Está en la página 1de 53

ÚNICA INSTANCIA

Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS
República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Proceso nº 27703

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrado Ponente
FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

Aprobado acta N°445

Bogotá, D. C., dieciséis (16) de diciembre de dos mil once (2011).

VISTOS

Realizada la audiencia pública dentro de proceso penal


adelantado contra el ex Representante a la Cámara HÉCTOR JOSÉ
OSPINA AVILÉS, procede la Sala de Casación Penal de la Corte
Suprema de Justicia, a dictar la correspondiente sentencia.

HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS se identifica con cédula de


ciudadanía 2.387.779 de Suárez (Tolima), nacido en este municipio el
2 de noviembre de 1964, de 46 años de edad; hijo de José Olegario
Ospina Ortiz y María Arcelia Avilés Tovar, ya fallecidos; profesión
ingeniero civil; residente en la calle 138 N° 58-25, torre 19,
apartamento 504, barrio Colina Campestre; de estado civil casado con
Nohora Beltrán Céspedes y tiene dos hijos.
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

HECHOS

La situación fáctica que originó esta actuación judicial, se


concretó en lo siguiente:

El doctor Ovidio Claros Polanco fue elegido Representante a la


Cámara para el periodo constitucional 2002-2006, el segundo renglón
era el señor José Antonio Mora Rozo y el tercero, HÉCTOR JOSÉ
OSPINA AVILÉS.

Entre HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS y su amigo, Alonso


Ospina Luna, encontraron una aparente causal de inhabilidad para el
desempeño del titular de la curul en el cargo de congresista, razón por
la cual procedieron a contratar los servicios profesionales del abogado
Darío Fernando Espitia Montero, con el objeto de que demandara la
pérdida de investidura.

La demanda fue elaborada por Espitia Montero y presentada


inicialmente por Carlos Ernesto Valdivieso Llanos. Fue inadmitida por
defectos de forma, siendo corregida por el abogado Germán Ricardo
Jiménez Tiusaba, lográndose que el Consejo de Estado, mediante
decisión del 30 de marzo de 2004, declarara la pérdida de la
investidura de Ovidio Claros Polanco.

Para compensar los servicios profesionales del abogado Espitia


Montero, se acordó nombrarle en la correspondiente Unidad de
Trabajo Legislativo (UTL), a dos de sus recomendados, señalando a

2
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Aura Mery Montero Farías, su esposa, y a Roger Andrés Fajardo


Otálora, amigo político, quienes deberían aportar, y así lo hicieron, un
30% de su salario con destino a OSPINA AVILÉS mientras asumía la
curul, pues se encontró con que el segundo renglón, José Antonio
Mora Rozo, no declinó sino que decidió ocuparla seguidamente a la
pérdida de investidura del titular, entre el 23 de abril de 2004 y el 24 de
mayo de 20051.

La posesión de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS ocurrió el 25


de mayo de 2005, fecha desde la cual no se hicieron más aportes tal
como se había convenido. No obstante, el 1° de julio siguiente, en un
evento público Suárez (Tolima), le manifestó al abogado Espitia
Montero que si sus recomendados querían continuar en su UTL, era
necesario que siguieran aportando la cuota pero incrementada al 70%
de su salario mensual, pedido que fue rechazado, lo que propició la
declaratoria de insubsistencia de los recomendados del abogado el 11
de agosto de 2005 y el 6 de octubre siguiente, respectivamente.

LA ACUSACIÓN

Esta Corporación, el 8 de junio del presente año, profirió


resolución de acusación contra el ex Representante a la Cámara
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, como autor del delito de concusión
que tipifica el artículo 404 de la Ley 599 de 2000.

Estimó la Sala que si bien es cierto HÉCTOR JOSÉ OSPINA


AVILÉS en la actualidad no ostenta la calidad de congresista, la
1
Folio 17 cuaderno 3

3
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

conducta punible atribuible en su autoría y que fue objeto de


investigación posee una directa relación con las funciones que ejerció,
motivo por el cual, de conformidad con lo previsto por el parágrafo del
artículo 235 de la Constitución Política, es la Sala de Casación Penal de
la Corte Suprema de Justicia el juez competente para investigarlo y
juzgarlo.

Con relación a la presunta existencia de un hecho típico, se


encontró variada prueba que permitió acreditar la solicitud efectuada a
Aura Mery Montoya y Roger Andrés Fajardo Otálora, empleados de su
UTL, a través del abogado Darío Fernando Espitia Montero, con el
objeto de que cedieran una buena parte de su salario como requisito
para continuar en el cargo.

Quedó claro que la delimitación fáctica del hecho investigado se


circunscribió al pedido efectuado en el Municipio de Suárez y que tuvo
su materialización en la declaratoria de insubsistencia poco después de
su posesión como congresista.

Los medios probatorios que sustentaron esa probabilidad, se


concretaron en la declaración del abogado Darío Fernando Espitia
Montero, su esposa Aura Mery Montero Farías y Roger Andrés Fajardo
Otálora, así como también en la cercanía y proximidad que tuvo el
primero con la acción de pérdida de investidura y por cuanto varios
declarantes lo vincularon a dicho trámite, incluso el propio ex
Representante a la Cámara, doctor Ovidio Claros Polanco.

Sumado ello a la cadena de hechos indicadores que permitieron


confirmar el nombramiento de los recomendados del abogado, la

4
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

progresiva sucesión de la curul y la salida de los empleados de sus


cargos, luego de que no se acatara la indebida exigencia.

En síntesis, estas son las razones por las que la Sala profirió
resolución de acusación contra el procesado, sin que la misma fuera
objeto de impugnación.

LAS ALEGACIONES DE AUDIENCIA PÚBLICA

En el debate público adelantado en esta causa, intervinieron los


sujetos procesales en el siguiente orden:

1. La Procuradora Delegada

Luego de hacer referencia a los hechos objeto de este proceso,


solicitó la representante del Ministerio Público condena para el acusado
por lo siguiente:

Consideró consistentes y creíbles las declaraciones de Aura Mery


Montero Farías y Roger Andrés Fajardo Otálora, quienes hicieron
referencia a la existencia de un convenio entre el abogado Darío
Fernando Espitia Montero y HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, para que
ellos fueran nombrados en el Congreso de la República, tanto así que
bastó que le entregaran la hoja de vida a Espitia Montero para acceder
al cargo. Derivado de ese acuerdo, sin presentar entrevista ni conocer a
su nominador, Aura Mery y Roger Andrés fueron nombrados en la
Unidad de Trabajo Legislativo de José Antonio Mora Rozo, con la sola

5
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

condición de que aportaran un 30% de su salario, suma que debería ser


entregada mensualmente.

Esa estrategia jurídica quedó en evidencia con la conteste y firme


declaración del abogado Espitia Montero, cuyo propósito no fue otro que
derrumbar la curul de Ovidio Claros Polanco, para lo cual necesitaba
presentar demanda de pérdida de investidura, y así lo hizo a través del
abogado Germán Jiménez Tiusaba, quien era su amigo y socio,
generando la lógica consecuencia de ser recompensados por dicha
gestión.

En tal acuerdo, resulta clara la colaboración de Mora Rozo, quien


directamente permitió la entrada de los recomendados y por ende el
pago de los honorarios. También fue beneficiario del pacto al ingresar
como segundo renglón. Recuerda que el testigo Mora Rozo, si bien es
cierto algunas de las preguntas formuladas en su testimonio en
audiencia pública las respondió con manifiesta lucidez, en otras, en
actitud “sesgada”, se escudó en problemas de salud para no
contestarlas, razón por la cual se torna en un testigo sospechoso y
acomodado, quedando en evidencia que bien pudo ser el “trampolín”
para los intereses de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS.

Le queda claro a la representante del Ministerio Público que Aura


Mery Montero Farías y Roger Andrés Fajardo Otálora, son empleados
de aquellos que se conocen comúnmente como “corbatas”, es decir,
quienes están en la nómina pero no ejercen funciones, en tanto ni son
conocidos por sus compañeros, ni saben qué hicieron durante el tiempo
de servicios. Destaca el hecho que Aura Mery en el testimonio rendido
en audiencia pública, sostuvo que el informe de sus actividades se lo

6
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

presentaba a Miguel Mora, hijo de José Antonio Mora Rozo, quien no


ocupó cargo alguno en el Congreso.

Sobre lo sucedido en Suárez (Tolima), hecho trascendente para


este caso, resalta que el testigo Darío Fernando Espitia ubica allí a
HÉCTOR OSPINA AVILÉS como una persona “endiosada” y
“arrogante”, diferente al que conoció. Acorde con su postura responsiva,
destaca que este testigo relató cómo fue invitado, los pormenores del
regalo que llevo -una caja de whisky-, dónde la entregó, el medio en que
se desplazó, el estado de la vía de acceso al municipio y cómo se
devolvió, así como también detalló la reunión, evidenciando que sabía
de lo que hablaba. Agregó también que el congresista estaba “eufórico”
dando muestras de que “estaba posesionado de poder”, sin que con ello
se pueda acreditar que estuviera borracho, estado que no sería normal
en quien está siendo homenajeado.

Destaca que el propio Espitia Montero, frente a la solicitud de


aportes de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, dejó en claro que no se
trató de una opción, sino de un deber y que concretamente la solicitud
de incremento de la cuota efectuada en Suárez fue una imposición,
tanto así, que la negativa del abogado llevó a que no los certificara,
siendo ello finalmente el motivo de su posterior desvinculación.

Adicionalmente, un análisis conjunto de las declaraciones de


Jorge Salas Cala y Ovidio Claros Polanco, deja claro que en verdad el
abogado Espitia Montero estaba cercano a la demanda de pérdida de
investidura. Conocimiento que adquirieron, si bien a través de otras
personas, ello no descalifica que hubieran accedido a dicha información.

7
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

También aparece la declaración de María del Pilar Otálora Ortiz,


madre de Roger Andrés Fajardo Otálora, quien corroboró la ausencia de
vinculación de su hijo a los temas políticos y mucho menos cercano a
José Antonio Mora Rozo, en cuya UTL resulta siendo nombrado. Dejó
en claro esta testigo que su hijo le comentó la necesidad de hacer
aportes mensuales equivalentes a una tercera parte de su salario al
abogado Espitia Montero con destino a un partido político, lo cual
advirtió como normal pues él fue quien llevó su hoja de vida y logró que
lo nombraran en dicho cargo.

