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Spring

Tides
El romance de un amor difícil de una estrella de
rock (libro numero 2)

Verónica Kingsley
Copyright © 2021 Veronica Kingsley

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incorporadas en reseñas críticas y algunos otros usos no comerciales permitidos por la ley de derechos de
autor. Para solicitar el permiso, escriba al autor: veronicakingsley101@gmail. com
Esta historia es una obra de ficción. Los personajes, eventos y lugares retratados en el libro son el producto
de la imaginación de la autora y son usados ficticiamente. Cualquier semejanza con una persona o
institución real es pura coincidencia y no es la intención de la autora.
Advertencia: Esta obra contiene escenas de naturaleza sexual explícita y está escrita sólo para adultos.
Todos los personajes participantes representados en el libro son mayores de 18 años.
La serie Tough Love:

#1 – The Fall - El romance de un amor difícil de una estrella de rock

#2 – Spring Tides - El romance de un amor difícil de una estrella de rock

Prólogo
Kelsey sintió una lágrima en el rabillo de su ojo. Las lágrimas no eran raras
cuando Darren y ella hacían el amor; sentirlo a él tan cerca de ella a menudo la
ponía tan emotiva que le llenaba los ojos de lágrimas de alegría. Pero esta vez,
sus lágrimas de felicidad se mezclaron con algo más. El miedo.
—¿Cómo es que nunca lloras cuando hacemos el amor? —Kelsey secó una
lágrima en la sábana blanca.
Él puso una mano en el costado de Kelsey y la miró a los ojos. —Si tuviera
la capacidad de derramar una lágrima, probablemente lo haría... ya sabes, mi
madre dice que no he llorado desde que tenía un año.
Kelsey se rio. —Puedo imaginarlo. Un bebé emocionalmente distante.
—No me llames así, —Darren sonrió a medias y la empujó a un lado de la
cama.

Última noche juntos. Última noche antes de la gira. Ella no se atrevía a


comprenderlo. —No puedo creer que te vas de gira mañana, —dijo mientras se
ponía encima de él—. No sé si puedo soportarlo.
—Por supuesto que puedes. Será como cuando estabas en tu curso de
azafata.
—Eso fue sólo un mes, no tres... y fue muy duro.
Las manos de Darren acariciaron la espalda desnuda de Kelsey. —¿Vendrás
a visitarme en la gira?
—Me encantaría decir que sí, pero ya sabes que estoy empezando este
trabajo, así que va a ser complicado...
—Sera genial si ipodrás venir, al menos por unos días. Vernos en vivo en un
escenario de verdad, no en el de Eddie’s... pasar el rato con nosotros en la gira...
—Ojalá pudiera... —Kelsey suspiró. La sensación de su cuerpo desnudo
debajo de ella le daba a Kelsey comodidad y seguridad, comodidad y seguridad
que pronto le serían arrebatadas. —Envíame tantos videos como puedas. Te voy
a extrañar mucho.
Darren le besó el cuello suavemente. —Yo también te voy a extrañar, —
dijo él. Luego añadió—: ¿Cuál crees que será la parte más difícil para ti? Tal vez
podamos encontrar formas creativas de solucionarlo... como hicimos cuando
estabas en el curso...
Ella sonrió. —Creo que puedo pasar tres meses sin sexo si eso es lo que
quieres decir, aunque va a ser difícil. Es nuestra amistad y unión lo que más voy
a extrañar. Sé que no te gusta hablar por teléfono, pero creo que lo voy a
necesitar.
—Lo tendrás, —le dio una pequeña mordida en un lado de la oreja. —
Hablaremos por teléfono.
Ella sonrió y se preguntó si él podía sentirla sonriendo contra su pecho. —
¿Qué hay de ti... qué es lo más difícil para ti?
—Extrañaré oírte reír... tendrás que reírte por el teléfono. Y extrañaré estar
físicamente cerca de ti... y el sexo... extrañaré ver tu increíble cuerpo...
—Yo también, —susurró ella, recordando todas esas noches en el curso de
azafata cuando se coló en la ducha para tener sexo por Skype con él.
—Probablemente será mucho más difícil para mí que para ti, —dijo él.
—¿Cómo es eso?
—Porque soy adicto a tu cuerpo. Ya lo sabes.
—¿Puedes hablar enserio por un momento?
—Hablo en serio. Sabes, una vez fui a una psicóloga que opino que el sexo
era mi única forma de crear intimidad con la gente.
—¿Y crees que la psicóloga tenía razón? —Kelsey levantó la cabeza.
Darren se encogió de hombros. —Sonaba como una tontería en aquel
entonces. Pero tal vez sea cierto.
Kelsey pasó los dedos por el pecho de Darren. —Creo que es verdad.
Cuando empezamos a salir, el sexo fue la única forma en que te abriste a mí. —
Sus dedos se detuvieron, justo encima de la sexy clavícula de Darren—. Pero me
sorprende que hayas ido a una psicóloga. Nunca me lo dijiste.
—No fue gran cosa. Me lo dieron gratis después de que mi hermano murió.
Dejé de ir después de cuatro sesiones.
—Oh. —Kelsey puso su cabeza en el pecho de Darren y lo abrazó de cerca.
Darren se quedó callado. Kelsey podía sentir su pecho expandirse mientras
respiraba debajo de ella.
—Sabes, —Darren aclaró su garganta—, ¿Recuerdas que dijimos que
podríamos tener una relación abierta algún día? —preguntó Darren con
vacilación.
Kelsey se congeló. —Sí, recuerdo que tuvimos una charla al respecto.
—Así que podría ser que ahora sea un buen momento... para intentarlo...
¿no crees? —susurró Darren.

Kelsey no se sorprendió, Darren y ella habían tenido charlas sobre la


filosofía de las relaciones abiertas. Ella no se oponía estrictamente a la idea, pero
estaba lejos de querer eso. Kelsey se consideraba realista y de mente abierta, y
podía ver cómo después de muchos años juntos, las parejas querían tener
experiencias sexuales con otros. Sin embargo, no podía imaginar querer estar
con alguien que no fuera Darren.
Por otro lado, ella conocía bien a Darren. Era un hombre de libertad. “Cada
vez que tenía una correa alrededor de mi cuello quería escapar”, le dijo una
vez.
—¿Y qué dices? —Preguntó Darren suavemente, rompiendo el hilo de su
pensamiento.
—No siento que lo necesite, pero... supongo que podemos intentarlo, —dijo
Kelsey con indecisión.
—Te quiero Kelsey, —Darren acercó su cara a la de ella, besando su frente.
—Eres tan especial.
Kelsey asintió. Todavía estaba tratando de entender la idea, el hecho de que
acababa de prometerle a Darren una relación abierta mientras estaba de gira.
—Esto me asusta un poco, Darren... —susurró ella—. ¿Cómo puedo saber
que no te enamorarás de otra persona?
—Me conoces, —dijo él despectivamente—. Tú más que nadie deberías
saber lo difícil que es para mí enamorarme de alguien. Sabes lo que todo el
mundo dice de mí, eres la única persona que ha atravesado mi caparazón... ...tal
vez no lo demuestro lo suficiente, pero sabes que eres irremplazable.
Kelsey sonrió y cedió a la reconfortante sensación del cuerpo de Darren
debajo de ella y sus manos acariciando su espalda. Irreemplazable. Le gustaba el
sonido de eso.
Ella rodó a su lado, de cara a él, con su mano en su vientre. La tenue luz de
la luna que entraba por la ventana iluminaba la cara de Darren. Se veía tan feliz.
Era raro ver a Darren así, y ella estaba feliz de tener la habilidad de hacerlo
sonreír.
Estaremos bien, pensó. Tenemos que estarlo.

Tres meses después
Capítulo 1
Kelsey se sentó en la cama, rodeada de mantas y almohadas, y vio a Darren
conectar su bajo al amplificador. Sólo han pasado tres días desde que el regresó
de la gira, y a ella le costaba creer que él realmente estaba allí. Verlo enchufar su
bajo, y luego mover su pelo a un lado, envió ondas de deseo a través de su
cuerpo.
—No quiero tocar música ahora. —dijo Kelsey— Quiero que vuelvas a la
cama.
—Pero extraño tocar contigo... y tengo curiosidad por saber qué cosas
nuevas has aprendido. —Darren le entregó la guitarra acústica—. Vamos a tocar
en el pórtico, como en los viejos tiempos.
—Los buenos viejos tiempos. Eso fue hace apenas tres meses.
—Lo sé. Toca algo que hayas aprendido mientras estuve lejos.
Kelsey se cubrió con la manta y lo siguió hasta el pórtico. Luego se sentó
en el pequeño banco y sostuvo la guitarra en su regazo.
—Es una canción de U2, no sé si la conoces, —dijo y tímidamente empezó
a tocar y cantar— “Wild Honey”.
Darren escuchó atentamente, asintiendo al ritmo. —La conozco. Es muy
buena.
Ella siguió tocando y él cerró los ojos.
Cuando terminó de tocar, preguntó: —¿Qué te parece?
—Creo que es buena, —dijo él. —Serás una guitarrista sexy.
Kelsey frunció el ceño. —¿Y qué soy ahora?
—Una sexy aspirante a guitarrista.
Ella le dio una mirada furiosa, y él la agarró de las manos y la miró a los
ojos con esa mirada suya que ella encontró tan irresistible, esa cara de póquer
con toques de diversión.
—Eres una guitarrista sexy e increíble —dijo mientras sus labios se abrían
camino hacia los de ella.

Anna estaba enorme. Enorme y hermosa. Kelsey la miraba con asombro.


Llevaba un vestido rojo hecho de una tela sedosa que era un poco transparente y
colgaba bien alrededor de su gran vientre. Llevaba un maquillaje suave que
resaltaba sus bellos rasgos, y su pelo ondulado marrón oscuro caía perfectamente
alrededor de su cara y hombros. La única cosa que no encajaba en su aspecto,
que de otra manera sería de un millón de dólares, eran sus zapatillas. Debajo de
ese hermoso vestido rojo había un par de viejas zapatillas de color verde neón.
Ashley también estaba allí, con un aspecto fabuloso, como siempre. Alta,
rubia, vestida con jeans oscuros y una camiseta blanca, parecía una atleta o una
instructora de Pilates.
Kelsey las conocía desde hace tiempo y las quería, pero aún no se había
acostumbrado a lo sexys que eran, o a lo insegura que se sentía cuando salía con
ellas.
Ashley se levantó del sofá y se acercó a abrazarla. —¡Feliz cumpleaños,
Kels!
—Gracias, —Kelsey sonrió y la abrazó. Luego abrazó Anna que estaba
enorme, poniendo su mano en la barriga de su amiga. —Y hola, pequeño Joshua.
—No se llama Joshua —Anna frunció el ceño.
—No me importa, para mí lo es —dijo Kelsey.
Puso su bolso en la mesa de café y se sentó, tomándose un momento para
apreciar la comodidad del sofá, y luego miró a su alrededor. No era la primera ni
la segunda vez que visitaba el departamento de Anna, pero su curiosidad por el
lugar no se había desvanecido.
Era un departamento en pleno centro de dos habitaciones completamente
amueblado, que parecía salido de un catálogo de muebles chic. La decoración y
los muebles elegantes lo hacían parecer un departamento de diseño, y la gran
ventana del noveno piso en la sala de estar ofrecía una vista de todo el centro de
la ciudad. La sala de estar albergaba un gran televisor, un cómodo sofá rojo, una
alfombra turquesa y una mesa de café de madera. A un lado había una mesa de
bar de madera rodeada de sillas de bar, y detrás de ella una elegante y bien
equipada cocina.

—Escuchen, lo he pensado y sé lo que quiero para mi cumpleaños —dijo


Kelsey.
—Dilo. —Ashley vino y se sentó a su lado.
—Quiero... —Kelsey miró a las chicas. Hizo una pausa para crear suspenso
—. Quiero que Anna me diga quién es el Hombre Misterioso. Quiero saber todo
sobre el tipo que puso el bebé en tu vientre y está pagando por este hermoso
departamento.
Anna sacudió la cabeza. —Imposible. Habría sido más fácil si hubieras
pedido la paz mundial.
—Por favor... —Kelsey hizo una cara de cachorro.
—No lo haré. Ya te dije todo lo que pude.
—¿Una pista tal vez?
—No.
—¿Por qué es un misterio tan grande?
—Ya te lo he dicho. Es alguien famoso que tiene que permanecer en el
anonimato.
—¿Es de por aquí? —Preguntó Kelsey.
Ashley se rio. —¿Vive alguien famoso por aquí?
Anna no respondió.
—¿Cómo se conocieron? —Kelsey continuó.
—No puedo decirte eso.
—¿Están juntos... como una pareja secreta?
Anna sacudió la cabeza. —No.
Kelsey parecía sorprendida. —Entonces... ¿Ya no estás involucrada con él?
—No. Pero hablemos de otra cosa, no es tan interesante.
—¡Sí lo es! —dijo Kelsey apasionadamente—, Así que... él y tú... ¿han
terminado?
—No nos separamos. Es que nunca estuvimos juntos. Tuvimos una cosa de
una sola vez, un error, supongo.
—¡Una cosa de una sola vez! ¿Y te quedaste embarazada? ¿No se cuidaron?
—Como dije, un error. Sabes que no tomo la estúpida píldora, y él es un
tipo mayor, honestamente... estaba segura de que se había hecho una
vasectomía... y estuvimos muy borrachos.
—¡Qué locura! ¿Ya no se ven?
Anna asintió. —Sí, a veces... pero basta de preguntas.
—Demonios - pero estoy muy curiosa! Una última pregunta, —dijo Kelsey.
—¿Él va a ser parte de la vida del bebé?
—No, no lo será. Pero pagará por todo hasta que el niño tenga dieciocho
años.
Toda la historia sonaba demasiado rara para ser verdad, pero las pruebas
estaban a su alrededor. Después de todo, estaban sentadas en un lujoso
departamento del centro, y no en el remolque donde Anna vivía con su madre y
su tía.
—Al menos ahora sabemos con seguridad que no es Darren, —dijo Kelsey
—, No creo que pueda permitirse todo esto.
—Sí, —Ashley sonrió—. Quiero decir, estoy segura de que la banda pronto
venderá toneladas de discos y todos serán millonarios, pero hasta entonces...
—Hasta entonces me rindo, —Kelsey levantó las manos—. Esperaré a que
termines con esto del embarazo y luego te emborracharé tanto que terminarás
contándome todo.
—Voy a estar amamantando, así que no voy a beber alcohol en un futuro
próximo.
—O rayos —se rio Kelsey.
—Sí, Anna, antes eras divertida, —dijo Ashley.
—Ya no hay diversión aquí, ya soy adulta. Pero ¿Cómo están Darren y tú?
Debes haberlo extrañado mucho cuando estaba de gira. —Anna cambió de tema.
—Sí, fue difícil. Se sintió como si fuera una eternidad. Me alegro de que
hayan vuelto.
—Debes haber tenido mucho sexo en los últimos días.
—Sí... como siempre... apenas puedo caminar... —Kelsey sonrió.
—Tengo que preguntar, —Ashley puso una sonrisa intrigante—. ¿Alguna
vez hablaron ustedes en detalle sobre el sexo con Darren? Quiero decir... es algo
que ambas experimentaron.
—¿De qué podríamos hablar? —Anna preguntó.
—Ambas dijeron que es el mejor sexo de la historia... —dijo Ashley.
—Sí. Lo es. —Anna tomó un puñado de palomitas de maíz y se las metió
en la boca.
—¿No crees que sería incómodo compartir nuestra experiencia compartida
de sexo con mi novio? Quiero decir que es genial y todo eso, pero es un poco
raro... —Kelsey alcanzó el cuenco de palomitas y añadió—: Y sí, el sexo es el
paraíso. Estoy segura de que, si te hubieras acostado con él también, no estarías
hablando tan mal de él.
—Lo dudo mucho, —resopló Ashley—. Chicas, no se llenen demasiado.
Recuerden que tenemos una reservación para Olive Garden.
Anna ignoró su comentario y alcanzó otro puñado de palomitas de maíz. —
¿Y tú Ashley? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo?
—Bueno, ha pasado algún tiempo... no lo recuerdo. Posiblemente unas
pocas semanas.
Era obvio que la pregunta la estaba inquietando.
—¿No estabas saliendo con Mark?
—Estaba, pero rompimos antes de que pasara nada, —se encogió de
hombros. —¿Cuándo fue la última vez que tuviste sexo tú? —Ashley le devolvió
la pregunta a Anna.
—¿Yo?
—Sí. No pienses que porque estás embarazada de ocho meses vas a pasar la
pregunta. ¿Cuándo fue la última vez?
—Bueno, ha pasado un tiempo... la última vez que tuve sexo fue cuando
tuve un corto regreso... —Anna se dirigió a Kelsey—: Con Darren. Lo siento.
—Así que técnicamente, el último hombre con el que se acostaron es
Darren. Qué asco, —dijo Ashley—. Mátenme si entiendo lo que ustedes dos ven
en el tipo.
—Veía, —Anna la corrigió.
—Ya has dejado claro que no te gusta Darren, —Kelsey se estaba
impacientando un poco.
—Lo siento, es principalmente una broma... si te molesta dímelo, y pararé,
—dijo Ashley. Luego miró su reloj—. Demonios, tenemos que irnos.
Las chicas se levantaron del sofá y Anna se cambió las zapatillas por unos
zapatos rojos de tacón alto que hacían juego con el vestido rojo y
complementaban su look de millón de dólares. Cerraron la puerta del
departamento detrás de ellas y llamaron al ascensor.

Olive Garden estaba a poca distancia de la casa de Anna, así que las chicas
decidieron caminar, aunque era una noche fría.
—¿Estás segura de que puedes caminar? —Kelsey le preguntó a Anna.
—Sí, estoy embarazada, no discapacitada.
Kelsey podía ver que Anna ocasionalmente parecía tener un gesto de dolor,
pero no dijo nada. Por lo que Kelsey sabía, lo que le gustaba a Anna era parecer
fuerte todo el tiempo, incluso si eso significaba caminar con tacones altos
cuando estaba embarazada de ocho meses.
—Sabes que te regalaron de la aerolínea para tu cumpleaños, —Ashley se
dirigió a Kelsey—. Un vuelo extra a Nueva York la semana que viene.
—Como si me gustara eso, —se burló Kelsey—. Estaba segura de que
dijeron que era algo mensual. Ahora termina siendo cada dos semanas, y de
alguna manera los pasajeros de Nueva York son los más molestos de todos.
—¡No seas tan negativa! Ahora que el clima está mejorando, ¡nos vamos a
divertir mucho! Ya le he dicho a mi amigo Shoko que iremos a su show en
Brooklyn la próxima semana cuando estemos por allí.
—¿Qué clase de nombre es Shoko?
—¿Rastafari tal vez? Es un famoso DJ.
—¿Y vive en Brooklyn? —Kelsey sacó un par de guantes de su bolso y se
los puso. —Hace frío esta noche ¿Están seguras de que no quieren pedir algo y
comer en casa?
—¡No, tenemos que salir! ¡Es tu cumpleaños! —Anna sacudió la cabeza—.
Y ya estoy bien vestida.
—De acuerdo, de acuerdo. Pero no estoy segura de ir a Eddie's después de
la cena.
—¿A Eddie's? —Anna la miró con sorpresa.
—Sí ¿No dijimos que íbamos a ver a los chicos en Eddie's más tarde?
—Ah, claro que sí.
Las chicas llegaron al restaurante y Ashley entró primera, seguida por
Kelsey y Anna.
—¿Tienen una reserva? —La hostess la detuvo.
Ashley parecía nerviosa. —Está bien—, le dijo a la sorprendida hostess.
—¿Así que no tienen una reserva? ¿Dónde les gustaría sentarse?
—Nos vamos a unir con unos amigos, —dijo Ashley en silencio, esperando
que Kelsey no la escuchara. Luego dejó a la hostess y se dirigió directamente a
una gran mesa redonda, donde JD, Darren y Dave las estaban esperando—.
¡Feliz cumpleaños!, —gritaron todos mientras las chicas se acercaban a la mesa.
—¡Oh, Dios mío, ¡son tan dulces! —Kelsey se ruborizó. Miró a Darren—,
¡Estaba segura de que dijiste que tenías un ensayo! —Luego se volvió hacia las
chicas—. ¡Demonios, son tan buenas mentirosas!
Kelsey se sentó al lado de Darren, en una silla que quedó vacía para ella,
donde la esperaba una corona de cartón dorado con la inscripción “Feliz
Cumpleaños”. Mientras se sentaba, dijo, —Me siento tan afortunada. Son los
mejores, todos ustedes.
Se puso la corona de cartón en la cabeza y miró a su alrededor con una
mezcla de extrema felicidad y tranquila paz mental. ¿Quién hubiera imaginado
que menos de un año después de volver a la ciudad tendría amigos tan
increíbles?, pensó.
—Esperábamos que no te pusieras sentimental, —dijo Darren y le puso el
brazo alrededor del cuello, tirando de ella hacia él para que no pueda escapar.
Ella cayó en su abrazo, y él la besó en los labios.
Ashley se sentó y puso su bolso detrás de ella. —¡No los he visto en años!
¡Quiero oír todo sobre la gira!
—Lo que pasa en la gira se queda en la gira, —guiñó JD.
—Sí, háblennos de la gira, —Kelsey miró a JD y Dave—. Conocen a
Darren. No me cuenta nada.
—La gira fue increíble, —dijo Dave—. Estábamos en una ciudad diferente
cada tres días, los shows eran buenos, Morrison's tenía un fotógrafo a bordo,
compartíamos equipo con Washingtones así que teníamos a otra gente montando
la batería y afinando nuestras guitarras y cosas....
—¿Eso es todo? —Preguntó Ashley.
—¿Qué más quieres saber?
—No lo sé... ¿Durmieron bien en la furgoneta? ¿Cómo fue dormir los tres
juntos en una furgoneta?
—¡Dios!, eres una abuela, —dijo Dave despectivamente—. Acabamos de
volver de una gira de rock y ¿lo que te importa es lo bien que hemos dormido?
—Es una pregunta válida, —dijo JD—. Dormir en una furgoneta no fue lo
mejor. Dormimos en habitaciones de hotel como un tercio de las noches. Y creo
que Darren no durmió bien durante toda la gira. Así que estaba doblemente
gruñón.
Todos se rieron.
—Tengo el sueño ligero, —Darren se encogió de hombros.

Los pensamientos de Darren comenzaron a volver a la gira. En su mente,


podía verlo claramente. El mayor escenario en el que se han presentado.
Abrieron para Washingtones, y ya había una gran multitud allí. No podía ver el
rostro de las personas en la multitud porque había mucha luz en su cara, pero
podía ver que había muchos de ellos. Tal vez miles, nunca fue bueno para
estimar los números.
Su corazón latía rápido. Eso era algo real. Se preguntó si JD y Dave sentían
lo mismo y los miró brevemente. Parecían tranquilos, pero él también. Siempre
parecía tranquilo en el escenario, quizás el más tranquilo de los tres. Por dentro,
no se sentía tranquilo en absoluto.
Vio a Dave sostener sus baquetas en el aire, y luego dar un conteo de
baquetas. Uno, dos, tres, cuatro... ¿Esto estaba sucediendo realmente? ¿Estaban
realmente tocando frente a una multitud tan grande? ¿Serían capaces de dar un
buen espectáculo, como lo habían hecho todas esas veces que habían tocado en
Eddie´s?
Se sintió estremecer, pero algo se apoderó de él. Un instinto, tal vez. Los
tambores comenzaron, y sus dedos se dirigieron al cuello del bajo y empezaron a
tocar las notas como si tuvieran mente propia. El sonido estaba bueno, el balance
perfecto, y Darren podía sentir los tonos que estaba tocando martillándolo desde
el amplificador de atrás, haciendo que todo su cuerpo vibrara. Esa fue la mejor
sensación en todo el maldito mundo.
JD comenzó a rasguear y a cantar apasionadamente en el micrófono. Todo
se sincronizó perfectamente, y no hubo más pensamientos, sólo la música que
cobraba vida a través de sus cuerpos. Las multitudes ya no existían, sólo la
música.
Al lado de Darren, JD estaba gritando en el micrófono, Everything’s so
vague, lines are twisting in my head... Darren dejó que la música lo rodeara, sus
dedos haciendo lo que solían hacer después de cientos de ensayos, hasta que la
canción llegó a su fin y se despertó de su estado de trance.
La multitud vitoreaba; se preguntaba si conocían la canción, o si les gustaba
al oírla por primera vez, o si simplemente eran una multitud que les apoyaba. La
luz blanca que había en su rostro antes ya no estaba allí, y ahora podía ver
algunos rostros. Se sentía increíble tener una multitud tan grande animándolos.
Así es como debería ser, pensó. Un día seremos el acto principal, la banda que
llena el club, en lugar de abrir para los Washingtones.

Cuando el espectáculo terminó, agradecieron al público y salieron del


escenario, manteniendo una apariencia despreocupada. Darren podía sentir su
corazón latiendo con emoción y una gran sensación de logro, pero no dijo nada.
Podía apostar que sus compañeros de banda sentían lo mismo o estaban aún más
emocionados.
Llegaron a los camerinos, un verdadero camerino, nada que ver con la
pequeña sala con olor a cigarrillos detrás del escenario de Eddie´s. Los chicos de
Washingtones estaban sentados allí con algunas chicas, relajándose antes de su
show, mientras los roadies corrían, llevando guitarras, afinándolas, y yendo y
viniendo entre los camerinos y el escenario. Darren saludó a los cuatro chicos de
Washigtones, luego se acercó al pequeño minibar y se tomó una coca.
Al girar, una de los roadies, que caminaba rápido y sostenía dos guitarras,
casi se chocó con él.
Darren la había visto el primer día de la gira, había algo interesante en ella.
Tenía una corta cola de caballo negra con algunos reflejos rosas, y gafas
cuadradas de estilo hipster. Llevaba jeans y una camiseta negra de Washingtones
y era bastante corta y redonda. Tenía unos cuantos piercings en las orejas, y una
hoja tatuada en la parte posterior de su cuello.
Cuando ella casi se tropezó con él, le dio una rápida sonrisa, su sonrisa
linda y tímida. Él asintió con la cabeza, y ella se fue al escenario con las dos
guitarras que sostenía.

—Eso fue increíble, —JD se recostó en el sofá, con la cerveza a mano.


—Demonios sí —Dave levantó su botella de cerveza.
Los chicos de Washingtones dejaron la sala para subir al escenario, y JD
levantó su cerveza y guiñó un ojo: —El año que viene tocaremos aquí de nuevo,
y tendremos otra banda abriendo para nosotros.
Pienso lo mismo, Darren pensó, pero no dijo nada.
—¡Ustedes son tan buenos! —dijo una de las groupies, dándoles atención
por primera vez ya que los Washingtones no estaban allí.
—Gracias —respondieron JD y Dave al mismo tiempo.
—Soy Maya, y ellas son Tammy, Sandra y Chloe, —dijo. Todas ellas
parecían haber terminado un paseo por la pasarela.
—Soy Dave, y ellos son JD y Darren.
—¿Vendrán a la fiesta con nosotras más tarde? —Preguntó Maya, sus
grandes ojos clavados en Dave.
—Claro, por qué no —dijo Dave.
—Creo que me voy a dormir, —Darren se sentó junto a JD—. Dormí
pésimo en la carretera anoche.
—Oh no... deberías venir a la fiesta... la vida es demasiado corta, —dijo la
chica que fue presentada como Chloe—. Será divertido.

Todo en el club se veía glamoroso. La gente se veía glamorosa, la mayoría,


modelos vestidas a la última moda. Las barras, las mesas redondas, las sillas y el
suelo - estaban todos hechos de madera marrón claro, pulida a la perfección. Una
raya de latón rodeaba la barra, brillando como el oro y dando a todo el lugar una
atmósfera lujosa.
Chloe se acercó a Darren. Era alta y bronceada y tenía grandes ojos
turquesa y un perfecto pelo ondulado marrón claro. Llevaba un brillante vestido
turquesa que hacía juego con el color de sus ojos, y su sonrisa era cautivadora.
—Llévame al bar, quiero tomar un trago, —dijo.
—Bien, —Darren se encogió de hombros.
Ella le tomó la mano y comenzó a caminar hacia la barra. Parada en sus
tacones altos, ella era casi tan alta como él.
Chloe se consiguió un vaso de vino blanco. —¿Qué quieres beber? —
preguntó.
—Agua. Sin hielo.
—Vamos, —Chloe lo miró con una sonrisa seductora. —¡Tuviste un
espectáculo increíble! ¡Tienes que celebrarlo! Te voy a traer un vodka tonic.
—De acuerdo, ¿Por qué vodka tonic?
—No lo sé. Pareces un tipo de vodka tonic. —Ella le dio la bebida, y él
tomó un sorbo. Aunque no era un gran fanático del alcohol, sabía bien.
Buscó en su bolsillo su cartera, pero Chloe puso su mano en la suya,
deteniéndolo. —No hay necesidad de pagar, es la fiesta de mi agencia, así que
bebemos gratis.
—Tu agencia... ¿Eres modelo?
—Sí... —dijo—. Y actriz. —Puso su mano en su cintura—. ¿Quieres bailar?
Capítulo 2
—Sí, la gira fue genial. —Darren llamó la atención de sus amigos, que
estaban sentados a su lado en Olive Garden, celebrando el cumpleaños de Kelsey
—. Y la próxima gira será aún mejor. En la próxima gira seremos el acto
principal, y tendremos otra banda abriendo para nosotros.
—Brindaré por eso, —JD levantó su cerveza en el aire.
—De todos modos, es bueno estar de vuelta, —Darren miró a Kelsey, y
luego puso su mano en su regazo—. Y estoy feliz de que no nos hayamos
perdido tu cumpleaños.

Afuera de Olive Garden todos se besaban, abrazaban y se despedían.


—Un momento ¿No vamos todos a Eddie's ahora? —Preguntó Kelsey.
—No me importa ir si ustedes quieren, —dijo JD.
—Yo no —Dave tomó un sorbo de soda.
—Yo también estoy fuera, —dijo Anna, dándose palmaditas en la barriga.
—¿No tienen ustedes un show en Eddie's? —pregunto Kelsey.
—Ah eso, —Ashley sonrió—. Lo inventamos para que no sospeches nada.
—Ahhh, —se rio Kelsey—. Así que supongo que Eddie's está cancelado
para esta noche... ¿mañana tal vez?
—Sí, estaré allí mañana. Hay una noche de improvisación y no hemos
improvisado en mucho tiempo.

Todos se separaron y Kelsey y Darren se metieron en el Mustang de los 70


de Darren.
—Parece que Dave y tú se están llevando bien, ¿Se llevaron bien durante la
gira? —preguntó Kelsey cuando estaban solos.
—Sí... más o menos. Tuvimos días difíciles, pero nos las arreglamos para
terminar la cosa sin matarnos.
—Eso es bueno.
Condujeron en silencio durante un rato, escuchando la radio, Kelsey todavía
drogada por su fiesta de cumpleaños sorpresa. Darren tomó la curva de la
entrada que llevaba a su cabaña y dijo: —Creo que voy a darte un masaje
especial por tu cumpleaños. Un masaje de cuerpo entero. ¿Cómo suena eso?
—Mmm... asombroso... —ella acercó su mano a su muslo—. ¿Estás seguro
de que no es un nombre en clave para el sexo?
—Puede incluir el sexo si quieres.

—Mmm... esto se siente tan bien...


Estaba acostada en la cama boca abajo, su piel desnuda rindiéndose al toque
de los dedos de él. Darren estaba sentado en calzoncillos sobre su trasero,
dándole un intenso masaje en la espalda. Ella se sacudió y giró mientras él
empujaba sus fuertes dedos, encallecidos por años de tocar el bajo y la guitarra,
en sus músculos doloridos.
—¿Es demasiado fuerte? —preguntó él.
—No, —gimió ella. —Esta perfecto así.
Darren masajeó los lados y la parte baja de la espalda de Kelsey, luego
cambió de posición para sentarse en sus rodillas y comenzó a masajearle el
trasero.
—Esto se siente un poco raro, —dijo Kelsey.
—¿Debería parar?
—No, no. Me estoy acostumbrando.
Movió sus manos y comenzó a masajear la parte trasera de sus piernas,
frotando sus tendones y sus pantorrillas. Luego alcanzó sus pies y tomó su pie
derecho con ambas manos, dándole un tratamiento dedicado a sus pies. Sus
pulgares aplicaron presión en su arco, y ella se movió con placer y dolor.
—Oh Dios mío, esto es tan bueno. Voy a tener un orgasmo de pies, —
gimió.
Darren continuó masajeando su pie, pero al oír sus gemidos de placer se
encontró poniéndose duro. Lentamente bajó el pie de Kelsey hasta la cama, y
luego se puso encima de ella.
—¿Qué te parece un masaje corporal interno? —Le pellizcó la oreja.
—Dios, sí, —susurró ella, retorciéndose debajo de él, frotando su cuerpo
contra el suyo. Él se quitó los calzoncillos y los tiró al suelo, y luego volvió a
ponerse encima de ella.
—Oh Dios mío, —dijo Kelsey jadeando mientras lo sentía deslizarse dentro
de ella. —Te he extrañado tanto.

—Pensé que iba a recuperar el sueño ahora que he vuelto de la gira, —dijo
él—. Supongo que me equivoqué.
Era la tercera noche que pasaban juntos desde que Darren volvió de la gira,
y no se cansaban el uno del otro.
Estaban acostados uno al lado del otro, respirando pesadamente, sabiendo
que tendrían que levantarse pronto. Él tenía que ir a un ensayo, y ella tenía que ir
a trabajar - tenía un vuelo a Indianápolis ese día.
Kelsey se levantó para hacer un poco de té, lo dejó en el mostrador y volvió
a la cama, arrastrándose junto a Darren bajo las sábanas y poniendo su cabeza en
su pecho. —Sabes, cuando tú estabas lejos..., —susurró ella suavemente.
—¿Qué pasó cuando yo estuve lejos?
—Cuando tú estabas lejos... a veces me tumbaba de espaldas ... —se detuvo
—. Y me imaginaba que me estabas tocando.
—Me gusta eso, —dijo Darren—, ¿y qué hiciste entonces?
—Me toqué... imaginando que eras tú...
—Muéstrame.
Ella envió sus manos entre sus piernas, tocándose suavemente, acercando
su cuerpo al de él.
Darren se asomó debajo de las sábanas. —Mmm... —susurró—. Me gusta
lo que veo.
—¿Qué hiciste cuando estabas de gira? —preguntó Kelsey, con la voz
suave.
—A veces utilizaba la privacidad de la ducha...
Kelsey dejó de tocarse y puso su mano en el pecho de Darren, caminando
sus dedos a lo largo de los pectorales perfectamente definidos.
—Sabes, —dijo ella—, todo el mundo dice que estar de gira es como vivir
en un prostíbulo. —Miró a Darren, que se quedó con la mirada fija en el techo.
Luego se aclaró la garganta. —¿Ustedes... se aprovecharon al estar de gira?
Darren no dijo nada. La mano de Kelsey se congeló y detuvo su viaje a lo
largo de su pecho. Su silencio no le gustaba.
Ella apartó su mano.
—Bueno, tu silencio lo dice todo.
—¿De verdad me estás preguntando esto?, —susurró. ¿Qué quería? Pensó
él. ¿La verdad? ¿La mentira? La situación se ha puesto incómoda en el
momento en que ella hizo esa pregunta.
Ella asintió.

En su mente, Darren viajó en el tiempo a esa noche en el club, cuando


festejaron con los Washingtones después de un increíble show, rodeados de
alcohol, drogas y modelos. Fue en ese club donde Chloe, esa hermosa modelo de
ojos turquesa, lo agarró de la mano y lo llevó a la pista de baile.
—No soy muy buen bailarín, —dijo Darren.
—Sólo sígueme, haz lo que yo hago, —Chloe sonrió con dientes blancos
perfectos. Era hermosa. Cada pequeño detalle de ella era seductor.
Él puso su mano en el hombro de ella. —Voy a salir a tomar un poco de aire
fresco. Vuelvo enseguida.
—Genial, ¿Quieres que vaya contigo? —ella lo miró con sus grandes ojos
hipnotizadores.
—No, quédate aquí, —le susurró al oído—. Eres la chica más guapa aquí,
estas dominando la maldita pista de baile.
Ella sonrió y siguió bailando, mirándolo mientras él salía al balcón.
Afuera la atmósfera era más relajada. A diferencia de la fuerte música de
baile que sonaba dentro del local, la música del balcón era agradable y tranquila.
“Hidden Tears” de Emma Ohm sonaba de fondo, y Darren dejó que la dulce voz
de Emma le rodeara mientras se apoyaba en la pared, disfrutando de la brisa de
la Costa Oeste.
Estoy tan cansado que mejor tomo un taxi y vuelvo al hotel, pensó.
Buscó la salida, y luego vio una cara familiar mirándolo.
—Oye, —le dijo a una chica que estaba sentada en un banco a un metro y
medio de él. —Me resultas familiar.
—Sí. Nos hemos encontrado unas cuantas veces. Eres el bajista de Tough
Love.
Darren caminó hacia ella y se sentó a su lado en el banco. —Sí... y tú llevas
guitarras para los Washingtones.
—También las afino a veces.
Darren medio sonrió. —Soy Darren. —Extendió su mano para el apretón de
manos.
—Connie. —Ella le dio la mano. —Entonces ¿Qué haces aquí? Te vi
adentro rodeado de modelos...
—Sólo necesitaba un poco de aire fresco. No soy realmente un tipo fiestero,
—dijo—. ¿Cuál es tu excusa?
—Soy la única chica de mi equipo, todos los chicos están dentro babeando
por las modelos... Probablemente soy la única chica de toda la fiesta que no es de
talla 2 o inferior.
—Sí, puedo verlo, —dijo él.
—Así que estás de acuerdo de que estoy gorda, —ella frunció el ceño.
—No, no quise decir eso. Quise decir que este tipo de lugar puede
fácilmente hacer que uno pierda la confianza y se sienta fuera de lugar.
—Sí, claro, —resopló ella. —Como si alguna vez te sintieras fuera de lugar
tú. O esa modelo con la que estabas.
Darren se encogió de hombros. —En realidad creo que te ves linda, y si la
razón por la que estás afuera son las modelos... entonces es una estúpida.
Ella lo miró con una sonrisa. —¿Te envió mi psiquiatra?
—Sí. Dile a él que me envíe el cheque por correo.
—Es ella, no él. Pero, de todos modos, gracias, es muy amable de tu parte
decir eso.
Darren asintió. —Seguro. —Se puso de pie—. Me voy de aquí, nos vemos
mañana, supongo.
—Estaba pensando en volver al hotel también. ¿Quieres compartir un taxi?
—Sí, hagamos eso.

—¿Tuviste sexo con una de tus roadies? —Preguntó Kelsey en estado de


shock.
Darren asintió.
Kelsey se levantó y comenzó a caminar por la cabaña con nerviosismo. —
¿Qué carajo, Darren? ¿Y me lo estás diciendo tan ... despreocupadamente? —
Sacudió la cabeza—. ¿Qué demonios te pasa?
—Kels, cálmate. No significó nada. Hablamos de esto antes de que me
fuera de gira y dijiste específicamente que podía.
—Pero no pensé que lo harías. ¡Qué estúpida soy!
—Y ahora estoy de vuelta aquí, y eso está en el pasado. No significó nada.
—Se levantó y se acercó a ella, tratando de abrazarla—. Ven aquí...
Ella dio un paso atrás y puso sus manos en la cabeza, como si fuera a tirarse
del pelo. —Eres increíble Darren, en verdad...
Darren se sentó en la cama. —Kels, lo siento mucho, ¿de acuerdo? No
debería haber hecho eso. Pero sabes que no miento y espero que tú tampoco lo
hagas. Si no te parecía bien que estuviera con otras mujeres durante la gira ¿Por
qué no lo dijiste cuando tuvimos esa charla?
—Una cosa es tener una aventura de una noche después de una larga gira...,
—dijo Kelsey con indecisión—. ¿Pero acostarte con una de los roadies...?
¿Tuvieron una relación?
—No tuvimos una relación.
—Y ahora probablemente dirás que ella te emborrachó y te rogó para tener
sexo.
—Bueno, es más o menos lo que pasó.
—Dios mío, Darren. —Kelsey empezó a vestirse. Darren se levantó de la
cama y alcanzó sus calzoncillos.
—Mira, cometí un error, pero ya me conoces. Sabías a lo que venías. No
puedes venir aquí y enfadarte conmigo...
—Necesito pensarlo. No sé si puedo estar contigo así, Darren. Pensé que
podía, pero... es más complicado de lo que imaginé. —Ella suspiró. Luego
añadió—: ¿Y qué hay de las ETS?
—Era completamente seguro.
Kelsey se mordió el labio. —No puedo creer que estemos teniendo esta
conversación.
—Pero la estamos teniendo. Esta es la vida.
Kelsey agarro las llaves de su auto que estaban sobre mostrador de la
cocina. —Me tengo que ir.

Darren cerró la ventana que daba al pórtico y puso su bajo en su estuche.


Luego puso la taza de té de Kelsey en el fregadero. Todavía estaba caliente.
Siempre es lo mismo, pensó. Tal vez debería dejar de intentarlo.
Cerró la puerta de la cabaña detrás de él, se metió en su auto y condujo
hasta la casa de Dave. Cuando llegó allí, aparcó su auto en el garaje y vio a Dave
sentado fuera, disfrutando de reconfortantes rayos de sol. JD llegó poco después
con su gran camioneta roja, y también aparcó fuera del garaje.
Hacía tiempo que no ensayaban; habían tocado una semana antes en el
último show de la gira, pero desde que volvieron a White Falls, se habían
tomado un tiempo para refrescarse. La gira fue genial, pero también intensa;
pasar tanto tiempo juntos sólo los tres, con todos los conflictos que ignoraban,
no fue fácil. Dave y Darren no eran los mejores amigos, por no decir más, y la
gira había sido todo un reto para ambos.
JD chocó los cinco con los chicos. —Es bueno estar de vuelta en el garaje,
—dijo. —Pongamos algo de música, ¿sí?
Alguien debió abrir la puerta de la casa de Dave al otro lado del césped, ya
que Hunky, el perro de Dave vino corriendo por el patio, saltando sobre los
chicos, lamiéndoles las manos y tratando de alcanzar sus caras con su larga y
húmeda lengua.
—¡Hola, grandulón! No te he visto en un tiempo —dijo JD mientras se
rendía a la ansiosa muestra de amor de Hunky.
—No en mi cara, —Darren trató de proteger su cara de los saltos
entusiastas de Hunky, excitando aún más al perro.
Hunky permaneció extasiado por un par de minutos más, luego tuvo
suficiente y se fue a acostarse al sol.
Los chicos entraron en el garaje y empezaron a enchufar sus instrumentos.
Había una atmósfera de cansancio en el aire: JD había trabajado toda la mañana
en arreglos para su casa, ahora que el clima estaba mejorando; Dave estaba
teniendo un regreso con Melanie, y hubiera preferido pasar una tarde relajando
con ella; y Darren estaba emocionalmente exhausto por la charla que tuvo con
Kelsey antes, una charla que hubiera preferido no tener.
JD afinó la guitarra eléctrica. —¿Nos calentemos con Dirt?
Darren sacó su bajo del estuche. —Cualquier canción menos Dirt. Necesito
un descanso de esa.
—Bien... —JD levantó las cejas.
Habían tocado Dirt en todos los shows que dieron durante la gira, y Darren
no podía soportar más escuchar esa canción. Para él, se había convertido en una
de esas canciones que sonaban constantemente en la radio, y le hacía querer
cambiar el dial a otra emisora. Empezaba a odiar la canción, y odiaba odiarla
porque era uno de sus mejores números, una de las canciones favoritas de sus
fans.
—Es una buena canción, pero creo que estamos exagerando... toquemos
otra cosa.
—Bien, ¿Qué quieres tocar?
—¿Whiskey in the Jar?
—Bien, sí, hagamos eso.
JD dio las notas de apertura de la introducción y los chicos empezaron a
tocar. Darren tocó el bajo, escuchando atentamente a JD tocando los acordes y a
Dave golpeando la batería. Intentó estar en sintonía con Dave, pero sentía que el
ritmo cambiaba constantemente y se encontró persiguiendo el bombo. Era difícil
mantener el ritmo.
Era el mismo problema que Darren siempre tuvo con Dave. Darren sentía
que a Dave no le importaba lo suficiente como para concentrarse en mantener el
ritmo constante. Darren creía que Dave podía mantener un ritmo constante si
quería, pero era más fácil para él improvisar. Tuvieron tantas peleas por el tema
del ritmo en el pasado, que Darren decidió no decir nada esta vez y seguir
tocando.
Dirigió su atención a JD. Le pareció que JD cantaba a medias, no
completamente, no gritando en el micrófono como lo hacía en la gira. Sí, la gira
había sido una locura, y las cuerdas vocales de JD podían necesitar un descanso,
pero la forma en que cantaba... habría sido mejor si no hubiera cantado en
absoluto.
Darren dejó de tocar. —Saben qué chicos, —les hizo una señal para que
pararan—. Tal vez necesitemos unos días más. Esto no suena bien.
JD y Dave dejaron de tocar y lo miraron, sorprendidos.
Darren continuó: —Estamos tocando como si estuviéramos muertos. Como
si no tuviéramos energía. Tal vez deberíamos cancelarlo por hoy y reunirnos de
nuevo la semana que viene.
Dave puso los ojos en blanco.
—Es sólo la primera canción, estamos calentando, —dijo JD.
—¿Desde cuándo necesitamos calentarnos? ¿Desde cuándo tocamos como
cadáveres en un cementerio?
—Has estado en el negocio por algún tiempo. Sabes que no todos los
ensayos se realizan igual. Es un trabajo duro. No puedes esperar que siempre sea
emocionante.
—Lo sé. Pero esto no es emocionante de otra manera.
Dave bajó sus baquetas y miró a JD, quien dijo: —No podemos tomarnos
un descanso más largo ahora. Tenemos que seguir el ímpetu de la gira. Tenemos
que ensayar nuestro nuevo material y pulir las viejas canciones que queremos
grabar.
—De acuerdo, bien. —Darren recogió su bajo de su soporte—. Odio que
sonemos como aficionados. Si vamos a ensayar, Dave, tienes que estar en el
ritmo, y JD, tienes que cantar y no murmurar.
Dave finalmente perdió la paciencia con Darren. —Si no te gusta tocar con
aficionados, ¿Por qué no te vas y buscas otra banda?
—Me he estado haciendo exactamente la misma pregunta.
Dave miró a JD, como si tratara de medir su reacción. Normalmente, JD se
ponía del lado de Darren o para hacer las paces, pero esta vez no se puso del lado
de Darren.
—Desde que llegaste aquí actúas como un niño mimado que siempre hace
las cosas a su manera. Ya es suficiente, —dijo Dave. Hizo una pausa y respiró
hondo. —Tal vez ya no deberías tocar con nosotros los aficionados.
—Bien, —Darren se encogió de hombros. Si las palabras de Dave
provocaron alguna emoción en él, no fue visible. Mantuvo su indiferente cara de
póquer y empezó a meter su bajo en su estuche. Cuando terminó, salió del garaje
sin mirar atrás ni decir una palabra más.
Capítulo 3
Dave tomó un sorbo de su café con leche desnatada. —No lo sé, amigo. Sé
que es como tu hermano menor y todo eso, pero creo que esta vez ha ido
demasiado lejos.
Era un día después de su fallido ensayo, y JD y Dave estaban sentados en el
Starbucks local para discutir qué hacer a continuación.
—No podemos mantener una banda así. —Dave continuó—. El tipo es
inestable y debemos tener cuidado de no ofenderlo para que no nos abandone y
se baje del escenario en medio de un show...
JD asintió y tomó un sorbo de café. —Podemos hablar con él sobre eso.
Esta vez en serio. Decirle que habrá consecuencias.
—¿Tú crees? Ya hemos hablado con él cientos de veces.
—Aún creo que...
—JD, deja tus sentimientos personales a un lado por un momento.
Imagínanos dentro de un año. Dentro de dos años. ¿Crees que realmente
podemos mantener una banda así? ¿Crees que podemos seguir entregando buena
música y buenos espectáculos cuando cada vez que salimos al escenario no
sabemos si nuestro bajista se va a quedar allí hasta el final del maldito show?
—Creo que estás exagerando. Nunca se bajó del escenario en medio de un
espectáculo.
—¿Ah, sí? —Dave sacudió la cabeza—. ¿Y probablemente piensas que
deberíamos estar agradecidos por eso? Sigue amenazando con hacerlo. Es sólo
cuestión de tiempo hasta que lo haga.
JD asintió, preocupado, y Dave continuó. —Puedo recordar claramente una
vez que se bajó del escenario en medio de una noche de improvisación porque se
enojó por algo, no recuerdo qué fue. El hecho de que aún no se hubiera bajado
del escenario en medio de un show, no significa que no lo hiciera. ¿Por qué vivir
con miedo? No es que no podemos encontrar otro bajista. Tenemos un contrato
con una buena disquera... no muchas bandas tienen eso.
JD suspiró. —Supongo que tienes razón.
Dave tomó un gran sorbo de café. —¿Y qué hacemos ahora?
JD miró su taza de café, moviéndola de un lado a otro. Notó por primera
vez la música que sonaba de fondo, la canción de Andy Williamson “Grow”, y
comenzó a tararear. —Este tipo tiene una gran voz.
Dave lo miró, impaciente.
—Lo siento, me desvié. Sí, tienes razón. Tenemos que empezar a buscar
otro bajista.
—¿Y decirle a Darren que está despedido?
JD asintió lentamente. —Decirle a Darren que está despedido.
—Bueno, técnicamente él renunció... —dijo Dave—. Podemos esperar a
ver si tenemos noticias suyas...
—Podemos, —dijo JD—. Pero lo que realmente me preocupa es decírselo a
Morrison Sanders.
—Busquemos otro bajista, y avisemos a la disquera después de que
consigamos uno.
—Es arriesgado. Está en nuestro contrato que pueden demandarnos por
ocultarles información.
—No creo que nos demanden.
—Ellos pueden hacerlo.
—Bien, entonces hablemos con ellos. —Dave puso una taza vacía de leche
desnatada al lado de la mesa—. Estoy seguro de que lo entenderán, y
encontraremos un nuevo bajista en poco tiempo.
—Tal vez tengas razón. Al diablo. Voy a llamar a Tiffany. Y vamos a
conseguir un nuevo bajista. Podemos hacer esto.

La idea de llamar a Tiffany hizo que el corazón de JD latiera rápido. Tiffany


era la persona de contacto de Tough Love en Morrison Sanders, y curiosamente,
era definitivamente un amor duro con ella. Antes de empezar a trabajar para la
discográfica era abogada comercial, así que sabía exactamente cómo manejar las
bandas que la discográfica contrataba, y cómo mantenerlas a raya.
Era una mujer fuerte e impresionante, siempre vestida de traje, siempre
manteniendo su distancia de las bandas que manejaba. Sin embargo, los chicos
solían bromear a sus espaldas y decían que estaba enamorada de JD, una
hipótesis basada en el hecho de que él consiguió que les diera mejores
condiciones en el contrato. Si estaba o no enamorada de JD no cambiaba el
hecho de que la idea de llamarla le hacía temblar las manos.
Respiró hondo, luego marcó su número y puso el teléfono en modo altavoz.
—Sí JD, —respondió ella al teléfono.
—Tiffany, oye. Estoy aquí con Dave y tú estás en el altavoz.
—Bien, ¿Quién es Dave?
—Nuestro baterista.
—Bien. ¿Cómo puedo ayudarlos?
JD miró a Dave, que asintió con la cabeza tranquilamente. —Pues quería
decirte que despedimos a nuestro bajista.
Tiffany estaba en silencio.
—¿Tiffany? ¿Estás ahí?
—Sí, estoy repasando un poco de papeleo aquí. Así que despidieron a su
bajista. ¿Para qué me llaman? ¿Por condolencias?
JD estaba seguro de que ella iba a enloquecer, pero en cambio sonaba
indiferente. —No, sólo queríamos avisarte. Está en nuestro contrato que tenemos
que notificarte inmediatamente...
—Sí, deben notificarnos por escrito cualquier cambio en la alineación. Así
que por favor envíennos las noticias por correo electrónico.
—Bien, ¿y eso es todo?
—Básicamente sí. Por supuesto que esto puede cancelar su contrato y
pueden ser multados, pero hablemos de eso después de que me envíen un correo
electrónico.
JD podía sentir que se ponía pálido. —Tiffany, necesito tu ayuda en esto...
—Lo siento, estoy ocupada. Creo que si consiguen un bajista en las
próximas dos semanas las implicaciones podrían ser menores. Si no, sospecho
que el contrato será cancelado, y tendrán que devolver la cantidad que Morrison
Sanders puso en la publicidad de su gira.
JD y Dave se miraron el uno al otro. —Eso es probablemente más dinero
del que tenemos... —JD susurró.
—Buena suerte. Me tengo que ir, —dijo Tiffany y colgó el teléfono.
JD puso su teléfono sobre la mesa, moviéndose lentamente como en un
sueño. Se volvió hacia Dave. —Básicamente estamos en problemas.

Pasaron las siguientes horas buscando bajistas por internet y tratando de


hacer estimaciones de cuánto dinero había gastado la discográfica en la
publicidad de su gira. Finalmente dejaron el café - JD volvió a su casa, y Dave
hizo una rápida parada en su casa para ducharse antes de su turno de noche, ya
que era su turno de pasar a ver que todo andaba bien en las gasolineras de la
familia Tilley.

Dave salió de la ducha y se fue a la cocina, donde encontró algunas sobras


para picar, luego se despidió de su madre con un beso y salió de la casa.

Dorothy, la madre de Dave, se sirvió un vaso de vino y se fue a sentar en la


sala de estar. Miró la enorme ventana de cristal, del tamaño de toda la pared, que
dejaba entrar la última luz del día en la habitación. Luego miró la gran estantería
de madera, que albergaba cientos de libros apilados en gruesos estantes. Dirigió
su mirada al sofá de color crema que se mezclaba con los muebles de madera y
la luz de la habitación, y luego a la chimenea de la esquina. No había fuego, pero
aun así se sentía acogedor.
¿Sera posible que vaya a perder todo esto?
Miró el sobre marrón sobre la pequeña mesa de café, su corazón latía
rápidamente.
Finalmente, Gerald, el padre de Dave, volvió a casa. Se quitó sus grandes
botas y se puso las pantuflas, luego entró en la sala para darle un beso a Dorothy.
Dorothy lo miró. Con su pelo grisáceo, su cara bronceada y sus profundos ojos
azules, parecía un humilde granjero. Como un hombre inocente.
—¿Cómo fue tu tarde en la gasolinera?, —preguntó ella.
—Oh, estuvo bien, ya sabes, como siempre, —dijo Gerald y alcanzó el
periódico que estaba en la mesa de café, justo al lado del sobre marrón.
—¿Y cómo está Anna? —Dorothy preguntó despreocupadamente, tomando
un sorbo de vino.
Gerald se congeló. Dorothy lo miró ponerse pálido, como si toda la sangre
le saliera de la cara. Su encantadora cara bronceada ahora parecía una vieja
pared blanca que necesitaba desesperadamente ser pintada.
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó él, tratando de sonar casual.

Aunque Gerald estaba en negación, en el fondo de su mente se preparó para


el día en que tendría que enfrentarse a esa pregunta. Sin embargo, esperaba que
ese día nunca llegara.
Dorothy se quitó las gafas. Miró a Gerald a los ojos y le dijo: —Hace unos
meses que sé lo de Anna y tú. Pero sólo ahora he reunido todas las pruebas que
necesito. —Señaló el sobre marrón de la mesa—. Está todo aquí en el sobre.
Puedes quedártelo. Tengo otra copia que estoy dispuesta a enviar a mi abogado.
Gerald se sentó a su lado. Todo a su alrededor se sentía como si se moviera
en cámara lenta, como si estuviera en un sueño. Permaneció tranquilo, como si
lo que estaba sucediendo fuera nada más que un sueño. Acercó su mano para
tocar la de ella, pero ella rápidamente la apartó y se alejó unos centímetros de él
en el sofá.
—Todos estos años cuidando de tu casa y criando a tus hijos, ¿y crees que
vas a gastar tu dinero en Anna y su bebé? ¿Alquilar un departamento en el centro
para ella? Puedes olvidarlo. Nos vamos a divorciar, y cuando terminemos, no te
quedará dinero para ella.
Gerald tomó el sobre marrón, con la mano temblando. Dorothy continuó. —
¿Así que ibas a ocultar este asunto para siempre? ¿Pensaste que no lo
descubriría?
Gerald sacudió la cabeza. —No estoy teniendo un amorío. Sucedió una vez,
eso es todo. No fue lo correcto, pero no estoy teniendo una aventura, Dorothy. —
Hizo una pausa—. Me equivoqué y lo siento. Te lo compensaré.
Ahora Dorothy empezaba a perder la compostura que tanto le costó
mantener. Sus ojos se estaban poniendo llorosos, y su voz empezó a temblar. —
¿Por qué no me dijiste nada de esto, Gerald? ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué
tuve que averiguarlo así, revisando nuestros estados de cuenta bancaria? —Se
levantó y tiró el sobre marrón en el sofá.
—Dorothy... lo siento mucho, —dijo Gerald y la miró, queriendo enterrarse
en la tierra.
—Esa chica... era como una hija para mí... para nosotros... ¿Cómo pudiste?
Gerald trató de alcanzar su mano de nuevo, pero ella se la quitó.
—Si quieres... podemos hablar ... te lo explicaré todo... Te quiero y te
compensaré.
Ella abrió la boca para decir algo, luego cambió de opinión y se quedó allí
en silencio. Lo miró con desprecio por unos momentos que parecieron eternos, y
luego salió de la sala. —Se acabó, —dijo mientras subía las escaleras.

Darren se sentó en el banco de su pequeño pórtico, tocando la guitarra y


mirando el campo de maíz que tenía delante. Todavía hacía frío, pero el clima se
estaba volviendo más agradable, los días se estaban alargando, la primavera
pronto estaría en el aire. Kelsey estaba en Nueva York, y la última vez que se
vieron se enfadó después de preguntarle sobre su vida sexual en la gira.
Sí, probablemente lo había dejado ir demasiado lejos en la gira. Debería
haberlo detenido mucho antes, mucho antes de hacerlo. En su mente, deseaba
poder hacer las cosas de manera diferente.
Su mente viajó hacia una imagen mental que tenía, Connie y él acostados
en la cama de un cuarto de hotel, su brazo envuelto alrededor de su cintura.
—¿Qué pasa? —Susurró Connie.
—Nada, —dijo él.
—Puedo sentir que algo está mal.
Darren miraba la luz de la mañana que entraba por las persianas cuando un
nuevo día se estaba asentando.
Connie y él, esto no estaba bien.
Alguien iba a salir herido. Demonios, tres personas iban a salir lastimadas.
Se volvió hacia Connie. —No podemos seguir haciendo esto. Tengo una
novia. Creo que esto ha ido demasiado lejos.
Connie apartó su mano de la cintura de Darren. Se levantó y se sentó en la
cama, cubriéndose con la manta, como si ya no se sintiera cómoda estando
desnuda a su lado.
—Creí que habías dicho que tenían una relación abierta, —dijo ella.
—La tenemos. Pero creo que tú y yo hemos ido demasiado lejos. Creo que
lo nuestro se dirige a convertirse en más de lo que debería. No creo que sea lo
correcto para ninguno de los dos. No quiero que salgas lastimada.
Connie miró al suelo. —Demasiado tarde para eso.
Darren acercó su mano y encontró la de ella, y luego la acarició
cálidamente. —Fue divertido.
—Así fue, —asintió Connie lentamente. Abrió la boca para decir algo más,
pero se detuvo.
—¿Qué? —preguntó él.
—Nada... —Connie se levantó de la cama y empezó a vestirse. Luego se
detuvo y dijo, —Supongo que fue una tontería creer que alguien como tú
pudiera... estar con alguien como yo.
Darren también se levantó de la cama. —No sé qué quieres decir con
alguien como tú y alguien como yo. Sea lo que sea, sácalo de tu cabeza. La única
razón por la que detengo esto es porque tengo una novia que realmente me
importa. No te subestimes, Connie.
Ella asintió con la cabeza, y en la luz tenue Darren pudo ver que los ojos de
Connie se estaban humedeciendo. Él extendió la mano para abrazarla, pero ella
retrocedió. —Ve, —susurró ella.

