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LECTURA FEMINISTA DE LA BIBLIA

La lectura feminista de la Biblia no se inició en las iglesias, ni ha


formado parte de las preocupaciones de teólogos y pastoralistas; tampoco
de aquellos que han tenido un fuerte compromiso con la justicia social y la
liberación de los pueblos. La pregunta crítica por el uso y por el poder de
las interpretaciones de los textos bíblicos sobre las mujeres, apareció
cuando las mujeres comenzaron a tomar conciencia de su situación y a
luchar por sus derechos.

Leer la Biblia con ojos de mujer: una necesidad política

Encontramos un importante antecedente de la hermenéutica bíblica


feminista en las luchas por el sufragio durante el siglo XIX. Los
opositores a los derechos de las mujeres rechazaron sus reivindicaciones
por la igualdad y el sufragio, frecuentemente remitiéndose a pasajes
bíblicos que afirman la subordinación y la desigualdad de la mujer como
parte del orden divino. A la vez, muchas mujeres han encontrado en la
Biblia fundamentos para apoyar su clamor por la igualdad y la dignidad.
Esta contradicción percibida llevó a la pregunta de si una mujer que busca
sus derechos y lucha por su dignidad puede seguir siendo cristiana.

Se hizo necesario un cambio epistemológico. Serían las mismas


mujeres, a partir de su subjetividad y sus necesidades, las lectoras e
intérpretes de los textos. Antes de una hermenéutica feminista, muchas
hablaron de una lectura de la Biblia con ojos de mujer (con toda la
ambigüedad que eso implica). El primer intento sistemático, en este
sentido, fue realizado en el siglo XIX, por Elizabeth Cady Stanton. Este
trabajo, realizado por mujeres blancas de clase media, muchas de las
cuales eran académicas, planteó preguntas radicales sobre las imágenes de
las mujeres, el rol de la Biblia y su uso en las luchas por la liberación,
preguntas que siguen inquietando a mujeres de diferentes culturas hoy en
día.

Elizabeth Cady Stanton formó parte de un movimiento por la


igualdad de derechos para las mujeres. A los 67 años, formó un comité de
mujeres con el propósito de indagar sobre las raíces bíblicas de la opresión
económica y política de las mujeres, con un método muy simple:
recortaron todos los textos de la Biblia que hablan o hacen referencia a la
mujer y/o a otras figuras femeninas (como animales), y los comentaron.
Los resultados fueron publicados, en dos tomos (1895 y 1898), bajo el
nombre de The Women’s Bible (La Biblia de las Mujeres).
En ese momento, Elizabeth Cady Stanton perfiló dos principios de
una hermenéutica feminista: 1) la Biblia no es un libro “neutral”, sino un
arma política contra la lucha por la liberación de las mujeres; y 2) el
motivo de ello es que la Biblia lleva la marca de los hombres, quienes se
atribuyeron estar hablando en el nombre de Dios, a quien jamás habían
visto (Schüssler Fiorenza, 1989: 37).

El resultado de esta investigación arrojó que solamente un 10% de


los textos tenían alguna relación con las mujeres, siendo las referencias a
éstas, en su mayoría, peyorativas. La Biblia parecía ser, entonces, un libro
por y para los varones, contradictorio, misógino, y sin autoridad moral
para aquellas mujeres que buscaban su libertad política y social. La
publicación de este trabajo se tradujo en un escándalo, y éste fue
rechazado por enemigas y amigos de las sufragistas. Sin embargo,
Elizabeth Cady Stanton marcó un hito al plantear, al menos, tres
argumentos en favor de la necesidad política de una interpretación
feminista de la Biblia:

A lo largo de la historia, la Biblia ha sido utilizada para mantener a


las mujeres sumisas y en silencio.

No sólo los hombres, sino especialmente las mujeres, quieren creer


fielmente en la Biblia como Palabra de Dios.

No se puede hacer ninguna reforma en un área determinada de la


sociedad mientras no se reformen y transformen, simultáneamente, las
demás áreas, porque todas las áreas de la sociedad son interdependientes.
La Biblia y su mensaje forman parte de este entramado y su
reinterpretación es necesaria en los procesos de cambio político y social.

