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por
José Rodríguez Guerrero
Cada cierto tiempo aparece una teoría nueva, a cual más peregrina, sobre la presunta
“auténtica identidad” del alquimista Fulcanelli, autor de dos obras emblemáticas en la
alquimia del siglo XX tituladas Le Mystère des cathédrales (1926 = LMC) y Les
Demeures philosophales (1930 = LDP). Para mí, que ya voy teniendo cierta edad, es muy
divertido apreciar los variopintos velos en los que tratan de envolver este seudónimo año
tras año. El misterio se ha alimentado de la credulidad, que sigue pululando con soltura
entre los esoteristas, aficionados a los misterios y devotos consagrados al sacramento
alquímico. No hay mejor audiencia para un cuentero que aquella predispuesta a creer,
creer y creer.
Yo, como siempre, escribo aquí sólo para los interesados en una aproximación
crítica. La realidad y la historia suelen ser en alquimia mucho más bonitas, interesantes y
aleccionadoras que cualquier invención.
Voy a señalar algunos elementos para entender la identidad fulcanelliana, que no
es ningún secreto y corresponde al ilustrador Jean-Julien Champagne (1877-1932).
Muchos datos se deben a la excelente página archerjulienchampagne.com, donde llevan
más de una década aportando informaciones originales sobre este peculiar personaje, tan
curioso y fascinante en muchos aspectos, como maltratado y subestimado
intelectualmente por sus herederos doctrinales.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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manipulaciones a las que ha sido sometido su nombre a lo largo de varias décadas.
También los motivos y la conyuntura que lo han permitido y fomentado. Vamos a seguir
un orden cronológico para dar sentido al conjunto y que el lector entienda todo este asunto
de una forma sencilla.
1. Un Seudónimo Antiguo:
1
Hay documentación en la obra Alchimie de Lesseps, Arqa, 2010.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Laboratorio de Julien Champagne financiado por los Lesseps
Durante 15 años Champagne colaboró con los Lesseps en otros proyectos, haciendo
funciones de diseñador e ingeniero autodidacta, también asistido por Steineur. Así, se
conserva una carta de recomendación del puño y letra de Bertrand de Lesseps, fechada en
1917, donde define a Julien como “ingeniero y sabio francés”.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Recomendación de Bertrand de Lesseps para Julien Champagne
Sin embargo, el final de la Primera Guerra Mundial dejó muy tocada a esta familia
y a partir de 1920 los problemas financieros se volvieron críticos. Bertrand ya había
fallecido dos años antes, y tanto Jacques como Paul tuvieron que buscar un trabajo estable
aprovechando sus conocimientos de aviación. No había tiempo ni dinero para más
“ceremonias esotéricas”2.
2. Notas Personales:
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El vínculo entre todos ellos partía de Alphonse Hubert (1854-1922), padre de Julien Champagne, que
trabajó de cochero y hombre de confianza para Charles de Lesseps (1840-1923) desde 1896 hasta su muerte
en 1922. Tras la desaparición de estas dos personas las relaciones se distanciaron.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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He aquí dos de las notas a modo de ejemplo:
Todas ellas han sido reunidas en una página web, y siguen el estilo y lenguaje de
los libros de Fulcanelli3.
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http://hermetism.free.fr/Fulcanelli_et_Stanislas_de_Guaita.htm
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El documento es muy valioso, porque se trata de textos sin ninguna intención
comercial o publicitaria. Champagne comenta, aprueba o rectifica a Guaita con su propio
nombre de alquimista en un ámbito totalmente privado.
Además, es importante apreciar que el libro perteneció a dos hombres vinculados a
Julien durante la redacción de sus dos obras, que ratifican en sendas anotaciones su
autoría. Uno es Jules Boucher (1902-1955), quien heredó parte de sus libros y se
declaraba discípulo suyo. Hace aquí un apunte personal explicando que las glosas son
“notes autographes par Fulcanelli”. El otro es Gaston Sauvage (1897-1968), un amigo
personal de Champagne y originario de la misma zona de Abbeville (Archives de la
Somme, Recensement 1906, p. 211.). Era químico en la société Rhone Poulenc y medió
para colocar allí a algún familiar de Julien, así como a Eugène Canseliet de contable. Este
hombre terminaría desapareciendo del panorama alquímico parisiense durante los años
30, guíado por la tendencia antimasónica y hostil a las sociedades esotéricas que fue
germinando en personas de tendencia conservadora en toda Francia. En el libro que nos
ocupa, introduce una nota donde comenta de su puño y letra: “Notes manuscrites de
Fulcanelli au chapitre Magie des Transmutations”, y añade: “Exemplaire provenant de
la bibliothèque de J.B., ami et collaborateur de Fulcanelli”. Sauvage también está
reconociendo la caligrafía y los comentarios de Champagne como los de Fulcanelli,
especificando que son una misma persona, y confirmando además que Boucher era su
amigo y colaborador.
La aparición de estos y otros documentos personales en los últimos años han ido
poniendo en solfa las invenciones de Eugène Canseliet desde los años 60 y hasta su
fallecimiento en 1982. Por ejemplo, es muy célebre una historia narrada en su Alchimie,
études diverses (1964) sobre una supuesta transmutación realizada por un enigmático
Fulcanelli en presencia de varias personas anónimas. Aportó los nombres en Alchimie
expliquée (1972): «Notre modeste laboratoire dans lequel eut lieu la projection
mémorable, sous la direction de Fulcanelli et devant deux témoins. Ceux-ci furent Gaston
Sauvage, chimiste chez Poulenc, et l’excellent peintre Julien Champagne qui, depuis plus
de dix années, était au service du Maître». Champagne, Sauvage y el mismo Canseliet.
Si nos fijamos en las fechas, cuando mencionó a los otros supuestos testigos ya estaban
muertos. Poco podía imaginar que estas notas manuscritas demostrarían su mentira, pues
Gaston Sauvage identifica a Fulcanelli con Champagne, y no con una tercera persona.
Acorralado en varias ocasiones, Canseliet terminó argumentando que Champagne
se hizo pasar por Fulcanelli en alguna ocasión. ¿Pero cómo iba a hacerse pasar por alguien
a quien, según sus propias palabras, tanto Sauvage como los Lesseps conocían
personalmente?
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3. El Frontispicio de Le Mystère des Cathédrales:
La primera obra firmada como Fulcanelli contiene justo al lado del título, y en
formato a toda página, un frontispicio que representa la ciencia de la alquimia. El índice
de ilustraciones lo define con esta frase: “Le Sphinx protège et domine la Science”. Medio
siglo después, Canseliet explicó en el prólogo a la segunda edición de su obra Deux Logis
Alchimiques (1979) que en este tipo de imágenes más complejas, como alegorías de la
alquimia: “…Fulcanelli ordonna la pensée, et Julien Champagne fut le réalisateur fidèle
et prestigieux…”.
Su afirmación viene corroborada por su maestro, en su segunda obra, donde
comenta la imagen del cuervo sobre una calavera y dice que él mismo (es decir quien está
escribiendo, Fulcanelli) la ha elegido personalmente para diseñar el frontispicio de su
primer libro4:
Canseliet intenta hacer creer que Fulcanelli era una persona diferente de
Champagne, de tal forma que uno diseñaba, o transmitía la idea, y el otro era un simple
ejecutor. Sin embargo, esta mentira se aprecia estudiando con detalle el frontispicio de
LMC. En la parte inferior aparece la fecha de composición (1910) y va firmada como “J.
Champagne. inv. del.”. La abreviatura quiere decir que Champagne invenit et delineavit,
es decir, él mismo inventó y representó la escena. No era simplemente “le réalisateur
fidèle”.
4
LDP, 1930, p. 251.
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Situados en 1926 no hay ninguna contradicción, pues todo el mundo en su círculo
de amistades cercanas sabía que Fulcanelli era un seudónimo alquímico de Champagne.
Lo hemos visto en las notas manuscritas de sus libros, o en los comentarios de Jeanne-
Emilie Baheux. Efectivamente él diseñó y ejecutó el conjunto; él colocó su frontispicio
con su alegoría personal de la alquimia en las primeras hojas de su libro; él introduce así
las cuestiones alquímicas que iba a abordar; y él era el maestro de Canseliet en materia
de alquimia. De hecho, el cuervo sobre una calavera era la imagen elegida por Champagne
para su exlibris más lujoso, que diseñó cuatro años antes, en 1906. Cualquier persona que
lo conociera personalmente, identificaría automáticamente su sello en forma de imagen
emblemática, además de la rúbrica expresa que se encuentra en la parte de abajo.
Pero además, ocurre que la imagen fue cedida por su autor en 1912 para introducir
un catálogo de la Librairie Chacornac, titulado Bibliographie méthodique et illustrée de
la science occulte. Los libreros clasifican y comentan las obras disponibles en su local,
dividiéndolas en secciones. En la página 11 empieza la de alquimia, con el texto: “C’est
celle des sciences occultes qui étudie le règne minéral, qui recherche les secrets de la vie,
de la matière, et qui synthétise ses travaux sous les symboles de la pierre philosophale et
de l’élixir de longue vie”. Allí encontramos el frontispicio que estamos comentando,
rematado con la leyenda: “Symbole alchimique de J.Champagne”. Efectivamente, está
muy claro que el diseño es original de Champagne, igual que es suyo el texto de las dos
obras.
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Bibliographie méthodique et illustrée de la science occulte, Chacornac, 1912
En este sentido, el insconsciente traicionó más de una vez a Canseliet. Por ejemplo,
en su artículo Quelques notes alchimiques sur Notre-Dame d’Amiens (Atlantis, 1963) nos
presenta a Fulcanelli como autor de las ilustraciones recogidas en sus obras y comentarista
de las mismas:
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4. Primeros Borradores de sus Textos e Imágenes.
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El hilo argumental de su exposición sobre la alquimia es uno de los relieves de
Notre Dame de París. Incluso deja anotada la referencia para un diseño del “Bas-relief du
grand porche de Notre-Dame” que identifica como “Figure 1”. Esta es la misma imagen
que encontraremos como “Planche II” en LMC.
Aquí comprobamos que el tema interesaba a Champagne desde muy joven y que
venía preparando materiales desde entonces. Hay pruebas de ello. Para empezar las fechas
en otras planchas de LMC, como el frontispicio (1910), Les métaux planétaires (1910),
Le vitrail de saint Thomas d’Aquin (1911), Le vitrail du massacre des innocents (1910).
Su factura también es diversa, e indica momentos y circunstancias diferentes en su
realización. Algunas están firmadas y otras no; unas llevan anotado «Notre-Dame de
Paris» como si debieran estar identificadas, para saber a qué lugar pertenecen, mientras
que otras no llevan nada, algo que tiene más sentido por el contexto del libro y el capítulo
en el que están incluidas. Una parte de las ilustraciones son de una gran esquisitez en los
detalles, como la Vierge noire des cryptes de Saint-Victor à Marseille, L’Alchimiste o Le
Mercure Philosophique et le Grand Oeuvre. De esta última se conserva el diseño original,
así como un estudio previo fechado en 1911:
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Estudio previo de 1911 conservado en Fototipia del original en
un cuaderno de dibujo Le Mystère des cathédrales (1926)
PLANCHE XIX.
Sin embargo, otras son muy sencillas, evidenciando que fueron preparadas con
mayor rapidez, como Le Chien et les Colombes o Solve et Coagula. En este sentido, llama
mucho la atención la notable diferencia de calidad y detalle entre algunos de los diseños
de LMC, que son casi esquemáticos, y la totalidad de los preparados para LDP, cuya
factura es siempre apabullante en su técnica.
Es inmensa la diferencia en la calidad de línea y el ashurado, con unos efectos de
luz y sombra para dar realismo que no tienen nada que ver en uno y otro. Comparando
los diseños de hace evidente que el primer libro fue preparado en parte de manera
apresurada, con materiales antiguos que en general son los más detallados, y otros nuevos
de factura más sencilla, sobre todo en los «…médaillons du porche central de la
cathédrale Notre Dame de Paris». El segundo libro nos deja una colección de láminas
meticulosas en su totalidad. Pongo aquí una comparación palmaria:
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Le Mystère des cathédrales. Le Mystère des cathédrales.
PLANCHE XXVIII. PLANCHE XXVII.
Sus prolijos detalles y elevado número sugieren que Julien debió dedicar buena
parte del período entre 1926 y 1929 para su factura, junto a los comentarios de cada
imagen. El ilustrador se recrea en sus dibujos. Tiene tiempo para ello y se nota. Por
ejemplo, en la plancha VI hay una maravillosa reproducción de una ventana abuhardillada
en la Manoir de la Salamandre, cuando lo único relevante para el texto es la salamandra
que sujeta el tejado de dos aguas y los dos dragones en la madera de los derrames.
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Les Demeures Philosophales, PLANCHE VI
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Si atendemos a lo que nos dice el propio Fulcanelli en su primera obra, su
fascinación por el gótico y por su simbolismo le vendrían desde niño:
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Como comprobaremos más adelante, muchos testigos que le conocieron en torno a
1910 lo definen ya desde entonces como alguien obsesionado con el simbolismo
alquímico de los edificios góticos. Con la cantidad de testimonios que hay actualmente
disponibles, quien quiera sostener a Canseliet en sus fabulaciones es porque tiene muchas,
muchas, muchas ganas de creer en alquimistas misteriosos.
La historia inventada por el de Sarcelles sobre la redacción de los dos libros no tiene
ni pies ni cabeza, se mire por donde se mire. En el prólogo de la segunda edición (1957)
dice que: “Quand Le Mystère des Cathédrales fut rédigé, en 1922, Fulcanelli n’avait pas
reçu Le Don de Dieu”. En la edición original (1926) explica que se trata de: “…une œuvre
écrite par son propre maître”. Es decir, la obra fue escrita por su maestro en torno a 1922.