Esto significa que dos personas realmente vinculadas con Espitia


Montero, pues una era su esposa y la otra era miembro de una familia
políticamente cercana, nombradas en cargos de considerable
importancia en una UTL de un congresista que ni siquiera conocían,
resulta siendo un hecho anormal desde el punto de vista laboral, pero
que para este caso confirman que el pago de honorarios se hizo a
través de sus nombramientos.

En consecuencia, estima la Procuradora Delegada que el ex


Representante Ospina Avilés al haber solicitado o constreñido para
lograr un aumento de la cuota a cambio de la permanencia de dos
empleados en su cargo, lo cual se hizo con dolo y pleno conocimiento
de la afrenta que representaba una tal conducta, pues se sabe que no
es posible exigir dinero a cambio de un cargo público, no otra decisión
puede adoptarse que proferir sentencia condenatoria en su contra por el
delito de concusión.

2. El acusado

8
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Advirtiendo que no existe prueba que pueda demostrar su


responsabilidad, solicita su absolución.

Soporta su petición en que la conducta punible se encuentra


enmarcada en dos tiempos, delimitados por el acto de posesión como
Representante a la Cámara, siendo claro que en ninguno de ellos exigió
dinero para el desempeño de un cargo público.

Sostiene que nunca solicitó ni exigió aporte alguno mientras José


Antonio Mora Rozo se desempeñó como congresista, además por
cuanto éste era el nominador. Aclara que si acaso Darío Fernando
Espitia Montero hizo exigencia alguna, fue por su cuenta, cosa que se
corrobora con las declaraciones de Aura Mery Montero Farías y Roger
Andrés Fajardo Otálora, quienes han declarado que nunca lo
conocieron, como tampoco le entregaron dinero.

Señala que en efecto conoció a Espita Montero, pero no para el


momento que él dice, sino en mayo del año 2005 y por presentación de
Alonso Ospina Luna, siendo una “gran mentira” que haya dialogado
antes de esta fecha con Espitia Montero y mucho menos para fraguar la
pérdida de investidura de Ovidio Claros Polanco, proceso en el cual
nunca intervino y por ende no convino honorarios por tal gestión.

Para esclarecer la persona que estuvo detrás de la demanda de


pérdida de investidura, considera que debe acudirse al texto de la
demanda, la cual se encuentra suscrita por Carlos Ernesto Valdivieso
Llanos, quien dijo ante la Corte de manera clara y directa que jamás

9
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

escuchó hablar de OSPINA AVILÉS y su direccionamiento lo recibió de


José Pinillos.

Sobre el evento en Suárez, expuso el acusado que no invitó a


Espitia Montero, como tampoco lo vio en el acto cívico social, no siendo
creíble que haya estado presente, pues dijo que en su camino no cruzó
río alguno, siendo evidente que para llegar a la población es necesario
atravesar el puente sobre el Río de La Magdalena, de considerable
extensión y anchura como para no verlo; adicionalmente, dijo no
recordar en qué lugar del pueblo se hizo el festejo. Estas imprecisiones
tornan su dicho en “otra de sus grandes mentiras”.

Hace referencia a la declaración de Jorge Salas Cala, quien


aseguró no haber visto a Espitia Montero en el homenaje, lo cual se
corrobora con el video aportado al proceso y exhibido en audiencia
pública, el cual se hizo de manera desprevenida, pero que sirve para
demostrar que allí no estuvo el mencionado abogado.

Las inconsistencias de Espitia Montero, se vislumbran aún más


cuando se refiere al préstamo de dinero que supuestamente le hizo y
que debió respaldarlo con un cheque personal, cuando demostró con
prueba documental que nunca ha tenido cuenta bancaria con chequera,
luego no podía girar cheque alguno. Termina por demostrarse que el
abogado miente, cuando dijo en su testimonio haber distinguido a
OSPINA AVILÉS desde cuando se desempeñó como Concejal de
Bogotá, pues probó que nunca ha fungido como tal.

Recaba en que declaró insubsistentes a Aura Mery y Roger


Andrés, empleados de su UTL, pero por no ir a trabajar, circunstancia

10
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

que lo llevó a adoptar una decisión necesaria para salvaguardar los


intereses del Estado, cosa que evidentemente ellos no van a aceptar,
pero que se confirma con la poca credibilidad que merece, por ejemplo,
la versión de Aura Mery Montero, en tanto ni siquiera es capaz de ubicar
su sede de trabajo, ya que dijo laborar en una oficina del cuarto piso del
Capitolio Nacional, cuando dichas oficinas se encuentran en el edificio
nuevo, además, no la conoció su secretaria Johana Vargas Mota, quien
así lo declaró ante la Corte.

La fragilidad de la declaración de la esposa del abogado Espitia


Montero, termina por evidenciarse, en criterio del acusado, cuando
sostuvo que laboró con Miguel Mora, hijo de José Antonio Mora Rozo,
siendo que nunca esta persona estuvo vinculada con esa UTL.

Informa que las inconsistencias del abogado Espitia Montero lo


llevaron a denunciarlo penalmente ante la fiscalía por falso testimonio
en el año 2006, proceso aún en investigación, razón por la cual es claro
que sus aseveraciones se encuentran claramente orientadas por el
resentimiento y el ánimo de retaliación derivado de la declaratoria de
insubsistencia de Aura Mery y Roger Andrés.

Finalmente, coloca de presente que el Consejo de Estado falló en


su favor la demanda de pérdida de investidura que por estos mismos
hechos se interpuso en su contra, igual camino siguió el proceso
disciplinario que adelantó la Procuraduría. En ninguno de estos
escenarios, concluye, se encontró motivo alguno para darle crédito a
Espitia Montero, razón por la cual solicita su absolución.

11
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

3. El defensor

Solicita la absolución se su representado por no haber cometido


infracción penal.

Empieza por controvertir a la Procuraduría por señalar a Mora


Rozo como persona hábil para decir lo que le conviene, desconociendo
que en la declaración rendida en audiencia pública se reveló su falta de
ubicación por razón de su edad, situación que evidentemente lo lleva a
desorientarse y a mostrar fallas “nemotécnicas” graves, como decir que
Espitia Montero estuvo vinculado a su UTL, cuando está demostrado
que no laboró en el Congreso.

Considera que con la declaración de Aura Mery Montero se


demuestra que el hijo de José Antonio Mora Rozo, Miguel Mora, lo
acompañó en el desempeño de su cargo, luego es muestra de que no
tenía la capacidad para desarrollar su gestión. Hecho que sumado a la
credencial presentada por Darío Fernando Espitia Montero en sus
declaraciones, revela que éste era quien “gobernaba” su despacho.

Señaló como “desfasado” el argumento de la Procuraduría, a


través del cual se mostró que Mora Rozo prefería seguir con su pensión
de vejez por sobre la pensión que se sabe pueden acceder los
congresistas, otra cosa es que haya tenido que abandonar tal propósito
por sus deplorables condiciones físicas y mentales.

Igualmente, censura la postura de la representante del Ministerio


Público, por vislumbrar en la testigo María del Pilar Otálora Ortiz una
prueba de cargo, cuando ella misma reveló que la demanda de pérdida

12
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

de investidura contra HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, fue gestada por


Darío Fernando Espitia Montero, en una muestra más de su
personalidad engañosa, pues le dijo que esa era la forma de lograr el
reintegro de su hijo Roger Andrés Fajardo.

De otra parte, señala que la Corte desconoció que Mora Rozo no


laboró como Representante a la Cámara por un año, como se consignó
en la resolución de acusación, sino trece meses y ocho días, diferencia
a la que le otorga importancia si se tiene en cuenta la extenuante labor
que se cumple en el Congreso y si se ejerce en difíciles condiciones de
salud.

Sobre la declaración rendida por el doctor Ovidio Claros Polanco,


sostiene que es un testigo de referencia y no posee un conocimiento
directo de la realidad, el cual le es brindado maliciosamente por Darío
Fernando Espitia Montero, circunstancia que aceptó en su testimonio
cuando la defensa le preguntó sobre quién le brindó ese conocimiento.
Ello le lleva a pensar que debe tenerse mejor como víctima de una
viciada información.

Y es precisamente sobre Espitia Montero, a quien antes de


caracterizarlo como protagonista de la demanda de pérdida de
investidura de Ovidio Claros, lo que debe concluirse, con base en la
“cadena de indicios” que se pueden elaborar empezando con la
credencial para ingresar al Congreso y que ha exhibido en todas sus
declaraciones, es la manifiesta influencia que ejercía sobre José Antonio
Mora Rozo y su hijo Miguel Mora.

13
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Preponderancia que lo llevó a manejar la UTL, compatible con lo


afirmado por Aura Mery Montero y Roger Andrés Fajardo, quienes
dijeron que el porcentaje de su salario se lo entregaban directamente a
Espitia Montero, y nunca a OSPINA AVILÉS y que su nombramiento se
lo debían al abogado, luego era quien tenía interés de seguir
devengando el dinero que le arrebataba a su esposa y a Roger Andrés
Fajardo.

Con base en esto, el defensor dice que el testimonio de Espitia


Montero ofrece serias dudas y su marcado interés lo descalifica, pues
es quien finalmente resultó beneficiado con sus influencias, sin que sea
posible edificar un juicio de responsabilidad sobre su versión de los
hechos. Además, denota un patrón de comportamiento proclive a la
mentira, que lo lleva a encubrir sus acciones, a no mostrar su rostro, a
moverse solo, sin testigos de sus actos, sin dejar rastro. Quien actúa
así, concluye, no es posible creerlo una persona trasparente y honesta,
mucho menos cuando no tuvo el valor de interponer personalmente la
demanda contra Ovidio Claros, por el contrario, actuó “rastreramente”,
mostrando un temperamento “solapado” que normalmente utilizan las
personas mentirosas.