Un pájaro que voló por su pórtico lo despertó de su flashback, y suspiró.


Pensó que finalmente había entendido relaciones románticas, pero empezó a
darse cuenta de que se había equivocado. Kelsey era su novia, así que en cierto
modo él le pertenecía... pero ¿Qué significaba eso? ¿Estaba realmente tan herida
por un insignificante encuentro físico que tuvo él con otra mujer, o los medios de
comunicación y la sociedad le habían enseñado que debería estar herida? ¿Y por
qué salir con una roadie era tan diferente a salir con una fan?
Empezó a rasguear la guitarra al azar y se encontró tocando “Like a Stone”
de Audioslave, cantando con una voz ronca y tarareando las partes difíciles.
Cuando terminó puso la guitarra a un lado y buscó su teléfono para ver si tenía
algún mensaje, ya que sus notificaciones estaban desactivadas.
No había mensajes del grupo de la banda en WhatsApp, lo cual era extraño
pero bueno, ya que sentía que necesitaban unos días más de descanso. Tampoco
hubo mensajes de Kelsey.
Estaba a punto de dejar el teléfono y seguir tocando, cuando un mensaje
apareció en su pantalla. Era de su amiga Lena, una cantante y guitarrista de rock
de White Falls que vivía en Los Ángeles.
Escribí una nueva canción y no estoy muy contenta con ella. ¿Puedo
enviártela para que me digas lo que piensas?
Claro, él contestó de vuelta.
Un momento después recibió un mensaje con un archivo de audio.
Darren se puso los auriculares y pulsó “play”, y mientras escuchaba empezó
a anotar sus comentarios en un mensaje de texto. Fue una simple grabación
casera que comenzó con Lena cantando suavemente, luego tocando la guitarra
acústica. Su voz familiar sonaba bien, aunque había mucho que mejorar. Darren
empezó a escribir un mensaje con comentarios, pero el mensaje se hizo
demasiado largo y decidió llamar.
—Buena canción, —dijo él mientras ella contestaba el teléfono.
—Hola Darren, ¿Entonces te gustó?
—Si.
—¿Algún comentario?
—Bueno, tengo algunas ideas.
—Ideas. Qué educado, —se rio. —Adelante.
—Así que primero creo que tienes que cantarla en un tono más alto, para
que puedas gritar en el coro...
—¿Tono más alto? ¿No escuchaste todos los quiebres vocales?
—Sí, y creo que, si gritas en vez de cantar en voz baja, tu voz no se
romperá tanto.
—Ah... no pensé en ella como una canción fuerte, pero si lo dices, puedo
intentarlo...
—También retocaría un poco la melodía del coro, para que sea menos
predecible.
—Sí, yo también lo sentí, pero me quedé atascada con esa melodía.
—Tengo una idea sobre cómo ajustar algunas notas, —dijo Darren—.
Grabaré una muestra y te la enviaré más tarde.
—¡Genial!
Darren casi podía oírla sonreír al otro lado de la línea.
—¿Y tú, cómo estás?, —preguntó Lena. —Acabas de volver de la gira,
¿verdad?
—Sí, la semana pasada. Todo bien aquí, bastante normal.
—¿En serio? —Lena sonaba escéptica.
Tal vez me conoce demasiado bien, Darren pensó. Sabe que no duro mucho
sin crear problemas a mi alrededor, la mayoría de las veces sin querer.
—Bueno, si realmente quieres saberlo, tuve una pelea con la banda el otro
día, y Kelsey está enojada conmigo.
—¿Algo especial o las cosas habituales de Darren?
—Lo de siempre, supongo, —dijo. Tanto su altercado con la banda como
sus problemas con Kelsey no eran nuevos o improbables. —Pero no es nada que
no se pueda arreglar.
—Si necesitas una pequeña escapada para olvidarte de esas cosas, sabes que
siempre eres bienvenido en a Los Ángeles por unos días...
Darren sonrió con sarcasmo. —Estoy seguro de que viajar a Los Ángeles
para quedarme en tu casa y ayudarte con tu álbum no mejorara las cosas con
Kelsey y con la banda.
—Sí, te entiendo, —Lena se rio—. Lo que sea que necesites hacer para
arreglar tu vida, amigo, hazlo. Estoy aquí para cuando necesites hablar.
—Gracias Lena.
—Claro. Estaré aquí el próximo mes trabajando en nuevos materiales, así
que puedes pasarte cuando quieras.
—Agradezco la oferta. Pero creo que me voy a quedar por aquí, para
ordenar las cosas.
Capítulo 4
Un hombre entró en la cabina del avión con un enorme bolso negro. Parecía
una bolsa de golf, y Kelsey se preguntó qué había allí. Una bomba o un arma
eran improbables, ya que todas las bolsas fueron escaneadas antes de embarcar.
—Señor, me temo que va a tener que darme esa bolsa, para que podamos
ponerla en la bodega de carga. No cabrá en el compartimento superior. —Kelsey
dijo.
—La tripulación de tierra me dijo que podía llevarlo en el avión.
—Tal vez cometieron un error. Estos compartimentos son pequeños, su
bolsa no cabe ahí.
—Vamos a intentarlo. No tengo ganas de esperar mi equipaje en el
aeropuerto, tengo una agenda muy apretada. —El hombre abrió el
compartimento superior y empezó a meter su enorme bolso.
No parecía que el hombre fuera a rendirse, especialmente ahora que su ego
estaba en juego. Siguió empujando su bolso, y Kelsey miraba, encogida, como si
estuviera segura de que el compartimento se iba a romper en cualquier momento,
quizás eventualmente rompiendo todo el avión. Algunos pasajeros miraban con
interés para ver qué iba a pasar a continuación.
Kelsey dudó. Como azafata, tenía que controlar la cabina, “ser dueña de la
cabina”, para que la gente la escuchara en caso de emergencia. No era divertido
ser desobedecida. Se mordió el labio para no llamar al hombre con todo tipo de
adjetivos y decidió volver a la cocina donde estaba Ashley. Mientras tanto, el
tipo dejó la bolsa colgando del compartimento y se sentó en su asiento.
—¿Puedes ir a tratar con este idiota? —Kelsey le susurró a Ashley.
—¿Qué le pasa?
—Su bolsa es demasiado grande. No cabe, pero insiste...
—Puedo ir, —dijo Ashley—. Pero ¿estás segura de que no quieres ocuparte
de esto tú misma? Te sentirás mejor si resuelves esto por tu cuenta. Recuerda lo
que nos enseñaron en el curso.
Kelsey se encogió de hombros. —Pues... supongo que tienes razón. Es que
odio tratar con imbéciles.
—Creo que esa es la esencia del trabajo de una azafata.
Kelsey enderezó su postura y volvió a la cabina, donde el molesto pasajero
estaba sentado y jugando con su teléfono justo debajo del compartimento
superior abierto.
—Lo llevaré abajo, —dijo ella firmemente y sacó la bolsa del
compartimento, y luego comenzó a caminar rápido para que el pasajero no
tuviera la oportunidad de agarrarlo.
—¿Hay un asistente de vuelo masculino a bordo? Estoy seguro de que
alguien puede ayudarme a meterla, —dijo el tipo detrás de ella.
—Mala suerte. Hoy no tenemos un asistente de vuelo masculino. —Salió
del avión y le pasó la bolsa a la tripulación de equipaje.
—Si se pierde mi bolso, me aseguraré de que tú personalmente te hagas
responsable, —exclamó el pasajero.
De acuerdo, Kelsey pensó, pero no dijo nada. Le deseo suerte al tratar con
el servicio de atención al cliente.

El final del invierno era evidente en Queens, ya que la escarcha comenzaba


a derretirse y daba paso a pequeñas manchas verdes. Kelsey y Ashley salieron
del aeropuerto con su uniforme azul de azafatas, Kelsey con zapatos planos y
Ashley con tacones azules.
—Me sorprende cómo puedes caminar con eso.
—Soy una profesional, —Ashley hizo un giro completo en un talón—. Pero
sí, no me molestaría un masaje de pies al final del día.
—No puedo usar tacones de aguja por más de 15 minutos. Bueno, ni
siquiera tengo tacones de aguja.
—¡Deberías tener, estamos en Nueva York! —Ashley aplaudió—. ¡Vamos
de compras!
—Podemos ir de compras, pero definitivamente no voy a comprar tacones
de aguja.
Se subieron a un taxi y le dieron al conductor el nombre de su hotel.
—¿Te he hablado de mi amigo Shoko? —Preguntó Ashley.
—Lo mencionaste, ¿que hay con él?
—Es un productor de música y DJ súper genial, y ahora vive en Brooklyn.
No lo he visto en años, pero lo veré esta noche. ¿quieres unirte?
—Sí, suena genial.

Las primeras veces que las chicas pasaron la noche en Nueva York, Kelsey
eligió quedarse en el hotel y sus alrededores en lugar de aventurarse a las calles
nostálgicas y al frío de Nueva York. Pero ahora que tanto sus sentimientos como
el clima frío comenzaban a derretirse, salir a Brooklyn no sonaba tan mal.
Llegaron al hotel, cada una se fue a su propia habitación. Kelsey tiró su
chaqueta en la cama y miró a su alrededor. La habitación tenía una cama king-
size en el centro, unas cuantas sillas antiguas a los lados y una pesada mesa
antigua de madera. También había cortinas pesadas, y las ventanas apenas se
abrían. El baño lucía acogedor; todo era blanco, con un gran espejo y una bañera
blanca y brillante. El moderno baño contrastaba con el resto de la habitación que
estaba decorada al estilo antiguo.
La habitación la hizo extrañar a Darren. Definitivamente él podía ayudarla a
usar la enorme cama. O la bañera... no había bañera en la cabaña de Darren, así
que nunca se bañaron juntos. Tal vez podrían ir a algún lugar juntos, ahora que él
volvió de la gira...
¿Realmente quiero eso? pensó.
Darren y ella empezaron a salir poco antes de que ella se fuera en un curso
de azafata de cuatro semanas, y cuando volvió, tuvieron unas semanas juntos
antes de que él se fuera de gira. Justo antes de la gira, tuvieron la charla sobre
hacer abierta su relación y ella le dijo que él podía estar con otras mujeres
siempre y cuando fuera algo momentáneo, nada que pudiera convertirse en una
relación. Pero no definieron lo que significaba “estar con otras mujeres”.
¿Significaba realmente tener sexo? También estaba el tema de las ETS que no
habían abordado en esa charla, ya que Kelsey no quería entrar en detalles; la
negación se sentía mejor.
Pero resultó que Darren tomó el permiso poco entusiasta que ella le dio y se
acostó con una de los roadies.
Si Darren no pudo mantener su miembro en los pantalones durante unos
meses en la gira, ¿Qué decía eso sobre su futuro juntos? No estuvieron juntos el
tiempo suficiente para que el sexo se volviera aburrido, sólo salieron por unos
meses... ¿Estar con otras mujeres era tan importante para él? ¿Y tenía sentido
darle toda la libertad que ella le daba?
Ashley llamó a su puerta. —Oye, ¿Estás lista? Quiero irme en 10 minutos,
y no estás contestando mis mensajes.
—Sí, sólo termino de cambiarme.
Kelsey abrió su maleta y sacó un par de jeans, un suéter, zapatillas y una
chaqueta verde oscura. Ya llevaba mucho más maquillaje del que se sentía
cómoda, una de las “ventajas” del trabajo, y decidió dejarlo para la noche. Tomó
su bolso y salió de su habitación para esperar a Ashley al lado del ascensor.
Ashley salió de su habitación, impresionante como de costumbre. Llevaba
zapatos de tacón, jeans ajustados, una blusa negra transparente y una chaqueta de
cuero. Incluso tenía un bolso a juego. Su pelo rubio caía impecable sobre sus
hombros, y había añadido retoques a su maquillaje, haciéndolo más brillante y
menos profesional. A los ojos de Kelsey, Ashley siempre lucía como una top
model.
—No puedo superar lo sexy que estás, —dijo Kelsey—. ¿Por qué no te
inscribes en una agencia de modelos?
—Eres dulce. Lo intenté, mis caderas son demasiado grandes.
—No, no lo son.
Salieron del hotel y empezaron a caminar hasta la estación de metro, donde
se subieron a un tren hacia Brooklyn.

—Me encanta el sonido del metro, —Ashley se inclinó hacia Kelsey.


—¿Qué?
—El sonido del metro, me gusta.
—¿Qué pasa con el metro? No te oigo, hay mucho ruido aquí.
—No importa.
Después de un viaje decente, salieron de la estación de metro y se
encontraron en una pequeña calle llena de edificios de ladrillo rojo de mediana
altura, muchos de los cuales albergaban pequeños cafés y bares en su planta baja.
En la esquina de la calle había un vendedor de flores y un camión de helados
decorado en blanco y rosa; Kelsey miró el camión de helados con interés, pero
opinó que todavía hacía demasiado frío para eso. Había un pequeño cartel en el
camión que decía “Helado Vegano”, y la palabra “vegano” le hizo pensar en
Darren otra vez. A menudo se preguntaba por qué su moral con respecto a los
animales no se extendía a sus relaciones con los humanos.
Intentó apartar los pensamientos de Darren y la imagen del camión de los
helados al otro lado de la calle. La atmósfera era vibrante pero tranquila, y se
sentía diferente de la atmósfera en las zonas donde solía ir con Matthew y sus
amigos.

Ashley y Kelsey caminaron un par de cuadras hasta que encontraron la


entrada del bar, escondida detrás de una pizzería. Bajaron las escaleras y
entraron en un local que parecía sacado de una película de los años sesenta.
Había una zona principal con mesas redondas, y alrededor de ellas gente sentada
bebiendo cerveza y comiendo papas fritas. Luego había un escenario hecho de
ladrillo, que parecía -no era sorprendente- a un enorme horno de pizza. El
escenario estaba oscuro excepto por un hermoso piano blanco en la esquina,
iluminado con una tenue luz que le daba un fuerte efecto decorativo.
Shoko estaba de pie en una cabina de DJ, moviéndose al ritmo de la música
house que estaba tocando, usando grandes y elegantes auriculares, uno en su
oreja y el otro colgando alrededor de su cuello.
Era un tipo bajo, de la altura de Kelsey, definitivamente más bajo que
Ashley. Parecía ser una mezcla de diferentes etnias - su piel era marrón y sus
ojos ligeramente rasgados. Llevaba unos jeans ajustados a la moda con zapatos
All Star y una camiseta verde con un símbolo que Kelsey no reconocía. Tenía un
gran tatuaje tribal a lo largo de su cuello, subiendo por la parte trasera de su
oreja, desapareciendo bajo su sombrero gris de estilo cubano.
—¿Así que es sólo un DJ? Kelsey preguntó. Ella nunca había entendido el
alboroto sobre los DJs. Para ella, un DJ era un tipo que obtenía dinero (y fama)
simplemente por tocar discos, y a ella ni siquiera le gustaba la música que esos
llamados DJs profesionales solían tocar. Prefería la música en vivo o escuchar
listas de reproducción de música rock, el tipo de listas de reproducción que podía
generar cual quien tenía buen gusto musical, incluyendo al limpiador metalero
mal pagado de la barra.
Ashley ignoró el comentario de Kelsey y lo abrazó a Shoko.
Él le devolvió el abrazo. —¡Qué bueno verte, man!
¿Por qué está llamando a Ashley man? Kelsey pensó para sí misma.
Obviamente Ashley no era un hombre.
Ashley sonrió y se giró hacia Kelsey, —Kelsey este es Shoko, Shoko esta
es Kelsey.
—Encantado de conocerte, —dijo Shoko y abrazó a Kelsey. Ella no
esperaba un abrazo, pero cooperó y le devolvió el abrazo.
—Genial, —dijo Shoko, con una gran sonrisa, volviendo su atención a sus
discos—. Voy a poner una pista ahora, y vendré a sentarme con ustedes, vayan a
tomar asiento.
Ashley y Kelsey encontraron un asiento y ordenaron cervezas, Shoko se les
unió unos momentos después. Miró a Ashley y sonrió, y luego la abrazó de
nuevo. —Dios, estoy tan feliz de verte. ¿Qué has estado haciendo todo este
tiempo?
—Bueno, dejé la peluquería, y ahora tengo este trabajo como azafata de
vuelo para Opca airlines, con Kelsey.
La sonrisa de Shoko reveló un diente de oro. —Nunca he oído hablar de
Opca airlines. ¿Es legítima?
—Sí, es legítima, es una pequeña aerolínea.
—Genial, —dijo Shoko y se rio. Ashley también se rio, y Kelsey sonrió,
aunque no estaba segura de lo que era gracioso. Se imaginó que era lo que le
gustaba a Shoko, reír y sonreír al azar como un drogadicto.
—¿Tienes novio? —Shoko le preguntó a Ashley.
—No.
—¿Todavía no tienes novio? Man, eres increíble, —Shoko se rio de nuevo.
Está llamando a Ashley “Man” de nuevo, así que no es un error, es su
estilo. Kelsey también podía oír algún tipo de acento, pero no estaba segura de sí
era real o sólo parte de su estilo.
—¿Qué hay de ti? —Shoko se volvió hacia Kelsey—. ¿Así que también
trabajas para la aerolínea?
—Si.
—¿Tienes novio?
—Mas o menos.
Ahora Shoko se rio de nuevo, inclinándose en su silla y exponiendo su
diente de oro. —Ustedes mans son increíbles, —dijo riéndose—. Tengo que
volver a mis discos, ya regreso.
¿Está diciendo “Ma’ams” pero suena como “Mans” por su acento? Kelsey
se preguntaba.
Shoko fue a su cabina, y Ashley miró a Kelsey, sorprendida. —¿Por qué
dijiste que tenías más o menos un novio? ¿No están Darren y tú...?
—Sí... estamos... —Kelsey tomó un sorbo de cerveza y miró a un lado—.
Sólo estamos pasando por algunos problemas. No sé por qué lo dije. —Lo
último que quería en ese momento era hablar con Ashley sobre Darren.
Shoko volvió para sentarse con las chicas.
—Sabes, Kelsey toca la guitarra. —Ashley le dijo a Shoko.
—Oh, bien, ¿Vas a subir al micrófono abierto hoy? Termino mi set de DJ en
una hora y luego hay un micrófono abierto. Deberías tocar... ¿Cómo te llamabas?
—Kelsey. Y gracias, pero definitivamente no estoy interesada en tocar en el
micrófono abierto...
—¿Por qué?
—Empecé a tocar hace sólo unos meses.
—¡Deberías tocar! —Ashley se estaba emocionando—. Como cuando
tocaste en la parrillada aquella vez... fue muy bueno....
Kelsey sonrió con sarcasmo. —¿Estás intentando avergonzarme?
—¿Qué importa? Nadie te conoce aquí... sólo sube y toca la canción de
West Virginia, será divertido.
—No lo haré, —dijo Kelsey con desinterés—. Y aunque lo hiciera, ¿Tocaré
sin alguien que cante?
—No, también deberías cantar.
—Sabes que no puedo cantar ni para salvar mi vida. ¿Quieres cantar tú?
—Ja. Eso definitivamente arruinaría tu presentación.
—Si voy a hacer el ridículo tocando la guitarra, entonces tú también
deberías hacer el ridículo conmigo.
—Ni siquiera me sé la letra.
—Usa tu teléfono.
Shoko miró la conversación con una divertida sonrisa en su cara. Y
entonces dijo, —Entonces las apunto para el micrófono abierto. Como acto de
apertura.
—Oh, Dios mío, no, —se rio Ashley.
Una ola de coraje recorrió a Kelsey mientras decía, con el corazón
acelerado: —Si nadie nos conoce y no nos importa hacer el ridículo, entonces
hagámoslo.
—Sí, —dijo Shoko—. Definitivamente deberian hacerlo.
—Necesito otro trago de vodka antes de poder pensarlo, —dijo Ashley.

Kelsey y Ashley pasaron la siguiente hora en un estado de ánimo divertido


pero estresado. Tomaron un par de tragos de vodka y más cerveza, tratando de
equilibrar su necesidad de calmar sus nervios con el hecho de que no podían
emborracharse realmente ya que tenían un vuelo a la mañana siguiente.
Pasaron el tiempo bebiendo sus cervezas y memorizando los acordes y la
letra de la canción que iban a interpretar, hasta que Shoko subió al escenario y
anunció fervorosamente, —¡Señoras y señores, bienvenidos al micrófono
abierto!
La multitud aplaudió, y Shoko continuó, —Esta noche, tenemos un par de
invitadas muy especiales. Dos queridas amigas de White Falls Indiana. —Hizo
una pausa y se volvió hacia la multitud—. ¿Alguno de ustedes ha oído hablar de
White Falls Indiana?
Casi todos en la multitud sacudieron sus cabezas negativamente.
—¡Yo tampoco! —Dijo Shoko, riéndose—. Creo que están inventando el
lugar. Pero, de todos modos, por favor den la bienvenida al escenario a su acto
de apertura de esta noche, ¡Ashley y Kelly de White Falls Indiana!
La multitud aplaudió y vitoreó mientras Ashley y Kelsey se dirigían al
escenario, Ashley caminando en zigzag. El corazón de Kelsey latía tan rápido
que ni siquiera notó que Shoko se equivocó con su nombre.
Shoko le dio una guitarra a Kelsey y se bajó del escenario. —No puedo
creer que esto esté sucediendo realmente, —le susurró Kelsey a Ashley—.
Debimos haber pedido a alguien que grabara un vídeo, nadie nos creería.
—Tal vez sea mejor si mantenemos esto en secreto, —le susurró Ashley.
Agarró el micrófono y tocó ligeramente su punta para comprobar si estaba
encendido. Se oyó un golpeteo fuerte en el lugar—. ¿Hola? —Ashley le habló al
micrófono. Su voz resonó por toda la sala.
—Empieza a tocar, —Shoko indicó a Kelsey, y ella empezó a tocar los
acordes iniciales de “Country Roads”. Ashley la miró nerviosa, esperando una
señal para empezar a cantar. Kelsey asintió, y Ashley comenzó a cantar, fuera de
tono y con algo de retraso. Para igualar el retraso de Ashley, Kelsey comenzó a
tocar más lento, pero no había nada que pudiera hacer con el mal tono. Se sintió
como si escuchara un desastre sucediendo en cámara lenta, siendo la causante
del desastre. Sólo pensar en lo embarazoso que era la situación, puso el cerebro
de Kelsey en un apagón. Se olvidó del resto de los acordes, y con sus dedos tan
sudorosos que apenas podía sostener el cuello de la guitarra, comenzó a tocar
acordes al azar que ocasionalmente coincidían con el canto de Ashley.
Miró a la multitud. Algunas personas sonreían alentadoras, pero la mayoría
parecía encogerse en sus asientos. Los dedos de Kelsey se sentían como si
estuvieran goteando sudor y sus piernas empezaron a temblar, haciendo casi
imposible tocar. Se acercó a Ashley y le susurró al oído: —Creo que deberíamos
salir del escenario.
—Terminemos esto, —dijo Ashley rápidamente y se volvió hacia el
micrófono para cantar el comienzo del segundo coro. A estas alturas, Kelsey
estaba rasgueando la guitarra al azar, tocando acordes que recordaba vagamente
que pertenecían a la canción. Sin embargo, la elección de los acordes no
importaba mucho ya que Ashley estaba fuera de tono más allá de toda
reparación. Cuando la canción finalmente terminó, Kelsey agradeció a Dios en
su corazón y rápidamente salió corriendo del escenario, dejando la guitarra
apoyada en una silla.
Shoko subió al escenario. —Gracias, encantadoras chicas de Indiana, un
aplauso para nuestras chicas.
La multitud aplaudió y vitoreó mucho más de lo que Kelsey esperaba.
—Oh Dios mío, fuimos las peores ... —dijo Kelsey, su corazón seguía
acelerado.
—Sí, pero fue realmente divertido. Deberíamos hacerlo de nuevo.
—Nunca. Y no creo que quiera que nadie lo sepa.

Kelsey y Ashley volvieron a sus asientos, con la cabeza de Kelsey dando


vueltas. Permanecieron en el bar durante otra media hora, viendo con asombro
como todos los artistas que tocaron en el escenario después de ellas parecían ser
profesionales, como si estuvieran haciendo conciertos pagados. Finalmente,
cuando la adrenalina volvió a la normalidad, las chicas se fueron y comenzaron a
caminar hacia la estación de metro.
—¿Podemos hablar de lo que pasó en el bar? —preguntó Ashley, casi
tropezando con un azulejo desigual en la acera.
—Preferiría que no lo hiciéramos. —Kelsey se llevó el pañuelo a la nariz,
temblando de frío. Luego cambió rápidamente de tema— Estoy pensando en ir a
recoger algunas cosas que dejé en casa de Matthew.
—¿Ahora? Es muy tarde.
—No, estaba pensando en mañana por la mañana, antes de nuestro vuelo.
—¿Qué tienes en casa de Matthew?
—Principalmente documentos... tengo mi título por allí...
—¿Para qué necesitas eso?
—No lo sé. Sólo quiero tenerlo. —Kelsey no estaba segura de querer
decirle a Ashley que la aerolínea pagaba extra a los que tenían un título
universitario. No quería que Ashley se sintiera mal por no tener uno.
—Suena como una excusa poco convincente para ver a tu ex.
—¡Ash, eres tan difícil! —Kelsey la empujó—. No es eso. La aerolínea lo
exige. Me dan 75 dólares extra por cada cheque de pago con el título.
—Oh wow. Ese es un buen dinero... sí, deberías conseguirlo entonces. Pero
no creo que sea una buena idea ir mañana temprano. Manhattan por la mañana...
estará ocupado. Será mejor que te vayas la próxima vez que estemos aquí.
Kelsey asintió, pensativa, mientras encontraban la entrada de la estación de
metro y bajaban las escaleras, escapando el frío de la noche.
Capítulo 5
El pequeño jet comercial que volaba Opca Airlines podía llevar 56 personas
en su capacidad máxima; sin embargo, rara vez estaba lleno. No había
suficientes pasajeros en la región de White Falls para llenar el avión. Los boletos
no eran baratos, y algunos preferían conducir a uno de los mayores aeropuertos
regionales que ofrecían vuelos de bajo costo. Los pasajeros de la aerolínea Opca
eran en su mayoría personas ricas, o aquellos en un momento de crisis.
Kelsey miró la cabina del avión. Catorce filas, cuatro asientos en cada una,
ventanas redondas estándar. Era un avión viejo, podría tener 30 años, pero estaba
bien mantenido, y lejos de averiarse, ya que la aerolínea se autodenominaba un
servicio de calidad.
Había un poco más de espacio para las piernas entre las filas que en los
vuelos de bajo costo, y también había una primera clase. Bueno, más o menos.
Lo que los pasajeros recibían con el boleto de primera clase era un bocadillo
mejorado, un sándwich de jamón y una bebida alcohólica. También tenían algo
de privacidad, ya que tenían una cortina que los separaba del resto de los
pasajeros.

—Tengo tanta resaca, —dijo Ashley, mientras las dos estaban terminando
en la cocina, preparándose para el aterrizaje—. Nunca debiste permitir que
subiera al escenario y me bebiera toda esa porquería.
Kelsey se rio. —Fue tu idea.
—No, no lo fue.
—De acuerdo, era de Shoko, pero es tu amigo... pero la bebida si fue tu
idea.
—No puedo ser responsable.
—¿Recuérdame cómo se conocieron ustedes dos?
—Nos conocimos en un festival de música, él era DJ allí y le coqueteó a
Anna. A ella no le interesaba, pero él era divertido y los tres seguimos siendo
amigos.
—Hmmm... ¿Es posible que sea el padre del bebé de Anna? —Kelsey
preguntó con una sonrisa intrigante. Ha pasado un tiempo desde que sacó el
tema, pero su curiosidad no había muerto. No tenía sentido que Anna fuera
capaz de mantener el secreto durante tanto tiempo.
—No.
—¿Cómo es que estás tan segura si no tienes ni idea de quién es el padre?
—En primer lugar, ella nunca se interesó por él. Segundo, no lo había visto
desde el festival de hace tres años.
—Y realmente no sabes quién es el padre.
—Ni idea. Fue lo suficientemente lista como para no decírmelo.
—Sí, le doy puntos por eso.
—Oye, ¿Qué significa eso? —Ashley frunció el ceño.
—Que tienes una boca floja.
—¡Tú eres la de la boca floja! Mírate, eres tan adicta a los chismes, ¡Que no
puedes dejar de lado el asunto del bebé de la pobre Anna!
—Ja. No es casualidad que a ti te llame Boca Floja Número Uno.
Recuerdas, sólo puedo ser la boca floja número dos.
—Definitivamente tú deberías ser la número uno. —Ashley abrió bien los
ojos—. De todos modos, continuaremos esta charla más tarde, tenemos que
preparar la cabina para el aterrizaje.
—Claro.

—Damas y caballeros, comenzamos nuestro descenso hacia el aeropuerto


regional de White Falls. Por favor, abrochen el cinturón de seguridad, guarden
todas sus pertenencias bajo su asiento o en los compartimentos superiores, y
asegúrense de que el respaldo de su asiento esté recto. —Kelsey y Ashley
dejaron la cocina y comenzaron a caminar por el pequeño pasillo, comprobando
que todos los pasajeros tenían puestos sus cinturones de seguridad.
Cuando terminaron se sentaron en sus asientos de tripulación para el
aterrizaje. Kelsey se concentró en respirar tranquilamente como había aprendido
en el curso de azafata. A pesar de que había pasado por muchos aterrizajes desde
que comenzó el trabajo, todavía la asustaban. Sonrió con alivio cuando las
ruedas del avión tocaron el suelo.
Poco después del aterrizaje, las chicas abrieron las puertas y los pasajeros
comenzaron a salir. Cuando el último pasajero salió, Kelsey sacó su teléfono de
su bolso y lo puso fuera del modo avión. El teléfono volvió a la vida y sonó.
—Darren envió un mensaje de texto, —le dijo a Ashley—. Vendrá a
recogernos.
—Genial, —Ashley también cambió su teléfono del modo avión. Luego
añadió—, He querido preguntarte... ¿Está todo bien entre ustedes?
—Sí, ¿Por qué no?
—Por lo que le dijiste a Shoko. Preguntó si tenías un novio y le dijiste más
o menos.
Kelsey suspiró—. Sí, es verdad. No estamos del todo bien.
—¿Por qué?
—Ya sabes... asuntos de Darren.
Ashley puso los ojos en blanco. —¿Qué es esta vez?
Kelsey se encogió de hombros, así que Ashley continuó. —¿Qué pasa, no
se esfuerza lo suficiente? Recuerdo que me dijiste que él estaba tratando de ser
más cuidadoso y...
—No, no es eso. —Kelsey miró a un lado—. Cuando estaba de gira... con
los roadies… tuvo algo —
—¿Con un tipo? —Ashley abrió bien los ojos.
—No, una chica.
—Oh, demonios. Lamento oír eso, nena.
—Sí, no sé qué hacer con esto, honestamente. Antes de que se fuera,
hablamos de nuestra relación y de cómo ambos podríamos tener algo de libertad
en ella y aun así conseguir lo que queremos... ya sabes que Darren no es un gran
creyente en la monogamia sexual... —hizo una pausa mientras Ashley volvía a
poner los ojos en blanco—. Así que le dije que estaba bien estar con otras
mujeres en la gira, pero supongo que lo dejamos demasiado abierto y ¡voila!... se
cayó en la cama de una roadie.
—Oh guau. ¿Cómo te enteraste?
—Me lo dijo.
—Bueno, —Ashley suspiró—, No tengo que repetirte mi opinión de
Darren...
—Sí, lo sé, lo odias a muerte.
—No le odio a muerte. Sólo pienso que... no veo cómo él puede hacer feliz
a una mujer. En serio. ¿Qué carajo significa que no cree en la monogamia
sexual? Sí, Yo tampoco creo en muchas cosas, pero aun así las hago porque así
es la vida. No se puede tenerlo todo. Hay que hacer compromisos.
—Darren no cree en estos compromisos. Piensa que si abrimos nuestras
mentes podemos tener las dos cosas al mismo tiempo.
—No me importa lo que él crea. ¿Qué es lo que tú crees? ¿Te parece bien
que se coja a una de sus roadies?
Las palabras de Ashley cortaron a Kelsey como un cuchillo. —No, no estoy
feliz por eso. Pero ¿Y si ese es el precio que debo pagar por una relación con el
hombre que amo?
Ashley respiró profundamente. —Espero que no me odies por esto, pero
¿Te estás escuchando a ti misma? Eres joven, y hermosa, y lista, ¿Por qué
tendrías que conformarte? ¿Por qué tendrías que pagar un precio para tener una
relación con este imbécil?
Kelsey suspiró, con la cara triste.
—Siempre supe que Darren era un tipo listo, —resopló Ashley—. Ahora
veo que también es un buen vendedor. Básicamente te vendió una relación en la
que pueden estar juntos mientras él puede coger con quien quiera, y todo en
nombre de una ideología elevada... el tipo es un genio.
Kelsey permaneció en silencio, hundiéndose en pensamientos oscuros. Si
Ashley tenía razón, tenía que romper con Darren. Sólo pensar en eso, le hizo
doler el pecho, y su corazón se sentía como si fuera a salir de su pecho con dolor.
Darren era su amor, su sueño, su obsesión... ella amaba todo de él... incluso su
implacable búsqueda de la libertad.

JD y Dave se sentaron en el salón de la casa de Dave, con el portátil de JD


abierto delante de ellos. —Publiqué en algunos grupos de Facebook buscando un
bajista y hasta ahora no he conseguido mucho.
—¿Por qué? ¿Nadie se ha puesto en contacto?
—Unas cuantas personas se contactaron, pero ninguna de ellas parece
encajar bien.
—¿Puedo ver?
JD le mostró a Dave su bandeja de entrada.
—Hay un chico. Miré su perfil y parece que todavía está en la secundaria.
¿Estamos interesados en entrevistarlo?
—No, no. Si es de la secundaria es demasiado joven. Deberían tener 19
años por lo menos, idealmente por encima de los 22.
—De acuerdo. Entonces tampoco este chico que tiene 17 años... echa un
vistazo. También envió un video de sí mismo tocando.
—Vamos a ver el video, —dijo Dave y pulsó en el enlace del video. El
video empezó a sonar, y los chicos vieron al futuro bajista sentado en pijama y
tocando algo que sonaba como si fuera un blues.
—Tal vez podría unirse a nosotros en cinco años más o menos, —concluyó
Dave.
JD asintió. —Y luego está este tipo del heavy metal, —dijo. Le mostró a
Dave otro perfil. El tipo de las fotos era enorme, con pelo largo y rubio y
toneladas de piercings y tatuajes. Tenía muchos tatuajes en la cara, el cuello y los
lados de la cabeza, y en la mayoría de sus fotos iba en una Harley. Se describía a
sí mismo como un bajista profesional de heavy metal con una experiencia de
más de 20 años.
Había videos en el perfil y Dave reprodujo uno de ellos. El tipo obviamente
sabía lo que hacía, aunque el estilo era mucho más pesado que el que tocaba
Tough Love.
—Bueno, parece que este tipo será capaz de tocar nuestras canciones.
—Sí, pero míralo... no creo que encaje en nuestra marca. Además, puede
que se moleste con el tipo de música que tocamos y nos lleve más hacia el heavy
metal.
—Bien... ¿Tenemos a alguien más?
—Todavía no.
—Bueno, es sólo el primer día. Démosle un par de días más.
—No lo sé amigo. Trabajamos tan duro para llegar a donde estamos... No
quiero ver como esto se desmorona. Esto me está estresando.
Dave sacudió la cabeza. —Te entiendo hermano.
—Debe haber algo más que podamos hacer. —JD tomó un sorbo de café, y
luego otro. Miró fijamente al café, como si el café contuviera todos los secretos,
como si pudiera alejar la inevitable caída de su banda.
—Sabes, —dijo Dave vacilante, aclarando su garganta—. Tienes buena
química con Tiffany... quizás deberías hacerle una visita.
—¿Visitar a Tiffany? ¿Puede salir algo bueno de eso?
—No lo sé... habla con ella... haz tu magia, ya sabes.
JD mantuvo sus ojos en el café, pensativo. Durante mucho tiempo estuvo
callado, hasta que finalmente dijo—: En realidad, no es una mala idea.

Ashley y Kelsey se despidieron de los pilotos y del equipo de tierra y


salieron del aeropuerto hacia el estacionamiento, donde Darren las esperaba
apoyado en su Mustang de los 70.
Kelsey lo miró. Estaba tan sexy, apoyado en su auto con sus jeans negros y
su chaqueta verde de estilo militar. El pelo oscuro cubría su rostro perfecto y él
lo movió a un lado cuando las vio acercarse.
Verlo todavía le hacía sentir mariposas.
Darren les ayudó a las chicas a poner sus bolsas en el maletero y le dio a
Kelsey un beso rápido en los labios. Kelsey no le devolvió el beso. Aún no había
decidido qué hacer con él, pero definitivamente no iba a ignorar los asuntos
abiertos y actuar como si nada hubiera pasado.
—¿Cómo estuvo Nueva York? —Preguntó Darren mientras salía del
estacionamiento del aeropuerto.
—Estuvo bien, —dijo Kelsey en silencio, jugando con su teléfono y
evitando el contacto visual.
El teléfono de Ashley sonó con un mensaje en el asiento trasero, y Kelsey
la miró a través del espejo. Pensó que había una mirada de preocupación en el
rostro de Ashley.
—Darren, necesito que me dejes en casa de Anna, —dijo Ashley.
—De acuerdo.
—¿Está todo bien? —Preguntó Kelsey.
—Sí, todo bien.
Kelsey se giró para mirar a Ashley, sintió que algo estaba mal. Pero Ashley
le señalo con sus labios hablemos más tarde, y volvió a concentrarse en su
teléfono.

El resto del viaje pasó en silencio. Llegaron a la casa de Anna y dejaron a


Ashley. Cuando ella salió del auto, Darren puso su mano en el regazo de Kelsey
y le preguntó: —¿Cómo estás?
—Estoy bien, —respondió ella secamente—. ¿Tú cómo estás?
Aparentemente Darren no había captado la frialdad de su voz y respondió:
—Es raro. No he sabido nada de Dave y JD desde nuestro último ensayo.
—Tal vez deberías llamarlos o enviarles un mensaje de texto.
—Sí, tal vez deba hacerlo.
Kelsey guardó silencio y miró por la ventana durante el resto del viaje.
Quería decir algo, pero no encontró palabras. No estaba segura de si quería ir a
casa de Darren o a su casa; lo quería y lo extrañaba, pero también estaba
enfadada y confundida.
Darren tomó la curva de la entrada que lleva a su cabaña. Cuando aparcó el
auto se volvió hacia ella. —¿Te dije que tu uniforme de azafata es muy sexy?
—Sí, lo dijiste.
—Sólo tenemos que levantar un poco la falda... —dijo y envió su mano por
debajo de la falda de ella, al mismo tiempo alcanzando con sus labios el cuello
de Kelsey.
—Hey Darren, no estoy de humor. —Puso su mano sobre la suya,
impidiéndole ir más lejos. Él apartó su mano.
—Bien. —Se inclinó hacia atrás en el asiento del conductor—. ¿Quieres
entrar y hablar?
—Creo que es mejor que me lleves a casa, —dijo.
—Bien, —puso la llave de nuevo en el puerto de ignición y comenzó a
retroceder por la entrada.
Kelsey podía sentir un nudo en la garganta mientras veía la cabaña de
Darren alejarse cada vez más de ellos. En su corazón, esperaba que él insistiera
en llevarla adentro para hablar, arreglar todo y luego hacerle el amor con
dulzura.
Pero no lo hizo. Ingresó a la carretera principal y condujo en silencio, con la
mirada puesta en la carretera.
Cuando llegaron a la casa de Kelsey, Darren detuvo el auto y apagó el
motor. Se giró para mirar a Kelsey y puso su mano sobre la de ella. Ella no lo
miró, su rostro se alejó, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
Le acarició la mano. —Saldremos de esto.
—No lo sé... no estoy segura, —susurró ella.
—Creo que podemos, —dijo Darren en voz baja, mientras le acariciaba la
mano.
—No lo sé Darren, no creo que pueda hacer esto, —dijo ella, sollozando en
silencio—. Creo que necesitamos algo de espacio.
Miró a Darren por un segundo por el rabillo del ojo, y pensó que podía ver
una mirada de dolor en sus ojos, entonces volvió su cara hacia la ventana.
Darren se aclaró la garganta. —Bueno, estoy aquí para ti si me necesitas, —
dijo con una voz rota y la abrazó.
Ella se rindió a su abrazo, abrazándolo fuertemente, sollozando, dejando
que sus lágrimas se absorbieran en su camisa. Él la abrazó de cerca y le acarició
la espalda.
—Sabes, no tienes que ir, —susurró él.
La sensación de su cálido abrazo fue tan reconfortante y dolorosa al mismo
tiempo, ella anhelaba conservarlo por siempre, pero sabía que tenía que dejarlo
ir. Se quedó en sus brazos hasta que reunió el coraje, luego se separó de él y
abrió la puerta del auto. Salió y sacó su bolso del maletero. Luego pasó por el
lado del conductor y susurró, —Adiós Darren.

Darren se quedó en el auto, atormentado. Apoyó su cabeza contra el


volante, cansado y confundido. Nunca quiso lastimar a nadie, pero ahí estaba,
involucrándose constantemente en la vida de otras personas, e hiriéndolas
constantemente. Todo lo que quería era que todo el mundo fuera libre y feliz...
pero ¿Y si no funcionaba así? Solía pensar que todos los demás estaban
equivocados, que todos los demás estaban plagados de convenciones sociales. Si
tan sólo la gente pudiera liberarse de sus creencias limitantes, todo sería mejor...
pero ahora podía sentir que la duda se elevaba en su mente. ¿Y si todos los
demás tenían razón y yo soy el que se equivocaba?
Tal vez debería mantenerme al margen, pensó. Tal vez sea mejor para todos
si no me involucro con las mujeres. Sólo me concentraré en mí mismo y mi
música.
Con eso en mente, decidió llamar a JD. Podía hacer el esfuerzo de tocar con
la banda, aunque pensaba que aún necesitaban tiempo libre. Se sentía como una
porquería y sabía que nada podía hacerle sentir mejor que estar rodeado del
sonido del bajo que salía del gran amplificador del garaje de Dave.
—Hola, ¿Qué tal? —dijo mientras JD levantaba el teléfono.
—Todo bien, ¿Tú?
—Estoy conduciendo por la ciudad, pensé que tal vez Dave y tú querían
tocar.
JD no respondió de inmediato. Darren pensó que había perdido la línea. —
¿Hola? —preguntó.
—Sí, estoy aquí... —JD aclaró su garganta—. Bueno, después de la última
vez, pensé que estabas avanzando para encontrar otra banda.
—Ah, ¿Así que todavía estás enfadado? ¿Por eso no he sabido nada de ti?
—Darren hizo una pausa—. Mira, siento lo del otro día. Pero así es como me
sentí. Estaba siendo honesto.
—Darren, no estoy enojado. Has dejado claro que no te gustaba tocar con
nosotros. —Respiró profundamente—. Empezamos a entrevistar a otros bajistas.
—Estás bromeando.
—No.
—¿Quieres que nos encontremos para hablar de todo el asunto?
—Eso no será necesario. Es un trato hecho. Tiffany también está en esto.
Darren miró su teléfono con incredulidad. —¿Me estás despidiendo?
JD se tomó el tiempo para responder. Darren sintió una sensación que no
había sentido en mucho tiempo subiendo por la parte posterior de su cuello.
Enojo.
Finalmente, JD habló. —Pensé que habías renunciado.
Ahora le tocaba a Darren quedarse callado. Los pensamientos corrían por su
cabeza, pensaba en cosas que podía decir, pero no quería decir nada. JD era su
mejor amigo, era como un hermano mayor para él... Darren no esperaba eso de
él.
Después de un momento, cansado dijo, —Está bien, de acuerdo. Buena
suerte. —Luego bajó lentamente el teléfono al asiento del pasajero a su lado.
Condujo a casa, su mente se nubló con la sorpresa y la frustración. Que su
novia y su banda lo dejaran en un lapso de 15 minutos fue algo que nunca
imaginó que le pasaría. Fue casi sarcásticamente divertido, sólo que no lo fue.
Su mente regresó a los pensamientos que tenía antes de llamar a JD.
Supongo que el mundo simplemente no me entiende.
Aparcó junto a la cabaña y subió lentamente las escaleras. Dentro, todo
parecía igual, pero se sentía vacío y diferente, así que abrió la gran ventana y
salió para sentarse en el pórtico. El viento soplaba frío, pero él quería sentir el
frío en su cara. Quería sentir en el exterior lo mismo que sentía en el interior.
Se dio cuenta de su guitarra acústica en el lado del banco, había estado
tocando allí antes y se olvidó de ponerla dentro cuando fue a recoger a Kelsey al
aeropuerto. Tomó la guitarra y la sostuvo, pero no tenía ganas de tocar nada.
Darren no podía recordar la última vez que no tuvo ganas de tocar, y eso lo
asustó. Debo estar volviéndome loco, pensó.
Capítulo 6
JD salió del aeropuerto y se subió a un taxi. No podía dejar de pensar en la
charla con Darren y caminaba con un sentimiento amargo que no lo dejaba desde
hacía dos días. Sí, Darren era un hombre adulto, pero de alguna manera JD
nunca dejó de sentirse responsable de él, ya que fue él quien hizo que Darren se
mudara de Minneapolis a White Falls y pasara tres años tocando para Tough
Love.
La charla de dos días antes, en la que Darren dejó claro que no intentaba
dejar la banda, hizo que JD se sintiera como un imbécil. Sin embargo, allí estaba,
en el aeropuerto de LAX, de camino a encontrarse con Tiffany y conseguir que
les diera más días de maniobra con el contrato, para que se tomaran el tiempo de
buscar un nuevo bajista.
Fuera de la ventana del taxi, el sol se estaba poniendo y Los Ángeles estaba
cubierto por una neblina naranja. La duda acechaba en su mente. Tal vez todavía
hay tiempo para cancelar la aventura. Decirle a Tiffany que la banda está de
nuevo junta y que todo está bajo control. Llamar a Darren y decirle que puede
seguir tocando con Tough Love.
Se bajó del taxi y pasó por una tienda que tenía un espejo en su ventana. La
tienda estaba cerrada, pero se detuvo a mirar su propio reflejo. Llevaba unos
jeans azul claro que le quedaban perfectos, una camiseta gris y una chaqueta
marrón. Su piel estaba bronceada por los días de trabajo fuera renovando su
casa, y su pelo rubio oscuro estaba cortado. No era un tipo vanidoso, pero sabía
que se veía bien, y planeaba usar eso para salvar a su banda.

Tiffany entró en el bar, caminando con gracia y confianza con sus tacones
altos. JD la examinó, sin ocultar la apreciación en sus ojos. Tiffany llevaba una
falda morada oscura con una chaqueta a juego y una camisa blanca debajo. Su
pelo negro liso enmarcaba su cara, y sus oscuros ojos penetrantes no mostraban
ninguna emoción. Se sentó junto a JD y puso su maletín a un lado.
—¿Qué puedo traerte de beber? —JD preguntó.
—Tomaré un Martini, —respondió y sacó su teléfono de su bolso,
revisando sus mensajes mientras JD le pedía tragos al cantinero.
Luego puso su teléfono sobre la barra. —Así que estabas pasando el rato en
Los Ángeles y decidiste que querías quedar para tomar una copa. —Ella lo miró
sospechosamente.
—Exactamente, —dijo él.
—De acuerdo. Tengo poco tiempo, ¿En qué puedo ayudarte?
JD respiró hondo. Su movimiento podría hacer o deshacer el trato con
Morrison Sanders, y su corazón latía rápido. Puso su mano en su brazo, y ella
pareció sorprendida. —Tiffany, necesito tu ayuda, —dijo.
—Continúa, —dijo ella. Él pensó que podía ver el hielo de sus ojos
empezando a derretirse.
—Sabes que he trabajado muy duro para conseguir este trato. No dejes que
esto caiga por un bajista. Bajistas hay por docenas, estoy seguro de que
encontraremos uno pronto.
—Bajistas no hay en docenas en realidad, —dijo ella—. Son las criaturas
más raras de la escena del rock. Y es difícil trabajar con muchos de ellos.
JD la miró, con una súplica en sus ojos. —Has estado en este negocio por
algún tiempo... ¿Qué te parece que debo hacer?
—Deja la estupidez y regresa con tu bajista y deja de hacerme perder el
tiempo. O consigue otra disquera.
—Bien. —JD retrocedió—. Lo entiendo.
El camarero volvió con sus bebidas y le dio a JD su whisky y a Tiffany su
Martini. —Salud, —dijo JD, ocultando la desesperación en su voz, y levantó su
copa para brindar con la de ella. Las neuronas en su cabeza trabajaban rápido.
Tuvo que idear una estrategia para conquistarla.
—Tengo que preguntarte algo, —dijo y se detuvo, mirándola con coquetería
desde el rabillo del ojo—. ¿Cómo te las arreglas para mantenerte tan
profesional?
—¿Qué quieres decir?
—Cada vez que me encuentro contigo, estás tan concentrada... Es como si
no dejaras que nada interrumpa tu trabajo... normalmente puedo decir si la gente
que conozco está feliz, o triste, o estresada... o qué está pasando con sus vidas...
como yo, llevo mi corazón en la manga, puedes ver que estoy aquí más o menos
de rodillas...
Ella sonrió. —Bueno, no es casualidad que yo sea la ejecutiva y tú el
músico, ¿no crees?
—Sí, tiene sentido. Nunca podría hacer lo que estás haciendo.
—Claro que no podrías.
—¿Te gusta el trabajo?
Tiffany parecía divertida. —No tienes límites, JD, ¿verdad? —preguntó con
una sonrisa—. Sí, me encanta este trabajo.
—¿Qué más haces, aparte de trabajar, si no te importa que te pregunte?
Quiero decir, tengo que admitir que me has despertado la curiosidad. —Su
corazón latía rápido—. Desde que nos conocimos.
Tiffany ignoró su último comentario. —¿Qué más puedo hacer? —Ella lo
pensó—. Hago yoga... recientemente tomé un curso de decoración del hogar...
—Bonito. Me encanta el yoga... —dijo él—. ¿Lo haces como un deporte o
más por el aspecto espiritual?
—Lo hago para mantener mi cuerpo en forma, para que tipos como tú
tengan un incentivo para coquetear conmigo, —Ella tomó un sorbo de Martini.
—De acuerdo, es justo, —JD levantó las manos en señal de rendición—.
Pero no puedes culparme. Estás muy buena. Y me gustan las mujeres fuertes.
Tiffany se rio. Parecía que estaba bajando la guardia. —JD... ¿Has venido
hasta aquí para seducirme? ¿Pensaste que ibas a conseguir que te ayudara
coqueteando conmigo?
JD apretó sus labios. —Soy así de obvio, ¿no?
—Lo eres. Pero está bien. Ahora déjame explicarte cómo funciona este
negocio.

Tiffany siguió a JD por el pasillo hasta su habitación. —Pensé que


invertirías más en una habitación de hotel si tu plan era seducirme.
—No tengo un alto presupuesto de viaje, —respondió JD y puso la llave de
la puerta. Ella se puso detrás de él y le agarró por los costados, y él se sorprendió
por la fuerza de su agarre.
—Sigue así y no tendrás ningún presupuesto para viajar, —dijo ella.
Entraron en la habitación, Tiffany se quitó la chaqueta y la puso en una
silla. JD encendió una pequeña luz para leer al lado de la cama y se inclinó hacia
atrás.
La blusa blanca de Tiffany era transparente, y JD podía ver un sostén negro
debajo.
Ya se había dado cuenta de que Tiffany no era una chica tímida, y la agarró
el trasero y la acercó a él. —Eres muy sexy, ¿lo sabes?
—En realidad sí, —lo empujó en la cama y empezó a bajarle la cremallera.
—¿Qué tenemos aquí?, preguntó ella cuando empezó a acariciarlo encima
de sus calzoncillos.
—Un regalo... para ti... —susurró él.
—Me gustan los regalos. —Ella se alejó de él, luego se levantó y se quitó la
falda y la blusa. Ahora sólo llevaba una tanga y un sujetador negros, y JD,
sentado en el borde de la cama mirándola, no pudo evitar admirar su cuerpo.
Tiffany volvió a la cama y se sentó sobre él, de frente, con las piernas abiertas a
su alrededor.
JD empezó a tocarla, a masajear sus pechos debajo de su sostén. Eran
pequeños y firmes y los masajeó con pasión.
—Me gusta eso. —Ella le quitó la camisa, lo empujó en la cama y se puso
encima de él, pasando por encima de su piel, arrastrándose por su cuerpo,
sintiendo su perfecto abdomen bien marcado y su pecho contra la parte interna
de sus muslos.
—Mmm sí, —él le agarró el trasero, acercándola a su cara. Sus rodillas
llegaron a los lados de su cabeza, rodeando su cara, sus partes íntimas justo
delante de él. Empezó a besarla y lamerla suavemente, como si besara sus
pliegues a la francesa.
—Me encanta besarte, —susurró JD. Tiffany le estaba dando paso a él, y
fue una de las experiencias más calientes que había tenido.

Cuando terminó, se levantó rápidamente de la cama y fue al baño para


arreglarse el pelo y el maquillaje. JD miró sorprendido como salió del baño un
momento después completamente vestida, con el pelo y el maquillaje intactos,
como si no hubiera estado encima de él sólo cinco minutos antes.
—Tengo que irme, —dijo ella mientras se ponía sus zapatos de tacón alto.
Él le cogió la mano. —Desearía que pudieras quedarte.
—No tienes tiempo que me quedara. Tienes mucho trabajo que hacer.
Necesitas encontrar un nuevo bajista, rápido.
JD asintió. —Está bien.
Mientras la veía ponerse la chaqueta y desaparecer por la puerta, parecía
como si lo que acababa de pasar fuera un sueño. Confundido, se acostó en la
cama y se quedó dormido.

No había nadie en casa cuando Kelsey se despertó en otra mañana de White


Falls. Bajó a tomar un vaso de agua y volvió a su habitación, luego se sentó en la
cama. Las lágrimas seguían brotando y tenía miedo de deshidratarse, pero no
podía dejar de llorar.
Ella estaba de luto por la muerte del sueño que tuvo sobre Darren y ella; en
su sueño, tenían un futuro juntos, vivían juntos, tal vez incluso criando una
familia juntos...
Pero los eventos de la gira dejaron claro que el Darren de sus sueños no
tenía nada que ver con el Darren de la realidad. Darren de la realidad era un
hombre de libertad, y los sueños de ella de vivir con él y de tener una familia con
él se estaban convirtiendo en ilusiones descabelladas.
Pasó el día en la cama, abrumada por la falta de voluntad de hacer algo.
Apenas salía de su habitación, ya que sus ojos estaban constantemente rojos y no
quería que sus padres la vieran así.
Para adormecer el dolor, se dio un atracón de series de televisión en su
tableta, dejando que el dolor aflorara sólo entre episodios. Pero eso también se
estaba volviendo viejo. Le dolían los ojos por el llanto y por estar demasiadas
horas frente a la pantalla.
En algún momento su teléfono sonó. Detuvo el programa que estaba viendo
y buscó su teléfono para ver quién era. No pudo evitar esperar que fuera Darren
enviándole un mensaje de texto para decirle que la extrañaba, que iba a hacer lo
correcto, que no iba a volver a acostarse con nadie más, que estaba en su auto
fuera de su casa esperándola.
Pero el mensaje de su teléfono no era de Darren, era de Ashley. ¿Qué tal?
¿Quieres venir a lo de Anna?
No, estoy un poco cansada. Contestó Kelsey, decepcionada.
Dejó el teléfono y recibió instantáneamente otro mensaje de texto.
Deberías venir aquí.
Kelsey miró fijamente el teléfono. No había forma de que pudiera salir de la
casa. Ninguno de los autos de sus padres estaba cerca, y no tenía energía para
vestirse y subir al autobús. Además, seguía sollozando.
No puedo, ella quería responder, pero no encontraba la energía para enviar
una respuesta.
Entonces se preocupó. No era propio de Ashley enviar mensajes
misteriosos, u ordenar que Kelsey debería ir a algún lugar.
¿Está todo bien? Al final envió un mensaje de texto.
Ashley se apresuró a responder.
Más o menos. Ven aquí.
Apenas pudo moverse, Kelsey se quitó el pijama y se puso los jeans. Se
secó las lágrimas con un pañuelo usado, y luego se puso los zapatos.
Estoy en caminó, envió el mensaje cuando salió de la casa y comenzó a
caminar hacia la parada del autobús.

El autobús llegó a tiempo, y Kelsey se subió. Su cara aún estaba roja de


tanto llorar, y sintió como si todos en el autobús la miraran fijamente. Sólo
pensar en lo vergonzoso que sería si empezara a llorar en el autobús la hizo
empezar a llorar, y encontró un asiento en la parte trasera, lejos de los ojos
penetrantes de los otros pasajeros, y luego pegó su cara a la ventana.

Darren miró fijamente la nevera abierta. Pan, queso vegano, algunos


tomates cherry. Sabía que tenía que comer, pero no tenía hambre. Con todo lo
que estaba pasando había perdido el apetito. Lo peor de todo, no tenía ganas de
tocar música.
Volvió al pórtico y se sentó en el banco, mirando el campo de maíz vacío
que tenía delante. Estaba oscuro, pero la noche era clara y había un poco de luz
de la luna. Vio a los granjeros sembrando justo el otro día, y supo que, como
todos los años, pronto los pequeños plantones de maíz adornarán el suelo marrón
oscuro.
Una brisa repentina le atravesó el pelo. Le pareció como si la brisa dijera no
deberías estar aquí. Sonrió en la oscuridad, burlándose de sí mismo. ¿Así que
ahora estoy empezando a oír voces?
Tal vez estás escuchando voces, la voz resonó en su cabeza. ¿Qué te
mantiene en White Falls? No tienes una banda, no tienes novia, ya ni siquiera
trabajas en la tienda de discos...
Entró y abrió su armario, donde encontró su mochila escondida detrás de
unas ropas. La sacó y empezó a llenarla con cosas - ropa interior, calcetines,
unas cuantas camisetas negras, un par de jeans oscuros. Su neceser ya estaba
empacado ya que no lo había desempacado desde que regresó de la gira, y
agregó su cepillo de dientes y lo tiró en su mochila.
Tomó su bajo y lo puso en su estuche. —Tú vienes conmigo, —dijo.
Sus ojos se posaron en su guitarra acústica, que se apoyaba tímidamente en
la pared, como si esperara silenciosamente su turno. Volvió su mirada a la
pequeña mochila y al bajo y vaciló.
—Te quedas aquí, —le dijo a su guitarra acústica, y la puso en la cama—.
Cuida mi cama por mí.
Ja. Debo estar volviéndome loco. Ahora estoy hablando con mis guitarras.
Tomó toda la comida que tenía en la nevera y la tiró en una gran bolsa de
basura, luego ató la bolsa y la puso fuera de la puerta de la cabaña. Desconectó
su portátil y la puso en la mochila, luego miró alrededor para ver si se olvidaba
de algo.
Listo para irme, pensó.
Cerró la gran ventana que daba al pórtico y salió de la cabaña, cerrando
lentamente la puerta tras él. Miró por última vez al oscuro campo de maíz, luego
tomó su mochila, la bolsa de basura y su bajo y bajó las escaleras de la cabaña
hasta su auto.

