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Caso González y otras (Campo Algodonero) vs.

México
“Debemos recordar que hoy, en el siglo XXI, todavía hay una necesidad urgente de
consolidar la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de vivir sin violencia ni
discriminación. Los asesinatos de mujeres por razones de género se dan en todas las
regiones, en todos los países y en todas las culturas. Es un asunto de derechos humanos
universales y de la innata dignidad humana que nos concierne a todos, nos afecta a todos, y
requiere un esfuerzo concertado y urgente por parte de todos nosotros.”
Michelle Bachelet
Alta Comisionada de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos
El Caso González y otras vs. México, conocido también como “Campo Algodonero”, cuya
sentencia fue emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) el 16
de noviembre de 2009, representa un antes y un después para el Estado mexicano cuando
hablamos del tema de violencia de género.
La sentencia de la Corte IDH condena al Estado mexicano como responsable en la
desaparición y muerte de las jóvenes Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal
y Laura Berenice Ramos Monárrez, cuyos cuerpos fueron hallados en un campo algodonero
de Ciudad Juárez el 6 de noviembre de 2001. La Comisión manifestó que los cuerpos de las
jóvenes fueron objeto de un particular ensañamiento por parte de los perpetradores de los
homicidios. Se añadió que “la forma en que fueron encontrados los cuerpos de las tres
víctimas sugiere que fueron violadas y abusadas con extrema crueldad”. Asimismo, la
Corte IDH estipuló en su decisión los parámetros para determinar, prevenir, investigar,
procesar y castigar la violencia de género. Es decir, estableció directrices para identificar
cuando estamos frente a casos cuyo móvil es la violencia de género[SENTENCIA].

Por otro lado, la Corte realizó un marco jurídico. En cuanto a los instrumentos
internacionales, mencionó a la Convención Americana de Derechos Humanos, la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, conocida también como Convención Belém do Pará, y la Convención sobre
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus
siglas en inglés). Lo anterior, con la finalidad de hacer frente a la violencia de género desde
una perspectiva preventiva y punitiva (Vázquez Camacho, 2011)

Antecedentes
Los hechos del caso sucedieron en ciudad Juárez, lugar donde se desarrollan diversas
formas de delincuencia organizada. Desde el año de 1993 existe un aumento de homicidios
de mujeres. Laura Berenice Ramos, estudiante de 17 años de edad, desapareció el 22 de
setiembre de 2001. Claudia Ivette González, trabajadora en una empresa maquilladora, de
20 años de edad, desapareció el 10 de octubre de 2001. Esmeralda Herrera Monreal,
empleada doméstica de 15 años de edad, desapareció el lunes 29 de octubre de 2001. Sus
familiares presentaron las debidas denuncias de desaparición, pero lamentablemente no se
iniciaron investigaciones. Las autoridades se limitaron a elaborar los registros de
desaparición, los carteles de búsqueda y la toma de declaraciones. Días después, el 6 de
noviembre de 2001 se encontraron los cuerpos de Claudia Ivette González, Esmeralda
Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez: presentaban signos de agresión
sexual. A pesar de los recursos interpuestos por sus parientes, no se investigó ni sancionó a
los responsables. (FICHA TÉCNICA)
En consecuencia, el 6 de marzo de 2002 se presentó ante la Comisión la petición inicial del
caso[3]. Después, la Corte presentó un informe donde realizó diversas recomendaciones al
Estado mexicano; este último se comprometió a adoptarlas, y en un primer informe reportó
su cumplimiento parcial, argumentando que para poder cumplirlas en su totalidad era
necesario que la Comisión IDH le aumentara el plazo para dar resultados. La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), al ver la disposición del Estado mexicano,
tomó la decisión de otorgarle dos meses más. Sin embargo, durante este periodo el
Gobierno de México se preocupó muy poco por cumplir en su totalidad con las
recomendaciones realizadas por la Comisión IDH[SENTENCIA].
En respuesta a esta condena, en México se ha reformado la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia, a través de diversas normas, como la Norma
Mexicana en igualdad Laboral y No Discriminación: con ella se busca promover el acceso
y permanencia de las mujeres al mercado laboral con igualdad de oportunidades.
Asimismo, se fortaleció al Instituto Nacional de la Mujer que cuenta con programas de
asistencia social y jurídica para las víctimas de violencia y discriminación. Por otro lado, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación ha creado el Protocolo para Juzgar con Perspectiva
de Género, el cual pretende ayudar a quienes juzgan a cumplir con su obligación
constitucional y convencional de promover, respetar, proteger y garantizar, bajo los
principios de interdependencia, indivisibilidad, universalidad, progresividad, el derecho a la
igualdad y a la no discriminación (Chávez Pérez, 2017).

