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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

METROPOLITANA-IZTAPALAPA

TRABAJO TERMINAL DEL SEMINARIO DE HISTORIA III

Las mujeres en el movimiento cristero. Una


aproximación crítica a la bibliografía.

Que presenta:

Juan Pablo Vivaldo Martínez

Para obtener el título de Licenciado en Historia

Asesora: Dra. Gabriela Cano

Septiembre 2008
ÌNDICE PÀGINA

3
Introducción

9
1. Las mujeres en el movimiento cristero

14
2. Estudios académicos

21
3. Novelas

29
4. Testimonios

36
5. Conclusiones

39
6. Bibliografía citada en la introducción

41
7. Bibliografía comentada

2
Introducción

La bibliografía comentada es un instrumento de consulta que presenta

sistemáticamente los libros y artículos que se han escrito respecto a un tema en

particular. En dicho sentido, el trabajo que se presenta a continuación y que gira

en torno a los estudios que se han realizado en torno a la participación femenina

durante el movimiento cristero se divide en dos partes: un análisis crítico de la

bibliografía y una bibliografía comentada sobre los trabajos que han abordado el

tema. Las fichas de síntesis bibliográfica se complementan con un análisis de los

libros y artículos incluidos en este trabajo.

El concepto mujer católica tiene una variedad de acepciones, pudiendo

referirse a la religiosa que vive en el convento, a quien como laica realiza una

labor social, a la ama de casa que, debido a sus convicciones religiosas, se

espanta cuando a sus hijos se les imparte en la escuela educación sexual o a la

joven que milita en algún partido de derecha. Es decir, debemos tener en mente

que “no se trata de un sujeto unitario, sino de sujetos diversos, atravesados por

diferencias de toda índole: económicas, étnicas, sexuales, geopolíticas y

culturales”1.

Con base en las lecturas que realicé para la elaboración de este trabajo me

di cuenta de las distintas maneras en las que las mujeres católicas contribuyeron

1
Gabriela Cano, “Las mujeres en el México del siglo XX. Una cronología mínima” en Marta Lamas [coord.],
Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica/Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 2007, p.23

3
al desarrollo de los primeros cincuenta años del siglo XX, ya fuera formando

organizaciones de carácter religioso, alentando la formación de sindicatos,

militando activamente en agrupaciones o, simplemente, ejerciendo labores

altruistas. En consecuencia, considero que se les puede ubicar en dos grandes

grupos: el primero, consistente en las organizaciones católicas femeninas, cuya

labor se encontraba vinculada estrechamente con la doctrina social que

preconizaba la Iglesia y, el segundo, integrado por las mujeres que a fines de la

década de 1920 participaron en la Guerra Cristera.

La organización católica femenina que más se destacó por su participación

política fue la Unión de Damas Católicas Mexicanas (UDCM). Fundada en 1912,

dicha agrupación tenía como fin organizar e incidir en la acción social católica de

manera paralela al activismo que realizaba el Partido Católico Nacional.2

Al continuar mi lectura sobre las mujeres católicas, observé que se da el

caso de una religiosa en particular en la que se centran un conjunto de estudios

académicos. Me refiero a Concepción Acevedo de la Llata (Madre Conchita),

monja perteneciente a la orden de las Capuchinas que se volvió célebre al ser

sentenciada a permanecer en prisión veinte años por el asesinato del presidente

Álvaro Obregón.

Sin embargo, y a pesar de que comentaré algunos textos que estudian o

hacen referencia a la organización católica antes mencionada (UDCM), así como

a la Madre Conchita, en este trabajo me abocaré únicamente a analizar y

comparar los estudios que giran en torno a la participación femenina durante la

2
María Luisa Aspe Armella, La formación social y política de los católicos mexicanos, México, Universidad
Iberoamericana/Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2008, p. 273.

4
Cristiada, el conflicto armado que protagonizaron la Iglesia católica y el Estado

mexicano durante 1926-1929 y que tuvo su secuela durante el periodo 1934-

1941.

El análisis destacará los enfoques que los autores han empleado para

abordar el tema así como el impacto que han tenido en la historiografía de la

Guerra Cristera, misma que comenzó a finales de los años sesenta con Alicia

Olivera Sedano y que Jean Meyer impulsó a tal grado que su trabajo se ha

convertido en el texto clásico sobre el movimiento.3

Hablando sobre la historiografía de la Guerra Cristera, me parece

conveniente hacer una reflexión sobre la invisibilización a la que fue sometido el

movimiento por parte de las autoridades federales y eclesiásticas. Es decir,

debemos considerar que durante casi los cuarenta años posteriores al término del

conflicto, no hubo estudios académicos que se encargaran de investigar este

hecho histórico que afectó gran parte del territorio nacional.

El tema sin duda era polémico y los personajes involucrados aún estaban

con vida por lo que una investigación de esta naturaleza podría tener serias

consecuencias ya que se verían afectadas poderosas instituciones (léase Iglesia

católica y Ejército mexicano). En consecuencia, ambas partes optaron por

mantener una postura hermética ante el asunto, lo que se reflejó en la

imposibilidad de acceder tanto a archivos federales como a archivos eclesiásticos.

Una cuestión similar sucedió con las mujeres que colaboraron durante la

guerra. Cristera. En este caso, la misma Iglesia que las alentó a luchar por la

3
Véanse: Alicia Olivera Sedano, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus antecedentes y
consecuencias, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1966 y Jean Meyer, La Cristiada, 3
vols., México, Siglo XXI Editores, 1973.

5
defensa de su fe fue la que las condenó a la invisibilidad al disolver a la más

importante organización católica femenina para el movimiento armado: las

Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco.4

En este sentido y dado el enfoque de género5 con el que se aborda este

trabajo, es decir, a partir de una comprensión de las mujeres no sólo como un

aspecto aislado de la sociedad, sino como parte integral de ella6, es interesante

hacernos una serie de preguntas: ¿Cómo ha ido cambiado la percepción de la

mujer católica que se involucró en el movimiento cristero a lo largo del siglo XX?

¿Se han visto reflejadas en la historiografía de la misma manera durante las

primeras décadas de dicho siglo que en las de finales del mismo? ¿Cuál es el

enfoque con el que se estudian al inicio del siglo XXI? A lo largo del presente

trabajo, y con base en los estudios académicos que se han ocupado del tema, es

que intentaré dar respuesta a las anteriores preguntas.

Anteriormente mencioné la existencia de las Brigadas Femeninas,

agrupación fundamental para el sostenimiento del conflicto armado. ¿Pero cómo

es que esta agrupación surgió? ¿Cuál fue su campo de acción? Estas preguntas

se derivan de la que considero más importante y que conforma la estructura de

4
En lo subsecuente referidas como Brigadas Femeninas.
5
De acuerdo con Conway y Bourque, al estudiar sistemas de género aprendemos que ellos no representan la
asignación funcional de roles sociales biológicamente prescritos sino medios de conceptualización cultural y
de organización social, mientras que para Beneria y Roldán, el género se refiere a una red de creencias, rasgos
de personalidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades socialmente construidas que
diferencia a hombres y mujeres Véase Jill Conway, Susan Bourque, Joan Scott: “El concepto de género” en
Marysa Navarro, Catherine Stimpson, [comps.], ¿Qué son los estudios de las mujeres?, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica, 1998, p.177 y Lourdes Beneria, Marta Roldán, The crossroads of Class and Gender,
Chicago, University of Chicago Press, 1987, pp. 11-12.
6
Jill Conway, Susan Bourque, Joan Scott: “El concepto de género” en Marysa Navarro, Catherine Stimpson,
[comps.], ¿Qué son los estudios de las mujeres?, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 178.

6
este trabajo: ¿qué reportan los trabajos (académicos o no) sobre esta

organización?

Un elemento que considero importante resaltar en este trabajo es la

visibilización de las Brigadas Femeninas en la historiografía de la Guerra Cristera.

Buscando este objetivo, encontré que la información sobre dicha agrupación no

aparece originalmente en trabajos académicos, sino en novelas escritas al poco

tiempo de concluida la guerra. De hecho, dicha literatura fue revisada por

académicos, como es el caso del trabajo de Jean Meyer quien, en la parte final del

primer volumen de su obra, incluye una bibliografía comentada en donde aparecen

algunas novelas cristeras. Sin embargo, tales novelas no destacan la actuación

de las mujeres o de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco.

La Cristiada de Jean Meyer es el primer texto académico en donde se

analiza la participación de las Brigadas Femeninas en el movimiento armado.

Originalmente esta organización operó únicamente en Jalisco pero, a medida que

la guerra se fue desarrollando y al hacerse cada vez más necesario el

abastecimiento de pertrechos militares, las Brigadas Femeninas tuvieron que

extender su campo de acción abarcando el Distrito Federal (en donde fue

instalada la Jefatura General al mando de Celia Gómez) y los estados de

Michoacán, Durango, Zacatecas y Colima.

Meyer caracteriza a las Brigadas Femeninas como una “organización de

carácter militar destinada a procurar dinero, a aprovisionar a los combatientes

suministrándoles municiones, informes y refugios, a curarlos y a esconderlos”.7 La

7
Jean Meyer, La Cristiada, 3 vols., México, Siglo XXI Editores, 1973, p. 122.

7
organización de una brigada se componía teóricamente de 750 afiliadas, aunque

también Meyer menciona que las brigadistas buscaron grupos auxiliares que no

formaban parte de las brigadas, en los que había mujeres de mayor edad, mujeres

casadas y niños.

Las Brigadas Femeninas fueron fundadas el 21 de junio de 1927 en

Zapopan Jalisco. En su mayoría estuvieron integradas por mujeres jóvenes y

solteras (entre 15 y 25 años) y se reclutaban de todas las clases sociales,

procediendo la gran mayoría de barrios populares o del campo. Algunas de ellas,

provenientes de los centros urbanos y con conocimientos mayores a los de los

campesinos, actuaron como profesoras, enseñando a los cristeros a fabricar

explosivos y a hacer estallar vías de tren.

A pesar de la importancia de dicha organización, la presencia femenina en

la Guerra Cristera no se redujo sólo a la participación armada, sino que, como se

mostrará más adelante, trascendió a otras actividades.

Justamente entre los objetivos de este trabajo está el mostrar a través de

estudios académicos, testimonios y novelas, que las mujeres católicas tuvieron

una significación mayor que la circunscrita únicamente a la esfera privada (la casa,

el convento o el hospital).

Aclaro que los estudios que se comentan en este trabajo de ninguna

manera deben de ser considerados como los únicos que abordan el tema. No

obstante, constituyen una muestra representativa con base en la escasa

bibliografía sobre la participación política de las mujeres católicas mexicanas que

hasta el momento se ha publicado.

8
Finalmente, quisiera agregar que este trabajo persigue una doble meta: la

de ser una herramienta que facilite el acercamiento inicial a la participación política

de las mujeres católicas en la primera mitad del siglo XX y la de lograr captar el

interés del público en general.

1. Las mujeres en el movimiento cristero

La participación de las mujeres en el movimiento cristero es el aspecto de la

participación política de las mujeres católicas que más atención ha recibido.

La Guerra Cristera representó el colapso total de las relaciones entre la

Iglesia católica y el Estado mexicano a fines de la segunda década del siglo XX.

La política emprendida por el presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928), la cual

tuvo como objetivo la subordinación del clero al gobierno federal y que implicó la

inmediata suspensión del culto católico decretada por los jerarcas eclesiásticos, se

tradujo en el levantamiento armado que sacudió al país de 1926 a 1929.

La guerra tuvo su origen cuando, el 31 de julio de 1926, y por decisión del

Episcopado mexicano, se suspendió el culto católico en las iglesias de todo el país

como una manera de ejercer presión ante la aplicación de los artículos

anticlericales contenidos en la Constitución. El conflicto, que se prolongó por tres

largos y desgastantes años, brotó principalmente en el estado de Jalisco, pero

muy pronto se extendió por toda la zona del Bajío, llegando incluso a tener

impacto en regiones tan alejadas como el estado de Durango. En este proceso el

ejército cristero, abastecido de municiones por las cerca de 30 mil mujeres

pertenecientes a las Brigadas Femeninas, llegó a tener tanta fuerza que para el

9
ejército federal resultó muy difícil vencerlo. No fue sino hasta 1929, con la

intervención del embajador de los Estados Unidos, Dwight Whitney Morrow, que el

clero mexicano y el gobierno federal pactaron y firmaron los Arreglos que pusieron

fin al conflicto religioso.

Los estudios sobre las mujeres cristeras se han ocupado principalmente en

analizar el papel de las Brigadas Femeninas, organización que integró a las

mujeres más comprometidas con la causa cristera y que desempeñó actividades

paramilitares como el abastecimiento de municiones para los cristeros, así como

también labores de mensajería y espionaje (contra el ejército federal pero también

hacia el interior del ejército cristero como un mecanismo para detectar a posibles

infiltrados).

La atención de la historiografía a las Brigadas Femeninas, quizá pueda

explicarse como un esfuerzo por reconocer a esta agrupación, así como su

influencia, a lo largo del conflicto bélico. Cabe señalar que este trabajo no ha sido

sencillo dado que su documentación está casi desaparecida. Esto es, al término

del conflicto y como resultado del modus vivendi entre el gobierno federal y el

clero mexicano (es decir, la relación entre estas dos esferas una vez que se logró

la pacificación del movimiento), la Iglesia católica tuvo que silenciar y terminar con

cualquier intento de una nueva rebelión y restar poder a las organizaciones que

podían hacer peligrar la paz alcanzada. De esta forma, Pascual Díaz Barreto,

arzobispo de México y Leopoldo Ruiz y Flores, delegado apostólico del Vaticano,

neutralizaron a las Brigadas Femeninas una vez que se pactó la paz en 1929,

subordinándolas a la Acción Católica Mexicana colocadas bajo la autoridad del

10
sacerdote Darío Miranda, jefe del Secretariado Social, quien quemó los archivos

de esta agrupación.8

El objetivo principal de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco fue

cooperar con la causa cristera para que, una vez que el movimiento triunfara, el

culto católico fuera restablecido y los artículos anticlericales contenidos en la

Constitución derogados. Cabe subrayar, sin embargo, que las militantes de las

Brigadas Femeninas no fueron las únicas mujeres en participar durante la Guerra

Cristera dentro de una organización, sino que también muchas de ellas, al formar

parte de la Unión de Damas Católicas Mexicanas (UDCM), apoyaron a los

cristeros brindando asistencia médica, preparando sus alimentos, acondicionando

sus propios hogares como refugio o como altares clandestinos para continuar con

el culto católico y apoyando las acciones propuestas por el clero y los dirigentes

del movimiento cristero como el boicot económico de 1926.

