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Universidad de San Pedro Sula

San Pedro Sula

Honduras

Tarea 2: APLICACIÓN DE ACENTOS

Sonia Margarita España

No. cuenta 2210019

MAE. Fátima Bueso

Español, sección 20

24 de septiembre de 2022
FRIJOLES COMO SIEMPRE

Se acercaba la hora del almuerzo, la hora del martirio de Juan Sánchez, no tanto por tener
que comer frijoles siempre, sino porque Josefa, su mujer, empezaba con la misma
cantaleta:

- ¿Estás oyendo, Juan? ¿Estas oyendo a la vecina? Comerán pollo otra vez, ¿y nosotros?
¡frijoles como siempre!

Josefa se volvía insoportable cada vez que escuchaba a la vecina comentar en voz alta los
preparativos que hacía, o había hecho, para el almuerzo. Las paredes de las casas en
aquel barrio marginado de Comayagüela donde vivían, eran tan delgadas, que todo lo que
platicaban sus ocupantes se oía en la otra. Juan ya estaba harto de todo esto.

                               - ¡Por favor, Josefa! ¿Qué querés que haga? Que asalte un banco para que
podamos comer bien como ellos, seguramente que el marido de doña Rita tiene sus buenos
recursos y pueden darse el gusto de comer bien.

Josefa soltó una carcajada; le dijo que no creía eso porque si así fuera ellos no se habrían
venido a vivir a la casa de al lado en aquel cerro donde ni agua había, y lo que la ponía de
mal humor era saber que el marido de la vecina era un obrero como él. L e recomendó se
hiciera su amigo para que le consiguiera chamba en la fábrica donde él trabajaba, ya que
seguramente allí, sí pagaban bien.

Juan apretó los puños y maldijo la hora en que a doña Rita se le ocurrió pasarse a la casa
de al lado. Antes de llegar ella, Josefa vivía tranquila. El salario que él ganaba en la
fábrica apenas les alcanzaba para malvivir, pero estaban tranquilos, lo obligo a que
dejaran el campo donde les iba mejor, para venirse a la capital a sufrir hambre.

Josefa le hizo una seña y Juan de mala gana, aguzó el oído para escuchar a la vecina que
le decía a la hija de crianza:

 -Voy a ir a la pulpería a comprar unos macarrones, te recomiendo no vayas a dejar


quemar el pollo como el del otro día.

 - ¿Oíste, Juan? También macarrones – comentó Josefa con mal disimulada envidia.

Juan se levantó de la mesa, furioso, sin probar siquiera la sopa de frijoles con huevo que
se aprestaba a comer. La amenazó con que, si lo seguía molestando con lo mismo todos los
días, iba a regresarse al monte de donde nunca debió salir, porque él era un campesino y
que, si le estaba haciendo de obrero en la capital, era solo por complacerla. “Allá bien
que te comías los frijoles sin renegar” –le grito –Josefa calló, conocía bien a su marido y
sabía que el muy bruto era capaz de regresarse y entonces los proyectos que tenía para él
y su hijo se vendrían abajo. Allí en la capital por lo menos metería al muchacho a un
batallón como soldado y quién sabe si con el tiempo le gustará la carrera y llegará hasta
coronel. Sonrió con satisfacción y dejó que por un momento la mente se le fuera:
“¡Qué bien se vería su hijo luciendo tres estrellas en el uniforme!”

En cuando a Juan, sabía que si se lo proponía llegaría lejos. Juan no era tonto, sabía leer
y escribir, solamente había que esperar la oportunidad y mientras ésta llegaba se prometió
dejar de molestarlo, aunque para ella era un martirio escuchar todos los días a la vecina,
cuando hacía los preparativos del almuerzo. De ahora en adelante se haría de oídos
sordos, ¡ya llegaría el día en que todo cambiaría para ella!

 Juan y su familia se la vieron duras, sobre todo cuando los frijoles se pusieron caro,
tuvieron que conformarse con “los gringos” que, aunque no eran tan buenos como los del
país, por lo menos eran más baratos. A veces Juan se quedaba trabajando en la fábrica,
haciendo horas extras y entonces se daban el lujo de comerse un mondongo mal hecho o
una sopa de olla. Cierto día Juan llegó muy contento a su casa.

- ¡Vieja, vieja! ¡A que no te imaginas lo que me ha sucedido hoy! ¡El patrón me aumentó el
salario! ¡Hora sí, vieja, podremos comer carne de vez en cuando!