Dentro del auto, encendió la radio, irónicamente estaba sonando “Road


Trippin” de Red Hot Chili Peppers. Darren medio sonrió sombríamente y cantó
en voz baja. Mientras Red Hot Chili Peppers cantaban sobre el viaje con sus
aliados favoritos, Darren se sentía completamente solo. No tenía muchos aliados
en ese momento, y ninguno de los aliados que tenía estaban en su auto con él.
Tal vez el bajo y la bolsa de basura son mis aliados, pensó.
Su estado de ánimo mejoró cuando se unió a la autopista, subiendo el
volumen y dejando que el viento soplara en su cara, dejando atrás a White Falls.
Capítulo 7
Cuando Kelsey llegó a la casa de Anna se sorprendió de ver a Anna con los
ojos rojos también. Ashley hizo espacio para Kelsey en el sofá y fue a la cocina
a hervir agua para el café y el té.
—¿Qué pasa Kels? ¿También has estado llorando? —Preguntó Ashley
mientras volvía a la sala de estar.
—Darren y yo hemos roto.
—Oh, carajo... ¿Por lo que me dijiste el otro día?
Kelsey asintió.
—Lo siento, nena... —Ashley la abrazó y le acarició el pelo—. Qué puedo
decir... Sé que es triste, pero verás que es para bien.
—Sí, supongo. —Kelsey susurró mientras Ashley soltaba su abrazo. Se
recostó en el sofá—. ¿Qué pasa contigo Anna? ¿Por qué estás llorando?
Anna miró a un lado, mordiéndose el labio, como si tratara de evitar el
llanto delante de las chicas.
—Es el Hombre Misterioso, —susurró Ashley—. Va a retirar su apoyo...
—¿Qué? ¿Cómo sucedió eso? —preguntó Kelsey, sorprendida.
—¿Debería decírselo? —Ashley miró a Anna.
Instantáneamente, Kelsey se sintió abrumada por la curiosidad, y eso de
alguna manera empujó su propia pena a un lado.
Anna asintió, y Ashley se volvió hacia Kelsey y dijo: —El Hombre
Misterioso iba a pagar este departamento y todo por el bebé hasta que cumpliera
18 años... pero resulta que está casado y su esposa lo descubrió y le dio un
ultimátum y le amenazó con el divorcio... y si sigue adelante con el divorcio, el
Hombre Misterioso no tendría el dinero para ayudar a Anna y al bebé de todos
modos... así que decidió quedarse con su esposa y cortar la financiación.
—Guau. —Kelsey suspiró. Instantáneamente, ya no sentía lástima de sí
misma—. ¿Él puede... hacer esto legalmente?
—No estamos seguras, probablemente no, —dijo Ashley—. Ella podría
demandarlo y conseguir dinero... pero... no quiere que se ponga peor.
—Es una señal, —susurró Anna, limpiándose una lágrima del ojo.
—¿Una señal? —Kelsey levantó las cejas.
—En las últimas semanas he pensado... que tal vez todo fue un error, que
debería haber optado por la adopción... —dijo, sollozando—. Incluso con todo el
apoyo financiero... no sé si quiero que mi hijo crezca sin un padre como lo hice
yo... quiero que tenga una familia de verdad... —Buscó un pañuelo de papel y se
limpió la nariz que goteaba—. Me imaginé que podría ser una señal.
Kelsey asintió. Se sintió abrumada, la desgracia de Anna no era algo con lo
que pudiera identificarse personalmente. —Eres muy valiente, —dijo Kelsey. —
No puedo empezar a imaginar cómo habría manejado todo esto.
—Gracias, —Anna se limpió otra lágrima de su ojo.
—¿Qué dice tu madre?
—Ella dice que me quede con el niño. En el remolque con ella. Dice que
nos las arreglaremos... No quiero hacer eso.
Kelsey abrazó a Anna. Sintió que las lágrimas volvían a salir. Esta vez, no
sabía si estaba llorando por ella misma o por Anna. O por una mezcla de ambas.
—Lo que necesites Anna, estoy aquí.
Anna asintió. —Gracias.
—Para resumir la historia, —Ashley continuó—: Anna decidió dar el bebé
en adopción después de todo. Y es una decisión difícil. Por eso está molesta. No
el tipo, no el dinero... el bebé.
—Así que has decidido, —dijo Kelsey.
—Sí. —Anna dejó de llorar, una mirada decidida en su rostro—. Este bebé
merece una familia. La agencia de adopción encontró una buena familia. Tienen
dinero, tienen tiempo.
—Suena como una buena elección, —dijo Kelsey, aunque no tenía ni idea
de si lo era—. Y te gusta la familia adoptiva. Eso es bueno.
Anna asintió. —No voy a ser egoísta y criar al niño en un remolque con mi
madre alcohólica, —dijo. Las lágrimas ya no salían de sus ojos, y habló con
determinación, casi con convicción—. Conocí a la pareja una vez, parecen
buenas personas. Me dio celos... —suspiró—. Son de Chicago, tienen unos 40
años, llevan más de 10 años juntos y no han podido concebir. Han estado
esperando para adoptar durante seis años.
—Deben estar tan felices...
—Sí, parecían extasiados cuando los vi.
—Bueno, probablemente sea reconfortante saber que el bebé va a tener una
buena familia.
—Lo es... —dijo ella. Luego miró a un lado y suspiró, pensativa—.
Algunos momentos siento que estoy haciendo lo correcto... otros momentos
escucho al bebé en mi vientre pidiéndome que no lo deje... —una lágrima
comenzó a caer por su mejilla otra vez.
—Bien, escucha, —dijo Ashley, entregándole a Anna un pañuelo—.
Realmente necesitamos tener una noche divertida hoy. —Se levantó del sofá y
alcanzó su teléfono—. La situación aquí requiere que veamos Come, reza, ama y
comamos una pizza. ¿Qué tipo de ingredientes deberíamos pedir para la pizza?

JD entró en el garaje donde Dave estaba limpiando su batería y le chocó los


cinco. —Así que tenemos una entrevista por Skype con este bajista de Seattle en
10 minutos.
—Genial, apilemos algunas sillas delante de nosotros, para que pueda ver el
garaje y podamos tocar juntos.
—Bien, —JD apiló algunas sillas y conectó su computadora a un
amplificador, luego se volvió hacia Dave—, Todavía tenemos tiempo, ¿Quieres
tocar algo?
Abrió la grabación que habían hecho para su canción Dirt, y tocó solamente
la pista del bajo. La línea de bajo empezó a sonar, y JD y Dave empezaron a
tocar con ella. Se sentía raro tocar sólo ellos dos sin la energía de un bajista en el
garaje, pero el sonido era decente y tocaron la canción hasta el final.
Mientras lo hacían, JD detuvo la pista del bajo en su computadora. —Esta
fue una versión de Darren muy fácil de manejar, —sonrió JD—. Tal vez
podamos subir al escenario así. Sólo nosotros dos y una grabación de Darren.
—Eso sería bastante genial en realidad.
JD se quitó la guitarra y la puso a un lado, y luego se sentó en una silla
junto a Dave. —Realmente espero que este tipo sea bueno. No quiero tirar a la
basura todo por lo que hemos trabajado en los últimos cuatro años.
—Te entiendo.
—Y Morrison Sanders no nos lo está poniendo fácil.
—Sí... —Dave tocaba con una baqueta en la mano—. Todavía no puedo
creer lo que me dijiste sobre Tiffany. Resulta que es toda una perra.
—Oye, no llames perra a Tiffany.
—Lo siento, —sonrió Dave—. Mira cómo te pones sensible. Creí que
habías dicho que se aprovechó de ti...
—Lo hizo, pero no olvides que planeábamos aprovecharnos de ella
primero, —dijo JD—. Supongo que nos lo merecíamos por ser aficionados en el
negocio. Y ella no es una perra, sólo está haciendo su trabajo.
—Suena como si te gustara... —Dave se burló de él. Luego añadió—: No te
culpo, ser usado por una chica es muy sexy.
Antes de que JD tuviera la oportunidad de contestar, el ordenador empezó a
sonar, ya que la llamada de Malcolm el bajista estaba entrando en Skype.
—Hagamos esto, —dijo Dave.
JD presionó el botón de contestar, y pronto estuvieron en un video chat con
Malcolm.
—Hola chicos, —dijo Malcolm con una sonrisa.
—Hola, —respondió JD—. Soy JD, hablamos por teléfono, y este es Dave,
nuestro baterista.
—Encantado de conocerlos. Soy Malcolm.
—¿Cómo está el clima en Seattle hoy? —JD preguntó.
Malcolm se dio la vuelta para mirar a la ventana. —Está lloviendo, —dijo
—. Como todos los días de la semana pasada.
—Mejor la lluvia que la nieve, —respondió JD.
—Oh, ¿Está nevando en White Falls?
—No, pero lo hizo hace unos días.
—Elegiría la nieve en lugar de la lluvia, —dijo. Detrás de él, JD y Dave
podían echar un vistazo a su departamento - una gran ventana con vista a los
cielos grises, un sofá y un bajo. La casa de Malcolm tenía un aspecto moderno y
ordenado, y él se veía amigable y tranquilo.
—Así que Malcolm, hablamos por teléfono, pero Dave no estaba en ese
momento, ¿Puedes contarnos un poco sobre ti?
—Claro. Tengo 30 años, he estado tocando el bajo desde que estaba en la
secundaria. Toco jazz, rock, country, blues... a veces hago conciertos pagados,
pueden ver muestras en los videos que les envié.
—Sí, vimos los videos. Son buenos. —JD dijo.
Malcolm asintió y sonrió. —Gracias.
JD continuó: —Quería preguntarte... en caso de que te escojamos, ¿Te
parece bien mudarte a White Falls?
—Seguro, —dijo—. Hasta donde tengo entendido, ustedes no planean
quedarse en White Falls por mucho tiempo, ¿correcto? ¿Dijeron que tenían un
plan para mudarse a Los Ángeles para grabar un álbum de estudio?
—Sí, pero podría tardar unos meses. Queremos preparar las canciones para
el álbum aquí, así que cuando nos mudemos a Los Ángeles podemos
concentrarnos en grabar y tocar en vivo. Mientras tanto tendrías que mudarte a
White Falls.
—Entiendo. Me parece bien.
—Malcolm, espero que no te importe que te pregunte, —intervino Dave—.
¿Eres un músico a tiempo completo?
—No, ojalá, —respondió Malcolm—. Soy un ingeniero de software. Pero
he ahorrado suficiente dinero para poder vivir de mis ahorros durante unos años.
Realmente me interesa probarlo en la música... Siempre puedo volver a la
ingeniería de software si quiero.
—Suena genial, —dijo JD—. Y no te preocupes por usar tus ahorros,
ganamos un buen dinero cuando vamos de gira. No toneladas, pero
definitivamente suficiente para el alquiler y esas cosas. Somos una banda
pequeña, así que cada uno se queda con una buena parte.
—Suena genial, —Malcolm sonrió.
—¿Quieren intentar tocar algo juntos? —Dave preguntó—. ¿Whiskey in A
Jar tal vez?
—Claro, hagámoslo, —dijo Malcolm. ¿Qué tipo de software usan para
ensayar en línea?
Dave y JD se miraron el uno al otro. —¿Skype? En realidad, nunca lo
hemos probado antes.
—Skype no funcionará. Es demasiado lento. Les estoy enviando un enlace
a un software que pueden instalar y luego podemos ensayar con un mínimo
retraso.
—Suena genial, —dijo JD.
Malcolm parecía concentrado mientras escribía en su ordenador al otro lado
del video chat. —Listo, enviado. Lleva unos 20 minutos instalarlo. —Hizo una
pausa—. ¿Qué les parece si nos reunimos a la misma hora mañana para ensayar?
Tengo que prepararme para ir a un concierto ahora.
—Sí, claro. Hagámoslo.
JD y Dave terminaron la llamada con Malcolm y comenzaron a descargar el
software que les había enviado. —Me gusta este tipo, —dijo Dave, girando una
baqueta en su mano.
—Sí. Tiene buena onda y parece un tipo serio.
—Sí. Me gusta que tenga 30 años y que sea ingeniero de software. Y que
ahorró dinero. Se necesita ser una persona estable para ahorrar dinero de esa
manera.
JD asintió.
—¿Ves? Te dije que estaría bien.
—Espera. Aún no hemos firmado nada.

A Kelsey le pareció que Ashley se había convertido en un sargento


instructor antidepresivo. Casi todas las noches, exigía que las chicas se reunieran
en casa de Anna para hacer algo divertido. Eso normalmente significaba ver
comedias y pedir comida o comer palomitas de maíz.
—No puedo dejar que se hundan así, —dijo—. Si no las levanto, me van a
derribar, lo sé.
Kelsey no podía dejar de admirar las energías que Ashley tenía. Ashley
siempre tenía sus problemas resueltos, o se guardaba sus dificultades para sí
misma, es decir, si tenía alguna. Por lo que Kelsey sabía, Ashley no salía con
nadie; aparte del hecho de que no salir con nadie podía ser un problema en sí
mismo, eso probablemente ayudó a Ashley a mantener la cordura y le ahorró
muchos dolores de cabeza y de corazón.

—Sabes, a veces pienso que todo este jolgorio de ver la televisión y las
películas y toda la diversión que tenemos - es como una especie de represión,
¿Sabes? Siento que estoy retrasando el dolor y no sigo adelante, —Kelsey dijo.
Ashley frunció el ceño. —¿Retrasar el dolor?
—Como si pensara que tal vez necesite estar en mi cuarto por unos días...
sin televisión... sin amigos... sólo para llorar y estar triste y afligida.
—Estoy totalmente en desacuerdo. Así es como la gente termina
matándose.
—¿Tú crees? Porque en el momento en que estoy sola me siento como una
porquería otra vez. —Kelsey dijo—. ¿Realmente estamos pasando por un
proceso de curación? Tal vez deberíamos hablar de lo que sentimos en vez de
adormecerlo con películas divertidas.
—Si quieres... personalmente creo que ya hemos hablado bastante.
Hablamos sobre Darren, hablamos del Hombre Misterioso. ¿Qué queda por
decir? No se merecen otra onza de aliento.
Kelsey asintió. Ashley podría tener razón, pero ¿Sabía algo ella acerca de
los corazones rotos? —¿Así es como superas las rupturas? —Preguntó Kelsey.
Ashley se encogió de hombros. —Sí, supongo.
—¿Tuviste alguna últimamente?
—En realidad no. Hace tiempo que no me involucro emocionalmente.
—Tal vez ese sea tu problema. No le das a ningún hombre una oportunidad.
—Oh por favor, —Ashley resopló—. ¿Podemos no hacer que esto sea sobre
mí ahora? Yo no soy la que está aquí teniendo pensamientos suicidas.
—De acuerdo, bien. Sólo pon la película. —Kelsey se rindió.
Ashley pulsó el botón de reproducción y la película Pitch Perfect 2
comenzó a reproducirse. Habían visto la primera película la otra noche, y tenían
Pitch Perfect 3 en fila para verla también.
Cuando las escenas comenzaron a desarrollarse, Ashley dijo: —No
entiendo por qué esta película tuvo tantas malas críticas. Es muy divertida.
—Lo es, —dijo Kelsey con una sonrisa. Se estaba divirtiendo. Tal vez
Ashley tenía razón después de todo.
Anna, que había estado callada hasta entonces, se levantó para ir al baño.
—¿Debemos hacer una pausa en la película? —Preguntó Ashley.
—No, está bien, —dijo y entró en el baño con la mano en la espalda.
—Pobrecita. Su espalda la está matando, —susurró Ashley.
—Me lo imagino, —respondió Kelsey. Ashley pulsó el botón de “play” e
instantáneamente se absorbieron en la escena en la que las Bellas de Barden
ensayaban una canción para un concurso a capela.
De repente escucharon a Anna llamar desde el baño, —¡Ay!
—¿Qué está pasando? —Tanto Kelsey como Ashley saltaron del sofá y
corrieron hacia Anna.
Anna estaba apoyada contra el inodoro, jadeando. —Está empezando, —
susurró—. Trae la bolsa del hospital.

Era la 1 de la mañana, y hacía bastante frío. La pandilla estaba de pie fuera


del hospital, con la respiración visible bajo la luz de la calle. JD estaba apoyado
en la pared jugando con su teléfono; Ashley estaba de pie a su lado, saltando
alrededor tratando de calentarse. Dave estaba parado frente a ellos con una
chaqueta de plumas mullida y parecía cómodo. Y Kelsey se quedó ahí frotándose
las manos, deseando haber traído guantes. Estar de pie con sus amigos fuera del
hospital donde Anna estaba dando a luz, le permitió poner su corazón roto a un
lado y estar allí en el momento con el resto de ellos.
—Es algo especial que Anna esté dando a luz y que todos nosotros estemos
aquí, —dijo Kelsey.
—Bueno, excepto por su madre, somos la familia más cercana que tiene...
—Ashley se acercó a Kelsey y la abrazó a su lado.
Todos asintieron con la cabeza.
—Después de todo, el Hombre Misterioso no está por aquí... ¿o sí? —
Kelsey añadió y miró a los chicos.
Todos se miraban sospechosamente unos a otros. —No me mires, —dijo
Ashley—. Tengo una coartada.
—Bueno, sé que no soy yo, y después de todo lo que pasó el año pasado
estoy bastante seguro de que tampoco es Darren, —dijo JD y le guiñó un ojo a
Kelsey. Para entonces, todo el mundo se había enterado de que Kelsey le había
dicho erróneamente a Darren que era el padre del bebé de Anna.
—Tampoco soy yo, —dijo Dave—. Todo el mundo sabe que Anna y yo
hemos sido mejores amigos desde el jardín de infancia.
—¿Y qué? —Kelsey se rio.
—Así que es como una hermana. Además, Anna es genial, no lo ocultaría si
tuviera algo con ella...
JD se volvió hacia Kelsey. —De acuerdo, así que, si no soy yo, ni Dave, ni
Ashley, esto nos deja con Kelsey. —Hizo una pausa—. Kelsey, ¿Eres el padre?
Kelsey se sonrojó y sonrió. —¿Cómo lo supiste?
—Bueno, el momento en que volviste a la ciudad coincide extrañamente
con el momento en que Anna se quedó embarazada.
—Es cierto ... —Kelsey se puso pensativa—. No puedo creer que ya hayan
pasado nueve meses. ¿Quién lo hubiera pensado? Han pasado tantas cosas en los
últimos nueve meses...
—Por cierto, ¿Dónde está Darren? —JD preguntó.
Kelsey miró al suelo. —No me mires, no tengo ni idea.
JD y Dave miraron a Kelsey sorprendidos.
—Bien... no esperaba eso... —JD puso sus manos en su bolsillo trasero.
—Sí, rompimos hace unos días... ¿No te lo dijo?
—No lo he visto en unos días... —JD se encogió de hombros—. De todos
modos, siento oírlo.
Desde que ella y Darren se convirtieron en pareja, su amistad con JD se
debilitó. Ya no salían juntos como antes, y poco después, cuando la banda pasó
unos meses de gira, no se vieron en absoluto. Kelsey no mantuvo a JD al tanto
de lo que pasaba con su vida, especialmente cuando se trataba de Darren; el
hecho de haber elegido a Darren en lugar de JD, se quedó para siempre como un
abismo entre ellos.
—¿Crees que sabe que esto está pasando? —JD preguntó.
—Ni idea. —Kelsey se encogió de hombros con indiferencia. Trató de
parecer tranquila, a pesar de que oír su nombre la picaba.
—Bien, le enviaré un mensaje de texto, —dijo JD. Luego se volvió hacia
Kelsey—, ¿O prefieres que no esté aquí?
—No me importa, —mintió ella.
No había nada que ella quisiera más que ver a Darren.
JD le envió un mensaje de texto a Darren, y luego puso su teléfono en su
bolsillo.
Kelsey trató de evitar mirar constantemente el bolsillo de JD, esperando un
bip, esperando saber dónde estaba Darren y si iba a venir.
Sabía que mirar fijamente al bolsillo de JD era inútil; Darren podía tardar
mucho en responder, si es que lo hacía.
Saltó cuando escuchó un bip, pero no era el teléfono de JD, era el de
Ashley.
—Es la madre de Anna, —dijo Ashley—. Le pregunté si podíamos subir y
me dijo que aún no.
Kelsey estaba dividida entre concentrarse en lo que pasaba delante de ella y
lo que pasaba dentro de su mente.
¿Y si Darren apareciera y actuara con indiferencia? ¿Y si apareciera por
unos minutos y luego volviera a casa como si nada hubiera pasado?
Miró su reloj. Era la 1:30 ya, probablemente estaba durmiendo con el
teléfono apagado, y ella estaba empezando a aceptar el hecho de que no iba a
verlo esa noche.
Pasó una hora, y el grupo fue a sentarse en el vestíbulo del hospital, ya que
hacía mucho frío afuera. Fue entonces cuando el teléfono de JD sonó. JD sacó el
teléfono de su bolsillo y miró el texto, luego volvió a poner el teléfono en su
bolsillo. Kelsey estaba segura de que todos podían oír el latido de su corazón,
que resonaba en las paredes del vestíbulo vacío del hospital.
JD los miró y dijo: —Darren envía sus bendiciones. Está de camino a Los
Ángeles.
Capítulo 8
Kelsey miró a sus amigos. No comprendía aún el hecho de que Darren ya
no era parte de su vida, y ahora se enteró de que ni siquiera estaba en White
Falls... sintió que las lágrimas comenzaban a subir por su garganta, así que se
excusó y comenzó a caminar por el corredor para encontrar un lugar donde
pudiera dejar salir sus lágrimas. No quería que sus amigos la vieran llorar. No
quería que la atención se centrara en ella; y no quería que sus amigos vieran lo
duro que se estaba tomando la ruptura con Darren.
Empezó a caminar por un pasillo que estaba bastante vacío a esa hora de la
noche. Todo lucía tan blanco y limpio, y olía a desinfectante. Encontró una
puerta que conducía a un tramo de escaleras y suspiró de alivio, ya que las
solitarias escaleras parecían un buen escondite para derramar algunas lágrimas.
Pero cuando un señor del servicio entró y comenzó a limpiar las escaleras, tuvo
que subir y salir al segundo piso. Se paró en el pasillo del segundo piso y dejó
que las lágrimas se derramaran.
Llorar en un hospital no se sentía tan incómodo como llorar en el autobús.
Si me quedo aquí llorando, pensó, la gente pensará que me han diagnosticado
una enfermedad o que alguien de mi familia cercana se está muriendo. No
destacaré tanto...
De repente, escuchó fuertes gritos que venían de detrás de ella. —¡Muévete,
muévete, muévete!
Se dio la vuelta y para su sorpresa vio a un equipo de cinco personas
vestidas con uniformes, probablemente doctores y enfermeras, pasar corriendo,
empujando una cama de hospital, y encima de la cama algo que parecía un
acuario con dos pequeños bebés dentro - una incubadora con dos bebés
prematuros. El equipo corrió hasta el final del pasillo, hasta que desaparecieron
en una de las habitaciones. Kelsey miró el espacio vacío que habían dejado atrás,
aturdida. Las lágrimas volvieron a llenar sus ojos, y comenzó a sollozar
incontrolablemente.
¿Podrían ser estos bebés de Anna? Ella pensó. No, no podían. Anna iba a
tener un niño, no gemelos, y su bebé no era prematuro.
Se secó las lágrimas en la manga. Aquí estoy, llorando por mi relación con
Darren... se regañó a sí misma. Y los bebés... son tan pequeños... tan pequeños e
indefensos... y los doctores corriendo para conectarlos a una máquina de
oxígeno o algo así... probablemente una cuestión de vida o muerte...
Recordó las expresiones en las caras de los médicos. No parecían tristes o
estresados, parecían concentrados y decididos... casi felices. Mientras corrían por
el pasillo gritando para que ella se apartara, gritaban con pasión. Ella podía
recordar haber visto sonrisas en sus rostros mientras pasaban apresuradamente
junto a ella, lo cual era sorprendente dada la urgencia con la que se movían.
Irradiaban pasión y significado, eso es lo que tenían. Ella levantó la
cabeza. Me falta sentido en mi vida, por eso estoy tan obsesionada con Darren, y
dejo que todo lo de él haga o deshaga mi día.
Se sentó en un banco en el pasillo vacío. ¿Y si pudiera volver a la escuela
para ser doctora o enfermera? Las lágrimas de sus ojos se secaron y se
convirtieron en una sonrisa de determinación. Que se vaya al demonio Darren.
No lo necesito. Voy a hacer algo significativo. Lo sé.

Esperaron hasta las 3:30 AM, cuando la mamá de Anna le envió un mensaje
a Ashley para decirles que el bebé había nacido. No se les permitió verlo, ya que
poco después de que Anna dio a luz, fue entregado a la custodia de la familia
adoptiva. Después de todo, el grupo de amigos estaba ahí para Anna, no para el
bebé; el bebé iba a desaparecer de sus vidas para siempre.

Era casi de mañana cuando JD llegó a casa, durmió dos horas y se despertó
para empezar el día. Tenía mucho por hacer, tanto en la casa como con la banda.
Tuvieron que preseleccionar canciones para el álbum y preparar un contrato para
Malcolm, el nuevo bajista. Ambas tareas lo estresaban. Sabía que, si dejaba que
su banda se disipara esta vez, no tendría la energía para empezar una banda por
tercera vez. Él simplemente dejaría de soñar con una banda de rock y volvería a
hacer otra cosa. Un manitas quizás pensó mientras taladraba otro agujero en la
pared, preparándose para colgar un par de estanterías blancas que había cortado
y pintado el otro día.
Su teléfono sonó, y dejó el taladro que tenía en la mano.
Un mensaje de Tiffany. Llámame, se leía.
Dejó el teléfono y se sirvió un vaso de agua. La última vez que habló con
ella, no estaba claro si el contrato con la discográfica iba a ser cancelado, si
Dave y él iban a tener que devolver miles de dólares que la discográfica había
puesto en la promoción de su gira.
Entonces, ¿Esto es el final? Tenía el teléfono en la mano y respiró hondo.
Luego marcó a Tiffany.
—Hola, —dijo JD con una voz cansada mientras ella levantaba el teléfono
—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, —dijo ella y no se molestó en preguntar cómo estaba él—.
Tengo bajista para ti.
JD volvió a poner su vaso de agua en el mostrador, sorprendido, tanto por
su voz indiferente como por el hecho de que había decidido ayudarles después
de todo. Sin embargo, quería mostrarle que Dave y él estaban unidos y que
habían hecho su parte buscando un bajista—. ¿Estás segura? Acabamos de
entrevistar a un gran bajista en Skype y decidimos seguir adelante con él.
—No hay necesidad de seguir adelante, ya tienen bajista.
—De acuerdo... ¿Puedes compartir alguna información sobre el tipo? ¿Cuál
es su experiencia?
—Ella, es una chica. Es una buena bajista y tiene muchos seguidores en
Instagram.
—Bien... una chica... ¿Estás segura de que va a funcionar?
—Tiene que funcionar. Ella tiene muchos seguidores en la plataforma de
Instagram. Tal vez eso les dé el empujón que necesitan.
—Bien. Suena bien. Espero que funcione.
—Harás que funcione, JD.
—¿Podemos entrevistarla por Skype hoy?
—Pueden, pero no será necesario. Les estoy enviando por correo
electrónico los detalles de su vuelo para que puedan recogerla en el aeropuerto.
—Bien... ¿Cómo se llama?
—Sam.
—¿Algo más que necesite saber?
—No. Estarán bien.
La llamada se cerró desde el lado de Tiffany.
JD sostuvo el teléfono por unos momentos más, sin saber qué hacer. Tiffany
no sonaba como si estuviera negociando, y él no estaba en posición de rechazar a
la bajista que ya había reservado para él. Confundido, le envió un mensaje a
Dave. Tenemos que cancelar a Malcolm. Tiffany nos está enviando una bajista.

Era la mañana antes del vuelo a Nueva York, un par de días antes de
Pascua. La aerolínea había añadido un vuelo más por las pascuas; Kelsey estaba
feliz de ganar dinero, pero por otro lado había perdido toda motivación para
hacer cualquier cosa. Su noche en el hospital le recordó lo insignificante que era
todo lo que estaba haciendo, y su motivación para subir al avión y atender a los
pasajeros estaba en su punto más bajo.
La vida de Kelsey en estos días consistía en estar en casa y odiar a Darren,
ir a visitar a Anna, pasar tiempo en línea investigando programas universitarios
de paramédico, ver series de televisión y tocar la guitarra de vez en cuando.
Los pensamientos acerca de Darren siguieron entrando, dejando poco
espacio para otros pensamientos. Estaba en Los Ángeles... ¿Qué estaba haciendo
allí? ¿Se mudó allí? ¿O sólo estaba de visita? Ella se contuvo de enviarle
mensajes de texto para averiguarlo.
¿Es así como termina todo entre nosotros? ¿Darren se habrá ido de White
Falls para no volver nunca más? Si tan sólo hubiera una manera de
averiguarlo...

Kelsey miró su reloj. Todavía tenía una hora y media antes de que tuviera
que estar en el aeropuerto, tiempo suficiente para coger el auto de su madre e ir a
hacer una exploración inocua en la cabaña de Darren.

El Mustang de Darren no estaba allí. Se había llevado su auto a Los


Ángeles. Un largo viaje, pensó. Subió las escaleras que conducen a la puerta
principal, pero no había nada que pudiera ver desde allí. Luego bajó las escaleras
y caminó alrededor de la cabaña hasta bajo el pórtico, pero como el pórtico era
demasiado alto, no podía ver nada desde donde estaba parada.

No queriendo darse por vencida, volvió al auto y rodeó la cabaña


conduciendo sobre hierba salvaje, estacionando el auto justo debajo del pórtico.
Salió del auto y miró a su alrededor con dudas. Esto es ridículo, pensó. Ridículo
como aquella vez en la secundaria cuando me subí a la valla de JD para
espiarlo. No cambié mucho.
Trató de silenciar la voz regañona que llevaba dentro recordándose a sí
misma que ahora es algo totalmente distinto, no está acechando a Darren, sólo
está tratando de entender si se fue para siempre o no. Pero se sintió patética de
todas formas; todo eso porque era demasiado orgullosa para mandarle un
mensaje y preguntarle. No quería que él pensara que le importaba.
Se subió las mangas y empezó a subir a la parte superior del auto, usando la
manija de la puerta para colocar el pie, hasta que llegó a la parte superior y se
acostó en el techo del auto. El aluminio se inclinaba bajo su peso, y temía que lo
rompiera. Esa sería una manera estúpida de lastimarse y dañar el auto de
mamá...
Arrastrándose por el techo del auto, llegó a la valla del pórtico y se apoyó
en ella, levantándose lentamente, parándose en el techo del auto que se inclinaba
aún más y hacía ruidos extraños.
Bueno, qué diablos, pensó mientras se aferraba a la valla y subía al pórtico.
Se tomó un momento para recuperar el aliento, ya que estaba agotada por la
escalada y estresada por si es atrapada entrando sin autorización, o peor aún, ser
atrapada actuando como una acosadora y pareciendo patética a los ojos de
Darren o de cualquiera que la conociera.
Miró a la cabaña a través de la gran ventana. Las persianas estaban
parcialmente cerradas, lo que significaba que también estaban parcialmente
abiertas, y se asomó por las grietas, tratando de evitar el resplandor de la
ventana. Sus cosas siguen aquí, pensó con alivio. Había sábanas en la cama, y la
guitarra acústica estaba allí como si estuviera tomando una siesta.
Darren no se fue para siempre, concluyó.

La niebla en el área del aeropuerto de White Falls causó un retraso en el


vuelo, y Kelsey y Ashley llegaron a su hotel de Nueva York justo a tiempo para
cambiarse e ir al micrófono abierto de Shoko en Brooklyn. Esta vez el micrófono
abierto ya había comenzado cuando llegaron, entraron al lugar mientras un
artista de palabra hablada estaba terminando su pieza.
Cuando terminó, todos aplaudieron con entusiasmo, luego alguien más
subió al escenario para tocar una canción folclórica. Presentó la canción –
“Shady Grove” de Jerry García - y la ejecutó con los dedos. La forma en que
tocaba y cantaba le recordaba a Kelsey de Bob Dylan. El tipo en el escenario
tenía la piel clara, el pelo y la barba rubios, y llevaba una gorra militar verde al
estilo del Che Guevara; era un buen cantante, pero mientras cantaba cerraba los
ojos y parecía que se dormía mientras actuaba.
Shoko apareció de la nada y se puso detrás de las chicas, abrazándolas. —
¡Abrazo de grupo! —Exclamó y las chicas se volvieron y lo abrazaron. Tenía un
pequeño cuaderno en la mano donde guardaba la lista de artistas, y mientras lo
estudiaba le dijo a Kelsey: —Estoy escribiendo tu nombre.
—No, no, Shoko, no voy a subir al escenario esta noche.
—Pero yo... —Las miró y se detuvo—. Las necesito en el escenario. —
Tocó el brazo de Kelsey y la miró a los ojos—. Necesito que subas al escenario
conmigo.
—¿Contigo?
—Sí... —Sonrió, exponiendo un diente de oro—. Toca los acordes...
mientras hago una presentación de palabra hablada.
—Hmmm... Estoy segura de que puedes encontrar a alguien mejor que yo
para hacerlo. Otras personas aquí pueden tocar de verdad, —Kelsey señaló en el
escenario—, Puedes pedirle a Bob Dylan que lo haga.
Shoko sacudió su cabeza con una sonrisa. —No quiero a Bob Dylan, —dijo
—. Quiero que toques conmigo.
—Creo que deberías tocar, —dijo Ashley—. No tienes nada que perder.
Kelsey se volvió hacia ella, divertida. —¿Recuerdas lo que pasó la última
vez que dijiste eso? La peor actuación de la historia de la humanidad.
—Oh, fue divertido.
—Y tan vergonzoso. Probablemente estabas demasiado borracha para darte
cuenta.
—Está sucediendo, —dijo Shoko—. Voy al escenario a presentar al
siguiente artista y luego salimos a fumar y a practicar.
Sin esperar a que ella respondiera, Shoko desapareció tal como había
llegado antes. El tipo de Bob Dylan había terminado y la multitud lo aclamaba.
Shoko se subió al escenario, tomó el micrófono y anunció, —¡Gracias! ¡Un
aplauso para Josh! ¡Música encantadora! Nuestra siguiente intérprete de esta
noche es Chantel. ¿Hay una Chantel en casa?
La multitud aplaudió cuando Chantel, una hermosa mujer negra, subió al
escenario con su pianista. Llevaba un elegante vestido negro y zapatos de tacón
alto, y su enorme pelo rizado le daba un aura de diva. Tomó el micrófono y
comenzó a cantar con todo su cuerpo y alma junto a las notas que el pianista
tocaba.
Shoko volvió a la mesa de las chicas. —Vengan, —dijo. Lo siguieron a
través de la cocina a un patio trasero, donde puso un par de cajas vacías para que
se sentaran.
Encendió un cigarrillo que había enrollado antes y dio una bocanada,
soplando el aire lentamente por la boca y la nariz. Luego le pasó el porro a
Kelsey. Kelsey no había fumado hierba desde que estaba en la universidad, y
tomó el porro en su mano, mirándolo con interés. Su ex-novio Matthew no era
fumador, así que no fumaron cuando vivían juntos en Nueva York, y en White
Falls los chicos de Tough Love consumían principalmente alcohol, Anna y
Ashley estaban muy en forma y no fumaban, y la droga preferida de Darren era
el té indio.
Kelsey dio una bocanada. La mantuvo en sus pulmones todo el tiempo que
pudo sin dejar salir el aire, tal como le habían enseñado los “expertos” en la
universidad. El humo caliente le cosquilleaba la garganta y los pulmones, se
contuvo de toser, para no parecer una novata. El cosquilleo no era demasiado
fuerte, así que su esfuerzo por contener la tos funcionó, y dejó un largo rastro de
humo en su boca. Le dio el porro a Ashley.
—Estoy bien, —dijo Ashley.
—¿Estás segura?
—Sí, estoy segura. No soy una gran fan.
Kelsey le pasó el porro a Shoko. Tomó una bocanada y se la devolvió a
Kelsey. —Voy a buscar una guitarra, no te muevas, —dijo.
Kelsey se sorprendió de tener el porro de vuelta tan rápido, pero aun así dio
una bocanada. El porro le caía bien, ya que detrás de toda la fachada de parecer
como si todo estaba bien, se sentía quebrada por dentro. El hecho de que el
humo le llenara los pulmones le dio una sensación bienvenida de
autodestrucción.
Shoko tardó en volver, y Kelsey se quedó con el porro en la mano. A falta
de algo mejor que hacer con él y como Ashley no estaba interesada, siguió
sosteniéndolo, dando ocasionales bocanadas, como si fuera un cigarrillo de
tabaco normal. Eventualmente Shoko regresó y Kelsey le entregó el porro. —Es
todo tuyo, amigo, —dijo.
—Bien, —dijo Shoko y se rio en su extraño estilo de drogadicto rastafari.
Le dio la guitarra a Kelsey. —Toca un acorde.
—¿Cuál? —Preguntó.
—No me importa.
Kelsey tocaba un acorde de Do.
—No, no, dame algo más interesante.
Ella tocó un E7.
—Eso está mejor. —Shoko empezó a moverse al ritmo de su guitarra—.
Ahora tócala más despacio... con más pasión... menos... rígida.
Kelsey no tenía ni idea de lo que quería decir. Shoko le entregó el porro que
estaba casi terminado y agarro la guitarra. Luego tocó un acorde, rasgueando un
ritmo específico que sonaba a reggae. Kelsey se concentró tanto en escucharlo
tocar como en sostener cuidadosamente el porro sin quemarse los dedos.
—¿Lo tienes? —Preguntó Shoko.
—Creo que sí.
Él le dio la guitarra, tomó el porro y lo tiró al piso del patio. Luego lo pisó
con el talón y lo guardó en su bolsillo. —Vengan, —dijo—. Tenemos que subir
al escenario ahora.
—Tienes que estar bromeando. ¿Ahora? Ni siquiera hemos practicado. Es
una muy mala idea.
—Confía en mí, —dijo Shoko y tomó la guitarra con una mano, y luego le
dio la otra mano para ayudarla a levantarse. Los tres entraron, Ashley con
curiosidad por ver la actuación, y Kelsey con la esperanza de escapar de alguna
manera.
Shoko sostuvo la mano de Kelsey cuando salieron al escenario,
asegurándose de que estaba con él. En el escenario, enchufó la guitarra y se la
entregó. Ella la cogió, mirando las cuerdas mientras tenía miedo de hacer
contacto visual con la multitud, y luego se sentó en la silla.
Shoko habló al micrófono. —Así que voy a interpretar una pequeña pieza
de rap que he escrito. Acompañándome en la guitarra está la muy talentosa
Kelsey.
Al menos esta vez acertó con mi nombre, pensó.
Shoko le hizo una señal, susurrándole: —Uno, dos, tres, cuatro.
Empezó a tocar, tratando de reproducir el ritmo que él le había mostrado
antes, sin mucho éxito. Sin embargo, Shoko agarró el micrófono y comenzó a
rapear. Él rapeó lo hizo parte en inglés, parte en español, y parte en otro idioma
que Kelsey no pudo identificar. Sea lo que sea que estaba haciendo, a la
audiencia parecía gustarle.
Fue entonces cuando Kelsey comenzó a sentirse mal. La habitación empezó
a dar vueltas, y se sintió mareada y enferma y apenas podía sostener la guitarra
estable. Shoko se dio cuenta de que algo estaba pasando y se giró para mirarla,
pero ella ni siquiera lo notó. Su mente estaba en otra parte. Seguía tocando la
guitarra ligeramente, incapaz de mantener el ritmo o tocar el acorde. Quería
decir algo, pero se sentía tan enferma que temía vomitar por todo el escenario si
abría la boca. Shoko se dio cuenta de su angustia y empezó a terminar su canción
de rap, y pronto finalizó su interpretación
La multitud aplaudió, Shoko les agradeció, y luego tomó la mano de Kelsey
para sacarla del escenario. Ella estaba temblando y apenas podía caminar, y casi
se tropieza con el piano mientras pasaban por delante. —Necesito acostarme, —
susurró.
Ella se apoyó en Shoko y él la arrastró hasta el patio, donde la puso para
que se acostara en el suelo sucio. Se sintió enferma, fría y sola y todo parecía
aterrador como el infierno.
—Creo que está volando, —le dijo Shoko a Ashley, susurrando.
—¿Volando por la hierba? —Ashley le susurró, levantando las cejas.
—Es una mota bastante fuerte.
—No estoy volando, —dijo Kelsey al escucharlos—. Sólo me siento muy
mal.
Ashley se sentó en el suelo a su lado y puso su mano en su hombro. —Está
bien, descansa aquí un rato y luego te subiremos a un taxi para ir al hotel.
—No quiero ir al hotel, —dijo Kelsey. Las lágrimas empezaron a brotar de
sus ojos—. Quiero ir a casa.
—Lo harás, nena, lo harás. Vamos al hotel a descansar un poco y luego
tomaremos un avión para ir a casa.
Kelsey se dio vuelta y enterró su cara en el muslo de Ashley, abrazándola.
Empezó a sollozar.
—Voy a traerle un poco de agua, —dijo Shoko y entró.
—Está bien nena, —Ashley estaba ahora acariciando el pelo de Kelsey—.
Está bien. Sólo déjalo salir. Llorar es bueno.
—¿Puedes llamar a Darren? —Preguntó Kelsey, sollozando y jadeando.
—Ugh... No creo que sea una buena idea.
—Dile que me estoy muriendo... y que tiene que volver...
—No te estás muriendo, sólo estás un poco drogada. Pronto estarás bien. —
Ashley dijo, y continuó acariciando su cabello. Se dio cuenta de que el bolso de
Kelsey estaba en el suelo junto a ellas y lo empujó más lejos de Kelsey con el
pie. No había manera de que Ashley le permitiera llamar a Darren. Si Kelsey
estaba en un estado en el que no podía mantener su dignidad, Ashley iba a
hacerlo por ella.
—Necesito hablar con Darren... —Kelsey dijo, sollozando otra vez—.
Necesito decirle que lo siento... y que lo amo...
—¿Lo sientes? —Ashley preguntó sarcásticamente—. No lo sientes. Es él
quien debería sentirlo, por actuar como un imbécil y perderse a una chica
increíble como tú.
Escuchar eso envió a Kelsey a otro ataque de llanto. Las lágrimas de Kelsey
estaban empapando los jeans de Ashley, y le preocupaba que Kelsey se
deshidratara.
Una camarera salió con una botella de agua y se la dio a Ashley. —Es de
Shoko, tuvo que volver al escenario. —Entonces la camarera miró a Kelsey
preocupada y le preguntó a Ashley—, ¿Está bien? ¿Deberíamos llamar a una
ambulancia?
—No hay necesidad de una ambulancia, ella está bien. Sólo está un poco
drogada y está pasando por una dura ruptura, pronto estará bien.
—Bien. Avísame si necesitan que llame un taxi.
—Sí, eso sería bueno en realidad.
La camarera desapareció en el bar y Shoko volvió unos minutos después
para ayudar a llevar a Kelsey al taxi. Ashley y Shoko sostuvieron a Kelsey a
ambos lados y la arrastraron fuera, ya que apenas caminaba.
—Probablemente deberías vigilarla esta noche, —dijo Shoko mientras
ayudaba a Ashley a poner a Kelsey en el asiento trasero del taxi.
—Lo haré. ¿Ahora ves por qué no fumo marihuana?
—Tienes que conocer tus límites, Man. —Shoko se encogió de hombros—.
Además, no sabía que ella estaba pasando por cosas emocionales.
—Todo el mundo está pasando por cosas emocionales.
Shoko se encogió de hombros otra vez. Se abrazaron fuertemente, y él dijo,
—Hazme saber cómo está ella. Estaré esperando para verlas la próxima vez que
estén en Nueva York.
Capítulo 9
—Oh, Dios mío, eso fue tan vergonzoso, —dijo Kelsey. Hambrienta,
devoró un plato de huevos revueltos del buffet de desayuno del hotel.
—Sí, lo fue, —dijo Ashley y tomó un sorbo de café.
—Gracias por quedarte conmigo en mi cama... realmente lo aprecio, —
Kelsey sostuvo su cabeza dolorida.
—Claro, —Ashley sonrió y tomó un bocado de tostada. Luego añadió—,
No creo que debas fumar hierba en el futuro próximo, nena.
—¿Estás bromeando? No volveré a fumar nunca más. Estaba tan estresada
por subir al escenario... y todo este asunto de la ruptura...
—Sólo tienes que seguir con el alcohol o los analgésicos y estarás bien.
Kelsey resopló. Luego dijo: —Gracias a Dios que no me dejaste llamar a
Darren.
—Sí, trataste de alcanzar tu teléfono unas cuantas veces durante la noche.
Por suerte estabas demasiado débil para luchar contra mí.
Kelsey se rio. —Es increíblemente gracioso... gracias, Ash. ¿Dormiste algo
anoche?
—Un poco. Entre tus sollozos y tus ronquidos creo que he dormido unos
minutos.

Kelsey miró a su alrededor en la cabina del avión. Todavía estaba mareada,


tenía un fuerte dolor de cabeza y se sentía como un zombi mientras realizaba
todas sus rutinas de azafata en piloto automático.
No había muchos pasajeros a bordo ese día. En la fila de atrás, una joven
estaba sentada y escuchando música a través de grandes auriculares de color rosa
neón; era una persona grande, con el pelo corto y negro que parecía teñido de un
tono rojo brillante para darle un aura roja. Tenía un piercing en las cejas y vestía
todo de negro excepto los zapatos All-Star de color rosa brillante.
Kelsey le dio un vaso de agua.
—Gracias, —La pasajera asintió y sonrió. —tú pareces como alguien que
festejo toda la noche.
Kelsey pensó que era una cosa incómoda de decir, sin embargo, sonrió
educadamente y dijo: —Sí, sucede a veces.
Terminó rápidamente su paseo por el pasillo y volvió a su asiento, con la
cabeza dando vueltas. Siguió mirando la hora, esperando que el vuelo pasara
rápido, para poder volver a casa y meterse en la cama.

El avión aterrizó, los pasajeros tomaron sus pertenencias y comenzaron a


salir. Kelsey y Ashley dieron un último paseo por los pasillos para ver si alguien
había dejado algo atrás, y luego también salieron del avión. Ambas se morían
por dormir un poco, así que rápidamente atravesaron la pequeña terminal y
salieron a tomar un taxi.
—¿No es esa la camioneta de JD? —preguntó Ashley y señaló una
camioneta roja que estaba aparcada delante de ellas en el aparcamiento del
aeropuerto.
—Parece que sí. —Kelsey examinó la camioneta—. Bueno, supongo que
no es la única persona con una camioneta roja en la ciudad. —Luego añadió—:
¿Por qué no hay taxis? Me muero por meterme en la cama.
—¿Deberíamos llamar a uno? —Ashley sacó su teléfono de su bolso.
—Sí, hagamos eso.
La pasajera que le dijo a Kelsey que parecía como alguien que había
festejado toda la noche pasó por delante de ellas. —Gracias, fue un gran vuelo,
—dijo.
—Gracias, —dijeron ambas, y luego la vieron caminar hacia el
estacionamiento, llevando un carrito con dos enormes bolsas negras y una
maleta. La vieron detenerse junto a la camioneta roja.
—Tiene sentido, es una camionera, —susurró Ashley.
Kelsey se rio. —Eso no es del todo políticamente correcto.
—Aunque no la he visto en la ciudad, —dijo Ashley—. Creo que la habría
notado.
Kelsey tocó la mano de Ashley. —Mira ahora, —dijo, para su sorpresa JD
salió de la camioneta roja y ayudó a la chica a poner sus cosas en la parte de
atrás del auto.
—No me digas, —Ashley abrió bien los ojos—. Eso es muy raro.
—¿Deberíamos seguirlos?
—¿Con el taxi? ¿Y que la aerolínea lo pague?
—Sí, tienes razón, —Kelsey suspiró mientras el auto de JD desaparecía en
la distancia—. Maldición, hay tanto misterio en esta ciudad...
Ashley asintió. —Hablando de misterio, ¿quieres pasarte por casa de Anna
más tarde?
—Sí, si alguna vez me despierto de mi siesta.

En el departamento de Anna, Kelsey y Ashley la encontraron muy cansada.


Llevaba maquillaje, pero aún podían ver que sus ojos estaban hinchados. Había
llorado, y ningún maquillaje podía ocultar eso.
—Chicas, ¿quieren beber algo? —Anna preguntó.
—Sólo siéntate en el sofá y relájate. Haré café para todas nosotras, —dijo
Ashley.
Kelsey se sentó en el sofá y tomó la mano de Anna. Sabía que lo que Anna
estaba pasando era mucho más difícil que lo que ella estaba pasando, y quería
estar ahí para ella.
Ashley volvió y se sentó al otro lado de Anna, abrazando sus hombros. —
Entonces, ¿cómo te sientes? —preguntó.
—Bastante bien, —dijo Anna y tomó un sorbo de agua.
—Y ahora la verdad. Sé que estás pasando por toda esta locura. Si no
compartes, vas a terminar enferma.
—Bien. Me siento terrible.
—Es comprensible, —dijo Ashley, aun abrazándola.
Anna continuó. —Mi cuerpo está desgarrado por el trabajo de parto, y mi
corazón está desgarrado por entregar al bebé.
Ashley la abrazó de cerca y Kelsey le acarició la mano.
—¿Conseguiste verlo? —Preguntó Kelsey.
—Sí. El consejero de adopción me dijo que debería ver y sostener al bebé.
Dijo que las mujeres que no ven al bebé son las que más se arrepienten después.
Así que lo hice. No sé si fue lo correcto.
—¿Y cómo fue... sostener al bebé?
—Es una sensación de locura. Tantas emociones diferentes... era la cosa
más fea y linda que he visto. Y era mío... Intenté ver si se parecía en algo a mi...
o a él...
—¿Y...?
—Se veía como cualquier otro bebé. Rojo y rosa y más como un alienígena
que como un ser humano. —Ella sonrió con dificultad y se limpió una lágrima
de su ojo.
—Saben, tengo 27 años... mientras crecía, estaba segura de que iba a tener
una gran familia cuando tuviera 27 años. Ahora tengo un bebé, y lo he regalado.
—Sabes, —dijo Kelsey cuidadosamente, ya que era difícil encontrar las
palabras—, No sé si es un consuelo, pero cuando yo vivía en Nueva York no
conocía a nadie allí que tuviera hijos antes de los 30 años. Tal vez incluso 32... la
mayoría tuvo su primer hijo a una edad mucho más tardía.
—Es que siempre tomo decisiones estúpidas, —dijo Anna, ignorando el
comentario de Kelsey.
—No, no lo haces, —dijo Ashley—. Vives tu vida plenamente y tomas
grandes decisiones. Piensa en cuanta felicidad le trajiste a esta pareja que no
pudo tener un hijo o hija.
Anna asintió. —Gracias chicas por estar aquí por mí... y por venir al
hospital y eso.
—Por supuesto.
—Sí, —dijo Kelsey, contemplativa—. Saben, todo el asunto del hospital me
hizo pensar sobre el significado de todo.
—¿Qué quieres decir con pensar sobre el significado de todo?
—Como si sintiera que las cosas que hago... no significan nada. Marketing,
azafata... Miré a los doctores y enfermeras del hospital y sentí que tenían mucho
significado.
Ashley se encogió de hombros. —No todo el mundo puede ser médico o
enfermero. Lo que hacemos también es importante. Ya sabes, a veces los
médicos y las enfermeras necesitan viajar... y necesitan una azafata que les
ayude a encontrar su asiento...
—Sí... no creo que sea lo mismo.
—Creo que todo el mundo puede encontrar un sentido a lo que hace, en
lugar de perseguirlo en otro lugar. Estoy segura de que, si le preguntas a los
médicos, algunos dirán que quieren ir a salvar bebés en África porque eso es
realmente significativo, y no lo que están haciendo...
—Tal vez tengas razón, aunque no veo cómo ser médico pueda ser algo
menos significativo.
Kelsey y Ashley detuvieron su charla cuando notaron que Anna, que había
estado callada por unos minutos hasta entonces, estaba llorando de nuevo.
Agarró un pañuelo de papel y se limpió la nariz. Ashley puso su mano en su
hombro.
—Tuve que ponerle un nombre, ¿Saben? Es un requisito legal. —Anna
susurró.
—¿Y cómo lo llamaste? —Preguntó Ashley.
—No quería hacerlo, así que el consejero de adopción me aconsejó un
nombre al azar. Los padres adoptivos pueden cambiar el nombre de todos
modos. El consejero sugirió Jacob, y yo estuve de acuerdo. —Hizo una pausa—.
Y en realidad, no se sentía al azar en absoluto... se parecía a un Jacob. Espero
que lo conserven.
Kelsey puso su cabeza en el hombro de Anna. Las lágrimas empezaron a
salir de sus ojos también. Sentir empatía por Anna era una buena razón para
derramar una lágrima, aunque por dentro llorara por la pérdida de su relación
con Darren.
—No, no empiecen ahora, —dijo Ashley—. No puedo manejar dos amigas
lloronas al mismo tiempo. Sé que es triste y difícil, pero mírennos. Somos muy
increíbles. No podemos dejar que los hombres y los bebés dicten cómo nos
sentimos. Hagamos un pacto para vivir felices y controlar nuestras propias vidas.
Anna se encogió de hombros. —No puedo prometer eso, —dijo.
—Vamos. Vamos a intentarlo.
Kelsey sacó un pañuelo de la caja y se sonó la nariz. —Está bien.
Ashley puso su mano adelante. —Entonces, ¿Están conmigo?
Kelsey y Anna pusieron sus manos en las de Ashley. Entonces Ashley dijo,
—Hoy juramos vivir nuestras vidas feliz y apasionadamente, siempre
apoyándonos mutuamente, nunca dejaremos que los hombres nos derriben. —
Las chicas asintieron. Ashley continuó—. Hasta que la muerte nos separe.
Anna se secó las lágrimas. —No esperaba eso.
—Entonces, ¿Qué debemos hacer? ¿Ver una película o algo así? —Ashley
alcanzó el control remoto.
—Creo que ya hemos visto todas las películas que han salido en los últimos
diez años, —dijo Anna.
Una sonrisa maquinadora apareció en la cara de Kelsey. —No sé ustedes,
pero yo tengo mucha curiosidad por la nueva chica de JD.
—¡Oh, claro! —Ashley puso el control remoto de nuevo en la mesa de café.
—¿JD tiene una nueva chica?
—Sí, recogió a alguien en el aeropuerto. La chica estaba en nuestro vuelo.
Sorprendente, porque parecía lesbiana.
—Creo que se llama queer, y no se pueden hacer suposiciones sobre sus
preferencias sexuales basadas en sus elecciones de estilo, —dijo Kelsey—.
Créanme, viví en Nueva York durante un año, vi todo de todo, no es tan simple
como parece. No asuman nada.
Ashley se volvió hacia Anna. —Deberías haberla visto... te hace
preguntarte sobre el gusto de JD por las chicas.
—¿En serio? Por lo que he visto, siempre está saliendo con chicas sexys, —
dijo Anna.
Kelsey abrió la boca para hablar, pero se detuvo. Nunca les dijo que tuvo
una relación corta con JD cuando regresó a White Falls. Se lo guardó para sí
misma, ya que no quería que especularan sobre el asunto de Darren contra JD.
No quería que Ashley le preguntara por qué eligió a Darren cuando podía estar
con JD.
—Entonces, ¿cómo averiguamos qué pasa con JD y esta chica? —Preguntó
Ashley.
—Podemos acorralarlo en Eddie’s mañana.
—Parece que podría funcionar. Y tal vez ella también esté allí.

Era tarde, las chicas se habían ido a casa, y Anna miró por la ventana. Era
una noche clara, y el centro de la ciudad se extendía por debajo, con una
colección de luces de colores. Voy a extrañar esta vista cuando vuelva a vivir
con mi madre, pensó. Estaba un poco cansada, pero Dave iba a visitarla y hacía
tiempo que no lo veía, así que decidió prepararse otra taza de café. Una de las
ventajas de no estar embarazada o amamantando. Pensó. Ingesta ilimitada de
cafeína.
Cuando dio su primer paso hacia la cocina, escuchó un golpe en su puerta.
La abrió, y Dave se adelantó y la abrazó estrechamente.
—¿Cómo te sientes? —Dave le acarició el pelo.
—Como un completo desastre, —dijo ella mientras se separaban del
abrazo. —¿Quieres beber algo?
—Café estaría bien, —Dave se sentó en el sofá.
—Perfecto, iba a prepárame uno, —dijo Anna mientras caminaba
lentamente hacia la cocina. Caminar estaba mejorando, pero todavía había algo
de dolor.
—Espera, yo lo haré, —Exclamó Dave y se levantó.
—No, necesito moverme un poco. No te preocupes. —Anna puso el agua a
hervir y volvió a sentarse a su lado.
Dave puso su mano en la de ella. —No puedo ni siquiera imaginar lo que
estás pasando... Estoy aquí para todo lo que necesites, lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé.
—Entonces, ¿cómo pasaste los últimos días?
—En casa, ya sabes... estoy bastante débil. Tanto física como
emocionalmente. Ash y Kels vienen mucho por aquí. Eso ayuda.
Dave asintió. —Eso es bueno.
—Sí, son dulces... pero no tienen ni idea de lo que estoy pasando, —dijo—.
Ashley nos hizo jurar un pacto: que seremos felices y ya no hablaremos de todo
lo que nos ha pasado... —Anna sonrió—. Dije que sí, pero al mismo tiempo
pensé para mí misma, ella no tiene ni idea...
—Supongo que sólo intenta hacer lo mejor posible.
—Así es ella. Pero el problema es que ahora trato de fingir felicidad cuando
estoy a su lado, para no sobrecargarla con mis problemas... No quiero llorar
cuando ella está aquí. A veces ni siquiera estoy triste, pero tengo ganas de llorar.
Estúpidas hormonas, —se rio y se limpió una lágrima del rabillo del ojo—.
Sabes que no lloro mucho.
Dave abrazó de lado a Anna. Ella puso su cabeza en su hombro.
—Sabes que siempre puedes sobrecargarme con tus problemas, —dijo
Dave—. Y tus lágrimas. Y lo que sea. Lo entiendo.
Anna sonrió. —Sí, lo sé...
—¿Recuerdas cuando éramos niños y solías darme una paliza cuando te
molestabas por... cualquier cosa? —preguntó Dave—. Puedes hacerlo si te
ayuda.
Anna se rio. —Sí, recuerdo eso... Y fuiste tan dulce. Lo soportaste y nunca
me devolviste el golpe...
—Excepto por aquella vez que mi padre me encontró pegándote,
¿recuerdas?
—¡Oh Dios mío, sí!
—El hombre estaba tan enojado... me dijo que un hombre nunca debe
levantar la mano a una mujer... eso me marcó de por vida... —Dave miró a un
lado, perdiéndose en su viaje por el carril de la memoria—. Era tan confuso.
Pensé que las chicas y los chicos eran casi iguales hasta ese día.
—Tal vez si se permitiera a los chicos golpear a las chicas cuando son
niños, no tendríamos tanta discriminación de género de adultos, —Anna sonrió.
—Tal vez... honestamente creo que estoy marcado de por vida por ese
incidente, —dijo Dave pensativo—. Creo que, si una mujer terrorista viniera y
me atacara, no sería capaz de defenderme por lo que dijo mi padre.
Los ojos de Anna se llenaron de lágrimas. —Esto es tan divertido, no sé por
qué estoy llorando, —se ahogó en risas y lágrimas. —Es divertido que estés
aquí, —siguió ella—. Estoy tan agradecida por tenerlos a ti, a Ashley y a
Kelsey... No veo cómo podría haber pasado por esto sola... o solo con mi
madre...
—Por cierto, ¿Cómo está tu madre?
—Igual que siempre, —Anna se encogió de hombros—. Todavía enojada.
Estoy tratando de no verla demasiado... sabes que me pone mal... está tratando
de convencerme de que recupere el bebé. Como si eso fuera lo que necesito oír
ahora mismo.
Dave asintió. —Lo superará.

