
diciones esporádicas, la economía y sociedad de los ame-
rindios del Amazonas ya había empezado a ser transfor-
mada. Desde esos años, ingleses y franceses habían es-
tablecido un número de puestos de comercio y “factorías”
en el estuario y en partes bajas del Amazonas –en realidad
simples rancherías rodeadas de empalizadas−, en peligro
constante de ser atacadas por rivales europeos o enemi-
gos indígenas. Los españoles ocuparon el estuario del Ori-
noco desde comienzos del siglo XVI y los holandeses tra-
taron de dominar el comercio interior del norte del Amazo-
nas desde Surinam, luego de que fueron expulsados del
estuario amazónico en el siglo XVII.
[262]
un nuevo orden de bienes de comercio. Las redes de co-
mercio fueron pronto traslapadas por las nuevas redes de
distribución de las misiones durante los siguientes 150
años. Los bienes de metal eran adquiridos a cambio de
alimentos, personas esclavas y las drogas do sertão. La
lista de productos intercambiados da testimonio de lo ver-
sados que estaban los indígenas en el manejo de los re-
cursos naturales, así como de la avidez de los mercados
europeos: zarzaparrilla, sasafrás, vainilla -encontrada por
los europeos por vez primera en el Amazonas-, canela sil-
vestre, cacao, nuez moscada, clavo, carne y aceite de ma-
natí, carne, huevos y caparazones de tortuga, plumas de
todo tipo de aves, cumarín −o frijol de tonka− empleado
para fabricación de perfumes, habas, maderas, corteza de
[263]
quina, tabaco, hule, ceras, algodón, colapez, cáñamo,
cueros, pieles, marañones, nuez de Brasil, gomas, resi-
nas, así como una miríada de productos regionales como
el guaraná, urucum, aceite de andiroba, massarabunda,
jutaicica, aceite de copaíba, aceite de ucuúba, piassava,
brea, estopa, tapioca, puxurí, bombonassa, fibras de tu-
cum, cera de carnauba, ipecac, jatobá, jarina y curate.
[264]
XVI. Fue entonces la introducción de instrumentos de me-
tal lo que permitió, a su vez, una desviación de mano de
obra local de la agricultura a la extracción de productos.
[265]
terado drásticamente a medida que una nueva red de in-
tercambio y contactos –administrativa, económica y reli-
giosa− volcada hacia el exterior comenzó a vincular el
Amazonas con Europa, aunque levemente al principio. De
esta manera, la región amazónica pasó a ser una región
aislada con respecto al resto del continente.
[266]
en un par de siglos las planicies de los ríos Solimões y
Amazonas, que habían contado con las más altas densi-
dades de población de la cuenca amazónica durante el si-
glo XVI, quedaron casi desiertas. Este hábitat se trans-
formó en un paisaje vacío, ocupado por aldeas aisladas y
escasas haciendas de colonos separadas entre sí por
enormes distancias.
[267]
tortugas y manatíes. Pero este no fue el caso durante el
período colonial: son numerosas las descripciones de la
explotación en gran escala de tortugas y manatíes tanto
para mercados locales como externos. Estos animales
fueron muy importantes por el número de productos deri-
vados de su captura. Las tortugas proveían carne fresca y
salada, sus caparazones se empleaban en joyas y peines.
También se consumían sus huevos y se extraía su grasa,
productos que adquirieron importancia en las tierras bajas
durante los años coloniales, cuando las poblaciones de las
aldeas se trasladaban hacia los bancos de arena durante
[268]
semanas enteras para la recolección de huevos y para ex-
traer la grasa de estos animales durante determinados
meses del año. De los manatíes se obtenía su carne y
manteca.
La viruela no aparece
mencionada en las
fuentes europeas del
siglo XVI, cuando se
[270]
refieren a las poblaciones indígenas del Amazonas o del
Orinoco, aun cuando algunos europeos ya se habían ins-
talado allí desde comienzos de la centuria. En cambio, por
esos mismos años, la viruela estaba causando estragos
entre los incas, los aztecas, así como en las poblaciones
nativas de las islas del Caribe. Independientemente de
cuáles hayan sido las causas de que no se presentara esta
enfermedad durante ese siglo, no fue sino hasta entrado
el siglo XVII cuando la viruela comenzó a propagarse entre
los indígenas amazónicos.
[271]
rápidamente, aunque de manera irregular, y afectó la re-
gión hasta bien entrado el siglo XX. Fue así, aunque desde
el año de 1829 un misionero carmelita intentó introducir la
vacunación en el Amazonas, como se produjo una fuerte
resistencia popular en contra de tal medida.
[272]
El impacto en el ambiente de este sistema económico co-
lonial fue paradójico: en tanto que las actividades extracti-
vas provocaron un impacto negativo en los ecosistemas
de las tierras bajas inundables y en los de las tierras altas,
por su parte, el despoblamiento permitió que la selva se
regenerara en áreas en donde había sido clareada du-
rante los años tardíos del período precolombino, especial-
mente las sabanas en las tierras altas y las bajas planicies
ribereñas. Fueron estas áreas las que precisamente visi-
taron los naturalistas científicos del siglo XIX, quienes
erróneamente las catalogaron territorios virginales y prísti-
nos.
[273]
mediados del siglo XVIII, la mayor parte de las explotacio-
nes a gran escala eran ranchos ganaderos: los ranchos
de misioneros carmelitas y mercedarios en la isla de Ma-
rajó, en el estuario del Amazonas; los hatos ganaderos de
los jesuitas en Llanos de Mojos; las estancias de colonos
y de misioneros en los llanos venezolanos y las fazendas
reales en el río Branco, en las sabanas que corren desde
Roraima en el Amazonas portugués hasta el interior de
Guyana.
[274]
aluviales de las tierras bajas o en las partes bajas de la
llamada tierra firme. El azúcar y el algodón en el Maranhao
occidental y en las costas de las Guyanas estaban orien-
tadas a la producción de exportación, pero en otros casos
la agricultura era una extensión de la economía doméstica,
que empleaba la caña de azúcar principalmente para la
producción de aguardiente.
[275]
trasladado hacia el Amazonas portugués debido a una cre-
ciente escasez del cacao silvestre por su extracción exce-
siva. Esto motivó a los colonos portugueses a cultivarlo
una vez que la Corona incentivó la actividad. El objetivo
de desarrollar plantaciones de cacao constituye otra
prueba del impacto de las actividades extractivistas en el
“cacao silvestre”, probablemente los restos de antiguas
plantaciones de los indígenas del Amazonas del pre-con-
tacto con los europeos.
[276]
tarios. Junto a la producción de cacao, la actividad gana-
dera también fue importante, especialmente a partir de
mediados del siglo XIX, cuando se intensificó la produc-
ción de carne para abastecer los crecientes mercados ur-
banos. Su expansión se produjo principalmente en los más
remotos llanos y sabanas alejados de la vía principal del
Amazonas.
[277]
El cambio experimentado en la región amazónica provocó
el retorno a sistemas de producción de alimentos menos
intensivos, semejantes a los que existieron milenios atrás,
en las etapas iniciales del desarrollo agrícola. El sistema
agrícola de roza y quema, documentado por la etnografía
del siglo XX, se asemeja más al modo de vida que existió
en la Amazonía antes del desarrollo de las economías
agrícolas de producción intensiva que surgieron durante el
apogeo de los cacicazgos densamente poblados de los úl-
timos siglos antes de la llegada de los europeos.
[278]
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Este libro se terminó de imprimir en setiembre de 2022 en
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