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CASACIÓN N° 27850

ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

Proceso n.º 27850

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN PENAL

Magistrada Ponente:
MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS
Aprobado Acta No. 036.

Bogotá, D. C., febrero nueve (9) de dos mil once


(2011).

ASUNTO

La Sala resuelve de fondo el recurso de casación


interpuesto por los defensores de los procesados ÁNGEL
TOMÁS SIERRA ROJAS, LEONARDO GRANOBLES MAYOR,
JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS CARLOS PALACIOS
LOAIZA contra la sentencia de segunda instancia proferida
por el Tribunal Superior Militar el 11 de julio de 2006, que
confirmó la dictada el 22 de noviembre de 2005 por el
Juzgado 155 de Primera Instancia de San Juan de Pasto
que condenó a los mencionados, junto con Jorge Iván
Ramírez Giraldo, Carlos Humberto Osorio Rivera y Luis
Fernando Parra Soto, por el delito de peculado por
apropiación.
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HECHOS

Según lo manifiesta el denunciante Hermes Bolívar


Revelo Palacios, el día 26 de mayo de 2000, cuando se
transportaba en compañía del señor Óscar Nabor
Chamorro Ceballos en un vehículo tipo campero aro
carpati de servicio público, fueron detenidos a la altura
del cementerio del municipio de Caloto (Cauca) en un
retén organizado por efectivos de la Policía Nacional,
motivo por el cual fueron objeto de requisa, junto con el
conductor del referido automotor y otros tres pasajeros
que habían sido recogidos en el camino.

Sometido a inspección el vehículo por los


uniformados, en su interior se halló una tula negra
contentiva de la suma de cien millones de pesos
($ 100.000.000) en efectivo, de propiedad de los arriba
mencionados, la cual transportaban con el objeto de
adquirir una finca en esa región. Tras requerir los
policiales a los ocupantes del rodante sobre el propietario
del dinero y al ver que ninguno se apersonó de la suma,
procedieron a introducirla en una patrulla, manifestando
que el propietario podía reclamarla en la Fiscalía.

Fue así como, según lo asevera en su ratificación el


denunciante, durante los días siguientes procedieron a
llamar a las Fiscalías de Caloto y Santander de Quilichao,

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sin obtener respuesta alguna acerca del paradero de la


suma. En consecuencia, optaron por acudir, el 31 de
mayo siguiente, luego de efectuar averiguaciones
telefónicas, en compañía de su consanguíneo y
profesional del derecho Víctor Revelo Palacios al Comando
de la Policía del Cauca -Segundo Distrito- con sede en
Santander de Quilichao, al cual lograron establecer
pertenecían los uniformados que practicaron el
procedimiento. Allí fueron atendidos por el comandante
de la Estación, mayor Rubén Darío Castillo Rojas, quien
enterado de los hechos dispuso formar al personal con el
objeto de que fueran identificados los policiales que
incautaron el dinero, siendo señalados el c.p. LEONARDO
GRANOBLES MAYOR, el agente Luis Fernando Parra Soto
y el patrullero Jorge Iván Ramírez Giraldo “con un señor
de civil revisando un mazda presente en el puesto de
control”, al tiempo que suministraron una descripción que
coincidía con la del ag. Carlos Humberto Osorio Rivera,
quien no se encontraba en el lugar. También se
determinó que formaron parte del puesto de control los
uniformados JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES, LUIS
CARLOS PALACIOS LOAIZA y ÁNGEL TOMÁS SIERRA
ROJAS, todo lo cual se informó a la autoridad judicial.

ACTUACION PROCESAL

Con fundamento en los hechos narrados, se dio

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inicio a la respectiva investigación a la cual fueron


vinculados, mediante diligencia de indagatoria, los
uniformados ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS, LEONARDO
GRANOBLES MAYOR, JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES,
LUIS CARLOS PALACIOS LOAIZA, Jorge Iván Ramírez
Giraldo, Carlos Humberto Osorio Rivera y Luis Fernando
Parra Soto.

A los mencionados, el Juzgado 62 de Instrucción


Penal Militar de Popayán les resolvió su situación jurídica
el 17 de octubre de 2000 con medida de aseguramiento
de detención preventiva, por el delito de hurto calificado
agravado.

Perfeccionada la investigación, se decretó su cierre y


se procedió, por la Fiscalía 158 Penal Militar ante el
Juzgado de Departamento de la ciudad de Pasto el 7 de
junio de 2001, a calificar el mérito del sumario con
resolución de acusación en contra de los procesados por
el mismo delito que sustentó la medida detentiva.

En la fase del juicio subsiguiente, asignada al


Juzgado 155 de Primera Instancia del Departamento de
Policía Nariño, el Tribunal Superior Militar, mediante auto
de 4 de diciembre de 2002, decretó la nulidad de lo
actuado “a partir del cierre de la investigación inclusive”.

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Por razón de lo ordenado, se calificó nuevamente el


mérito del sumario el 12 de mayo de 2004 por la Fiscalía
158 Penal Militar de la capital nariñense, con resolución
de acusación en contra de LEONARDO GRANOBLES
MAYOR y Luis Fernando Parra Soto, como autores, y de
los restantes sindicados como coautores, “en la comisión
del delito de peculado por apropiación”.

Impugnada esta decisión, fue confirmada el 22 de


febrero de 2005 por la Fiscalía Primera Penal Militar ante
el Tribunal Superior Militar de Bogotá.

Para el conocimiento de la causa se asignó la


actuación al Juzgado 155 de Primera Instancia de Pasto,
ante el cual se llevó a cabo la audiencia de Corte Marcial,
a cuyo término se profirió fallo el 22 de noviembre del
mismo año por virtud del cual se condenó a todos los
enjuiciados a las penas principales de nueve (9) años de
prisión, multa por valor de cien millones de pesos ($
100.000.000) e interdicción de derechos y funciones
públicas por un lapso igual al de la pena privativa
impuesta. Igualmente, dispuso su separación absoluta
de la Fuerza Pública y no les concedió el subrogado de la
suspensión condicional de la ejecución de la pena.

Contra la determinación anterior, los defensores de


los procesados interpusieron recurso de apelación, siendo

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resueltos por el Tribunal Superior Militar el 11 de julio de


2006, impartiéndole confirmación.
Inconformes con la sentencia del ad quem, los
defensores de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS, LEONARDO
GRANOBLES MAYOR, JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y
LUIS CARLOS PALACIOS LOAIZA interpusieron en su
contra recurso extraordinario de casación, para cuya
sustentación presentaron tres demandas (una sola por la
defensora conjunta de los dos últimos), las cuales fueron
admitidas por la Sala mediante auto de 11 de octubre de
2007.

El Procurador Segundo Delegado para la Casación


Penal emitió concepto1 en donde solicita no casar el fallo
impugnado. En consecuencia, procede la Sala a adoptar
la decisión de fondo que en derecho corresponda.

LAS DEMANDAS

En el libelo allegado por el defensor de ÁNGEL


TOMÁS SIERRA ROJAS se formulan cinco cargos con
fundamento en la causal primera de casación del artículo
207 de la Ley 600 de 2000, por violación indirecta de la ley
sustancial. En el presentado por la representante conjunta
de los implicados JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS
CARLOS PALACIOS LOAIZA, se proponen tres cargos con
1

?
Recibido en la Corte el 17 de septiembre de 2010.

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sustento en la misma causal y, en la allegada por la misma


profesional pero a nombre de LEONARDO GRANOBLES
MAYOR, se proponen dos censuras con base en el mismo
motivo casacional.

Al encontrar que algunos reproches exhiben similitud


en su sustentación, así como en el propósito trazado, la
Corte asumirá su síntesis y estudio de forma
concomitante. Es lo que ocurre con los cargos segundo de
la demanda presentada a nombre de ÁNGEL TOMÁS
SIERRA ROJAS (error de hecho por falso juicio de identidad
en la valoración del reconocimiento fotográfico realizado el
27 de agosto de 2002), tercero de ese mismo escrito (error
de hecho por falso juicio de identidad en la apreciación del
informe signado por el mayor Rubén Darío Castillo el 1° de
junio de 2000) y primero de la demanda a favor de JOSÉ
IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS CARLOS PALACIOS
LOAIZA (error de hecho en la apreciación del informe
suscrito por el mayor Rubén Darío Castillo el 1° de junio de
2000, de su ratificación, de la denuncia presentada por
Hermes Bolívar Revelo Palacios y de la declaración de
Héctor Monar López).

También se verifica esa similitud que posibilita el


análisis conjunto, entre los cargos cuarto de la demanda
de SIERRA ROJAS (error de hecho por violación de la sana
crítica en las valoraciones de los juzgadores), tercero de la

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allegada a nombre de PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA


(error de hecho por violación de la sana crítica) y segundo
de la de LEONARDO GRANOBLES MAYOR (error de hecho
por violación de la sana crítica).

Otro tanto se vislumbra frente a los cargos quinto de


la demanda a nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS
(error de derecho por falso juicio de legalidad en la
valoración del reconocimiento en fila de personas dirigido
por el mayor Rubén Darío Castillo), segundo de la demanda
de PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA (error de derecho
por falso juicio de legalidad respecto de la misma prueba) y
primero de la de GRANOBLES MAYOR (error de derecho
por falso juicio de legalidad también respecto de ese medio
de convicción).