Con los ojos llenos de júbilo, Josefa le preguntó el motivo por el cual le había aumentado.
Él le contó que en la fábrica los obreros se pusieron en huelga por el despido injusto de un
compañero y habiendo sido él, el único en no participar en eso, el patrón se lo tomó en
cuenta aumentándole el salario.

Josefa lo miró con brillo extraño en la mirada, ¡la oportunidad de Juan había llegado!
Con una mezcla de cólera fingida y risa sarcástica, le dijo que había hecho muy mal en no
apoyar al obrero despedido, que a él también le podía suceder lo mismo y que entonces sus
compañeros no lo iban a defender por haberse puesto al lado del patrón. Que para eso era
miembro ya del sindicato. Le recomendó apoyara la huelga y hasta se atreviera a hablar
defendiendo los derechos de su compañero.

Juan quedó sorprendido de la inteligencia de su mujer, por algo ella había sido maestra
empírica.  Se rascó la cabeza como queriendo analizar sus palabras y ella prosiguió:

- ¿Te acordás como se quedaban todos con la boca abierta, cuando te daba por predicar
en la capillita de la aldea? –Vos no sos tonto, Juan, y si aprovechas esta oportunidad para
hablarles bonito, pues quien sabe si de repente hasta te convertís en líder sindicalista, hay
muchos que por ahí han empezado, y han llegado hasta a diputados, el asunto es hacerse
notar, hacé lo que te digo y ya verás…

Esa noche Juan no durmió pensando en las palabras de su mujer, Ella tenía razón, si otros
habían llegado lejos, ¿por qué él no?

Al Día siguiente se unió a sus compañeros defendió con ardor los derechos del obrero
despedido, aunque su gramática no andaba muy bien porque decía palabras como haiga
en lugar de haya, sus compañeros no lo notaron y lo felicitaron efusivamente.
 Ese fue el comienzo de su carrera como líder sindicalista;   también de una cadena de
sufrimientos, fue encarcelado en varias ocasiones por agitador, y su mujer tuvo que lavar y
planchar ajeno para poder subsistir. Esto en lugar de detenerlo le dio impulso para seguir
adelante. Llegó a ser secretario del sindicato y hasta presidente de una federación de
trabajadores.

Un político se fijó en él y lo propuso a los dirigentes de su partido para que lo lanzaran


como diputado, asegurándose así para su partido, los votos de todos los campesinos y
obreros del país.

Juan compró un litro de aguardiente y corrió a celebrar a su casa con algunos amigos del
acontecimiento.

- ¡Seré diputado, vieja! –le dijo lleno de gozo.

Ella, orgullosa como pavorreal, dio un suspiro de alivio. ¡Al fin había logrado lo que
quería! ¡Juan no la había defraudado!

Le pidió un limón para tomarse los tragos con sus amigos y como ella no tenía, decidió por
primera vez molestar a la vecina.

-Doña Rita-, mi marido ha llegado con unos amigos y me ha pedido un limón para tomarse
unos tragos con ellos, ¿podría facilitarme uno?

-Lo siento, no tengo.

Josefa insistió.

- ¡Pero, doña Rita! Si ayer precisamente oí que le decía a su hija de crianza que le
guardara los limones que habían sobrado del pastel, para usarlos en el pescado que se
comerían hoy...

Doña Rita comenzó a tronarse los dedos y se puso blanca como papel de carta, cuando vio
que su hijo menor se levantaba del suelo donde jugaba con unas latas vacías para decirle
a su padre:

- ¿Te diste cuenta, papá? ¿Oíste lo que dijo la vecina? Mi mamá hizo pastel ayer y hoy
pescado y a nosotros solo nos dio frijoles como siempre.

Josefa sonrió maliciosamente al comprender el engaño en que la había mantenido la


vecina durante tres años. No sintió furia ni cólera hacia ella, sólo lastima, una enorme
lástima. Regresó a su casa sin el limón, pero más contenta que nunca, porque su martirio
de tanto tiempo había terminado y porque quizá dentro de pocos meses dejaría de ser
Josefa para convertirse en doña Josefa, ¡la esposa del diputado!
Y por supuesto que Juan Sánchez llegó a ser diputado, y de los buenos, porque había
vivido la realidad nacional den todos sus aspectos y con todas sus crueldades. Luchó
porque las cárceles del país no sólo fueran para los pobres, por una reforma agraria más
justa y sobre todo por estabilizar el precio de los frijoles. (Castañeda, 1991)

 Vivían  También  Sarcástica  Comerían  Llegará


 Sánchez  Batallón  Líder  Cárceles  
 Fábrica  Llegaría  Asegurándose  Soltó  
 pulpería  Patrón  limón  Gustará  

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