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3 DE ENERO DE 2022

LA LITURGIA

Dr. Juan A. Ruano

Nota: Iniciamos este 1 de enero, a manera de catequesis, un compartir sobre la Liturgia Tradicional de la
Iglesia. Se hace necesario para nosotros saber qué es lo que nos están quitando.

PARTE PRIMERA

DEBERES RELIGIOSOS DEL HOMBRE.

23. La religión según San Agustín, es «la virtud moral que nos inclina a dar a Dios el culto debido». Es
virtud, no un sentimiento vago e indeterminado hacia la divinidad. No es una simple inclinación natural,
sino una virtud, un hábito, un principio de obrar. El culto u honor se presta a Dios reconociendo el supremo
dominio que tiene sobre todas las cosas, por ser el principio y fin de ellas y por su excelencia infinita.

Deberes religiosos.

a) El hombre, como simple criatura que es, depende absolutamente de Dios, su Creador y su Señor y por
eso tiene para con Él deberes religiosos, que cumplir, sobre todo si se considera su elevación al estado
sobrenatural. Por eso el Bautismo, que es el sacramento del renacimiento espiritual, le infunde un hábito
moral, es, decir, la virtud de la religión, que es el principio de aquellos actos. Por ser Dios la causa primera
y Señor Supremo de todas las cosas, le debemos adoración (latría).

b) Dios es el dispensador y gobernador de todas las cosas: debemos reconocer su gran bondad y darle
gracias por los beneficios recibidos.

c) Es nuestro último fin y por eso debemos pedirle, impetrar los medios de llegar a Él.

d) Nuestras culpas nos han apartado de Él, y por eso debemos hacérnosle de nuevo propicio.

24. Actos de la virtud de la Religión. Los actos internos se ejercen con las facultades interiores:
entendimiento y voluntad. Por ellos se conoce y ama a Dios, nuestra alma se eleva hasta Él, nos unimos a
ÉI «en espíritu y en verdad». (Jn. 4,23).

Los principales actos internos son la devoción y la oración.

25. Devoción. - De ella dice San Francisco de Sales: «La verdadera devoción no es otra cosa que un
verdadero amor de Dios... hasta aquel grado de perfección que nos haga no sólo obrar bien, sino obrar ~
con diligencia, con frecuencia y prontitud». Para ello, es necesaria la meditación, de la que no dispensa la
vida litúrgica, sino que la fomenta y sostiene.

26. Oración. - Dice San Juan Damasceno: «La oración es la ascensión de la mente a Dios», o como dice
el P. Astete: «elevar nuestro corazón a Dios y pedirle mercedes». Por Ia oración, el hombre se eleva sobre
todas las cosas creadas y presta a Dios el homenaje de sumisión en nombre propio y en nombre de todos
los seres creados. Es deber de la criatura racional, la cual al conocer la sublime excelencia y poder de
Dios, los beneficios que de Él recibe, debe humillarse ante Dios y postrada en actitud de adoración y de
humillación, o de pie, para indicar que eleva su mente al cielo, se une a ·su Creador y le pide continúe
derramando sobre él sus bendiciones y sus gracias.

En la oración encuentra el hombre el descanso y la paz. La oración es amor de Dios con quien se une
espiritualmente y amor del prójimo porque para el pide muchas veces la intercesión de lo alto y en virtud
de la unión que existe entre todos los miembros de la Iglesia, unos participan de los frutos y gracias que
los otros obtienen por medio de la oración. Por eso decía Donoso Cortes (Correspondencia II, pág. 124):
«Yo creo que los que oran hacen en pro del mundo más que los que combaten y si el mundo va de mal en
peor, es porque hay en él más batallas que plegarias».

La oración no la hacemos para instruir a Dios acerca de nuestras necesidades, sino para pedirle y moverle
a que nos conceda lo que le pedimos y para eso antes le manifestamos nuestra confianza, nuestra
necesidad y nuestro amor.

27. Actos externos. - El hombre tiene también cuerpo y por eso necesita practicar los actos externos de
la virtud de la religión. Dice Santo Tomás que los actos exteriores no tienen por si solos sentido y valor
religioso, sino que están ordenados a los actos internos de los cuales son estímulo y manifestación. Los
principales actos externos son adoración, Sacramentos y sacrificio.

28. Adoración. Llamada también latría, es el acto, con el cual por medio de signos externos se rinde a
Dios homenaje y reverencia a causa de su excelencia infinita y de su dominio supremo.

