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La Escritura de Sí, Foucault
La Escritura de Sí, Foucault
mael Roca Meliá). Madrid. Gredos, 1989, l. Il,libro IX. carta 84,1. pág. 51.
Atanasio. Vida de Antonio (trad. Paloma Rupérez Granadas), Madrid-Buenos
• I 3 Epicteto, Disertaciones por Arriano (trad. Paloma Ortiz García), Madrid, Gre-
aャセ・ウMs。ョエ ヲ← de Bogotá-Montevideo-Santiago, Ciudad Nueva, 1995, págs. 90-91. dos, 1993, libra IH, capo V, «A los que abandonan la escuela por una enfermedad»,
Mientras アオセ el texto de Foucault ofrece la última frase más reducida, la versión en 11, pág. 279.
castellano díce: «Educándonos asf, podremos esclavizar el cuerpo, y agradar ai Se- 4 Ibíd., op. cit., libra IlI, capo XXIV, «Sobre que no hay que aficionarse a lo que
úor; y pisar las insidias deI Enemígo». no depende de nosotrcs», 103 Ml04,
pág. 358.
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precede a las notas que permiten la relectura que, a su vez, relanza también en ello una indicación de lo que eran estas cuadernos de
la meditación. En cualquier caso, sea cual sea el ciclo de ejercicio notas -así como dei uso que debía procurarse ai propio tratado que
en el que se sitúa, la escritura constituye una etapa esencial en el conservaba algo de su forma original.
proceso ai que tiende toda áskesis: a saber, la elaboración de dis- Estas hypomnemata no se deberían considerar como un simpl:
cursos recibidos y reconocidos como verdaderos en principias ra- apoyo para la rnemoria, que se podrían consultar de vez en cuando, SI
cionales de acción. La escritura como elemento dei entrenamiento se presentara la ocasión. No están destinados a suplantar eventual-
de sí, tiene, para utilizar una expresión que se encuentra en Plutar- mente el recuerdo que flaquea. Constituyen más bien un material y
co, una función ethopoiética: es un operador de la transformación un marco para ejercicios que hay que efectuar con frecuencia: leer,
de la verdad en éthos. releer, meditar, conversar consigo mismo y con otros, etc. Y eso con el
Esta escritura ethopoiética, tal como se muestra a través de los fin de tenerlos, como dice una expresión que se repite a menudo, pró-
documentos de los siglas I y n, parece haberse alojado en el exterior cheiron ad manum, in promptu, «A mano», por tanto, y no simple-
de dos formas ya conocidas y utilizadas con otros fines: los hypom- mente en el sentido de que cabría recordárselos a la conciencia, sino
némata y la correspondencia. en eI de que se deben poder utilizar, tan pronto como sea preciso, en
la acción. Se trata de constituirse un lógos bioéthicos, un bagaje de
discursos capaces de socorrer, susceptibles --como dice Plutarco--
Los HYPOMNÉMATA de alzar por sí mismos la voz y de acallar las pasiones como un amo
que con una sola paiabra aplaca eI gruííido de los perros." Para eso
Los hypomnémata, en sentido técnico, podían ser libras de cuen- hace falta que no se limiten a estar simplemente colocados como en
tas, registros públicos, cuadernos individuales que servían de ayuda- un armaria de recuerdos, sino profundamente implantados en el
memoria. Su uso como libra de vida, como guía de conducta parece alma, «clavados en ella» dice Séneca, y que así formen parte de noso-
haber llegado a ser algo habitual en todo un público cultivado. En tros mismos. En resumen, que eI alma los haga no solamente suyos,
ellos se consignaban citas, fragmentos de obras, ejemplos yacciones sino que los haga sí misrna. La escritura de los hypomnémata es una
de los que se había sido testigo o cuyo relato se había leído, reflexio- importante estación de enlace en esta subjetivación dei 、ゥウ」オイセN
nes o razonamientos que se habían oído o que provenían dei propio Sin embargo, por muy personales que sean, estas hvpomnémata
espíritu. Constituían una memoria material de las cosas leídas, oí- no deben ser considerados como diarios íntimos, o como esos rela-
das o pensadas, y ofrecían tales cosas, como un tesoro acumulado, a tos de experiencia espiritual (tentaciones, luchas, caídas y victo-