—Oh, me olvidé del café, —Anna se levantó para ir a la cocina.


—No te preocupes por eso, yo haré el café. —Dave le cogió la mano y la
llevó de vuelta al sofá, luego se levantó y se fue a la cocina—. ¿Alguna
instrucción especial?
—No... sólo café normal. Pero con un poco de agua. Y mucha leche. Y 2
1/2 cucharaditas de azúcar. Oh y también hay crema batida en la nevera. Así que
deja algo de espacio para la crema batida..
Dave se rio. —Bien, un café normal para ti.

Darren estacionó su auto en la calle cerca de la casa de Lena. Era un barrio


residencial, no lejos de Hollywood, con grandes edificios de dos pisos que se
dividían en varios departamentos. Al salir del auto, inmediatamente se dio
cuenta del indulgente clima de Los Ángeles. Era mucho más agradable que
cuando salió de White Falls un par de días antes. Se quitó la chaqueta, la tiró en
el asiento trasero y se estiró un poco para aliviar su cuerpo del aparentemente
interminable viaje. Luego subió las escaleras hasta el segundo piso y llamó a la
puerta. Era la primera vez que visitaba a Lena en Los Ángeles, y ya le gustaba el
lugar.
Lena abrió la puerta con una sonrisa. Sin maquillaje y con sus ojos color
avellana y su pelo castaño claro, era la viva encarnación del término “la chica de
al lado”. Llevaba una camiseta negra y pantalones grises sueltos, y no tenía
ningún tatuaje - al menos no visible. A cualquiera que la viera fuera del
escenario le habría costado creer que era una estrella de rock. Parecía tan joven,
a Darren siempre le costaba creer que era 13 años mayor que él.

Se abrazaron durante un largo minuto. —Pasa, —dijo ella.


Entró en el departamento y miró a su alrededor. Estaban parados frente a la
cocina, la sala de estar a su derecha. Las baldosas del suelo le llamaron la
atención. Eran de estilo antiguo, de color naranja cremoso con adornos
marrones, y parecían ser retro o muy antiguas. La decoración del salón encajaba
con los azulejos de estilo antiguo, con un sofá marrón claro y muebles de
madera. En el otro extremo del salón había una puerta corrediza que se abría a
un pequeño balcón con vistas a la calle.
—Déjame mostrarte el lugar, —dijo Lena.
Darren la siguió hasta el baño, que tenía un aspecto limpio y moderno,
aunque tenía los mismos azulejos antiguos que el resto del lugar. Entonces ella le
mostró su dormitorio, una gran habitación con una confortable cama king-size y
nada más. Había una gran ventana en el dormitorio, y se abría a otro pequeño
balcón.
Finalmente llegaron a la última habitación, su estudio. Era una habitación
pequeña, con las paredes y el techo cubiertos de espuma acústica. Había una
pequeña batería en el centro, un piano eléctrico a un lado, y unas cuantas
guitarras colgadas en la pared. También había una computadora conectada a una
estación de monitoreo, y un par de amplificadores.
Volvieron a la sala de estar. —Esta es tu cama, —dijo ella y señaló el sofá
—. Y puedes poner tus cosas en el armario de madera. Sabes que odio el
desorden.
—Claro, —dijo Darren y puso su mochila en el armario—. ¿Dónde pongo
el bajo? —preguntó, todavía con el gran estuche del bajo.
—Puedes ponerlo en el estudio.
—Genial.
—¿Quieres dormir una siesta, o te apetece grabar música? Apreciaría una
línea de bajo fresca, ya sea ahora o después de que te despiertes.
—Sí, lo haré ahora, —dijo él—. Déjame tomar un café y tocaremos. ¿En
qué estás trabajando?
—La canción que te envié el otro día. He implementado tus sugerencias y
estoy grabando un demo, —Dijo Lena mientras veía la hora. —Puedes hacer tu
propio café, siéntete como en casa. Yo vuelvo al estudio, estoy en racha.
Darren se preparó una taza de café y se sentó junto a la isla de la cocina
para beberlo. Conducir desde White Falls a Los Ángeles le llevó más de 30
horas, y no durmió bien en su parada en el motel. No era un gran bebedor de
café, pero sentía que lo necesitaba. No tenía ganas de dormir una siesta todavía.
Miró alrededor del departamento de Lena otra vez. Era un lugar agradable,
obviamente a Lena le iba bien con su música. No pudo evitar preguntarse qué
era lo que la hacía diferente de tantos otros que soñaban con triunfar en el
negocio de musica y nunca lo hicieron.
Bueno, era una buena guitarrista, eso definitivamente ayudó. No tenía una
gran voz, pero era muy creativa y siempre estaba escribiendo canciones. Algunas
de las canciones que escribió eran tan personales que no tenía sentido que nadie
más que ella las cantara, así que en algún momento empezó a interpretar sus
propios materiales.
Al principio no sonaba muy bien, pero era auténtica y la gente se conectó a
su música. Era una artista que escribía e interpretaba melodías simples con letras
auténticas. Más que nada, pensó Darren, lo que separaba a Lena del resto era
que tenía mucho coraje.

Cuando terminó su café puso su taza en el fregadero y fue al estudio donde


Lena estaba grabando su voz. Había mejorado. —Eso estuvo bien, —dijo Darren
mientras ella terminaba de grabar.
—¿Tú crees?
Darren asintió con la cabeza.
—Gracias, —respondió Lena. —Ahora todo lo que necesito es una línea de
bajo, iba a grabar algo por mi cuenta, pero ahora que estás aquí...
—Claro, hagamos eso. —Darren sacó el bajo de su estuche y lo conectó al
sistema de grabación, entonces Lena le dio play en la computadora y la canción
empezó a sonar.
Darren escuchó atentamente, volviendo a familiarizarse con la melodía, y
comenzó a tocar una línea de bajo improvisada. Era una canción pesada, ya que
Lena la había grabado con una guitarra de tono bajo y mucha distorsión, pero era
lenta, así que decidió que la línea de bajo no debía ser demasiado dominante.
—Algo así, —dijo Darren y tocó una línea de bajo lenta con rellenos
ocasionales, —O así, —tocó una línea de bajo más suave pero más rápida que
tenía más notas por compás.
—Me gustan ambas, —dijo Lena—. Hagamos una para el primer verso y
otra para el segundo.

Llevó una hora terminar la línea de bajo y tener una grabación con la que
ambos estaban contentos, con todo en el ritmo, tal como le gustaba a Darren.
—Buen trabajo. Ahora pidamos comida, me muero de hambre, —dijo Lena
cuando por fin terminaron.
—Claro. Me voy a duchar si te parece bien, pide lo que quieras para mí.
Mientras sea vegano.
—Claro. Hay una toalla para ti debajo del lavamanos.

Darren se metió en la ducha y dejó que el agua tibia y reconfortante le


lavara todo el cuerpo. Sólo entonces recordó lo cansado que estaba. Salió de la
ducha y se puso los mismos jeans con una camiseta limpia. Se secó un poco el
pelo con una toalla, pero aún estaba húmedo cuando salió del baño. Luego fue a
la sala y vio a Lena sentada en el sofá jugando con su teléfono. Ella lo miró y
sonrió. Él pensó que podía ver algo más que amabilidad en su sonrisa, una
aprobación de su aspecto, recién salido de la ducha.
Ella le hizo sitio en el sofá a su lado. —¿Cómo están las cosas contigo? ¿Te
las arreglaste para ordenar todas las cosas por las que has pasado?
—En realidad no, —dijo—. Supongo que por eso estoy aquí.
—¿Qué ha pasado?
—La banda y Kelsey me dejaron en un lapso de 15 minutos.
Lena sonrió. —¿Qué hiciste?
—¿Por qué asumes que fue mi culpa?
—Porque te conozco.
La miró por el rabillo del ojo. —No sé... se necesitan dos para bailar el
tango.
—¿Pasó algo?
—Con Kelsey, se enfadó cuando le dije que tuve algo con una de los
roadies, aunque se suponía que teníamos una especie de relación abierta,
especialmente en la gira... y con la banda... no sé. Tuvimos una discusión, tal vez
fui duro, pero sólo trataba de mantenerlos en un nivel más alto, ¿sabes?
Lena se encogió de hombros. —Te entiendo.
—Creo que, para tener éxito en el negocio de la música, hay que darlo todo.
Estoy seguro de que lo sabes. Siento que esos dos, y especialmente Dave, se
conforman con la mediocridad. —Continuó—: Y Dave y yo, nunca nos llevamos
bien.
—Tampoco soy una gran fan de la mediocridad, pero aprendí a relajarme
con el tiempo, ya sabes... si no te relajas... es solitario en la cima.
Darren asintió. —Si, lo sé. Igual, el asunto con Kelsey me molesta bastante
mas de lo de la banda. Creo que realmente actúe como un idiota.
—¿Y le dijiste eso?
—Ella no quiere saber nada de mí. Y quizá tiene razón, no quiero arrastrarla
a mi jodida vida.
—No digas eso—
Llamaron a la puerta, su cena había llegado. Darren se levantó y buscó su
mochila para encontrar su cartera, pero Lena lo detuvo y le dijo: —Yo me
encargo de esto. Yo invito. —Abrió la puerta y le pagó al repartidor, entonces un
magnífico olor a fideos comenzó a extenderse por todo el lugar.
—Lindo. Estoy tan hambriento, —dijo Darren.
Lena puso las cajas de fideos en la mesa de café frente a ellos. —Veamos
un concierto de Queen en vivo, —encendió la televisión. Lena tenía un enorme
televisor de pantalla plana, y era reconfortante ver un programa y comer,
especialmente un show tan inspirador como el de Queen.
—Gran elección de comida. —Darren usó palillos para llevarse a la boca un
trozo de fideos con tofu y albahaca.
—Sí, me encanta este lugar. Hacen los mejores fideos de la ciudad, —dijo
Lena sin apartar la vista del concierto frente a ellos—. Maldición, quiero ser
Freddie Mercury.
—Creo que eso se puede arreglar, —dijo Darren—. Vives en Los Ángeles.
Puedes cambiar de sexo y tener VIH si quieres. Posiblemente en el mismo día.
Lena se rio. —Pero aun así necesitaré una cirugía de cuerdas vocales.
¿Sabes que el tipo tiene cinco octavas? Es como un piano.
—Era como un piano. Que descanse en paz.
Siguieron viendo el concierto y comiendo hasta que se llenaron. Cuando
Queen se acercaba a la mitad del espectáculo, Darren notó que estaba
dormitando. —¿Qué hora es? Me estoy durmiendo.
—Todavía es temprano, pero ve a dormir. Estaré en mi estudio si me
necesitas, —Lena se levantó del sofá—. Puede que salga más tarde. ¿Quieres
que te despierte para salir?
—No, creo que sólo dormiré hasta mañana. No he dormido en un par de
días y el viaje fue largo.
—Claro, —Lena entró en su dormitorio—. Déjame traerte una manta.
Capítulo 10
Darren durmió a intervalos hasta la mañana siguiente. Tenía el sueño ligero,
y escuchó a Lena entrar y salir de la cocina y del departamento unas cuantas
veces esa noche. En algún momento el departamento se puso completamente
oscuro y tranquilo, así que asumió que Lena se había ido a dormir. La siguiente
vez que se despertó había mucha luz y Lena estaba en la cocina haciendo café,
así que decidió que era hora de levantarse.
—Buenos días, —dijo Darren y entró en la cocina para prepararse una taza
de café. Era su segunda taza de café desde que llegó a Los Ángeles, más de lo
que solía beber en toda una semana en White Falls.
—¿Cómo dormiste?, preguntó ella.
—Bastante bien, —dijo Darren. En su mente pensó, este no es el momento
de ser quisquilloso con mi entorno de sueño—. ¿Qué hay de ti? ¿Como te fue
ayer?
—Fue genial. Fui a una sesión de improvisación, la improvisación estuvo
normal, pero conocí a gente súper.
—¿Todavía vas a las improvisaciones? —Darren preguntó y tomó un sorbo
de café. —Asumí que con el tipo de éxito que tienes dejarías de hacer
improvisaciones.
—Ya casi no voy, pero estoy pensando en montar una nueva banda. Sabes
que los tipos con los que grabé mi último álbum eran pagados, cada uno de ellos
está haciendo lo suyo ahora. Todavía estoy tratando de decidir si quiero grabar
mi próximo álbum con músicos pagados o formar una banda.
—Yo digo que vayas con músicos pagados si tienes el dinero... una banda
es un gran dolor de cabeza.
—Sí, lo sé, pero añade algo a la música... ...y también es extraño ir de gira
con músicos pagados. Algunos músicos que son grandes artistas de estudio
apestan en los shows en vivo.
—Y algunos son geniales en los shows en vivo y apestan en el estudio...
—Sip. —Ella asintió con la cabeza—. Pero no me voy a rendir. Lo quiero
todo.
—Bueno, si hay alguien que puede tenerlo todo, eres tú.
—Gracias, —Lena sonrió—. Por cierto, tengo un concierto acústico
mañana por la noche si quieres venir.
Darren asintió, y Lena continuó: —Es una cosa semanal, una actuación
muy tranquila y es un buen dinero. Si quieres actuar conmigo la semana que
viene, definitivamente te pagaré...
—Me encantaría tocar contigo. Y no tienes que pagarme mientras duermo
en tu sofá. —Él dijo. Luego añadió—: Pero ¿Por qué esperar a la semana que
viene? Actuemos juntos mañana.
—Va a ser duro. Hay mucho que aprender.
—Algunas de las canciones ya conozco, para el resto tocaré las notas
fundamentales. Las notas fundamentales siempre están en su lugar. ¿Qué te
parece?
Ella lo pensó por un momento. —Claro, por qué no.

Al día siguiente, Darren y Lena llegaron al lugar donde el show de Lena iba
a tener lugar.
—Bienvenido al Green Underground, —dijo Lena mientras entraban—. Me
acaban de decir que las entradas del show se agotaron.
—Asombroso.
Era un lugar fresco, un gran local con una zona de asientos frente a un
escenario ligeramente elevado. No era el lugar más grande en el que Darren se
había presentado, ya que tocó en lugares más grandes durante la gira de Tough
Love, pero aun así era impresionante que Lena pudiera llenar todo el lugar.

Poco después de terminar la prueba de sonido, las puertas se abrieron al


público y la gente empezó a entrar. Al poco tiempo, no quedaban asientos. Lena
y Darren se sentaron en un lugar oscuro a un lado, tratando de mezclarse, viendo
como el lugar se llenaba, ya que no tenían ganas de ir al camerino.
El jefe de turno vino y les dijo que era la hora, y rápidamente lo siguieron
hasta las escaleras detrás del escenario, escabullándose en el oscuro escenario.
Las luces del local se apagaron, y una luz iluminó el escenario donde Darren y
Lena estaban sentados en sillas de bar, Darren con su bajo y Lena con una
guitarra acústica, dos micrófonos delante de ellos.
—Gracias a todos por venir esta noche, —Lena habló al micrófono con una
voz baja y susurrante. La multitud aplaudió, y ella esperó a que se calmaran
antes de continuar—. Esta noche tenemos un espectáculo acústico especial para
ustedes, con algunas canciones del álbum anterior, y algunas canciones del
próximo álbum, que se publicará a finales de año. —La multitud aclamó la
buena noticia y Lena tuvo que parar y esperar a que se calmaran de nuevo.
—Así que empecemos con una de mis favoritas, una canción que escribí
hace tres años cuando estaba pasando por momentos difíciles, cuando intentaba
decidir si quería seguir haciendo música o dejarlo todo.
Lena miró a Darren, y los dos asintieron con la cabeza. Luego comenzó a
tocar con los dedos un riff en su guitarra acústica, y toda la habitación se quedó
en silencio, dejando que la hermosa melodía resonara en las paredes alrededor de
ellos. Darren se sentó en su silla, golpeando ligeramente con el pie al ritmo,
esperando el momento adecuado para añadir el bajo. Cuando lo hizo, la
habitación se llenó con el profundo y reconfortante sonido del bajo, mezclado
con las suaves notas que Lena tocaba con su guitarra acústica. Empezó a cantar,
y el público volvió a aplaudir.
Hubo un tiempo, no hace mucho
Sabía lo que debería hacer
Hubo un tiempo en los sueños de terciopelo
Cuando estaba destinada a ti
Darren vio con asombro como mucha gente en la multitud cantaba con
Lena. Recordó que le preguntó el otro día sobre la frase “cuando yo estaba
destinada a ti”, y ella dijo que no se refería a una persona, sino a la música que
estaba creando. Le contó sobre los días en que pensaba que sería mejor encontrar
un “trabajo de verdad”, esos días en que odiaba su voz y no podía encontrar
actuaciones pagadas. Pero decidió dar un año más y trabajar como una loca,
hasta que lo logró. Poco a poco su música fue ganando interés y seguidores, y
ahora estaba dando un concierto íntimo frente a una multitud de 300 personas,
que conocían las letras de sus canciones, incluso su canción sobre la época en
que pensó en dejar la música para siempre...
Él la miró. Ella cerró los ojos, completamente absorta en la música, su voz
delicada y la melodía llenando el lugar.
No, no era una gran voz, pero conmovió al público. Y también lo conmovió
a él. Verla así en el escenario, completamente entregada a su música y a su
público, le despertó sentimientos.
Miró de nuevo a la multitud y sintió algo que no había sentido en mucho
tiempo. La intimidad del público. Tough Love tocaba música rock energética,
siempre había mucho ruido, mucha distorsión, mucha energía en el aire, pero
casi ninguna conexión íntima con el público. Allí en el Green Underground,
sentado y tocando un espectáculo acústico, tenía realmente contacto visual con la
gente de la multitud. Podía sentir que amaban a Lena, y podía sentir que algo de
ese amor se le contagiaba a él también.

Lena abrió la puerta de su departamento. —No puedo superar lo increíble
que fue el show, —dijo ella—. Sonaba tan bien con el bajo. Gracias por
convencerme de hacerlo.
—Seguro.
—Creo que el público te amaba.
—Te amaron a ti. —Él sonrió a medias—. Pero sí, fue divertido, uno de los
mejores espectáculos que he tenido.
—Abramos una botella de vino. Realmente tengo ganas de celebrar.
—¿Estás segura? —Darren preguntó—. Es muy tarde, y ya nos tomamos un
par de cervezas en el bar...
—Un par de cervezas no es nada, —dijo ella.
—Tal vez para ti.
Ella lo miró con una sonrisa. Luego añadió: —No me importa, voy a beber
una copa de vino en el balcón. Puedes unirte a mí si quieres.

Darren tomó un vaso de agua de la cocina y salió al balcón, donde Lena


estaba sentada con una botella de vino y una copa en mano, sorbiendo y
sonriendo, con los pies en la pequeña mesa de café, mirando la calle debajo de
ellos.
Él se sentó y miró la calle de abajo también. Era tarde, y de vez en cuando
pasaba un auto, rompiendo el silencio. Notó una copa vacía en la mesa y se
sirvió un poco de vino. Qué diablos, pensó. Relajarse en el balcón y ver a Lena
relajarse con una copa de vino le hizo querer participar en el ambiente festivo.
Lena se volvió hacia él lentamente. —Salud, —dijo.
—Salud.
Durante mucho tiempo estuvieron los dos en silencio, bebiendo y mirando
la calle. Darren estaba extremadamente cansado, pero también drogado por el
espectáculo y disfrutando del momento especial. Sin mirarlo, Lena envió su
mano y la puso en la suya. —Gracias, —susurró.
Darren no respondió, y sólo saboreó la sensación de la mano de ella sobre
la de él. Giró su mano y empezó a acariciar la palma de la mano de ella con su
pulgar, todavía mirando la calle debajo de ellos.
Ella acercó su silla a la de él y puso su cabeza en su hombro. Él inclinó su
cabeza para tocar la de ella, luego puso su copa sobre la mesa y usó su mano
libre para acariciar su cabello. Se sintió cerca de ella, y extraño el sentimiento de
una mujer. Extrañaba a Kelsey, y Lena le recordaba un poco a Kelsey.
Su otra mano dejó la palma de Lena y la rodeó por el hombro, abrazándola
cerca de él. Ninguno de los dos dijo nada, quizás porque estaban disfrutando del
momento, o quizás porque ya habían pasado por ese camino antes, y sabían que
no los llevaba a ninguna parte.

Esta cama es mucho más cómoda que el sofá, pensó Darren mientras abría
los ojos. Vio a Lena durmiendo en el otro extremo de la cama, e
instantáneamente se sintió culpable. Aunque Kelsey había dejado claro que
necesitaba tiempo libre, estar con Lena le garantizaba alejarla más de él. Pero
¿Había alguna posibilidad de volver a estar con Kelsey, que él no supiera? Y tal
vez, era mejor para Kelsey si él estaba fuera de su vida para siempre. Tal vez,
como todo el mundo dijo, no podía traer felicidad duradera a la vida de una
mujer.
Su mente regresó a su antigua psicóloga y a lo que ella había dicho de él.
Que tenía sexo con mujeres sólo para satisfacer su necesidad de intimidad.
Tiene que haber otra manera, pensó. El sexo siempre complica las cosas.
Podría haber sido más fácil si no se hubiera acostado con Lena la noche
anterior. Pero sintió un fuerte impulso de estar cerca de alguien... así era como
siempre empezaba. Un fuerte deseo sexual mezclado con la necesidad de sentir
el calor de otra piel humana. Y en el caso de Darren, como las mujeres lo
encontraban tan atractivo, no tenía que iniciar nada, todo lo que tenía que hacer
era seguir la corriente...
Miró a Lena durmiendo tranquilamente. La conocía bien, y sabía que al
igual que él, ella no se tomaba las cosas demasiado en serio. Quizás ella también
tenía problemas de intimidad como él. Una ola de deseo lo invadió, y se acercó a
ella.
—Hola... —Lena susurró, apenas despierta.
—Hola, —le susurró él al oído.
—¿Dormiste bien? —preguntó ella, frotando su cuerpo contra el suyo.
—Si... ¿Te quedan condones?
—Sí... en el baño... —dijo ella y le cogió la mano, que se mantuvo en
contacto mientras él se levantaba de la cama—. Vuelve rápido.
Darren se levantó y fue al baño a buscar condones. Cuando volvió a la
cama la encontró en la misma posición, de lado, y sospechó que se había vuelto
a dormir. Al entrar en su cuerpo, sintió el mismo remolino de emociones
mezcladas. Cada vez que se acostaba con alguien que no era Kelsey, se sentía
tanto bien como terriblemente mal.

JD y Sam entraron en el garaje. —Sam, este es Dave nuestro baterista.


Dave ella es Sam, nuestra nueva bajista.
Sam y Dave se dieron la mano, y Dave se sorprendió de lo firme que fue su
apretón de manos.
—Tiene buena onda este garaje, —dijo mientras miraba a su alrededor—.
¿Hacemos algo de improvisación para calentarnos?
—Claro, —Dave fue a su lugar detrás de la batería. Miró a Sam. Era una
chica grande, tanto en longitud como en anchura. Tenía el pelo corto y negro con
mechas rojas, y llevaba una camiseta rosa y un pantalón negro con bolsillos a los
lados, pantalones que parecían de una obrera de la construcción. Definitivamente
no era su tipo de mujer, pero estaba ahí por la música y nada más.
Es bueno que no la encuentre atractiva, pensó Dave. No me gustaría tocar
en una banda con alguien que me atrae.
—Dame un buen ritmo, —le dijo ella a Dave.
Cumplió y empezó a tocar los tambores. Sam se volvió hacia JD. —
Improvisaremos en el tono de Mi.
JD asintió y comenzó a tocar acordes en la tonalidad de Mí, y Sam
comenzó a improvisar una línea de bajo. Era la primera vez que la veían tocar, y
era buena. Tocaron durante 10 minutos hasta que Dave concluyó la
improvisación dando un final de batería y puso sus palos a un lado.
—Eso fue divertido, —dijo JD—. Deberíamos improvisar más a menudo.
—De acuerdo. —Dave asintió.
—Ahora vamos a centrarnos en los materiales para nuestro próximo
espectáculo. —JD sacó de su bolsillo un trozo de papel con la lista del set—.
Comencemos con Dirt. ¿Aprendiste la línea de bajo que te envié?
—La escuché. Honestamente, no me gustó. No es mi estilo. Haré una nueva
línea de bajo. Sólo empiecen a tocar, improvisaré.
JD se encogió de hombros. Miró a Dave, y Dave lo miró y no dijo nada. —
Está bien, —dijo—. Vamos a tocar.
Dave asintió con la cabeza y dio la señal de salida del tambor. JD se unió
rápidamente cantando y tocando acordes, y Sam se quedó allí un minuto
mirándolos, tratando de averiguar cómo abordar la canción. Eventualmente,
cuando ya estaban casi a un tercio de la canción, empezó a tocar el bajo. Al
principio estaba fuera de ritmo y de tono, pero cuando llegaron al último tercio
de la canción, le cogió el tranquillo y tocó una línea de bajo decente hasta el
final.
Cuando terminaron, JD miró a Sam y dijo: —Bueno, no es exactamente lo
que tenía en mente, pero supongo que podemos trabajar con eso. —En su mente
añadió, ¿Por qué todos los bajistas son tan complicados?
—Genial, —dijo Sam—. Ahora que hemos tocado nuestra primera canción
juntos, hagamos una selfie de la banda. —Sacó su teléfono, y JD y ella se
pararon frente a la batería para incluir a Dave en la foto—. Transmitiendo en
vivo a nuestros fans, —dijo. Luego añadió: —Estoy etiquetando Tough Love.
Tocaron unas cuantas canciones más, y luego Sam tuvo que irse. —Tengo
que ir a ver un departamento, no puedo esperar a salir de ese hotel destartalado.
No hay muchas opciones en esta porquería de ciudad, ¿Saben?
JD sonrió. —Es una ciudad bastante genial en realidad. Te acostumbrarás a
ella.

Cuando Sam se fue, Dave se volvió hacia JD y dijo: —¿Por qué todos los
bajistas están tan locos?
—Exactamente eso pensé —se rio JD. Luego añadió—: Veamos la selfie.
No hemos publicado nada en años. —Abrió Instagram en su teléfono y una gran
sonrisa se apoderó de su rostro. —Dave, tienes que ver esto—. Le pasó su
teléfono a Dave.
—¿Qué se supone que debo ver?
—Sam Publicó la imagen hace media hora. Y ya tenemos unos 100
seguidores nuevos.
—Maldición.
—Parece que Tiffany sabía lo que estaba haciendo después de todo.
Capítulo 11
—Me pregunto si Darren ya ha vuelto de Los Ángeles, —dijo Kelsey,
mientras estaban pasando el rato en casa de Anna.
—¿Por qué importa eso? Creí que habían terminado.
—Sí terminamos, sólo me preguntaba si lo veremos en Eddie’s esta noche...
Quiero decir, es un show de Tough Love.
—Así que puedes asumir que va a estar allí. Vamos, y si verlo te hace sentir
mal, podemos irnos.
—Bien, —dijo Kelsey. En su mente, añadió, no creo que ver a Darren haga
que quiera irme.
—Vayan ustedes chicas. Creo que me quedaré aquí, —Anna se estiró
perezosamente en el sofá.
—¡Deberías venir con nosotras! ¡Es el primer show de la banda después de
la gira! —dijo Ashley—. No creo que sea bueno que te quedes en casa todo el
tiempo.
—Siento que todavía necesito descansar. Y además apenas puedo caminar,
mi vagina me está matando.
Kelsey se rio. —No te dicen eso sobre tener hijos, ¿verdad?
—No, no lo hacen, —dijo Anna—. Espero que algún día vuelva a la
normalidad.
—Estoy segura de que lo hará, —dijo Ashley—. Nunca escuché a nadie
quejarse de su vagina arruinada para siempre por el parto.
Anna sonrió. —Obviamente no andas con muchas madres.

Kelsey y Ashley entraron en Eddie’s y dejaron caer sus abrigos en el


guardarropa.
—¿Recuerdas que esta solías ser tú? —Ashley discretamente señaló a la
chica del guardarropa.
—Sí...
—No puedo creer que haya pasado tanto tiempo desde la última vez que
estuvimos aquí.
—Sí ... hemos estado ocupadas ...
—O, simplemente estamos envejeciendo.
—Eso también.
Las chicas fueron al bar a por cervezas y luego se dirigieron a la pista de
baile. No había ninguna banda en el escenario, pero el lugar estaba bastante
lleno.
—¿Quieres ir a ver si los chicos están en los camerinos? —Preguntó
Ashley.
—Seguro.
Justo cuando estaban a punto de salir de la pista de baile, Owen subió al
escenario y agarró el micrófono. —Damas y caballeros, —habló al micrófono, y
luego se detuvo hasta que tuvo la atención de la multitud—. Sé que durante los
últimos meses han estado esperando. Extrañando a esta banda, preguntándose
cómo es que desaparecieron durante tanto tiempo, después de que ustedes se
acostumbraron a verlos cada semana. —Se detuvo para crear suspenso—.
Bueno, para aquellos que no lo sabían, Tough Love había estado en una gira
nacional durante tres meses, abriendo para Washingtones... —Se detuvo y dejó
que la multitud los aclamara—. Y aunque son una sensación a nivel nacional,
están de vuelta en la ciudad y listos para el rock n' roll. Damas y caballeros, por
favor den la bienvenida al escenario: ¡Tough Love!
La multitud vitoreaba como loca, y Ashley y Kelsey se quedaron en la pista
de baile aplaudiendo y vitoreando y gritando a todo pulmón. El corazón de
Kelsey latía rápido. Iba a ver a Darren en cualquier momento.
Luego los chicos subieron al escenario. Dave se sentó rápidamente detrás
de la batería y empezó a tocar un ritmo de introducción, creando tensión en la
sala. Entonces, de la oscuridad JD salió al escenario, acompañado por la chica
que había recogido en el aeropuerto el otro día. Parecía estar cómoda en el
escenario, con un bajo en la mano y sonriendo.
Kelsey y Ashley se miraron, sorprendidas. —¡Esa es la chica que JD
recogió en el aeropuerto! —dijo Kelsey, sorprendida.
Vieron cómo llegó al frente del escenario y comenzó a tocar. —¡Eso es una
locura! ¿Y dónde está Darren? ¿Lo reemplazaron? —preguntó Ashley, hablando
en voz alta al oído de Kelsey para superar el ruido de fondo.
Kelsey se encogió de hombros. —¡No lo sé!, —gritó.
—Tal vez no seas la única que lo dejó...
—Tal vez, —respondió Kelsey—. O tal vez esta ella sólo por el momento
hasta que regrese de Los Ángeles.
—¿Crees que va a volver? Esa chica estaba con nosotros en el vuelo, vino
desde Nueva York... parece serio.
—No sé... me pregunto cómo es que estamos tan fuera de onda y no
sabemos nada.
—Sí, es extraño.
—¿También sientes una onda extraña con la banda últimamente? Siento que
no estamos tan unidos como antes.
—Acaban de regresar de la gira, tal vez por eso... o tal vez ya no nos
necesitan ahora que empiezan a tener fama afuera de White Falls...
Miraron el escenario. JD estaba haciendo lo suyo, dando todo, tocando y
destrozando y gritando y saltando y coqueteando con el público.
Dave estaba detrás de la batería, tocando enérgicamente con todo su cuerpo.
La nueva chica se paró cerca del frente del escenario, tocando su bajo y
mirando al público con una gran sonrisa en su cara. Muy diferente de Darren,
que estaba absorto en tocar cuando estaba en el escenario, mirando
ocasionalmente a sus compañeros de banda, rara vez mirando al público. La
nueva bajista parecía estar en el escenario para el público.
La música sonaba bien, pero no tan bien como cuando tocaban con Darren;
sonaba menos... pesado. Las nuevas líneas de bajo que la chica estaba tocando
eran más elaboradas, casi de jazz, y menos centradas en el ritmo. Sin embargo,
era hábil y la forma en que trabajaba sus dedos arriba y abajo del cuello del bajo
mientras mantenía el contacto visual con el público era impresionante.

Cuando Tough Love terminó de tocar, Kelsey y Ashley corrieron detrás del
escenario. JD y Dave estaban allí, su nueva bajista no. Abrazaron a las chicas.
—¿Dónde está Anna? —Dave preguntó.
—Se quedó en casa, todavía se lo está tomando con calma.
—Comprensible.
—¿Van a venir a Venice? —JD preguntó.
—¿Ustedes van ahora?
—Sí, le prometimos a Sam que la llevaríamos a la discoteca esta noche, así
que mejor terminemos con esto. —Él dijo—. Las presentaré cuando salgamos.
Kelsey miró a Ashley, quien dijo: —Claro, iré.
—Ugh... sabes que odio Venice... —Kelsey miró a Ashley.
—Vayamos por media hora.
—Mmm... De acuerdo, —Kelsey se rindió.
—Sam está fuera fumando, vamos a recogerla de camino.
Mientras se preparaban para salir, Ashley anunció con una sonrisa
intrigante, —Hey chicos... a que no saben lo que Kelsey hizo el otro día.
—¿Qué hizo ella? —La curiosidad se apoderó de la cara de JD.
—Tocó en el escenario en un micrófono abierto en Nueva York.
—¡Asombroso!
—Pero luego se enfermó en el escenario y apenas logró bajar las escaleras.
JD se rio. —Me pasa cada vez que salgo al escenario.
—¡Ashley! —Kelsey la miró enfadada—. ¿Por qué les dices eso?
—Estoy orgullosa de ti... y es gracioso... nada de lo que avergonzarse...
—Casi me muero allí. No fue nada divertido.
—¿Qué ha pasado? —JD pregunto.
—Accidentalmente fumé una tonelada de hierba antes de salir al escenario.
—Oh... gran error... nunca fumes hierba antes de salir al escenario. Otras
drogas pueden funcionar, pero la hierba... no quieres estar demasiado tranquila
en el escenario.
—Sí, lo sé. Pero estaba tan estresada.
—¿Qué tocaste? —preguntó.
—Sólo acordes... el amigo de Ashley quería rapear y necesitaba que alguien
le tocara los acordes.
—Genial. Así es como se empieza. Luego un día te conviertes en una
música profesional y te preguntas cómo sucedió todo.

Afuera, Sam estaba esperando, apoyada contra la pared, fumando un


cigarrillo. JD las presentó. —Sam, te presento a Kelsey y Ashley, buenas amigas
que viven aquí en White Falls. Kelsey, Ashley, esta es Sam, nuestra nueva
bajista.
Su nueva bajista. El corazón de Kelsey se quedó sin latir. Aclaró su
garganta y envió su mano para un apretón de manos. —Bienvenida.
—Gracias, —Sam le dio la mano, su apretón de manos cálido y firme—.
¡Oye, eres la azafata!
Kelsey sonrió, —Cierto. —Estaba feliz de que alguien la reconociera, ya
que siempre se sintió inmemorable.
—¿Conducimos y nos encontramos fuera de Venice en cinco minutos? —
Preguntó JD.
—Seguro.
La banda se dividió, todos los miembros de Tough Love se subieron a la
camioneta de JD y Kelsey y Ashley se subieron al auto de la mamá de Kelsey.
—No puedo creerlo, —dijo Kelsey en el auto, ya que eran sólo ellas dos.
Puso la llave en el interruptor de encendido y comenzó a conducir—. La única
razón por la que voy es porque quiero saber qué está pasando.
—Te entiendo. Es muy extraño. ¿Darren no te dijo nada?
—No. Nada.
—Es raro, ¿no crees? Darren y tú rompen... entonces esta chica aparece de
repente... —Ashley hizo una pausa—. Si me preguntas, todo fue planeado.
Conseguir un nuevo bajista para una banda no es algo que se hace de un día para
otro.
—¿Qué quieres decir con planeado?
—Ugh, no quiero decir nada. Te enojarás, no te gusta cuando digo cosas
negativas sobre Darren. Pero no me sorprendería si él lo hubiera planeado todo.
—¿Qué, crees que Darren planeaba irse a Los Ángeles y dejar la banda,
pero no me lo dijo? ¿Y luego hizo que yo rompiera con él? —Kelsey preguntó
con incredulidad.
—A mí me suena a Darren, —dijo Ashley—. Siempre hace lo que quiere,
pero no quiere parecer el malo.
—No, no suena como él. Tienes que darle más crédito que eso. Darren es
un desastre, pero no es una mala persona. No me manipularía así.
Ashley se encogió de hombros. —Entonces ¿Qué otra explicación puede
haber?
—No lo sé. Pero voy a averiguarlo. Además, él va a volver.
—¿Cómo lo sabes?
—Miré en su cabaña. Todas sus cosas siguen ahí. Incluyendo su guitarra
acústica.
—¿Miraste en su cabaña? Oh, Dios mío, Kels, estás loca. Necesito tener un
dispositivo de rastreo en ti.

El Club Venice era un lugar oscuro y ruidoso que durante la mayor parte del
tiempo tocaba la música más mala posible. El lugar tenía dos niveles: el nivel
superior era como un entresuelo con sofás y pequeñas mesas, con vistas al piso
de abajo. El piso inferior tenía un bar y una pista de baile; había unos cuantos
escenarios pequeños en la pista de baile, y ocasionalmente la gente borracha
subía a bailar en ellos.
Arriba, en la zona de los sofás, Kelsey encontró un lugar vacío y se sentó
junto a JD. —¿Y qué pasa?
—Todo bien, —dijo él. —¿Qué hay de ti?
—He tenido días mejores, —sonrió ella con gravedad.
—¿Darren?
Kelsey asintió. Luego preguntó: —¿Así que se fue para siempre?
—No lo sé, —dijo JD.
—Pero trajiste a alguien para reemplazarlo.
—Sí... pero no sabía que iba a ir a Los Ángeles.
—¿Qué quieres decir?
JD miró a un lado. —Hace dos semanas tuvimos una pelea durante el
ensayo...
—Sí, recuerdo que me habló de eso.
—Y entonces decidimos seguir adelante y encontrar otro bajista.
Kelsey miró a JD, agitada. Una ola de emociones conflictivas se apoderó de
ella. Estaba enfadada con Darren, pero ahora también estaba resentida con JD y
Dave por haber despedido a Darren, haciéndole abandonar la ciudad.
—Vaya. No lo sabía. —Kelsey se quedó mirando el espacio en blanco
frente a ella, la música fuerte bombeando a través de sus oídos. Quería saber más
—. ¿Cuándo le dijiste que querían reemplazarlo?
Tenía que averiguar cómo los eventos con la banda se relacionaban con lo
que pasó entre Darren y ella, y no le importaba si era obvio que había algo detrás
de sus preguntas.
—Bueno, —dijo JD—, Después de la pelea estábamos seguros de que era
mutuo, y que no queríamos tocar más juntos... Darren dijo algo que sonaba como
si estuviera renunciando... ...así que me sorprendió cuando llamó una semana
después y preguntó si queríamos tocar. Le dije que ya habíamos pasado página.
—¿Así que fue una especie de malentendido? —Kelsey intentó reconstruir
los acontecimientos. Recordó que Darren había mencionado que no había sabido
nada de los chicos desde hacía tiempo. Luego lo despidieron al mismo tiempo
que ella le dijo que necesitaba un descanso. Entonces decidió él viajar a Los
Ángeles...
Ashley se equivocó. Darren no había planeado todo el asunto.
—Sí, se podría decir que fue un malentendido. —JD dijo.
—Entonces, ¿por qué no hablaste con él? ¿No se puede arreglar las cosas?
—Las cosas no funcionaron bien por mucho tiempo. Tenía que suceder.
—Y ahora está en Los Ángeles, —suspiró Kelsey—. ¿Has tenido noticias
de él? ¿Sabes dónde está, cuándo va a volver?
—No tengo ni idea. Lo siento Kels. —JD dijo. Luego agregó
cuidadosamente—. Si tuviera que adivinar, asumiría que se está quedando en
casa de su amiga Lena. No creo que tenga suficiente dinero para quedarse en un
hotel de Los Ángeles.
Kelsey se puso pálida. Ella había temido eso.
—Probablemente deberías contactarlo si estás preocupada, sabes...
Kelsey asintió con la cabeza, con la mente a la deriva. Conocía a Darren, y
sabía cómo los humanos manejaban el dolor. En el ojo de su mente, podía verle
encontrar consuelo en los brazos de Lena. Su resentimiento hacia JD se hizo más
fuerte. Si la banda no hubiera despedido a Darren... ...él todavía estaría por
aquí, y no en los brazos de Lena...
—Lo siento, —dijo JD—. Voy a buscar un trago, ¿puedo ofrecerte algo?
—No, estoy bien, —respondió, mirando el espacio en blanco frente a ella.
JD bajó las escaleras, y Kelsey se quedó con sus pensamientos.

De repente sintió que alguien se sentaba en el sofá a su lado. Miró a un lado


y vio que era Sam, la nueva bajista, con una sonrisa de oreja a oreja y un vodka
con arándanos a mano.
—¿Quieres un sorbo? —Sam le preguntó a Kelsey, señalando su bebida
rosada.
—No, estoy bien, gracias.
—¿Cómo es que cada vez que te veo, te ves tan cansada?
—Sólo estoy pasando por algunos días difíciles.
—Te entiendo amiga. Le pasa a todo el mundo, —dijo Sam. Luego añadió
—: ¿Quieres saber cuál es mi secreto? ¿Cómo mantengo esta sonrisa en mi cara?
—Por favor.
—Hace unos años me di cuenta de que la vida es una porquería. En serio.
Cuando las cosas van bien, espera cinco minutos y algo saldrá mal. Básicamente
todo apesta todo el tiempo. Una vez que me di cuenta de eso, dejé de esperar que
las cosas estuvieran bien, y ahora cada vez que salgo y no me atropella un auto,
estoy feliz.
—Suena como una buena perspectiva de la vida, —dijo Kelsey—. No estoy
allí todavía.
—Y eso también está bien, —dijo Sam. Luego añadió—: Tengo que
preguntarte esto, ¿eres parienta de Marlene Halliwell?
—¿La modelo?
—Sí. Te pareces a ella, podría jurar que son hermanas.
—Tienes que estar bromeando.
Kelsey sabía quién era Marlene Halliwell. Ella era una de las más populares
en la industria del modelaje, haciendo principalmente campañas de trajes de
baño y ropa interior; esa mujer era muy hermosa, y el hecho de que alguien
comparara a Kelsey con ella mejoró su estado de ánimo al instante.
—Realmente te pareces mucho.
—No tengo nada en común con Marlene Halliwell... Pero gracias.
Sam se inclinó hacia atrás. —Entonces, ¿por qué estás molesta? ¿Quién es
el tipo que te rompió el corazón?
—El bajista que solía tocar con la banda antes de que vinieras.
—Oh, el anterior alborotador.
Kelsey se rio.
—No te preocupes, nena. Prometo ser al menos tan problemática como él.

Lena estaba sentada en una silla en el estudio, con un cuaderno en la mano,


anotando las ideas de las letras de las canciones que se le ocurrían a Darren.
Darren se estaba relajando en un puff frente a ella, su bajo apoyado en la pared a
su lado, masajeando los pies de Lena con ambas manos mientras escribía.
Lena levantó la mirada del cuaderno. —¿Quieres grabar lo que acabamos
de escribir?
—Sí, —dijo Darren, y suavemente puso el pie de Lena en el suelo. Agarró
su bajo y comenzó a afinarlo. Lena se levantó y eligió una de las guitarras
eléctricas que tenía colgada en la pared. Acarició la guitarra. —Creo que este
bebé hará bien la canción.
Ella lo conectó todo y puso una pista de batería. —¿Listo?
Darren asintió. Lena empezó a tocar una introducción de guitarra, y poco
después Darren se unió al bajo. Ella conocía bien la progresión de los acordes,
así que no tuvo que concentrarse en tocar y pudo examinar lo que Darren estaba
haciendo. Él quitó la mirada del bajo y la miró, vio que sus ojos seguían sus
dedos mientras se movían rápidamente e impecablemente a lo largo de las
cuerdas.
Cuando terminaron de tocar la canción, Lena pulsó el botón de pausa del
sistema de grabación y colgó la guitarra eléctrica en la pared. —Buen trabajo.
—Eso estuvo bien. Creo que necesitamos otra toma. —Darren dijo.
—No, —respondió Lena.
Darren la miró con sorpresa. Ella alcanzó su bajo y se lo quitó, y luego lo
puso a un lado. Ella se apretó en el puff junto a Darren y le susurró al oído, —No
creo que necesitemos otra toma... al menos no ahora...
Sé fuerte, no lo hagas, una voz dentro de él habló. Los labios de Lena
encontraron los suyos y lo besó apasionadamente, agarrando los lados de su
camisa y acercándose a él.
Capítulo 12
Ese día, Darren estaba en el estudio solo, trabajando en su técnica de bajo
para mantenerse agudo. Había pasado una semana desde que llegó a Los
Ángeles, y se estaba acostumbrando al lugar. Lena estaba en el baño, y mientras
se duchaba ella, un agradable vapor oloroso se extendió por todo el
departamento y llegó hasta él en el estudio.
Levantó la cabeza del bajo y vio a Lena de pie en la entrada del estudio.
Estaba vestida con una camisa negra ajustada y jeans negros ajustados, y en
lugar de sus habituales zapatillas desgastadas llevaba zapatos negros planos. Su
pelo estaba recogido en un moño alto, dándole un aspecto majestuoso, y todo el
conjunto la hacía parecer una bailarina. También llevaba un poco de maquillaje y
un gran collar de plata. A pesar de que estaba vestida de forma sencilla, era
absolutamente impresionante.
—Te ves bien, —dijo él. —¿Adónde vas?
—Tengo una cita, —dijo ella y miró a un lado, evitando sus ojos.
—Oh, —Darren escondió su sorpresa detrás de su habitual cara de póquer
—. ¿Alguien nuevo?
—En realidad no. Un productor de cine al que he estado viendo de vez en
cuando durante los últimos meses. Acaba de regresar de Sudáfrica, así que
vamos a salir a cenar.
Darren puso su bajo a un lado y se levantó, luego se acercó a ella y la
abrazó por detrás. —¿Por qué no le dices al Sr. Productor que lo verás mañana y
vienes conmigo a una aventura en la cama? —le susurró al oído.
Lena movió su cuello a un lado, visiblemente excitada por el pensamiento.
Él le dio un pequeño mordisco en la oreja y sintió que su cuerpo se movía con
placer.
... me encantaría... pero no esta noche.
Darren la sostuvo por los hombros y la volteó para enfrentarlo, luego
levantó fácilmente su pequeño cuerpo y la puso en su hombro. —El Sr.
Productor tendrá que esperar hasta que termine contigo. —Empezó a caminar
hacia el dormitorio.
—¡Bájame! —Lena se rio, pateando el aire y lanzando puños por su
espalda.
La puso en la cama.
—Me has estropeado el pelo, ¿verdad? Voy a matarte, me he pasado como
diez minutos en este pelo.
—Tu cabello se ve bien.
—Me tengo que ir ahora, —se levantó, saliendo del dormitorio—. ¿Estarás
bien?
—Sí. Diviértete. —Su cara volvió a su habitual indiferencia. La siguió fuera
del dormitorio, luego fue al estudio y volvió a trabajar el cuello del bajo.
Ella abrió la puerta del departamento para salir, luego se dio la vuelta y
volvió al estudio. —Estamos bien, ¿verdad?
Él levantó la mirada del bajo. —Sí, estamos bien.
—Quiero decir... sabes que te quiero y... —ella hizo una pausa—. Bueno,
supongo que ya hemos...
—Lena, está bien. No necesitas dar explicaciones.
Ella asintió con la cabeza para disculparse. —Puede que no vuelva esta
noche. Ya sabes cómo manejarte aqui.
—Sí, no te preocupes.
—Siéntete libre de comer y beber lo que quieras. Bueno, eso ya lo sabes.
—Sí, me relajaré aquí. Veré una película o algo así.
—Suena bien. Si te aburres, puedes lavar los platos.
—Lo haré.
Le dio un beso en la mejilla y salió de la casa, cerrando la puerta tras ella.

Darren hizo té y se sentó frente al televisor. Lo que acaba de pasar lo hizo


sentir más que un poco incómodo, pero no iba a pasar el tiempo pensando sobre
eso. Quizás fue algo bueno lo que pasó, una señal, un recordatorio de su lugar en
la vida de Lena.
Lo que tenía en marcha con Lena era un desafío. No el sexo, la amistad o la
colaboración musical, sino el hecho de que vivía a costa de ella y no tenía su
propio lugar. Extrañaba tener privacidad y tiempo para sí mismo, ya que no tenía
esas dos cosas desde que dejó White Falls. El hecho de que aún no se hubiera
vuelto loco le sorprendió, y lo atribuyó a la relajada perspectiva de vida de Lena,
y al hecho de que ella no quería nada de él. Para bien o para mal, ella no lo
necesitaba.
Mientras se relajaba en el sofá su mente se dirigió a Kelsey, se preguntó
cómo estaba ella. Miró su teléfono y pensó en llamarla, pero ¿Qué diría si ella le
preguntaba cómo estaba? ¿Le diría que estaba bien? ¿Que Los Ángeles lo estaba
tratando bien en general? ¿Qué principalmente estaba tocando música y teniendo
sexo?
Voy a resolver mis problemas, luego la llamo, pensó y puso su teléfono en
la mesa de café.
Cuando terminó de ver la película ya era tarde, el tiempo había pasado
rápido, y fue a la cocina a buscar un recambio de té. Allí vio una pila de platos
en el fregadero y decidió lavarlos como Lena pidió, y comenzó a verter agua
hirviendo en todo para quitar los restos pegados.
Luego escuchó el bip del teléfono. Dejó el plato y volvió a la sala de estar.
Era un mensaje de Lena. ¿Te importa si traigo a Robert a casa?
Darren sintió una punzada. Fue similar a la inquietud que sintió cuando ella
se fue a la cita, sólo que peor. ¿Qué intentaba hacer Lena? ¿Mostrarle que no le
pertenecía? No era necesario, estaba claro para ambos... el mensaje le dejó un
sabor amargo en la boca. Antes de que tuviera la oportunidad de responder, llegó
otro mensaje. Puedes vigilarnos si quieres :)
Darren casi derramó su té. ¿Lena estaba borracha?
Demonios, no. Quería responder. No puedes traer a un hombre aquí y
definitivamente no quiero verlos a ustedes dos cogiendo.
Luego se detuvo. Sí, toda la situación lo hizo sentir como una porquería.
¿Pero no fue el comportamiento de Lena un ejemplo exagerado de la libertad
sexual que quería para sí mismo, la misma libertad que le pedía a Kelsey?
Demonios, soy un imbécil, pensó. No es de extrañar que Kelsey no quiera
tener nada que ver conmigo.

Ver a una chica con la que estaba involucrado teniendo sexo con otro
hombre nunca fue una de sus fantasías. Definitivamente podría provocar
sentimientos fuertes, o arruinarlo. Una de las dos. Era tarde y estaba demasiado
cansado para las aventuras, pero más que nada, no quería limitar la libertad de
Lena. No iba a impedir que ella trajera a alguien a casa.
Claro, Contestó.

Darren se despertó por la mañana con el sonido de Lena entrando en el


departamento. Se sorprendió de que después de todos los mensajes de texto de la
noche anterior, ella terminó durmiendo fuera. La escuchó lavando los platos, y se
levantó del sofá y fue al baño a lavarse los dientes.
—Hola, —Él vino a la cocina y se paró detrás de ella.
—Hola, —dijo ella sin volverse para enfrentarlo. Se sentía como si lo
estuviera ignorando. Parecía cansada.
—¿Quieres que haga los platos? Se suponía que era mi trabajo.
—Sí, lo sé. No te preocupes por eso, estoy a la mitad.
—De acuerdo... ¿Estás enfadada porque no lo hice?
—Un poco.
—Lo siento. Empecé a lavarlos anoche y luego me sorprendiste con ese
texto... así que me olvidé terminar.
—Tuviste toda la noche para hacerlo.
—Lo siento.
—Y también te agradecería que guardaras tus cosas dentro del armario.
Odio que mi sala de estar parezca un desastre.
—Bien... —Dio un paso atrás—. ¿Estás molesta por lo de anoche? ¿Sentiste
que no podías traer al tipo a casa por mi culpa?
—No lo sé. Tal vez. Lo siento, estoy de mal humor, es que no dormí bien y
estoy acostumbrada a vivir sola. Hacer lo que quiera cuando quiera. También
estoy acostumbrada a tener todo por aquí limpio y organizado. Necesito este
equilibrio para crear, ¿Sabes? Si veo un desorden me irrita y me drena de energía
creativa.
—Te entiendo.
Lena continuó. —Si vives aquí tienes que jugar con mis reglas.
—En realidad estaba pensando en buscar una habitación para alquilar, a mi
también me molesta no tener mi propio lugar.
—Genial, —dijo ella, con las manos todavía en los platos—. ¿Así que te
quedas en Los Ángeles?
—Sí, por ahora, creo que sí, —dijo. Tenía un sentimiento amargo, lo último
que quería era agobiarla—. Voy a salir a dar un paseo. Te veré más tarde.

Era temprano en la noche cuando Kelsey entró en el garaje donde JD, Dave
y Sam estaban ensayando. Cuando la vieron entrar, terminaron la canción que
estaban tocando y la saludaron.
Ha pasado un tiempo desde que la banda tuvo una sesión de marketing. La
discográfica tenía su propio equipo de marketing designado que se suponía que
ayudaría a promocionar la banda, así que teóricamente Tough Love no
necesitaba mucha ayuda de Kelsey. Además, todo el mundo estaba ocupado -
Tough Love hizo una gira durante unos meses, y Kelsey estaba ocupada con su
trabajo de azafata, pasando su tiempo libre con Darren, o con Anna y Ashley.
La llegada de Sam, sin embargo, requirió una sesión de marketing. Sam
tenía muchos seguidores, así que tenía sentido que la banda pensara en formas de
aprovechar eso. Kelsey sugirió tener una entrada en el blog del sitio web de la
banda para dar la bienvenida a Sam y usar todas las cuentas de redes sociales de
la banda para anunciar a la nueva bajista. También pensó que la banda debería
subir un video de su próximo show, mostrando a la nueva integrante.
Su pretensión de no tomarse muy a pecho la ruptura con Darren le impidió
expresar sus verdaderos sentimientos al respecto. Quería ayudar a la banda, pero
le dolía estar traicionando a Darren, ayudando a la banda a afianzar el hecho de
que tenían una nueva bajista.
—Sí, hagamos una entrada en el blog y grabemos un vídeo en nuestro
próximo programa, —dijo JD—. Entonces podremos publicar todo eso a través
de las redes sociales.
Dave y Sam asintieron con la cabeza, y Kelsey anotó todo en su cuaderno.
—Resumiré todo lo que tengo aquí y les enviaré por correo electrónico una lista
de cosas por hacer.
—Suena bien.
—¿Terminamos aquí? —Dave preguntó—. Tengo una cena con Melanie.
—¡Melanie! ¿Volvieron? —Preguntó Kelsey sorprendida.
—Sí, más o menos, —Dave se encogió de hombros.
—¿Quién es Melanie? —Sam preguntó.
—Una chica con la que Dave solía salir... y aparentemente está saliendo de
nuevo.
Kelsey se detuvo de añadir el apodo que tenían para Melanie - La chica de
los ladrillos - alguien lo había sugerido en el pasado y se quedó.
—Si necesitas irte, supongo que hemos terminado. —Kelsey dijo.
—Oh, pensé que íbamos a ir a Eddie's, —dijo Sam—. Pensé que esta noche
era la noche de improvisación.
—Lo es... me olvidé de eso cuando programé con Melanie.
Sam miró a JD.
—Estoy exhausto, —dijo JD—. Estoy haciendo todos los arreglos de la
casa que no pude hacer en el invierno, tengo ganas de descansar en casa esta
noche. Ahorrar energía para los ensayos y el show de la próxima semana
—Los compañeros de banda más aburridos de la historia, —Sam puso los
ojos en blanco. Se volvió hacia Kelsey—, Pero vas a venir a Eddie’s, ¿no?
—Ugh... No lo sé.
—¡Ven! Será divertido. Confía en mí, no quieres que vaya a Eddie’s yo
sola... terminará mal, —dijo Sam y se rio—. Y te arrepentirás de no haber estado
allí para verlo.
Kelsey lo pensó por un momento. No tenía ninguna razón para no ir a
Eddie’s esa noche. No tenía planes, y volver a casa temprano significaba ver la
televisión con sus padres o sentarse en su cuarto sin Darren.
—Bien, iré.
—¡Si! —Sam sonrió.
—Diviértanse, —dijo JD y empacó su guitarra—. Tomen fotos.

Sam y Kelsey se subieron al auto de la mamá de Kelsey y comenzaron a


conducir hacia Eddie’s.
—¿También tocas música? —Preguntó Sam.
—Más o menos. —He estado tocando la guitarra durante unos meses, JD y
Darren me enseñaron.
—Genial. —¿Así que tocas en la noche de improvisación a veces?
—No... soy una completa principiante. Toqué en un micrófono abierto en
Nueva York un par de veces, y fue un desastre.
Sam se rio. —¿Qué sucedió?
—La primera vez que salí al escenario con una amiga lo hicimos mal, la
segunda vez, fumé hierba antes de salir al escenario y me puse tan enferma que
casi me desmayo ahí mismo.
Sam no pudo detener su risa. Entre risas, dijo: —Qué divertido. Me habría
encantado ver eso.
Sam tenía una risa grande y contagiosa, y Kelsey empezó a reírse también.
—Oh, confía en mí, no lo querías ver. Vi las miradas en las caras del público en
ambas ocasiones, no se estaban divirtiendo.
—Bueno, —dijo Sam, aun riéndose—, Tienes que subir al escenario
conmigo esta noche. Debes tener una experiencia curativa.
Kelsey sonrió con sarcasmo. —Sí, claro.
—No, lo digo en serio.
—No puedo subir al escenario en Eddie’s. Ir a un micrófono abierto en
Nueva York y avergonzarme delante de extraños es una cosa, ir al escenario
delante de gente que me conoce es una historia completamente diferente. No hay
forma de que eso ocurra.
—Por favor, Kelsey ... —Sam tenía una súplica en su voz—. Te necesito.
—Habrá al menos otros diez músicos en Eddie's esta noche, ¿para qué me
necesitas?
—Porque hay una línea de bajo que quiero probar y quiero tocarla sobre
acordes simples. Todos los guitarristas que van a las sesiones de improvisación
son esnobs, no quieren tocar acordes simples, quieren hacer solos y eso.
—¿Cual acordes necesitas? —Preguntó Kelsey. Entonces se atrapó y añadió
—: Demonios, de ninguna manera voy a hacer esto.
—Elije dos acordes que te gusten. No me importa. Haré que mi línea de
bajo los haga coincidir.
—Olvídalo, no va a pasar.
—¡Vamos Kelsey, sólo se vive una vez! ¿Qué le vas a decir a tus nietos en
tu lecho de muerte, que siempre hiciste lo correcto? ¿Que nunca te avergonzaste
a ti misma? O ¿Que viviste apasionadamente e hiciste cosas locas?

