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_ `- Lec¿«m*(Is ]›ol¡¿¿c(z.s', por ADOLFO Pos.g›A.--El
. fvals de tres tiempos, por SAr,An1xo.*4-¿=[é',eZeåø°¿-
` dades contem;)or(¿nea.s'.- JH Jllarqués JB Har-
líwglnn, por CAMILO DE V1LLAvAs0.-La 06-ra
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del Emperarlo-r Guillefrmo I, por FLuG1=:LN.-
O
. La prima zfera, por Hxmmo CAi<'As.-Doclriøzas
ecmzóm-íczzs de Sc/mef_/le, por AD'oL1~¬o A. Bm'-
I-` “ 'ì.LA.-Jlís plngios, por LEoPoLDo ALAS (Chl-
=,_,. 9'2Í~nj.-N0t¿'c¿'(z. B¿ò¿z`0g2'(1:/ïcrz, por L. DIAZ.-
Terztro Esjmfiol A¢e¿z'guo.- ./ufm. jllatos Frago-
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S0, por Fmnmm HERRAN.-C2'ónz`c(¿ de la Pro-
- ' frincia.

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DIRECCION Y ADMINISTRACION; PUERTA NUEVA ALTA, 14.


% .L ' Oviedo.

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" IMPRENTA DE LA REVISTA DE ASTURIAS.

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ESCRITORES

Revista äe Asturias
IHRECTOR -

Dun Genaro Alaå.


COLABORADORES

D. Leopoldo Alas. à I). Manuel Peøl-1-qqal.


› Félix Ará›n-ba.-ru. *i ›› Máximo I*`uertes Acevedo.
› Adolfo Bu›_e/lla-. f ›› Frallcisco Gascue.
› Fermin Canalla. › Estanislao Sanchez Calvo.
› Adolfo Posada. » Julio Somoza.
› Ricardo Acebal. ›› Braulio Vigon.
› Atanasio Palacio Valdés. » José Maria Polledo.
› Armando Palacio Valdés.

NOTA
La1'es¡¢onsabi¿¿da¢l de los ¿raba/'os que se 'zfnse-me-n en
esta Bêviåfa corra-.s°p02uler(¿ fi los az¿(o›'e.s'.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII---III

AUTORES Y EDITORES.

Se anuncian todas las obras que se remiten á.


esta redaccion y so juzgan en la Revista Crítica.
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Moderna Inghilterra., Educazione alla. vita.
política, por G. Meale (1)
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se
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la gran modificacion experimentada en la Po-
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33 litica desde los siglos del Renacimiento hasta
nuestros dias, corresponde, como es natural,
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_ uuïu; -<›'e< Í%_~<> <§¢- una
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modificacion radicalisima en la -índole y
caracter de los libros; sobre todo, de los li-
bros cuyo objeto no es tanto einvest/¿gar y resol-
¿5L¿`¿ö I ver_1os gravìsìmos problemas de la gober-
ggg , nacion de. los Estados, como el de enseñar el
arte de esta gobernacion. Salvo excepciones importantes, lso
libros de enseñanza del arte político en los tiempos de las
Monarquias puras, se proponen dirigir al principe, ó educar
en la obediencia del principe. El inmortal libro de Maquia-
velo, es la expresion mas acabada y completade este propósito.
Importa poco para el caso que sea un -Saavedra Fajardo, y
i,í_í____._.__.______í_._í|

(1) Fratelli Bocca editores Turín 1888.


-( 206 ) LECTURAS POLITICAS. ( 30 Mauzo

que se dirige a un principe cristiano, ó un Baltasar Gracian:


este n0S dirá. por ejemplo, en S11 celebre Oøffículo manual 3/ arte de
prudencia, «que los principes gustan de ser ayudados pero no exce-
didos» y todos nos enseñaran a respetar a amar a agradar y» aser-
vir... al principe. Un escritor citado por Stendhaldefine admira-
blemente esa politica del Renacimiento, quinta esencia de la
astucia y de la perfidia: «l\Ianera, dice, de conseguir que los otros
hagan aquello quenos es agradable, en los casos en que no se
puede emplear ni la fuerza ni el dinero.› La definicion cuadra lo
mismo al principe que puede aspirar a conseguir algo de sus sub-
ditos, cortesanos óino, ó al hombre público que puede aspirar
tambien a conseguir algo del principe. Lo general que este modo
de considerar la politica fue en las cortes y pequeñas repúblicas
italianas, asi como en las grandes cortes europeas antes de la Re-
volucion francesa ¿quién puede ponerlo en duda? «Todo el Estado
dice Bossuet, es la persona del Principe» Richelien tenia por «in-
dispensables» para gobernar los Estados,las máximas de Maquia-
velo ese escritor, dice, «solida et e:er¡table››... Federico el Grande
que en los momentos de ocio, antes de ser rey, escribió su celebre
disertacion titulada Aøzti-Jlaguíavela, fue en el gobierno su mas
aventajado discípulo. Otras mil citas podrian hacerse en compro-
bacion de esto, que por otra parte repito, nadie creo pueda poner
en duda. ›
Pero los tiempos han cambiado muchisimo. Si aun quedan en la
actualidad, vestigios y hasta raices muy hondas de la manera de ser
del antiguo régimen, y aun no hemos sido capaces de vencer en
la practica mil erróneas preocupaciones; si todavia el rey es sa-
grado é ínviolable; y el éxítoise mira como la gran piedra de toque
en la politica; al menos teóricamente ésta ha variado de un modo
absoluto y aquel principio egoista de la razon de E1»-tado, que se
traducia en una confusion.terrible deéste en la persona del rey,
no es hoy mantenido seriamente, y solo de una manera falsa y
sirviendo como de mascara a-otros progresos reales en la goberna-
cion de los pueblos, subsiste en las constituciones. El Estado no se
encarna ya en una persona que ocupa. un puesto preeminente en la
sociedad, por razon de herencia, por virtud de una gran victoria ó
por eleccion de un pueblo. La influencia de aquel singularisimo
pueblo inglés, desde Montesquieu, la afirmacion de la conciencia
màs' ó menos clara de los derechos de la personalidad por la revo-
1888 ) ADOLFO rosana ( 207 )

lucion francesa; la distincìon organica que poco a poco ha venido


demostrandose por la ciencia politica alemana, entre el Estado y
la sociedad, y por último el despertar súbito de las nacionalidades
al ver estas en sus luchas con Napoleon, como ni el principe, ni
sus ejércitos bastaban para hacer respetar sus vidas y haciendas,
pues todo esto lo tenian que salvar por su propio ly nacional
esfuerzo, son las causas inmediatas que han determinado una re-
volucion completa en la politica, teórica y practicamente consi-
derada. o
El Estado, objeto permanente de la Politica, es la sociedad mis-
ma, no se le ve en ella como una parte en el todo, no se concibe
ya que puede imponerse su voluntad, como voluntad del gobernante
a la sociedad .que es su fundamento directo; sino que surge de
ella como expresion de sus aspiraciones politicas, y los gobernan-
tes son representantes no mas de estas aspiraciones.
Ahora bien, modificada asi la nocion de la politica, y'la idea del
Estado, decíamos, se ha modificado la índole de los libros que tien-
den a indicarnos la conducta del hombre que vive de la politica.
Tratese de lo que deben s hacer los gobernantes ó de lo que a los
pueblos conviene realizar, la idea en el fondo es perfectamente
distinta de aquella que late en las obras de la politica a que an-
tes aludimos. De propósito se procura hacer ver cómo la politica
es una ciencia social dificilisima, cuyo ideal no esta en el éxito
temporal y efímero de una combinacion habilidosa mas propia -de
un jugador de Ajedrez. Y como consecuencia de ese caracter so-
cial de la politica, al considerarla como obra; como fin practico
en la realizacion efectiva de sus problemas, atiéndese como sujeto
de ella, ala sociedad, al pueblo ó a la nacion, que aun corren,
muy confundidos estos distintos términos. Si hay politica, de gober-
nantes, (y asi merece para algunos, como Hottsendorf, preferente
estudio el papel del hombre público) hay politica para todos, por-
que extendida la esfera de accion del Estado, hasta confundirse,
en estension con la sociedad, a todos interesan las cuestiones po-
liticas de`un modo directo.
Respondiendo a esta tendencia se ha publicado por un escrito;
italiano, G. Meale un libro por todo estremo interesante. La patria
del autor abona no poco la bondad del libro. En aquella nacion con
mas intensidad que en ninguna ot-ra se ha producido la antigua
politica de habilidad y astucia, y en ella es donde actualmente se
r 208 ) LECTURAS r0LtT1cAs. ( 30 MARZO
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produce de un modo brillante, aunque no con completa originalidad,


la moderna politica bajo el nombre, no del todo exacto, de cienciay
derecho constítacio nal. Alli han escrito ó escriben Balbo, Mancini,
Arcoleo, Orlando, Mosca, Minghetti, Palma, Brunialti, Cardon,
Persico, Pierantoni etc. etc. Y ocurre con Italia un fenómeno digno
de notarse, fenómeno para cuya comprobacion es un dato de no pe-
queña importancia el libro de Meale. Italia, el pueblo, como aca-
bamos de indicar donde florecìó la antigua politica, politica esen-
cialmente romana; el representante mas directo y genuino de la
raza latina, hoy busca sus inspiraciones y acoge con simpatía y
entusiasmo las influencias que proceden de los pueblos y civilizacio-
nes septentrionales. Es decir de aquellos pueblos que por dos veces
hundieron a Roma. Porque no sólo buscan su alianza los gobernan-
tes italianos con los imperios del centro de Europa y con Inglaterra,
si noque la opinion, a juzgar porlas manifestaciones que pueden re-
cogerse en -sus Revistas yperiódicos, es entusiasta de tales alianzas
y lo que quiza es más significativo, en sus Universidades impera
muchísimo la influencia alemana, asi como en sus escritores de po-
litica se nota una influencia poderosisima de la politica teórica y
practica de Inglaterra. En pocos paises, en los latinos quiza en nin-
guno, se conoce la historiade Inglaterra y se estudian los resortes
singularisímas de aquella original Constitucion, como se hace por
los escritores italianos. Incalculables son los esfuerzos que se rea-
lizan por los mas insignes publicistas para encarnar en elespiritu
meridional y fogoso de los habitantes de Italia, las ideas politicas
dominantes en Inglaterra y que se suponen son causa del admira-
ble desarrollo de su veneranda Constitucion.

II'
El libro de Meale, indicaba, responde de una parte a esa tenden-
cia simpatica por la Gran Bretaña y por otra a la misma necesi-
dad á que en el fondo respondian los antiguos libros de política: la
de educar al que vive la vida del Estado, ó sea formar adecuada-
mente al que ha de realizar los fines politicos. Pero asi como en los
antiguos libros se dirige el autor casi siempre al príncipe ò a los
magnates, Meale, obedeciendo a las ideas reina.ntes, se dirige a su
pueblo organizado en nacion, â esa persona social constituida en
Estado que, llevando por nombre Italia, comprende todas las fuer-
1888 ) ADoLI«¬o Posana. ( 209 )

zas humanas inteligentes y libres que en ella tienen su normal es-


fera de actividad. Y asi como _en los antiguos libros .se procuraba
inspirar alos príncipes las ideas convenientes y convencerles de su
verdad, acudiendo a los ejemplos que con tal abundancia proporcio-
na la historia antigua de los Cesares y tiranos, y se hacia -refe-
rencia à. aquel coloso por quien mas entusiasmo se sintiera, asi Mea-
le, admirador profundo como tantos escritores italianos, de Ingla-
terra, ofrecea la consideracion de sus cònciudadanos el notable
ejemplo de su Constitucion. Por de pronto, el mismo titulo de la
obra: llfoderna Inghilter›'a-Eclucazione alla política expresa algo de
ese elevado propósito, que luego esclarece mas y mas una oportu-
na cita de Crispi, puesta en la cubierta del libro, y la cual dice
como sigue: «Es necesario vulgarizar en Italia las costumbres y
leyes de la Gran Bretaña, siendo como es èsta la nacion que debe
imitarse si se aspira-a. que las nuevas instituciones liberales arrai-
guen debidamente» No sé yo hasta que punto el sistema de edu-
cacion politica por imitacion sera eficaz; antes bien creo que la imi-
tacioniservilde la parte exterior y mecanica de la misma ccnstitu-
,cion inglesa, ha sido una de las causas que determinaron el
desbai-ajuste en losgobiernos del continente europeo. Tanto-hemos
querido apropiarnoslas bondades de una constitucion producto na-
tural y expontaneo de las mil circustancias especialisimas que en
aquel pueblo inglés concurren, que acaso hemos olvidado con ex-
ceso los propios recursos, lasicualidades personales y caracteristi-
cas de nuestros paises. Ciertamente Italia se encuentra en condi-
ciones excepcionales, es, como nacion, modernisima, y como tal tuvo
que constituirse políticamente de una manera expresa, y al hacer
esto, sin tradiciones comunes en lo que--a la vida unitaria toca, se
vió en la necesidad imprescindible de fm-nmr su ley fundamental.
Nada de extraño tiene que siendo un pueblo constituido en la lu-
cha_abierta contra injustos poderes históricos, y habiendo surgido
como encarnacion viva de las ideas genuinamente liberales, diri-
giese su mirada a Inglaterra: «la tierra clasica de las libertades
políticas» Ademas es de advertir que Meale, aunque a veces exage-
ra en la recomendacion del modelo', no pocas, con gran instinto edu-
cador dirigese á. la conciencia popular y propone imitaciones, no de
las partes exteriores y formales sino del espiritu íntimo que anima'
aquellas historicas instituciones británicas. No ignora que, para
hacer, que la vida politica en su manifestacion esterna, en la ex-
( 210 ) LECTURAS Ponífricxs. ( 30 Maazo

presion mas superficial y visible, aparezca como debe ser, ordenada,


jurídica, moral, es necesario que el fondo social que es su base, lo
constituyan las ideas elevadas ynobles del derecho, es preciso que
atendamosga formar ante todo al hombre para la sociedad educan-
dolo en el culto y amor por el ideal y por el bien.
El libro es voluminoso y en general bien aprovechado. Las citas,
las discusiones acerca de la política casi siempre inglesas, bien es-
cogidas, para el objeto. Comienza por una larga lfntroduccíon, que
es quiza la parte del libro mas personal del autor. Alli esta expuesto
su criterio y la justificacion del propósito de la obra.› Lo demas
constituye "detenida exposicion del ejemplo, es una descripcion (le-
tallada de la vida politica inglesa: no como suele hacerse atendien-
do à. las leyes en -que aparecen declaradas las prerogativas del ciu-
dadano inglés, ni aquellas otras que se refieren a las relaciones de
los poderes públicos, si no a las costumbres mas generales, a la
manera de ser practica y efectiva dela vida politica, al Sclfgovelz-
nement en accion,'si bien reducido este al uso que del -mismo hace
el pueblo inglés en la vida del Estado nacional. Asi los :neet¡ng.<~,1as
asociaciones políticas,`el procedimiento elccšoral, la qqitacion popular
para z'-nfluir sobre el Parlamento, la manera de hacer una campaña
electoral (para lo cual le sirve como modelo la de 1885)fetc. etc, son
los asuntos que analiza detenidamente. Porque al fin y al cabo en
esos momentos y en las instituciones comprendidas en los enunciados
que acabamos de anotar, es donde puede estudiarse la educacion
politica del pueblo que tanto se distingue por su originalidad cons-
titucional en Europa,y ademas, que lo que falta en los paises como
Italia, es el habito de la vid/a politica que todo ello supone.

III.

Una cuestion previa trata el autor, acerca de la cual interesa


discurrir. La Moderna Inglaterra, ¿puede ponerse como modelo en
un pais democrático? No ha sufrido aquella antigua nacion tales y
tan hondas sacudidas politicas, que la hacen mas bien objeto de
estudio para el aficiouado a conocer la decadencia de los pueblos?
La vieja Inglaterra, dontiinadora, se dice ha desaparecido. Sus ins-
tituciones apropiadas para regir un pueblo organizado en clases,
respetuoso ante todos los privilegios, esencialmente agricola gy por
tanto disperso y sin fuerza, se hunden ya poco pocoante la ola cre-
1888 ) ADoLF(› POSADA. ( 211 )

ciente de la democracia. La reforma electoral primera y las sucesi-


vas han sancionado el advenimiento del pueblo en masa al poder y
aquel ponderado equilibrio se rompe..... Meale, no podia 'dejar pa-
sar esta cuestion sin exámen. Tratar de <<despertar, como el dice,
el espíritu del pueblo italiano con un espectaculo de civilizacion y
energia» (1) y presentarle el de un pueblo decadente, necesitado de
enseñanzas, implicaría contradiccion inconcebible.
Por eso repito examina antes de nada tan capital problema. He
aqui los argumentos a que se refieren los preconizadöres de la de-
cadencia de Inglaterra: hablan de la debilidad de su politica ex-
terior, del estado de perturbacion porque atraviesan las clases
obreras y de las explosiones de la dinamita, de la confusion 'de
los partidos, de la tendencia de las diferentes clases gobernantes
hacia los principios y reforma_s radicales, y en fin, de la cuestion de
Irlanda. (2) Contra todos se revuelve el autor, a pesar de que se
prestan mucho à. refiexionar seriamente, sobre todo, si se atiende
a lo que dicen autores como Sumner Maine, Spencer, Syme y otros,
cuyas alarmas acerca del porvenir politico de su pais, solo se pue-
den paliar con la fé que todo inglés tiene en el poder inmenso de su
raza vigorosa, para venceflas mas tremendas dificultades y resol-
ver las mas oscuras y complicadas crisis.
No puede nadie desconocer que en la Gran Bretaña, como en la
Europa toda, se ha verificado y verifica una honda revolucion
social que, como no podia menos, se traduce en una' gran revolucion
politica. Los elementos todos que constituyen la sociedad inglesa:
el individuo, con sus libertades de todo órden, la familia, la propie-
dad, las clases, lasìsectas religiosas, y en su consecuencia el Es-
tado, han sufrido una transforniacionnotable. Un distinguido pu-
blicista francés, Boutmy, conocedor como pocos de la historia de
las instituciones politicas de Inglaterra, lo demostraba claro y ter-
minantemente, ha poco, en un estudio notabilisimo (3). He aqui,
.entre infinitos datos que M ; Boutmy anota ,uno muy significativo
e importante. «La nacion rural, dice, era en otros tiempos toda la
Inglaterra. Pues bien, no solo la proporcion entre ella y_ la nacion
_-___,- -_Ñ__._.
, ,

(1) V. pag. XLIX.


- (2) V. pag. XVIII. `
(1-3)» V. ,A nales de Z' Jƒcolejiåre (Ze s-c¿e?zces¡;oh'¿z`,f¡z¿e.s-, T. II pagina
489-ar.° L' Emi el Z' iøzdicidzø en Aøzgleterre. ,
~( 212 ') LEc'rURAs'PoLí'r1cAs._ , í 30 Manzo

urbana ha ido variando completamente, sino' que la primera ha


descendido hasta un tanto por ciento miserable... En el último
censo nos lo presenta bajando, durante el decenio de 1871'-81, cer-
ca de una decima parte, llegando a repre-¬entar ya no mas que el
12 por 100 de la poblacion activa.› Por otra parte,y respondiendo
a esta transformacion social, desde 1832 la puerta del sufragio va
ensanchàndose hasta el punto de que en 1867 el número de elec-
tores se eleva de un millon a tres, y en 1885 se añade dos millones
mas a esta cifra. s ,
Pero reconocida esta transformacion ¿puede afirmarse que las
instituciones politicas inglesas decaen? ¿puede temerse que aquel
pais ya no deba servir de ejemplo alos pueblos libres? Como tantos
pretenden hoy ¿habra que lanzarse a través del Oceano en busca
de ideales politicos? ¿sera preciso - que estas viejas y sesudas na-
ciones europeas tengan que recibir las enseñanzas de buen go-
bierno, de aquellos yankees que recibieron de Montesquieu y de
Rousseau las inspiraciones de su extraña politica? '
El señor Meale, repito se revuelve contra la creencia que late
en tales dudas. En primer termino, dice, si la politica exterior in-
glesa no es como era, es por que el pueblo ha comenzado á. com-
prender que en todas esas luchas y en todas esas guerras, tan
ricas en héroes y tan plagadas de victorias, él desempeña el princi-
pal papel de victima. Las guerras perdieron sus admiradores po-
pulares y aquellos que las pueden promover andan con pies de
plomo. «La democracia inglesa, con su predominio durante estos
últimos años, ha inspirado ala llloderna Inglaterra, el abandono de
la politica de fuerza y de conquista., tan simpática a los conserva-
dores aristocraticos›> (1). Los apóstoles de paz Ricardo Cobden, Ri-
chard Bright, Gladstonne,triunfan en este punto poco a poco. Y no
podia menos de ser asì. Las democracias tendran mil defectos, serán,
sobre todo dificiles de organizar, pero, consideradas en su forma
moderna, como democracias um'rersales,' no tienen espíritu guerre-
ro, son incapaces de constituirse en milicias permanentes, en Es-
tados armados para la conquista. Sus necesidades de gobierno, la
índole especial de sus aspiraciones, aparecen como incompatibles
con el sigilo, la habilidad, la concentracion, la unidad absoluta de
direccion re-queridas por un imperio. Veanse sino lo que ocurre res-
. __7_,,_ ,

(1) V. pag. XIX,


1888 ) ADOLFO rosana. ( 213 )

pectivamente en Francia y en Alemania; compftrese; y eso que en


Francia trabaja en cierto sentido un profundo resentimiento nacio-
nal que establece unlazo de union entre las dispersas y variadasaspi-
raciones de su gran democracia. Indubablemente, el Estado que
se democratiza, el pueblo que progresa en su bienestar general, por
virtud de la mas regular distribucion de las riquezas y del* acre-
centamiento de las fuentes de produccion, tiene que renunciar a la
politica exterior de aventuras, tiene que procurarse amistades pa-
ra su tranquilidad. Las espansiones que requieran el aumento e_x-
cesivo de su poblacion, las debe dirigir haciaflas tierras no esplo-
tadas, hácialas-Colonias." Las democracias enlos pueblos en quienes
surgen, con poder y con fuerza, son como el a.nuncio de una vida
verdaderamente humana entre las naciones, anticipanse alos siglos
venideros, demostrando con su oposicion a las violencias y a las
guerras, que el hombre es el hermano y no el enemigo del hombre:
el que verdaderamente siente el espíritu de la democracia, pero
de la democracia que no iguala y suma las' fuerzas humanas como
ë;1acia'ÍRouseau, sino de la democracia que organiza jurídicamente
la sociedad, se considera ciudadano del mundo. Ahora bien ¿puede
considerarse como síntoma de decadencia en Inglaterra el que
este pueblo sea menos conquistador y sienta miedo-y repugnancia
por la guerra, dependiendo como depende esto de lo que indicamos?
O es que decae un pueblo que dedica el vigor de su raza magnifica
a llenar el mundo de comerciantes, de industriales y de coloniza-
dores y la ciencia de sabios, antes que a nutrir las filas de miles de
escuadrones y' regimientos? a ~
En cuanto a la perturbacion y malestar de las clases obreras,
Meale dice con razon, que no es un fenómeno especial y caracte-
rístico de Inglaterra. Es general. En estos últimos tiempos tomó
allí formas alarmantes, pero ¿puede ésto acusar la decadencia de
un pais, cuando sabidoes que no hay nacion que no tenga su cues-
tion social gravisima y apremiante? Acaso Alemania y Francia,
no tienen esclavos del trabajo, gente por redimir, y a quienes la
sociedadmisma instruyéndolos (como es su deber) ha abierto los
ojos? Meale considera ese estado de las clases menesterosas como
una crisis necesaria, hija; entre otras cosas de esa temporal falta
de correspondencia entre lo que el obrero sabe que le pertenece de
'd`e_recl1o, y lo que en realidad posee. Por otra parte en Inglaterra
como en ningun otro pais, el Estado, individualista por tradicion,
.( 214 ) LECTURAS P0_1_,íT1cAs. ( 30 MARZQ

y las clases acomodadas, se ocupan perfectamente en las mejoras de


esas gentes desheredadas. Esta cuestion que merecería un estudio
muy detenido, no es de las que Meale trata con mayor brillantez.
La idea que hemos estractado, sin embargo, es muy racional, y
tiene fuerza suficiente para el objeto que, despues de todo, el au-
tor se propone.
Con mas detalles y competencia examina la cuestion de los
partidos politicos. Es la gran excelencia, segun la generalidad de
los publicistas, dela constitucion inglesa. Ya Macaulay al escri-
bir la historia de su pueblo saluda su aparicion con entusiasta
aplauso. Y todos los hombres de Estado, cuando. hablan de las
perturbaciones con que suele vivir el sistema parlamentario en
sus respectivos paises, no pocas veces las achacan a la falta de
organizacion de los partidos, porque no sabe establecer la opinion
pública, mediante ellos, la necesaria ponderacion de las fuerzas so-
ciales en la politica.. Sin entrar aqui ahora en esta dificil cuestion
de los partidos, que tienen, al lado de ventajas indudables, defectos
sin número, nocpuede desconocerse que en los de la moderna In-
glaterra se verifica una honda revolucion. Ni era facil que de otro
modo sucediera. Basta lo que antes señalamos respecto de los
profundos cambios queen aquel pais se han efectuado y se efec-
túan para comprender la necesidad racional e historica de una
revolucion en la constitucion de los part_idos. Meale la reconoce
y la esplica muy bien. Hay de un lado el advenimiento de la demo-
cracia, introduciendo nueva savia y elementos nuevos en la vida
pública, y por otra parte la existencia de cuestiones concretas cu-
yas opuestas -soluciones no coinciden con los opuestos programas
politicos de los antiguos Whigs y Torys. La democracia ha puesto
a la orden del diaproblemas que hicieron surgir el radicalismo de
Chamberlain -con . su propósito de proporcionar constfmtemente la
ma_¿/or felícidfrd al mayor -mímero, y de procurar el m(y'or(mu,`ent0 de las
comlit-f¿o›tes del pueblo, y la tendencia acomodaticia de LordChu1-chill.
Pero en estos puntos la antigua division en dos grandes partidos de
la poliica pcrsistia. Solo que en cada uno se venian iniciando mati-
ces diferentes. En el liberal, por ejemplo, el moderado, de Lord Har-
ìtington, el liberal avanzado de' Gladstone y el radical de Chamber-
lain. La division actual del partido de Gladstone, producida por la
separacion de las fracciones de Hartington y de Cliamberlainsacae-
cio solo como es sabido con ocasion de la cuestion- de Irlanda. Sin em-
1888 ) ADoL1¬¬o Posanx. ( 215 )

bargo, acusa esto el síntoma mas evidente de la revolucion indudable


de los partidos ingleses, pormas que no indique su destrucion próxi-
ma, La cuestion de Irlanda, viene a ser el motivo historico de la
descomposicion de las antiguas divisiones y puede vislumbrarse
que como resultado de todo, no sera dificil, se disuelva el tor_e/s-mo
puro, formandose un partido conservador con Churchil y los libe-
rales disidentes (I/Vigs puros) y en frente de él el liberalismo -y
radicalismo de Gladstonne y Chamberlain, fusionados oportuna-
mente. Para esto no hay mas que observar como este último pun-
tualiza siempre el caracter temporal y limitado de su desacuerdo
con el ilustre defensor de Irlanda. Lo que en realidad no puede
citarse en los partidos politicos lngleses, al decir de Meale, es
lo que el llama trans-formismo, o sea el ir y venir, sin razon ni
motivo moral, de un partido a otro, siendo hoy ministerial y dis-
crepfmdo (como en nuestra gerga politica se dice) en el momento
en que no se han satisfecho ambiciones personales, bastardas
'y ruines. Ese trans-formismo, ó politica de los -politicos trashu-
mantes, supone falta absoluta de principios y suele estar en re-
lacion natural, con la confusion de ideas o falta de ellas en la so-
ciedad. Hablar de él en Inglaterra, como de plaga general al modo
que se puede hablar en Italia, en Francia y en España, seria
insigne injusticia. Ejemplos mil de la firmeza de convicciones en
politica, y de una definida y precisa distincìon entre los ideales de
los partidos en lasociedad, pueden citarse en Inglaterra. Sin ir
mas lejos, en estos tiempos mismos, esos ejemplos abundan. Los
parnelistas, no aceptaron por razon de principios la participacion en
el poder que les ofrecía Gladstone, cuando este derrotaba a Salis-
bury, con su apoyo. Lord Hartington, aliado y casi sostenedor de
Lord Salisbury en el gobierno, en los momentos actuales, rechazó
los ofrecimientos de este, cuando la inesperada dimision de Lord
Churchil. La misma conducta siguieron los liberales Lor Lans-
down y Lord Northbrook, y si el célebre Goschen venció repugnan-
cias que otros no pudieron ó no quisieron vencer, y aceptó el pues-
to que Salisbury le ofrecía, bien se vio como la opinion pública se
manifestó firme y resuelta, hasta negarle su representacion en un
distrito libre, viendose precisado el gran economista a aceptarlo
de un colegio genuinamente conservador, por cesion graciosa, pu-
diera decirse, de Lord Perey,que oportunamente dimitio para él su
cargo de miembro del Parlamento.
( 216 ) LECTURAS PoLi'r1cAs. ( 30 MARZO

