Los humanos siempre han soñado con máquinas, diseñar y
construir dispositivos que faciliten las tareas comunes. Aunque solo fuera por diversión, se desarrollaron autómatas que podían reproducir la imagen de la criatura y realizar las acciones repetidamente. A fines del siglo XV, figuras como Leonardo da Vinci describían nuevas técnicas, pero no hay constancia de su implementación. Sin embargo, en los siglos XVII y XVIII no solo se diseñaron, sino que también se construyeron. Finalmente, en el siglo XX, la robótica se generalizó y se centró en actividades industriales. Además de la industria, las máquinas han transformado no solo el trabajo, sino también otras actividades económicas y de la vida. Sin embargo, la verdadera revolución se produce cuando la humanidad se enfrenta al reto de dotar a los genios de la capacidad de aprender, razonar como los humanos, sacar sus propias conclusiones y actuar de forma independiente. Lejos de la imaginación de los robots humanoides de las películas de ficción, la ciencia - especialmente la informática- ha desarrollado otros "cerebros". Pero vamos a dividirlo en partes. El término robot es de origen checo, fue utilizado por primera vez por el escritor Karel Kapek en 1921 (hace un siglo), y en el idioma original significaba trabajo esclavo o trabajo forzado. Por lo tanto, los robots están destinados a servir a los humanos y realizar las tareas más complejas. Entonces la robótica es mecánica y física; pero si se le aplica la electrónica, las matemáticas y la computación, aparecen nuevos tipos de robots, que ya son inteligentes, artificiales, pero inteligentes. Como se mencionó anteriormente, los nuevos dispositivos ya pueden interpretar datos y situaciones, analizar problemas y aplicar soluciones.
Dr.Patricia pacheco Montoya
PROTECCIÓN DE OBRAS CREADAS CREADAS POR
INTELIGENCIA ARTIFICIAL Los sistemas de inteligencia artificial ya permiten a las máquinas imitar el comportamiento humano y así realizar acciones que hasta ahora solo podían atribuirse a los humanos. Entre estas habilidades típicamente humanas se encuentra la capacidad de producir resultados altamente creativos, que en muchos casos son el resultado de un largo, laborioso y complejo proceso de financiación de una o varias empresas. Lógicamente, los derechos exclusivos sobre los resultados de tales proyectos se cuestionan sobre la base de su necesidad de amortizar estas inversiones. En este estudio, la ley de derechos de autor analizará su potencial protección y conveniencia, ignorando otros elementos del diseño que pueden protegerse de otras formas. Se verá cómo la programación de muchos de estos sistemas de IA produce resultados que invariablemente encuentran adaptaciones en nuestro trabajo colectivo. En cambio, ante la ausencia absoluta de actividad intelectual humana, nos preguntamos cuál debe ser la solución adecuada, si debe estar protegido por derechos colaterales o derechos especiales, o si, después de todo, no hay necesidad de crear una categoría especial. Los artistas de robots han estado involucrados durante mucho tiempo en una variedad de esfuerzos creativos. Las computadoras han estado creando obras de arte rudimentarias desde la década de 1970, y estas iniciativas continúan hasta el día de hoy. La mayoría de las ilustraciones generadas por computadora dependen en gran medida de la creatividad del programador; una máquina es, en el mejor de los casos, una herramienta o un instrumento, como un pincel o un lienzo. Pero hoy estamos inmersos en una revolución tecnológica que puede obligarnos a repensar la interacción entre el ordenador y el proceso creativo. Esta revolución está siendo impulsada por el rápido desarrollo del software de aprendizaje automático, un subconjunto de la inteligencia artificial que puede crear sistemas autónomos que pueden aprender sin una programación especial por parte de los humanos. Un programa informático diseñado para el aprendizaje automático se basa en un algoritmo que le permite aprender a partir de los datos de entrada, evolucionar y tomar decisiones que pueden ser guiadas o autónomas. Cuando se aplican a obras de arte, música y literatura, los algoritmos de aprendizaje automático aprenden de la información proporcionada por los programadores. Generan una nueva composición a partir de estos datos, tomando decisiones independientes sobre cómo se verá la pieza. Una característica importante de este tipo de inteligencia artificial es que, si bien los programadores pueden definir algunos parámetros, el trabajo real lo genera el propio programa de computadora (llamado red neuronal) mediante un proceso similar al pensamiento humano.
Dr Carlós Garcia Torres
LA INTELIGENCIA ARTICIAL GRANIMPACO COMECIAL
La diferencia es ciertamente menor, pero la forma en que la ley trata las nuevas formas de creatividad impulsada por máquinas puede tener serias implicaciones comerciales. La IA ya se está utilizando para crear obras en música, periodismo y juegos. En teoría, estas obras podrían considerarse libres de derechos de autor porque no fueron creadas por humanos. Esto los hace gratuitos para que cualquiera pueda usarlos y reutilizarlos, lo cual es una mala noticia para las empresas que los venden. Podría ser que una empresa que invirtió millones en un sistema para crear música para un videojuego luego descubrió que sus obras musicales no estaban legalmente protegidas y disponibles gratuitamente para cualquier persona en el mundo. Aunque es difícil determinar el impacto exacto en la economía creativa, es probable que impulse la inversión en sistemas automatizados. Si los desarrolladores tienen dudas sobre si las obras generadas por aprendizaje automático son elegibles para la protección de derechos de autor, ¿qué incentivo tienen para invertir en tales sistemas? Por otro lado, el uso de inteligencia artificial para hacer el trabajo pesado puede estar justificado en términos de ahorro de costos de personal, aunque es demasiado pronto
Sobre Las Formas de Gobierno y El Contenido de La Doctrina Propuestas Pornicolás Maquiavelo, Thomas Hobbes, John Locke y J.J. Rousseau. Jorge Vergara Gerstein