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Gestión de Calidad
Unidad I
Integrantes:
*BORRADOR*
Introducción
Según su modo de acción, los protectores solares pueden clasificarse en protectores solares físicos
(es decir, óxido de zinc y dióxido de titanio, que permanecen en la superficie de la piel y desvían
principalmente la luz UV) o protectores solares químicos (es decir, filtros orgánicos UV, que
absorben la luz UV).
La luz solar está compuesta por paquetes de energía llamados fotones. Los colores visibles que
podemos ver a simple vista son relativamente inofensivos para nuestra piel; son los fotones de luz
ultravioleta (UV) del sol los que pueden causar daños en la piel. La luz UV puede dividirse en dos
categorías: UVA y UVB. Nuestra piel contiene moléculas que están perfectamente estructuradas
para absorber la energía de los fotones UVA y UVB. Esto pone a la molécula en un estado
energéticamente excitado. Para liberar la energía adquirida, estas moléculas sufren reacciones
químicas, y en la piel eso significa que hay consecuencias biológicas.
Las investigaciones demuestran que se necesita aproximadamente una onza, o sea, una cantidad
de protector solar del tamaño de un vaso pequeño, para cubrir las zonas expuestas del cuerpo de
un adulto medio, y una cantidad del tamaño de una moneda de cinco centavos para la cara y el
cuello (más o menos, según el tamaño de su cuerpo). La mayoría de las personas se aplican entre
una cuarta parte y la mitad de las cantidades recomendadas, con lo que su piel corre el riesgo de
sufrir quemaduras solares y daño por radiación.