Él mismo se distancia de la redacción cuando comenta que ni siquiera entiende bien su
contenido: “…mon intention n’est-elle pas d’analyser ici le Mystère des Cathédrales,
ni d’en souligner la belle tenue et le profond enseignement. J’avoue, très humblement
d’ailleurs, mon incapacité et préfère laisser aux lecteurs le soin de l’apprécier”. Sin
embargo, en Le feu du Soleil (1978), medio siglo después de los hechos, con todos los
protagonistas fallecidos, él resume otra historia que venía sugiriendo desde tiempo antes.
Un anónimo personaje, de gran porte y cultura, amigo “…de Chevreul, de Lessep et
Grasset d’Orcet; […] il était l’ami de Berthelot et […] il connu très bien Curie, son cadet
de vingt années, ainsi que Jules Grévy et Paul Painlevé”, le entregó en 1923 unos
paquetes lacrados con cera, “J’avais trois paquets. Il me les a remis en 1923”. Eran notas
dispersas, en papeles de varios tipos y atadas con diferentes cordones. Le dijo que las
utilizase para escribir LMC y LDP. En definitiva, según este nuevo y personal testimonio
el redactor de los dos libros sería el propio Eugène. La afirmación es disparatada, porque
debemos creer que se le dio toda la responsabilidad a alguien que nunca había publicado
ni una sola línea. Tampoco se dedicaba profesionalmente a revisar, editar o corregir
textos, ni a nada que tuviese que ver con la publicación de libros. Para remate, en ese
momento era un aprendiz en temas de alquimia. En las páginas 61-62 de Le Feu du Soleil
explica que él sólo conoció a este supuesto Fulcanelli esporádicamente entre 1916 y 1922,
y que apenas le había aleccionado sobre algunas lecturas de tratados alquímicos. Hasta
ahí llegaba toda su relación. Sin embargo, poco tiempo después, debemos creer que le
hizo escribir un libro hilando notas con explicaciones de simbolismos y operaciones muy
complejas, muchas de ellas de caracter operativo, cuya incapacidad para comprender
manifiesta explícitamente en el prólogo. En fin, es todo una historia del absurdo, sin pies
ni cabeza. Casi dos años después Canseliet, escritor inédito y alquimista novel, tenía una
primera versión de LMC y envió por correo el borrador a ese Fulcanelli, quien decidió
aprobarlo, siempre desde la distancia. Sin embargo, preguntado después por la temprana
fecha de algunas láminas, Canseliet propuso que el contacto del mítico maestro con
Champagne habría sido muy anterior. La cuestión es muy simple, ¿un sujeto tan
desapegado del libro como para dejar que lo redacte un anónimo contable, escritor
diletante y alquimista novato; un personaje misterioso que no supervisa nada con el editor
ni la imprenta en un libro donde el texto y las imágenes van de la mano; un tipo a quien
tienen que enviar una copia del borrador por correo porque no se preocupa él mismo de
controlar nada in situ; alguien con esa actitud se supone que contactó con un pintor quince
años antes (!), repito quince años antes, para… ir preparando un puñado de ilustraciones
que se pueden hacer en unas semanas?
Estudiando las láminas es evidente que están pensadas para el libro. Por ejemplo,
la plancha XXVI, titulada Les Métaux planétaires, ilustra un comentario sobre el
sarcófago en el que va a ser colocada la Virgen María durante su dormición. Está fechada
en 1910 y Champagne centra la atención del observador en los relieves de la urna, que
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destaca y cuida minuciosamente, ignorando toda la escena apostolar que lo rodea. Es
evidente que: bien el texto estaba ya disponible en ese momento para orientarle (algo que
contradice una vez más a Canseliet), o bien era él mismo quien tenía en su cabeza lo que
quería dibujar, muchos años antes de redactar la explicación.
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de un mes? ¿Se utilizaron unas notas remitidas en 1923, o «fut rédigé en 1922» como dice
el prólogo?
Ya hemos visto, comparando la calidad de las láminas de sus dos obras, que LMC
denota mayor premura en muchos diseños, aunque tal vez un mes sea un plazo un tanto
exagerado, a no ser que ciertamente el conjunto estuviera bastante elaborado con
anterioridad. Este comentario coincide con el testimonio de Jean Schemit recogido por
Robert Ambelain. El editor le dijo que un día se presentó improvisadamente en su librería
un pequeño hombre «ayant de longues moustaches à la gauloise» (Julien Champagne),
proponiéndole la edición de un libro ilustrado sobre el simbolismo alquímico escondido
en las catedrales según una lengua «…argotique, dite encore langue verte, le vert étant la
couleur de l’Initiation. Il lui avait ensuite parlé de la profondeur philosophique des jeux
de mots, des « équivoques » de jadis, devenues par la suite des calembours. Il lui avait
appris que ceci constituait la langue hermétique par excellence, le mystérieux « langage
des oiseaux » et la véritable cabale solaire des initiés». Pocas semanas después, un chico
más joven (Canseliet), entregó el texto de LMC firmado como Fulcanelli y acompañado
de varias láminas. A partir de ese material se hicieron algunas pruebas y correcciones,
estampándose poco tiempo después.
Las evidencias dan a entender que LMC, o un contenido similar, venía siendo
pergeñado por Champagne desde muchos años antes, no sólo como ilustrador, sino como
escritor. Por ejemplo, hay constancia de sus visitas a la Bibliothèque nationale o al centro
de documentación del Musée des Thermes et de l’Hôtel de Cluny.
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Concretamente los archivos del Musée de Cluny son fundamentales en la extensa
explicación de Fulcanelli sobre la estatua de Saint Marcel en Notre Dame. Se documenta
para elucidar la figura correcta, que según él se conservaba en ese museo. Averiguó que
la pieza original fue vandalizada durante la Revolución Francesa, restaurada en 1818 y
posteriormente reemplazada por una copia. Rebate así interpretaciones previas de otros
hermetistas como François Cambriel (1774-1850), ya que se habrían basado en una
imagen alterada. Si Champagne era sólo el dibujante, no tenía motivo para solicitar una
«carte d’étude» de la biblioteca del museo para investigar, pues era suficiente con dibujar
lo que le señalaban.
En definitiva, parece que el pintor tenía sustanciados varios escritos en 1922, que
podrían ser borradores más o menos desarrollados de lo que luego serían los diferentes
capítulos de LMC y LDP. En un momento dado de 1925 reunió algunos de ellos, junto a
viejas notas, dibujos, apuntes y otros materiales. Los organizó y revisó, probablemente
con la ayuda de Pierre Dujols (1862-1926), para completar lo que hoy es LMC, diseñando
rápidamente las láminas que le faltaban. Parece el anhelo de toda una vida. Esto es lo que
Canseliet define en su primer prólogo (1925) como “la réunion de la partie première de
ses écrits». Nótese que ya en ese momento deja claro que había al menos otra parte, otro
grupo de escritos, que corresponde a las futuras secciones de LDP. Todo indica que en
1925 le surgió la oportunidad de publicar una primera obra en gran formato con Jean
Schemit quien, como veremos más adelante, estaba especializado en «ouvrages de luxe
illustrés».
Aunque no hay evidencias de ello, no me parece descabellado pensar que él mismo
hubiese financiado parte del costoso trabajo de edición. Las láminas en fototipia de esa
primera edición eran carísimas. Eligió una técnica para impresiones de calidad fotográfica
no serigrafiadas, dotada de gran finura y propia de trabajos de
imprenta de lujo. En este sentido, es muy relevante saber que
Champagne había obtenido en ese momento una importante
cantidad de dinero de su colaboración con varios empresarios
aficionados a la alquimia entre 1921 y 1925. La suma más
elevada, nada menos que 30000 francos, le fue abonada por un
laboratorio homeopático que tenía su sede en Suiza, llamado
Station scientifique de Suhalia. Estaba dirigido por un
discípulo de Julien llamado René Schwaller y financiado por
el empresario Louis Allainguillaume. Hablaremos de los dos
más adelante. Contaba con un local pertrechado y desarrollado
técnicamente por el propio Champagne desde 1925 en París:
Laboratoires Suhalia, 26 rue de la Pépinière. Se le hizo ese
importante primer pago como indemnización por gastos de
estudio para poder montar toda la instalación. Después se
acordó un generoso abono regular por su asesoría en todos los
aspectos operativos, que se mantuvo hasta su fallecimiento.
Así pues, su otro libro habría sido elaborado entre 1926
y 1929, también basándose en materiales previos, pero ya con
una situación personal muy cómoda, de una forma más
pausada y aprovechando su buena posición económica. No
sólo se nota en la calidad de las ilustraciones, también la
redacción es más densa y los temas más complejos. A partir
Cabinet médical des
de 1930, Champagne enfermó y su labor de escritor se detuvo. Laboratoires Suhalia, Le
Pero, sigamos ciñéndonos a los datos… Progrès de la Somme, 22
sept. 1930, p. 5
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5. El Depósito Legal:
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perfectamente la autoría y la identidad real tras el seudónimo, e incluso en cierto momento
intentaron recuperar los derechos.
Así, por ejemplo, su hermano Félix, a propósito de la primera reedición de LMC en
1957, escribió a Camille Ducray (1884-1957), periodista de Le Figaro especializado en
crítica literaria, comentándole con total naturalidad que Julien era Fulcanelli.
Explica que su hermano murió en 1932 sin dar valor económico a su obra y pregunta
si él mismo podría reclamar los derechos, ya que se había enterado de que se preparaba
una nueva tirada sin que nadie hubiese informado de nada a la familia. Ducray no pudo
asesorarlo, porque falleció unas semanas después de recibir la carta. Al no obtener
respuesta, Félix pensó que no había reclamación posible y dio por cerrado el tema.
La reedición en cuestión, de apenas 1000 ejemplares, estaba siendo anunciada por
suscripción desde la editorial Omnium Littéraire, especializada en “ciencias ocultas”. Se
promovió sobre todo entre los suscriptores de la revista Initiation et Science, revue de
recherches des lois inconnues, donde Canseliet colaboraba desde 1946 (Les Alchimistes
et le Fluide universel) y donde tenían cierto peso aficionados a la alquimia como Claude
d’Ygé (1912-1964) o Serge Hutin (1929-1997).
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El anuncio de la reedición de LMC en la portada Anuncio de la reedición en la contracubierta de
de Initiation et Science Initiation et Science
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evitar lo que le había ocurrido con la segunda edición, y por supuesto en la primera, y es
que no había cobrado ni un franco por ningún concepto, tal y como relató en su entrevista
para Radioscopie (1978).
En este punto es muy interesante valorar los comentarios sobre Fulcanelli antes de
su explosión mediática, justo entre su primera edición de 1926 y hasta octubre de 1960.
A medida que retrocedemos en el tiempo y más testigos oculares estaban vivos para poder
revatir posibles mentiras, más valor tienen esos testimonios. Más adelante
comprobaremos que son los más fiables y se alejan poco de la realidad.
Hay abundante material de Julien entre los archivos de Schwaller, que conoció al
pintor en París, en torno a 1913. Se trataron habitualmente hasta 1922. Después tuvieron
encuentros esporádicos hasta 1932. Su testimonio fue básico para la redacción del célebre
libro Fulcanelli dévoilé de Geneviève Dubois (1992), donde se plantea la tesis más clásica
sobre la autoría de los libros de Fulcanelli, a saber: que los redactó Champagne, aunque
ampliamente ayudado con materiales de Pierre Dujols.
Schwaller nos aporta algunos datos interesantes. Por ejemplo, en unas
conversaciones tenidas entre 1957 y 1959 con André Vandenbroeck, publicadas treinta
años después (Al-Kemi, A memoir, 1987), le explicó cómo conoció a Julien:
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Para entender el tono del comentario, debemos tener en cuenta que Champagne
había muerto treinta años antes. No podía rebatir nada. Schwaller se presenta como
portador de una serie de ideas que Julien le habría copiado. Sin embargo, la dedicatoria
de LMC rubricada como «Fulcanelli», que Vandenbroeck nunca vio y se conoció muchos
años después, es clara «a mon grand ami et disciple», es decir el discículo era Schwaller.
Además, no tiene nigún sentido que Julien plagie a Schwaller y… ¡le dedique el libro!
¡señalándole además como su discípulo! y que ambos sigan siendo amigos hasta la muerte
de Champagne, como el propio René reconoce y como demuestran abundantes pruebas
documentales. Insisto en que a toda esta gente hay que leerla cum grano salis,
contextualizando todo lo que comentan en su momento exacto, ya que todos arriman el
ascua a su sardina.
Sobre este asunto hay algunos datos biográficos que conviene tener en cuenta. René
Adolphe Schwaller era hijo de un farmacéutico de Estrasburgo que desde niño lo inició
en el estudio de la química. Se fugó a Francia para evitar cumplir el servicio militar. Una
vez allí, y vocacionalmente interesado en las artes figurativas, consiguió ser aceptado en
el estudio parisino de Matisse. También empezó a abundar en el conocimiento del
esoterismo, e ingresó activamente en la Sociedad Teosófica en 1913, publicando varios
artículos en la revista Le Theosoph. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para un
laboratorio químico del ejército francés. En todos esos años se adentró en la alquimia y
conoció a Pierre Dujols, Jean-Julien Champagne (con quien compartía pasión por la
pintura, la química, el esoterismo en general y la alquimia en particular), Eugène
Canseliet (tambien pintor y aficionado a la química), Jules Boucher y Gaston Sauvage.
Prueba de ello es que en 1914-1915 fue el reponsable de preparar la edición del Hermès
dévoilé de Cyliani para la editorial Chacornac, según consta en la reseña de Le Mercure
de France (16 août 1919). También entró en contacto con el empresario Louis Jules
Allainguillaume (1878-1946), su socio el armador Georges Lamy (-1926) y la mujer de
este último Jeanne Germain, quien era una ferviente teósofa. Lamy y el padre de
Allainguillaume habían gestionado una empresa común hasta el fallecimiento de este
último en 1916. A partir de ese momento Louis separó parte de su capital para fundar L.
