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Sentencia de la Corte IDH del caso González y Otras ("Campo Algodonero") vs.

México
El 6 y 7 de noviembre de 2001
Se encontraron ocho cuerpos de mujeres y niñas vilmente asesinada en un campo
algodonero. Tres de estos homicidios fueron contra Claudia Ivette González (20 años),
Esmeralda Herrera Monreal (15 años) y Laura Berenice Ramos Monárrez (17 años), sus
casos fueron llevados por los familiares de las víctimas a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). La Comisión acumuló los tres casos y presentó un informe
en el que emitía una serie de recomendaciones al Estado mexicano, otorgándole 2 meses
para adoptarlas. Después de la presentación del primer informe de cumplimiento por parte
del Estado, éste solicitó una prórroga, misma que le fue otorgada. Los peticionarios
manifestaron, a lo largo de este proceso, su interés de que el caso fuera sometido a la
jurisdicción de la CIDH. La Comisión, valorando dicha petición y el informe final del Estado
mexicano, en el cual no se reflejaba el cumplimiento de todas las recomendaciones, decidió
someter el caso a la Corte. La demanda en contra del Estado mexicano se hizo el 4 de
noviembre de 2007. El incumplimiento demostró la indiferencia y complicidad por acción u
omisión del Estado mexicano ante la desaparición y asesinato de miles de mujeres y niñas.
Está fue la primera sentencia en que la Corte adoptó una clara perspectiva de género, este
fallo representa un hito en el acceso de las mujeres a la justicia en el ámbito latinoamericano
y un potente referente simbólico para la defensa de los derechos de las mexicanas. La Corte
reconoció los derechos de las víctimas y sus familiares, subraya las obligaciones que el
Estado incumple cuando minimiza la violencia feminicida e ignora los factores que perpetúan
la violencia estructural que afecta a las mujeres en particular, y los que favorecen, permiten
o alimentan la violencia feminicida y su impunidad. Dado que el Estado conocía las
condiciones de violencia contra mujeres y niñas en Ciudad Juárez, así como los factores que
desde 1993 mantenían en la impunidad el feminicidio, señalados en la recomendación 44/98
de la CNDH, y no tomó las medidas necesarias para prevenir la violencia feminicida,
eliminar la discriminación contra las mujeres, sancionar a los y las funcionarios omisos o
hasta cómplices, la Corte determinó también que el Estado era responsable por negligencia
de estas desapariciones y muertes cruentas. Lo responsabilizó asimismo de incumplir sus
obligaciones para garantizar el derecho a la vida, a la libertad personal, a la justicia, los
derechos de la infancia y los de las familias a la reparación del daño, entre otros. Además de
este severo juicio, la Corte IDH hizo recomendaciones que siguen en el limbo. Sí, gracias
a la sociedad civil se crearon instituciones encargadas de hacer justicia para las
mujeres, se estableció el Protocolo Alba para investigar las desapariciones, se tipificó el
homicidio por razones de género en el 2017, y se aprobaron leyes. Aun así, se sigue sin
saber quiénes son los culpables, cómo fue posible que aparecieran en un mismo lugar
en dos días ocho cuerpos de mujeres desaparecidas en distintos momentos. Tampoco hubo
una sanción hacia los y las funcionarios omisos o coludidos, engranajes de la “maquina
feminicida”. Las familias siguen exigiendo justicia, reparación integral del daño y garantías
de no repetición. Los resultados de una década más de omisión ante la violencia
misógina y el desdén por las recomendaciones de la Corte son evidentes. En Ciudad
Juárez y Chihuahua, desde el 2016 el feminicidio ha ido escalando, las desapariciones
y la violencia sexual no cesan. La CNDH ha solicitado la declaración de la alerta de violencia
de género. Hoy el feminicidio y la desaparición amenazan a niñas y mujeres en todo el país.
Muchas jóvenes toman las calles, hartas de vivir con miedo o terror. Quienes, desde el
Estado, minimizan la violencia feminicida harían bien en estudiar la sentencia: su
negligencia no los exime de cumplir con su responsabilidad. Derecho a la vida, a la libertad
personal, a la justicia, los derechos de la infancia y los de las familias a la reparación del
daño, entre otros. Además de este severo juicio, la Corte IDH hizo recomendaciones que
siguen en el limbo. Sí, gracias a la sociedad civil se crearon instituciones encargadas
de hacer justicia para las mujeres, se estableció el Protocolo Alba para investigar las
desapariciones, se tipificó el homicidio por razones de género en el 2017, y se aprobaron
leyes. Aun así, se sigue sin saber quiénes son los culpables, cómo fue posible que
aparecieran en un mismo lugar en dos días ocho cuerpos de mujeres desaparecidas en
distintos momentos. Tampoco hubo una sanción hacia los y las funcionarios omisos o
coludidos, engranajes de la “maquina feminicida”. Las familias siguen exigiendo justicia,
reparación integral del daño y garantías de no repetición. Los resultados de una década
más de omisión ante la violencia misógina y el desdén por las recomendaciones de la
Corte son evidentes. En Ciudad Juárez y Chihuahua, desde el 2016 el feminicidio ha
ido escalando, las desapariciones y la violencia sexual no cesan, cada vez es mas triste ver
como miles de mujeres tiene que salir a protestar para que hagan validos los derechos que
como mujer queremos que se haga justicia, basta de vivir en una sociedad machista en donde
el valor de una mujer tiene que ver por su vestimenta, forma de caminar no importa la edad
ni el lugar, ni las vestimenta en la iba, seguimos dejando que miles de mujeres mueran, sean
secuestradas e infravaloradas solo por el hecho de ser como son basta de quedarnos callados,
hoy somos de mente más abierta, más expresiva que nos impide ser mejores personas cada
día, que nos impide el seguir luchando por un lugar seguro, basta de ver a la ciudad como el
lugar de las muertas, si no empezar a ver un mejor futuro no solo para la ciudad tan hermosa
en la que vivimos sino para todo un país, hoy lucho por que se haga justicia, hoy lucho para
vivir feliz sin miedo a salir a las calles, hoy lucho por mi mama, hermana, abuela y prima
que tuvieron que quedarse calladas y seguir adelante con sus vidas como si no les hubieran
causado algún daño emocional que hoy afecte en sus vidas.
Referencias Gómez-Robledo, V. A. (2010). Caso González y Otras (“Campo Algodonero”)
vs. México. CIDH, sentencia del 16 de noviembre de 2009. SciELO.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-91932010000200009
Melgar, L. (2019). A 10 años de la sentencia de Campo Algodonero. El Economista.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/A-10-anos-de-la-sentencia-de-Campo-
Algodonero-20191111-0070.html SEV.
https://www.google.com/url?sa=t&source=web&rct=j&url=https://www.sev.gob.mx/unida
d-genero/files/2020/02/Resumen-Sentencia-Campo-

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