«Doble es la adoración que se presta a Dios: espiritual, que consiste en la interna devoción de la mente
y corporal, que consiste en la externa humillación del cuerpo», dice Santo Tomás.

29. Sacramentos. Son signos exteriores eficaces de la gracia. Pertenecen al culto porque santificando al
hombre, preparan y forman el verdadero adorador «en espíritu y en verdad».

30. Sacrificio. Es el acto esencial del culto, el acto externo por excelencia de la religión. Sacrificio es un
acto por lo cual se ofrece a Dios una cosa sensible que es destruida o mudada con el fin de proclamar sus
derechos soberanos sobre la criatura.

La Liturgia es, pues, latréutica y santificadora porque honra a Dios y hace mejor al hombre.

ORACIONES DEL ROSARIO TRADICIONAL


Las Intenciones por la Iglesia, Nuestra Nación y el Mundo son las siguientes:

Dios Padre nuestro, por favor envíanos sacerdotes santos, todos por el Sagrado y Eucarístico Corazón de
Jesús, todos por el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, en unión con San José
Rogamos por la Restauración de la Fe Católica en el mundo
Por la Libertad Religiosa en todo el mundo
Por la Paz y la Libertad en todos nuestros países
Por el Fin del aborto y el Respeto a la Vida

Oraciones Enseñadas Por El Ángel En Fátima

¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, no te
aman!

Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.
Santísima Trinidad, te adoro! Dios mío, Dios mío, te amo en el Santísimo Sacramento.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en
reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y
del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

LOS MISTERIOS GOZOSOS DEL SANTO ROSARIO

Por la señal de la Santa Cruz,


de nuestros enemigos,
líbranos Señor Dios nuestro.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre todopoderoso,


Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio
Pilato, fue crucificado, muerto y
sepultado, descendió a los
infiernos, al tercer día resucitó de
entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la diestra de
Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a
vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los Santos,
el perdón de los pecados
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.

1 Padre Nuestro

Padre nuestro
que estás en el cielo
Santificado sea tu nombre
Venga tu reino
Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día


Perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden
No nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Amén.

3 Ave Marías

Dios te salve, María


Llena eres de gracia
El Señor es contigo
Bendita tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.

Santa María, Madre de Dios


ruega por nosotros, pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en el principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos.
Amén.

Primer Misterio Gozozo

La Anunciación a la Santísima Virgen María

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la humildad y humildemente
pongo este ramo de rosas a tus pies.

Segundo Misterio Gozozo

Visitación de la Santísima Virgen María a su prima Santa Isabel

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.
Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la caridad y humildemente
pongo este ramo de rosas a tus pies.

Tercer Misterio Gozozo

Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de desprendimiento de lo
mundano y humildemente pongo este ramo de rosas a tus pies.

Cuarto Misterio Gozozo

Presentación del Niño Jesús en el templo y Purificación de la Santísima Virgen María

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la pureza y humildemente
pongo este ramo de rosas a tus pies.

Quinto Misterio Gozozo

El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

1 Padre Nuestro,
10 Ave Marías,
Gloria.

María, Madre de gracia, Madre de misericordia, en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora, no te olvides de
nosotros en aquella última hora.

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al Cielo,
especialmente las más necesitadas de tu misericordia.

Santa Madre de Dios, uno estas rosas blancas con mi petición por la virtud de la obediencia a la voluntad de
Dios y humildemente pongo este ramo de rosas a tus pies.
La Salve

Dios te salve, Reina y Madre de


misericordia, vida y dulzura y
esperanza nuestra:
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos
de Eva; a ti suspiramos, gimiendo
y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y, después de este
destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente! ¡oh piadosa!
¡oh dulce Virgen María!

V. Ruega por nosotros santa


Madre de Dios,
R. Para que seamos dignos
de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

En acción de agradecimiento: Dulce Madre María, te ofrezco esta comunión espiritual para unir mi ramo
de flores en una corona para colocarla sobre tu frente en agradecimiento por (mencione la gracia pedida)
que tú llena de amor has obtenido para mí. Dios te salve, María llena eres de gracia…

Oración original a San Miguel Arcángel del Papa León XIII – 25 de septiembre de 1888

“¡Oh glorioso príncipe de las milicias celestiales, San Miguel arcángel, defendednos en el combate y
terrible lucha que tenemos que sostener contra los poderes y potestades, contra los príncipes de este
mundo de tinieblas y contra los malignos espíritus (Ef. 6, 12)! Venid en auxilio de los hombres que Dios
hizo inmortales, formó a su imagen y semejanza, y redimió a gran precio de la tiranía del demonio (Sab. 2,
23; 1Cor. 6, 20).

