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Jordi Moreras.
Musulmanes en Bacelona.
La práctica religiosa durante el ramadán.
La práctica religiosa durante
el ramadán
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Musulmanes en Barcelona
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La práctica religiosa durante el ramadán
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Musulmanes en Barcelona
Fotos 11 y 12. Celebración del final de ramadán en Barcelona. Como ya va siendo habitual
desde algunos años, la plaza de l’Escorxador en Barcelona se convierte en lugar de encuentro
de los musulmanes barceloneses y de las localidades cercanas, para celebrar el fin del mes
sagrado del ramadán. Los medios de comunicación también acudieron puntuales a la cita . Tras
la jutba, pronunciada en esta ocasión (1997) por el imam del Centro Islámico de Barcelona y
la oración comunitaria, cierra el acto el saludo colectivo entre los participantes.
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41. En España, a través del Acuerdo de Cooperación de 1992, se reconocen unas determi-
nadas fechas festivas musulmanas. Del mes de Ramadán, sólo aparece reflejada como tal su pri-
mer día. Una única jornada, sin lugar a dudas, es mucho más fácil de incorporar dentro de un
contexto social secularizado que un largo período festivo como es el Ramadán.
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sas adquieren, en el caso del ramadán, una fuerte relevancia. En los países musul-
manes de origen, por ejemplo en Marruecos, el código civil penaliza la ruptura en
público del ayuno con de uno a seis meses de cárcel y una multa de 200 dirhams.
En el contexto migratorio, por la trascendencia que adopta esta práctica en un
medio no musulmán, la presión social que conmina a su cumplimiento emplea
otros medios de coerción, como la crítica pública, activada a través del rumor.
Esta presión social, como muy bien argumentan Ferrie y Radi (1988), puede elu-
dirse a través de una aceptación pasiva de esta observancia o por el desarrollo
de actitudes de conveniencia por parte de los miembros de esta comunidad.
Esto nos hace pensar que no es posible evaluar el grado de observancia religio-
sa de las comunidades musulmanas atendiendo exclusivamente al período del rama-
dán. En varios estudios sobre comunidades inmigrantes de origen musulmán en
España, al hablar del tema cultural y religioso, siempre se suele incluir la pregunta
"¿practica Vd. el ramadán?", cuya respuesta, en la mayoría de los casos, suele ser afir-
mativa (véanse, entre otros, Solé 1994 y Domingo-Clapés-Prats, 1995). Si compara-
mos estas contestaciones con las de las entrevistas realizadas en el clásico estudio
de Roca, Roger y Arranz (1983), en el que, de los 22 encuestados, 12 declaran cum-
plir con el ramadán y 7 no (más 3 sin determinar), podemos afirmar que el desa-
rrollo comunitario musulmán ha supuesto el mantenimiento de la observancia
religiosa de preceptos socialmente tan importantes como es el ramadán.
