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Introducción:
Iniciamos este capítulo presentando un sucinto análisis de Las profesiones desde la
perspectiva histórica. Esta exploración nos permitirá comprender el surgimiento de las
profesiones como un fenómeno que responde a necesidades sociales muy particulares
caracterizándolas mediante un conjunto de elementos que harán posible diferenciarlas de
otras actividades humanas. Este breve análisis histórico nos llevará a plantear un
paradigma renovado de las profesiones en el cual se propone la articulación del desarrollo
personal con el compromiso social.
Un segundo aspecto a revisar es la relación que se establece entre las profesiones
del área humanística y las del área científica. Bajo el título Caracterización de las
profesiones: objetos de estudio y ámbito de aplicación se hace una discusión acerca del
distanciamiento que usualmente encontramos entre estas áreas, y se aborda la
clasificación del conocimiento a través del tiempo, en el marco de la cultura occidental
En el tercer apartado La dimensión ética y social de las profesiones, haremos una
reflexión acerca del significado de ejercer la profesión en nuestros días. Veremos que las
profesiones se legitiman socialmente en la medida en que sirvan a fines que se consideren
socialmente deseables para una vida buena y para una convivencia justa. En el marco de
la ética cívica, analizaremos los valores fundamentales de la actividad profesional y se
analizará el valor del profesionista en razón del el servicio que presta al conjunto social,
es decir, en razón de la consecución de los bienes internos que representa su profesión.
Discutiremos que cuando el profesionista sólo persigue los bienes externos es decir,
cuando utiliza sus capacidades técnicas exclusivamente para servirse a sí mismo
aprovechando la posición de privilegio y el poder que su conocimiento o expertise le
confieren, estamos ante una desvirtuación o forma corrupta de ejercer la profesión.
El auténtico valor del profesionista no está en la mera distinción que representa el
hecho de ser un especialista, que en nuestro país corresponde a un porcentaje muy bajo
con respecto a la población en general. Esta posición que lo coloca “por arriba” o
2
“aparte” de los demás, sólo adquiere sentido y valor en la medida en lo que la sociedad
obtenga y reciba los beneficios del quehacer responsable del profesionista. En pocas
palabras, los profesionistas se deben a la sociedad y no a la inversa.
De lo anterior se desprende que la persona que ejerce una profesión está
necesariamente obligada a desarrollar una serie de capacidades éticas y a desplegar
ciertas cualidades morales que regulen el poder social que representa dada su calidad de
especialista o experto. En el apartado Competencias éticas y recursos morales del
profesionista haremos una revisión de estas exigencias reiterando que el valor del
profesionista no sólo está determinado por su competencia técnica, sino por la justicia y
el bien social que procure mediante el ejercicio de su profesión. No obstante la justicia y
el bien social no se logran con buenas intenciones sino que requieren del respaldado de
ciertas virtudes que el profesionista ha de desplegar en su actuación cotidiana.
Estas competencias permitirán mantenerse a la altura de las exigencias éticas que
suponen los aspectos de confidencialidad, lealtad, integridad, y prudencialidad en el
quehacer del profesionista. Permiten entender a cabalidad el significado profundo de la
expresión “honorarios profesionales” y analizar las condiciones o criterios bajo los cuales
se pueda determinar que dichos emolumentos se correspondan con el ideal de justicia; en
otras palabras se trata de reflexionar sobre las preguntas: ¿cuál es el monto o cantidad
justa que se debe cobrar por los servicios profesionales?, ¿será éticamente correcto que
los honorarios profesionales estén determinados por la ley de oferta y demanda?, ¿cómo
podría justificarse lo anterior? Estas cuestiones suponen, sin lugar a dudas, aspectos que
se relacionan con las competencias éticas y con el uso de la sabiduría práctica como
camino para abordar y resolver los problemas éticos y morales en el ejercicio de la
profesión.
Por último, en el quinto apartado, analizaremos La responsividad ética en el
marco de las profesiones. Esta perspectiva supone una novedad de reciente inclusión en
la discusión ética del contexto latinoamericano. La añadimos en este capítulo con la
convicción de que las tensiones entre la aspiración de una ética personal y la exigencia
que demanda una ética social ante las problemáticas de un entorno como el nuestro,
pueden encontrar apoyo teórico en una noción como la de responsividad ética.