Proceso jurídico
El 6 de marzo de 2002 se presentaron tres denuncias ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos que alegaban la responsabilidad internacional de México por las
irregularidades de la investigación de lo sucedido a Claudia Ivette González, Esmeralda
Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez. Ante estas denuncias México presentó
sus observaciones el 30 de agosto de 2002 pidiendo a la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos que declarara inadmisibles las denuncias.
Este caso fue admitido por la Corte el 24 de febrero de 2005, 12 y el Estado mexicano fue
juzgado por la violación a los derechos humanos de Brenda Esmeralda Herrera Monreal (14
años), Laura Berenice Ramos Monárrez (17 años) y Claudia Ivette González (20 años) y
sus familiares. 13 Las madres y demás familiares de Brenda Esmeralda, Laura Berenice y
Claudia Ivette, con acompañamiento de muchas otras personas familiares de víctimas de
desaparición o feminicidios y organizaciones de la sociedad civil, denunciaron de manera
constante las claras violaciones a la debida diligencia y una serie de irregularidades en la
investigación por parte de las autoridades correspondientes. 14 A lo anterior se sumó el
hostigamiento y las amenazas constantes a quienes lo único que buscaban era justicia para
sus hijas.
El 30 de enero de 2007 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos notificó la
decisión de acumular los tres casos y referirse a ellos en un solo informe sobre el fondo. El
9 de marzo de 2007 aprobó el informe No. 28/07, sobre el fondo de los casos No. 12.496,
12.497 y 12.498. Tras considerar que México no había adoptado las recomendaciones
emitidas en el informe de fondo, el 4 de noviembre de 2007 la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos presentó una demanda ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en contra de México.8

Este procedimiento terminó en 2009, cuando la Corte realizó audiencias públicas del caso
y, después de la debida investigación y presentación de pruebas por parte de las personas
víctimas y los representantes del Estado mexicano, emitió el fallo donde declara al gobierno
mexicano responsable de diversas violaciones a derechos humanos. Los derechos violados
por el Estado Mexicano en detrimento de Brenda Esmeralda, Laura Berenice y Claudia
Ivette fueron: el derecho a la vida (Art. 4.1 de la Carta Americana de Derechos Humanos),
el derecho a la integridad personal (Art. 5.1 de la CADH), el derecho a no ser sometidas a
torturas ni a penas o tratos crueles (Art. 5.2 de la CADH), el derecho a la libertad y
seguridad personales y el derecho de las niñas a las medidas de protección que su condición
de menor requiere (Art. 19). Además, destaca el incumplimiento de dos incisos del artículo
7 de la Convención Belém do Pará que disponen la obligación del Estado de actuar con la
debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra las mujeres y la
obligación de que existan en el derecho interno las normas penales, civiles y
administrativas necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres.

Sentencia
La sentencia establece que el Estado de México conocía las condiciones de violencia contra
mujeres y niñas en Ciudad Juárez, así como los factores que desde 1993 mantenían en la
impunidad el feminicidio, señalados en la recomendación 44/98 de la CNDH, y no tomó las
medidas necesarias para prevenir la violencia feminicida, eliminar la discriminación contra
las mujeres, sancionar a los y las funcionarios omisos o hasta cómplices. La Corte
Interamericana determinó también que el Estado de México era responsable por negligencia
de estas desapariciones y muertes cruentas. También se responsabilizó asimismo de
incumplir sus obligaciones para garantizar el derecho a la vida, a la libertad personal, a la
justicia (con debido proceso), los derechos de la infancia y los de las familias a la
reparación del daño, entre otros.1
En la sentencia la Corte decide utilizar la expresión «homicidio de mujer por razones de
género». Reconoce que algunos o muchos de los casos de Ciudad Juárez pueden haber sido
cometidos por las víctimas por el hecho de ser mujeres. No obstante, decide nombrarlos
como homicidios de mujeres pues considera que, teniendo en cuenta las pruebas
presentadas y su argumentación, no es necesario ni posible pronunciarse de manera
definitiva sobre cuáles homicidios de mujeres en Ciudad Juárez constituyen homicidios de
mujeres por razones de género, más allá de los homicidios de las tres víctimas del caso.10

