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Presentación del programa
Las razones por las que les proponemos un Seminario sobre filologías
(latino)americanas tiene que ver con un imperativo político (pensar lo latinoamericano)
pero también, tal vez, con un mood: el cansancio o el agotamiento. Voy a detenerme en
esos dos aspectos. Estamos un poco hartos de andar persiguiendo paradigmas nuevos
de lectura porque los anteriores ya no nos sirven. Es como andar diciendo que todo ese
tiempo pasado uno anduvo mal vestido y que ahora es mejor abrazar una nueva moda
que, bien pronto, se demostrará ella misma anticuada. Necesitamos una teoría un poco
más radical de lo moderno que meramente comprarnos algo “nuevo” en el mercadito de
saldos académicos.
Hasta hace algunos años, a tods nosotrs nos sorprendía que las Facultades de
Letras, en Europa, se llamaran todavía “de Filología”. Era como si se negaran,
pensábamos, porque nos creíamos listos, a aceptar la decadencia de esa disciplina y a
1
Más adelante nos referiremos a la Gramatiquinha da fala brasileira de Mário de Andrade, donde (es
evidente desde el título) la “gramatiquinha” se desentiende de la división oral/ escrito.
abrazar la causa de las ciencias del lenguaje o de las ciencias del texto (una vez tuvimos
una alumna francesa en Literatura del Siglo XX. Venía de la Sorbona y llegado el
momento del parcial se nos acercó llorando: ¡ella nunca había leído a Foucault en sus
cursos de literatura!).
Al armar el programa de trabajo quise recuperar una tradición que en nuestra
formación había sido silenciada u olvidada. En el programa del seminario eso quedaba
dicho a través de unas palabras de Mínima moralia: el conocimiento de la historia debe ir
más allá́ de «la desdichada linealidad de la sucesión de victoria y derrota» y abordar «lo
que no ha intervenido en esta dinámica, quedando al borde del camino» 2. La elección de
esa figura era para nosotros importante: la filología, bien mirada, nunca fue derrotada.
Pero fue dejada “al borde del camino”. Y nosotrs, que cuando fuimos jóvenes accedimos a
los mismos entusiasmos de nuestrs maestrs, empezamos abrazando la causa de las
ciencias del lenguaje, la semiología, el estructuralismo.
Paso al singular: mis maestrs fueron Enrique Pezzoni (que me enseño a leer en
términos de texto), Beatriz Sarlo (que me enseñó a leer en términos de instituciones) y
Elvira Arnoux (que me enseñó a leer en términos de discurso). Ninguno de ells consideró
necesario recurrir a los saberes filológicos (locales o globales).
Nos entrenamos en el meccano del método formal y pensábamos que el cielo
estaba a nuestro alcance por esa vía (y sólo por esa). Recuerdo haberme reído más de
una vez de la “almendra poética” de Amado Alonso (cuando, en realidad, es casi lo mismo
que la “dominante” o la “literaturidad” de los formalistas rusos).
Ni siquiera Elvira Arnoux, que es hoy la lideresa del movimiento glotopolítico,
consideró necesario aconsejarnos que pusiéramos en perspectiva histórica nuestros
aprendizajes. Y no porque para ella (o para Beatriz o para Enrique) la historia no jugara
un papel decisivo en la dimensión de los estudios literarios y lingüísticos, sino porque
daba por sentado que éramos capaces de dar por nuestra cuenta con esa evidencia.
Nosotros pasamos a enseñar lo mismo que habíamos aprendido de nuestrs
maestrs. En los cursos de teoría literaria nos condenábamos colectivamente al formalismo
ruso y al análisis estructural de los relatos sin querer reconocer que la Morfología del
cuento de Vladimir Propp era un estudio filológico con todas las letras.
En toda mi carrera yo no leí ni uno solo de los textos capitales de la filología
novomundana y en todos mis años de enseñanza (hasta hace dos años) jamás di a leer el
El deslinde o los demás textos que discutiremos con ustedes 3. Hice mis propios manuales
2
Adorno, T. W. (1951). Minima moralia. Madrid, Taurus, 1998, pág. 151
3
Hay, probablemente, una coartada política para esas omisiones. Hijs como somos de la democracia,
comprobamos con dolor que muchos de los cultores de la filología criolla habían sido cómplices de la
dictadura. Y para no tener que mencionar ese escándalo, directamente no los frecuentamos ni los dimos
de literatura para la escuela media sin haber siquiera hojeado los de Alonso y Henríquez
Ureña. Si me detengo en estos pormenores no es por fruición autobiográfica sino para
que sepan que somos conscientes de nuestras contradicciones y que queremos saldar
deudas.
Pero así como hay cosas olvidadas al borde del camino, a veces aparecen piedras
“en el medio del camino” (Carlos Drummond de Andrade, volveremos sobre ese texto). El
shock moderno es llevado a la pura negatividad para producir lo nuevo, sea. Pero esa no
es la única perspectiva.