Teniendo esto presente, la información sobre el grado de práctica en este período
ha de ser complementada con datos de otros momentos a lo largo del año, puesto
que ella sola, por sí misma, podría indicarnos una percepción errónea. Además, es
preciso contextualizar la expresión de esta observancia planteando la relación res-
pecto a ella que puedan tener diferentes grupos de edad, entre hombres y mujeres
e, incluso, entre comunidades distintas. Hasta que no dispongamos de más datos con
respecto a la observancia del ramadán en las comunidades musulmanas en Cataluña,
será necesario partir de lo que dicen otros estudios realizados en Europa. Por ejem-
plo, Abdelilah Hassanian, en un trabajo sobre los jóvenes de origen marroquí en
Francia (Hassanian, 1995) demuestra, no sólo que el ramadán es la práctica religiosa
más observada, sino que, además, las mujeres son mucho más practicantes que los
hombres. Otro estudio sobre segunda generación, en este caso de jóvenes de origen
turco en Holanda (Van der Lans-Rooijackers, 1992), muestra como el ramadán (que
constituye un mejor indicador del compromiso religioso de estos jóvenes que otras
prácticas), sugiere que existe una relación opuesta entre el rechazo de las creencias
religiosas tradicionales y la práctica del ayuno. Adil Jazouli y Maria do Céu Cunha
(1995), por su parte, describen cómo la expresión religiosa de los jóvenes musulma-
nes en Francia supone, en algunos casos, una ruptura respecto al islam de sus padres,
que es considerado popular y poco riguroso.Y ya entrando en el terreno de la expre-
sión religiosa dentro del ámbito familiar, un reciente estudio sobre familias marro-
quíes en la Comunidad de Madrid (Pumares, 1996) expone cómo el perfil que
adquieren diferentes familias respecto a la tradición musulmana, condiciona su nivel
de expresión religiosa.Así, se da una gran importancia a las obligaciones religiosas en
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Musulmanes en Barcelona
Los diez últimos días del mes de ramadán adquieren una significación especial
para las comunidades musulmanas. La celebración la noche del día 27 de la láy-
lat al-qadr, o “noche del destino”, y la fiesta de ruptura del ayuno, o id al-fitr, cons-
tituyen los momentos centrales de todo el mes. Cada comunidad musulmana
conmemora estas fechas de una manera especial. Como es tradición común a lo
largo de todo el ramadán, éstas son ocasiones que unas y otras comunidades
aprovechan para celebrar conjuntamente. Los colectivos musulmanes locales
acostumbran a pedir los permisos necesarios a sus respectivos ayuntamientos,
para que les permitan celebrar en un espacio público (una plaza, un polideporti-
vo, etc.) o bien la oración final del ramadán, o bien la celebración del id al-fitr. En
algunos casos, estas fechas son muy propicias para inaugurar oficialmente un
nuevo oratorio o su ampliación.
En nuestra investigación, y a través de la observación participante, hemos
seguido con atención este período desde 1996. Los siguientes relatos, extraídos
de nuestras notas de campo, intentan describir algunos momentos de su cele-
bración, en especial la láylat al-qadr y el id al-fitr de diferentes comunidades en la
provincia de Barcelona. Corresponden al ramadán de 1996 y 1997 (1416 y 1417,
respectivamente, según el calendario hegírico musulmán).
Entramos en la mezquita Táriq ibn Zyad sobre las seis y cuarto. Mientras mi
acompañante marroquí procede a hacer sus preceptivas abluciones, me sitúo junto
a uno de los largos plásticos que están extendidos en la sala de oración. En ellos
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ya hay algunos dátiles, trozos de manzana y pera, así como pedazos de un pastel
elaborado con miga de pan paquistaní. La gente empieza a sentarse a un lado y otro
de los plásticos en dos filas paralelas. El imam de la mezquita entona el adhán, la
llamada a la oración, que indica a los musulmanes presentes que ya pueden romper
el ayuno (iftar). La gente come en silencio. Poco a poco, a medida que la gente va
acabando de comer, se dirige a realizar la salat al-mághrib. Todos los presentes van
situándose para iniciar la oración, excepto un pequeño grupo, formado principal-
mente por gente joven, que permanece junto a los plásticos apurando los restos
de comida que quedan en ellos. Junto a la puerta de entrada a la sala hay un gran
perol de comida que es vigilado por un niño para que nadie pueda abrirlo.
Tras la oración, una parte de los fieles vuelve a ocupar su lugar junto a los
plásticos, mientras que algunos de ellos abandonan la mezquita para ir a cenar
a su casa. Los encargados de servir la comida se ocupan de limpiar los plásti-
cos, de repartir el pan y de preparar los platos. Ellos comerán cuando todo el
mundo esté servido. Cuando aún hay gente que sigue rezando, se sirven los
primeros platos, de los que comerán cuatro o cinco personas. Es el propio
imam el que se ocupa de esta tarea, mientras que algunos niños reparten agua
y vasos. Los jóvenes que no se habían unido a la oración del mághrib, resultan
ser argelinos. Uno de ellos, situado en el fondo de la sala, parece un poco atur-
dido, por lo que el imam se dirige hacia él para despertarlo y ofrecerle un
plato de comida. A mi compañero le comentan que algunos de estos jóvenes
acuden a la mezquita cada noche, aprovechando el ramadán, para poder comer
alguna cosa caliente y dormir algunas horas.