De forma individual se asumirá el estudio del primer


reproche de la demanda de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS
(error de hecho por falso juicio de identidad en la
apreciación de las testimoniales rendidas por Héctor Monar
López, Hermes Bolívar Revelo Palacios y Óscar Chamorro).

El estudio anunciado se acometerá en el siguiente


apartado considerativo siguiendo el orden de presentación
de los libelos y plasmando la respuesta tan pronto se
sintetice el contenido de los cargos, previo resumen del
concepto del Ministerio Público, en procura de evitar

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incurrir en repeticiones innecesarias que puedan dificultar


la comprensión del presente fallo.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. Primer cago de la demanda presentada a


nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS. Violación
indirecta de la ley sustancial por error de hecho
derivado de falso juicio de identidad.

1.1. Planteamiento:

A juicio del actor el yerro deviene de la apreciación


de los testimonios de Héctor Monar López, Hermes Bolívar
Revelo y Óscar Chamorro, en cuanto de su contenido no
se extrae que este policial hubiera participado en la
aprehensión material del dinero “ni directamente ni por
referencia” y al insistir en que todos los que participaron
en el acto estaban uniformados, mientras que éste, en su
condición de oficial de automotores, ese día vestía traje de
civil.

Por lo tanto, precisa, se configuró la errática


apreciación por adición de la prueba, al hacerla decir lo
que objetivamente no señala, error trascendente en
cuanto no obran medios de prueba adicionales que
indiquen “a ciencia cierta que el día de los hechos incurrió

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en la conducta punible objeto de investigación y


juzgamiento, ni por haber realizado actos idóneos
inequívocamente dirigidos a la aprehensión material de la
tula que contenía el supuesto dinero”.

Igualmente, por inferirse que “además de los


uniformados señalados o referenciados directamente, el
resto del personal que integraba el retén, incluyéndose
lógicamente al señor SIERRA ROJAS ÁNGEL TOMÁS
también se dio cuenta de la aprehensión material del
supuesto dinero contenido en la tula y que estuvo de
acuerdo con el apoderamiento del mismo”

Por tanto, desde su punto de vista, no existe “razón


o argumento alguno para condenar a mi defendido”
distinto al de que formó parte del personal que llevó a
cabo el retén, motivo por el cual depreca la casación del
fallo impugnado para que en su lugar se absuelva a
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS del cargo imputado.

1.2. Concepto del Ministerio Público:

El representante de la sociedad incorpora esta


censura dentro de las postuladas como falso raciocinio
sin reparar que lo que aquí se plantea es un error de
hecho por falso juicio de identidad derivado de la
tergiversación de las probanzas, por lo cual conceptúa

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conjuntamente señalando que la valoración del juzgador


se ajustó a los dictados de la experiencia.

Adicionalmente, sostiene que si bien “las decisiones


incurren en la impropiedad de calificarlos coautores,
siendo que no concurrió la necesaria división de funciones
entre los participantes que la ley y la doctrina exigen para
esta categoría, ella no tiene importancia en cuanto autores
y coautores les corresponde la misma pena, de acuerdo
con el art. 29 del Código Penal”.

Solicita, en consecuencia, no casar el fallo recurrido.

1.3. Consideraciones de la Sala:

Sea lo primero indicar que para sustentar el yerro


valorativo atribuido a la decisión impugnada el actor
presenta de manera acomodada lo vertido al proceso por
los deponentes Héctor Monar López (conductor del rodante
en donde se halló la tula contentiva del dinero), Hermes
Bolívar Revelo (denunciante y copropietario de la suma) y
Óscar Chamorro (copropietario del dinero).

La revisión del contenido objetivo de estas


probanzas, así como de otros medios de prueba obrantes
en el paginario, permite establecer la responsabilidad del

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procesado ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS en la comisión


de la conducta endilgada.

En efecto, el demandante destaca de las pruebas


referidas algunos pasajes en los cuales se afirma que los
policiales que practicaron la requisa al automotor estaban
uniformados y como está demostrado que SIERRA ROJAS
ese día vestía de civil y que en el retén policial sólo
intervinieron quienes fueron reconocidos por los dueños
del dinero en la diligencia dispuesta por el mayor Rubén
Darío Castillo Rojas, Comandante del Segundo Distrito de
la Policía Cauca, en la base de Santander de Quilichao el
31 de mayo de 2000, asegura que no obra evidencia
probatoria en su contra y que por lo tanto se lo debe
absolver.

Con ese planteamiento, vale decir, el casacionista


hace abstracción total de otros contenidos de esas
mismas pruebas, incurriendo en el error que enrostra al
fallo, y de otras recopiladas en la actuación que conducen
a inferir lo contrario, esto es, que SIERRA ROJAS sí se
percató del suceso y que por lo mismo fue uno de los
policiales que se apropió de la suma incautada en el
procedimiento de inspección.

En efecto, desde la misma denuncia formulada por


Hermes Bolívar Revelo se sugiere que los otros policiales

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del retén, a diferencia de los tres que prestaron seguridad


en sus extremos (Richard Kent Cancimanche, Guillermo
Cantero Velasco y Heriberto Martínez Jojoa), quienes
fueron ubicados a unos trescientos metros de donde se
llevaban a cabo las requisas a los automotores detenidos,
se percataron del suceso. Así lo indica:

“Yo ví como ocho personas uniformadas de las cuales


tres nos estaban requisando a nosotros, otro estaba
revisándole el celular a Óscar Chamorro y los otros
alrededor de la zona”2 (subraya fuera de texto).

Más concreto fue el denunciante al momento de su


ratificación, cuando al ser interrogado por los policiales
que intervinieron en el procedimiento, respondió:

“Habían dos en la parte del frente que prestaban


como vigilancia, cuatro de los agentes nos detuvieron y uno
procedió a revisar el celular de Óscar Chamorro, otro a
requisar a los pasajeros, otro se subió a requisar el
campero y otro vigilaba lo que los demás hacían, otro
estaba en la entrada de la finca donde había un detenido y
dos estaban cuidando la parte posterior de la vía, más o
menos había de ocho a diez agentes, a uno de ellos al que
cogió la plata le decían cabo…”3.
Pero mayor contundencia frente al conocimiento del
2
Fol. 3 vto. c.o. 1.
3
Fol. 162 ib.

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hecho por parte de todos los policiales encargados de las


requisas, incluyendo desde luego a SIERRA ROJAS,
dimana de lo declarado por Héctor Monar López,
conductor del vehículo aro carpati inmovilizado en el
procedimiento policial, cuyo testimonio reviste gran
importancia en la medida en que no conocía a los dueños
del dinero por haberse limitado ese día a prestarles el
servicio de transporte, sin saber que llevaran la aludida
suma. Señaló este testigo:

“Uno como no le ha ocurrido una baina (sic) de esas,


ni cuidado les puso, inclusive ni el que requizó (sic) le puse
cuidado, eran como unos cuatro o cinco agentes, pero todos
los que iban allí se dieron cuenta que ellos bajaron la tula,
el que bajó la tula era como un monito y el que me preguntó
los datos era como un trigueñito cejoncito y tenía como un
celular en la mano”4(subraya fuera de texto).

Se desprende de lo expuesto por los anteriores


testigos que el hallazgo de la tula con el dinero y el
posterior acto de guardarla en la patrulla, a cargo del que
le decían “cabo”, fue conocido por todos los agentes que
se encontraban en la zona de requisa.

Ahora, sobre la particular intervención de ÁNGEL


TOMÁS SIERRA ROJAS, respecto de quien no se discute
4

?
Fol.40 ib.

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su presencia en el procedimiento, también obran


suficientes elementos de juicio.

Para empezar, porque en la diligencia dispuesta por


el mayor Rubén Darío Castillo Rojas el 31 de mayo de
2000 con presencia de los propietarios del dinero Hermes
Bolívar Revelo y Óscar Chamorro, a pocos días de ocurrido
el suceso, según lo plasma el mismo funcionario en el
informe No. 1194 del día siguiente 5, los mencionados
ciudadanos identificaron a varios de los policiales que
intervinieron en la requisa, dejando constancia que
GRANOBLES MAYOR LEONARDO “estuvo presente en el
hecho, con un señor de civil revisando un mazda presente
en el puesto de control” (subraya fuera de texto).

Es decir que, a diferencia de lo expuesto por el


recurrente, no es verdad que sólo hubieran intervenido
agentes uniformados en el operativo policial, sino que
también participó uno vestido de civil, afirmación que
tiene gran importancia si en cuenta se tiene que, como
está probado y así lo destaca el demandante, SIERRA
ROJAS era el único de los pertenecientes a la institución
policial que ese día no portaba uniforme, cumpliendo la
función de verificar los documentos y los sistemas de
identificación de los vehículos.

?
Fols. 14 y ss. ib.

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El mismo GRANOBLES MAYOR, ante la Auditoría


General de Guerra en el proceso disciplinario interno que
culminó con la destitución de los aquí procesados, prueba
que fuera trasladada legalmente a esta actuación, en su
versión rendida el 19 de junio de 2000 se encargó de
refrendar lo consignado en el informe, manifestando que
“en un período de tiempo yo estuve con el agente de
automotores que no sé como se llama verificando los
documentos de un vehículo”6.