Es importante mencionar que aunque las Brigadas Femeninas tuvieron al

principio un carácter local, durante el transcurso de la guerra la organización se

fue extendiendo hasta abarcar cada vez una mayor cantidad de estados de la

República como Michoacán, Colima, Durango e incluso el Distrito Federal, en

donde se estableció su Jefatura General el 4 de marzo de 1928.

A este respecto, cabe señalar que al elaborar este trabajo me di cuenta de

que, quienes han escrito sobre las Brigadas Femeninas en los diferentes estados

las registran con distintos nombres y abreviaturas, lo que supongo obedeció a la

necesidad de mantener el carácter clandestino de la organización. De esta forma,

8
Jean Meyer, La Cristiada, vol. 3, México, Siglo XXI Editores, 1973, p. 125.

11
mientras que los autores que han abordado el tema para los estados de Jalisco y

Colima se refieren a ellas como las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco

(BB), los que lo hacen para el estado de Durango se refieren a ellas como la

Brigada Invisible-Brigada Invencible (Bi-Bi), tal vez para denotar el hecho de que

pasaron inadvertidas para el ejército federal.

Anteriormente mencioné que la participación femenina en la guerra no se

redujo al apoyo militar, sino que el impacto de su colaboración se sintió en otras

esferas. En dicho sentido, cabe destacar la promoción y seguimiento del boicot

económico dictado por la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa9

(LNDLR) en julio de 1926 como parte de la protesta en contra de la “Ley Calles”

(que buscaba la subordinación de la Iglesia al Estado). Específicamente, se

convocaba a la población católica a comprar sólo lo estrictamente necesario para

desestabilizar la economía nacional y así presionar al gobierno hasta derogar las

leyes anticlericales contenidas en la Constitución mexicana de 1917, incluyendo el

establecimiento de la educación laica (artículo 3º), la prohibición de los votos

monásticos y las órdenes religiosas (artículo 5º), la negativa a la Iglesia para

obtener el derecho a poseer, adquirir o administrar propiedades, la declaración de

que todos los lugares en donde se llevara a cabo el culto fuesen considerados

como propiedad de la nación (artículo 27º), la prohibición a los ministros de las

religiones a tener ingerencia en asuntos políticos y, como colofón, la reducción del

9
Organización católica fundada en la ciudad de México en 1925 que incorporó a sus filas tanto a hombres
como a mujeres y que fue la que propuso la resistencia armada.

12
número de sacerdotes, estableciéndose que sólo los mexicanos podrían ejercer el

ministerio (artículo 130).10

Fue en esta acción en donde las mujeres integrantes de la Unión de Damas

Católicas Mexicanas (UDCM) tuvieron una notable participación haciendo

propaganda a favor del boicot. Vestidas de negro en señal de duelo por los males

que aquejaban a la Iglesia y como símbolo de la austeridad que se proponía

seguir, recorrían las calles decididas a impedir a la gente la entrada a

espectáculos, las compras en los establecimientos señalados, el uso de todo tipo

de transporte público y el pago de impuestos. Con el boicot no sólo se trataba de

impedir la marcha de la economía nacional, sino también de hacer sentir la

poderosa influencia clerical en ámbitos como el educativo, por lo que el programa

incluyó el llamado a los católicos a no enviar a sus hijos a planteles oficiales.

Cabe señalar que aunque en un primer momento el boicot fue efectivo, éste

no prosperó ni tuvo el impacto que se pretendió.

Como puede observarse, el estudio de las mujeres cristeras no se limita a

analizar únicamente a las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco (si bien

éste ha sido el tema del que se han ocupado mayormente tanto académicos como

escritores), sino que también abarca tanto a las mujeres miembros de

organizaciones católicas femeninas como a aquéllas que no se vieron

involucradas en ningún tipo de asociación y que únicamente apoyaron de manera

pasiva a los integrantes del ejército cristero, esto es, sin involucrarse en el

conflicto bélico ni formar parte de alguna organización.

10
Véase Felipe Tena Ramírez, “La constitución de 1917” en Leyes fundamentales de México, 1808-2002,
México, Porrúa, 2000, pp. 817-881.

13
2. Estudios académicos

En este apartado me referiré a los trabajos de los tres autores cuyas

contribuciones al estudio de la participación femenina en el movimiento cristero

han enriquecido a la historiografía sobre el tema: Jean Meyer, Barbara Miller y

Agustín Vaca.

Antes de iniciar con los estudios que han abordado la participación

femenina en la Guerra Cristera, creo conveniente resaltar el trabajo de Alicia

Olivera Sedano, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929 sus antecedentes

y consecuencias, primer libro académico sobre el tema11. Esta autora caracteriza a

la rebelión como un esfuerzo de los católicos por tener la oportunidad de

organizarse políticamente y como una manera de participación de los campesinos

y pequeños propietarios inconformes por la deficiente o nula solución que hasta

ese momento la Revolución había dado a sus problemas. 12

El libro de Jean Meyer, La Cristiada, marcó a partir de 1974 el inicio de los

estudios a profundidad del conflicto bélico entre la Iglesia y el Estado mexicano.

En su obra, Meyer analiza a los actores de la guerra “con un punto de vista

favorable en un 100% a los cristeros”13, las organizaciones que se vieron

involucradas (como la Acción Católica de la Juventud Mexicana y las Brigadas

11
El texto está basado en documentos pertenecientes al Archivo de la Liga Nacional Defensora de la Libertad
Religiosa. La tesis principal de la autora es que el movimiento cristero no sólo se desarrolló en Jalisco y
Michoacán, como inicialmente se creía, sino que se extendió por otros estados de la República. Cabe
mencionar que el libro fue reeditado en 1987 en la colección Cien de México, de la Dirección de
Publicaciones de la Secretaría de Educación Pública. Véase: Alicia Olivera Sedano, Aspectos del conflicto
religioso de 1926 a 1929. Sus antecedentes y consecuencias, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1966.
12
Alicia Olivera Sedano, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus antecedentes y consecuencias,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1966, p. 23.
13
Jean Meyer, La Cristiada, 3 vols., 23ª. ed., México, Siglo XXI Editores, 2006.

14
Femeninas de Santa Juana de Arco), así como el proceso de pacificación que

culminó con los Arreglos.

Si bien el estudio de Alicia Olivera fue el pionero en la investigación de los

orígenes y el desarrollo del conflicto armado, y aunque menciona de forma breve a

la Unión de Damas Católicas Mexicanas, dicha autora no profundizó en la

contribución femenina dentro del movimiento armado. Por ese motivo, el libro de

Jean Meyer es el primero que llama la atención sobre la participación de las

mujeres en la Guerra Cristera.

Aun cuando Meyer dedica únicamente trece páginas al estudio de las

Brigadas Femeninas, la información que contienen resulta de un valor sin

precedentes para comprender la fuerza que llegó a tener el ejército cristero. Meyer

explica que las Brigadas Femeninas fueron creadas para responder a la necesidad

de abastecimiento de municiones del ejército cristero que la Liga Nacional

Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) no había podido satisfacer.14

Cabe mencionar que el trabajo de Meyer no dedica un apartado a otras

organizaciones femeninas, como la Unión de Damas Católicas Mexicanas, la cual,

como se ha mencionado, tuvo una notable participación apoyando al boicot

económico.

Una de las principales fuentes de su investigación fueron las entrevistas

que condujo con personalidades políticas, oficiales federales, eclesiásticos,

miembros de la LNDLR, cristeros y agraristas, entre las que destacan las


14
Fundada el 9 de marzo de 1925 en la Ciudad de México, la Liga Nacional Defensora de la Libertad
Religiosa (LNDLR) proponía la oposición a la Ley que promovió el presidente Plutarco Elías Calles y que
consistió en la reglamentación de los artículos que limitaban las tareas eclesiásticas. A partir de la suspensión
de servicios religiosos en el país, la Liga puso todo su empeño para organizar el derrocamiento del régimen
político en el poder a fin de sustituirlo con otro de corte clerical, de tal suerte que a principios de 1927 la
insurrección católica se propagó por casi todo el país.

15
realizadas entre 1968 y 1969 a Celia Gómez (generala en jefe de las Brigadas

Femeninas), María Concepción Pérez, María Refugio Ramírez, Carmen Macías,

Elodia Delgado y Antonia Castillo, miembros de esa organización.

Un trabajo posterior de Meyer que hace una síntesis de su obra clásica

sobre la Cristiada, dedica un capítulo a las mujeres que vivieron el conflicto

bélico.15 En este libro se incluyen fotografías inéditas en donde se observan

algunos de los roles que desempeñaron, ya fuera como militantes de las Brigadas

Femeninas o como mujeres urbanas que proporcionaron auxilio a los miembros

del ejército cristero. 16

Continuando con los estudios que analizan la participación femenina

durante el movimiento armado, la historiadora estadounidense Barbara Miller ha

hecho una importante contribución a la historiografía cristera con su tesis doctoral,


17
de la cual fue publicado un artículo titulado “The Role of Women in the Mexican

Cristero Rebellion: Las Señoras y las Religiosas”18. En dicho trabajo, Miller analiza

la “actuación pasiva” y clandestina de estos grupos de mujeres católicas, que no

tuvieron una participación activa en la guerra, en contraposición con la que

tuvieron las mujeres jóvenes que se involucraron en el movimiento. Cabe resaltar

que en el artículo no se mencionan a estas últimas.

15
Jean Meyer, La Cristiada, México, Fondo de Cultura Económica, 2007.
16
Las fotografías pertenecen tanto a la colección particular del autor, como al Museo Cristero Efrén Quezada
de Encarnación de Díaz, Jalisco.
17
Desgraciadamente, no me fue posible localizar la tesis doctoral en donde la autora profundizó sobre el
tema. Véase: Barbara Miller, The Role of Women in the Mexican Cristero Rebellion: A New Chapter,
University of Notre Dame, 1981.
18
Barbara Miller, “The Role of Women in the Mexican Cristero Rebellion: Las señoras y las religiosas” en
The Americas, vol. 40, núm. 3, enero, 1984. pp. 303-323.

16
Miller se refiere a las “señoras”, mujeres urbanas miembros de la Unión de

Damas Católicas Mexicanas (UDCM), casadas, pertenecientes a las clases media

y alta, que promovieron tanto la resistencia católica decretada por la Liga Nacional

Defensora de la Libertad Religiosa como el boicot económico impulsado por dicha

organización. Sus actividades estuvieron enfocadas a recolectar fondos para la

impresión y distribución de su propaganda y a enviar cartas de protesta al

gobierno para intentar detener la aplicación de los artículos constitucionales que

atacaban a la Iglesia católica tanto en la Ciudad de México como en Guadalajara,

Jalisco. Otro de sus métodos de lucha consistió en la publicación de folletos y

revistas (como La Dama Católica), en donde se invitaba a otras mujeres a

robustecer la agrupación y extender la fe católica.

El segundo grupo de mujeres estudiadas por Miller son las “religiosas”. Se

analiza la actuación de las monjas establecidas en la ciudad de México y

pertenecientes a órdenes como La Congregación de Jesús, Las Hermanas de

Jesús y María, Las Hermanas de la Caridad y las Capuchinas, quienes operaron

de forma clandestina proporcionando lugares para continuar el culto católico

suspendido en el país a partir de los últimos meses de 1926.

A partir de ese año, y debido a que el gobierno federal decretó la clausura

de las escuelas católicas, desde Roma se ordenó a las comunidades abandonar el

país por lo que algunas de ellas partieron hacia España, Europa, Estados Unidos y

Cuba. No obstante, por lo general las religiosas huían a esconderse en pequeños

pueblos en donde recibieron la protección de los soldados cristeros.

En este sentido, el carácter pasivo que Miller atribuye a las “religiosas” no

se sostiene del todo ya que la autora menciona la incorporación de varias de ellas

17
a las Brigadas Sanitarias (división de las Brigadas Femeninas), quienes trabajaban

en hospitales localizados en cuevas en las montañas.

De igual forma Miller destaca el caso de las monjas capuchinas y de la

abadesa de su convento en Tlalpan, Concepción Acevedo de la Llata, mejor

conocida como la Madre Conchita, quien fue implicada en la planeación y

asesinato del presidente Álvaro Obregón y condenada a 20 años de prisión.

El tercer trabajo que estudia la participación femenina durante el

movimiento armado es el de Agustín Vaca, Los silencios de la historia: las

cristeras. A partir de una recolección de material en torno al movimiento cristero

(testimonios, entrevistas, bibliografía), Vaca plantea que las mujeres tuvieron un

papel mayor del que tradicionalmente se ha pensado y que su participación en el

conflicto no solamente quedó limitada a la esfera de lo privado.

Una de las aportaciones de su trabajo consiste en presentar un análisis de

las novelas cristeras y de la representación de las mujeres en ellas. Para tal

efecto, fueron escogidos tres textos: Héctor, escrita por Jorge Gram, La Virgen de

los cristeros, de Fernando Robles y Pensativa, obra de José Goytortúa. De

acuerdo con Vaca, la anterior selección obedeció no tanto a los méritos narrativos

o históricos de las obras, sino a que en ellas “desaparece la referencia a la

participación femenina en el movimiento cristero en los términos genéricos y

abstractos”, es decir, que en las novelas las mujeres aparecen como sujetos

históricos cuya participación política y militar ayudó en gran medida a consolidar la

rebelión cristera.

Al igual que en La Cristiada de Jean Meyer, Vaca se apoya en testimonios

recopilados a través de entrevistas, mismos que han contribuido a esclarecer

18
algunos puntos sobre el mecanismo de acción de las Brigadas Femeninas.

Destacan cinco entrevistas realizadas a integrantes de aquella organización, a las

que me referiré en el apartado de este trabajo dedicado a los testimonios.

Vinculado a la información anterior, el autor menciona el conflicto que las

Brigadas Femeninas sostuvieron con la Liga Nacional Defensora de la Libertad

Religiosa, la cual pretendió restarle autonomía a la organización femenina, lo que

desembocaría en el paulatino debilitamiento de las Brigadas y, por consiguiente,

en el abastecimiento cada vez menor de municiones para el ejército cristero.

Con base en estas entrevistas, Vaca ofrece una interpretación distinta a la

de Jean Meyer, en donde se cuestiona lo dicho por este último en torno al éxito

atribuido a las Brigadas Femeninas y a su carácter de clandestinidad.