Allainguillaume & Cie, dedicada al negocio del carbón. Buscando un trabajo mejor
remunerado que el de pintor, Schwaller se puso a las órdenes de Louis. Ambos tenían una
afinidad ideológica muy tradicional. El rico empresario, formado en un estricto colegio
jesuíta, apoyaba desde su juventud las ideas del movimiento Le Sillon, que promovía la
acción social y obrera de la Iglesia Católica. Escribía artículos muy vehementes dentro
de la revista del mismo nombre, siempre enfocado a la ayuda a los más necesitados.
Durante la gran guerra ejerció como camillero y conductor de ambulancias, viviendo
experiencias que le marcarían para toda su vida. Louis valoró el talante muy conservador
(aunque menos afín al catolicismo) de Schwaller, y desde 1918 le financió para crear una
especie de fraternidad de intelectuales asentados en Francia, a la que denominó Les
Veilleurs. Otra de las acciones sostenidas por el rico empresario fue la creación entre 1922
y 1928 de un centro de estudios en Suiza llamado Station scientifique de Suhalia,
inspirada en el Goethéanum de Rudolf Steiner. René Schwaller fue elegido como su
rector. Julien Champagne fue contratado entre 1925 y 1932 como desarrollador de un
laboratorio que tenían en París: Laboratoires Suhalia, 26 rue de la Pépinière. Se
encargaba de organizar la operativa del lugar y solventar las incidencias técnicas. No tenía
ninguna labor representativa, ya que los compuestos eran prescritos por un gabinete
médico designado para ese fin. En una carta de Gaston Revel (1876-1939) dirigida a
Mario Meunier (1880-1960), ambos amigos de Schwaller, se define a Julien como un tipo
brillante y muy dotado intelectualmente, pero con un carácter uraño y de apariencia
descuidada. Comentan que vestía con ropa demodé, estaba ensimismado en sus ideas
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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alquímicas y era reconocible en el boulevard de Montparnasse, cuyos cafés frecuentaba,
por su aire desaliñado. Tenemos constancia documental de que Allainguillaume mantuvo
contacto con él hasta su muerte en 1932 y le enviaba una importante asignación con
regularidad.
Una de las participantes habituales en Suhalia fue Jeanne Germain Lamy, quien ya
integraba Les Veilleurs bajo el nombre de “Jeanne le Veilleur” y conocía a René desde
su pertenencia a la Sociedad Teosófica. Era la mujer del rico armador Lamy. Permanecía
largas temporadas en la Station scientifique por prescripción médica, debido a sus
problemas respiratorios. Se suponía que el aire de las montañas suizas mejoraría su salud.
Allí se enteró, en octubre de 1926, del fallecimiento de su marido en un accidente de
tráfico. Pocos meses después René Schwaller se separó de su mujer y se casó con ella.
Jeanne había recibido una enorme fortuna y una remuneración vitalicia por entregar a su
cuñado René Lamy la gestión del negocio que dirigía junto a su marido, y que se
convertiría poco después en la empresa Les Combustibles de Normandie. Desde entonces
el nuevo matrimonio Schwaller de Lubicz disfrutó de una vida muy holgada en lo
económico.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Continuando con las declaraciones de René Schwaller a André Vandenbroeck,
Champagne y Pierre Dujols estrecharon mucho sus lazos a partir de 1915. Los dos
pasaban horas y horas debatiendo sobre etimologías a partir de asonancias en griego. El
pintor era un alquimista extraordinariamente diestro en la práctica según René, y estaba
profundizando con Dujols en materias eminentemente teóricas. El método para
conseguirlo es lo que en LMC llama “…une cabale parlée. Les argotiers, ceux qui
utilisent ce langage, sont descendants hermétiques des argo-nautes”; y en LDP “…un
idiome phonétique basé uniquement sur l’assonance. On y tient aucun compte de
l’orthographe, dont la rigueur même sert de frein aux esprits curieux”. Dujols pregonaba
su sistema por todas partes y era bien conocido en su entorno. Por ejemplo, a propósito
de la teoría baconiana de la autoría shakesperiana, escribió a Mercure de France, 1 février
1923, p. 52, aportando su peculiar opinión argótica: “Voici quelques curieuses remarques
que nous communique M. P. Dujols, professeur de lettres à Paris. En anglais, Bacon
signifie lard, cochon, etc. Or, tous les pseudonymes empruntés par Francis Bacon,
humaniste éminent, sont des formes grecques du mot cochon. Green est γρυν (gryn), le
porc. Spenser est Σρυγξ avec le suffixe ης: ce mot signifie débauché, dépravé, «cochon»
au figuré. Il y a donc de fortes présomptions, si Shakespeare est aussi un pseudonyme de
Bacon, pour que ce vocable soit aussi « suis generis ». En effet, Σαγης πυας correspond
à enveloppe, voile, pseudonyme de lard (πυας). En grec, l’ε se lit à la fois ε et ι; donc πυας
a pu être transcrit pear. Pear en passant par pehar est devenu le français pecari,
mammifère de la famille des suidés (par permutation de h avec c). Quant à Marlowe ou
Marley, c’est l’anagramme de Verulam (par changement de o en e et de w en v). Verulam
est une forme latine de verres, porc, du verbe verro, d’où verrulanum”.
Los datos aportados por Schwaller coinciden con evidencias como la fotografía del
laboratorio de Champagne en 1915, que hemos reproducido más arriba, y donde él mismo
se identifica como «jeune disciple» de Dujols. Efectivamente, el librero le estaba
ayudando a mejorar en la teoría alquímica y en la interpretación del simbolismo alquímico
por medio de su peculiar «cábala fonética». También nos explica la evolución en el estilo
de Champagne, ya que en sus obras más antiguas, como en el estudio sobre “Hermetisme
et Alchimie” (ca.1905-1910) o en La vie minérale de 1908, no hay muestras de esta
técnica, que debió aprender a partir de 1915.
La singularísima «cábala fonética» de Fulcanelli es, por su extrema rareza, un
importante elemento indicativo del ambiente en el que se formó. El sistema fue propuesto
por el esoterista Claude Sosthene Grasset d’Orcet (1828-1900), recopilando lo que él
llamaba «matériaux cryptographiques» para decodificar textos con supuestos mensajes
ocultos, divisas jeroglíficas y blasones. Lo llamaba la «langue des oiseaux», sin reglas
ortográficas ni gramaticales, sino apoyado en la simple homofonía de términos o frases
en griego y francés. Pierre Dujols fue el primero en adaptarlo a la elucidación de textos
alquímicos, y solamente lo vamos a volver a encontrar en esa época en los libros de
Fulcanelli. Por este motivo es muy fácil trazar la conexión entre ambos y suponer que el
autor de LMC y LDP fue seguidor o discípulo de Dujols, lo que vuelve a encajar una vez
más con Julien Champagne. De hecho, cita expresamente sus catálogos de librero como
Bibliographie générale des Sciences Occultes, y lo califica a él expresamente de «érudit
et savant philosophe».
Además de los ejemplares firmados, tenemos un dibujo realizado por Schwaller en
1930, que identifica claramente a Champagne como “Fulcanelli”.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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René Schwaller dibuja a Champagne, a quien llama “Fulcanelli”.
Quiero hacer notar aquí que la calidad técnica de René como químico es
indiscutible. Lo podemos comprobar en los videos que recogen el fabuloso equipamiento
de sus últimos laboratorios. Su formación como ingeniero químico y farmacéutico nos
revelan que Champagne debía tener también una sobresaliente destreza práctica para
poder superar esa altura.
El problema con Schwaller es que, sin fantesear tanto como Canseliet, también
quiso atribuirse la paternidad de las obras de Fulcanelli. En sus últimos años sostenía que
la idea original sobre el simbolismo de las catedrales, así como de algunos templos
egipcios, era suya y fue plagiada por Champagne. Sin embargo, no hay rastro de estas
tesis en sus otros libros o artículos publicados durante los años 20.
Un segundo ejemplar dedicado era propiedad del ya mencionado Jules Boucher. De
nuevo, como en el caso de Gaston Sauvage o Schwaller estamos ante un químico
interesado por el mundo del ocultismo, que en un momento dado practicó alquimia de la
mano de Champagne. Se mueven todos en el mismo grupo, junto a los hermanos Lesseps;
un jovencísimo Canseliet, así como Dujols con sus discípulos más conocidos en materia
de alquimia: el tasador de libros Louis Faugeron (1887-1947), sobre el que hablaremos
más adelante, el médico Jacques-Émile Émerit (1897-1968), o los químicos Henri Coton-
Alvart (1896-1988) y Georges Richer, alias Auriger, quien fue maestro a su vez de André
Savoret (1898-1977). Otro miembro muy poco conocido es Max Rozet (1882-ca.1936)
hijo del pintor René Rozet (1858-1939). Este hombre entró en el ejército en 1902, y se
movió entre la actividad militar y la reserva activa hasta 1934, cuando fue licenciado por
enfermedad. Así, por ejemplo, fue estudiante en la Ecole nationale supérieure des beaux-
arts entre 1911 y 1914, y después de la Primera Guerra Mundial montó un negocio de
importaciones. Su ficha militar (Communes du bureau de recrutement: 6e bureau: Paris
8e, Paris 9e, Paris 17e, Paris 18e. ref. D4R1 1189) da cuenta de varias condecoraciones
y de algunos otros detalles, como una condena en 1920 por «falsification de vins» y fraude
en «droits de régie».
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Dedicatoria de Champagne firmada como Fulcanelli
Insisto en que este tipo de declaraciones, muy anteriores a 1960, van todas en la
misma dirección. Boucher, que siempre identificó a Champagne con Fulcanelli, era
“quien mejor podía juzgar” el tema. Sin embargo, la postura de Canseliet cambió mucho
en las décadas siguientes, de tal forma que él y sus seguidores se dedicaron a denostar a
este hombre, a quitar valor a sus palabras, y a intentar justificar o hacer olvidar
dedicatorias como esta.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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También tenemos, para más inri, un ejemplar firmado por Champagne para el
propio Eugéne Canseliet, del que apenas se ha comentado nada, a pesar de que presenta
un valor enorme. Es evidente que si Julien no era el autor de los libros, jamás habría
entregado y firmado como Fulcanelli un ejemplar al mismísimo prologuista, quien
conocía los pormenores de su composición.
El texto reza “au disciple, au frère, au philosophe, à l’ami dévoné”. Poco
imaginaba Champagne lo que el “ami dévoné” haría posteriormente con su figura.
Es muy importante tener siempre presente que los textos y el nombre de Fulcanelli
no tuvieron ningún peso comercial hasta principios de los años 60. El punto de inflexión
en su fama lo marcó el libro Le Matin des magiciens, del periodista aficionado a los
misterios Louis Pauwels y el ingeniero químico Jacques Bergier, publicado en octubre de
1960 por la editorial Gallimard. Se trata de un best seller que marca un antes y un después
en la literatura del misterio en el siglo XX. Tal y como dice la reseña de la revista La
Pensée (1961-07-01):
Uno de sus capítulos comenta cierta charla mantenida en 1937 por Bergier con un
alquimista anónimo, que le advirtió sobre los peligros de la energía atómica. Él supone
que su interlocutor podría ser el mismo Fulcanelli que firmó dos libros de alquimia en los
años 20, aunque reconoce que era una mera elucubración suya. Sin embargo, el
descomunal éxito de Le Matin des magiciens sirvió para poner el foco sobre la obra
fulcanelliana, que automáticamente disparó sus ventas. Hasta ese momento, los dos libros
firmados como Fulcanelli tuvieron muy escasa difusión.
Las primeras ediciones fueron cortas y muy caras. Si vamos a algún catálogo de la
época, como Les Nouvelles littéraires, artistiques et scientifiques: hebdomadaire
d’information, de critique et de bibliographie, en su número de 1930-11-08, p. 8; vemos
anunciado LDP por un precio de 200 francos entre las ediciones de gran lujo y tirada
limitada. Su editor es el librero Jean Schemit, propietario de la Librairie de l’Art français
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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especializada en “…livres sur les Beaux-Arts, ouvrages de luxe illustrés, ouvrages rares
et curieux”. La estampación corrió a cargo de la imprimerie Daupeley-Gouverneur ya
desaparecida, pero cuyos registros se conservan y reflejan unos escasos 300 y 330
ejemplares para cada una de las obras.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Noticia del editor sobre la reimpresión (ca.1961-1962) de la segunda edición (1957) de LMC, que da
testimonio del excepcional interés suscitado por el nombre de Fulcanelli tras la publicación de Le Matin
des magiciens (1960)
5
R. AMBELAIN, (1962), “Jean-Julien Champagne, alias Fulcanelli“, en: Les Cahiers de la Tour Saint-
Jacques, IX, pp. 181-204. EUGÈNE CANSELIET, (1962), “Réponse a un réquisitoire”, en: Les Cahiers
de la Tour Saint-Jacques, IX, pp. 205-211.
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La tercera edición oficial de los fulcanelli apareció en 1964 a cargo de la Société
nouvelle des Éditions Pauvert. Aquí se deja sentir poderosamente el éxito de Le Matin
des magiciens y la fama creciente del seudónimo. Pauvert era un editor potente, con
amplia distribución. Las bellísimas láminas de Champagne fueron sustituidas por
“illustrations photographiques nouvelles, la plupart de Pierre Jahan”. El objetivo de
Canseliet a partir de entonces fue separar lo máximo posible estas dos obras de
Champagne, no sólo eliminando sus ilustraciones, sino alentando una imagen pobre del
pintor, sin grandes conocimientos de alquimia, y sobre todo con muchas areas oscuras,
capaz de suplantar identidades, falsificar documentos, muy descuidado en su aspecto
físico, fumador empedernido y que vivía sometido por una fuerte adicción a los licores
de absenta.