También así lo informa en su indagatoria el ex sub


intendente LUIS CARLOS PALACIO LOAIZA, al indicar
respecto de la función realizada por el técnico de
automotores presente que “a medida que se iban parando
los vehículos, él los iba revisando y de acuerdo a cada
caso les solicitaba antecedentes”7. Además porque, “los
vehículos que yo paraba les pedía los documentos y
llamaba al técnico para que revisara el vehículo”. De
manera pues, que si éste era el procedimiento a realizar,
resulta bastante difícil aceptar que el mencionado no se
hubiera percatado precisamente de la requisa del
campero en donde se transportaba el dinero, como lo
señala en su indagatoria.

Pero cualquier duda sobre la responsabilidad de este


6
Fol. 58 ib.
7
Fol. 205 ib.

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enjuiciado en la conducta investigada se ve despejada por


el reconocimiento fotográfico que de él hizo Óscar Nabor
Chamorro Ceballos en la diligencia realizada el 27 de
agosto de 2002 (segundo y tercer reconocimiento) 8, pues
de no haber estado en las proximidades del lugar de
incautación del dinero, este testigo no le hubiera
reconocido.

Así las cosas, se ha de colegir que carece de razón el


libelista al sostener que las pruebas sobre las cuales
endereza el cuestionamiento fueron tergiversadas por los
falladores, a partir del ejercicio de confrontar su
contenido, y al decir que de ningún otro elemento de
juicio acopiado en el proceso fluye su responsabilidad. En
consecuencia, no se estructura el error de apreciación
probatoria que atribuye a los fallos.

El cargo no prospera.

2. Cargos 2 y 3 de la demanda presentada a


nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y 1° de la
demanda de JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS
CARLOS PALACIOS LOAIZA. Errores de hecho por falso
juicio de identidad.
8

?
A partir de fol. 710 del c.o. No. 3.

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2.1. Planteamiento:

En el segundo cargo de la demanda presentada a


nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS señala su
defensor que el Tribunal incurrió en el mencionado yerro
al valorar el reconocimiento fotográfico porque “al
apreciar este medio de prueba…consideró que con el
mismo fueron reconocidos TODOS los sindicados, ya que
no hace referencia a alguno o algunos en particular, sino
que generaliza dicho reconocimiento como si así se hubiera
hecho realmente”.

Además, agrega, se incurre en el reseñado error


valorativo porque no fueron consideradas las reiteradas
dudas expresadas por el testigo Óscar Chamorro en el
acto, amén de que no fue analizado de forma armónica
con su testimonio en donde no individualizó a SIERRA
ROJAS a pesar de ser el único policial vestido de civil ese
día, “tal como si (sic) lo hace respecto de otros de los
señalados a los que les atribuye una cierta participación en
sus dos primeros reconocimientos”
En el tercer reproche de la misma demanda
afirma el libelista que se incurrió en idéntico error en
relación con la valoración del informe suscrito por el
mayor Rubén Darío Castillo de fecha 1° de junio de 2000
“al dar por demostrado el hecho de que todos los

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sindicados, incluyéndose en esa categoría al señor SIERRA


ROJAS, eran los directamente comprometidos en la requisa
de los vehículos”.

Sin embargo, no se reparó, según el libelista, que


conforme al contenido objetivo de este documento,
SIERRA ROJAS cumplió una labor de policía judicial como
técnico en automotores en la revisión de documentos y
sistemas de identificación, función que “nada tiene que
ver con la requisa de vehículos y de personas”, con lo cual
se derrumba el silogismo construido para inferir su
responsabilidad.

Por su parte, en el primer cargo del libelo


presentado a favor de JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES
y LUIS CARLOS PALACIOS LOAIZA, se invoca el mismo
desacierto a partir de la “equívoca e incompleta
apreciación” de: i) el oficio No. 1194 de 1° de junio de
2000 emitido por el mayor Rubén Darío Castillo; ii) la
ratificación de este informe del 9 de octubre siguiente y
iii) derivado de lo anterior, de la denuncia formulada por
Hermes Bolívar Revelo Palacios y la declaración de Héctor
Monar López.

En cuanto a la primera probanza referida señala la


libelista que, conforme su contenido material, “se
reconoce la no participación en los sucesos investigados de

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5 policiales a saber SI PALACIOS LOAIZA LUIS CARLOS, SI


PÉREZ TORRES JOSÉ IGNACIO, PT. Cancimance Richard
Kent, Pt. Cantero Velasco Guillermo y Dg. Martínez Jojoa
Heriberto, no se desprende conclusión distinta de dicho
escrito”.

En consecuencia, añade, el Tribunal incurrió en


error valorativo al dar por sentada su responsabilidad,
cuando de su contenido emerge que “no participaron en la
supuesta requisa del vehículo carpati, no conocieron de la
supuesta apropiación y/o incautación de una suma de
dinero a los denunciantes y que a pesar de haber realizado
labores de requisa en el puesto de control, no conocieron de
los hechos materia de investigación, no participaron en
ellos y por lo mismo debió dárseles el mismo trato que se
les diera a los policiales Cancimance, Cantero y Martínez”.

Frente a la segunda probanza, estima que se


cometió el yerro porque en ninguna parte atribuye
responsabilidad a sus defendidos, limitándose sólo a
señalar que hacían parte del personal trasladado al
puesto de control al mando del cabo GRANOBLES y que
se encontraban realizando requisa a dos buses, de lo cual
infiere que “no presenciaron los hechos materia de
investigación”, además porque “nunca fueron reconocidos
por los presuntos denunciantes en el momento en que se
presentaron ante el mayor Castillo, ni en el mal llamado

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reconocimiento que se hizo en la estación en formación del


personal, ni en el reconocimiento fotográfico hecho en las
oficinas del mayor Castillo Rojas”.

En lo que tiene que ver con las restantes pruebas,


afirma la censora se configuró el error porque en ellas no
se reconoce a sus defendidos como participantes en la
requisa y, al contrario, “determinan que fueron tres
institucionales los que revisaron el evento y señalan que
los demás policiales se encontraban en los alrededores del
puesto de control”. Por lo tanto, colige, sus defendidos “no
se encontraban presentes en la operación y no conocieron
de los hechos materia de investigación, es la única y
verdadera conclusión a la que se puede llegar del análisis
de dichas pruebas”.

2.2. Concepto del Ministerio Público:

El representante de la sociedad también incorpora


estas censuras dentro de las postuladas como falso
raciocinio, sin reparar que lo planteado atañe a un error
de hecho por falso juicio de identidad derivado de la
tergiversación de las probanzas, por lo cual expresa su
criterio de forma conjunta, consistente en señalar que la
valoración del juzgador se ajustó a los dictados de la
experiencia.

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Aduce que, si bien “la decisiones incurren en la


impropiedad de calificarlos coautores, siendo que no
concurrió la necesaria división de funciones entre los
participantes que la ley y la doctrina exigen para esta
categoría, ella no tiene importancia en cuanto autores y
coautores les corresponde la misma pena, de acuerdo con
el art. 29 del Código Penal”.

Depreca, en consecuencia, no casar el fallo


recurrido.

2.3. Consideraciones de la Corte:

Se tomó la determinación de agrupar el estudio de


estas censuras al advertir que incurren en el desacierto
común de desatender la naturaleza del error de
apreciación probatoria seleccionado para conseguir la
casación del fallo.

Ciertamente, a tenor de la jurisprudencia reiterada y


pacífica de la Corte, el error de hecho por falso juicio de
identidad se presenta cuando el juzgador tergiversa o
distorsiona el contenido objetivo de la prueba, atentando
contra su expresión fiel, lo cual, en términos generales,
puede ocurrir por adición o por cercenamiento.

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Frente a cualquiera de esas dos eventualidades se


trata de un yerro de contemplación objetiva de la prueba
surgido luego de confrontar su expresión material con lo
consignado por el sentenciador sobre ella, para cuya
concreción debe recaer sobre un elemento de juicio
incidente, esto es, que tenga la entidad de variar la
decisión de manera favorable para quien lo propone y con
repercusiones frente a la ley sustancial, ya sea por falta
de aplicación o por aplicación indebida.

De ahí que, para tenerlo por adecuadamente


demostrado, ha menester individualizar o concretar la
prueba sobre la cual recae el supuesto yerro; acto
seguido, evidenciar cómo fue apreciada por el fallador
señalando de qué forma esa valoración tergiversa o
distorsiona su contenido material o, lo que es lo mismo,
puntualizando la supresión o agregación de su contexto
fiel para de allí inferir que en realidad se alteró su
sentido.

De inmediato, se debe establecer la trascendencia


del yerro frente a lo declarado en el fallo, es decir,
concretar por qué la sentencia debe mutarse a favor del
demandante, ejercicio que lleva inmersa la obligación de
demostrar cómo el fallo impugnado no se puede mantener
con fundamento en las restantes pruebas que lo
sustentan. Y, finalmente, se debe demostrar que con el

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defecto de apreciación se vulnera una ley sustancial por


falta de aplicación o aplicación indebida.

Es decir que el aludido error en la apreciación de las


pruebas nada tiene que ver, como aquí se pretende, con
la credibilidad o mérito suasorio otorgado a los medios de
persuasión, siendo mayormente manifiesta esta
incorrección en el reparo objeto de estudio de la demanda
presentada por la defensora de JOSÉ IGNACIO PÉREZ
TORRES y LUIS CARLOS PALACIOS LOAIZA al señalar
reiteradamente frente a la valoración de las pruebas sobre
las cuales recae su crítica, que de su contenido “no se
desprende conclusión distinta”, obviamente anteponiendo
la que compagina con el interés que representa en el
proceso. Sin embargo, como los libelos fueron admitidos
por la Sala, se emitirá pronunciamiento de fondo sobre
las censuras.