Para Vaca, los arrestos de brigadistas comenzaron casi desde el inicio de

sus actividades en Guadalajara, esto es, durante el primer año de la creación de la

organización (1927). Entre las mujeres aprehendidas estuvieron importantes jefas

como María Goyaz. Esta última fue hecha prisionera el 7 de noviembre de 1927 y

unas semanas después puesta en libertad, por lo que la dirigencia de las Brigadas

Femeninas tomó la decisión de trasladarla a la ciudad de México (adoptando el

alias de Celia Gómez), desde donde dirigió las operaciones de la agrupación.

La anterior información resulta interesante pues confronta la tesis de Meyer

en el sentido de que las actividades de las Brigadas Femeninas fueron

descubiertas poco antes de finalizar el conflicto armado, es decir, hasta 1929.

Con base en lo hasta ahora expuesto, puede afirmarse que los estudios

académicos de Jean Meyer, Barbara Miller y Agustín Vaca son los que han tratado

específicamente el tema de la participación femenina en la Guerra Cristera, en

19
tanto que en el resto de los estudios académicos contenidos en este trabajo (y que

se comentarán más adelante), el análisis se limita a menos de una decena de

páginas. Algunos ejemplos son los trabajos para el estado de Colima de Antonio

Rius Facius, Méjico cristero, en donde el autor narra la aprehensión de mujeres

brigadistas19, el de Spectator (seudónimo del sacerdote Enrique de Jesús Ochoa),

testigo presencial del conflicto y que narra la fundación de las Brigadas Femeninas

de Colima20, y el de Jean Meyer, La Cristiada en Colima, que estudia la

composición del ejército y de las Brigadas de aquella entidad; en Jalisco, el de Jim

Tuck, The Holy War in Los Altos. A regional Analysis of Mexico’s Cristero

Rebellion, que aborda un análisis regional sobre las Brigadas Femeninas en dicho

estado21 y el de Antonio Avitia Hernández, El caudillo sagrado, que se encarga de

estudiar a las brigadistas en Durango.22

Textos más recientes en donde se mencionan brevemente las actividades

de las Brigadas Femeninas incluyen la tesis doctoral de María Alicia Puente

Lutteroth, Movimiento cristero: afirmación y ruptura de identidades. Un

acercamiento panorámico al conflicto socio-religioso en México de 1926-1939,

cuya aportación consiste en mencionar a otras mujeres como Petra Cabral y

Natividad García que, si bien no tuvieron una presencia activa dentro de las

Brigadas, se destacaron por sus acciones altruistas a favor de los cristeros23.

Asimismo, el trabajo de Moisés González Navarro, Cristeros y agraristas en

19
Antonio Rius Facius, Méjico cristero, México, Patria, 1960.
20
Spectator, Los cristeros del volcán de Colima, vol. 1, México, Jus, 1961.
21
Jim Tuck, The Holy War in Los Altos. A regional analysis of Mexico Cristero Rebellion, Tucson, University
of Arizona Press, 1982.
22
Antonio Avitia Hernández, El caudillo sagrado, Impresos Castellanos, México, 2000.
23
María Alicia Puente Lutteroth, Movimiento cristero: afirmación y ruptura de identidades. Un acercamiento
panorámico al conflicto socio-religioso en México de 1926-1939, México, Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social, 1993 (Tesis de doctorado)

20
Jalisco, que de manera sucinta explica la desaparición de las Brigadas

Femeninas como organización de carácter militar y su incorporación a la Acción

Católica Mexicana24 y el trabajo de Fernando M. González, Matar y morir por

Cristo rey. Aspectos de la Cristiada, en donde se compara el funcionamiento de

las Brigadas con otras organizaciones católicas (como la Unión de Católicos

Mexicanos y la Unión Popular) y los conflictos que tuvieron entre ellas.25

Por último, Kristina Boylan y María Guadalupe Aspe Armella, se han

encargado de analizar a las Brigadas Femeninas como parte de la militancia

católica femenina que se desarrolló a partir de la segunda década del siglo XX.26

3. Novelas

La riqueza de las novelas sobre la Guerra Cristera radica en dos aspectos

principales. 27 El primero es que mediante ellas se tienen distintas interpretaciones

del conflicto armado y se puede conocer la vida cotidiana de los personajes

involucrados. El segundo, que resulta más importante para este trabajo, es que

ofrecen información sobre las funciones estratégicas y militares que las mujeres

desempeñaron en las Brigadas Femeninas, asunto que no fue documentado en

fuentes anteriores a la aparición de las primeras novelas.

24
Moisés González Navarro, Cristeros y agraristas en Jalisco, 5 vols., México, El Colegio de México, 2000.
25
Fernando M. González, Matar y morir por Cristo rey. Aspectos de la Cristiada, Instituto de Investigaciones
Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México/Plaza y Valdés, México, 2001.
26
Véanse: Kristina Boylan, Mexican Catholic Women’s Activism, 1929-1940, Oxford, University of Oxford,
2000, 410 pp. (tesis de doctorado), “Gendering the Faith and Altering the Nation. Mexican Catholic Women’s
Activism, 1917-1940” en Jocelyn Olcott, Mary Kay Vaughan, Gabriela Cano (eds.), Sex in Revolution.
Gender, Politics, and Power in Modern Mexico, Londres, Duke University Press, 2006, p.199-222 y María
Guadalupe Aspe Armella, La formación social y política de los católicos mexicanos, Universidad
Iberoamericana/Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, México, 2008.
27
Una discusión más amplia de este tema la encontramos en Antonio Avitia, La narrativa de las Cristiadas.
Novela, cuento, teatro, cine y corrido de las rebeliones cristeras, México, Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa, 2006 (tesis de doctorado).

21
De este modo, considero que la importancia del análisis de las novelas

como parte de este trabajo radica precisamente en que constituyen las primeras

fuentes para conocer las actividades de las mujeres durante la guerra, es decir,

fueron escritas por autores que vivieron el conflicto armado y que conocieron la

actuación de las Brigadas Femeninas pues, como señala Jean Meyer, “la historia

que se cuenta o se canta no es tan importante en sí misma, ya que más bien es el

vehículo, el medio para ilustrar la opinión del autor sobre el conflicto y sus

consecuencias”28.

En esta Bibliografía comentada, he considerado cuatro novelas que me

parecen ser las más representativas del género por tres razones: la primera es por

lo temprano de su aparición (fueron escritas dentro de los quince años que

siguieron a la conclusión de la guerra), en segundo lugar por las menciones

específicas que los autores hacen sobre la actuación de sus personajes femeninos

y, en tercero, porque se leyeron ampliamente y se continuaron reeditando hasta

hace algunos años29. Estas son: Héctor, La virgen de los cristeros, Los cristeros: la

guerra santa en los Altos y Pensativa.

La primera en aparecer en México fue Héctor30, escrita por el sacerdote

David Ramírez (quien fue el secretario particular del obispo de Durango José

María González y Valencia), bajo el seudónimo de Jorge Gram. Publicada en el

año de 1930, es decir, a sólo un año de la firma de los Arreglos que pusieron fin al

28
Jean Meyer, Juan José Doñán, Antología del cuento cristero, Guadalajara, Secretaría de Cultura de Jalisco,
1993, p. 14
29
Las cifras correspondientes a las ediciones de las novelas que se presentan en este trabajo, fueron tomadas
de Agustín Vaca, Los silencios de la historia: las cristeras, Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2001 y de
Antonio Avitia, La narrativa de las Cristiadas. Novela, cuento, teatro, cine y corrido de las rebeliones
cristeras, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2006 (tesis de doctorado).
30
La bibliografía que reporto en este trabajo, corresponde a la del ejemplar más próximo que encontré a la
primera edición. Véase: Jorge Gram, Héctor, México, Jus, 1953.

22
conflicto, fue la primera novela sobre el tema de la Guerra Cristera. En ella se

observa la marcada postura del autor a favor de los cristeros y, aunque no destaca

la labor de las Brigadas Femeninas, otorga una gran importancia a las mujeres

católicas (religiosas y laicas) que participaron en el boicot económico y que

lucharon por la “defensa de la fe”. Lo anterior se refleja en el personaje ficticio de

Consuelo Madrigal, secretaria de la Unión de Damas Católicas en Zacatecas y

que tiene relación directa con los sindicatos de obreros católicos y con la

dirigencia de la Acción de la Juventud Católica Mexicana (ACJM).

La primera edición de Héctor, con el subtítulo de La novela del ambiente

mexicano, salió a la venta por primera vez en 1930 en la ciudad de México.31 La

segunda fue hecha en San Antonio, Texas, en 1934. En España, Chile y El

Salvador, se hicieron la tercera, cuarta y quinta ediciones en 1934 y 1942. Entre

1953 y 2003, la editorial Jus puso a la venta otros cinco tirajes del mismo texto,

con el subtítulo de Novela Histórica Cristera. Con base en los anteriores datos, se

calcula que el total de ejemplares tirados de Héctor, en México y otros países

hasta 2003, es de alrededor de 40,000.

En 1934 fue publicada en Buenos Aires, Argentina, La Virgen de los

cristeros de Fernando Robles. Si bien la narración gira en un primer momento en

torno al agrarismo y a la cuestión de la tenencia de la tierra, encontramos que sus

personajes son finalmente arrastrados por las circunstancias a la guerra luchando

en el bando de los cristeros. Al contrario de Gram, Robles resalta la participación

femenina dentro de la milicia cristera a partir del personaje de Carmen, maestra

31
En la solapa de la edición realizada en México por la editorial Jus en 1953, aparece información que firma
la misma empresa en el sentido de que, si bien la primera edición aparece impresa por motivos de seguridad
en Texas, en realidad se publicó en la capital del país bajo el sello editorial de Herederos del autor.

23
rural que se une al movimiento armado y que es una de las principales dirigentes

secretas de las Brigadas Femeninas.

La primera edición de La Virgen de los cristeros32 fue en la ciudad de

Buenos Aires, Argentina, por Editorial Claridad, en el año de 1934, sin tiraje

declarado. Veinticinco años después, en 1959, se realizó la primera edición

mexicana en La Prensa, contando con un tiraje de veinticinco mil ejemplares.

Trece años más tarde, en 1972, la misma editorial la reimprimió, esta vez con

quince mil ejemplares. En 1982, Premiá Editora, imprimió la tercera edición de La

Virgen de los Cristeros, esta vez con cuatro mil ejemplares. De esta manera se

puede calcular que, entre 1934 y 1982, se han puesto a la venta aproximadamente

41,000 ejemplares de la novela de Fernando Robles.

El jalisciense José Guadalupe de Anda, quien de acuerdo con Max Aub “es

el más injustamente olvidado de los novelistas de la Revolución”33, es el autor de

Los cristeros: la guerra santa en los Altos34. Esta novela, publicada en 1937 en la

ciudad de México, dedica un capítulo a la colaboración de las Brigadas Femeninas

a la causa cristera, subrayando la labor fundamental que sus miembros

desempeñaron en el abastecimiento de municiones para el ejército. En esta obra

el autor enfatiza su simpatía hacia la causa cristera y su deseo de resaltar la

valentía de las brigadistas.

32
Fernando Robles, La virgen de los cristeros, Buenos Aires, Claridad, 1934.
33
Max Aub, Guía de los narradores de la Revolución Mexicana, México, Fondo de Cultura Económica-
Secretaría de Educación Pública, 1969, p. 50.
34
José Guadalupe de Anda, Los cristeros. La guerra santa en los Altos, México, Imprenta Mundial, 1937.

24
Esta novela cristera es una de las que mayores tirajes editoriales ha

gozado.35 A los cincuenta y dos mil ejemplares de Los cristeros, tirados entre 1937

y 1991, se sumaron los cuarenta y dos mil ejemplares que en 1994 tiraron el

Consejo Nacional de Fomento Educativo y la Secretaría de Educación Pública.

Por lo anterior se estima que los ejemplares que se han tirado de Los cristeros

suman 94,000.

Por último, en Pensativa36 de Jesús Goytortúa Santos, publicada en 1944,

a diferencia de las anteriores novelas, el autor nos presenta a Gabriela Infante,

mujer introvertida, dueña de una hacienda y de la que poco a poco el lector se

entera fue una generala muy temida tanto por los federales como por las fuerzas

cristeras de la región. En la novela se deja de lado la actuación de las mujeres

católicas o de las brigadistas de Santa Juana de Arco para resaltar el papel de las

jefas cristeras.

Pensativa fue galardonada con el premio Lanz Duret (otorgado por El

Universal en 1944) y hasta el año de 2003 contaba con veinticinco ediciones en la

Editorial Porrúa (actualmente ocupa el número 118 de la Colección Sepan

Cuantos). Si se considera que el tiraje de cada edición de Pensativa es de cinco

35
La primera edición de 1937, realizada por Imprenta Mundial, tuvo un tiraje de mil ejemplares. En 1941,
Compañía General Editora se encargó de la segunda edición con igual número de ejemplares que la primera.
Fue hasta 1974 cuando el Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco, se encargó de la tercera edición
de Los cristeros, esta vez de tres mil ejemplares. En 1982, Premiá Editora, con el número diecinueve, de su
Colección La Matraca y en coordinación con Publicaciones y Bibliotecas Cultura SEP, se encargó de la
cuarta edición con cuatro mil ejemplares de la obra. En 1985, PROMEXA, en la ciudad de México y como
parte de la Gran Colección de la Literatura Mexicana tiró 40,000 ejemplares.
36
Jesús Goytortúa Santos, Pensativa, México, Porrúa, 1945.

25
mil ejemplares aproximadamente, se puede inferir que se han puesto a la venta

unos 125,000 ejemplares de la novela de Goytortúa.37

De acuerdo con Antonio Avitia, Pensativa debe su éxito editorial a que en

una buena cantidad de colegios confesionales católicos femeninos, la novela de

Goytortúa Santos constituye un texto de lectura obligado para las jóvenes

estudiantes y su personaje principal se pone como ejemplo a seguir en lo que a

conducta, moral y práctica religiosa se refiere. Por lo tanto, a partir del análisis

cuantitativo de los tirajes de las novelas cristeras se corrobora lo planteado por

Avitia en el sentido de que “la calidad literaria no guarda relación alguna con el

tiraje de la narrativa”. De este modo, Rescoldo, la novela con mayor cantidad de

reconocimientos por parte de la crítica literaria por su calidad, así como por fuerza

narrativa y, de acuerdo con Juan Rulfo, “el único libro, obra novelesca y obra

histórica, escrito por los cristeros”, en la que su autor, Antonio Estrada, relata las

experiencias de su padre, el coronel Florencio Estrada en Durango durante la

Segunda Cristiada, tuvo un tiraje casi catorce veces menor que Pensativa.

