Está en la página 1de 4

El ministerio nunca es fácil, y tiene su alto precio.

Antes de iniciar hablando de este tema nos resta hacernos esta pregunta ¿Qué es el ministerio pastoral? y ¿Por qué
hablamos de un ministerio pastoral?
Para contestar esta pregunta, tenemos que saber que es un ministerio, es muy sencillo el ministerio designa una
función a realizar, implica administrar algo; es dado por alguien superior a la persona que lo recibe.
Podemos decir entonces que el ministerio pastoral es la función de dar pastoral al rebaño; es guiar, guardar,
alimentar, dar de beber, curar, etc.
Nuestra tarea no es con números ni estadísticas, nuestra tarea se desarrolla con almas, personas que están bajo
nuestro cuidado, bajo la cobertura, que son nuestros acoyuntados, siendo nosotros las coyunturas de las cuales ellos
se nutren. Efe 4:12 “a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo
de Cristo,13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engaña emplean con
astucia las artimañas del error,15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo”.
El ministerio pastoral no es tener una gran cantidad de grupos o clases simplemente; ya que podemos tener todo
esto y, sin embargo, carecer de un ministerio pastoral.
El ministerio pastoral implica que los que están bajo su cobertura crezcan y se desarrollen sanamente supliendo sus
necesidades, que puedan extenderse en Jesús en cada área de su vida, que explote el potencial que Dios ha puesto
en ellos, y que lleguen a ser líderes.
Este ministerio implica acompañar, corregir con amor, alentar y curar. 1 Tim. 5:21, “Te encarezco delante de Dios y
de el Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con
parcialidad”.
Requiere paciencia y fe, yo diría que estos requisitos fundamentales, pues no es una tarea de un día ni de dos es de
todos los días.
Este ministerio implica un proceso. El llamado al ministerio lo es a una extraña mezcla de alegría y dolor. Cuando los
pastores ingresan al ministerio, anticipan la alegría de ver vidas transformadas. Sin embargo, lo que la mayoría no
anticipa, y para lo que no se preparan los pastores, es el profundo dolor que experimentan diariamente. Pablo
escribió: "Ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de
dentro, temores" (2 Corintios 7:5). Debido a este dolor, muchos pastores dejan el ministerio desilusionados y
defraudados. Ellos no sólo se sienten rechazados por la gente sino también por Dios. La crisis no sólo se ve en los
pastores que dejan el ministerio, sino también en los que dejan su iglesia en busca de pastos más verdes. Cuando se
experimenta el estrés diario, es fácil pensar que si tuviéramos otra iglesia tendríamos un ministerio más productivo.
En Juan 10:12, Jesús hace un contraste entre el fiel y verdadero pastor y el asalariado, que abandona las ovejas y
huye lejos cuando ve venir al lobo. Los lobos no sólo son aquellos que violentamente se oponen al ministerio de
un pastor, sino también incluyen la amenaza del dolor y los problemas que los pastores enfrentan en el ministerio.
Para que una pequeña iglesia sea saludable y eficaz, necesita estabilidad en el liderazgo, es decir, líderes que no
huyan debido a los lobos en el ministerio. El liderazgo estable se hace realidad cuando un pastor reconoce lo que
causa el estrés en la pequeña iglesia y cómo impedir que destruya su ministerio. La clave para el estrés no es su
eliminación, sino manejarlo eficazmente.
AL ESCUCHAR EL AULLIDO DE LOS LOBOS. El estrés es una realidad en cualquier ministerio. Los problemas y las
dificultades son parte del ministerio. Mientras que hay continuos problemas en iglesias de cualquier tamaño
(oposición, críticas, y conflictos), hay problemas únicos en la pequeña iglesia o problemas que se agravan por la
dinámica de ésta.
EL LOBO DE LAS EXPECTATIVAS. Cuando un pastor llega a una pequeña iglesia, la congregación tiene muchas
expectativas acerca de su función pastoral. Esas expectativas van de predicar el domingo a cortar el césped y arreglar
la instalación el viernes. Los hermanos de la iglesia esperan que el pastor sea una mano extra durante la cosecha,
que asista a cada culto, que vigile cada programa, y que cuide de las propiedades de la iglesia.