Su mentira queda evidenciada cuando quien presentó la demanda


de pérdida de investidura fue el señor Carlos Ernesto Valdivieso Llanos,
quien así lo sostuvo en declaración rendida ante la Corte al manifestar
que detrás de esa actuación estaba el señor José Pinillos. Con esto se
demuestra que Alonso Ospina no le hizo consulta alguna a Espitia
Montero para elaborar la demanda. Además, Valdivieso Llanos fue claro
en señalar que no lo conoció. Luego la declaración de Espitia Montero la
cataloga como una prueba “indigna”.

14
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Entonces, si Valdivieso Llanos señaló a José Pinillos como el


Gestor de la demanda, queda en duda de dónde salió la idea de la
pérdida de investidura, mucho más cuando Pinillos fue Representante a
la Cámara y tuvo como empleada de su UTL a Aura Mery Montero
Farías, esposa de Darío Fernando Espitia Montero.

Así las cosas, a Espitia Montero le quedó fácil “inventar” que él


había elaborado la demanda, aprovechándose de las circunstancias en
perjuicio de OSPINA AVILÉS. Muestra del poco sustento de sus
afirmaciones, es que diga no saber a qué movimiento político aportaba
el dinero que supuestamente le entregaba, no obstante que hizo
cuantiosos pagos por un año.

Sobre el viaje a Suárez, señala que Espitia Montero no fue


invitado, tampoco era conocido en la UTL de OSPINA AVILÉS, razón
por la cual no había motivo para que asistiera. El testigo Jorge Salas
Cala dijo no haberlo visto en el evento, sumado al hecho que nunca en
sus anteriores declaraciones había mencionado la caja de licor. Su
ausencia en el homenaje se comprueba con el desprevenido video
aportado al proceso, en el cual se hacen varias tomas generales y no lo
registra por ninguna parte.

Aún en el evento de que se aceptara su concurrencia, lo que


Espitia Montero dijo haber escuchado fue: “no le voy a certificar”.
Expresión que no es propia de un congresista recién posesionado,
quien no sabe qué es certificar. Además, el hecho que haya estado
arrogante no es delito, eso no puede generar un condena. Arrogante no
es proceder contrario a derecho, mas bien, la declaratoria de

15
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

insubsistencia de los dos protegidos de Espitia Montero por no cumplir


con sus funciones, es una clara muestra de protección a los dineros
públicos.

Muestra de las “mentiras” de Espitia Montero, sostiene la defensa,


es la cita que hace de un episodio en el cual OSPINA AVILÉS
supuestamente le pidió prestado un dinero, exigiéndole un cheque
personal como garantía, hecho que se descarta cuando se estableció
con prueba documental idónea -la correspondiente certificación
bancaria-, que no posee cuenta corriente.

No concibe el defensor que Aura Mery Montero Farías, no tenga


idea qué funciones cumplía en la UTL de Mora Rozo, como tampoco
que no lo conociera, pero sí precise con detalle la entrega del dinero a
su esposo. Tampoco que no conozca las actividades de su marido, ni a
qué se dedica, tornándola sospechosa y poco creíble.

Sobre la personalidad del acusado, considera que debe atenderse


las declaraciones rendidas por varios ex empleados, quienes declararon
que nunca supieron ni les consta que el Congresista solicitara a los
miembros de la UTL dinero alguno de su sueldo. Cita los testimonios de
Jorge Salas Cala, Fredy Arnoldo Kuan Casas, Diana Marcela Diaz
Estéves, Doris Gutiérrez Rojas, Johana Andrea Vargas Motta, Oscar
Romero Acosta, John Fredy González Torres, Gloria Elsy Díaz
Martínez y Gabriel Alonso Ospina Mariño. Destaca también en ellas,
que respondieron negativamente cuando se les preguntó si sabían que
esas prácticas fueran empleadas con otras personas.

16
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Por último, colocó de presente que la Procuraduría archivó las


diligencias disciplinarias que se adelantaron a consecuencia de estos
mismos hechos, así como también destaca que en el proceso de
pérdida de investidura el concepto de ese mismo ente de control fue
favorable a OSPINA AVILÉS.

En consecuencia, sin que haya prueba directa de que el acusado


hizo alguna exigencia a sus empleados, solicita la absolución de su
defendido.

LA CORTE CONSIDERA

1.- Como primera medida, debe quedar en claro, tal como se


expuso en la relación fáctica precedente, que el presente proceso penal
se focaliza en la exigencia efectuada por HÉCTOR JOSÉ OSPINA
AVILÉS, cuando luego de posesionado como congresista, en un evento
celebrado en el municipio de Suárez (Tolima) el 1° de julio de 2005,
exigió a dos de los empleados de la UTL aumentar el aporte que venían
haciendo como condición para continuar en su cargo, sin que interese
para esta actuación la solicitud y entrega de los aportes que se venían
haciendo periódicamente antes de que el Ingeniero Ospina Avilés
adquiriera el fuero constitucional de congresista, pues esos hechos, en
su momento, por no ser de competencia de la Corte, fueron puestos en
conocimiento de la Fiscalía.

17
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Así las cosas, la Corte es competente para conocer de la presente


causa, pues para el momento de la ilícita exigencia de incremento de
aportes, el acusado ostentaba la condición de Representante a la
Cámara y no obstante en la actualidad no poseerla, la Sala está
facultada para conocer de este asunto, de conformidad con lo
preceptuado en los artículos 186 y 235, numeral 3° y su parágrafo, de la
Constitución Política y 75, numeral 7°, del Código de Procedimiento
Penal, siendo evidente que dicha conducta guarda una directa y
vinculante relación con la función que desempeñaba, hecho que le
otorga al acusado el fuero especial.

2.- La acusación contra HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS se


contrajo a imputarle, en calidad de autor, el delito de concusión, que
tipifica el artículo 404 de la Ley 599 de 2000, modificado por la Ley 890
de 2004, a saber:

“Concusión. El empleado oficial (servidor público) que abusando


de su cargo o de sus funciones, constriña o induzca a alguien a dar
o prometer al mismo servidor o a un tercero, dinero o cualquier otra
utilidad indebidos, o los solicite, incurrirá en prisión de seis (6) a
diez (10) años, multa de cincuenta (50) a cien (100) salarios
mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el
ejercicios de derechos y funciones públicas de cinco (5) a ocho (8)
años”.

3.- El artículo 232 del Código de Procedimiento Penal estatuye


que, además del principio de necesidad de la prueba, no se podrá dictar
sentencia condenatoria sin que obren en el proceso elementos de juicio
que conduzcan a la certeza de la conducta punible y la responsabilidad
del procesado. En estas condiciones, entrará la Sala a analizar si en el
presente caso se cumplen o no los mencionados presupuestos.

18
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

3.1. Sobre la existencia de la conducta punible, resulta necesario,


antes que todo, establecer la credibilidad del testigo de cargo, Darío
Fernando Espitia Montero.

Este testigo, sostuvo que con el señor Alonso Ospina Luna,


convinieron realizar gestiones con el objeto de demandar la pérdida de
investidura del Congresista Ovidio Claros Polanco, elegido
Representante a la Cámara para el periodo 2002-2006, labor en la
cual estaba interesado HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, pues
figuraba como tercer renglón.

Dejó en claro que como era conocido del congresista Ovidio


Claros, decidió no figurar en la demanda, razón por la cual acudió al
señor Carlos Ernesto Valdivieso Llanos, ciudadano que instauró la
acción, pero que al ser inadmitida para su corrección, fue presentada
nuevamente por el abogado Germán Jiménez Tiusaba, conocido suyo.
Iniciado así el trámite ante el Consejo de Estado, se falló el 30 de
marzo de 2004, decretando la pérdida de investidura.

Agregó el testigo que los honorarios del abogado, se pagarían a


través del nombramiento de dos personas de su confianza, las cuales
laborarían en la UTL por el resto del periodo.

Fue así como sus recomendados efectivamente entraron a


laborar pero con José Antonio Mora Rozo quien, como segundo
Renglón, decidió a última hora ocupar la curul por un año, lo que llevó
a adicionar el acuerdo en tanto OSPINA AVILÉS quedaba sin ingresos
por ese lapso, razón por la cual sus designados debían entregarle el

19
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

30% de su salario mientras se posesionaba. Los elegidos fueron Aura


Mery Montero Farías, su esposa, quien aportó $1.200.000, y Roger
Andrés Fajardo Otálora, miembro de una familia que lo apoyaba
políticamente, aportante de $600.000.

Estos aportes del salario, dijo el declarante, eran absolutamente


voluntarios y destinados a un movimiento político y él sencillamente
figuraba como intermediario entre OSPINA AVILÉS y los dos
empleados.

Sostuvo que luego de transcurrido el año en el cual se pagaron


puntualmente los aportes, lo pactado vino a incumplirse luego de la
posesión de OSPINA AVILÉS en el mes de mayo de 2005, cuando le
manifestó, en un evento en la población de Suárez (Tolima), que el
pago que venían haciendo sus recomendados debía incrementarse a
más del 50%, so pena de no certificarlos o declararlos insubsistentes,
amenaza que se consolidó al poco tiempo.

Esta narración pone de presente una serie de hechos que tal


como se dejó en claro desde la definición de situación jurídica y la
acusación, revelan la solicitud de contenido económico que el
procesado hizo al abogado para obtener un provecho indebido, como
es pedirle la entrega de parte del sueldo de sus recomendados, a
cambio de la permanencia en sus cargos.

Las exposiciones fueron brindadas en dos escenarios diferentes,


la primera el 8 de marzo de 2006, al interior del proceso de pérdida de
investidura que se adelantó contra HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS,
incorporada a esta actuación como prueba trasladada, y la segunda,

20
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

rendida ante la Corte dentro de este proceso el 13 de diciembre


siguiente. Es decir, temporalmente son sucedáneas y cercanas al 1°
de julio de 2005, fecha en que se llevó a cabo el referido homenaje en
el municipio de Suárez.

