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LIDERAZGO EN LA PLANTACION DE IGLESIAS

Lección # 3
Cuando el agricultor quiere sembrar semillas para producir, por ejemplo, girasoles, primero
tiene que preparar la tierra. A esta agrega una mezcla de fósforo, nitrógeno y potasio que da
paso a un buen fertilizante. La combinación de estos químicos varía dependiendo de la
temporada del año y los resultados que se quieren obtener. El resultado deseado es una
planta con raíces profundas, un tallo fuerte y una bonita flor. Sin la mezcla correcta, las
plantas son débiles, no tienen raíces profundas o no producen la flor o fruta deseada. La
plantación de nuevas iglesias también requiere una buena mezcla de elementos. Para que
sea eficaz, comienza con la oración y requiere un plantador con destrezas, habilidades,
conocimientos y pasión. La plantación de iglesias no es para todos. Solo aquellos que
tienen la combinación correcta de características, confianza en el Espíritu Santo y la
oración eficaz de los creyentes pueden tener éxito como plantadores de nuevas
congregaciones.

Lo bueno es que Dios puede usar a mucha gente con corazón dispuesto para plantar su
iglesia. Habiendo dicho esto, es bueno identificar a las personas con la combinación
correcta de características, de esa manera colaboramos con Dios en un proceso de
filtración.

Características de un plantador exitoso

1. Tener capacidad de visión


Esta capacidad significa que el plantador cuenta con una visión de la iglesia que está
por establecer. Es una visión que el plantador recibe de Dios. Es una visión que él
mismo tiene que promover ante los demás que quieren apoyar la fundación de la
nueva iglesia. El plantador debe tener una visión clara, algo que pueda compartir
con aquellos que reclute para ser parte del equipo de plantación. Si el plantador no
tiene una visión definida, la iglesia se desarrolla erráticamente sin un singular
enfoque y destino.

2. Mostrar motivación personal


La plantación de una iglesia requiere autodisciplina y una gran energía para hacer
los quehaceres de cada día aun cuando no se vean los resultados esperados en forma
inmediata. A veces no hay nadie que acompañe al plantador, animándolo a hacer el
trabajo necesario. Otras ocasiones está solo en la obra, sin mucha dirección ni
empuje. Por eso conviene que el plantador tenga automotivación. Por supuesto, el
Espíritu Santo está presente, pero humanamente hablando, a veces no hay nadie que
lo pueda animar. La motivación tiene una relación directa con el trabajo realizado.

3. Ser inclusivo en el ministerio (crear sentido de responsabilidad)


Delegar es la clave para formar un grupo comprometido a trabajar juntos para
fundar la nueva iglesia. Uno no lo puede hacer todo por sí solo. Sin embargo,
muchos pastores lo intentan. Por ser caudillos o caciques, muchos tienden a plantar
la nueva congregación por sus propios esfuerzos, sin tomar en cuenta los recursos y
talentos que existen en otros a su derredor. Un sembrador con éxito motiva e
involucra a otros. Como dice la Biblia: “Mejores son dos que uno; porque tienen
mejor paga de su trabajo. Por si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay
del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante ... Y si alguno
prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe
pronto”. (Eclesiastés 4:9-12)

4. Alcanzar a no creyentes
Si el propósito de plantar congregaciones es buscar a los perdidos, debemos
buscarlos donde se encuentran. Si queremos pescar truchas, pescaremos en un río y
no en un pozo o un charco. El plantador necesita fortaleza para ir a los no creyentes
y no quedarse entre los creyentes, donde la vida es más cómoda y menos compleja.
Alcanzar a los no creyentes debe ser la tarea principal del plantador y con mayor
énfasis en las etapas iniciales (aunque nunca se debe dejar de hacer). Si no tiene esta
característica integral, no puede llamarse plantador de iglesias. Jesús les dijo a los
discípulos: “Yo os haré pescadores de hombres”. Él sabía bien lo que los discípulos
tenían que hacer. Eso era primordial en el ministerio que les estaba encomendando.

5. Contar con la cooperación de su cónyuge


El plantador también necesita la cooperación de su cónyuge. La experiencia del
autor confirma que, sin esta cooperación, el plantador lucha dos batallas, una con el
diablo y la otra con su cónyuge. Se han conocido varios plantadores cuyos
conyugues no estaban de acuerdo con ser cónyuge de un plantador. Querían más
estabilidad o no deseaban dejar a sus parientes. Por varias razones, se oponían al
costo del ministerio. No se puede subestimar la importancia de la cooperación del
cónyuge, porque, el plantador se debilita pronto en las batallas que implica plantar
una nueva iglesia.

