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El dinero de que dispone una familia puede tener varios destinos. El más común es gastar
el dinero en los bienes y servicios que necesitamos para cubrir nuestras necesidades, lo
que se conoce como consumo. También es muy conveniente, siempre que sea posible,
guardar una parte de nuestros ingresos; esto es lo que se conoce como ahorro. No
parece de masiado razonable guardar el dinero ahorrado debajo del colchón, porque va
per diendo valor con el paso del tiempo y existe la posibilidad de que nos lo roben. Por
eso, lo recomendable es emplear el dinero ahorrado de manera que pueda proporcionar
una ren tabi lidad, por ejemplo, ingresándolo en una cuenta bancaria que pague intereses,
depositándolo en un fondo de pensiones para recuperarlo con interés a la hora de la
jubilación o participando de un negocio para obtener beneficios. Este empleo productivo
del dinero ahorrado se conoce como inversión.
Las familias dedican parte de su dinero al consumo, para adquirir los bienes y servicios
que necesitan. El dinero sobrante es el ahorro, que se puede invertir en múltiples
alternativas para obtener una rentabilidad.
Ya hemos visto que el dinero ahorrado se suele destinar a la inversión. Se conoce como
inversión el empleo productivo del dinero ahorrado.
El concepto de inversión parece pensado expresamente para las empresas. Sin embargo,
las personas también pueden invertir. De hecho, cada vez que las familias hacen uso de
sus ahorros con la idea de ganar dinero, están realizando inversiones.
En este sentido, es muy importante distinguir entre los conceptos de inversión y gasto.
La diferencia más importante es que la inversión genera posibilidades de renta y el gasto
no. El gasto hace referencia al consumo. Por ejemplo, si una familia compra un vehículo,
se trata de un gasto, pues servirá para satisfacer sus necesidades de transporte. Sin
embargo, si ese vehículo lo compra un taxista, se trataría de una inversión, pues pretende
ganarse la vida con él a través de los beneficios que obtenga de su explotación. Con la
compra de una vivienda sucede algo parecido: si la adquiere una familia para vivir en ella
se considera un gasto, mientras que si la familia ya posee una vivienda y compra otra
para ponerla en alquiler se trata de una inversión. Hay muchas alternativas para invertir
los ahorros.
Existe gran variedad de productos financieros. Los más comunes son los depósitos
bancarios, por los que una persona se compromete a mantener en el banco una cantidad
determinada de dinero durante un tiempo a cambio de un interés. También son muy
comunes los fondos de pensiones, que se recuperan tras la jubilación, y los fondos de
inversión, si bien en algunos casos estos productos tienen riesgo. Más complejo y
arriesgado es invertir directamente en Bolsa, por lo que no es una opción recomendada a
familias sin experiencia. Por último, los seguros, sobre todo los de vida, son una opción
muy interesante para cubrir a los miembros de una familia frente a posibles adversidades.
En cuanto al mercado inmobiliario, tradicionalmente se ha considerado que es una
inversión segura, pues los pisos no bajan de precio. Pero esto no siempre es cierto, como
se ha demostrado con la crisis inmobiliaria de 2008.
Por último, la inversión en actividades empresariales suelen realizarla las personas que
trabajan como empresarios como medio de diversificar riesgos.
La Bolsa es una opción de inversión que resulta tentadora para muchas personas,
atraídas por las posibles ganancias rápidas. Pero no hay que olvidar que al ser una
inversión en renta variable también existe la posibilidad de perder parte del dinero
invertido. Además, los pequeños inversores juegan en desventaja con los grandes fondos,
que tienen más experiencia y manejan más información.
En este apartado estudiaremos las fuentes de ingreso que normalmente tienen las
familias, con una atención especial a las rentas obtenidas del trabajo por cuenta ajena,
denominadas salarios, que son el principal origen de los ingresos de los trabajadores.
2.1. EL SALARIO
El salario se cobra en dinero pero también se puede cobrar una parte en especie. Por
ejemplo, una empresa productora de aceite de oliva puede dar a cada trabajador una
determinada cantidad de garrafas de aceite al final de la campaña. Habría que valorar el
coste de producción de las garrafas y considerarlo salario en especie.
El salario es el conjunto de aportaciones económicas, sean dinerarias o pago en especie,
que la empresa abona a sus empleados por los servicios prestados.
Para garantizar un nivel de vida digno a los trabajadores, el Gobierno fija cada año el
salario mínimo interprofesional (SMI). Además, existen otros salarios mínimos para
distintos sectores de actividad, regulados en los convenios colectivos, que son acuerdos
entre los trabajadores de un sector (representados por los sindicatos) y los empresarios
(representados por las patronales).