Igualmente poco realista son las expectativas que los pastores ponen en sí mismos. Ellos esperan que crezca la
iglesia. Esperan participar en la vida de cada miembro. Esperan desarrollar nuevos y eficaces programas para
alcanzar con la Palabra a la comunidad. El resultado es una descripción de trabajo abierta e interminable. Como dice
un pastor: "No es raro que un pastor en un zona rural tenga que levantarse temprano para pasar un momento
tranquilo con el Señor, estudiar para el sermón del domingo por la mañana o el estudio bíblico, luego asistir a una
reunión de la iglesia o de la comunidad, ir a ayudar a un vecino anciano con algunos quehaceres o llevarlo a la
tienda, aconsejar a una familia que tiene graves problemas, participar en la reunión del ministerio de jóvenes,
recibir una inesperada llamada para visitar a un miembro de la iglesia, y después de comer algo rápido, ir a otra
actividad de la iglesia."
Cuando los pastores no cumplen estas expectativas, se sienten culpables porque creen que no están haciendo lo
suficiente. Los pastores se frustran porque no importa cuánto hayan obtenido, queda una montaña de actividades
y tareas que llevar a cabo. La culpa se vuelve su constante compañera.
EL LOBO DE LAS FINANZAS. A veces los pastores se sienten como “El violinista en el tejado”. Ellos cantan: "Si yo
fuera rico", y se preguntan si en el plan infinito de Dios hubiera sido posible haber recibido más riquezas. Mientras
que la mayoría de los pastores no esperan hacerse ricos cuando ingresan en el ministerio, no anticipan que vivirán al
borde de la pobreza financiera. Aunque casi todas las pequeñas iglesias son generosas en sus ofrendas, el número
limitado de hermanos hace que sea difícil para una pequeña iglesia pagar algo más de un sueldo mínimo. La
constante lucha económica de un pastor puede fácilmente llevar al resentimiento contra la iglesia por no darle más,
sobre todo si la iglesia ha tenido que rebajar los ingresos no le ha dado un aumento durante varios años.
Sin tener ahorros, los pastores temen la jubilación. Se preguntan cómo comprarán a sus hijos ropa nueva para la
escuela o pagarán por su educación en la universidad. Con el tiempo, los pastores desarrollan un sentido de culpa
por traer a su familia a un ministerio en que tienen que hacer muchos sacrificios. No es raro que un estudio sobre la
falta de pastores concluyera que la razón principal de que las pequeñas iglesias enfrenten una escasez de ellos es
debido a la escasa de remuneración financiera.
EL LOBO DE LOS SUEÑOS FRUSTRADOS. Cuando un pastor llega a una iglesia para empezar un nuevo ministerio,
sueña con tener una congregación creciente y dinámica. Aunque la iglesia puede haber tenido problemas en el
pasado, el pastor está seguro de que su fe en Dios, su buena preparación académica, y el arduo trabajo personal
cambiará las cosas para que la iglesia pueda volver a un lugar emocionante de servicio y comunión. No lleva mucho
tiempo, sin embargo, antes de que la realidad del ministerio mine sus sueños. En vez de que los sueños de un pastor
se realicen, se vuelven una burla de su pasión por el ministerio. Su frustración aumenta cuando lee la plétora de
libros que transmiten la última novedad que garantiza el buen éxito del ministerio. En vez de alcanzar sus sueños, el
pastor se desanima, se descorazona, duda de su llamado, y se amarga con las personas que percibe que están
impidiendo el cumplimiento de sus sueños. Esto se agrava cuando alguna familia de la iglesia se muda de la
comunidad y deja un gran vacío en la directiva de la iglesia, o cuando, después de trabajar muchas horas preparando
un sermón, pocos hermanos asisten al culto. Esto puede vaciar la vitalidad espiritual del ministro.
EL LOBO Y SU RELACION. La fuerza y la vitalidad de la pequeña iglesia se hallan en la profundidad de la comunión
que disfruta. El distintivo de la pequeña iglesia, sin embargo, puede volverse una fuente de estrés para el pastor.
Todos en la iglesia esperan que él sea su amigo. Por consiguiente, los pastores tienen que ampliar sus relaciones
para responder a las expectativas de cada miembro de la iglesia. Cuando un pastor se esfuerza en ser amigo de
todos, se hace amigo íntimo de nadie, y hasta descuida a su propia familia.
Un segundo problema con este enfoque de relación en la pequeña iglesia es que los pastores sienten mucha tensión
si tienen que escoger entre ser fiel a una verdad bíblica o mantener relaciones cercanas. Un pastor expresó este
estrés poco común al declarar: "Dentro del contexto de la pequeña iglesia es más fácil caer en las áreas oscuras que
llevan a la depresión de ser querido. A veces es más fácil poner de lado los principios personales para sentir que uno
es apreciado por los hermanos de la congregación. Pero con el tiempo la culpa y la agonía de no ser fiel a los
principios bíblicos arrastrarán al pastor hacia la desesperación. La constante batalla contra estos asuntos y relaciones
o el rendirse ante ellos pueden literalmente agotar el corazón compasivo de un ministro."
