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Por los siguientes siglos los cristianos fueron y han sido perseguidos por el hecho de creer
en Jesucristo. Sus perseguidores fueron imperios, reinos, gobiernos y naciones. No puedo
imaginar el dolor de un padre viendo el martirio de sus hijos, de su mujer y de sus hijas,
ante sus perseguidores, por causa de su fe, o verlos en medio de una fogata ardiendo por el
hecho de sus creencias. Su fe fue tan valiosa que lograron vencer al mundo, ya que no
fueron sometidos a la esclavitud del pecado. Con su muerte vencieron el mal y dejaron un
extraordinario legado de fe para nosotros que vivimos en este siglo presente.
Ahora los tiempos son muy distinto con relación al trato del cristianismo, pero el espíritu de
la oposición y la persecución de aquellos tiempos operan en los sistemas actuales. Aquella
palabra es tan real como el día en que fue escrita: “El diablo ha venido para matar, robar y
destruir.” estas palabras están tan vigentes que las nuevas generaciones no les ha dado la
importancia que eso significa. Pero la misericordia de Dios ha prevalecido para que no se
haga la destrucción total de todos los hijos de Dios. La muerte expiatoria de Jesús nos ha
permitido tener el favor de Dios y de cubrir con su manto de misericordia para no ser llevado
al juicio eterno.
La palabra de Dios nos dice: “nuestra fe vence al mundo” Esa fe alimentada de oración y
meditación de la palabra de Dios, una fe que muestra el amor y el servicio al prójimo, que
bajo cualquier circunstancias está dispuesta a llevar la palabra de Dios a todos lo que no le
conocen. Una fe que se ve reflejada por la conducta noble , justa, respetable y compasiva.
Llena de misericordia, apacible, bondadosa, sufrida como el amor, una fe que sabe esperar
en Dios, que no se apresura hacer lo suyo, si no que permite entregarle a Dios toda su
confianza para superar las adversidades que presenta la vida.
Con un corazón humillado delante de Dios , ahora nos toca a nosotros, posiblemente bajo
otro esquema de operar, pero con el mismos Espíritu santo de Dios levantarnos en palabra
y oración en estos tiempos de adversidad, donde la fe de muchos se debilita y las
condiciones está persuadiendo a dejar de tener una comunión íntima con Jesús para que
fortalezca su fe; aún más en estos tiempos que se sientan débiles en su fe a Dios.
La palabra nos dice que los discípulos le pidieron a Jesús de forma sincera que le
aumentara la Fe. Así como los discípulos tendremos que pedir que Jesús aumente nuestra
fe y así podamos orar para que nuestra fe , y de los demás, sea fortalecida, en el nombre de
Jesús.