Todos los trabajadores tienen derecho al menos a dos pagas extraordinarias al año. Sin
embargo, también se puede pactar que el importe de estas pagas se prorratee entre las
doce mensualidades. Es decir, se divide por doce y se incrementa el sueldo mensual en la
cantidad resultante.
Salario en especie. El trabajador recibe artículos en vez de dinero. Su importe no puede
superar el 30 % del salario en su conjunto.
Además del salario propiamente dicho, los trabajadores también pueden recibir
percepciones extrasalariales, por ejemplo, las dietas, que se cobran cuando el trabajo
se realiza fuera de su localidad y que sirven para pagar el alojamiento y la comida. Estas
cantidades no se consideran salario porque no suponen un aumento de la riqueza del
trabajador al ser un dinero que deben gastar debido al trabajo que se les encarga.
BASES DE COTIZACIÓN
Para saber las aportaciones de los trabajadores a la seguridad social hay que calcular
previamente las bases de cotización, que vienen en la parte inferior de la nómina. A estas
bases se les aplican unos determinados porcentajes, denominados tipos de cotización,
que varían cada año. En la web de la seguridad social se pueden consultar las bases y los
tipos vigentes.
Cuando un trabajador no está contratado por cuenta ajena, sino que realiza una actividad
profesional, decimos que es un empresario individual o autónomo. En ese caso no
cobra una nómina, y sus ingresos no son fijos: no los conoce de antemano pues
dependen de la marcha de su negocio.
Hay muchas familias cuyos ingresos dependen de modestos negocios o de actividades
profesionales de todo tipo: comerciantes, profesionales del transporte, diseñadores,
médicos, etc. Son trabajadores por cuenta propia.
Al igual que los trabajadores por cuenta ajena, los empresarios individuales deben realizar
aportaciones a la seguridad social, si bien en lugar de hacerlo en el régimen general lo
hacen en el régimen de autónomos. También deben realizar la declaración de la renta
(IRPF). Para ello, deben calcular los beneficios que han obtenido por su actividad durante
el año, además de realizar ingresos periódicos en Hacienda.
A diferencia de los contratos por cuenta ajena, en los que las aportaciones a la seguridad
social son compartidas por el empresario y el trabajador, en el régimen de autónomos el
trabajador debe pagar la totalidad de la cuota. En 2020 la cuota mínima mensual fue de
286,15 €. Las coberturas son mucho menores que en el régimen general aunque, para
conseguir una mayor equiparación, el Estatuto del Trabajo Autónomo ha introducido
algunas mejoras como la cobertura por desempleo en caso de cese de actividad.
2.3. OTROS INGRESOS
Aparte de los ingresos que las familias obtienen por su trabajo, sea por cuenta ajena o por
cuenta propia, existen otras fuentes de ingresos:
Ingresos financieros. Son los derivados de inversiones de tipo financiero. Comprenden
los intereses recibidos por depósitos bancarios, ganancias por operaciones en Bolsa, etc.
Para una familia normal no suelen suponer una cantidad grande.
Beneficios de sociedades. Los socios de empresas de cierto tamaño, que normalmente
revisten la forma de sociedades de responsabilidad limitada (S. L.) o sociedades
anónimas (S. A.), se reparten las ganancias, en caso de que existan. Cuando estas son
elevadas, pueden ingresar una suma considerable de dinero en forma de dividendos
(otra parte del beneficio, las reservas, permanece dentro de la empresa). Esta es la
principal fuente de ingresos de una parte de la población, por lo general la más
favorecida, pues posee el capital y hace que otras personas trabajen para ella a cambio
de un salario.
Transferencias del Estado. En economía se entiende por transferencias los pagos que
realiza el Estado a las familias sin que exista contrapartida. Por ejemplo, las pensiones de
jubilación, invalidez o viudedad, el subsidio de desempleo, la prestación por maternidad,
las becas de educación, etc. Para muchas familias las transferencias son su única fuente
de ingresos, bien porque no tienen empleo y cobran el subsidio de desempleo o la ayuda
social, bien porque han llegado a la edad de jubilación o están en situación de viudedad,
orfandad, etc.
Ingresos por alquileres. Hay bastantes familias que poseen más de un bien inmueble
(vivienda, local, plaza de aparcamiento, parcela, etc.) y es habitual que pongan en alquiler
aquellos que no usen para obtener una renta. En la mayoría de los casos estas rentas no
son suficientes para que viva una familia, pero son un complemento importante de las
rentas del trabajo.