Es indudable que las clases gobernantes de Inglaterra tienden


todas hacia los principios del radicalismo, ¿pero puede esto acusar
una decadencia? El radicalismo, bien ponderado, es de esencfa de
los gobiernos modernos. Claro esta, estableciendo una diferencia
entre el radicalismo sin freno y sin ideal, antojadizo é irreflexivo,
de algunos partidos franceses, que en el fondo es más que nada
nihilismo politico y social, y el radicalismo serio y reflexivo, refor-
mista sin violencia, que con perseverancia verdaderamente inglesa,
procura hacer que las formas del gobierno de la sociedad respon-
dan siemure alas necesidades sentidas. Ese radicalismo, que tiende
á desarraigar preocupaciones y a destruir irritantes è ìnjustos pri-
vilegios, que tiene como ideal definido el no romper la intima uni-
dad que entre la sociedad y el Estado debe existir, no puede ser sin-
toma de decadencia. Acaso en esta senda del radicalismo se ha pre-
cipitado un poco Inglaterra en estos cincuenta òsesenta últimos años
pero debe tenerse en cuenta que con todo es la nacion quizá que
menos se ha precipitado, incluso Alemania. Ademas no debe olví-
darse que cuando la Europa era presa de la gran agitacion revolu-
cionaria de 1789 y 93, Inglaterra fascinada por la elocuencia
de Burke y bajo la direccion de Pitt, se mantenía estacionaria, si
no tendía abiertamente hacia una reaccion. Por esto hubo de andar
-luego tanto en tan poco tiempo, sobre todo despues que en virtud
del matrimonio de su reina actual con el principe Alberto, se deja-
ron sentir á. todas las clases las infiuencias reinantes' en el Conti-
nente. ' _
En resumen, esta tendencia hacia el radicalismo., que personifi-
can Gladstone y Chamberlain y a su modo Churchill, no es esclu-
sìva de Inglaterra, y ademas es el efecto de la transformacion so-
cial que todos los pueblos sufren hoy; siendo por otra parte lo
que explica la reorganizacion, por que atraviesan los partidos.
Queda una cuestion importantísima: es la de Irlanda.

CONTINUARA
ADOLFO POSADA.

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EL was me mas nfmros.


**°-zm-“Tv

l.

Palm-:u Tuauro.

Indudablemente el baile de los señoresde K... debia de merc-


cer con justicia los calilìcalivos de brillante, esplendido, admirable
y hasta divino, que un revistero de salones tenía ya |›|'e¿¡o›ara«los
para la extensa noticia que habia de publicar al dia siguiente uno
de los periodicos màs distinguidos de la corte delas Españas. i
Natita estaba alli. Natita (vulgo Natividad) era una niña por todos
conceptos preciosa; y cl nu--jor elogio que nosotros podemos hacer
de la concurrencia femenina que los Sres. de K.... habian logrado
juntar en sus salones, es decir que á la preciosa niña le costaba
algún ltrallajo justificar el diminutivo amañado de su nombre de
pila. ¡Iìlla que de ordinario y sin ningún esfuerzo rra el encanto
de los paseos y Je los salones!
.Natitri mostraba al baile una alìcion casi desapoderada; pero en-
tre todo lo que dice relacion à este gusto su-yo, nada la encantaba
como el wals. Oh! El wals.....
( 218 ) EL WALS DE 'runs 'r1EMPos. '( 30 Manzo
, 1 ' _ __ _- __ _ -

Y se explica bien. Lograr que todo el mundo gire en torno de


una, debe ser el colmo de la satisfaccion para mujtrcitas tan lindas
y tan adoradas como ella. Y eso se consigue, se ve, apenas se
baila un Wals cinco minutos. _
Natita bailó un rìgodon con un joven no nada gentil, de leve
bozo y cabellera rizarla, flexible como un junco en el saludar, litio
como una seda y dulce como un terrún de azucar en el decir. Pero
ya se sabe: el rigodon no era el baile predilecto de Natita. Cierto que
al hacer las figuras lucia mucho su traje. y que en los momentt 5
de descanso se liaciaposible una conversacion mas ó menos fiívola;
pero las vueltas, las vueltas rapidas y aturdidoras del wals valían
¡ncomparal›lemente mas. (Ion estas vueltas volvia Natita por un
rato a los revueltos juegos infantiles que no ha mucho abandonara,
para revestirse del continente formal y digno que corresponde a
una señorita á quien, en lugar de la frente, se le Úesan los pies
cuando se la encuentra.
Lo tranquilo del baile permitía aNatila distraerse en algo que
no era el baile mismo, ni siquiera la 'conversacion de su atlatere.
llabia en frente de ella uu espejo muy grande, y no ap.-iitaba lrs
ojos de aquel espejo para contestar con monosilabos ó sonrisas
convencionales ìi su pareja. Natita estaba fija en la luna, la cual
luna, si no tenia precisamente habitantes, mostraba la imagen de
alguno que no le parecia del todo desconocido. '
tllirando a aquel espejo. veia Natita a un homlne que, colocado
a su._espalda, apoyado en cl quicio de una puerta, seguia con cier-
ta indiferencia los movimientos de las tandas de danzantes. Aquel
liombre conlrastalia de un modosingular con el joven que la lia-
blab..; si alguna vez miraba à éste, siii du-la era para confirmar lt
notoria diferencia. lil liombrc de la luna era alto y fuerte; llevaba
el pelo muy corto, la barba crecida; estaba serio y quieto; parecia
desdeñoso y preocupado. C '
--Querida Natita-decia a poco la hija mayor de los Sres. de
K à la preciosa niña: -tengo el gusto de presentarte à este
caballete, antiguo amigo de esta casa, l). I-linilio del Castillo, .que
(lt-sea bailar contigo el primer wals.
lil presenta-lo hizo una profumla reverencia. Natita púsos-~. roja
como una cereza y con voz insegura dijo: g
--lllnclio gu_sto.....
E iuclinose à su vez, bajo los ojos y callo.
1888 ) SALADINQ. ( 219 )

lil presentado era el lionibre de la luna. " C


Apenas la orquesta preludio el wals, un wals de W:-illeufeld lin-
disiino, liinilio ofreció su brazo ii la joven, y poco despues reco-
rrian ambos con giros vertiginosos el extenso salon. _
Natita no quiso bailar mas aquella noclie. lìetiróse pronto con
sii inadie, y al salir, tendido en un diran- de la antesala, con
el mismo aire reposado j' uu tanto soinbiio, vió al liabil Wnlsador
qiie. piicsto en pié de súbito, le liizo niia nueva reverencia y la
siguio-con los 'ojos hasta qiie se cerro tras ella la puerta. -
listo último podia jurarlo Nntita. Habia seguido sintiendo en,su
espalda', prudentcineiite desnuda, el raj'o de aquella iiiirada.

ll.

sncunno rirxiiro. s
Natita semejaba-si se me perinite una coiuparacion, que debe
perniitirseine para no liacerine de peor coiidicion que cien y cien
poetas cliirles,--una rosa ii iiiedio _abrir, el crepúsc'ulo iiiatiitino
de un dia espléndido. Pero ay! aquella rosa' no debia llegar ìi su
conipleto desarrollo; acpiel sol no debia ascender por el espacio
hasta tocar el zenit
La muerte, Prolco terrible, puede ser jardinero iniplacable que
corte rosas en capullo, y'podci-oso Josué que haga al sol detenerse
en el horizonte y hasta volverse por donde lia venido.
Pocos dias despues del baile de los Sres, de K...., Natita, que
no liabia vuelto ii ver al l.oiiil›i'e de la luna, púsose enferina, muy
eiil`erina. Su euft-rnied:u| no era ninguna de esas eiiferiiie-lades de
novela,-en cuyo diagiióstico reti'›rico hay lauguideces extrañas, des-
vaiinientos y delirios siiblinies, no-sc'-qués ultra- terrenos: erapura
y siinpleuieiite uiia congestion pulinonar bien caracteri'/.ada y de
proiióstico harto seguro: una alevosia miserable del airecillo del
tìiiadarraina, de aquel aire que al ser espirado po la loca dela
angelical mucliaclia, salia conveitido en delicioso šiienia; ¡que asi
pagan los angeles ii los que les sirven mal! v s

Ya fué diclio: la que parecia destinada á ser la flor 3' nata de


1

esta insana coronada villa, no dt-bin |.asar de capullo y de N_ati`t:i.


Iinvano sii madre, sus lieim anos, sus amigas, sus doncellas
( 220 ) EL Wacs DE 'r1u±:sì'rn«:aieos. _ ( 30“MAuzo

todos cuantos la queii.-in, que eran tantos comoios que habian lle-
gado á conocerla, iedian favor al cielo 'j' la prodigaban solicitos
cuidados; en vano los médicos de mayor fama agotabau los recur-
sos de su pobre ciencia; el estado de la eiiferina lagravàbase por
instantes é iba haciéndose desesperado. - «
Natita, sin embargo, no lo creia asi. ¡Habia dos bailes anunciados
para la semana próxima, y era tan bonito y tan elegante el nuevo
traje que estaba guardado en aquel armario de su gabinete! Alli
taiiibien estata el que luciera la uoclie del baile de los Sres. de
K...., y hasta las flores que llevara prendidas eii el lioinbro y que
sintieran el iiiisino aliento que encendiera su mejilla.
Natita, en inedio de sus dolores, acariciaba con sii mirada risue-
ña y con su mano ardorosa ii las personas queridas qiie la rodea-
ban. y, acaso queriendo preguntar y saber más, limitabase ii decir
it veces:-¿llave Sol?--¿Pasa mucha gente pol' la calle?.--¿Qué dia
es lioy?--¿I-Zstaré del todo bien para el viernes?-¿lle quereis acer-
car un espejo para mirarine?...-.
A alguna de estas ú otras parecidas preguntas contestaba triste-
mente/su madre, cuando de pronto irguio .'\'atita sii busto; dejó ver
en sii rostro una viva expresion de curiosidad y de alegria, y ex-
tendiendo su mano exclaiiió:-(`.alla! calla un inoinento! a '
En la calle sonaba iiuo de esos organillos ó pianos inecanicos
que tanto abundan. Una iniijer vieja, desarrapada y llena de alifa-
fes, iiiovia el iaiianiibrio de tal aparato, eiitre cuyas piezas figuraba
un Wals lìndisiino, el Wals que Natìta liailara con Emilio.
La pobre niña oia coii un deleite indecilile aquellas notas agudas
que inarcaban el canto, y las seguia con un ligero movimiento de
sti cabeza. Cuando el ruido de algun carruaje oscurecia la música,
hacia un leve gesto de disgusto, j' screiiáliase luego citando el ruido
se ali-jalia como un trueno confuso. _ _
lll orgauillo ceso. 3' Natita. volvit'endose liacia la poble iiiadre,
dijo precipitadaiiiente: ' _
--¡\lainii, uiaiiiii! liile ìtl-Íspcranza que baje y que le dé uiios
cuartos al lioiiibre del oi-gaiiilio para qiie siga tocando eso iiiisiiio.
I-ll encargo no.pudo tener ciimpliiiiiento. lil lioiubre ú la mujer
del organillo liabia iiiarcli;nlo ya con la música ìi otra parte. Espe-
ranza era una doncella poco diligente y muy torpe.
Natita, por lo menos, lo entendio asi, dió miiestras de enojo `y
de inquietud, y empezo á sentir con mayor viveza el dolor fisico
1888 ) SALADINO. ( 221 )

que la atormental›a.'Con todo, hubo un instante cn que interrum-


pienflo su qnvjido tenaz, quiso tararear muy quedo una de las par-
tes del wals. ¢
› lìl médico de cabecera la encontro peor, 5' ya que no fuera po-
sil›le trasladar-la de habitacion, indico que seria muy conveniente
extender arena sobre el piso de la calle y evitar en lo posible todo
ruidò que de alli viniera.

III. '

'rencea 'rn-:M1>o.
Natìla se moria. En la casa de Natita todo era desconsuelo. Se
hai-lo de confesar à Natita. V
l.a pohrerilla no debia tener muchos pecados. Dios que ha visto
tantas picardias en los hombres hechos y en las mujeres deshechas,
desde que el mundo es mundo; Dios que es misericordioso para
ron todos y que es á más la suprema belleza, no podia hallar gran-
des reparos en perdonar desde luego à la niña moribunda sus ca-
prichos y sus faltas seu i-infantiles, y en abrirle las puertas de su
gloria y los brazos de su amor.
No obstante; creyose preciso buscar habilidosos pretextos para
mover a Natita En la penitencia y para avisar al Reverendo Padre
lllalagriila, su director espiritual. s
Cuando Natita se e_nr,ontró frente á frente con el anciano sacer-
dote, suhiò de punto su alarma, comprendió lo inminente de un
peligro en que hasta entonces no pensara, echose a temblar como
si tiritase de frio y rompio en sollozos y en lagrimas.
La madre de Natita advirtió aquel desconsuelo y ayudó al reve-
rendo en su tranquilì'/.:ulnra tarea. tlalmada un punto la angustia
de la enferma, trató aqui-lla de salir nuevamente de la habitacion,
pero Natita gritó otra vez:
---No te vayas, mama, no te vayas.
La madre retirose à un rincon, pugnando por ahogar su pena, y
el sacerdote comenzó à interpelar à la penitente con toda la dulzura
que le fue posible.eOiase como un zumbido ronco, que alternativa-
mente pasaba de un tono menos grave à otro más grave con inter-
niitencias regulares, y pcrcibiase en estos intervalos un sisro repe-
( 222 ) EL WALS DE TRES Tmmvos. ( 3015/lanzo
ii 7 _ ' 1 1 | :nl I I 1 ' í

tido, que sem'-jaba el primer ensayo de voz de un pajaro recien


salido del huevo. .-\l cabo de unos diez minutos, el zumbido hizose
mas distinto y más humano, y la diestra del sacerdote trazo en el
aire, sobrela frente de la virgen, el signo de la cruz, emblema de
perdon.
La confesion parecia terminada; pero al separarse el sacerdote
del lecho de la enferma, bizole estas señales para que se acercara,
y con su vocecita debil, apenas perceptible, añadió:
--Digame V., padre: ¿sera pecado pensar que en el ciclo, donde
cantan los angeles y alaban a Dios con sus arpas de oro, podre yo
oir una música que me gusta mucho? ¿Querra Dios, si me perdona,
hacerme escuchar una cosa que me agrado mucho en el mundo?
El sacerdote permaneció silencioso unos instantes y contesto, al
fin, entre severo y risueño: '
--Ah, hija mia, ¿quién se acor-lara alli de las cosas dela tierra?
Las cosas de la tierra no son nada comparadas con las del cielo.
Lo que aqui tenemos por bello, nos parecerá alla feo y miserable.
Dios le perdona, hija mia, Dios te perdona; y si es que ha resuelto
en sus altos designios llevarte ahora entre los elegidos, rerreaiá tu
alma con la vision befittfica de sus peifccciones, que nada tienen
de comun con las fútiles y pobres apariencias del mundo. Iteserha.
desecha esos pensamientos livianos, y procura levantar tu espiritu
con las alas de la fé para no ver ni anbelar otra cosa que zi Dios
misino. c
Natita callo. lil sacerdote, anunciando su pronta vuelta, salió de
la estancia, y Natita y su madre, solas las dos, las dos llorosas y
afligidas, se abrazaron amorosamente.
A medida que se acercaba la noche, cl estado de la enferma iba
haciendo mas imposible toda esperanza. Sus manos inquiclas, mo-
rianse sobre las sábanas, como si quisieran hacer presa en algo
para no caer en un abismo soñado; sus ojos permanecían cerrados
casi de continuo, y cuando se abrian, su mirada tomaba una ex-
presion que nunca trajera à ellos cosa alguna del mundo; su res-
piracion, torpe y anhelante, era como el jadco del que acaba de
correr larga carrera y necesita detenerse y descansar.
Llegó al [in el momento supremo. La familia rodeaba el lecho en
que terminaba la breve vida de Natita, y los sofocados sollozos
hacian coro à las ansias de muerte que agitaban á la infeliz niña.
El P. .tlalagri-la habia dejado ya de exhortar é inclinábase sobre el
1888 ) sanannvo. ( 223 )t

rostro pálido de su penitenta como para sorprender su último


suspiro. j
l)e pronto Natita, gastando en un esfuerzo el resto de su vi-la,
llamó á su madre y dijo:
-Mamá, mama... tú lo sabes, ¿verdad?... ¿Verdad que oiré en
el cielo... aquel Wals, aquella música...
-Si, si, alma mia, respondió la madre con [irme acento.
--¿\'erdad?... ¿Por qué? i o
-Porque Dios es la felicidad, y para que seamos felices, hara
ver y oir y sentir á cada uno aquello que le guste màs.
Natita sonrió y espiró.
¡Teologias de madre!

SALADINO.
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CELEBRlDAl]ES CUNTEMPÚRÄl\lEAS.
e%sa €%<«~

E1 Marqués de I-Iartington.
MIEMBRO DEL PARLAMEMTO BRITÁNICO Y I<1X'MINIS'l`RO DE LA INDIA.

I.

Uno de los desprendimientos mas notables y sensibles :jue


ha esperimentado el partido zz'/zz://, una de las contrarieda-
des personales mas vivas y amargas que ha sufrido Mr.
Gladstone, con motivo de la actual crisis de la cuestión
de Irlanda, ha sido indudablemente el alejamiento del
poder _y de la direccion del partido del caballeroso _y dig-
11o primogénito de la opulent`1sima casa de Cavendisli, de
eso que los liberales acalorados llaman deíección, y tligiia,
necesaria _y oportuna separacion los quejo'/.gan impar-
cialinente el curso de los sucesos. En verdad que pocos
hombres politicos han sido inás devotos, inas sinceros _y
más leales' a Mr. Gladstone, _y mas consecuentes en se-
guir la liiarcha del partido, aun en sus extravios, _y lias-
/Í'
ta en sus aventuras, que lo ha sido el Martjuès dc Har-
1888 ) .camnoi Di-3 v1LLAvAso. ( 225 )

tington, que no en vano es el primer vástago de la casa


f¡¿*/zí_z/ mas opulenta, iníis rica. _y ¡nas antigua de Inglaterra.
Desde la época de la Reforma vienen figurando los Caven-
dish al frente de los tercios liberales y reformistas de la
nación. Por esta causa principalmente, aparte la valía
personal le Hartington, ha. sido tan notada y tan comen-
tada. su separación del partido en un momento de supre-
ma crisis.
Tratándose de una personalidad tan eminente, _y que
de tal principal manera. puede influir en la suerte de los
proyectos de ley sometidos hoy al Parlamento británico,
juzgamos que los lectores de la RE-zvlsfra no encontraran
inoportuno ni ocioso que dediquemos algunas columnas
ft esbozar un apunte laiogrítfico de tan ilustre individua-
lidad extranjera.

