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Vivida según el ejemplo de Cristo que 'siendo rico, se hizo pobre', (2 Co 8,9)"
S. S. J. P. II Vita Consecrata # 21
Ser Libre: estar sin ningún tipo de atadura- inclinación ya sea afectiva o efectiva Materia.
Ser pobres: no tener nada, no poseer nada.
Se sabe que la pobreza efectiva va liberando nuestro ser para llegar a la pobreza afectiva.
Pobreza efectiva: pobreza material, exterior.
Pobreza afectiva: pobreza interior.
En la vida religiosa se profesa el voto de pobreza prometiéndole al Señor darle nuestro corazón
indiviso a El.
"La religiosa guarda su corazón indiviso para el Señor; ha de tener relaciones profundas pero en su
corazón hay un lugar que le pertenece solo a Dios" Madre Adela
Nuestro fin es llegar por medio del voto de pobreza a esa libertad interior, dependencia total a la
voluntad de Dios. No podemos decir que estamos totalmente libres si siempre andamos buscando
como saciar nuestras necesidades. Ser libre es no pensar en mi y pensar solo en Dios.
El voto de pobreza nos libera de nuestros deseos de comodidad y satisfacción, nos ejercita en
sentir ausencia de las necesidades materiales y despega nuestro ser de apegos interiores como
son nuestro propio yo y deseo de amor de los demás deseos de ser amada, para llegar a desear
ser amadas y amar solo a Dios.
¿Cómo es que el voto de pobreza libera nuestro corazón de las ataduras materiales, comodidades
y deseos llevándonos al completo abandono en Dios y desear no tener nada más que a El? Santo
Tomás dice que el alma humana tiende a desear poseer. Nuestro trabajo es dirigir este deseo de
posesión, inclinar todas nuestras facultades del alma a desear poseer solo a Dios. Es un ejercicio
diario. Está bajo nuestra responsabilidad velar nuestro corazón de amores ajenos a Dios. "Nuestro
corazón es tan pequeño, que no caben en él dos amores; y habiendo sido creado sólo para el
divino, no puede tener descanso cuando se halla con otro" (Santa Margarita María).
El ser humano no es capaz de dos amores, por que desvía su fin, que es el de amar solo a Dios.
En la vida religiosa la pobreza interior es uno de los puntos más cruciales de la pobreza, ya que la
pobreza externa es mas fácil o por último no la podemos evitar por las reglas y estilo de vida. Pero
cuan ricas somos internamente en nuestros pensamientos y deseos de quedar bien ante los
demás. Deseamos que todos nos amen y nos olvidamos que nuestro fin es seguir las huellas de
Cristo, quien no tuvo a nadie más que a la Virgen Santísima y a San Juan al pie de la Cruz y ni si
quiera brindándole ayuda o aliviando su sufrimiento, porque no podían hacerlo. Jesús no buscó
nada más que padecer por nuestra salvación, su único deseo era cumplir la voluntad del Padre,
aunque esto significara dar su vida de la manera más sacrificial. Muchas veces por ese deseo de
quedar bien o de ser vistas vamos enfriando nuestro corazón del verdadero amor.
El amor a la pobreza es para amar a Cristo, es una de las virtudes que más nos asemeja a Cristo.
Es, por tanto, una de las prácticas que nos llevará a conseguir nuestro fin: ser de Cristo, como
Cristo y para Cristo. Santa Margarita María nos dice: "¿que mayor bien que no ser nada para el
mundo ni para nosotros mismos, por ser poseídos de Dios y poseerle a Él solo?" No debemos
temer a la pobreza tanto a la material como a la afectiva, al contrario debemos amarla y mas que
todo buscarla, no quedarnos solo con la que se nos impone por medio de las reglas, sino vivirla
mas plenamente ejercitándonos, como toda virtud, por medio de actos voluntarios para crecer en
ella.
