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JUÁREZ Y LA CARICATURA

“Si Juárez no hubiera muerto”, dice


el danzón, hoy cumpliría tan solo doscien-
Pero ése no es el rostro que vieron sus
contemporáneos. Juárez, el impasible, fue
tos años. Juárez, el “apóstol e invicto pala- duramente criticado por los caricaturistas
dín”, como nos hacían cantar en la prima- contemporáneos, entre otras cosas, por dos
ria, es uno de los grandes personajes de motivos: la expropiación de los bienes de
nuestra historia y es, quizá, uno de los más la Iglesia y la reelección que tuvo en 1870,
mitificados, enmascarados, encerrados en apenas dos años antes de morir. El mito
una caja que no permite visualizar su reali- juarista nos muestra a un hombre que do-
dad. A Juárez lo hemos conocido a través blegó a “las fuerzas oscuras”: a los conser-
de una imagen pétrea, con una seriedad vadores que tenían al país en vilo, a una
impactante, como un icono fácilmente Iglesia reaccionaria que impedía el avance
reconocible. económico, político y social de nuestro
La imagen que todos los mexicanos con- país; pero además, los hombres de la re-
servamos es aquella que retrató el pintor forma derrotaron al gobierno monárqui-
José Escudero y Espronceda en 1870. Con co de Maximiliano. Juárez, ni qué decir,
esas mismas facciones, Francisco Toledo, es uno de los forjadores del nacionalis-
el gran pintor juchiteco, se puso a jugar y mo mexicano.
lo pintó de diversas formas, pero siempre Juárez creyó y permitió la libertad de
con ese rostro enjuto, con esa cara de se- prensa y, por tanto, refrendó su compromi-
riedad, con ese peinado engominado. Ésa so con la libre circulación de ideas y la crí-
es la imagen que Porfirio Díaz nos legó al tica de sus contemporáneos. A diferencia
convertirla en piedra, al mandar erigir el de él, Porfirio Díaz, el gran represor, y los
Hemiciclo que hoy luce en la parte prin- subsecuentes gobiernos autoritarios ema-
cipal de la Alameda Central, en avenida nados de la revolución, lo convirtieron en
Juárez, en el mismo sitio donde se hallaba piedra y nunca nos han mostrado la visión
el kiosco morisco que hoy se encuentra de sus contemporáneos. Pero la revalo-
en la Alameda de Santa María la Ribera, y ración de la caricatura y su uso como una
que fue mudo testigo de un atentado al herramienta de la historia, nos permiten
dictador en 1897. revisar ese momento, que es también un

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AGUSTÍN SÁNCHEZ GONZÁLEZ

homenaje al hombre que luchó por la auge del presidencialismo mexicano, pa-
libertad. ra darse cuenta que hubo mayor libertad
Las caricaturas a Benito Juárez fueron de expresión en aquella época. Más aún:
realizadas por grandes artistas como Cons- en el propio porfirismo hubo más pu-
tantino Escalante, Santiago Hernández, blicaciones de humor que en el periodo
José María Villasana y Jesús Alamilla. Cada de auge del sistema político mexicano
uno de ellos criticó diversos aspectos de la generado por el Partido Revolucionario
política juarista; por ejemplo, es probable Institucional (PRI).
que el origen de la denominación de “gri- La obra de esos caricaturistas decimo-
llos” que se da a los políticos provenga de nónicos, quienes realizaron estupendas
una caricatura de Alamilla donde muestra litografías, muestra una manera distinta de
a Juárez representado como dicho insec- ver la historia, sin trampa, sin demagogia,
to. Otra caricatura, terriblemente crítica, aunque, hay que decirlo, muchos de esos
es la de Hernández, que es un cuadro de cartones sólo son perceptibles con un
dos vistas: una de ellas lleva, de un lado, conocimiento de la historia del momento
el siguiente pie: “La reelección como la y requiere de un excesivo y minucioso co-
pintan los juaristas” (que es un rostro de nocimiento de ese momento.
Juárez); y volteando de cabeza la imagen Cabe señalar, pues, que las caricaturas
dice: “La reelección tal como es” (que es realizadas por aquellos artistas liberales
un borrego).1 muestran, también, otros aspectos: la crí-
A través de publicaciones como La Or- tica política, disidencia política, o apoyo
questa, El Padre Cobos, La Sombra, La Cu- crítico, sin una posición dogmática, que
caracha, El Buscapié, La Tarántula, El Boqui- ayudó sin duda al desarrollo de la socie-
flojo, o La Madre Celestina, es factible ver dad mexicana a pesar de los más de treinta
otras imágenes ajenas a la visión tradicional años de dictadura. El florecimiento de la
que tenemos de Juárez quienes fuimos cultura en el Porfiriato conformó un valioso
educados bajo la memoria histórica del vie- grupo de intelectuales y artistas que fueron
jo nacionalismo revolucionario, incapaz de artífices del nacionalismo cultural en México.
cuestionar mínimamente el presidencialis- Hay que mirar a los personajes históricos
mo y la heroicidad pétrea del benemérito. como eran: de carne y hueso, sin caer en
Es curioso mirar la lista de publicaciones la mitificación; afortunadamente ésta se ha
existentes en la época de Juárez, así co- ido desmoronando. En la medida en que
mo las caricaturas que le hicieron, y com- se observe y estudie a las figuras históri-
pararla con el número de publicaciones cas más cercanas a la realidad, serán mejor
existentes de 1929 a 1968,2 periodo de valoradas. Por ello resultó gratificante que
en 1996, en la propia ciudad de Oaxaca,
se realizara una exposición llamada “La ca-
1
Ésta es la imagen de la portada del Calendario
conmemorativo 2006, publicado por Carlos Sánchez ricatura en la época de Benito Juárez”, y
Silva y Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva en el don Luis González escribiera en su presen-
festejo bicentenario. tación, a propósito de la en ese entonces
2
Agustín Sánchez, Diccionario biográfico ilus-
directora del Instituto de Artes Gráficas de
trado de la caricatura mexicana, recoge el nombre
de 45 publicaciones de humor entre 1859 y 1868;
cien años después, apenas habían 11.

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JUÁREZ Y LA CARICATURA

Oaxaca, Isabel Grañén: “Que Dios la per- caricatura, sin duda, ayudará en este pro-
done por su audacia como historiadora”. ceso de conformación de la nueva historia.
Porque, en efecto, para renovar los
estudios históricos, hace falta audacia; la Agustín Sánchez González
CENIDIAP-INBA

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