De esta manera, la sentencia pone en evidencia la situación de indefensión, impunidad y


discriminación en que se encuentran las mujeres, sobre todo jóvenes y pobres, de Ciudad
Juárez desde hace casi 20 años y al mismo tiempo marca un precedente fundamental para la
interpretación del derecho internacional de los derechos humanos en relación con la
violencia contra la mujer. En su análisis, la Corte logra identificar con claridad la relación
directa entre discriminación y violencia de género, asi como los patrones de impunidad que
la perpetúan afirmando que los Estados se convierten en cómplices de la violencia cuando
no actúan con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar estos casos.
La sentencia también introduce una novedad importante en la jurisprudencia de este
tribunal al incluir formas de reparación con carácter "transformativo" es decir, medidas
destinadas a combatir la situación de desigualdad y discriminación estructural que se
encuentran a la base de la violencia de género, para garantizar su no repetición.

Consecuencias
Esta sentencia se convierte en un referente histórico para los derechos de las mujeres de
América Latina y específicamente de México. Se reconoce como la primera sentencia en la
que la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la que se aplica la perspectiva de
género. Por otro lado la Corte reconoce los derechos de las víctimas y sus familiares,
subraya las obligaciones que el Estado incumple cuando minimiza la violencia feminicida e
ignora los factores que perpetúan la violencia estructural que afecta a las mujeres en
particular, y los que favorecen, permiten o alimentan la violencia feminicida y su
impunidad.1
En 2019 se constató que muchas de las recomendaciones realizadas al Estado de México
por la Corte en la sentencia no se habían cumplido. Los funcionarios responsables del
engranaje no sólo no fueron penalizados sino que ascendieron y las desapariciones y
violencia sexual no sólo no se han frenado sino que siguen aumentando.1

