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Universidad Autónoma de Santo Domingo

(CURO)

Asignatura
Historia y sociedad Pre- colombina y Colonial
(siglo VX-XVII)
Maestrante
Aida Margarita Ramón
Profesor
Oliver Ramos
Asignación
Reporte de lectura números 2
Fecha
6-12-2022
La esclavitud fue una de las instituciones que marcó de manera sustancial el transcurso de los
siglos comprendidos dentro de la edad moderna y comienzos de la contemporánea. A pesar de que
la esclavitud es una institución que ha existido desde los primeros albores de la civilización, la
peculiaridad de esta durante la edad moderna es que sentó la base para la explotación y
sometimiento de un grupo demográfico especifico; el africano occidental. Si bien es cierto que
existieron otros tipos de esclavitud más o menos encubiertos que padecieron tanto indios como
europeos, ninguno conoció la extensión y brutalidad como la de los africanos. De hecho, las
secuelas que ha dejado en la sociedad occidental todavía son hoy más que palpables.
Al ser la esclavitud un hecho histórico universal en la cultura occidental, es normal que los
historiadores la hayan tomado como objeto de estudio desde su perspectiva social, filosófica y
económica. Este último punto es uno de los más relevante ya que, en última instancia, la esclavitud
se puede resumir, a grandes rasgos, en un tipo de reorganización de la fuerza de trabajo para sacar
de esta actividad la máxima en detrimento de cualquier tipo de consideración humanitaria. Dentro
del campo de la historia económica se ha escrito de manera increíblemente extensa en torno al
tema en cuestión, generando multitud de ricos debates académicos.
Las transformaciones a las que mencionaré serán aquellas que traten sobre el desarrollo de una
economía de plantación en el Caribe colonial basada en la explotación de azúcar con mano de obra
esclava en los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, y su relación con la emergencia de un
capitalismo industrial en Gran Bretaña a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Según el escritor existían dos mundos coloniales británicos que cohabitaban en las Américas a
finales del siglo XVIII. El primero estaba conformado por colonias autosuficientes con una
economía diversificada y poblada mayoritariamente por granjeros. El segundo sería aquel
compuesto por colonias en las que se facilitaba la producción de materias primas a gran escala
para el mercado de exportación. En este tipo de colonias, la tierra y el capital eran básicamente
inútiles a no ser que existiese una amplia fuerza de trabajo que pudiese ser dirigida. Las colonias
caribeñas tuvieron que adoptar un tipo de modelo de explotación de trabajo que se pudiese adaptar
al cultivo de productos como el algodón o el azúcar en los que el coste de producción se reduce en
amplias cantidades.
Mientras que un principio la mano de obra “libre” parece salir más barata, en la producción de
estas materias primas el esclavo se convierte en un coste más efectivo a la larga. Además, en este
tipo de explotación de grandes plantaciones, el uso de mano de obra asalariada puede dar lugar a
la creación de una clase de pequeños plantadores que podría poner en peligro la adquisición de
tierras necesarias por parte de grandes plantadores para reducir costos de producción. En un primer
momento se utiliza a la población indígena como mano de obra, pero las diversas catástrofes
demográficas a causa de las enfermedades que trajeron los europeos limitaron el número de
esclavos que podrían ser puestos a trabajar.
Los sucesores de los nativos fueron los llamados engagés mano de obra asalariada a la que se le
retenía el pago hasta el final de su contrato. El problema de esta mano de obra es que era consciente
de sus propios derechos y como ya se ha dicho, podría hacer en un futuro competencia a las
plantaciones de gran tamaño. Por último, se utilizó la mano de obra esclava proveniente de África
Occidental como sustitutos. Esta nueva mano de obra que encajó a la perfección dentro del modelo
de gran plantación.
Según Williams, la esclavitud no fue una consecuencia del racismo, sino más bien al contrario; el
racismo es una consecuencia de la esclavitud. El fin del siglo XVII vio el giro de una política
colonial económica de acumulación de materiales preciosos a el desarrollo de una industria de
explotación de materias primas dirigida a la exportación.
Coa aparición de este nuevo tipo de mano de obra esclava necesitaba de un sistema de suministro
de nuevos trabajadores a las colonias caribeñas, este sistema de suministros se convirtió en una
lucrativa red comercial. Al principio, la empresa del comercio de esclavos se instituyó como
monopolio en el año 1663, La Revolución de Inglaterra fue la práctica del monopolio mercantil.