6. Capacidad para establecer relaciones con los demás


El plantador debe ser social. Debe poder relacionarse humanamente con mucha
gente: con sus colaboradores en la obra, con aquellos que quiere alcanzar, con las
autoridades de la comunidad, etc. El plantador debe conocer a la comunidad, debe
relacionarse con la gente, debe mostrar interés en ellos como personas y no solo
como conversos potenciales.
El plantador que no sabe relacionarse con otros no es capaz de formar un equipo de
plantación. Por lo tanto, debe ser muy relacional con todos. Le ayuda mucho ser
extrovertido. Si es introvertido, debe esforzarse por ser más sociable.

7. Estar dedicado al crecimiento de la iglesia


La Gran Comisión dice: “Id, y haced discípulos ... enseñándoles que guarden todas
las cosas que os he mandado”. Los creyentes deben crecer espiritualmente a través
del discipulado, como una semilla en tierra fértil debe crecer en extensión de
manera exponencial a través del evangelismo. Este debe mantenerse como enfoque
principal de los creyentes al mismo tiempo que ellos crecen en su fe y en la iglesia
local. Una congregación nunca debe estar satisfecha con su tamaño, al contrario,
debe ver cómo extenderse y —al mismo tiempo—, cómo fundar aún más iglesias.

8. Responder a la comunidad
Jesús, mirando a los hambrientos, les dio comida. Cuando estuvo por el lago con la
multitud y se acercó la noche, les dio pescado y pan. Respondió a una necesidad de
la multitud. El plantador de igual manera debe responder a las necesidades de la
comunidad. No puede ignorar lo que ocurre en ella. Debe preocuparse por los
problemas de la comunidad y ver cómo la iglesia puede responder.
Algunos candidatos se preocupan solo por lo espiritual cuando a veces sus
necesidades cotidianas son más cercanas y evidentes. Atender a esas necesidades a
veces abre la puerta para que escuchen el evangelio.

9. Utilizar los dones de otros


El plantador debe saber animar a otros para que desempeñen sus dones en la obra de
establecer la nueva iglesia. El plantador por sí solo no puede fundar una nueva
congregación. No puede ni debe ser un “hacelotodo”. Debe utilizar los dones de
otros en varios aspectos del ministerio.

10. Ser flexible


Uno no puede ser plantador y a la vez inflexible. Las cosas nunca van tal como uno
quiere y mucho menos cuando uno está plantando una iglesia. Como las olas del
mar, uno tiene que subir y bajar de la playa. Es decir, debe estar listo para cambiar
de planes. El secreto de la felicidad al plantar una iglesia es hallar el plan de Dios.
Él está edificando la iglesia y queremos estar afinados con su plan. Eso implica que
a veces tenemos que cambiar nuestros planes cuando notamos que están contra el de
Dios.
Trabajar con seres humanos también requiere flexibilidad, ya que cada uno tiene su
propia voluntad, sus ideas, sus deseos. No podemos imponer nuestro pensamiento a
costo de oír y, a veces, implementarlas ideas de otros.

11. Mantener la unidad en la iglesia


Jesús dijo: “Edificaré mi iglesia”. La palabra iglesia implica un grupo de creyentes
separados del mundo y formados en un cuerpo, como un rebaño. San Pablo se
refiere a este cuerpo, la iglesia, en Romanos 12:4 y también en 1 Corintios 12. En
Romanos 12:5 afirma: “Siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos los
miembros los unos de los otros”.
Todos tenemos dones y funciones distintos dentro del cuerpo de Cristo, la iglesia.
Como lo expresa Pablo en 1 Corintios, hay diversidad de ministerios y de
operaciones y, “siendo muchos, son un solo cuerpo”. Cristo es lo que une al cuerpo
en uno. El plantador tiene que ser capaz de formar un solo cuerpo, un organismo
cohesivo, de los muchos creyentes con la misma visión, igual misión, el mismo
propósito y razón de existir. El plantador, entonces, necesita destrezas de
organización administrativa o sabiduría en buscar quien la tenga. El plantador, pues,
no debe preocuparse solo por traer nuevas “ovejas” al rebaño, sino también en
formarlas como un solo cuerpo.

12. Mostrar adaptabilidad


Tiene que adaptarse al ambiente. Debe ser “romano entre los romanos y griego entre
los griegos”. Eso significa que debe identificarse con el pueblo al que quiere
alcanzar. Tiene que adaptarse positivamente a las situaciones cambiantes. Tiene que
“leer” la cultura en la que camina y actúa. Debe conformarse al ambiente, igual que
la mariposa o la salamandra.

13. Ejercer la fe
La última característica, no necesariamente en orden de prioridad, es ejercer la fe.
Ningún plantador legítimo vive por sus propios esfuerzos sino por el poder de Dios.
Confía en Dios. Como Pablo, declara que “El que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Él vive por fe y planta la iglesia
por fe. A veces la plantación parece muy lenta. El resultado parece estar muy lejano.
Tiene que confiar que es la visión que Dios le ha dado y tiene que vivir día tras día
con esa confianza, esa fe, hasta que Dios le dé el fruto de sus esfuerzos.

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