Ingresos esporádicos. Proceden de pequeños trabajos realizados (muchos de ellos
forman parte de la economía sumergida, porque escapan del control de Hacienda),
ingresos por premios en loterías y sorteos, etc. También podemos contemplar en este
apartado las herencias.
Así como en el apartado de los ingresos no existe mucha variedad, el capítulo de gastos
es muy amplio, tanto como las necesidades de las personas, que, como sabemos, son
virtualmente ilimitadas. Para determinar los gastos típicos de una familia se hace
necesario establecer previamente una clasificación de dichos gastos, desde los más
imprescindibles, como la comida o la vivienda, hasta otros aparentemente más
prescindibles, pero a los que dedicamos gran parte del dinero, como los relacionados con
el ocio. Los gastos más importantes son:
Alimentación. Tradicionalmente se ha considerado el alimento como la necesidad más
importante de los seres humanos. Se trata de algo sin lo cual la supervivencia resulta
imposible. En las sociedades desarrolladas esta necesidad está cubierta en su mayor
parte, pero no es así en muchas zonas del mundo, donde los recursos son muy escasos;
en esos lugares, las familias dedican una cantidad importante de sus ingresos a adquirir
alimentos (aquí se incluyen también las bebidas no alcohólicas).
Se estima que aproximadamente un 18 % del presupuesto de una familia media tiene este
destino. Como es lógico, este porcentaje aumenta en las familias con menos recursos. Si
se dispone de poco dinero, no se puede dedicar a gastos prescindibles, como el ocio o los
artículos de lujo, y el gasto se desplaza hacia artículos necesarios, como la alimentación y
la vivienda.
Vestimenta. El ser humano siempre ha necesitado prendas de ropa para protegerse del
frío. Vestirse es, pues, una necesidad básica. Pero hoy en día ha adquirido un sentido
estético y las prendas de vestir, además de protegernos, son una forma de expresarnos,
de comunicarnos con los demás. El porcentaje que una familia media gasta en vestimenta
(ropa, zapatos y complementos) está en torno al 8 %.
Salud. Gracias al sistema de seguridad social, que se financia con las cotizaciones de los
trabajadores, las familias no tienen que desembolsar dinero para que les atienda un
médico o para someterse a una operación quirúrgica en un hospital público. Sin embargo,
hay familias que optan por suscribir un seguro sanitario privado con el objeto de recibir un
servicio adicional o alternativo. En ese caso los pagos mensuales de dicho seguro forman
parte de los gastos familiares.
En este apartado también hay que incluir los gastos en medicamentos, además de todos
los artículos denominados de parafarmacia, cuyo coste corre íntegramente por cuenta del
usuario. Muchos medicamentos están subvencionados en parte por la seguridad social.
En general, el paciente aporta el 40 % del valor y el otro 60 % corre a cargo del Estado.
Pero también hay medicamentos que la seguridad social no subvenciona.
Educación. Al igual que la sanidad, la educación está en gran parte cubierta por el estado
de bienestar. Así, desde los tres hasta los 18 años la educación pública es gratuita. Esto
comprende los ciclos de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Secundaria
Obligatoria, el Bachillerato y los ciclos formativos de grado medio y grado superior. Ello no
impide, sin embargo, que haya familias que prefieran matricular a sus hijos en centros
privados, con el gasto correspondiente, que suele ser bastante elevado. Además, antes
de poder matricularse en Educación Infantil las familias que lo necesiten deberán afrontar
el pago de guarderías. También suele haber un gasto elevado en la matriculación en
academias privadas de diversas materias (idiomas, música, informática, etc.).
En la universidad pública se paga una tasa que supone aproximadamente un 20 % del
coste de la plaza (el Estado corre con el 80 % restante). Este desembolso supone,
aunque varía según la comunidad, unos 1100 € anuales por alumno para una primera
matrícula de grado, a lo que habría que sumar los gastos en libros y otros materiales, más
el alojamiento si se estudia en una localidad distinta. Aunque existen becas en función de
la renta de las familias, en muchos casos los estudios universitarios suponen un gasto
importante.
Ocio. Hemos dejado en último lugar este capítulo de gasto, pero hoy en día no es en
absoluto el menos importante. Las personas que tienen cubiertas sus necesidades
básicas dedican una parte creciente de sus ingresos a actividades relacionadas con el
ocio: bares, restaurantes, viajes de vacaciones, actividades culturales (conciertos, cine,
teatro, etc.) y una lista inacabable de formas de gastar nuestro dinero para pasarlo bien.
