El espectro en el umbral es el título de uno de los capítulos de una novela gótica poco conocida: Zanoni. Edward Bulwer Lytton escribe ésta novela de género fantástico, que es eclipsada por las otras obras más famosas del autor, y dentro del género por el mito incombustible del inmortal más famoso: el vampiro. Zanoni, o el Secreto de los Inmortales, basada en un sueño del autor, cuenta la historia del miembro de una sociedad secreta de inmortales que obtienen esta cualidad tomando un elixir. Dedican éstos su vida a hacer el bien, a estudiar y a no interferir en la vida de los mortales, salvo tal vez en ocasiones para preservarlos de si mismos. Son muy pocos y se caracterizan por su inmortalidad, no envejecen, ni mueren de enfermedad o por causas naturales, aunque pueden ser asesinados o suicidarse, incluso morir de tristeza; por su invisibilidad, son esquivos y difíciles de contactar o seguir; y por no permanecer demasiado tiempo en un lugar, por ser herrantes y no estar ligados a nada ni a nadie. Zanoni comete el error de enamorarse de una mortal, Viola Pisani, ídolo de la ópera napolitana. Trata de evitarlo, pero se ve irremediablemente ligado a ella, aunque sabe que esto supone su fin, el fin de su inmortalidad. El libro cuenta todos los acontecimientos, las tribulaciones que han de pasar, hasta que el final se precipita. Meditación sobre un capítulo (Spoilers a partir de aquí): Es esta una inmortalidad diferente a la de otros mitos (Fausto, el Judío Errante, Vampiros). Es una inmortalidad mortal, pues pueden morir. Es una inmortalidad sin culpa, los individuos la buscan y no sienten remordimientos al obtenerla, se hacen merecedores de ella. Para lograrla han de superar varias pruebas y someterse a los efectos del alquímico elixir de la vida eterna. Este elixir nos enfrenta con la última y más difícil prueba que hay que afrontar antes de lograr la magnífica recomensa. Esta prueba es precisamente el espectro en el umbral. El elixir abre una puerta que luego no podrá volverse a cerrar, es la puerta hacia la iluminación, la magnificencia, la inmortalidad, pero está custodiada por un espectro, el más maligno de todos ellos. Antes de cruzar, debemos derrotarlo en nuestra mente. Pero si no lo logramos tampoco podemos cerrar la puerta, ni desacernos o alejarnos del monstruo. Este nos acompañará como una sombra, siempre. Si hacemos cosas egoistas, perversas o incluso vanas, éste se mantiene oculto, no se deja ver, pero si hacemos cosas buenas, virtuosas, si tratamos de acercarnos de nuevo al umbral, entonces se materializa para atormentarnos, para horrorizarnos y tratar de corromper todo acto noble. Más adelante se descubre que ese espectro es uno mismo, lo peor de uno mismo, el obstáculo más difícil de vencer para llegar a la magnificencia.