Kelsey se paró en la pista de baile, mirando a los cuatro músicos que


tocaban en el escenario. Sam también estaba allí, improvisando una línea de bajo
de blues, y parecía amarlo cada minuto. Entonces el baterista dio la señal de fin,
y la pieza musical improvisada culminó hasta el final. Terminaron de tocar, y
Kelsey vio a Sam acercarse rápidamente al guitarrista, diciendo algo al oído y
señalando a Kelsey. El guitarrista asintió con la cabeza y Sam le hizo una señal a
Kelsey para que subiera al escenario.
Kelsey sacudió su cabeza no, pero Sam no se rindió. Llamó a Kelsey desde
el escenario: —¡Sólo se vive una vez!
El corazón de Kelsey latía rápido. De acuerdo, qué demonios, pensó
mientras daba la vuelta al escenario a la zona donde estaba el camerino, y luego
subió las escaleras. Era la primera vez que se subía al escenario en Eddie’s,
incluso cuando trabajaba allí, nunca se atrevió a aventurarse en el escenario.
Pero ahora estaba de pie frente a su público, con la luz en la cara.
Al menos con la luz en mi cara no puedo ver a nadie.
Sam le dio una guitarra eléctrica y le ayudó a ajustar la correa.
—Nunca he tocado una eléctrica antes, —susurró Kelsey al oído de Sam.
—No te preocupes. Es exactamente lo mismo, pero más fácil.
Kelsey no estaba segura de que Sam dijera la verdad, pero era demasiado
tarde para retroceder.
—¿Qué dos acordes vas a tocar? —Preguntó Sam.
—¿Sol y Do?
—Ugh... aburrido. ¿Qué más tienes?
—Dijiste que podía elegir los acordes que quisiera. No conozco ningún
acorde complicado. —La situación estaba empezando a recordarle su fiasco
escénico con Shoko. Él también le dijo que tocara cualquier acorde que quisiera,
pero no le gustó cuando eligió tocar un acorde de Do.
—De acuerdo, lo que sea... toca un Sol y un Do.
—¿Alguna instrucción especial?
—Sólo haz un compás de cada uno, y trata de igualar el ritmo del baterista.
—Sin esperar una confirmación, Sam fue a intercambiar unas palabras con el
baterista y el otro guitarrista.
Kelsey no tuvo tiempo de cambiar de opinión, mientras el baterista
golpeaba sus baquetas y gritaba: —¡Uno, dos, uno, dos, tres, cuatro!
La improvisación empezó.
A falta de una ruta de escape visible, Kelsey comenzó a tocar los acordes.
Sus dedos sudaban, al menos tanto como la otra noche cuando tocó en Nueva
York, y su corazón se aceleró.
Sam se acercó a su lado, tocando el bajo y sonriendo, y le susurró al oído a
Kelsey: —¡Lo estás haciendo bien!
Kelsey la escuchó, pero no pudo responder ni hacer el más mínimo gesto.
Tuvo que poner toda su atención en tocar los acordes y permanecer en el ritmo,
no había espacio mental para la comunicación. Sus dedos estaban tan sudados
que temía que se le resbalaran de la guitarra si no se concentraba completamente
en tocar.
El baterista señaló que la pieza musical estaba llegando a su fin, pero
Kelsey no se dio cuenta y siguió tocando con la misma intensidad, hasta que
levantó los ojos para ver que todos los demás habían terminado de tocar.
Mientras la música se apagaba, miró a la multitud y por primera vez desde que
subió al escenario, se sintió bien. La multitud vitoreaba, y Kelsey no pudo
ocultar la enorme sonrisa que se apoderó de su rostro.
Deseaba que Darren estuviera allí para verla, tocando la guitarra en el
escenario.
Sam se acercó a ella. —Buen trabajo, —dijo—. Lo lograste. Tienes el aura
de una estrella de rock. Un día serás una estrella de rock, recuerda mis palabras.
—Gracias, —dijo Kelsey, sonrojándose. Las palabras de Sam despertaron
un anhelo que había ignorado desde la adolescencia. Su hermano era el talentoso
de la familia, el que tocaba música y creaba cosas bonitas... ¿También quiero ser
artista? Se preguntó.
—¿Te quedas para otra canción? —Preguntó Sam.
—No, voy a dejarlo así por ahora.
Sam la ayudó a quitarse la guitarra y la puso en uno de los soportes del
escenario. Un momento después otro guitarrista subió al escenario para
reemplazarla.
Kelsey salió del escenario con cuidado, desde lo alto del espectáculo,
repitiendo la experiencia en su mente. Lentamente regresó a la pista de baile,
incapaz de entender que un minuto antes estuvo en el escenario, tocando en la
noche de improvisación.
Sam seguía en el escenario, tocando y sonriendo al público. Kelsey vio
como Sam sacaba el teléfono de su bolsillo para tomarse una selfie, luego lo
devolvía y continuaba tocando. Sam debe ser una de las personas más geniales
que he conocido, pensó Kelsey mientras abría Instagram, hizo clic en el perfil de
Tough Love y encontró a Sam. Pulsó “seguir” y guardó su teléfono en su bolso,
y luego fue al bar a tomar una copa.
Capítulo 13
Fue un vuelo desagradable de ida y vuelta a Chicago, lleno de turbulencias
y pasajeros irrespetuosos, y Kelsey estaba feliz de estar de vuelta en White Falls
al final del día. Ashley sugirió que fueran a tomar un café a casa de Anna, así
que tomaron un taxi y se dirigieron allí.

—¿Qué tal? ¿Cómo te sientes? —Ashley le preguntó a Anna cuando


entraron.
—Mejor. Tal vez pueda salir con ustedes pronto.
—¡Si! —Kelsey aplaudió.
—¿Qué les parece si vamos a Eddie’s? —Ashley puso una sonrisa traviesa
en su cara.
—¿Esta noche? —Anna preguntó.
—Sí, creo que estás lista.
Kelsey bostezó. —No sé... …fui ayer, siento que estoy ahí todas las
noches...
—Vamos, —dijo Ashley—. Saquemos a Anna de la casa.
—De acuerdo... Si Anna va, yo voy.
Ambas chicas miraron a Anna.
—¿Es mi decisión? Es demasiada presión...
—¡Vamos, será divertido!
—Bien, supongo... pero sólo por una hora.
Ashley aplaudió felizmente.
Kelsey agarró su bolso. —No iré a Eddie’s vestida de azafata. Me voy a
casa a cambiarme primero.
—Sí, yo también, —Ashley se levantó. Se volvió hacia Anna—, ¿Te
recogemos en una hora?
—Sí, claro.
Kelsey se levantó del sofá. —Chicas, ¿Les importa si invito a Sam a venir
con nosotras?
—¿Quién es Sam? —Anna preguntó—. ¿Un chico nuevo?
—No, es una chica. La nueva bajista que los chicos contrataron.
—Pero parece un hombre. —Añadió Ashley—. O algo así. Creo que te he
hablado de ella.
—Tal vez lo hiciste. —Anna se encogió de hombros—. No me acuerdo. Las
hormonas me arruinaron el cerebro.
Ashley sonrió y se volvió hacia Kelsey, —¿Por qué quieres invitarla?
—Ella es increíble. Es como la persona más agradable que existe. Y es
súper genial. les va a encantar. —Kelsey sacó su teléfono de su bolso—. les
mostraré su Instagram.
Abrió el perfil de Sam en Instagram y se desplazó por las fotos para mostrar
a las chicas.
—¿Estás segura de que es una chica? —Anna preguntó. —A mí me parece
un tipo.
—Sí, es una chica.
—Reemplazaron a un bajista raro por otro. —Ashley sonrió con sarcasmo.
—Vaya, tiene muchos seguidores, —Anna abrió bien los ojos.
—Sí. Aquí hay una foto de anoche, —Kelsey hizo clic en la foto, una selfie
de Sam en el escenario, esperando secretamente verse a sí misma en la foto
también. Pero no estaba en ella, y pasó a la siguiente, una foto de Sam en su
primer show en Eddie's con Tough Love. El pie de foto decía: Estoy tocando
música en vivo y estoy aburrida hasta la muerte. Que alguien me dispare, por
favor.
—Eso es bastante honesto, —murmuró Anna.
Kelsey se desplazó hacia abajo hasta que llegó a una foto de Sam con JD y
Dave en el garaje. Leyó el pie de foto: Para aquellos que preguntaron - no, no
busqué específicamente la banda con el nombre más cursi de América cuando
me uní a Tough Love. Simplemente sucedió.
—Oh Dios mío, no puedo creer que haya escrito eso, —dijo Ashley—. Pero
es un poco cierto.
Kelsey se rio. —Sí, es divertidísima.
—Me suena como un bicho raro. Pero claro, por qué no, supongo que
podemos invitarla.

Las tres chicas llegaron a Eddie’s y encontraron una mesa con algunos
asientos vacíos. Era una noche de Djs de hip-hop, así que no había música en
vivo, pero fue divertido estar fuera de casa las tres juntas. Pidieron cervezas al
barman y se sentaron.
—Es bueno estar fuera de la casa, —dijo Anna.
Ashley tenía una sonrisa engreída. —Te lo dije.
Poco después de que se sentaron, Sam entró en el lugar y Kelsey la saludó
para que se uniera a ellas. Sam era difícil de no ver, era tan alta como Ashley y el
doble de ancha. Al llegar a su mesa, Kelsey se levantó para abrazarla, y Ashley
le dio la mano educadamente, aunque ya se conocían.
Sam le sonrió a Anna. —Eres una cara nueva—. Alzó su mano para
estrecharlo con Anna, y Kelsey no pudo evitar notar que el apretón de manos de
Anna era débil y desinteresado. Quería patear a Anna debajo de la mesa y decirle
que fuera amable.
Las chicas le dieron a Sam un trato frío, el mismo trato que le dieron a
Kelsey antes de que se hicieran amigas. Tardaron dos meses en ser amables y
aceptar a Kelsey desde que se conocieron; Kelsey esperaba que no les llevara
tanto tiempo aceptar a Sam.
Sin embargo, Eddie’s era demasiado ruidoso para tener una conversación
entre las cuatro, así que el sueño de Kelsey de incorporar a Sam al grupo de
chicas se desvanecia ante sus ojos. Ashley estaba hablando con Anna, y Kelsey
estaba hablando con Sam. Tal vez Sam y las chicas no tenían mucha química
después de todo, o tal vez Ashley y Anna necesitaban más tiempo.
Después de un rato Anna quiso irse, así que Ashley y ella volvieron a casa,
mientras Kelsey y Sam se quedaron para otra ronda de cerveza.
Sam vio a un tipo atractivo parado en el bar. —Mira a ese chico, —le dijo a
Kelsey—. Está bueno.
—Sí, está bueno, —dijo Kelsey—. Aunque parece joven.
—¿Qué importa? Acabas de tener una dura ruptura. Deberías estar
divirtiéndote. —Antes de que Kelsey pudiera detenerla, Sam se levantó y se fue
al bar. Kelsey miró sorprendida como Sam empezó a hablar con el tipo, y un par
de minutos después volvió a la mesa con él.
—Kelsey, te presento a mi amigo Gary. Gary, te presento a mi amiga
Kelsey.

Después de que Gary y Kelsey intercambiaron números de teléfono y Gary


se fue, Kelsey se dirigió a Sam: —Oye, gracias por hacer eso. No estoy segura
de que Gary sea mi tipo, pero gracias...
—Claro. ¿Para qué están las amigas?
—Así que ahora necesito unirte con alguien también, —dijo Kelsey. Dudó,
pero su curiosidad se apoderó de ella. No pudo evitarlo—. Espero que no te
importe que te pregunte, pero... ¿qué clase de gente te atrae?
Sam se rio. —Buena gente.
—Buena gente... de todo tipo?
—Sí, —dijo Sam—. Pero no te preocupes por mí, estoy bien. Y soy algo
asexual de todas formas.
—¿Tú? ¿En serio? —Kelsey se sorprendió.
Sam asintió.
—¿Cómo funciona eso? ¿No te atrae nadie... en absoluto?
Sam miró la pista de baile delante de ellas, y durante mucho tiempo no dijo
nada. Kelsey empezó a sentir pena por preguntar. ¿Había tocado un tema
doloroso?
—Me atraen las personas, pero no se trata tanto del sexo. Es difícil de
explicar.
—Está bien, —dijo Kelsey, confundida. No ebstaba segura de querer
investigar más a fondo.
—Pero gracias por preguntar. —Sam la miró con una pequeña y sincera
sonrisa—. Eres muy dulce.

Kelsey y Ashley se subieron a un taxi en las afueras del aeropuerto de La


Guardia. —Creo que voy a ir a conseguirlo esta noche.
—¿Conseguir qué?
—Mi título, de la casa de Matthew.
—Oh eso. ¿Estás segura de que no estás poniendo excusas para ir a ver a tu
ex?
—No, la Sra. Lipton dijo que, si no presento mi certificado de grado a fin
de mes, perderé mi bono de educación.
—Entonces llama a tu universidad y haz que te envíen una copia por correo.
Estoy segura de que no eres la primera persona que pierde su certificado...
—Entré a su página web y dice que hay una tarifa de 125 dólares.
—Vaya. Es mucho dinero por imprimir un pedazo de papel y enviarlo por
correo, —dijo Ashley—. ¿Estás segura de que no es la cuota por inscribirse en el
programa de nuevo?
Kelsey se rio. —Ahora que lo pones de esa manera... —luego agregó—, De
todos modos, no es gran cosa. Sólo le enviaré un mensaje a Matthew e iré a
recogerlo.
—También podrías pedirle que te lo envíe por correo.
—Podría, pero eso requeriría demasiada participación de su parte.
—Estoy segura de que lo hará.
—Sí, pero no quiero agobiarlo. Simplemente iré.
—¿Estás segura de que no es una excusa para correr a los brazos de tu ex
anterior?
—¡Ashley! No es nada de eso. No te preocupes.
—Bien. Avísame si quieres que vaya contigo.
—No es gran cosa. Iré a buscarlo y nos encontraremos en Brooklyn más
tarde.
—Está bien. —Ashley suspiró—. Kels... nada de cosas emocionales, ¿De
acuerdo? No conviertas esto en una cita.
—No te preocupes. No es una cita. Ya tengo una cita a la que no me
interesa ir esta semana.
—¿Qué cita?
—Con ese tipo Gary que conocí en Eddie’s.
—Oh, claro. El de los dientes hermosos que no suena tan interesante.
—Sí, él. —Kelsey asintió. —En fin, discúlpame un segundo, voy a enviarle
un mensaje de texto a Matthew antes de que sea demasiado tarde. —Sacó el
teléfono de su bolso y escribió.
Hola, ¿Qué tal? Estaré en Nueva York por las próximas 16 horas y me
preguntaba si podría pasar a buscar mi certificado de graduación. (si todavía lo
tienes)
Quería hacer una pausa antes de enviar el texto para pensar en la redacción
exacta, pero sospechaba que Ashley empezaría a decir cosas como ¿Por qué
tardas tanto? Si realmente no es gran cosa, ¿Por qué tienes que pensar tanto en
eso? Así que le dio a “enviar”.
Matthew fue rápido en responder. Antes de que pudiera volver a poner el
teléfono en su bolso, sonó un bip. Claro que sí.
Luego otro texto. Tendrás que buscarlo, no tengo ni idea de dónde está.
Estaré en casa entre las 7 y las 8:30

Genial. Ahí estaré, Contestó Kelsey.


Llegaron al hotel, y Kelsey se metió rápidamente en la ducha. Cuando


terminó abrió su maleta y sacó un par de pantalones de vestir negros que no
había usado en mucho tiempo, un suéter negro ajustado que le quitó a su mamá y
una bufanda roja. Luego se rehízo el maquillaje. Estaba empezando a
acostumbrarse a usar maquillaje, a pesar de que el maquillaje era una de las
cosas que menos le gustaban del trabajo. Nadie en Opca nunca dijo
explícitamente que las azafatas de vuelo debían usar maquillaje, pero entre líneas
estaba claro que era lo que se esperaba, así que Kelsey le siguió la corriente. Sin
embargo, esa noche, cuando iba a ver a Matthew, quería estar hermosa. No
porque sintiera algo por él – no lo sentía – sino porque quería que él sintiera
pena por dejarla ir. Usó un corrector para arreglar las manchas y los puntos,
luego aplicó un suave colorete rojo y lo terminó con rímel negro.
Se miró en el espejo, se puso su chaqueta de cuero negro y rápidamente
tomó su bolso, esperando salir del hotel antes de que Ashley pudiera verla.
Pero Ashley tenía un sexto sentido y llamó a la puerta justo cuando Kelsey
estaba saliendo. —Oye, voy a Brooklyn a pasar el rato con Shoko y algunos
amigos. ¿Quieres venir?
—Tal vez más tarde. Voy a ir por mí título.
Ashley la examinó. —Mírate... no vas a ir por tu título, ¡Vas a seducir a tu
ex!
—No lo haré.
—Nunca te he visto usar estos pantalones antes... y la bufanda... y el
maquillaje...
—No voy a seducirlo... pero quiero que vea lo que se pierde. ¿Está mal?
Ashley se encogió de hombros. —No está mal, sólo demuestra que aún
estás emocionalmente involucrada.
—No, no es así.
—Sí lo es.
—Está bien, como sea. Hablaré contigo cuando esté de regreso.
—Estaré esperando a saber de ti. No hagas cosas estúpidas.

Kelsey llamó a la puerta de su antiguo departamento, su corazón latía


rápidamente. La calle, la escalera con la pintura descascarada, el olor del viejo
suelo de madera, los pequeños departamentos en los que sólo la gente de Nueva
York accedía a vivir, todos ellos traían demasiados recuerdos del pasado.
Matthew abrió la puerta, y por un momento se miraron fijamente, sin saber
qué hacer, sin saber cómo saludarse. La última vez que se vieron fue cuando
Kelsey vino a devolver sus llaves antes de dejar Nueva York, y no fue un
encuentro alegre. Kelsey sintió la tensión en el aire, luchando por controlar sus
temblorosas manos, hasta que Matthew finalmente dijo, —Hola Kels, me alegro
de verte.
—Me alegro de verte también, —Kelsey sintió que su voz temblaba.
Ella miró a Matthew. Llevaba su ropa de trabajo, pantalones de vestir azul
oscuro con una camisa de vestir azul claro, su pelo corto y rubio bien sujeto con
un poco de gel, sus grandes ojos verdes cansados.
Miró alrededor del departamento que solía ser su casa. Todo parecía más o
menos igual. Los mismos muebles de IKEA, la decoración minimalista, la única
ventana que daba a la calle y siempre estaba cerrada por el ruido.
—¿Quieres algo de beber?
—Sí, tomaré un vaso de agua.
—Estoy haciendo café, —Matthew empezó a caminar hacia la cocina—. Y
es bastante bueno. ¿Estás segura de que no quieres un poco?
Ella lo siguió a la pequeña cocina, que ha estado en mal estado desde el día
en que se mudaron allí. En la parte superior del estrecho mostrador había una
pequeña máquina de expreso que ocupaba la mitad del espacio del mostrador.
—Claro, tomaré un expreso, —dijo. Luego añadió, —¿máquina nueva?
—Sí, la recibí hace un par de meses.
Kelsey estudió el departamento con los ojos, buscando signos de presencia
femenina, preguntándose si Matthew ya se había involucrado con otra mujer. Si
lo había hecho, concluyó, no era evidente.
Matthew le dio una pequeña taza de café, tan pequeña que parecía una
miniatura. Era tan pequeña, que era imposible introducir su meñique a través del
mango de la delicada taza.
Sostuvo la pequeña taza e intentó no derramar el café, ya que estar cerca de
Matthew la hacía sentir incómoda. Se preguntaba cómo es que él todavía la hacía
sentir así, incluso después de todo lo que ha pasado desde que rompieron. Desde
que se separaron, tuvo otra relación y otra ruptura, empezó un nuevo trabajo,
hizo nuevos amigos, empezó a tocar la guitarra... muchas cosas habían
cambiado, pero estar cerca de Matthew la hacía sentir insegura como una niña
pequeña.
—¿Qué te trae a Nueva York? —preguntó él—. Por lo que dice el texto, veo
que no vives aquí.
—No, estoy aquí por el trabajo. Vivo en White Falls.
—Genial. ¿Qué haces para trabajar?
—Soy azafata, —dijo Kelsey.
Matthew sonrió, y Kelsey buscó signos de superioridad en esa sonrisa.
—No lo esperaba, —dijo él.
—Yo tampoco.
—¿Así que abandonaste tu sueño de ejecutiva de marketing?
—No, no lo hice. Estoy trabajando en unos pocos proyectos en este
momento, expandiendo mis horizontes, ¿Sabes? Todavía me interesa el
marketing, soy la gerente de marketing de una exitosa banda de rock. —En su
mente añadió, pero en realidad no trabajo mucho para ellos, y cuando trabajo
no me pagan. Y ya no sueño con convertirme en una ejecutiva de marketing.
Quiero ser enfermera o doctora o investigadora... pero sí, ¿Por qué lo
preguntas?
—Oh, bonito. ¿Qué banda de rock?
—Se llaman Tough Love.
—Nunca he oído hablar de ellos. ¿De dónde son?
—White Falls. Son muy buenos, deberías escucharlos. —La conversación
sobre su vida profesional estaba empezando a irritarla. Ella era consciente de que
la historia de la banda hacía que pareciera como si estuviera intentando hacer un
trabajo de marketing, para que Matthew no pensara que era una perdedora.
Habían pasado tantos meses desde que rompieron, y ella todavía sentía la
necesidad de probarse a sí misma ante él. Siempre se sintió como una perdedora
al lado de Matthew.
—¿Qué hay de ti? ¿Todavía en el Citibank? —preguntó.
—Sí. Todavía estoy ahí. Lo mismo de siempre.
—Bien por ti. —En su mente, añadió, pasé de tener un ingeniero financiero
como novio a tener un bajista vendedor de discos como novio a no tener ningún
novio. Gran progreso, Kelsey.
—¿Así que quieres buscar tu título? Tengo que salir pronto.
—Sí, claro. —Se alegró de que la charla sobre el trabajo terminara, y puso
la pequeña taza de café de nuevo en la cocina. Luego entró en el dormitorio, la
habitación que solía ser su dormitorio, y miró a su alrededor. Había un armario
en el dormitorio, un gran armario que ocupaba toda la pared y parecía haber sido
construido a medida para el departamento un siglo antes. Estaba hecho de
madera oscura y pesada, los restos de otra época en la que los muebles eran
caros y se suponía que durarían para siempre. Contrastaba con el resto de los
muebles del departamento, que eran todos de IKEA.
Kelsey abrió el armario y empezó a revisar los cajones donde ella y
Matthew guardaban sus documentos. En el cajón de abajo encontró su
certificado de graduación, junto con otros documentos como antiguos estados de
cuenta y tarjetas de crédito.
Puso el certificado en la cama y se tomó la libertad de inspeccionar
brevemente el armario en busca de señales de una nueva novia, pero no vio nada
evidente y no quiso quedarse demasiado tiempo y ser atrapada espiando el
armario de Matthew. Así que tomó su certificado y volvió a la sala de estar.
—Genial, lo encontraste, —dijo él—. ¿Quieres una bolsa de plástico para
eso?
—No, estoy bien. Sólo lo sostendré.
—Creo que va a llover.
Kelsey apenas le escuchaba. Echó un último vistazo a la sala de estar, al
lugar que solía ser su casa. La hizo sentir nostálgica, y la nostalgia siempre le dio
una pesadez en el corazón.
—Me voy, —dijo Kelsey—. Gracias.
—De nada, —dijo Matthew y la acompañó hasta la puerta—. Avísame con
anticipación la próxima vez que estés en la ciudad, tal vez podamos pasar el rato
o algo así.
Capítulo 14
Kelsey salió del edificio donde alguna vez vivió y decidió volver al hotel.
Fue un paseo decente, de unos 40 minutos, y eso era justo lo que necesitaba.
Quería sentir la brisa fría en su piel y tomarse el tiempo para reflexionar sobre su
visita a la casa de Matthew.
Más que nada, visitar su viejo departamento la hizo sentir sola. Matthew, la
persona con la que pasó cinco años de su vida, era ahora un extraño. Él tenía su
propia vida, y ella la suya. La persona con la que compartió la cama ya no tenía
nada que ver con ella.
La visita también la hizo sentir como una perdedora. Matthew
probablemente piensa que no estoy hecha para ser una neoyorquina, o una
profesional del marketing. Que soy una chica de pueblo, y que ser azafata de
una pequeña aerolínea y vivir en White Falls es lo que más me conviene.
Pensó en los sueños y aspiraciones que tenía cuando vivía en Nueva York.
En aquel entonces, si alguien le hubiera dado una bola de cristal para mostrarle
cómo se desarrollaría su vida a los seis meses de irse, lo habría recibido con
sentimientos encontrados. Sí, vivía en una pequeña ciudad y no trabajaba en su
profesión, pero estaba mejor... bueno, más o menos... tenía buenos amigos, tenía
un nuevo hobby...
De repente, no estaba tan segura de estar mejor. Tenía a Ashley, pero Anna
y ella no eran cercanas. Los chicos de la banda estaban ahora distantes. Darren,
que fue su novio y su alma gemela durante los últimos seis meses, se fue a Los
Ángeles después de que ella rompiera con él sin intentar arreglar las cosas o
conseguir que le perdonara.
Darren. ¿Qué valor tenía su relación de todas formas? De los seis meses que
pasaron juntos, estuvieron separados físicamente la mayor parte del tiempo. Ella
estuvo en un curso de azafata durante un mes, él estuvo de gira durante tres
meses... sin mencionar que tuvo sexo con una de los roadies...
En medio de la ira que empezó a crecer en su corazón, recordó cómo la hizo
sentir Darren. A su alrededor, ella siempre se sentía exitosa, inteligente y
bonita... con o sin palabras, él sabía cómo hacerla sentir bien consigo misma.
Dios, lo extraño, pensó mientras las lágrimas silenciosas comenzaron a
brotar de sus ojos. El oscuro cielo se iluminó con rayos, seguidos por el fuerte
rugido de los truenos. Empezó a caminar más rápido, con el objetivo de llegar a
la siguiente estación de metro antes de que empezara a llover, pero las gotas de
lluvia la alcanzaron, cayendo del cielo y mezclándose con sus lágrimas. Matthew
tenía razón sobre la lluvia, pensó. Se metió el título debajo de su chaqueta de
cuero, hasta que llegó una estación de metro seca y segura.
Esperando el metro, empezó a escribirle un texto a Darren usando el
servicio de mensajes de texto incorporado en el teléfono, ya que lo había
bloqueado en todas sus aplicaciones para no tener que comprobar
constantemente si estaba conectado.
Te extraño, escribió, y miró la pantalla del teléfono que parecía borrosa a
través del velo de sus lágrimas. Pulsó enviar antes de que tuviera tiempo de
arrepentirse.
Y se arrepintió. ¿Qué carajo me pasa? Ella pensó y puso el teléfono de
nuevo en su bolso. Al tipo claramente no le importa, ¿Cuál es el punto de
enviarle tal mensaje? ¿Me encuentro con mi ex y siento una pérdida temporal de
confianza, así que trato de compensar enterrándome más profundamente en el
agujero de los perdedores? ¿Por qué no puedo ser más como Ashley?
Su corazón latía rápidamente con pesar, vergüenza y anticipación. Casi
podía oírlo latir más fuerte que el ruido de los trenes.
Temblando, sacó su teléfono de su bolso para mirarlo, para verificar que
realmente había enviado el mensaje. Un texto apareció en su pantalla. Error de
red al entregar su mensaje, mensaje no enviado. Haga clic para intentarlo de
nuevo.
Empezó a calmarse. Uf. Por suerte no hay señal de celular en la estación.
Es una señal. Puso su teléfono en su bolso y se levantó cuando escuchó el tren
acercándose a la estación.

—Aquí hay 500 dólares, —dijo Lena y le entregó a Darren cinco billetes de
100 dólares—. Por tocar conmigo en los últimos dos shows... y por toda tu ayuda
en la grabación.
Él rechazó el dinero. —No te preocupes por eso, —dijo—. Estoy feliz de
ayudar.
—No seas tonto, —dijo ella y le entregó el dinero de nuevo—. Me pagan
bien por los conciertos. Así que es justo que te pague por actuar conmigo.
—De acuerdo, —Darren cogió el dinero y medio sonrió. Podía usar ese
dinero; buscaba mudarse de casa de Lena y encontrar su propio lugar, y
necesitaba algo de dinero para eso.
—Voy a salir por hoy, —dijo Darren y puso el dinero en su cartera—. Te
veré más tarde.
—Genial, diviértete.

Darren se pasó el día buscando una habitación subarrendada. El cuarto


lugar que vio se ajustaba a sus necesidades y presupuesto, pero tuvo que esperar
a tener noticias de las chicas que vivían allí. Estaba acostumbrado a confiar en su
sex-appeal para salirse con la suya con las mujeres, pero nunca lo había
intentado por motivos de vivienda, así que no estaba seguro de que iba a
conseguir la habitación hasta el último minuto cuando le llamaron para decirle
que estaba aprobado.
En el camino de vuelta al departamento de Lena se detuvo para hacer la
compra y gastó unos 50 dólares del dinero que ella le dio en verduras, queso
vegano, pan, aceite de oliva y tofu. Decidió que, en vez de pedir comida, podía
hacer una buena cena vegana para los dos.
Cuando entró en el departamento encontró a Lena tomando café en el
balcón con un libro a mano. —Hola, —dijo ella mientras lo veía. Parecía
irritada, como si no estuviera de buen humor.
—Traje algunas provisiones, —Darren le mostró la bolsa—. ¿Qué te parece
una cena vegetariana?
—No tengo hambre, —dijo ella, manteniendo los ojos en el libro.
—¿Estás bien?
—Sí, ¿por qué?
—No sé... suenas impaciente.
—Sí... siento estar un poco nerviosa. —Ella cerró su libro y lo miró—.
Darren sabes que te quiero, ¿verdad?
Asintió lentamente, sin saber hacia dónde iba la conversación.
—Pero estoy tan acostumbrada a vivir sola... Me encanta el hecho de que
estés aquí, pero también me siento... un poco ahogada, sabes. A veces necesito
mi espacio, sólo para estar sola.
—Te entiendo totalmente. Sabes que soy igual, —dijo él—. Y no te
preocupes, encontré un lugar, probablemente me mude en los próximos días.
—No quiero que sientas que te estoy enviando lejos después de haberte
invitado aquí...
—No te sientas mal. Entiendo totalmente de dónde vienes. Yo también
necesito eso.
Lena sonrió con una sonrisa triste. —Gracias por entenderlo.
—Claro. Ahora voy a hacer comida, avísame si quieres y te dejaré un poco.

Era tarde cuando las chicas llegaron a Eddie's, el lugar ya estaba lleno.
Encontraron una mesa medio ocupada y se unieron a una pareja que estaba
sentada allí.
—Realmente espero que Gary no esté aquí esta noche, —dijo Kelsey
mientras se sentaban. —Se suponía que íbamos a tener una cita y la cancelé. Le
dije que no estaba lista para seguir adelante.
—Lástima que no le hayas dado una oportunidad. No te quedes atascada
con Darren, Kels.
—No estoy atascada con Darren. Es sólo que no sentí ninguna química
cuando hablé con Gary por teléfono.
Ashley se encogió de hombros. —Lo que sea bueno para ti.
Desde su mesa podían ver el show de improvisación en el escenario, con
Sam, JD, Dave y otro tipo que les resultaba familiar - Kelsey recordaba
vagamente que se llamaba Dylan - tocando una canción funky de Red Hot Chilli
Peppers, “Apache Rose Peacock”. En el momento en que Sam vio a las chicas
dejó de tocar y les envió un beso en el aire y una enorme sonrisa.
Kelsey le devolvió la sonrisa a Sam, mientras que Anna y Ashley sólo le
sonrieron a JD.
Cuando los músicos en el escenario terminaron de tocar “Apache Rose
Peacock”, empezaron a tocar “Sweet Child of Mine” de Guns and Roses, y Sam
pareció disfrutar cada minuto. El guitarrista principal, Dylan, tocó el solo con
gran pasión, haciendo que sonara casi tan bien como el original.
Kelsey miró a Sam que se acercaba a Dylan mientras tocaba, como lo
hacían los músicos de rock cuando tocaban en vivo, parados frente a frente y
tocando con el corazón, como si estuvieran tocando entre ellos y no para el
público.
Vio a Sam acercarse cada vez más a él. Una de las piernas de Dylan la
dobló mientras tocaba, y Sam fue con las piernas abiertas y casi se sentó sobre
él. Ambos estaban tocando, sus piernas enredadas, la pierna de Dylan
literalmente entre las de Sam. Ambos se movían de una manera que parecía que
se frotaban el uno contra el otro, y ya no estaba claro si estaban tocando música
o haciendo algo sexual en el escenario.
Dios, esa chica simplemente no le importa un carajo, pensó Kelsey. Dirigió
su mirada a JD, que también miraba a Sam y Dylan, aturdido. El mismo Dylan
parecía estar completamente absorto en el solo que tocaba, sin prestar atención a
lo que pasaba a su alrededor.
Ashley y Anna se miraron la una a la otra, encogiéndose. Eso era mucho
más de lo que querían ver en el escenario de Eddie’s.
—Les digo, esta chica está loca, —se rio Kelsey.
Finalmente, Sam se separó de Dylan y saltó por el escenario con una
sonrisa hasta que volvió a una de las esquinas, donde tocó un genial solo de bajo.
Tocaron otro par de canciones, y luego Sam se bajó del escenario.
Vino y se unió a la mesa de las chicas, dándole a Kelsey un gran abrazo.
Ashley y Anna cruzaron sus manos sobre sus pechos, como si anunciaran: “Nada
de abrazos aquí”. Sam entendió la indirecta y les ofreció la mano para chocar los
cinco, ellas la chocaron suavemente. Al menos eso, pensó Kelsey.
—Me voy a casa pronto, tengo algunos asuntos pendientes allí. ¿Ustedes se
van a quedar aquí? —Preguntó Sam.
—Sí, —Kelsey asintió—. Nos quedaremos para una copa más, creo.
—Genial, —Sam abrazó a Kelsey otra vez—. Envíame un mensaje si
quieres salir mañana.

—Estoy lista para ir a casa, —dijo Anna—. ¿Van a venir o debo tomar un
taxi?
—Vamos. Las llevaré a casa y me iré a dormir también. Tenemos un vuelo
mañana. —Kelsey cogió su teléfono, sus llaves y se levantó.
Se despidieron de los chicos, que seguían tocando en el escenario, salieron
de Eddie’s y entraron en el auto de la madre de Kelsey. Kelsey le dio a Ashley
las llaves del auto y se fue a sentar en el asiento trasero.
Tan pronto como estuvieron en el auto, la sesión de chismes comenzó
oficialmente. —Esa chica Sam... —dijo Ashley al salir del estacionamiento—,
No sé ni cómo empezar a describir lo que hizo ahí.
Anna se abrochó el cinturón de seguridad. —Eso estuvo fuerte.
—Bueno, ella es una persona muy... abierta. —dijo Kelsey.
—Oh Dios mío Kels, ¿esa chica te gusta? ¿Es como si hubieras decidido
tener una relación con el bajista de Tough Love, independientemente de quién
sea esa persona?
—No me gusta, es sólo una persona súper agradable, y ustedes deberían
tener una mente más abierta y aceptarla.
—La aceptamos, —dijo Anna.
Kelsey resopló. —No, no es así. Le hacen lo mismo que me hicieron a mí.
Me causaron un infierno durante los primeros meses hasta que aceptaron ser mis
amigas.
—Bueno, tenemos altos estándares, —dijo Anna y guiñó un ojo.
—Altos estándares, dejen ya, —se rio Kelsey— Son un par de zorras
presumidas.
—Cuidado, no querrás que te revoquemos la aceptación, —dijo Ashley.
Kelsey le sacó a Ashley el dedo de en medio, y luego se inclinó hacia atrás
en el asiento trasero. Sacó su teléfono del bolsillo y vio que había una
notificación de Instagram - Sam había publicado una nueva imagen. Kelsey hizo
clic y el mensaje de Sam se abrió en la pantalla de su teléfono.
Kelsey empezó a reírse. —Oh, Dios mío, chicas, tienen que ver esto.
Era una foto de un piso de madera con zapatillas rosas a un lado y un par de
calzoncillos celestes, del tipo que a menudo se llamaba “calzoncillos de abuela”.
Debajo de la imagen, el pie de foto decía: Una buena sesión de improvisación
siempre me moja
Anna miró la foto. —Ashley, tienes que ver esto.
—No puedo, estoy conduciendo.
—Detén el auto.
Ashley paró el auto a un lado de la carretera. Entonces vio la foto y empezó
a reírse también. —No entiendo si está mojada por la música o por el roce con
Dylan.
—¡Es como si estuviera obsesionada con el sexo! Acabamos de verla
teniendo sexo en vivo en el escenario con Dylan, y ahora publica esto...
—No, es asexual. —dijo Kelsey.
Ashley sonrió. —Oh, por favor. Probablemente dice que es asexual para
salirse con la suya con la gente, y hacer que bajen la guardia.
—Bueno... creo que es asexual.
—Explícate por favor, —dijo Ashley cuando llegaron a la casa de Anna.
—Es difícil de explicar. Empiecen a pasar más tiempo con ella y ya verán.

Lena salió al balcón, donde Darren estaba sentado con una taza de té y una
guitarra acústica, tocando tranquilamente una canción de los Foo Fighters,
“Stranger Things Have Happened”. Se sentó en la silla, y Darren la saludó con la
cabeza y siguió tocando.
—¿Qué pasa?, —preguntó Lena.
—Todo bien, —dijo él—. Me mudo hoy.
—¿Tan pronto? —Una pizca de tristeza pasó por el rostro de Lena,
rápidamente reemplazada por su linda cara de póquer de la chica de al lado.
—Sí. Pensé que querías que me fuera.
—No esperaba que sucediera tan rápido, —sonrió ella—. ¿A dónde te estás
moviendo?
—Encontré una habitación a cinco minutos a pie de aquí. Así que voy a
hacer las maletas pronto e ire allí.
—¿Con quién vivirás?, preguntó.
—Un par de chicas.
Lena se rio. —Puedo imaginarme lo que pasará en ese departamento.
Darren le dio una media sonrisa. —Deberías venir a visitarnos.
—Lo haré. —Ella tomó un sorbo de su té—. Pero aun así vendrás a
ayudarme aquí en el estudio, ¿verdad?
—Sí, claro.
—Y también tenemos un concierto la semana que viene, ¿recuerdas?
—Por supuesto. Estoy seguro de que te veré antes de eso.
—Más te vale.

Darren no tenía muchas cosas en casa de Lena; tenía su mochila con


algunas prendas de vestir, su portátil y su bajo. Consideró dejar el bajo en casa
de Lena, ya que no había amplificador en el departamento al que se mudaba,
pero pensó que podía conseguir un amplificador barato de segunda mano si
quería. Cogió su mochila y su bajo y se fue a su nueva casa.
Era un departamento bien ubicado, pero relativamente deteriorado. Sus
compañeras de cuarto lo alquilaban de un anciano propietario. Había dos
dormitorios grandes, uno para cada chica, y un dormitorio pequeño que
inicialmente planeaban tener como cuarto de invitados, pero terminaron
rentándolo en Airbnb por dinero extra.
Darren se mudaba a la pequeña habitación; no era confortante como su
cabaña, pero el precio era decente y el departamento tenía un bonito balcón. La
habitación no tenía nada más que una cama doble con un colchón viejo. Parecía
que algunos de los resortes del colchón estaban fuera de lugar, y trató de
recordar dónde estaban esos resortes para evitar pincharse mientras duerme.
Había una pequeña cocina en el departamento, con una mesa de bar pegada
a la pared y dos sillas de bar. También había un pequeño espacio entre los
dormitorios que podría haber sido una sala de estar, pero estaba lleno de cosas -
un gran armario y algunas cajas - lo que lo convertía en el espacio de
almacenamiento del departamento. Luego estaba el balcón, la razón principal por
la que Darren eligió ese departamento, ya que en los últimos tres años se había
acostumbrado a tener un pequeño pórtico en su cabaña.
Como Darren era alguien que pasaba mucho tiempo en casa solo, tener un
pórtico o un balcón era crucial para él. Necesitaba un lugar para sentarse solo,
mientras aún sentía el aire libre y disfrutaba de la brisa.
Sus compañeras de cuarto eran del tipo de chicas recién llegadas a Los
Ángeles. Joanna, que se mudó de Tennessee y trabaja como camarera mientras
audiciona para trabajos de actuación, y Michelle, que se mudó de Ohio y estaba
haciendo unas pasantías como asistenta de un productor de cine, con la
esperanza de ser contratada para un trabajo remunerado cuando terminara sus
pasantías.
Darren puso sus cosas en la habitación y salió al balcón, donde se sentó un
rato, apreciando el buen tiempo y el tranquilo parque de abajo. La brisa era
suave, había un olor a primavera en el aire, y todo lo que le faltaba era una
guitarra acústica. Debí haberla traído conmigo, pensó. Consideró la posibilidad
de pedir prestada una guitarra a Lena, pero decidió no hacerlo, ya que las
guitarras de Lena eran todas caras y pedir prestada una de ellas hubiera sido
demasiada responsabilidad.
Tal vez una de mis compañeras de cuarto tenga una guitarra que me pueda
prestar, pensó. Se levantó y entró, y luego llamó a la puerta del dormitorio de
Joanna.
—¿Qué tal? —preguntó él cuando ella abría la puerta.
—Todo bien. Preparándome para mi turno en el restaurante y practicando
un monólogo para una audición que tengo mañana. —Tenía un chicle en la boca
y lo movía de un lado a otro—. ¿Tu?
—Relajándome en el balcón. No tendrás una guitarra por casualidad,
¿verdad?
—Yo no... creo que Michelle tiene una. Puedes mandarle un mensaje o
esperar a que llegue a casa.
—Genial, gracias. —Darren salió de la habitación, cerrando la puerta tras
él. No tenía ganas de esperar, quería relajarse en el balcón con una taza de té y
una guitarra, así que le envió un mensaje a Michelle de inmediato.
Ella le contestó, diciendo que él podía ir a su habitación a buscar la guitarra.
Luego envió otro mensaje, diciendo que no usaba su guitarra nunca, y que él la
podía guardarla mientras vivía allí.

Era un instrumento barato de cuerdas de nylon, pero Darren estaba feliz de


tener una guitarra. La sacó al balcón, la afinó y empezó a tocar. Un tipo que
paseaba con su perro por el parque bajo el balcón levantó la cabeza para ver de
dónde venía la música, y Darren asintió con la cabeza y siguió tocando.
Después de tocar un rato, sacó su teléfono del bolsillo para ver qué hora era
y vio que tenía un mensaje de texto. Esperando que fuera un mensaje de spam,
casi puso el teléfono en su bolsillo, pero alcanzo a ver el contenido del mansaje
en su pantalla y se quedó inmóvil.
Un mensaje de Kelsey.
Te extraño, decía el texto.

Darren miró el texto detenidamente. Lo puso triste y cálido al mismo


tiempo. Tomó un sorbo de té y le envió un mensaje de texto. Yo también te
extraño.
Capítulo 15
—¿No tienes Coca-Cola? No bebo Pepsi, —dijo el hombre sentado en el
asiento del pasillo.
—No, —respondió Kelsey con una sonrisa de cansancio—. Lo siento,
señor. Sólo servimos productos de Pepsi.
—Sabes que los productos de Pepsi tienen mucho más azúcar que la Coca-
Cola.
—No lo sabía, —dijo ella—. Creo que es un mito. Pero si busca una opción
baja en azúcar puede tomar Pepsi Zero Azúcar, no tiene nada de azúcar. También
tenemos agua.
—No, prefiero no beber nada, —dijo el hombre. Luego añadió: —Recuerdo
los días en que servían una comida completa a bordo. —Hizo una pausa y
resopló—. Probablemente ni siquiera habías nacido entonces.
Kelsey se encogió de hombros. —Bueno, podría escribir una carta a la
aerolínea, pero hasta donde sé, ya no sirven comidas en vuelos cortos. Puede
pedir una comida por adelantado si quiere y pagarla cuando reserve su pasaje.
El hombre resopló de nuevo, y luego se volvió hacia la mujer sentada a su
lado, probablemente su esposa. —¿Has oído eso, Margaret? Quieren que ordene
una comida por Internet y que la pague.
—Después de todo, —continuó Kelsey—, los billetes de avión son mucho
más baratos hoy en día. Parte de la reducción del precio es porque no servimos
comidas. Se ahorra mucho dinero y muchas molestias.
Vio a Ashley por el rabillo del ojo, de pie en la cocina y tratando de hacerle
una señal para que la ayudara, pero no pudo evitarlo. Estaba harta de que la
gente tratara de pasarse de listos en el avión y quería hacer justicia en los viajes
aéreos.
El hombre y su esposa estaban descalzos, y la esposa tenía uno de sus pies
entre los asientos de delante de ella, metiendo los dedos de los pies pediculados
entre los asientos de la siguiente fila.
—Señora, ¿Le importaría descansar los pies bajo el asiento de enfrente y no
entre los asientos? —Preguntó Kelsey.
La mujer accedió a regañadientes y dijo: —Otra cosa del pasado. La
comodidad de los asientos.
—Claro que sí, —el hombre la apoyó—. Te lo digo, señorita, los viajes
aéreos se han convertido en una porquería. Solía ser bueno, ahora son un
completo desastre. No más comidas, no más espacio para las piernas...
—Sí, —dijo la mujer. —Deberían volver a ponerlo como estaba.
—¿Cuándo los viajes en avión eran caros y casi nadie podía pagarlos? —
Kelsey ignoró las señas que Ashley le enviaba desde la cocina—. No estoy
segura de que quieran eso. En aquel entonces la gente se quejaba de los precios,
ahora la gente se queja de no conseguir una comida en un vuelo de una hora...
Finalmente, Ashley vino y se puso al lado de Kelsey. —Te necesito en la
cocina, —dijo.
Kelsey asintió con la cabeza y siguió a Ashley hasta la parte trasera de la
cabina. —Realmente deberías dejar de pelear con esta gente, —susurró Ashley.
—Lo sé, pero no puedo evitarlo... quiero que entiendan para que no acosen
a la próxima azafata.
—¿No ves que acosar a las azafatas de vuelo les da algo por lo que vivir?
¿Viste al tipo? ¿Crees que alguna vez llega a hablar con las jovencitas lindas?
¿Viste a su esposa? ¿No crees que hará cualquier cosa para hablar con una
azafata, aunque sea una discusión? —Ashley hizo una pausa—. La gente como
esta simplemente anhela atención. No los animes.

Poco después de la discusión, el avión aterrizó, y Kelsey y Ashley se


pararon junto a la salida de la cabina, despidiendo a los pasajeros que salían del
avión. Kelsey se obligó a sonreír a la pareja más molesta de la historia, quienes
seguían quejándose del servicio de bebidas.
Ashley y Kelsey terminaron sus tareas en la cabina, y Kelsey cambió su
teléfono del modo de vuelo, y luego lo volvió a poner en su bolso. Escuchó un
débil pitido de un mensaje de texto, pero no tenía mucha prisa en comprobarlo,
ya que no esperaba ningún texto interesante y nadie debía recogerla en el
aeropuerto. La mayoría de los mensajes que recibía hoy en día eran spam de
todos modos. Probablemente debería reportar esos mensajes de spam a T-
Mobile, pensó.
Cuando finalmente alcanzó su teléfono para ver lo que había en el mensaje
de texto, su corazón se quedó sin aliento.
Un mensaje de Darren.
Yo también te extraño, decía el mensaje.
¿Yo también te extraño? El corazón de Kelsey latía rápido. ¿Cómo sabe que
lo extraño? ¿Está asumiendo eso?
Miró el mensaje de nuevo, y luego vio un texto que supuestamente ella le
había enviado tres minutos antes, diciendo te extraño.
¿Cómo es posible eso? Acabo de sacar mi teléfono del modo de vuelo hace
tres minutos. ¿Le envié un mensaje a Darren sin darme cuenta? ¿Me estoy
volviendo loca?
Ashley la miró. —¿Está todo bien, nena? Te ves pálida.
—Sí, estoy bien. —Kelsey dijo sin rodeos. En su mente, seguía
reflexionando sobre la pregunta, ¿Le envié un mensaje a Darren?
—Ash, ¿me viste mandando un mensaje de texto cuando bajamos del
avión? —preguntó.
—No lo sé... no me habría dado cuenta... ¿Está todo bien?
—Sí, sí... sólo olvídalo.
Ashley se encogió de hombros. —En fin, como te decía, no puedo dejar de
pensar en los zapatos rojos que vi en la tienda del hotel, —dijo—. ¿Crees que
son... demasiado rojos? ¿Entiendes a lo que me refiero?
—Están bien, —susurró Kelsey.
—¿Entonces crees que debería comprarlos la próxima vez que estemos en
Nueva York? Asumiendo que todavía los tengan...
Kelsey asintió con la cabeza, sin escuchar una palabra de lo que Ashley
estaba diciendo.
—Quiero decir, —continuó Ashley—, ahora cuestan 200 dólares y podría
esperar a que salgan en oferta... pero por otro lado puede que no tengan mi talla
para cuando salgan en oferta... ya sabes que tengo una gran talla de zapatos y no
siempre encuentro mi talla...
—Sí, —murmuró Kelsey.
—¿Me estás escuchando siquiera?
—¿Qué? —Kelsey respondió, desorientada.
—Te pregunté si me estabas escuchando. Parece que tu mente está en otra
parte.
—Sí... tengo un poco de dolor de cabeza.
—¿Quieres una pastilla? —Ashley alcanzó su bolso.
—No, no. Estoy bien. Sólo necesito descansar un poco.
—Oh, está bien. Vamos a relajarnos en casa de Anna.
—Ve tú. Creo que me voy a casa.
—Claro. Estás pálida. Deberías comer o dormir o algo así.
Subieron al taxi y Ashley se quedó callada, jugando con su teléfono. Kelsey
no pudo pensar en nada más que en el mensaje que recibió de Darren. Quería
que el taxi vaya rápido, para poder llegar a casa, a la privacidad de su habitación
y resolverlo. No podía entender como paso que había enviado accidentalmente
un mensaje a Darren.
¿Era ese el mensaje que había intentado enviarle el otro día cuando estaba
en el metro de Nueva York? ¿Sera que su teléfono intenta reenviar mensajes que
se quedan en el buzón de salida cada vez que sale del modo de vuelo? Y si es así,
¿por qué no sucedió la vez anterior que se bajó de un vuelo, cuando regresaron
de Nueva York? En su mente, estaba teniendo una conversación imaginaria con
un representante de servicio al cliente de T-Mobile. Entonces intenté enviar un
mensaje de texto hace dos días y recibí un mensaje de error... pero fue entregado
hoy... en su mente podía ver al representante poniendo su llamada en modo de
altavoz para que todos en la oficina se rieran.
No, no voy a llamar al servicio de atención al cliente, pensó Kelsey. Este
misterio tendrá que permanecer sin resolver. Lo que importa es que extraño a
Darren, y él me extraña a mí.
Se moría por contárselo a Ashley, preguntarle si tenía alguna idea de cómo
pudo ocurrir ese accidente con los mensajes. Pero Ashley había dejado bastante
clara su opinión sobre Darren, y Kelsey no tenía ganas de volver a pasar por un
reproche. Confundida, y con su corazón latiendo rápido, pegó su cara a la
ventana para ocultar la sonrisa que se estaba apoderando de su rostro.

Kelsey se sentó en la cama y miró su teléfono por vigésima vez, aun


encontrando difícil de creer que el mensaje que estaba viendo estaba realmente
allí. Darren escribió que la extrañaba...
Su corazón no había dejado de latir rápido desde que vio el texto, y ahora
estaba empezando a marearse, casi con náuseas, pero no podía dejar de mirarlo.
Sostuvo su dedo sobre el botón de llamada, dudando. Tal vez era mejor dejar las
cosas como estaban, tal vez saber que Darren la extrañaba era todo lo que
necesitaba saber, y cualquier otra cosa sólo arruinaría el momento.
¿Qué bien puede salir de llamarlo? Ella pensó. Hablaremos de lo mucho
que nos extrañemos, y de todas las razones por las que no podemos estar
juntos... que sería como volver a pasar por una ruptura... y aún no he superado
la última...
Las lágrimas empezaron a brotar. Él está en Los Ángeles, yo estoy aquí. En
un momento de confusión emocional le envié accidentalmente un mensaje
diciendo que lo extrañaba, ¿Qué tal si simplemente estaba siendo educado
cuando me envió el mensaje diciendo que también me extrañaba? Y si lo llamo y
hablamos, ¿No me haría extrañarlo aún más al oír su voz? Y si nos extrañemos,
¿Hay alguna diferencia? ¿Eso lo hace a Darren más monógamo? ¿Me hace eso
más abierta a sus aventuras?
No podía saber cuánto tiempo había estado mirando el teléfono hasta que
un impulso inexplicable se apoderó de ella y presionó el botón de marcar.
Carajo, pensó.
Sorprendentemente, Darren estaba al lado de su teléfono y respondió de
inmediato. —Hola, —dijo con su voz suave.
—Hola, —dijo Kelsey, su cara era una mezcla de sonrisa y lágrimas.
Había silencio en la línea.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Darren.
—En casa, relajada, acabo de volver del trabajo, —respondió ella—. ¿Y tú?
—También relajándome. Tocando la guitarra en el balcón de mi nueva casa.
—Oh. ¿Tienes tu propia casa?
—Estoy subarrendando una habitación en un departamento.
—Lindo. ¿Todavía en Los Ángeles?
—Si.
—Así que... ¿Qué estás haciendo ahí?
—Lo de siempre, ya sabes... —dijo él—. Tocando música. Tengo un
concierto de pago... probablemente pueda encontrar más...
Oírlo decir eso la atravesó como un cuchillo. —Así que no vas a volver, —
dijo ella.
—No lo sé, —dijo Darren—. Todavía tengo mi cabaña y lo demás allí, así
que probablemente volveré a coger mis cosas en algún momento... —hizo una
pausa. Durante algún tiempo hubo silencio en la línea. Luego continuó—: No
hay nada para mí en White Falls. La banda me dejó, tú me dejaste... aquí puedo
conseguir algunos conciertos por lo menos.
Kelsey no respondió de inmediato. Ella estaba tratando de procesar todo
eso. —Bien, —dijo finalmente.
Una vez más, estaban en silencio en ambos extremos de la línea. Si no fuera
por el ocasional canto de los pájaros en el fondo, Kelsey podría haber asumido
que no había nadie en el otro extremo.
Sentía que la conversación se estaba muriendo, y sabía que pronto iba a ser
el momento de volver a su soledad. Ella se aferraba a esos segundos en el
teléfono con Darren, antes de que esa llamada telefónica se desvanezca en el
pasado también. Sostuvo el teléfono temblando, comenzando a afligirse por la
conversación que estaba a punto de terminar.
—¿Así que eso es todo? —susurró Kelsey.
—No lo sé, —respondió Darren en voz baja—. Te extraño Kelsey, pero...
—Conozco todos los peros, —dijo ella—. Conozco todas las razones por
las que no deberíamos estar juntos. Las he estado memorizando desde el día en
que nos conocimos. Pero aun así... —Ahora las lágrimas salían libremente de sus
ojos. Se había excedido y se odiaba a sí misma por hacer eso. Sabía que lo
último que Darren quería era una chica necesitada.
Darren no respondió de inmediato y eso la asustó.
—Te extraño Kelsey, —dijo finalmente—. Mi puerta está abierta para ti.
Ella lo oyó levantarse. —Estoy saliendo del balcón ahora mismo. Entrando
en el departamento, —empezó a narrar sus movimientos—. Ahora estoy en la
puerta principal. Estoy abriendo la puerta principal. ¿Escuchaste eso? Esa era la
puerta del departamento abriéndose. Está abierta para ti.
Kelsey se rio, limpiándose las lágrimas de sus ojos. —Te extraño Darren, te
extraño, demonios. Pero eso sería un gran error.
—Lo sería.

Kelsey se bajó del taxi y se paró frente al edificio, asegurándose de que era
la dirección que Darren le había dado. Debo estar loca, pensó. Volando a Los
Ángeles para dos días...
Su corazón estaba lleno de anticipación y amor, así como de orgullo. Le
encantaba pensar en sí misma como alguien espontánea, alguien que seguía a su
corazón, el tipo de persona que podía subir a un avión para hacer un viaje que no
tenía ningún sentido.
Quería calmar su corazón y arreglar su respiración antes de llamar a la
puerta, pero tampoco quería perder el tiempo de pie fuera. Tenía menos de 48
horas con Darren.
Incapaz de calmar su corazón acelerado, llamó a la puerta. Mientras
esperaba que alguien abriera la puerta, pensó en cómo las cosas nunca se ponían
aburridas con Darren. Nunca se acostumbró a él. Siempre había mariposas a su
alrededor, mariposas alrededor de cada texto que recibía de él, mariposas cuando
estaba de pie junto a su puerta.
Darren abrió la puerta descalzo, vestido en unos jeans negros y una
camiseta gris oscura. Tenía una barba incipiente en su cara, tal como le gustaba a
ella. Sus grandes ojos oscuros la miraban con calidez, mientras movía su pelo
negro a un lado con una media sonrisa. Era la cosa más hermosa que ella había
visto.
Por un momento se pararon frente a frente saboreando el momento, o
quizás esperando que la otra persona hiciera el primer movimiento, hasta que
Darren se adelantó y la abrazó fuertemente. Ella temblaba en sus brazos mientras
sus labios se dirigían a los de ella.
Kelsey creía que los labios de Darren eran un regalo de Dios a la
humanidad, o al menos a las chicas que llegaron a sentirlos en sus labios.
Suaves, cálidos, reconfortantes y dominantes al mismo tiempo, ella se sintió
ahogada en sus labios.
Él se separó suavemente de ella y tomó la mochila que tenía ella en su
hombro, luego tomó su mano y la acompañó a la habitación, cerrando la puerta
detrás de ellos.
El cuerpo de Kelsey se llenó de anticipación y deseo. Sus manos pronto
estuvieron sobre ella, como si nada hubiera pasado, como si aún fueran novios,
como si no hubieran roto, como si no se hubiera mudado de White Falls a Los
Ángeles. Ella sintió el toque de sus manos en su piel, y como siempre, sintió
todo su cuerpo y alma derritiéndose en sus brazos. La forma en que sus manos
exploraron su cuerpo, tan apasionadamente, tan confiadamente... ella no tuvo
ninguna oportunidad.
Kelsey cerró los ojos y se lamió los labios mientras él la desnudaba
lentamente, tomando cada prenda de vestir y tirándola despreocupadamente al
suelo.
—Te extrañé, —susurró él, su aliento le cosquilleaba los pechos.
—Yo también te extrañé, —susurró ella. La confusión y la tristeza
intensificaron la excitación.
Él se levantó, tiró su camisa gris al suelo y se desabrochó los jeans. Ella
mordió los labios con anticipación, mirando su cuerpo perfecto, que era tan
delgado y a la vez tan fuerte.