Si bien los personajes de las novelas cristeras son ficticios, en algunas de

ellas, como en el caso de Héctor y La Virgen de los cristeros, podemos encontrar

hechos históricos que fueron muy conocidos en la época, como el asalto cristero al

tren de Guadalajara, el 19 de abril de 1927 por el sacerdote y general Reyes Vega

a quien sus espías le habían comunicado que éste transportaría municiones y

120,000 pesos del Banco de México. Este hecho fue ampliamente difundido por la

prensa a favor del gobierno para mostrar la barbarie de los cristeros.

37
Antonio Avitia, La narrativa de las Cristiadas. Novela, cuento, teatro, cine y corrido de las rebeliones
cristeras, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2006, p. 385.

26
Es interesante mencionar algunos aspectos de los lugares en los que las

anteriores novelas fueron editadas y establecer algunas hipótesis sobre los

motivos de tales decisiones. En primer lugar, hemos visto que en la edición de

Héctor de 1953, aparece información de la editorial que menciona que, aunque la

novela aparecida en 1930 consigna a la ciudad de Marpha Texas como su lugar

de edición, en realidad apareció por primera vez en la ciudad de México. Lo

anterior pudo obedecer a que, habiendo sido el autor del texto un sacerdote,

resultaba muy peligroso para la Iglesia católica que se publicara en nuestro país

dado que el recuerdo de la guerra aún estaba fresco y podría verse alterado el

nuevo modus vivendi resultado de los Arreglos de 1929.

El caso de La virgen de los cristeros, escrita por Fernando Robles, refleja

mejor la situación de tener que publicar una novela en el exilio por causas de la

persecución religiosa que siguió existiendo en el país al término del conflicto

armado. Específicamente, dicha novela fue publicada en México hasta 25 años

después de haber sido editada en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Las novelas restantes, Los cristeros: la guerra santa en los Altos y

Pensativa, aparecen editadas en la ciudad de México, lo que a la vez sugiere un

par de hipótesis para explicar dichas publicaciones. Para el caso de Los cristeros:

la guerra santa en los Altos, debemos tener en consideración que su autor, José

Guadalupe de Anda, había sido desde 1930 senador por el estado de Jalisco y

que, durante el periodo presidencial del presidente Cárdenas (1934-1940), ocupó

el puesto de oficial mayor en la Contaduría Mayor de Hacienda, con lo que pudo

27
ser más sencillo publicar su novela en la capital gracias al apoyo con el que

contaba en ese entonces.38

Una situación similar sucedió con Pensativa de Jesús Goytortúa Santos,

quien se estableció junto con su familia en la ciudad de México desde 1923 y optó

por tomar cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, lo que lo llevó a

laborar en el departamento jurídico de la Secretaría de Agricultura y Fomento en

donde fundó y dirigió el periódico bimestral Los Demócratas.39 Esto sin duda lo

hizo entablar relaciones con las casas editoriales de la capital, especialmente con

Porrúa, en donde publicó su novela. Respecto al premio “Lanz Durét” con que el

periódico El Universal galardonó a la novela de Goytortúa, podemos decir que esto

reflejó una apertura de la prensa escrita hacia el tema de la Guerra Cristera así

como el principio de la desaparición de la censura que el gobierno federal impuso

sobre el tema.

En consecuencia, considero que existen dos puntos importantes a destacar.

El primero de ellos es que una de las principales contribuciones de estas novelas

a la historiografía de la Guerra Cristera es la información que sobre las Brigadas

Femeninas proporcionaron los autores. Particularmente, Jorge Gram, Fernando

Robles y José Guadalupe de Anda, al haber sido contemporáneos del conflicto,

tuvieron un mayor conocimiento de las actividades de las brigadistas, por lo que

en sus novelas quedó impresa la labor tan importante en el abastecimiento de

municiones que las Brigadas Femeninas desempeñaron en el movimiento cristero.

El segundo punto consiste en que las novelas bien pudieron ser el punto de

38
Antonio Avitia, La narrativa de las Cristiadas. Novela, cuento, teatro, cine y corrido de las rebeliones
cristeras, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2006, p. 336
39
Ibid., p. 386.

28
partida para los estudios académicos sobre la participación femenina en la Guerra

Cristera ya que, como mencioné anteriormente, éstas fueron la primera fuente de

información que hizo referencia a la labor de las brigadistas. De la misma forma,

en las novelas cristeras encontramos como común denominador el relato de la

persecución religiosa que se tradujo en la realización de misas clandestinas en

espacios rurales y urbanos, así como en la cacería de sacerdotes católicos.

4. Testimonios

Un testimonio es una declaración hecha por una persona sobre lo que ha

visto o escuchado. En este sentido, los testimonios en el estudio de la

participación femenina en la Guerra Cristera resultan de gran importancia para

recabar mayor información sobre las distintas organizaciones involucradas en la

guerra (la Liga Nacional Defensora de la Libertad Relgiosa, la Unión de Damas

Católicas, las Brigadas Femeninas), pero también para conocer las acciones que

las mujeres que no militaban al interior de estas agrupaciones realizaron en apoyo

a los cristeros.

Para el caso de este trabajo, tanto los testimonios orales producto de

entrevistas como los testimonios escritos constituyen una fuente primaria para el

estudio de este tema al permitirnos reconstruir la rebelión cristera desde otro

enfoque, esto es, desde la perspectiva de los personajes históricos.

En este apartado destaco lo publicado en el periódico cristero David.

Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe. Veteranos

de la Guardia Nacional (cristeros); la novela testimonial que escribió Luis Sandoval

Godoy en donde relata las andanzas de la jefa cristera zacatecana Jovita

29
Valdovinos; las entrevistas a cinco mujeres protagonistas durante el conflicto que

aparecen en el libro de Agustín Vaca y los relatos que recopiló Lourdes Vázquez

Parada de hombres y mujeres que se vieron implicados directa o indirectamente

en la Guerra Cristera.

El periódico David, publicado entre 1952 y 1968 en la ciudad de México por

iniciativa y cuidado de Aurelio Acevedo, ex jefe cristero que tuvo a su cargo la

comandancia del regimiento Valparaíso en Zacatecas, reúne en los ochos tomos

de que consta los escritos testimoniales de numerosas personas que tuvieron una

participación directa durante los acontecimientos que se desarrollaron a lo largo de

los tres años que duró la guerra en el país (1926-1929).

Con esta publicación, los cristeros sobrevivientes buscaron conservar en la

memoria histórica su participación en la rebelión armada y “dar a conocer la vida,

hechos y muertes ejemplares de quienes lo ofrecieron todo y todo lo sacrificaron

en aras de ese ideal bendito […] para que su nombre no caiga, como muchos

pretenden, en el olvido y el silencio”.40

David publicó numerosos relatos de excombatientes (varones) que

destacaron sus actividades en la guerra. Por el contrario, muy pocos relatos de

mujeres fueron incluidos en la publicación. Los casos más característicos que

retoman la participación femenina son los relatos del propio Aurelio Acevedo y el

presbítero José Adolfo Arroyo que se refieren a María Natividad González “Tiva” y

María del Carmen Robles, quienes ofrecieron su hogar como un lugar alternativo

40
“Presentándonos” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe.
Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 1, agosto de 1952, p.1.

30
para continuar con el culto católico41, además de que “Tiva” fungió como “tesorera
42
de muchos jefes cuyos fondos guardaba en su casa y bajo su cuidado”. Del

mismo modo, se hace mención al caso de Petra Cabral, que sin formar parte de

las Brigadas Femeninas, “se lanzaba por su cuenta por los cartuchos que sus

escasos recursos pudieran pagar” 43

Asimismo, se encuentra información con relación a la formación de la

brigada “María de los Ángeles Gutierrez” en el estado de Colima44 y sobre sus

fundadoras, Sara Flores Arias, jefe de las Brigadas Femeninas de Occidente,

Faustina Almeida, capitán segundo de la agrupación en Jalisco y la misma María

de los Ángeles Guitierrez, teniente de la organización. En el artículo aparecen los

nombres del resto de sus integrantes junto con sus rangos militares. 45

De igual manera, el testimonio escrito por María Luquín, brigadista tapatía,

en donde refiere que fue aprehendida el 5 de diciembre de 1928 en la ciudad de

Cocula “acusada de entregar armas y municiones al teniente coronel cristero


46
Jesús González” , resulta importante dado que señala que el ejército federal

41
“Vidas ejemplares” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe.
Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 2, septiembre 22 de 1952, pp. 24-25.
42
“Voto de admiración, gratitud y cariño” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa
María de Guadalupe. Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 3, octubre de
1952, pp. 37-38.
43
“Doña Petra” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe. Veteranos
de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 23, junio 22 de 1954, s/p.
44
La Brigada adoptó el nombre de María de los Ángeles Gutierrez, quien falleció a causa de la explosión
accidental de una bomba que estaba preparando en el campamento cristero.
45
“La mujer en la lucha cristera” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de
Guadalupe. Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 15, octubre 22 de 1953,
pp. 233-236.
46
“Doña Petra Cabral y sus hijos” en David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de
Guadalupe. Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época, núm. 48, julio 22 de 1956. pp.
3 dx87-388.

31
sabía de la existencia de las Brigadas Femeninas mucho tiempo antes del término

de la guerra (1929).

Hay que tener en mente que los anteriores testimonios de la participación

femenina en la guerra son los más extensos (ocupando dos páginas en promedio)

publicados a lo largo de los 165 números de que consta David. Otra cantidad de

mujeres sólo se encuentran entre las esquelas mortuorias aparecidas en dicha

publicación sin que se conozca ninguna otra información.47

El segundo texto al que haré referencia es la novela de Luis Sandoval

Godoy publicada en 1990, La sangre llegó hasta el río, en donde el autor recoge el

testimonio de la joven Jovita Valdovinos, hija del combatiente cristero José

Valdovinos que peleó en el estado de Zacatecas. El texto destaca la lucha de la

protagonista, no por defender sus ideales religiosos o la libertad de ejercer el culto

católico, sino por la inconformidad e impotencia que experimentaron los cristeros

al no ver respetados los acuerdos por los que el gobierno les había otorgado el

indulto una vez terminada la rebelión.

La primera edición esta novela, se puso a la venta en la ciudad de

Guadalajara, Jalisco, en el año de 1990, y la segunda, realizada por la Secretaría

de Cultura de Jalisco, fue hecha en 1999 en la Colección Hojas Literarias. Un

cálculo realizado por Antonio Avitia arroja datos de donde se desprende que del

par de ediciones de la novela de Sandoval Godoy, se llegó a los seis mil

ejemplares.

El trabajo que considero refleja de una manera más clara la importancia de

los testimonios en el sentido de que éstos representan una contribución a la

47
Agustín Vaca, Los silencios de la historia: las cristeras, Zapopan, El Colegio de Jalisco, 2001, pp. 56-58.

32
historiografía de la Guerra Cristera, es el texto de Agustín Vaca, Los silencios de

la historia: las cristeras. En el texto se utilizan cinco entrevistas a las que me

referiré brevemente por el hecho de que en ellas se encuentra una importante

cantidad de información sobre la participación femenina durante la Guerra

Cristera. Cabe señalar que las primeras cuatro fueron conducidas por el autor,

mientras que el testimonio de Dolores Ortega de Díez de Sollano fue recopilado

por Jesús Gómez Fregoso.

Margarita Gómez González entró en contacto a los 18 años de edad con la

Unión de Damas Católicas Mexicanas, para más tarde pasar a la clandestinidad

como miembro de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco, en donde su

misión consistió en transportar armas para los cristeros. Casi simultáneamente

comenzó a realizar transacciones comerciales al menudeo por su cuenta,

situación que aunada a sus actividades a favor de la rebelión católica, la llevaron a

establecerse en Ameca, municipio de Jalisco.

Otra brigadista fue María Antonia Castillo de la Cueva, quien después de

que terminó su preparación como maestra normalista en la Escuela Normal de

Profesoras (institución dependiente del Gobierno del Estado), se unió a las

Brigadas Femeninas, desarrollando sus actividades clandestinas bajo el nombre

de Irene y con el grado de coronela.

De igual forma, Marina García de Alba de la Cueva participó activamente en

esta organización. Su testimonio brindó información importante acerca del proceso

por el cual la Jefatura de las Brigadas Femeninas fue trasladada de Guadalajara al

Distrito Federal.

33
A diferencia de las anteriores, María de Socorro Heredia y Aceves no militó

activamente dentro de las Brigadas Femeninas, sino que su participación en el

movimiento fue al lado de las Damas Católicas y en la asistencia a los cristeros.

Dolores Ortega de Díez de Sollano formó parte desde muy joven de la Liga

Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) para después unirse a las

Brigadas. Una vez terminada la guerra y al ser subordinadas las Brigadas

Femeninas a la Acción Católica Mexicana, impartió clases a obreras y obreros a

través del Secretariado Social Mexicano (SSM) y colaboró en la publicación

Cultura Femenina.

Por último, el trabajo de Lourdes Celina Vázquez Parada, Protagonistas y

testigos de la Guerra Cristera, recopiló los testimonios de veintiocho personajes

(hombres y mujeres) que vivieron el conflicto, entre los que sobresalen los de

Doña Mundita, María del Refugio Espíritu, Rosa Hernández, Hildelissa Santa Cruz,

Refugio Vargas Isabeles, María Santos de la Cruz, Martina Mata y Carmen

Cantoral Aguilar. Estos testimonios reflejan la visión de la guerra desde la

adolescencia (las mujeres anteriormente mencionadas tenían un promedio de 12

años al estallar el conflicto).

Con base en lo anteriormente expuesto, considero que los testimonios no

podían haber quedado fuera de este trabajo, ya que resultan ser una fuente

indispensable para el estudio de la participación femenina en la Guerra Cristera

dada la escasa documentación con la que se cuenta. Asimismo, a partir de tales

testimonios se enriquece la interpretación que se tiene del conflicto y de sus

personajes dado que, como señala Plumier, “lo que importa en la investigación

basada en las historias personales es la transmisión de un punto de vista subjetivo

34
lo más detallado posible […], la historia personal revela, como ninguna otra cosa

puede hacerlo, el reino de lo subjetivo”48

48
Ken Plumier, Los documentos personales. Introducción a los problemas y la bibliografía del método
humanista, Madrid, Siglo XXI, 1989, p.17.

35
5. Conclusiones

En este trabajo me concentré en la participación política de las mujeres

católicas en la Guerra Cristera, ya que los estudios académicos sobre el tema han

ido evolucionando hasta el punto en que actualmente no se puede explicar el

conflicto armado sin la contribución femenina.