Por el voto de pobreza se obtiene la libertad. El ser humano entre más tiene, más desea y más
atado esta, difícilmente logrará la libertad interior, a menos que no ponga su corazón en aquellas
cosas materiales que lo disipan, incluso, debe desprenderse de manera voluntaria de las cosas
necesarias. Debemos repetir como decía Santa Margarita María "¡Señor, mi corazón es vuestro!
No permitáis le ocupe cosa sino Vos que sois el galardón de mis victorias y el apoyo de mi
debilidad."
San Francisco de Sales, hablando del voto de pobreza nos dice: "Debemos desprendernos de todo
excepto de aquello que atenta contra nuestra salud. Pero por lo demás el religioso debe buscar él
mismo, como guardar su corazón de cosas superfluas que lo disipen y lo alejen del Señor."
Muchas veces nuestro amor se queda solo en deseos, y no nos disponemos a cumplir nuestro
propósitos.
San Francisco se refiere al Voto de Pobreza, como el voto que defiende a las congregaciones de la
disipación, comodidad, complacencia -la defiende del enfriamiento del alma- por tanto este voto
nos lleva a vivir en caridad. Nos despega de nosotros mismos. Como nos dice Santa Clara de Asís,
"En la medida en que se ama algo temporal, se pierde el fruto de la caridad." Cuándo sintamos que
nos falta el amor a los demás, debemos preguntarnos ¿que riqueza hemos metido a nuestro
corazón, que no nos permite amar con libertad? "Si piensas que no te aman los demás, pregúntate
si tú los has amado primero" (Madre Adela Galindo).
San Francisco enseña que el voto de pobreza no se queda en solo la carencia de cosas
materiales. Esta es buena, nos despega y va liberándonos de nuestros apegos interiores de la
voluntad, pero debemos buscar la pobreza afectiva. La vida religiosa debe vivirse sin buscar ningún
afecto que no sea el amor de Dios. Santa Margarita María nos da un lema: "El Amor me ha
conquistado, solo El puede poseer mi corazón. Ya que solo en el total desasimiento de vos mismo
y de todo lo que no es Dios, hallaréis la verdadera paz y la dicha perfecta, porque no teniendo
nada, lo hallaréis todo en el Sagrado Corazón de Jesús."
Muchos santos nos hablan sobre esto y es el camino para alcanzar la santidad, y la libertad
interior. Si nuestro corazón esta atado a un hilo, por muy fino que sea éste, no nos deja llegar a
nuestro fin, y si nos descuidamos, este hilo que parecía tan finito y fácil de romper, se va haciendo
grueso, si no nos mortificamos en el despego y en la pobreza.
Si maduramente nos preguntamos, ¿para qué entramos a la vida religiosa?, nuestra respuesta solo
es una, para morir por Cristo, para ser toda de Cristo, y debemos recordar que si no morimos no
podremos vivir. "La Vida Religiosa debe caracterizarse por el amor, la entrega constante y
sacrificial, el abrazar con gozo y serenidad las inconveniencias de la vida diaria, tener sencillez de
corazón, mente y sentimientos, en fin, en vivir las bienaventuranzas" (Madre Adela).
Muchas veces olvidamos nuestro propósito y nos desviamos deseando tener cosas innecesarias y
aún aquellas que creemos necesarias y que no se nos dan. Es en este momento, en que Dios nos
pide un desasimiento mayor, para encontrar todo, en su Sagrado Corazón. San Francisco de Sales
en su famoso dicho, "No pidas nada ni rehúses nada" encierra el voto de pobreza. Estar conforme
con lo que me dan, como me tratan, como me consideran los demás. Ser pobre es no tener
derecho de nada ni de nadie. El mayor gozo en la vida religiosa es el de crecer en nuestra unión
esponsal con Cristo. Sin importarme a mi lo que tenga que sufrir para alcanzarla. Si ésta está unión
no esta creciendo en nuestras vidas, no estamos viviendo nuestra vida religiosa y nos hemos
desviado de nuestro fin.
