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PROFESIONALIZACIÓN EN
COMPRAS PÚBLICAS
UNIDAD III: ECONOMIA Y EFICIENCIA EN
COMPRAS PÚBLICAS
Lección 4:
¿Qué es la competencia?
Desde el año 2015 contamos con una ley cuyo objeto específico es la defensa de la
libre competencia en el territorio nacional. La Ley N° 4956/2015 de Defensa de la
Competencia1 pretende regular el comportamiento de determinados agentes
económicos y garantizar una competencia efectiva entre ellos, además de la igualdad
en el acceso a los mercados. La ley busca lograr su cometido y corregir potenciales
distorsiones mediante la identificación y sanción de conductas que puedan crear
perturbaciones en el mercado, todo ello a través de su autoridad de aplicación: la
Comisión Nacional de la Competencia (CONACOM).
En principio, podríamos decir que los beneficiados directos por las disposiciones de
esta ley son las mismas empresas, los agentes económicos activos en los mercados,
que podrán defenderse de prácticas anticompetitivas que afecten su ejercicio
económico. Además, otro gran sector protegido es el de los consumidores de los
productos y servicios, ya que la ley prohíbe la manipulación artificial de precios,
condiciones leoninas y otras conductas que afectan directamente el interés de los
compradores. En este marco, el Estado se erigiría en ser un consumidor protegido por
la ley de las prácticas anticompetitivas que puedan afectar su actividad compradora.
Resulta relevante recordar, sin embargo, que la actividad compradora del Estado es
diferente de aquella de un consumidor tradicional, principalmente por las prerrogativas
de las que goza para establecer las condiciones de contratación.
1 LDC en adelante
Las compras públicas son para el Estado la forma de adquirir bienes y servicios para
su debido funcionamiento, concretar sus objetivos y fines para lo que esta creado.
Pero no se trata solamente de administrar el presupuesto nacional, con la compra de
bienes y servicios, sino más bien de velar por el buen uso de estos recursos para el
desarrollo eficaz de un buen gobierno, en beneficio de la sociedad.
La colusión entre oferentes puede causar mucho daño cuando ella se produce en
licitaciones para el abastecimiento público. En estos casos, los acuerdos colusorios
extraen recursos de manera ilegítima de los compradores y, en último término, de los
contribuyentes, hacen disminuir la confianza pública en el proceso competitivo, y
socavan los beneficios de un mercado competitivo.
La competencia entre los licitadores es la manera de asegurar que las entidades del
sector público, y la sociedad en última instancia, se beneficien de las mejores ofertas
¿Qué es la colusión?
Para tener una definición mencionamos que la colusión es un acuerdo entre dos o
más partes para limitar la competencia. Esto lo hacen de manera secreta o ilegal,
engañando a otros sobre sus derechos legales, bien para obtener un objetivo
prohibido por la ley o bien para obtener una ventaja injusta en el mercado. Los
acuerdos más comunes se producen para dividir un mercado, establecer precios,
limitar la producción o limitar las oportunidades.
La licitación colusoria
a) Tipos de colusión
Las conductas colusorias y las formas empleadas para acordarlas pueden tener varias
manifestaciones. La reglamentación de la LDC establece que la colusión puede
instrumentarse a través de un acuerdo, decisión o práctica concertada o
conscientemente paralela. Es decir, no necesariamente existirá evidencia escrita o
formal de los acuerdos entre competidores en este sentido. Usualmente, lo que
evidenciará la existencia de la colusión será el comportamiento de ellos en procesos
licitatorios. Y es precisamente esto lo que la CONACOM deberá evaluar a los efectos
de diagnosticar esta especial patología de la licitación pública.
2 OECD. “Guidelines for fighting bid rigging in public procurement” disponible en:
https://www.oecd.org/competition/cartels/42851044.pdf
3 Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD). “Public Procurement: The role of
competition authorities in promoting competition” DAF/COMP(2007)34 (08 de Enero de 2008)
disponible en: http://www.oecd.org/competition/cartels/39891049.pdf
4 OECD. “Guidelines for fighting bid rigging in public procurement” disponible en:
https://www.oecd.org/competition/cartels/42851044.pdf
Es importante notar que ninguno de estos indicadores, por sí solos, podrían confirmar
la existencia de colusión en un proceso licitatorio. La apreciación realizada por la
autoridad de aplicación que corresponda debe ser realizada de forma sintomática,
analizando todas las conductas relevantes en conjunto. Además, el contexto y la
coyuntura económica son factores no menores, que también deben ser tomados en
• Consorcios o uniones temporales: Si bien son figuras lícitas, que han sido
concebidas para la facilitación de esfuerzos entre los individuos o las empresas
competidoras, en ocasiones puede resultar un instrumento idóneo para
prácticas anticompetitivas, en la medida en que son un escenario ideal para el
intercambio de información por parte de los integrantes de los mismos.
Se trata de una etapa vulnerable que puede prestarse para manipulaciones. Dentro
de las prácticas más comunes se encuentra el intercambio de información entre los
funcionarios y los futuros proponentes con el fin de direccionar la adjudicación, se
Las contrataciones del sector público de bienes, obras y servicios entregan al Estado
un poder financiero enorme, en tanto, en su desarrollo, se involucran grandes
volúmenes de capital. Esto, por una parte, hace mucho más agresiva la competencia
entre las empresas, pero, por otra, propician conductas que, a la luz de los fines de la
contratación pública, pueden ser contrarias a los principios de ésta.
Dotar de confianza al oferente privado debe ser uno de los objetivos buscados por la
administración. Un escenario de desconfianza, propicia que oferentes capacitados se
abstengan ofertar por no encontrar protegidos sus intereses.
Cada una de las entidades encargadas de la contratación del Estado debe buscar que
las ofertas sean valoradas a partir de mecanismos de selección justos, en donde sea
la oferta más adecuada a las necesidades de la administración, la que resulte
seleccionada y no aquel fruto de un acuerdo entre los oferentes.
Son innumerables las estrategias que se pueden implementar para disminuir los
riesgos de colusión en las contrataciones públicas, entre ellas destacamos:
En primer lugar, analizando la ley y sus modificatorias, así como sus respectivos
decretos reglamentarios, la mención de la colusión como tal se da recién en el artículo
59 de la ley, en donde se establece que la Contratante podrá rescindir
administrativamente un contrato “…por fraude o colusión debidamente comprobado
del proveedor o contratista desde la adjudicación hasta la finalización del contrato”.
La normativa es clara en que sanciona y repudia los actos conducidos con fines
fraudulentos dentro de un proceso licitatorio, si bien no hace una precisión muy exacta
de lo que se entiende por colusión. Sin embargo, también reconoce que la DNCP tiene
facultades sancionatorias en este sentido. La Ley de Contrataciones Públicas dispone
la sanción de oferentes que hayan actuado con dolo o mala fe, figuras que podrían
abrigar el concepto de colusión que hemos estudiado. Para ello, la DNCP deberá
conducir un sumario administrativo con el fin de comprobar las conductas
denunciadas, las cuales podrían ser sancionadas con una pena de inhabilitación para
contratar con el Estado por determinado tiempo.
b. Disposiciones de la LDC
Como verán, estos factores hacen referencia a todos aquellos “síntomas” de los que
hemos hablado en el apartado anterior.
Por último, las disposiciones del Decreto Reglamentario establecen que en caso de
que la CONACOM detecte la existencia de licitaciones colusorias, este deberá
comunicarlo a la DNCP a los efectos del registro del oferente infractor en el Registro
de Inhabilitados para contratar con el Estado Paraguayo.