Queremos pan, no piedras

En América Latina, la lectura de la Biblia con ojos de mujer ha sido


más difícil que la lectura de la Biblia desde los pobres. En relación a la
opción por los pobres, los textos bíblicos son claros: casi no permiten no
percibir su presencia en cada página. No sucede lo mismo con las mujeres.
Ellas están allí, por supuesto, ya que, desde siempre, las mujeres han
formado parte del mundo de los pobres y excluidos. Pero, en los textos,
ellas aparecen con menos frecuencia, y los mensajes son contradictorios y,
en muchos casos, explícitamente discriminatorios o misóginos. Es decir,
se trata de textos androcéntricos, escritos en un mundo patriarcal,
interpretados y enseñados casi exclusivamente por varones durante siglos.
Primero sacamos la piedra del olvido, y apareció el asombro de que
ahí estaban también las mujeres. Descubrimos a Sara y Agar, a Miriam y
las parteras en los relatos del Éxodo; a Débora y Yael; a Ana; Hulda y
Rut; Ester, Judit y la madre (sin nombre) de los Macabeos. Nos alegramos
al encontrarnos con las mujeres que acompañaron a Jesús: Marta, María,
María Magdalena, amigas, testigos de la resurrección, discípulas y
misioneras. Visualizamos mujeres aisladas muchas veces, excepcionales,
heroínas de una u otra manera. Descubrimos a la mujer en la historia de la
salvación, su presencia en “los corazones”, en los “momentos clave” (ver
Schwantes, 1990). La lectura propuesta por este autor —bastante
compartida durante los primeros años del movimiento popular de la Biblia
— ha iluminado el caminar de grupos de mujeres en las comunidades y en
el movimiento popular, que han ido tomando conciencia de su
participación en los procesos sociales, en la lucha por la sobrevivencia y
los derechos humanos. Ya lo sabíamos: las mujeres son fuertes,
luchadoras por la vida; sin ellas, “no pasa nada”. La valorización que se
dio al descubrir a la mujer como sujeto histórico oprimido y el rescate de
las mujeres en la historia bíblica, marcó un hito importante: sirvió para
reconocer que la historia nunca había sido solamente una historia de “los
grandes hombres”, sino que allí, en los momentos clave de la historia del
pueblo hebreo, de las primeras comunidades cristianas, de la historia de
Colombia... siempre hubo mujeres.

Sin embargo, esta mirada es insuficiente. Porque, si bien saca a la luz


rostros desconocidos y hace escuchar voces silenciadas, tiende, al mismo
tiempo, a reforzar la imagen de la mujer doble y triplemente oprimida. No
cuestiona esa carga, sino que hace aparecer a las mujeres como víctimas y,
no obstante, heroínas. Esta lectura no cuestiona el sistema patriarcal que
forma el contexto de los textos bíblicos y de nuestras lecturas. Ivone
Gebara señaló los límites de esta perspectiva:

“... en esta fase empezamos a poner en relieve las actitudes de


muchas mujeres en los relatos bíblicos. Rescatábamos a Judit que mata a
Holofernes, pero no hacíamos un análisis de lo que significa hoy, por
ejemplo el comportamiento de la violencia, o lo que significa la belleza.
¿Qué es ser bella hoy? Tomábamos a unas mujeres como ideales a ser
imitados, pero sin hacer una crítica de las imágenes de estas mujeres.
Descubrimos […] a Ruth que salva a su pueblo, a Miriam, la hermana de
Moisés, que danza la liberación de su pueblo, María, la madre de Jesús,
nuestro salvador, y después a las mujeres que anuncian la resurrección, y
estábamos muy contentas diciendo que fue a nosotras a quienes Jesús se
ha revelado primero, a nosotras y no a ustedes, y ustedes no nos creían,
etc.

En esta fase no hemos hecho las preguntas críticas para saber a


dónde conducen estas lecturas, es decir, no hemos hecho una lectura
crítica; por eso, la visión patriarcal de la historia se mantiene. No tocamos
la estructura patriarcal de la sociedad, no tocamos las referencias
teológicas, no tocamos la comprensión del ser humano, tampoco tocamos
el ejercicio del poder en nuestras iglesias que, claramente, excluye a las
mujeres...

Hay que tener consciencia de que el descubrimiento de Agar, de


Miriam, de Magdalena, por sí solo, no cambia el patriarcalismo. Hay que
dar más pasos” (Gebara, 1993: 77/78).

Un nuevo paradigma de interpretación bíblica

La teóloga Elisabeth Schüssler Fiorenza entregó elementos para una


hermenéutica bíblica feminista que buscan evitar esta trampa que pueden
significar los textos que presentan a las mujeres como heroínas aisladas,
los textos anti-mujer o las interpretaciones ambiguas de muchos textos
bíblicos relativos a la mujer (Schüssler Fiorenza, 1988).

La pregunta clave es cómo leer la Biblia desde las experiencias de las


mujeres y transitar desde una interpretación androcéntrica hacia una
interpretación que haga aparecer toda la experiencia humana, proceso que
pasa por detectar el patriarcado, deconstruir sus múltiples expresiones, y
buscar transformaciones en la iglesia y la sociedad.

La hermenéutica es una metodología orientada hacia la interpretación


de textos y realidades humanas. La Hermenéutica femenina, es la
interpretación y lectura femenina de la Biblia.

La mejor manera de comprender el feminismo es viéndolo como una


perspectiva teórica y un movimiento histórico que aspiran a cambiar las
estructuras socioculturales y comunitario-religiosas de dominación y explotación.

Recopilado Por:
Hna. Maigualida Carpio Campos
HMMI

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