Este gasto no es nada censurable siempre que podamos permitírnoslo. Pero siempre será
una buena opción dedicar una parte al ahorro, pues nunca se sabe si podremos mantener
siempre ese tren de vida. Está bien la máxima latina de carpe diem (aprovecha el
momento), pero el derroche siempre es malo y hay que tener cierta visión de futuro.
EL EURÍBOR
El tipo de interés que se paga por la mayoría de las hipotecas es variable, y se revisa
cada año en función de un índice denominado euríbor. Se trata del tipo medio de interés
al que los principales bancos europeos se prestan el dinero entre sí. Por ejemplo, si
firmamos hoy una hipoteca a un interés igual al euríbor + 1,5 y el valor del euríbor es del
0,2 %, el tipo que se nos aplicaría sería del 1,7 % (0,2 + 1,5). Si al cabo de un año el
euríbor sube y se sitúa en el 0,7 %, el tipo aplicable para el siguiente año sería del 2,2 %
(0,7 + 1,5), y la cuota mensual del préstamo subiría.
4. EL PRESUPUESTO FAMILIAR
En los apartados anteriores hemos visto las principales fuentes de ingreso de una familia,
así como el destino de estos ingresos en distintas categorías de gasto. Si ponemos en un
documento los ingresos y los gastos, obtendremos el presupuesto familiar, que es una
herramienta de control muy útil para que las familias planifiquen su actividad económica.
El presupuesto familiar es un documento que recoge, por un lado, las previsiones de
ingresos de una familia durante un período de tiempo (mes, trimestre, año, etc.) y, por
otro, los gastos previstos durante ese período. La diferencia entre los ingresos y los
gastos es el ahorro.
Además de recoger el importe total de ingresos y gastos, el presupuesto debe detallar la
procedencia de los ingresos (salarios, actividades profesionales, etc.) y de cada gasto.
Para elaborar el presupuesto familiar resulta muy útil emplear una hoja de cálculo, pues
de este modo podemos sumar fácilmente todos los conceptos. Por lo general, se sitúan
en las columnas los distintos meses del año, mientras que en las filas pondremos en
primer lugar los ingresos previstos para cada mes, agrupados según las fuentes, y a
continuación los distintos gastos que se prevean, ordenados por categorías según vimos
antes.
Es muy conveniente introducir en el presupuesto dos columnas de datos de ingresos y
gastos. En una aparecerán los datos estimados, que pondremos según las previsiones
que tengamos y la experiencia de otros años. Algunos de estos datos se conocerán con
mucha exactitud, como los ingresos de la nómina o el pago de la cuota de un préstamo,
mientras que otros, como el gasto en alimentación o en medicamentos, no es tan fácil de
prever. A la derecha de esta columna pondríamos otra con los datos reales, que podremos
rellenar completamente cuando finalice el mes. Una tercera columna recogerá la
desviación entre los datos estimados y los reales. Si es positiva, esa desviación irá a
nuestro favor incrementando nuestros ahorros, mientras que una desviación negativa
descompensará el presupuesto.
Por último, se suman los ingresos y los gastos totales, y la diferencia entre ingresos y
gastos es el ahorro del mes. Si saliera negativa, en vez de ahorrar habremos gastado más
dinero que el previsto, por lo que se genera un déficit que se puede cubrir con ahorros de
meses anteriores o buscando financiación, por ejemplo, utilizando una tarjeta de crédito.
El presupuesto es una poderosa herramienta de control que permite a las familias prever
los ingresos y los gastos que van a tener, calcular los ahorros necesarios para una
inversión y, sobre todo, ir comprobando mes a mes las desviaciones que se producen
sobre lo planificado.
Consejos para sacar el máximo partido a un presupuesto
Actualizar los valores estimados del presupuesto al menos cada mes y, si es posible,
hacerlo semanalmente.
Introducir con disciplina los distintos ingresos y gastos, si no diariamente, como mucho
una vez a la semana.
Comprobar periódicamente las desviaciones en las que se incurre para corregirlas
mientras estemos a tiempo.
Registrar los gastos pagados en efectivo en el momento en el que se producen (los
pagados con tarjeta o domiciliados en una cuenta bancaria siempre se pueden apuntar
después).
Establecer metas realistas de ahorro y comprobar si se consiguen.
Cuando una familia quiere ahorrar, la mejor manera de hacerlo es fijarse unos objetivos
claros al final de cada mes. Para ello, nada mejor que confeccionar un presupuesto con
unas previsiones y tratar de cumplirlo en la medida de lo posible. De otro modo es
bastante fácil que se nos vaya el dinero en gastos superfluos y no seamos capaces de
reunir la suma de dinero necesaria para conseguir nuestra meta.