De esta manera, encontramos que a partir de la aparición del trabajo de

Alicia Olivera Sedano en 1966, en donde se menciona brevemente la colaboración

de Unión de Damas Católicas Mexicanas, han sido publicados otros estudios que

analizan la contribución de las mujeres católicas dentro de la complejidad de la

Guerra Cristera.

La Cristiada de Jean Meyer marcó el surgimiento del interés por analizar y

explicar las aportaciones del género femenino en el conflicto armado, así como las

relaciones que tuvieron fuera de la esfera privada. En otras palabras, el trabajo de

Meyer fue el pionero en destacar a la mujer católica como un agente significativo

durante la guerra, independiente del hombre y capaz de transformar el curso de

las hostilidades.

La evolución de los estudios académicos que mencioné con antelación se

refleja en la metodología y en los enfoques empleados por trabajos posteriores al

estudio de Meyer. Recordemos que el archivo de la organización católica

femenina más importante que apareció durante la guerra -las Brigadas Femeninas

de Santa Juana de Arco- fue incinerado, por lo que los académicos se vieron en la

necesidad de recurrir a otras fuentes de información.

36
La tesis de Barbara Miller, primer trabajo dedicado específicamente a

analizar el papel de la mujer durante la Guerra Cristera y de donde se desprendió

al artículo analizado en este trabajo, representa el primer esfuerzo académico por

explicar el conflicto armado a través de la óptica de lo femenino, es decir, dejando

de lado la interpretación tradicional que le atribuye al hombre el rol fundamental en

la revuelta. Debo mencionar que una limitación importante de este trabajo fue el

no haber tenido acceso a dicha tesis en México.

Si bien los anteriores autores emplearon el recurso de la entrevista para la

elaboración de sus estudios, quien lo empleó a profundidad fue Agustín Vaca con

lo que han surgido nuevas interpretaciones sobre el funcionamiento de las

Brigadas Femeninas y el carácter de clandestinidad que tuvieron a lo largo del

conflicto.

Por otro lado, es de destacar la importancia que las novelas y los

testimonios sobre la Guerra Cristera tienen por dos aspectos fundamentales. En

primer término, su valor radica en la falta de fuentes sobre las Brigadas

Femeninas y en el hecho de que los estudios académicos que se ocuparon de

ellas surgieron hasta la década de los setenta. En segundo lugar, porque es a

través de ellas que podemos conocer la interpretación que tuvo un determinado

autor sobre la guerra.

En cuanto a posibles líneas subsecuentes de investigación, considero

importante estudiar los vínculos que tuvieron las Brigadas Femeninas con y desde

la ciudad de México (recordemos que la jefatura general de la agrupación, al

mando de María Goyaz, fue trasladada a la capital).

37
A partir de esta bibliografía comentada se puede constatar que la

historiografía sobre las mujeres católicas que participaron en la Guerra Cristera se

ha ido incrementando paulatinamente, poniendo de relieve el importante papel que

las mujeres desempeñaron como sujetos activos y determinantes tanto en la

esfera política como en la militar.

38
6. Bibliografía citada en la introducción

Anda, José Guadalupe de, Los cristeros. La guerra santa en los Altos, México,
Imprenta Mundial, 1937.

Aspe Armella, María Guadalupe, La formación social y política de los católicos


mexicanos, Universidad Iberoamericana/Instituto Mexicano de Doctrina Social
Cristiana, México, 2008.

Aub, Max, Guía de narradores de la Revolución Mexicana, México, Fondo de


Cultura Económica-Secretaría de Educación Pública, 1985.

Avitia Hernández, Antonio, El caudillo sagrado, México, Impresos Castellanos,


2000.

La narrativa de las Cristiadas. Novela, cuento, teatro, cine y corrido de las


----
rebeliones cristeras, México, Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa,
2006 (tesis de doctorado).

Beneria, Lourdes, Roldán Marta, The crossroads of Class and Gender, Chicago,
University of Chicago Press, 1987.

Boylan, Kristina, Mexican Catholic Women’s Activism, 1929-1940, Oxford,


University of Oxford, 2000, 410 pp. (tesis de doctorado).

--- “Gendering the Faith and Altering the Nation. Mexican Catholic Women’s
Activism, 1917-1940” en Jocelyn Olcott, Mary Kay Vaughan, Gabriela Cano (eds.),
Sex in Revolution. Gender, Politics, and Power in Modern Mexico, Londres, Duke
University Press, 2006,

Cano, Gabriela, “Las mujeres en el México del siglo XX. Una cronología mínima”
en Marta Lamas [coord.], Miradas feministas sobre las mexicanas del siglo XX,
México, Fondo de Cultura Económica/Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, 2007.

Conway, Jill, Bourque, Susan, Scott, Joan, “El concepto de género” en Marysa
Navarro, Catherine Stimpson [comps.], ¿Qué son los estudios de las mujeres?,
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1998.

David. Órgano oficial de la Legión de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe.


Veteranos de la Guardia Nacional (cristeros), México, 2ª. Época.

González, Fernando M., Matar y morir por Cristo rey. Aspectos de la Cristiada,
Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México /
Plaza y Valdés, México, 2001.

39
Goytortúa Santos, Jesús, Pensativa, México, Porrúa, 1945.

Gram, Jorge, Héctor, México, Jus, 1953.

González Navarro, Moisés, Cristeros y agraristas en Jalisco, 5 vols., México, El


Colegio de México, 2000.

Meyer, Jean, La Cristiada, 3 vols., México, Siglo XXI Editores, 1973.

--- La Cristiada en Colima, Colima, Instituto Colimense de Cultura / Universidad de


Colima / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1993.

--- La Cristiada, México, Fondo de Cultura Económica, 2007.

Meyer, Jean, Doñán, Juan José, Antología del cuento cristero, Guadalajara,
Secretaría de Cultura de Jalisco, 1993.

Miller, Barbara, “The Role of Women in the Mexican Cristero Rebellion: Las
Señoras y las Religiosas” en The Americas, vol. 40, núm. 3, enero, 1984. pp. 303-
323.

Olivera Sedano, Alicia, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus
antecedentes y consecuencias, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1966.

Plumier, Ken, Los documentos personales. Introducción a los problemas y la


bibliografía del método humanista, Madrid, Siglo XXI, 1989, p.17.

Puente Lutteroth, María Alicia, Movimiento cristero: afirmación y ruptura de


identidades. Un acercamiento panorámico al conflicto socio-religioso en México de
1926-1939, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en
Antropología Social, 1993 (tesis de doctorado).

Rius Facius, Antonio, Méjico cristero, México, Patria, 1960

Robles, Fernando, La virgen de los cristeros, Buenos Aires, Claridad, 1934.

Spectator, Los cristeros del volcán de Colima, vol. 1, México, Jus, 1961.

Tena Ramírez, Felipe, Leyes fundamentales de México, 1808-2002, México,


Porrúa, 2000.

Vaca, Agustín, Los silencios de la historia: las cristeras, Zapopan, El Colegio de


Jalisco, 2001.

40
Bibliografía comentada

Acevedo de la Llata, Concepción, Yo, la madre Conchita, México, Grijalbo,


1997, 201 pp.

Relato autobiográfico de la vida de Concepción Acevedo de la Llata,


conocida como la madre Conchita, inculpada junto con José de León Toral en el
asesinato del presidente electo Álvaro Obregón en 1928.
Se narran eventos que van desde su ingreso a la Comunidad de
Capuchinas en Querétaro en 1911 hasta su traslado a la ciudad de México en
donde ocupó el cargo de Superiora.
Después de haber sido cometido el atentado y no obstante la declaración
del asesino en la que afirmó haber actuado solo, la madre Conchita es
aprehendida y enjuiciada junto con José de León Toral.
La monja relata los días que duró el juicio en donde destaca un intento de
linchamiento por parte del público hacia ellos. También señala que el jurado que
tomó parte en el proceso estuvo formado por treinta hombres de distintas clases
sociales y profesiones.
A pesar de sostener su inocencia, se le dictó una sentencia de 20 años de
prisión, con lo que dio inicio un recorrido por la cárcel de Belén, las Islas Marías, el
hospital Juárez y la Penitenciaría de Lecumberri.
El relato concluye el 9 de diciembre de 1940, fecha en la que por orden del
presidente Manuel Ávila Camacho fue liberada.

Anda, José Guadalupe de, Los cristeros. La guerra santa en los Altos,
México, Imprenta Mundial, 1937, 234 pp.

Novela de ficción que describe las acciones de guerra del coronel Policarpo
Bermúdez, joven tapatío que se alistó en el ejército cristero. Se narran las tomas
de San Miguel y San Juan, la batalla de Cerro Gordo, la masacre de Palo Alto y el
asalto al tren que pasa por Jalisco.
En el capítulo dedicado a las Brigadas Femeninas Juana de Arco, tres
mujeres llegan al campamento del coronel Bermúdez con sus chalecos de lona
repletos de municiones. Una de ellas es Marta Torres, de quien el autor dice que
es la generala en jefe de las Brigadas Femeninas y que probablemente se trata de
un personaje ficticio. Al ser descubierta por los federales, es llevada presa a las
Islas Marías.

41
Arrom, Silvia Marina, “Las señoras de la caridad: pioneras olvidadas de la
asistencia social en México, 1863-1910” en Historia Mexicana, vol. 62, núm.
2, octubre-diciembre 2007, pp. 445-490.

Artículo que analiza a la Asociación de Señoras de la Caridad de San


Vicente de Paul, organización de mujeres laicas fundada en la ciudad de México
en 1863 dedicada a realizar obras de carácter altruista y de apoyo espiritual, al
establecimiento de escuelas, hospitales y otras instituciones de bienestar.
Con este trabajo se intenta reflejar la feminización de la caridad durante el
siglo XIX, ya que a comparación de las conferencias masculinas de San Vicente
de San Paul, la organización femenina contó entre sus filas con una gran cantidad
de miembros, lo que representó un paso hacia la modernización de los servicios
de asistencia.
El texto incluye tablas que proporcionan cifras sobre sus integrantes, el
número de socias activas por estados de la república, así como de las obras
caritativas que realizaron desde su fundación hasta que estalló el conflicto
revolucionario.
La autora consultó los documentos y las memorias sobre la Asociación de
las señoras de la caridad de San Vicente de San Paul y de la Sociedad de San
Vicente San Paul, así como artículos especializados.

Aspe Armella, María Guadalupe, La formación social y política de los


católicos mexicanos, México, Universidad Iberoamericana/Instituto Mexicano
de Doctrina Social Cristiana, 2008, 415 pp.

Se trata de un libro en el que a lo largo de siete capítulos se resalta la


importancia de la participación política y militancia de los católicos mexicanos en el
periodo 1929-1958.
Se discute el papel que jugaron tanto los laicos como los religiosos dentro
de la estructura de la Acción Católica Mexicana, así como los estatutos y objetivos
de esta agrupación.
Se analizan las organizaciones fundamentales que la constituyeron: la
Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), la Unión de Católicos
Mexicanos (UCM), la Juventud Católica Femenina Mexicana (JCFM) y la Unión
Femenina Católica Mexicana (UFCM), las características de su apostolado, su
posición ante la problemática educativa, la difusión de sus ideas religiosas y su
posición ante la política.
La autora consultó el Archivo de la Acción Católica Mexicana, el Archivo de
la presidencia de la Junta Central de Acción Católica Mexicana, el Archivo de la
Juventud Católica Femenina Mexicana; las publicaciones periódicas Christus,
Cultura Cristiana, la Gaceta Oficial del Arzobispado de México y el Boletín de la
Presidencia de la Junta Central de la Acción Católica Mexicana.

42
Avitia Hernández, Antonio, El caudillo sagrado, México, Impresos
Castellanos, 2000, 299 pp.

Estudio sobre el movimiento cristero en el estado de Durango. Se analizan


los antecedentes de las relaciones entre la Iglesia, el Estado y los indígenas desde
la época colonial, la primer rebelión cristera que terminó cuando la paz fue firmada
(1929) y el surgimiento y desarrollo de la segunda rebelión cristera en el estado de
Durango (1934-1941).
El autor brinda información acerca de la organización de las Brigadas
Femeninas Santa Juana de Arco y sobre sus métodos de acción. Desde la ciudad
de Durango aprovisionaban a Huejuquilla el Alto, Jalisco, en donde operaba uno
de sus principales contactos, María Natividad González, alias la Generala. Según
el autor, González fue la fuente de inspiración del personaje principal de la novela
Pensativa de Jesús Goytortúa.
Entre las fuentes primarias empleadas por el autor destacan el Archivo
General de la Nación, Ramo Presidentes, el Archivo personal de Antonio Estrada
Muñoz, la Colección Antonio Rius Facius del Centro de Estudios de Historia de
México y la entrevista a María Teresa Sánchez Nájera, exmiembro de las Brigadas
Femeninas Santa Juana de Arco, realizada en la ciudad de Durango en 1987.

Avitia Hernández, Antonio, La narrativa de las cristiadas. Novela, cuento,


teatro, cine y corrido de las rebeliones cristeras, México, Universidad
Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 2006, 879 pp.

Trabajo cuyos objetivos principales se centran en el recuento y situación del


corpus de obras narrativas sobre la Guerra Cristera así como el de la ubicación de
los autores con sus relatos.
En el apartado dedicado al análisis de los personajes de la guerra destacan
las menciones a las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco y a las mujeres
que no militaron activamente dentro de éstas y que se dedicaron a labores de
asistencia o de propaganda a favor del movimiento.
Asimismo, se hace un análisis de las obras de los autores y se reseñan las
novelas tanto de la primera rebelión cristera (1926-1929) como de la segunda
(1934-1941), dividiéndolas en tres grupos de acuerdo a su carga ideológica:
cristera, anticristera y neutral.

43
Boylan, Kristina, Mexican Catholic Women’s Activism, 1929-1940, Oxford,
University of Oxford, 2000, 410 pp. (tesis de doctorado).

Trabajo cuya tesis principal consiste en mostrar al activismo católico


femenino como un pilar para la preservación y el crecimiento de la Iglesia en
México durante la década de 1940.
Dividido en cuatro capítulos, en el trabajo se señalan los orígenes de la
Acción Católica Mexicana (ACM) y los comienzos de las movilizaciones
femeninas; el surgimiento y desarrollo de las Brigadas Femeninas Santa Juana de
Arco en Jalisco y de la Unión Femenina Católica Mexicana (UFCM), así como su
labor dentro de la Arquidiócesis de Guadalajara.
Entre las fuentes consultadas se encuentran el Archivo Histórico del
Arzobispado Mexicano, el Archivo de la Unión Femenina Católica Mexicana, el
Archivo del Secretariado Social Mexicano; las publicaciones periódicas Acción
Femenina, Christus, David y el Informador de las Brigadas Femeninas de Santa
Juana de Arco; la entrevista realizada por la autora a Jesús Flores Goyaz, hijo de
la generala en jefe de las Brigadas Femeninas en Jalisco el 28 de abril de 1997.