Mientras estaba en lo profundo de ella, ella lo miró a los ojos. Quería que se
quedara dentro de ella para siempre. Él había tomado su cuerpo y su alma
cautiva y no había manera de que ella lo dejara ir. Quería decir algo, pero se
detuvo y cerró los ojos, rindiéndose al placer que se apoderaba de su cuerpo.

Kelsey puso su cabeza en el pecho de Darren, y miró fijamente al techo. Él


puso su mano alrededor de la espalda de Kelsey, acariciándola.
—Soy un mal anfitrión, —dijo él—. Ni siquiera te ofrecí nada de beber.
Ella se volvió hacia él y le besó en los labios. —No importa.

Tardaron seis horas en salir de la habitación, cuando salieron ya estaba


oscuro afuera. No habían comido en horas, estaban tan hambrientos uno del
cuerpo del otro que no se les había ocurrido comer comida de verdad.
Darren hirvió agua para el té. —¿Hay algo que quieras hacer mientras estés
aquí? ¿Quieres ver Los Ángeles?
—Me da igual. Sólo quiero estar contigo. No me importa dónde.
Darren le dio un beso en la frente. —¿Toquemos la guitarra en el balcón?
—preguntó.
—Claro, —Kelsey sonrió. Extrañaba tocar la guitarra con Darren, como
solían hacer en su pequeño pórtico en White Falls.
Kelsey llevó dos tazas de té al balcón mientras Darren traía la guitarra. —
Casi lo olvido, se supone que tengo que tocar en un concierto mañana... —dijo él
—. Pero no te preocupes, lo cancelaré.
—Está bien, no necesitas cancelarlo por mí.
—Sólo estarás aquí por dos noches, así que las vamos a pasar juntos. Puedo
tocar en el concierto de la semana que viene.
Darren cogió su teléfono y empezó a enviarle un mensaje a Lena.
—No, —Kelsey lo detuvo antes de que tuviera la oportunidad de enviar el
mensaje. —Me encantaría verte tocar. No canceles eso.
—Bien, —Dijo Darren poniendo su teléfono a un lado—. ¿Está segura?
Ella asintió.
—Genial, así que tenemos un concierto mañana por la noche. Verás Green
Underground, es un lugar interesante. —Le dio a Kelsey la guitarra—.
¿Aprendiste alguna canción nueva últimamente?
Ella se encogió de hombros. —En realidad no. Intenté una nueva canción
de Kula Shaker pero fue difícil.
—Tócala.
Kelsey empezó a tocar la canción, “Ruby” de Kula Shaker, y Darren la miró
y escuchó atentamente. Ella cometió algunos errores, y se acobardó cuando lo
hizo, pero Darren sólo miró sus dedos pensativamente y asintió con la cabeza.
Cuando terminó, dijo. —Bien hecho. Nunca he oído esta, suena como una buena
canción. Y parece un desafío.
—Gracias.
—Te daré algunos consejos sobre cómo tocarla, —dijo él. Tomó la guitarra
y le mostró otra forma de tocar los acordes para una transición más fácil. Luego
Kelsey miró con asombro mientras Darren tocaba la canción, como si no
acababa de escurarla por primera vez.
—¿Algo como esto...? —preguntó él.
—Exactamente así, —dijo ella, mirándolo a los ojos oscuros—. Demonios,
Darren, tienes tanto talento. Es tan sexy.

Era tarde en la mañana cuando Kelsey se levantó para ir al baño y vio a
Joanna en la cocina. Era la primera vez que veía a alguna de las compañeras de
cuarto de Darren.
—Hola, —dijo Kelsey cansada. No había dormido mucho esa noche.
—Hola, —respondió Joanna. No parecía estar de humor para socializar,
mientras ponía su taza de café en el fregadero y se giraba para volver a su
habitación.
—¿Hay café aquí que pueda preparar? —Preguntó Kelsey.
—Puedes preparar del mío, —dijo Joanna y señaló un tarro de café que
estaba en uno de los estantes. Ella no parecía feliz por compartir, pero Kelsey
pensó que podría ser una actitud hipster de Los Ángeles.
—Gracias, —dijo. Se cepilló los dientes, y luego volvió a la cocina a hervir
agua para el café.
Con el café a mano, salió al balcón y se sentó, mirando el parque que estaba
debajo de ella. Había un gran árbol floreciente con grandes flores anaranjadas,
nunca había visto un árbol así antes, debería crecer solo en la Costa Oeste. La
brisa era reconfortante, en lugar de dura y penetrante como lo era en White Falls
en esa época del año. Podría vivir aquí, pensó.
Terminó su café, lavó su taza y entró en el dormitorio para despertar a
Darren. Sabía que él no había dormido mucho esa noche, así que pensó en
dejarlo dormir un poco más; por otro lado, no les quedaba mucho tiempo juntos,
así que pensó que podría ponerse al día con el sueño después de que ella se
fuera.
Se metió en la cama y se envolvió alrededor de él, haciéndole cucharita. Él
comenzó a moverse lentamente mientras se despertaba y agarró el brazo de ella
que lo rodeaba con fuerza.
Dios, haz que lo ame un poco menos, rezó Kelsey.
—¿Te puedo traer un poco de té? —preguntó ella.
—No, me estoy levantando, —susurró él. Luego dijo algo como—: ya
tomaste café, —pero era difícil de entender ya que sonaba como si estuviera
murmurando o hablando en sueños.
—Lo hice, —dijo Kelsey.
—¿Desayunaste? —susurró y envió su mano hacia atrás para acercarla a él.
—No.
Sentir el cuerpo de Darren cerca a ella le hizo olvidar la comida otra vez. El
día anterior, la noche anterior... tuvieron sexo siete veces, y ni siquiera eso fue
suficiente. Saber que se suponía que se separarían pronto, quién sabe hasta
cuándo, hizo que su deseo por él fuera más fuerte que nunca.
Capítulo 16
Era mediodía cuando finalmente salieron de la cama. Darren se cepilló los
dientes e hirvió agua para el té, luego preparó pan tostado. A falta de otros
alimentos para el desayuno, mojaron el pan tostado en aceite de oliva, al estilo
italiano.
—¿Cuándo fue la última vez que viste el océano? —preguntó Darren.
—Hmmm... —pensó ella—. No puedo recordar.
—¿Quieres ir a dar un paseo por la playa? Conozco un lugar genial.
—¡Me encantaría!

Kelsey extrañaba el Mustang marrón de Darren, el auto que heredó de su


hermano en circunstancias bastante tristes. Ella tenía tantos recuerdos
relacionados con ese auto. Recordó la noche en la que salió en una misión para
probarle a JD y a sí misma que podía pasar una noche con Darren sin tener sexo,
luego ella y Darren se quedaron sin gasolina y tuvieron que esperar en el asiento
trasero a que Dave viniera a salvarlos... recordó la vez que Darren le dijo que se
sentía mal por no haber cuidado bien el auto, ya que era el proyecto de pasión de
su hermano hasta que murió en Afganistán...
Condujeron durante algún tiempo, cuánto tiempo no lo sabía; el viento que
soplaba en su cabello, la música de la estación de radio local y la mano de
Darren en su regazo, le hicieron querer que el viaje durara para siempre.
A medida que se acercaban al océano, el aire que soplaba por la ventana
cambiaba, se volvía más salado, era el aroma de la libertad. Cuando se
estacionaron, Kelsey podía oír el rugido del océano y saltó del auto con
entusiasmo.
Frente a ellos, el Océano Pacífico se extendía como un inmenso mantel azul
sobre la arena, cubriendo el horizonte por donde mirara. —Quiero tocarlo, —
dijo ella y tomó la mano de Darren, y luego comenzó a correr hacia el agua.
Podía sentir que sus zapatillas se llenaban de arena, pero no le importaba.
Simplemente corrió, riéndose, Darren detrás de ella.
Kelsey se detuvo cuando se acercaron al agua, ya que no quería que sus
zapatillas se mojaran, y se quedó allí, mirando el océano con asombro,
esperando que el agua se acercara para poder tocarla. Mientras lo hacía, intentó
tocarlo con su mano.
—Esta fría, —dijo ella.
Darren asintió.
—¿Crees que el agua está más fría que en el estanque de White Falls?
—Depende de la época del año. Creo que en el verano el estanque
probablemente está más cálido.
—Sí, probablemente, —dijo ella, sin apartar la vista del mar.
—¿Quieres sentarte? —preguntó Darren.
—Sí.
Fueron unos pasos atrás, manteniendo una distancia segura para no mojarse
con las olas, y se sentaron en la arena uno al lado del otro. Darren puso su mano
alrededor de la cintura de Kelsey, y ella puso su cabeza en su hombro, mirando
el océano frente a ella.
Era salvaje, emocional, las olas rompiendo y chocando con la arena una y
otra vez con un rugido. Sintió como si le habían dado un vistazo de la ira de la
madre tierra, tan apasionada y poderosa. En el extremo derecho podía ver a los
surfistas y eso la hacía sonreír. Era la primera vez que veía a los surfistas en la
vida real.
Pero incluso con toda esa belleza a su alrededor, algo le pesaba en el pecho.
No pudo evitar pensar, ¿A dónde va todo esto? ¿Volveré a White Falls mañana y
todo volverá a ser como antes, como si nunca hubiera venido aquí?
Levantó la cabeza para mirar a Darren. Su rostro era tan hermoso, y ella se
moría por hablar con él sobre lo que sentía. Entonces cerró los ojos y puso su
cabeza en su hombro. No quería arruinar el momento, así que no dijo nada.

Darren sostuvo a Kelsey en sus brazos y miró el agua frente a él, la brisa
del océano soplando el hermoso olor de Kelsey en su nariz. Ella solía decir que
no era un perfume y lo llamaba body mist o algo así, y olía tan especial en ella.
Se mezclaba perfectamente con el olor natural de su cuerpo y creaba un aroma
único y seductor que se suponía que olía a higos, pero para él olía a amor.
De alguna manera encontré una forma de enredar mi vida con esta
persona, que significa para mí más que cualquier otra cosa en el mundo.
Le parecía extraña toda la noción del amor. Sí, Kelsey era hermosa,
inteligente, divertida y de buen corazón... pero muchas mujeres lo eran. Había
algo en ella que no podía explicar, se las arregló para capturar su alma de una
manera que no había previsto. Demonios, era su novia, su primera novia... antes
de conocerla, pensó que nunca tendría una novia. Nunca quiso una.
Se arrepintió de haber acostado con Connie. Se arrepintió de haber acostado
con Lena. Se arrepintió de hacer pasar a Kelsey por eso, arrastrándola a una
conversación sobre una relación abierta que ella claramente no quería, haciendo
que se distanciaran después de haber logrado acercarse tanto el uno al otro...
Esta es la mujer que quiero. Esto es lo que me importa. Todo lo demás es
como comida chatarra.
Pensó en la metáfora de la comida chatarra. Comer comida chatarra era
divertido. Podía comer rosquillas todos los días de la semana, nada le impedía
hacerlo, pero comía verduras y otros alimentos saludables. A pesar de que los
alimentos saludables no sabían tan bien como las rosquillas, o como los fideos
fritos de la casa de Lena, los comía porque sabía que eran buenos para él.
Tal vez fue lo mismo con el sexo. Siempre podía conocer mujeres
interesantes y tener experiencias sexuales con ellas para llenar su necesidad de
intimidad. Pero al igual que la comida chatarra, sólo le proporcionaba placer a
corto plazo, y no era bueno para él a largo plazo.
Una ola que se estrelló en la orilla hizo que su atención volviera al
momento presente. Se dio cuenta de que Kelsey lo miraba fijamente.
—¿Todo bien?, preguntó ella.
—Sí, ¿por qué?
—No lo sé. Pareces... pensativo.
—Me conoces. Soy un tipo pensativo, —él la besó en el cuello.
Miró a Kelsey y de repente se sintió golpeado por el miedo. No miedo de
perderse de estar con otras mujeres, miedo de decepcionarla, de prometer cosas y
fallarle. ¿Y si la psicóloga tenía razón y el sexo es mi única forma de conectar
con la gente? ¿Y si me encuentro de gira otra vez, incapaz de resistir la
tentación?
Se le hizo evidente que tendría que esperar hasta estar seguro de que no la
iba a decepcionar, antes de hacer alguna declaración. No quería ser uno de esos
tipos que prometen la luna sólo para recuperar a sus chicas, y tan pronto como
las cosas se arreglen vuelven a ser como antes.
Abrió la boca para decir algo, pero se detuvo.
—¿Qué? —Kelsey preguntó.
—Nada.
—Parece que estabas a punto de decir algo.
—Sí. ¿Quieres ir a tomar un helado?

Se relajaron en la playa con helado durante un tiempo más, luego volvieron


a la calle principal y caminaron hasta donde estacionaron el auto, ya que Darren
tenía que prepararse para el concierto de la noche.

Cuando entraron en el departamento encontraron a Michelle sentada en la
cocina cenando. La saludaron, y antes de que pudieran desaparecer en la
habitación de Darren, Michelle preguntó: —Darren, ¿Puedo hablar contigo en
privado?
Asintió con la cabeza y la siguió hasta el balcón.
—Me temo que tendré que subirte el alquiler, —dijo Michelle.
—¿Por qué?
—El acuerdo de subarrendamiento menciona específicamente que el
subarrendamiento es para una persona. También dice que debes consultarnos
antes de traer a alguien para pasar la noche. Si nos hubieras consultado, te
habríamos dicho que es un precio más alto.
—Se va mañana por la mañana, —dijo él—. Sólo serán dos días.
—Dos días de cada siete, —dijo ella—. Tu alquiler es semanal.
—Bien, —Darren se encogió de hombros. —¿Algo más?
—Sí. Traten de mantenerse callados por la noche. Estuvieron muy ruidosos
anoche. Tú no. Ella.
Darren sacudió la cabeza. No le gustaba el hecho de que Michelle le diera
un sermón sobre sus asuntos personales, pero como tenía el sueño ligero, podía
entender el porqué. Sin embargo, su tono engreído y su arrogante expresión
facial le molestaban, así que dijo: —Lo siento. Intentare darle menos placer esta
noche.
—Por favor, no me hables de eso.
Disfrutó del choque en la cara de Michelle, pero al salir del balcón se
arrepintió de haber dicho lo que dijo. Le gustaba el lugar y no tenía ganas de
salir a buscar otro departamento.

Darren se sentó en su cama y tocó el bajo en silencio, sin amplificador,


repasando la lista de canciones para el concierto de esa noche. En general la
música no era complicada, y muchas de las canciones eran canciones que Lena y
él ya habían tocado en las últimas tres semanas.
Cuando terminó de ensayar se duchó para refrescarse, luego Kelsey y él se
subieron al auto para ir a Green Underground, donde se reunieron con Lena que
había salido antes para juntarse con amigos del centro.
Darren había evitado mencionar a Lena hasta entonces, ya que no quería
abrir esa conversación. Lo último que quería era que Kelsey le preguntara si se
había acostado con Lena, ya que no iba a mentir si se lo preguntaba.

Kelsey asumió que Darren estaba tocando con Lena esa noche, aunque no
habían hablado de ella desde que llegó a Los Ángeles. Kelsey no tenía ganas de
mencionar el nombre de Lena; sabía lo cercanos que eran Darren y Lena, sabía
que estuvieron juntos en el pasado, y tenía sus especulaciones sobre el papel de
Lena en el traslado de Darren a Los Ángeles. Así que, Kelsey había tomado la
decisión deliberada de no pasar su tiempo limitado con Darren hablando de otra
mujer, haciéndole pensar en otra mujer, o aparentando estar celosa y necesitada.
La charla sobre el concierto de la noche siguió siendo escasa, con Kelsey y
Darren evitando preguntas y detalles.
Aparcaron en el lugar y pasaron junto a un pequeño cartel que decía “The
Green Underground”. Todavía estaba cerrado al público cuando entraron, pero
Lena ya estaba allí, charlando con uno de los propietarios y esperando a Darren
para que pudieran empezar la prueba de sonido.
Kelsey miró a su alrededor tímidamente. No conocía a nadie allí, y toda la
gente del lugar lucía tan genial y ocupada. Algunos reconocieron a Darren y lo
saludaron, y él les devolvió el saludo.

Lena se levantó de su asiento en el bar y fue hacia Darren y Kelsey.


—Lena, te presento a Kelsey... Kelsey, esta es Lena, —dijo Darren mientras
chocaba los cinco con Lena.
Las chicas se dieron la mano. —Encantada de conocerte Kelsey, —dijo
Lena—. He oído hablar mucho de ti.
—Igualmente, —dijo Kelsey. Ella examinó a Lena. Lena era una chica
pequeña, con ojos color avellana, sin apenas maquillaje, y una larga trenza de
pelo castaño claro. Aunque lucía mucho como “la chica de al lado”, tenía un
aura de frescura. Era casi como si tuviera el olor de una estrella de rock.
—Saben, las dos son de White Falls, ese pueblo de porquería en el que de
alguna manera acabé viviendo, —dijo Darren.
—¿Quién lo hubiera imaginado? —La voz de Lena era baja y áspera, sexy,
en contraste con sus pequeños compases. —Una reunión de White Falls.
—No recuerdo haberte visto en la ciudad, ¿A qué secundaria fuiste?
—Cedars. Qué asco de lugar.
Kelsey sonrió con sarcasmo. —Ja. Te apoyo. Yo también fui a Cedars. Es
curioso que nunca nos hayamos conocido.
—Probablemente soy como 10 años mayor que tú. Tal vez más.
—¿En serio? —Kelsey abrió bien los ojos, aunque en el fondo de su mente
recordaba que Darren le había dicho algo así. —No lo pareces. ¿Cuántos años
tienes?
—Es un secreto, —Lena guiñó un ojo.
—Lena no tiene edad, —añadió Darren.
—Definitivamente lo creo... tú pareces de mi edad como mucho, y yo tengo
25 años.
—Gracias nena, —Lena tocó el brazo de Kelsey—. Tengo casi 36 años.
—Oh, wow. Nunca lo hubiera adivinado. Pareces más joven que yo.
—Tienes que parar antes de que empiece a sonrojarme, —sonrió Lena—.
¿Quieren ir a tomar algo antes de que empecemos la prueba de sonido?
—Claro, —dijo Kelsey, y ella y Darren siguieron a Lena al bar.
—¿Cuándo dejaste White Falls? —Preguntó Kelsey.
—Hace unos 10 años. Tal vez más. He estado yendo y viniendo durante
algún tiempo.
—¿Y visitas a veces?
—A veces lo hago. Supongo que no tanto como debería.
—No extrañas nada. —Kelsey dijo.
—Sólo mi familia y mi viejo perro. —Lena les consiguió bebidas gratis,
luego Darren y ella subieron al escenario para hacer una prueba de sonido.

Kelsey los miró en el escenario. Parecían tan profesionales, tocando sus


instrumentos y siguiendo las instrucciones del técnico de sonido. Ver a Darren
interactuar con el sonidista le trajo un recuerdo de la primera vez que lo conoció,
ocho meses antes, cuando él arremetió contra el sonidista de Eddie’s. Ese
pensamiento le hizo sonreír.
Devolvió su mirada a Lena y Darren. Su interacción parecía animada, con
Lena riendo y sonriendo mucho, y Darren dejando ocasionalmente su cara de
póquer para poner una media sonrisa. Parecían tener una gran química y eso la
ponía celosa.
Él está conmigo ahora, más o menos... y Lena sabe de mí, pensó ella. Por
otro lado, volveré a White Falls mañana por la mañana, y Lena se quedará aquí
en Los Ángeles, con él. ¿Y qué si tiene tanto en común con Lena?
Lena y Darren terminaron la prueba de sonido y vinieron a sentarse con
Kelsey, justo cuando el lugar se abrió al público y el gerente los llamó al
camerino.
Darren se levantó. —¿Quieres venir con nosotros al camerino, o quieres
quedarte aquí?
—Me quedaré aquí, guardando el lugar, —dijo. Ver a Darren con Lena le
causaba más ansiedad de lo que esperaba, y quería tener unos minutos a solas,
aunque enviarlos a estar solos en el camerino era objetivamente peor.
Trató de dejar de pensar en Darren y Lena y examinó el lugar. Era muy
diferente a Eddie’s; no había pista de baile, sólo una zona de asientos, pero pudo
ver cómo las mesas se podían guardar fácilmente para convertir el lugar en un
enorme club.
Todas las mesas a su alrededor estaban llenas, y se dio cuenta de que era la
única persona sentada allí sola, todos los demás estaban en grupos o parejas. Le
dio vergüenza, pero se recordó a sí misma que estaba allí con los músicos, y
sonrió a su propia vanidad.
Un hombre subió al escenario, tocó ligeramente el micrófono para ver si
estaba encendido, y luego comenzó a hablar. —Supongo que no tengo que
presentar a la artista de esta noche, se ha convertido en una familiar aquí en
Green Underground y todos están aquí para verla. ¡Déjenme darle la bienvenida
al escenario a Lena Davis!
La multitud aplaudió frenéticamente cuando Lena y Darren salieron de la
oscuridad hacia el centro del escenario y se sentaron en dos sillas de bar que
habían sido colocadas allí para ellos durante la prueba de sonido. Las luces del
escenario se apagaron excepto por una luz cremosa y suave que permaneció
sobre Lena y Darren, haciéndolos parecer dioses.
Lena se acercó al micrófono y habló con su voz baja y suave. —Gracias a
todos por venir esta noche. Es un placer verlos a todos, —hizo una pausa y la
multitud aplaudió—. Empiezo a reconocer la mayoría de las caras, así que se
siente como si estuviera tocando para la familia... —sonrió y miró a Darren. Él
asintió con la cabeza—. Conmigo está Darren Wahl, mi súper talentoso bajista, y
esta noche vamos a tocar algunas canciones viejas y otras nuevas. Espero que lo
disfruten.
La multitud aplaudió de nuevo cuando Lena comenzó a tocar unas notas de
una introducción a una canción. Tocó una hermosa melodía que sonaba como
una melodía española, mirando tímidamente las cuerdas de la guitarra. Luego el
ritmo se hizo más lento y ella levantó la cabeza para ver a la multitud y cantar al
micrófono.
Su voz era suave y baja, y tenía algo especial. Irradiaba carisma y
fragilidad, como si dijera “Estoy aquí, abriendo todas mis heridas delante de
ustedes”. A Lena parecía no importarle si ocasionalmente se salía un poco del
tono o si tenía problemas vocales, lo dejaba pasar sin problemas durante su
show, y a la multitud no parecía importarle.
Darren se unió con el bajo. Tocó suavemente, sus dedos tocando
ligeramente las cuerdas, su línea de bajo llenando suavemente el ritmo y
haciendo eco en el fondo, dando a la guitarra de Lena el escenario principal.
Parecía concentrado, y Kelsey no podía pensar en nada más que en lo sexy que
se veía en el escenario, trabajando el cuello y las cuerdas del bajo como ella
quería que trabajara en todo su cuerpo.
Sin apartar la vista de Darren, Kelsey comenzó a absorberse en el sonido
reconfortante y las letras poco convencionales. Lena cantaba sobre ser una
marginada, sobre la muerte, sobre los amores perdidos. Kelsey se sorprendió al
escuchar estas canciones muy personales y reveladoras. Nunca pensó en Lena
como alguien que pudiera sentirse extraña o tener profundos miedos. Para ella,
Lena parecía una artista libre de preocupaciones, exitosa y realizada.
A veces, cuando temo algo, lo hago.
Por eso dicen que soy valiente
Pero están equivocados
Mi mayor temor es el final
A veces pienso que voy a seguir adelante, saltar en él
Antes de que me pille desprevenido
Kelsey se sentó en el borde de su asiento, examinando la expresión facial de
Lena mientras cantaba. Luego miró a su alrededor, tratando de medir la reacción
de la multitud. Parecían conmovidos, y vitorearon fuertemente cuando Lena
terminó esa canción bastante morbosa. Lena cerró los ojos y susurró un suave —
gracias —al micrófono, luego comprobó rápidamente que su guitarra seguía
afinada y puso una cejilla. Miró a Darren y se asintieron mutuamente, y luego
comenzó a tocar la siguiente canción, que fue más edificante. Cuando Lena llegó
al coro, cantó,
Te miro y sonrío con una lágrima en los ojos.
Y nunca sabrás
Nunca te dije que te amaba
Era más fácil dejarte ir
Kelsey miró a Darren y Lena con asombro. Mientras Lena cantaba esas
líneas, miraba a Darren, como si le dirigiera esas palabras. Entonces Lena movió
su cabeza y miró hacia el otro lado, cantando la canción al otro lado de la sala.
El corazón de Kelsey latía rápido.
Podría estar todo en mi cabeza, pero ¿Qué pasa si no lo está?
Sus pensamientos siguieron en espiral con una gravedad propia. ¿Por qué
querría Darren estar conmigo cuando puede tener a Lena? Ella es preciosa. Es
segura de sí misma. Es una estrella de rock. Tiene tanta profundidad... ¿Cómo
puedo darle a Darren lo que ella puede darle?
Kelsey sabía que la música lo era todo en la vida de Darren. Mientras que
ella y Darren podían tocar algunas canciones juntos en casa, con Lena él podía
tocar elaborados riffs y escribir música para llegar a las masas, y actuar en vivo
en el escenario... sin mencionar que los dos estaban en Los Ángeles...
Kelsey se hundió en su asiento. Era una batalla perdida. Si Lena quiere a
Darren, entonces no hay nada que pueda hacer al respecto.

Más tarde esa noche, de vuelta al departamento, Kelsey se acostó en la


cama con la cabeza en el pecho de Darren, en silencio. Darren le acarició el pelo,
casi quedándose dormido.
—Has estado callada durante las últimas horas, —dijo Darren, con los ojos
cerrados.
—Sí... —dijo ella. Quería preguntarle a Darren sobre Lena, pero no quería
parecer patética y celosa, y de todos modos Darren parecía estar durmiendo.
Kelsey no quería dormir, sólo quería saborear el toque de Darren durante
toda la noche. Así que se quedó despierta, con los ojos bien abiertos, mirando al
techo en la oscuridad. Y la oscuridad tenía su manera de traer pensamientos
duros, pensamientos sobre cómo había cometido un gran error, sobre cómo se
había hecho mucho más difícil para sí misma seguir adelante. Se sentía como
una adicta a la heroína que intentaba dejarlo, y luego se reunía con su traficante,
haciendo que el síndrome de abstinencia fuera mucho más difícil, y que dejarlo
fuera casi imposible.
Pronto tendrá que salir de la cama y dejar Los Ángeles, y no habían hablado
de su relación ni una sola vez. Darren no lo mencionó, y ella tampoco... durante
48 horas se comportaron como una pareja, pero ella iba a volver a White Falls en
unas horas, ¿Y luego qué?
No tenía planes de volver a Los Ángeles pronto; los vuelos estaban caros, y
ella tenía su trabajo. Además, Darren no había mencionado nada acerca de
volver a verse... y había dejado muy claro que no quedaba nada para él en White
Falls.
Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos y se giró de lado,
empapándolas en la almohada. No quería que Darren se despertara y la viera
llorar.
Capítulo 17
Finalmente se durmió llorando y se despertó un par de horas después con el
sonido del despertador. Eran las 6 de la mañana, hora de levantarse e ir al
aeropuerto.
Exhausta y sin ganas, empezó a rodar fuera de la cama. Darren la agarró y
la acercó a él. La sensación de su cuerpo caliente le dio tanto placer como dolor.
—¿Tienes que irte? —le susurró Darren al oído.
—Sí, —respondió ella. Rastros de ira comenzaron a juntarse en su mente.
¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Por qué lo hacía difícil, cuando sabía que no
tenía nada que ofrecer, cuando no había dicho nada sobre querer estar juntos?
Ella se separó de él, casi repelida por su contacto—. Tengo que levantarme y
llamar un taxi.
—Espera. Te llevaré. —Darren se levantó de la cama. Medio dormido,
cogió sus jeans y su camiseta que estaban en el suelo y se vistió. Kelsey también
se vistió y se llevó su mochila al baño. Se cepilló los dientes y se lavó la cara,
examinando su reflejo en el espejo. La persona que la miraba parecía muy
cansada, y tenía los ojos rojos e hinchados por haberse dormido entre lágrimas.
En la cocina, Darren hirvió agua e hizo té y café. —¿Qué les pasó a tus
ojos? —preguntó mientras ella venía a la cocina.
—Una alergia... supongo que no estoy acostumbrada a este clima, —
murmuró ella.
—Pobrecita, —dijo y le besó la frente, y luego le dio una taza de café.
No tenían mucho tiempo para esperar a que sus bebidas se enfriaran, así que
cada uno tomó un par de sorbos y se fueron de la casa.
Cuando subieron al auto, ella dijo: —Espero que hayas arreglado la aguja
del gas, realmente necesito llegar al aeropuerto.
Darren sonrió. Por un breve momento, hubo una verdadera sonrisa en su
rostro. Puso la llave en el interruptor de encendido y comenzó a conducir. —Eso
sería divertido, ¿no? Y te quedarías en Los Ángeles un poco más, no estaría mal.
—Probablemente me despedirían.
—No queremos eso.
Kelsey se quedó callada mientras miraba por la ventana a las calles del
barrio. Esas calles, la habitación de Darren, la playa, la presentación de anoche...
sabía que iban a quedar grabadas en su memoria, aunque tenía ganas de borrarlas
enseguida.
Se hundió en su asiento, y quedó mucho por decir. Sentía que ese viaje era
su última oportunidad de hablar con Darren sobre su relación, pero no pudo
hacerlo. Se había rendido. Una nueva emoción estaba presente en su corazón,
una especie de resentimiento, un sentimiento de ser usada.
¿Por qué me hizo venir hasta Los Ángeles? ¿Sólo para pasar el tiempo?
¿Para tener sexo? Compré un billete caro, de última hora. Ni siquiera me
ofreció compartir ese gasto...
En ese momento, todo lo que quería era estar fuera del auto y en un avión
sola, sola con sus sentimientos y llorar.
Llegaron al aeropuerto y él detuvo el auto en el carril de salida. Luego la
alcanzó y la abrazó de cerca. Kelsey quería quedarse en los brazos de Darren,
pero también se moría de ganas de salir del auto y dejar caer sus lágrimas
libremente. Darren retrocedió un poco en el abrazo, luego alcanzó sus labios y la
besó. Sus labios suaves rodearon los de ella, y todo el cuerpo de Kelsey gritaba
con sentimientos conflictivos de amor y odio. Al sentir que las lágrimas subían
por su garganta, se separó de Darren y susurró: —Tengo que irme.
Cogió su mochila y salió del auto. —Adiós Darren, —dijo y caminó rápido
hacia la terminal, sin mirar atrás para que no vea su cara ponerse roja.
Al llegar a la terminal, encontró rápidamente su cabina de facturación y se
puso en la cola. Sabía que las lágrimas estaban en camino, y quería pasar rápido
el registro y el control de seguridad, para poder encontrar un lugar privado para
dejar salir todo. Pero cuando llegó su turno en el mostrador de facturación,
estaba conteniendo las lágrimas tan fuerte que no podía hablar. Le entregó a la
señora del mostrador su licencia de conducir, manteniendo sus labios juntos.
—¿Pasillo o ventana? —preguntó la señora.
Kelsey sacudió la cabeza. No podía hablar.
—¿Pasillo o ventana Señora? —la señora repitió su pregunta, ligeramente
impaciente.
Kelsey intentó hacer un gesto de que no le importaba, pero la señora la miró
fijamente esperando una respuesta. —Ventana, —dijo Kelsey, pero al abrir la
boca dejó que todo estallara, y empezó a sollozar histéricamente.
La dama la miró fijamente, sin saber qué hacer, y eso sólo hizo que Kelsey
se sintiera peor.
—¿Está bien, señora? —preguntó la señora, confundida. El personal de los
otros mostradores, así como los pasajeros que esperaban en la fila, la miraban
ahora. Kelsey trató de hacer un gesto con sus manos que significara —Estoy
bien, —pero obviamente no estaba claro, ya que la gente seguía mirándola con
lástima. Una mujer que estaba en la fila detrás de ella le dio un pañuelo de papel.
Kelsey asintió agradecida, tomó su tarjeta de embarque y se alejó del
mostrador, sintiéndose tan avergonzada que quiso enterrarse. Era una adulta, de
casi 25 años, pero allí estaba, llorando histéricamente en el aeropuerto como si
se acabara de enterar de la muerte de un ser querido.
Y en cierto modo, fue la muerte de un ser querido. En su corazón, enterró a
Darren. Otra vez.

—¿Estás segura de que estás bien? —Preguntó Ashley. —No te ofendas


Kels, pero te vez terrible.
Estaban en la cocina del avión, organizando botellas y vasos en cajones y
preparando la cabina para los pasajeros. Kelsey se movía en piloto automático,
como en una especie de trance. Se sentía cansada, emocionalmente agotada y sin
ganas de vivir. Se movía como un robot siguiendo el ejemplo de Ashley.
—Sí, estoy bien, —contestó ella sin rodeos. Sabía que tratar de explicarse
la enviaría a un ataque de sollozos de inmediato—. Por favor, hablemos después
del vuelo, —susurró, sin mirar a Ashley a los ojos.
—Bien, como quieras, —dijo Ashley. Luego añadió—: Es el idiota de
Darren, ¿no? Oh Dios mío, odio tanto a ese tipo.
Kelsey sacudió la cabeza. Trató de susurrar, —más tarde, —pero no salió
ninguna voz de su boca. Corrió al baño y cerró la puerta detrás de ella,
golpeando su cuerpo contra la delgada pared interior, sosteniendo su cara en sus
manos. No, no puedo llorar ahora, tengo pasajeros esperando para subir a
bordo...
Trató de pensar en gatos graciosos, praderas verdes y mariposas, pero no
funcionó, sólo la hizo sentir peor y de alguna manera le recordó sus sueños de un
futuro con Darren. Así que intentó el otro extremo - pensar en situaciones
horribles, le ayudó a veces a ganar perspectiva. Trajo a su mente imágenes que
había visto en un documental de televisión junto con sus padres una semana
antes. Era un documental sobre la Primera Guerra Mundial, y se centraba en los
soldados que pasaron meses en las trincheras, en una fría y húmeda
desesperación, con cero medidas higiénicas, rodeados por los cuerpos podridos
de sus camaradas. Muchos sufrieron enfermedades, algunos se pudrieron hasta
morir en el barro mientras estaban vivos. El pensamiento de esos soldados la
horrorizó y entristeció, pero también le dio cierta perspectiva, y eso le permitió
calmarse eventualmente.
¿Quién iba a pensar que el sacrificio de esos soldados algún día me
ayudaría con mi corazón roto?
Se limpió cuidadosamente la cara, se arregló el maquillaje y salió del baño
a la entrada de la cabina, donde Ashley estaba de pie y saludando a los pasajeros
por su cuenta.
Ashley sonrió y asintió con la cabeza a Kelsey mientras continuaba
tomando pases de abordaje y dirigiendo a los pasajeros a sus asientos.

El vuelo transcurrió sin problemas, sin turbulencias y sin problemas


especiales para los pasajeros. Cada vez que Kelsey sentía que iba a la deriva en
su propia tristeza, instantáneamente traía de vuelta las imágenes de esos soldados
en las trincheras, y se centró en los pensamientos y sentimientos que deben haber
tenido. En cierto modo, casi se sintió mal por usarlos, por enviarlos a la guerra
otra vez, a su propia guerra mental contra la pena que sentía por Darren. Pensó
que era por una buena causa. Pensar en los soldados evitó que estallara en
lágrimas en la cabina y que la despidieran.

Mientras cumplían con sus deberes y salían del avión, Ashley abrazó de
lado a Kelsey. —¿Quieres hablar sobre eso? —preguntó Ashley.
—No, —Kelsey sacudió la cabeza. Sintió una lágrima que amenazaba con
subir por su garganta, y rápidamente dijo—, ¿Alguna vez escuchaste sobre los
soldados que estuvieron atascados en las trincheras por meses en el invierno
durante la Primera Guerra Mundial?
—No, —Ashley la miró con una expresión que decía qué carajo—. ¿Es eso
lo que te molesta?
—Más o menos. —Cuanto más vívidas se volvían las imágenes de los
soldados en la mente de Kelsey, más temía que acabaría llorando por su destino.
Las chicas llegaron a la sala de la tripulación y se hicieron café. —Sé que es
Darren, puedo sentirlo. —Ashley dijo. No iba a dejar que Kelsey se librara
fácilmente—. Han hablado por teléfono, ¿verdad? O te enteraste de que está
saliendo con alguien.
Kelsey se puso roja. Las lágrimas que comenzaron a acumularse en sus ojos
le indicaron a Ashley que había llegado al lugar correcto.
—Lo visité en Los Ángeles, —susurró Kelsey.
—¿Tú qué? —Ashley abrió bien los ojos.
—Lo visité en Los Ángeles. No pasó nada especial. Pero realmente no
quiero hablar de eso ahora. Tenemos otro vuelo en 20 minutos. Podemos hablar
de eso cuando lleguemos a casa.
—De acuerdo, lo entiendo. —Ashley dijo—. Un día voy a poner tan mal a
Darren... ...que va a lamentar haberse metido con alguna de mis mejores amigas.
Será mejor que no vuelva a venir a White Falls.
Pero Kelsey no estaba escuchando. Estaba mirando el espacio en blanco
frente a ella, su mente lejos en Europa, un siglo antes, en las trincheras de la
Primera Guerra Mundial.

—Entonces, ¿cómo es que visitaste a Darren en Los Ángeles?


—Me invitó.
—¿Así de simple?
—Sí... nos extrañábamos.
—Y...
—¿Y qué?
—¿Cómo fue? ¿Han vuelto a estar juntos? Supongo que no porque luces
como un cadáver...
—No... no hablamos de eso.
—¿No hablaron de su relación? ¿Sobre volver a estar juntos?
—No... ese es el problema. Porque nos lo pasamos muy bien... pero no
hablamos de nuestro futuro. En absoluto.
—Así que viajaste a Los Ángeles y pagaste todo ese dinero para ser la
llamada de botín de Darren.
—No, no lo creo, —Kelsey comenzó a sollozar—. Puedes confiar en que
Darren no me necesita para eso... está rodeado de mujeres por allí. Tiene dos
compañeras de cuarto.
—Oh, eso es reconfortante. —Ashley dijo sarcásticamente.
—De todos modos, nos extrañamos... y yo sólo seguí mi corazón y fui allí.
No hay nada más.
—Como sea, —Ashley puso los ojos en blanco—. Tienes que despertar
Kelsey. Darren te tiene en la palma de su mano. Eres una mujer fuerte. Necesitas
entender que se acabó y seguir adelante.
Kelsey asintió. Pero lo último que quería era entender y seguir adelante.

Michelle volvió del trabajo y entró en la cocina, donde Darren estaba


haciendo té y tostadas. —Entonces, ¿Se fue tu chica?
—Sí. La llevé al aeropuerto esta mañana.
—Bien, —dijo y puso la tetera en la estufa—. Después de nuestra última
charla sobre el tema... Sólo quería decir que de ahora en adelante si tienes a
alguien que se quede a dormir tienes que consultarnos. Eso hace que el precio
suba, ya sabes. Más uso de los servicios públicos...
—No veo cómo estos serían costos significativos. No creo que hayamos
usado más servicios públicos cuando estuvo aquí, —dijo él—. Pero no me
importa. ¿Cuánto cuesta?
—Bueno, técnicamente se supone que son treinta dólares más por día.
Darren abrió bien los ojos. —¿Treinta dólares más? ¿Para qué?
—Por tener a otra persona caminando por el lugar. Y por dormir menos
porque ustedes estuvieron cogiendo toda la noche.
—Lo siento por eso, —dijo Darren—. Intentaremos estar tranquilos la
próxima vez.
—¿Cuándo se supone que será la próxima vez?
Darren se encogió de hombros. —No lo sé. Puede que pase un tiempo, así
que no tienes que preocuparte por eso.
—¿Dónde vive ella?
—White Falls Indiana.
—Nunca he oído hablar de ese lugar.
—Es una ciudad pequeña. He vivido allí durante los últimos tres años.
—¿Así que es como tu novia?
—Sí, supongo.
El agua de la tetera había hervido, y Michelle sacó una taza del armario,
rozando ligeramente a Darren en su camino, como por casualidad. Vertió el agua
hirviendo en su taza de café y dijo: —Voy a salir. ¿Quieres continuar esta charla
en el balcón?
—Bien, —dijo.
Se sentaron uno al lado del otro en el balcón.
—Sabes, sobre los sesenta dólares que me debes...
—¿Te debo sesenta dólares? —Preguntó Darren, confundido.
—Por las dos noches que tu chica estuvo aquí, —dijo.
Darren asintió.
—Estoy dispuesta a cambiarlos por un masaje de pies. ¿Qué te parece?
—Trato hecho, —dijo y le dio la mano. Los Ángeles era un lugar caro, y no
le sobraba mucho dinero.
Michelle se quitó las sandalias y puso los pies en el regazo de Darren.
—¿Quieres que los lave primero? —preguntó Michelle.
—No, está bien, —dijo Darren y comenzó a masajearle los pies.
Ella cerró los ojos. —Eres bueno en eso, —dijo.
Darren asintió con la cabeza y miró en silencio al oscuro cielo que tenía
delante. Masajeó los lados de sus pies, mirándola ocasionalmente haciendo
pequeños gemidos de placer. Le recordó lo mucho que le gustaba masajear los
pies de Kelsey, o darle otro tipo de placer.
—No dijimos cuánto tiempo debería durar el masaje de pies, —dijo Darren.
—Te lo haré saber cuándo hayamos terminado.
Él siguió masajeándola, y ella movió sus pies con placer, cediendo a sus
fuertes dedos. De repente se dio cuenta de que ella movía sus pies cada vez más
cerca de él, tratando de llegar a su ingle.
Detuvo el masaje, no quitando las manos de sus pies. —Michelle, ¿Estás
tratando de acercarte a mí? —preguntó él.
Michelle abrió los ojos a medias, y parecía seguir disfrutando de su toque.
—¿Te gustaría eso?
—Eres una chica genial... —dijo él—. Pero tengo una novia. Y no me
acuesto con mis compañeras de cuarto. Eso siempre es una mala idea.
Michelle apartó sus pies de las manos de Darren y se levantó. —Entonces
puede que tenga que echarte del departamento después de todo.

Dave llamó a la puerta de Anna, y ella la abrió, vestida con su pijama azul
claro. Su cabello era impecable como siempre, sus grandes labios rojos oscuros.
A pesar de que la conocía desde que eran niños, Dave nunca dejó de apreciar lo
hermosa que era.
—Pasa. —Ella le dio un abrazo—. ¿Tienes frío?
Dave la visitaba dos veces por semana desde que salió del hospital, ya que
era la única manera de estar al pendiente de ella. Anna todavía se estaba
recuperando en casa, y no pasaba tanto tiempo con los chicos como solía
hacerlo.
—No, ¿por qué?
—Llevas un gorrito.
—Mis oídos están un poco fríos.— dijo Dave y le entregó una bolsa de
papel. —te traje algo.
Anna echó un vistazo dentro de la bolsa y dejó que una enorme sonrisa se
extendiera por toda su cara. —¡Mis chocolates favoritos! ¿Cómo los
conseguiste?
—Lo pedí por Internet, —sonrió Dave, luego se quitó el gorro y lo puso en
el mostrador.
—Bien, voy a hacer un poco de café y luego podemos abrir el chocolate, —
Anna se frotó las manos con anticipación. —Siéntete libre de relajarte en el sofá
mientras tanto.
Dave fue a la sala de estar y miró a su alrededor. —¿Ya te dije que tienes un
departamento increíble?, —preguntó él.
—Ya lo hiciste en realidad, pero gracias, —Contestó Anna desde la cocina.
Poco después, Anna volvió con dos tazas de café y la caja de chocolates, y
la puso en la mesa de café. —¿Puedo abrirlos?, preguntó.
—Por supuesto, son tuyos.
Abrió la caja y cogió un trozo redondo de trufa cubierto de chocolate
blanco. —Oh Dios mío, —dijo ella—. Es lo mejor que me ha pasado en toda la
semana.
Dave miró a Anna disfrutando y sonrió.
Anna tomó un sorbo de café para equilibrar el sabor de su boca antes de dar
otro mordisco y puso los ojos en blanco con placer. —Están increíbles, tienes
que probar uno.
—No, ya veo lo mucho que los disfrutas, son todos tuyos.
—Bien, —sonrió Anna. —Si insistes.
Ella tomó otro. —¿Cómo es la vida? He estado tan metida en mis
problemas últimamente... que no tengo ni idea de cómo estás tú.
—Todo bien, más o menos lo mismo, has visto a nuestra nueva bajista...
—Sí. Es divertidísima.
—Sí, está bastante loca... estoy empezando a pensar que todos los bajistas
lo están.
—Ella estaba bastante atrevida la otra noche... frotándose contra Dylan...
Dave se rio. —¿Viste eso?
—Cualquiera en Eddie's o en sus alrededores vio eso... fue muy divertido.
Y el post en Instagram después de eso...
—Totalmente. Le mostré ese post a Melanie, pero no entendió lo que era
tan gracioso...
—¿Melanie? ¿Están teniendo un regreso?
—Sí, ¿La recuerdas?
—Por supuesto que la recuerdo. La chica de los ladrillos.
—¿La chica de los ladrillos?
—Sí, así es como Ashley y yo la llamamos. Lo siento Dave, —Anna sonrió
—, pero esa chica tiene un ladrillo por cerebro.
—Oye, —Dave empujó a Anna a un lado—, eso es malo.
—Pero es verdad. Sabes que es verdad.
—No es tan estúpida como parece.
—Bien, si tú lo dices.
—Deberías hablar con ella, es realmente muy agradable.
—No dije que no fuera agradable, sólo dije que no era la más inteligente
sabes, —dijo Anna—. Honestamente me he cansado de todas tus chicas, así que
ya no trato de hacerme amiga de ellas. Lo siento Dave.
—Lo entiendo, no te gusta Melanie.
—Estoy bien con Melanie.

Charlaron en el sofá durante algún tiempo hasta que Dave tuvo que irse,
tenía una larga noche de inspeccionar las gasolineras por delante. Cuando llegó a
su Jeep Rubicon y tiró su teléfono en el asiento del pasajero, escuchó el bip del
teléfono con un mensaje.
Tu gorrito está aquí... cuidado con esas orejas frías.
Él sonrió y contestó. ¡Qué lástima! Vendré a recogerlo a finales de esta
semana. Con suerte, todavía tendré mis oídos para entonces.
Luego encendió la radio y empezó a conducir.
Capítulo 18
Darren entró en la casa de Lena. Extrañaba su limpio y bien amueblado
departamento, y el estudio con todos los instrumentos de alta calidad.
Lena le dio un abrazo. —¿Qué pasa? Pareces cansado.
—Sí, no he dormido mucho.
Lena sonrió de forma intrigante. —Pero eso es bueno, ¿verdad?
—No lo sé, —Darren se encogió de hombros—. No es como si tuviera
chicas en mi cama. Sólo me cuesta dormir, eso es todo.
—¿Así que Kelsey se fue?
—Sí, se fue hace un par de días.
—¿Y cómo te sientes?
—Bien. Sólo estoy cansado.
—Acerca de la partida de Kelsey...
—¿Qué pasa con eso?
—Debes sentir algo al respecto... ella ha sido tu novia durante unos meses,
¿no?
—Sí... estoy tratando de no meterme en esas cosas. —No le apetecía
irrumpir en un monólogo que describía su decisión de retirarse del placer físico
hasta que se reuniera con Kelsey. Quería esperar y ver si podía hacerlo antes de
hacer declaraciones audaces.
Lena sonrió. —¿Ves por qué tú y yo nunca podremos estar juntos?
—¿Por qué?
—Somos demasiado parecidos, —dijo ella—. Para que la gente tenga una
relación, al menos una de las partes tiene que estar en tierra, para mantener las
cosas en su sitio.
—Sí, supongo que así es.
—Parece que Kelsey podría ser esa persona para ti.
—Puede ser.
—Probablemente soy la última persona que debería aconsejar sobre las
relaciones, —dijo ella—. Nunca me encadené a nadie. Pero parte de mí desea
conocer a alguien con los pies en la tierra y enamorarse y dejar que me
domestique.
Darren se encogió de hombros. —Hasta que te canses y lo dejes.
—Eso podría suceder.
Lena fue a la cocina e hirvió agua para el té. Luego regresó y
espontáneamente abrazó a Darren de cerca. Él le devolvió el abrazo. —Sabes
que te quiero, ¿verdad?, —le preguntó.
Darren asintió con la cabeza sobre el hombro de ella.
Ella se separó de él. —Ahora dejémonos de tonterías y vayamos a tocar
algo de música.

—¿Estás bien de pie? —Ashley le preguntó a Anna.


Anna asintió con la cabeza, y entonces las chicas se adelantaron y se
apretaron en la pista de baile frente al escenario. Habían llegado a Eddie's un
poco tarde, así que no había mesas disponibles y no podían encontrar un asiento
vacío.
El lugar estaba completamente lleno, ya que Tough Love estaba tocando en
vivo después de más de dos semanas de descanso. De hecho, Eddie's estaba más
lleno de lo normal para los shows de Tough Love - quizás la gente de la ciudad
había oído hablar de la nueva bajista escandalosa y querían verla de primera
mano.
Owen subió al escenario y habló al micrófono. —Damas y caballeros, por
segunda vez desde que regresaron de la gira, por favor den la bienvenida al
escenario a la sensación nacional de White Falls: ¡Tough Love!
La multitud vitoreaba como loca. Anna se volvió hacia las chicas y
preguntó: —¿Son realmente una sensación a nivel nacional?
—Creo que Owen puede estar exagerando, —dijo Ashley.
Al son de los fuertes aplausos de la multitud, los chicos subieron al
escenario.
—Ella sonríe mucho, ¿No? —preguntó Ashley, mientras Sam encontraba su
esquina y miraba al público con una gran sonrisa en su cara.
—Sí, —dijo Kelsey.
—No es algo muy rockero, —señaló Ashley—. La mayoría de las estrellas
de rock no sonríen en el escenario, se centran en parecer duros.
—Es sólo su fachada, —dijo Kelsey—. Sam es una verdadera estrella de
rock, a ella le importa un carajo y sonríe.
—Podría ser, —Ashley no parecía convencida.
La multitud aplaudió con entusiasmo cuando JD tomó el centro del
escenario y comenzó a rasguear la guitarra con energía. Si alguien en la sala
tenía un aura de estrella de rock, era JD. Empezó a cantar, pero era difícil
escucharlo ya que la multitud no había dejado de aplaudir. Cerró los ojos y cantó
con pasión, y cuando la multitud se calló, su voz rodeó el lugar, penetrando en
los corazones y las almas.
Kelsey miró el escenario con sentimientos encontrados. Sabía que la banda
aún tenía mucho que demostrar, ya que cada vez que una banda cambiaba su
alineación tenía que demostrar que el nuevo miembro tocaba como el anterior o
mejor. Los fans de Tough Love esperaban que la banda siguiera produciendo
buenas canciones y dando grandes espectáculos, pero Kelsey se mostró algo
insegura al respecto. Le encantaba tener a Sam en White Falls, pero aún tenía su
resentimiento. Después de todo, Dave y JD habían despedido a Darren, causando
que se mude a medio país de distancia.
Kelsey escuchó la música atentamente. Sonaba como Tough Love, pero
diferente. No tan pesada y directa como sonaba con Darren en el bajo. Los riffs y
rellenos del bajo de Sam sonaban como si pertenecieran a un género diferente,
eran más jazzísticos, más experimentales. Era lo suficientemente hábil como
para hacer coincidir sus riffs con la música de Tough Love, pero en general la
música había perdido parte de su fuerza metálica definitiva y se había vuelto más
progresiva.
—Me pregunto qué publicará en Instagram después del show, —dijo
Ashley, con los ojos en el escenario.
—Sí, tendré curiosidad por ver su Instagram esta noche.
—¿Quieren hacer una apuesta sobre el contenido del post?
—¿Cómo podemos hacer una apuesta sobre eso? Hay demasiadas opciones.
—Hasta ahora hemos visto su post que tocaba música en vivo y se aburría
hasta la muerte, o que la noche de improvisación la mojaba. Así que podemos
hacer una apuesta sobre si el tema de su próximo post va a ser positivo o
negativo.
—De acuerdo, ¿Qué apuestan?
—Parece que se está divirtiendo... y la música es buena... Así que iré con lo
positivo. Tal vez un post sobre tocar música en vivo y mojarse.
—La música es muy buena, —dijo Anna.
—¿Tú crees? —Kelsey la miró—. ¿Quizás es porque no los has visto tocar
en vivo por tanto tiempo?
—¿Por qué, no crees que la música es buena?
—Es buena, pero me gustaba más su música antes... es decir, amo a Sam y
es una artista súper talentosa, pero quizás demasiado talentosa... ¿qué piensas
Ash?
Ashley asintió. —Sí, creo que estaban mejor con Darren. —Se detuvo a
mirar a Kelsey—. Espero que aprecies que no estoy diciendo cosas
desagradables sobre él ahora.
Kelsey ignoró su comentario y se volvió hacia Anna. —¿De verdad crees
que esto es mejor?
—No lo sé, —Anna se encogió de hombros—. Miren, Dave está arrasando.
Ashley resopló. —Dave es el baterista. ¿Quién escucha al baterista de todos
modos?
—Yo lo hago.
La conversación llegó a su fin cuando la banda terminó de tocar una de sus
canciones de alta energía y todo el mundo aplaudió con fuerza. Owen subió al
escenario con botellas de agua para la banda, y un momento después, las chicas
vieron como algo negro volaba en el aire, aterrizando en la pista de baile justo
detrás de ellas. Se miraron sorprendidas al darse cuenta de que Sam se había
quitado la camiseta negra y se la había tirado a los fans. Alguien detrás de las
chicas cogió la camiseta, y la multitud volvió a aplaudir.
Ahora Sam estaba en el escenario vestida en una camiseta ajustada que era
algo transparente sin sostén debajo. JD y Dave dejaron de tocar y la miraron
sorprendidos, y ella se acercó a JD y le susurró algo al oído. Desde el lugar de
Kelsey en la pista de baile, parecía que Sam estaba instruyendo a JD para que
tocara algo. Miró a Dave, su expresión algo confusa, luego hizo un gesto con la
mano, y él y Dave empezaron a tocar un simple blues. Sam se dirigió al centro
del escenario y empezó a tocar un solo de bajo. Sam estaba secuestrando la
presentación.
Kelsey miró a su alrededor tratando de medir la reacción del público. La
mayoría estaba sorprendida y emocionada por lo que estaba sucediendo; algunos
se acobardaron. Un par de las personas que se acobardaron fueron Anna y
Ashley.
—Esto es cualquier cosa menos sexy. Debería usar un sostén. —Ashley
sacudió la cabeza.
—No lo creo, —dijo Kelsey—. Sabes que usar un sostén es algo social. La
sociedad nos dice cómo deben verse nuestras tetas. ¿Alguna vez viste mujeres
con pechos naturales, como en National Geographic?
—Sí. Eso es asqueroso.
—La sociedad te entrenó para pensar eso..., —empezó a decir Kelsey, pero
la música volvió a estar alta antes de que pudiera terminar su frase.
—¿Qué? —Preguntó Ashley.
—No importa, —Kelsey volvió a ver al escenario. Era demasiado ruidoso
para ese tipo de conversación.