A la izquierda la segunda edición de las obras de Fulcanelli, con las portadas copiadas de la primera. A la
derecha una de las ediciones de Pauvert. Nótese el tamaño del seudónimo, que señala la fama adquirida
tras la publicación de de Le Matin des magiciens. La palabra «Fulcanelli» se convirtió en un reclamo
comercial de primer orden.
Al mismo tiempo fue creando la pulcra figura de un maestro mítico, sabio, culto,
erudito, enigmático, un Fulcanelli magestuoso, cuyo remate fue la increíble historia
(siempre sin testigos) de su reencuentro en 1952, en Sevilla, cuando este hombre fabuloso
tendría, según él dice, más de 110 años… ¡y aparentaba 50! Cuanto más alimentaba el
misterio, más se incrementaban las ventas de los fulcanelli, que ahora eran de su
propiedad. Jacques Sadoul (1934-2013) recoge en la revista Combat (31 janvier 1974, p.
10) estas reveladoras palabras de Canseliet: «Les ventes de ces deux ouvrages sont en
progression constante, année après année, quand tout au début en 1956, je ne croyais
moi-même qu’à une sorte d’engouement !».
Finalmente tenemos una cuarta dedicatoria de Champagne a su hermano Félix,
donde firma con su nombre y reconoce su mutua afición por las ciencias esotéricas. La
correspondencia entre los dos está por estudiar y por publicar, aunque los herederos de
Félix ya han dado a conocer alguna carta fechada en torno a 1931 donde las declaraciones
del pintor son muy explícitas:
“Quant à jouer un rôle quelconque dans le monde, à moins que ce soit par les
ouvrages que je laisserai, et la Fraternité d’Héliopolis, dont je suis le chef inconnu, l’âge
et la santé ne me le permettent pas”.
El tiempo nos permitirá saber más detalles sobre estos documentos.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Dedicatoria de Champagne a su hermano
7. El Escudo Final:
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autor de la obra. Esta cuestión ya fue planteada en 1962 por Robert Ambelain en su
artículo ya citado en Les Cahiers de la Tour Saint-Jacques. Canseliet le replicó alegando
que “…il est inexact que Champagne recût ce troisème prénom [Hubert], correspondant
cabalistique du latin uber”. Ambelain no supo qué responder, porque efectivamente no
aparece en su partida de nacimiento. Sin embargo, hoy conocemos gracias a la familia de
Champagne que ese era su nombre de pila familiar. Un apodo cariñoso por el que le
conocían sus hermanos y amigos más cercanos. Además, aparece en su certificado de
defunción, que reproducimos aquí:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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attribuaient, dans le temps même de sa propre vogue, au
Dauphin-Christ : il est un pilote, un guide bienfaisant”.
Hemos recalcado varias veces que los dos libros firmados como Fulcanelli tuvieron
muy escasa difusión. Eran caros y de tiradas muy cortas. Por ejemplo, en La Revue spirite,
1 janvier 1934, p. 62; encontramos un anuncio de ambos. LMC figura bajo la advertencia
de “deniers exemplaires” a un precio de 200 francos, cuando su valor de salida en 1926
fue de 100. Comprobamos aquí que casi una década después de su publicación quedaban
sin vender ejemplares de los apenas 300 estampados. LDP se anuncia al mismo precio.
El alto coste de las dos obras se nota al compararlos con el resto de títulos que conforman
“Un choix d’ouvrages su l’Esotérisme et l’Ocultisme” y que rondan siempre entre 10 y
40 francos.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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La Revue spirite, 1 janvier 1934, p. 6
Si consultamos otros catálogos de ese momento veremos que los fulcanelli son
artículos muy caros. Por ejemplo, en uno de Chacornac Frères (1933) la edición original
de la Histoire de la philosophie hermétique (1742) de Lenglet Du Fresnoy, en tres tomos,
costaba 300fr, frente a los 400fr que hemos comentado para los dos fulcanelli juntos.
Tales precios no facilitaron precisamente su distribución y venta.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Analizando las reseñas inmediatamente posteriores, podemos concluir que el
impacto en los años siguientes es prácticamente nulo en un ámbito académico. Es muy
difícil ver noticias o referencias entre 1926 y 1955. Fue generalmente ignorado por
historiadores del medievo, especialistas en iconología y críticos de arte.
Las contadas menciones son bastante duras. En Centre-Express, 15 janvier 1929, p.
2, leemos: “Son obsession est l’alchimie et je crois pour ma part qu’il erre
lamentablement […] il y a bien d’autres façons plus simples d’expliquer ces prétendus
mystères d l’Hôtel Lallement”. En el número del 11 janvier 1929 (A124), pp. 1-2, hay un
artículo titulado L’enigme de l’Hotel Lalemant: Le secret de ses sculptures symboliques
n’a plus de secret, donde se concluye que: “…dans tout ceci, l’imagination paraît jouer
un grand rôle…”. En La Dépêche du Berry, 9 février 1928 (a. 36, n° 33), p. 4, se comenta
que una miembro de la Société des Antiquaires du Centre llamada Mme Darcel propuso
un debate sobre “L’alchimie à l’Hôtel-Lallement d’après un ouvrage récent”. La charla
suscitó un vivo debate, dejando claro que el nombre de “Fulcanelli aura été inventé par
Champagne” y que sus explicaciones “argóticas” no tenían ningún fundamento lógico.
Años después, Lazare de Gérin-Ricard en su Histoire de l’occultisme (1939, p. 116)
dice que:
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VI, n. 6, Novembre – Dicembre 1926, p. 19. El comentarista se hace eco del punto de
vista de Fulcanelli con bastante escepticismo:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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las culturas occidentales; y preparar política y socialmente la segunda venida de Cristo,
especialmente fomentando una fraternidad institucionalizada que rivalizase con la
entonces potente masonería. La labor del Hiéron du val d’Or se prolongó entre 1877 y
1926, con diferentes ramificaciones. Una de ellas fue la asociación Les Amis de
l’Atlantide, promovida por Le Cour junto a Philéas Lebesgue, con el apoyo de varias
personas, y entre ellas estaba Pierre Dujols; según nos comenta Emmanuel Dufour-
Kowalski en La fraternité des Veilleurs (2017).
Ese mismo mes de enero de 1927, Le Cour publicó en la revista Le Monde Illustré
(22-1-1027) otro artículo hoy ignorado, titulado Bourges et les Alchimistes, donde hizo
suyas las ideas de LMC y reprodujo sin permiso algunas de sus ilustraciones. También
remedó el análisis de las imágenes en base a analogías simbólicas, sostenidas por
asonancias fonéticas en base de cierta lengua argótica conocida por algunos iniciados6.
Esa revista tenía cierta difusión y su artículo generó controversia, sobre todo entre
aficionados a la historia de la ciudad de Bourges. Así leemos en el Journal du Cher, 23
avril 1927 (A122, N93), p. 2:
El rechazo a las ideas de Le Cour es idéntico al que conocerá Fulcanelli en los años
siguientes. Su método argótico era entendido con razón como algo totalmente anárquico
y subjetivo. Sin embargo, he destacado el artículo porque dio pie a la idea de que Le Cour
y Champagne – Fulcanelli, ilustrador y presunto autor de LMC, eran una misma persona.
Así, en el Journal du Cher del 6 de febrero de 1928 se decía que «…le lieutenant-colonel
Chenu se demande si Fulcanelli et Paul Le Cour, l’auteur de l’article du MOnde Illustré
du 22 janvier 1927 dont il a été question au procés-verbal […] ne serait pas une seule et
même personne». Un mes después leemos en Journal du Cher, 12 mars 1928 (A123,
N136), p. 2: “Il est avéré que l’auteur de l’article du Monde Illustré, Paul Lecour et
Lucien [sic.] Champagne, l’illustrateur du livre de Fulcanelli, ne sont pas un seul et même
personnage”.
Esto desató la ira de Julien, que decidió vengarse jugando con el título de
“atlantista” de Le Cour. Voy a comentar este curioso episodio, que demuestra el celo del
pintor y alquimista con sus propias obras.
6
Su afición por el argot fulcanelliano se mantuvo en el tiempo, provocando las burlas de autores como
Adolphe de Falgairolle (1989-1979). Véase su artículo en L’Intransigeant, 12 janvier 1939, p. 2: “Un
Atlante réincarné, noble tête et blanche barbe de prophète, Paul Lecour, révéla le secret de la fève de la
galette des rois… et des fous. Fève se dit, en chaldéen, «paw», d’où vient le prénom de Paul. (Vous vous
imaginez les déductions faites au profit de l’Apôtre du mê me nom, je veux dire saint Paul). Or les fèves
demeurèrent interdites aux grands-prêtres, non comme légumineuses indigestes, mais pour leur symbole.
Etymologistes, re voyez votre grec ! Tant pis, je le dévoilerai à mon tour : la fève désigne ésotériquement
le signe d’une masculinité dont l’exercice est incompatible avec la décence d’un temple au Dieu des
Atlantes, ou à tout autre culte primitif et donc purissime…”.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Paul había fundado unos meses antes, junto a Roger Dévigne (1885-1965), una
Société d’études atlantéennes, que tenía como miembro de honor al mismísimo Leon
Robin (1866-1947). Era un grupo heterogéneo, algo habitual en esa época dentro de este
tipo de sociedades consagradas a temas que interesaban tanto a científicos como a
esoteristas. Desarrollaba su actividad en los auditorios de la Sorbona, a rebufo del Institut
de géographie y del Institut d’Art et d’Archéologie. Así, por poner un ejemplo, en ese
momento se anunciaba en L’Intransigeant, 17 mars 1927, p. 2:
41
José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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quelconque du rivage, soit sur l’un des hauts-fonds de la mer des
Sargasses, dont la position géographique sera l’objet d’une
détermination ultérieure. Ajoutons enfin que ce pieux
témoignage, adressé par leurs descendants aux Atlantes victimes
d’un sort funeste, pourrait être, dans l’avenir, utilisé, secondai
rement, comme signal routier réservé aux avions
transatlantiques. Là encore, il servirait de jalon spirituel, à
travers le temps et l’espace, aux deux continents de civilisations
jumelles, issues d’une lointaine et vénérée mère commune. Le
Comité pour l’érection du Monument aux Atlantes a été placé
sous le haut patronage de : M. Paul Chabas, membre de l’Intitut,
Président d’Honneur. Ont été nommés : Président : M. Roussel-
Despierres, Secrétaire d’Etat de Monaco ; vice-président: M.
Blech, secrétaire général de la Société Théosophique; Secrétaire
: M. Philéas Lebesgue, publiciste; Trésorier : M. Paul Le Cour,
fondateur de la S. E. A.; Membres : MM. le Baron Robert Fabre-
Luce; le Dr Allendy; le Dr Vergnes; Maurice Magre; Paul
Mailley; Mme Montbray; Mlle Raynaud, etc”.
42
José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Gracias a una crónica de Émile Condroyer (1897-1950) en Le Journal, 24 novembre
1927, p. 1, sabemos que Paul imputó en un principio la falsificación a los rivales
“científicos” que dejó al abandonar la Société d’études atlantéennes:
43
José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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“Afin de me faire abandonner par les hautes personnalités
qui avaient accepté le patronage de notre oeuvre, les adversaires
imaginèrent de lancer à travers journaux et revues et d’adresser
aux membres de l’Académie des Sciences le texte d’une
souscription soi-disant ouverte par moi afin d’élever dans la mer
des Sargasses un monument aux Atlantes “victimes d’un sort
funeste”. Cette circulaire était accompagnée de ma signature très
bien imitée que suivaient les noms des membres de l’Institut qui
m’avaient apporté leur adhésion. Naturellement, ce fut dans la
presse un éclat de rire. Le Mercure, trompé par la signature, avait
inséré cet appel et je dus y faire paraître un démenti. Je portai
plainte contre inconnu mais je savais quel était l’auteur de cette
manoeuvre. Il dut comparaître devant le commissaire. Cette
comparution n’eut pas de suite, mais lui causa une telle frayeur
qu’il tomba malade. Plusieurs années après, je le rencontrai
marchant péniblement appuyé sur une béquille. Les dieux
l’avaient puni!”.
A partir de ahí, Le Cour mostró una lógica animadversión por Julien. Así, respecto
a sus dos libros, decidió enterrar su autoría y fomentar vivamente la idea de que en
realidad eran obra de Canseliet. Atrajo a este último hasta su revista Atlantis. En 1934
vuelve a escribir a Philéas Lebesgue para comunicarle el fichaje en estos términos:
“…l’auteur du Mystère des Cathédrales (pseudonyme Fulcanelli) est devenu abonné
d’Atlantis”.
No debió resultarle muy difícil, ya que el de Sarcelles había permanecido siete años
atendiendo a Champagne, especialmente en los dos últimos hasta su muerte, y ahora
estaba en una situación económica muy delicada. Entre 1933 y 1936 se anunciaba en
prensa bajo el título de «chimiste» para realizar todo tipo de trabajos domésticos
acompañado de su mujer.
Todo lo que hemos explicado cambia nuestra visión sobre la posición de Le Cour
respecto a los fulcanelli. No es que él pensase que Canseliet podía ser el autor, tal y como
se sostiene hoy en la mayoría de fuentes. Él sabía que Champagne los había redactado e
ilustrado, tal y como explica en su carta a Lebesgue en 1927; pero por una burla personal,
promovida por Julien y que afectó duramente a su reputación en esos años, trató de anular
conscientemente el legado alquímico del pintor y endosárselo a su prologuista.
Para encontrar más opiniones sobre las obras de Fulcanelli tenemos que situarnos
ya terminada la Segunda Guerra Mundial.