Esto cambio llevó a la liberalización del comercio de esclavos. La importancia de esta trata de
esclavos es que suponía una vía de doble impulso para la economía británica; en un primer lugar
generaba el beneficio de la venta del producto y, en segundo lugar, generaba una demanda
constante del mismo por parte de las plantaciones de las Indias Occidentales, tanto para las
plantaciones inglesas como las de sus rivales. Aquí se ven las diferentes contradicciones y disputas
que caracterizarán a los plantadores y a los comerciantes a lo largo de estos dos siglos.
La Monarquía, el gobierno, la Iglesia y la opinión pública en general apoyaban el comercio de
esclavos. Este comercio era ideal ya que otorgaba a Inglaterra independencia de naciones
extranjeras para la provisión de productos coloniales.
La importancia que tuvo el descubrimiento de América no se encontró únicamente en los
materiales preciosos que se encontraron en las minas de Potosí y Zacatecas, también en el hecho
que proporcionó un nuevo e inexhaustible mercado para bienes europeos. Este mercado
incrementó de manera exponencial el comercio mundial.
Los siglos XVII y XVIII se convirtieron en los siglos del comercio que darían lugar al siglo XIX
de la producción. Esta actividad comercial se veía reflejada en el comercio triangular británico,
que Williams describe en detalle en el tercer capítulo de su libro. Este triángulo comercial
proporcionaba un triple estímulo a la industria británica que unía a las Indias Occidentales y las
Trece Colonias con África Occidental y Gran Bretaña. Un comercio asociado con las islas
azucareras por la navegación que impulsaban que era más valioso que las minas de estaño y carbón.
Dentro de esto bienes están los que se comerciaban y que impulsaron a su vez una economía cada
vez más centrada en la manufactura estaban la lana, la manufactura del algodón, el refinamiento
de azúcar, la destilación de ron y la industria metalúrgica. El intercambio de bienes manufacturados
de la metrópoli por esclavos en África occidental para luego ser intercambiados por la materia
prima de las Indias Occidentales era el motor que ayudaría a realizar la industrialización.
Una de las figuras más importantes en la conformación de los intereses de las Indias Occidentales
era la del plantador de las islas caribeñas. Figura que en el siglo XVIII era más que conocida.
Muchos de estos plantadores provenían de orígenes humildes y gracias a estas plantaciones de
azúcar llegaron a los escalones más altos de la sociedad británica. El poder e influencia que estos
emprendedores obtuvieron fue igualado por los comerciantes que también se enriquecieron con el
comercio colonial.
Estos dos grupos que representaban organizaciones tan dispares tenían en muchas ocasiones
intereses encontrados, pero cuando estos se ponían de acuerdo formaban un lobby de poderes
inimaginables en una época de corrupción parlamentaria como la del siglo XVIII británico donde
los votos estaban al mejor postor.
Igualmente, son relevantes las inversiones que se realizaron con los beneficios obtenidos del
comercio triangular. El sector bancario fue uno de los beneficiarios de estas inversiones indianas.
Muchos bancos fueron establecidos en Liverpool y Manchester en el siglo XVII y XVIII, la
metrópolis esclavista y la capital del algodón respectivamente, que estaban directamente asociados
con el comercio trilateral. En el siglo XVIII era típica la figura del banquero que anteriormente
había trabajado como mercader o artesano en el comercio triangular y luego dio el paso a la banca.
El incipiente desarrollo de esta futura economía titánica de producción comenzaría, a generar una
tensión tanto ideológica como político-económica, que cristalizó en la revolución americana.
Al contrario de la imagen que se tiene en la actualidad de los Estados Unidos como colonias
destinadas al éxito, la imagen que se tenía en el siglo XVIII era una bastante distinta. Enel esquema
imperial del XVIII, las colonias continentales se veían como posesiones de segunda categoría;
tenían grandes comunidades de pescadores, mercaderes, granjeros. Pero ninguna plantadora. Ya
que estas colonias debían desarrollar algún tipo de producción.
Ya que estas colonias debían desarrollar algún tipo de producción, los británicos decidieron
concederles el comercio alimenticio para abastecerá las colonias azucareras del Caribe. De esta
forma se convirtieron en suministradores fundamentales de las plantaciones antillanas y la relación
entre las colonias continentales y las Indias Orientales se fue estrechando, generando una
dependencia mutua.