Consideramos que conviene a los profesionistas, tanto los titulados como los que están a
3
punto de lograrlo, se familiaricen con esta noción y puedan recurrir a esta idea cuando se
encuentren enfrentados con situaciones que demandan responder con auténtico
compromiso ético.
1
Profesar significa: 1) Ejercer una ciencia, un arte, un oficio, etc; 2) Enseñar una ciencia o un arte. 3)
Ejercer algo con inclinación voluntaria y continuación en ello. Profesar amistad, el mahometismo. 4)
Creer, confesar. Profesar un principio, una doctrina, una religión. 5) Sentir algún afecto, inclinación o
interés, y perseverar voluntariamente en ellos. Profesar cariño, odio .6) En una orden religiosa, obligarse a
cumplir los votos propios de su instituto.
2
Así tenemos que en el ámbito religioso nos referimos por ejemplo al shahāda ()ةداهشلا, como la profesión
en la fe islámica; al Iudaeus, en latín y yĕhūdī en hebreo, para referirnos a la profesión de la fe judaica; el
Credo nos remite a la profesión de fe de los cristianos católicos; el Drama como la profesión de los
budistas, para mencionar algunos ejemplos.
4
de ad-vocación por la palabra”3. Así la vocación sería la palabra nacida desde el interior
de cada ser humano como un llamado que convoca o invita a ir hacia una dirección. Se
desprende de esta interpretación, que quien que tiene vocación es aquél que ha recibido
un llamado proveniente de una voz que emana desde la conciencia de cada cual.
Siguiendo con la analogía del llamado, tenemos que éste puede “escucharse” como un
susurro o como un grito; como una invitación o como una exigencia, dependiendo de la
persona y la conciencia de cada quien. Pero en términos generales el seguimiento de una
vocación se entiende como un asunto opcional y personal.
Pero la noción de vocación queda limitada cuando se aplica a ciertos contextos.
Por ejemplo Tocqueville nos dice: “En los pueblos democráticos donde no hay riquezas
hereditarias, cada uno trabaja para vivir, o ha trabajado o ha nacido de personas que han
trabajado”4. En esta descripción que corresponde al pragmatismo de los Estados Unidos
durante la primera mitad del siglo XIX, la actividad humana aparece ligada al trabajo
con carácter de necesidad y no como seguimiento de la voz o llamado interior5. Las
relaciones humanas, específicamente en el ámbito laboral y ocupacional, adquieren otro
matiz. A partir de la modernidad estos nuevos matices estarán enmarcados por valores
donde la elección y el ejercicio libre de una actividad van a realizarse a través de lo que
Tocqueville llama “las corporaciones intermedias” que son entendidas como los
mecanismos orgánicos para la generación de un nuevo orden social. Bajo este “nuevo
orden social” surgen una distinción entre las ocupaciones o profesiones liberales que se
distinguirán por el énfasis en el carácter intelectual, de aquellas que se especifican por las
destrezas manuales.
Es precisamente en el siglo XIX, con el advenimiento de la revolución industrial,
que las diversas profesiones se ven envueltas en la necesidad de entrar en un proceso de
especialización. Las demandas de habilidades cada vez más específicas para resolver
problemas cada vez más delimitados, provocan la urgencia por dedicarse a campos cada
vez más diferenciados; es una suerte de demanda social que recae de manera particular en
3
A. Caturelli. Filosofía de la Educación. Argentina: Universidad de Córdoba, 1982, p. 22.
4
A. de Tocqueville. La democracia en América. Trad. Dolores Sánchez. Madrid: Alianza, 2002, p. 194.
5
De esta visión pragmática se deriva que acostumbremos decir de una persona que se dedica a ciertas
actividades por vocación, especialmente en el campo de la música, la pintura, la filosofía, etcétera, que lo
hace “por amor al arte”, significando que lo hace no como trabajo propiamente dicho y que dedicándose a
este tipo de ocupaciones, la persona “se muere de hambre”.