No sabría ahora decir en qué momento empecé a soportar mal esos índices de un
cierto agotamiento de los aprendizajes que había hecho, de la felicidad infantil en la que
habíamos vivido, de una manera de pensar la relación entre los lenguajes (o los
discursos), lo mundano y lo universal. En todo caso, yo estaba dando cursos de literatura
mundial y comparada y, de pronto, la expresión “expresión americana” se me aparecía,
abandonada, al costado del camino (porque yo había hecho un desvío para esquivar la
piedra que estaba en el medio).
Acelero: empezamos a definir un punto de vista glocal (al mismo tiempo local y
global) para leer las literaturas europeas (a las que tratábamos, para devolver un gesto
imperial, como literaturas indígenas). Cuando me pidieron que armara una maestría en
esta casa de estudios no tuve dudas: tenía que ser en estudios literarios
latinoamericanos. Y después la Cátedra de “estudios filológicos latinoamericanos”.
Volvemos a los estudios filológicos después de todos los desarreglos posibles
(Benveniste, Barthes, Deleuze, Lacan, Lukács, Althusser, Rancière, Kristeva, Mukarovsky,
pero también Silviano Santiago, Ángel Rama, Cecilia Palmeiro, a quienes ustedes han
leído en cursos previos).
*
Sabemos que Baudelaire definió lo moderno en relación con una tensión insoluble:
Todo Benjamin, como saben, deriva un poco de esa frase. Para Baudelaire la
modernidad es una experiencia del presente: la mitad del arte se corresponde con esa
experiencia del presente (de lo transitorio y lo contingente: de la vida mundana), la otra
mitad es lo eterno e inmutable (lo que no supone una experiencia del presente).
A cada momento histórico le corresponderá una cierta modernidad, entonces, que
al ser equivalente de una experiencia del presente, bien puede entenderse como una
forma de vida.
Esa oposición entre lo transitorio y lo eterno es, no podemos ocultarlo, platonizante.
Una mala lectura (platonizante) de Baudelaire podría sugerir que hay que superar la
dimensión de lo contingente para llegar a la dimensión de lo eterno (no es exactamente lo
que dice Baudelaire, sin embargo).
En su Proust5, Curtius (uno de los grandes filólogos del mundo) se refiere al asunto
en los siguientes términos. Proust es el gran novelista del perspectivismo. Ustedes
pueden leer lo mismo en un fragmento de Auerbach que Diego Bentivegna tradujo para
nosotrs:
Es, de alguna manera, lo que plantearemos más abajo a partir de Jakob von
Uexküll y la proposición de “mundillos” que de ahí derivamos, y de las precisiones de
Bessière sobre la literatura mundial y comparada que tienen que hacer en esta primera
5
Curtius, Ernst Robert. Marcel Proust y Paul Valery. Losada, 1941, págs 123 y siguientes.
semana.
El gran desafío para esos filólogos del mundo era despejar el perspectivismo del
subjetivismo y el relativismo absoluto. Curtius diferencia, precisamente al perspectivismo
del relativismo universal (todo es relativo) en el sentido de escepticismo (nada importa) y
prefiere pensar un relacionismo: “que todo sea relativo significa que todo tiene
importancia, que toda perspectiva se halla justificada”. Curtius explica así el
perspectivismo:
Ese relativismo según el cual cada punto de vista subjetivo nos da un objeto nuevo, se
transforma en “un nuevo objetivismo que multiplique las dimensiones de lo existente
y del conocimiento, extendiendo el dominio de las verdades. Y gracias a este
perspectivismo, la conciencia en formación del siglo XX vencerá al relativismo del XIX”
(133)
Lejos de coincidir con un subjetivismo del todo vale (“es mi opinión”), ese
relativismo se transforma en un nuevo objetivismo.
En todo caso, lo estamos viendo, lo moderno se juega en la tensión entre lo
mundano y in-mundano (dejemos así el neologismo, que nos ahorra largas paráfrasis). El
siglo XIX supone la constitución de catálogos (el catálogo universal o estatal: el museo, el
origen de las especies, también el arte, el realismo como catálogo, las gramáticas:
Bello: volveremos sobre esto). La filología decimonónica, que es la presuntuosa
culminación de las tradiciones filológicas que vienen del siglo XV sostiene el dictum
terrible:
9
Lo que invalida, claro está, las temporalidades de Anderson y la idea de que el Tercer Mundo es
subsidiario de un “canon atrasado”.
10
Duval, Frédéric. “A quoi sert encore la philologie? Politique et philologie aujourd’hui”, Laboratoire italien, 7
(2007), págs. 17-40.