EL LOBO DEL AISLAMIENTO. En contraste con la tensión de relación, también hay un modo de pensar que el pastor
no debe tener ninguna relación íntima con hermanos de la iglesia. Como consecuencia, los pastores se sienten
aislados y solos en el ministerio. Para los que sirven en pequeñas iglesias, esto se exacerba aun más porque no
tienen mucha comunión con otros pastores. No tienen un personal en el ministerio con quien compartir sus luchas.
Pueden estar sirviendo en comunidades aisladas donde están geográficamente distantes de otros pastores de su
denominación o hasta de otros pastores en su comunidad. El resultado es que estos pastores no tienen un
mecanismo de apoyo, o el apoyo puede estar tan distante que no les proporciona el estímulo necesario en tiempos
de incertidumbre y estrés.
EL LOBO DE PASO LENTO. Para algunos pastores, sobre todo los que vienen de grandes iglesias donde
continuamente hay actividad, el paso lento de la pequeña iglesia puede parecer anticuado, pasado de moda, y
generalmente inflexible. Los pastores de pequeñas iglesias asisten a las conferencias y escuchan que sus colegas en
las grandes iglesias suburbanas han alcanzado varias metas durante el último año, y se preguntan si verán alguna
diferencia en su iglesia en toda su vida, mucho menos en un año. Un pastor refirió así lo que había aprendido: "Me
llevó mucho tiempo aprender que la gente en una pequeña comunidad lo observará durante años antes de confiar
en usted, y de confiarle sus problemas o los de algún otro."
La pequeña iglesia opera a otro ritmo. Los hermanos piensan en "estaciones" en lugar de "horas". Los ciclos de vida
son mucho más importantes que las metas. Las personas piensan en tiempo cíclico en vez de hacerlo en tiempo
lineal. Esto puede ser frustrante para un pastor que desea ver avance en la iglesia.
CÓMO MATAR A LOS LOBOS Y DERROTAR A LOS COYOTES: MANEJO DEL ESTRÉS EN LA PEQUEÑA IGLESIA.
La clave para tratar con el estrés no es eliminarlo sino manejarlo. Cuando Jeremías estaba agobiado con el estrés de
su ministerio, Dios lo hizo recordar que él no había sido llamado a una vida fácil sino al ministerio fiel. Con estas
palabras Dios desafió a Jeremías: "Si corriste con los de a pie, y te cansaron, ¿cómo contenderás con los caballos? Y si
en la tierra de paz no estabas seguro, ¿cómo harás en la espesura del Jordán?" (Jeremías 12:5). Este no es un
llamado poco realista para dejar de quejarse, sino un desafío a reconocer las realidades del ministerio y a
mantenerse centrado en Dios.
Los pastores no pueden tratar con las presiones del ministerio negándolas ciegamente. Hacer esto es dar el primer
paso hacia el colapso. Más bien, ellos deben asegurarse de que toman las medidas necesarias para soportar las
presiones de modo que puedan mantener su salud espiritual y emocional. Los pastores deben aceptar la
responsabilidad por su propio bienestar; nadie más lo hará.
ESTABLEZCA UN FUERTE EQUIPO DE APOYO. Debido al aislamiento que experimentan los pastores en las pequeñas
iglesias, es importante que intencionalmente y devotamente establezca un equipo de apoyo emocional y espiritual.
Estas personas son más que sólo amigos; son hermanos en la fe con quienes compartir luchas y frustraciones. Deben
desafiar la perspectiva del pastor cuando se distorsiona y hacerlo responsable cuando él está empezando a
desarrollar en su ministerio actitudes y hábitos no saludables. Como refirió un pastor, a menudo es necesario que
esta persona sea alguien fuera de la iglesia: "Estamos convencidos de que es valioso y vital invertir tiempo en
establecer relaciones con hermanos consagrados al Señor --pastores locales, un pastor y su familia en la misma
denominación--, personas que no estén conectadas a nuestra iglesia... necesitamos tener una base de apoyo
emocional fuera de la iglesia para que nuestro mundo no esté abarcado por la iglesia." Esta persona, sin embargo,
no siempre necesita ser alguien que esté cerca. Puede ser alguien a quien un pastor puede llamar por teléfono o a
quien puede enviar un correo electrónico mensualmente o aun semanalmente (sobre todo durante tiempos de
dificultad), y quien puede dar estímulo y apoyo ofreciéndose a escuchar.