Cristo nos muestra como debe ser nuestra pobreza, en el sacramento de la Eucaristía. Jesús sigue
siendo pobre materialmente, por las especies que deseó utilizar en este sacramento donde por
amor esta encerrado hasta su segunda venida. ¿Como puedo yo buscar satisfacción superflua si
Jesús, nuestro Rey lo único que utiliza para venir a mi es un pedacito de pan y un poco de vino?
Cristo sigue siendo pobre afectivamente, el Señor esta solo en los Sagrarios de todo el mundo
dando amor sin límites y ¿que recibe a cambio?. Muchas veces mal trato y olvido de sus hijos.
¿Como puedo estar yo pensando tanto en mí?, si Cristo, mi esposo, en lo único que piensa es en
venir a la Sagrada Hostia para regalarnos su amor aun sin que sea correspondido. Y, si
profundizamos más, vemos que la pobreza de Jesús en la Eucaristía es sometida a tratos
dolorosísimos: Sufre abusos, profanaciones e indiferencia. Cristo muchas veces, por el deseo de
venir al hombre, se deja consagrar por manos que están en pecado mortal, que dolor para Jesús.
Si nosotros pensáramos mas seguido en esto, de corazón, nuestra alma desearía ardientemente
ser pobre como Jesús, silente en la Eucaristía, sin esperar nada, y sin recibir nada de los hombres
pero dándonos todo en amor. Nuestro problema es que, por nuestras riquezas, muy poco
pensamos en lo que debemos pensar y desviamos nuestra mirada del Amor de los Amores.
La pobreza libera, porque ya no me preocupo por mi necesidad, por mi comodidad, sino que busco
mi libertad en la abnegación. "La pobreza más pura es la de ir soltando esos apegos del corazón
para quedarnos solo con el Señor" (Madre Adela). Nuestra carne siempre va a tratar de hacernos
sentir que no podemos, o que no es tan malo hacer esto o lo otro, pero debemos mortificarla. San
Francisco de Sales, nos enseña a no pedir nada que no sea necesario, que me acomode o me
impida una mortificación; conformarme con lo que me dan, pues eso es lo que Dios desea para mi.
El límite lo pone la superiora, pero el alma que de verdad desea ser pobre, ella misma lo busca, no
debe esperar ser limitada sino que se ejercita ella misma haciendo actos de pobreza para entrenar
a la carne y vive pendiente de como fue Jesús para imitarle.
Cristo en la Cruz no pidió nada mas que el perdón de nuestros pecados, ¿como es que nosotros
podemos darnos el lujo de pedir tanto? "Olvidaos de vos mismo y entregaos a Él, y Él tendrá
cuenta y cuidado de vos" (Santa Margarita María).
El voto de pobreza se estudia pero hay que vivirlo y gozarlo cuando algo nos cueste, pues es señal
de que nos estamos liberando. Si me inclino a la complacencia y la comodidad, esto es signo de
que estoy atada a mi voluntad. Tampoco puedo pedir y exigir, porque debo ser como mi esposo
pobre, que murió en la cruz por mi y que aun sigue pobre de amor de los hombres. Nuestro
corazón es tan pequeño que con nada se llena y fácilmente se distrae. Le cuesta mucho
entrenarse a esta disposición del desprendimiento. Pero como dice San Claudio de la Colombiere,
"A cualquier precio que sea, es necesario que Dios esté contento."
No rehusar nada, no desear, pero tampoco rechazar lo que me dan. Es Dios quien me lo da a
través de la Comunidad. "Sed pobre de todo, y el Corazón de Jesús os enriquecerá" (Santa
Margarita María). Quien no es pobre jamás podrá ser enriquecido por el Corazón de Jesús, hay
que vaciar nuestro corazón para ser llenados del corazón de Jesús. Como va el Señor a darme
algo si cuando me lo da, no es lo que deseo. Por eso el ser pobre tiene como consecuencia el ser
libre interiormente, pues dispone nuestra alma a ser llenada y enriquecida según los deseos del
Corazón de Jesús. "La persona centrada en sí misma, se fija en lo que le afecta, en lo que le
molesta, pero no se fija en lo que ella molesta a los demás: todo lo ve al revés. Y así, le es
imposible escuchar a Dios, porque lo interpreta según ella, no según Él" (Madre Adela).