Así, en cuanto al segundo cargo de la demanda


presentada a nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA
ROJAS en donde el actor disiente de la apreciación
otorgada por el Tribunal al reconocimiento fotográfico
practicado durante el proceso porque se “consideró que
con el mismo fueron reconocidos TODOS los sindicados, ya
que no hace referencia a alguno o algunos en particular,
sino que generaliza dicho reconocimiento como si así se
hubiera hecho realmente”, encuentra la Corte que su

24
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

propuesta carece de total trascendencia.

Ello, porque si bien no todos los procesados fueron


reconocidos por los señores Hermes Bolívar Revelo y
Óscar Chamorro Ceballos en dicha diligencia realizada el
27 de agosto de 20029, lo cierto es que particularmente
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS sí fue identificado en dos
oportunidades por el segundo de los mencionados, de
modo que la generalización a la que alude el casacionista
pierde toda incidencia frente a su específica
responsabilidad penal individual.

De otro lado, que la valoración no fue acertada en


cuanto no tuvo en cuenta las reiteradas dudas
expresadas por el testigo Óscar Chamorro en el
reconocimiento fotográfico y dado que el mismo no fue
analizado de forma armónica con su testimonio en donde
no individualizó a SIERRA ROJAS, es un cuestionamiento
que pierde toda incidencia frente a la justipreciación
global de los medios de prueba obrantes en el paginario,
para lo cual la Sala remite a lo expuesto en el cargo
precedente, toda vez que circunscribe el ataque a esta
probanza soslayando que son múltiples los medios de
persuasión que pesan en su contra.

De cualquier forma, valga acotar que las referidas


9

?
Fol. 710 del c.o. No. 3.

25
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

dudas expresadas por el testigo en la aludida diligencia,


atribuidas básicamente al tiempo transcurrido desde la
fecha de los hechos y a la presentación en las fotografías
con un vestuario distinto, se ven despejadas por el hecho
de haber sido reconocido en dos oportunidades, después
de variar el orden de los retratos puestos a su
consideración.

En lo que concierne al tercer reproche de la misma


demanda se ha de indicar que el censor lo limita a
cuestionar la valoración otorgada al informe suscrito por
el mayor Rubén Darío Castillo de fecha 1° de junio de
2000 “al dar por demostrado el hecho de que todos los
sindicados, incluyéndose en esa categoría al señor SIERRA
ROJAS, eran los directamente comprometidos en la requisa
de los vehículos”, dejando de lado que de acuerdo con
este documento SIERRA ROJAS cumplió una labor de
revisión de documentos y sistemas de identificación y no
propiamente de requisa.

Es evidente que la censura planteada en tales


términos también está desprovista de trascendencia, pues
si su responsabilidad penal se ha cimentado sobre la base
de haber tenido conocimiento de la incautación y de no
haber interrumpido el curso causal dirigido hacia la
apropiación del dinero, ninguna incidencia puede tener
que su tarea en el puesto de control no haya sido la

26
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

requisa material de los vehículos sino la verificación de


sus sistemas de identificación y de los documentos
presentados, pues lo importante es que allí se
encontraba, todo ello, además, al margen de la discusión
inane que se puede suscitar en si tal labor se puede
considerar como parte de la requisa.

En todo caso lo que aparece corroborado es que,


como se examinó en la respuesta al cargo anterior, este
procesado colaboraba con los demás uniformados
encargados de la inspección en el puesto de control
verificando la autenticidad de los documentos exhibidos
por los conductores de los automotores detenidos y de
sus sistemas de identificación y que por desplegar tal
función se percató de la incautación del dinero,
participando luego en su apropiación. De no haber estado
al tanto de ese hecho en particular no hubiera sido
mencionado en el acto de señalamiento en la sede del
Comando de Policía de Santander de Quilichao, como el
sujeto de civil que revisaba los documentos, y no hubiera
sido identificado plenamente por Chamorro Ceballos en la
diligencia de reconocimiento fotográfico posterior.
En relación con el primer cargo del libelo
presentado a favor de JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES
y LUIS CARLOS PALACIOS LOAIZA, fundamentado en la
“equivocada e incompleta” valoración de: i) el oficio No.
1194 de 1° de junio de 2004 emitido por el mayor Rubén

27
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

Darío Castillo; ii) la ratificación de este informe del 9 de


octubre siguiente y iii) la denuncia formulada por Hermes
Bolívar Revelo Palacios, así como de la declaración de
Héctor Monar López, cabe precisar que si bien de tales
probanzas no obra un señalamiento directo ni un
reconocimiento de JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS
CARLOS PALACIOS LOAIZA, sí se desprenden elementos
de juicio en su contra que, sumados a otros existentes en
la actuación, determinan su responsabilidad en los
hechos.

Así, en lo que incumbe al informe rendido por el


mayor Castillo, de su contenido se extrae que los
uniformados en mención formaron parte del grupo
destacado para efectuar el retén y el mero hecho de no
haber participado en la requisa de vehículo aro carpati, en
donde fue hallada la suma de dinero, no los excluye de
haber conocido la incautación y de haber participado en
su postrer apropiación.

Lo mismo debe precisarse con relación a la


ratificación ulterior de este informe, dado que reitera los
términos del documento inicial resaltando que PÉREZ
TORRES y PALACIOS LOAIZA formaron parte del referido
puesto de control y que pese a no haber sido señalados
inicialmente en la formación dispuesta por el mayor, sí lo
fueron en el reconocimiento fotográfico practicado al

28
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

interior del proceso.

En lo que respecta a la crítica consistente en que de


la denuncia formulada por Hermes Bolívar Revelo Palacios
y de la declaración de Héctor Monar López no emana
ningún elemento de juicio en contra de sus prohijados
por cuanto no los individualizaron, se ha de precisar que
de estos medios de prueba también se extrae que dichos
policiales conocieron del hecho, como claramente surge
de la deposición del primero que integra la mencionada
diligencia de reconocimiento fotográfico en donde los
identificó.

E igual con la declaración del primero, en donde


destaca que todos los uniformados presentes en el retén
se percataron de la incautación 10

Así las cosas, del compendio probatorio, como lo


señalaron los falladores de instancia, lo que aflora es el
conocimiento por parte de todos los uniformados que
realizaron el puesto de control de la incautación del
dinero, con excepción de quienes prestaron la labor de
seguridad al ser apostados a una considerable distancia
del sitio de inspección, en razón a la proximidad y
relevancia del hecho, pues recuérdese que, según lo
señala el denunciante Revelo Palacios, el uniformado que
10

?
Fol. 40 del c.o. 1.

29
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

recibió la tula contentiva del dinero expresó que “cayó un


gordo”11, lo que no podía pasar desapercibido a los demás.

Adicionalmente, estos uniformados, a saber, PÉREZ


TORRES y PALACIOS LOAIZA, se insiste, fueron señalados
en la diligencia judicial de reconocimiento fotográfico
realizada el 27 de agosto de 2002 en la sede del juzgado
55 de Primera Instancia de Pasto por Óscar Nabor
Chamorro Ceballos y Hermes Bolívar Revelo, en las tres
oportunidades que tuvo lugar12, alterando en cada uno de
ellas el orden de las fotografías, razón por la cual su
situación no es asimilable, como lo pretende la defensora,
a la de los institucionales PT. Cancimance Richard Kent,
Pt. Cantero Velasco Guillermo y el Dg. Martínez Jojoa
Heriberto, quienes asignados a la seguridad del retén
fueron ubicados en lugar distante.

Los cargos no prosperan.


3. Cargos 4 de la demanda de SIERRA ROJAS, 3
de PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA y 2 de
GRANOBLES MAYOR. Error de hecho por violación de
los principios de la sana crítica.

3.1. Planteamiento:

En el cargo cuarto de la demanda a nombre de


11
Fol. 3 del c.o. No. 1.
12
A partir del fol. 710 del c.o. 3.

30
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS el libelista señala que se


incurrió en el aludido yerro en la valoración de las
indagatorias de los procesados “al inferir de las mismas
un supuesto acuerdo tácito y concurrente de voluntades en
la comisión del ilícito que se les sindica”.

Para el censor, no obstante que los implicados no


negaron su participación en el retén el día, hora y lugar
señalados, sí se han manifestado ajenos a los supuestos
fácticos de los cargos imputados “en su legítimo ejercicio
del derecho a la defensa”; por consiguiente, “no es
admisible válidamente, que la sala de decisión infiera de
dicho ejercicio un ‘acuerdo tácito y concurrente en la
comisión del delito”.

La anterior situación comporta, desde su punto de


vista, “no sólo la vulneración de las leyes de la lógica y de
la sana crítica, sino que además implica el desconocimiento
del derecho de defensa, de la presunción de inocencia y de
la carga de la prueba”.

Particularmente en cuanto a su defendido aduce que


aun cuando negó tener conocimiento de la incautación y
haber tenido contacto con el vehículo aro carpati así como
con sus pasajeros, no se ha demostrado que ello obedezca
a un acuerdo con los demás procesados para encubrir la
verdad y mucho menos puede servir para inferir un oculto

31
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

convenio concurrente en la comisión del ilícito


investigado.