Las chicas notaron que un grupo de personas en una mesa cercana se


preparaba para salir, así que se apresuraron en la mesa y rápidamente tomaron
asiento una vez que el grupo se fue. La banda ya había terminado de tocar, y por
el rabillo del ojo Kelsey vio a Sam en la barra y fue a saludarla.
—Hola cara bonita, —dijo Sam mientras Kelsey estaba a su lado—. ¿Qué
bebes?
—Bud Light, —Kelsey le entregó un billete de cinco dólares.
Sam rechazó el dinero. —No te preocupes por eso. El tipo no me cobra. —
Le dio a Kelsey una cerveza y tomó un gran sorbo de la suya.
—Me gusta lo que hiciste en el escenario. Tienes pelotas, —dijo Kelsey. En
el momento en que esa frase salió de su boca, se arrepintió al instante. Sabía que
era algo sexista, que implicaba que ser un hombre significaba ser valiente, y que
tener pelotas era algo positivo. Además de considerarse feminista, no estaba
segura de que fuera una buena expresión para usar con Sam.
Pero a Sam no le importó la expresión y sólo sonrió. Entonces sacó el
teléfono de su bolsillo y dijo: —Vamos a tomar una selfie.
Ella abrazó fuertemente el lado de Kelsey y se tomaron una foto. —¿Estás
en Instagram?, —preguntó.
—Tengo una cuenta, pero no creo que haya publicado nada en años...
—Te etiquetaré, ¿Cuál es tu nombre de usuario?
—Kelsey274.
—¿Por qué el 274?
—Al azar.
Sam compartió la foto en su Instagram y le mostró a Kelsey el pie de foto
que escribió: Brindis después de un gran show con mi nueva mejor amiga
@Kelsey274 (Que es una guitarrista en ascenso, por cierto, ¡síguenla!).
—Qué dulce, —Kelsey se ruborizó. Luego añadió—, Pero guitarrista en
ascenso... sí, claro.
—No seas humilde. —Sam guiñó un ojo—. ¡Vive con pasión! —Su cerveza
tocó la de Kelsey—. Salud.
—Salud, —Kelsey sonrió. Admiró la confianza de Sam, el hecho de que no
le importaba un carajo nada. No por la música que se suponía que tocara, y no
por las convenciones sociales. En cierto modo, Kelsey quería ser como ella.
El teléfono de Kelsey empezó a zumbar en su bolsillo con notificaciones,
ya que más y más gente empezó a seguirla después de la publicación de Sam.
Sorprendida, miró el post que Sam había subido unos minutos antes, y vio que
ya había 37 likes y un par de comentarios.
—¡Tus seguidores son rápidos! —dijo Kelsey.
—Sí, son increíbles.
—¿Los conoces personalmente?
—Ja, ojalá. Sabes que hay como 50.000 de ellos... conozco algunos.
Muchos son de la comunidad, buena gente...
—Supongo que te refieres a la comunidad LGBTQ.
—Si. —Sam asintió—. ¿Qué hay de ti?
—¿Qué hay de mí?
—¿Estás en la comunidad? Tengo la sensación de que lo tienes en ti. Como
bi tal vez...
—No lo creo. Me siento muy hetero, toda mi vida me han atraído los
hombres.
—¡Qué aburrida! —Sam se rio. Luego le susurró al oído a Kelsey: —
¿Alguna vez has intentado estar con una mujer?
—No.
—¿Cómo puedes estar tan segura de que no te gusta si nunca has probado?
—Es algo que simplemente sabes. Nunca quise hacerlo.
Sam sonrió y tomó un sorbo de cerveza. Luego miró el escenario donde otra
banda se preparaba para empezar a tocar. Se volvió hacia Kelsey. —Déjame
mostrarte algo, —dijo—. Pero tienes que confiar en mí y seguirme la corriente.
—Bien...
—Vamos afuera, —dijo Sam y puso una botella de cerveza vacía en la
barra. Entonces empezó a salir del local, seguida de Kelsey.
No hacía mucho frío afuera, y caminaron alrededor de la cuadra para
encontrar un lugar privado, hasta que encontraron un puesto de frutas desierto al
lado de uno de los edificios detrás de Eddie’s.
El corazón de Kelsey latía rápido. Ella va a besarme, ¿verdad? pensó.
Bueno, besarme con una mujer existe en mi lista de cosas que hacer antes de
cumplir 30.
Sam se apoyó en la pared y le hizo señas a Kelsey para que se acercara a su
lado. Luego giró la cabeza a un lado, mirando a Kelsey a los ojos, y dijo
suavemente, —Mírame e intenta verme como la persona más hermosa que hayas
visto.
Kelsey miró a Sam. Sam tenía pequeños ojos oscuros. Sus pestañas eran
cortas, sus labios eran finos, y no usaba maquillaje. Su rostro era redondo, tenía
doble mentón, y su piel estaba ligeramente manchada. Su cabello era oscuro y
corto, con rastros de color rojo. Kelsey quería a Sam como amiga, pero le
resultaba difícil encontrarla atractiva.
—Mira mis labios e imagina que no hay nada que quieras más que sentir
mis labios en los tuyos. Puedes incluso imaginar que son los labios de... como se
llama... el bajista anterior.
—Darren. —Kelsey centró su atención en los labios de Sam. No se parecían
en nada a los labios de Darren, pero el recuerdo de los labios de Darren le hizo
sentir algo. Los labios de Darren eran gruesos y suaves, y le encantaba la
sensación de ellos en sus labios, la sensación de ellos en su cuerpo.
Instantáneamente comenzó a extrañarlo.
—Cierra los ojos y piensa en sus labios, —dijo Sam.
Kelsey hizo lo que Sam se le ordenó y mantuvo la imagen de los labios de
Darren en su mente. Esos labios de los que nunca se cansaba. Cerrar los ojos la
hizo sentir menos incómoda, y al poco tiempo, sintió los labios de Sam en los
suyos.
Ahora ambos labios se movían en sincronía, y como Sam le había instruido,
se imaginaba que era Darren. Pero se sentía muy diferente de besar a Darren, y
un momento después Kelsey se retiró y se separó de Sam.
—Volvamos adentro, hace frío, —dijo Kelsey.
—Claro, —Sam sonrió y comenzaron a caminar de regreso.
—No lo entiendo, —dijo Kelsey, mientras caminaba al lado de Sam.
—¿Entender qué?
—¿Qué se supone que debo sentir? ¿Qué querías mostrarme?
—Una persona es una persona. Las cosas externas como el sexo o el
aspecto de la persona o lo que sea, son sólo historias que te cuentas a ti misma.
Puedes disfrutar del contacto físico con cualquiera si dejas de decirte a ti misma
que no te sientes atraída por ellos. Y puedes imaginar que cualquiera es
exactamente lo que tú quieres que sea.
—No lo creo. —Kelsey seguía confundida. No quería insultar a Sam y
decirle que besarla no era como besar a Darren. Luego añadió—: Pensé que los
asexuales se suponía que no se sentían atraídos por nadie.
Sam la miró por el rabillo del ojo. —No es blanco y negro. Soy bastante
asexual, no disfruto del aspecto sexual de las cosas tanto como disfruto de la
interacción, la aventura...
—Interesante.
—Humanos. Somos complicados.
Kelsey disminuyó la velocidad de su paso cuando se acercaron a la entrada
de Eddie’s. —Estoy un poco cansada, ¿Vamos a casa?
—¿Juntas?
—No. —Kelsey soltó una risa corta—. Tengo que encontrar a Ashley y
Anna, soy su transporte a casa.
—Bien, genial, —Sam sonrió—. Continuemos esta charla en otro
momento.
Kelsey asintió. En su mente pensó, ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Soy la
única persona en el mundo que todavía quiere un romance entre un chico y una
chica, sin aventuras ni relaciones abiertas? Primero Darren, ahora Sam... ¿Soy
simplemente anticuada?

El teléfono de Kelsey sonó. Un mensaje de texto de Darren. Ya era hora de


que él enviara un mensaje, pensó ella sarcásticamente. Se había ido de Los
Ángeles hace cinco días, y con cada día que pasaba, su resentimiento hacia él se
hacía más fuerte.
Hola, ¿cómo estás?
Dejó el teléfono. No tenía ganas de contestar. Cada comunicación con él le
daba una mezcla de dolor y esperanza, y en ese momento el dolor era mucho
más fuerte que la esperanza. Ver un texto de él fue como tener una aguja debajo
de su piel, y luego tener a alguien que girara la aguja y la pinchara más
profundamente y... se estremeció. Las interacciones con Darren la estaban
debilitando físicamente.
Ya no quiero esto. No quiero recibir mensajes de texto que me siguen
lastimando. Quiero seguir adelante.
Ella marcó su número.
—Hola, —dijo Darren mientras levantaba el teléfono. Sonaba sorprendido
y de buen humor.
Al oír su voz empezó a derretirse algo en ella, así que se dio cuenta de que
tenía que ser rápida. Sabía lo que tenía que decir, así que pensó que lo diría y
terminaría con eso.
—Darren, —respiró profundamente—. Te quiero, pero me has hecho daño.
Una y otra vez. Puedo aprender a vivir sin ti. Quiero aprender a vivir sin ti.
Kelsey no podía creer lo que acababa de oírse decir, aunque lo había
ensayado en su mente una y otra vez. Escucharse a sí misma decir esas palabras
en voz alta la atravesó como un cuchillo, pero también le dio una nueva
sensación, una sensación de fuerza desconocida.
Por un momento hubo silencio.
—Kelsey... —Darren finalmente dijo—. No hagas esto. Lo hemos pasado
tan bien juntos en Los Ángeles... créeme una vez más. Estoy trabajando en algo,
créeme, lo resolveré.
—No, no lo harás. Dejé Los Ángeles hace cinco días. Hace cinco días, y
sólo ahora me mandas un mensaje de texto...
—Tienes razón. Pero puedo explicar...
—Y ni siquiera vivimos en la misma ciudad. O en el mismo estado. Esto no
puede funcionar, Darren.
—Lo arreglaré...
Fue la primera vez que Kelsey escuchó a Darren luchar por ella, pero era
demasiado poco y demasiado tarde. Sólo hizo que su resistencia fuera más
fuerte. —No, no lo harás Darren. Esta vez he terminado. Por favor, no me llames
de nuevo.
Kelsey podía oír la voz de Darren temblar.
—Kelsey...
—Darren, lo digo en serio. Eres tóxico. No quiero saber nada de ti. Quiero
seguir adelante con mi vida. Esto es difícil para mí también, pero sé que es lo
que tengo que hacer. Cada vez que volvemos a estar juntos me aleja de lo que
necesito hacer, que es superarte. —Kelsey se detuvo, su cuerpo temblaba de
miedo—. Adiós Darren. Cuídate.

Anna estaba sentada en casa sola, viendo la televisión, cuando su teléfono


sonó con un mensaje de Dave.
Oye, ¿puedo pasar a buscar mi gorrito?
Ella sonrió.
Las visitas de Dave fueron una distracción bienvenida, ya que se estaba
cansando de estar sola en casa. Kelsey y Ashley la visitaban a menudo, pero sólo
venían por las tardes, y no todas las tardes - a veces estaban demasiado cansadas
por los vuelos, - así que ella pasaba la mayor parte del tiempo sola. Sabía que era
el momento de conseguir un trabajo, pero no se sentía preparada para empezar a
buscar uno. Todos sus planes para el futuro cambiaron abruptamente en el
momento en que Gerald se alejó de su promesa de cuidarla financieramente. A
pesar de que ella creía que su retiro era para bien, ya que la hizo decidir dar el
bebé en adopción, su vida estaba en completa incertidumbre y era difícil
contener todos esos pensamientos y sentimientos por sí misma, sola en casa.
Le envió un mensaje a Dave. Claro, estoy aquí.
Se levantó del sofá, se lavó la cara y se maquilló ligeramente. Se miró en el
espejo. ¿Por qué me estoy maquillando antes de que llegue Dave? Ella pensó.
Hemos crecido juntos y me ha visto con un aspecto horrible tantas veces... ¿Qué
importa?
Luego empezó a ordenar el lugar, recogiendo los platos que habían quedado
en la sala y poniéndolos en el fregadero, organizando las almohadas del sofá.
Su juerga de limpieza fue detenida por el golpe de Dave en la puerta. Lo
dejó entrar y le dio un abrazo.
—Te ves bien, —dijo Anna—. ¿Vas camino a una cita?
—Sí, —dijo Dave—. Pero mis oídos están demasiado fríos.
Llevaba unos jeans de diseño que le quedaban perfectos y un fino suéter
color crema que contrastaba muy bien con su tono de piel morena. Su camisa
blanca abotonada se asomaba por debajo del suéter alrededor de la cintura y el
cuello, y lucía, como siempre, como si acabara de salir de una revista de moda
para hombres, si es que tal cosa existía.
Anna le entregó el gorro. —¿Tienes prisa o quieres tomar un café?
—Tomaré café, —dijo. La siguió hasta la cocina—. Espero que vengas a la
parrillada mañana.
—No... no lo creo.
—¿Por qué no? Sal del departamento. Ve a ver a tus amigos.
—Nah... —respondió ella—. No estoy lista todavía.
—Pero fuiste a Eddie’s... —dijo él—. Y te ves bien. Quiero decir, te ves
muy bien.
Anna le dio una sonrisa confusa. —Bueno... Kelsey y Ashley me obligaron
a ir a Eddie’s. Y me hizo darme cuenta de que necesito más tiempo.
¿Cómo podía decirle que no había manera de que pudiera ir a una parrillada
en su casa? ¿Ver a su padre? ¿Mirar a su madre a los ojos?
—De acuerdo, —Dave se encogió de hombros—. Sabes lo que es bueno
para ti.
Hizo café para los dos, luego volvieron al salón y se sentaron en el cómodo
sofá.
—¿Te queda algo de chocolate? —preguntó.
—¿De la caja que me diste?
—Si.
—Adivina, —sonrió Anna.
—Te los comiste todos, ¿no? —Dave se rio y empezó a hacerle cosquillas.
—Basta, —dijo Anna riéndose. Agarró una almohada y comenzó a
golpearlo en su costado para que se detuviera.
—Eso es lo que quieres, ¿una pelea de almohadas? —Dave se puso de
rodillas en el sofá y agarró una almohada también—. No tienes ninguna
posibilidad, señorita, después de comer todos esos chocolates probablemente
estés demasiado gorda para moverte.
—Al contrario, —Anna agarró la almohada con ambas manos, tratando de
golpear la almohada contra el costado de Dave—. Me he comido todos esos
chocolates así que tengo la energía para luchar contra ti hasta que te rindas.
Dave bloqueó el intento de ella con su almohada, y jadeando dijo: —No tan
rápido.
Anna fue por un otro golpe, tirando de la almohada muy por detrás de su
cabeza para darle impulso, y luego usó toda su fuerza para tratar de golpearlo
con la almohada en la cabeza. Pero Dave fue rápido para ver a dónde iba, y en el
momento justo se movió ligeramente a un lado y la tiró, haciéndola caer en el
sofá a su lado. Cayó encima de ella, riéndose también, aplastándola contra el
sofá.
—Suéltame, eres muy pesado, —dijo Anna, riéndose histéricamente.
—No hasta que te rindas, —la cara de Dave se acercó a la de ella y le
susurró al oído.
—Me rindo, me rindo, —dijo Anna jadeando.
—No puedo oír eso, —dijo él.
—Me rindo, ¡suéltame!

Dave miró los hermosos ojos de Anna que estaban tan cerca de los suyos.
Por un momento, perdió el aliento. Estar tan cerca de ella, sentir su cuerpo bajo
el suyo... no han estado tan cerca físicamente desde que eran niños.
Instintivamente, se inclinó hacia adelante y le dio un rápido beso en los labios.
Anna se quedó un momento sin decir nada, sorprendida. Dave se levantó y
se separó de ella.
—¿Qué hiciste? —Ella lo miró.
—Lo siento, no debí haber hecho eso, —dijo él.
Anna asintió. Dave se levantó y se sentó en el sofá. Luego, en silencio, se
levantó, tomó su gorro y caminó hacia la puerta. Anna lo siguió. —Disfruta de tu
cita, —dijo ella.
Se paró en la puerta mirándola. Ella miró hacia atrás, como si estuviera
esperando algo. Luego se inclinó hacia ella y la besó suavemente en sus labios
otra vez.
—No podemos hacerlo, —susurró Anna, y se separó de él lo suficiente
como para poder hablar, con los labios todavía cerca de los suyos. Él podía sentir
su aliento en sus labios mientras ella hablaba y le estaba dificultando la
concentración.
—¿Por qué? —preguntó Dave.
—Porque... tienes a Melanie. Y tantas otras razones...
—Olvídate de Melanie, —dijo Dave.
—No Dave, somos mejores amigos... no podemos...
—¿Por qué no? ¿Qué tenemos que perder?
—Todo, —Anna se puso de lado y dio un paso atrás. —Esto no puede
suceder.
—De acuerdo, lo entiendo. —Él salió del departamento hacia el ascensor.
—Adiós Anna.
Capítulo 19
—¿Dónde está Sam? —Dave preguntó.
—No lo sé, probablemente llegará pronto, —Respondió JD, levantando una
pila de sillas. La parrillada estaba a punto de comenzar, y JD y Dave casi habían
terminado de preparar todo el lugar.
—Probablemente llega tarde a propósito, así no tiene que ayudarnos a
instalarnos.
—Aquí está, —dijo JD al ver un taxi en la entrada.

Cuando los tres miembros de la banda de Tough Love terminaron de


organizar las mesas y sillas, JD se volvió hacia Sam y le dijo: —Oye, ¿podemos
hablar un minuto?
—Claro, —dijo Sam—. ¿Todos nosotros?
—Sí, —dijo JD—. Vamos al garaje.
—¿Estoy en problemas? —Sam sonrió con una dulce sonrisa.
Entraron en el garaje y JD cerró la puerta tras ellos. Luego respiró
profundamente. —Sam, sabes que estamos muy contentos de que estés aquí con
nosotros. Eres una gran bajista. Pero también tenemos algunos problemas con...
algunas de las cosas que haces.
—¿Qué hice? —preguntó ella.
—Publicas cosas en Instagram que son bastante provocativas y no pintan la
banda con la mejor luz.
—¿Cómo qué?
JD sacó su teléfono del bolsillo y abrió el perfil de Sam en Instagram. Se
desplazó hacia el puesto desde su primer show juntos en Eddie's, una selfie de
Sam en el escenario, con la leyenda Estoy tocando música en vivo y estoy
aburrida hasta la muerte. Que alguien me dispare, por favor.
—Como este. —JD le mostró el post.
Sam miró la foto. —Bueno, es cuando acabamos de empezar, y no me
dejaste hacer el solo...
—No importa. —JD puso su teléfono en su bolsillo—. Somos una banda.
Lo que la gente entiende es que te aburres cuando tocas música con tu banda.
—Yo no diría que eso es lo que entienden, creo que ustedes lo están
llevando demasiado lejos, —dijo. —Aunque tengo que decir que sí, creo que lo
que tocamos es bastante aburrido. Y soy fiel a mí misma y a mis seguidores.
—Pero de eso se trata estar en una banda. No siempre consigues hacer las
cosas más interesantes. No siempre puedes hacer improvisaciones de jazz en el
escenario... somos una banda, una banda de rock, a veces las líneas de bajo son
simples. Eso es lo que hacemos.
—Lo sé. Lo entiendo, —dijo Sam—. Nunca dije públicamente que la
música que hacemos es aburrida. Sólo te lo mencioné ahora, porque tú lo
pediste.
—En resumen, creemos que deberías consultarnos antes de subir algo así a
Instagram.
—¿Perdón? —Sam miró a JD sorprendida—. ¿Consultarles antes de subir
cosas a mi propia cuenta personal de Instagram?
JD asintió.
—Saben, tenía una vida y seguidores antes de unirme a Tough Love, así que
pueden olvidarse de controlar mi Instagram. —Ella frunció el ceño. Luego
añadió: —Si posteo como ustedes lo hacen, todos mis seguidores pronto estarán
muertos de aburrimiento.
JD y Dave se miraron el uno al otro. Era obvio que Sam tenía una actitud de
“a mi manera” o de “tómalo o déjalo”. Eran una banda, pero no parecía que ella
fuera parte de ella. Sí, tocaba con ellos y les traía muchos seguidores, pero no
parecía que fuera parte integral de Tough Love.
—Sabes, —Dave habló por primera vez—. No parece que nos seas leal.
—¿Leal a ustedes? —Sam sonrió—. Tiffany me envió para salvar sus
traseros, y tengo que ser leal a ustedes?
—No importa por qué viniste aquí en primer lugar, —dijo JD—. Lo que
importa es que somos una banda. Y tú eres parte de la banda. Como banda,
tenemos que consultarnos mutuamente y presentar una marca uniforme para los
medios, incluyendo los medios sociales.
—Entiendo lo que dicen. —Sam comenzó a caminar hacia la puerta—. Pero
estoy totalmente en desacuerdo. Así que tendremos que estar de acuerdo en no
estar de acuerdo en esto.

—Qué pena que Anna no quisiera venir, —dijo Ashley—. Creo que le
hubiera hecho bien estar fuera de la casa.
Kelsey y Ashley acababan de llegar a la casa de Dave para la inauguración
oficial de la parrillada de primavera, la primera parrillada de la temporada.
Kelsey sonrió para sí misma mientras entraba en el patio, recordando cómo
hubiera dado cualquier cosa por ser invitada a una parrillada en casa de Dave
Tilley cuando estaba en la secundaria.
Caminaron por el patio, saludando a todos los que conocían. Ashley se
detuvo a hablar con algunos amigos, y Kelsey aprovechó la oportunidad para
encontrar a Dorothy, la madre de Dave.
—¡Es bueno verte Kelsey! —Dorothy dijo y la abrazó—. Ha pasado un
tiempo desde que te vi aquí. ¿Cómo estás?
—Estoy bien, en general, —Kelsey sonrió.
—Tengo entendido que Darren el bajista era tu novio... He oído que se fue
de la ciudad. —Dorothy dijo en voz baja.
—Sí, eso es cierto. —Kelsey estaba un poco sorprendida. No esperaba que
a Dorothy le gustaran ese tipo de chismes.
—¿Y cómo estás... con eso?
—He tenido días mejores, —dijo Kelsey, jugando con las servilletas en la
larga mesa de madera.
—Si me preguntas, ese chico siempre me pareció un poco raro, —dijo
Dorothy—. Pero su generación... parece que todo el mundo sale siempre con la
gente equivocada. Quiero decir, mira a Dave y a esa chica, —Dorothy susurró y
puso los ojos en blanco.
Kelsey miró a Melanie. Era una de las chicas más hermosas que Kelsey
había visto. Tenía enormes ojos azules, pestañas extremadamente largas,
enormes labios rojos y una piel brillante que contrastaba con su pelo rubio
platinado.
Kelsey sonrió al descubrir la obra de Dorothy. Recordó que Dave le había
dicho una vez que su madre pensaba que el debía salir con chicas inteligentes
como Kelsey.

—De todos modos, —Dorothy puso su mano en el hombro de Kelsey—,


sabes que estoy aquí si necesitas algo.
—Lo sé. Gracias.
Kelsey volvió al césped con una cerveza a mano y se sentó en un puff junto
a Ashley. Hunky, que estuvo corriendo entre los invitados la mayor parte del
tiempo, la siguió y decidió sentarse y relajarse a su lado.
—No puedo creer lo lindo que es este perro, —dijo Ashley y envió su mano
para darle una palmadita en la cabeza.
Kelsey asintió y miró a su alrededor. Se sentía raro estar en una parrillada
en casa de Dave sabiendo que Darren no iba a venir. Su ausencia en la parrillada
fue un recordatorio de su ausencia en su vida, y sintió una sensación de vacío
dentro de ella.
—¿Sam subió algo divertido a Instagram últimamente? —Ashley preguntó,
al ver a Sam caminando con su bajo a lo lejos.
—Veamos, —Kelsey abrió Instagram en su teléfono y buscó el perfil de
Sam, donde encontró un nuevo post de la noche anterior.
Era una foto de Sam sentada completamente desnuda, el bajo cubriendo sus
partes privadas, sus piernas cruzadas, y el cuello del bajo cubriendo una de sus
tetas. La otra teta estaba cubierta con un emoji de una cara sonriente. El pie de
foto decía: mi banda no puede conmigo.
Kelsey le mostró la foto a Ashley y se rio. —Ella nunca me decepciona.
—Sí. Es el mejor entretenimiento de la historia. Las cosas se pusieron
mucho más interesantes desde que se mudó a la ciudad.
No tienes ni idea, pensó Kelsey. Tuvo un recuerdo de la otra noche, cuando
Sam la besó fuera de Eddie’s.
Un momento después JD pasó por ahí y se sentó con las chicas. —¿Qué
pasa? —preguntó.
—Sólo acechando a tu bajista en Instagram, —Ashley le hizo lugar en el
puf con ella.
—Es divertidísima, ¿verdad? —Kelsey sonrió.
JD asintió.
—Entonces, ¿Cómo les va con ella?
—Vamos bien. —JD tomó un sorbo de cerveza.
—Su Instagram es escandaloso, —se rio Ashley.
—Por decir lo menos, —Kelsey le entregó su teléfono a JD, mostrándole la
foto de Sam desnuda con el bajo. Ella esperaba ver una sonrisa en su cara, o
alguna otra reacción, pero su cara se quedó quieta. JD miro la foto y le devolvió
el teléfono a Kelsey.
—No pareces divertido, —concluyó Ashley.
—Ya la vi, —dijo JD y se levantó. —De todos modos, diviértanse, voy a
buscar a Dave para que podamos empezar a tocar.

JD encontró a Dave en el garaje tocando con sus baquetas. Sam se les unió
allí poco después.
—Bien. —JD se quitó la chaqueta—. Ahora dejemos todo atrás y vayamos
a tocar algo de rock 'n roll.
En el centro del patio estaba el escenario improvisado que habían preparado
antes - la batería, una guitarra eléctrica, una guitarra acústica, un bajo y un par de
micrófonos. JD caminó hacia el micrófono y lo tocó ligeramente para ver que
estaba encendido, luego lo sostuvo y comenzó a hablarle a la multitud.
—Hola a todos... —le dijo al micrófono, y la gente se quedó en silencio.
Tenía ese tipo de carisma—. Hoy vamos a tocar un set súper corto, sólo cinco
canciones, para que puedan volver a comer hot-dogs sin escuchar nuestro ruido.
Queríamos tocar cinco de nuestras canciones más recientes y escuchar lo que
piensan, así que, por favor, les pido que se acerquen más tarde para hacernos
comentarios. —Hizo una pausa, y la gente del público asintió con la cabeza. —
Esta es también una oportunidad para presentar a nuestra nueva bajista Sam,
para aquellos que no van a Eddie's, donde ya hemos tocado juntos algunas veces.
—JD señaló a Sam, y algunas personas aplaudieron, ya que no estaba claro si
debían aplaudir o no. Kelsey aplaudió y miró a Ashley con una mirada que
decía, oye, tú también deberías aplaudir, pero Ashley la ignoró. JD continuó. —
Y también queríamos anunciar que en octubre nos mudaremos a Los Ángeles.
—¿Qué? —Kelsey miró a Ashley, y luego volvió a JD. Su corazón se
hundió. Kelsey y Ashley se sorprendieron, al igual que el resto de los invitados a
la parrillada. La gente a su alrededor murmuraba, y alguien medio en broma
gritó, —¡No! ¡Quédense!
—Sí, sé que les gustaría que nos quedáramos aquí para siempre... y saben
cuánto nos gusta White Falls... pero, para los que no lo sepan, firmamos un
contrato discográfico hace unos meses y ahora estamos trabajando en los
materiales para nuestro próximo álbum, que grabaremos en Los Ángeles en
octubre. Volveremos, por supuesto... —Hizo una pausa y miró a la multitud otra
vez—. De todos modos, me dejé llevar. Sólo quería anunciarlo. Todavía hay
tiempo hasta que nos vayamos, así que mientras estemos aquí, coman y disfruten
de la música y olvídense de todo..
JD volvió a poner el micrófono en su soporte, y toda la gente del césped,
que había estado en silencio hasta entonces, volvió a hablar entre sí. JD asintió
con la cabeza a Dave y Sam, ellos también asintieron, y él subió el volumen de
su guitarra.
Dave dio la cuenta inicial, y el parloteo de la multitud dio paso a la fuerte
música rock que salía de los amplificadores.

La banda se estaba mudando a Los Ángeles. Eso no hizo feliz a Kelsey.


Uno tras otro, la gente que le importaba se mudaba a Los Ángeles. Se volvió
hacia Ashley: —Espero que no te mudes a Los Ángeles también.
—¿Por qué me mudaría a Los Ángeles?
—No lo sé. Espero que no. Va a ser muy solitario aquí sin Tough Love.
—Lo sé. —Ashley dijo
Kelsey miró el perrito caliente que tenía en su plato. Ya no tenía hambre.
Tough Love se mudaba a Los Ángeles, y aunque faltaban cinco meses para que
pase eso, ya le daba un sentimiento amargo.

Los invitados se relajaban en el césped, bebían cervezas y terminaban su


comida. En una esquina JD tocaba su guitarra acústica rodeado de un grupo de
chicas, en otra esquina Dave charlaba con Owen y otros amigos. De repente,
Melanie salió de la casa, con una mirada furiosa, y agarró a Dave por el brazo.
Él se levantó y la siguió hasta el garaje.
—¿Qué está pasando? —Dave preguntó.
—Esa mujer - o lo que sea que es -— Melanie estaba furiosa—. Intentó
besarme en el baño.
—¿Qué? —Dave estaba confundido.
—Yo estaba en la cola para ir al baño, entonces ella vino y se paró a mi lado
y empezó a hablarme... dijo que yo era bonita... luego dijo que quería besarme...
—¿Te refieres a Sam?
—Sí, ella. Entonces trató de besarme y yo me escapé, —dijo Melanie,
temblando—. La quiero fuera de aquí.
—Bien. Deja que me ocupe de eso.
Dave dejó a Melanie, que aún temblaba de rabia, y salió al césped donde JD
estaba tocando la guitarra. Llegó al oído de JD. —Necesito hablar contigo ahora.
—Claro, —dijo JD y se levantó. Le dio la guitarra a una de las chicas del
grupo y siguió a Dave al garaje. Melanie ya no estaba allí.
—Así que Melanie me dijo que Sam trató de besarla.
—De acuerdo... ¿Por qué debería importarnos?
—Ella cruzó la línea JD. Trató de forzar a Melanie.
—Eso es extraño. ¿Estás seguro?
—Así parece.
—¿Dónde está ella?
—No lo sé. Tenemos que despedirla, JD. Es acoso sexual.
JD miró a un lado. —Por mucho que entienda cómo te sientes, creo que
debemos esperar y escuchar su versión de la historia.
—¿Qué hay que escuchar? Has visto a Sam en el escenario con Dylan. Ella
puede ser bastante grotesca. Tenemos que despedirla y llamar a las autoridades.
—Cuanto más hablaba Dave, más se enfadaba—. Voy a llamar a la policía ahora
mismo.
—De acuerdo, De acuerdo, espera un segundo. Primero hablemos con Sam.
Luego podemos hablar con Melanie y ver si quiere llamar a la policía.
Intentemos llegar al fondo de esto primero. —JD le dio a Dave su cerveza—.
Toma, bebe un trago, mientras yo voy a buscar a Sam.

Unos minutos más tarde JD estaba de vuelta en el garaje con Sam. Al ver la
furiosa expresión en la cara de Dave, JD dijo rápidamente: —Déjame ocuparme
de esto.
—¿Cuál es el problema? —Preguntó Sam, con una mirada aburrida en su
cara.
JD respiró hondo. —Melanie nos contó lo que pasó en el baño.
—¿Qué pasó en el baño? —Sam mantuvo una mirada desinteresada.
—Ella dijo que trataste de forzarla.
Sam se rio mucho. —¿Es eso lo que dijo? Chica divertida. No intenté
forzarla... o lo que sea... no hago ese tipo de cosas.
Dave no pudo aguantarse más tiempo. —Lo que hiciste es acoso sexual.
Podrías ir a la cárcel por eso, tú...
Sam mantuvo la calma. —Por lo que yo sé, decirle a alguien que tiene
labios bonitos no cuenta como acoso sexual... a menos que esa persona sea tu
empleado o algo así... no veo el gran problema...
—Bueno, obviamente fue un gran problema para Melanie... eso fue contra
su voluntad.
—Relájate amigo. Todo lo que hice fue decirle que tenía unos labios
hermosos. ¿Son inyecciones o algo parecido? De todos modos, al acercarme me
di cuenta de que no quería besarla en absoluto. No me gustaba el olor de su
aliento.
Dave se estaba poniendo rojo. —¿Todo es una gran broma para ti?
—No, pero definitivamente te estás tomando las cosas demasiado en serio.
Tal vez sea una cosa de ciudad pequeña. Necesitas relajarte, amigo, —dijo. —No
he tocado a Melanie. Sólo le hice un cumplido, eso es todo. ¿Por qué hablamos
de esto? Pensé que ella era una adulta. Y me voy a ir ahora, creo que Dylan me
está esperando afuera. ¿Algo más?
Sin pensarlo dos veces Dave anunció: —Estás despedida.
Ella se volvió hacia él. —Bien. Me estaba aburriendo muchísimo en esta
ciudad de todos modos.
JD observó como ella empezó a salir del garaje, en su mente parecía como
si estuviera sucediendo en cámara lenta. Sam llegó a la puerta y dijo
alegremente, —¡Adiós, chicos!

Cuando Sam ya no estaba a vista, JD le susurró a Dave: —¿Qué has hecho?


—Lo que había que hacer. Ahora hablemos con Melanie y llamemos a la
policía.
—Dave, estoy bastante seguro de que no se forzó con Melanie. —JD
sacudió la cabeza—. ¿Estás enfadado porque crees que ella estaba cazando
furtivamente en tu territorio?
—No es eso, aunque es extremadamente irrespetuosa.
—No creo que Sam sepa que estás saliendo con Melanie.
—Sí, tal vez.
—Tratemos de mantenernos al margen. Melanie es una chica grande, Sam
es una chica grande, tú eres un chico grande... ya hay suficiente sin este drama.
—De acuerdo. Pero voy a hablar con Melanie, y si quiere, llamaremos a la
policía.
—Te esperaré aquí.

Unos momentos después Dave volvió. —Melanie no quiere llamar a la


policía. Dijo que lo explicaría más tarde.
—Bien. Así que está hecho. Dejamos esta historia atrás.
—Pero es lo último. Lo siguiente que pasa es que ella está fuera.
—Dave, ella no sabía que estabas saliendo con Melanie. No exageres, no es
asunto nuestro con quién elige meterse en su tiempo libre.
—Lo entiendo, pero es su actitud de no me importa un carajo lo que me
afecta. Es exactamente la misma actitud que hace que ella se tire la camisa y
empiece a hacer solos en medio de un show.
—Bien. Sugiero que nos disculpemos con ella por lo de Melanie, y
hablemos con ella específicamente sobre los solos.
—¿Disculparnos con ella? ¿Hablas en serio?
—Sí. Discúlpate con ella.
—¿Y luego qué? ¿Hablamos con ella sobre los solos y estará de acuerdo en
no estar de acuerdo? No podemos tocar con ella, amigo.
JD se quedó en silencio por un momento. —Sabes lo que eso significa, —
dijo JD.
—¿Qué?
—Si despedimos a Sam, nuestro contrato con Morrison's se habrá acabado
para siempre. No sé si alguna vez podremos recuperarnos de esto.

Melanie ayudó a Dave a meter las últimas sillas que quedaban en el garaje.
Era tarde, el sol comenzaba a ponerse detrás de la casa, y estaban sólo ellos dos
allí. Todos los demás ya se habían ido.
Dave miró a Melanie. Ella lo estaba ayudando, pero aun así parecía
enfadada.
—¿Qué está pasando? —preguntó él.
—Nada, —dijo ella, sus hermosos ojos fríos.
—Dime la verdad...
Melanie puso una silla que llevaba en el suelo. —No estoy feliz por cómo
salieron las cosas antes.
—¿Qué cosas?
—Te conté lo que Sam me hizo y no hiciste nada al respecto.
—Como puedes decir que no hice nada al respecto... Hablé con JD, la
confrontamos...
—Sí, pero no hiciste nada para protegerme.
—¿Protegerte? ¿De Sam? ¿Qué querías que hiciera? ¿Pegarle un puñetazo
en la cara?
Melanie se encogió de hombros.
—Melanie, es una mujer, y por lo que entiendo no intentó hacer nada...
¿verdad?
—No me siento segura cuando ella está cerca, —dijo Melanie—. Esa
tortillera.
—Wow, tomémoslo con calma... no estoy seguro de que quieras usar esa
palabra.
Melanie se volvió hacia Dave sorprendida. —¿Ahora yo soy la mala? No
puedo creerlo. No es lo que espero de un chico con el que estoy saliendo.
Dave la miró, cansado. —Entonces, ¿qué estás diciendo?
—Siento que... no estás realmente conmigo, ¿sabes? —Ella hizo una pausa
—. No te importa cuando alguien más se me insinúa... Siento que no te importa
si estamos juntos o no. —Las lágrimas comenzaron a nublar los hermosos ojos
de Melanie, luego se derramaron sobre sus largas pestañas, dejando rastros de
rímel negro en sus mejillas.
Dave se acercó y la abrazó. —Melanie... —Le acarició la cabeza—. Eres
una gran persona... y eres la mujer más sexy con la que he salido, en serio... no
quiero causarte dolor. Te mereces a alguien que te ame y te proteja.
Melanie se separó de él, limpiando una lágrima negra con el dorso de su
mano. Empezó a decir algo, pero se detuvo, sollozando. Tratando de controlar
sus lágrimas dijo: —Pensé que esta vez iba a ser diferente.
—Lo siento Melanie.
—¿Así que eso es todo? ¿Estamos rompiendo? —preguntó, sollozando,
mientras más rímel negro caía por sus mejillas.
Dave asintió. —Creo que es lo mejor. Lo siento.
Se separó de él abruptamente, tomó su bolso y salió de la entrada a su auto,
sin mirar atrás.
Capítulo 20
Kelsey entró en Starbucks, donde JD la esperaba con una taza de café a
mano. Le dio un abrazo y se sentó a su lado.
—¿Puedo ofrecerte algo de beber? —preguntó JD.
—Me pediré un café, no te preocupes.
—Oye, yo te invité aquí, así que déjame traerte un café por lo menos.
—Bien, —Kelsey sonrió y levantó las manos en señal de rendición—.
Tráeme un latte grande y gordo.
JD se levantó y fue a hacer cola, y Kelsey se tomó el tiempo de mirar a su
alrededor. El lugar estaba lleno de familias, y el ambiente era relajado. Tan
diferente de la sucursal de Starbucks en la esquina de la calle en la que vivía en
Nueva York, que siempre estaba llena de gente con prisas, hombres y mujeres
cogiendo sus cafés y corriendo a la siguiente cosa. El Starbucks en el que estaba
sentada estaba, como todo en White Falls, somnoliento. Al menos la música es
agradable, pensó. “That Angolan Guy” de Laughing With The Raindrops
sonaba, y añadía al ambiente relajado del lugar.
JD regresó un par de minutos después con el café de Kelsey. —Así que
quiero consultarte algo. —JD bajó la voz—. Esto es completamente extraoficial,
¿De acuerdo?
—Claro, mis labios están sellados, —dijo Kelsey, tratando de disminuir su
curiosidad.
—Así que tenemos un problema con Sam. Y tú eres una persona
inteligente, y también me di cuenta de que son buenas amigas...
—¿Qué problema?
—Bueno, en primer lugar, Sam actúa como si no fuera parte de la banda.
Haciendo lo suyo, publicando en línea como si la banda no le interesara...
—¿Te refieres a sus publicaciones de Instagram?
—Sí, y su comportamiento poco profesional en general, —dijo JD—. Para
resumir la historia, tuvimos una pelea y Dave la despidió. Fue en el calor del
momento, no lo dijo en serio, pero ahora ella no volverá.
—¿Cuál es su problema con despedir a los bajistas todo el tiempo?
JD ignoró su comentario. —En fin, pensé que ustedes eran amigas... y tal
vez podrías hablar con ella.
—Puedo intentarlo, —dijo Kelsey—. ¿Algo específico que quieras que
diga?
—No lo sé. Haz que suene como si fuera tu idea hablar con ella, no la mía.
Convéncela de que tocar con nosotros es una gran oportunidad. Lo que sea que
necesites... ya sabes, tú eres la encargada de marketing.
—Bien, pensaré en algo.
—Gracias Kels. Sabía que podía contar contigo.
—¿Por qué se pelearon?
—Bueno, hubo muchas cosas ese día... las cosas que publicó en Instagram...
la forma en que se comportó en el escenario, como cuando secuestró el show
para tocar un solo... Dave se volvió loco porque pensó que trató de ligar con
Melanie...
—¿Lo hizo? ¿Cuándo? —Preguntó Kelsey, sorprendida.
—En la parrillada. No creo que sea gran cosa, pero Dave se enojó mucho.
Ya sabes, Melanie y él están saliendo de nuevo, así que sintió que Sam estaba
cazando furtivamente en su territorio... aunque ella no sabía que estaban
saliendo, así que...
Curioso, pensó Kelsey. Sam fue a un verdadero desafío con Melanie.
Melanie podría ganar fácilmente el título de la chica más hetero del condado.
Una pizca de celos cruzó su mente también. Pensó que los intentos de Sam de
besarla en Eddie’s estaban relacionados con su amistad, porque a Sam le
gustaba, y era su nueva mejor amiga...
—Entonces, ¿Qué piensas? —preguntó JD, rompiendo el hilo de
pensamiento de Kelsey.
—No lo sé, —dijo Kelsey—. Quiero que se quede, es increíble, pero
¿Pueden manejarla de verdad? Ella no va a cambiar, sabes. —Le resultó difícil
decidir de qué lado estaba, había tantas capas en el asunto. Quería que Sam se
quedara, pero también quería que JD y Dave vieran que despedir a Darren fue un
error. Y quería sacar a Darren de su mente... bueno, esa era una historia
completamente diferente.
—No tenemos realmente una opción. Tenemos que traerla de vuelta, —dijo
JD.
—Está bien. Haré lo mejor que pueda.
—Gracias Kels.
—Sabes, —dijo Kelsey con una sonrisa—, la primera vez que la conocí, me
prometió ser al menos tan problemática como Darren.
—Bueno, ahora sabemos que puede cumplir una promesa. —JD tomó un
sorbo de café.
Kelsey asintió pensativamente. Si no logro convencer a Sam, ¿Los chicos se
quedarán en la ciudad y no se mudarán a Los Ángeles?
—Tuvimos suerte de que Morrison Sanders no cancelara nuestro contrato
justo después de que Darren se fuera, —dijo JD.
Darren se fue. Kelsey no pudo evitar notar el eufemismo. No se fue, lo
despediste, pensó. Escuchar el nombre de Darren la envió a un remolino de sus
propios pensamientos, y apenas escuchó las palabras de JD mientras continuaba,
—Así que si tenemos otro desertor dentro de tres semanas... eso seria bastante
malo.
Se obligó a sí misma a concentrarse. —¿Qué tal si llamas a Tiffany para
explicarle la situación? Estoy segura de que ella quiere que tengas éxito, ¿no? La
discográfica quiere ganar dinero con Tough Love, y si lo que Sam está haciendo
es arruinar a la banda, entonces ella debería saberlo y ayudarte a encontrar otra
solución... ¿Cierto?
JD sacudió la cabeza. —Si llamo a Tiffany, se acaba Tough Love.

Anna escuchó un golpe en la puerta, y se puso de puntillas en silencio para


mirar por la mirilla. Dave. ¿Qué está haciendo él aquí? ¿Olvidó algo la última
vez que estuvo aquí? Me veo terrible en pijama…
—Hola, —dijo Dave mientras Anna abría la puerta—. ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, —dijo ella—. ¿Cómo estás tú?
—Vine a ver cómo estabas, Ashley me dijo que estabas enferma.
—¿Enferma?
Oh, eso. Ella lo recordó. Tuve que mentirles a Ashley y Kelsey para que me
dejaran en paz y vayan a la parrillada sin mí.
—Estoy mejorando, gracias.
—Y también quería preguntarte si estabas enfadada... por lo que pasó la
última vez que estuve aquí.
Anna se quedó en la puerta, sin invitarlo a entrar. —No estoy enfadada, —
dijo—. No quiero que llevemos esto más lejos. Quiero que sigamos siendo
amigos como si nada hubiera pasado. Quizá necesitemos unas semanas para
calmarnos. —Hizo una pausa—. No podemos tener algo entre nosotros.
—De acuerdo, lo respeto, pero ¿por qué?
—Es complicado.
—¿Por qué? ¿Porque estabas con Darren? Sabes que no me importa y estoy
bastante seguro de que a él tampoco le importa.
Darren. Me olvidé completamente de él. Anna ni siquiera había pensado en
el hecho de que había salido con Darren en el pasado y que era una especie de
amigo de Dave. Darren era el menor de sus problemas, había tantas otras razones
por las que no podía estar con Dave... Anna miró a un lado. Lo que sea. Que
piense que Darren es el problema.
Dave continuó. —Olvídate de Darren. Se fue de la ciudad y está fuera de
nuestras vidas para siempre.
Anna estaba en silencio. Dave la había tomado con la guardia baja, pero no
había forma de que ella le dijera la verdad.
Dave la miró atentamente y dijo: —No es Darren, ¿verdad?
Sacudió la cabeza. —No lo es. Aunque tengo que admitir que hubiera sido
un poco incómodo...
—¿Qué es entonces?
Anna suspiró. —Hay cosas que si supieras de mí... no querrías estar
conmigo. —Hizo una pausa—. O ser mi amigo, para el caso.
—Estoy seguro de que estás exagerando. Pruébame.
Ella negó con la cabeza, su rostro inmóvil. Dave dio un paso atrás. —Como
quieras, —dijo—. De todas formas, para que lo sepas, he roto con Melanie.
—Encontrarás otra chica. Siempre lo haces.
Dave la miró, y ella vio una mirada en su rostro que no había visto antes. —
No la chica que quiero, —dijo y caminó hacia el ascensor—. Cuídate, Anna. No
volveré a venir aquí, si quieres hablar sabes dónde encontrarme.

JD sostuvo el teléfono en su mano por un largo minuto, dudando. Tuvo que


admitir que Tiffany lo asustó mucho. Ahora más que nunca, cuando sintió que su
futuro estaba en sus manos.
JD ha tenido una buena cantidad de fracasos relacionados con la música en
su vida. Antes de Tough Love, tuvo otra banda, una banda que estaba a punto de
despegar y se convirtió en vapor en sus manos. Y ahora que finalmente llegó a
un acuerdo con Morrison Sanders después de tocar con Tough Love durante tres
años, ese contrato estaba en peligro por la incapacidad de la banda de mantener
un bajista. Sabía que sería difícil encontrar la energía para continuar si el
contrato se cancelaba.
Con un corazón apesadumbrado, pulsó el botón de marcar.
Tiffany respondió de inmediato. —Hola JD, ¿Cómo puedo ayudarte?
—Bueno, —respiró profundamente—. Quería hablar de la bajista que nos
enviaste. Sam.
—Sí, ¿Cómo van con ella?
—Bueno... nos está haciendo pasar un mal rato. —JD vaciló sobre cuánto
revelar—. ¿Hablaste con ella recientemente?
—No, no hablamos. ¿Qué tipo de mal rato?
—Ella no es leal a la banda.
—¿No es leal?
—Correcto. Ella publica cosas que pueden dañar nuestra marca en
Instagram, secuestra nuestros shows para tocar sus propios solos, insiste en tocar
escalas de jazz para canciones de rock, ella...
Tiffany se rio. —Sabía que Sam les haría bien. Todo lo que dices me suena
perfecto.
—Es difícil mantener una banda funcional así, —dijo JD.
—¿A quién le importa una banda que funcione? —Tiffany fue brusca—.
JD, tú y tu banda son aburridos. ¿Lo entiendes? Aburridos. El mundo está lleno
de músicos con talento. A nadie le importa. Envié a Sam a añadir algo de interés
a su banda, y parece que está haciendo justamente eso. Así que estoy feliz.
Gracias por la actualización. ¿Algo más? Porque entro en una reunión.
—No, eso es todo.
—Bien.

—Hablé con Tiffany por teléfono. Realmente necesitamos recuperar a Sam.


—¿Le dijiste que renunció?
—¿Te refieres a que la despediste y no volverá? No, no le dije eso.
Tenemos que resolver la situación.
—Bien...
—Creo que necesitas disculparte personalmente con ella.
—No sucederá. Ella debería ser la que se disculpe... después de lo que pasó
con Melanie...
—Estoy seguro de que podrás resolver tus problemas con Melanie después
de que traigamos a Sam de vuelta. Tiffany no está de nuestro lado.
—Esto no se trata de Melanie. Hemos roto.
—¿De verdad? —JD preguntó con indiferencia. Estaba acostumbrado a que
Dave rompiera con las chicas después de pasar unas semanas con ellas, así que
no se molestó en preguntar por qué. Y aunque era la segunda vez con Melanie,
JD no predijo un resultado diferente para ella.
—Sí. De todos modos, ¿Le explicaste que Sam nos está haciendo pasar un
mal rato?
—Lo hice. Eso es exactamente lo que Tiffany quería que pasara. Ella dice
que somos aburridos. Creo que también dijo que somos músicos talentosos, pero
en el fondo, ella piensa que somos aburridos y que Sam es la única que puede
salvarnos, así que...
—¿Por qué los bajistas son tan complicados?
—Diablos si lo entiendo eso.
—¿Le dijiste que es imposible tocar con ella? —Dave preguntó—. Esa
mujer viene sin prepararse para el ensayo e insiste en improvisar, como si
tuviéramos tiempo para eso. Y luego me dice que toque un ritmo y empieza a
tocar solos de la nada. Quiero decir que no, pero no quiero pelear en el
escenario. ¿Le dijiste eso a Tiffany?
—Lo hice, —suspiró JD—. ¿Quieres decir que el principal problema de
Sam es que no se comporta como una profesional?
—Exactamente.
JD sonrió con sarcasmo. —Eso es exactamente lo que Darren solía decirnos
cuando se enojaba. —En su mente añadió, y cuando digo decirnos, me refiero a
ti.
—No es lo mismo.
—¿No lo es?
—Bueno, tal vez lo sea. Pero la forma en que él dice las cosas, ese es mi
principal problema. De todos modos, si hubiera sabido lo locos que eran los
bajistas, tal vez habría soportado sus estupideces.
—¿Lo harías?
Dave se encogió de hombros. —No... probablemente no.
—¿Vas a disculparte con Sam?
—Si crees que es una buena idea, lo haré. Pero honestamente no sé si
podemos mantener una banda así... pendiendo de un hilo todo el tiempo... quizás
deberíamos comprobar si ese tipo Malcolm sigue disponible.
—Es arriesgado. Creo que Tiffany está empezando a hartarse de nosotros.

Kelsey tenía el teléfono en su mano con sentimientos encontrados. JD le


había pedido que llamara a Sam y la convenciera de que se quedara, pero tanto
JD como Sam eran sus amigos... no quería decepcionar a JD ni manipular a Sam.
Y también estaba el tema de que la decisión de Sam podía influir en si los chicos
se quedaban en White Falls o se mudaban... era complicado.
Lo importante es que Sam se quede, ella lo decidió. Ese es el bien mayor.
Presionó el botón de marcar.
Sam respondió. —Hola Kelsey, ¿qué tal?
—¿Todo bien, tú?
—Estoy bien. Es bueno que llames, porque en realidad iba a llamarte e
invitarte a pasar el rato. Sabes, me voy de la ciudad en un par de días...
—Eso he oído, —dijo Kelsey—. De hecho, te llamo para convencerte de
que te quedes.
Sam se rio. —¿Los chicos te lo pidieron?
—Más o menos, —dijo Kelsey. Respiró hondo y luego añadió—: A mí
también me gustaría que te quedaras.
—Eso es dulce, nena. Pero ya he terminado con este pueblo.
—¿Es definitivo?
—Si.
—¿Por qué? ¿Por qué no le das otra oportunidad a la banda?
Sam suspiró. —Bueno, estaba pensando en dejarlos de todas formas. No se
los digas. Ellos sólo hicieron todo más fácil, —dijo Sam—. Sabes, no soy
realmente una persona de pueblo. No sé cómo vives aquí. Es muy aburrido. Lo
único bueno es ese viejo bar Eddie’s atrapado en los 90...
—Pero se supone que se mudarán a Los Ángeles en octubre...
—Faltan cinco meses. No duraría hasta entonces. Esta ciudad es aburrida, y
honestamente, la banda es aburrida también. La música es aburrida, todo el
mundo es tan... cisgéneros blancos de pueblo pequeño, ¿sabes? Lo encuentro
extremadamente poco inspirador. Sin mencionar que no tengo ganas de estar
cerca de gente de mente cerrada.
—¿Quién es de mente cerrada?
—Tus amigos JD y Dave, mis compañeros de banda. Quiero decir ex
compañeros de banda. Le dije a Melanie que tenía unos labios preciosos y casi
me arrestan por acoso sexual.
—Melanie puede haberte malinterpretado, no es muy inteligente, sabes. —
Kelsey trató de imaginar la situación, Sam elogiando a Melanie y Melanie
enloqueciendo—. Pero ella tiene unos hermosos labios, te concedo eso.
—La forma en que reaccionaron a todo el asunto fue muy escandalosa. Este
pueblo no está listo para mí, Kels, —concluyó Sam.
—Me sorprende que se hayan comportado así. Puedo decirte que no es
característico de ellos.
—Creo que sí. Hubo algunas otras cosas que dijeron. Probablemente nunca
llegaste a ver ese lado de ellos, porque eres una dulce chica normal.
Dulce chica normal. Viniendo de la boca de Sam, no sonaba como un
cumplido. Pero Kelsey se tragó su orgullo y concluyó: —Bien. Parece que te has
decidido.
—Sí, lo he hecho. Gracias por todo, Kels, eres una gran amiga. —Sam hizo
una pausa. —Quería preguntarte algo... no estás molesta por el beso en Eddie’s,
¿Verdad?
—No, en absoluto. Pero creo que me quedo con los hombres. Sé que soy
aburrida, pero...
Sam se rio. —Estás bien.
—Gracias, supongo. —Kelsey sonrió al final de la línea.
—Mantente en contacto, —dijo Sam—. Estaré en Nueva York si alguna vez
quieres pasar el rato.
—Eso sería divertido.
Kelsey colgó el teléfono. El que Sam se fuera de la ciudad no la hizo feliz,
pero parecía que no podía hacer nada al respecto.

Darren puso su bajo en el auto y caminó hacia la playa. Era un día hermoso,
y acababa de dar mantenimiento a su bajo en una tienda especializada cercana.
El Océano Pacífico se extendía delante de él, rugiendo y enviando moléculas de
agua salada por el aire. El paseo marítimo estaba lleno de gente a esa hora del
día, algunos corrían, otros patinaban, otros sólo paseaban.
Empezó a caminar hacia el sur, y ahí fue cuando la vio.
Pelo suave, camiseta negra, jeans informales... sólo podía ver su espalda, y
ella se alejaba de él. ¿Kelsey?
Empezó a caminar tras ella, aumentando su velocidad. ¿Podría ser ella?
¿Qué estaba haciendo en Los Ángeles? Caminó más rápido, casi corriendo,
hasta que en algún momento ya no pudo verla. Llegó al lugar donde la vio por
última vez y miró a su alrededor para ver si había ido a la playa o cruzado la
calle hacia una de las tiendas. Kelsey, o alguien que se parecía mucho a ella, no
se veía por ningún lado. Se quedó allí unos momentos, confundido, y luego
volvió a su auto.

—Llegas tarde, —dijo Lena al abrir la puerta—. John lleva aquí más de una
hora, está listo para irse.
—Oh, lo siento. Fui a arreglar mi bajo y perdí la noción del tiempo. —
Darren pasó por la puerta y entró en el estudio, donde John, el guitarrista que
Lena había invitado a audicionar para su nueva banda, estaba esperando.
—Encantado de conocerte, —John puso su guitarra a un lado y extendió su
mano para un apretón de manos—. John.
—Darren. —Darren estrechó su mano, y luego sacó su bajo del estuche—.
¿Quieres tocar algo o tienes que irte?
—Tocaré, —respondió John—. ¿Qué quieres tocar?
—¿Conoces alguna de las canciones de Lena?
—Sí, podemos tocar una de ellas.
—Bien, entonces toquemos Floating. ¿Conoces esa?
—Sí, —dijo John, y hábilmente comenzó a tocar la introducción de la
canción.
Darren asintió con la cabeza mientras conectaba rápidamente su bajo al
amplificador y empezaba a tocar con John. Lena, que estaba hirviendo agua para
el café en la cocina, entró en el estudio mientras los escuchaba tocar “Floating”,
—agarró una guitarra acústica y se unió con los acordes y las voces.
Sonaba bien. John sabía lo que hacía; era un guitarrista decente, y había
hecho sus deberes y conocía bien la canción. Parecía motivado, y eso era
importante.
Cuando terminaron la canción, John tuvo que irse, y Lena lo acompañó a la
puerta. —Gracias por venir, —dijo ella—. Te lo haremos saber en los próximos
días. Todavía estamos haciendo audiciones, así que estaremos en contacto.
Cerró la puerta tras él y volvió al estudio, donde Darren seguía tocando el
bajo.
—Entonces, ¿qué piensas?, —preguntó.
—Es bastante bueno.
—¿Deberíamos contratarlo?
—Sí... creo que sí... tú decides.
—Sonábamos bien juntos. Podríamos fácilmente subir al escenario de
Green Underground con esta alineación. Tal vez conseguir un baterista también.
—Sí. Podríamos. Yo digo que lo escojamos.
—No lo sé.
—¿Qué no hay que saber? —Preguntó Darren—. Parece un tipo genial,
toca bien, y conoce tus canciones...
—Sí, —Lena parecía dudar—. Es que... se siente como si ya no estuvieras
en esto conmigo. Pensé que estábamos haciendo esto juntos, me sorprendió que
llegaras tarde a una audición que habíamos programado para nuestra banda.
Darren bajó el bajo. —Siento haber llegado tarde. Estaba en la playa cerca
del taller de bajo y me dejé llevar. —Él hizo una pausa—. Pero tienes razón, no
estoy totalmente comprometido con esto. Sabes que estoy en un momento
bastante inestable de mi vida... Me encanta tocar contigo, y estoy feliz de dar
conciertos juntos mientras esté en Los Ángeles... pero no puedo comprometerme
con una nueva banda ahora mismo, ¿sabes?
—¿Por qué, estás pensando en mudarte a otro lugar?
—Podría.
—¿Qué puede ser mejor que Los Ángeles? La industria está aquí, yo estoy
aquí... acabas de llegar y tienes un trabajo de pago inmediato. Es como un sueño
hecho realidad para tantos músicos.
—Lo sé. Pero no tengo ganas de comprometerme ahora mismo. Tal vez sea
porque acabo de salir de otra banda. O tal vez no hay ninguna razón. Se siente
pesado comprometerse ahora mismo.
—Siempre has sido un desastre con el compromiso. —Lena sonrió y
levantó las manos en señal de rendición. Luego añadió—: extrañas a Kelsey,
¿verdad?
—Eso es una parte.
—De todos modos, te entiendo. No me gusta, pero empezaré a buscar un
bajista. Puedes seguir tocando conmigo hasta que encuentre uno.
—Suena justo.

—Antes de tocar nuestra última canción de esta noche, me gustaría


presentar a mi bajista, Darren Wahl, —dijo Lena al micrófono.
Darren miró a la multitud delante de él. Aplaudían con entusiasmo, ya que
se habían acostumbrado a verlo cada semana en Green Underground. Algunos de
ellos incluso venían a hablar con él después de los conciertos, le preguntaban por
su bajo, le pedían consejo para los aspirantes a músicos, le decían lo bueno que
era... la semana anterior un hombre le entregó su tarjeta, dijo que era un agente,
y le ofreció ayuda para encontrar otros conciertos... Darren podía ver
definitivamente el sueño de ser músico independiente hecho realidad para él en
Los Ángeles.

Empezaron a tocar la última canción de su show, y lo de la playa sucedió de


nuevo. Por un momento estuvo seguro de que vio a Kelsey entre la multitud.
¿Quizás ella estaba en Los Ángeles después de todo? Estaba casi seguro de
haberla visto en la playa el otro día, pero no tenía sentido, ella volvió a White
Falls, tuvo que volver al trabajo... ...Darren obligó a sus ojos a enfocar contra la
luz cegadora y miró al punto donde creía haberla visto, pero todo lo que podía
ver ahora era un grupo de chicas, ninguna de ellas Kelsey.
Mientras sus ojos escudriñaban el lugar, casi se le escapó la nota de la raíz
del acorde final.

Terminaron su espectáculo y la multitud se puso en pie animando, dando a


ambos artistas una cálida sensación de triunfo. Darren miró a Lena con una
media sonrisa. Ella era una de sus personas favoritas. Era talentosa, humilde,
intrépida. Ella le devolvió la sonrisa. Era hora de bajar del escenario de Green
Underground y volver a la vida real.
Se bajaron del escenario y caminaron hasta el camerino, donde empezaron a
empacar sus cosas. El siguiente acto de la noche, Lee Ainley's Blues Storm,
subieron al escenario y empezaron a poner sus instrumentos, y luego
comenzaron a tocar su canción “Bankruptcy”.
—Son bastante genials, —dijo Darren mientras se asomaba al escenario
desde los camerinos.
—Sí. Un grupo genial. —Lena puso su guitarra acústica en su estuche—.
Por cierto, un gran espectáculo esta noche, —dijo Lena—. Gracias Darren.
—Gracias, —dijo él—. Creo que a la multitud le gustó mucho lo nuevo que
hicimos para Floating.
—¿Tú crees? Estoy pensando en agregarlo como un bonus track al próximo
álbum.
—Deberías.
—Y para nuestro próximo concierto, estaba pensando en contratar a un
ingeniero de sonido para grabarnos tocando en vivo, el sonido es decente y
podría lanzar una edición limitada en vivo, ¿qué te parece?
—Me gusta la idea.

