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 Metáfora o símil.

Consiste en sustituir un referente por otro con el que existe un vínculo


de semejanza, estableciendo una comparación entre ellos a partir de un rasgo común, o
definiendo una a partir de la otra. Cuando esto ocurre mediante un nexo (un “como”, por
ejemplo), hablaremos de símil; cuando no, de metáfora. Por ejemplo: “El rubí de tus
labios” es una metáfora, pues compara los labios de alguien con rubíes en base a su color
rojizo; lo mismo “Tus labios rojos como rubíes”, que vendría siendo un símil dada la
presencia del “como”.

 Metonimia. Consiste en un intercambio de referentes, tal y como la metáfora, pero


siempre que exista una relación de la parte por la cosa, el efecto por la causa, o la cosa por
su procedencia. Por ejemplo: “Leeíamos a Cervantes” (el autor por su obra) o “Fuimos a
comer chino” (la nacionalidad por la cosa).

 Hipérbole. Consiste en la exageración poética: una cuyo sentido es remarcar el sentido


explícito de una idea. Por ejemplo: “Bruno era largo como el asta de una bandera”.
 Personificación. Ocurre cuando le damos a objetos inanimados o animales ciertos rasgos
exclusivos de humanidad. Por ejemplo: “Los árboles del jardín se inclinaban hacia nosotros
con curiosidad”.
 Oxímoron. Implica la juntura de dos términos lógicamente opuestos, es decir, dos palabras
cuyos sentidos normalmente no podrían convivir. Por ejemplo: “El gélido calor de tu
mirada” o “La luminosa noche sin estrellas”.
 Hipérbaton. Se basa en la alteración del orden acostumbrado de la oración, para resaltar
mediante la sintaxis algunos de sus significados. Es típico de la poesía, aunque no
exclusiva. Por ejemplo: “Un beso a tu mejilla ayer le di”.

 Anáfora. Se trata de una repetición al inicio de dos o más frases, que produce un efecto
melódico o enfático respecto a lo dicho, usualmente asociado a la intensidad de un
sentimiento. Por ejemplo: “Esa noche caminamos a lo largo del sendero. Esa noche
comprobamos que no había nadie al final”.

 Onomatopeya. Ampliamente utilizado en el habla cotidiana, este recurso consiste en la


representación mediante el lenguaje hablado del sonido de alguna cosa o de algún animal.
Por ejemplo: “toc, toc, toc, sonó la puerta” o “No soportaba el constante tic tac del reloj”.

 Elipsis. La elipsis consiste fundamentalmente en la omisión, es decir, en evitar


deliberadamente decir ciertas cosas o darle cierta información al receptor. Dicha falta, no
obstante, no impide que se conserve el sentido de lo dicho, pero brinda agilidad, rapidez o
ritmo a la oración. Eso omitido puede ser un nombre, un sujeto, una acción o un referente
que forme parte de una comparación y quede tácito. Por ejemplo: “Paula tomó el sendero
de la derecha, María el de la izquierda” (se evita repetir “sendero”); o también: “Desperté
bañado en sudor, ella arropada y totalmente seca” (se evita repetir “despertar”).

 Aliteración. Este es un recurso fonético, es decir, del sonido. Ocurre cuando se construye
de manera deliberada una frase que esconde la repetición de un sonido. Es frecuente en
trabalenguas, albures y adivinanzas, pues sólo prestando atención al sonido y no al
significado se puede recomponer la respuesta. Puede usarse también para imprimirle una
melodía interna a la oración. Por ejemplo: La adivinanza popular “te la digo y te la digo, te
la vuelvo a repetir” (en la repetición se esconde la palabra “tela”; o en la frase “se oyeron
los clásicos clarinetes” (la repetición de la primera sílaba induce a un ritmo particular).

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