La primera que quiero traer aquí es de Canseliet en su Deux Logis Alchimiques
(1945). Esta obra se reeditaría treinta años después con un prólogo diferente, pero yo
quiero quedarme con este primero, compuesto en una fecha relativamente temprana. La
prudencia del de Sarcelles es llamativa comparada con lo que veremos a partir de los años
60. Se limita a proclamarse “l’unique disciple” de Fulcanelli y presentarlo como un
personaje totalmente desconocido, en prácticamente todos sus aspectos, no sólo para resto
del mundo, sino para él mismo. Es muy llamativo su silencio en contraste con los
prefacios posteriores a LMC y LDP, sus entrevistas, artículos y libros, donde va a dar
rienda suelta a todo tipo de historias fantásticas sobre transmutaciones, adeptados
centenarios y amistades ilustres de su supuesto Fulcanelli. Aquí se limita a negar con
muchísima prudencia las hipótesis sobre la autoría que circulaban en ese momento. Habla
de Pierre Dujols, diciéndo simplemente que falleció “cinco años antes” de que se
publicara LDP (en realidad son 4). Comenta que nunca tuvo la menor relación con él y
que “eût été l’ami intime de Julien Champagne”. Sobre el pintor, también niega su autoría
sobre los textos, valorando muy positivamente su trabajo pictórico en las obras “..qu’il
illustra avec autant d’intelligence que de talent et de scrupuleuse habiletè”. De nuevo, y
lo reiteamos mil veces, debemos advertir su cambio de actitud con paso del tiempo.
Cuando el seudónimo se hizo comercial y adquirió los derechos sobre las obras en 1962,
tomando el control para preparar una nueva edición para Jean-Jacques Pauvert en 1964,
eliminó las ilustraciones originales que aquí alaba, en favor de simples fotografías en
blanco y negro, con una calidad y valor artístico infinitamente menor. En el caso de la
Manoir de la Salamandre en Lisieux los clichés elegidos son absolutamente lamentables
comparados con los bellos y detallados diseños de Champagne. Finalmente, en este
prefacio de 1945 dice que algunos, en referencia a Paul Le Cour y sus seguidores, creen
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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que él mismo es el autor tras el seudónimo. Pero lo rechaza alegando que su edad en ese
momento no le permitía alcanzar la “madurez literaria y científica” de Fulcanelli.
El escritor André Billy (1882-1971), miembro de la Société littéraire des Goncourt
y de la Société des Amis de Philéas Lebesgue, publicó en Le Figaro Littéraire, 21
septembre 1946, una entrevista con el ex sacerdote Raoul Guyader (1890-1961), alias
Pierre Geyraud, a quien ya hemos mencionado. Este había publicado desde finales de los
años 30 varios libros y artículos sobre los grupos esotéricos del París modernista con
referencias a Fulcanelli. No tiene ninguna duda de que se trataba de Champagne, a quien
describe como:
Anillo bafomético
diseñado por Champagne
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Canseliet mostrando su ejemplar
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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El resultado es la imagen que ponemos a continuación. De nuevo comprobamos
que la peculiarísima concepción artística de Champagne, plasmada en los anillos a
principios de los años 20, es idéntica a la que describe cuando firma como Fulcanelli en
1930. Nadie más había hecho antes una interpretación similar de este símbolo.
Hay varios libros y artículos muy posteriores (insisto en tener el año 1960 como
referencia) que dan nombres para algunos de los miembros del Grand Lunaire, sin que
nadie diga nada en los años 20, 30 o 40; de manera que todo lo que sabemos en este
sentido son puras elucubraciones de fuentes muy tardías.
Ciertamente los comentarios de Guyader en Les sociétés secrètes de Paris (1938),
son bastante perturbadores, tal como vemos en p. 114:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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en la revista Le Voile d’Isis. Según Jean Robin, en su obra René Guénon témoin de la
tradition (1978), también perteneció a este Grand Lunaire. Ahora bien, su vida dio un
giro radical al catolicismo tradicional en 1931, abjurando de todas sus prácticas anteriores
y dedicándose a combatirlas con virulencia. Esto ocurrió con muchas otras personas de
tendencia conservadora, porque se empezó a extender la idea de que las sociedades
secretas, y en particular la masonería, desarrollaban una labor contra las bases de la
nación. Es un fenómeno repetido en España, Holanda, Bélgica e Italia. Rivière se hizo
colaborador habitual de la Revue internationale des sociétés secrètes y, a partir de 1940,
tras la prohibición expresa de toda las sociedades secretas por el régimen de Vichy, fue
nombrado adjunto al Service de police des sociétés secrètes. Es decir, su conocimiento
sobre el tema en la Francia de los años 20, 30 y 40 era muy grande.
Raymond Barbeau (1930-1992) contactó con él para documentarse mientras
preparaba su tesis sobre Léon Bloy (1846-1917), que más tarde daría como resultado el
libro Un prophète luciférien: Léon Bloy (1957). Se conserva el intercambio epistolar en
Montreal, Centre de recherche Lionel-Groulx, Fonds Raymond Barbeau, P31. Rivière,
que era muy sulfuroso criticando otras sociedades, consideraba poco acertada la
descripción de Guyader:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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sur la Franc-Maçonnerie Américaine d’Arthur Preuss; le traité
Morals and Dogma d’Albert Pike, adaptation du Dogme et Rituel
de la Haute Magie d’Eliphas Lévi; la Cène Secrète dans les
archives cathares de Carcassonne; le roman de Jean de la Hire,
Lucifer ; Le Mandaïsme et les Origines chrétiennes de Robert
Stahl; Les Enfants de Lucifer, pièce de théâtre, du théosophe
Edouard Schuré; le livre «inspiré» des Antoinistes,
Couronnement de l’œuvre révélée; Vers un nouveau pro-
phétisme, essai sur le rôle politique du sacré et la situation de
Lucifer dans le monde moderne, de M. Raymond Abellio
(Georges Soulès); Les Litanies des XXXIII Tau, Le Secret des
Cathédrales, signés par le mystérieux Fulcanelli; Les Trois
Totémisations, signé d’un pseudonyme, Lotus de Paîni; Les
Etudes Manichéennes et Cathares de M. Déodat Ro- ché10;
L’histoire des Albigeois, de Napoléon Peyrat ; certaines pages
d’Arcane, d’André Breton; La Pensée et les Secrets du Sâr
Péladan, de Ed. Bertholet; Le Serpent de la Genèse, le Problème
du Mal, de Stanislas de Guaita; La Psychanalyse du Diable, de
R. Dubal […] En un sens, ce qui se rapprocherait le plus de la
conception bloyenne quant au Paraclet-Satan, c’est la doctrine
théosophique. Dans sa Doctrine Secrète, Mme H. P. Blavatsky,
nous explique « que le Grand Agent Magique, – appelé Lumière
Astrale par les disciples du Marquis de Saint-Martin, ou
Martinistes, Vierge Sidérale et Mysterium Magnum par les
Cabalistes et Alchimistes du Moyen-Age et Aether, ou reflet de
l’Akâsha, par les Occultistes Orientaux, – n’est autre que ce que
l’Eglise (catholique) appelle Lucifer ». Pour la coryphée du
théosophisme moderne, «dans l’antiquité, et en réali- té, Lucifer,
ou Luciférus, était le nom de l’Entité Angélique qui présidait à la
Lumière de la Vérité, comme à la lumière du jour”.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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formaban parte del grupo, riéndose de las convenciones masónicas, especialmente las
rituales. Sus ceremonias entre 1924 y 1931 tomaban una actitud sarcástica, inclinada a la
provocación, lo que generó polémicas internas y devino en su disolución. El Tres Haut
Lunaire T∴ H∴ L∴ era el Alter ego del Gran Arquitecto del Universo G∴A∴D∴U∴, típico
símbolo iniciático invocado en las prácticas rituales de la masonería. Como todos los
símbolos proporcionaba un marco conceptual, pero su interpretación concreta
correspondía a cada miembro de la sociedad. El nombre se inspiraba jocosamente en el
Gran Lunar descrito por Herbert George Wells (1866-1946) en su novela Les Prémiers
hommes dans la lune (1901). Al igual que este personaje, era un dominador total que
dispensaba de pensamiento al resto de “pequeños lunares” propuestos por otras sectas
secretas. En definitiva, su representación era puro sarcasmo. Una de sus singulares
reuniones se organizó según la estrafalaria puesta en escena de la corte de los selenitas
del film Le voyage dans la lune (1902). Se prepararon figurantes con mallas negras y un
atrezzo surrealista. Divertía y entretenía a sus participantes. Su primer coordinador fue
Alexandre Rouhier (1875-1968). Su mecenas el banquero Lionel Hauser (1868-1958),
animado por Elvezia Gazzotti (1862-1953) y Anna de Noailles (1876-1933). Su último
organizador fue Jules Boucher, quien intentó darle un tono más serio, lo que provocó la
salida de casi todos sus miembros. Algunos de ellos, como Pierre Virion (1899-1988),
muy contrariados por el giro del grupo, se encargaron de extender por los cenáculos
parisienses las historias recogidas por Guyader, atacando con dureza a Boucher y a sus
amigos más cercanos. Rivière se ríe de historias inventadas por cada una de las partes tras
la abrupta separación, como que algunos miembros se hicieron exorcizar por el jesuita
Joseph de Tonquédec (1868-1962).
Para entender algunas de estas exageraciones es interesante leer una serie de
artículos de los periodistas Marcel Nadaud (1887-1943) y Maurice Pelletier (1892-1975),
publicados entre el 14 y el 29 de mayo de 1925 en Le Petit Journal bajo el epígrafe de Le
Diable en 1925. Les Sorciers Modernes. Allí se les cataloga como una rama de los
«Satanistas de Saint-Merri», llamados así por haber tenido su primer punto de encuentro
bajo el portal princial de esa iglesia parisiense, en cuya clave se aprecia un «petit
diablotin» similar a un bafomet. Esta modestísima figura es el tremendo “…Satan cornu
aux oreilles de bouc, aux seins de femme, aux jambes velues croisées sur un crâne”
descrito por Guyader como el presidente de sus asambleas.
El diablillo de Saint-Merri
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Sin embargo, el Grand Lunaire de Pelletier y Nadaud no es el grupo de Saint-Merri
propiamente dicho, sino una “variante” de “prácticas grotescas e inofensivas”. Nos
cuentan que se reunían en lugares al aire libre y en época estival, particularmente en los
dólmenes del bosque de Meudon. Nadaud explicaba el 28 mai 1925, pp. 1-2:
Dolmenes de Meudon
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Su información se ajusta mucho a la de Rivière, en el sentido de que sus veladas
eran inocentes. Un divertimento hoy incomprensible, pero muy frecuente en una época
sin radios, Netfix, HBO, Internet, ni la mayoría de entretenimientos que tenemos hoy. De
hecho, las sociedades secretas, y no tan secretas, que abundaron hasta mediados del siglo
XX, cumplían esa labor de distracción y de ampliación de las relaciones sociales, que
desde 1960 se han cubierto por otras vías totalmente diferentes.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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la entrevista que le hizo el periodista Henry Bidou (1873-1943), también aficionado al
esoterismo7:
7
Le Temps, 7 juillet 1932, p. 3.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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apparaître un élément spirituel , et mystique qui manque, à peu
près complètement au livre que Figuier a écrit, il y a quaitre-
vingts ans, sur l’Alchimie et les alchimistes. En lisant Figuier, on
à l’impression qu’il s’agit de manipulations assez peu différentes;
en somme, de celles qui se pratiquent aujour d’hui. Il semble, au
contraire, d’après ce que j’entends, que toute l’œuvre des
alchimistes est imprégnée de spiritualité. Voici les Elemonta
chemica, de Jean Conrad Berchusen. C’est un livre carré, relié
en parchemin et publié à Leyde en 1718. Qu’est-ce qu’on y voit
d’abord? L’opérateur à genoux et en prières. Et plus loin, dans
un nuage, le nom d’Iahvé. Partout il est dit que l’œuvre est au-
dessus des forces humaines, et qu’elle ne peut être accomplie que
par le secours de Dieu. C’est un ouvrage mystique. La personne
de l’exécu tant, sa pureté et sa foi n’y sont pas indifférentes. Idée
peu commune dans les laboratoires, mais qui a sa grandeur, et
sans doute sa vérité. Il n’ést pas absurde de penser que nos
neveux verront peut-être dans les équations une variable
nouvelle, qui sera le calculateur lui-même.— J’imagine, dis-je à
M. Hauser, que i’alchimiste soit dans les conditions de pureté
requises pour faire l’œuvre de purification. Comment s’y
prendra-t-il ? M. Hauser sourit; et me montrant ces immenses
bibliothèques où sont renfermés 1.200 traités et 150 manuscrits :
« Le secret de la fabrication, est là, me dit-il. Seulement les
alchimistes se sont gardés du langage clair. Ils avaient pour cela
des motifs de prudence. Rappelez-vous aussi que faire de l’or,
c’est refaire l’œuvre a quoi tend la nature. Un tel secret ne doit
pas être communiqué au vulgaire. Pour toutes ces raisons, les
maîtres écrivent en style obscur. Les noms ne désignent pas ce
qu’ils ont coutume de désigner. Tout-est allégorie et symbole. En
voici un exemple. » Il prit un recueil de quatre volumes fort ïares,
imprimés à Paris en 1741, et qui s’appelle la Bibliothèque des
Philosophes chimiques. « Voici, me dit-il, un des textes les plus
vénérables de l’alchimie. C’est la Table d’émeraude; formule
attribuée à ce souverain fabuleux d’Egypte, dieu autant que roi,
nommé Hermes Trismégiste. » Et il lut: « Ce qui est en bas est
comme ce qui est en haut, et ce qui est en haut est comme ce qui
est en bas, pour faire les miracles d’une seule chose. » — « Le
texte est beau, répondis-je; c’est là, si je ne me trompe, cette
collaboration des forces terrestres intérieures et des forces
astrales extérieures produisant ensemble le corps parfait. » M.
