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4.

- ORACIÓN FINAL
“Alfarero divino”
Material: Dos jarras de barro iguales.
En el centro de la asamblea, sobre una mesa, se coloca uno de los jarros. El otro jarro
se adorna con flores naturales, se utilizará al final de la oración.
Grabadora y música de fondo.
Motivación
Nos ponemos en tu presencia, Señor Jesús, para que nos ayudes a descubrir y vivir la
unión que hay entre el Padre y Tu, y, de éste modo, nosotros podamos llamarle también
¡Abba! Padre. Queremos encontrar el Él, el amor y la misericordia que ha estado constante en
la historia del universo, del mundo, del hombre y de la Iglesia, para que sea una realidad en
nuestras vidas. ¡Que tu Dios sea nuestro Dios y tu Padre nuestro Padre! (Cf. Jn 20,17).
Primer paso: El jarro
Después de la motivación y en un ambiente de silencio y oración, todos con la mirada
puesta en el jarro escuchan el significado. El que dirige el encuentro, con voz clara y fuerte
dice:
“Una historia común: innumerables granillos de polvo unidos entre sí, amasados sin
forma y húmedos. Es tierra. Y ¿para qué puede servir un puño de lodo?. Es puesto sobre el
troquel del artesano, ahora tiene un futuro; será una estatuilla o una maceta, un jarro para
conservar vino, agua, aceite, café, frijol o maíz…un puño de barro sobre el troquel.
El alfarero lo modeló con la ayuda del agua. Hábiles manos amasan el barro y dan
forma. Delicadamente se crea un jarro que es puesto sobre la mesa, el artesano lo contempla:
¡hermosa pieza!, ¡única!, ¡una obra de arte!. El horno encendido contempla la obra”
Un lector dice la siguiente oración:
“Aunque estamos confusos por nuestros pecados, nos acercamos a ti, Padre bueno, tu
amor fiel nos da confianza y fortalece nuestra debilidad.
Abre Señor nuestro corazón para escuchar tu Palabra.
Muévenos a la conversión.
La tristeza desaparecerá y tu amor nos hará nuevos.
Olvidaremos el pasado y con Jesucristo, tu Hijo amado, viviremos en tu amor que nos
salva hoy y por todos los siglos de los siglos”. Amén.
Se deja un momento de silencio.
Segundo paso: El hombre modelado por Dios.
Escuchar con mucha atención la Palabra de Dios.
Lector 1: “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló en su nariz un
aliento de vida, y el hombre fue un ser viviente” (Gen 2,7)
“y creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y
mujer los creó” (Gn 1,27)
Lector 2: “Cómo barro en manos del alfarero que lo modela según su voluntad, así están los
hombres en manos de su Hacedor” (Ecle 33,13)
Tercer paso: El jarro destruido
El guía se acerca a la mesa, toma el jarro en sus manos y se dirige a la asamblea
diciendo.
“Tú eres el jarro modelado por Dios; ¡obra original, única e irrepetible!, pieza única
firmada por su autor, cocido por el Artista divino en el horno, seno del cual saliste pieza fuerte
por el amor creador. Objeto de arte viviente, listo para recibir y dar amor. El jarro eres tú, el
jarro somos nosotros y Dios es el alfarero.
Estamos seguros en buenas manos, depositados en el mundo para ofrecer los dones
recibidos. Recibir y dar, acoger y derramar. En el Divino artesano tenemos inmensa confianza
y grande esperanza de un futuro de libertad. Nosotros somos el jarro…”
Enseguida, el guía rompe con un martillo el jarro. Se deja un espacio de silencio (con
música suave).
Se prosigue diciendo: “el hermoso y apreciable jarro de la historia, jarro que habla de ti, de tu
infancia, de tu juventud, del amor recibido, presencia amiga que siempre te acompaña. Jarro
lleno de dones, quizá un poco sucio, quebrado, pero siempre obra de arte…
Está despedazado, roto en pedazos. Pedazos y fragmentos por todas partes cubren el
camino y son pisados por quien pasa… tu pecado dramático regresa al polvo del cual has
salido”
El que dirige toma un pedazo de jarro y continúa:
“Tu jarro, sólo pedazos, heridas secas, sin vida; ¡cortante!, ¡pecado! Tú, pedazo para
ser tirado”
A cada uno se le entrega un pedazo de jarro, ya que todos tienen en su mano el
pedacito de jarro, un lector dice:
“Un pedazo en la mano; soy un pedazo inútil; me pesa; está roto el jarro. ¿Qué cosas están
despedazadas en mi vida? A veces estoy en el suelo, humillado, sin esperanza. Mi relación
con mis padres, mis hermanos, mis amigos, mis compañeros de escuela o trabajo, vecinos…
pedazos cortantes de vida: del niño de la calle, del drogadicto de la esquina, del vagabundo,
del pobre, del enfermo, del hermano menor…Mi fe rota por pequeñas cosas. Muy frágil…
encuentro mi vida fragmentada. He sido creado para la vida y una vida en plenitud. Llamada a
da r vida en torno a mí. Mi creador no me hizo para la muerte, ni para vivir destrozado, sino
para amar con el mismo amor con el que fui creado”.
Se entona el canto: “En Jesús puse toda mi esperanza”
Cuarto paso: El jarro remodelado
Se prosigue con la lectura del Evangelio de San Lucas (15,1-7) “La oveja perdida”
Se dice el siguiente texto:
“Jesucristo ha muerto y resucitado por mí. Él es el que une todos los pedazos de mi
vida con infinita paciencia. Reconstruye pedazo a pedazo el jarro roto y lo llena de amor
verdadero, generoso, de alegría y paz. El encuentro con el Dios de la vida da paz, nos llena
de felicidad, de entusiasmo. Tengamos el coraje de aceptar al Dios amor, al Dios Padre
misericordioso, al Dios de Jesucristo. Un encuentro con Jesús renueva la vida sobre el
montón de pedazos y de miseria, Dios construye la nueva vida de mi futuro y de la sociedad…
¡sí lo quiero!
Quinto paso: ¡Gracias Señor!
Se coloca el otro jarro con flores sobre un mantel blanco.
Se dice la siguiente oración:
“Padre me pongo en tus manos,
Haz de mí lo que quieras,
Sea lo que sea, te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo
Con tal que tu voluntad se cumpla en mí
Y en todas tus criaturas,
No deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz,
Porque te amo y necesito darme a ti,
Ponerme en tus manos, sin limitación, sin medida,
Con una infinita confianza, porque Tú eres mi Padre”.

Se entona el canto: “Hazme, Señor, un vaso nuevo”.


Se termina proclamando, de pie y tomados de la mano, el Padre Nuestro.

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