Tras la comida, la gente vuelve a lavarse y a prepararse para la oración del ishá.
Cuando ésta concluye, abandonamos la mezquita.
"La noche del 'qadr' es mejor que mil meses". (27 ramadán 1416/17
febrero 1996)
La 'láylat al-qadr', o 'noche del poder', o 'del destino', es uno de los momentos centrales a
lo largo del año para la espiritualidad musulmana. Corresponde, según la tradición, a una
de las noches impares de la última par te del mes, y es celebrada con devoción por par te
de las comunidades musulmanas, que se reúnen en las mezquitas para rezar e invocar el
nombre de Dios durante toda la noche.
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blancas o a rayas, y son muchos los que llevan un pequeño birrete blanco en la
cabeza. Se van situando en filas orientadas hacia la qibla, que en esta mezquita
está indicada por un míhrab en forma de arco hecho con escayola. Primero de
una manera tímida, y después colectivamente, los fieles ahí reunidos comienzan
a entonar una continua y repetitiva letanía, en la que se invoca el nombre de Al-
lah y de su profeta, Muhámmad. Con ella se acompaña la llegada de nuevos fie-
les, que ya tienen algunos problemas para colocarse en el exiguo espacio de la
sala de oración. Aparecen algunos niños –de entre ocho y trece años– acompa-
ñados por sus padres, y se sitúan al final de la sala, en el muro opuesto a la qibla.
En el exterior, el sonido de los cantos llega claramente hasta la calle, que en
aquella hora está muy poco concurrida.
Tras una hora de cantos, el imam anuncia el principio de la oración que,
como en todas las noches del ramadán, recibe el nombre de salat at-taráwih
(literalmente, "plegaria del reposo", llamada así porque debido a su duración
se permite que los fieles puedan estar sentados en según qué momentos).Tras
la llamada a la oración, los fieles van alineándose frente a la qibla, lo que per-
mite que otros musulmanes que estaban en una habitación contigua a la sala
de oración puedan entrar en la misma.Yo, por mi parte, me voy retirando poco
a poco, para dejar que los últimos rezagados en llegar a la mezquita puedan
comenzar su oración.
El imam comienza recitando un largo pasaje del Corán y, acto seguido, se lle-
van a cabo cuatro rakat (secuencia de la plegaria que se compone, sucesivamen-
te, de una posición en pie, una inclinación, una prostración, y una posición
sentada).Tras efectuarlas, el imam recita de nuevo otro pasaje coránico y se repi-
te la serie. En el tercer grupo de rakat, el imam es sustituido por otro (que más
tarde supe que era el imam de S. Vicenç dels Horts, y que estaba acompañado
por otros miembros de esta comunidad), al mismo tiempo que algunos fieles
–los más viejos– ya permanecen sentados mientras el imam recita los párrafos
del Corán. De entre los niños que estaban en la sala, tan sólo uno o dos man-
tienen la oración hasta el final. El resto ha optado por retirarse discretamente a
la sala contigua y abandonar la plegaria.
Al final, acabo por perder la cuenta del número de rakat, aunque luego me
dicen que fueron treinta en total.Tras finalizar la oración en común, los fieles ahí
reunidos comienzan a saludarse unos a otros, utilizando la sonora fórmula id
mubárak! ("feliz fiesta"). De repente paso de observador a participante, entran-
do dentro del corro de las salutaciones que se está formando. Después de que
todo el mundo se ha saludado, se inician de nuevo los cánticos. Algunos fieles
comienzan a marchar a sus casas, aunque la mayoría permanece en la mezquita,
charlando en pequeños corros o –los más piadosos– realizando nuevas rakat. La
tradición dice que es en esta noche, la más importante del año, cuando los
musulmanes piadosos pueden expresar al máximo su fe. A las cuatro de la maña-
na aún queda un buen grupo de fieles en la mezquita, que siguen orando o leyen-
do pasajes del Corán.