V. Perspectiva de género en la sentencia de la Corte IDH


1. Perspectiva de género explícita e implícita
Además del estándar relativo a la obligación de prevención diligente y estricta descrito en
el apartado anterior, podemos encontrar que la Corte IDH, por primera vez, desarrolló una
“perspectiva de género” en su jurisprudencia.102
Por su parte, la Corte IDH entendió explícitamente que la “perspectiva de género”
implicaba tomar en cuenta al momento de reparar a las víctimas “impactos diferenciados
que la violencia causa en hombres y mujeres”.103 Asimismo, indicó que las reparaciones
con perspectiva de género deben: i) cuestionar y estar en capacidad de modificar a través de
medidas especiales el status quo que causa y mantiene la violencia contra la mujer y los
homicidios por razones de género; ii) constituir claramente un avance en la superación de
las desigualdades jurídicas, políticas y sociales, formales o de facto, que sean injustificadas
por causar, fomentar o reproducir los factores de discriminación por razón de género, y iii)
sensibilizar a los funcionarios públicos y la sociedad sobre el impacto de los factores de
discriminación contra las mujeres en el ámbito público y privado.104 Finalmente, a la hora
de capacitar a los funcionarios y a la población, señaló que adoptar una “perspectiva de
género” implica desarrollar “capacidades para reconocer la discriminación que sufren las
mujeres en su vida cotidiana”.105
No obstante, la mayoría de los criterios correspondientes a la “perspectiva de género” son
implícitos en la sentencia. A lo largo de ésta, encontramos diversas manifestaciones de esa
“perspectiva de género”: i) al indicar que el deber de los Estados de debida diligencia al
investigar, de manera similar al de prevención, debe ser efectivo y que dicha obligación
tiene alcances adicionales al tratarse de “una mujer que sufre una muerte, maltrato o
afectación a su libertad personal en el marco de un contexto general de violencia contra las
mujeres”;106 ii) al señalar que las líneas de investigación no “tuvieron en cuenta el
contexto de violencia contra la mujer en el que se desenvolvieron las ejecuciones de las tres
víctimas” y que la ineficacia judicial “frente a casos individuales de violencia contra las
mujeres propicia un ambiente de impunidad que facilita y promueve la repetición de los
hechos de violencia en general y envía un mensaje según el cual la violencia contra las
mujeres puede ser tolerada como parte del diario vivir”;107 iii) al destinar un apartado en
su sentencia relativo al incumplimiento del Estado de su deber de no discriminación
contenido en el artículo 1o. de la Convención Americana, e identificar ciertas conductas de
las autoridades que sumadas al contexto en Ciudad Juárez reproducen “la violencia que se
pretende atacar”, sin perjuicio de que dichas conductas constituyen “en sí misma[s] una
discriminación en el acceso a la justicia”,108 y iv) al hacer referencia a los estereotipos
injustificados de género entendiéndolos como “una pre-concepción de atributos o
características poseídas o papeles que son o deberían ser ejecutados por hombres y
mujeres” y no sólo por mujeres, y considerándolos como “una de las causas y
consecuencias de la violencia de género en contra de la mujer”.109
Sin embargo, donde se observa una progresión en la jurisprudencia de la Corte IDH es en el
apartado de las reparaciones. El tribunal por primera vez consideró que las reparaciones
deben tener casos análogos donde se identifique la existencia de una “discriminación
estructural” una “vocación transformadora” de la realidad, de forma que éstas no sólo
tengan
un efecto “restitutivo sino también correctivo” y “se orienten a identificar y eliminar los
factores causales de discriminación”.110 Asimismo, para evaluar si los actos jurídicos,
políticas y acciones de los Estados orientadas a reparar con dicha “vocación
transformadora” efectivamente reparan a las víctimas, la Corte IDH hizo referencia a la
posibilidad de que dichas medidas se evalúen mediante indicadores estructurales e
indicadores de resultado.111 Es deseable que la Corte IDH utilice este tipo de indicadores
al momento de supervisar el cumplimiento de los resolutivos de la sentencia. Finalmente,
dentro del apartado de reparaciones, la Corte IDH ordenó diversas medidas concretas de
reparación que incorporan la “perspectiva de género” al tomar en cuenta el impacto
diferenciado que la violencia causa a las mujeres.

2. El alegado feminicidio
Para los medios de comunicación, la Corte IDH al analizar este caso responsabilizó al
Estado mexicano por “feminicidios”. Esto es un tanto incorrecto. La Corte IDH catalogó
este caso dentro de los “homicidios de mujeres por razones de género”,119 dejando un
poco de lado el término “feminicidio”:
En el presente caso, la Corte, a la luz de lo indicado en los párrafos anteriores, utilizará la
expresión “homicidio de mujer por razones de género”, también conocido como
feminicidio.
[…]
Para efectos de este caso, la Corte considera que, teniendo en cuenta la prueba y
argumentación sobre prueba obrante en el expediente, no es necesario ni posible
pronunciarse de manera definitiva sobre cuáles homicidios de mujeres en Ciudad Juárez
constituyen homicidios de mujeres por razones de género, más allá de los homicidios de las
tres víctimas del presente caso. Por esta razón, se referirá a los casos de Ciudad Juárez
como homicidios de mujeres, aunque entienda que algunos o muchos de éstos pueden haber
sido cometidos por razones de género y que la mayoría han ocurrido dentro de un contexto
de violencia contra la mujer.120
Para algunas personas esto podría considerarse como un punto débil de la sentencia y una
manifestación de no haber adoptado a plenitud una “perspectiva de género”. Considero que
la decisión del tribunal fue acertada, aunque un poco confusa en su forma de expresarla, y
que la decisión apeló a la univocidad de los términos “homicidio” y “discriminación por
razón de género”
Los representantes alegaron que el caso concreto era un caso de “feminicidio”. Para ello
dicho concepto significa “una forma extrema de violencia contra las mujeres; el asesinato
de niñas y mujeres por el sólo hecho de serlo en una sociedad que las subordina”.121 Por
otar parte, del acervo probatorio se desprendió que el Estado mexicano había definido en su
legislación el concepto de “violencia feminicida” con algunas consecuencias jurídicas:122