la relectura y a la meditación ulteriores. Formaban también una ma- rias) que encontraremos en la literatura cristiana ulterior. No cons-
teria prima para la redacción de tratados más sistemáticos, en los tituyen un «relato de sí mismo», no tienen como objetivo hacer
que se ofrecían los argumentos y medias para luchar contra un de- surgir a la luz dei día los arcana conscientiae cuya confesión -oral
fecto concreto (como la cólera, la envidia, la charlatanería, la adula- o escrita- tiene valor purificador. EI movimiento que pretenden
ción) o para sobreponerse a determinada circunstancia difícil (un efectuar es inverso a éste: se trata, no de perseguir lo indecible, no
duelo, un exilio, la ruina, la desgracia). Así que, cuando Fundano so- de revelar lo oculto, no de decir lo no dicho, sino, por el contrario, de
licita consejos para luchar contra las agitaciones dei alma, y Plutar- captar lo ya dicho; reunir lo que se ha podido oír o leer, y con un
co en ese momento apenas dispone de tiempo para componer un fín, que es nada menos que la constítución de si.
tratado en la buena y debida forma, le envía sin mayores pretensio- Los hypomnémata han de situarse de nuevo en eI contexto de
nes los hypomnémata que él mismo ha redactado sobre el tema de la una tensión muy sensible en la época: en el interior de una cultura
tranquilidad dei alma: ai menos así es como presenta el texto dei fuertemente marcada por lo tradicional, por el valor reconocido a
Peri euthymias.t (Modestia fingida? Sin duda se trata de una manera lo ya dicho, por la recurrencia dei discurso; mediante la práctica
de justificar eI carácter algo deslavazado dei texto; pera hay que ver dei citar bajo el sello de la antigüedad y de la autoridad se de sarro-
llaba una ética muy explícitamente orientada por el cuidado de sí
5 Plutarco, Sobre la paz del alma, 464e, en Obras morales y de costumbres (Mora-
lia), t. VII, Madrid, Gredos, 1995, págs. 109-154, véase esp. pág. 115. , Ibíd., 465c, pág. 117.
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hacia objetivos bien definidos, tales como retirarse en sf alcanzarse
a sí ュゥウセL vivir consigo mismo, bastarse a sí mismo, 「セョ・ヲゥ」 。イウ・ y hypomnémata se opone a esta dispersión estableciendo elementos
gozar de SI. Tal es, sm duda, el objetivo de los hypomnémata: hacer adquiridos y constituyendo en cierto modo «un pasado» hacia el
セ・ la recolección dellógos fragmentario y transmitido por la ense- que siempre es posible volver a retirarse. Esta práctica cabe religar-
ョセ コ。L por la escucha o por la lectura, un medio para el estableci- Ia con un tema muy general de la época que, en cualquier caso, es
miento de オセ。 relac,ión de uno consigo mismo lo más adecuada y común a la moral de los estoicos y de los epicúreos: el rechazo de
。セ「、 posible, Ahí radica, para nosotros, algo paradójico: icómo una actitud de espíritu vuelta hacia el porvenir (que, debido a su
セiエオ。イウ・ en presencia de sí mismo mediante el auxilio de discursos incertidumbre, suscita la inquietud y la agitación dei alma) y el va-
mtemporales y recibidos un poco de todas partes? De hecho, si la lor positivo concedido a la posesión de un pasado dei que cabe go-
redacción de los hypomnémata puede contribuir a la formación de zar soberanamente y sin turbación. La contribución de los hypom-
ウセ a través de estos lágoi dispersos, eso obedece a tres razones prin- némata es uno de los medios por los que se desliga el alma de la
cipales: a los efectos de limitación debidos a la ligazón de la escritu- preocupación por el futuro para reorientarla hacia la meditación
ra con la lectu.ra, a la práctica regulada de la disparidad que deter- del pasado.
mma las elecciones y a la apropiación que ésta efectúa. 2. Sin embargo, si bien permite contrarrestar la dispersión de la
stultitia, la escritura de los hypomnémata es también (y debe conti-
1. Séneca insiste ai respecto: la práctica de sí implica la lectura nuar siéndolo) una práctica regulada y voluntaria de la disparidad.