11 ya
El Marques de Hartington, llamado asi por cortesia,
pues el titulo en propiedad lo posee su padre, el Duque de
Devonshire, tiene actualmente cincuenta tres años no
cumplidos; se llama Spencer Compton Cavendish, _y es el
hijo mayor' è inmediato sucesor de una de las tres
ó cuatro casas patricias mas 'poderosas de Inglaterra. 'So-
lo en Irlanda posee 700.000 acres de tierra. Entre la aris-
tocracia inglesa, la casa de Devonshire es de las de mas
rancio abolengo y de historia mas esclarecida. Remón-
tanse su origen :1 la irrupción normanda de Guillermo
el Conquistador, en que la fundó un caballero, llamado
Roberto de Gernon. Fue muy engrandecido y adquirió
inmensas riquezas en tiempo de Enrique VIII con los
despojos de la Iglesia. En tiempos posteriores tuvo otros
aumentos y timbres, y, finalmente, Guillermo III, des-
pues de la -revolucion de 1688, hizo al jefe de la casa Mar-
ques de Hartington y Duque de Devonshire'
Spencer Compton, el aventajado miembro de la. Cama,-
ra de los Comunes y notable exministro, que es el objeto
de nuestro apunte biográfico, no ha necesitado cierta,-
nxente de la extraordinaria opulencia de su familia ni de
( 226 ) CELEBRIDADES couraunoaáui-ms. ( 30 _MARzo

los timbres nobiliarios de su estirpe para merecer ' ga-


nar un puesto propio en la cúspide de la sociedad 1110+
derna. ' ,
Aunque llamado a heredar una de las fortunas mayo-
res que en el mundo se conocen, siguió con fruto _y con
severa disciplina una carrera literaria y icientífica. Es
maestro en artes y doctor en leyes por la -Universidad de
Cambridge, en cuyo celebre colegio de la Trinidad ganó
todos los cursos con notablelucimiento y honores académi-
cos. En efecto, llegó a poseer los clásicos como pocos de
sus condiscìpulos, y acreditó también tanta afición como
aptitud para el estudio de las abstractas cuestiones rela-
cionadas con la filosofía del derecho.
P Concluida con brillantez su carrera universitaria, “en-
tró inmediatamente en el Parlamento como todos los hi-
josde las grandes familias patricias, ,siendo elegidodipu-
atado -por el distrito Norte de Lancashire, donde su fami-
lia posee' inmensas propiedades, el año 1857, -cuando aun
'no habia cumplido los veinticuatro de edad._ Tres años
antes (1854) se graduó de maestro en artes. y recibió la
borla de doctor en leyes en 1862.
Comoseve, empezó a figurar muy joven, y casi desde
sus primeros pasos en el Parlamento, le tocó desempeñar
altos cargos de importanciaministerial. Fue sucesiva-
mente lord del Almirantazgo (1863), Subsecretario del
Ministerio dela Guerra (1864), Secretario de la Guerra
(1866). Desde el mismo año, miembro del Consejo priva-
do. Posteriormente fue Post master _qeneø'a,l (Ministro de
Correos) y secretario principal de la Lugartenencia de Ir-
landa; Siempre se mantuvo obediente _y` fiel a las órdenes
de Mr. Gladstone, siendo uno de sus mas celosos é inteli-
gentes ayudantes, de tal manera que, cuando Gladstone
se retiró de la jefatura del partido el año 1874, anuncian-
do su propósito de volver a la vida privada, fue Ha.rting-
ton proclamado leader del partido, siendo preferido su
nombre ¿al de otros estadistas de inas brillantes talentos y
de mayor carrera parlamentaria. Aunque no negamos que
algo infiuiría en- esta elección su elevada posición social,
la autoridad y el prestigio tradicionales de su familia y
1888 ) oA1\uLo~D1-1 vn,L.~«.v,\so. ( 227 )

el brillo de 'un gran nombre aristocratico, en realidad de-


bieron ser la. causa determinante los méritos que había
contraído como el mas deferente, sumiso y disciplinado
lugartaniente de Mr. Gladstone, del cual se vió pronto
que, apartado solo por las apariencias, dirigía por bajo la
cuerda la acción del partido. Por esta ultima causa, de
jefatura de Hartington, aunque correcta y habil, no fue
de mucho brillo é importancia. Siempre ha sido querido
y estimado, mas por su caracter simpatico, abierto y ca-
balleroso, que porque se reconozcan en el talentos de pri-
mer orden, ya como orador ó ya como estadista.
Es el Marques de Hartington soltero, y esta lla.mado,
como hemos dicho, a heredar una de las fortunas territo-
riales inas gigantescas. Como es ala vez el propietario
mas rico de Hirlanda, sus enemigos, calumniandole, atri-
buyen a este hecho su actitud politica, olvidando las
pruebas inauditas de lealtad y de abnegación que ha da-
do, parti-cularmente cuando su pobre hermano fue sacri-
ficado de la manera mas villana y feroz. Lejos de haberse
opuesto sistemáticamente, como se pretende, desconocien-
do-la historia contemporanea; a los planes reformistas
aplicados a Irlanda, fue anteriormente entre los compa-
ñeros de Gladstone de los que con mas celo ty ardor tra-.
bajaron para el triunfo de los planes de-aquel eminente
hombre de Estado. Hoy mismo ha tenido que sostener
una fuerte y dolorosa lucha entre sus acendrados afectos
de cariño y de admiración y el' convencimiento que ha
llegado a profundizar en su. alma de que con la revolu-
ción que se intenta se pone en peligro la unidad y el 'po-
derío del Imperio. No por otra consideración menos .pode-
rosa se habria separado de su respetado jefe en este mo-
mento decisivo. S r
\

III -
Hartington es un_ hombre politico muy considerado y
respetado, porq-fue se ve en elel tipo del perfecto genfleøïmn
que se distingue en todos los actos y relaciones de la vida
publica por su dignidad, por su rectitud y por la nobleza
r ( 228 ) CELEBRIDADES c01~rrnM_1>oRA1«ucAs. ( 30 MARZO

y correción de sus prendas. Su disidencia actual, fruto de


una meditación profunda y de una necesidad politica in-
superable, ha infiuido grandemente en las nuevas posicio-
nes que han tomado los partidos y ha divorciado fuerzas
importantes del Ministerio. A el se debe en gran parte la
obra ya consumada de la u11ion de los partidos liberal y
conservador sobre la base de la defensa y mantenimien-
to de la integridad de_I Imperio. En el gran fineefíng cele-
brado hace pocos dias en el teatro de la Opera de Londres,
aparecio en el escenario al lado del Marques (_le`Salisbury,
de mister `\Villiam H. Smith, lord Cramborook y otros
hombres notables del partido íory, siendo el acompañado
por los Sres. Goschen, Riland, Selborne, Henry James y
otros importantes corifeos del partido liberal. Ha sido ès-
te uno de los actos mas resonantes y atrevidos que se han
realizado en Inglaterra en estos últimos años.
Hartington se ,propone hacer al 61'./¿ para el nuevo Go-
bierno de Irlanda una oposicion tan vehemente y enérgi-
ca como incansable, unido estrechamente en esta campa-
ña con sus flamantes aliados, no _menos ardorosos y deci-
-didos que el para afianzar mejor el resultado estratégico.
Problema muy angustioso es el de saber quién triun-
fara a la postre en esta contienda tan porfiada y competi-
da; y aunque la creencia iiias general es que Mr. Gladsto-
ne no lograra hacer prevalecersus planes, el exito de la
batalla depende, en ultimo termino, de una docena ò dos
de votos, cuya dislocación, en el momento cr`1tico, puede
ser debida a una circunstancia inesperada._ r
El Marques de Hartington no ha representado siempre
en el Parlamento algún distrito de Lancashire. Desde
1857 a 1869 representó al entonces distrito Norte "de aquel
condado; pero de 1869 a 1880, fue diputado por Radnor.
En las .ultimas elecciones ha vuelto a ser elegido por
el nuevo distrito de Rossendale en el Noroeste de Lancas-
hire. La familia de Devonshire posee ma.gn`1ficos palacios
y casas de recreo en varios condados de Inglaterra, y tam-
bien en Irlanda; su residencia habituales en el palacio de
Chatesworth, del condado de Derby. El Duque actual
cuenta ya setenta y ocho años de edad; de manera-que
w.

]888 ) _cAM1Lo DE v1LLAvAso. ,t ,, r'*'†


( 229 ) .

dentro de una previsión natural, puede colegirse que el


denodado campeon de la reciente liga liberal-conserva-
dora no tardara en pasar a la Camara hereditaria, aban-
donando forzosamente el mas brillante y animado. campo
de sus labores y de sus batallas durante veintinueve años.

CAMILO DE VILLAVASO.

Bilbao 4 de .Mayo de 1886.

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i LA OBRA DEL EMPERADOR


Guillermo I.
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«lfl gran emperador, que fundó la unidad alemana, ha muerto;-› estas senci'
llas palabras con que Bismark anunció al lìeicbstag la cntzistroit-, son el resu-
men de cuanlo pueda decirse y pensarse sobre el asunto; son la esplicacion
de ese dolor \'erd.|dero, que ha invadido ti cincuenta millones de hombres de
todas las creencias, de todas las opiniones politicas. al pasar zi mejor vida un
anciano de noventa y un años, un protestante de convicciones ,arraigadas. un
prìncipe.(|nc al ceñir sn corona manifestó que solo la debia 'zi la gracia de Dios.
Y no solo cincuenta millones de alemanes se conmovieron ante ese lecho de
muerte, que 'era un lecho de c;nnp.u`1 1; pocas personas en el mundo civilizado
lml›rán dejulo de descubrirse con respeto ante el rigido cadaver tapado con el
capote gris de las grandes batallas: todos, al ab.mdonar con el pensamiento el
regio panteón, en que quedaba el hijo victorioso ti los pies de la madre atri-
bulada y humillada, todos los qneleen y escuchan habran repetido con los
serios estudiantes alemanes -«\'.de, sent-x imperator.-› No es 'el emperador
Guillermo la figura más grande del siglo XIX; pero su obra, al menos la obra
que por él se hizo posible, es la' gran obra europea de esta cuntnria; de ella
puede decirse lo que sin razon decia Napoleon 3.' de la suya «el imperio es
la paz.›› Y por ser la más sólida base de la paz europea el genuino imperio
aleman, ese imperio nuevo en la historia del viejo continente, es por lo que
el' hombre que lo represento en vida, mereció al morir un tributo de cariñosa
admiracion que sin exageración ninguna puede llamarse' universal.
El imperio aleman es la paz europea; 0 al menos l.| paz'posibIe. Ese impe
rio, cuyo germen hay que buscar en un.-is sencillas ri-forums militares, que
nacieron en el cerebro de un militar oscuro; que fue pasando por fases de. evo-
lucion cuya forma esterna fué siempre la guerra, en 1813 para destronar al
1888 ) FLUGELN. ( 231 )
_ 1 _l___›C

invasor unitersal, en 1864 y l8lì6 para destruir el predominio de una poten-


cia mas eslava que alemana, en 1870 para afirmar el derecho de la nacion
germana por escelencia; que hoy en todo su esplendor se rodea del más for-
midable ejército que ha alumbrado al sol; ese imperio, en que 'basta los canci-
¡leres se cubren con el casco y ciñen espada, es la única esperanza de que la
guerra. como las grandes pestes que afligieron á la humanidad, no sea un azo-
le fatal, ineludible: sino, que como aquellas aflojaron sus vigores cuando la
ciencia supo combatirlas, tambien la guerra puede allojar los suyos cuando
los pueblos se constituyen en armonia con algun principio. que rige nuestra
naturaleza racional, y en virtud del cual se hacen 'compatibles los instintos de
egoismo con las ideas de amor al prójimo. '
l\`o sabemos, y acaso hoy nadie lo sepa, si la unidad alemana es una obra
delìnitiva; no sabemos si esa obra, que en conjunto parece responder admira-
blemente ti las aspiraciones pacilicas de la democracia universal, sera bastan-
te elàstica para plegarse zi otras exigencias de esa misma democracia; ó s¡
por el contrario se rompera al querer satisfacer esas necesidades que parecen
imponerse en todas partesy en los paises sajoues- mas que en ninguna otra.
Pero si la obra resiste à esta prueba, proxima ó remota; creemos que ningun
peligro la amenaza; pues no pueden serlo para la unidad alemana esas mez-
quinas complicaciones diplomáticas. que son uno de tantos fantasmas que ha
abuyeutado el buen sentido de la democracia; ojalá al concluir con esos licti-
cios problemas, basados en la preponderancia del interés de unos pocos, no
hubierabecho nacer otros mas graves, que arraigan al interés de todos, yi
cuya solucion apenas se vislumbra! l

ll.

Elimpcrio aleman, cuyo primer titular fue Guillermo de Prusia, es una


institucion nueva cn la historia; para nosotros no tiene precedente inmediato
ni en aquel sacro imperio romano, que ya carcomido y vacilante derribó fa-
cilmente Napole`on_:`i principios delsiglo; ni tampoco en aquella confederacion
del [thin afrancesada, con que el gran capitan quiso sustituir la importante
máquina feudal que habia hecho pedazos. › -
Cuando en 1813 Federico Guillermo 3.' vacilaba en poner su débil espada á
disposicion del (`.zar de ltusia .para arrojar às los franceses más allá del lthin,
estuvo à punto de desistir por completo de la gloriosa empresa. que exigía de
él muchos sacrilicios. Era uno, y no el menor, sancionar los movimientos po-
pulares, que por ìnstigacion del gran Stein se habian iniciado en Kónìgsberg;
aprobar_la¬desol.›edicncia del general York; en una palabra ceder en lo esen-
cial à aquellos principios revolucionarios, contra los cuales se habian levanta-
do en armas hacia veinte años todos los reyes absolutos de Europa. Era otro
sacrilìcio acceder zi los deseos de Alejandro, el cual al ofrecer zi Prusia la com-
pensaeion de todas las disminuciones de territorio. que la ti rania de Napoleon
hat_›_i_ai1npuesto. queria reservar las provincias polacas, que antes pertenecian
à Prusia; à cambio de dar á esta el equivalente a costa de los pequeños y me-
dianos estados alemanes; y el rey de Prusia repuguaba por una parte ceder
( 232 ) La-OBRA DEL EMPERADOR GUILLERMO 1. ( 30 Maiizo

dominios que consideraba propietlad sagrada e inenagenable, repugnaba despejar


a soberanos legítimos, tan legítimos como él; y dolìale por encima de todo
imitar la vituperable conducta de Napoleon, que jugaba con la suerte de las
provincias y naciones con tal de ccntentar ambiciones de reyes y dìploniàti-
cos.,l\`obles escrúpulos estos ultimos en todo caso, y muy respetables los pri-
meros si atendemos si las ideas. que de buena le debia profesar un rey de de-
recho divino; y más un rey de la casa de llohenzollern, en la que la idolatría
á las regias prerogativas jamàs oscureeio la idea de los grandes y penosos de-
beres que ellas imponìan.
Y sin embargo en esas circunstancias, que para el atribulado monarca eran
fuente de nuevas indecisiones, sombra en la alegre perspectiva de la indepen-
dencia conquistada, puede verse la causa determinante da esa grandeza que
alcanzó su hijo favorito. y con el aquella oprixnitla monarquía prnsiana, que
en aquellos años parecia predestinatka á desaparecer_ del mapa de Europa.
Pues por una parte desembarazada Prusia de todo elemento eslaio, quedó
constituida en la primera potencia genuinamente alemana; mientras que Aus-
tria, preocupada con sus intereses italianos, liungaros, tcheques y estaves, no
podia representar elpatriotismo germano eii toda sti pureza. Por otro lado,
Austria, que habia en 1809, hecho un desgraciado é incompleto ensayo de la
guerra de independencia popular, retrajose mas' de la cuenta en 1813; y al
propio tiempo que desobligaba zi toda Alemania tanto como Prusia`la obligaba,
tornaba en aborrecimiento aquel levantamiento en masa de la nacion, imitado
de la heroica España;el cual levantamiento, encauzado por la fortisima orga-
nizacion administrativa de Prusia, fue la base d_el servicio universal obligato-
rio, que ti la vez que daba al absolutismo prusìauo tin tinte menos repulsivo
que al austriaco, ponia en manos de los llohenzollern la poderosa espada im-
perial, cuyo temple probaron los sucesores del sacro imperio en Sadovva y los
de Napoleon en Sedan.
Y ya antes de estos memorables sucesos las semillas habian dado sus frutos;
ya en I8á8 los representantes del pueblo aleman habian ido desde laniglesia
de San Pablo de l*`rancl`ort zi llerlin, para ofrecer la corona imperial a Federi-
co Guillermo IV, rey de Prusia. Pero este soberano. ofendido en sus convic-
ciones por una revolucion turbulenta, que habia hecho espatriarse à su
heredero (el mismo Guillermo que hoy lleran los alemanes, entonces amena-
zado de muerte), conocedor del disgusto de los otros soberanos alemanes, no
quiso afianzar en sus sienes una corona, que en el orden del derecho no le
parecia bastante legitima, y en el órden de los hechos no encontraba bastante
segura. El pueblo aleman se habia adelantado ii sus gobernantes; su instinto
-le habia demostrado el 'verd ulero camino, que à reyes y diplomáticos tapa
ban mezqninos intereses particulares; tal vez fuese indispensable amasar con
sangre los cimientos- de la obra; pero ello esque cuando-cn Versalles los
príncipes alemanes rindieron pleito homenaje al mis poderoso entre ellos, al
que tenia más vasallos, mas soidnlos, mejores generales, mejores consejeros,
sitio fueron tan nobles, tan .generosos como los diputados de Francfort, al
menos colmaron de grado ó por fuerza los votos-de sus pueblos. , _ l _
. Y »por,eso'hcmos dicho que el imperio aleman, vinculado enlos reyes .pru-
sianos,.esuna institucion nueva; que en abono de su duracion tiene el s_er___-el
1888 )' s FLUGELN. ( 233 )¬

dr-im`er imperio genuinamente aleman; que en abono de su representacion pa-'


cifica tiene su verdadero origenf esencialmente popular y democrático.
Si para algunos de nuestros lectores tiene novedad este punto de vista, re-
tlexionen acerca de los antecedentes expuestos, y conliamos en que no lo
tachartin de paradógico.

lll.

¿Y Bulgaria? y Alsacia y Lorena? preguntaran, con razon nuestros lectores,


En un libro muy discreto del eminente profesor inglés Valfour Stewart leiamosf
hace años, que asi como no es imposible en los acontecimientos del mundo-
inorgánico, en los del orgánico,y aun cn los sociológicos predecir las grandes-
sintesis, asi lo es querer profetizar los detalles de esos acontecimientos.
Nosotros aseguramos con toda 'conviccion que la institucion del “imperio
alemán ha contribuido mas que suceso alguno, mas que todas las teorias è;
ideas modernas ti consolidar la paz europea; pero nos guardaremos muy bien
de predecir que ese gran impulso belicoso, que ha sido preciso imprimir zi las.
grandes potencias para alcanzar tal resultado, haya quedado agotado; es posi-
ble que las guerras de 1870 en Occidente y de 1876 en Oriente no hayan sidof
la última oscilacion de ese péndulo fatídico. Pero si hay guerra en Oriente, lo-
que no creemos próximo, no ha de ser una guerra de estcrminio; màs bien
tomará el caracter arcaico, y por lo tanto poco peligroso de las guerras poli-
ticas anteriores zi nuestro siglo; podrá el aparato ser mayor; las masas-de
guerreros deeuplcs, las batallas màs ruidosas; pero ni Rusia puede ser inva-t'
dida y acogotada como lo fue Francia en 1870, ni ella puede soñar en invadir'
la Alemania Ó el Austria; y admitido esto como seguro, la guerra pierde ese
caracter trágico, que reposa en la destruccion literal de una de las partes
contendientes. i ' '
En Occidente, ha dicho Castelar, el gran orador seglar, ha repetido Monseñor
Freppel, el orador religioso, y ha cantado Coppée, el poeta francés, no estará
la paz asegurada hasta que los alemanes devuelvan, con generoso arranque,
las conquistas de 1871. tjon permiso de tan altas autoridades no creemos ne-
cesario ese paso para asegurar la paz europea; pero ante todo diremos, que
aunque es uso y costumbre presentar en la misma linea la Alsacia y la Lorena,
á nuestro juicio los sucesos no han de justificar esta identificacion". Nosotros
vemos en Alsacia un trozo de territorio solicitado por tradiciones mixtas; en
la aldea, donde el pasado perdura, descubrimos un gran fondo germánico; en
las ciudades predomina la tendencia francesa, y acaso más que como simpatía
etnica, como armonia politica. Por el contrario la Lorena es una tierra france-
sa; Metz detuvo el curso triunfante de aquel emperador aleman que era al
mismo tiempo un rey español. No se porque se nos figura que esta opinion
nuestra se comparte más Ó menos en las altas regiones del gobierno aleman;
en Metz se hacen fortificaciones formidables, eu su plaza principal se vá fi
levantar la estatua del soberano conquis.tador; eri Strasburgo se erige la uni-
versidad mas espléndida de Alemania, y alli se lija la residencia del Statthalter,
del representante del soberano que administra y proteje zi los súbditos natos
( 234 ) LA QBRA DEL EMPERADOR GUILLERMQ 1. ( 30 Manzo

del imperio ¡Qtiicn sahe. si en esta distincìon entre el pasado y el porvenir


de las dos provincias 'estará la solucion pacilica del porvenir!
Pero hay más; nosotros apreciamos como más importante el deseo de los
Alsacianos de vivir en el regimen democrático en que nacieron. que el deseo
de revancha del resto de la Francia. Si un dia las instituciones alemanas-se
despojan de cierto carácter feudal. que aun conservan; si la paz asegurada
desarma al alarmado imperio naciente ¿quien asegura que el alsaciano no
encuentre en lo intimo de su sangre más razones para permanecer alemanes
que para tornarse francés?
Y aunque asi no sea; aunque mañana el pueblo francés conmemore el cen_tc-
nario de Napoleon poniendo á su cabeza à Boulanger. ò al rey Felipe, ó zi
cualquier Bonaparte; y Alemantaesté regida por un prìncipejóven, impetuoso
avido de consagrar su dignidad con el óleo de la gloria militar; aunque la paz
se rompa, y la Europa atónita presencie una lucha sin precedente en sus de-
talles, acaso insiguilicante en sus resultados; aunque esto suceda, no obsta
para que la obra de Guillermo I haya sido la obra paciíicadora por ciencia del
siglo XIX, la gran obra democrática. Si la Europa del siglo XX se ha de distin-
guir de la del siglo que acaba, el rasgo principal ha de ser la existencia de
esa gran nacion alemana, con cincuenta millones deciudadanos ilustrados so-
bre los que nadie, cualquiera que sea sn prestigio, puede ejercer una autoridad
arbitraria. .
- IY.
Esta es la obra; muchos han contribuido zi ella Si de sus tumbas levantaran
las cabezas desde el gran Elector hasta Guillermo l, desde Scharnhorst hasta
son dìt Bom. Stein y llardenbergi todos agrupados en torno de Bìsmarlå y de
Moltke mirarian extasiados el colmo de sus ardientes votos. la recompensa de
sus herctileos trabajos. Todos ellos han demostrado esas grandes cualidades,
que en vano apelecemos para nuestros hombres de estado, para nuestros gue-
rreros, para nuestros soberanos; esas cualidades, cuio peso en la balanza del
destino de las naciones es tan decisivo, que hoy, despues de ochenta años de
pleno parlameutarismo latino, hace que muchos hombres de buena fé se pre-
gunten, si el progreso politico va |›or el camino que nosotros seguimos. Ó se
estien-le en horiaontes apenas cntrevistos por ese otro en que aparentemen-
te perseveran las razas del Norte. ` r
Entre esascualìdadesla eminente es la honradez politica, el sentimiento del
deber; los tradicionalistas latinos la creen resultado de un régimen politico
simpático para ellos; pero si eso fuese cierto las naciones latinas no hubieran
tenido que destronar ó poner en tutela sus diuastias; no, la razon debe estar
en otra causa, y como esa no sería alhagiieña para nuestro amor patrio, ha-
remos aqui punto linal.
FLUGELN.
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. LA PRIMAVERA.

Es, para el poeta, el bello despertar del invierno, y,


para el hombre tecnico, la resultante de todas las fuer'/,as
vitales, dc todas las energias del- mundo que ltabitarnos,
en incesante actividad durante cl periodo cn que se las
supone abandonadas cn estéril inercia. Mientras la esta-
cion invernal la tierra cspcrimcnla escasas perdidas, por
que el fenomeno de la evaporación se desenvuelve con
prcmiosa dificultad. Ocurre, mas bien, todo lo contrario:
las frecuentes y copiosas llui ias llevaron a su serio gran
cantidad dc humedad, saturada con las cmanaciones flo-
tantes en esc oceano fluidu denotninatlo atmosfera; las
nieves, que cubrieron su superficie, le cedieron paulati-
nnrncntc los gases cautivos en los espacios intertnolccu-
lares de su manto virgiual y, finalmente, las heladas, que
ocasionaron la muerte de millares de seres infinitamente
pequeños que en cl mundo orgánico motivaron daños in-
finitamente graudes sin otras armas que una espantosa y
homicida reproduccion, que congelaron informes masas
de agua que anularon con el freno de la cohcsion atomis-
tica la causa de desoladoras inn ndaciones, no permitieron ,
( 236 ) LA PRIMAVERA. ( 30 Manzo

formando coraza pro'lcctura,la fuga de los principios con-


finados a reaccionar cn ese misterioso laboratorioquc fun-
ciona sin descanso en las entrañas del planeta. Las pri-
meras que se apodcran del producto de estas reacciones
quimicos, abundante en variados y nutritivosjugos, son
las raices de las plantas que se fortalecen ycstienden pro-
porcionando ancba baso a los colosos del reino vegetal.
AI iniciarse la primavera, la tierra traspira dejando cs-
capar la humedad y los gases por largo tiempo en olla
aprisionados; à la tibia irradiacion del sol primaveral las
plantas dilatan sus 'tejidos, facilitando la evaporacion
dc sutil fragancia que 'perfuma el ambiente, ylas hojas
abren sus estómas para absorber la humedad y el alimen-
to diluido cn lu amplia mansion dc la atmosfera. La bu-
mcdad sobrante, la que no fue ingerida por las plantas,
queda adherida a las mismas, merced à un descenso ter-
mometrico, bajo esa t`t›rma csfcroidal llamada rocio que
constituye, disperso cn multitud de perlas líquidas, el
mas rico tocado dc las brillantes auroras del opulcnto
mes de Mayo.
La tierra, ante los vivisimos destellos del incandcsccntc
globo de la celeste inmensidad, se cubre pudorosamente
con verde disfraz esmaltado dc matizados pétalos, cuyos
cambiantes nietfilicos dan variedad infinita a las flores
que, cu sus múltiples y diversas especies, viven, por sus
inefablcs encantos, cn constante rivalidad con esas aves
que simulan, al ostentar su love y abrilluntado plumaje,
fragmentos de arco-iris dcsprcndidos dc los remotos ma-
nantiales donde la luz se engendra.
¡Primavera! Magica palabra que nos t.rasport.a subita-
monto à dias dc risueïias pcrspclivas y de espléndidos pa-
noramas q ue, ora limitados por abruptas cordilleras cc-
ñidas por encajes de rutiluntcs vapores, ora pcrdiéndosc
cn poético dcsv'anecimic|tt.o que se filtra al traves de n u-
bes tiacurntlzts, dibujan con lineas de deslumbrante fun-
tasia la cxcclsa decoracion de la vida.
1888 ) HILARIO CAÑAS. p (237 )
I \

¡Prirnavera! Tu solo recuerdo nos conduce à aquellas


noches de placida calma, apenas turbada por los últimos
latidos del dia, en las que aspirandoel aliento del silencio
universal, permitasenos lar frase, quedamos sumergidos
en honda meditaeion al contemplar esas islas de lúz 9
erranles por losiinsondablcs dominios del eter, que apa-
recen, alos ojos de los sometidos al dogma, como carac-
teres de fuego que denuncian al Creador, y que solo son,
para los que sin otro amparo que la deficiente razon' bus-
can soluciones en los profundos problemas de la eieneia,
los términos de una sublime ecuacion cuya incógnita se-
ra eternamente desconocida. ` -
Las distintas manifestacion es de esta bienhechora esta-
cion invaden nuestro organismo, tonifiean el espirituy
vigo:-izan nuestras fuerzas no sielnpre potentes para so-
portar la pesada cruz de la existencia.

H1|,.tnIo CAÑAS.

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I.

