Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Militares
Guerra Militar
1
También, la guerra no es un concepto estático; sus límites, además, son
imprecisos en la medida en que no los marca necesariamente la violencia. Desde un
punto de vista lingüístico, el término guerra tiene acepciones que van desde el campo
político-social hasta el individual y moral. En el Diccionario de la Real Academia
Española (RAE), la definición de guerra incluye un amplio abanico de actividades,
desde cualquier combate moral hasta la lucha armada. La naturaleza de la guerra es
instrumental, sirve a un objetivo político. Para Lenin, la guerra es el principal
instrumento de la política; en cambio, Mao insiste en la naturaleza determinante y
vertebral del objetivo político; mientras que, para el mundo soviético guerra,
revolución, política y sociedad son inseparables. La guerra no tiene sentido en sí
misma; tiene una finalidad y un sentido político, es la política quien marca el para qué
de la guerra.
En efecto, la guerra supone un enfrentamiento de poderes y no es un acto ético,
ni justo, ni legal. Es un acto político que, atendiendo a su dimensión integral, supera y
desborda cualquiera de los planos considerados; la guerra es ciertamente una
Institución de Derecho Internacional Público. La finalidad de la guerra es la paz
entendiendo ésta como la nueva situación política generada tras el conflicto. En todo
conflicto debe existir una clara subordinación de la acción militar a la acción política,
porque sin control político se puede llegar a la desmesura de una guarra absoluta y sin
sentido.
La manifestación abierta o velada de la guerra iría siempre acompañada de una
justificación (moral, ética, política, económica, religiosa, entre otras), basada en una
serie de valores compartidos por el grupo (la salvación de la patria, la defensa de las
libertades y de la unidad nacional, la supervivencia económica del país, la liberación
de los oprimidos, la identidad política o religiosa, entre otros). Cualesquiera
amenazas a éstos u otros valores justificarían, en consecuencia, el desencadenamiento
de las hostilidades; no deseables, pero preferibles a la consumación de dichas
amenazas. De hecho, los individuos acabarían por comprometerse ideológica y
activamente en el desarrollo del conflicto.
Así mismo, la guerra sitúa el conflicto en el centro de las relaciones
internacionales. Los conflictos y las guerras constituyen el resultado de un estado de
desorden institucional, específicamente de las contradicciones ineluctables entre las
aspiraciones estatales irreconciliables.