Una interpretación tal, prosigue, “no sólo sería


ilógico (a), sino además desproporcionado(a), irracional y
atentatorio(a) contra las normas que sobre derechos
humanos están previstas en instrumentos internacionales
que no pueden ser limitados ni siquiera en estados de
excepción”.

En el tercer cargo de la demanda a nombre de


PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA, por su parte, su
defensora afirma que en el fallo impugnado se incurrió en
inexacta aplicación de las pautas de la sana crítica, a
consecuencia de haberse supuesto la participación
integrada de los policiales que conformaron el puesto de
control.

En orden a sustentar lo expuesto, señala que la


motivación lógica de los fallos no exhibe coherencia ni un
conjunto de razonamientos armónicos entre sí que
supongan la coautoría de los mencionados, toda vez que
su responsabilidad se pretende demostrar mediante
testimonios en donde no se los reconoce, como son la
denuncia de Revelo Palacio, las declaraciones de Monar
López, Cancimance, Martínez, Cantero y del mayor
Castillo, o se señala que no participaron en la requisa y

32
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

decomiso del dinero porque realizaban el mismo


procedimiento a dos buses que arribaron al puesto de
control, como ocurre con las declaraciones del mayor
Castillo y de Cancimance, las versiones de los mismos
PALACIOS LOIZA y PÉREZ TORRES y las indagatorias de
GRANOBLES y SIERRA, o porque no participaron en
coautoría, dado que no se retiraron del puesto de control
y llegaron a la estación de Santander a prestar servicio
regularmente, según se extrae de las atestaciones de
Cancimance y Martínez.

Por consiguiente, continúa, la deducción de


coautoría está basada en meras suposiciones, como
aquella según la cual sus representados debían
desarrollar las mismas actividades que su compañeros en
el puesto de control, por lo tanto debían conocer, oír y ver
todo lo que allí sucedía “sin hacer un examen deductivo
para sacar una conclusión correlacionada y concordante”,
esto es, que por estar realizando verificación y requisa en
otros automotores mal podían estar pendientes del
procedimiento desarrollado por otros policiales, de modo
que “no existe congruencia entre las pruebas y las
conclusiones que se derivan de ellas”.

Esta contradicción argumental, añade, también se


configura al aceptarse que el indicio de presencia y
oportunidad es suficiente para establecer la coautoría de

33
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

sus prohijados.

Adicionalmente, la motivación del fallo en cuanto a


la coautoría se basa en apartes de la declaraciones sin
estudiar el todo “como sucede con la afirmación de que el
señor Monar López señalo (sic) que todos los miembros del
puesto de control se dieron cuenta del decomiso del dinero,
cuando lo que se desprende de su texto es que los cuatro
policiales que intervinieron en el proceso de requisa del
carpati, todos, se dieron cuenta del decomiso de dinero”.

Desde esa perspectiva, expresa, los elementos con


los cuales se pretende evidenciar el convencimiento, cierto
y probable del hecho de la coautoría no son suficientes,
pues “se infiere el acuerdo tácito por el hecho del deber
funcional que cobija a todos los policiales que el puesto de
control o retén se debe llevar a cabo a través de un grupo o
colectivo con iguales funciones”, cuando, por el contrario
lo que surge es que ellos debían cumplir de forma
autónoma sus obligaciones, máxime en el caso de sus
defendidos porque ejercían mando y autoridad para tomar
decisiones.

Finalmente, en el segundo cargo de la demanda a


nombre de LEONARDO GRANOBLES MAYOR su
defensora plantea que los indicios de presencia,
oportunidad y capacidad de delinquir no son suficientes

34
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

para derivar responsabilidad penal o para inferir


coautoría en su contra.

Así mismo, asegura, erró el Tribunal al basar sus


deducciones en el llamado indicio convergente originado
en el reconocimiento ilegal ante el mayor Castillo, en tanto
conduce a conclusiones diversas, pues lo ubica en una
posición distinta a la del procedimiento realizado sobre
el vehículo carpati, desapareciendo el indicio de presencia
estructurado en su contra.

Advierte, además, que los indicios construidos por el


juzgador sólo podrían considerarse sólidos si se hubieran
basado en hechos reales y no conjeturados por la simple
presencia, amén de que existen otras pruebas que
acreditan la no participación de GRANOBLES MAYOR en
la requisa, como las declaraciones de Cancimance,
Cantero y Martínez, según quienes el retén se levantó del
cementerio de Caloto al sitio la “y” de Playa Rica, sin que
durante ese lapso se hubiera reportado alguna anomalía.
En consecuencia, añade que del discurrir lógico no
puede surgir el indicio de oportunidad en contra de su
representado, apuntando más bien a quienes participaron
directamente en la requisa, especialmente si en cuenta se
tienen sus actitudes y movimientos informados por el
mayor Castillo.

Lo anterior le permite concluir que el indicio de

35
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

oportunidad no está demostrado, pues entre el hecho


indicador y el indicio no media un nexo de determinación
racional, lógico, probable e inmediato, fundado en
razones serias y estables, pues surge sólo de la
imaginación del ad quem.

Acota, por último que el indicio podría extraerse del


reconocimiento fotográfico, el cual, a su juicio, se
encuentra viciado respecto de su patrocinado “al haber
sido confrontados directamente por el mayor con los
denunciantes”.

3.2. Concepto del Ministerio Público:

El representante de la sociedad emite concepto


respecto de estos reparos de manera conjunta. Así,
comienza por indicar que los censores frente a los
razonamientos expresados por los jueces oponen el suyo
propio como de mayor credibilidad “sin que señalen, de
forma directa y clara, cómo la argumentación de las
sentencias vulnera los principios de la lógica, la ciencia y
las reglas de la experiencia y cuáles de éstos son los que
resultan equivocadamente aplicados”.

En torno a la responsabilidad de GRANOBLES


MAYOR encuentra conforme a las reglas de la experiencia
la deducción de los juzgadores acorde con la cual el jefe

36
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

que ejecuta materialmente la acción de apropiarse, que


está en el preciso momento y lugar del hecho
acompañado de su subordinados, es autor de la conducta
delictiva atribuida. Las demás posibilidades señaladas
por la censora, agrega, “si bien entran dentro de la órbita
de lo posible, no desvirtúan la regla de la experiencia
aplicada por el juez a los hechos demostrados”.

Respecto de la indicación de autoría simultánea de


los demás partícipes del retén, conviene en primer lugar
en que por tratarse de un delito especial, como quiera que
exige de sujeto activo calificado, tal condicionamiento se
cumple en este caso, pues todos los procesados
ostentaban la condición de servidores públicos, acorde
con lo previsto en el artículo 217 de la Carta Política.

En segundo lugar, también encuentra satisfecho el


presupuesto concerniente a que realizaron un acto propio
de sus funciones o con ocasión de ellas, pues realizaban
un retén de control policial sobre la vía pública
interrumpiendo el paso de los vehículos públicos y
privados para su requisa y eventual prevención de
conductas contrarias a la ley, siendo precisamente por
esa función que los particulares entregaron los dineros a
los policiales.

Y si bien, enfatiza, se equivocaron los juzgadores al

37
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

considerarlos coautores y no autores “siendo que no


concurrió la necesaria división de funciones entre los
participantes que la ley y la doctrina exigen para esa
categoría, ella no tiene importancia en cuanto a autores y
coautores les corresponde la misma pena, de acuerdo con
el art. 29 del C.P.”, está demostrado que son responsables
de la conducta imputada.

Lo anterior, expone, porque aun cuando “no fueron


reconocidos los recurrentes en las diligencias realizadas,
previas o procesales, de que los informes del mayor
Castillo dieran cuenta o no de tales identificaciones, lo
cierto es que todos los inculpados estaban en el lugar
preciso de los hechos, conocieron la incautación y no
cumplieron, de ninguna de las maneras que les eran
posibles y exigible con su deber funcional de proteger el
patrimonio de los particulares; antes bien, negaron la
incautación e hicieron causa común con quienes la
practicaron materialmente”.
De ello colige que todos los recurrentes se
apropiaron en provecho propio del dinero incautado,
razón por la cual solicita no casar la sentencia
impugnada.

3.3. Consideraciones de la Sala:

Según quedó reseñado, las censuras objeto de

38
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

análisis conjunto en este apartado coinciden en formular


errores en la apreciación de la prueba por violación de las
reglas de la sana crítica (falso raciocinio); sin embargo, se
observa que, como acertadamente lo indica el
representante de la sociedad, el desarrollo de los cargos
no se ajusta a una tal propuesta.

En efecto, retomando la pacífica jurisprudencia de la


Sala se tiene que el error de hecho por falso raciocinio se
presenta cuando el juzgador se aparta de las reglas de la
sana crítica en el proceso valorativo de las pruebas.

En virtud de esa especial naturaleza, para que la


propuesta basada en esa modalidad de error goce de la
imprescindible suficiencia, el demandante está compelido,
como primera medida, a identificar la prueba sobre la
cual recae el yerro; luego, a establecer el mérito otorgado
al medio de convicción en la sentencia y a la vez señalar
cuál es el postulado de la sana crítica en su criterio
vulnerado, esto es, el principio lógico, la máxima de la
experiencia o la regla científica quebrantada.

