Se tiene a sí misma como
centro.
Proclama que nadie tiene
derecho de criticarla,
juzgarla u opinar de su vida,
no recibe consejos o ideas
diferentes a la suyas.
Desea mostrarle al mundo
quién es ella y hacerse valer.
Se gloría en sí misma, en su
propia fortaleza,
capacidades y acciones.
Se enfoca en disfrutar sólo el
aquí y el ahora,
particularmente en su
crecimiento económico.
Tiene a Cristo como centro
de su vida.
Sabe escuchar y agradecer el
sabio consejo.
Desea mostrarle al mundo el
amor de Dios y anhela que lo
valoren a Él más que todo.
Se gloría en Cristo, su
enfoque está en Él, sabiendo
que Él usa para bien incluso
sus debilidades.
Se enfoca en disfrutar y
amar a Cristo, a los demás, la
Palabra y lo eterno.
Con Cristo he sido
crucificado, y ya no soy yo el
que vive, sino que Cristo vive
en mí; y la vida que ahora
vivo en la carne, la vivo por
fe en el Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí
mismo por mí. Gálatas 2:20.
Señor, muéstrame tus
caminos, y enséñame tus
sendas. Guíame en tu verdad
y enséñame, porque tú eres
el Dios de mi salvación; en ti
espero todo el día. Salmos
25:4-5.
Este precioso valor es, pues,
para vosotros los que creéis.
1 Pedro 2:7.
Y Él me ha dicho: Te basta mi
gracia, pues mi poder se
perfecciona en la debilidad.
Por tanto, muy
gustosamente me gloriaré
más bien en mis debilidades,
para que el poder de Cristo
more en mí. 2 Corintios 12:9
No améis al mundo ni las
cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no
está en él. 1a Juan 2:15.