Si, a parte otros signos mas certeros, hubiéramos de juzgar del


merito de un .pensador por la discusion que entre las personas
amantes de la ciencia, se suscita acerca de las teorias que susten-
ta, nadie con mayor razon que él en otro tiempo ministro austriaco,
que el profundo escritor Schaeffle, pudiera ser calificado de emi-
nente y si acaso contribuyera a aumentar esta fama la disparidad
de los juicios que se han hecho sobre su doctrina, no en vano se le
diputaria de sabio en el mas amplio sentido de la palabra.
En efecto a poco de publicada su obra magistral, el libro que
quiza recopila .mejor,Ja ciencia social moderna _v en el cual al
lado deiun, espiritu de reflexion que asombra, se admira una ar-
quitectónica que recuerda los monumentos filosóficos que pasan
por modelos en el mundo, el que titula Extructum y vida del cuerpo
social (Ban und Leben des socíalen Köf-pers) comenzaron las polé-
micas respecto a su filiacion cientifica no solamente como socio-
logo, sino tambien como mero economista, de caber separacion
1888 ) ADoLFo A. BUYLLA. ( 239 )

entre ambos oficíosÉ quien como Espinas (Des socíetés animales) ó


como F llilleè (Science sofríal contemporaíne. La democratie et le
propíeté) le incluye en la tendencia de Spencer, colocandole entre
los organicístas en Sociologia; quien le atribuye una completa adhe-
sion a los principioside Krause. La lectura de su famosa creacion
no deja lugar a duda, aun para aquellos que viviendo del todo a
la moderna usanza sientan pavor en su ànimo_y retrocedan ante
la imponente mole de dos volúmenes con cerca de dos mil paginas
de apretada impresion, se les ofrece en el Prólogo del (mtor ocasion
de calificar acertadamente la doctrina de Schaeffle al fijarse en la
conclusion. «De este modo puedo prepararme para la empresa de
»descubrir los elementos de una psicofísíca social y de una psicolo-
»gía social reales, puesto que por lo que toca especialmente a esta
»última, es decir a la observacion empírica de las relaciones psi-
»quicas Ó de las instituciones psicofísicas que aparecen como en
»su lugar y tiempo, cuando se veriflca un verdadero desenvolvi-
»miento social de la actividad intelectual humana, ha llegado el
»momento de hacerla efectiva y desde luego se advierte es tarea
»mas facil que la investigacion fisiológica y psicológica de la vida
›del alma humana individual, en la que encuentran su explicacion
»los fenómenos de la conciencia l1umana.›› si
Pero todavia aparece con mayor claridad su apartamiento. de la
escuela organicista en el siguiente notable parrafo de la Intro-
duccion. _ I
«Surge de aqui una innegable analogía entre las celulas, los te-
»gidos y los órganos or_qán¿cos y sociales; pero no menos se nota
»una enorme diferencia entre ellos por el hecho de una universal
»integracion y de una espiritualidad mas elevada. 'De esta dife-
»rencia emergen para el reino de la vida social, fenómenos de
»una especie completamente nueva a los cuales nada puede oponer
»la naturaleza Orgánica. La fllerzx espiríteml conseguida por el hom-
»bre individuo en el punto culfrzíøzarzte del desenrolvim lento orgánico im-
»príme en el czøerpo social, lo mismo en su conjunto que en sus paztes,
»el sello es-pecíflco.» No nos sería dificil multiplicar las citas de impor-
tantes pasajes dela tan renombrada obra de Sc11aeffle,para demos-
trar que no estan en lo cierto los que le han clasificado como soció-
logo, al lado de Spencer; pero a mas de hacer sumamente largo
este trabajo, nuestro propósito de hoy es otro, como tendran oca-
sion de ver los apreciables lectores.
šj 240 ) _ Docrnnms Económicas. ( 30 MARzo
wfrvz

II.

Revelose el eminente profesor de la Universidad de Tubinga


como un economista muy por encima de los que a docenas y sin
otro bagage cientifico que unos cuantos números del -the .ïlronomist
el Journal des .Economístes, brotan como por generacion expon-
tanea cada dia, en un libro que si adolece del defecto detodos los
suyos sequedad, aridez y un tanto de oscuridad en el pensamiento,
quiza por ir muy al fondo en los asuntos de que trata; delata de lue-
go a luego un espiritu reflexivo en alto grado y un competente
observador de la intricada complexion de los fenómenos sociales,
al par de una inteligencia nutrida por amplia lectura: aludimos
al titulado Sistema social de la Economia Ízzunana (das gessells cllaf-
tliche System der menschlichen \Vi1-thschaft) que por su fondo
como por su forma se aparta mucho del molde en que hasta enton-
ces se habian vaciado las principales obras de este género, con-
tando con que vió la luz con el nombre de National Oekonomie en
1859, siendo tal su resonancia que alcanza hoy hasta la cuarta
edicion.
En este libro se pone Schaeffle del lado de losgue despues ape-
llido Oppenheim socialistas de la cátedra; puesto que se muestra
decidido partidario del metodo h¿stó_›°ico-realista como ellos dicen,
de la subordinación de la Economia a la Etica, del caracter mera-
mente circunstancial de las leyes económicas de la omnipotencia
del Estado para resolver el problema social, consecuencia de su
idea capital de colocar por encima de todo, la economia social, con-
siderando a la economia individual por debajo y como sometida a
ella.
Colocado en esta situacion ni retrocede ni se detiene el Dr.
Schaeffle antes al contrario avanza en el sentido socialista de sus
doctrinas como puede apreciarse en su Bou amd Leben «les socia-
len Körpers. (Parte III. Secc. 1.“ Capitulo XII) en donde despues
de definir la economia social «cambio .complejo de materia del
»cuerpo social, de su personal como de su material, regulado con
»el fin de obtener un producto útil maximo, con un gasto minimo, es
»decir económicamente ó de otra manera el conjunto de los especia-
»les cambios de materia ó sea de las satisfacciones de las necesi-
1888 ) ADOLFO A. BUYLLA. (, 241 )

»dades materiales (economicas particulares) de todas las unidades


»sustantivas sociales y tras de estampar la importante manifes-
»tacion, que confirma su apartamiento de la escuela espenceriana;
»este modo de ver no es obstáculo a una concepcion ética de la
»economia nacional; porque no se desconoce que el es¡›z'›-ita sea la
»fuerza que mueva tambien' el cambio de materia y que el perfec-
»cionap1iento, la accion especifica y la accion coordenada de las
»varias fuerzas del espiritu sean condiciones y resultados de un
»elevado desarrollo de la economia social», se ocupa muy dete-
nìdamente y con la competencia que aun sus opuestos no pueden
menos de reconocerle en exponer lo que él llama conceptos funda-
mentales de la teoría de la erfmonuïf social (la tierra, las necesidades,
las satisfacciones, el consumo, el trabajo, los bienes, el patrimonio,
el cambio de materia intermediario-el comercio, el coste y el pro-
ducto, los valores en cambio-precios mercantiles, tasas--, el in-
greso y el gasto, la economia (social y universal) el principio de
lamoiiomiriølad, que desenvuelve con peculiar originalidad en sendos
capitulos para venir en el VII a hacer una historia del desarrollo
(evolucion) de la economia social, que inicia con un interesante
estudio acerca de la Seleccion »natural en la economía social en el
que a parte otras afirmaciones muy significativas que revelan bien
a las claras su pensamiento fundamental dice «Demasiado sabido
»es que desde los tiempos mas antiguos, todas estas causas de su-
»perioridad se aunaron para asegurar a las clases no productivas
Ȏ investidas de privilegios, de derechos y de monopolios, la parte
»del leon en el producto del trabajo del pueblo, y con la tiranía
»ejercida sobre los espiritus, con el cetro y con la espada, con el
»uso del poder autoritario, con un derecho de propiedad de los
»medios muebles è inmuebles de produccion, se intentó favorecer
»a los grandes y a »los ricos y se procuró hacerles pesar constan-
»temente sobre los masas trabajadoras» «primero la propiedad
»del løombre y de la renta, despues la 1›ro¡›ieda(l de la renta y por fin
»la propiedad de la ganancia del trabajo (Rodbertus)››,
En El ('.u.rso de la evolucion económico social examina el ilustre
Schaeffle sucesivamente el periodo de la economia salvaje y nóma-
da, el territorial primitivo, la economia de la ciudad y del campo en
la edaal -media feudal, la economia social del absolutismo, la econo-
mia social moderna de la libre competencia ó el periodo de la eco-
-nomia desenfrenada del dinero yd del crédito y ya en este punto se
( 212 ) Doc'rR1NAs Económicas. ( 30 Manzo

compromete en una critica de la época capitalista hecha con un es-


piritu que se marca perfectamente en las siguientes palabras de
la pagina 371.
«Por su naturaleza el capitalismo ó lo que es lo mismo el siste-
»ma de la libre competencia lleva ingerta la tendencia a conver-
»tirse en todo lo contrario, en el monopolio y en la coa-lirion de los
pi'ec1`os. , _ ,
«Este hecho se ha manifestado pocos decenios despues del ab-
»soluto imperio del principio capitalístico y precisamente no podia
»suceder otra cosa, pues que la victoria en la lucha, plenamente
»libre y cosmopolÍta por la ganancia y el alejamiento del peligrode
>> sucumbir, se obtienen con suma facilidad, mediante las coaliciones
>›y las fusiones» p
«Es tambien propio del capital la tendencia a lograr su fin ape-
»lando a armas, no de muy buena leycomo falsificaciones, fraudes
»en la calidad y en el peso de los productos, sustitución de la
»realidad por las apariencias; a esta última mistificacion llegaron
»a ceder hasta los ingleses tan celebrados por la solidez de sus
››productos.
»Asi mismo es de esencia en el capitalismo una cierta perver-
»sion de la moralidad en sus poseedores, el lujo, la-sensualidad
»por eso el capitalismo no puede invocar para si el progreso a
»través de la seleccion natural (el padre corre, el hijo se detiene, y
»el nieto..... cae), por el contrario determina el decaimiento físico,
»moral y espiritual de la poblacion y de aquì la debilidad de la
»fuerza militar nacional y del orden interno. Tampoco cabe atribuir
»à la libre competencia, una accion perfeccionadora: la misma teoría
»de Darwin prueba demasiado que la lucha de la concurrencia capi-
»talista no es la única ni menos, la mejor forma selectiva de la ri-
»validad social. Tainbien por este lado las pretendidas ventajas
»económico-sociales, del capitalismo, caen a tierra.
>›('omo el feudalismo se extinguió con las luchas entre las di-
»nastias y se resolvió en una forma de seno»-la privada para el
»servicio funcional del Estado, otro tanto habra de suceder con el
»capitalismo. Por la causa del 1;;-og;-eso trabajan, en virtud de una
»ley general como vemos, no solamente los oprimidos que se de-
»fienden y resisten, sino los capitalistas que se destruyen luchando
»unos con otros.»
Como si la tendencia socialista perfectamente caracterizada, no
1888 ) ADOLFO A. BUYLLA. ( 243 )

apareciera con singular claridad en las anteriores acotaciones, to-


davía la encontramos mas significada, a ser posible en los parra-
fos que dedica a poner de relieve los vicios del capitalismo moder-
no, en los cuales retrata de mano maestra los excesos cometidos
por las clases privilegiadas y la miseria y abyeccion en que han
caido los pa-rias de la sociedad moderna. Asi por ejemplo en el
consagrado d demostrar la ilimitada prepotencia material privada y
las anomalías en los 'riesgos del azar dice «La primera imperfección
»cardinal del capitalismo dominante consiste en que la lucha eco-
›nómica de la competencia mirando esencialmente a la consecu-
»cion de las mayores porciones privadas posibles, del ingreso
»nacional, no a la obtención de los precios mas elevados por los
»servicios funcionales, puede y debe ser combatida con la prepoten-
›Cia patrimonial exclusiva y con las ventajas hered»itaø°ias con la as-
»tucia, conla violencia, con el fraude, con la corrupcion, con la
»despiadada opresion de nuestros semejantes.
- En el parrafo que 'tiene por titulo << Inconvenientes de la foi md-
»cion capitalista del 0,.-lor en cambio. Earcentricidad del movimiento
»de los precios--Crisis, se lee. «Un defecto fundamental de la de-
»terminacion capitalista del valor en cambio, consiste en que no
»regula el precio mercantil sobre los valores de coste sociales me-
»dios ó sobre los valores en uso de la misma clase y por lo tanto los
»productores y los consumidores se encuentran con ingresos extraor-
»dinarios y -rentas de prioridad y otros favores de tal naturaleza,
»que parecen llovidos del cielo .... .. '
»Un segundo defecto de la formacion capitalista del valor en
»cambio, se manifiesta en que todo el daño y toda la ventaja de las
»variaciones de precios, que se derivade las perturbaciones del equi-
»librio entre la ofertay la demanda, no alcanzan ri todos uniforme-
››mente,' sino especialmente á una fraccion de la poblacion: la Ventaja
»a la fraccion que se encuentra en condiciones mas favorables,
»el daño a los que se hallan en las mas desfavorables»-_
Acusa igualmente Schaeffle al régimen capitalista, de producir
la imposibilidad de un conocimiento completo y preventivo de la de-
»mauda social; de favorecer la libertad en todos, de ofrecer y de
procurarse bienes especialmente danosos, de estender escandalosa-
mente el lujo dela moda, de subordinar la satisfacion de las nece-
sidades públicas a los intereses de la especulación y por cierto que
al desarrollar «esta proposiciensale de su sequedad habitual y en-
( 244 ) Doorninns Económicas. ( '30 MARZO
1 _ " 'iii' _%, , "' í , " 1*^' ' "

tra en pleno dominio de la elocuencia hasta el punto de concluir


el parrafo con las siguientes susto-nciosas frases de Byron «¿Quién
»tiene vinculados el viejo y el nuevo 1 mundo? ¿Quien ayuda pode~
»rosamente a los colosos de la politica? ¿Acaso la sombra terrible
»de Bonaparte? ¡No, son el hebreo Rostchild con Baring su compa-
»dre Laffitte y Compañia! Los señores del oro, son los verdaderos
señores de `Europa.....» _
Y no contento con esto el gran escritor acusa al sistema capi-q
talista actual en el parrafo «La or_qanízacion capitalista del proceso
dela produccion, de alentar' la escision entre la inteligencia que di-
rige y el brazo que ejecuta la produccion y le moteja acremente
porque determina» «el sobrevenir periodico del exceso de produccion
»y del defecto de consumo con su necesaria consecuencia» las crisis
del espacio (Absazcrisscn) _
Cuando el Úoctor austriaco combate el crédito cita repetida-
mente a Proudhon y hasta estoy por decir que 1e'aventaja en vi-
rulencia anti-capitalística, Vease como muestra lo que sigue, por
otra parte muy gràfico y muy justificado. «La bolsa esila tumba
»de innumerables sustancias familiares, el reclutamiento del hurto
»legal en vasta escala., el lugar donde se ajustician y decapitan
»las clases medias,1aescuelade los quebradas fraudulentas yde aque-
»llos que dicen con Falstaff «Me pesa el restituir, es una fatiga doble.››
»La bolsa acelera en alto grado elproceso de destruccion de muchos
»pequeños capitales, por obra y gracia de pocos grandes,y da lugar
»ala formacion de una aristocracia del dinero de la cual la pobla-
»cion entera y el Estado, obligados alpago de intereses de rentas
»y de alquileres, se 'conirierten en tributarios. Y todo esto fué, debe
»ser y sera siempre en grado cada vez mayor, no por culpa de los
»que frecuentan las bolsas sino por culpa de la organizacion ca-
»pitalista. t
»Shakespeare en el Enrique V. (III. 3 y 6) pone en boca de un
»personaje «Ellosloroban todo y ¿L esto llaman comercio, negocio la
»fortuna es una moral excelente.»
No menos socialista es el i lenguage que emplea el catedrático
aleman en el parrafo en que se ocupa de' la distribucion capitalista
delos -ingresos nacionales en dor de se esfuerza en aclarar que el sis-
temas económico actual se opone por completo el principio ideal de
la distribucion social que como la organica consiste en que cada
organo, cada tegido social ycada elemento del tegido participan
1888 )1 ADQLFO A. BUYLLA. ( 245 )

de los ingresos en proporcion a los servicios funcionales que pres-


tan: que debido a esta subversion del órden los empresarios se afa-
nan por obtener el trabajo mayor posible con el menor -salario y
los trabajadores tratan por el contrario de alcanzar el maximum
de salario con el minimum de trabajo y concluye por preguntar
¿Quién-será el que no vea «gue hoy gran parte de las clases de perso-i
›nas que viven dela renta no hacen otra cosa guevegetcu' en un OTIUM'
»SINE DIGNLTATE, que lejos de favorecer peajjudican á 'la 80ciedad?»
No creemos que en atencion a lo expuesto, haya nadie que 'due
de acerca de la filiacion francamente socialista de las doctrinas de
Schaeffle pero por si fueran precisas pruebas mas tangibles y toda
vez que debemos dejar bien sentada la temlcncia que resalta en to-
dos sus principales escritos para refutar despues las no muy acer-
tadas opiniones que algunos publicistas del dia han expuesto úl-
timamente, hemos de aducir, con perdon de los que nos lean, alguna
otra cita concluyente, como sucede con estos 'párrafos que satisfaran.
seguramente al mas descontentadizo: dice asi en la pagina 395 (li)
(Perturbacioncs secundarias.) «El estado se encuentra por tanto en
»la necesidad de prevenir estos males (los que atribuye al sistema
»de predominio del capital) y de hacer grandes gastos en policia,
»admin istracion, justicia penal, cárceles, asistencia de los pobres, admi-
»nistracion mi'ito›-. Esto fue claramente reconocido por Proudhon
»que escribe (Bangue df ec/image. Oeuvres compl. VI, p.i 174)»
»la inmensa organizacion del negocio sobre los bienes circulantes,
»en forma de rentas, alquileres, réditos, intereses, provechos, agios,
»descuentos, derechos de comision, premios, ganancias de privile-
»gio y de monopolio, tiene correlativamente por apoyo, la po-
»1icia, la guerra, la justicia penal, el culto mismo, en una palabra
»el presupuesto del Estado, por consecuencias el parasitismo, el lujo,
»la anarquía del comercio, el engaño, la desigualdad de condicio-
»nes, la mendicidad, la vagancia, la prostitucion, el hurto, el ho-
»micidio y por paliativos, la beneficencia pública, el amor cristiano
»y la filantropia» «¡Ya en 1848 Proudhon predecia esta concate-
»nacion de los hechosl» _
Tal es para Schaeffle el régimen capitalista que se ha desen-
vuelto en los modernos tiempos y tales las consecuencias necesa-
rias que ha producido y que continuara produciendo; por supuesto'
agrandadas en proporcion al crecimiento del capital y de sus su-
cesivas aplicaciones. e
( 246 ) Docrnmns Econóiurons. ( 15 Annic

Si no puede admitir duda, porque el mismo celebre economista


lo manifiesta con repeticion, que el régimen capitalista aparece co-
mo resultado natural del sistema de la-libre competencia y si los
individualistas en-economia hacen de semejante estado de cosas
un dogma cerrado y construyen sobre el su iglesia, diganos todo el
que estudiará fondo las doctrinas deSchaeffle. si no debe conside-
rarsele como socialista y si no han tenido razon los que le acatan
como la cabeza pensante del colectivismo actual acaso con mejores
titulos ó por lo menos con tan buenos como Jagetzow. \Veit1ing,
Marx, Lacalle, \Vinkelblech, Colins ó Agathon de Potter, en cuanto
á su critica del capital: Ya veremos como no les va en zaga en
la parte constructiva. g
,Verdad es que despues de las premisas claras y patentes ,y ex-
puestas hasta con ruda franqueza, un pensador que semeja en la
lógica á. Kant, y a Krause, no podia detenerse en el camino em-
prendido y si combate el exceso de individualismo que corrompe la
sociedad presente, habia necesariamente de mostrarse socialista
y- no asi al agua de rosas, como dicen nuestros vecinos los france-
ses; sino con todos los requisitos esenciales segun el sistema. Por
eS0 en la «Ojeada ci la economia social del porve-nir asienta termi-
nantemente que solo se ocupara de aquellos programas del socia-
lismo que propongan los medios necesarios para la conversion dela
forma de produccion privada y fragment-aria en un modo de pro-
duccion verdaderarnente social y en justa correspondencia con su
idea rechaza el inutualista (anarquista): el que llama de la diaco-
nia cristiana: el sistema de las sociedades cooperativas de produc-
cion: el socialismo de la cátedra del cual dice que se funda sobre una
utopia al esperar que el Estado .liberal que significa la domina-
ciou politica de las clases, capitalistas ejerza una :policia enfrena-
dora del capital; el re'gi›nen desifinculador en cuanto pretende atri-
buir la gran propiedad alos labradores: el de la participacion de
los beneficios (Partnersclwften) y el de la nacionalizacion del suelo.
El mismo Schaeffle para que no se interpreten mal sus palabras
afirma (pág. 402) que es un sistema verdaderamente consecuente
con el socialismo tan solo aquel que «se funda sobre el principio
»de la conversion del capital privado, en capital de instituciones pai-
»blicas de produccion y de circulacion» y hablando de los medios. de
conseguirlo no titubea en manifestar «que el socialismo tiene ra-
zon en decir» «el tercer estado por su interés particular, ha puesto
1888 ) . A1›0LFo4 A. BUYLLA.
-_-n-_t-*í Día@
( 247 )
»mano sobre los derechos privados de las clases feudales y sobre
›la propiedad de la Iglesiat_ ¿como puede ahora atreverse á. invo-
›car la inviolabilidad de la propiedad privada para oponerse â una
»conversion del capital particular en capital colectivo en interés ge-
»neral de la reforma social?›› f
Y por último concluye el citado capitulo «Ojeada ri la economía
»social del porvenir con la palaflina confesion socialista pura.
»Contestadas las falsas imputaciones que se dirijen al socialis-
›mo pasemos a consignar ahora las exigencias positivas del verda-
›dero principio socialista, á. delinear a grandes rasgos un cuadro
»de la economia social, tal cual podrá aparece por virtud del prin-
›cipio de la propiedad colectiva del capira-1. _ E
»Decimos podrá, porque cuanto venimos manifestando no cons-
»tituye un proyecto practicamente realizable-. Menos todavia pre-
»tendemose presentar un cuadro del curso que ha de seguir la 'evo-
»lucion de la economia social. Ningun mortal alcanza fá. predecir
»lo futuro, en 1789 ninguno sabia que resultados producirìan las inf»
movaciones liberales burguesas. Nosotros›queremos dar únicamen~
»te una idea de lo que es posible, del «valor que tienen tesis suseepe
»tíbles de ser discutidos; pero si nos tomaramos el trabajo de pene»
»trar Tlentro de las condiciones concretas de las cosas que pueden
»surgir del socialismo, correriamos el peligro ó de engañarnos
»con ideas vagas ó de medir el eolectioísmo con el rasero-de la or-se
›ganizacion capitalista. La literatura del dia adolece de tales
›errores. Ciertamente que siempre es nuevo el mundo de la fanta-
»sia y que no son faciles estas construcciones mentales; mas tam-
›bien era dificil para los príncipes, los caballeros y los ciudadanos
»y los aldeanos del periodo feudal formarse. idea de la economia
»social liberal. ¡Y sin embargo ha tenido y tiene realidad! , t
_ CONTINUARÁ
ADOLFO A. BUYLLA.
Profesor de la Universidarl de Oviedo.

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CV.-
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.I.
.

En fin, hablemos del Sr. D. Luis Bonafoux y Quintero; pero no


crea el agraciado, como se dice de los que 'dicen ganan un premio
de la lotería, que me decido a publicar su nombre por espiritu
de caridad; la caridad bien entendida-aunque el opinara hoy por
hoy lo contrario-consistiría en no decir palabra de tal sujeto, de-
jàndole en la merecida oscuridad en que vive, a pesar de todas las
pnjuelas de azufre escandaloso y pestilente que anda encendiendo
por los rincones mas intransitables de la prensa callejera; pajuelas
cuya lumbre apaga el viento frio de la indiferencia pública, como
diria Alonso Martinez, puesto en mi caso. No es caridad sacar a
relucir estos nombres de muchachos exaltados, que tienen por en-
fermedad el prurito literario, y que, creyendo imitar lo que ni si-
quiera son capaces de comprender, insultan y calumnian, y llaman
a estosàtira y critica; y confundiendo lastimosamente las espe-
cies, censuran al escritor, no por sus literaturas, sino por vicios, pe-
cados y hasta delitos reales ó supuestos,_'pero siempre estraños a la
materia artistica. La caridad consistiría en insistir público y criti-

, (1) Este ,precioso artículo, que con una amabilidad que nunca agradece-
remos bastante, nos permìtiópublicar en la Ravlsra nuestro colaborador
Clarin forma parte de su cuarto folleto literario, titulado ¿Mis pldg¿0›“--
Un discurso de Nuñez de Arce (N. de la R.j -
iees ) ensima. ( 249 )

ca en no conocer 'a tales caballeros, en no querer saber quién


son, por mucho que vociferen. Asi podria lograrse, y se ha logrado
muchas veces, que, cansados de su eterno monólogo, dejasen las
letras para quien son, y buscasen pabulo a su actividad en cual-
quierctro género de profesion ú oficio. Respecto del Sr. Bonafoux,
no hay caridad en este articulo, preciso es confesarlo; pero acaso
la haya con relacion a otros jóvenes y algunos viejos que pudieran
tomar ejemplo de lo que aqui van a leer, para evitarse análogas
malandanzas. -
Tenga entendido, por consiguiente, el escritor fi-lipino ó inca, ó
lo que sea (ultramarino lo es), que si se adora la peana, es por
el santo; de otro modo: que si se habla de él aquì, no es por él, si-
no porque conviene escoger uno entre muchos, y presentarlo a sus
congèneres para que se miren en ese espejo.
Q

II.