La sentencia de Campo Algodonero:


¿de qué justicia hablamos?
Si bien la sentencia de Campo Algodonero en sí misma representa un importante logro en
la
lucha por la visibilización y nombramiento de la violencia feminicida en México y un paso
hacia la búsqueda de justicia, a más de diez años de la sentencia resulta necesario hacer una
revisión sobre el alcance de las medidas de reparación y el enfoque bajo el cual fueron
pensadas.

Si bien la Corte contempló una reparación integral centrada en las víctimas y que tomara en
cuenta el carácter estructural y sistemático de violencia y discriminación hacia las mujeres,
el Estado mexicano, en palabras de Claire Moon, tramitó nuevamente la impunidad y
comenzó un proceso de simulación ante la incapacidad de alcanzar la justicia.19 Es decir,
las
autoridades mexicanas privilegiaron la distracción de la opinión pública, quisieron acallar
el
problema y, simultáneamente, controlar de alguna manera las reacciones creativas o
diferentes a lo interpretado por el gobierno o por la misma Corte.
En este sentido, las respuestas del gobierno mexicano han sido, por decir lo menos,
incompletas. Fue hasta 2015 cuando autoridades de Chihuahua publicaron un documento en
el que rendían cuentas sobre el estado del cumplimiento de la sentencia y se especificaba
que
las disposiciones cumplidas se referían a la construcción del memorial, al reconocimiento
de
la responsabilidad internacional, al pago de indemnizaciones y la creación de una página
que
reunía la información personal de mujeres desaparecidas y asesinadas en Chihuahua.
Al enumerar los resolutivos pendientes se encuentra que todos ellos corresponden a
medidas
que estaban especialmente pensadas para transformar la estructura misógina y de
discriminación por razones de género que permitieron en un primer momento la existencia
de la violencia feminicida, es decir, el combate a la impunidad con la identificación de los
culpables de los asesinatos de Brenda Esmeralda, Laura Berenice y Claudia Ivette, de las
autoridades que incurrieron en irregularidades en la investigación y los hostigadores de
familiares de las víctimas. Tampoco hubo un ejercicio transparente sobre los cursos de
capacitación en perspectiva de género a autoridades.20
En 2013 la Corte Interamericana publicó un informe donde se realizaba la supervisión
oficial
del cumplimiento de la sentencia. En éste se externa en primer lugar la preocupación
relativa
a que, a cuatro años de la sentencia, no se había procesado a los culpables de los asesinatos
de ninguna de las tres víctimas. En cuanto a la investigación de funcionarios públicos que
incurrieron en irregularidades y negligencia, la Corte concluyó que a pesar de que el Estado
reportó que había llevado a cabo un conjunto de actos sancionatorios de índole
administrativa, no se dejaba claro qué conductas fueron multadas ni quiénes o cuántos
funcionarios fueron sancionados.21
En cuanto a la disposición para estandarizar los protocolos, manuales, criterios
ministeriales
de investigación, servicios periciales y de impartición de justicia, utilizados para investigar
los delitos que se relacionen con desapariciones, violencia sexual y homicidios de mujeres,
la Corte consideró que el Estado había cumplido. Sin embargo, hoy en día este tema sigue
vigente ya que, por dar un ejemplo, en 2018 el Mecanismo de Seguimiento de la
Convención
de Belém do Pará (MESECVI) publicó un documento con una Ley Modelo Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la muerte violenta de mujeres
(Femicidio/Feminicidio). En dicha ley se destina un capítulo a la revisión de los principios
rectores que deben estar presentes en las investigaciones de muertes violentas de mujeres y
niñas y, a través de su análisis, queda claro que aún hay mucho por hacer en el contexto
mexicano, no sólo en los sustancial, sino también en lo formal.
Sobre la adecuación del Protocolo Alba a los principios básicos como la implementación de
búsquedas de oficio y sin dilación alguna, cuando se presenten casos de desaparición, como
una medida tendiente a proteger la vida, libertad y la integridad personal de la persona
desaparecida, la Corte encuentra que el Estado no presentó la información suficiente para
demostrar su cumplimiento. De hecho, en los comentarios finales del 9° Reporte periódico
de México ante la CEDAW en 2018, el Comité de la CEDAW sigue recomendando al
Estado
mexicano que “simplifique y armonice los procedimientos a nivel estatal para activar la
Alerta Amber y el Protocolo Alba para acelerar la búsqueda de mujeres y niñas
desaparecidas, y adoptar políticas y protocolos específicos para mitigar el riesgo asociado
con la desaparición de mujeres y niñas, como el feminicidio y el tráfico de personas en
mujeres y niñas para la explotación sexual y el trabajo forzado”.22
Como penúltima disposición, encontramos el tema de la implementación de programas y
cursos permanentes de educación y capacitación en derechos humanos y perspectiva de
género dirigidos a funcionarios públicos. El Estado mexicano informó que, entre enero de
2011 y septiembre de 2012, la Procuraduría realizó 35 cursos, seminarios, talleres y
conferencias con dicho objetivo y la Corte estimó lo anterior como conforme a lo
estipulado. 28 No obstante, es importante enfatizar que no hay un sustento suficiente para
aseverar que estas actividades tuvieron efectivamente un resultado positivo en el actuar de
quienes tomaron estos cursos o asistieron a las conferencias, pues no se contemplaban
ningún tipo de ejercicio de evaluación ni seguimiento del impacto de tales capacitaciones.
Sobre la disposición referente a la creación de contenidos educativos que promuevan la
eliminación de la violencia de género y roles negativos sobre el papel de las mujeres, el
Estado mexicano informó sobre estrategias adoptadas a nivel nacional, estatal y local a
través de talleres, libros de texto, clases de educación sexual e, inclusive, programas de
radio. La Corte avaló dichas acciones como un cumplimiento acorde al fallo de 2009. Un
tema interesante sería preguntarnos si estos materiales y estrategias, al igual que la
capacitación a personas funcionarias, ha tenido un impacto positivo en la eliminación de la
violencia de género contra las mujeres.