11
Barth, John. “The Literature of Exhaustion”, The Atlantic Monthly, 220: 2 (agosto de 1967). Traducción de
Jaime Alazraki.
que conviene llamar mejor la “integración operativa de lo disponible” al incipiente
mercado mundial. La filología acompañó ese itinerario y conviene no olvidar ese
rasgo, para poder pensar su posible nuevo alcance político desde cero.
Peter Sloterdijk tiene, entre muchas otras cosas, una teoría sobre la globalización:
En el mundo interior del capital. Para una teoría filosófica de la globalización 12, que es
continuación de Esferas. Detengámonos en uno de sus señalamientos:
El presente ensayo está dedicado a una empresa que no se sabe bien si llamar
intempestiva o imposible. En tanto que recapitula la globalización terrestre, se propone
suministrar, mediante un gran relato inspirado filosóficamente, esbozos para una teoría del
presente (…). Un intento así resulta intempestivo a la vista del consenso dominante entre
los intelectuales desde hace una generación: que precisamente tales relatos, los
llamados grandes, habrían acabado de una vez por todas. Esta opinión no procede en
absoluto de la nada. Se apoya en la plausible convicción de que, a pesar de que
quisieran construir a lo grande y general el curso de la «historia», los relatos conocidos
de este tipo poseían rasgos insuperablemente provincianos; de que, dominados por
prejuicios deterministas, introdujeron furtivamente en el curso de las cosas
proyecciones finalistas de una desvergonzada linealidad; de que, debido a su
eurocentrismo incorregible, estaban conjurados con el pillaje colonialista del
mundo; de que, debido a que, de modo claro o encubierto, propugnaban una historia
de la gracia o de la salvación, contribuyeron a ocasionar desgracias profanas a gran
escala; y de que ahora, finalmente, habría que instaurar un pensamiento de índole
completamente diferente: un discurso sobre asuntos históricos discreto, polivalente, no
totalizador, pero ante todo consciente de su propia condición perspectivista. (págs. 19 y 20)
(Volveremos sobre esto, casi con certeza, cuando leamos algunos artículos de
María Rosa Lida, que estaba diciendo cosas muy parecidas a éstas, sin que nadie la
escuchara del todo). También en la teoría de Sloterdijk la diferencia, o la variación, o la
variante ocupa un lugar central:
12
Madrid, Siruela, 2007. Traducción de Isidoro Reguera.
que el mismo Sloterdijk razona, y que ustedes podrán relacionar muy fácilmente con el
manifiesto de Ottmar Ette “La filología como ciencia de la vida”.
En su vasta síntesis filosófica, Esferas (I: Burbujas, II: Globos, III: Espumas13),
Sloterdijk parte de la leyenda que dice que Platón habría colocado, a la entrada de su
Academia, un letrero que decía: “Manténgase alejado de este lugar quien no sea
geómetra”.
Eso le permite formular la siguiente equivalencia:
Que la vida es una cuestión de forma es la tesis que conectamos con la vieja y
venerable expresión de filósofos y geómetras: esferas. Tesis que sugiere que vivir, formar
esferas y pensar son expresiones diferentes para lo mismo. De todos modos, la
alusión a una geometría esférica vital sólo tiene sentido cuando se admite que existe una
especie de teoría que sabe más de la vida que la vida misma; y que allí donde hay vida
humana, sea nómada o sedentaria, surgen globos habitados, ambulantes o estacionarios,
que en cierto sentido son más redondos que todo lo que puede dibujarse con círculos.
Los libros que siguen están dedicados al intento de sondear las posibilidades y límites del
vitalismo geométrico14.
*
En una de las epifanías incluidas en El Cristo de la rue Jacob15, Severo Sarduy
define “La estrategia de la garrapata”:
La garrapata, decía Roland Barthes, que extraía el dato de dios sabe qué libertino
manual de entomología- espera a veces años y años, trepada a la rama de un árbol y en
estado de somnolencia, o de coma ligero, hasta que pase por debajo un codiciado animal
de sangre caliente.
13
Esferas I (1998). Madrid, Siruela, 2003. Traducción de Isidoro Reguera. Esferas II (1999). Madrid,
Siruela, 2004. Traducción de Isidoro Reguera. Esferas III (2004). Madrid, Siruela, 2006. Traducción de
Isidoro Reguera.
14
Hay que admitir que ésta es una configuración bastante extremada de teoría y vida. La hybris de este
palnteamiento quizá se haga más soportable, o más comprensible al menos, si se recuerda que sobre la
Academia había una segunda inscripción, de sentido oculto y humorístico, que decía: se excluye de este
lugar a quien no esté dispuesto a implicarse en asuntos amorosos con otros visitantes del jardín de los
teóricos. Ya se adivina: también esta divisa hay que aplicarla a la vida entera. Quien no quiera saber
nada de construir esferas tiene que mantenerse alejado, naturalmente, de dramas amorosos; y quien
elude el eros se excluye de los esfuerzos por buscar claridad sobre la forma vital (Esferas I, pág. 22 y
23).