“Pelead en este día con el ejército de los santos ángeles las batallas del Señor, como en peleasteis en
otra ocasión contra Lucifer, jefe de los soberbios, y contra los ángeles apóstatas, que fueron impotentes
para resistiros, y para los cuales no hubo ya lugar en el cielo.

“Sí, ese monstruo, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero,
fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo (Apoc. 12, 8-9). Pero he aquí que este antiguo
enemigo, este primer homicida ha levantado fieramente la cabeza. Transfigurado en ángel de luz y
seguido de toda la turba de espíritus malditos, recorre la tierra entera para apoderarse de ella y desterrar
el nombre de Dios y de su Cristo, para robar, matar y entregar a la eterna perdición a las almas destinadas
a la eterna corona de gloria. Además de los hombres de alma ya pervertida y corrompido corazón, este
dragón perverso lanza encima, como un torrente de fango impuro, el veneno de su malicia, es decir, el
espíritu de mentira, de impiedad y blasfemia, y el soplo emponzoñado de la impureza, de los vicios y de
todas las abominaciones.

“Enemigos llenos de astucia han llenado de injurias y saturado de amargura a la Iglesia, esposa del
Cordero inmaculado; y sobre sus más sagrados bienes han puesto sus manos criminales. En el mismo
lugar santo, donde ha sido establecida la silla de Pedro y la cátedra de la verdad, que debe iluminar el
mundo, han alzado el abominable trono de su impiedad, con la intención perversa de herir al Pastor y
dispersar el rebaño.
“Os suplicamos, pues, oh Príncipe invencible, socorráis al pueblo de Dios contra los ataques de esos
espíritus malditos, y le concedáis la victoria. Este pueblo os venera como su protector y patrono, y la
Iglesia se gloría de teneros por defensor contra las malignas potestades del infierno. Dios os ha confiado
el cuidado de conducir las almas a la celeste bienaventuranza. ¡Ah, rogad, pues, al Dios de paz, ponga
bajo nuestros pies a Satanás y de tal modo aplastado, que no pueda retener más a los hombres en la
esclavitud, ni causar perjuicio a la Iglesia! Presentad nuestras súplicas ante el Todopoderoso, para que
seamos prevenidos cuanto antes de las misericordias del Señor. Apoderaos del dragón, la serpiente
antigua que es el diablo y Satanás, encadenadlo y precipitadlo en el abismo, para que no pueda seducir
más a las naciones (Apoc. 20, 2-3). Amén.

Por lo tanto, confiando en tu protección y tutela, por la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, con
confianza y seguridad comenzamos la tarea en el nombre de Jesucristo nuestro Dios y Señor, de
ahuyentar los ataques del engaño diabólico.

V/ He aquí la cruz del Señor, huid, potestades enemigas;


R/ Venció el León de la tribu de Judá, el vástago de David.
V/ Cúmplanse en nosotros, Señor, vuestras misericordias;
R/ Como hemos esperado de Vos.
V/ Escuchad, Señor, mi oración:
R/ Y llegue mi clamor hasta Vos.

Oremos:

Oh Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos Tu santo nombre, y humildemente imploramos
Tu misericordia, para que por la intercesión de la Madre de Dios María Inmaculada siempre Virgen, del
Beato Miguel Arcángel, del Beato José Esposo del Misma Santísima Virgen, de los bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, te dignes ayudarnos contra Satanás y todos los demás
espíritus inmundos y contra todo lo que vaga por el mundo para hacer daño a la raza humana y arruinar
las almas.

Por el mismo Cristo Nuestro Señor,

R. Amén.

Consagración a la Virgen

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!, yo me ofrezco enteramente a Vos y, en prueba de mi filial afecto, os consagro
en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón. En una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo(a)
vuestro(a), oh Madre de bondad, guardadme y protegedme como cosa y posesión vuestra.

Madre, aquí tienes a tu hijo(a). (3X)

En Ti, dulce Madre mía, he puesto toda mi confianza y nunca jamás seré confundido. Amén.
V. Oh dulce Corazón de María,
R. Sed mi salvación.
V. Ave María Purísima,
R. Sin pecado concebida. Amén.

En el nombre del Padre


y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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