Hace ya algunos años ¡oh Póstumo! escribia yo con Sanchez Pe-


rez'y otros amigos El Solfeo, y en este periódico,_ ó en alguno de
los que le sucedieron con la misma direccion y sin grandes cambios
de redactores, comence notar que colaboraba uno de estos escri-
tores grmfnifos que llegan a convertirse en obligatorios, verdadera
polilla de la prensa madrileña literaria, causa principal de su de-
cadencia y de otros muchos males consiguientes; y noté tambien
que el tal colaborador, dicho sea sin vanidad--¡ni que vanidad ca-
be en esto!---procuraba imitar mis articulejos, yidesde luego con-
seguía parecerseme en la poca aprension con que yo abordaba al-
gunas materias dificiles, sin mas disculpa' que 'el buen deseo y los
pocos años; pero pronto adverti en sus ocurrencias cierta rudeza
seca, una fraseologia vulgar y de baja estofa, a que yo, a Dios gra-
cias, nohe descendido nunca. Y,.valga laverdad, no solo en esto,
sino en otras muchas cosas de formay fondo, creia yo dìstinguirme y
aun separarme, hasta quedar a cien leguas, del Sosias importuno
que en mi misma casa se me presentaba, de aquel espejo de 1--ígolade
que me molestaba y acababa por marearme, inspirandome repug-
nancia invencible. Por mucha modestia que yo tenga, y por mucha
mas que quiera aparentar, declaro que si hubiese 'creido que el señor
Bonafoux, en cuanto escritor, se me parecia de veras, era como
yo, no solo hubiera arrojado' la pluma, sino que me hubiese echado
yo mismo al -rio, o por lo menos en el surco. De resultas de todo
esto, nació en mi una suprema antipatìa, de la que era objeto aquel
literato malicioso y atrevidillo que empezaba a firmar con el seu-
dónimo de Aramis, que á él le parece ya tan famoso como el de
Moliére, ó el de Despraux, o el de'Figaro, ò el de Tirso.
Y en aquel tiempo yo no conocia al Sr. Bonafoux, el cual me es-
( 250 ) Mrs PL/ieros. (' 15 ABRIL.

cribió una carta muy fina, invitandome a comer con él y con su


tio, embajador o cosa asì de una República americana. Las comi-
das iban a ser dos: una con tio y sobrino, y otra en compañia de
muchos personajes, en un gran banquete que fuélfamoso, aquel en
que Canovas rogó a Castelar que aguase el vino. No recuerdo si
contesté a las cartas é invitaciones; supongo que sì; pero lo cierto
es que no fui a comer con Bonafoux y Quintero. Y aprovecho la
ocasion para declarar al tio, si vive, que el no portarme entonces
con la proverbial galanteria de los hidalgos castellanos, fué por
culpa' del sobrino, ó, mejor de la antipatia que me inspiraba aquel
escritor desenfadaclo y original, que, dicho sea con perdon, se me
ponia, y sigue poniéndoseme, en la boca del estómago.
Pasaron los dias, pasaron años, y yo, muy a mi placer, seguia
sin conocer personalmente a Bonafoux. Debo añadir que no leia
ya hacia mucho tiempo sus articulos. No- recuerdo por quién ni
cuando, se me dijo una vez:-Ese es ese Bonafoux...-En efecto,
exclamè; ese es el Bonafoux que yo tenia aqui (señalando al es-
tómago). Hacia buen tiempo, y el escritor original y maleante lle-
vaba levantado el cuello del gaban como si fuese a cantar epístola,
ó como si no pudiera tolerar el frio. ¡Quéoriginal! Nada, lo mismo
que Alfonso Karr. ¡Que rarezas! ¡Qué salidas! ¡Oh! Por algo le llfl-
man (¿quién?) el hombre de la puerta de Fornos (¿Por què?)... Y
despues de todo, puede ser un bendito. Pero me apresuro a decir
que no logparece. Como antipatico... ¡lo es!
Al llegar aqui, se me podria decir que incurro en el defecto que
censuro en Bonafoux y otros como èl, puesto que me olvido de sus
cualidades de escritor para l1ablar'de su aspecto y de sus origina-
lilades representadas. Pero contesto que en Bonafoux las literatu-
ras van unidas inseparablemente a estos arranques geniales del
hombre de la solapa' enhiesta, y de la puerta de Fornos. y de las
acusaciones infundadas é injuriosas que podrian llevarle ante la
justicia, si uno tuviera mala intencion y tiempo que perder.
Y vuelvo a mi narracion. Una tarde, en la última primavera, se
me presentó en mi rincon de Asturias un joven escritor americano,
el Sr. Barreal, que no' me dejara mentir, el cual me traia de parte
de Bonafoux un libro, que conservo, titulado Mosgueiazos de Am-
mis, con una dedicatoria de :name aluetor, la cual decia: «Al autor
de La Regentn, en prueba de simpatía, A:-a.mis.› Y aqui un pa-
réntesis: es asi que, segun el Sr. Ai-amis, La Regenta es un plagio,
es decir, un robo literario, y sin embargo el autor de La Iíegenta
le es simpatico... luego el Sr. Bonafoux simpatiza con los ladrones.
Como yo no era, ni soy, ni sere capaz de corresponder á, tama-
ñas simpatías, ni lei el 1iLro de Aramis, ni di las gracias al autor
por el regalo, ni dije al público palabra de semejante producto de
las musas. '
1888 l (:_L,xRIN.
Ill. .4._¬ . J-..-___ _ ' mi V _ 1 ff. í-
( A251 )
LL* ,_ . _ 1 _, 1,1

III.

La consecuencia que el tal Bonafoux (Aramis en el Helicon) sa-


ca de todo esto, es que yo soy un plagiario, que le he robado a
Zola una bellisima pagina que tomé de un libro suyo antes de es-
cribirlo el; que La Ifegenta no es más que una mala traduccion de
Madame Boivary, y Zurita el mismo Bovary en persona; y mi Pipá
¡oli colmo de la venganza! una copia del -Períguín, de Fernánflor.
¿Quién es Periquin? Juro por lo màs sagrado que no conozco a ese
Periquin, y que lo de plagiar a Fernànflor es una broma llevada
al extremo. Pero vamos a cuentas, y pongamonos semiserios.
Todo lo que Bonafoux puede decir de mis obras, erigiéndose en
critico de' ellas, me tiene sin cuidado; y en la absoluta sinceridad
con que digo esto creeràn cuantos me conozcan un poco, y el mis-
mo Aramis acaso; para mi es un axioma que el tal Bonafoux no es
de la clase de seres capaces de juzgar ó entender siquiera lo que
yo escribo. Por esta parte sus censuras me producen el mismo efec-
to que me produjeran las de los toros de Guisando si pudieran es-
cribir articulos.
Pero entre la hojarasca de los chistes y ocurrencias con que el
buen Aramis aspira a molestarme, encuentro que me llama pla-
giario, y esto merece contestacion, no por.quien lo dice, sino por
quien puede leerlo, por casualidad, como yo mismo lo he leido.
Recuerdo haber escrito en alguna parte algo por el estilo: en
materia de plagios literarios cabra sostener si son legítimos ó no;
pero el escritor de conciencia hara en este punto lo que ciertos
comunistas, que ademas son personas decentes: predican tal vez
ia abolicion de la propiedad, pero no roban.
Soy muy escrupuloso en este particular, y seguro de no haber
tomado en la vida un 1'englon ni una idea a nadie, me molesta que
haya quien diga, siquiera .sea un Aramis, que he plagiado a tal ò
cual autor, aunque este sea Cervantes.
Si el lorito de mi vecina, que me llama «borracho,›› sin que yo
haga caso de tal calumnia, me llamase plagiario... le llevaria ante
los Tribunales. Lo mismo podria, hacer con el Sr. Bonafoux, y él
no debe de haberse fijado en esto. Prescindo de que me ha calum-
niado diciendo que he tomado Zola una página bellisima de su
Pot-bouílle para un cuento de mis Solos de (Jim-in, Pot-bomfile se pu-
blicò en 1882 y Solos de (Jlaø-in en 1881, es decir, un año antes; de
modo que aqui la calumnia es evidente; pero prescindo de ella por-
que, por deficiencias legales relativas a las garantias de la pro-
piedad intelect.ual, el plagio de que Bouafoux me acusa no es de-
lito que produzca procedimiento de ofic'io, y, por consiguiente, su
calumnia, moralmente, y jurídicamente tambien, tan vituperable
como cualquier otra, ante la ley no puede ser perseguida con arre-
glo a nuestro Código penal. Pero la injuria es evidente, y, a mi
( 252 ) Mis PLAGIOS. ( 15 ABRIL

entender, injuria grave, comprendida en el art. 472, caso II del


citado Código; y aunque yo viese las cosas algo abultadas y no
fuese grave la injuria, nadie me podria negar que sea por lo menos
leve; y el Sr. Bonafoux podia ser muy bonitamente condenado a la
pena de arresto mayor en su grado minimo, y por ser el ataque in-
jurioso público y por escrito, a una multa de 125 a 1.250 pesetas.
Reconozca el Sr. Bonafoux que éstas son habas contadas. ¿No
ha de ser injuria, leve por lo menos, decir a un escritor que vive
de sus obras, y estas de ser originales, que las copia de las ajenas,
que hurta à. otros escritores paginas, tipos, situaciones, etc., etc.?
Si el Sr. Bonafoux pudiera deniostrarque yo copiaba mis cuentos
y novelas, ¿no aniquilarìa la poca fama que haya ¡oiido adquirir
a fuerza de trabajo y de años de perseverante afan, para ganarme
un puesto humilde en nuestras letras, y si no la comida,- la cena
de mis hijos? ¿Cree Bonafoux que los editores me comprarian mis
libros si llegasen a pensar que he dado en la gracia de copiarlos?
¿Y con què cara el Sr. Bonafoux se atreve á decir, siendo esto
tan grave para mi, que he copiado a Zola, sabiendo que era impo-
sible, pues lo que supone copiado se publicó un año antes que el
supuesto original? V
Que Bonafoux procedió de mala fé, es indudable. Pues si quiere
disculparse diciendo que el no se detuvo a mirar en la cubierta de
cada libro de que año era, la disculpa sera torpe. ¡Cómo! replicare-
mos todos; ¿usted aventura en público acusaciones tan graves, sin
enterarse antes de que son fundadas? ¿Por que dice usted que Cla-
rín plagia a Zola sin que le conste? Mala fé y ligereza incalificables.
Pero ¿y los demas plagios? dira Bonafoux, colorado, supongo yo,
porque no creo que le falte la sangre oportuna que debe subirse al
rostro en casos semejantes,
--Allá, vamos, señor mio, alla vamos. Pero bueno es, y malo, mali-
simo para usted, que el juez ó tribunal que entienda en el asunto,
sea el público, sea un tribunal de honor literario, tenga de usted
estos antecedentes: que usted acusa de plagios imposiblet astronó-
m¿cmnf›nte, que usted calumnia a Clarín de modo evidente, è insiste,
sin embargo, en probar otros plagios. ¿No es natural que los que
hayan de juzgarnos esten poco propicios a creer las cavilaciones
malévolas de usted?
¿Y no tendria yo derecho a despreciar todas sus demas acusacio-
nes de plagio, despues de esa evidente calumnia?
Pero ya he dicho que no es por usted, sino por los que pueden ha-
berle leido, por quien yo doy explicaciones. -
Y vamos a ellas. _

- Iv
Dice Bonafoux (esto no lo he leido en escrito suyo, sino en un co-
rresponsal de un periódico, que se refiere a ciertas frases de A-ramís
/ ¿eee ) CLARIN. ( 253 `)

en La I›?e_(¡e›z(:ía, .diario que no he visto en mi vida; es mas, dudo que


exista semejante periódico, y mefundo en que, según dicen, esta inspi-
rado por 1). Pio Gullón, y ya se sabe quela ciencia modernaha demos-
trado que D. Pio Gullón es un mito: es el dios del agua... de cerra-
jasì; dice que mi .Pipá esta tomado del Pe;-¿gain de Fernanflor.
Yo no conozco a ese Pez-íqum, pero segun me dicen, se trata de
un niño pobre que en Nochebuena se ve abandonado,,en la calle, en-
tre la nieve, y despues es recogido por unas damas, y entra en un
sarao, ó no se en donde, etc., etc. '
La acusación de que yo imite, plagie ò copie á. D. Isidoro Fer-
nandez Flórez sera absurda, desde luego, a los ojos de los que es-
ten en ciertas interioridades psicológicas y sepan la opinion que
tengo de las facultades literarias y artisticas del Sr. IF. Flórez; fa-
cultades que no niego, mas que son de índole tan distinta de las que
yo para mi quisiera; pero como el público en general no esta en
autos, estos argumentos recónditos no me sirven. :
Yo no he leido a Períqmfl. Esto no puede probarse. ¿Cómo he
-de probar yo que n'o lo he leido? Por aqui tampoco hay argumento
ni probanza. Y sin embargo, ¡bien sabe Dios que no lo he leido!
Pero es el caso que Pipá esta tomado del natural; vivió y mu-
rió en Oviedo; fue tal como yo le pinto, aparte las necesarias al-
teraciones a que el arte obliga; el que me lo confunda con uno de
tantos muchachos como han figurado en esos cuentos de Navidad
en que hay nieve, antítesis de niños ricos y bien comidos, etc., no
me ha-hecho el honor de enterarse de lo que es mi P¿pá.¡ Cuantos
pilluelos, en las condiciones generales de Pipa y de Periquin, an-
daran por esas literaturas romantico-cristianas! ¡Cuantos tipos,
modelos de esta clase, no podriamos encontrar sólo en Dickens!
Algunos tiene Ouida, uno tiene Dostoiewski en un cuento, que se
parece mucho mas a ese Periquin, por lo visto, que mi Pipa; y no
creera nadie que el autor de Crimen, y eastz'go copió a Fernanflor;
ni tampoco dirá, nadie que esta sacado de Períguin El pfíjuro. en-la
nieve, precioso boceto .de Armando Palacio (otro mozo incapaz de
imitar a 1*`ernanflor, asì lo tonsuren). De Pipe?, sabe todo Oviedo;
el medio ambiente que le rodea es de Oviedo en parte, y en parte
de Guadalajara...Ysobre todo, ¡cascaras! que yono he leído el Persi-
guin de Fernànflor. Y sobre eso todavia, que yo no soy hombre pa-
ra copiar, imitar ó plagiar a Fernanflor... ¡'¬`i el alma un cristal
tuviera, Sr. Bonafoux!
Y, en fin, ¿quiere usted que haya copiado el Pe'r¿gm'n? Pues sea,
bueno. ¡Despues de todo, la cosa tiene gracia! A _
Todo lo demas que he copiado en este mundo; segun Bonafoux,
esta sacado de Madame Bovary, que es entre literatos como seria
entre teólogos escribir: Et Ve›-(mn caro factmn est, etc., y despues
firmar: Ramon Nocedal, ó C. el conde de Toreno.
En esto de plagiar la Mfufiaøøze 1šovar¡¡, no voy yo sòlo ni mal
acompañado; de igual delito acusa Bonafoux al novelista portu-
( 254 ) Mrs PLAG1_os. (_ 15 ABRIL
-mmm 11* "I 1 1 Li' ' ' 1 I

gues Eca de Queiroz, al cual mira el maliciosomosquetero, ó mos-


quito literario, por encima del hombro. Eca de Queiroz, que no_es
tan comunicativo como yo (verdad es que tambien vale infinita-
mente màs) no contesta singularmente á. los Bonafoux de su tierra
que le hablan de sus plagios. Dirigiendose ,a todos, les dice lo si-
guiente: que sólo puede ver semejantes -parecidos (1)'u-ma obtu.-¡da-
de cor-nea ou uma ma fé cg/m'ca. Ya lo oye Bonafoux, que por lo visto
plagía, como el diria, a los enemigos portugueses de Eca de Quei-
roz; escoja entre uma- ma fe' cyniea- ó uma obtusidade cofrnea.
Bonafoux debe de haber leido hace muy poco tiempo Madame
Bovary, y esta con tal lectura como niño con zapatos nuevos; y
todo lo que ve se le antoja-ò tal finge-copiado de Madame Bo-
vary. ¿Conque El primo B«zse'l:ío esta sacado de la novela de Flau-
ber? ¡Claro! Hay una mujer, un marido .y un amante... pues cátate
à Eca de Queiroz otra vez plagiario.
Por lo que á. mi se refiere, como no creo que Aramis tenga una
obtuseidad de cuerno, y mas bien creo en sus agudezas, sean del
material que sean, no puedo ofrecerle semejante disyuntiva.
No quiero entraren filosofias sobrelo queesplagio y_no es plagio;
sobre los ilustres ejemplos de imitacion, yfalgo más que imitacion,
que nos dejaron los mas famosos escritores; yo soy de los que opi-
nan que cuanto mas original se sea, mejor; que cuanto menos se
:parezca uno à. los demas, mejor; que cuantas menos coincidencias
haya. entre nuestras obras y las ajenas, mejor. ¡A buena parte
viene Btnafoux! ¡Soy un puritano! Soy de los que piensan que pa-
ra la fama de Scarron, por ejemplo, hubiera valido mas que su
Virgíle travesti no tuviera delante de si la Eneída tv-afvestita de Lalli;
y, sobre todo, me parece que su .Roman eomfígue pierde mucho
para los que saben del Viqje eøztretenido, de Agustin de Rojas.
El Sr. Bonafoux debe de saber que plagio recuerda el nombre
del castigo a que condenaban los romanos a ciert-es criminales:
adplagas (el Sr. Bonaloux lo sabra, pero no por el Diccionario de
la Academia, que no lo dice), puesbien; esos latigazos condena-
ria yo á,.cuantos copian ó imitan muy de cerca literatura ajena.
Paso porque el que tenga aficion alo clasico imite a los antiguos,
como hacia Racine; pero a los contemporáneos hay que dejarles
íntegro lo suyo; y a.si, en mi concepto, decía bien Scudery: Ce qui
est étude chez les anciefns,-est volerie chez les modernas. No se puede
acusar a un literato de cosa mas fea que- el plagio, no ya solo por
motivos de honradez, sino porque es suponerle nulo, incapaz; y
Rousseau hacia bien en irritarse ante acusacion semejante, porque,
como el decía: Ce sont de gens pourvus de bien peu du talent par emo
memes, qui se pa-rent aínsi de cemr di autrui. _
Yo no transijo' de buen grado ni siquiera con los plagios del genio,

(1) Se trataba de La _/(mie (le Z' aóóe Jíouret y de 0 Crime do


Padre Amaro.
1888 ) cr..Anm.~ g ( 255 )

y la teoria del robo con el asesinato, si me parece _ingeniosa, me


parece poco justa. Shakespeare, con ser quien es, tan original en el
fondo, que esplica la paradoja de Victor Hugo que decia: «la na-
turaleza se parece a Shakespeare (1\,» .hubiera hecho mejor abste-
niéndose de tomar, de 6.043 versos, 1.7 7 1. a poetas 'que (le precedie-
ron; para mi es esto màs grave que lo que hizo con los argumentos
y hasta con la accion y las situaciones detantas 'obras dramáticas
anteriores; y eso que, en mi juicio, acaso aumentaría el merito. del
gran trágico si se pudiera decir: «Señores, es c »sa segura que el.
autor de Hamlet no debe nada a nadie; no ya a sus compatriotas,
s'ino.tampoco à los extranjeros; y asi, es cosa averiguada que es una
suspícacla infundada de autores italianos el creer que Macbeth debe
acaso sus Brujas à las streghe de tragedia del italiano Giraldi, L'
Orbeeche; y cabe asegurar que es una obtusidade eornea el decir que
dela Arrenopia del mismo Giraldi, ó de una novela italiana de pare-
cido argumento, pudo Shakespeare sacar el asunto y la intriga de
Allfs well that ends erell, como tambien piensan algunos y
tambien se equivocan, que pudo tomar la famosa Porcia
la ietreíscoøzsulta, ò, mejor, oradorx, del Illerraderde Venecia,
de la citada Ar›~enopiu.›› Yo, señor Bonafoux, atribuyó el mayor
encanto de Romeog Julieta ala manera de Shakespeare; pero no
cabe negar, que aún seria mayor el merito si hasta el asumo fuese
suyo y no se pudiera decir que probablemente el divino poeta tomo
la materia pri-mera de Arturo Brooke en su Iíistoría trágica de Romeo
3/ Julieta, que a su vez esta sacada, como la tragedia Adrfiana, de
Luis Groto, de la no`vela Julietta de Luis Porto.
Conocera usted, de fijo, Sr. Aramis, la famosa Mandrágora de
Machiavelli, ó Maquiavelo por aca, y de fijo sentirá. usted dismi-
nuir algo su admiracion, como me pasa a mi, pensando que tal vez
tomó para ella accion y situaciones de la Mandragoreggiata' de
Alessi... ¿Quien no ha oido hablar de los llamados -plagios de Sar-
dou? ¿Y que 'duda cabe de que algo ganaría el dramaturgo frances
con que, v gr., el cuarto acto de su famosa obra Nos -ántimes, no ¢ s-
tuviera copiado, segun dicen, tea-taalmente, de una obra desconocida,
Le disc,ou«rs de re¬ntre'e?... El muy pio Virgilio, el maestro del Dantez
¿no pierde alt o de su gloria cuando se sabe que no solo tomó mate-
riales de Ennio, sino tambien de Nevio, de Lucrecio y de otros va-
rios? En fin... en fin, dira Aramis, Sr. Cllartn, eso es escaparse por
la tangente, 'y lo que quiere usted con ese discurso a lo don Hermo-
genes, es que olvidemos a Madame Bovar_f/ Y los plagios de usted.
-Habla usted como un libro, joven Aramis. Vamos al caso. Pero

(1) Aquí tiene Bonafoux otro plagio mío; yo -leí a Shakespeare antes
que el libro S_/t_alte.$']¡e(tre, del poeta francés; una tarde, en mi huerta, en
la aldea, á los veinte años, se me ocurrió pensar una idea análoga a esa,
y la escribi despues en mis Solos de ()'¿(tr.n. Años despues leí la frase de
Victor Hugo. ¡Plagio! .
A

( 256 ) Mis PLAGIOS. ( 15 ABRIL


V s . .

conste que soy de los que no admiten el plagio, ni atenuado siquiera.


Ahora, lo qee es seguro que .ha sido coincidencia py no imitacion ni
copia, eso claro esta que lo absuelvo. Asi V. gn, para mi no pierden
nada La Courtisane amoureuse, de Lafontaine, ni-Manon Lescaut,
Marion Dèilormeiy Margarita Gauthier, porque en el teatro indio se
haya encontrado un drama antiguo, atribuido al rey Cúdraka, y ti-
tulado Mr-íguíakatíká, en el cual hay una horizontal de muy buen co-.
razon, llamada Vasnntasena, que, segun dicen, es la primera y acaso
la mejor edicion de la pecadora redimida por el amor, etc., etc. Seria
absurdo pensar que Alejandro Dumas” copio su Mm-garito de Vasrm-
tasena. Todavia hay otro parecido mas acentuado en el teatro japo-
nés, en una comedia titulada Ka:m'i-_:/a Gi;/é (Giyé el papelero, como
si dijérainos), en la cual se encuentra un argumento semejante en lo
esencial al de La Dama de las camelias. O“I~Iaré, una cant-arina, es
la querida de Giye, que tiene mujer legitima, pero quiere hacer de
su amada O“Haré una mekaké, o su concubina legal. Esto cuesta
dinero, porque es cosa cara el librar ala pobre cantante de su baja
condicion de ghesha, ó meretriz de inferior categoria. El papelero
quiere empeñarse para alcanzar su propósito, y entonces interviene
su padre, que recurre a la generosidad de la cortesana y consigue
que esta se haga despreciar de su amante, para que G-¡ye vuelva al
buen camino. ¿Qué diria Bonafoux si una invencion mia se pareciese
a otra cualquiera, como se parece á. esta comedia japonesa la famo-
sa obra de Dumas? Y sin embargo, es absurdo suponer que el dra-
maturgo francés fue al Japon por su hermosisima figura Margarita
Gauthier. - “

_ V.