15
Sarduy, Severo. Obra completa (edición crítica a cargo de Gustavo Guerrero y François Wahl). Madrid,
ALLCA XX, 1999, pág. 68
Se tira entonces, inmediata y ciega, con la puntería infalible de lo instintivo, y se
incrusta en la piel de su presa, hasta morir, harta de esa jalea negruzca y tibia, saciada al
fin la espera.
La garrapata puede pasarse meses inerte en un arbol, esperando que pase bajo la rama
un animal de sangre caliente (cordero, perro); entonces se deja caer, se agarra a su piel,
chupa su sangre: su percepción es selectiva: la sangre caliente es lo único que conoce del
mundo16.
Pero la referencia de Sarduy dice más que la alusión de Roland Barthes y permite,
por cierto, descubrir al entomólogo libertino que se esconde detrás de ambas referencias.
Se trata de Jakob von Uexküll, quien habia usado en su libro Streifzuge durch
Umwelten von Tieren und Menschen. Ein Bilderbuch unsichtbarer Welten (Andanzas a
través del ambiente de los animales y de los hombres. Un libro de imagenes sobre
mundos invisibles)17, el ejemplo de la garrapata para fundamentar la radical
heterogeneidad de los mundos o ambientes animales.
En contra de la ciencia clásica, que veía un unico mundo que comprendía
dentro de sí a todas las especies vivientes jerárquicamente ordenadas, desde las
formas más elementales hasta los organismos superiores18, von Uexküll
(contemporáneo de la mecánica cuántica y de las vanguardias) propuso, en cambio, una
infinita variedad de mundos perceptivos, “mundillos”, todos igualmente perfectos y
conectados entre sí como en una gigantesca partitura musical y, a pesar de ello,
incomunicados y recíprocamente excluyentes, en cuyo centro están pequeños seres
familiares y, al mismo tiempo, remotos, que se llaman Echiinus esculentus, Amoeba
terriicola, Siipunculus, Anemonia sulcata, Ixodes ricinus (la garrapata), etc. “La abeja, la
libélula o la mosca que observamos volar cerca de nosotros en un día de sol, no se
mueven en el mismo mundo en que los observamos ni comparten con nosotros -o
entre ellos- el mismo tiempo y el mismo espacio”19.
16
Barthes, Roland. Lo obvio y lo obtuso. Barcelona, Paidós, 1986, pág. 309
17
Hamburgo, Rowohlt Taschenbuch Verlag, 1956 (19341)
18
La Filología del Siglo XIX operaba de ese modo.
19
Agamben, Giorgio. Lo abierto. El hombre y el animal. , pág. 80
20
Umgebung es el espacio objetivo en el que nosotrs vemos moverse a un ser viviente; Umwelt (mundo
asociado) es el ambiente o ecología que está constituido por una serie más o menos amplia de
elementos. Von Uexküll los llama Bedeutungsträger (portadores de significado) o Merkmalsträger
(portadores de función).
Roland Barthes pone el acento en lo heterotópico de los espacios habitables (la
“percepción selectiva”), Sarduy subraya el carácter somnoliento o comatoso de la
existencia del parásito antes de su desinhibición, y su muerte, una vez agotada su
función. Ese carácter comatoso es lo que Heidegger llamó aturdimiento en el momento
en que pensó la Stimmung como modo existencial fundamental a través del cual el
Dasein se abre a si mismo. “Ser en una Stimmung –añade Heidegger– no comporta
ninguna referencia primaria a lo psíquico: no se trata de un estado interior que se
exteriorizaría misteriosamente para colorear las cosas y las personas” 21.
21
Citado por Agamben, Giorgio. La potencia del pensamiento. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, pág 102
22
Veremos algunas proposiciones muy típicas de la estilística del texto poético (de Amado Alonso a
Raimundo Lida, pasando por Spitzer, naturalmente) que insisten en la relación entre lenguaje poético,
orden y desorden.
23
Cfr. Heredia, Juan Manuel. “Deleuze, von Uexküll y «la Naturaleza como música»”, A Parte Rei. Revista
de filosofía, 75 (mayo de 2011). Cfr. también Muñoz Gutiérrez, Carlos. El paisaje habitado. Madrid, La
línea del horizonte ediciones, 2015
Nuestro “mundillo”, nuestro punto de vista es pues, muy diferente del de los teleólogos.
Como ustedes saben, al mismo tiempo que Marx notaba el carácter autodestructivo del
capitalismo, no podía dejar de admirar su potencia y, muchas veces, es muy dificil separar
la admiración del desprecio.