Jesús le dice a Santa María Faustina, "Has de saber, hija mía, que cuando tiendes a la perfección,
llevas a muchas almas a la santidad y si no procuras la santidad, por la misma razón muchas
almas permanecerán imperfectas. Has de saber que su perfección dependerá de tu perfección y la
mayor parte recaerá sobre ti." "La vida en Comunidad se manifiesta en el amor de las unas por las
otras. Debemos llevar siempre en nuestros corazones a las hermanas y a la Comunidad. Todo lo
que nosotras hagamos va a repercutir en nuestra Comunidad" (Madre Adela).
Nuestra pobreza debe ser un reflejo de como el Señor vive en la Eucaristía. Nuestro Dios, el Rey
de Reyes, nunca escoge la custodia donde será expuesto, ni los ornamentos que utilizarán para
que el venga a nosotros. Su deseo es venir a darse a nosotros. Así mismo el religioso debe
importarle muy poco lo que tiene o lo que no, donde lo pongan a servir, donde esté, si luce bien o
mal. No debemos pensar si nuestro hábito esta lindo, nuevo etc., lo que nos debe importar es servir
y llegar a los demás. Cuanta pobreza nos demuestra Jesús en la Eucaristía, Sacramento donde el
se da totalmente al hombre sin importarle nada más.
El Señor en la Eucaristía no se queja de como lo tratan. Pero cuanta queja hay quizás en nuestros
corazones por cosas que en realidad merecemos. Cristo es tan pobre en la Eucaristía que acepta
cualquier trato con tal de venir a nosotros y darse. Debemos profundizar mucho en la Eucaristía
para aprender como debemos vivir nuestra pobreza. Muchas veces Jesús es expuesto en
custodias bellísimas, pero por manos frías, donde nunca es adorado por los hombres, ni siquiera
visto y nosotros deseamos ser abastecidos de todo, que no nos falte nada, que incoherencia.
Lograremos la pobreza solo con el desasimiento de nosotros mismos para pensar y ser solo de
Dios. Jesús, todo un Rey, es recibido en corazones en pecado mortal, corazones, por decirlo así,
sucios y desposeídos de la gracia. Es ultrajado, utilizado sacrílegamente y lo sufre todo en silencio,
se deja, ¡cuanto dolor! Jesús silente ante actos de desamor infinitos y nosotros esperando ser
amadas y comprendidas. Que nuestro camino sea siempre seguir las huellas de Cristo Eucarístico.
Donde por amor es capaz de tanto.
Nuestro Señor le dijo a Santa Matilde, "Sólo Yo comprendo perfectamente cómo me inmolo todos
los días sobre el altar por la salvación de los fieles, lo que no pueden comprender absolutamente ni
los querubines ni ninguna potencia celestial." Si vivimos nuestra pobreza análogamente como vive
Jesús Eucaristía, les aseguro que todos esos apegos, que no nos dejan volar, desaparecerían.
Que amor nos tiene Dios, cuan dichosos somos de haber sido llamados. Vivamos este llamado tan
sublime con un corazón pobre, un corazón que no se turbe ante las pequeñas escaseces
materiales o afectivas, en realidad todo es para nuestro beneficio, vamos poseyendo el infinito
amor de Cristo. Digamos como el Apóstol San Pablo, ¿que nos puede separar del amor de Dios?,
ni la tristeza, ni la tribulación ni la adversidad, si nuestro amor esta cimentado en Cristo. Es la
pobreza cimienta nuestro amor en Cristo.
