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La eficiencia apunta a los medios, y la eficacia, más bien, a los fines respecto de los cuales los medios son medios. El valor de un medio es el valor del fin al que sirve como medio. A quienes estamos empeñados en educar, desde luego, nos interesa hacer rendir los recursos de que disponemos, que son los que la sociedad ha puesto a nuestra disposición con la expectativa de que hagamos algo con las personas que se nos confían; interesa a estas personas, y a todos. Los gestores y directivos procuran medir el rendimiento de los medios, materiales y personales –los llamados «recursos humanos»–, de cara a poder acreditar ante la sociedad, ante las familias que nos confían a sus hijos, y ante los propios hijos –aquellos a quienes más directamente afecta nuestro trabajo– la calidad de lo que hacemos.
Las personas que se ocupan en la dirección de centros escolares ven la educación sobre todo en su aspecto institucional, y también como un emprendimiento cooperativo. La escuela es una comunidad peculiar, empeñada en lograr que personas jóvenes alcancen la madurez necesaria para vivir en sociedad y contribuir al bien común de ella. En todo caso, hay algo que al empeño educativo le confiere algunas características que lo distinguen de cualquier otra «empresa». Trataré de aclarar esto.
Quienes están familiarizados con la perspectiva empresarial son especialmente sensibles al valor de la eficacia y la eficiencia. La eficiencia apunta a los medios, y la eficacia, más bien, a los fines respecto de los cuales los medios son medios. El valor de un medio es el valor del fin al que sirve como medio. A quienes estamos empeñados en educar, desde luego, nos interesa hacer rendir los recursos de que disponemos, que son los que la sociedad ha puesto a nuestra disposición con la expectativa de que hagamos algo con las personas que se nos confían; interesa a estas personas, y a todos. Los gestores y directivos procuran medir el rendimiento de los medios, materiales y personales –los llamados «recursos humanos»–, de cara a poder acreditar ante la sociedad, ante las familias que nos confían a sus hijos, y ante los propios hijos –aquellos a quienes más directamente afecta nuestro trabajo– la calidad de lo que hacemos.
Las personas que se ocupan en la dirección de centros escolares ven la educación sobre todo en su aspecto institucional, y también como un emprendimiento cooperativo. La escuela es una comunidad peculiar, empeñada en lograr que personas jóvenes alcancen la madurez necesaria para vivir en sociedad y contribuir al bien común de ella. En todo caso, hay algo que al empeño educativo le confiere algunas características que lo distinguen de cualquier otra «empresa». Trataré de aclarar esto.
Quienes están familiarizados con la perspectiva empresarial son especialmente sensibles al valor de la eficacia y la eficiencia. La eficiencia apunta a los medios, y la eficacia, más bien, a los fines respecto de los cuales los medios son medios. El valor de un medio es el valor del fin al que sirve como medio. A quienes estamos empeñados en educar, desde luego, nos interesa hacer rendir los recursos de que disponemos, que son los que la sociedad ha puesto a nuestra disposición con la expectativa de que hagamos algo con las personas que se nos confían; interesa a estas personas, y a todos. Los gestores y directivos procuran medir el rendimiento de los medios, materiales y personales –los llamados «recursos humanos»–, de cara a poder acreditar ante la sociedad, ante las familias que nos confían a sus hijos, y ante los propios hijos –aquellos a quienes más directamente afecta nuestro trabajo– la calidad de lo que hacemos.
Tarea #8
Sede de estudio:
CEUTEC-Tegucigalpa
Asignatura:
ALGEBRA
Cuenta: 31911742