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Actividad Seminario Discurso Teatral

Ejercicio 7: Mi personaje Inolvidable.


Dialogo personajes 1 y 2, más la aparición del personaje 3.

Personajes: General, Soldado 1, Rey.

Escena 1: (El general está sentado frente a una mesa que tiene libros, papeles, tinta y una
pluma. Entra Soldado 1).

Soldado 1: ¡General, lo saludo! (Hace una reverencia). He venido ante usted a implorar por
la presencia del rey. Quisiera presentar mis respetos.

General: El rey no se encuentra en este momento. Llora la pérdida de su esposa e hijo


nonato bajo el panteón de la diosa.

Soldado: ¿Acaso podremos verlo de nuevo entre nosotros pronto?

General: No podría asegurarlo. Ha delegado en mí los actos oficiales por el resto de la


semana, al igual que la anterior, y la anterior a esa. Queda en nuestras manos, entonces, la
protección del reino.

Soldado: Si, General. Así será. ¡Larga vida al reino de los Álamos!

General: ¡Larga vida!

(Soldado se retira)

Escena 2: (El rey está en bata arrodillado frente a una estatua, rezando).

Rey: Si, soy yo de nuevo. Estoy otra vez acá, de rodillas. (Hay unos segundos de silencio.
El rey se toca la frente con la mano). Cierro los ojos y la veo. La veo durante las noches,
durante las mañanas… no sé qué hacer… no sé. Si es esta una prueba de fe, entonces estoy
condenado. Maldigo tu mano y tu destino, que me lo han quitado todo. ¡Todo! porque ya
nada queda más que dolor y furia. Furia contra vos y los dioses verdugos. Conquisté a tu
nombre, procuré ser un hombre justo, recto. Respeté mis votos. Honré el nombre de mi
padre y la memoria de mi madre. Y lo único que obtuve fue perder a la mujer que amo y a
mi heredero no nacido, la sangre de mi sangre.

(Entra el General. El rey, al verlo, se pasa la mano por sus ojos y se pone de pie).

General: ¡Majestad! (Hace una reverencia)

Rey: Te conozco desde los seis años, y nuca había visto que te molestaras en respetar el
saludo protocolar.

General: Nuestro Rey merece todo nuestro apoyo en este momento de dolor. Eso implica
respetar hasta el más pequeño de los protocolos para hacer su vida más fácil, entre ellos el
protocolo de la reverencia.

Rey: ¿y qué hay del otro protocolo? Irrumpir en el templo sin mi permiso y verme de
rodillas. Podría mandarte a ejecutar si quisiera.

General: Si su majestad así lo desea…

Rey: (dándole la espalda) ¿Qué querías?

General: El reino necesita a su protector.

Rey: Gobernar es delegar. Está en la empuñadura de tu espada la obligación de proteger el


reino en lo que dura mi ausencia. Después de todo es lo que siempre quisiste, ¿o no?
Bueno, esta es tu oportunidad de demostrar tu carácter de gobernante. Honra la memoria de
mi padre, que siempre te vio como a otro de sus hijos.

General: Su padre me enseñó muchas cosas, está visto. Pero no gobierna quien tiene la
espada, sino quien tiene la pluma. Quien tiene la espada solo sigue las órdenes de quien
firma con la pluma. Eso también me lo enseñó él.

Rey: Te estoy cediendo la pluma. Ahora es tu obligación defender los asuntos de orden
internos y externos del reino. Así será hasta que yo abandone el templo.

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