MANTENGA UN MATRIMONIO SALUDABLE. La persona más importante que apoya el ministerio del pastor es su
cónyuge. Por consiguiente, importa mantener un matrimonio saludable. Al mismo tiempo de tener citas románticas,
es de importancia desarrollar una interacción saludable. Durante sus tiempos juntos, es de mucha significación que
un pastor y su esposa mantengan en un mínimo la conversación negativa. Es fácil pasar demasiado tiempo hablando
sobre los problemas en la iglesia. Aun cuando haya momentos apropiados para hablar de los problemas en la iglesia,
las parejas pastorales no deben dedicar mucho tiempo a ello.
SEA RESPONSABLE ANTE OTRA PERSONA. Debido al estrés y el desaliento los pastores son vulnerables a la
tentación. Cuando un pastor se agota emocionalmente, es más susceptible a los ataques de Satanás que pueden
destruir su ministerio. Por consiguiente, necesitan rendir cuentas de responsabilidad en tres aspectos. Primero, los
pastores necesitan ser responsables de su crecimiento espiritual. Necesitan personas que los desafíen en cuanto a su
vida devocional y de oración. Segundo, los pastores necesitan ser responsables de su matrimonio, y cuidar de las
necesidades emocionales de su familia. Tercero, los pastores necesitan ser responsables de tomar tiempo libre del
trabajo para no sobrecargarse e inevitablemente llegar a un colapso.
RECONOZCA SUS LÍMITES.A veces los pastores tienen un "complejo de Mesías". Creen que necesitan salvar al
mundo y resolver los problemas de todos. Además, porque la obra del ministerio nunca se acaba y porque los
pastores sienten lo enorme de la responsabilidad del mismo, fácilmente pueden dedicarse tanto al ministerio que ya
no cuiden de su familia ni de sí mismos. Los pastores se pueden rendir emocionalmente, espiritualmente, y
físicamente. Sin embargo, alguien ha señalado: "Relájese y no tome la vida tan en serio. Todavía habrá trabajo
mucho después de que yo me haya ido. El mundo puede seguir adelante y muy bien sin mí."
Los pastores deben reconocer que son finitos en sus habilidades. JesusCristo les dio un ejemplo al dedicar tiempo a
apartarse para el rejuvenecimiento personal cuando las demandas de las multitudes eran de lo más intensas ( Mateo
14:13-24; Marcos 6:31). Aun que es cierto que hay tiempos en que los pastores necesitan abandonar su confort por
causa del ministerio, deben reconocer que hay ocasiones en que deben retirarse del ministerio para que sean
rejuvenecidos espiritualmente y emocionalmente.
TENGA PACIENCIA. Los pastores deben tener paciencia con el ritmo de la pequeña iglesia. Como una flor que crece
en un jardín —que día tras día parece no cambiar, pero que con el tiempo pasa por una transformación notable—,
así también es la iglesia. Puede parecer que nada está cambiando, pero cuando un pastor sigue proclamando las
Escrituras, se produce la transformación. Pablo exhortó a Timoteo: "Que prediques la palabra; que instes a tiempo
y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina" (2 Timoteo 4:2). Los pastores
deben tener siempre presente que Dios está obrando aun cuando no puedan ver su obra.
ACEPTAR A LOS LOBOS Y CAMBIAR A LOS PASTORES. La realidad del ministerio es que los pastores no pueden
cambiar muchos problemas que causan ansiedad y estrés. Porque trabajan con personas que siguen marcadas por
los efectos del pecado y porque ellos mismos siguen marcados por estos efectos, continuarán sirviendo en iglesias
que enfrentan desafíos y problemas. Siempre habrá conflictos y desacuerdos. En la pequeña iglesia, siempre habrá
déficit financiero y recursos limitados. Estos "lobos" no cambiarán. Sin embargo, esto no empequeñece su realidad o
el efecto que tienen en la vida de un pastor. A menudo estos lobos pueden ser la mayor causa de estrés en el
ministerio. Lo que es más desalentador no son los problemas que los pastores pueden enfrentar y solucionar, sino
las dificultades sobre las que no tienen ningún gobierno y ninguna esperanza de resolver. Los pastores tienen que
aprender a diferenciar entre lo que pueden cambiar (y, por lo tanto, cosas de las que son responsables) y lo que no
pueden cambiar (cosas de las que Dios es responsable). Dejando a un lado los asuntos que ellos no pueden cambiar
y que están fuera de su gobierno, los pastores necesitan más bien examinar y cambiar sus propias actitudes.