Sobre la exigencia de incrementar el aporte del salario de Aura


Mery y Roger Andrés, lo cual condicionaba su permanencia en el
cargo en la UTL, dijo el testigo de marras lo siguiente:

“…el señor Ospina posesionado me invitó a su pueblo natal,


el municipio de Suárez, un pueblo ahí cerca al Espinal, que
le hacían un homenaje por haber llegado al Congreso de la
República y me manifestó que necesitaba que le colaborara
con los recursos que le había venido dando y con unos más
porque se le venía una campaña electoral y estaba muy mal
de recursos para cubrirlos y que le ayudara políticamente,
yo le expresé que bajo ninguna circunstancia iba a permitir
que se cambiaran los compromisos que habíamos
adquirido; posteriormente, me expresó que en esos
términos, que no iba a certificar la asistencia de las
personas que yo había recomendado Aura Mery Montero
Farías y Roger Andrés Fajardo Otálora, no se porqué razón,
no supe, no se si certificó porque les siguieron pagando, me
enteré por el hijo de Alonso Ospina, Gabriel creo que se
llama, me comentó que habían declarado insubsistente a
Roger Fajardo, yo le manifesté mi disgusto al señor Augusto
Ospina (sic) que fue con el que pude hablar, y en términos
textuales me dijo el tipo se está volviendo loco, se endiosó y
no está haciendo caso, y dos meses después vino la
insubsistencia de Mery Montero.”2

Esta declaración se identifica con la brindada a los pocos meses


ante la Corte dentro de este proceso penal, cuando expuso:

“…cuando este señor se posesionó (se refiere a Héctor José


2
Folio 168 cuaderno 1 (declaración ante el Consejo de Estado)

21
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Ospina Avilés) me invitó a su población natal que le hacía


un homenaje creo que se llama Suárez, o algo así, es muy
cerca al Espinal, una población del Tolima y allí con una
conducta totalmente diferente a la que conocí
completamente endiosado me manifestó que necesitaba
para su campaña los recursos que le venía dando y algo
más pidiendo inclusive por encima del 50% de estos
funcionarios yo enfáticamente le manifesté que ese no era
nuestro compromiso y que yo lo iba a hacer cumplir que les
iba a decir a mis postulados que no dieran una suma más
de dinero como así se hizo aporte que cesó desde su
posesión y amenazó con que no iba a certificar el trabajo
desarrollado por AURA MERY y ROGER, no se si lo cumplió
lo cierto es que a ellos les pagaron de manera normal hasta
que fueron declarados insubsistentes por orden del señor
OSPINA AVILÉS, primero produjo la insubsistencia de
ROGER yo le reclamé su incumplimiento y me dijo que esa
era una prueba de que él podía hacer que a mi esposa le
ocurriera lo mismo si no le colaboraba ya no
económicamente sino políticamente porque se iba a postular
para la cámara en las elecciones del 2006…”3

Ahora, no es sólo por haber brindado las declaraciones con


proximidad temporal al evento de Suárez, ni por tratarse de
exposiciones coincidentes, coherentes y unívocas, por lo que la Corte
otorga credibilidad al testimonio de Darío Fernando Espitia Montero,
sino por cuanto aparecen contrastables y demostradas sus
aseveraciones con otros hechos, plenamente demostrados, que llevan
a inferir que en verdad, como antecedente y contexto de la ilícita
exigencia sucedida en el citado municipio, se tienen los siguientes
elementos de convicción:

(i) La cercanía del abogado a la demanda de pérdida de


investidura de Ovidio Claros Polanco,

3
Folio 15 cuaderno 2 (declaración ante la Corte Suprema)

22
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

(ii) El pago por tal gestión a través del nombramiento de dos de


sus recomendados, y

(iii) La suma de acontecimientos cronológicamente dispuestos


para la llegada de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS al
Congreso y la salida de los recomendados del abogado luego
del evento de Suárez (Tolima).

(i) Sobre la proximidad a la demanda de pérdida de investidura: se


tiene que fue instaurada inicialmente por una persona alejada de la
contienda política y desconocedor de los temas jurídicos, como era el
economista Carlos Ernesto Valdivieso Llanos, quien así lo sostuvo en su
declaración rendida ante la Corte4, en la cual manifestó desconocer los
verdaderos intereses para haberla promovido y que la firmó por solicitud
del señor José Pinillos. Dejó también en claro que no conoce al
abogado Espitia Montero y que por sus ocupaciones personales no
pudo atender las diligencias y no supo que pasó con la demanda.

Esta declaración no cambia el sentido de las afirmaciones del


testigo Espitia Montero, por el contrario, termina corroborándolas, pues
aparece un hecho derivado del proceso de pérdida de investidura que
vincula a este abogado a esa acción, como es la participación del
también abogado Germán Ricardo Jiménez Tiusaba5, quien debió
entrar a actuar en tanto la demanda inicialmente instaurada por
Valdivieso Llanos fue inadmitida por el Consejo de Estado, así aparece
en el expediente traído a esta actuación como prueba documental y
certificado por el Consejo de Estado6.
4
Folio 232 cuaderno 4
5
Folio 186 cuaderno 4
6
Folio 202 cuaderno 5

23
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Jiménez Tiusaba dejó en claro que era colaborador o “patinador”


del abogado Espitia Montero en algunos procesos que aquél
adelantaba y, particularmente, dice que de él fue de quien recibió la
orden o el “poder” para entrar a sustituir a Valdivieso Llanos y hacer
las correcciones a la demanda de pérdida de investidura contra Ovidio
Claros Polanco.

Quiere decir lo anterior que un abogado asociado o de confianza


de Espitia Montero, es quien asume la corrección de la demanda y actúa
en el trámite de pérdida de investidura.

El conocimiento, cercanía y vinculación de Espitia Montero al


trámite de pérdida de investidura, también se acredita por el propio
congresista, doctor Ovidio Claros Polanco, hoy Magistrado del Consejo
Superior de la Judicatura, quien mediante declaración por certificación
jurada7 lo corroboró como un hecho notorio para ese momento y
agregó que no sólo era conocida su experiencia en esos temas, sino
que tenía casos concretos para mostrar.

Aclara que fue informado por varias personas, incluidos Espitia


Montero y el propio Carlos Ernesto Valdivieso Llanos, que la demanda
de pérdida de investidura no fue gestada en interés general, sino que
detrás de ella se escondían los propósitos de su segundo y tercer
renglón para acceder a la curul.

Al respecto, sostuvo:

7
Folio 140 cuaderno 4 y folio 249 cuaderno 7 (declaraciones por certificación jurada)

24
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

“Conocí al citado señor VALDIVIESO LLANOS, porque en


una oportunidad, encontrándome en mi oficina …
acompañado de los señores PATRICIA ALFONSO
MONDRAGÓN, GUSTAVO PERDOMO y JORGE
SANTANA , llegaron allí unos señores acompañados de
algunas damas, quienes solicitaron conversar conmigo del
tema relacionado con el proceso de pérdida de investidura
que se seguía en mi contra. Fue allí, donde uno de estos
señores se identificó como CARLOS ERNESTO
VALDIVIESO LLANOS y manifestó que laboraba en la
Universidad Nacional de Colombia, en condición de
contratista, que había sido contactado bajo ofrecimientos
para que suscribiera unos documentos que iban a ser
usados en mi contra. Agregó que él no tenía conocimiento
de los hechos, que no me conocía y que me quería dejar
en claro que había firmado los citados documentos porque
había sido, según su dicho, engañado.”

“…”

“En cuanto al abogado GERMÁN RICARDO JIMÉNEZ


TIUSABA, acorde con lo que me comentaron varias
personas que me visitaron en mi oficina, este había sido
contactado por el abogado DARÍO FERNANDO ESPITIA
MONTERO para que firmara la demanda de pérdida de
investidura en mi contra y de esta forma lograr los
propósitos de LUIS HUMBERTO GÓMEZ GALLO; JOSÉ
ANTONIO MORA ROZO Y HÉCTOR JOSÉ OSPINA
AVILÉS. Esto en razón a que el abogado ESPITIA
MONTERO era experto en el tema de pérdida de
investidura y dentro de sus actuaciones como tal habría
logrado algunos réditos en este campo, pero por ser
persona conocida por el suscrito, éste no quiso aparecer
como el apoderado del demandante.”

Entonces, el ex congresista Ovidio Claros Polanco, aclaró que el


conocimiento de esta situación, no sólo provino de lo informado por el
abogado Espitia Montero, sino también de lo dicho por otras personas.

25
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

La cercanía o proximidad de Darío Fernando Espitia Montero al


trámite de pérdida de investidura también se demuestra con la
declaración de Jorge Salas Cala8, testigo que manifestó, como
empleado de la UTL del Representante HÉCTOR JOSÉ OSPINA
AVILÉS en el año 2005, incluso se cataloga como su “mano derecha”
en el tema político, que se sabía que el abogado Espitia Montero era
quien estaba detrás de la demanda de pérdida de investidura. Así lo
dijo: “… hasta donde tengo entendido había sido el demandante o
había tenido que ver con la demanda que le quitó la investidura al
Representante JOSÉ OVIDIO CLAROS…”, y además que ellos,
OSPINA AVILÉS y Espitia Montero, sostuvieron una relación y a
menudo dialogaban.

Esta declaración, contrasta con la vertida en audiencia pública,


en la cual el testigo, en esta segunda oportunidad, pretendió desviar
su conocimiento para el momento en que Ovidio Claros Polanco
recuperó la curul, esto es en el año 2006, al manifestar 9 “… uno que
anda en este tema del mundillo político mal haría yo en decir que nunca
me enteré yo después supe o escuche algunos comentarios que se
hacían que había una pelea entre Héctor Ospina y Ovidio Claros …
ambos amigos míos… no tomé partido por alguno de los dos …”.

Sin embargo, cuando es confrontado con la declaración rendida


ante la Corte el 3 de julio de 2009, aclara su posición al sostener 10: “…
tal vez lo dije en ese instante por lo que se escuchaba en esos instantes
en los mentideros de la política o corrillos de la política … ”. Es decir,

8
Folio 43 cuaderno 4
9
1:30:00 primera sesión de audiencia publica
10
1:39:17 primera sesión de audiencia pública

26
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

que sí era tema conocido la demanda de pérdida de investidura de


Ovidio Claros y que detrás de ello estaba Espitia Montero.