5
las profesiones y en los profesionistas. Hay una sofisticación cada vez mayor de los
diferentes objetos de estudio con relación a esta especialización lo cual llevará a las
profesiones del siglo XX a entrar en el escenario social y mundial con un papel
protagónico y como el factor determinante para los desarrollos tecno-científicos
subsecuentes. En esta entrada en escena, sin embargo, las profesiones tienden a
subordinar o relegar el aspecto social y humano que supone su actividad misma, con las
lamentables y profundas consecuencias que ya conocemos6. El profesionista se dedica a
“lo suyo”, se vuelve un especialista en “su campo” y se olvida de la responsabilidad que
tiene ante la sociedad.
En el siglo XXI, sin embargo, se está haciendo un esfuerzo por recuperar el
compromiso social de las profesiones. De acuerdo con el documento “Regulación de las
profesiones liberales y sus efectos”7, las profesiones liberales: abogados, notarios,
ingenieros, arquitectos médicos, contadores, etcétera son empleos que requieren de una
formación especial en las artes o ciencias liberales pero que deben estar caracterizados
por un alto nivel de reglamentación para el uso de tales habilidades de manera que
ciencia, tecnología y compromiso ético confluyan en una misma dirección.
Sin embargo ya desde el siglo XX algunos teóricos habían analizado con
profundidad la problemática de las profesiones. Por ejemplo en el año 1910 Abraham
Flexner plantea al médico como un profesionista en el cual se deben unir en forma
indisoluble la ciencia y el humanismo8. El “Informe Flexner” es referencia obligada de
quienes escriben acerca del tema en la actualidad. Tal es el caso de Roger J. Bulger,
presidente y profesor de medicina interna del Centro Médico de la Universidad de Texas,
y ex-director del Institute of Medicine de los Estados Unidos, quien escribe In Search of
6
Una sola mención: los campos de concentración de la segunda guerra mundial fueron diseñados,
construidos, y manejados con una maestría y un grado eficiencia tal que exigieron a los “mejores”
especialistas de las diversas profesiones: arquitectos, ingenieros, administradores, médicos, contadores,
etcétera, que aportaron su conocimiento para un proyecto de exterminio masivo sumamente exitoso desde
el punto de vista técnico, pero abominablemente espantoso desde el punto de vista humano.
7
Regulación de las profesiones liberales y sus efectos. Documento de trabajo. Comisión Europea.
Dirección General de Competencia. Bruselas 2003. Recuperado en Nov. 2007.
http://europa.eu/scadplus/leg/es/lvb/l23015.htm
8
A. Flexner. Medical Education in the United States and Canada. A Report to the Carnegie Foundation for
the advancement of Teaching. Bulletin No.4. Boston, Massachusetts: Updyke. Recuperado en Noviembre
2007 en:
http://www.carnegiefoundation.org/files/elibrary/flexner_report.pdf
6
Modern Hipócrates9. En este texto su autor plantea la pregunta: ¿Es acaso que el poder
industrial de la salud destruirá la figura del médico para convertirlo en un empleado de
las grandes corporaciones, alejándolo cada vez más de su verdadera labor, su paciente?
Esta pregunta puede aplicarse en la actualidad no sólo a los médicos, sino a muchas de
las profesiones actuales. Porque el poder del mercado es uno de los poderes con los
cuales el profesionista tiene que lidiar.
Pero también tenemos por otro lado el poder del Estado quien como
representante de los intereses sociales tendría que regular que el ejercicio profesional
sirviera a los intereses comunes. Pero no existe un Estado ideal y paradójicamente el
mismo Estado ha de recurrir al conocimiento y expertise de aquellos a quienes debe
regular para establecer las obligaciones y límites que supone la práctica profesional. De
esta manera resulta que en las democracias contemporáneas los órganos y legislaciones
que regulan la actividad profesional están muchas veces hechos “a la medida” de las
profesiones y/o de los gremios profesionales y no necesariamente a la medida de la
demanda social. En el otro extremo se pueden mencionar los regímenes dictatoriales en
los cuales el poder del Estado determina las ocupaciones que cada habitante debe ejercer
para satisfacer las necesidades de la colectividad.