ーセ・ウ nadie ウセイ■。 capaz de saber extraer todo cuanto hay en su pro: Es una elección de elementos heterogéneos. En esto se opone ai
pIO fondo, セi de dotarse por sí mismo de los principios de razón trabajo del gramático, que busca conocer todas y cada una de las
que son indispensahlss para conducirse: como guía o como ejem- obras de un autor; se opone también a la ensefianza de los filósofos
pio, el auxilio de los otros es necesario, Pero es necesario no diso- de profesíón, que reivindican la unidad doctrinal de una escuela.
ciar lectura y escritura; se debe recurrir «una tras otra» a estas dos «Poco importa, dice Epicteto, que se haya o no leído todo Zenón o
ocupacíones y «templar la una mediante la otra». Si escribir dema- Crisipo; poco importa que se haya captado exactamente lo que han
siado agota Hs←ョ・」セ está pensando aquí en el trabajo dei estilo), el querido decir, y que se sea capaz de reconstituir el conjunto de su
exceso de lectura dispersa: «Disipa la multitud de líbros».? Si uno argumentacíón.s" EI cuaderno de notas se rige por dos principios,
pasa sin cesar de libro en libro, sin detenerse jamás, sin retornar de que se podrían denominar «Ia verdad local de la sentencia» y «su
cuando. en cuando a la colmena con su provisión de néctar, y, por valor circunstancial de uso». Séneca elige lo que anota para sí mis-
tanto, sm tomar notas ni constituirse por escrito un tesoro de lectu- mo y para sus comunicantes de entre alguno de los filósofos de
ra: se exp?ne a no retener nada, a dispersarse a través de pensa- su propia secta, aunque también de Demócrito o de Epicuro. la Lo
rmentos diferentes y a olvídarse de sí mismo. La escritura como esencial es que se pueda considerar la frase retenida como una sen-
ュ。ョセイ de イ・」セァ la lectura hecha y de recogerse en ella es un tencia verdadera en lo que afirma, conveniente en lo que prescríbe,
・j イ」ャ セ 、セ r.azon que se opone ai gran defecto de la stultitia que la útil según las circunstancias en las que se encuentre. La escritura
lectura infinita corre el nesgo de favorecer. La stultitia se define como ejercicio personal hecho por sí y para sí es un arte de la ver-
por la agitación dei espíritu, la inestabilidad de la atención el cam- dad inconexa o, más precisamente, una manera reflexiva de combi-
bio ?e las opiniones y de las voluntades y, por 」ッョウゥァオ ・ョエセL por la nar la autoridad tradicional de la cosa ya dicha con la singularidad
fragilidad ante .cuantos acontecimientos se puedan producir; se ca- de la verdad que en ella se afirma y la particularidad de las circuns-
ractenza también por el hecho de que vuelve el espíritu hacia el tancias que ai respecto determinan su uso. «Así pues, lee siempre
セ_イカ・ュL lo エッイセ cunoso de novedades y le impide darse un punto autores reconocidos y, si en alguna ocasión te agradare recurrir a
fijo en la posesion de una verdad adquirida'. La escritura de los otros, vuelve luego a los primeros, Procúrate cada día algún reme-
7 Séneca, Epístolas morales a Luci/ia I (trad. Ismael Roca Meliá) Madrid Gre- 9 Epicteto, Disertaciones por Arriano, op. cit., libra 1, capo XVII: «Que la lógica
dos, reimp., 1994, libra I, carta 2,3, pág. 98. " es necesaria», 11-14, pág. 108.