En conclusión, el abogado Darío Fernando Espitia Montero fue


parte esencial de la estrategia para lograr la pérdida de investidura de
Ovidio Claros Polanco, es decir, participó en la confección de la
demanda de pérdida de investidura y en la consecución del abogado
que continuaría con el trámite luego de que fuera devuelta por el
Consejo de Estado para su corrección.

(ii) El pago por tal gestión, es un hecho que se acredita con


base en las particulares condiciones en que resultaron vinculados la
esposa de Espitia Montero y su amigo, precisamente en la UTL del
congresista respecto del cual había demandado la pérdida de
investidura.

Aquí entran a jugar papel importante las declaraciones de Aura


Mery Montero Farías11 y Roger Andrés Fajardo Otálora 12, quienes
aceptaron haber hecho parte de una UTL de la cual a penas sabían
quién era su nominador, que ingresaron luego de haberle entregado
sus hojas de vida a Espitia Montero y que divagaron en torno a las
funciones que cumplían, lo único que tenían en claro era que, a través
de éste, debían entregar una cuota con destino a HÉCTOR JOSÉ
OSPINA AVILÉS, la que voluntariamente dieron por un año, al cabo
del cual la suspendieron. Roger Andrés, además, aceptó que
entregaba el dinero a Espitia Montero en agradecimiento por haberle
conseguido el puesto en el Congreso y que éste se lo pasaba a otra

11
Folio 24 cuaderno 2.
12
Folio 91 cuaderno 5.

27
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

persona, así se lo hizo saber a su señora madre, Harley María del Pilar
Otálora Ortiz13.

La posesión de estos dos empleados coincide exactamente en el


mismo día, esto es, 29 de abril de 2004; fueron nombrados en la
misma Resolución 0791 de esa fecha; precisamente cinco días
después de la llegada de Mora Rozo; Aura Mery Montero Farías, es
designada en el cargo de Asesor VII, es decir, el de mayor rango
salarial14, con una asignación mensual para el año 2005 de
$5.341.00015. Circunstancias que antes de llevar a concluir que se
trataba de empleados de confianza o cercanos a José Antonio Mora
Rozo, permiten colegir que ciertamente se le estaba compensando al
abogado por la elaboración de la demanda y su gestión, pues no de
otra manera se explican tales designaciones en su UTL de personas
completamente desconocidas por el nominador.

Nombramientos en tales condiciones podrían revelar la


ascendencia e influencia que Espitia Montero tendría sobre el
congresista, derivado quizá de una amistad, jerarquía, reconocimiento
político o conocimiento anterior, sin embargo, quedó demostrado que
José Antonio Mora Rozo nombró a dos personas que no conocía, ni
trataba, él mismo lo acepta y ellas también lo ratifican, así lo dijeron
Aura Mery Montero Farías y Roger Andrés Fajardo Otálora,
significando ello que en verdad, tal lejanía, permite deducir que
obedeció a los típicos nombramientos que en el lenguaje popular se
conocen como “corbatas”, es decir, quien reclama su sueldo sin

13
Folio 188 cuaderno 4.
14
Certificación de la División de Personal de la Cámara de Representantes visible a folio 196 cuaderno 5.
15
Folio 226 cuaderno 5

28
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

laborar, medio propicio para pagar alguna deuda, como lo refirió el


abogado Espitia Montero.

Las declaraciones de los dos empleados y recomendados de


Espitia Montero, son creíbles, pues además de referir lo que les
consta, no se aprecia en ellos el ánimo de ratificar falacias, exagerar o
ir mas allá de su conocimiento, antes por el contrario, exponen
claramente que nunca le entregaron personalmente dinero a HÉCTOR
JOSÉ OSPINA AVILÉS, ni éste les hizo exigencia alguna, cosa que
hubieran podido distorsionar dentro de un propósito mentiroso con el
objeto de involucrar falsamente al acusado. Son testigos que revelan
lo que saben, dando consistencia a su relato.

No cabe duda, entonces, que Aura Mery Montero y Roger Andrés


Fajardo ratifican con su exposición la declaración del abogado Espitia
Montero y corroboran la necesidad que tenían mes a mes de entregar
el dinero de su salario, es decir, es posible sumarlos al cúmulo
probatorio para edificar un conocimiento certero sobre los
antecedentes y el ambiente previo a la ilícita exigencia.

En consecuencia, para la Corte está corroborado que al haber


obrado Darío Fernando Espitia Montero como gestor de una actividad
profesional, no otra fue la forma de pagarle sus honorarios que con el
nombramiento de sus recomendados, ante la exitosa labor
desempeñada.

(iii) La suma de acontecimientos cronológicamente dispuestos


para la llegada de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS al Congreso,
muestran que luego de declarada la pérdida de investidura de la curul

29
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

de Ovidio Claros Polanco, su segundo renglón, José Antonio Mora


Rozo, logró posesionarse el 23 de abril de 2004 16, ejerciendo como
Representante a la Cámara hasta el 24 de mayo de 2005,
precisamente por trece meses, tal como lo había referido Espitia
Montero como cláusula del acuerdo, generando en su favor la
posibilidad de que si bien no asumía la curul, del sueldo de los
recomendados de Espitia Montero se le pagaría un porcentaje
mientras la asumía.

El hecho que el segundo renglón hubiera decidido acceder a la


curul, bien puede aceptarse como inusitado acontecimiento no previsto
por OSPINA AVILÉS, pues luego de gestar la pérdida de la curul de
Ovidio Claros, José Antonio Mora Rozo, a pesar de sus 76 años 17 para
ese momento, se posesionó en el cargo y, por ende, asumió la forma
de pago de los honorarios tal como se había acordado. De ahí que se
le hubieran impuesto los nombres de las personas que ocuparían dos
de sus cargos en la UTL. Muestra de ello es que ni siquiera recordó
quiénes eran y cómo llegaron a su despacho.

A este respecto, sorprendente resulta la declaración de José


Antonio Mora Rozo, quien pretendió dejar entrever que la vinculación
de Aura Mery Montero y Roger Andrés Fajardo, fue como
consecuencia de un posible “lagarteo” de Espitia Montero quien era
lejano a su curul, lo cual resulta poco creíble, siendo que en diligencia
de inspección judicial llevada a cabo en las oficinas del Congreso 18,
fue hallado oficio del 24 de enero de 2005, por medio del cual, por
solicitud de José Antonio Mora Rozo fue expedida por la Secretaría
16
Folio 17 cuaderno 3
17
Nació el 17 de marzo de 1928
18
Folio 73 cuaderno 6.

30
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

General de la Cámara de Representantes una credencial especial para


su libre ingreso al Capitolio Nacional y al Edificio Nuevo, la cual fue
otorgada y exhibida por el abogado en sus declaraciones ante la
Corte. Es decir, que el abogado sí frecuentaba el despacho donde
supuestamente laboraba su esposa.

Este deponente, a lo largo de sus varias declaraciones, pretendió


anteponer su edad y su estado de salud como excusa para olvidar
ciertos acontecimientos o no recordar algunos sucesos, sin embargo,
más que desdibujarse su credibilidad, lo que advierte la Corte es su
interés por ocultar el referido acuerdo, y de ese modo evadir cualquier
responsabilidad por el nombramiento de Aura Mery y Roger Andrés en
su UTL del Congreso.

Pacto del cual innegablemente se benefició, pues pasó no sólo a


ocupar la curul de congresista -Representante a la Cámara- sino que
entró a percibir un sueldo muy superior a la pensión mensual que
venía devengando, apenas igual a un salario mínimo.

Es claro que su salud, por lo menos para cuando se interpuso en


el año 2004 a la aspiración de OSPINA AVILÉS de posesionarse en el
Congreso, no era tan precaria como se ha querido mostrar, pues se
posesionó y ejerció el cargo por más de un año (13 meses y 8 días),
tiempo durante el cual asistió a sesiones y cumplió sus funciones,
certificó a los empleados a tal punto que se les pagó su sueldo 19. Su
supuesta enfermedad tampoco se revela a su salida, pues en el video
y las fotos aportados al proceso sobre el evento en el municipio de

19
Constancias recogidas por la Procuraduría y que fueron trasladadas a esta actuación Folios 168 y siguientes cuaderno 5.

31
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Suárez y a menos de dos meses de su retiro, aparece departiendo y


compartiendo con los demás invitados.

En estas condiciones, la avanzada edad de José Antonio Mora


Rozo no lo muestra decrépito ni incapaz, su comportamiento y
referencias en este proceso, revelan a un congresista que ejerció el
cargo en plenitud de sus facultades físicas y mentales, sin que se
encuentre fundamento para asegurar, tal como lo sostuvo el defensor
de OSPINA AVILÉS, que Espitia Montero lo manejaba a su antojo.

Por último, esta sucesión de actos, referidos por el testigo Espitia


Montero, vienen a corroborarse con la declaratoria de insubsistencia
de sus recomendados, Roger Andrés Fajardo Otálora el 11 de agosto
de 200520 y Aura Mery Montero el 6 de octubre de 2005 21, es decir
poco tiempo después de la reunión en Suárez (julio de 2005),
consolidándose progresivamente la “amenaza” de OSPINA AVILÉS de
empezar a sacar a su gente por no incrementar su contribución
económica, exigencia que tuvo como sustento la necesidad de
financiar su campaña política que se avecinaba.

3.2. Recogiendo lo anterior, la Corte le otorga al testimonio de


Espitia Montero plena credibilidad, posición que no cambia a pesar de
lo expuesto en la ampliación de su testimonio en audiencia pública,
concretamente frente al evento de Suárez, lo cual merece un particular
análisis.

En efecto, contrastando lo expuesto en audiencia pública con


sus pretéritas declaraciones, se observa que lo relacionado con su
20
Folio 227 cuaderno 5.
21
Folio 226 cuaderno 5.