Es así que al preguntarnos ¿qué son las profesiones? surgen problemáticas y
tensiones que nos permiten afirmar que la actividad profesional ha estado sometida a una
multiplicidad de variables y fuerzas sociales, que hoy por hoy suponen una complejidad
mayor que en otras épocas. En la actualidad no resulta nada fácil articular vocación y
trabajo; ingreso y ética; libertades del ámbito privado y regulaciones de lo público;
intereses personales y demandas sociales. En síntesis el ejercicio profesional de hoy exige
la construcción de un paradigma renovado en el cual se puedan conciliar el desarrollo
personal y el compromiso social; el interés individual y el compromiso ético.
9
R. Bulger. In Search of the Modern Hipocrates. Iowa: University of Iowa Press, 1987.
7
¿Qué es lo que ha permitido distinguir a las profesiones unas de otras? ¿Se pueden
comprender las diferencias en razón de sus objetos de estudio?, ¿de sus métodos para
acceder y desarrollar el conocimiento?
Desde el siglo XX hasta nuestros días, en el marco de la educación universitaria
que supone la formación del profesionista las carreras se han dividido ―y
desafortunadamente para el propio valor de la universidad― en dos grandes ramas a las
cuales nos referimos coloquialmente como las carreras de “los licenciados” y las de “los
ingenieros”.
Por un lado están quienes han dado un alto valor e importancia a la argumentación
como eje para la construcción de los objetos de estudio y desarrollo del conocimiento,
mientras que por el otro encontramos a quienes han puesto todo el énfasis en la
demostración como método para llegar al conocimiento verdadero. Esto ha llevado a
ciertos teóricos como Snow a cuestionar la ruptura de comunicación entre las
humanidades y las ciencias10.
Son muchos los días que [me] he pasado horas de trabajo con científicos, para luego salir
por la noche a reunirme con colegas literatos. Y, viviendo entre dichos grupos, se me fue
planteando el problema que desde mucho antes de confiarlo al papel había bautizado en
mi fuero interno con el nombre de "las dos culturas". [Se trata de] dos grupos polarmente
antitéticos: los intelectuales literarios en un polo, y en el otro los científicos. Entre ambos
polos, un abismo de incomprensión mutua; algunas veces (especialmente entre los
jóvenes) hostilidad y desagrado, pero más que nada falta de entendimiento recíproco. Los
científicos creen que los intelectuales literarios carecen por completo de visión
anticipadora, que viven singularmente desentendidos de sus hermanos los hombres, que
son en un profundo sentido anti-intelectuales, anhelosos de reducir tanto el arte como el
pensamiento al momento existencial. Cuando los no científicos oyen hablar de científicos
que no han leído nunca una obra importante de la literatura, sueltan una risita entre
burlona y compasiva. Los desestiman como especialistas ignorantes. Una o dos veces me
he visto provocado y he preguntado [a los no científicos] cuántos de ellos eran capaces de
enunciar el Segundo Principio de la Termodinámica. La respuesta fue glacial; fue
también negativa. Y sin embargo lo que les preguntaba es más o menos el equivalente
científico de "¿Ha leído usted alguna obra de Shakespeare?"11
¿Cuándo, cómo y por qué empezaron a surgir estas semejanzas y diferencias, pero sobre
todo ese distanciamiento hostil en el ámbito de la actividad profesional?
10
Ch. P. Snow. Las dos culturas y un segundo enfoque. Madrid: Alianza Editorial, 1987, p. 14.
11
Charles Percy Snow (1905-1980) fue un físico y escritor inglés. Las dos culturas es una conferencia que
dictó en 1959 para lamentar el severo distanciamiento entre los "intelectuales literarios" y los "científicos".
Su publicación causó un intenso debate que, aunque ha ido cambiando de matiz, sigue abierto hoy en día.
8
12
Cfr. C. O. Suárez. ¿Están separadas las ciencias y las letras? Recuperado en Nov.2007.
http://www.pliegosdeopinion.net/pdo3/articulos/separadas.pdf
9
el siglo XII los estudiantes europeos se trasladaban de una ciudad a otra para estudiar con
los maestros de quienes querían aprender y pasaban de magíster en magíster-13.
