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Sabías que…
Esta devoción mariana se determinó con el choque
del catarismo. Esta herejía renueva el antiguo error de los
maniqueos; enseñaba la existencia de dos principios
eternos, irreductibles: el Bien y el Mal, criaturas de dos
mundos opuestos: el espíritu y la materia. Partiendo de
esta convicción, la Encarnación del Hijo de Dios les
parecía imposible; procediendo la materia del Mal, el
genio del Bien no había podido tomar carne en el seno de
María. Esta negación es de graves consecuencias, pues la
naturaleza humana de Jesús sólo era un fantasma, su vida
terrestre un engaño, su dolorosa pasión un simulacro de su
sufrimiento. En cuanto al papel y a la dignidad de María,
éstos se hallarían reducidos a la nada.
Santo Domingo tuvo la rápida intuición de que debía
recurrir a la plena realidad del Evangelio, a la santa
predicación del verdadero salvador de los hombre. Por
eso, reza, y hace rezar por el pueblo que le escucha,
oraciones intercaladas de Avemarías meditadas y
repetidas, pues en ellas se contienen las verdades de
nuestra fe.
“María, como
Madre, quiere;
como Reina,
puede; como
Patrona debe”.