Acto seguido, debe proceder a vincular esa


apreciación con la regla aludida demostrando en dónde
radica el desvío y, por último, está obligado a precisar la
trascendencia del error frente a la ley sustancial, lo cual
le exige exponer los argumentos conducentes a demostrar

39
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

que la sentencia impugnada se debe modificar en favor


del interés representado como consecuencia necesaria del
error, tarea que, ineludiblemente, entraña abordar la
totalidad de los medios de persuasión en los cuales se
sustenta.

No se trata, por consiguiente, como aquí lo hacen los


censores, de oponer el criterio íntimo y subjetivo que
tienen sobre la credibilidad de las pruebas al expuesto en
el fallo impugnado, so pretexto de que no atiende tales
pautas pero sin siquiera enunciarlas. Pese a incurrir en
esa actitud errónea para sustentar el yerro invocado se
emitirá el correspondiente fallo de fondo frente a las
pretensiones, habida cuenta las censuras fueron
admitidas, como también ocurrió con los errores
propuestos bajo la modalidad de error de hecho por falso
juicio de identidad.

Pues bien, empiécese por señalar con respecto a la


propuesta contenida en el cargo cuarto de la demanda
a nombre de ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS que el
argumento expuesto para justificar la pretendida
violación de las reglas de la sana crítica no guarda
relación con esa materia.

Ciertamente, sostiene el profesional que se incurrió


en el aludido yerro en la valoración de las indagatorias de

40
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

los procesados “al inferir de las mismas un supuesto


acuerdo tácito y concurrente de voluntades en la comisión
del ilícito que se les sindica” porque tales aseveraciones
fueron rendidas “en su legítimo ejercicio del derecho a la
defensa”.

Empero, cuando se aprecia la indagatoria y de ella


se extraen elementos de juicio en contra de quien la
rinde, no se configura violación del derecho de defensa
material, ni mucho menos vulneración de regla alguna de
la sana crítica.

Lo primero, porque olvida el casacionista, como lo


tiene dicho reiteradamente la Sala, que “la indagatoria, tal
como fue concebida en el sistema mixto, tiene doble
finalidad, es decir, como medio de defensa del procesado,
razón por la cual el interrogatorio debe estar dirigido para
que éste puede conocer los hechos que se le imputan, y
como medio de prueba, sujeta a la crítica y valoración de
acuerdo con los postulados que informan la sana critica” 13.

Y lo segundo, dado que sólo se entenderá que con la


apreciación se desconocen reglas de la sana crítica, como
atrás se precisó, si se demuestra que se apartó de las
reglas de la lógica, de la ciencia o de la experiencia,
situación que no se colige por el exclusivo hecho de que la
13

?
Sentencia de 9 e febrero de 2006, rad. 20676.

41
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

valoración de la indagatoria sea desfavorable a quien la


rinde.

De cualquier forma, el reproche de responsabilidad


en contra de este procesado no emergió del contenido de
su injurada en la cual, incluso, adujo no recordar, al
igual que sus demás compañeros, la inmovilización del
vehículo aro carpati en donde fue encontrado el dinero y
su posterior incautación. El fundamento real se
encuentra en el análisis global de las probanzas explicado
en anterior acápite de esta decisión.

En relación con lo expuesto en el tercer cargo de la


demanda a nombre de PÉREZ TORRES y PALACIOS
LOAIZA importa advertir que el fallo de responsabilidad
en su contra está sustentado en una valoración lógica y
armónica de las probanzas que condujo a establecer que
actuaron en calidad de coautores.
Empero, en la censura se evidencia un análisis
fragmentario de la prueba militante en el proceso, pues si
bien en las declaraciones de Monar López y de los agentes
Cancimance, Martínez y Cantero, que refiere la
demandante, no se los señala de haber participado en el
acto de requisa del vehículo carpati, aunque en realidad
ninguna prueba en la actuación los ubica en tal sentido
incluso las que se consideran incriminantes, lo que sí
fluye de ellas y de todo el acervo probatorio en general y

42
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

que tampoco fue desmentido por los propios procesados


en sus injuradas, se repite, es que hicieron parte del
grupo encargado de las requisas a los automotores (no de
los que prestaron seguridad en lugar distante), en donde
compartieron unidad de espacio y proximidad que
permitió indubitablemente inferir el conocimiento de la
incautación, amén de su notoriedad y excepcionalidad,
esto último en cuanto no es frecuente encontrar un
hallazgo de esta naturaleza y sin propietario identificable.

Si no hubiera existido esta unidad de espacio en el


puesto de control montado sobre la vía, resultaría
inexplicable que los propietarios del dinero identificaran,
como así ocurrió, a PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA
en el reconocimiento fotográfico practicado dentro del
proceso.

En ese orden de ideas, la Sala estima que en este


caso, contrariamente a lo sostenido por la censora, sí son
suficientes los indicios de presencia, oportunidad
(derivado del hecho de que nadie en el retén se adjudicó
la propiedad de la cuantiosa suma de dinero) y capacidad
para delinquir (por ser parte de la escuadra que incautó el
dinero) para declarar la responsabilidad de estos
procesados.

Ahora, una vez los uniformados incautaron el dinero

43
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

aparentemente mostrenco, convinieron en su apropiación,


para lo cual era imprescindible contar con la anuencia de
todos los que integraban el retén, cuya proximidad, se
insiste, permitió la percepción del suceso, todo con el fin
de evitar que alguno de ellos abortase lo que parecía fácil
logro, de ahí emana su calidad de coautores.

Sólo ello explica que el dinero, como correspondía


acorde con su calidad de miembros de la Fuerza Pública,
no hubiese sido puesto a disposición de las autoridades
competentes con el fin de investigar su, hasta ese
momento, inexplicable procedencia, o que alguno de los
policiales involucrado hubiera dado por lo menos cuenta
de la aprehensión. A cambio de ello, todos optaron en
sus indagatorias por negar tozudamente el suceso, por
aducir que no recordaban siquiera la detención del
vehículo donde fue encontrado el dinero, hecho que pone
en evidencia el acuerdo celebrado para apropiarse de la
cantidad dineraria.

De ahí que, tomando distancia frente a lo expuesto


por el Procurador Delegado, la Sala convenga en que la
atribución de responsabilidad para todos los sindicados,
es a título de coautores, sin excluir, como lo hizo el
Tribunal, a los dos uniformados que materialmente
incautaron el dinero, porque es evidente que después de
ella surgió un acuerdo entre todos para apropiarse del

44
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

dinero, actualizando con ello la conducta de peculado por


apropiación por la cual se los acusó y condenó
acertadamente en los fallos de instancia.

En cuanto al segundo cargo de la demanda a


nombre de LEONARDO GRANOBLES MAYOR dígase
simplemente, porque en líneas generales se repite la
argumentación del cargo anterior, que no es verdad que
los indicios de presencia, oportunidad y capacidad para
delinquir se desvanecen, como lo asegura la demandante,
por estar demostrado que este procesado no efectuó la
requisa al vehículo donde se encontró el dinero, en tanto
se verificó que, en su condición de comandante del grupo
destacado para tal efecto, controlaba la labor de los
demás uniformados, sin que razonablemente pueda
admitirse que dejó de cumplir esa función precisamente
cuando se efectuó la requisa al rodante donde se
transportaba el dinero.
De otro lado, en relación con la capacidad
contaminante del señalamiento inicial en el Comando de
Policía de Santander de Quilichao frente al
reconocimiento fotográfico, será tema que se abordara a
espacio en el siguiente acápite.

Los cargos no prosperan.

4. Cargos 5 de la demanda de SIERRA ROJAS, 2

45
CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

de PÉREZ TORRES y PALACIOS LOAIZA y 1° de


GRANOBLES MAYOR. Error de derecho por falso juicio
de legalidad.

4.1. Planteamiento:

En las tres censuras objeto de análisis el yerro se


dirige contra la valoración del “reconocimiento en fila de
personas” realizado por el mayor Rubén Darío Castillo el
día 31 de mayo de 2000 en las instalaciones del Comando
de Policía del municipio de Santander de Quilichao.

Sobre el particular, en el cargo 5 del libelo


allegado a nombre del procesado ÁNGEL TOMÁS
SIERRA ROJAS se sostiene por el demandante que dicha
probanza no cumplió con las mínimas exigencias legales
para su formación, señaladas para esta prueba en los
artículos 504 y 505 del Código Penal Militar.
Lo anterior, indica, porque “se realizo (sic)
únicamente con el personal implicado (grupo o escuadra de
reacción), no se cumplieron las formalidades y requisitos
dispuestos en la ley para ese específico medio de prueba
que buscan asegurar la confiabilidad, imparcialidad y
transparencia del procedimiento, ni se tomaron las
prevenciones legales para garantizar la certeza del
reconocimiento y sobre todo, se vulnero (sic) abiertamente
el derecho de defensa a los implicados ya que no contaban

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CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

con sus respectivos defensores ni de confianza ni de


oficio”.

Este error tiene incidencia, asegura, en cuanto de


esta prueba no se podían inferir indicios, específicamente,
un indicio de naturaleza convergente en contra de su
prohijado.

Entonces, prosigue, si SIERRA ROJAS “no fue


reconocido, ni se tienen otras pruebas que verifiquen su
participación en los hechos, ni se tiene la certeza de que
participo (sic) del decomiso del supuesto dinero y de que
posteriormente se apropio (sic) del mismo, la sentencia
debió ser coherente con la realidad procesal y ser
absolutoria al no contarse con el suficiente soporte
probatorio”.