Bajo esta figura y algunas normatividades hacia los aprendices, la formación que
se encontraba en la mayoría de los monasterios inicia su cambio a lo que será conocido
en los siglos posteriores como la Universidad. Sitio que responderá a la urgente
necesidad de encontrar un lugar común desde donde el aprendiz pudiera aprender a
profesar su vocación. Ejemplo de ello será la famosa frase de Bernardo de Chartres
representante de la conciencia de los hombres de su tiempo quien refiriéndose al
pensamiento de los griegos en especial al de Aristóteles menciona:
Somos unos enanos encaramados en los hombros de unos gigantes. Así vemos más lejos
que ellos, no porque nuestra mirada sea más aguda o nuestra estatura más alta, sino
porque ellos nos llevan encima y nos elevan sobre su altura gigantesca. 14
Siguiendo con este bosquejo a grandes rasgos acerca del desarrollo de las
profesiones, tenemos que en el siglo XXVII, frente a la necesidad de unificar el studium
(estudio) y la Universitas (la corporación), se crea la licencia ubique docendi o
reconocimiento universal de los grados obtenidos lo que permitía el ejercicio de los
mismos en cualquier parte del mundo. Fue hasta el siglo XVIII con los fuertes cambios
sociales en Francia que el Estado Napoleónico asume la responsabilidad de la formación
de una nueva vida universitaria que pudiera dar cabida a las amplias demandas de la
creciente sociedad imperial introduciendo así a las profesiones como el nuevo elemento
para la regulación de la educación impartida por el estado.
Durante los siglos XIX y XX, y ya en el marco de las instituciones formales de
enseñanza superior, se siguen generando y ofreciendo nuevos y distintos tipos de
especialización académica. Orientada dicha especialización, y según ya lo habíamos
señalado, por el desarrollo de la ciencia y las demandas sociales que exigen un
conocimiento cada vez más especializado. Pero es preciso centrarnos ante las demandas
del siglo XXI y preguntarnos por la dimensión ética y social de las profesiones en la
actualidad.
13
Cfr. J. Le Goff. . Los intelectuales de la edad media. Barcelona: Gedisa, 1996.
14
En Europa Occidental el nacimiento de las universidades. Libro digital recuperado en Nov. 2007, p. 33.
http://iris.cnice.mec.es/kairos/temas/Tiempos/tiempos2_0202.html
10
15
E. Martínez Navarro. “Ética de la Profesión: Proyecto Personal y Compromiso de Ciudadanía ”. Revista
VERITAS , Valparaíso, Chile No. 14. (2006) Páginas 121-139. (p. 122)
11
social todos y cada uno de los planes personales no resulta algo sencillo ya que
necesariamente entran en colisión unos con otros. Por ello resulta importante prestar
atención a la idea de convivencia justa. En este polo de la convivencia justa es que se
sitúa la propuesta de la ética cívica con la finalidad de que el profesionista pueda ajustar
su proyecto de realización personal ―y profesional― a dicha exigencia.
Proponemos el valor de la justicia como parte medular de una ética cívica. Como
ciudadano, como parte del conjunto social, el profesionista tiene como primera
obligación la de orientar su actuación por el ideal de Justicia. Sobre todo cuando se
comprende este ideal conformado por el conjunto de otros cinco valores fundamentales:
libertad, igualdad, solidaridad, respeto activo y tolerancia, y actitud de diálogo.
Las acciones que realiza el profesionista tienen repercusión, directa o
indirectamente en las vidas de otras personas, es decir, en el conjunto social. Si el
profesionista no toma en cuenta esta condición es probable que pueda afectar de manera
negativa, por su ignorancia ―culposa16― o negligencia, la vida de terceras personas.
Por ello resulta conveniente que el profesionista cuente con un marco de referencia claro
y suficiente acerca de los principios éticos y los ideales de comportamiento que orienten
sus decisiones profesionales.
