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ABRE TU MANO PARA DAR

Por Alberto Valdivia Cier

"Nunca dejará de haber pobres en la tierra: por eso yo te mando: abre la mano a tu
hermano, al pobre, al indigente de tu tierra" (Deuteronomio 15, 11)

Ser pobre es la cosa más terrible que existe en la vida, nadie desea pasar por esa
situación. La pobreza es el reflejo de la condición egoísta del hombre; existen pobres
porque los hombres no reparten equitativamente las riquezas del planeta. Dios nos ha
dado un planeta rico, capaz de suplir las necesidades de todos los seres humanos, solo es
necesario que los seres humanos podamos ser capaces de tomar solo lo necesario y dejar
el resto para los demás.

Lastimosamente el hombre no es así, estamos llenos de egoísmo, personalismo, y falta de


solidaridad. Hay quienes tratan de culpar a Dios de las miserias del hombre, pero seamos
objetivos, los problemas humanos se deben a nuestro corazón endurecido y nuestra falta
de amor.
¿Sabían ustedes que si dejásemos de comer helados y chocolates, de gastar en comidas
para perros y comprar joyas y cosméticos durante un año eliminaríamos la pobreza en los
países del tercer mundo durante por lo menos diez años?, pero claro ponernos de
acuerdo para tomar estas medidas es imposible por el corazón egoísta del hombre; pero
no le echemos la culpa a Dios de todo esto por favor, el hombre sufre las consecuencias
de su pecado.

Sin embargo Dios no nos ha dejado sin ayuda y misericordia, él sabe cómo compensar a
los seres humanos. Por ejemplo, Dios es muy bueno con los pobres, a ellos les da la
capacidad de encontrar satisfacción con lo poco que tienen, en cambio los que más
posesiones tienen les es muy difícil encontrar satisfacción con lo poco, necesitan más y
más, y paradójicamente entre más tienen más cargados, presionados y preocupados
viven, perdiendo la capacidad de ser felices con lo simple de la vida.

Es importante que todos aprendamos a vivir con sencillez, disfrutar de los detalles más
simples, dejar de lado lo sofisticado y ser humildes. Si tenemos posesiones no hay que
permitir que las posesiones nos controlen y nos manejen, vivamos la vida tal como Dios
nos la ha dado; regocíjate con un bello atardecer, escucha el sonido de las aves y sonríe,
juega con los niños y de vez en cuando vuélvete tú también como un niño; gasta menos,
compra menos y ese dinero que ahorras compártelo con los que no tienen, verás que eso
te hará una persona mejor.

No te quejes por la miseria del mundo, haz algo para aliviarlo, comienza en tu corazón,
con tu actitud. Pero sobretodo agradece a Dios por lo que él te da, compromete con él y
conviértete en un instrumento de paz y de amor a favor de tus hermanos más
necesitados. Si vives así podrás tú también descubrir la alegría de los pobres, de aquellos
que son libres de la esclavitud de las posesiones.

Recuerda lo que dice Jesús: "No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el
óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien acumulen para sí
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a
robar, porque donde este tu tesoro, allí estará también tu corazón" (Mateo 6:19-21)

Este es el mensaje y sabiduría de Cristo, si la seguimos seremos felices y haríamos felices a


muchos. Sigue a Jesús ahora mismo y vive su bendito mensaje.

LEAN ESTOS VERSÍCULOS Y PERMITAN QUE DIOS HABLE A SUS CORAZONES:

"Nunca dejará de haber pobres en la tierra: por eso yo te mando: abre la mano a tu
hermano, al pobre, al indigente de tu tierra" (Deuteronomio 15, 11)

“Todo aquel que es generoso para con el pobre honra a Dios” (Proverbios 14:31)

“El justo se preocupa por impartir justicia al pobre, pero el malvado no tiene tal
preocupación” (Proverbios 29:7)

“Cuando des un banquete, invita al pobre, al cojo y al discapacitado, al ciego, y serás


bendecido” (Lucas 14:31)

“...les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes,
por mí mismo lo hicieron” (Mateo 25:35-40)

HERMANOS, ES TIEMPO DE ABRIR NUESTRAS MANOS A LOS NECESITADOS DE LA TIERRA.


DEBEMOS COMPARTIR EL EVANGELIO Y COMPARTIR NUESTRO PAN CON ELLOS. ¡CRISTO
ESTÁ ESPERANDO QUE LO HAGAMOS!

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