8 Séneca, Epístolas morales a Lucilio, I, op. cü., libra V, carta 52, 1-2, pág. 300. 10 Séneca, Epístolas morales a Luci/ia I, op. cít., libra I, cartas 2, 5 (pág. 99); 3, 6
agradezco que me escribas con frecuencia, pues de la única forma encontremos ante un fenómeno que puede parecer un poco sor-
que pu.edes te me das a conocer [te mihi ostendis]. Jamás recibo tu prendente, pero que está cargado de sentido para quien quiera ha-
carta sm que estemos ai momento juntos. Si los retratos de los ami- cer la historia deI cultivo de sí. Los primeros desarrollos históricos
gos ausentes nos resultan gratos (...), [cuánto más gratas nos resul- dei relato de si no se han de buscar deI lado de los «cuadernos per-
tan las epístolas, que nos procuran las huellas auténticas dei amigo sonales», de los hypomnémata, cuyo papel es permitir la constitu-
ausente, sus auténticos rasgos! Porque la mano dei amigo impresa ción de sí a partir de la acogida dei discurso de los otros; más bien
en la epístola brinda lo que sabe muy dulce en su presencia: el re- se pueden encontrar deI lado de la correspondencia con algún otro
conocerlo.»'? (autrui) y deI intercambio dei servicio dei alma. Y lo que sucede es
eウ」セゥ「 イ es, por tanto, «mostrarsa», hacerse ver, hacer aparecer que, en las correspondencias de Séneca con Lucilio y de Marco Au-
eI propio rastro ante el otro. Y por ello hay que entender que la car- relio con Frontón y en algunas cartas de Plinio, se observa eI desa-
ta es a iセ vez オョセ mirada que se dirige ai destinatario (por la misiva rrollo de un relato de sí muy diferente dei que se podía encontrar
que recibe, se srente mirado) y una manera de entregarse a su mi- en general en las cartas de Cicerón a sus familiares: en éstas se tra-
rada por lo que se le dice de uno mismo. La carta habilita, en cierto taba dei relato de sí mismo como sujeto de acción (o de delibe-
modo,. un ャセ。イ a cara. Y por otra parte .Demetrio, ai exponer en De ración para una acción posible) en relación con los amigos y los
・ャ_cオエoセ lo アオセ debe ser el ・セエ、ッ epistolar, sefialaha que no po- enemigos, y con los sucesos dichosos y desgraciados. En Séneca o
día ウBGセ sino un estilo «simple», libre en la cornposicíón, sobrio en la Marco Aurelio, y también a veces en Plínio, el relato de sí es el rela-
elección de palabras, dado que cada cual ha de revelar en él su to de la relación consigo mismo; y en ellos vemos desprenderse con
alma. La reciprocidad que la correspondencia establece no es sim- claridad dos elementos, dos puntos estratégicos que llegarán a ser
plemente la dei consejo y la ayuda: es la de la mirada y el examen. más adelante los objetos privilegiados de lo que se podría lIamar la
lセ carta que, en tanto que ejercício, trabaja en la subjetivación dei escritura de la relación consigo mismo: las interferencias deI alma
discurso verdadero, en su asimilación y en su elaboración como y dei cuerpo (más las impresiones que las acciones) y las activida-
«bien propio», constituye tarnbíén, a su vez, una objetivación dei des dei ocio (más que los acontecimientos exteriores): el cuerpo y
alma. Es notable que Séneca, ai comenzar una carta en la que debe los días.