Hauser, poursuivit : « Et comme toutes les choses ont été et sont
venues d’un, par là méditation d’un, ainsi toutes les choses sont
nées dé cette chose unique, par adaptation. » Ainsi, l’unité de la
matière était affirmée par le dieu, père des philosophes. Le corps
premier devait naturellement posséder les quatre qualités
primordiales, éparses dans les autres corps, et qu’on appelle
d’une façon si impropre: les quatre éléments. En effet, Hermès
poursui vait : « Le soleil en est le père, la lune est sa mère; le vent
l’a porté dans son ventre, la terre est sà nourrice. » — Mais
comment dégager cet élément premier, base de l’univers ? Ici
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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l’oracle devenait obscur : « Tu sépareras la terre du feu, le subtil
de l’épais, doucement, avec grande industrie. II-monte de la terre
au ciel et, derechef, il descend à terre et il reçoit la foVce des
choses supérieures et inférieures. » On voit bien le double jeu
d’influences qui se fait dans l’alambic comme dans l’univers.
Mais on voudrait; un détail plus précis. Faute de texte, revenons
aux images. Je rouvre les Elementa chemica. Une suite dé 78
figures y montre, mais à-travers quel dédale ! les transformations
infinies qui se succèdent dans l’athanor. Je reconnais auprès du
soleil et de la lune, c’est-à-diré auprès de l’or et de l’ar gent, le
soufre et le mercure, qui sont certaine ment des éléments du grand
œuvre. Non pas le mercure dès baromètres, ce serait trop simple.
Mais le mercure des philosophes, et nul ne sait ,au juste ce qu’il
faut enténdre’ par là. Une colombe paraît, puis une étoile,
Pendant des pages et des pages d’incompréhensibles merveilles
se succèdent dans l’œuf. Voici enfin, le triomphe de l’OEuvre.
Dans l’athanor enveloppé de flammes; une figure ailée y tient le
philtre. Dans la 78º miniature, les anges en lèvent au ciel une
châsse surmontée du nom rayonnant de lahvé, tandis que sur la
terré la Mort, armée d’une flèche, frappe un corps vêtu d’une
robe de bure, et qui représente les impuretés de là vie. Tel est le
symbole final. Quand on a éliminé tout ce qui peut être sé paré et
dissous, il reste l’or. La vertu de la pierre philosophale n’est
nullement de créer celui-ci. Elle précipite, les impuretés. Celles-
ci tombées, le métal pur apparaît. Nous feuilletâmes les Douze
clefs de philosophie de frère Bàzile Valentin, parues à Paris en
1659. Je ne connais pas de figures plus étranges : un cercle,
contient trois coeûrs achevés en serpents. Sur ce cercle s’élève
une sorte de balle ou de sphère,, dans laquelle un oiseau, se tient
la tête en bas. Sur cette sphère une figure de femme en équilibre,
mais pen chée en avant, est coiffée d’un phénix, tandis qu’une
figure d’homme disposée en équerre porte sur les pieds un
corbeau, et sur la tête, un aigle. De page en page, je voyais des
chi mères, des squelettes, des symboles de toutes sortes, et ces
hermaphrodites hicéphales qu’on appelle Rebis. Nous ouvrîmes
ensuite les Secrets tirés des manuscrits du sieur abbé de Galifer,
décédé à Lyon en 1670. En tête d’une copie manuscrite de
l’Atalanta fugiens de Michel Maier, je vis une longue notice én
écriture cryptogràphique. « C’est encore une description, des
manipulations, mè dit mon guide. Mais, comme à l’ordinaire, la
matière première, sur laquelle il-faut opérer, n’est, pas ,
indiquée. » Et tout-à coup : — Connaissez-vous Nicolas Flamel ?
ajouta-t-il. – Comme tout le monde, répondis-je. Je sais qu’il était
écrivain public à Paris; vers le milieu du quatorzième siècle. Il
avait son échoppe, je crois, sous les piliers de Saint-Jacques-la-
Bouchcrie. Il épousa une veuve, une dame Pernellé, plus âgée que
lui, et qui n’était pas sans fortune. Mais, je ne sais pas
grand’chose dé plus. — Une nuit, poursuivit M. Hauser, Flamel
vit un ange, qui lui montra un livre ancien et magnifique, et qui
lui dit : «Regarde, ce livre, tü- n’y comprends rien, ni toi ni bien
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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d’autres, mais tu y verras un jour ce que nul n’ÿ saürait voir. »
Ayant parlé, l’ange. disparut. Quelle ne fut pas l’émotion de
Flamel quand, un,jour de 1357; un inconnu lui vendit le livre que
l’ange lui avait montré en rêve ! J’en ‘ ai là un exemplaire,
poursuivit M. Hauser. Voulez-vous le voir? Il me montra d’abord
un manuscrit du dixhuitième siècle, qui était une copie de de
Traité des lavures, dont l’original, de la main de Flamel; est à la
Bibliothèque nationale. L’alchimiste y raconte toute, son
aventure. Il m’apporta ensuite; et pareillement dans une copie du
dix-huitième siècle, le livre, précieux entre tous, que l’ange avait
montré à l’alchimiste. En voici le titre : Abraham, Juif, prince,
prêtre, lévite, à la nation des Juifs répandue dans toute la Gaule
par la colère de DieuJ salut en N. -S. J.-C. . Je restai aussi
embarrassé que Nicolas Flamel lui-même, car le livre était rempli
de figures symboliques, dont le sens me restait impénétrable.
C’est ainsi que je vis représenté un étrange massacre des
Innocents, où un sol dat romain recueillait, dans Un vase le sang
dès victimes. Sur une cuve remplie de sang, flottaiept le soleil et
la .lune, c’est-à-dire l’or et l’argent. Le livre contenait de grandes
malédictions, exprimées par le mot Maranatha, contre ceux qui y
jetteraient les yeux, s’ils n’étaient sacrificateurs ou scribes. Etant
scribe, Flamel lut au troisième feuillet toute la description, en
langage clair de l’exécution du grand œuvre. Il n’y manquait que
le nom de là matière première‘à employer. Ce suprême mystère
devait être expliqué dans les feuillets suivants : mais ils étaient
tout en figures, et inintelligibles. Flamel cachait son livre et
cependant en mon trait çà et là des images pour se les faire
expliquer. Enfin, en 1378, il décida d’aller en pèlerinage à Saint-
Jacques de Compostelle. Il resta un an en Espagne sàns recevoir
aucune lumière. Enfin, revenant en France, il trouva dans la ville
de Leon un marchand de Boulogne, lequel avait pour ami un
médecin juif converti au christianisme et nommé maître Canches.
En voyant les figures que Flamel portait avec lui, maître Canchés
donna de grands signes de joie et expliqua sur-le-champ les
emblèmes. Ainsi Flamel touchait au but de ses travaux et Canches
retrouvait un livre célèbre, vénéré et perdu. Les deux hommes
s’acheminèrent ensemble vers Paris. Malheureusement, à
Orléans, le juif mourut. Flamel le fit enterrer à Sainte-Croix. —
Ainsi, dis-je, son secret fut perdu ? — Non pas. Il avait expliqué
assez de choses à Flamel pour que celui-ci, après trois ans, le
lundi 17 janvier 1382, pût faire heureusement la transmutation.
Il mourut riche en 1418. A moins que, n’ayant trouvé lé sècret de
l’immortalité, il n’ait passé en Asie, où il est peut être encore. Un
voyageur, Paul Lucas, entendit parler de lui au dix-septième
siècle. Il était alors aux Indes avec dame Pernelle, immortelle
comme lui. En 1818, à Paris, un personnage qui se disait Flamel
ouvrit, 22, rue de Cléry, un cours d’alchimie, où l’on s’inscrivait
moyennant un droit de 300,000 francs. Mais c’était un imposteur.
Cependant, je considérais lé livre d’Abraham le Juif, et sa figure
mystérieuse. Dans une gloire d’or entourée de nuages, un
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cavalier couronné fendait un arc en galopant dans les airs. Et sa
monture était un animal blanc, à sabots de cheval et à tête, de
lion qui crachait du feu. Un second cavalier, coiffé d’un casque,
suivait le premieren brandissant un cimeterre et il était monté sur
un monstre rouge: Un troisième cavalier, coiffé d’un turban,
portait une balance. Enfin, à l’extrême gauche de la mi niature,
la gueule d’un dragon vert jetait des flammes. Tandis que cet
étrange cortège défilait dans le ciel, on voyait plus bas, dans un
paysage terrestre, des corps de femmes, l’un nu, les autres vêtus,
tous coupés en morceaux et les membres épars. Anéantissement
de l’élément féminin. Tournant les pages, je vis des caducées, des
croix sur lesquelles étaient fixés des serpents. Plus loin, dans une
grotte, quatre rois accompagnés chacun, d’une étoile. Au dessus
de cette grotte, quatre têtes d’esprits, qui semblent être les quatre
points cardinaux, soufflent vers un centre commun. Leurs souffles
blancs se croisant à angle droit, se réunissent dans un nuage
central. Le soleil et la lune cantonnent le tableau; mais le soleil,
à gauche, est voilé d’un nuage noir, et le crois sant de la lune, à
droite, est taché de sang. Qu’ÿ a-t-il au fond de ces rêveries ? Il
y a de longs siècles de pensée. Et si, comme je le crois, la science
n’est que l’histoire de la science, il est impossible, d’ignorer cette
part immense du travail humain. Une bibliothèque des sciences
hermétiques ne serait pas seulement un amusement pour là
curiosité. Tant de labeur n’a pas été stérile. A chaque pas que
l’on fait sur le chemin difficile, on rencontre des pensées
magnifiques, des vues sublimes de l’un et l’autre univers, et des
idées qui n’ont pas épuisé leur vertu. Henry Bidou”.
Unos días antes, el periódico Paris-soir, 10 janvier 1926, p. 2, enviaba a uno de sus
reporteros a la librería Chacornac para informarse sobre el asunto. El artículo es muy
gráfico, porque esperaba encontrarse un lugar lóbrego y poblado por personajes
siniestros. Sin embargo nada más lejos de la realidad:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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lucifériens, ésotériques, sataniques, ventrastistes, martinistes,
gnostiques adeptes de la swedenborgia. J’en passe et des
meilleurs, viennent se munir dans cette librairie de livres
cabalistiques, magiques, ou philosophiques qui traitent de l’au-
delà avec une précision et une certitude qu’on n’a pas encore
égalées dans le domaine des sciences exactes. Je croyais trouver
là dans un antre fumeux, parmi des livres noirs, des hommes au
visage sombre et au regard égaré qui me tiendraient des ici
cours exaltés. Mon erreur était grande. Le magasin était clair,
les clients paisibles et ce fut M. Chacornac lui-même qui me
reçut avec une parfaite urbanité. Il me présenta à un docteur qui
s’occupe de médecine occulte, à un licencié en philosophie et à
une vieille dame au regard étrange qui s’adonne au spiritisme.
Ce libraire de la vieille école amora une conversation générale
et s’édipsa tout doucettement lorsqu’il nous vit bien en train”.
El periodista charló con el librero y tres de sus clientes que estaban en el lugar: un
médico, un licenciado en filosofía y una mujer aficionada al espiritismo. Preguntados
sobre las prácticas luciferinas, le explicaron que lucifer o el “portador de la luz” no era
satán sino “le Paraclet, c’est l’Esprit Saint, de l’Evangile de saint Jean représenté sous
la forme d’une colombe”. Al parecer había pequeños grupos defensores de esta
concepción filosófica. También le hablaron de auténticas sectas satánicas, y por sus
comentarios vemos que dan por verídicas las invenciones de Léo Taxil sobre la existencia
de un culto satánico organizado en París, con varias órdenes, una sacerdotisa y «Papa
Luciferino» llamada Sophie Walder, así como otros muchos elementos escandalosos:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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y atrayente para el público general, en la línea que también seguirá poco después Raoul
Guyader.
Respecto a la función de Julien Champagne en el grupo, todo indica que se limitó
a diseñar los anillos emblemáticos. El peculiar estilo de tales piezas, a modo de collage
surrealista, encaja con la descripción que Rivière aporta sobre la naturaleza de sus
reuniones. Prueba del laxo tono normativo del Grand lunaire es que no encontró ningún
problema para regalar ejemplares a personas totalmente ajenas al grupo, como René
Schwaller, Eugène Canseliet o a su cuñado Gaston Devaux. Esto sería impensable en una
sociedad tan radical como la pintada por Guyader, y más aun cuando el anillo en sí daba
acceso a sus reuniones. De hecho, no hay niguna evidencia documental del interés de
Julien por la magia luciferina o el satanismo. Una prueba manifiesta es el ejemplar
anotado por Champagne de los Essais de Sciences Maudites II. Le Serpent de la Genèse.
Seconde septaine (Livre II), titulado para más inri La Clef de la Magie Noire. Según
consta en su presentación, el libro plantea el modo en el que: «…la Clef de la Magie Noire
doit ouvrir aux curieux l’ultime sanctuaire de ce Temple de Satan». Sin embargo, Julien
no hace ni el más mínimo comentario, señal o anotación en las abundantísimas páginas
sobre magia y satanismo. Todos se concentran en la pequeña seción dedicada
específicamente a las transmutaciones alquímicas.
Volviendo al artículo de André Billy de 1946, es interesante porque nos pinta a un
Champagne-Fulcanelli en la línea de todos los testimonios tempranos. Un hombre
peculiar, obsesionado con la alquimia y el simbolismo hermético de las catedrales, tal y
como lo conoció Schwaller en 1913, que llevaba una existencia modesta y consagrada a
sus pasiones. Boucher comentaba en su dedicatoria del Manuel de magie pratique (1941)
que no le interesaba otra cosa fuera de la alquimia. Su discípulo, Robert Ambelain, oyó
decir a sus conocidos que aborrecía los círculos de ocultistas. Esto encaja perfectamente
con su falta de interés por el esoterismo institucionalizado en órdenes, sociedades, iglesias
o hermandades, como la masonería, los espíritas, los neo-templarios, neo-gnósticos o neo-
rosacruces. No hay constancia de que perteneciera a ninguna de ellas, aunque era algo de
lo más común entre los esoteristas de su época. Canseliet también reconoce en el prólogo
de Deux Logis Alchimiques (1945) que “…on a cru, sans raisons sérieuses et à tort
assurément, que cet artiste remarquable avait succombé à des pratiques d’envoûtement”.
