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Comisión: 4
Con respecto a las primeras impresiones que me causo el video –pienso que es la
mejor forma de introducirme- debo decir que fue de un profundo desagrado. En algún
punto, creo que es ahí donde logra efectividad el autor. El aglomerado social, las
situaciones claustrofóbicas, la impotencia metonímica que surge continuamente, en
cada salto del relato. Quizás sea una susceptibilidad, efecto de la cuarentena, pero sin
dudas es angustiante y es ahí donde está el indicio de que algo se juega.
Por otro lado, la primera articulación que puedo anudar, entre el texto de Bauman y el
corto, es en la metáfora de las ratas. Es interesante lo que se construye ahí. Una figura
de varias asociaciones: lo sucio, lo urbano, lo bajo. Allí, podemos pensar algo de
nuestro propio ethos y de nuestra propia moralidad, en esa construcción axiológica.
Concretamente –en lo que refiere al texto- pienso en la libertad que el autor señala en
el primer capítulo. En algún momento del desarrollo plantea las posibilidades de esa
libertad, sus peligros. Retoma algo del axioma de Hobbes para subrayar los peligros de
la maldad del hombre en esa libertad, lo salvaje que ahí acecha. La rata, como
figuración, va en este sentido. En esta rata, contenida, antropomorfizada –por decirlo de
alguna manera- se pone en juego algo de ese salvajismo de esa animalidad –por
supuesto. Pero, también, en contraste con otro salvajismo, el del capitalismo. Que, en
otra vía, significa una jaula para el sujeto ahora devenido individuo. Vemos una rata
salvajemente humana y libremente enjaulada en el devenir consumista que nos
propone la modernidad liquida.
Otra egida, por la cual podemos seguir las interpretaciones y anudar con lo leído, es
sobre el aspecto en como nuestro pequeño protagonista va avanzando por la historia.
Vemos principalmente un individuo. Una rata, rodeada de ratas, hacinada con sus
coetáneos, pero que, claramente, está sola. Sus proyectos implican soledad. Trabaja
solo, disfruta solo, viaja solo, sufre solo y se embriaga solo. Es interesante, antes de
seguir por esta vía, pensar en lo sintomático de esta vida que se desarrolla en el
capitalismo liviano de Bauman. Retomamos, a nuestro protagonista hay algo que se le
continua escapando, la felicidad de realizarse. En ese proyecto individual, hace
sacrificios por llegar a ese modelo que aspira, la fotografía del auto descapotable.
Proyecto, imagen, que se ve rápidamente arruinada por los embotellamientos urbanos.
Justo en ese pasaje vemos la compulsión y la adicción que Bauman marca. “Cuanto
más se hace, tanto más se necesita y tanto más desdichada se siente la persona
privada de la droga indispensable” (2000, p. 78). Es en esa búsqueda, donde solo hay
medios y no fines, que nuestro personaje cae en lo sintomático de la bebida.