A su turno, en el segundo cargo de la demanda


presentada en representación de los sindicados JOSÉ
IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS CARLOS PALACIOS
LOAIZA se indica que tal medio de prueba fue
indebidamente practicado y no ser verdad que de tal
reconocimiento sólo se extrajo un indicio convergente
porque la investigación se inició y fundó en él y “de allí
dependen todas las declaraciones iniciales de los
policiales, y las identificaciones, morfológicas posteriores,
claramente contaminadas por la observación inicial y el

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enfrentamiento con los mandos”.

A continuación, califica de absurda la postura


asumida por el Tribunal en el fallo impugnado, para
quien a pesar de que la prueba en comento es ilegal le
otorga el valor de indicio concurrente y demostrativo
“cuando lo que debió hacer si configuro (sic) su existencia
dentro de la investigación fue declarar dicha prueba nula
por haber sido realizada sin el lleno de los requisitos
legales patentes en el artículo 505 del Código Penal Militar
así como el informe que da cuenta de dicha diligencia”.

Tampoco comparte el criterio de esa misma


autoridad de pretender corregir esta prueba con el
reconocimiento fotográfico posterior realizado en agosto
de 2002, para lo cual “no se requiere un gran ejercicio de
análisis, en el primer reconocimiento se señalaron a los
policiales Vélez, LIZARAZO, Osorio, PARRA, Martínez y
SIERRA, y cuando se hace el reconocimiento fotográfico
‘legal’ sólo reconocen a los mandos GRANOBLES,
PALACIOS LOAIZA y PÉREZ TORRES a quienes el mayor
Castillo Rojas enfrento (sic) de manera personal y directa
con los denunciantes sin haber sido reconocidos en la
formación, de quienes sabían además que eran parte del
puesto de control por haber sido informados por el mismo
mayor y los suboficiales en el momento en que se
encontraban en el segundo piso de la estación en el

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‘reconocimiento ilegal’..”.

Por lo mismo, continúa, resultan vanos los esfuerzos


de esa colegiatura de excusar su error con la
jurisprudencia de la Corte “por cuanto lo que se establece
es la independencia de las pruebas en sí mismas
consideradas”, pues si se hubiera proseguido la
investigación únicamente con la denuncia y el testimonio
de Monar López “esto habría dado como resultas, que mis
mandantes nunca fueron reconocidos (sic) como los
policiales que intervinieron en el procedimiento de requisa
y decomiso”, debiendo otorgarse credibilidad a sus
versiones injuradas en el sentido de que no participaron
en los hechos.

Ello, porque únicamente se contaría con el referido


reconocimiento fotográfico, el cual, aunque legal, “estaba
claramente viciado por el reconocimiento en fila de
personas anterior y debió analizarse con sumo cuidado y
teniendo en cuenta todo ello que afectaba el grado de
credibilidad y conocimiento anterior y posterior a él de los
señores Revelo Palacios y Chamorro Ceballos”.

Concluye, entonces, que si bien la nulidad del


primer reconocimiento no afecta la estructura del proceso
“sí el devenir de los hechos a favor de mis procurados, al
no existir pruebas que sustenten su presencia y

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conocimiento en el desarrollo del punible”.

Finalmente, en el primer cargo del libelo


presentado en representación del procesado
LEONARDO GRANOBLES MAYOR se aduce que el
referido reconocimiento es ilegal dado que no fue
realizado ante la autoridad competente, de modo que el
mayor Castillo “si lo que pretendía era identificar a los
posibles autores o partícipes de un punible, (le) era
imperativo iniciar el procedimiento enviando de manera
inmediata a las ‘víctimas’ ante la autoridad respectiva
para presentar la denuncia de forma legal”.

Por consiguiente, asegura, el proceso se inició


viciado por prueba ilegal “porque fue el principio real del
conocimiento de la comisión de un posible ilícito por parte
de los funcionarios, no así la denuncia que se pone de
presente como si fuera el primer acto material de
investigación”.

Acto seguido, expresa su desacuerdo con la actitud


asumida por el Tribunal, corporación que lejos de
declarar la nulidad del acto y de las pruebas derivadas de
él, como el informe suscrito por el mismo oficial y su
ratificación posterior, le concedió valor de indicio
convergente.

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Además, sostiene, es evidente entender que ese acto


inicial afectó la credibilidad del segundo reconocimiento
fotográfico, por lo que al prescindir de dichos medios de
prueba “ni la denuncia ni las versiones de Monar López
suponen certeza para condenar a LEONARDO
GRANOBLES MAYOR, porque nunca hubo un
reconocimiento objetivo de mi procurado por parte de los
denunciantes, el relato morfológico de los posibles autores
del ilícito debe ser analizado con lupa, pues se realizaron
después de haberse producido una confrontación directa y
un señalamiento expreso por parte del mayor”.

Y aunque su representado debía realizar las mismas


labores de los demás miembros del puesto de control, no
por esa simple razón se puede inferir que supo del
decomiso y que tuvo la voluntad de apropiarse de los
dineros, máxime si su calidad de comandante del retén
debe considerarse como un hecho y no como un indicio,
siendo inviable en este caso extraer “responsabilidad
indirecta de comando, no estamos hablando de un
funcionario del ejército que debe dar cuenta de las
acciones de sus subalternos”.

Como no existe prueba de su participación, insiste,


es evidente “la carencia de responsabilidad de LEONARDO
GRANOBLES MAYOR en los hechos que se le endilgaron”.

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CASACIÓN N° 27850
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4.2. Concepto del Ministerio Público:

Comienza por señalar que el acto de reconocimiento


realizado por el mayor Castillo fue una medida inicial, sin
alcance penal y con miras a la transparencia de la
institución, y como se llevó a cabo cuando no se había
iniciado indagación previa o formal, “no era requerida la
presencia de un defensor”.

En relación con el reconocimiento fotográfico


posterior practicado dentro de la instrucción penal, por
orden de un funcionario judicial competente, sostiene que
fue una prueba válidamente practicada que además
hallaba sustento en otras “tales como las que hacían
constar cuáles fueron los uniformados que, por orden
superior, instalaron el puesto de control y cómo se
distribuyeron para efectuar su funciones”.

Sin embargo, añade, como el objeto del reclamo es la


pretensión de que los reconocimientos no sean tenidos en
cuenta como prueba de individualización y autoría de los
responsables, destaca que estos dos puntos de los fallos
están suficientemente demostrados con otros medios de
prueba “de tal manera que al desaparecer los
reconocimientos objetados, los hechos probados
permanecen incólumes”.

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CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

Refiere así que la integración del grupo policial que


realizó el retén está demostrada con las declaraciones del
mayor Castillo y de los policiales que fueron destinados al
efecto, de cuyo contenido también se extrae el lugar del
procedimiento y la distribución en el puesto,
estableciéndose que los aquí procesados cumplían las
funciones de requisa y control de los vehículos que hacían
detener.

Así las cosas, “con miras a los efectos que tales


reconocimientos tuvieron en las decisiones de instancia,
debe decirse, sin duda alguna, que ellos carecieron de
trascendencia y por lo tanto, los errores, de haber existido
no las afectan”.

Con fundamento en lo expuesto, señala que el cargo


no tiene vocación de prosperidad.
4.3. Consideraciones de la Corte

Los censores encaminan sus propuestas a


cuestionar la valoración que el juzgador otorgó al acto
realizado el 31 de mayo 2000 en las instalaciones del
Comando de Policía de Santander de Quilichao, en donde
el mayor Rubén Darío Castillo Rojas, al mando de esa
unidad, enterado de la supuesta irregularidad cometida
por algunos de sus subordinados en el retén policial
realizado el 26 de mayo anterior en el municipio de Caloto

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y con presencia del denunciante Hermes Bolívar Revelo


Palacios y de Óscar Nabor Chamorro Ceballos, ordenó una
formación del personal, en la cual fueron identificados,
por los últimos en mención, algunos policiales. Estiman
los demandantes que careció de los requisitos legales
exigidos para la realización de un reconocimiento en fila
de personas y, por lo tanto, se incurrió en el pretextado
error de derecho por falso juicio de legalidad al otorgarle
valor probatorio incriminante.

Ab initio cabe precisar que, a diferencia de lo señalado


por el señor representante del Ministerio Público, para
quien el referido yerro de apreciación probatoria no se
produjo tan solo porque se trató de una diligencia inicial,
desprovista de alcance penal y con miras a la
transparencia de la institución, llevada a cabo cuando
aún no se había iniciado indagación previa o formal, que
el error denunciado por los actores se configuraría si aún
con tales connotaciones hubiera sido valorada por el
juzgador como un auténtico reconocimiento en fila de
personas.

Dicho de otro modo, no se puede asegurar que el


acto carece de efectos penales porque fue realizado por
fuera de la actuación penal (antes de haberse iniciado la
investigación), como lo señala el Procurador Delegado,
pues ello dependerá de si fue objeto de valoración en las

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decisiones judiciales como un reconocimiento en fila de


personas para cimentar la responsabilidad penal de los
implicados.