Según Schwaller de Lubicz, era un hombre talentoso, tanto en ciencias como en arte, pero
ensimismado y sin mucha visión de futuro en aspectos fundamentales de su vida privada.
Vivía cómodamente gracias a las asignaciones que le entregaba gente importante, a la que
había orientado en la práctica de la alquimia. El mismo René le pasaba una cantidad
mensual a través de su cuñado y administrador. También nos describe que llamaba la
atención por su anticuada vestimenta y su tupido mostacho de aires antiguos, muy del
siglo XIX, que contrastaba con los bigotes finos que marcaban la moda en los años 20.
Las teorías sobre la identidad de Fulcanelli son reunidas por Raoul Guyader en
L’Occultisme a Paris (1953), dejando muy claro que se trataba sin ninguna duda de
Julien. Las informaciones que cita son muy interesantes porque las había recopilado en
un trabajo de campo desarrollado fundamentalmente en los años 30. Él lo define como
una «…enquête, qui n’a pas manqué de difficultés et de rebondissements imprévus».
Gracias a él sabemos que Jean Schemit sólo trató con Champagne y Canseliet para editar
los libros, y era el primero quien tomaba las decisiones. También interrogó a la portera
de Julien, quien le aseguró que sólo era visitado en su apartamento por Eugène (su
ayudante y residente entonces en otra estancia de su mismo edificio), por un librero
aficionado a la alquimia (Monsieur Dujols) y por otro joven (su amigo Monsieur
Sauvage). También comenta la existencia de alguna teoría peregrina, como la de Rosny
aîné, cuyo único fundamento era que alguna vez se le había visto conversando con Eugène
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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en un café parisiense. En el curso de esta investigación, en torno a 1935-1940, el de
Sarcelles le dijo a Guyader que su maestro había vivido en Brasil y Argentina después de
publicar sus obras, y que finalmente se había instalado en el Sur de Francia. Lo describe
como un «un véritable Rose + Croix» guiado por una cierta «Hermandad Blanca» y
dotado de «poderes maravillosos» que iba a utilizar para ayudar a la «evolución de la
humanidad». Eugène emplea aquí una sorprendente terminología teosófica. Pero lo más
llamativo es que conoce los movimientos de su presunto maestro, cuando después
siempre argumentó que no supo nada de su residencia entre 1922 y 1952. Tampoco volvió
a decir nada de Argentina, ni de Brasil. Es un mero detalle, porque si nos ponemos a
recopilar incongruecias o contradicciones en sus declaraciones a lo largo de los años,
tendríamos para llenar un tocho en papel biblia. Además, ninguna, pero absolutamente
ninguna de las historias que cuenta sobre este supuesto Fulcanelli «made in Canseliet»
están confirmadas por terceras personas. Todo, desde su nacimiento en 1839 hasta la
transmutación de Sarcelles le tienen a él como único narrador. De hecho, es alucinante
para mí comprobar cómo nadie se ha preocupado nunca en verificarlas con otros testigos.
Simplemente se han repetido como un mantra. Algunos han intentando encajar alguna
coincidencia documental con las fechas que él iba dejando caer, aunque ello no tenga
ningún peso probatorio. Por ejemplo, tras su muerte se encontraron en su casa de
Savignies algunos billetes y rastros que testimoniaban un viaje a Sevilla a principios de
los años 50. Sin embargo, eso no es una prueba de un encuentro en con un tipo de 110
años. Simplemente nos dice que estuvo alguna vez en Sevilla. Lo dejo comentado porque
es así, con estas cosas cogidas por los pelos, medias verdades, narraciones truncadas y
puras invenciones como se ha ido levantando el castillo de naipes del Fulcanelli ingeniado
por Eugène Canseliet.
Recojo aquí por su interés el comentario de L’Occultisme a Paris (1953), p. 71-75:
62
José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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certes, à tout point de vue, pour émettre, dans cet obscur débat,
une – opinion autorisée, reconnaît, à son tour, la même
conformité de style entré les textes de Fulcanelli et les écrits de
Canseliet, — articles de revues et correspondance — et va
jusqu’à retrouver cette ressemblance dans les calligraphies ,
authentifiées du maître et du disciple. Néanmoins, de très
pertinentes raisons ont induit ; certains à soutenir que le
pseudonyme philosophique à consonance italienne -voilait la
personnalité de Pierre Dujols de Valois, érudit et savant
helléniste, mort en 1926, sans héritier mâle, et qui eût pu, paraît-
il, éventuellement faire valoir ses droits à la couronne de France.
D’autres n’hésitent pas à attribuer à M. Rosny aîné la paternité
enviable de ces deux traités d’alchimie tradi tionnelle. II est de
fait que, lors d’un banquet, qui réunissait en 1936, dans un
restaurant du boulevard Saint-Germain, une fort nombreuse et
brillante société de dilettantes, à l’occasion de la fête du Soleil et
de ses feux de la Saint-Jean, jé n’ai pas été peu intrigué par la
conversation qu’eurent longuement ensemble le robuste
octogénaire, alerte et finement lettré qu’était M. Rosny, et M.
Canseliet, humble philosophe à l’allure médiévale, placés l’un en
face de l’autre, tandis qu’au dehors un étouffant orage de juin
déversait des torrents d’eau, dans le grondement incessant de la
foudre. D’autres enfin assurent que Canseliet s’est réellement
borné à préfacer les deux traités. Fulcanelli, c’est le pseudonyme
littéraire et alchimique de Jean-Julien Champagne,
l’illustrateur des ouvrages, qui n’en a signé de son vrai nom que
les dessins. — « Pas du tout, affirme à son tour M. Canseliet. Je
ne suis que le préfacier; Champagne n’est que l’illustrateur, et
Fulcanelli est le pseudonyme d’un troisième personnage; que,
pour respecter la règle hermétiste du silence je ne dois pas
désigner autrement. Ce Fulcanelli vit encore. Il est mandaté par la
Fraternité Blanche pour aider à l’évolution de l’Humanité. C’est
un véritable Rose + Croix. Il est tantôt au Brésil, tantôt en
Argentine, errant par le monde à la façon des Rose + Croix de
jadis il est actuellement dans le midi de la France. C’est un Maître
aux pouvoirs merveilleux ». Et beaucoup d’occultistes partagent
cette opinion. Le problème valait bien une enquête. De cette
enquête, qui n’a pas manqué de difficultés et de
rebondissements imprévus, je conclus que Fulcanelli, c’est
Jean-Julien Champagne. Ce Champagne était un homme de
petite taille, à lon gues moustaches gauloises, féru d’art gothique,
dont il soutenait que c’était un style à clé, et que cette clé n’était
autre que la vieille argotique ou langue verte. Il professait, dès
avant la parution des deux ouvrages, des idées qui s’y 7
retrouvent. Venu habiter, en compagnie de Canseliet, au début de
1925, au 59 de la rue Rochechouart, ils y prirent au sixième étage
leurs mansardes respectives. Champagne devait vivre là, jusqu’à
sa mort, d’une existence en apparence misérable, que démentait
péremptoirement la périodicité régulière d’une grasse mensualité
[…] D’ailleurs, l’éditeur des deux ouvrages, M. Jean Schemit,
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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n’a jamais connu de tierce personne dans l’amitié de M.
Canseliet et de M. Champagne; et la concierge de la rue
Rochechouart n’a jamais vu, parmi les familiers de M.
Champagne, que M. Canseliet, M. D. (un libraire, très curieux de
sciences alchimiques) et un jeune homme (M. S., qui devait jouer
un rôle important dans la société luciférienne). Pas de doute,
donc, sur l’identité de Fulcanelli”.
Bastien
p. 473: “Paris, 18 septembre 1948 […] Je lis en ce moment
des articles de Grasse d’Orcet dans la «Revue Britannique», je
pense que vous les connaissez, ils sont parus entre 1888 et 1900.
Ses explications semblent très ingénieuses, mais que doit-on en
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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retenir ? Son explication des textes ou des sculptures par la
méthode phonétique dans le genre des rébus repose-t-elle sur
des bases sérieuses ? J’aimerais connaître votre avis sur ce
point”.
Guenon
p. 474: “Le Caire, 11 octobre 1948 […] Genty et Faugeron
m’ont parlé autrefois des articles de Grasset d’Orcet, mais
je n’ai jamais eu l’occasion de les lire; il semble bien, d’après ce
qu’ils m’ont dit, qu’il y ait là dedans des choses très curieuses,
mais qu’on ne peut -être pas accepter entièrement sans réserves,
d’autant plus que, au point de vue historique, cela
est évidemment bien difficile à vérifier. Quant au genre
d’interprétation dont vous parlez, il n’est pas purement
fantaisiste comme il pourrait en donner l’impression, mais
ce n’est que plus grave, car cela se rattache très certainement à
une de ces initiations déviées auxquelles j’ai fait allusion à
différentes reprises. On trouve aussi des choses de même origine
dans un certain nombre d’autres écrits plus ou moins récents,
à commencer par les « Rômes » de Vaillant (le rôle des
Bohémiens dans la transmission de ces choses est d’ailleurs à
noter particulièrement), et notamment dans les ouvrages du sois-
disant Fulcanelli. Je me souviens aussi entre autres (et j’y pense
en ce moment parce que vous parlez de sculptures), d’un livre
bizarre intitulé «L’Art sacerdotal antique», par un certain
Antoine Monnier. Ambelain lui-même a hérité quelque chose de
cela, quoique probablement d’une façon indirecte, et je
l’ai d’ailleurs signalé au sujet de son livre sur les Cathédrales ;
et même ce pauvre Paul le Court, qui sûrement ignore tout à fait
la nature de ce dont il s’agit, n’est pas entièrement exempt de
cette influence, du fait de ses relations avec feu Dujols ( de
qui provient en réalité tout ce qui a été publié sous le nom de
Fulcanelli ) .—A ce propos, j’ai à peine besoin de vous dire que
les prétendus Frères d’Héliopolis sont tout aussi imaginaires
que les Frères d’Orient (mais peut-être cette autre invention
sert-elle à dissimuler quelque chose de plus réel); ce qui est
vraiment curieux, c’est la facilité avec laquelle on se plaît à
situer en Egypte toutes sortes de choses inexistantes !”.
Bastien
pp. 475-476: “Paris 15 décembre 1948 […] Vous me dites
que tout ce qui a été publié sous le nom de Fulcanelli provient
de Dujols, je crois connaître par ce que m’en a dit J. Boucher,
que Fulcanelli a été réellement Champagne, l’illustrateur des
livres de Fulcanelli. Ce Champagne a été le maître de Boucher
et lui a dédicacé ses livres en les signant Champagne (je les ai
vus) et Boucher possède une photo de la tombe dudit
Champagne enterré aux environs de Paris (ma mémoire ne se
souviens plus de tous les détails que J. B. m’avait fournis, mais
je pense lui redemander à l’occasion d’une rencontre). A ce
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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propos, J.B. avait eu l’intention de tout expliquer: l’origine du
pseudo Champagne et la création des soi- disant Frères
d’Héliopolis, au moment où est paru un livre de Canseliet sur les
Logis Alchimiques. Canseliet essayait de se faire passer pour
Fulcanelli en profitant de l’obscurité qui enveloppait le
véritable auteur des deux livres (Mystères des Cathédrales et
Demeures Philosophales). Depuis Boucher a abandonné toute
spéculation alchimique, il se consacre plus particulièrement en
ce moment au symbolisme…”.
Guenon:
p. 477: “Le Caire, 12 janvier 1949. Il est vraisemblable que
le nom de Fucanelli aura été inventé par Champagne, de même
que l’histoire des soi-disant «Frères d’Héliopolis» ; mais cela
ne me paraît pas en contradiction avec le fait que les livres qu’il
a fait paraître sous cette signature aurait été entièrement rédigés
avec la documentation de Dujols; Faugeron, qui fréquentait
beaucoup ce dernier, était très affirmatif là-dessus et partageait
l’indignation de Madame Dujols à l’égard de ce procédé.— Je
n’ai jamais eu beaucoup de renseignements sur ce Canseliet qui
est intervenu par la suite dans cette affaire; je crois qu’on m’a dit
qu’il habitait Bordeaux, et il doit être ou avoir été en relations
avec Paul le Court, car celui-ci a publié autrefois quelque chose
de lui dans Atlantis”.
Hay que valorar el desapego de Guénon con la obra de Fulcanelli. Es un tema que
ni le va, ni le viene. Recoge el sentir de los esoteristas de su entorno en ese momento. Él
considera que las obras firmadas con ese seudónimo no tienen ningún fundamento
tradicional y desprecia su método argótico. Respecto a Canseliet, lo desecha tanto como
a su promotor Paul Le Cour, a quien llama intencionadamente“le Court”.
El resto de comentarios hasta 1960 van dejando caer progresivamente un velo de
misterio, cada vez más tupido.
Claude d’Ygé, a la luz del proyecto de segunda edición de los libros de Fulcanelli,
presentó un sencillo artículo titulado Le mystere des cathedrales et l’enigme Fulcanelli
en la revista Initiation et Science (1957), donde se pronuncia sobre el tema de la autoría.
Su propuesta es muy clara, Fulcanelli sería Pierre Dujols, Canseliet (mencionado como
una teoría testimonial) o según una mayoría Julien Champagne:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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connaissance des lois de l’univers matériel et spirituel, ainsi que
celle de son histoire passée et future». Pour d’autres, c’est le
préfacier lui-même ; pour la majorité des passionnés du
MYSTÈRE FULCANELLI, ce serait Julien Champagne,
l’illustrateur avoué de l’ouvrage, ami intime de Pierre Dujols,
mort en 1930, l’année de la parution des Demeures
Philosophales. Quoi qu’il en soit, nous croyons le problème
insoluble”.