32
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

participación en la confección de la demanda de pérdida de investidura


de Ovidio Claros; la forma como se le pagarían sus honorarios, es
decir, con el nombramiento de dos de sus recomendados; el acuerdo
voluntario para pagar de esos salarios un 30% a OSPINA AVILÉS
mientras estuviera José Antonio Mora Rozo ocupando la curul, no
sufrió modificación alguna. Pero cuando toca el aspecto relacionado
con el acto de Suárez (Tolima), y particularmente el momento en que
dialoga con el congresista y le hace una “exigencia”, así etiquetado por
la Corte en la acusación, menciona circunstancias novedosas, no
dichas antes, como que OSPINA AVILÉS estaba un poco “ebrio” que
“…de manera directa no podría decir que me hizo la exigencia…” y “…
no entendí qué significaba… certificar…”22.

Estos nuevos elementos, considera la Sala, no son otra cosa


que un matiz brindado por el testigo a la conducta de HÉCTOR JOSÉ
OSPINA AVILÉS, pues desde el principio sostuvo claramente que el
congresista le manifestó la “necesidad” de incrementar los aportes que
venían haciendo sus recomendados, de lo contrario no los certificaría,
lo cual para la Corte no es otra cosa, en el mundo fenomenológico,
que una solicitud, pedido o exigencia, en tanto está unida a una
condición.

El hecho que el testigo sostenga ahora que no fue un “exigencia”


sino una “solicitud de colaboración”, no la desdibuja ni desvanece su
ocurrencia, otra cosa son las palabras con las cuales se le pretenda
enmarcar. Tampoco es atendible lo dicho por el testigo en torno a que
no entendió qué quiso significar OSPINA AVILÉS con “no certificar”,
pues ello es meridianamente comprensible para un abogado, mucho
22
01:32:30 segunda sesión de audiencia pública

33
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

más si esa afirmación proviene del nominador del cargo; menos el


supuesto estado de ebriedad, en la medida que ni fue puesto de
presente por el acusado ni así se evidencia precisamente en el
registro fílmico del evento, en el cual se observa al homenajeado
plenamente lúcido.

Antes que afectar su credibilidad, estos nuevos elementos de la


declaración de Darío Fernando Espitia Montero se aprecian como una
forma de atemperar o morigerar las condiciones de lo que inicialmente,
hace casi cinco años, había manifestado. Debe tenerse en cuenta que
en todas las oportunidades en que brindó su declaración (Consejo de
Estado y Corte Suprema de Justicia, incluso en audiencia pública) ha
manifestado temor por lo que llegue a sucederle como consecuencia
de su declaración y que el acusado lo ha denunciado penalmente,
luego es entendible que en el escenario de la audiencia pública, de
frente al acusado, no se haya atrevido a efectuar algunos de los
señalamientos francos y directos que no tuvo reparo en efectuar en su
inicial declaración.

En conclusión, la declaración del abogado Darío Fernando


Espitia Montero posee suficiente mérito persuasivo no sólo por cuanto
es posible confrontarla con otros elementos probatorios que la
corroboran, sino por cuanto no se observa en su relato un ánimo
exagerado o indiscriminado de vincular a toda costa y por todo hecho
al acusado, propio de un testigo mentiroso. Nótese que hubiera podido
extender el reproche penal a los dineros que fueron entregados a
OSPINA AVILÉS durante el periodo que Mora Rozo estuvo en la curul
y no fue así, por el contrario, siempre y hasta último momento dijo el
abogado que eran parte de un acuerdo voluntario y consentido, como

34
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

colaboración a una causa política, concretando sinceramente su


reproche al incumplimiento de lo pactado, sin esconder su enojo e
insatisfacción por tener que seguir aportando luego de que OSPINA
AVILÉS se había posesionado como congresista, lo cual estaba por
fuera de lo acordado y, peor aún, con un aumento no previsto del
porcentaje de participación económica.

La espontaneidad del testigo aleja un actuar vengativo por la


declaratoria de insubsistencia de sus recomendados en la UTL, no se
observa en el testigo ese amañado interés que lo aleje de la verdad,
simplemente acepta su inconformidad y molestia por no habérsele
pagado sus honorarios en la forma convenida, razón justificable para
estar contando la verdad. Además, se sintió discriminado, muestra de
ello es la comparación que hace de la situación del hijo de Alonso
Ospina Luna, a quien, sostuvo, si se le cumplió al mantenerlo
vinculado a la UTL de OSPINA AVILÉS 23.

3.3. En estas condiciones, el demostrado comportamiento de


HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS encuadra perfectamente en el delito
de concusión de que trata el artículo 404 de la Ley 599 de 2000, que
se comete por un servidor público cuando abusa del cargo o de sus
funciones, al constreñir o inducir a dar o prometer a él o a un tercero,
dinero o utilidad indebidos, o los solicita.

La condición de servidor público no hay duda alguna que la


ostentaba el acusado, pues la conducta que se reprocha fue ejecutada
luego de que se posesionara como congresista.

23
02:16:00 registro de audio en audiencia pública, segunda sesión.

35
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

De otra parte, como se advirtió, la solicitud de colaboración


emanada de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, claramente
condicionada a la certificación de las labores como presupuesto para
permanecer en sus cargos, transmitida a través del abogado Espitia
Montero, es una indiscutible exigencia, pedido o requerimiento, que
sumado al hecho de provenir de su nominador, quien tenía la
disponibilidad jurídica de ratificarlos en el cargo o declararlos
insubsistentes, no dejó con el condicionamiento a la propuesta de
incrementar el aporte, la posibilidad de elegir cosa distinta, lo cual se
traduce, sin lugar a dudas, en un abuso de la función que implicó un
constreñimiento, definido ello como “obligar, compeler a alguien a que
haga y ejecute algo” 24

Es pertinente señalar que si bien en este caso lo solicitado no se


materializó, pues claramente expusieron Aura Mery Montero Farías,
Roger Andrés Fajardo Otálora y Darío Fernando Espitia Montero, que
no entregaron más aportes luego de un año de posesionado José
Antonio Mora Rozo, el delito de concusión se materializa por la sola
solicitud, pues es un delito de mera conducta, y por tanto para su
configuración basta el constreñimiento para la entrega del dinero o la
utilidad indebida. La Corte así lo precisó:

“En cuanto al delito de concusión corresponde indicar que el


artículo 404 de la Ley 599 de 2000 sanciona al servidor
público que abusando de su cargo o de sus funciones,
constriñe o induce a alguien a dar o prometer a él o a un
tercero dinero u otra utilidad indebida, o los solicita.

(...) Conforme a la aludida descripción, se abusa del cargo o


de la función pública cuando el servidor, apartando su
comportamiento de las normas constituciones y legales que
24
Diccionario Esencial de la Lengua Española. Real Academia Española. 2006

36
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

regulan de manera general y concreta su actividad en la


administración pública, constriñe, induce o solicita a alguien
dar o prometer dinero o cualquier otra utilidad para sí o para
un tercero.

Son entonces, tres las conductas alternativas establecidas en


el ilícito en mención: "constreñir", "inducir" y "solicitar".
Consultando el Diccionario de la Lengua Española se tiene
que constreñir significa obligar, precisar, compeler por fuerza
a alguien a que haga y ejecute algo; inducir es instigar,
persuadir, mover a alguien; y solicitar consiste en pretender,
pedir o buscar algo con diligencia y cuidado.”

“El alcance y significación de los verbos rectores permite


concluir, como lo ha sostenido la Sala en múltiples
oportunidades (Cfr. Entre otras, radicados 15910 y 24237 del
19 de diciembre de 2001 y 26 de enero de 2006,
respectivamente.), que este delito se consuma simplemente
con la exteriorización de cualquiera de las referidas hipótesis,
con independencia de que el dinero o la utilidad hayan
penetrado en el ámbito de disponibilidad del actor.” 25

3.4. Dadas las condiciones personales del acusado, ingeniero de


profesión, con una larga trayectoria política, quien venía ejerciendo
cargos en el Congreso de la República26al servicio de la UTL de
Senador Humberto Gómez Gallo desde el año 1998, se concluye que
estaba en capacidad de comprender que la solicitud efectuada al
abogado Espitia Montero de efectuar aportes incrementados hasta un
70% del salario de sus recomendados en la UTL, como condición para
permanecer en sus cargos, era una conducta indebida y contraria al
ordenamiento jurídico, con lo cual puede asegurarse que fue ejecutada
de manera deliberada y plenamente consciente.

Corolario de lo anterior, acogiendo los argumentos presentados


por la Procuraduría Delegada, considera esta Sala que de las pruebas
25
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, proceso 29.267 del 16/09/2009.
26
Folio 205 cuaderno 5 (constancia de servicios)

37
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

recaudadas durante la investigación y en la fase probatoria de la


audiencia de juzgamiento, fluye la certeza reclamada por el artículo
232 del Código de Procedimiento Penal para emitir fallo condenatorio
contra HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS como responsable de una
conducta que se tipifica como concusión.

RESPUESTA A LAS ALEGACIONES DEL ACUSADO Y EL


DEFENSOR

No obstante que las anteriores consideraciones implícitamente


han dado respuesta a los argumentos de la parte acusada, enseguida
se hará alusión concreta y expresa a los mismos, así:

1. La defensa desacredita el testimonio de Darío Fernando


Espitia Montero, por cuanto no aparece firmando la demanda de
pérdida de investidura.

A este respecto, considera la Corte que son precisamente las


explicaciones del testigo, claras y razonables, lo que permite
aceptarlas, pues expuso que no la firmó por cuanto no le convenía al
ser persona conocida de Ovidio Claros Polanco, de ahí que buscaran
a otra persona. Al efecto, concretó: “…porque había conocido al doctor
OVIDIO CLAROS, y me daba como pena que se enterara que yo era
quien estaba apoderando esa acción…”27.

Más que desacreditarlo, indistintamente de cómo se le quiera


denominar a la estrategia para demandar la pérdida de investidura del
27
Folio 18 cuaderno 2 (declaración ante la Corte Suprema de 13 de diciembre de 2006)

38
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

congresista Ovidio Claros desde el punto de vista ético, moral o


profesional, ratifica que Espitia Montero no tiene reparo en recibir
réditos a la sombra de otros, precisamente acordó el pago de sus
honorarios a través del nombramiento de su esposa y de su amigo
político. Por el hecho de ejercer la profesión “solapado” u ocultando su
identidad, como lo señala la defensa, gestor o intermediario de otros,
no puede catalogárselo como un testigo mentiroso.