Boylan, Kristina, “Gendering the Faith and Altering the Nation. Mexican
Catholic Women’s Activism, 1917-1940” en Jocelyn Olcott, Mary Kay
Vaughan, Gabriela Cano (eds.), Sex in Revolution. Gender, Politics, and
Power in Modern Mexico, Londres, Duke University Press, 2006, p. 199-222.

Artículo en el que se argumenta la importancia del activismo femenino


dentro y fuera del proyecto de la Acción Católica Mexicana (ACM) durante la
primera mitad del siglo XX y el desarrollo de otras organizaciones.
Se explica el origen de la Unión de Damas Católicas Mexicanas y las
actividades que se realizaban al interior de esta asociación, ya fuera en apoyo a la
Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) o como ayuda en cuestiones
públicas (administrando centros recreativos, fundando sindicatos o bibliotecas).
Asimismo, destaca su confrontación con el Estado por atacar el derecho a ejercer
su culto y por fomentar la educación laica.
Las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco se analizan desde la
composición social de sus miembros hasta la organización de carácter militar que
les permitió traficar con armas y municiones para el abastecimiento del ejército
cristero.
Respecto al sinarquismo, se explican de igual manera las actividades que
las mujeres desempeñaron a partir de la fundación de la Sección Femenina de la
Unión Nacional Sinarquista, mismas que se centraron principalmente en la
educación de los niños y de la mujer adulta.
La autora consultó el Archivo Histórico de la Unión Femenina Católica
Mexicana, el Archivo Histórico del Arzobispado Mexicano y el Centro Internacional
de Documentación (Cuernavaca). También condujo una entrevista a Jesús Flores
Goyaz, hijo de la generala en jefe de las Brigadas Femeninas, realizada en
Guadalajara, Jalisco el 28 de abril de 1997.

44
Curley, Robert E., "Género y política en la acción social católica, 1900-1914"
en La ventana. Revista de estudios de género, vol. 4, pp. 76-90.

El artículo se analiza la participación de las mujeres católicas como parte de


la Acción Católica Mexicana en el ámbito de la política nacional y discute la
importancia del catolicismo social, visión constituida a través de distintas
organizaciones para oponerse a las tendencias secularizadoras de la sociedad
impulsadas por las reformas liberales del siglo XIX.
Describe las actividades que realizaban las Damas Católicas que incluían
desde la promoción y desarrollo de actividades caritativas, hasta el
establecimiento de talleres en donde las mujeres de clase media y baja pudieran
aprender oficios y, con ello, evitar que las jóvenes se dedicaran a actividades que
se consideraban inmorales en la época (asistir a bailes, vestir ropa provocativa,
entre otras).
Se mencionan los congresos nacionales que clérigos y laicos organizaron
durante las primeras décadas del siglo XX para debatir lo que llamaban “la
cuestión social”, en donde entre otros temas analizaban las condiciones de los
indígenas, la tenencia de la tierra, la huelga como mecanismo de lucha obrera, el
alcoholismo y el analfabetismo, entre otros.
En el artículo se utilizaron las Encíclicas de Pió IX (Syllabus) y de León XIII,
entre la que destaca la Rerum Novarum de 1891; la Biblioteca del Instituto Libre
de Filosofía (BILF), así como el Reglamento de la Asociación de Damas Católicas
de Guadalajara.

Dulles, John W.F., Ayer en México. Una crónica de la Revolución (1919-1936),


México, Fondo de Cultura Económica, 1961, 711 pp.

Texto dedicado principalmente a analizar el ascenso del grupo sonorense al


poder (Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles), las
características y vicisitudes durante sus gobiernos y las causas que los llevaron a
su fin.
En los capítulos “El asesinato del General Obregón” y “Una investigación y
algunas acusaciones”, el autor realiza una breve descripción sobre la planeación
de los atentados de abril y julio de 1928 en contra del caudillo sonorense, así
como de los procesos judiciales que se llevaron en contra de María Concepción
Acevedo de la Llata (la madre Conchita) y José de León Toral, por estos mismos
hechos
Se menciona la gran influencia que ejercía la religiosa sobre los jóvenes, en
particular de quienes era guía espiritual, así como de algunos de sus seguidores
entre quienes se encontraban las hermanas Leonor y Margarita Rubio (ella le
presentó a José de León toral en marzo de 1928), Carlos Castro Balda (con quien
contraería nupcias años después), María Elena Manzano y Carlos Díaz de
Sollano, pariente de la madre Conchita.
El autor consultó el texto taquigráfico en dos volúmenes del juicio del
homicidio, El juicio de Toral y la madre Conchita, así como de los textos de María
Elena Sodi de Pallares, Los cristeros y José de León Toral y de Hernán Robleto,
Obregón, Toral y la madre Conchita.

45
Estrada, Antonio, Rescoldo: los últimos cristeros, México, Jus, 1961, 233 pp.

Relato histórico del hijo del coronel cristero Florencio Estrada durante la
llamada Segunda Cristiada en el estado de Durango (1934-1941). La Segunda
Cristiada se desarrolló en la región del Mezquital, en el estado de Durango y en
focos aislados de Zacatecas y Jalisco (a diferencia de la primera rebelión cristera
de 1926, que estalló en varios estados del país).
A pesar de ser considerada como una novela, tanto los personajes, hechos
y lugares de los que se hacen mención no son ficticios. Se describen las
experiencias de Antonio Estrada y su familia en la Sierra del Mezquital mientras su
padre se encontraba luchando en contra de las fuerzas federales y de sus
cuñados, los Muñoz, caciques de Huazamota.
En el relato se destaca la reorganización de las veteranas de las Brigadas
Femeninas Santa Juana de Arco, que siguieron teniendo una participación
destacada en el aprovisionamiento de municiones para el Ejército Libertador
Cristero del Estado de Durango (ELCED).
Dentro de el grupo de 50 mujeres mencionadas, destacan la generala
Pacha Arroyo, Cándida Jaime, Pilarcita Cores, Remigia Celis (alias Nichita, quien
envenenó a 13 soldados federales) y Lucila Sandoval.
En la parte final de la novela se menciona a la coronela Josefina Pérez,
quien después de la guerra radicó en la ciudad de México, siendo apresada y
puesta en libertad 15 días después por falta de pruebas.

González, Fernando M., Matar y morir por Cristo rey. Aspectos de la


Cristiada, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Plaza y Valdés,
2001, 347 pp.

Texto en el que se explican los conflictos que se presentaron entre las


organizaciones que apoyaron al movimiento cristero: la Unión de Católicos
Mexicanos (U), las Brigadas Femeninas Santa Juana de Arco (BF), la Unión
Popular (UP) y la Liga Nacional de la Defensa Religiosa (LNDR), así como la
actuación del arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez durante la
rebelión armada.
Se analiza la historia de la fundación de las Brigadas Femeninas en
Zapopan, sus conflictos con la U y la LNDR, su relación con Monseñor Orozco y
Jiménez (arzobispo de Guadalajara) y su desaparición después de la firma de los
Arreglos entre la Iglesia y el Estado en 1929.
Dentro de la Unión de Católicos Mexicanos, se menciona a la madre
Conchita quien para el autor fue una presencia importante para la planeación de
los atentados que sufrió el general Álvaro Obregón.
Fue consultado el Archivo de la Catedral de Guadalajara, el Archivo de
Luis Sandoval Godoy, el Archivo de Luis Palomar y Vizcarra (hoy en el CESU);
fuentes secundarias entre las que destacan las obra des Bartolomé Ontiveros (Los
cristeros, 1930) y de Jean Meyer (La Cristiada, 1974), así como las entrevistas
realizadas por el autor a los doctores José G. Gutiérrez y Bernardo López Capilla
el 7 de agosto de 1986, ambas en Guadalajara Jalisco.

46
González Navarro, Moisés, Cristeros y agraristas en Jalisco, 5 vols., México,
El Colegio de México, 2000.

Se trata de cinco tomos ampliamente documentados sobre las relaciones


que mantuvieron los miembros del ejército cristero y los llamados agraristas, que
bajo la promesa de recibir tierras, lucharon bajo el mando del gobierno federal.
La escasa información que se encuentra sobre las Brigadas Femeninas,
gira en torno a sus funciones de carácter laico (catequización, enseñanza, entre
otras) una vez que fueron firmados los Arreglos de 1929, es decir, cuando dejaron
de tener ligas o compromisos con alguna corporación o partido.
El autor consultó documentos del Archivo Histórico del Arzobispado de
México.

Goytortúa Santos, Jesús, Pensativa, México, Porrúa, 1945, 149 pp.

Los sucesos de esta novela, en la que los personajes y lugares


mencionados son ficticios, se desarrollan en Jalisco poco tiempo después del
término del conflicto armado (1929).
El relato inicia con la llegada de Roberto a Santa Clara de las Rocas para
visitar a su tía enferma en la hacienda de La Rumorosa, mientras que Pensativa,
vive en Plan de Tordos, hacienda cercana a donde vive la tía de Roberto. Ambos
coinciden en su visita a la tía Enedina, dándose a partir de ese momento un idilio
entre la joven pareja.
La historia da un giro cuando Roberto se entera que Pensativa es en
realidad Gabriela Infante, generala cristera, temida tanto por los rebeldes como
por los federales.

Gram, Jorge, Héctor, México, Jus, 1953, 300 pp.

Novela escrita por el sacerdote David Ramírez bajo el seudónimo de Jorge


Gram. Los sucesos que se narran tienen lugar en Zacatecas durante los años de
la guerra entre los católicos y el gobierno (1926-1929).
Consuelo y Héctor son los personajes ficticios y protagonistas de la novela.
Héctor encabeza al movimiento cristero y su habilidad lo convierte en el mejor
estratega muy por encima de los generales del ejército federal. Consuelo es una
de las principales organizadoras del boicot económico que llevaron a cabo los
católicos para presionar al gobierno y derogar las leyes en contra de la Iglesia
Católica.
La obra alcanza su clímax cuando Consuelo es aprehendida junto con otros
cristeros y son trasladados en un tren a la ciudad de México. Héctor, junto con un
grupo de guerrilleros, deciden asaltarlo dado que en sus vagones llevan las
municiones que tanto necesitaban.
Finalmente los prisioneros son rescatados y las municiones aprovechadas.

47
Heilman, Jaymie, “The demon inside: Madre Conchita, Gender, and the
Assasination of Obregón” en Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 18,
núm. 1, invierno 2002, pp. 23-60.

Artículo que intenta demostrar la inocencia de la madre Concepción


Acevedo de la Llata, conocida como la madre Conchita, acusada de ser la autora
intelectual del asesinato del presidente Álvaro Obregón en 1928.
Se examinan los detalles del juicio y su contexto político, así como los
discursos de género tanto de los abogados como el de la religiosa.
La autora consultó los periódicos Excelsior y The New York Times durante
los meses de julio a noviembre de 1928, la versión taquigráfica del juicio a José de
León Toral y a la madre Conchita y la Requisitoria del Ministerio Público y alegatos
en el jurado de José de León Toral y Concepción Acevedo de la Llata, reos del
delito de homicidio proditorio del general Álvaro Obregón. 8 de noviembre de
1928.

Leñero, Vicente, Magnicidio. El juicio a León Toral y a la Madre Conchita,


México, Ágata, 1991, 111 pp.

Libreto teatral en donde se encuentra una síntesis de las versiones


taquigráficas del juicio seguido a José de León Toral y a Concepción Acevedo de
la Llata por el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón, obtenidas del
periódico Excelsior del 2 al 8 de noviembre de 1928. En el juicio ambos resultan
culpables, el primero como autor material y la segunda como autora intelectual.
Para la síntesis de los documentos leídos durante las audiencias, el autor
consultó los diarios Excelsior y el Universal de la época que reproducen
textualmente declaraciones de los acusados y testigos durante el juicio, así como
los interrogatorios a los miembros del jurado y la sentencia del juez.
En la introducción se explican las adaptaciones que Ignacio Retes, el
director de la obra teatral, realizó para hacerla más accesible al montaje escénico.
La puesta en escena fue estrenada con el nombre de El juicio en el teatro
Orientación de la ciudad de México en 1971.

48
Meyer, Jean, La Cristiada, 3 vols., México, Siglo XXI Editores, 1973.

Se trata del estudio clásico sobre la Guerra Cristera (1926-1929) y su


segunda etapa (1938-1941). En el tercer tomo se analizan las Brigadas
Femeninas Santa Juana de Arco, su nacimiento como organización, los estatutos
que debían seguir, y el papel fundamental que jugaron durante el movimiento
armado ya fuera en el envío y transportación de municiones desde la capital, como
enfermeras y protectoras de los rebeldes, o como espías cuyo rol era el de la
distribución de información a los jefes cristeros sobre los movimientos del ejército
federal.
Se mencionan los nombres de las generalas, procedentes todas del estado
de Jalisco: María Goyaz, alias Celia Gómez, Sara Flores Arias, Carmen Macías,
alias Julias Ortiz, Francisca Chávez y María de la L. Laranza de Uribe, alias Tesia
Richaud.
El autor entrevistó a María Goyaz, María Concepción Pérez, María Refugio
Ramírez (quien entregó al autor documentos sobre las Brigadas que poseía),
Carmen Macías, Elodia Delgado y Antonia Castillo, entre 1968 y 1969. Consultó el
Archivo de la Junta Central de la Acción Católica Mexicana para rescatar la
escasa información que se tenía respecto a la Brigadas Femeninas. También
fueron consultados documentos ubicados en archivos estadounidenses y los
periódicos Excélsior y El Informador durante los meses de marzo a junio de 1929.

Meyer, Jean, La Cristiada en Colima, Colima, Instituto Colimense de


Cultura/Universidad de Colima/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
1993, pp. 124.

