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HISTORIA DEL ACCESO VENOSO

Los accesos venosos han sido empleados desde hace varias décadas, aunque el
conocimiento del sistema y sanguíneo es muy anterior. La utilización de estas vías de
administración de fármacos ha dependido no tanto del conocimiento anatómico, sino
sobre todo de la disponibilidad de material adecuado, tanto para la punción venosa
como para la perfusión de líquidos y fármacos, siendo también importante, por
supuesto, la viabilidad y compatibilidad con la sangre de las propias sustancias a
perfundir.

WILLIAM HARVEY

El Renacimiento no hizo más que preparar el terreno para el surgir de la ciencia médica
moderna. Expuso su doctrina circulatoria en la segunda "Lumleian lecture" (curso de
anatomía) el 17 de abril de 1616. En ésta manifestó públicamente por vez primera sus
ideas revolucionarias acerca del movimiento del corazón y de la circulación de la
sangre en los animales. Según comunicación personal suya al amigo Robert Boyle, la
idea de la circulación mayor le había sido sugerida por la configuración anatómica de
las válvulas venosas. Pero publicó su magnífica monografía Exercitalio anatómica de
motu cordis...sólo en 1628. Ésta, breve y concisa, muestra un profundo conocimiento
de la literatura anatómica y la evidencia de observaciones experimentales propias.

CHRISTOPHER WREN

Los primeros pasos en la infusión intravenosa se remontan al siglo XVII y se deben a la


curiosidad y el afán de experimentación. Curiosamente, no fueron médicos de la época
(muy aficionados a las sangrías como solución de casi todos los males), sino varios de
los fundadores de la Royal Society londinense los que comenzaron a experimentar con
esta técnica en animales. Concretamente fue el célebre arquitecto Christopher Wren
quien en 1656 inyectó vino y cerveza en las venas de un perro para observar los
resultados utilizando una vejiga de cerdo como recipiente y una pluma de ganso como
aguja, experimentos continuados por sus compañeros de la Royal Society Robert Boyle
y Robert Hooke.

JUAN DANIEL MAYOR

Johann Daniel Major (Breslau, 16 de agosto de 1634 - Estocolmo, 26 de julio de 1693)


fue un profesor alemán de medicina teórica, naturalista, coleccionista y fundador de la
museología. De 1661 a 1663 ejerció como médico en Wittenberg trasladándose en
1663 a Hamburgo, donde fue médico de la peste y escribió publicaciones médicas. En
1666 llevó a cabo la primera disección pública de un cadáver humano ahora en Kiel.
Llevó a cabo con éxito la primera inyección de droga intravenosa en el cuerpo humano.

JEAN BAPTISTE DENIS

El 15 de junio de 1667, la primera transfusión directa de sangre a un humano fue


realizada por el médico Jean-Baptiste Denis, cuando le dio a un joven febril
aproximadamente 12 onzas de sangre tomada de un cordero. El joven se recuperó
rápidamente. Poco después, Denis realizó otra transfusión que también pareció ser
exitosa. Sin embargo, a los pacientes de tercera y cuarta transfusión les fue mal. El
tercero murió poco después de recibir una transfusión, y el cuarto murió mientras una
transfusión estaba en curso. La esposa del cuarto paciente acusó a Denis de
asesinato. Fue llevado ante un tribunal y absuelto de irregularidades, pero el tribunal
también dictaminó prohibir las transfusiones de sangre. El parlamento francés, la
Iglesia Católica y la Royal Society pronto aprobaron sus propias prohibiciones de
transfusiones de sangre, y el procedimiento dejó de usarse en la medicina
convencional hasta mediados del siglo 19.

GEORGE BERNARD

El descubrimiento de los grupos sanguíneos por Karl Landsteiner, del que se cumplió el
primer centenario en 2016, facilitó la labor de la justicia al permitir los análisis periciales
en casos de litigio de paternidad y, lo que es más importante, hizo posible las
transfusiones sanguíneas seguras basadas en criterios científicos, evitando los
temibles accidentes postransfusionales (hemólisis o destrucción de los glóbulos rojos y
lesiones renales) por falta de compatibilidad sanguínea.

UNA REVOLUCION EN SALUD PÚBLICA

En la mitad del siglo XX, se originaron las primeras vacunas. Edward Jenner, una de
las pestes que le tocó afrontar fue la viruela o “pequeña pústula” (Europa
particularmente después del siglo XVI), enfermedad que causaba ceguera o en
numerosos casos, la muerte. Los habitantes de una campiña inglesa decían que no les
daba la viruela porque durante el ordeño habían contraído de las ubres la “pústula
vacuna”, lo que les confería protección. Llegando el rumor a los oídos de Jenner, se
dedicó a observar y a propalar la idea de que era factible “vacunarse” contra la viruela.
En 20 años de insistencia ante sus colegas, finalmente en 1796 se lanzó a practicar
exitosamente la primera vacunación.

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