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DEFINICION DE ARTE

Existen diversas definiciones arte y es que como arte denominamos a un conjunto de


disciplinas o producciones, propias del ser humano de fines estéticos y simbólicos a partir
de un conjunto determinado de criterios, reglas y técnicas. Etimológicamente, la palabra
arte procede del latín ars, artis, y del griego τέχνη (téchne), que significa "técnica". Es
apartir de ahí donde es usada en la antigüedad para referirse también a oficios como la
herrería, además de las disciplinas como la poesía, la pintura o la música. Las artes
buscan representar, a través de medios diferentes el universo de inquietudes humanas,
sean reales o imaginadas, mediante el uso de símbolos o alegorías. La expresión arte se
usa también para referir a todos aquellos procesos manuales que requieren de la
aplicación de reglas o técnicas específicas, orientadas al disfrute de los sentidos. También
podemos utilizar el término arte; por ejemplo, las artes culinarias.

Arte también es una palabra utilizada para indicar la capacidad o habilidad para hacer
algo con excelencia y pericia, estos términos se utilizaban, por ejemplo, aquellas batallas
en los países europeos, el arte de la guerra o el arte de la política. También se usa para
hacer referencia a algo que debe estar bien hecho o a algo que debe aprenderse o
hacerse con atención y cuidado: “Ejercitar bien tiene su arte”, "Amar es un arte". El arte
tiene diferentes definiciones para cada oficio, cualquier necesidad, circunstancia, incluso
se puede dar el uso en términos de romanticismo.

En navegar por la red me encontré con este ensayo el cual me pareció un tanto
interesante y que va ligado en cómo han puesto una serie de relieves teóricos, críticos e
historiadores, se mencionan a continuación, (García Berrio, Jiménez, Weinberg,
Calabrese, Tatarkiewicz), el problema de las relaciones de la literatura con las demás
artes y, consecuentemente, de la poética con la estética, ha sido una de las cuestiones
más debatidas desde su planteamiento inicial por Aristóteles y que a lo largo de la
tradición cultural y filosófica, la noción de arte, concebida de distintas maneras, ha servido
tanto para argumentar en favor de la analogía entre las diferentes artes como para
defender su irreductible diversidad.

Esta discusión ha constituido “y creemos que puede seguir constituyendo “el fundamento
epistemológico de diversos modelos, teóricos y metodológicos, de poéticas. Si buscamos
en los principios y presupuestos de los tratados más representativos e influyentes de las
distintas épocas y estilos, podremos comprobar que se apoyan en las respectivas
maneras de entender el concepto de arte y de aplicarlo a las diferentes manifestaciones
artísticas.

No debe sorprendernos, por lo tanto, que artistas, críticos y lingüistas formulen con
inquietud preguntas cuyas respuestas estaban convencionalmente reservadas a los
filósofos profesionales ni que conceptos como «arte», «expresión», «verdad artística»,
«forma», «realidad», etc.… sean objeto de reflexión y de discusión entre poetas,
escultores o pintores. Desde esta perspectiva, es comprensible el acercamiento
convergente que, en las últimas décadas, se produce entre los cultivadores de las
diferentes artes y entre los estudiosos de las distintas disciplinas.

“El arte vuelve a ser de nuevo un ámbito plural y un objeto interdisciplinar.”

Esta aproximación pluridisciplinar también ha sido favorecida por los esfuerzos realizados
en nuestro siglo XX, aunque con precedentes en la centuria pasada, por conjugar los
estudios humanísticos con las teorías filosóficas y científicas modernas.

Nelson Goodmann (1968), por ejemplo, propone el uso de instrumentos lógicos para el
análisis crítico de las obras artísticas. Su reflexión parte de una revisión epistemológica de
los conceptos básicos de la estética. Propone una nueva definición y clasificación de las
artes y de la experiencia artística. Tras reformular las nociones de representación,
referencia, notación, etc., delinea el cuadro de una teoría general de la actividad simbólica
en la que discute y rechaza dicotomías tradicionales como experiencia estética y
experiencia artística, arte e intelecto, conocimiento y emoción.

Debemos recordar, a este respecto, cómo muchas de las investigaciones de Jakobson


están orientadas por los descubrimientos del mundo de la física, de la neurofisiología o de
la acústica, y que su «relativismo» tiene mucho que ver con las teorías de Einstein.
Nosotros pensamos, no obstante, que el intento verdaderamente efectivo de elaborar una
estética científica e incluso una estética matemática, se lleva a cabo cuando se aplican la
cibernética, la topología y la teoría de la información al análisis e interpretación de la obra
artística.

Por otro lado, cada vez de una manera más clara y reiterativa, tanto los artistas como los
teóricos especialistas, expresan su convencimiento de que la mejor forma de comprender
y explicar el sentido de las creaciones es situándolas adecuadamente en el ancho
horizonte del ARTE con mayúsculas.

A esta conclusión se llega, debemos advertirlo, en un momento en el que se reconoce


simultáneamente la autonomía del arte, por un lado, y su singular capacidad para explicar
al hombre y para definir a una sociedad, por otro, y también cuando la filosofía se propone
leer, interpretar, todo el comportamiento humano como lenguaje y toda la vida como
palabra. Algunos pensadores, incluso, se acercan al lenguaje artístico como «la gran
alternativa a las lagunas y a los vicios estructurales arrastrados en la formación del
discurso filosófico logocéntrico, para aproximar al hombre el objeto de la experiencia».
(García Berrio y Hernández Fernández, 1988), Romero de Solís, en su obra Poíesis,
subtitulada Sobre las relaciones entre filosofía desde el alma trágica, parte de la hipótesis
de que casi todo lo vitalmente interesante en la existencia escapa al conocimiento
científico para acogerse a lo poético.

Las relaciones de la poesía con las otras bellas artes han sido objeto de múltiples
estudios a partir de diversos criterios de comparación: se han analizado, por ejemplo, las
obras literarias cuyo asunto era un cuadro, una escultura o una composición musical, e,
inversamente, las otras creaciones artísticas cuyo tema era la literatura. También se han
establecido paralelismos apoyados en las analogías de los propósitos e intenciones de los
creadores o de los efectos y sensaciones suscitados en los receptores. Otra fórmula,
aplicada en diferentes situaciones históricas y con distintos resultados efectivos, ha sido la
transposición de categorías descriptivas de un arte a otro: la noción de «ritmo», por
ejemplo, a las artes plásticas o la de «musicalidad» a la literatura. Y, quizás, la práctica
más frecuente y más operativa haya sido la de utilizar, para la caracterización de estilos
literarios, conceptos que originariamente pertenecían a la historia de las artes visuales.

BIBLIOGRAFIA

http://www.cervantesvirtual.com/

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