Libro sobre la guerra cristera en Colima (1926-1929) que narra los sucesos
que comenzaron con la suspensión del culto católico proclamada por el obispo
Amador Velasco, así como las batallas que tuvieron durante los tres años que
duró el conflicto.
El texto contiene un capítulo dedicado a las Brigadas Femeninas en donde
se menciona que antes de que éstas fueran constituidas, algunas mujeres como
las hermanas María y Marcelina Camarena, Amalia Castel, Judith dueñas, entre
otras, trabajaban de forma independiente a favor de los cristeros (en el apartado
no se detallan las actividades que realizaron).
La Brigada de Colima se llamó "María de los Ángeles Gutiérrez" y además
de sus tareas militares de acopio y entrega de pertrechos de guerra, ropa,
alimentos, información y vigilancia, se menciona que las brigadistas se encargaron
del hospital cristero ubicado en el Volcán de Colima y que estuvo a cargo de
Amalia Castel, Viviana Aguilar y Salomé Galindo.
Se mencionan las fechas y los nombres de las brigadistas que fueron
arrestadas desde agosto de 1927 hasta junio de 1929.
El autor empleó las memorias de Virginio García, Jefe Civil de Colima, que
detalla la organización militar de las Brigadas Femeninas.

49
Meyer, Jean, Pro domo mea. La Cristiada a la distancia, México, Siglo XXI,
2004, 85 pp.

Trabajo en donde se exponen una serie de reflexiones y revisiones sobre la


Guerra Cristera (1926-1929). Éstas giran en torno al énfasis puesto en la
naturaleza popular del movimiento, es decir, al hecho de que a este
acontecimiento se le haya visto como algo exclusivamente campesino, olvidando a
las clases medias urbanas y también a las clases bajas, lo mismo que ciertos
sectores de la elite urbana, en particular a las mujeres.

Meyer, Jean, La Cristiada, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, 383


pp.

Síntesis de la obra clásica del autor. En este libro se dedica un capítulo al


análisis de la participación de las mujeres como miembros activos de las Brigadas
Femeninas Juana de Arco o como apoyo fundamental para dar escondite y facilitar
las operaciones de los cristeros.
Esta edición de gran formato incluye fotografías de María Goyaz (alias Celia
Gómez) y Amparo Mireles, fundadoras de las Brigadas Femeninas Juana de Arco,
de María Natividad González “La Generalita”, colaboradora de la Brigada
Quintanar, dos impresiones fotográficas de Toñita Castillo, brigadista proveedora
de municiones, acompañada de la escolta de la Jefatura del Sur, entre otras.
La información contenida en dicho capítulo está basada en los trabajos
previos que el autor realizó sobre el tema.

50
Miller, Barbara, “The Role of Women in the Mexican Cristero Rebellion: Las
señoras y las religiosas” en The Americas, Vol. 40, núm. 3, enero, 1984. pp.
303-323.

Artículo en el que se destaca el papel que jugaron las mujeres durante la


Guerra Cristera. La autora las clasifica en tres grupos: Las “señoras”, mujeres
casadas pertenecientes a la clase media y alta de la ciudad de México,
caracterizadas por sus protestas pasivas; las “religiosas”, quienes trabajaron
clandestinamente proveyendo lugares para el culto y la oración y las “jóvenes”,
quienes fueron revolucionarias que trabajaron activamente dentro del movimiento.
Sin embargo, en este trabajo únicamente se analizan a los dos primeros grupos.
Se describen las funciones que la Unión de Damas Católicas Mexicanas
llevaron a cabo a partir de 1920 (entre las que destacan la publicación de La
Dama Católica, las visitas que realizaban a hospitales y prisiones y la fundación
de la Liga de Señoritas Empleadas de Comercio y Oficina en 1925 en
Guadalajara), así como el primer conflicto que en 1926 sostuvieron contra las
tropas del gobierno federal en la Iglesia de la Sagrada Familia en la Colonia Roma
de la Ciudad de México.
Para el artículo se emplearon publicaciones periódicas como las revista
David y La Dama Católica; la colección de manuscritos y archivos microfilmados
por Alicia Olivera Sedano; entrevistas realizadas por la autora entre las que
destacan las de Carmen Macías, Amparo Morfín de González Luna, Sofía del
Valle y a Concepción Acevedo de la Llata, en el año de 1979 y artículos de los
periódicos Excelsior y El Universal.

Navarrete, Heriberto, En las Islas Marías, México, Jus, 1965, 93 pp.

Relato de las experiencias que, a lo largo de cuatro meses, vivió este


miembro de la Acción Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) al interior de los
sótanos de la Inspección de Policía en México y en la Colonia Penal de las Islas
Marías hasta el mes de julio de 1927.
Durante su tiempo en las Islas Marías, Heriberto Navarrete menciona que
entre la población del penal, se encontraban hombres, homosexuales, pero que no
había mujeres recluidas. Sin embargo, se señala a una integrante de las Brigadas
Femeninas de Santa Juana de Arco: Catalina Chacón (conocida como La Mujer
Indefensa), quien se encargaba del tráfico de armas, parque, dinamita y
provisiones para los cristeros. Al ser descubiertas sus acciones, fue hecha
prisionera y llevada al Cuartel General en donde permaneció cautiva del general
Joaquín Amaro, Secretario de Guerra del presidente Calles.

51
Navarrete, Heriberto, Los cristeros era así…, México, Jus, 1965, 105 pp.

Texto en donde el asistente del general Enrique Gorostieta, Heriberto


Navarrete, narra una decena de episodios en los que participan personajes que en
algún momento de la guerra compartieron hechos de armas con el autor en la
zona de los Altos de Jalisco.
El autor destaca a las Brigadas Femeninas Juana de Arco como
importantes en el abasto de municiones, aunque también hace mención sobre el
comercio que sostuvo el general Lauro Rocha, Jefe del Regimiento de Ayo, con el
general Jefe del 74º Regimiento de Caballería del gobierno para obtener
municiones.
Fotografías de importantes líderes cristeros son intercaladas en el texto.

Olivera Sedano, Alicia, Aspectos del conflicto religioso de 1926 a 1929. Sus
antecedentes y consecuencias, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1966.

Primer estudio académico sobre el conflicto armado entre la Iglesia católica


y el Estado mexicano cuya tesis principal consiste en demostrar que el movimiento
cristero no sólo se desarrolló en Jalisco, sino que se extendió por otros estados de
la República como Zacatecas, Guanajuato, Colima, Michoacán, Durango y el
Distrito Federal.
El texto aborda la intervención política de los católicos que manifestaron un
rechazo por los artículos de corte anticlerical plasmados en la Constitución de
1917, así como la formación de organizaciones laicas como la Asociación Católica
de la Juventud Mexicana (ACJM), los Caballeros de Colón, La Liga Nacional
Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) y la Unión de Damas Católicas
Mexicanas (UDCM).
La autora consultó el Archivo de la LNDLR, publicaciones periódicas como
El fuego, El Universal, Excelsior, folletería y artículos especializados.

52
Pérez Rosales, Laura, “Las mujeres sinarquistas: nuevas adelitas en la vida
pública mexicana, 1945-1948” en Rubén Aguilar, Guillermo Zermeño,
Religión, política y sociedad. El sinarquismo y la Iglesia en México (nueve
ensayos), México, Universidad Iberoamericana, 1992, 169-195 pp.

Estudio que presenta el origen del sinarquismo y la forma en la que las


mujeres se incorporaron a sus actividades hasta conformar la Sección Femenina
de la Unión Nacional Sinarquista (UNS).
Se subraya su desempeño como oradoras y profesoras, que buscaban el
objetivo de inculcar a los niños desde temprana edad la ideología de la UNS, así
como la fundación del Internado Sinarquista Santa María de Guadalupe en la
Ciudad de México, institución cuya finalidad fue la de formar a sus propias
dirigentes.
El artículo reproduce el texto completo que contiene los lineamientos que la
UNS marcó para sus militantes (las diez normas de conducta para la mujer
sinarquista), así como una serie de fotografías de mujeres en distintas actividades.
Las fuentes consultadas fueron el Archivo de Antonio Santa Cruz (donado a
la Universidad Iberoamericana) y algunos números del periódico Sinarquista y
otros de la revista Mejicana, órgano de difusión oficial entre las mujeres
sinarquistas.

Puente Lutteroth, María Alicia, Movimiento cristero: afirmación y ruptura de


identidades. Un acercamiento panorámico al conflicto socio-religioso en
México de 1926-1939, México, Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social, 1993, 241 pp. (Tesis de doctorado),

Tesis estructurada en cinco partes en donde se analiza el contexto en el


que estalló la Guerra Cristera, la situación de la Iglesia Católica en México, los
actores que participaron durante el conflicto, la situación posterior a la negociación
para el término de éste y un último apartado en donde la autora vierte sus
propuestas y consideraciones finales.
Se analiza a las Brigadas Femeninas desde su fundación, la manera en la
que fueron organizadas y las normas a las que estaban sometidas, hasta el
conflicto que tuvieron con la Liga Nacional de la Defensa Religiosa que provocó
que éstas perdieran un poco de su fuerza.
Se presentan los casos de Petra Cabral y de Natividad García o Tiva La
Generalita, que si bien no formaron parte de las Brigadas Femeninas, tuvieron una
destacada participación durante la guerra al ofrecer ayuda a los combatientes
cristeros de Jalisco. También se menciona el caso de Carmelita Robles, quien
ofreció su hogar como un lugar de protección y de oración para continuar el culto.
Para el estudio de las Brigadas Femeninas de Santa Juana de Arco, la
autora se basó en un libro anónimo titulado Los cristeros, publicado en 1930 y en
la revista cristera David, de donde extrae los relatos anteriormente mencionados.

53
Reguer Noriega, Consuelo, Dios y mi derecho, vol. 2, México, Jus, 1997, 619
pp.

Se trata de una obra en cuatro tomos en donde la autora realiza una


crónica del conflicto entre el Estado mexicano y la Iglesia católica abarcando el
periodo que comprende desde el inicio del conflicto (1926) hasta el término de la
segunda rebelión cristera (1940).
Se reproduce el programa de acción para el boicot organizado por la Liga
Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) llamando a todos los
católicos mexicanos, sin destacar a ninguna organización femenina.
En el capítulo dedicado a la muerte del presidente electo Álvaro Obregón,
se menciona el juicio entablado a José de León Toral y a María Concepción
Acevedo de la Llata (conocida como la madre Conchita) por haber planeado y
llevado a cabo el asesinato de dicho personaje, que concluye con el fusilamiento
del primero y la sentencia a 20 años de prisión a la segunda.
De igual forma, se presenta la declaración de María Luisa Peña viuda de
Altamira, quien fue acusada de haber ocultado en su domicilio a Manuel Trejo
Morales (quien le prestó el arma homicida a León Toral).
Un apartado del texto es dedicado a reproducir una breve entrevista que la
señorita Zoe Beckley, periodista norteamericana, realizó a la madre Conchita y a
Paz Martín del Campo (esposa de León Toral), sin embargo, no se menciona el
nombre de la publicación para quien trabajaba la periodista ni en dónde puede ser
consultada.
La autora empleó la versión taquigráfica del Jurado de Toral y la Madre
Conchita, el folleto escrito por el Licenciado Miguel Palomar y Vizcarra titulado La
ejecución de Álvaro Obregón, tirano de México, así como artículos periodísticos
tomados de El Universal Gráfico, del mes de julio de 1928. Respecto al juicio, se
menciona que varios periodistas nacionales y extranjeros entrevistaron a Toral y a
Concepción Acevedo, pero no especifica la fuente de donde esa información fue
obtenida.

Rius Facius, Antonio, Méjico cristero, México, Patria, 1960, 510 pp.

Se mencionan la formación de la Brigadas Femeninas en el estado de


Colima, constituidas por Sara Flores Arias, jefa de las Brigadas de Occidente y
María de los Ángeles Gutiérrez, y la del Consejo Supremo de las Brigadas
Femeninas el 4 de marzo de 1928 en la ciudad de México, cuya jefa suprema fue
Celia Flores.
También se señala la pérdida del archivo de esta organización por parte del
padre Miguel Darío Miranda quien “dando un pretexto más o menos plausible” lo
incineró.
Se narran las actividades, arresto y tortura de María Ortega, alta jefa de la
Brigada de Colima, y de Candelaria Borja.
El autor utiliza novelas y relatos como fuentes.

54
Rivero del Val, Luis, Entre las patas de los caballos (diario de un cristero),
México, Jus, 1952, 301 pp.

Crónica del Ingeniero Rivero del Val de sus días como miembro del Grupo
Daniel O’Connell (del que José de León Toral llegó a formar parte) de la Acción
Católica de la Juventud Mexicana en la Ciudad de México. Los eventos trascurren
en Colima a partir del inicio del movimiento armado hasta su conclusión con los
Arreglos de 1929 entre la Iglesia Católica y el Estado Mexicano.
En el trabajo se describe la planeación del boicot económico que decretó la
Liga Nacional de la Defensa Religiosa en contra del gobierno y de las estrategias
para intensificarlo (como el lanzamiento de mil globos con propaganda desde el
centro de la Ciudad de México).
Se destaca la participación política de las mujeres miembros de la
Asociación Católica de la Juventud Mexicana en la ciudad de México, desde el
momento de impulsar el boicot y de distribuir propaganda, hasta el auxiliar a los
combatientes cristeros formando parte de las Brigadas Femeninas Santa Juana
de Arco.
En el relato se encuentran noticias de los periódicos The New York Times,
El Universal Gráfico y Excelsior y fotografías de la época.

Robles, Fernando, La virgen de los cristeros, Buenos Aires, Claridad, 1934,


pp. 287.

Novela de ficción que tiene lugar en la hacienda El Nopal, en el estado de


Guanajuato. Carlos es el hijo de un rico hacendado que regresa de Europa al
concluir sus estudios para hacerse cargo de la empresa familiar. Carmen es una
profesora católica quien apoya incondicionalmente al movimiento cristero.
Al momento de encontrarse ambos se enamoran pero sus ideologías entran
en conflicto, ya que para Carlos las movilizaciones armadas son cuestiones que
deberían formar parte del pasado para que las instituciones y las leyes sean los
árbitros de los conflictos, mientras que para Carmen, la defensa de la religión es lo
más importante y se debe luchar hasta las últimas consecuencias.
El idilio entre ambos personajes continúa, mientras debido a la intromisión
de los agraristas, a Carlos se le intenta despojar de sus tierras y Carmen huye
junto con los cristeros para formar parte de ellos.
Es entonces cuando Carlos decide levantarse en armas junto con sus
empleados para defender la hacienda y unirse a los cristeros en su lucha contra el
gobierno federal y los agraristas.
En una emboscada a un tren que va rumbo a la capital, Carmen fallece
víctima de la explosión que sufre el vagón en donde estaba, lo que provoca la
desilusión de Carlos del movimiento armado y su partida rumbo al exilio.