Y ahora vuelvo yo de Yedo, y como mejor proceda en derecho,


digo: f j
Bonafoux asegura que cierta novela mia, titulada La Regenta,
es plagio de Madame Bovary, y para ello se funda en que madame
Bovary va una noche a un teatro con su marido y alli se encuen-
tra con su amante, y no pasa en el teatro nada de particular; y en
La Regenta tambien va la protagonista al teatro, y alli esta un se-
ñor que la quiere decir que la adora, pero que todavia no se lo ha
dicho. Tenemos como prueba de plagio, un teatro: teatro en Mada-
me Bovary/, teatro en La Iíegenta. Un marido: marido en Iiladunze
Bovary, marido en La Iïegewta; una esposa (id., id., id.); un aman-
te en Madame Bovarg/, un pretendiente inconfeso en La Iïegenta.
Ese es el plagio, esa es la mala traduccion de la novela de Flaubert.
Por lo visto, menos linces que Bonafoux, no han notado el plagio
que èl señala los muchos, muchisimos críticos españoles y extran-
jeros que se han dignado hablar de mi novela, que es tan mala co-
mo mia, pero tan mia como mala tambien.
less ) yotnms. ` ( 257 )

Los periódicos franceses .Ñozu/'elle Revue, Revue Britann ¿qu-e, Re-


vue du monde latin, Le Te-m,ps, etc., etc., que se han dignado ha-
blar, algunos muy por largo, y con elogios absurdos, por lo inme-
recildos, de ese plagio mio, no han leido, por las señas, la obra
maestra de Flaubert, pues ninguno de ellos ve parecidos, ni plagios
mucho menos.
Dos escritores que en una competencia, para mi muy halagiìeña,
me han pedido permiso para traducir en francés La Regenta, tam-
poco deben de saber que llladame Bovary existe en el mundo. Lo
mismo digo de los periódicos norte americanos, italianos, portu-
gueses, suizos etc., etc., que han dado cuenta del argumento de
mi pobre novela. Solo Bonafoux ha dicho: es plagio.
¡Cuantas novelas podria yo citarle, anteriores y posteriores a la
de Flaubert, en que hay escenas de marido, amante y mujer en el
teatro! Quiiiientas. Ahora mismo me acuerdo (y conste que yo leo
pocas novelas), me acuerdo de Guerra y Paz, de Tolstoi, en que a
cada momento se va al teatro la accion; Ana Karenine, del mismo
Tolstoi; rlllensoregos, de Paul Bourget: El Primo Basilio, de Eca de
Queiroz... ¡que se yo! _
» En Jvladame Bovary la escena del teatro es un episodio insigni-
ficante, de los de menos relieve; en mi novela es un largo capitulo
en que se estudia el alma de La Regenta por muchos lados, un ca-
pitulo de los principales para la accion interna del libro; ademas,
Flaubert no se propone pintar el teatro de provincia en este epi-
sodio de su novela, y yo en el mio si, y como Dios me da a enten-
der, descrìbo el coliseo de mi pueblo sin acordarme de que hay
Flaubert en el mundo, y recordando solo mil pormenores y acci-
dentes historicos almacenados en mi memoria, enamorada de los
años de la infancia`y de la primera juventud. '
Otrosi: contestando yo a una carta cariñosa del gran poeta Zo-
rrilla, le decia queiba señalar mi gran admiracion a su 1). Juan
Tenorio en un largo capitulo de mi primera novela, y, en efecto,
asi fué. Pero hay mas. La idea de pintar el efecto que produce en
un alma de cierto temple poético el I). Juan, de Zorrilla, visto por
primera vez en la plena juventud, no es original de Clarin, Sr. Bo-
nafoux; pero no la tomé de Flaubert. En iMada-me Bovary la repre-
sentacion de Lucia poco ò nada importa al autor ni a la protago-
nista, y apenas se habla de ella. Algo mas parecido a lo que suce-
de en L1- Iíegenta se puede ver en Miss Brown, de la ilustre violeta
Paget (Vernon Lee). Pero la novela inglesa se publico dos años
despues que La Regenta. No obstante, segun el sistema de los pla-
gios proféticos de Bonafoux, puedo yo haber plagiado a Vernon
Lee: la tome de la realidad. La digna y joven esposa de un pintor
notable vió por primera vez el I). .Juan casada ya, y- un amigo
mio`, Félix Aramburu, poeta y notable escritor de Derecho penal,
fue quien observó la admiracion interesante, simpatica y signifi-
cativa que aquella dama experimentó, y que queria comunicar a
( 258 N Mis r1.Ao1os._ ,( 1,5,_AnR1L

otros espectadores, incapaces de gustar toda la fresca y brillante


hermosura del drama de Zorrilla, que sabian de memoria; a mi
amigo Aramburu debo el original de este apunte, y a mi propio la
ocurrencia, feliz ó infeliz, de aprovecharlo. -'
Cuando escribi este capitulo del teatro no pensaba en madama
Bovary ni con cien leguas; diez ó doce años hacia que la habia
leido. Pero aunque me hubiera. acordado de ella, sin el menor es-
crúpulo hubiera escrito -todo lo escrito; pues, en efecto, no hay pa-
recido ni remoto en lo que llama Bonafoux plagio. 1 Ni por el pro-
pósito, ni por el asunto, ni por la forma, ni por la importancia en
la eco11o1nia dela obra, hay analogía de ninguna clase. Lèanse
ambos episodios, y se podrà. ver mas claro lo que digo. Siempre
me encontrara Bonafonx copiando... lo que veo, pero no lo
queleo. r
Segun Aramis, tambien he copiado a madama Bovary en mi
cuento Zurita. -Tambien Zurita y compañia se esta traduciendo en
frances, de modo que asi volvera a la nacion de su origen, según
Aramis. Aquiles Zurita, según él, es Carlos Bovary. ¿Saben uste-
des por que son idénticos?--Por lo siguiente: Aquiles Zurita, alum-
no del doctorado de Filosofia y letras en Madrid, se presenta en
una catedra de Historiade la Filosofia, y el profesor le pregunta
como se llama. El nombre de Aquiles hace reir y alborotar a los
estudiantes, que celebran los chistes del catedrático a costa de
Zurita, y se permiten disparar contra su humilde condiscipulo bo-
litas de papel. Carlos Bovary, que por lo demas no se parece en
nada a Zurita (y esto no lo negara Bonafoux. como no sea loco de
remate); Carlos Bovary entra en un aula de latin en no recuerdo
que poblachon normando; el domine le pregunta su nombre, y el
pollancon palurdo, descompuesto, lleno de vergüenza, balbucea, de
mala. manera, sin que se le entiendan, las sílabas de su nombre y
apellido; el profesor castiga a toda la clase porque rie y alborota,
y al recien venido le castiga tambien por su falta de desparpajo.
Y ¡oh colmo del plagio! tambien los condiscipulos del Bovary sa-
ben que uno de los modos de divertirse a costa del prójimo en cla-
se es disparar bolitas de papel; pero estos, ademas, aúllan, ladran,
patalean. Otrosi: las bolitas de papel que los condiscïpulos de Bo-
vary arrojan con la punta de la pluma estan mojadas, porque el
autor dice: «de temps a autre, quelque boulette de papier lances
d* un bec de plume, qui vint s“eclabousser sur sa figure. Mais il
s“essuyait avec le main, et demeurait immobile, lex yeux bais-
Ses...›>
Y ahora se me ocurre una cosa. Las bromas, pesadas ó no dar-
las. Voy a copiar todo el plagio; el texto frances de Madame Bo-
vary y el texto del robo; el lector vera hasta que punto soy yo
ladron, aunque no nocturno ni en despoblado, porque la verdad
que robarle a Flaubert las primeras paginas de su obra maestra,-es
como robarle al Papa la mula cuando celebra de -pontificalyben-
1888 )
ji
V
tí:
_ p
CLARIN.
ïìí
< 259 >
dice almundo. Apenas se enteraria nadie. Indudablemente, si el
Sr .Bonafoux no fuera tan erudito, ¿quién hubiera dado con mi
plagio? ` , »
Y dice Flaubert:

* MADAME BOVARY
Nous etions á l' etude, quand le proviseur entra, suivi d' un nouveau ha-
bille en bourgeois et d' un garçon de classe qui portait un grand pupitre.
Ceux qui dormaient se réveillerent, et chacun se leva comme surpris dans
son travail.
Le proviseur nous fit sigue de nous rasseoir, puìs, se tournant vers le
maitre d' etude: ' -
-Monsieur Roger, lui' dit-ii á demi-voix; voici un eleve que je vous re-
commande, il entre en cinquieme. Si son travail et sa conduite sont meri-
toires, il passera dans les grands, oú l' appelle son age.
Reste dans l' angle derrière la porte, si bien qu`on 1' apercevait a peine,
le nouveau etait un gars de la campagne, d'une quinzaine d' annees envi-
ron, et.plus haut de taille qu'aucun de nous tous. Il avait les cheveux cou-
pes droit sur le front, comme un chantre de village, l”air rainsonnable et
fort embarrassé. Quoiqu'il n_e füt pas large des épaules, son habit-veste de
drap vert a boutons noirs devait le gener aux entournures, et laissaìt voir,
por la fente des parements, des poignets rouges habitues à être nus. Ses
jambes, en bas bleus, sortaient d`un pantalon jauñatre très-tire parles bre-
telles. Il etait chaussé de souliers forts, mal cirés, garnis de clous.
On commença la recitation des leçons. ll les_ecouta de toutes ses oreilles,
attentìf comme au sermon, n'osant meme croiser les cuisses ni s”appuyee
sur le conde; et, a deux heures, quand la cloche sonna, le maitre d'etudes
fut oblige de 1'avertir, pour qu`il se mit avec nous dans les rangs. ,
Nous avions l`l1abitude, en entrant en classe, de jeter nos casquettes par
terre a fin d`avoir ensuite nos mains plus libres; il fallait des le seuil de la
porte, les lancer sous le bano, de façon a frpper contre la muraille en fai-
sant beaucoup de poussière; c'etait-la le genre. Mais soit qu”il n`eút pas re-
marque cette manoeuvre, ou qu`il n'eüt ose s`y soumettl e, la priere etait fi-
nie que le nouveau tenait encore sa casquette sus ses deux genoux.
C'etait une de ces coiffures d`ordre composite, ou l`on retrouve les ele-
ments du bonet a poil, du chapska, du chapeau rond, de Ia casquette de
loutre et du bonnet de coton, une de ces pauvres choses, en fin, dont la lai-
deur muette a des profondeurs d`expression comme le visage d`un imbecile.
Ovoide et renflee de baleìnes elle commeuçait par trois boudins circulaires,
puis s'alternaient, separés par une bande rouge, des losanges de velours et
de poils de lapin; venait ensuite une façon de sac qui se terminait par un
polygone cartoné, couvert d'un broderie en soutache compliquee, et d'o1`1
pendait, au bout d`un long cordon trop mince, un petit croisillon de fils
d`or, en manière de gland. Elle etait neuve; la visière brillait.
-Levez-vous, dit le professeur.
Il se leva; sa casquette tomba. Toute la classe se mit â. rire.
Il se baissa pour la reprende. Un voisin la fit tomber d`un coup de cou-
de, il la ramassa encore une fois. :-
--'-Debarrassez-vous donc de votre casque, dit le professeur, qui etait un
homme d'esprit. ' e*
( 260 ) ms PLA'G1os. ( 15 ABRIL
r -,.--- -f-H: - f --_,,- -__ -df- -_--~-~, _, ~~ Q _, - _

Il _y eut un rire eclatant des ecoliers qui dicontenança le pauvre garçon,


si bien qu'il ne savait s'il fallait. garder sa casquette oa la main, la laisser
par terre ou la maitre sur sa tête. Il se rassit et la posa sur ser genoux.
-Levez-vous, reprit le professeur, et dites-moi votre nom.
Le nouveau articula, d`une voix bredouillante, un nom inintelligible.
-Repetez! ' " .
Le meme bredouíllement de syllabes se fit entendre convert par les-huées
de la classe.
-Plus haut, cria le maitre, plus haut! L 'I . '
Le nouveaut prenant alors une resolution extreme, ouvrit une bouche
deuiesuree et lança a pleins poumons, comme pour appeler quelqu'u,n, ce
mot: Charbovaril.
Ce fiìt un vacarme qui s`elança d'un bond, monta en crescendo, avec dos
eclats de voix aigus (on hurlait, on aboyait, ou trepignait, on repétait:
Charbovari, Charbovari!), puis qui roula en notes isolees, se calmant a
grand`peine et parfois qui reprenait tout a coup' sur la ligne d'uu bano ou
saillissait encore ga et lá, comme un pétard mal éteint, quelque rire étouffe.
Cependant, sous la pluie des peusums, l`ordre peu a peu se retablit dans
la classe, et le professeur, parvenu a saisir le nom de Charles Bovary, se
l`étant fait dicter, épeler et relire, commanda tout de suite au pauvre dia-
ble d'aller s'asseoir sur le bano de paresse, aun pied de la chaire. ll se mit
en mouvement, mais, avant de partir, hesita.
-Que cherchez-vous? demanda le professeur.
-Ma cas..., fit timidement le noveau, promenant au tour de lui des re-
gards inqpiets.
-Cinq cents vers a toute la classe! exclamait d`une voix furieuseiharrêta,
comme le Quos ego, une bourrasque nouvelle. Restez done trauquilles! con-
tinuait le professeur indigne, et s`essuyant le front avec son mouchoir qu`il
venaìt de prende dans sa toque. Quant à vous, le noveau, vous me copierez
Ving fois le verbe ridículas sum. Puis, d`une voix plus douce: ~
-Eh! vous la retrouverez votre casquete;`ou ue vous l`a pas volee.
Tout reprit son calme. Les têtes se courbérent sur les cartons, et le nou-
veau resta peudant deux heures dans une tenue exemplaire quoiqu'il y eüt-
bien, de temps a autre quelque boulette de papier lancee d`uu bee de plume
qui vint s'eclabousser sur sa figure. Mais il s'essuyait avec la main, et de-
meurait immobile, les yeuz baisses. _

Hasta aqui M. Flaubert. Ahora alla va Clarin con elrobo entre


las manos.-Y digo yo (Pipfíl-Zurita.-I, pag. 366):
« -«¿Cómo se llama usted? pregunto el catedrático, que usaba
anteojos de cristal ahumado y bigotes de medio punto, erizados,
de un castaño claro.
Una voz que temblaba como la hoja -en el arbol, respondió en el
fondo del aula, desde el banco más alto, cerca del techo:
-Zurita, para servir a usted.
-Ese es el apellido; yo pregunto por el nombre.
Hubo, un momento de silencio. La catedra, que se aburria con
los ordinarios preliminares de su tarea, vio un elemento dramático,
probablemente cómico, en aquel dialogo que provocaba el profesor
con un desconocido que tenia voz de niño llorou. -
Zurita tardaba en contestar.
1888 ) CLARIN. , 261 )

-¿No sabe usted cómo se llama? gritó el catedrático, buscando


al estudiante timido con aquel par de agujeros negros que tenia en
el rostro. -
-Aquiles Zurita. _i `
Carcajada general, prolongada con el santo propósito de moles-
tar al paciente y alterar el orden.
-¿Aquiles ha dicho usted?
-Si... señor; respondió la voz de arriba, con señales de arre-
pentimiento en el tono. e
--¿Es usted el hijo de Peleo? pregunto muy serio el Profesor.
-No, señor, contestó el estudiante cuando se lo permitió la
algazara que produjo la gracia del maestro. Y sonriendo, como
burlandose de si mismo, de su nombre y hasta de su señor padre,
añadió con rostro de jovialidad lastimosa: -
-Mi padre era alcarreño. .
,Nuevo estrepito, carcajadas, gritos, patadas en los bancos, bo-
litas de papel que buscan, en' gracioso giro por el espacio, las na-
rices del hijo de Peleo. _
` El pobre Zurita dejó pasar el chubasco, tranquilo, como un
hombre empapado en agua ve caeer un aguacero. Era bachiller
en Artes, habia cursado la carrera del Notariado, y estaba termi-
nando con el doctorado la de Filosofia y Letras; y todo esto suponía
multitud de cursos y asignaturas, y á cada asignatura habia oca-
sion para bromas por el estilo, al pasar lista por primera vez el
catedrático. ¡Las veces que se habian reido de el porque se llama-
ba Aquiles! Ya se reía el tambien, y aunque siempre procuraba
retardar el momento de la vergonzosa declaracion, sabia que al
cabo tenia que llegar, y lo esperaba con toda la filosofia estoica
que habia estudiado en Séneca, á quien sabia casi de memoria, y
en latin, por supuesto. Lo de preguntarle si era hijo de Peleo era
nuevo, y le hizo gracia. , _
Bien se conocia que aquel profesor era una eminencia de Ma,-
drifl. En Valencia, donde el habia estudiado los años anteriores,
no tenian aquellas ocurrencias los señores catedráticos. ,
Zurita no se parecia al vencedor de Hector, segun nos le figu-
ramos, de acuerdo con los datos de la poesia.
Nada menos épico ni digno de ser cantado por Homero, que la
figurilla de Zurita. Era bajo y delgado; su cara podia servir de
puño de paraguas, reemplazando la cabeza de un perro ventajosa-
mente. No era lampiño, como debiera, sino que tenía un archipie-
lago de barbas,-palidas y secas, sembrado por las mejillas enjutas.
Algo más pobladas las cejas, se contraian constantemente en arru-
gas nerviosas; y con esto, y el titilar continuo de los ojillos ama-
rillentos, el gesto que daba caracter alvrostro de Aquiles, era una
especie de resol ideal esparcido por ojos y frente; parecia, en 'efec-
to, perpetuamente deslumbrado por una luz muy viva que le heria
de cara, le lastimaba y le obligaba a inclinar la» cabeza, cerrar
( 262 ) mis PLAG1os. ( 15 ABRIL
1' . ._-1 ' ^1|_'~ . ^-_ _ W r ---

los ojos convulsos y arrugar las cejas. Asi vivia Zurita; deslum-
brado por todo lo que queria deslumbrarle, admirandolo todo, cre-
yendo en cuantas grandezas le anunciaban, viendo hombres supe-
riores en cuantos metian ruido, admitiendo todo lo bueno que 'sus
muchos profesores le habian dicho de la antigüedad, del progreso,
del pasado, del porvenir, de la historia, de la filosofia, de la fé, de
la razon, de la poesia de la crematìstica, de cuanto Dios crió, de
cuanto inventaron los hombres. Todo era grande en el mundo me-
nos él. Todos oian el himno de los astros que descubrió Pitágoras;
sólo él, Aquiles Zurita, estaba privado, por sordera intelectual,
de saborear aquella delicia; pero en compensacion tenia el consue-
lo de goz r con la fé de creer que los demas oian los cánticos
celestes.
No habia acabado de decir su chiste el profesor de las gafas, y
ya Zurita se lo habia perdonado. . ` '
Y no era que le gustase que se burlaran de el, no; lo sentia mu-
chisimo; le complacia vivamente agradar al mundo entero: mas
otra cosa era aborrecer al prójimo por burla de ini;s ó de menos.
Esto estaba prohibido en la parte segunda de la Etica, capitulo
III, seccion cuarta. L
El catedrático de los ojos malos, que tenia diferente, idearde la
seccion cuarta del cap. III de la segunda parte de la Etica, quiso
continuar la broma de aquella tarde á. costa del Aquiles alcarreño,
y en cuanto llegó la ocasion de las preguntas, se volvió á. Zurita y
le dijo: -
-A ver, el Sr. D. Alquiles Zurita. Hágame usted el favor de
decirme, para que podamoi entrar en nuestra materia con funda-
mento propio: ¿Que entiende usted por conocimiento? «
Aquiles se incorporó, y tropezó con la cabeza en el techo; se
desconchó éste, y la cal cubrió el pelo y las orejas del estudiante.
(Risas) , l
--Conocimiento... conocimiento... es... Yo he estudiado Metafí-
sica en Valencia... g -
--Bueno, pues... diga usted: ¿qué es conocimiento en Valencia?
La catedra estalló en una carcajada; el profesor tomó una có-
mica seriedad, que usaba cuando se sentia muy satisfecho. Aquiles
se quedo triste. Se estaba burlando de él, y esto no era propio de
una eminencia.
Mientras el profesor pasaba a otro alumno para contener a los
revoltosos, à. quien sus gracias habian soliviantado, Zurita se que-
dó meditando con amargura. Lo que él sentia era tener que juzgar
de modo poco favorable a una eminencia como aquella de los an-
teojos. ¡Cuantas veces, alla en Valencia, habia saboreado los libros
de aquel sabio, leyèndolos entre lineas, penetrando hasta la me-
dula de su pensamiento! ' e . Z
Tal vez no habia. cinco españoles que hubieran hecho lo mismo.
¡Y ahora la eminencia, sin conocerle, se burlaba de él porque te-

.-
1888 ) CLARIN. . ( 263 )

nía la voz debil y porque habia estudiado en Valencia, y porque


se llamaba Aquiles, por culpa de su señor padre, que habia sido
amanuense de Hermosillal»
Ahi tienen ustedes el robo. Fácil es ver que Zurita se parecerá
Carlos Bovary como una gota á otra gota, ó como un huevo á una
castaña. Vayan comparando circunstancias con circunstancias, si-
tuacion con situacion, propósito con propósito, y... resultará que el
único parecido, está en las bolas de papel.
. Pero, venga aca el Sr. Bonafoux: ¿no ha visto el pasajes análo-
gos al de Zurita y al de madame Bovary en obras anteriores á
una y á ot-ra? Esto de reirse los estudiantes de un novato ¿no es
cosa antigua en las letras y en la realidad? Zurita no es novato
en rigor, pues en nuestras Universidades á ningun estudiante-de
un doctorado se le considera como tal, venga de donde venga; y
si se rien de Zurita es por el contraste de su nombre heroico con
su figura, y por las gracias, histórica alguna, del catedrático.
Pero de todos modos, si Flaubert me inspiró á mi (que no hay
tal cosa), ¿no pudo inspirarle à. el, ó á los dos, Quevedo, V. gr., en
el cap. V. de El gran Tacano: «De la entrada .de Alcalá, patente
y burlas que me hicieron por nuevo?»
Cierto que los estudiantes de la Complutense no arrojaban sobre
la persona del mísero Pablo bolitas de papel, pero si algo blanco
y que tambien se pegaba al cuerpo como la bolas de Bovary, y
que habia que limpiar ó enjugar tambien.
¿Dirá por esto nadie que Flaubert tomó su escena de Quevedo?
No, es claro; pues yo tampoco. Ni de Quevedo :ni de Flaubert.-
.Tomelo todo de lo que vi y de lo que añadi imaginando y com-
poniendo. Mi Aquiles Zurita es un caballero tan honrado como
sencillo, que vive, y no lejos de mi, y no puedo nombrarle por mil
razones; esto poco puedo decirlo porque supongo que el no leerá
papeles mios de vaga y amefm literatura; pero dar mas señas es
ilicit.o. El profesor de mi cuento existió tambien, y el chiste, ó lo
que sea, de «lo que es conocimiento en Valencia,› es rigorosamen-
te histórico. Por lo demás, mi Zurita tiene por objeto pintar dos
clases de filósofos de escalera abajo, dos ebionitas de lafilosofia
krausista-española, por decirlo asi. ¡Bien pensaba yo en Qarlos
Bovary al retratar mi catedrático de Psicologia, Lógica y Etica!
Dados el carácter y la vida` y obras de Zurita, el comenzar su
historia presentándole en cátedra, era lógico; la perspectiva ideal
lo aconsejaba; Carlos Bovary podia haberse aparecido al lector,
lo mismo que en una clase de latin o lo que fuera, en cualquier
otro escenario; en adelante, nada tendrá que ver con la enseñan-
za, ni con la ciencia, ni con nada de eso. Carlos Bovary, per se,
no se parece absolutamente en nada en toda la novela a Zurita;
peraeeidens, se parece lo poquisimo que se parezca, si- eso es pa-
recerse, en lo que ustedes han visto. ,
Y ahora, Sr. Bonafoux: ¿que se le figurara à. usted que pienso
( 264 ) V -Mis Pnaeios. ( 15 Annie

yo de un hombre que me acusa de plagiario, y me cita escenas,


situaciones y personajes que yo lie tomado. de la realidad, y me
los hace sacar de escenas, situaciones y personajes que, nada unos,
ycasi nada otros, se parecen a los mios? ¿Y que pensaré de quien
nie acusa de haber copiado páginas de un libro que se publicó un
año después que aquel eii que yo copio? » '

VI

Pero aquí no se trata delo que yopiense de usted-que son horro-


res...-sino de lo que piensen los demfts de usted y de mi en este
caso. i - .
Como nadie es juez en causa propia, aunque yo estoy seguro de
no haber plagiado jamas á nadie, quiero ó deseo que ni usted iii yo
seamos quien talle, sino un tribunal competente. i
Propongo que recurramos aljuicioqilustrado é imparcialde otros
escritores... que no sean unos Jafm E¢rnaude.z, por supuesto.
Si usted quiere, sometamos las acusaciones de usted y esta de-
fensa mia, acompañadas (esto sobre todo) de los textos corres-
correspondieiites, al fallo de un ,tribunal de honor literario; y si
usted tiene razon, si esos senores declaran que yo lie plagiado a
Flaubert y ¡por Cristo vivo! y al inismisimo Fernánflor, pro-
meto por mi honor, y juro. ante quien haga falta (para los aficio-
nados) publicar una palinodia y retirarnie á la -vida privafla, quie-
ro decir, dejar la pluma para siempre y retractarme de todas las
picardias que he dicho de usted y demas escritores desu clase.-
Pero... (este pero se proiiuncia con mucha fuerza) pero si el
tiìibunal declara 'quespoë lo que resultai de los autos ylp_ noi scìy
p agiario... entonces, r. ona oux, ustet seguira escri ien o o
que quiera, y llamándome.iplagiario, si gusta; pero me pagará en
oro ó plata la cantidad de 1.250 pesetas, con arreglo al art. 47-1-
del Código penal. ` -
Se me figura teneifcierto dereclio á que usted acepte el reto,
apuesta, ó como lo quiera llamar. Aunque todo, ó casi todo, lo voy
diciendo_en tono de broma, lo pienso 'en serio y lo quiero muy de
veras. Si, señor; es mi deseo, muy legitimo, que, en las condiciones
apuntadas, nos sometamos a la opinion de un tribunal de escri-
tores.
¿Qué escritores han de ser éstos? Es claro que no ha de ser us-
ted, ni Perillan y Buxó, ni Carton ó Coijton, iii Juan Rana, ni Siles,
ni otros asi. Han de ser escritores conocidos
, 1 , `
ue ha an obteni-
u o 0

do algun buen exito; en fin, hombres de algun credito literario.


