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Me encontraba recorriendo el mismo sendero como todas las mañanas mientras llevaba a

pastar al ganado y como como todas las mañanas al terminar tenia que verme con él, con el
lobo – así era como lo llamaba- mientras el se aseguraba que sus ovejas estuvieran completas,
sobre todo que no me las hubiera robado, el lobo aprovechaba cualquier ocasión para
humillarme, sabiendo que no podía responder a sus comentarios repugnantes.

-Mira esta oveja, ¿Acaso no ves lo flaca qué está? Y mira aquella tú pesas más, como se nota
que lo único que haces y sabes hacer es nada. -escupía- Espero que hagas algo bien por una
vez.

- Lo lamento mi señor no volverá a ocurrir, -respondí- fue un error mío al descuidar a esas
ovejas - Y como siempre terminaba echándome la culpa de algo que no era cierto, cuidaba a
esas ovejas muy bien, me aseguraba que pastaran adecuadamente, pero había algo en esas
dos ovejas que les impedía aumentar peso, para evitar estas situaciones, había intentado de
todo. De lo poco que conseguía por hacer todo ese trabajo y de todas las demás actividades
que hacía para el lobo, compre en una ocasión 2 litros de leche y se lo di de beber también en
la hacienda cercana robe trigo, una que otra semilla y mucho heno de las vacas y se los di, pero
esas ovejas no engordaban con nada, no lo entendía, así que con el paso del tiempo me rendí y
aprendí a morderme la lengua y no contestarle nada al lobo.

- Eso espero, lo único que tienes que hacer, es asegurarte de que estas ovejas coman, es la
única cosa. ¡Por Dios!, o es que no entiendes lo que hablo, aunque es cierto a las justas eres
capaz de hablar con claridad que casi ni se te entiende.

Hasta nombra a Dios, seguido de decir todo lo eso -pensé-

- Esta bien señor intentare hablar mejor y hacer mejor mi trabajo.

Al cabo de unos días siguiendo mi rutina como normalmente me fije en algo muy peculiar, las
dos ovejas que días atrás estaban en los huesos ahora se veían que su peso había aumentado y
vaya que había aumentado, lo sabía porque estas dos ovejas se mantenían especialmente
limpias; mientras que las demás tenían ramas y suciedad por toda su lana, estas dos no. Y
como todas las mañanas al terminar el recorrido me encontré con el lobo, antes de
encontrármelo le note una expresión de felicidad rara en su cara de la cual no sabía el motivo
por lo que me acerque con cautela y curiosidad.

Al llegar a donde se encontraba me dijo

- Vamos a celebrar, que el mejor muchacho de la aldea le pidió la mano a mi hija, -


exclamó- cuales son las mejores ovejas que se tiene, muéstramelas.
- Como usted diga mi señor. -respondí-

Como indico, procedí a enseñarle justo las dos ovejas que habían aumentado su peso de la
nada. el lobo quedo encantado esas dos y solicito que las llevara al matadero y que luego las
entregara a las cocineras y que la única indicación era que las limpiaran y que las rellenaran y
las metieran al horno, que como estaban celebrando una seria para su familia y otra para las
personas que servían en la hacienda. y así como lo indico lo hice, lo menos que deseaba eran
más problemas con el lobo y necesitaba, aunque sea lo poco que me deja ese trabajo.

Después de una hora llevaba las ovejas a la cocina, llegando di todas las indicaciones tal como
me las dijo el lobo. Salí y me puse a colaborar en todo lo que pude hasta la hora de la comida.
cuando llego la hora de comer había dos mesas a cada extremo del comedor, una para la
familia y otra para nosotros, los de servicio. En el centro de cada mesa estaban las ovejas,
después de que el lobo diera la orden de sentarnos lo hicimos y esperamos a que este realizara
la oración, la escuchamos y todos terminamos con un Amén

- Me gustaría hacer el primer corte para servirle a nuestro invitado y me gustaría que en
la otra mesa también hicieran lo mismo. -Anuncio-

Este hizo un corte por el centro y separo por la mitad a la oveja, y paso lo mismo en la mesa en
la que estaba, pero hubo una diferencia muy grande. al momento en que el lobo separo la
oveja por la mitad un barro espantoso salió del interior cubriendo todo el centro de la mesa,
pero eso no lo fue lo que paso en mi mesa, al separarla salió un relleno de manzanas con un
olor exquisito. El lobo se puso furioso y comenzó a preguntarle a las cocineras que habían
hecho para que pasara eso y las cocineras respondían que habían hecho lo mismo en ambas
ovejas, con esto el lobo se puso aun más furioso diciendo que lo habían intentado envenenar a
él y a toda su familia y mientras pasa eso todos lo mirábamos y después de unos pocos
segundo nos dimos cuenta de algo que desde el primer momento estaba en nuestros ojos, lo
que había en aquella mesa era lo que el lobo se merecía y lo que había en nuestra mesa era lo
que nos merecíamos, y en aquel momento yo me di cuenta de su trato “especial” hacia mí,
reaccione que era una de las pocas mujeres que trabajaban ahí y no de cocinera o limpiadora
si no de pastora al igual que habían mujeres agricultoras que eran tratadas de las mismas
formas y aunque éramos siervas por nuestra clase social lo que más lo influía por tratarnos de
esa manera era nuestro género. Nos miramos entre todas y nos comprendimos al instante

fui yo la valiente que se levantó.

- Eso es lo que te mereces comer, esa oveja es lo que siempre deberás comer. -dije-

Con eso me levante escuchando el sonido de sillas moverse y pasos detrás de mí

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