Un último caso que voy a citar es Serge Hutin (1929-1997), aficionado a la alquimia
y al esoterismo en general, que conocía a Canseliet del grupo de escritores que pululaban
en torno a revistas de misterios como Tour Saint-Jacques, Atlantis e Initiation et Science.
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En L’Initiation (1958), hace una reseña muy interesante a la segunda edición de Le
Mystère des Cathédrales, donde ya se aprecia la influencia creciente de Eugène en su afán
por envolver todo el tema en una niebla de espeso misterio. Aquí Julien Champagne es
ya “ce personnage étrange” cuya posibilidad es cada vez más peregrina. Se apuntan
identidades clásicas, pero sobre todo se da pávulo a la posibilidad de una misteriosa
tercera persona, de la que Eugène sería el “hijo espiritual”. Como curiosidad, recoge la
idea de Jacques Bergier (también conocido e influido por Canseliet ya en esos años), que
proponía a un “ingénieur à la Compagne du Gaz de Paris durant l’entre-deux guerres”.
Esta es la versión que reflejaría en Le Matin des magiciens (1960) y que haría
imprevistamente célebre a Fulcanelli. La reseña completa está en L’Initiation, 32 (2),
1958, pp. 127-128:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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le savant Jacques Bergier.). En fait, même les identifications les
mieux fondées apparemment se révèlent très fragiles quand on a
soin de les étudier de plus près. M. Eugène Canseliet, le « fils
spirituel » de Fulcanelli, n’a jamais voulu révéler la personnalité
extérieure’ de son· maître ; et ses propres disciples (M. René
Alleau, M. Claude d’Ygé) observent le même silence”.
9. Conclusiones:
Podríamos comentar muchos más datos. Por ejemplo, la idea de que Gaston Devaux
era el secretario de Fulcanelli, según dice su prologuista en Le feu du soleil. Entretien sur
l’alchimie avec Eugène Canseliet (1978). Esta revelación, junto con alguna otra, fue
publicada en ese libro sin el consentimiento de Eugène, quien quiso revisar la
transcripción del contenido grabado antes de su publicación. Al no permitírselo, arremetió
con tremenda dureza contra su entrevistador, Robert Amadou. Tal fue el grado de
agresividad que dio lugar a una disculpa pública del editor Pauvert. Hoy sabemos que
Devaux estaba casado con la hermana de Julien y los dos eran maestros de profesión.
Llevaban el papeleo, así como los temas administrativos del pintor. Afortundamente su
familia actual ha conservado documentación de esa época y no hay rastro de una
enigmática tercera persona en toda esta historia. Si Devaux hacía labores similares a las
de un secretario para alguien era para su cuñado Champagne.
Canseliet también dijo que Fulcanelli le legó un fichero sobre simbolismo, con
definiciones y descripciones de multitud de terminos. Tambien comentó en alguna
ocasión que fue una de las herramientas utilizadas para componer los dos libros.
Preguntado por este documento para conocer la caligrafía y el estilo de Fulcanelli,
Canseliet alegó que alguien se lo robó, o que él mismo lo perdió durante un viaje en tren
(según las versiones que fue dando con el paso de los años). Nunca más se supo del tema.
Tampoco mostró nunca ningún otro documento original de Fulcanelli, cuando se supone
que pasó muchos meses haciendo de intermediario entre él y el editor Schemit, enviándole
las pruebas de los libros, etc. Nunca mostró, ni hay imágenes de ni una sola carta, tarjeta,
o de las supuestas notas alquímicas que le entregó ese misterioso hombre. Todo son
palabras e historietas narradas por él. Analizadas con perspectiva, algunas de ellas, sobre
todo las relativas a 1916-1932, parecen vivencias que tuvo con Champagne, pero que él
cubrió con un halo de mito para inventar a una tercera persona. Ya lo hemos visto cuando
identifica a Gaston Devaux como secretario de un Fulcanelli fantástico y sin referencias,
y no de un Julien Champagne del que sí tenemos abundante documentación.
Volviendo al tema del fichero sobre simbolismo supuestamente entregado por
Fulcanelli a Canseliet, un dato inesperado aparece en la carta de últimas voluntades de
Julien, recogida recientemente en el sitio archerjulienchampagne.com. El pintor y
alquimista pide a su hermana que dé a Canseliet, a quien llama «ce brave garçon», su
fichero personal sobre alquimia: “Tu voudras bien lui faire cadeau de mon fichier, que je
lui destine et où il trouvera des documents et des renseignements utiles pour ses travaux”.
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Instrucciones de Champagne a su hermana dentro de sus últimas voluntades para que, en el caso de
fallecimiento, devuelva a Canseliet los libros que le hubiera prestado. También manda que le regale los
libros que no quieran ella y su hermano Félix, así como su fichero personal de alquimia.
Eugène nunca aportó este dato. Según el de Sarcelles, el pintor era un mero
ilustrador, con una somera afición a superficiales prácticas “espagíricas”. Sería una
bomba que Julien fuese el autor de un archivo sobre alquimia o hermetismo con un
contenido coincidente con los fulcanelli. Pues… violà! He aquí que muchos años después
un tal Raymond Fusilier, amigo y depositario de varias propiedades de Jules Boucher,
sacó a la luz la existencia de un Un Dictionnaire Hermétique compilado por Champagne
a partir de otro de David de Planis Campy; y también de su fichero sobre Le Symbolisme
Alchimique recueilli et mis en ordre par Jean-Julien Champagne. He aquí una imagen de
sus portadas:
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Ficha de Champagne sobre el rocío como símbolo alquímico
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Queda por saber el grado de utilización de materiales procedentes de Pierre Dujols
en sus dos obras. Si atendemos al testimonio de Schwaller de Lubicz, su relación era muy
estrecha desde 1915, lo que da margen suficiente (nada menos que 10 años), para que
Julien asimilara sus ideas. De hecho, en la fotografía dedicada en su laboratorio no tiene
problema en declararse su «jeune disciple». Como tal, no puede extrañar que siga sus
mismos métodos argóticos. También es posible que plagiase ciertos materiales. O tal vez
lo más factible es que Dujols se implicase directamente en la elucidación de la imaginería
alquímica propuesta por Champagne, de tal forma que buena parte de sus soluciones
argóticas fueran un producto común. Esto explicaría el enfado de su viuda al no ver su
nombre en LMC. En cualquier caso, no lo sabemos.
Lo que sí que está claro es que Champagne era un personaje brillante en muchos
aspectos. La calidad de sus diseños es espléndida. Tenía conocimientos de ingeniería
suficientes para sostener a los Lesseps en sus proyectos aeronáuticos. Recordemos que en
esa época los aviadores hacían importantes aportes a los diseños de sus aviones. Bertrand
le reconoce como un sabio ingeniero. También era capar de tutelar en un laboratorio a
químicos e ingenieros químicos de carrera como Boucher, Sauvage o Schwaller . Han
quedado pruebas de sus experimentos y de sus notas de trabajo.
También era un hombre bien relacionado, tanto con intelectuales como con
mecenas y hombres de negocios, aunque siempre permaneció en un segundo plano.
Tampoco le faltaba dinero, aunque llevaba una existencia modesta porque no era dado a
ningún tipo de dispendio. Así, por ejemplo, en sus últimas voluntades indica a su hermana
que puede encontrar en su casa, en una maleta, 30000 francos en billetes, que era una
suma muy importante para la época.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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Últimas voluntades de Champagne,
revelando dónde guardaba una importante cantidad en dinero efectivo
Evidentemente también tuvo sus puntos oscuros, pero eso es algo que ocurre con la
biografía de otros personajes similares. Por ejemplo, por poner un par de casos, Paracelso
(acusado de brujo, borracho y pendenciero) o Dom Pernety (quien terminó formado su
propia secta iniciática y conjurando al espíritu de la Sainte Parole para intentar elaborar
la piedra filosofal). El problema de Champagne es que dejó sus obras bajo un seudónimo
ambiguo y en manos de personas sin muchos escrúpulos a la hora de manipular su legado,
que se dispersó y termino por quedar enterrado hasta fechas muy recientes.
PD:
No he tenido en consideración unos documentos aparecidos hace algunos años, que
imputan la autoría de los fulcanelli a Dujols junto a un ingeniero llamado Paul Decoeur
(1839-1923). Primero se publicó una carta fechada en 1906, donde supuestamente Dujols
propone a Raymond Roussel (1977-1933) participar en la redacción de una obra sobre el
simbolismo alquímico de cinco catedrales. El motor de este proyecto sería Decoeur
asistido por Dujols. La obra estaría ilustrada con diseños encargados a Julien Champagne.
Los problemas de este documento son muchos, pues presenta un estilo de redacción
diferente al de Pierre, algunos errores gramaticales inexplicables para un francés nativo y
sobre todo que no tiene la letra del librero. Ni siquiera la firma es igual. Además, no es
un original, que podríamos verificar analizando el papel y la tinta. El propietario apenas
lo ha descrito como una copia, de fecha indeterminada, realizada a partir de una supuesta
carta original.
Para intentar solventar alguna de estas cuestiones, sobre todo que la letra sea tan
diferente, se publicó con posterioridad otra carta “de Dujols”, esta vez fechada en 1911,
donde se dice que la correspondencia del librero era gestionada (se entiende que
redactada) por una tal Samuel Lidiakos (1881-ca.1969). Este habría sido un secretario
proporcionado por el ya mencionado barón Alexis de Sarachaga.
El problema de todo este asunto es que hay otras colecciones de cartas donde la
letra, el estilo y la temática son claramente de Dujols, sin amanuenses que… ¡incluso
firman las cartas! Por ejemplo, la librería La Fontaine d’Aréthuse vendió recientemente
una colección perfectamente verificable que se describe así:
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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une sorte d’enseignement dispensé par un Haut Initié à un
disciple, Henri Devimes, né en 1875, lequel, parallèlement,
retransmet le fruit de ces travaux à un jeune ésotériste talentueux,
natif d’Amiens comme lui, Louis Caudron (1901-1967), futur
Président de la Société Astronomique de Picardie, plus tard
proche de René Guénon avec qui il entretiendra une importante
correspondance des années trente à la fin de sa vie. […] Cet
ensemble est d’autant plus précieux que Pierre Dujols y invite de
nombreux illustres occultistes, tels F.-Ch. Barlet, Fabre d’Olivet,
H. P. Blavatsky, Edouard Chauvet, l’abbé Lacuria, Eliphas Lévi,
Papus, Saint-Yves d’Alveydre, M. de Belfort de Laroque, Paul
Vulliaud, Francis Warrain, Hoëné Wronski, Swedenborg, etc.,
dont certains firent partie de son cercle relationnel”.
Por otra parte, la vinculación del ingeniero Paul Decoeur con Fulcanelli se
fundamenta en algunos datos aportados por Canseliet en una época muy tardía, sin otros
testigos, ni nadie más que los confirme. Por ejemplo, que habría nacido en 1839, que
habría estudiado en la École polytechnique de París8, o que habría participado en la
defensa de la capital francesa junto a Viollet-le-Duc. Sin embargo, Decoeur no encaja con
otros muchos elementos también aportados únicamente por Canseliet, como la supuesta
aprobación del prefacio de LMC en 1925, la retirada de un supuesto tercer libro titulado
Finis Gloriae Mundi en 1928, la aprobación de LDP en 1929, ni por supuesto seguir vivo
en Sevilla en 1953 pues… Decoeur falleció y fue enterrado en 1923.
8
Canseliet dejó caer a algunos de su seguidores que el supuesto Fulcanelli que él pregonó en sus últimos
años era un antiguo alumno de la École polytechnique de París. Su argumento se basa en un comentario
presente en LDP: “Il est singulier, d’ailleurs, que presque toutes les significations révélées par le signe du
X ont une valeur transcendante ou mystérieuse. X c’est en algèbre la ou les quantités inconnues ; c’est
aussi le problème à résoudre, la solution à découvrir ; c’est le signe pythagoricien de la multiplication et
l’élément de la preuve arithmétique par neuf ; c’est le symbole populaire (344) des sciences mathématiques
dans ce qu’elles ont de supérieur ou d’abstrait. Il vient caractériser ce qui, en général, est excellent, utile,
remarquable (Χρεσιµ οσ). En ce sens, et dans l’argot des étudiants, il sert à distinguer l’Ecole
Polytechnique, en lui assurant une supériorité que « taupins et chers camarades » n’admettraient point
qu’on discutât. Les premiers, candidats à l’Ecole, sont unis, dans chaque promotion ou taupe, par une
formule cabalistique composée d’un X dans les angles opposés duquel figurent les symboles chimiques du
soufre et de l’hydrate de potassium : SXKOH Cela s’énonce, en argotique bien entendu, « Soufre et potasse
pour l’X »”. Se quiere dar a entender que el autor está familiazado con las tradiciones y el argot de los
estudiantes de la École polytechnique, conocida popularmente como “l’X”. Sin embargo, nada más lejos
de la realidad. La letra X no tiene ningún valor misterioso. Se debe a los dos cañones cruzados que había
en su escudo durante esos años. La divisa SXKOH propuesta por Fulcanelli para los “taupin” o “élève de
prépa scientifique” en esa escuela, nunca existió bajo tal fórmula. La correcta era MSKOH o S+KOH, que
se interpretaba como “aime souffrir et potasser”, siendo “potasser”, según comenta la obra L’Argot de l’X
(1894) “…synonyme de travailler avec ardeur. Très usité dans les collèges et à Saint Cyr dont les élèves
ont adopté pour devise cette formule chimique S + KO (soufre et potasse) le mot ne s’emploie plus guère à
l’école. A-t-on voulu par cette expérience comparer l’état du cerveau en travail à l’effervescence du
potassium quand il s’unit à l’oxygène ? Mystère ! Le soufre a pour symbole S, et la potasse KOH (hydroxyde
de potassium)”.
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José Rodríguez Guerrero, (2022), Algo sobre Fulcanelli,
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