Karl Marx definió la noción de sistema económico asiático en su análisis sobre la
dominación británica de la India escrito en 1853 e inmediatamente después le añadió la
depredación humana introducida dentro de este sistema por la interferencia colonial de
Inglaterra, su rapacidad y su completa crueldad.
Marx pretendió reconciliar nuestra repugnancia natural hacia los sufrimientos que
padecen los orientales mientras su sociedad se transforma violentamente, con la
necesidad histórica de esas transformaciones:
En este momento, por muy triste que sea desde un punto de vista humano ver a esas
numerosas organizaciones sociales patriarcales, inofensivas y laboriosas desorganizarse y
disolverse en sus elementos constitutivos y lanzarse a un mar de dolor, y observar cómo
sus individuos pierden al mismo tiempo su antigua forma de civilización y sus medios de
subsistencia tradicionales, no debemos olvidar que esas idílicas comunidades
campesinas, a pesar de su aspecto inofensivo, siempre han constituido el sólido
fundamento del despotismo oriental, y han mantenido la razón humana constreñida
dentro de un marco extremadamente estrecho, convirtiéndola en un instrumento dócil de
superstición y en esclava de las reglas admitidas, privándola de toda grandeza y de toda
fuerza histórica [... ].
Es verdad que Inglaterra, al provocar una revolución social en Indostán, solo
actuaba guiada por los más viles intereses, y se comportaba de un modo estúpido para
conseguir sus objetivos. Pero la cuestión no es esa. La pregunta es la siguiente: ¿puede la
humanidad cumplir con su destino sin una revolución fundamental en el estado social
asiático? Si no es así, cualesquiera que hayan sido sus crímenes, al provocar esta
revolución, Inglaterra estaba siendo un instrumento inconsciente de la historia. En ese
caso, por mucha tristeza que podamos sentir ante el espectáculo del desmoronamiento de
un mundo antiguo, tenemos el derecho de exclamar con Goethe:
Entre nosotrs (la inteligencia novomundana), Lezama Lima propuso una noción
poderosísima, la de eras imaginarias (que revisaremos en una sesión del seminario), que
permiten dar vuelta como un guante el historicismo positivista del siglo XIX y su desdén
por lo viviente americano, cuyos más graves exponentes seguirán siendo la obra de Hegel
y la de sus sucesores (Marx y Engels, entre ellos).
En su Histoire naturelle (1749-1788), el conde de Buffon (sí, el mismo que dijo que
“el estilo es el hombre”, es decir: un estilista ilustrado) señala sobre América (volumen 5,
1766): la inexistencia de grandes animales, la decadencia de los animales domésticos
importados (caballos, perros) a causa de la humedad excesiva del ambiente, la
podredumbre y la autogeneración de parásitos.
En América, por tanto, la Naturaleza animada es más débil, menos activa y más
circunscrita en la variedad de sus producciones; pues percibimos, por la mera
enumeración de animales americanos, que el número de especies no sólo es menor, sino
que, en general, todos los animales son mucho más pequeños que los del Viejo
Continente. Ningún animal americano se puede comparar con el elefante, el rinoceronte,
el hipopótamo, el dromedario, el camelopardo [jirafa], el búfalo, el león, el tigre, etc25.
Por supuesto, la naturaleza no iba a ensañarse sólo con los animales, también con
los nativos americanos:
En el salvaje, los órganos de generación son pequeños y débiles. No tiene pelo, ni
barba, ni ardor por la mujer. Aunque más ágil que el europeo, porque está más
acostumbrado a correr, su fuerza no es tan grande. Sus sensaciones son menos
agudas; y sin embargo es más tímido y cobarde. No tiene vivacidad, no tiene
actividad mental.
30
Según Hegel, “en la existencia de un pueblo, el fin esencial es ser un Estado y mantenerse como tal: un
pueblo sin formación política [...] no tiene propiamente historia; sin historia existían los pueblos antes de
la formación del estado, y otros también existen ahora como naciones salvajes” (Georg. W. f. Hegel,
Enciclopedia de las ciencias filosóficas, México, Juan Pablos, 1974, § 549, p. 372).
dejaba abierta una problemática que, como tal, escapaba a la filosofía, pero no
necesariamente a la política.
En sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal interpreta el espacio
americano como vacío, un desierto:
Para que un estado adquiera las condiciones de existencia de un verdadero estado es
preciso que no se vea sujeto a una emigración constante y que la clase agricultora,
imposibilitada de extenderse hacia afuera, tenga que concentrarse en ciudades e
industrias urbanas. Sólo así puede producirse un sistema civil y ésta es la condición para
que exista un estado organizado (Lecciones sobre la filosofía de la historia universal,
Madrid, Revista de Occidente, 1974, p. 176).
31
Cfr. para las relaciones de Hegel y América Latina: Aricó, José. Marx y América Latina.