El profesionista es un miembro privilegiado dentro de su comunidad. Esto se
vuelve doblemente importante en un país como México en el cual, menos de cinco
personas de cada cien poseen un título profesional. El liderazgo y prestigio social que
caracterizan al profesionista ―y que se ve reflejado en la forma en que el resto de la
gente se dirige a él/ella llamándolo con deferencia, Licenciado/a”, “Ingenioero/a” o
“Doctor/a” ― sólo pueden legitimarse en la medida en que éste favorezca, con su
actuación profesional, el desarrollo del conjunto social del que forma parte17.
16
Las personas pueden ser ‘responsables’ pero no ‘culpables’ de algunas acciones que afectan
negativamente cuando se alega ignorancia e impremeditación en su proceder. Pero la actividad profesional
no califica para este tipo de consideraciones puesto que el profesionista, siendo miembro privilegiado de la
sociedad, debe tener mayor claridad y responsabilidad respecto de su actuación que el resto de los mortales.
17
Algunas de las ideas que se expresan en este apartado fueron originalmente formuladas y redactadas
para formar parte del Código de Ética de la Comunidad ITESM (2000). Hacemos mención de este
documento pues consideramos que su versión completa puede servir a los fines que se proponen en este
apartado del texto. Ver http://www.mty.itesm.mx/nuestrocampus/etica/home.html
12
18
F. Savater. “La Necesidad de la Ética” en El contenido de la felicidad. Madrid: El País/Aguilar, 1994. p. 69.
19
La capacidad de razonamiento autónomo es una competencia ética que será analizada a mayor detalle en
el siguiente apartado.
13
El profesionista reconoce una igualdad básica que nos vincula o hermana con toda
la humanidad y nos faculta para ejercer iguales derechos así como para asumir iguales
deberes. El profesionista procura desplegar un trato igualitario y una actitud de servicio
hacia todo aquel que lo solicita evitando actuar con actitudes prejuiciosas o con
favoritismos convenencieros. En el escenario social y como ciudadano, el profesionista
justo no usa su posición de poder para obtener un trato preferencial en detrimento de
otros que, por falta de preparación y de relaciones, ven denegadas las oportunidades que
les corresponden por derecho propio.20
La solidaridad es un valor por el cual se muestra empatía y apoyo hacia aquellos
que lo necesitan, compartiendo tiempo, esfuerzo y recursos en orden a mitigar sus
carencias o para enfrentar y solucionar los infortunios que les afectan21. La costumbre
en ciertas profesiones de prestar servicios “pro-bono” o de manera gratuita a la gente
desfavorecida que no puede costearlos, es una práctica que bien deberían seguir todos los
profesionistas. El profesionista ha de promover además acciones tendientes a cambiar de
fondo las condiciones que impiden que las personas puedan vivir con dignidad.
Por último, la actitud para dialogar y buscar soluciones razonables a las
situaciones conflictivas, debe ser un rasgo distintivo del profesionista. Dialogar implica
saber escuchar al otro y mantener los canales de comunicación abiertos. La capacidad
para defender los propios puntos de vista sin asumir que se tiene la verdad absoluta, es
una habilidad que se nutre de la humilde socrática y que se expresa en una apertura que
permite alcanzar acuerdos sin anular las diferencias que nos enriquecen.
Los valores que hemos presentado reflejan y sintetizan lo que sería la propuesta
de una ética cívica en el marco de la actividad profesional. El reto de actuar conforme a
estos valores no es una tarea sencilla pues requiere del desarrollo de ciertas competencias
que es preciso revisar lo cual haremos en el siguiente apartado. Mas antes de pasar a ello
una breve reflexión acerca de lo que representan los bienes internos de la propia
profesión. Al respecto resaltamos una cita de Adela Cortina:
20
Nos estamos refiriendo aquí a situaciones que metafóricamente llamaremos “adelantarse en la fila”
abusando del poder que pueda representar ante aquellos que supuestamente velan porque la fila se respete.
21
Ver S. Patiño. “Solidaridad compasiva y compasión solidaria en la conformación de la identidad
ciudadana”. Ponencia 1er. coloquio Ética, Ciudadanía y Educación frente a la Sociedad del Conocimiento.