¿Qué le parecen á usted los siguientes? Valera, Balart, Me-
nendezPela=yo. ›
¿No le gustan? Pues escoja usted estos otros, si quiere: Cam-
poamor, Núñez de Arce, Zorrilla.
1888 ) CL.iRiN. ( 265 )

¿Tampoco? Pues estos: Manuel del Palacio, Marcos Zapata,


Llorente. s _ i
¿Tampoco? Pues estos: Echegaray, Tamayo, Sellès.
¿Tampoco? Pues estos: Perez Galdós, Pereda, Alarcon. '
¿Tampoco? Pues estos: Sanchez Perez, Cavia, Eduardo de Pa-
lacio. ' ' . '
¿Tampoco? Pues liijo... me parece que no son ranas estos seño-
res. Pero sigamos escogiendo... ó si no, otra cosa: entre todos los
citados, elija usted los que prefiera, combinelos de otro modo, am-
pliando el número de jueces, y á esos entreguem'o`s el pleito.
¿Ni aun asi se conforma usted? ¡Vamos! Seráporque supone en
los citados parcialidad en mi favor. Como soii buenos escritores,
unos más y otros mênos, á todos esos los he elogiado yo, es :ver-
dad. Sin einbargo, algunos de ellos no son mis amigos. Pero los
más, si; lo confieso. Da la pìcara casualidad que he elegiado siem-
pre á los escritores buenos, y ahi tiene usted el resultado; que aho-
ra no puedo escogerlos como jueces, porque se les puede recusar
por parciales. _ W
-¿Quiere usted que acudamos á la Academia en masa?
--Como ella acepte el encargo, que lo dudo, por mi no hay in-
conveniente. Y no dirá usted que de la Academia lie* dicho flores.
Pero no quiero eiigañarlo usted. Se me figura que tanibien en la
Acadeinia, había de tener yo mn_f¡or›z'«t. Cuente usted y verá. . '
De muchos académicoslie hablado inal-de sus' obras, quiero
decir;-de otros no lie hablado mal ni bien; y con todo, no teiigo
inconveniente en someterme al fallo de esa Academia, de cuya
autoridad colectiva he dudado muclias veces. Cañete, Balaguer,
Arnao, Catalina, el inarques de Pidal el conde de Cheste, etc., etc.,
no son lo que se llama amigos inios, ni tienen por que vivir agra-
decidos á mi criti'ca-; son liombres y tendrán sus pasiones en su ar-
mario; y á pesar de eso, repito, me soineto á su fallo. ¿Por qué?
Es muy sencillo. Porque soii personas decentes; porque sabrán sa-
crificar la mala voluntad que puedan tenerme, si me la tienen, á
su deber de juzgar imparcialinente, de no faltar la verdad. Si su
conciencia les dice que Clarín no es plagiario, 'esto afirmarán,
aunque opinen que soy un zascandil literario, como creo- que Cá-
novas lia dicho. ¡Cánovas! ¡Qué rayo de luz! ¿Quiere usted que lle-
vemos el pleito á Cánovas solo? Si cupiera eii lo posible que Don
Antonio descendiera hasta querer jnzgarnos, ¡que mejor tribunal!
Yo he diclio perrerias, y he de seguir diciéndolas (1), de D. Anto-
nio; pero son perrerias relativas, pues no_le tengo por tonto, ni por
loco, ni muclio menos por hoinbre capaz de llamar ladroii al que
nolosea.

(1) Porque, coino dice bien La. Epoca, falta la segunda parte de Cáno-
vas y su tiempo. Falta, pero no faltara muchos dias.
( 266 ) Mis PLAeios. ( 15 ABRIL

Esta es la ventaja que tiene, Sr. Bonafoux, el saber atacar al


enemigo literario siii recurrir á cosa ajena á las letras: yo .no lie
dicho jamás, ni he pensado, que Catalina, Cañete, Balaguer, Ar-
nao, etc., etc., no sean perfectos caballeros. Por tales lostengo, y
sin inconveniente me someto á su fallo. - - 6
Si quiere usted que salgamos de li Academia, salgamos; pero
sin buscar amigos niios ni escritores que me deban grandes elogios.
Ahí está, por ejemplo, Fernandez Bremon. Bremon y yo, pla-
giando eá Madama Bovary, siempre nos estamos tirando bolitas de
papel ó cliinitas. Hemos sido buenos amigos, y ya no lo somos;
incompatibilidad de caracteres vaya usted á saber. El caso es que
si yo- in ¿llo tempo:-e alabé sus cuentos y revistas (y sigo alabando
sus romances y algunas de sus fábulas en prosa), y èl alabó mis
libros y articulos, sueltos, lioy por lioy somos el perro y el gato.
El, niás canto que yo, aguarda las grandes ocasiones para darme
un zarpazo. ¿Que me equivoco en doctrina cristiana y confundo el
número de los Frutos del Espíritu Santo con el de sus dones? Pues
salta Bremon y nie da una leccioncita. ¿Que voy al Ateneo y, ha-
ciendo de orador, resulta que me faltan más de cieii? Pues Breinon
dice enla crónica europea de La Ilustracion que me he cn-tado.
¿Ha visto usted las moscas y' las hormigas que Bremon saca á re-
lucir en sus fábulas? Pues soy yo, si señor; la hormiga más tonta,
la mosca màs iiisignificante... Clarin. Y-á pesar,_de todo, no tengo
inconveniente en que Breinon forme parte del tribunal que nos
juzgue. ¿Por _qué? Por la sencilla razon de que le tengo por liom-
bre de honor; que no ha de negar el de los deniás, si cree que lo
tienen, para satisfacer rencores. `
Conio usted ha leido casi todo lo que yo he escrito (¡mientras
podia usted estar estudiando tantas cosas buenasl), sabrá de fijo
que no me deben grandes alabanzas escritores como los siguientes:
Cano, Fernánflor, Velarde, Grilo, Ferrari, Novo y Colson, etc.
Pues los admito si usted quiere que formen parte del tribunal que
nos juzgue. ¿Por qué? Por la razon repetida; porque los tengo por
hombres de concieiicia, que si no me creen plagiario, no dirán que
se lo parezco. ' _
¿Puedo hacer más, Sr. Bonafoux? Me parece que no. Nole liablo
á usted de Einiii-a Pardo Bazan, de Armando Palacio, Valbuena,
Picon, Ortega Munilla, Matoses, Frontaura, Ramos Carrion, Ta-
boada, Tuero, Llana, Rueda, Delgado, Aza, Estremera, Bustillo,
Sierra y otros ciento (si, llegarían á ciento), porque se le aiitojarán,
ó demasiado benévolos, ó' demasiado aniigos. ` i
En fin; escoja usted cinco, siet.e, nueve ó más, si usted quiere,
de los señores citados. Pueden encargarse, si son tan amables, de
leerlas obras que usted dice que copio y leer lo que usted llama mis
plagios, y con esto y enterarse de los articulos de usted y de este
mio, no necesitan más para dar su fallo. ` i 6
¿Aceptará usted? ¿No se atreverá á elegir entre los escritores
1888 ) CLARIN. _ . ( 267 )
1* ^_, ' II 1 _ _,___ _ ' ' , _, W _, " 1 -9

- ø

nombrados por temor de ofender, r desiguàndolos, a los que usted


cree menos dispuestos en mi-favor? Pues escoja entre los otros, ó
mézclelos usted. Yo espero tranquilo. s '
t Y. si no acepta, ¿qué pensaremos de usted, Sr. de Bonafoux? Por
mi parte, lo mismo que ahora; pero el público, ¿qué pensara? Quedo
aguardando su resolucion; mas entretaut-o, permitame que concluya
con algunas observaciones. '

. VII.

Con franqueza, señor mio, si yo hubiera ido a comer con usted y


con su tio in ¿llo tempo;-e, y si hubiese admitido el trato de usted y
hubiese leido sus libros y hablado de ellos en mis articulos, ¿sería
tan pìagiario como ahora me llama?
Hace pocos dias escribia yo a un escritor americano valiente y
despreocupado, gracioso y justiciero, y le decia que asi como Jua-
nelo°construia autómatas de complicado resorte que iban y venian,
y parecian personas en el modo de moverse, asi, a mi antojo, he fa-
bricado enemigosliterarios, que si hubiese querido no lo serian, y
en vez de moverse en la direccion que ahora siguen, atacándome,
irían por otro lado pregonando méritos que no tengo. ¿Qué caso
quiere usted que haga yo de estas batallas de pluma, cuyos movi-
mientos obedecen a un resorte que `es invencion mia? ¡A cuántos co-
mo usted, Aramis, si les hubiese dado la cuerda hacia el otro lado
tendria hoyde mi parte, en vez de tenerlos enfrente!
Pero yo se lo que me hago, F9 "S . Bonafoux, y a quien conviane
tener lejos.
Debo advertirle ahora que no tome lo dicho por principio de po-
lémica. Nada de eso. No discuto con usted. A lo que arriba me
obligo, me atengo; pero nada de disputar usted y yo. Diga de mi
lo que quiera, no replico. Obras son amores. Si usted acepta mi re-
to, apuesta (› como quiera llamarlo, dìgalo, y a ello.

VIII "

Y ahora, lector arehipio, me vuelvo ti y postrado de hinojos


te pido perdon por haber llenado tantas cuartillas de insul-
sa prosa que nada te importa y por haberte hablado del tal Bona-
foux, en vez de .emplear papel y tiempo en cosa de mas sustancia.
Al fin y al cabo, estas miserias a que nos vemos expuestos los
que andamos por las callejuelas de la literatura, en calidad de ron-
da, no dejan de encerrar enseñanzas; son rasgos característicos
del tiempo y de las costumbres. Hasta interesante me parece el
tipo que Bonafoux representa tambien como cualquier otro: no es el
Tersites homérico, ni mucho menos el Tersites gracioso y á. su mo-
x 268 ) ms Pnaeros. ( 15 ABRIL

do filósofo de Shakespeare: es un'producto de nuestra literatura


moderna acumulada en grandes 'centros donde todas las falsas vo-
caciones, estimnladas porneurosis evidentes, se -codean y luchan
entre i' à, ciegas, 'en la oscuridad mis profunda, para disputarse el
sitio p e esperan que ha de pisar un rayo de_luz,-por tenue
que sea. Un onafoux podra ser antipatico, nocivo para la vida li-
teraria, pero no es fvulgar; hay algo en el tipo que llama la aten-
cion, si se le llega a conocer. Despues de observacion reflexiva, da
tristeza. ¡Quién lograra arrancarle a un hombre asi la idea de que
tiene ingenio, de quees un verdadero literato! ¿Cómo hacerle com-
prender 'que lo que él' puede ver y lo que el puede imitar no es mas
que una vana apariencia, quedando lo que importa en regiones pa-
ra èl insondables? Usar un lenguaje familiar, que degenera en cha-
bacano, despreciar las tradiciones de la prosa castizal, no respetar
à. nadie, por grande que sea su nombradia (Bonafoux se rie de
Castelar, por ejemplo), acoger las frases hechas y las muletillas
de moda entre el vulgo, y 'con tales elementos disfrazar las ideas
mas insignifieantes de chistes y rasgos de agudeza, estos
y otros recursos por el estilo son los que escritores hu,-
morístas y desezzfadrzfios emplean muy satisfechos de si mis-
mos, creyendo asi emular a Quevedo, a Figaro y a cuantos satiricos
Dios crió. Y el desengaño no los desengaña, sino que los ir-
rita, y gritan desde la oscuridad como condenados; como si el lim-
bo fuese el infierno y las masas compactas de tinieblas, mares de
fuego.-¡Qué pena da el pensar que un ser asi fue un niño inocen-
te, de alma purisima, tal vez hermoso como un angel, gracioso y
dulce! ¡Parece imposible semejante transformacion! Porque ahora
es el ser mas artificial, de pasiones menos disculpables, menos na-
turales; de vehemencias mas vanas y repu1s_ivas. ¡Cuanto se podria
decir del tipo de Bonafoux en sus muchas variedades! La novela,
fuera de España, le ha estudiado en poco, no mucho. Ademas, de
pueblo a pueblo varia el personaje. Yo me permito, sin animo
de ofender a Bonafoux ni a nadie, señalar este campo de observa-
cion psieològica alos novelistas españoles. Creo que en el a-rte con-
temporaneo tiene mucho interés el estudio de las clases y de los
in lividuos hue caen vencidos en la lucha por la existencia. El es-
critor sin ingenio, pero con todas las ansias del artista, con sus
nervios, con su vanidad, con su aficion al esplendor, al lujo, a la
gloria, con todo, en fin, menos lo que hace vencer, es una variedad
que, además de inspirar tristeza, despierta curiosidad y a su modo
interesa. Dentro de esta variedad, con especiales caracteres, esta
el literato que, como Bonafoux, quiere y no puede, pero cree que
pudo. Tiene el escepticismo que a veces aquejm a los que va`en de
veras, con otros muchos achaques que suele padecer el escritor
moderno, y sin mas que estas señas ya se juzga autor de moda, una
influìencirz en la vida literaria contemporanea. No hav mas que ver
a ese Sr. Bonafoux en la calle, con su aire de distmido, el cue
1888 ) ' CLARIN. '(i 269 )

llo levantado... ¡Vaya cuanto mas lo pienso, mas digno me parece


de una novela!
Despues de todo, entre él y el poeta en tres actos y en verso, ó el
que imita a Campoamor ó à. Nuñez de Arce... me quedo con Bona-
foux.
Y capaz sera de decir, si algun dia ve en un libro cualquier
personaje que se le parezca un poco: <<¡Esa figura esta copiada de
la Er/ucucion sentimental de Flallbe1't,›› por ejemplo!
¡Ah, 1). Luis Bonafoux y Quintero! dados los articulitos de usted,
que lei hace años, y el cuello del gaban ea-guido... se me antoja co-
nocerle a usted como si le hubiese (lado á laz.
Si usted quisiera... podriamos ahorrarnos eso de la consulta.
Vamos, haga un esfuerzo, y sea original de veras una vez; haga
lo que harian pocos, declare... que no hay tales pla.gios, que usted
ha queridohaceruna que fuera sonada, y de camino mortificarme y
darse tono; pero que, en puridad, no me me cree mi plagiario.
¡A que no! ¡Como si lo viera!

LEOPOLDO ALAS
(CLARIN).

vs *feif
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C ”Û¿† , . P "N ' `\“'"`,W`\ ` *N "FW ` *N ”` "N "tt/9.-“?`i

Noticia Bìblìográfica
-«-ãr{,f

Poesias siznncns En niA_i.r.c'ro ,tsruniimo dc D. .tntonío .Gonzalez


Reguera, I). lf`ra-ncísco Bernaldo de (Quiros y Benaridcs.
D. Antoizio Balvfidrtrcs-, D. Bruizo Fernandez, D.” Josefa.
Jovcllanos y otros, publicadas por el Iixcno. Sn. l). Joss
t1AvE|›A.-Nfucra edicion anclada, 3/ aumentada con obras
de más autores y noticias del Buble por D. l"i:iumN t`.Au|~:t.|.A
SEeAi›Es.-Oviedo, Imprenta dc V. Hrid, 11887.--Un lomo
4.° 3l'7 páginas, cuatro pesetas. ~
No hace muchos dias dos ilustrados catedráticos de la Universi-
dad de Oriedo. colaboradores de la Revista, los señores Vallina y
(Zanella, en sus interesantes coufereiicias en el Casino, linblalian de
la conveniencia de etupe'/.ar la historia nacional española por el
estudio detenido de las histori_›s locales. Solo despues que los
documentos históricos de los distintos pueblos que forman la
nacion, hayan sido colecrionndos ordeuadzuneute y criticados
como las exigencia de la ciencia moderna piden, _v despues tam-
bien que haya sido depur:-ido el conocìiuientode las costuinbres-
locales y provinciales, podra acometerse con fruto, la noble em-
presa de levantar el gran monumento literario de que carecen has-
ta la fecha las glorias españolas. Los señores Vallina y (Zanella al
hacer esas consideraciones generales referianse en sus notables cou-
ferencias à Asturias, la patria ímncdiiatu, y para comprol›:ir lo fun-
dado de las mismas predicaron con el ejemplo. lil Señor Vallina
exponia à grandes rasgos los caracteres predominantes de lu histo-
ria asturiana, y el Señor Canella, cuyo entusiasmo por este género
de estudios nadie ignora. hacia detenido y erudito cxíuucu de los
1888 ) L. DIAZ. ( 271 )

elementos con que el escritor cuenta para emprender la dificil tarea


de contarnos el pasado de una de las provincias más cultas y más
hermosas de España. lnsistia nuestro amigo Canella sobre la ne-
cesidad, ante todo, de colcccionary publicat' cuantas noticias y do-
cumentos útiles sean encontrados, en los archivos de corporaciones
oficiales y no oficiales y de las casas de la antigua nobleza. Y á
la verdad, pocos como el estan en condiciones para hablar de esto,
porque puede presentar algunas pruebas palmarias de lo mucho
que estima la tarea de coleccionar tales cosas. f
Una en estos dias tenemos ante nuestra, vista. que merece aplau-
so entusiasta. I-Illa nos ha hecho recordar como oportunas las con-
sideraciones que van apuntadas, porque al lado de las que propor-
cionan algunas otras obras publicadas entre nosotros en estos ulti-
mos años. viene E1 demostrar como poco 51 poco, se despierta de un
modo bastante inteligente el amor al estudio que encomiaban los dos
conl`«-ri-nciantes citados. La prueba á que nos referimos le proporcio-
na la interesante obra cuyo titulo va al frente de estas lineas.
lil reputado escritor asturiano, D. José t`.aveda reunió y publico
en l837, la coleccion dcpocsías en dialecto asturiano que compren-
dia lo mas selecto quiza, entre lo que nuestros antiguos poetas
han producido. Sernejante obra que no puede dudarse reviste
merito verdadero, era buscada en estos últimos tiempos con apre-
cio por los aficionados a nuestro dialecto, pero los ejemplares de ella
escaseaban hasta el punto de ser punto menos que imposible ha-
cerse con uno.
Una nueva edicion se hacia necesaria; comprendiendolo asi el
señor (Íanella, ysecundando el csfuer'/.o econ(›mico del inteligente
impresor D. Vicente lšrid, acomctio la tarea de publicar de nuevo
la obra del señor Caveda, y hoy concluida ya, con precioso ro-
paje tipogralìco, nos ofrece esa nueva edicion; pero corregida cuida-
dosamente y enriquecida con algunas poesias de autores modernos,
y con noticias biografìcas y l›il›liograficas- muy interesantes. Quizá
llevado de su entusiasmo por las cosas de la provincia, peca en las
adiciones el Sr. (Zanella por r-xccso; acaso alguna y aun algunas
poesias de autores n1odernos_ hubieran l:r|l|ado mejor por su ausen-
ri-1 del libro; pero este defecto no es de monta, es más bien, repe-
timos, un exceso.
Bier; quisieramos dar aqui varias muestras del diligente trabajo
del Sr. (Zanella, trasladando las poesias nuevamente coleccionadas.
( 272 ) NoT1c1AB1BL1oeI:ÁF1cA. -( 15 ABRIL

En la imposibilidad de hacerlo con todas aquellas que mas ncsgus-


tan, vamos á trasladar, con el permiso de nuestro ilustrado colabo-
rador, algunas, comenzando hoy por la de I). Ramon Garcia .-tlas
que es la que encontramos la primera entre las pertenecientes alos
autores modernos,
llela aqui: titulase un

Diálogo politico en I833.


---xff±;<-~
Pachu.--Venacá, Xuan, non te plasmen
Lles coses que van pasando?
Yo nunca cuidára ver
Que llevantasen el rabu
Los xódios, que llamahcn
Negros, en tiempu d' antañu,
Nin qü esa Crìsta ó Cristina.
Que la traxo lfios Ó el diablu,
Tan rellamhida y melguera,
A todos facer dexando,
lr tomando soliquina
Per todes partes el mandu.
Home, tu ya non t' acuerdes
Cuando estevo el home malu
L0 qu ella espaxaretó
En el tìem|›u que i dexaron
Facer les sos zalagardes.
Ah, compadre. mal pccau!
Si yo fora lo qu el lley
Ya i dixera un recau,
Y fora rabu entre pìernes
A componer el guisau
0 cuidar de les sos neíìes;
Qú una muger nen ye usan
Que se metia en otres coses
Que les que pide el so estan.
Pos tóo lo que t' advierto
Nin siquiera ye pintan,
Pa lo que fexo demrìués
Qú el mandón estìró el rabu
Has de sahéte, compadre,
Que yo estoy medio ablucau
Porque non bien quedo viuda
Cuando traxo pa 'l so llau
¬
1888 ) L. DIAZ. ( 273 )

Más de cuarenta tartones


Que la estan encerrizando;
Y pa que los Realistes
Non ayuden al cnñau
Arrìncoyos los fusiles
Sin siquiera dar un darin;
De modn y manera qú ellos
Quedanon con tantu palmu.
Y agora sin ton nin son
Paez que quieren espetános
A lo so fia por lìeyua.....
¡\'isti nunca tal fregan.
Qu una ñeña, que non tiene
Tan siquiere los tres años,
Una pobre rapaznca,
Que venga agora à mandanus!
Non, pos en mi animu temo.....
Xuan -Calla. por l)ios, calla, Pachn;
- Tu, nor fuerza alloquecisle
0 estas quiciaves horrachn.
¿Non sabes, probe maguetu,
Que si se casó Fe rnandu
Anque ya mozu non yera
Fo porque ì soplicaron
Los Señores del (Ion:-eyu
Pa que un reinu tan llargu
Tobiese su sucesor?
Pos bien, dempues de cas-au
Fexo lo que toos facen,
Y la ltetna pel so llau
Xibló csi par de neñines
Más galanes qú otru tantu:
Y entoncenes, animal,
(Qu el diañu màs yes qu un xatu)
¿Lo que tiene et padre, dime
.Sin andar en arrumacos,
Non sera de les sos lies?
El to prau del barrancu
En tu morricndo, rocin,
¿Va que non ye pal tu hermanu
äinon pa la to Iiìna
Anque agora está mamando?
Ye verdad que entonces tien
La to muger que cuìdialu
Pa que non entren a pacellu
De los otros el ganan.
Pos faite cargn endagora
( 274 ) Nofriela BIBLIOGRÁFICA. ( 15 ABRIL
, I ¡nfb-4 I I í l~ _

Que la tu neña, pazgnatu,


Ye la reinina pequeña
Y que el reinu ye el to prau,
Y que la tu muger ye
Esa de quien tu, babayn,
Dices tantas picardies,
Que mereces con un palu
U que con una civiella
lìetorcida de carbayn
Te midieren les costielles;
¿Por-que. non te faces cargu
Que lo que los Reyes manden,
- Este bien òmal mandan,
Ilay que baxar les oreyes
(Ion el focicu pesllau?
Ansina lo lei yo
t\'un ltibrou que esta forrau
En suela, y tien escorneyes
Como les tien un berbiariu;
Yen tonces tu xabalin,
Que te metes a Iletrau
Y arregañes los caniles
Contra lo qu' esta estampau,
¡Vala el dìanu to pelleyn!
¿Cuálo ye lo qu en rabiau
Te tien de los sos decretos?
¿Sera quicias porqú ogaítu
Dunvio decir de que foren
AI estudiu los rapaces,
U ye porque tevo fuelgu,
llabilidu y arremangu
D' ahrir les puertos zi toos
Los qu andaben escapans?
Pero en to concencia, dime,
Si -non estás atloriau;
¿Si fores danguno d' ellos
Qu anduvieses esterrau, _
Y fechu un probe alla lloñe
(Ion el botiellu estripau,
Sin poder ver la to tia,
La to muger y el ganan . ..
¿Non te lolgares venir
Po la to casa volandu
« Lo mesmo qu un rìquilitc?....
Pos bien, pe los tos pecaos
(Y máxime los ayenos)
Y non andes espantau.
1888 ) L. DIAZ. ( 275 )

Si estevo bien o mal fecho


Ye cosa de Depntaos...
Guantes màs, que muchos d' ellos
Sou los que foreu nombraos
A la Corte de Madri;
Y si augun disaguisan
Fixeron. tienen la culpa
Aquellos que tos dunviaron.. ._
(Jyes, hom: tu tamien fuiste
Entonces compremìsaru
Y muy bien que t' espurries.
¡Oh! y como andabcs anchut... .
lšl lfomentu y otres coses
Que la lteina tien mandan,
Como quitar los ltealistes
l'a atayar qu un 'malvau
Paga algun revolwimientu.....
¿Que ye lo que tien de malu'?....
¡Vala el dianu to mollera!
Yes un calabazou, Pacbu.
Pacha.--Xuau, too lo que falaste
Esta bien desquillonan;
Pero el nuestru Senor (jura,
Que ye unhome muy lletrau,
Non reza por esos Ilibros,
Ni, auque lo fagan pedazos,
Fartu sera que los rece
Nngun otru del so sayu:
Quedabeste apavurau.
U q 0 0 0 0 Q 0 u a n ¡ I I

Q 1 ¡ Q c U 0 I O O 0 0 Q 0 Q Q O

Xuan.-lšses son, _l'achu, pamptines:


La obediencia del vasalln
Ye la que nos manda Dios,
Lo demás hay que dexaillu.
Tu sigue los mios conseyos
Si non quies ir engañan.

tluida cuida la to llasa,


lle los xatinos y el pran,
Y pide à trios que conserve
A la Reina muchos años,
Y la bona de la madre
Aciertu para mandanus.
L. DIAZ.
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APUNTES PARA UNA HISTORIA