32
El Bolívar de Marx (“Bolívar y Ponte”, 1858) es militarmente inepto y cobarde, y debía todos sus éxitos a
otros militares como Páez o Sucre, y en su faz política era partidario de una dictadura aristocrática. En
carta a Engels, fechada el 14 de febrero de 1958, Marx escribe: ""Simón Bolívar es el canalla más
cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque". Soulouque, también llamado Faustino I,
era un déspota ambicioso que fue erigido emperador de Haití en 1849 y gobernó hasta 1859. En otra
carta de 1860, Marx escribe: “La fantasía popular es fuerza creadora de mitos que en todas las épocas
ha probado su eficacia inventando grandes hombres. Simón Bolívar es el ejemplo más notable”. Cfr.
Cuadernos de pasado y presente, 30.
33
“Para elucidar el campo simbólico del barroco, la "retombée" se define como oposición de dos formas -el
círculo de Galileo y la elipse de Kepler-, y sumariamente, como marca de otra oposición -la de dos
teorías cosmológicas actuales: el big bang y el steady state-, en unas pocas obras de hoy” (pág. 147).
34
(Aricó, pág. 165)
Hacer venir lo innombrable y lo desarraigado es una apuesta al
porvenir, una exigencia. El corolario ético de esta exigencia nos
permitirá, tal vez, interrogar ese “Barroco que recusa toda
instauración” desde una perspectiva adecuada a nuestro tiempo.
El “Barroco de la revolución” (en Barroco) equivale a la “Agudeza
del pueblo” (en Escrito sobre un cuerpo)35.
*
Me doy cuenta de que esta entrada al programa fue tal vez demasiado larga y tal vez
demasiado centrada en criticar a Hegel. Les explico por qué: sirve como marco de
comprensión de los textos correspondientes a este tema: Auerbach, Bessière, Ette,
Warren, cuya lectura ustedes harán por vuestra cuenta y si tienen preguntas me las
hacen a través de las plataformas. Se trata, naturalmente, de no atar destino alguno al
destino de lo Único y de los universales que obturan la posibilidad de pensar contra-
subjetividades. Como el predicado fundamental del título del seminario es
“latinoamericanas”, nos pareció necesario situar lo latinoamericano en ese horizonte de
crisis de los universales (y, también, de la modernidad).
Michelle Warren sitúa lo que llama “posfilología” en un horizonte poscolonial,
35
Severo Sarduy. Escrito sobre un cuerpo.
posmoderno y posestructural. Fíjense lo que dice Rosi Braidotti en Metamorfosis:
La posmodernidad está marcada por el regreso de los «otros» de la modernidad: la mujer,
eI Otro sexual dei hombre, eI Otro étnico o nativo del sujeto eurocéntrico y el Otro natural o
terrestre de la tecnocultura emergen como contrasubjetividades. Dada la ímportancia
estructural de estos «otros» como atrezos [decorados teatrales] que confirman a lo
«mismo» en su posición de sujeto dominante, su «regreso» coincide con una crisis de las
estructuras y de las fronteras de la subjetividad clásica, lo cual desafía sus propios
fundamentos. (Braidotti, 148)
36
Morgenröte. Gedanken uber die moralischen Vorurteile (1881). Aurora. Pensamientos sobre los
prejuicios morales. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 2000 (Introducción, traducción y notas de Germán
Cano).
administrar, distribuir y repartir la verdad originaria de lo griego; una ciencia cuya “actitud
espiritual” habría sido el encubrimiento del pasado 37.
En las notas de preparación para la lección inaugural de Basilea sobre Homero y la
filología clasica (1869), Nietzsche distingue dentro de la ciencia que va a profesar dos
posibilidades o dos fines: los de la filología universitaria y los de la formación clásica. La
concepción de la primera refleja el estado al que ha llegado la filología a partir del impulso
de Wolf38 y de Ritschl: el estudio sistemático y crítico de la lengua transmitida por los
textos y el estudio de la historia y de las llamadas ciencias auxiliares como la epigrafía, la
numismática, la arqueología39.
La segunda, en cambio, está representada por las tendencias humanísticas de
Lessing, Winckelmann, Humboldt, Goethe y Schiller, quienes ven en el conocimiento y
asimilación de la antigüedad el establecimiento de un modelo de existencia humana
perfecta y que expresa el adjetivo kalokagathos40.
La primera es ciencia pura. La segunda es estética y ética. La primera es
conocimiento positivo; la segunda, saber intempestivo. Como no podía ser de otra
manera, el joven Nietzsche considera el ethos como el verdadero fundamento de la
filología y por eso toma partido contra la ciencia. Anterior a la lógica de la ciencia e incluso
anterior a la lógica del historicismo en el que abreva la ciencia filológica, está la óptica de
la vida, como escribirá en El nacimiento de la tragedia...
