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I. Que es la Resiliencia?
“Somos los siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reedificando el templo que fue construido
hace muchos años, el cual un gran
rey de Israel edificó y terminó” (Esdras 5:11).
Esta obediencia práctica a la exhortación de Dios hizo que la resiliencia espiritual surtiera su efecto
revitalizador: “Y los ancianos de los
Judíos tuvieron éxito en la edificación según la profecía del profeta Hageo y de Zacarías, hijo de Iddo. Y
terminaron de edificar conforme al
mandato del Dios de Israel y al decreto de Ciro, de Darío y de Artajerjes, rey de Persia” (Esdras 6:14).
III. CRISTO, LA FUENTE DE RESILIENCIA
¿En dónde radica la fuente de la resiliencia personal? Está en Jesucristo. Él puede llegar a ser el bombero,
salvavidas, socorrista, policía y
paramédico que la tragedia personal demanda para su reconstrucción. Jesús no se intimida con nuestros
enemigos, no se cansa, no se distrae, ni tampoco anda a ciegas buscando sobrevivientes. Cuando
desarrolló su ministerio terrenal hasta las fuerzas de la naturaleza se le sujetaron
cuando sus discípulos le clamaron ante el temor del mar embravecido:
“Jesús se levantó, reprendió al viento y dijo al mar: ‘¡Cálmate, sosiégate!’ Y el viento cesó, y sobrevino
una gran calma” (Marcos 4:39).
La gente que vivía a su alrededor lo buscaba incesantemente para lograr la tan ansiada resiliencia que
los levantara de sus propias postraciones:
“Y dijo a Sus discípulos que tuvieran lista una barca para El por causa de la multitud, para que no Lo
oprimieran; porque El había sanado a muchos,
de manera que todos los que tenían aflicciones, para tocar a Jesús, se echaban sobre El” (Marcos 3.9-
10).
IV. LA RESILIENCIA ESPIRITUAL, MARCA DEL CRISTIANO MADURO.
La resiliencia no es una opción para el cristiano maduro. Es su marca distintiva. La Palabra del Señor nos
dice:
«Os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.“
(Hebreos 10:36).
La Palabra de Dios nos dice:
«Bienaventurado el hombre que soporta la tentación.» (Santiago 1:12)
«He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis
visto el fin que le dio el Señor, porque
el Señor es muy misericordioso y compasivo.» (Santiago 5:11)
«Tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.» (2 Timoteo
4:5)
«También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la
paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.» (Romanos 5:3-4)