exponer a Lucilio su vida cotidiana, recuerda la máxima moral de
qu.e ᆱィセュッNウ 、セ セゥカイ como si estuviéramos a la vista de todos» y el I. Las noticias de la salud forman tradicionalmente parte de la
ーョセcャo filosofico de que nada de nosotros mismos queda oculto correspondencia. Sin embargo, poco a poco alcanzan la amplitud
a DIOS, セオNア está permanentemente presente en nuestras almas." de una descripción detallada de las sensaciones corporales, de las
Con セ。 rrusrva, uno se abre a la mirada de los otros y se sitúa aI co- impresiones de malestar, de los diversos trastornos que se han po-
mumcante e? ellugar dei dios interior. Es una manera de entregar- dido experimentar. En ocasiones, no se busca más que introducir
nos a esa mirada de la que cabe decir que está sumergiéndose en consejos de régimen que se consideran útiles para un cornunican-
el fondo de nuestro corazón (in pectus intimum introspicere) en el te." A veces también se trata de recordar los efectos dei cuerpo so-
momento en que pensamos. bre el alma y la correspondiente acción de ésta sobre aquél, o la cu-
. EI trabajo,que la carta opera sobre el destinatario, pero que tarn- ración dei primero por los cuidados otorgados a la segunda. Así
bién .se ・ヲ」エオセ sobre el escritor por la carta misma que éste envía, sucede en la extensa e importante carta 78 a Lucilío, que en su ma-
implica una ᆱュエイッウー・」 ゥョセ[ sin セュ「。イァッL esto se ha de compren- yor parte está consagrada aI problema deI «buen uso» de las enfer-
der no tanto como un descíframiento de sí por sí mismo, cuanto medades y dei sufrírniento, aunque se abre con el recuerdo de una
como una apertura de sí que se da aI otro. Esto no impide que nos grave enfennedad de juventud que Séneca había padecido y que se
via acompafiada de una crisis moral. Cuenta Séneca que el «cata-
rro» y las «febrículas» de los que se queja Lucilio él también los ha-
:: Séneca,.Epísto!as morales a Lucílio I, op. cit., libra IV, carta 40,1, págs. 251-252.
Demétrio Falereo. Sobre el estilo, Madrid, Gredos, 1979, págs. 9-125, véase
capo IV, 223-225, págs. 96-97. 20 Plínio el Joven, Lettres, libra III, carta L Paris, Le Belles Lettres, «Collectlon
19 Séneca, Epístolas morales a Lucilio lI, op. cit., libra X, carta 83,1, pág. 39. des universités de France», ed. bilíngüe, 1927, t. 1, págs. 97-100.
302 ESTÉTICA, ÉTICA Y HERMENÊUTICA LA ESCRITURA DE st 303
「セ。 ・クーイゥュセLZエ。、ッ bastantes anos antes: «En sus comienzos no la atención en mí y, cosa que resulta muy provechosa, revisaré mi
hice caso; rru juventud todavia podía resistir sus acometidas y com- jornada.» En efecto, Séneca evoca esta jornada concreta que acaba
ーッイエ。セウ・ con denuedo frente a las enfermedades. Luego sucumbí y de transcurrir y que, a su vez, es la más común de todas. Su valor
lIegue a tal extremo que mi persona se consumía con la fluxión radica precisamente en que no ha pasado nada que no pudiera ha-
lIegando a una ?elgadez extrema. A menudo senti el impulso de berla apartado de lo único que para él es importante: ocuparse de
arrancarme la vida: fue la ancianidad de mi benignísimo padre la sí mismo: «La de hoy es una jornada plena, nadie me ha sustraído
que me contl;'vo». Y fueron los remedios deI alma los que procura- parte alguna de ella». Un poco de entrenamiento físico, una carrera
ron la 」オイ。ャセZ entre .el!os, セ・ウオャエ。イッョ importantes «los amigos, con un joven esclavo, un bafio en un agua apenas tíbia, una sencilla
cuyas. セクィッイエ。」ャoョ・ウL vigilancía y conversación me anímabans" colación de pan, una siesta muy breve. Pero lo esencial deI día -y
Tambíén puede ocurrir que las cartas reproduzcan el movimiento eso es lo que ocupa gran parte de la carta- ha estado consagrado a
que condl;'ce de una impresión subjetiva a un ejercicio de pensa- la meditación de un tema sugerido por un silogismo sofístico de
mlento: SIrva, como testírnonio este paseo-meditación relatado por Zenón relativo a la embriaguez."