Al tomar partido por la filología ética y no por la científica, lo que le vale la censura
de sus contemporáneos y la ruina de su carrera universitaria 41, Nietzsche encuentra en la
37
Gutiérrez Girardot, Rafael. Nietzsche y la filología clasica. La poesía de Nietzsche. Bogotá,
Panamericana Editorial, 2000. Apéndice: Nietzsche, F. Homero y la filología clasica (traducción de R.
Gutiérrez Girardot)
38
Nietzsche sitúa el surgimiento de la filología como ciencia en las obras de R. Bentley y adjudica el
término a F. A. Wolf. En uno de las notas para Nosotros los filósofos se lee: “3 [2] El ocho de abril de
1777, en el que F. A. Wolf inventó para sí mismo el nombre stud. philol., es la fecha del nacimiento de la
filología”. Cfr. Nietzsche, Friedrich. Nosotros los filólogos. Madrid, Biblioteca Nueva, 2005. Ed. de J. L.
Puerta. Sin embargo, la labor de Wolf “no fue comprendida del todo, pues no llegó a desarrollarse un
agresivo elemento activo como el que asumieron los filólogos-poetas del Renacimiento. La libertad fue a
beneficio de la ciencia, no del hombre.” (op.cit., fragmento 5 [107]
39
Nota 167 para Nosotros los filólogos: “Los filólogos que hablan de su ciencia no tocan a sus raíces,
nunca ponen la filología como problema. ¿Mala conciencia o falta de inteligencia?”. op.cit.
40
En su primera lección de Introducción al estudio de la filología clasica (verano de 1871), Nietzsche
recomienda a sus alumnos: "Uno de los medios más importantes para fomentar el conocimiento
filológico es ser hombre moderno y familiarizarse con los grandes, Lessing, Winckelmann, Goethe,
Schiller" (citado por Gutiérrez Girardot, op.cit.)
41
El gran helenista Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff censuró hasta la diatriba El nacimiento de la
tragedia.. en un panfleto que puso bajo el título Zukunftsphilologie!, “Filología del futuro”, palabra formada
a partir de Zukunftsmusik, “música del futuro”, que en alemán indica vaguedad, utopía, especulación
inconsistente y extravagante. Cfr. Wilamowitz-Moellendorff, Ulrich. Zukunftsphilologie! Eine erwidrung
auf F. Nietzsches ... "Geburt der tragödie". Berlin, Leipzig, 1872. Disponible en:
http://works.bepress.com/r_gould/45: "Pero una cosa exijo: cumpla su palabra el Señor Nietzsche,
empuñe el cetro de Dionysos, vaya de India a Grecia, pero descienda de la cátedra desde la que debe
enseñar ciencia".
materialidad filológica una noción de vida: la vida por la vida misma, el puro instinto de
existir (lo que Nietzsche llamó "la inocencia del devenir" y que contrapuso al "orden moral
del mundo" kantiano42). Leerán en Ette una actualización de ese principio.
an the State of Critique” en homenaje al 25º aniversario de la revista Exemplaria (Austin, Texas: 9-12 de
febrero de 2012). Disponible en https://www.academia.edu/5139333/Ar-ar-archive.
47
Cfr. Foucault, Michel. El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. Buenos Aires,
Siglo XXI, 2008, trad. Francisca Perujo, pág.195
48
Cfr. Foucault, Michel. Raymond Roussel. Buenos Aires, Siglo XXI, 1976, trad. Patricio Canto, pág. 50
49
Spitzer Leo (1948). “Art du langage et linguistique” (traducción de Michel Foucault) en Starobinski, Jean
(ed.) Etudes de style. Paris, Gallimard, 1970. Las razones de ese gesto son poco claras, pero en todo
caso, “can only be understood as a specific intellectual gesture in order to say something he was
otherwise unable to say”. Cfr. de Vugt, Geertjan. “Art du langage et linguistique: On Foucault’s Spitzer”
(mimeo: 2014) y las investigaciones mucho más estimulantes de Diego Bentivegna (cfr. “Ontologías de lo
decisivo que desempeña la filología en una obra tan considerable como la de Georges
Dumézil, en la cual he aprendido tantas lecciones” 50, y los más recientes historiadores de
la filología se detienen en la polémica Barthes-Picard como uno de los momentos de
inflexión de la disciplina51. En el ámbito francés, recién después del centenario de la
muerte de Gaston Paris (2003), los especialistas parecen haber notado que hubo filología
después de Joseph Bédier52.
Hablamos del cansancio: ¿qué paradigma crítico o interpretativo no hemos
intentado sostener? Si finalmente proponemos un retorno a la Filología es porque ninguno
de esos vástagos pudo desembarazarse del todo de una herencia. Negar el nombre de lo
que sigue estando ahí, tachado, ya no nos resulta ni posible ni deseable.