2. El esfuerzo del defensor y del propio acusado por mostrar que


en el evento público en Suárez (Tolima) no estuvo Darío Fernando
Espitia Montero, en el cual se contextualizó la ilícita exigencia, es
realmente infructuoso, por la forma repetitiva, consistente, espontánea
y enfática con que se brindó su relato bajo juramento. La veracidad del
testigo se corrobora cuando luego de hacer una descripción detallada
de cómo llegó a Suárez, con datos exactos sobre su desplazamiento,
no tiene reparo alguno de enfrentar a HÉCTOR JOSÉ OSPINA
AVILÉS, quien al interrogarlo en audiencia pública buscando su
inconsistencia, le replicó: “…no se porque usted niega que los dos
estuvimos conversando en Suárez…”28

El hecho que no haya referido a un puente a la llegada a Suárez


sobre el Río de la Magdalena no es motivo para restarle mérito
probatorio ni lo convierte en un mentiroso, pues expresamente advirtió
que llegó a la población por una vía y salió por otra que
aparentemente era la principal. Esto bien puede contraponerse a que
su atención, como lo sostuvo en su declaración rendida en audiencia
pública, estaba en el encuentro con el congresista, pues quería que lo

28
Registro de audio 02:42:45 (declaración en audiencia pública)

39
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

viera en el evento y entregarle la caja de whisky que se había


comprometido a llevarle como aporte a su agasajo.

Lo que sí queda claro es que registró en su memoria otros


aspectos contundentes que no dejan duda sobre su asistencia a dicho
homenaje, como que en Suárez, OSPINA AVILÉS le presentó a su
esposa quien cargaba un niño o niña de “8 o 10 meses”29, hecho que
se evidenció con el video aportado por la defensa y proyectado dentro
de la audiencia pública.

Por último, la presencia del abogado en el evento de Suárez,


termina por confirmarse con la aceptación que de ello hizo el propio
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, quien en la diligencia de versión
libre rendida ante la Procuraduría30 dentro del proceso disciplinario que
se adelantó por estos mismos hechos y trasladada a esta actuación,
aceptó que en Suárez sí estuvo el abogado. En esa oportunidad,
manifestó:

“…Es verdad que el señor Espitia estuvo presente en el


Municipio de Suárez, como para finales del mes junio de
2005, en el evento que mencionada (sic) pero no fue por
invitación mía … al señor Espitia nunca lo invité, él se hizo en
invitado, no tengo conocimiento cómo se hizo presente o
quien lo invitó…”.

3. Sobre el supuesto parentesco entre Alonso Ospina Luna y


HÉCTOR OSPINA AVILÉS, el abogado Espitia Montero dijo que no
sabía si eran parientes o amigos. Al efecto, dijo: “… a mi me decía
cuando me consultó el caso que era su pariente no se si son parientes
29
01:39:00 segunda sesión (declaración en audiencia pública)
30
Folio 246 cuaderno 5

40
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

o se trataban así por el apellido, siempre los veía juntos a ALONSO


OSPINA y HÉCTOR OSPINA…”31

Conforme con lo anterior resulta intrascendente cuestionar la


credibilidad del testimonio de Darío Fernando Espitia Montero por el
hecho de que hubiese referido un supuesto parentesco entre Ospina
Luna y OSPINA AVILÉS, cuando el propio testigo afirmó que no tenía
clara esa circunstancia.

4. De otro lado, la referencia que hizo Espitia Montero sobre un


préstamo de dinero y el recibo de un cheque como garantía, no
demerita su testimonio por la simple constatación de que el procesado
no tuviera cuenta corriente bancaria, pues el deponente señaló no
recordar si el acusado era girador del mismo o lo era un tercero, pero
precisó que en todo caso Jorge Salas Cala, quien trabajó con el
congresista, se lo llevó para garantizar el pago de un dinero que
OSPINA AVILÉS necesitaba y luego, cuando le devuelve el dinero, fue
recogido habiendo olvidado el valor exacto 32. Incluso, en la audiencia
pública ofreció aportar una copia de dicho título, pero ya no era el
momento de incorporarla a la actuación.

Es decir, es una referencia aislada que por no haberla precisado,


tan sólo citarla como un hecho más no logra derruir la credibilidad de
Espitia Montero, de ahí que haberse comprobado que OSPINA
AVILÉS no tiene ni ha tenido chequera, no merma su valor probatorio.

5. Se aportó por la defensa las declaraciones juradas rendidas


en otro trámite judicial por Aura Mery Montero Farías, Roger Andrés
31
Folio 17 cuaderno 2 (declaración ante la Corte)
32
01:59:00 segunda sesión (declaración en audiencia pública)

41
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Fajardo Otálora y Darío Fernando Espitia Montero, en las cuales


destaca la defensa que se dejó en claro que las cuotas entregadas por
el abogado a OSPINA AVILÉS eran voluntarias y no obligatorias.

Estas pruebas, en nada cambian o modifican las versiones


rendidas por esos testigos ante la Corte, pues la imputación en esta
actuación no se contrajo a esos aportes, sino a la indebida exigencia
que se hizo en la población de Suárez.

A propósito de esas declaraciones, cuando el defensor del


acusado las pone de presente durante el testimonio rendido en
audiencia pública por Espitia Montero, responde: “…lo único cierto es
que se hicieron unos compromisos los cuales fueron incumplidos por
el doctor Ospina Avilés… no encontramos otra razón para su
insubsistencia…”33

6. Es cierto que se adelantó proceso de pérdida de investidura


contra HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS y de responsabilidad
disciplinaria por razón de posibles exigencias de dinero a miembros de
la UTL; ambos con resultados favorables para el procesado; sin
embargo, se trata de asuntos en los cuales se analizó otro tipo de
responsabilidad (administrativa y disciplinaria) y no obedecen al mismo
recaudo probatorio de esta actuación penal, razón por la cual las
decisiones adoptadas en ellos no excluye la responsabilidad penal que
aquí se está discerniendo.

Además, debe destacarse que con relación al proceso de


pérdida de investidura de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, el cual
33
02:08:10 segunda sesión (declaración en audiencia pública)

42
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

terminó con sentencia desestimatoria de las pretensiones de la


demanda, en fallo del 13 de junio de 2006 34, se refirió, de una parte, a
presuntas faltas derivadas de los aportes que Aura Mery Montero
Farías y Roger Andrés Fajardo hicieron al congresista durante el
tiempo en que se desempeñaron como empleados de la UTL de José
Antonio Mora Rozo y, de otro lado, por razón de la exigencia de
aumentar al 70% las cuotas, frente a lo cual el Consejo de Estado no
la adecuó a causal de pérdida de investidura al no encontrar, entre
otras cosas, que se hubieran vinculado dineros públicos frente a lo
cual se exige que la conducta respectiva se “consume o se realice”35.
Semejante análisis resulta abiertamente inapropiado en el escenario
de un proceso penal por los cargos que aquí se debaten.

7. Destaca la defensa que en esta actuación se acopió prueba


de descargo, entre otras, las declaraciones de José Ignacio Mora
Mariño36, Fredy Arnoldo Kuan Casas37, Doris Gutiérrez Rojas38, Johana
Andrea Vargas Motta39 y Oscar Romero Acosta40, empleados al
servicio de la UTL, quienes manifestaron que nunca el ex
Representante HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS les hizo exigencia de
dinero o de entrega porcentual de su asignación mensual.

Este acervo demostraría que a ellos no se les hizo semejante


pedido, pero no desvirtúa que ello se hubiera hecho con Aura Mery
Montero y Roger Andrés Fajardo, sobre lo cual existe en este plenario

34
Folio 210 cuaderno 1
35
Folio 227 cuaderno 1 (fallo del Consejo de Estado)
36
Folio 39 cuaderno 4.
37
Folio 48 cuaderno 4.
38
Folio 57 cuaderno 4.
39
Folio 60 cuaderno 4.
40
Folio 62 cuaderno 4.

43
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

demostración suficiente acerca del comportamiento delictivo y la


responsabilidad de HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS.

8. El hecho de que José Antonio Mora Rozo no hubiera logrado


reajustar la pensión, pues en verdad en la actualidad su asignación
mensual equivale a un salario mínimo, así se probó documentalmente,
no “desmiente” la declaración de Espitia Montero ni la torna poco creíble
como lo argumentó el defensor, en tanto si bien es cierto dijo el testigo
que uno de los propósitos de Mora Rozo para haberse decidido a
ocupar la curul fue reajustar su pensión al salario de Congresista,
pretensión que hasta ahora no ha logrado, no quiere decir que no haya
enfilado sus esfuerzos a tal propósito, pues como lo aceptó el ex
Congresista en declaración rendida ante la Corte el 7 de septiembre de
2010, tiene en curso demanda contra el Fondo de Pensiones del
Congreso, con base en el derecho que, en su criterio, le otorga la “Ley
33”, razón por la cual en ese particular aspecto, no se ha comprobado
algo distinto a lo que dijo Espitia Montero.

9. Con relación a la crítica de la defensa en torno a que Espitia


Montero sostuvo que OSPINA AVILÉS había hecho parte del Concejo
de Bogotá y que ahí lo conoció, razón por la cual allegó constancia de la
Registraduría para certificar que nunca fungió como concejal, advierte la
Corte que esa comprobación no era necesaria, pues el testigo a quien
señaló de haber conocido como concejal de Bogotá fue al señor Alonso
Ospina, a quien en desarrollo de la declaración rendida ante la Corte el
13 de diciembre de 200641, también nombra como “OSPINA ALONSO”.

41
Folio 12 cuaderno 2

44
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

10. Por último, si detrás de la demanda de pérdida de investidura


se hubiera encontrado José Pinillos, tal como lo sostuvo el inicial
demandante Carlos Ernesto Valdivieso Llanos, hecho que no se
comprobó pero tampoco se descartó, no es base para negarle crédito a
Darío Fernando Espitia Montero, quien señaló que el principal
interesado era HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS, siendo perfectamente
posible que aquél estuviera a la sombra de esas actuaciones como
también y probablemente lo estuvo José Antonio Mora Rozo, sin
embargo, ello no afecta el compromiso penal del acusado.