Monterrey, México, Junio 27-29, 2005.
14
Por bien interno vamos a entender el conjunto de funciones u objetivos sociales que debe cumplir
una profesión determinada y para los cuales esta ha sido diseñada, por ejemplo: el cuidado de la
salud representaría el bien interno de la profesión médica; el aprendizaje de los alumnos sería el
bien interno de la profesión de maestro; el diseño y construcción de casas y edificios de los
arquitectos; el análisis y la prospectiva económica para el economista; el diseño de máquinas y la
optimización de los procesos industriales para el ingeniero industrial, y así sucesivamente. Estos
profesionistas, por su parte, habrán de recibir una justa retribución por su actividad, así como el
reconocimiento o prestigio que la sociedad les confiere en razón de su quehacer profesional. Esta
retribución representa lo que se llama el bien externo de la profesión. Pero ejercer la profesión
poniendo los bienes externos en primer lugar constituye lo que Cortina llama corrupción de las
profesiones. Por otro lado, las actividades profesionales se han de realizar de manera excelente,
pues de nada servirían a la sociedad médicos que “medio-cuidaran” de sus pacientes, o maestros
que no enseñaran los aprendizajes correctos, o arquitectos que construyeran casas defectuosas,
etcétera23. Esta reflexión acerca de los bienes internos y los bienes externos sintetiza de manera
indiscutible el enfoque que deben tener las profesiones en vías a su legitimación social y sirve
para recalcar el compromiso ético que conlleva el ejercicio de cada profesión.
22
A. Cortina, Ciudadanos del Mundo. Hacia una Teoría de la Ciudadanía. Madrid: Alianza, 1997, p. 159
23
Al respecto vale revisar el texto de I. Carmona (2007) acerca de la mediocridad.
15
repercusiones negativas para el grupo de profesionales que optan por prestar sus servicios
en una institución pública, así como para la sociedad misma. Se perpetúa un círculo
vicioso en el cual se supone que son “los mejores” los que se dedican a la práctica
privada y son los que pueden y merecen ganar más, mientras a los profesionistas
“mediocres” no les queda más remedio que trabajar como asalariados en una institución.
Paradójicamente esta distinción que desvirtúa el valor de los servicios públicos
opera a la inversa en ciertos campos o especialidades de otras partes del mundo. Por
ejemplo en España, en el campo de la educación, son las universidades públicas las que
cuentan con los mejores profesores y los mejores alumnos. Quienes no alcanzan a pasar
los exámenes de oposición o no cubren los puntajes de las pruebas de admisión,
respectivamente, tienen que buscar espacios en el ámbito de las universidades privadas.
Retomando nuestra reflexión sobre el honor, tendríamos, por lo tanto, que los
profesionistas harían bien en reconsiderar desde el punto de vista de su responsabilidad
ética-social las implicaciones que representa el cobro por sus servicios, sobre todo si
desean hacerlo correspondiente con conceptos como los de honorabilidad y justicia de la
propia profesión.
En un texto titulado Profesionalismo sin profesión John Kultgen24 señala algunos
principios que caracterizan el desempeño profesional de cualquier actividad y que
proponemos en este capítulo como marco de análisis para considerar las competencias
éticas y recursos morales que el profesionista debe desplegar en su ejercicio. En el
siguiente capítulo se analizarán los principios que constituyen la responsabilidad
profesional. Kultgen destaca tres de estos principios: servicio, beneficencia y no
maleficencia, e integridad comunicativa, para definir lo que llama el ideal del
profesionista o el profesionista ideal y nos propone una serie de reflexiones
aspiracionales e inspiracionales que presentamos enseguida.
Es misión del profesionista ideal, señala el autor, ofrecer un trabajo técnicamente
excelente y altamente especializado, al servicio de quienes lo necesiten. El profesionista
se deberá guiar por este ideal de atención generosa al poner sus servicios expertos en
manos de quienes así lo requieran. El profesionista deberá sentir simpatía, compasión y
24
Cfr. J. Kultgen. “Profesionalism sans Profession” en Ethics and Professionalism. Philadelphia:
University of Pennsylvania Press, 1988.