Por eso, hoy nos proponemos descubrir a Deleuze en Amado
Alonso, a Roland Barthes en Raimundo Lida y a Foucault en Alfonso
Reyes. No tanto la linealidad de la historia sino los ritornellos de un
pensamiento sobre el lenguaje, los textos y la vida.
¿Cómo será esa filología que vuelve a nosotrs, en tiempos de peste global, desde
el fondo de las eras, después de Barthes, de Foucault y de Deleuze 53, que la recuperaron
de los los balbuceos de Nietzsche, el “deleuzeano” filólogo loco?
Desembarazada de toda ilusión positivista y causalista, de toda obsesión por el
origen, la posfilología por venir es una filología perspectivista, atenta a la escucha de lo
que en el texto (y también en las imágenes) vive todavía: una chispa de vida, una fricción
oculta en un pliegue, la relación táctil entre el ojo (o la respiración) del que ha escrito y el
ojo (o la respiración) del que lee y mira 54.
singular: Spitzer en Foucault”, mimeo: 2014). En 1984, Toni Negri se refirió a sus tres encuentros con
Foucault, el primero de los cuales fue precisamente con el prologuista de Rousseau y Binswanger y el
traductor de Spitzer (Negri, Toni. “Tres encuentros con Michel Foucault”, disponible en
http://marialuizadiellooutrascompotas.blogspot.com.ar/2012/04/tres-encuentros-con-michel-foucault.html )
50
Lévi-Strauss, Claude. El hombre desnudo. México, Siglo XXI, 1991, Pág. 581
51
Rubio Tovar, Joaquín. La vieja diosa: de la filología a la posmodernidad. Madrid, Ediciones del Centro de
Estudios Cervantinos, 2004, pág. 72: “La influencia de Barthes a la hora de criticar la filología
tradicional fue importante en su momento. Su vinculación al estructuralismo y la semiología (…), su
polémica con Picard tantas veces repetida, lo sitúan en la mayoría de los debates sobre los cambios
experimentados en los estudios literarios”.
52
Desde la “edición de textos” hasta la “crítica genética”, pasando por la stemmatica, pero sobre todo por
la TextKritik, completamente opacada por la hegemónica “French Theory”, tal y como fue codificada en
los Estados Unidos.
53
“Por definición anti-estructural, la filología no podía abandonar al hombre, considerado por las corrientes
anti-humanistas que aparecen en la década de 1960 como un artificio que enmascara las realidades
tangibles generadas por estructuras profundas. No podía, tampoco, acomodarse a la célebre declaración
de Foucault en Las palabras y las cosas (1966): "hoy en día no podemos sino pensar el vacío [vide] del
hombre desaparecido" en Duval, Frédéric. “ A quoi sert encore la philologie? Politique et philologie
aujourd’hui”, Laboratoire italien, 7 (París: 2007), págs. 17-40.
54
Alonso, Amado (1940). Poesía y estilo en Pablo Neruda. Buenos Aires, Sudamericana, 1968, pág. 152:
“Las palabras, ademas de ser unidades de sentido, tienen un peso somático, requieren una
representación sensible de ellas mismas, con su propio sonar, y sobre todo, con la obligada actividad
orgánica para producirlas. No hablo aquí de la actividad de la mano al escribirlas, me refiero a la
actividad de nuestro organismo entero al hablarlas, y en especial a la acción de los órganos
Lo vivo es vivo por su comezón de vivir, de moverse huyendo de la
muerte; pero cada movimiento de lo vivo es un paso de muerte, no solo
un paso hacia la muerte cierta con el tiempo, sino ya un acto de muerte,
un morir, una presa que la muerte hace y que ya no suelta, pues cada
movimiento (¡oh nombre malherido!), cada acto de vida engendra un
cambio en el ser vivo matando en él algo que había y, por lo tanto,
matando en él su identidad55.
En “Las salidas del texto” (1972), Barthes escribe que “Bataille dice: «Un
diccionario debería comenzar a partir del momento en que ya no se da el sentido sino las
tareas de las palabras»”56. El texto, al infinito. Y por esa vía el derecho a una “filologia
quotidiana” (o “crítica del texto”, Gianfranco Contini 57), o a una semiología como filología
integrada58 y, sobre todo, una filología de la vida59 o la filología como una forma-de-vida 60.
Lecturas:
Auerbach, E. (2005). “Filología de la Weltliteratur”. En Cuesta Abad, J. M. y J. Jiménez Heffernan (eds.),
Teorias literarias del siglo XX. Madrid: Akal.
Ette, O. (2014). “La filología como ciencia de la vida”. En Ette, O. y S. Ugalde Quintana (eds.), La filologia
como ciencia de la vida. Iberoamericana
Said, Edward. “El retorno a la filología” en Humanismo y crítica democratica. La responsabilidad pública de
escritores e intelectuales. Barcelona: Debate, 2006