s←ョセ 。N «Tema necesidad de sacudir los huesos, ora para expulsar
la bI1IS que se había alojado en mi garganta, ora para que el balan- Cuando la misiva viene a ser eI relato de una jornada ordinaria,
ceo, .que. expenmenté que me había sido útil, aligerase la misma de una jornada para sí mismo, se ve que toca de cerca una práctica
respíración que me イセウオャエ。「 L no sé por qué motivo, demasiado a la que, por otra parte, Séneca hace discreta alusión aI comienzo
pesada, Por ello, continué más tiempo mi paseo en Iitera, aI cual de la carta 83. Allí evoca la costumbre tan útil de «pasar revista a su
ュセ invitaba la propia costa, que forma un arco entre Cumas y la jornada»: se trata deI examen de conciencia cuya forma había des-
quinta de Servilio Vacia y que, cual estrecho sendero, la rodea de crito en un pasaje deI De ira.' Dicha práctica -familiar en diferen-
un lado el mar y de otro d lago. De hecho, una reciente tempestad tes corrientes filosóficas: pitagórica, epicúrea, estoica- más bien
le había dado セッョウャ エ・ョcャ。 (...). Sin embargo, según mi costumbre, parece haber sido sobre todo un ejercicio mental ligado a la memo-
comencé a mirar en derredor por si descubría allí alguna cosa rización: se trataba de constituirse como «inspector de sí mismo»,
que me pudíera ser de provecho, y orienté la vista hacia la quin- y, por tanto, de calibrar las faltas comunes y, a la par, de reactivar
エセ que en otro tI.empo perteneció a Vacia»: y Séneca cuenta a Luci- las regIas de comportamiento que es preciso tener siempre presen-
IIo !o que constítuye su meditación sobre el retiro, la soledad y la tes en el espíritu. Nada indica que esta «revista de la jornada» haya
amistad.P adoptado la forma de un texto escrito. Más bien parece que en la
2. La carta es, asímismo, una manera de presentarse a su destí- relación epistolar -y, por consiguiente, a fin de situarse a sí mismo
natano en el desarrollo de la vida cotidiana. Relatar su jornada bajo la mirada deI otro- es donde el examen de conciencia se for-
M・セ modo al?uno por la importancia de los acontecimientos que muló como un relato escrito de sí mismo: relato de la banalidad co-
ィオ「ャ・イ。セ podido marcaria, sino precisamente cuando se reduce a tidiana, relato de las acciones correctas o no, dei régimen observa-
ser semejante a t?dos los .demás días, atestiguando así no la impor- do, de los ejercicios físicos o mentales a los que se ha entregado.
tancía de una actívidad, sino la cualidad de un modo de ser- forma Encontramos un ejemplo notable de esta conjunción de la práctica
parte de la práctica epistolar: Lucilio encuentra natural solicitarle epistolar con el examen de sí en una carta de Marco Aurelio a Fron-
a sセョ・」。 que le cuente N」。、セ una de sus jornadas y hora por hora; tón. Fue escrita en el transcurso de una de esas temporadas en el
y Seneca acepta ・セ。 ッ「セiァ。cャョ con tanto más agrado cuanto que le campo que eran muy recomendadas como momentos de despreo-
compromete a VIVIr bajo la mirada de algún otro (autrui), sin tener cupación de las actividades públicas, como curas de salud y como
nada que ocultar. «ASI pues, satisfaré tu petición y gustoso te ha- ocasiones de ocuparse de sí mismo. Se hallan reunidos en este tex-
blaré de mi actividad y dei orden con que procedo: Sin más, pondré
23 Ibid., op. cit.. libra X, carta 83, 1-3, pág. 39. «Me ruegas que te cuente cada