17
25
Ver tesis de S. Patiño, 2007.
26
Para una mayor explicación sobre este tipo de aproximación se puede consultar el trabajo de A. Peperzak
en Before Ethics, 1997, pp. 28 y sigs. Estos planteamientos también los recupera este autor en un
manuscrito más reciente que está en vías de publicación: “Ética como Filosofía Prima”, p. 29 y sigs.
19
La pregunta de Caín, que parece tan brutal, sería totalmente razonable en un mundo sin
vínculos, y todas las prédicas sobre las responsabilidades globales de la humanidad no
serían sino mala retórica para ocultar el hecho de que nadie tiene por qué responder ante
nadie por la suerte de los otros seres humanos o de la naturaleza.28
27
A. Cortina. “Ciudadanía Cosmopolita: de los Derechos a las Responsabilidades”.Revista Debats. No. 77.
Verano 2002. p. 5. Recuperado en enero de 2007:
http://www.alfonselmagnanim.com/debats/77/quadern02.htm
28
Ibid, p. 4.
29
La cita original está en inglés y es así: “Of course I am my brother’s keeper; and I am and remain a
moral person as long as I do not ask for a special reason to be one. Whether I admit it of not, I am my
brother’s keeper because my brother’s well-being depends on what I do or refrain form doing. And I am a
moral person because I recognize that dependence and accept the responsibility that follows. The moment I
question that dependence, and demand as Cain did to be given reasons why I should care, I renounce my
responsibility and am no longer a moral self. My brother’s dependence is what makes me an ethical being.
Dependence and ethics stand together and together they fall”. Z. Bauman. The Individualized Society.
Cambridge, U.K.: Blackwell, 2001, p. 72.
20
Bibliografía Recomendada:
Cortina, Adela. Ciudadanos del Mundo. Hacia una Teoría de la Ciudadanía. Madrid: Alianza,
1997.
Hortal, Augusto. Ética General de las Profesiones. Bilbao: Desclée De Brouwer, 2002.
Kulgen, John. Ethics and Professionalism. Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1988.
************************************************************************
Bulger Roger J. In Search of the Modern Hipocrates. Iowa: University of Iowa Press, 1987
Cortina, Adela. Ciudadanos del Mundo. Hacia una Teoría de la Ciudadanía. Madrid: Alianza,
1997.
Hortal, Augusto. Ética General de las Profesiones. Bilbao: Desclée De Brouwer, 2002.
Patiño, Susana. “De las Relaciones Justas a las Relaciones Responsivas. La Responsividad Ética
en el Marco Institucional”. Ponencia presentada en el XIV Congreso Internacional de Filosofía
de la AFM. Mazatlán, México, Noviembre 4-9, 2007.
Patiño, Susana. “La Noción de Responsividad. Punto de encuentro para tres aproximaciones de
la Ética”. Tesis doctoral, Tecnológico de Monterrey, 2007.
Peperzak, Adriaan Th. Before Ethics. New York: Humanitiy Books, 1997.
Peperzak, Adriaan Th. (2005) “Ética como Filosofía Prima” Manuscrito no publicado, 2005.
Sañudo, M. y Patiño S. “¿Se puede hacer investigación científica en las Ciencias Humanas”?.
Memorias del XXIII Congreso RIEEE, Tecnológico de Monterrey, 2005.
Snow, Charles Percy. Las dos culturas y un segundo enfoque. Madrid: Alianza Editorial, 1987.
Tocqueville, Alexis de. La democracia en América. Trad. Dolores Sánchez de Aleu. Madrid:
Alianza, 2002.
Recursos electrónicos:
Código de Ética del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey.
http://www.mty.itesm.mx/nuestrocampus/etica/home.html
Flexner A. Medical Education in the United States and Canada. A Report to the Carnegie
Foundation for the advancement of Teaching. Bulletin No.4. Boston, Massachusetts: Updyke.
Recuperado en Noviembre 2007 en:
http://www.carnegiefoundation.org/files/elibrary/flexner_report.pdf
Regulación de las profesiones liberales y sus efectos. Documento de trabajo. Comisión Europea.
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