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Los enemigos de la amada

Apóstol Sergio Enríquez O. Guatemala, 23 de Diciembre del Año de la Misericordia

El Señor primero hacía, y después explicaba lo que había hecho, esto lo podemos ver en el Capítulo 2 del Libro de Hechos, cuando
vino el Espíritu Santo en plenitud en el día de Pentecostés y luego vemos que Pedro se levanta para explicarle a la multitud lo que
acontecía. El Señor mediante la ministración ha marcado nuestra vida, y también para aquellos que por diferentes medios reciben la
ministración, porque Él primero recibe la ofrenda de adoración y después nos da, debido a que cuando adoramos nos despojamos de
pensamientos negativos, angustias y cualquier problema que nos pueda estar acechando para luego rendir nuestro corazón a Él. Sin
lugar a dudas esto cambia todo, porque Él ve nuestro corazón y nos da, aun cuando no le hemos pedido. La Biblia nos permite pedir,
y lo podemos confirmar cuando dice en el pasaje de Lc 11: 9 BLA “pedid y se te os dará”. El Señor nos pregunta qué queremos, y
cuando lo pedimos para poder dar, es de Su agrado, como lo hizo Salomón cuando le pidió sabiduría para poder gobernar, y como
muestra de Su agrado, le dio riquezas; entonces Él nos da hasta lo que no hemos pedido porque Él conoce los deseos de nuestro
corazón. En medio de la adoración, a veces Dios da cosas que anhelamos pero que no pedimos, y si nos deleitamos en Él, concederá
nuestras peticiones aunque no haya salido a nuestra boca, y además trae paz y delicias a nuestro corazón. Con la adoración,
nuestros enemigos quedan destruidos y derrotados. En la Biblia hay ciertos principios, uno de ellos es que Él se encarga de nuestros
problemas cuando adoramos de todo corazón, como aquella mujer que rompió el alabastro que contenía el perfume de nardo y lo
derramó sobre los pies del Señor en actitud de adoración, lo que provocó que las personas, por una parte comentaran que era una
cualquiera, y por la otra, hacían juicio en contra del Señor Jesús, referente a por qué había permitido que se derramara el perfume que
habría servido para venderlo y dárselo a los pobres; sin embargo, el Señor no se defendió del ataque, más bien dijo: “¿por qué
molestan a esta mujer?
Uno de los efectos colaterales de la adoración es que el Señor nos defiende, aunque no lo adoramos para ello, sino para darle
gloria al Padre y al Hijo, porque la Biblia refiriéndose al Señor Jesús dice: “adoradle todos los ángeles”, en ese momento nos está
permitiendo adorarlo. El objetivo de la adoración es exaltarlo y expresarle nuestro amor, pero el efecto secundario es que derrota
nuestros enemigos, y cada vez que adoramos, algo grandioso sucede. La Iglesia del Señor Jesucristo que es amada y es imponente
como los ejércitos, es hermosa, y el Señor le dice constantemente “aparta tus ojos de mi” Cnt 6:5. El Señor nos ama grandemente,
pero nos dice la verdad, incluso ama más a la iglesia que a Israel, Sal 87:2 LBLA. Nosotros somos las puertas de Sión y Jehová ama
más a todas las puertas de Sión que a Jacob. Como hemos visto en anteriores estudios, las cabritas son enemigos de la iglesia y
tipifican las actitudes negativas en nosotros, y en medio de la adoración divina nos son reveladas las cabritas que tenemos dentro,
pero todo surge porque existe un macho cabrío peludo que al juntarse con las cabras, engendra cabritas, las cuales son destruidas en
la adoración. En el libro de Cantar de los Cantares aparecen varios animales enemigos de la iglesia, uno de ellos son las zorras
pequeñas, que existen a partir de zorros adultos que engendran a las pequeñas, como lo expresa en el versículo de Cnt 2:15 LBLA.
El pasaje de Lc 13:32 SRV, dice que El Señor, ante el anuncio de los fariseos de que Herodes lo andaba buscando para matarlo, les
dijo: “Id, y decid a aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer día termino mi obra.”
Refiriéndose a Herodes, que era un hombre terrible y el mismo que mató a Juan el Bautista. En este versículo, vemos que pretendían
provocarle miedo al Señor, pero el Señor lo identificó y le puso fin al asunto, pidiendo que le dijera a la zorra (Herodes) que no tenía
miedo. En ese sentido, seguramente muchos hemos tenido miedo, y con la adoración, el miedo sale de nosotros muriendo con ello las
zorras.
El conocimiento quita al miedo, y Pedro iba a ser ejecutado el día siguiente, no obstante, él durmió tan profundamente que el Ángel
lo tuvo que despertar. Pedro sabia que eso no le iba suceder porque tenía promesa de parte de Dios que llegaría a viejo, de la misma
forma, si tenemos promesas de parte de Dios huyamos del miedo y esperemos en Él. A veces tenemos miedo, y una de las causas es
por falta del perfeccionamiento del amor, porque el perfecto amor no permite temor. El miedo inhabilita, y en medio de la adoración
ese enemigo sale huyendo. ¡Adoremos al Señor!

Redactado por: Hna. María Eugenia Torres

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