TENGA LA DEBIDA PERSPECTIVA DE DIOS. Los pastores deben recordar que Dios está al mando, y que al final de
cuentas, la iglesia es suya, no nuestra. Él se hace responsable por el crecimiento y el bienestar de la iglesia. La misión
de un pastor no es resolver cada problema, sino permanecer fiel en el ministerio al que Dios lo ha llamado. Un pastor
ha dicho: "Las Escrituras enseñan claramente que el ministerio eficaz tendrá fruto, pero el cimiento de esta verdad
es la fidelidad, no el método. La rentabilidad no crea la fidelidad, pero la fidelidad bíblica traerá almas a Cristo y
producirá y fortaleza espiritual en los creyentes." Por consiguiente, los pastores deben confiar en que Dios cumplirá
su propósito. Esto alivia enormemente el peso en los hombros de un pastor, porque puede confiar en Dios para los
resultados.
NO COMPARE SU MINISTERIO AL DE OTROS. Dios, singularmente y específicamente, ha equipado a cada pastor para
el ministerio al que éste ha sido llamado. Pablo escribió en 1 Corintios 12 que los creyentes tienen distintas
funciones en el cuerpo de Cristo. Mientras que Dios ha llamado y equipado a algunos a servir en grandes iglesias, ha
llamado y equipado a otros para las pequeñas congregaciones. Los pastores pueden descansar tranquilos en la
certeza de que Dios ha prometido que suplirá lo necesario para cumplir eficazmente su propósito en la vida y en el
ministerio de cada uno.
CÉNTRESE EN EL LLAMADO DE DIOS. En tiempos de desaliento, como los que experimentó Elías (1 Reyes 19), un
pastor fácilmente puede perder de vista su llamado. Los problemas que enfrentan los pastores con facilidad pueden
abrumar la seguridad del llamado de Dios en su vida. En vez de ver lo que Dios está haciendo, ven sólo los problemas
que enfrentan. El resultado es que empiezan a cuestionar la bendición de Dios en su ministerio y el llamado de Dios
en su vida. Cuando la soledad, la crisis y el desaliento sobrevienen en la vida pastoral, también lo hace el deseo de
desprenderse de las responsabilidades y "tomar el primer avión".
El ministerio nunca es fácil, y tiene su alto precio. Vivir en la esfera del ministerio de Dios significa experimentar
dolor. Un pastor no se mantiene firme en medio de su dolor por alguna fabricada animación emocional y espiritual
que niega los problemas a los que se enfrenta. Lo sostiene la completa seguridad del carácter de Dios y del llamado
que le ha hecho al ministerio. Cuando un pastor es sostenido por Cristo (Mateo 28), animado por la Palabra (Salmo
119), y autorizado por el Espíritu Santo (Juan 16:12-15), puede mantenerse firme aun al sentir los lobos más feroces.
En realidad, para él que ha sido llamado al ministerio, abandonar ese llamado no es una opción a menos que Dios
realmente hace algo drástico en su vida o, y que el Señor nos proteja cada uno, que llegue a descalificarse. Hermano
predicador, no esperes en este vida que el ministerio sea fácil. Sigamos en este llamado glorioso buscando el premio
precioso que es servir, con buena voluntad, al Salvador.
NO OLVIDAR TAMPOCO…
- El liderazgo debe actuar sobre toda la iglesia. Las iglesias grandes deben contar con un grupo de líderes que se
repartan el trabajo para que ningún miembro quede desatendido en la alimentación espiritual.
- El líder no debe actuar solo en el momento puntual de un problema. Después de un problema surge otro, muchos
problemas no se solucionan en una sola reunión, el creyente está expuesto a dificultades continuamente. Ser líder es
un trabajo constante, es un trabajo que nunca está acabado. Es fácil caer en el desánimo cuando una iglesia no
responde, cuando los miembros no maduran, cuando causan problemas. Sin embargo, Dios es nuestro modelo, que
no desmaya ni se cansa, y que trabaja incluso entre “cañas cascadas y pábilos humeantes” (Isaías 42:3-4)
- Ser líder no es solo ayudar, instruir, consolar… es una tarea solemne que busca “presentar perfecto en Cristo
Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28), es trabajar a favor de las almas para que, un día, sean presentados sin
mancha ante el trono de Dios, y el obrero reciba la aprobación de su Señor, como mayordomo fiel. El líder es
partícipe de la gran obra divina de la salvación del mundo, con la ayuda de Dios.
QUE DIOS TE AYUDE, TE GUIE, Y TE ILUMINE EN TU SANTO TRABAJO POR LAS ALMAS. Su Hno. Desde El Cono Sur
Josué Nayib.
MINISTERIO IGLESIA APOSTOLICA INTERNACIONAL.
JULIO 2015.

También podría gustarte