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DRAMATICOS DE SEGUNDO ORDEN

' JUAN MATOS FRAGOSO


El †m.ar[d0 (lc su mari/'c o' Scz/›z« Gregorio.
La edicion que de esta obra tengo ãt la vista es de Barcelona,
imprenta. de Carlos Sapera ano 17 70, y con el añadido de A cestas
(Ic la Compañía. Sólo por lialoerme, propuesto dar it conocer todas
cuantas obras pueda hallar a tiempo y à mano de nuestros auto-
res, dedico espacio y atencion a esta y à El ¿mapas-¿ble más fácil,
cortadas por parecido patron y ambas bien ordinariamente teji-
das; no pudiendo decir de ellas nada bueno sino que de ninguno
de sus argumentos ha sabido sacar partido el poeta y que las dos
me parecen igualmente disparatadas para la representacion.
La trama de San Gregorio està, en que Rosaura y Carlos herma-
nos, estan enamorados mutuamente y tienen un hijo; huye Carlos,
se oculta el hijo y al cabo de algunos años, Gregorio que salva at
Rosaura. de caer en manos de un enemigo se casa. con ella. Resul-
ta que Gregorio es hijo de Rosaura y huye al monte en donde se
hace santo.
Bate que es el gracioso de esta comedia tiene una relacion con-
tra, las mugeres, muy parecidayà la de Simon (que dejo copiada)
en A lo que obliga el honor, de Antonio Enriquez Gomez. Esta
es asi: _ Q
Bate.--Calla que no has advertido
el mal que pasa un marido
al remo -de la mujer.
Si acaso es gorda no entra
H sin peregil al tragallaz _
si es chica. nunca se halla:
si es alta siempre la encuentra;
si es muy callada, es gran daño;
1888 ) FERMIN HERRAN. ( 277 ),

si preguntona, cruel,
si es celosa, digalo él,
que la sufre todo el año;
si paridera es rigor;
si esteril nunca hay regalo;
si come mucho es muy malo;
si nada come, peor,
si es rica ha de obedecer-la;
si es pobre ha de sustentarla;
si es hermosa ha de celarla;
y si fea ha de temerla;
Y asi en la varia fortuna,
que enseña el norte de amor,
imagino que es mejor
el casarse con ninguna.
El acto empieza fiingiéndose embajador suyo el duque de Tiro
para pedir la mano de Rosaura que esta le niega por lo que se
declara la guerra.
Asi las cosas, hay mutacion y aparece Gregorio con su fingido
padre Enrico que le cuenta su origen. Determina marcharse y se
embarca en un esquife de la ilustre Rosaura.
Princesa de Antioquia insigne
que contra el duque de Tiro,
Publica sangrientas lides;
Nueva mutacion, para presentar el campo de batalla en que sale
derrotado el duque y queda prisionero por el valor de Gregorio.
La ediccion Primera parte de Comedias de DON JUAN DE Mxros
FRAGOSO-1658 tiene esta falta. Dice pagina 1 11-columna 2*. con-
fundiendo los versos.
Un recien nacido Infante venia;
y al descubrirse el rostro risueño,
vimos de Arabia el oro felice
debeïdecir. . . . ~. . . . . . . .
Un recien nacido Ynfante
venia; y al descubrirse _
el rostro risueño vimos
de Arabia el oro felice.
Bata.-gracioso tiene una despedida de efecto.
Adios montes, a Dios guerra,
a Dios burra, a Dios mastines,
a Dios vacas, y lechones
a Dios cabras y rediles,
_ a Dios gallinas, y- gallos
sabuesos, quiquiriquies etc.
~L;-argparicion de Carlos ¿a qué viene?
Se adivina todo por que dice Rosaura que la-violó -un hermano,
y su hermano aparece en la figura de Carlos, se dice que el fruto
( 278 ) TEATRO ¡¬:srAÑoL ANTIGUO. ( 15 Amur.

de la violacion fue echado en una cesta al rio y Enrico lo recogió


y se vé que es Gregorio; estas son faltas inperdonables.
Pasa la accion del acto 1°. en el palacio de Rosaura y en el
calabozo en que esta encerrado el duque de Tiro, y toda ella se
halla reducida a las fiestas de la boda entre Gregorio y Rosaura
y a llevar a cabo la conjuracion para destronarlos, la cual fracasa,
y en estos momentos descubre Rosaura que Gregorio su esposo
es hijo suyo por una lamina que conserva.
En todo el teatro antiguo no he hallado una exageracion mas
disparatada que la siguiente. Pinta un caballo y dice:
el suelo lleno de espumas,
y es que como iban pisando
cuatro eslabones las piedras
apagaba anticipado,
el alquitran de su furia
(que fué próvido reparo
para no encender el monte
r irle primero nevando)
Esto no es culteranismo, esta es una exageracion andaluza,
digna de Manolito Gazquez.
Es una situacion bien preparada la en que se frustra la conju-
racion. '
'E1 tercer acto tiene lugar en una selva, habitada por Gregorio,
cuya Santidad causa la admiracion de todos. A ella le van a buscar
Rosaura, que ignora su nombre, y el duque que se propone robarla,
pero, una feliz equivocacion hace que robe a Irene, dama de Ro-
saura enamorada del Duque y su compañera de conspiracion.
Circunstancias extrañas hacen que todos los personajes de la
comedia se reunan en la cueva de Gregorio en donde se deshace el
nudo de la obra, resultando que Carlos no era hermano de Ro-
saura y por tanto que no habia el incesto creido, ni obstaculo para
contraer matrimonio, descubriéndose que Gregorio es hijo de en-
trambos. Con esto, el casamiento del Duque é Irene y la aparicion
de un angel que en nombre del cielo le nombra Patriarca de la
Siria, concluye la comedia. t
Lo mas notable de este acto es un dialogo satirico entre Gregorio
y Bato; la parte de este 'es graciosisima.
En esta obra hay una cuestion muy grave.
_ El matrimonio entre Gregorio y Rosaura, 0 entre hijo y madre se
ha verificado ¿cómo se descasan tan facilmente al final de la obra?
Aparte de lo que llevamos expuesto, El nmrido de su, mui;-o ó
San Gregorio, es obra de escaso merito dramatico; falta comple-
tamente de caracteres, cuya versificacion si tiene gusto gongórico,
tampoco puede servir de modelo.
En la edicion de 1658 Madrid ocupa desde la hoja 1,08;à.'la 128
ambas inclusive. ~ t ~ ~ A
, . , . IÍ. ,FERMIN HERRAN. _ .
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Grónriica dle la Provincia..


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LAS CONFERENCIAS DEL CASINO.

Cuando este número (Zoo//le de la R1¬:v1sfrA se publique hará. cerca de un


mes que las Conferencias del Casino terminaron. El orador que la puso
digno remate fue Melquiades Alvarez. En la quiøzceiea académica del
número anterior emitìmos nuestra opinion imparcial acerca del jóven con-
ferenciante é hicimos ligero extracto de lo que en su primera conferencia
dijo. Hoy nada añadiremos: porque dar aqui cuenta del desarrollo del tema
en las dos conferencias siguientes, no nos parece ya oportuno, y acerca del
mérito de Melquiades nada nuevo añadiríamos a lo dicho en la ocasion a
que acabamos de aludir. Venciendo las dificultades del tema (A 7°¿.S't0'¡!ele.s'
y su z`ø¿/l»ue2ec¿(z en la_fiZoso_/'ía del derecho) y las no menores del audi-
torio. Melquiades supo entretener y entusiasmar, y sobre todopuso de ma-
nifiesto facultades poco comunes para cumplir a la perfeccion la tarea a
que sus expontáneas aficiones le llaman. Con el tiempo y mediante un es-
tudio sério continuado y bien dirigido mucho puede lograr nuestro simpa-
tico amigo. Â' ,
Y no diremos más. Enhorabuena al orador.
Respecto a las co2¿_/`ere2¿c¿as del Cøøsíno, en general hacemos votos
porque el año próximo vuelvan à reanudarse en el mismo local ó en otro,
pues muy de sentir seria que un medio tan importante para extender la
cultura y para proporcionar ratos verdaderamente agradables, á aquellos
que piensan en que no solo de pan vive el hombre, fuese abandonado.
Mucho mas si se tienen en cuenta los pocos recursos de cierto género con
que en Oviedo contamos.

íuíir
( 280 0) caóxica DE LA1›a'ovmc1A. ( 15 Annir.

LA EXPOSICION UNIVERSAL. DE BARCELONA.

No tenemos noticas suficientes para poder apreciar por adelantado la


representacion que nuestra provincia alcanzará en aquel certamen interna-
cional. Presumimos, por los datos de que hemos oido hacer mérito, que ni
por el número ni por la calidad de los envios ocupara Asturias el lugar
que podría ocupar, si las circunstancias por que atraviesa la provincia,
no fueran tan escepcionalmente malas.
Uno de- los Centros de cultura que sabemos ha respondido a la invitacion
de la capital de Cataluña es nuestra Universidad literaria. Eu efecto el
Sr. Rector y Claustro han enviado zi Barcelona por conducto de la Comi-
sion de` Instruccion pública formada para el caso en el ministerio de Fo-
mento varios objetos que han de figurar dignamente sin duda entre lo que
hayan remitido las -demas Universidades de España. Helos aqui segun el
catalogo que a la vista tenemos:
1'° Album con fotografias del edificio universitario, patios, galerias,
Biblioteca y locales destinados a la enseñanza.
2.° Planos del edìficio.
3.° Modelo de mesa y banco para las cátedras, adoptado por la Uni-
versidad, segun indicaciones del Museo pedagógico_ nacional.
4.° Memorias de 1876-77 y 1885-86.
5.” Las siguientes obras publicadas por señores profesores de la
Universidad:
Discursos de fzyfiertura, de los diez últimos años II¿s¿or¿r¿ /le la Uni-
fversidarl por D. Fermin Canella; La ømem cieueirz penal por 1). Félix
de Aramburu, P/'ogrfmm ¿le ])¿sc¿pZ¿nr¿ eclesiris-fica por 1). Victor Diaz-
Ordoñez, Progrfmm (le Elemeníos /le Ecozzo//¿¢'(¿ 710;/z'¿¿cfl« y/ ]f.›'tzzfh'.s't¿-
ca, Fíorez E.›-trazlre y }'¿'.;›'¿z¿/¿¿o;* sobre el concepäo (le la };'conom¡a por
D. Adolfo-Buylla, Pro_.7rrwm de Elena eizíos (Ze Eeonf›m¿(¿ 7›oN¿¿erz y
E!>'mdz'stic(¿, Alcala Galiaøzo, y El deree/to _f/ la Jíoraliølafl por li). Leo-
poldo Alas, Priu-e¿]›¿os (Ze Derec/to ¡Jo/¿'¿¿co y 1:7¿ Parlame/zitferismo de
D. Adolfo Posada y Los Foros de D. Rogelio Jove y Bravo.
_±_._ï-a--n-

Nuestra Universidad ha sido invitada a las fiestas que en celebracion


del octavo centenario de la fundacion de la Universidad de Bolonia prepa-
ra ésta para el próximo mes de Junio. El Claustro de la ilustre escuela
oveten-se contesta a la invitacion nombrando a uno de sus miembros
para que la represente en aquella gran solemnidad cientiiica. Tambien los
escolares de la Universidad de Oviedo han recibido una invitacion con el
mismo objeto de los estudiantes Bolonienses. Bien hubieran querido los es-
tudiantes de Oviedo corresponder con lueida representacion a la invitacion
recibida. En la imposibilidad de hacerlo nuestros escolares han tenido que
limitarse á contestar adecuadamente. `-

LA QU1Nci~;NA 1†›oLiT1cA.
Año y medio cuenta de vida esta segunda Rr¬:v1s-ra oEAs'ruu1As, y es se-
guro que a sus constantes favorecedores habra chocado mas de una vez la
1888 ) CRÓNICA Dr: LA PROVINCIA. ( 281 )

insistencia con que, aislados en la prensa asturiana, denunciábamos á. la


opinion pública los fatales derroteros, que tomaba la politica provincial.
Solo un momento hubo en que dcmostrabamos esperanzas de mejores tiem-
pos, y fue cuando, .dando crédito a noticias de periódicos de la Corte, tomá-
balnos en serio el propósito atribuido al Gobierno de elevar moral y mate-
rialmente el prestigio de las diputaciones provinciales, haciendo ingresar
en tan importantes corporaciones, zi aquellas personas que por su historia
politica, por su hoja de servicios, ofrecieran todas las garantias de compe-
tencia y seriedad compatibles con los excesos y extravios á que ha llegado
en nuestros tiempos la practica del sufragio. Pero semejante esperanza ha
sido vana, y no hemos vuelto a oir, ni como rumor, el propósito de plan-
tear semejante reforma; y sin embargo si nuestros politicos tomaran en
serio el lucrativo oficio, que han escogido para posicion ventajosa en la
lucha por el garbanzo, verían que cada vez se impone más la necesidad de
una seleccion acertada en la banda de aventureros, que inútiles para otros
trabajos por defectos intelectuales y morales, se entregan de lleno á. la
explotacion politica. ' -
Hace muy pocos dias El I/2zv])(f2'€¿((/, periódico que de cuando en cuando
justifica su título y la popularidad que ha alcanzado, hacia atinadas re-
-fiexiones sobre la indisciplina de todos los partidos; indisciplina quese ob-
serva con más realce cuando los jefes obedientes a la voz de la razon, á las
exigencias del interés nacional, y aun à. la del propio interés bien entendi-
do, se niegan a intransigencias desastrosas ó procedimientos -violentos que
hacen imposible la gestion benólica del partido dominante. En esta sencilla
observacion esta como en germen toda la critica del parlamentarismo ac-
tual, de ese sistema que presenta hoy sintomas alarmantes, ,revelados en
Francia por el boulangerismo, y que en España se manifiestan por una
atonía funesta, en la que caen la mayor parte de los hombres que por sus
aptitudes innatas ó adquiridas estan llamados á dar vida al organismo na-
cional.
Esa indisciplina que se traduce en descontento, en rebeliones abiertas
cuando el jefe del partido en vez de poner piedras en el camino, siempre
escabroso, del partido' imperante, ayuda a dejar espedita la via á. refor-
mas que el tiempo reclama, es hija de la impaciencia que sienten los
de abajo por llegar cuanto antes arriba; es simplemente una manifestacion
de hambre. Raras veces esta hambre es metafórica y busca metafórica sa-
tisfaccion en las vanidades del mando, en las consideraciones que este pro-
cura, en los titulos que deja como recuerdo; no, el hambre de los politicos
es un hambre real, hambre de cosas de comer, arder, vestir,_etc; podra ha-
ber diferencia de calidad en los comestibles y demas a que por el pronto se
aspira; pero desde el politico que defiende el sustancioso monopolio de al-
guna podcrosisima empresa financiera, hasta el que chanchullea en modes-
tas subastas de acopios para carreteras'municipales todos aspiran al poder
por los mismos fines, los cuales no son ni mucho menos afanes de realizar
un ideal politico; y ni siquiera se pueden catalogar entge aquellas legítimas
ambiciones, que deben sentir las inteligencias que, conociendo su fuerza y
las obras de que son capaces, aspiran a la ejecucion de esas obras.
Y asi cemo el hambre es instinti~:a, y sus exigencias tienen la velocidad
de los instintos, asi es veloz, irreflexiva la opinion, que la gran masa de
los políticos ofrecen a .todo lo que sea retardar el momento de satisfacer
su apetito, ó acelerar el instante en que haya de dejarse el plato mas ó
menos suculento. Tan cierto es esto, que si nuestros lectores repasan en su
( 282 ) cnc'~N1cA DE Lx PROVINCIA. ( 15 Amen.

memoria las listas de los personajes politicos de mas nota en la politica


nacional, tropezarân con infinitos nombres de personas que han hecho de
la politica una carrera, accidentada si, expuesta á disgustos sin cuento, y
diarios sobresaltos, pero al fin y al cabo exenta de la necesidad del pesado
trabajo cuotidiano, y exenta sobre todo de una preparacion aburrida y de
pruebas dificiles. Y si de las altas esferas baja el lector a otras mas mo-
destas, mas inmediatas y mejor conocidas, ni por un momento dudara de
que hoy se llama politica á. una senda de atajo por donde se aspira á ganar
la altura, dejando girones de dignidad y decoro entre los riscos y malezas,
pero evitando el largo camino real, por donde solo transitan con lento pa-
so aquellos que en la primera juventud cometieron la insigne torpeza de
ser aplicados, de tener una vocacion honesta, y la voluntad y la aptitud
suficiente para seguir esa vocacion.
Pero como el célebre personaje de Goethe en vano el hombre esquiva
el rudo trato de ese espectro horrible para los olgazanes; el trabajo se en-
cuentra en todas partes, y en todas tiende a mejorar las condiciones del
hombre interno; y por eso tal aventurero que comienza su vida politica con
actos censurables llega poco a poco a afinar su conciencia, y en puestos
elevados asombra á veces á los que conocen su historia, por rasgos de no-
bleza, de abnegacion acaso, de que se le creia incapaz. Y en todo caso si
estos ejemplares de educacion moral por la política son estremadamente
raros, son mas frecuentes de la educacion intelectual, que por distinto ca-
mino lleva al fin comun de hacer al politico capaz de actos plausibles y
útiles para la comunidad. Por esta razon nosotros vemos un principio de
regeneracion politica, y además una garantia de moralidad, en ese propó-
sito 'de imitar la organizacion administrativa de Francia, gracias a la cual
vemos hoy mismo, en época critica, suspenderse las sesiones del Parlamen-
to, para que la mayor parte de sus miembros, y entre ellos dos ministros,
puedan concurrir a los cz-nsejos generales (diputaciones provinciales).
Desde alli cada partido vela por sus intereses, con la eficacia que concede
la alta posicion de los interesados; y aunque no sea envidiable ni mucho
menos, la situacion actual de la politica francesa, hay que reconocer que
el sufragio es alli una verdad, y á esto contribuye en gran parte esa des-
centralizacion temporal, debida la composicion superior de los consejos
:Q:

provinciales.
Por nuestra parte estamos firmemente convencidos de que mientras en
España no se haga. algo en ese sentido la politica provincial ira cada vez
mas acentuando ese caracter repulsivo que tan perfectamente se destaca en
Asturias, y que ha de ser objeto del próximo articulo. »_

BIBLIOGRAFIA.
Folletos l¿¿ei7'(H'z`0.s° (Ze Clrfriïz.-Contieiie este cuarto folleto dos tra-
bajos; Más ])Zr/_;/z'o.s' y ('21 rl¿7scm'.s°o de Nu/70.zt de Arce. Nuestro colabo-
rador tiene la paciencia de rebatir en el primero algunas especies vertidas
por uno de esos enemigos que le ha granjeado su critica severay hasta du-
ra, cuando la obra criticada carece de verdaderas condiciones artisticas.
El segundo es un estudio imparcial de la oracion inaugural del Ateneo,
pronunciada por el eminente poeta; campea en ese estudio la independencia
del criterio aliada á un justo respeto a los méritos y al mérito del criticado.
Nuestros lectores verán en este número un trozo del último folleto de Clarin.
c

._..í_-í
1888 ) CRÓNICA DE LA Pnovmcra. ( 283 )

1;`.s-czmin de A2'¿c.s' y/ O_ƒìmÍo.s* de G/joa, tiza/mgur/¡(14 el _ 20 de E/zero


(le o1«%`<'¬*.-(,.`o1it.ie11e este folleto varios documentos. Es el principal el dis-
curso de apertura pronunciado por el Director D. Justo del Castillo, inte-
ligente ingeniero industrial, de cuya actividad y competencia tiene pruebas
la villa de Gijon. Prometemos ocuparnos detenidamente en asunto de
tanta importancia; y por ahora nos limitamos a agradecer el envio, y á.
dar nuestra cordial enhorabuena al Director y profesores de la nueva
escuela.

I?¿frz`.s'¿(/ //1' A nl/-r›/›0!r›¿7z'((. c¡'¿/zz/¿/ml _?/ cíezzczf//S médico /'e_yrrZe.s*.--Pu-


blicase en Madrid dirigida por l). Angel Mfl Alvarez Taladrid, jóven
jurisconsulto ventajosamente conocido en la provincia. Cuenta con redac-
tores y colaboradores de mucho renombre, asi españoles como extranjeros;
y su primer número es buena muestra de la importante tarea que se pro-
pone resolver en el estadio de las ciencias sociológicas. Como era de espe-
rar la I?m¬/`.9/f/ A ¡1/¡'r›])r›/(i_q¿c'// dedica un largo articulo al examen del nota-
ble lihro de Aramburu «La ciencia penal». Se publica mensualmente un
cuaderno de 48 paginas, y su precio es 12 pesetas al año. _

La ];".s7)r//70 Iregíoøz//7. 1?e2°z`.>'/(1.-Se publica en Barcelona., y como su


titulo indica defiende el llamado rogionalismo; es decir la reaccion de las
provincias contra la excesiva centralizacion de la capital. Esta tendencia,
contenida en justos límites es slzmamente provechosa à nuestro juicio; y
predicamos con el ejemplo sosteniendo, como podemos, la publicacion de la
REv1s'rA nn As'rl'mAs. La R(*7'¿.›'¿r/ (*r1!(/,/me/1 sigue una marcha análoga á.
la nuestra; queremos decir que no es simplemente un periódico consagrado
à, escudriñar el pasado, y poner de relieve glorias provinciales mas ô menos
legítimas; sino que ofrece un medio a la espansion de la cultura moderna
en la region en que vé la luz; pues de esta manera, sin desdeñar, ni mucho
menos grandezas, antecedentes y enseñanzas que ya fueron, procura que
no se ahoguen en flor otras gnindezas futuras, y pone los cimientos para
nuevas construcciones que nuestros hijos aproveeharan. Agradecemos la
visita de nuestro colega catalán, y establecemos desde hoy el cambio.

UNA OBRA IMPORTANTE.

El Aylmtamiento de Oviedo en una de sus últimas sesiones acordó publi-


car la coleccion histórico-diplomática de los documentos que se resguardan
en su archivo.
Constará de tres partes.--En la primera se . insertan integros CXLIX
diplomas y otros documentos descifrados y confrontados con esmero, por
órden riguroso de antigüedad, conservando escrupulosamente su ortogra-
fia, con extractos a la cabeza de cada uno y ligeras notas al pié.-Estos
pergaminos, encuadernados en cinco tomos, comprenden los años de
1145 hasta el de 1493, hallàndose extendidos los pertenecientes a los
siglos ,XIII y XIV en letra llamada 1*'/'rmcesfa 0' G'(¿Z¿c(ma, y los del

1
( 284 ) CRONICA DE LA rnovmcm. ( 15 ABRIL

siglo XV, trasladados algunos en el XVI, en Brlst(l7'(lz`Zl¿3 ó Ilálicrl,


todos salvas ligeras escepeiones, de letra redonda no rasgueada., bien for-
mada y perfecta en algunos ejemplares. ' _
La segunda par-te comprende 454 extractos tomados de otros libros y
documentos, de interes histórico en su mayor parte, algunos de los cuales
han desaparecido; figurando literales 25 de ellos por consìderarlos de mé-
rito más saliente.
Y en la tercera parte; más de 800 copias y "extractos, cuya numeracion
continuara a la anterior, los cuales se tomaron últimamente de los libros
de acuerdos del Municipio que se remontan al año de 1498, continuándolos
hasta el de 1834, principiado ya el nuevo sistema representativo. En esta
parte se prescindiô de la formacion cronológica, adoptando la de materias
considerada más apropósito. -
Formara n_n tomo en folio de 660 páginas próximamente, con inclusion
de los indices é introduccion que precedera fi la obra, reunida y ordenada
por D. C. M. Vigil, ilustrado é inteligente archivero de la diputacion pro-
vincial, conocido ya por otra publicacion interesantisima titulada Astfza-
rias momømental dz'p¿0m(í¿z'ca 3/ e]9¿_¶ø'(¿/ïcøz.

wi@-$1 _
mi.-.
o
°-)'(-'O
o †
-ofio-

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REVISTA DE ASTURIAS ,
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EUNDICIUNES DE ESTA- PUBLICMIIUR. o

' ' - v

Esta Rr-:v1s'rA se publica los dias 15 y 30 de cada mes, en


cuadernos elegantemente impresos de más de 40 páginas. Contie-
ne artìculos de ciencia y arte, revistas y crónicas, especiales de
todos los acontecimientos notables. novelas, criticas de libros
y de obras artisticas, biograiias de homlres celebres, etc.; dedica
especial atencion al movimiento intelectual moral y material de
las provincias. "

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Palacios DE suscauciow. ~ y
EN LA Pnovmcxa. FUERA DE LA Pxzovmclx.
Un mes . . . . . . . 1 peseta. f Tres meses . . . . _ . 5 pts
Tres meses. . _ . 3 » Ultramar, medio año. 10 ›
Un año. . . . . . _ 12 D , \ Extranjero, un año. _ 25 ›
¬1\¢\f\.¡\1\J\f\.f\f\I\.I\f*/*full/~1\f~r\f›t\

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Publicaciones de la REVISTA DE ASTU RMS


mi
O

I. -La Biblioteca Aslfzarifmrz por D. F1-:amm CANELLA Sncamzs.


II. El P(w*lcz~nzec›¿ftm'í.s*«2¡¿0 por D. Anonro Posans.
III. El Dawvinismo por_GENARo ALAS.
1V. Sobre el concepto de la Economía de D. Gabriel Rodriguez por
Anonro A. BUYLLA.
V. lllonte-Esquina (acuarela), por GENARO ALAS.-El violín de un
maestro de aldea (cuento), por X.***
VI. A . Slug/s 3/ lu Escuela modelo de ]›'ø'usel(¿.s' por Anonro Posamx
_ EN PREPARACION.
1 _, ~ 1

A]›un¿e.s- ¡mm mm /lzfslorm del Teatro Es;›auol Antzguo.-Drw


mátícos (le segfmzlo órden, por Fnnnm Harman. »

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