Es más, si como está comprobado en esta actuación, Aura Mery


Montero Farías, esposa de Espitia Montero, laboró en el año 1998 con
José Pinillos, esa afirmación de Valdivieso Llanos llevaría a corroborar
aún más la cercanía del abogado con la demanda de pérdida de
investidura de Ovidio Claros.

En suma de todo lo anterior y dado que se encuentran reunidos


los requisitos exigidos por el legislador (art. 232 C. de P.P.) para emitir
fallo condenatorio, pues con la certeza debida está demostrada la
existencia de la conducta punible y la responsabilidad del procesado,
pasa la Sala a fijar la pena que corresponda y sus consecuencias.

DETERMINACIÓN DE LA PENA

Claro entonces que la norma aplicable es el artículo 404 de la


Ley 599 de 2000, como quiera que no sólo es la norma vigente para el
momento de la comisión del hecho, sino que el acusado la actualizó al
realizar la conducta, debe tenerse en cuenta que para estos casos el

45
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

autor se hace acreedor a una sanción de prisión de seis (6) a diez (10)
años, multa de cincuenta (50) a cien (100) salarios mínimos legales
mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas de cinco (5) a ocho (8) años.

Acorde con la fecha que vincula al inculpado con el presunto delito


de concusión, por virtud de la modificación introducida en la Ley 890 de
2004, vigente a partir de enero de 2005, la sanción allí prevista se
incrementa de noventa y seis (96) a ciento ochenta (180) meses de
prisión, multa de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66) a ciento
cincuenta (150) salarios mínimos legales mensuales vigentes, e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas de
ochenta (80) a ciento cuarenta y cuatro (144) meses.

Sobre la procedencia del aumento punitivo por razón de la citada


Ley, la Sala ha expuesto lo siguiente:

“No cabe, por tanto, considerar la pena como elemento


diferenciador de uno y otro caso, pues ambos están
reglamentados por idéntica preceptiva, el Código Penal, con la
modificación introducida a través del artículo 14 de la Ley 890 de
2004, centrada en aspectos sustanciales, no procesales.

De aceptarse una tesis distinta, se estaría prohijando que,


acudiendo a interpretaciones normativas se establezcan
diferencias no señaladas por el legislador, quien no las hizo
respecto a las personas cuando expidió la Ley 890 de 2004. Y
se llegaría, por esta vía, a concluir que en nuestro país existe
un grupo de ciudadanos, los miembros del Congreso de la
República, respecto de quienes resultan inaplicables las
disposiciones del Código Penal vigente para cuando
acaecieron las conductas que se les imputan, aserto
inadmisible en un Estado social de derecho, concebido como
República unitaria.

46
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Por otra parte, si bien la Sala a través de su reiterada


jurisprudencia ha señalado la existencia de estrechos vínculos
entre las Leyes 906 y 890 de 2004, al considerar, revisados
sus antecedentes, que ambas se originan en la necesidad de
implementar la reforma constitucional introducida por el Acto
Legislativo 03 de 2002, corresponde precisar que tal postura
no riñe con la expuesta en esta oportunidad.

Ello por cuanto, atendida la teleología del incremento punitivo


centrada en permitir “…un margen de maniobra a la Fiscalía”
y asegurar “la imposición de sanciones proporcionales a la
naturaleza de los delitos que castigan”,42 en los procesos
tramitados bajo los postulados de la Ley 600 de 2000, se ha
reconocido, por razones de favorabilidad, la misma rebaja de
pena dispuesta por la Ley 906 de 2004, a quienes se han
acogido a las figuras previstas en aquél ordenamiento para la
terminación anticipada del proceso, evitando así, el
desequilibrio que puede sugerir la aplicación del incremento
punitivo a tales casos”.43

Igualmente, cabe agregar que en la resolución de acusación no se


imputó circunstancia genérica de agravación punitiva. Por el contrario,
como circunstancia de menor punibilidad será tenida en cuenta la
prevista en el numeral 1° del artículo 55 del Código Penal, derivada de
la ausencia de antecedentes penales.

Respecto de los criterios para dosificar la pena contemplados


en la Ley 599 de 2000, se tiene que para este caso y conforme al delito
de concusión, la pena mínima es de noventa y seis (96) meses y la
máxima es de ciento ochenta (180) meses. Así las cosas, el ámbito de
movilidad44 son ochenta y cuatro (84) meses y cada cuarto punitivo es
de veintiún (21) meses. Los límites, entonces, quedan así:

42
Ponencia para primer debate en el Senado al Proyecto de ley 01 de 2003 por el cual se modifica la Ley 599 de 2000.
43
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal.Auto del 17 de septiembre de 2008. Radicado 27339.
44
Es el producto de restar de la pena mínima la pena máxima

47
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

primer cuarto 96 meses 117 meses


segundo cuarto 117 meses y 1 día 138 meses
tercer cuarto 138 meses y 1 día 159 meses
cuarto final 159 meses y 1 día 180 meses

Como en este caso sólo concurre circunstancia de menor


punibilidad, tal aspecto comporta que la pena debe ubicarse en el
primer cuarto, es decir entre noventa y seis (96) meses y ciento diez y
siete (117) meses.

Ahora bien, HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS desvió la misión


constitucional esperada y a través de la satisfacción de intereses
personales, obrando indebidamente, procedió a solicitar el incremento
de un aporte a dos de sus empleados, convirtiendo la nómina estatal en
lucro personal, ajeno por completo a la satisfacción de necesidades de
la comunidad que representaba, traicionando de esa manera la
confianza que sus electores depositaron en el elegido
democráticamente en claro abuso del poder que la función de
Representante a la Cámara le otorgó.

Es por ello que teniendo en cuenta la gravedad de la conducta


punible, el daño real ocasionado y la intensidad del dolo (art. 61 de la
Ley 599 de 2000), lo que conllevó a la seria afectación de la credibilidad
en la Administración Pública, la pena que se impondrá será de CIEN
(100) meses de prisión o lo que es igual OCHO (8) años y cuatro (4)
meses.

Con los mismos criterios y proporción utilizados para determinar


la pena principal de prisión, la pena de multa se tasa en sesenta y

48
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

nueve punto cuarenta y tres (69.43) salarios mínimos legales


mensuales vigentes.

En igual término se fija la inhabilitación para el ejercicio de


derechos y funciones públicas, prevista también como pena principal
conforme al artículo 404 de la Ley 599 de 2000, arrojando un total de
ochenta y tres (83) meses y diez (10) días.

LOS SUSTITUTOS PENALES

1. La suspensión condicional de la ejecución de la sentencia.

Por el monto de pena mínima es evidente que no procede la


suspensión provisional de la ejecución de la pena según el artículo 63
de la Ley 599 de 2000, anunciando desde ya que el aquí procesado no
se hace acreedor a dicho mecanismo sustitutivo de la pena privativa de
la libertad.

En efecto, la suspensión condicional de la ejecución de la pena es


procedente cuando ésta sea de prisión que no exceda de 3 años, lo que
no se cumple en este evento (aspecto objetivo), relevando de cualquier
otro estudio o pronunciamiento a este respecto.

2. La prisión domiciliaria

Tampoco procede la prisión domiciliaria pues no se cumple con el


requisito objetivo de conformidad con el artículo 38 del Código Penal, en

49
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

tanto la prisión domiciliaria, como sustitutiva de la de prisión, sólo se


podrá reconocer cuando la sentencia se imponga por conducta punible
cuya pena mínima prevista en la ley sea de cinco (5) años o menos, no
siendo este el caso, por cuanto la conducta punible de concusión, como
se ha dicho, tiene pena mínima superior a cinco (5) años, razón por la
cual no se pasará a estudiar el elemento subjetivo.

SOBRE LOS PERJUICIOS

Como quiera que en este caso se comprobó que ni Aura Mery


Montero Farías, Roger Andrés Fajardo Otálora o Darío Fernando
Espitia Montero entregaron suma alguna de dinero por razón de la
conducta delictiva aquí juzgada, es decir, desde cuando se solicitó
incrementar la cuota, no se aprecia materializado perjuicio material o
moral, como tampoco fue así reclamado y demostrado, razón por la
cual no se condenará a suma alguna como perjuicios.

OTRAS DETERMINACIONES

El procesado ha estado por razón de este proceso en detención


preventiva desde el 25 de febrero de 2011 a consecuencia de su
captura luego de habérsele impuesto medida de aseguramiento por
parte de la Sala, lo que en su debido momento deberá descontarse de
la pena aquí impuesta.

50
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

En mérito de lo expuesto, LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA,


SALA DE CASACION PENAL, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

1. Condenar al ex Representante a la Cámara HÉCTOR JOSÉ


OSPINA AVILÉS, de anotaciones civiles y personales conocidas en
autos, a las penas principales de 100 meses de prisión, multa de
69.43 salarios mínimos legales mensuales vigentes e interdicción de
derechos y funciones públicas por el lapso de 83 meses y 10 días,
como autor del delito de concusión, por el cual fue llamado a
responder en juicio.

2. Declarar que el sentenciado no tiene derecho a la suspensión


condicional de la ejecución de la pena ni a la prisión domiciliaria, de
acuerdo con lo expuesto en la parte motiva.

3. No condenar al ex Representante a la Cámara HÉCTOR JOSÉ


OSPINA AVILÉS al pago de la suma alguna por concepto de perjuicios
materiales y morales.

4. Ejecutoriada la sentencia, la Secretaría de la Sala enviará las


copias del fallo que prevé el artículo 472 del Código de Procedimiento
Penal e igualmente dejará al sentenciado a disposición de los juzgados
de ejecución de penas y medidas de seguridad –reparto- de Bogotá.

51
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

Contra esta decisión no procede recurso alguno.

Notifíquese y cúmplase.

JAVIER ZAPATA ORTIZ

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO SIGIFREDO ESPINOSA PEREZ


Permiso

MARIA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ AUGUSTO J. IBAÑEZ GUZMÁN


Impedida

LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA

52
ÚNICA INSTANCIA
Rad. 27.703
HÉCTOR JOSÉ OSPINA AVILÉS

República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

53

También podría gustarte