Referencias
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culturales. OEA/Ser. L, 2, 132.
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Femicide. In online]. Presented at “Women Working to Make a Difference”, IWPR’s
Seventh International Women’s Policy Research Conference, June. Available from:<
http://www. iwpr. org/pdf/Bull_SabrinaDenney. pdf>[Accessed: 5 May 2011].
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https://www.uaeh.edu.mx/xiii_congreso_empoderamiento_fem/documentos/pdf/C013.pdf
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Contra de la Mujer, Comentarios Finales al 9° Reporte Periódico de México ante de la
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content/uploads/2018/07/INFORME_CEDAW_MEXICO_2018_ENGLISH.pdf.
Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. In Cámara de
Diputados del H. Congreso de la Unión. Secretaría General. Secretaría de Servicios
Parlamentarios. Estados Unidos Mexicanos.
Moon, C. (2012). ‘Who’ll Pay Reparations on My Soul?’1 Compensation, Social Control
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Uprimny, R., & Saffon, M. P. (2009). Reparaciones transformadoras, justicia distributiva y
profundización democrática. Reparar en Colombia: los dilemas en contextos de conflicto,
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Subcomisión De Coordinación y Enlace para Prevenir y Erradicar La Violencia Contra Las
Mujeres En Ciudad Juárez, Informe sobre el estado que guarda el cumplimiento de la
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otras (“Campo Algodonero”) Vs. México, [en línea], México, 2015, Dirección URL:
https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/91558/Informe_de_la_Sentencia_Campo
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Van Scoit Martínez, A. (2019) El caso de Campo Algodonero: acercamientos alternativos
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Vázquez Camacho, S. (2011). El caso "campo algodonero" ante la Corte Interamericana de
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en 17 de diciembre de 2021, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1870-46542011000100018&lng=es&tlng=es.

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