Darren terminó de empacar su bajo y se quedó en la puerta del camerino,


esperando a Lena, que estaba mirando alrededor de la habitación para asegurarse
de que no se dejaban nada. Luego caminaron rápidamente por el lugar,
manteniendo un bajo perfil ya que Lena dijo que estaba demasiado cansada para
socializar y tenía ganas de tener una noche tranquila en casa.
Pasaban por el bar cuando Darren se detuvo, congelado en su lugar de
repente.
El perfume de Kelsey. Estaba seguro de que podía olerlo. ¿Tal vez ella está
aquí después de todo?
Reanudó el movimiento, esta vez siguiendo el olor. Por un momento pensó
que había perdido el rastro del olor, pero estaba allí de nuevo cuando una
camarera rubia pasó por allí.
Obviamente no es Kelsey, es sólo el mismo perfume ... o body mist, lo que
sea ...
Perturbado, continuó su caminata, dirigiéndose hacia la salida. Sigo
imaginando ver a Kelsey, olerla... ¿Me estoy volviendo loco?
Afuera, advirtió que Lena lo estaba esperando, apoyada en su auto. —¿Por
qué tardaste tanto? ¿Los autógrafos te detuvieron?, —sonrió.
—Sí, —Darren abrió el baúl, desorientado—. Tuve que dar algunos
autógrafos.
Pusieron su equipo en la parte de atrás y se subieron al auto, y luego
empezaron a conducir. El clima era agradable, así que Darren dejó las ventanas
abiertas, dejando que la brisa de la costa oeste llevara su pelo hacia atrás,
disfrutando del viento y la radio en silencio hasta que llegaron a la casa de Lena.
Darren detuvo el auto, y Lena saltó y abrió el baúl para sacar su guitarra. Se
acercó al lado del conductor y se paró junto a la ventana de Darren. —¿Quieres
subir a tomar una copa de vino?
Darren no respondió de inmediato. Era una oferta tentadora, y él tenía la
sensación de que iba a recibir ese tipo de oferta de Lena esa noche... ni siquiera
sabía por qué, sólo lo sentía. Miró su cara bonita y le dio una media sonrisa.
—Creo que voy a volver a mi casa esta noche. Estoy un poco cansado.
—Claro, —asintió Lena—. ¿Está todo bien?
—Sí ... todo está bien ... —Darren suspiró profundamente—. Sobre lo que
dijiste antes... sobre la grabación del próximo concierto... creo que me voy a
White Falls por algún tiempo.
—¿Cuándo?
—En los próximos días.
Lena asintió. —entiendo. —Ella puso una mano sobre su hombro—.
Recuerda que siempre tienes un hogar aquí en Los Ángeles.
—Lo sé.

Lena se inclinó hacia Darren a través de la ventana abierta del auto y le dio
un suave beso en su mejilla. Ella lo amaba a su manera, pero se había dado por
vencida hace mucho tiempo. Sabía que no estaban hechos el uno para el otro; de
hecho, no sabía si estaba hecha para alguien, o al menos para una persona... sin
embargo, lo amaba y quería que fuera feliz. Dio un paso atrás, sonrió y se quedó
allí unos segundos. —Buena suerte con Kelsey, —dijo y desapareció en el
edificio.
Capítulo 21
“Tilley”, decía el cartel de la gasolinera, donde Dave estaba sentado en su
auto, preparándose para terminar su turno y volver a casa. Era una de las
gasolineras de su familia, y él estaba en el turno de noche, conduciendo su Jeep
Rubicon, asegurándose de que todo estaba bajo control en las gasolineras.
Salió de la gasolinera a la carretera principal y miró el reloj de su tablero.
Era tarde, casi las 11 PM, y no podía dejar de pensar en Anna. El otro día,
cuando tuvieron una pelea de almohadas y casi se besaron - pensó que, por un
momento, finalmente lo había descubierto. Por un momento, sabía quién era la
mujer que quería. Por un momento, había alguien con quien podía imaginar
pasar el resto de su vida.
Ella tiene que saber eso.

Dave se detuvo al lado de la carretera y escribió un mensaje de texto.


Espero que estés despierta, necesito verte un par de minutos.
Anna no tardó mucho en responder, pero para él se sintió como si fuera una
eternidad. Su mente trabajaba horas extra. ¿Qué pasa si no responde? O peor,
¿Qué pasa si ella responde, pero no quiere verme?
Pero su respuesta fue un simple Ok, justo lo que él quería oír.
Su corazón latía rápido. Iba a explicarlo todo, en su mente tenía todos los
detalles resueltos. Por supuesto que ella lo rechazó la vez anterior, ¿Cómo no iba
a hacerlo, si desde que eran adolescentes lo veía salir con una chica tras otra, sin
comprometerse y sin quedarse más de unas semanas? Pero ahora las cosas iban a
cambiar.

Cuando Anna le abrió la puerta, todo lo que él quería era abrazarla y


besarla, impresionado por su belleza. Pero se contuvo y entró en la sala de estar,
y luego se sentó en el sofá. Ella se sentó a su lado.
—Anna, escucha. No puedo dejar de pensar en ti. Y es diferente... no es
como con otras chicas. Lo sé. —Se detuvo, mirándola, tratando de medir su
reacción. La cara de ella se quedó quieta, así que Dave continuó—. Siempre
dijiste que yo no podía salir con una chica, que tenía que cambiar todo el
tiempo... ...pero eso era porque nunca sentí por nadie más lo que siento por ti.
Todos estos años pensé que te quería como amiga, como hermana... pero en los
últimos meses me di cuenta de que es mucho más que eso. Entonces tuviste el
embarazo... así que estaba seguro de que tenías a alguien, no quería agitar las
cosas... pero ahora siento que tengo que ir a por todas e intentarlo.
Anna miró a un lado, en silencio.
—¿No quieres intentarlo? —Susurró Dave—. Si no me quieres o no te
gusto o no te sientes atraída por mí o lo que sea, házmelo saber y no te molestaré
más. Pero si es otra cosa... estoy seguro de que podemos solucionarlo, sea lo que
sea...
Puso su mano sobre la de ella, y ella no se movió.
—¿No te gusto?, —preguntó.
—Si me gustas..., —dijo Anna finalmente—. Siempre me has gustado... tú
eras el que siempre salía con otras chicas...
—Sí, éramos adolescentes... y luego estuviste con Brandon, sabes cuánto
odio a ese tipo, siempre lo odié... y obviamente no iba a decirte que quería estar
contigo cuando estabas con él... y luego cuando se divorciaron, esperé, no quise
aprovecharme de la situación. Pero nunca vi que me quisieras como más que un
amigo. Y entonces te quedaste embarazada... —Se detuvo, mirándola—. Siento
como si nunca hubiera tenido una oportunidad.
Una lágrima comenzó a brotar del rabillo del ojo de Anna. —No puedo
estar contigo Dave, —susurró—. He decidido, después de estar embarazada y
tener que renunciar a mi hijo, he decidido. Quiero encontrar a alguien que sea mi
esposo, el padre de mis hijos, alguien en quien pueda confiar... y... Dave... eres
increíble, eres mi mejor amigo, y te quiero, y siempre me has atraído... pero no
estoy segura de que puedas ser ese hombre. —Hizo una pausa—. Y además...
hay algo que, si supieras de mí, no estarías aquí hablando conmigo ahora mismo.
Dave sostuvo la mano de Anna con ambas manos. Luego se levantó y
agarró una caja de pañuelos de papel que estaba en la mesa de café frente a ellos,
tomó uno de los pañuelos y comenzó a secar sus lágrimas. —Yo soy ese hombre
Anna, —dijo—. Quiero ser tu esposo. Quiero ser el padre de tus hijos. Sabes que
nunca te he fallado... y sea lo que sea que estés escondiendo... creo que te
equivocas. Pruébame.

Anna lo miró con los ojos hinchados. Podía sentirlo venir, el impulso de
compartir su secreto con alguien. Estaba tan atormentada emocionalmente que
temía no poder detenerse, aunque Dave era la última persona que se suponía que
debía saberlo.
—Dave, creo que deberías irte, —dijo en silencio.
Él sacudió la cabeza. —No me iré hasta que me lo digas.
Tomó un pañuelo y se sonó la nariz. Las lágrimas, las hormonas y la
presencia de Dave cerca de ella la mareaban.
—Por favor, Dave... —Ella lo miró con los ojos rojos suplicantes.
—Hablo en serio. No me iré de aquí hasta que me cuentes.
Anna suspiró. —Nos vamos a arrepentir de esto, los dos.
—Sea lo que sea, estoy seguro de que no es tan malo como crees.
—¿Ah, sí? —sonrió con gravedad, y luego giró la cabeza a un lado, sin
mirar a Dave. —El padre del bebé que di a luz... es tu padre.

Dave miró a Anna, sorprendido. —¿Qué?


—El padre... es tu padre.
—Mi papá, —Dave repitió lentamente, tratando de entender lo que ella
acaba de decir—. Mi papá. Oh wow.
Anna asintió.
—¿Cómo carajo pasó eso? ¿Tenías una relación con mi padre?
Anna sacudió su cabeza no.
Dave se levantó del sofá y se paró en el medio de la sala con las manos
detrás del cuello, mirando al techo. —Eso definitivamente cambia las cosas...
quiero decir... ¿Cómo sucedió eso?
Anna se limpió otra lágrima de su ojo. —¿Recuerdas en agosto cuando
estabas con tu familia en Hawái y me quedé a cuidar tu casa?
Dave asintió.
—Me estaba escapando entonces, allí sola en tu casa... en vez de en el
asqueroso remolque con mi madre y mi tía... entonces tu padre regresó un par de
días antes que el resto de ustedes... él llegó allí, y vio que yo era un completo
desastre, así que me ofreció quedarme un par de días más... Yo estaba pasando
por un momento difícil en aquel entonces, el divorcio, mi madre volviéndose
loca otra vez... y no sé... bebimos... una cosa llevó a la otra...
Dave puso sus manos en la cabeza de nuevo. —Por favor, detente. Por
favor, deja de describirlo tan vívidamente. No quiero tener esa imagen en mi
cabeza.
Anna asintió. —Te dije que no podemos estar juntos.
—Ese hijo de puta.
—No digas eso. No fue su culpa, nunca engañó a tu madre, la ama tanto...
fue mi culpa, estaba en tan mala forma...
—Se necesitan dos para bailar el tango.
—Te ahorraré los detalles, pero apenas estuvo despierto cuando ocurrió...
yo lo hice... —se detuvo, limpiándose otra lágrima del ojo—. Porque estaba muy
sola y me recordaba mucho a ti.
—¿Y luego qué? —Dave sacudió la cabeza—. Tengo tantas preguntas que
quiero hacer porque eres mi amiga y porque... no lo sé... pero no puedo
preguntar porque eres tú... la chica que amo... y mi papá...
—¿Qué más quieres saber?
—Todo. Y nada.
—Me quedé embarazada, no quería abortar. Tu padre sabía que me moría
por tener un hijo propio, pero que no tenía dinero para criar a un niño. Así que se
ofreció a alquilar un departamento para mí y todo lo demás... y fui feliz durante
algún tiempo, ignorando todos los pensamientos de si debería tener el niño o no.
Pensé que todo estaba resuelto. Pero entonces tu madre se enteró y él se asustó.
Se retiró del trato, y decidí dar al niño en adopción. Mirando hacia atrás,
probablemente era lo correcto de todos modos.
—Anna...
—Ahora entiendes por qué no podemos estar juntos... y si no quieres ser mi
amigo nunca más, yo lo entiendo... Yo no quería que esto sucediera... no quería
arruinar las cosas en tu familia.
—¿Es por eso por lo que no viniste a la parrillada?
Ella asintió, roja de lágrimas y vergüenza.
Dave caminó hacia la gran ventana y miró hacia la ciudad. —No lo sé
Anna, necesito... necesito algo de tiempo para pensarlo. No quiero ser
imprudente. —Se acercó a ella y le dio un beso en la frente—. Te llamaré
mañana, ¿de acuerdo?
Anna asintió, y Dave salió del departamento, cerrando la puerta tras él.

Ashley y Kelsey se pararon en la entrada de la cabina y saludaron a los


pasajeros en aun otro vuelo a Nueva York, Kelsey haciendo un esfuerzo por
poner una sonrisa falsa en su cara. Por un lado, no era una gran fan de las noches
en Nueva York, que todavía le traían dolorosos recuerdos del pasado; por otro
lado, estaba empezando a conocer otras caras de Nueva York que le gustaban
mucho, como la zona de Brooklyn donde estaba el bar de Shoko.
Esta vez no estaba de humor para la exploración, ya que estaba superada
por el cansancio. Ashley y Shoko iban a una fiesta en el Bronx, pero ella decidió
quedarse en la habitación del hotel y ver la televisión.
En su habitación de hotel, encendió la televisión, pero no encontró nada
interesante que ver. El miedo a perderse la oportunidad la golpeó. Estaba en
Nueva York, el clima era agradable, y había mucho que hacer, pero ella no tenía
la motivación para dejar el hotel. Qué desperdicio, pensó, reconociendo que en
White Falls no había nada que la esperara más que el aburrimiento y la
depresión. En Nueva York podía al menos ver nuevas caras o aventurarse en
lugares en los que nunca había estado...
Pensó en enviarle un mensaje de texto a Matthew. La última vez que lo vio
se ofreció a salir la próxima vez que ella estuviera en la ciudad; ella no sabía si
él sólo lo dijo por cortesía – Dios sabe que Matthew era un tipo educado - o si
realmente quería encontrarse. ¿Qué tengo que perder? Ella pensó. ¿Hay algo
malo en pasar una noche con un hombre con el que solía salir, para olvidarme
temporalmente de Darren?
Cogió su teléfono y le envió un mensaje a Matthew. Hola, estoy en Nueva
York esta noche, el clima es bueno así que pensé en ir a dar un paseo. ¿Estás
por aquí?
Puso el teléfono a un lado. Estaba cansada y emocionalmente agotada de las
últimas semanas, pero enviarle un mensaje a Matthew la despertó un poco. Se
levantó de la cama y se vistió, reemplazó sus pijamas por jeans y un suéter y
puso su billetera y teléfono en su bolsillo. Luego salió de la habitación del hotel
decidida a explorar un poco por su cuenta.
Matthew no había contestado todavía, pero ella no estaba muy preocupada
por eso. Tal vez estaba ocupado, o tal vez su oferta de salir no era más que una
palabrería. Matthew no era un tipo espontáneo, por lo que era descabellado que
estuviera disponible con tan poco tiempo de aviso.
Salió del hotel y comenzó a caminar por una pequeña calle residencial de
Nueva York, que era enorme comparada con las calles del centro de White Falls.
No habían rascacielos, pero los edificios eran altos. Caminó, disfrutando de la
noche, hasta que llegó a uno de sus lugares favoritos de la ciudad - High Line
Park. El cielo estaba despejado, y el lugar estaba lleno de gente aprovechando el
buen tiempo. A donde quiera que mirara, podía ver parejas tomadas de la mano,
hipsters paseando a sus perros, individuos bien vestidos con trajes y maletines, y
padres jóvenes caminando con bebés en cochechitos.
Su teléfono sonó con un mensaje de texto de Matthew. Acabo de salir del
trabajo. ¿Dónde estás?
High Line Park, ella contestó.
Envíeme tu ubicación exacta, estaré allí en 20 minutos.

Apareció con un traje azul oscuro con una camisa azul claro, abotonada
debajo, su pelo corto y rubio bien colocado, sus grandes ojos verdes irradiando
confianza. Se ve bien, pensó ella. No es tan sexy como Darren, pero
definitivamente se ve bien.
Le dio un abrazo rápido. Si él se sentía tan incómodo como ella, no dejaba
que se notara.
—Entonces, ¿Dónde debemos caminar? —preguntó él.
—He estado caminando por aquí durante la última hora, pero me encanta
este lugar, no me importa hacer todo el paseo de nuevo.
—Bien, genial, hagámoslo, —dijo Matthew y empezó a caminar.
Hubo unos momentos de silencio ya que ninguno de ellos sabía qué decir,
hasta que Matthew comentó, —Tuviste suerte con el clima. Todavía estaba
lloviendo esta mañana.
—Sí, tenemos buen tiempo casi cada vez que venimos a Nueva York. Si las
fechas no se hubieran programado de antemano, habría sospechado que la
aerolínea lo estaba coordinando.
Matthew soltó una pequeña risa. —Es posible... ¿Cómo va lo de azafata?
¿Lo estás disfrutando?
—Sí, es un trabajo genial. No una carrera, pero un buen trabajo, —dijo ella.
En su interior, se regañó a sí misma por ponerse automáticamente a la defensiva.
¿A quién le importa si es una carrera o no? ¿Por qué sigo intentando probarme
a mí misma ante él?
—Un buen trabajo es bueno.
—¿Qué hay de ti? ¿Cómo va el trabajo?
—Va bien, va bien, —dijo él—. Solicité la reubicación, así que veremos
cómo va eso.
—Reubicación? ¿Fuera de Nueva York? ¿A dónde?
—Austin. Se supone que tendré la respuesta a finales de la semana que
viene, pero estoy bastante seguro de que pasará.
—¡Austin! —Kelsey se sorprendió. Ella siempre había soñado con visitar
Austin, ya que había oído tantas cosas buenas de esa ciudad. El buen clima, la
atmósfera de innovación mezclada con el encanto sureño...— ¡Eso es
sorprendente! ¿Qué te hace querer mudarte a Austin?
—Ya he terminado con Nueva York, —dijo él—. Puede que vuelva aquí,
pero siento que quiero algo más, ¿sabes? Nueva York es un poco... agotador.
—Dímelo a mí, —sonrió Kelsey—. Bueno, bien por ti. Siempre quise
visitar Austin.
—Deberías. Y si me mudo allí estaré encantado de enseñarte el lugar.
Él le contó detalladamente sobre el nuevo trabajo en Austin, y a Kelsey le
pareció extraño que lo aceptara, ya que no parecía un ascenso. No estaba
recibiendo más dinero, no estaba recibiendo más responsabilidad... lo único que
estaba recibiendo de ese trabajo era mudarse de Nueva York. Y como todos en la
industria sabían, si estabas en el sector financiero y querías salir adelante, tenías
que estar lo más cerca posible de Nueva York. Demonios, Nueva York era el
centro financiero del mundo... ¿Qué me estoy perdiendo aquí? ¿Está siendo
degradado y sólo lo enmarca con palabras más bonitas? pensó.
—¿Conoces a alguien en Austin? ¿Qué habrá de todos tus amigos?
—No conozco a nadie allí, pero estoy seguro de que encontraré buena gente
con la que pasar el rato. Suena como una ciudad amigable.
—Me sorprendes, —dijo Kelsey—. Creí que te encantaba Nueva York.
—Amo Nueva York... pero también estoy listo para lo siguiente, ¿Sabes? —
La miró por el rabillo del ojo.
—¿Quién lo hubiera adivinado? No suenas como tú.
—¿Tú crees?
—Sí, —Kelsey se encogió de hombros—. Tal vez has cambiado.
Matthew no respondió de inmediato. Eventualmente dijo: —Sí,
probablemente he cambiado un poco. Y tú también.
—¿Lo hice?
—Sí... no lo sé, talvez.

Llegaron a un punto cerca de una valla que daba a la ciudad. Matthew se


detuvo y se apoyó en la valla. —Me encanta este lugar, —dijo—. Mira qué
hermosa es la vista.
La ciudad se extendía delante de ellos, y a su lado, algunas plantas
empezaban a florecer.
Kelsey se detuvo y se quedó junto a la valla. —Y vas a renunciar a todo eso
cuando te mudes a Austin...
Él se volvió hacia ella y sonrió. —Estoy seguro de que también encontraré
bonitas vistas en Austin.
—Sí, yo también estoy segura, —dijo ella, mirando la vista frente a ellos.
Matthew se acercó a ella, sus cuerpos casi se tocaron. Ella pudo sentir que
él la miraba, esperando que ella girara la cabeza. Cuando finalmente lo hizo, se
inclinó lentamente hacia adelante y la besó. Sus labios se tocaron brevemente, y
luego él se movió hacia atrás. —¿Está bien así? —preguntó.
—No lo sé, —dijo ella—. No lo sé.
Se inclinó de nuevo hacia adelante y la besó. Ella permaneció congelada.
¿Qué es lo que pasa?
Definitivamente había superado a Matthew, ahora era Darren el que le
llenaba el corazón y la mente... pero ¿Y si Matthew hubiera cambiado?
No tiene sentido. Yo vivo en White Falls, él se está mudando a Austin...
¿Intenta que me vaya a casa con él?
—Creo que es mejor que vuelva al hotel, —dijo Kelsey mientras se
separaba de él. —Tengo que levantarme temprano mañana. Tenemos un vuelo
temprano.
—Claro, ¿Quieres que te acompañe?
—No, estoy bien. No te preocupes por eso. Fue divertido verte.
—Lo fue. Avísame la próxima vez que estés aquí... puede que pase un
tiempo hasta que me mude a Austin, ya sabes, Citibank...
—Lo haré.

Dave se paró junto a la puerta de Anna, sosteniendo un ramo de delicadas


rosas blancas en su mano. Se lo entregó y dijo: —Lo he pensado. No me importa
lo que pasó con mi padre. No estoy feliz por eso, y sé que será complicado, pero
como dije la última vez, estoy seguro de que lo resolveremos.
Anna lo miró como si lo viera por primera vez. Y ella estaba, en cierto
modo, viéndolo por primera vez. Dejó que una sonrisa se apoderara lentamente
de su rostro mientras tomaba las rosas y entraba en la cocina para encontrar un
jarrón para ellas.
Dave la siguió. —No dices nada, —dijo—. ¿Es un sí o un no?
Anna no respondió, y sólo colocó las flores en el jarrón, agregando un poco
de agua. Luego se volvió hacia él. —Todavía tengo que resolver algunas cosas
sobre esto. Por ejemplo, cómo tratar este asunto con tus padres si estamos
juntos... probablemente puedas entender que va a ser muy raro con ellos.
Dave agarró a Anna y la levantó en el aire, con una gran sonrisa en su cara,
—¿Entonces es un sí?
Anna se rio. —¡Bájame!
—Sólo si me dices que es un sí, —dijo Dave.
—Y si no, ¿Me mantendrás aquí en el aire para siempre? —Anna no pudo
evitar apreciar lo fuerte que era Dave, vio sus músculos a través de su camiseta
de manga corta, y parecía que no hacía ningún esfuerzo por mantenerla en el
aire.
—¿Y? ¿Qué dices? —preguntó él otra vez.
—Sí, sí. —dijo Anna—. Es un sí.
Capítulo 22
Kelsey se acercaba por el camino de entrada a la casa de Dave. Todos los
demás ya estaban allí - Ashley, Anna, Dave, JD, y Hunky por supuesto. Era una
semana después de la gran parrillada, y el grupo tenía una misión: terminar todos
los hot dogs que quedaban en el congelador. Dorothy, la madre de Dave quería
recuperar su espacio en el congelador y amenazó con tirar las sobras a la basura
cuando volviera de su escapada de fin de semana con Gerald.
Era un día hermoso, el sol había salido, la hierba era verde... tan hermosa
que Kelsey casi podía olvidar el dolor que dominaba su corazón. Si vengo aquí
unas cuantas veces más, pensó, tal vez algún día pueda separar este lugar de
Darren. Sin embargo, mirando a su alrededor y viendo a sus amigos sentados
juntos, todavía tenía la sensación de que algo faltaba.
Chocó los cinco con todo el mundo, y luego se sentó en la manta.
—Te perdiste el anuncio, —dijo JD.
—¿Qué anuncio?
—No, no, por favor no lo digas de nuevo, —protestó Ashley. —No quiero
volver a oírlo.
JD miró a Kelsey. —Se acabó Tough Love—, dijo enérgicamente, casi con
indiferencia.
Kelsey lo miró, sorprendida. —¿Por qué? ¿Por Sam? Estoy segura de que
pueden encontrar a alguien más...
—Después de que trataste de hablar con ella... y Dave se disculpó con ella
como tres veces... se fue esta mañana. Le informé a Tiffany, y dijo que se acabó.
Cuando llegue ella a la oficina el lunes empezará a adelantar las cosas para
cancelar el contrato y la reserva del estudio. Así que Dave y yo decidimos
terminar con la banda de rock.
—¿Por qué? Ya casi lo conseguían... ¿No pueden encontrar otro bajista? —
En su mente pensó debí haber intentado con más fuerza convencer a Sam de que
se quedara.
—El dinero que estamos ganando no compensa todo el dolor de cabeza que
tenemos. —JD se recostó en la manta—. Voy a ir a Los Ángeles en octubre a
probar suerte como músico independiente, y Dave se quedará aquí para ayudar a
su familia con las gasolineras.
Dave levantó un pequeño paquete en el aire. —Justo cuando llegó el
metrónomo de oído que pedimos en eBay.
Kelsey sacudió la cabeza con incredulidad. —¿Qué hay de su música? ¿Sus
fans?
JD se encogió de hombros.
—Vaya, eso es tan deprimente, —dijo Kelsey y miró a las chicas.
Asintieron con la cabeza—. ¿Qué pasará mañana en Eddie’s? ¿Todavía van a
actuar?
—No. Eso se canceló.
Kelsey fijó su mirada en la hierba. Fue muy triste. Sintió una lágrima que
amenazaba con escaparse por el rabillo del ojo.
—Es triste, pero creo que tenemos que salir de esta atmósfera sombría, —
dijo Ashley—. Y comer algunas sobras.
—Salud, —dijo Dave y levantó su cerveza en el aire.
El resto de los chicos levantaron sus bebidas en el aire también. De repente,
Kelsey se dio cuenta de que la otra mano de Dave estaba en el regazo de Anna.
Y no por accidente. Como si no la estuviera escondiendo.
Puso su cerveza en la hierba y volvió su mirada de Anna a Dave, y de
vuelta a Anna. Ahora se dio cuenta por primera vez de como se miraban el uno
al otro. —¿Ustedes están...? —Ella los señaló.
—Sí, —dijeron ambos y sonrieron. Luego Dave besó a Anna en el dorso de
su mano.
—Oh, tú también te perdiste ese anuncio, —dijo Ashley tranquilamente—.
Dave y Anna están juntos.
—¡Vaya! ¡Las cosas pasan rápido por aquí! —Kelsey exclamó—. ¡No los
alcanzo! ¿Cómo...? ¿Cuándo...?
—Te lo contaré todo más tarde, con lujo de detalles, —le guiñó Anna.
—¡Bueno, estas son buenas noticias! Así que no todas son malas hoy.
—Sí, —dijo Ashley y tomó un sorbo de cerveza. Luego se volvió hacia los
chicos—, ¿Por qué no llevan a Kelsey a tocar con ustedes? Se dice que tocó en
Eddie’s la semana pasada.
Kelsey se ruborizó.
—¡Genial! —dijo JD.
—¿Fue esa la vez que vomitaste en el escenario? —Anna preguntó.
—No, esa vez fue en Nueva York. —Dijo Ashley.
—No vomité en el escenario. Casi vomite. —Kelsey protestó—. Hablando
de vómitos, vi que Sam tiene un post de Instagram de ella misma vomitando en
el escenario.
—¿Uno nuevo?
—No, es viejo. Espié toda su cuenta de Instagram. Es tan divertida.
—Sí, definitivamente es una personalidad de Instagram. —JD tomó un
sorbo de cerveza.
—Para bien o para mal, —dijo Dave—. Su loco Instagram es
probablemente lo que la ha hecho famosa.
—Les digo, chicos, —dijo Kelsey—, esa chica es una genia del marketing.
—Veamos si ella subió algo interesante hoy. —Ashley sugirió.
Kelsey abrió la aplicación de Instagram en su teléfono y pulsó en el perfil
de Sam. Allí, encontró un nuevo post, una foto de Sam sonriendo en el
aeropuerto con los pulgares en alto y el pie de foto: Regreso a Nueva York
después de dos largos meses en los que fui violada musicalmente y
espiritualmente. Tocaré en la noche de improvisación de Merino mañana por la
noche, ¡Traigan bragas extra!
—Oh, Dios mío, —se rio Kelsey. —Esa chica es increíble...
—Violada musicalmente y espiritualmente... —Ashley resopló—. Eso es
una especie de apropiación indebida de la palabra violar, ¿No creen? ¿Y qué
significa eso?
—Probablemente quiere decir que no está acostumbrada a tener límites en
su expresión artística... —Kelsey sugirió.
—No creo que debamos pasar tiempo analizando esto, —dijo Dave—.
Escribirá cualquier cosa sólo para llamar la atención.
Kelsey miró a sus amigos. Había una atmósfera relajada en el aire, parecía
que todo el mundo intentaba ignorar las malas noticias y centrarse en las buenas.
Si Tough Love exista como banda o no, este es un grupo de amigos increíble,
concluyó en sus pensamientos. Cogió un hot-dog y un bollo y se hizo un
delicioso sándwich con col y mostaza. Cuando estaba a punto de dar un
mordisco, notó que todo el mundo estaba alerta y mirando detrás de ella, JD y
Dave mirando a la distancia con incredulidad. Algo estaba sucediendo allí, y ella
se volvió para mirar también.

Cuando giró la cabeza, su corazón dejó de latir. En la entrada, el viejo


Mustang de Darren se acercaba. El auto se detuvo en el extremo más alejado, y
Darren se bajó y comenzó a caminar lentamente hacia ellos. Vestido con sus
habituales jeans negros y su camiseta gris oscura, y con su pelo negro ondeando
al viento, parecía un vaquero moderno de una película en blanco y negro.
Todos lo miraron en silencio durante lo que parecieron largos minutos,
mientras se dirigía a entrada al césped. Cuando llegó al grupo, todos se
levantaron para abrazarlo. Incluso Dave. Primero abrazó a Kelsey, un abrazo
largo y fuerte, y luego a todos los demás. Hunky empezó a saltar sobre él y
Darren le dio una palmada en la cabeza, tratando de evitar que le lamieran la
cara.
—¿Qué pasa hombre? ¿Qué haces aquí? —JD preguntó.
—Regresé de Los Ángeles hace unas horas, así que pasé a ver si estaban
haciendo algo... pensé que tal vez estarían tocando en el garaje... pero veo que
están en medio de una parrillada...
—Sí, ven a unirte a nosotros, —dijo JD. Se sentía raro que tuviera que decir
eso. Darren solía ser parte integral del grupo sólo un mes antes, pero ahora todo
se sentía tan incómodo. Nadie sabía cómo manejar la situación.
—No sabíamos que vendrías, así que no hicimos ningún hot-dog
vegetariano, —dijo Dave.
—Está bien, no tengo hambre. —Darren dijo. Todos se sentaron en la manta
de nuevo.
—Cuéntanos de Los Ángeles, —dijo Anna, y puso su mano en el regazo de
Dave.
—LA es genial. Un clima increíble, una gran escena musical... les
encantará.
—¿Qué hiciste ahí durante el último mes?
Darren les habló largo y tendido sobre su vida en Los Ángeles. Sobre los
paseos por el océano, sobre la grabación de demos con Lena, sobre escribir
música y actuar en el Green Underground, sobre conseguir ofertas de conciertos,
y sobre vivir con compañeras de habitación hipster.
—Así que te las arreglaste para ganarte la vida tocando en conciertos, —
dijo JD, impresionado.
—Bueno, sí, más o menos. Digamos que se dirigía en esa dirección.
Mientras hablaba, Kelsey se mantuvo callada y trató de evitar el contacto
visual. Su corazón latía rápido, bombeado con adrenalina, y sintió que su cerebro
se retrasaba, como si estuviera escuchando todo lo que los demás decían con
retraso.
—Disculpen que voy a ir al baño, fue un viaje largo, —dijo Darren y
comenzó a caminar hacia la casa, seguido de Hunky.
Mientras desaparecía en la casa, todos se miraban con incredulidad.
—Eso sí que fue una sorpresa, —dijo Ashley—. ¿Sabían que iba a venir?
JD y Dave sacudieron sus cabezas.
—¿Kelsey? —Ashley la miró.
—No. No tenía ni idea.
JD se levantó y le hizo señas a Dave para que lo siguiera. —¿Te importaría
venir conmigo al garaje un segundo?
Dave asintió con la cabeza y se levantó, siguiendo a JD, y las tres chicas se
quedaron solas en el césped.
Esperaron a que los chicos estuvieran fuera de la distancia de audición,
entonces Anna se puso las manos en la cara y le susurró: —¡Darren está aquí!
¡Es una locura! —Ella miró a Kelsey—. ¿Están ustedes...?
—No, no, —dijo Kelsey—. No somos nada.
—¡Probablemente volvió por ti! —Anna aplaudió con entusiasmo.
—No sé, no especulemos... tal vez regresó a buscar sus cosas de la cabaña.
Ashley asintió. —Escucha a Kelsey. Ella acecha su cabaña, ella lo sabe.
—¡Pero Dave y tú! —Kelsey ignoró el comentario de Ashley—. ¡Eso es
increíble! ¿Cómo sucedió?
—Solo sucedió, supongo... —Anna se sonrojó.
—¿Qué los hizo decidir... hmm... profundizar su relación?
—Se suponía que iba a pasar hace mucho tiempo... —Anna metió sus dedos
en la hierba, como si la acariciara—. Podría habernos ahorrado muchos
problemas...
Las chicas se callaron cuando vieron a Darren volver de la casa, y poco
después JD y Dave volvieron del garaje.
Darren no se sentó en la manta, esperó a que llegaran JD y Dave y dijo: —
Me voy a descansar. Conduje toda la noche, necesito una siesta.
—Claro, —dijo JD y le dio un abrazo—. Me alegro de verte, amigo.
Dave se aclaró la garganta. —Darren, tenemos programado un concierto de
Tough Love en Eddie’s mañana por la noche y tenemos una apertura para un
bajista... ¿Quieres unirte?
Darren miró a Dave y JD, y su famosa media sonrisa apareció en su cara.
—Sí, claro. Hagámoslo.
—Genial, llámame cuando te levantes de tu siesta y haremos un ensayo, —
dijo JD.
Darren asintió. Miró a Kelsey. —¿Me acompañas al auto? —preguntó.
Kelsey se levantó y siguió a Darren en silencio. Cuando llegaron al auto,
Darren se apoyó en la puerta y pasó una mano por su pelo, quitándlo de la cara.
—¿Quieres hacer algo mañana por la mañana? ¿Un picnic o algo así? ¿O tienes
que trabajar?
—No tengo trabajo mañana. Puedo hacer un picnic, —dijo lentamente,
como si eligiera sus palabras con cuidado.
—Grandioso. Te enviaré un mensaje de texto cuando me despierte, —dijo
él y le tocó el brazo. Luego la miró a los ojos y le dio un pequeño beso en la
mejilla, con su mano sobre la de ella. Se metió en su auto y se fue, y Kelsey
volvió al grupo, tratando de controlar una sonrisa tonta que se estaba
acumulando en su interior.

Era un hermoso día de primavera, y Kelsey lamentaba no tener un vestido
floreado ligero. Se habría puesto uno si lo tuviera, pero como no lo tenía, se puso
sus jeans y zapatillas habituales. Darren se detuvo frente a su casa con su sexy
auto, y ella se subió. Le dio un suave beso en la mejilla, un beso que casi llegó a
sus labios.
Empezaron a conducir, el viento de primavera soplando por las ventanas del
auto, hasta que llegaron al punto de picnic, una hermosa pradera justo fuera de la
ciudad. Era un trozo de tierra virgen que probablemente pertenecía a una de las
secciones privadas, ya que estaba rodeada por una valla baja, de un pie de altura.
La gente de White Falls prácticamente ignoraba la valla, y acudían en masa al
lugar durante los fines de semana de primavera y verano para disfrutar de un día
de sol, jugar al frisbee y relajarse.
Ese día era un día de la semana, así que Kelsey y Darren estaban allí solos.
La hermosa pradera de hierba salvaje se extendía entre la carretera y un bosque
de pinos a lo lejos, y mientras colocaban la manta sobre la hierba fresca, Kelsey
podía ver los altos y oscuros árboles delante de ellos, y la carretera al otro lado.
Darren puso todas las cosas que llevaba sobre la manta: una guitarra
acústica, sándwiches y una taza térmica con su té indio favorito.
—Me gusta el olor de eso, —dijo Kelsey al abrir la tapa, dejando que el té
se enfriara un poco antes de que pudieran beberlo.
—Lo sé. Esa es la razón principal por la que volví, olvidé mi té en la
cabaña, —dijo Darren con una media sonrisa.
—¿Esa es la razón principal?
—Sí, —dijo y la agarró. La sostuvo cerca de él y le besó la frente—. Y
también te extrañé un poco.
—Yo también te extrañé, —dijo ella y puso su cabeza en su pecho,
dejándose rodear por sus brazos. Pero al igual que la hermosa pradera verde
tenía un bosque que proyectaba una sombra oscura en sus afueras, también lo
tenía su corazón. En ese momento de euforia, había una sombra de tristeza. Ella
se separó de él.
—¿Qué pasa?
—Tengo miedo, Darren, —dijo ella. —Desde el momento en que te
conocí... es como si no tuviera control sobre mis emociones. Eres tú, y es una
gran montaña rusa...
Darren estuvo callado por un tiempo, luego asintió con la cabeza. —Lo sé,
—dijo—. Nunca dije que fuera fácil.
—Te lo concedo, —dijo ella.
—Pero ahora estoy aquí... volví... por ti.
Kelsey mantuvo sus ojos en el oscuro bosque que tenían enfrente.
—Sabes, —Darren agarro unas hojas de hierba en la mano—, las cosas iban
bastante bien en Los Ángeles... Tuve un concierto pagado con Lena, empecé a
recibir ofertas para hacer otros conciertos... Lena empezó a formar una banda y
me quería allí como bajista... —Hizo una pausa—. Pero no se sentía bien. No
quería perderme... a nosotros.
Kelsey se volvió hacia él. —Entonces, ¿Por qué no dijiste nada después de
que rompimos? ¿Por qué te fuiste?
—No lo sé. Supongo que sentí que después de que tú y la banda me
dejaran, necesitaba alejarme. Dejaste claro que necesitabas un tiempo libre... al
menos eso es lo que dijiste, y yo lo respeté... No tenía nada que hacer en White
Falls, me estaba volviendo loco sólo por quedarme aquí, así que pensé en
conducir hasta Los Ángeles por unos días... pero entonces empezaron a pasar
cosas en Los Ángeles, conciertos y demás... cuando viniste a visitarme, deseé
que te hubieras quedado.
—¿Por qué no dijiste nada entonces?
—Porque temía decepcionarte. Quería asegurarme de poder darte lo que
necesitas antes de que te vuelva a meter en mi vida. Luego te llamé y me pediste
que no te volviera a llamar... ...así que no tuve más remedio que venir a hablar
contigo cara a cara.
Kelsey se mordió el labio. —¿Y ahora crees que puedes darme lo que
necesito?
Darren asintió.
Kelsey miró hacia abajo y empezó a jugar con la hierba de nuevo. —¿Y qué
pasa con el futuro? ¿Cómo sabemos que no nos encontraremos con el tema de la
relación abierta de nuevo? Obviamente no funciona para nosotros.
Darren alcanzó su mano y la sostuvo suavemente, acariciando el dorso de
su mano con su pulgar. —Vamos a estar juntos Kels, y tratar de no separarnos.
Ven a vivir conmigo en Los Ángeles. Pagaré el alquiler. Te lo dije, nunca he
formado una conexión emocional con nadie más que contigo. —Él se recostó en
la manta y miró al cielo despejado—. Eres irremplazable.
Ella se acercó a él. Conocía a Darren lo suficiente para saber que las cosas
que decía eran la punta del iceberg de lo que realmente sentía, y eso hizo que su
corazón se derritiera.
Ella puso su cabeza en su pecho. —¿Por qué tengo la sensación de que me
vas a romper el corazón otra vez? —preguntó.
—No lo sé.
Acercó sus labios a los de él y le miró a los ojos. —Te odio Darren, —dijo,
entregándose a las mariposas que se apoderaban de su cuerpo.

Las chicas se pararon en la pista de baile en Eddie's, con las cervezas a


mano. Tough Love estaba en el escenario, con la vieja y familiar alineación -
Dave detrás de la batería, Darren en el bajo, y JD en la guitarra eléctrica y la voz.
Como Darren acababa de volver a la ciudad el día anterior, tocaban sus viejas
canciones en lugar de las nuevas, y a la multitud parecía gustarle.
Nadie anunció el hecho de que Darren había vuelto; sólo tocaron como si
nada hubiera pasado, como si tocar con Sam durante el último mes hubiera sido
sólo un sueño. Para los que siguieron el drama con Tough Love, la banda fue
quizás lo más interesante que ocurría en White Falls: la banda cambió de bajista,
hizo anuncios sobre el contrato con la disquera, sobre el traslado a Los Ángeles,
sobre la cancelación del contrato... la multitud local no necesitaba los
escandalosos posts de Instagram, lo que pasaba con Tough Love era lo
suficientemente interesante para ellos.
Parada en la pista de baile, Kelsey no pudo evitar notar la forma en que
Anna enfocaba sus ojos en Dave. Él iba detrás de los tambores, con sus manos
volando por todas partes. Kelsey podía imaginar el corazón de Anna lleno de un
amor abrumador por Dave, de la misma manera que su corazón se llenaba de
amor cuando miraba a Darren.
JD comenzó a tocar un distintivo riff de introducción, y luego entró en la
canción con un gruñido bajo que se convirtió en un grito agudo. Le estaba dando
al público el espectáculo de su vida, su carisma escénico los mantenía en pie.
Darren estaba en su rincón, apenas mirando al público, moviendo su cuerpo
ligeramente con el ritmo, manteniéndose en el ritmo, levantando de vez en
cuando los ojos para mirar la pista de baile, donde sus ojos se encontraban con
los de Kelsey y volvía a mirar su bajo con una expresión en su cara que parecía
una media sonrisa.
La banda parecía estar en completa sincronía, tocando sus viejas canciones
con pasión, manteniendo la energía en alto y justo en el ritmo. Kelsey miraba y
escuchaba asombrada, ya que, en sus oídos, la banda nunca había sonado mejor.
Terminaron de tocar y la multitud aplaudió con fuerza. JD y Darren se
pararon en la frente del escenario, disfrutando del amor y el aprecio que recibían
de su público, y Dave salió de detrás de los tambores para unirse a ellos.
Kelsey miró el escenario con sorpresa mientras Dave le pedía a JD el
micrófono, su nuevo metrónomo colgando cómicamente de su oreja.
Dave agarró el micrófono y lo golpeó ligeramente. Luego dijo: —Hola a
todos. Tenemos un anuncio especial que hacer. —Hizo una pausa, y las chicas se
miraron con curiosidad. ¿Tenía algo que ver con Los Ángeles? ¿La disquera? ¿El
regreso de Darren a la banda?
Dave continuó. —Bueno, yo tengo un anuncio especial que hacer. —Miró a
JD y a Darren, que parecían completamente sorprendidos, como si no tuvieran ni
idea de adónde iba. Miró a la multitud, hasta que encontró a Anna y centró su
mirada en ella. Ella lo miró con una sonrisa, y Kelsey y Ashley se miraron,
curiosas, sin saber qué esperar.

—Anna Whitmore, ¿Quieres casarte conmigo?

La multitud aplaudió eufóricamente, como si la banda anunciara que cada


persona en el bar acababa de ganar un millón de dólares, e inmediatamente todas
las miradas se dirigieron a Anna, con la gente empujando para tener una visión
más cercana de lo que estaba pasando. Los que estaban sentados se pusieron de
pie para intentar ver quién era ella, y los camareros dejaron de servir bebidas
mientras todos se concentraban en lo que estaba pasando en la pista de baile y en
el escenario.

—Sí, sí, —Anna asintió, pero el lugar era demasiado ruidoso para que nadie
más que sus amigas la oyeran. Lágrimas de alegría empezaron a correr por sus
mejillas. JD agarró el micrófono y dijo: —Bien, eso fue sorprendente... Anna,
ven al escenario.
La multitud abrió paso mientras Anna caminaba hacia el escenario, todos
aplaudiendo y vitoreando. Kelsey y Ashley se abrazaron, con lágrimas de
emoción en sus ojos. Anna llegó al frente de la pista de baile, y JD y Dave la
agarraron bajo sus hombros y la levantaron al escenario. Antes de que ella
pudiera entender lo que estaba pasando, JD le puso el micrófono en la mano.
Miró a la multitud, llorando de emoción, y luego notó que tenía un
micrófono en la mano. —Sí, —dijo y miró a Dave—. Sí Dave, me casaré
contigo. —Luego le devolvió el micrófono a JD y cayó en los brazos de Dave,
ante el rugido de la multitud.
Capítulo 23

Darren encontró a Kelsey en la pista de baile y se paró detrás de ella,


dándole un rápido beso en el cuello. Ella sonrió y envió sus manos hacia atrás
para sostenerlo. El sentirlo tan cerca de ella nunca dejó de enviar ondas de deseo
a través de su cuerpo. Permanecieron allí durante algún tiempo, hasta que Darren
le susurró al oído: —¿Por qué no vamos a sentarnos en los sofás un rato?
Kelsey asintió con la cabeza, y Darren se dirigió a los sofás, tomándola de
la mano. El lugar seguía lleno, así que no había sofás vacíos y tuvieron que
pedirle a otra pareja que se apretujara.
—Creo que es el mismo sofá en el que nos sentamos cuando nos besamos
por primera vez, —dijo Kelsey.
—Podría ser... apenas recuerdo esa noche... —Él sonrió a medias—. Estaba
tan borracho... me emborrachaste tanto.
—Técnicamente fue JD quien te emborrachó, pero sí... por suerte lo hice...
de otra manera nunca nos hubiéramos besado.
Darren asintió. —Eso habría sido una lástima, ¿no?
—Lo habría sido, —dijo ella y puso su cabeza en su hombro—. Estoy feliz
de que hayas vuelto.
—Estoy feliz de estar de vuelta, —respondió Darren, y lentamente movió la
cabeza hasta que sus labios encontraron los de ella. Kelsey se fundió en su beso,
sabiendo que, si tenía esos labios en los suyos por el resto de su vida, no
necesitaba nada más.

Darren aparcó el auto junto a su cabaña y miró a Kelsey. Se mordió el labio


inferior, mirándola como un cazador hambriento que observa a su presa. —
¿Deberíamos entrar?
Kelsey asintió. Afuera del auto, la luna estaba alta, brillando con una luz
tenue en el campo de maíz, que de otra manera sería completamente oscuro.
Kelsey recordó la última vez que estuvo allí; casi arruina el auto de su madre y
se lesionó, mientras subía al pórtico, en un intento de ver si parecía que Darren
iba a volver o no.
Subieron las escaleras de la cabaña, Kelsey caminando cerca de Darren, con
su mano en su cintura. Cuando llegaron a la puerta, Darren se dio la vuelta y
agarró a Kelsey bruscamente, luego la empujó hacia la puerta, poniendo sus
labios en los de ella, besándola violentamente, como si tratara de comérsela viva.
Presionada entre Darren y la puerta, Kelsey sintió que todo su cuerpo le
dolía con anticipación. No podía creer que ella estaba realmente allí, con él,
presionada contra la puerta de su cabaña. ¿Esto es un sueño?
Las manos de Darren encontraron su camino debajo de la camiseta de
Kelsey, agarrando su cintura, subiendo rápidamente hacia arriba, hasta que
alcanzó su suave sostén y comenzó a masajear sus pechos. Ella soltó un pequeño
gemido de placer y sorpresa.
—Creo que tendré que hacerlo aquí mismo, no puedo esperar a que
entremos, —le susurró al oído.
La sensación de su aliento en la oreja de ella le cosquilleaba y la excitaba, y
al notar su reacción, su lengua empezó a jugar con su oreja, y sus dientes se
unieron para dar pequeños mordiscos que hicieron sus gemidos más fuertes.
—Dios mío, —Kelsey hizo un gesto de dolor. Bajó sus manos hasta los
pantalones, de Darren y rápidamente los desabrochó. Dentro de sus jeans
encontró su enorme erección, amenazando con salir de sus calzoncillos, y
comenzó a acariciarlo con sus manos, tratando de hacer un pequeño espacio
entre sus cuerpos.
—Mmm, me gusta eso, —susurró Darren y empujó su cuerpo cada vez más
fuerte hacia el de ella, apretándola agresivamente contra la puerta.
Una luz en la distancia hizo que Kelsey dejara de acariciar a Darren y
susurrara, —tal vez deberíamos entrar.
Darren giró la cabeza para mirar hacia donde sus ojos miraban, y dijo: —
No es nada, sólo autos pasando por la carretera principal... nadie viene nunca
aquí, confía en mí... —sin embargo, buscó en su bolsillo trasero, donde encontró
su llave, y la introdujo en el ojo de la cerradura de la puerta.

Entraron en la cabaña, Darren cerró la puerta con una mano mientras


sostenía sus jeans con la otra para que no se cayeran. Kelsey se puso a su lado, y
en el pequeño espacio entre la puerta de la cabaña y su cama, Darren la empujó
fácilmente sobre las mantas frescas, poniéndose encima de ella.
—Te he extrañado mucho, —susurró Darren, mientras se quitaba los jeans y
los tiraba al suelo.
—Yo también, —gimió Kelsey, retorciendo su cuerpo con anticipación.
No pasó mucho tiempo hasta que toda su ropa fue arrojada en una pila en el
suelo, y estaban rodando en la cama, tratando de acercarse uno al otro, tratando
de superar las leyes de la física y fusionarse en uno.
Kelsey no podía recordar haber deseado algo o alguien tanto como deseaba
sentir a Darren en su interior, y se encontró prolongando el momento,
aferrándose a esa dulce y salvaje anticipación, hasta que no pudo contenerse
más.
—Quiero sentirte, —susurró ella. Luego cerró los ojos, y se soltó cuando
sintió que él irrumpía en ella, tomándola por completo, poseyéndola. Era tan
bueno, tan completo... él cerca de ella, dentro de ella, hizo que las lágrimas de
alegría le cayeran por las mejillas.
—Te amo Darren, —susurró ella, —Demonios, Te amo.
—Yo también te amo, —Darren lamió una lágrima de su cara. —Siempre lo
hice. Siempre lo hice.
Dios, me rindo. No hay manera de que pueda defenderme de este hombre.
Se ha llevado mi cuerpo y mi alma, y no puedo luchar más contra él.

Era tarde en la mañana cuando se levantaron de la cama, cansados y


físicamente exhaustos. Había sido una noche salvaje, no podían quitarse las
manos de encima y casi no dormían.
Darren hirvió agua y la vertió en un par de tazas con su té indio favorito, y
fueron a sentarse en el pórtico. Era un día hermoso, y el cielo estaba despejado,
proporcionando una visibilidad de kilómetros y kilómetros de cultivos de
primavera.
Darren trajo su guitarra. —Escribí una canción sobre ti, ¿Quieres oírla?
—Por supuesto, —la cara de Kelsey se iluminó. Escribió una canción sobre
mí. Nadie ha escrito nunca una canción sobre mí.
Darren se sentó a su lado, puso su guitarra acústica en su regazo, y comenzó
a rasguear suavemente. Luego abrió la boca, y con una voz suave y cálida le
cantó.

Cuando la vi por primera vez, supe que había visto la luz,


Era como un faro, llamándome desde el otro lado de los mares
Podría ahogarme por acercarme
Hundido en la arena, rogando por más

Pero cuanto más me acercaba, veía una luz que nunca termina
Me lleva cada vez más profundo en viajes de excitación y tormenta,
Pero también me trae de vuelta a salvo
Me lleva a salvo a donde pertenezco.

—Es hermoso, —susurró Kelsey.


—¿Te gusta?
—Me encanta, —dijo ella, mirándolo con una sonrisa—. Tócalo otra vez.
—¿Otra vez? —Darren puso su media sonrisa—. Bien...

Darren comenzó a rasguear de nuevo, y ella se recostó en el pequeño banco,


sintiendo su muslo al lado del de ella, mirando el campo de maíz frente a ellos,
escuchando la hermosa voz del hombre que ella amaba más que nada en el
mundo cantando una canción que él había escrito sobre ella, una canción que
estaba cantando sólo para ella.

...cuanto más me acercaba, veía una luz que nunca se acaba.


Me lleva cada vez más profundo en viajes de excitación y tormenta,
Pero también me trae de vuelta a salvo
Me lleva a salvo a donde pertenezco.
Epílogo
—Estoy pensando en vender los derechos de la historia de todo lo que me
ha pasado en los últimos dos meses a la tele, —dijo Kelsey—. Eso sería una
serie de televisión interesante.
—A ti te gusta exagerar, —Ashley sonrió.
Kelsey la ignoró. —Empezará con los chicos volviendo de la gira, luego yo
descubriendo que Darren tuvo sexo con una de sus roadies...
—Sí, ¿Qué estaba pensando él? No puedo creer que lo perdonaste por eso.
Kelsey continuó. —Luego nos separamos, y yo vuelo a Nueva York y casi
me engancho con mi ex... ...después de que me dice que se muda a Austin.
—¿Qué pasó con él? ¿Terminó mudándose?
—Ni idea. No he sabido nada de él desde la noche en que me besó...
—Es mejor así, me suena como un idiota, —resopló Ashley—. Y hablando
de Nueva York, no olvidemos que también conseguiste el título de artista del año
en el bar de Shoko.
Kelsey se rio. —Oh, Dios mío. Por favor, no me recuerdes eso.
—Me siento tan mal por perderme todas tus actuaciones... —dijo Anna—.
¿Por qué no hiciste un video?
—Gracias a Dios que no tenemos videos de eso. La primera vez que
salimos al escenario apestamos tanto que todo el público se acobardó... y la
segunda vez estaba tan drogada que casi me muero en el escenario. Literalmente.
Como... me puse tan enferma...
—Sí, lo recuerdo. Eras tan miserable.
—Y no puedo creer que nos hayamos perdido a ti tocando en vivo en el
escenario de Eddie’s con Sam... —Anna sacudió la cabeza.
—Oh, Dios mío. Hablemos de Sam por un momento. ¿Pueden creer que
nunca la volveremos a ver?
—No me molesta.
—Me gustaba tenerla cerca. Era un soplo de aire fresco en White Falls.
—Apuesto a que sí... —Ashley sonrió con sarcasmo—. Todavía no puedo
creer que te haya besado... y que casi se le haya insinuado a Melanie, Melanie
entre todas las personas... y ¿Recuerdas la noche del roce con Dylan?
Las chicas se rieron. —Me pregunto si algo pasó entre Dylan y ella
eventualmente.
—Tal vez podamos preguntarle la próxima vez que lo veamos.
—¿Y pueden creer que Tough Love casi se acaba? ¿Y que, Darren salió de
la nada para salvarlos?
Ashley resopló de nuevo. —Darren de todas las personas. El Salvador. —
Luego agregó—: Después de que los dejó y casi arruinó la banda, regresa y es
percibido como el tipo que los salva. Increíble.
—No los dejó, lo despidieron, —dijo Kelsey—. Y tienes que dejar de
quejarte tanto de mi novio.
—Lo siento Kels. No sucederá. Tienes que ver tu cara cada vez que hablo
de él. Es demasiado divertido.
Kelsey ignoró su comentario y se levantó del sofá con una sonrisa ganadora
en su cara. —Como dije, mis dos meses más locos de la historia.
—¿Tus dos meses más locos? ¿Ponemos sobre la mesa todo lo que le pasó a
Anna por un segundo...? —Ashley se volvió hacia Anna—. ¿Diste a luz a un
bebé de un misterioso tipo famoso, y dos meses después Dave te propone que te
cases con él? ¿Después de que salieran juntos como... cinco días?
—Sí, ocho días, —Anna sonrió—. Pero no olvides que hemos sido los
mejores amigos durante 23 años.
—Ahora que estás casi casada y todo eso, ¿Podrías decirnos quién diablos
es el Hombre Misterioso? —Kelsey probó su suerte.
—Dejemos al Hombre Misterioso atrás por ahora. Estoy empezando una
nueva vida, saben...
—Me parece justo. Supongo que eso seguirá siendo un misterio para
siempre.
Anna se encogió de hombros.
—¡Al menos ahora con Dave puedes quedarte con tu departamento!
—Sí, eso es genial.
Ashley tomó un sorbo de café. —Eres muy afortunada de tener un novio,
perdón, prometido, que puede permitirse pagar tu departamento en el centro de
la ciudad mientras él está rockeando en Los Ángeles.
—Es nuestro departamento ahora, él vivirá aquí cuando esté en White Falls.
—¿Esperas que esté aquí a menudo?
—Más le vale.
Kelsey se sentó en el sofá, pensativa. Aún no había terminado su resumen
de dos meses. —¿Qué más teníamos?, —preguntó—. ¿Eso es todo?
—Hmmm... tu estas dejando la aerolínea, —dijo Ashley señalando a Kelsey
— Y tu la estás reemplazando, —señaló a Anna. Luego añadió—, Eso también
es una locura.
—Voy a extrañar nuestros días volando juntas, —suspiró Kelsey—. Ustedes
van a divertirse mucho. Estoy algo celosa...
—¿Estás bromeando? ¡Te vas a mudar a Los Ángeles! ¡Para vivir con una
banda de rock! ¡Y vas a estudiar allí!
—No puedo creer que Kelsey vaya a conseguir otro título universitario y
nosotras ni siquiera tenemos uno. —dijo Anna.
—Algunos de nosotros no tenemos la apariencia adecuada para salir
adelante sin un título universitario, —le guiñó un ojo Kelsey. Luego añadió: —
Pero en serio, me siento muy afortunada de tener la oportunidad de volver a la
escuela.
—Estoy feliz por ti, Kels. No nos olvides cuando te conviertas en una
doctora famosa.
—O estrella de rock.
—No las olvidaré, no se preocupen, —Kelsey sonrió. Dirigió su atención a
Ashley—. ¿Y qué hay de ti Ash? ¿Cuándo vas a aceptar finalmente salir con uno
de los miles de chicos que se están lanzando a tus pies?
Ashley se ruborizó. —Qué exageración.
—¿Qué pasa con Shoko? Parece que se llevan muy bien.
—No... es un gran amigo, pero no es mi tipo.
—Sam debería haberte besado a ti en vez de a mí, tal vez ustedes dos ya
estarían felizmente saliendo, —dijo Kelsey.
—Si hubiera intentado besarme, habría terminado con la nariz y algunos
dientes rotos.
Kelsey se encogió de hombros. —Quién sabe, puede que te haya gustado.
—Luego se recostó en el sofá y añadió—: Recuerda que hace unos meses
estábamos aquí, tan deprimidas... literalmente queríamos morir... al menos yo
quería.
—Oh Dios mío, sí, lo recuerdo, —dijo Ashley—. Ustedes eran muy
difíciles de entretener.
Kelsey alzó su mano para tocar la de Ashley. —Gracias por estar aquí para
nosotras.
—Sí, gracias, Ash, —Anna puso su mano en la de Ashley también.
—¿Recuerdan que dijimos que mientras nos mantengamos unidas
estaremos bien? —Preguntó Kelsey. Pusieron sus manos una encima de la otra, y
Kelsey susurró, —Hermanas.
Las chicas asintieron con la cabeza.
Una fresca brisa primaveral sopló a través de la ventana abierta, y Kelsey
miró la vista del centro de la ciudad y sonrió. Luego miró a sus amigas. Era el
momento de un nuevo comienzo para las tres, y sabía que cualquiera que fuera el
camino que estaban destinadas a recorrer, nunca se olvidaran de esa primavera.
El fin
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de rock (Spanish Edition)

Kelsey vuelve a su ciudad natal con el rabo entre las


piernas. Después de cinco años en Nueva York, con el
corazón roto, sin trabajo y viviendo con sus padres, se
siente como un completo fracaso.

Justo cuando las cosas empiezan a mejorar para ella -


empieza a trabajar para la banda de rock Tough Love - la
vida se pone patas arriba y se enamora de Darren, el
bajista irresistible y súper sexy, que siempre sale con la
suya.

Las cosas están a punto de ponerse DIFÍCILES;


¿Kelsey y Darren tomarán la decisión correcta?

The Fall es un romance de estrella de rock que se
retuerce y gira. Sorpresa, alegría, risas y un cierre
satisfactorio están garantizados. Nota: contiene algunas
escenas de romance adulto candentes.

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