55
Robleto, Hernán, Obregón – Toral. La madre Conchita, México, Ediciones
Botas, 1935, 476, pp.

Texto dividido en dos partes. La primera trata sobre la vida del general
Álvaro Obregón a partir de que estalla la revolución maderista, su carrera como
militar, su pensamiento político y las cualidades que lo hicieron llegar al poder
hasta postularse para una primera reelección presidencial.
La segunda parte se dedica a describir a José de León Toral y a
Concepción Acevedo de la Llata desde el momento en que es planeado el
asesinato del presidente electo y son capturados.
Se encuentran en el texto detalles de los días que duró su juicio, de las
confesiones de los dos implicados y de las comparecencias de los testigos. Para
el autor, la madre Conchita es una víctima de las circunstancias y por ende, una
vez que es sentenciada, una mártir de la religión católica.
El trabajo no registra fuentes.

Sandoval Godoy, Luis, La sangre llegó hasta el río, Guadalajara, Secretaría


de Cultura de Jalisco, 1990, 236 pp.

Novela testimonial en donde Luis Sandoval recoge las experiencias de


Jovita Valdovinos a partir del término del conflicto armado y que la hizo levantarse
en armas durante la Segunda Cristiada desde 1930 hasta 1937, año en que
aceptó la amnistía otorgada por el gobierno federal.
Los hechos históricos tienen lugar en el estado de Aguascalientes. Hija del
jefe cristero Teófilo Valdovinos, Jovita, de 14 años, es raptada por el general
Anacleto López, de quien logra escapar después de cuatro meses.
Una vez terminada la guerra (1929), los cristeros aceptan la amnistía
ofrecida por el gobierno federal y deponen las armas. Sin embargo, y a pesar de
su rendición, sus jefes comienzan a ser asesinados lo que provocó que Jovita
Valdovinos decidiera tomar la vía de las armas.
Fue así como con el cabello corto y vestida de hombre, la protagonista dejó
de llamarse Jovita para llamarse Juan, lanzándose a la segunda Cristiada a la
cabeza de 65 hombres bien armados y a caballo, logrando establecer relaciones
con otros jefes cristeros de Zacatecas y Colima como: Juan Villareal, Liborio
Flores, Pedro Sandoval y José Velázquez.
En 1937 es enviado el capitán del ejército federal José Quintero,
comisionado por el gobierno para negociar la rendición de Jovita Valdovinos. Ella
acepta y meses más tarde contraen matrimonio.

56
Schell, Patience A., Church and State Education in Revolutionary Mexico
City, Tucson, The University of Arizona Press, 2003, 253 pp.

Se trata de un estudio en ocho capítulos sobre el importante papel que jugó


la educación en la ciudad de México durante las primeras cuatro décadas del siglo
XX.
La tesis principal es mostrar que en un principio la educación laica tenía
algunos elementos comunes con la educación religiosa, y que de hecho, el Estado
consideraba importante el papel de la religión para el desarrollo integral del
estudiante existiendo en algunos casos, notables coincidencias entre ellas.
El texto subraya la labor como profesoras de niños y adultos de las
integrantes de la Unión de Damas Católicas Mexicanas (UDCM), así como su
pugna con las escuelas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), por estar en
contra de la educación religiosa.
Algunas de las fuentes primarias consultadas fueron el Archivo General de
la Nación, el Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, el Archivo
Histórico del Arzobispado Mexicano, el Archivo Histórico del Secretariado Social
Mexicano y el Archivo Histórico de la Unión Femenina Católica Mexicana entre
otros; entre las publicaciones periódicas se encuentran Acción Femenina, La
Dama Católica, la Revista Eclesiástica, la Gaceta Oficial del Arzobispado
Mexicano, entre otras, así como El Universal, El Heraldo de México, y The New
York Times.

Sicilia, Javier, Concepción Cabrera de Armida. La amante de Cristo, México,


Fondo de Cultura Económica, 2001, 512 pp.

Biografía sobre esta mística, autora y laica mexicana. Madre de nueve


hijos, Concepción Cabrera de Armida (1862-1937) es analizada por el autor en los
ámbitos religioso, social y político.
Es en el aspecto religioso, y a través de los cambios que tuvo en cuanto a
su dirección espiritual, el autor reconstruye y recorre los años que conformaron
las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.
Se describe la fundación del Apostolado de la Cruz y el Oasis femenino
(más tarde llamado Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús) en la
ciudad de México, al lado del jesuita Alberto Baudillo Jaime Cuscó o el padre Mir,
quien en 1893 se convirtió en su primer director espiritual.
En sus escritos se encuentran juicios políticos contra el régimen de
Francisco I. Madero (a quien juzga severamente), aunque no hay indicios de una
participación política. Destaca el que no haya escrito en contra del movimiento
carrancista o de los gobiernos de Obregón y Calles.
Las fuentes empleadas por el autor fueron el Archivo de las Religiosas de la
Cruz, el Archivo de los Misioneros del Espíritu Santo, el Archivo de San Luis, la
Biblioteca del Colegio de San Luis y el Positio Super Virtutibos, archivo con el que
se ha defendido la causa de beatificación de Concepción Cabrera.

57
Sicilia, Javier, Félix de Jesús Rougier. La seducción de la virgen, México,
Fondo de Cultura Económica, 2007, 652 pp.

Relato biográfico sobre este religioso francés (1859-1938), miembro de la


Sociedad de María y fundador de los Misioneros del Espíritu Santo, de las Hijas
del Espíritu Santo, de las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo y de las
Oblatas de Jesús Sacerdote.
El autor narra las vivencias del marista durante su estancia en Colombia en
la época de la revolución (1899-1901) así como su llegada a México a comienzos
del siglo XX y sus experiencias como religioso en el contexto de la Revolución
Mexicana y de la Guerra Cristera.
Una de sus dirigidas espirituales fue Concepción Acevedo de la Llata (la
madre Conchita), vinculada con el asesinato del presidente Obregón, por lo que de
acuerdo con el autor, Félix de Jesús Rougier aparece en la lista de involucrados
en el crimen.
El trabajo cuenta con apuntes históricos que sirven para contextualizar la
vida de Rougier, así como con 21 láminas de este personaje en distintos
momentos de su vida.
Se consultaron el Archivo General de los Misioneros del Espíritu Santo, , el
Archivo General de las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, el Archivo de
las Religiosas de la Cruz, así como correspondencia que Concepción Cabrera de
Armida sostuvo con Rougier durante el tiempo que fue su director espiritual.

Sodi de Pallares, María Elena, Los cristeros y José de León Toral, México,
Editorial Cultura, 1936, 157 pp.

Libro en donde la hija de Demetrio Sodi, abogado defensor de José de


León Toral, recopiló cartas, apuntes, documentaciones y datos que su padre dejó
en torno al caso.
La tesis de la autora es que León Toral asesinó al presidente para asegurar
la salvación de la religión católica y que en todo caso, el verdadero culpable del
crimen fue el ingeniero Luis Segura Vilchis (ya que al cometer el primer atentado
contra Obregón, mostró el medio para solucionar el conflicto religioso, es decir, el
asesinato).
Se mencionan los casos de Concepción Acevedo de la Llata (la madre
Conchita), autora intelectual del asesinato y de las hermanas Margarita y Leonor
Rubio, católicas procesadas por ayudar a León Toral.
En el texto, la autora defiende la inocencia de la madre Conchita.
Intercaladas con el texto se encuentran fotografías de fusilamientos en
contra de cristeros y de jóvenes miembros de la Acción Católica Juventud
Mexicana, así como cartas que el acusado recibió durante el juicio.

58
Spectator, Los cristeros del volcán de Colima, vol. 1, México, Jus, 1961, pp.
390.

Testimonio del sacerdote Enrique de Jesús Ochoa (quien escribió bajo el


seudónimo de Spectator), que narra las principales acciones bélicas resistencia
en el estado de Colima durante la Guerra Cristera (1926-1929).
En el capítulo dedicado a las Brigadas Femeninas, se narra la fundación de
esa organización por Sara Flores Arias, jefe del movimiento femenino del
occidente de la república, María de los Ángeles Gutiérrez, jefe del grupo de Colima
en la ciudad de Guadalajara y Faustina Almeida, junto con el general cristero
Dionisio Eduardo Ochoa, jefe del movimiento en Colima y el coronel Antonio C.
Vargas. Se menciona que la brigada base quedó conformada por Francisca
Quintero como jefe y Petra González y María Ortega como subjefes, quienes junto
con casi el resto de sus miembros, fueron miembros de la alta sociedad del
estado.
El autor fue testigo de la mayoría de los hechos que aparecen en el libro,
aunque refiere que muchos de los datos le fueron entregados por escrito por las
personas que participaron en la guerra.

Tuck, Jim, The Holy War in Los Altos. A regional analysis of Mexico’s
Cristero Rebellion, Tucson, University of Arizona Press, 1982, 230 pp.

Análisis sobre la participación de las Brigadas Femeninas de Santa Juana


de Arco en la región de los altos de Jalisco durante la Guerra Cristera (1926-
1929).
Estas mujeres de entre los 15 y 25 años, fungieron como enfermeras (ya
fuera en improvisados hospitales cerca de los campos de batalla o en sus mismos
domicilios), espías, mensajeras, propagandistas y en general como un efectivo
servicio de aprovisionamiento de pertrechos para el ejército cristero.
De acuerdo con el autor, las Brigadas Femeninas pudieron operar de
manera clandestina hasta 1929, pasando desapercibidas incluso para el agregado
militar norteamericano
El texto hace mención a la ruptura de las Brigadas Femeninas con la Liga
Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR), el cual provocó el
progresivo debilitamiento de las Brigadas hasta que la alta jerarquía eclesiástica
decretó su desaparición
El autor consultó el U.S. Department of State Records, así como la obra de
Jean Meyer, de la cual, proviene la información al respecto de las Brigadas
Femeninas de Santa Juana de Arco.

59
Vaca, Agustín, Los silencios de la historia: las cristeras, Zapopan, El Colegio
de Jalisco, 2001, 315 pp.

Este trabajo analiza a partir de testimonios, novelas y estudios académicos,


la participación femenina durante el conflicto entre la Iglesia católica y el gobierno
federal (1926-1929).
Se utilizan en su análisis los escasos relatos (únicamente seis) que las
mujeres hicieron públicos acerca de sus experiencias en la guerra dentro de la
publicación cristera David, revista publicada entre 1952 y 1968.
A partir de tres novelas, Héctor, La virgen de los cristeros y Pensativa
(escritas por Jorge Gram, Fernando Robles y Jesús Goytortúa Santos,
respectivamente), el autor estudia la representación de las mujeres durante la
Guerra Cristera, es decir, su presencia como instigadoras y pilares de la
resistencia católica.
Se describe el impacto que tuvieron en el movimiento armado las Brigadas
Femeninas de Santa Juana de Arco, destacando sus aportaciones en el plano
estratégico y militar, así como la campaña de arrestos que a finales de la década
de 1920 se llevó a cabo en su contra y que terminó con la disolución de esta
organización y su posterior incorporación a la Acción Católica Mexicana.
Destacan en el estudio las entrevistas realizadas por el autor entre 1978 y
1983 a cinco mujeres que participaron en el movimiento armado: Margarita Gómez
González, María Antonia Castillo de la Cueva, María del Socorro Heredia y
Aceves, Dolores Ortega Diez de Sollano y Marina García de Alba.
Respecto a las fuentes primarias, el autor consultó el Archivo de la
Compañía de Jesús, el Archivo Histórico de Jalisco, la Biblioteca del Colegio de
Jalisco, la Biblioteca pública del Estado, el Centro INAH de Jalisco; publicaciones
periódicas como el Boletín Militar de Guadalajara, la revista David, periódicos
jaliscienses como El Gato y El Globo, entre otras.

60
Vázquez Parada, Lourdes Celina, Testimonios sobre la revolución cristera:
hacia una hermenéutica de la conciencia histórica, Guadalajara, Universidad
de Guadalajara, 2001, 288 pp.

Texto en el que se destaca la importancia de la narrativa cristera resaltando


la idea de que el texto literario, en especial la novela histórica, puede servir como
fuente de investigación en las ciencias sociales.
Un apartado está dedicado a la interpretación del testimonio de Jovita
Valdovinos, hija de un alto mando cristero que se levanta en armas no para
defender a la religión, sino para vengar la muerte del padre.
Podemos encontrar breves comentarios en el texto a las novelas siguientes:
Héctor, escrita por Jorge Gram; La Vírgen de los cristeros de Fernando Robles;
Los cristeros, La guerra santa en los Altos y Los bragados, ambas escritas por
José Guadalupe de Anda; La guerra santa de Aurelio Robles Castillo y Pensativa
de José Goytortúa Santos.
Para el estudio se emplearon fuentes hemerográficas y secundarias, así
como setenta entrevistas a protagonistas y testigos de la Guerra Cristera
realizadas por Federico Munguía Cárdenas y la autora (en el estudio no se dan los
nombres ni la fecha en la que fueron realizadas).

Vázquez Parada, Lourdes Celina, Munguía Cárdenas Federico, Protagonistas


y testigos de la Guerra Cristera, Guadalajara, Universidad de Guadalajara,
2002, 199 pp.

Se trata de veintiocho testimonios de hombres y mujeres que vivieron el


conflicto cristero de manera directa (teniendo una participación en la guerra) e
indirecta (sin haberse involucrado). El objetivo que se persigue no es el de la
reconstrucción histórica de la Cristiada, sino el de presentar estos relatos para
analizar los eventos que tuvieron lugar en Jalisco durante la guerra vistos desde la
perspectiva de los actores que en ella intervinieron.
De entre los testimonios masculinos destacan los de el padre José
Verduzco Bejarano, jefe del Segundo Regimiento de división en Comala, Colima,
quien recuerda a las mujeres integrantes de las Brigadas Femeninas “de esas
atrevidas que se jugaban la vida” y que abastecían de parque al ejército cristero
desde la ciudad de México. También hace mención de las mujeres que no
pertenecieron a esta organización pero que fueron importantes para el éxito del
boicot económico decretado por la Liga Nacional Defensora de la Libertad
Religiosa (LNDLR).
Los relatos de Doña Mundita, María del Refugio Espíritu, Rosa Hernández,
Hildelissa Santa Cruz, Refugio Vargas Isabeles, María Santos de la Cruz, Martina
Mata y Carmen Cantoral Aguilar, narran sus vivencias en la Guerra Cristeras, si
bien no participaron directamente ya que eran pequeñas en ese entonces.
Las entrevistas contenidas en el libro fueron realizadas entre 1989 y 1996
en distintas poblaciones del estado de Jalisco, a excepción de las efectuadas al
padre José Verduzco (Colima y a José C. Tovar Pulido (hechas en Comala Colima
y en Ixtlán del Río, Nayarit, respectivamente.

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