"Una religiosa puede tener relaciones profundas fuera de la comunidad, pero nunca olvidarse que
su prioridad de relaciones es en la comunidad" (Madre Adela). Este es otro punto que es
importante en el voto de pobreza y quizás peligroso en la vida religiosa, es el de no tener familia,
no tener hijos, ya que los hijos son los que se ocupan de hacer que los padres no piensen tanto en
ellos mismos y se ocupen de sus hijos. El religioso al renunciar a formar una familia no tiene esta
preocupación y como es abastecido por lo que la comunidad le da puede tender a echarse y
encerrarse en si mismo. Para el religioso su familia es la comunidad, cada hermana o hermano.
Esto es un punto vital para que el religioso pueda vivir su voto de pobreza. Si no se reconoce y se
vive esta verdad, se gasta innecesariamente porque nos sentimos abastecidos y respaldados por
la comunidad y podemos pensar que no tenemos privación.
Los padres, para gastar algo, deben ver primero si tienen dinero para la subsistencia de sus hijos y
lo piensan mucho antes de hacer un gasto innecesario. El religioso debe de tener este sentido de
no gastar o pedir cosas innecesarias, porque primero están las necesidades básicas de la vida
comunitaria, apostolado, etc., y luego los demás gastos. "Vivir en Comunidad es vivir en común.
Tiene como propósito hacernos pensar en los demás. Pensamos en común y lo manifestamos
concretamente en una vida práctica" (Madre Adela).
Para concluir, hay tres propiedades de las palomas que son aplicadas al alma religiosa a manera
de leyes, según San Francisco de Sales: 1- La primera propiedad de las palomas es que todo lo
hacen para su palomo, y nada para ellas. El religioso solo debe estar pendiente de Dios. 2- La
segunda propiedad es que cuánto más le quitan, más hacen. Es decir, el dueño del palomar quita
los palomitos cuando están crecidos y enseguida la paloma comienza a incubar otros nuevos, no
se distrae. El religioso debe dejarse despojar por Dios de sus deseos y dejarse privar de lo que a él
le plazca, debe siempre seguir dando, y con mayor libertad. 3- La tercera propiedad de las palomas
consiste en que lloran de la misma manera que se alegran. En esto consiste la santa indiferencia.
Lo mismo una cosa que la otra pues es voluntad de Dios.
Desear lo bueno
Todo lo que quieres y deseas es bueno. No quieres tener una bestia
mala, un siervo malo, un vestido malo, una quinta mala, una casa mala,
una mujer mala, unos hijos malos. Todo lo quieres bueno: pues sé
también bueno tú, que todo lo quieres bueno. ¿Dónde has tropezado
para que, entre todas las cosas buenas que quieres, tú sólo quieras ser
malo?
PUBLISHED IN:
DOCTOR DE LA IGLESIA
FIDELIDAD
SAN AGUSTÍN
SAN AGUSTÍN DE HIPONA
PUBLISHED IN:
AFECTOS
AMOR
CARIDAD
SAN AGUSTÍN
VOCACIÓN
PUBLISHED IN:
ALEGRÍA
CARIDAD
CONFIANZA EN DIOS
DOCTOR DE LA IGLESIA
ENTREGA
HUMILDAD
PADRE DE LA IGLESÍA
REZAR
SAN AGUSTÍN
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Amigos y enemigos
Muchas veces los amigos nos pervierten al adularnos y, en
cambio, los enemigos nos corrigen al insultarnos.
San Agustín.
San Agustín.
Rezar, oración
Cuando rezamos hablamos con Dios, pero
cuando leemos es Dios quien habla con
nosotros.
San Agustín (354-439). Obispo, filósofo y Padre de la Iglesia.
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El buen camino
Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien
cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va
fuera de él, cuanto más corre, más se aleja.
San Agustín
PUBLISHED IN:
Y ahora hay aquí un hombre que te quiere alabar. Un hombre que es parte de tu creación y que,
como todos, lleva siempre consigo por todas partes su mortalidad y el testimonio de su pecado, el
testimonio de que tú siempre te resistes a la soberbia humana. así pues, no obstante su miseria,
ese hombre te quiere alabar. Y tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos
creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti.
San Agustín. Confesiones, Libro Primero.