En este declive mercantilista y acercamiento a un modelo de libre mercado, un movimiento
tectónico comenzó a darse en Gran Bretaña que dio lugar a crecientes ataques a las prácticas
monopólicas, concretamente al monopolio que había sido el más lucrativo de todos y entraba ahora
en declive; el del azúcar. La crítica a este monopolio se tradujo la condena de la esclavitud como
institución inmoral y práctica arcaica e inhumana.
EL comercio esclavista va dando la espalda a las Indias Orientales mientras el desarrollo imparable
del nuevo capitalismo industrial británico adoquina las nuevas vías del progreso económico.
Dentro de este contexto, la industria del algodón que comenzaba a disputar la posición del producto
rey como era el azúcar. La coronación del algodón no hizo más que reflejar el poderío mecanizado
británico que había conseguido tener al mundo a sus pies, Gran Bretaña vestía al mundo,
exportando hombres y máquinas a la vez que se había convertido en la capital bancaria
internacional. En este contexto de expansión imparable las antiguas doctrinas mercantilistas no
hacían más que impedir un progreso más acelerado. El tiempo del mercantilismo había pasado.
La influencia de las Indias Occidentales seguía siendo notable. El ataque que comenzó a
desarrollarse a partir de 1783 a la práctica de la esclavitud fue largo y bebió de diferentes fuentes
ideológicas al igual que atacó a la esclavitud en diferentes frentes, y contó con diferentes actores
para llegar en 1807 a la abolición del comercio de esclavos yen 1833 a la emancipación.
El comercio se convirtió en el gran emancipador, la única forma de abolir la esclavitud era dejarla
a merced de los principios del libre comercio, esta se convirtió en la ideología del imperio del siglo
XIX. Williams señala la hipocresía de las campañas antiesclavistas británicas, muchas de ellas
financiadas por capitalistas que se enriquecían con el comercio con economías esclavistas de
Brasil, Cuba el Sur de EE.UU.
Por un lado, el autor, nos explica el papel historiográfico que han tenido los santos de la esclavitud
en la historia imperial y cómo en muchos casos su importancia ha sido malinterpretada e incluso
exagerada. Por otro, señala el papel crucial que tuvieron los esclavos en llevar a cabo la presión
necesaria para hacer de la abolición una realidad indiscutible. Williams enfatiza que la docilidad
del esclavo negro no es más que un mito, desmontado por la revolución de Haití y las revueltas de
esclavos en las Antillas que a principios del siglo XIX no cesaba y dice;
“El esclavo aprendió por sí que existía una tercera parte en el diálogo para su liberación, el mismo.
Conocía su fuerza y ejerció sus medios para recuperar la libertad que le correspondía por derecho.
En 1833 las alternativas estaban claras: emancipación desde arriba o emancipación desde abajo,
pero emancipación.
La importancia de este tema se mide no solo por las discusiones académicas que ha generado,
podríamos decir que la relación entre capitalismo y esclavitud ha sido, y sigue siendo, uno de los
temas más fértiles e interesantes de la historiografía económica. Sin embargo, una cuestión de
semejante calibre no sólo puede reducirse al ámbito académico tan solo por todas las repercusiones
sociológicas que ha tenido.
La esclavitud de atlántica es uno de los episodios más negros de la historia occidental, no solo por
la cantidad de sufrimiento y miseria que ha ocasionado en el pasado sino también por las
repercusiones que existen a día de hoy. Por un lado, aquellas minorías afro-descendientes que
sufren del racismo institucional en aquellos países en los que existía un régimen económico
esclavista de plantaciones como es el caso de Brasil o EE. UU, y por otro los descendientes de
aquellos reinos y pueblos africanos que comerciaban con los europeos y provocaron de manera no
intencionada una catástrofe demográfica en África occidental.
Además, el hecho de poner a los esclavos como instrumentos de su propia salvación también
supuso un marcado avance historiográfico dentro de una tradición que representaba a estos
trabajadores afrodescendientes como individuos pasivos dentro de la historia abolicionista.
El peso de este materialismo en última instancia fue lo que le hizo caer en un análisis demasiado
básico y mecánico respecto al abolicionismo.
Bibliografía
Capitalismo y esclavitud
Autor: Eric Williams

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