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Fotos 13 y 14. Fin del ramadán en el Raval (Barcelona). Parte de la comunidad que reside en
Ciutat Vella, entre la que se podían ver numerosos paquistaníes, celebró la id al-fitr de 1998 en
las instalaciones del polideportivo del Raval. De nuevo, los medios de comunicación locales
cubrieron el evento.
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Musulmanes en Barcelona
"La paz está presente hasta que se levanta la aurora". (27 ramadán
1417/4 febrero 97)
Durante la 'láylat al-qadr', las mezquitas se llenan de musulmanes que no quieren dejar de
celebrar con devoción el significado de la misma. La asistencia a este acto suele ser ele-
vada, congregando no sólo a hombres sino también a mujeres que, separadas de los pri-
meros (en otra sala, o en un espacio reservado), siguen las oraciones que se prolongan a
lo largo de la noche. En ocasiones, el espacio de la mezquita se queda pequeño para aco-
ger a toda la comunidad, por lo que es frecuente que se pida algún tipo de permiso muni-
cipal para poder celebrar este acto en un polidepor tivo o centro cívico. Como este
recinto solicitado no puede estar abier to durante toda la noche, la celebración comuni-
taria queda limitada a unas horas (aproximadamente hasta medianoche), lo que no impi-
de que los musulmanes más piadosos esperen la llegada del nuevo día en el local de la
mezquita comunitaria.
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Los cantos y el dhikr (las diferentes fórmulas con las que se ensalza a Al-lah)
que acompañan a las oraciones, atraen la atención de curiosos que, o realizaban
alguna otra actividad en el centro cívico, o pasaban por la calle en ese momen-
to. No deja de ser interesante ver la cara de sorpresa y de absoluto desconoci-
miento que éstos muestran ante la ceremonia.
Sobre las once de la noche me despido del imam y del resto de conocidos,
y me dirijo hacia Barcelona. Posteriormente, me comentarían que tras el cie-
rre del centro cívico a medianoche, algunos miembros de la comunidad segui-
rían la celebración en el local de la mezquita hasta bien entrada la madrugada.
Llegué a la mezquita Táriq ibn Zyad sobre las doce y media.
Tras descalzarme y entrar en la sala de oración, observo que todavía que-
dan restos de la cena colectiva de la noche. En el interior de la sala hay algu-
nos corros de personas (marroquíes, paquistaníes y subsaharianos), a los que
saludo al entrar. Me dirijo a saludar a los imames de la mezquita y les pre-
gunto cómo ha ido la celebración, y me dicen que muy bien. Frente al mínbar
hay gente apoyada en la pared que está leyendo El Corán y otros libros de
tafsir (comentarios del Libro Sagrado musulmán).
Aprovechando la ocasión, le pregunto a uno de los imames sobre el signifi-
cado de la láylat al-qadr y sobre el porqué de la indeterminación de la fecha.
Él me responde que, a pesar que había comunidades que celebraban esa
noche un día antes o después, lo que importaba es que los musulmanes la
celebraran con devoción. También le pregunté si en esta celebración también
participaban las mujeres, respondiéndome que sí, pero mejor en su casa y no
en la mezquita, ya que según él, ese es lugar para los hombres.
Se despide de mí diciendo que va a ir a visitar a otra comunidad del barrio
que también está celebrando la láylat al-qadr, y yo me quedo charlando con
otros musulmanes. Sobre las tres y media de la noche, me despido de los asis-
tentes y abandono la mezquita. A esa hora, permanecían en ella unas sesenta
personas.
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