Ahora bien, el Tribunal Militar parte de aceptar que


tal reconocimiento no fue legal en cuanto no cumplió con
todos los requisitos legales exigidos para su formación,
pero que debe tomarse como un indicio convergente en
contra de los procesados. Así lo consignó:

“ataca la defensa el reconocimiento que de los


sindicados hicieron los denunciantes ante el my. Castillo,
procedimiento realizado sin los requisitos legales, al
respecto y tal como en su oportunidad se pronunciara la
Sala, si bien es cierto, ha debido dirigirla un juez, lo
anterior es un indicio convergente que demuestra la
sinceridad y la resolución de las víctimas para reclamar lo
que se les estaba perdiendo, y además, como
acertadamente se dijera en la acusación, tal diligencia se
hizo posteriormente con el lleno de las exigencias legales
donde fueron reconocidos los sindicados, sin que sea de
recibo que la ilegalidad del primer reconocimiento
contamine la prueba posterior independiente y autónoma,
punto sobre el cual oportunas son las palabras de la
jurisprudencia de la Corte Suprema, que ha sido reiterativa
en sostener que no por las circunstancias de ser una
prueba ilegal, quede el funcionario judicial inhabilitado

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para indagar sobre los hechos delictivos innegables e


incontrovertibles que son descubiertos en su desarrollo, ni
por consiguiente, para adelantar gestiones orientadas a
establecer por otros medios de prueba la responsabilidad
de las personas involucradas en el hecho, o escucharlas en
indagatoria, puesto que el Estado no puede renunciar al
ejercicio de la acción punitiva que por mandato
constitucional le corresponde cumplir, porque hacerlo
equivaldría a erigir una informalidad legal en casual de
impunidad14…” (subrayas fuera de texto).

Pues bien, no le asiste razón al ad quem ni a los


casacionistas para descalificar probatoriamente y tachar
de ilegal el acto de señalamiento realizado ante el mayor
Castillo Rojas en el entendido de que no tuvo pretensiones
de ser un reconocimiento en fila de personas y, por ende,
para establecer su validez legal no debe ser confrontado
con los requisitos exigidos para este tipo de prueba.

En efecto, dicho señalamiento fue incorporado al


proceso a través de diversas pruebas: de una parte,
mediante prueba documental constituida por el informe
No. 1194 signado al día siguiente a su realización por el
mayor Castillo Rojas15, en donde se da cuenta sobre los
pormenores del señalamiento y, de otra, por la prueba

14

?
C.S. de J. radicado No. 13810, julio 23 de 2001…”
15
Fol. 14 del c.o. No. 1.

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testimonial conformada por la ratificación de este informe


signado por el mismo uniformado16, quien confirmó y
amplió lo expuesto en el documento, y por las
declaraciones rendidas por Hermes Bolívar Revelo Palacios
y de Óscar Nabor Chamorro Ceballos, quienes de manera
uniforme pusieron en conocimiento la forma cómo se llevó
a cabo.

Significa ello que, en contraste con lo dicho por el


Tribunal, no es cierto que el señalamiento fue ilegal, por
la sencilla razón de que no se trató de un reconocimiento
en fila de personas con las formalidades que de acuerdo
con la ley debe cumplir. Consecuentemente, tampoco es
procedente atacar su valoración confrontándolo con los
presupuestos legales de formación y aducción de esa
prueba. Se trató simplemente, como ya se dijo, de un
señalamiento introducido al proceso a través de las
pruebas aludidas, cuyo cuestionamiento podrá
enderezarse por violación a las reglas de la sana crítica,
como así lo precisó la Sala cuando abordó la temática en
un asunto similar:

“La referida individualización no se dio al interior de


la diligencia de reconocimiento en fila de personas del
artículo 253 de la Ley 906 de 2004, sino de un
señalamiento efectuado por una de las víctimas respecto

16
Fol. 257 ib.

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de los capturados como autores de los delitos cometidos,


diligencia en un todo válida como eficaz, pues a fines de la
correlativa legalización de la captura y por virtud del
principio de necesidad de la prueba se hacía imperioso
ponerlas ante la vista de quien fuera una de las personas
afectadas con los delitos, para que verbalmente y por
escrito en la denuncia diera testimonio y manifestara si se
trataba o no de los autores.

En esa medida el señalamiento efectuado por (…) se


incorporó a los contenidos de su testimonio como ofendida
y se tradujo en noticia criminis, esto es, como medio de
convicción y a su vez como objeto de prueba.

La circunstancia de que minutos después de la


consumación de los reatos no se hubiera practicado una
diligencia de reconocimiento en fila de personas de acuerdo
al artículo 253 de la Ley 906 de 2004, en manera alguna
afecta de ilicitud ni de ilegalidad el testimonio de la
denunciante y, por ende, sus contenidos en orden a su
credibilidad o ausencia de la misma, no eran dables
censurarlos por la vía del error de derecho por falso juicio
de legalidad, sino eventualmente -de haberse dado- por
menoscabo a los postulados de la sana crítica de acuerdo
a los criterios del artículo 403 del C. de P.P.

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CASACIÓN N° 27850
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El reconocimiento que realiza una persona como


sujeto pasivo de un delito respecto de sus victimarios,
señalamiento entendido como testimonio del ofendido, es
susceptible de censuras en casación penal en lo relativo a
su ausencia de credibilidad, por afectaciones a su eficacia
en eventos de manifiesta sospecha de error o de intención
de engañar.

Puede afirmarse que el testigo en general incluido el


testimonio del ofendido, se torna afectado en su
credibilidad por la naturaleza inverosímil o increíble de su
testimonio, por ausencia de capacidad del testigo para
percibir, recordar o comunicar cualquier asunto sobre la
declaración, es decir, por obstáculos, afectaciones o
minusvalías en su capacidad intelectiva o sensorial para el
caso visual o auditiva, o imposibilidad de registros,
aspectos que en manera alguna se reportan ni evidencian
en la persona de (...), ni menos que la misma hubiese
tenido motivos que le generaran una intención de engañar,
ni que tuviese razones de parcialidad…” 17(subrayas fuera
de texto).

Por otro lado, tampoco es correcto el planteamiento


de los libelistas según el cual la circunstancia de haber
señalado o de haber tenido la oportunidad de ver a los
procesados durante ese acto afectó la legalidad del
17
Auto de 23 de abril de 2008, rad. 29416. En el mismo sentido, sentencia de
abril 10 de 2003, rad. 16485.

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CASACIÓN N° 27850
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reconocimiento fotográfico posterior practicado dentro del


proceso con todas las formalidades legales, pues, como
también lo ha destacado la Sala:

“La circunstancia de haber visto al imputado antes


del reconocimiento, personalmente o a través de
fotografías, no afecta de suyo la validez jurídica del
reconocimiento ni lo torna ineficaz, ya que cuando ello es lo
que se denuncia, la prueba será jurídicamente válida y el
juez podrá valorarla, sólo que deberá tomar en cuenta los
antecedentes con incidencia en su fuerza demostrativa, ya
que no es lo mismo que la percepción del testigo
permanezca exenta de interferencias a que haya sido
reforzada con nuevas imágenes que puedan repercutir en
ella"18 (subraya fuera de texto).
No obstante, el acto inicial dirigido por el mayor
Castillo Rojas no pudo haber afectado el reconocimiento
fotográfico practicado en el proceso, por lo menos en lo
que concierne a los procesados ÁNGEL TOMÁS SIERRA
ROJAS, JOSÉ IGNACIO PÉREZ TORRES y LUIS CARLOS
PALACIOS LOAIZA, en cuanto ellos no fueron señalados
directamente en el primero. De ese modo, resultan
sofísticos los extensos argumentos expuestos por su
defensores en el sentido de que el curso del proceso
hubiera variado de no contar con ese acto.

18
Sentencia del 10 de octubre de 2002. Rad. 12619.

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Otra situación se advierte frente al sindicado


GRANOBLES MAYOR quien desde el comienzo fue
identificado por Revelo Palacios y Óscar Nabor Chamorro
Ceballos19 y no, como lo señala la libelista, por la
persistencia del mayor Castillo en exigir la presencia ante
éstos de los cuadros de mando, porque el señalamiento
fue anterior a ese hecho.

En todo caso, a diferencia de lo expuesto por los


libelistas y de acuerdo con lo expuesto por el señor
Procurador Delegado, el ataque insular al acto de
señalamiento en las instalaciones del Comando de Policía
de Santander de Quilichao, al informe rendido por el
mayor Castillo elaborado por razón del mismo e, incluso,
al reconocimiento fotográfico practicado en el decurso del
proceso, se torna intrascendente en cuanto no son los
únicos medios de prueba sobre los cuales se sustentó la
responsabilidad de los procesados, como se ha señalado a
lo largo de esta providencia.

Las censuras no prosperan.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando
Justicia en nombre de la República y por autoridad de la
Ley,
19

?
Ver ratificación del informe por parte de este uniformado a fol. 258 ib.

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RESUELVE

NO CASAR la sentencia impugnada, de conformidad


con los argumentos expuestos en la parte motiva de esta
decisión.

Contra esta providencia no procede recurso alguno.

Cópiese, notifíquese, devuélvase al Tribunal de


origen y cúmplase.

JAVIER ZAPATA ORTÍZ

JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ ALFREDO GÓMEZ QUINTERO

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ DE LEMOS AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN

JORGE LUIS QUINTERO MILANÉS JULIO E. SOCHA SALAMANCA

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CASACIÓN N° 27850
ÁNGEL TOMÁS SIERRA ROJAS y otros

TERESA RUIZ NÚÑEZ


Secretaria

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