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La historia de Job

Una historia interesante que aparece en el Antiguo Testamento es la de Job, un


ganadero que vivía una vida apacible junto a su esposa y sus diez hijos. Todas
las mañana agradecía a Dios por la vida tan alegre que le había dado y
mostraba una gran Fe en el Señor. Pero la buena suerte de Job no tardó
en despertar la envidia del Demonio, quien fue en busca de Dios para decirle
lo siguiente:
-Estoy seguro de que si la vida de Job se desmoronase, dejaría de creer en ti y
renegaría de tu palabra al igual que hacen muchos hombres- un comentario
envenenado al que Dios respondió:
-Job es una buena persona y por muchas dificultades que pongas en su
camino, siempre me será fiel. Si eliges arruinar su vida, adelante, pero que
sepas que por muchos obstáculos que le pongas, él siempre confiará en mí y
no perderá su Fe.
El Demonio se puso manos a la obra y comenzó a complicar la vida del pobre
Job. Primero le arrebató su ganado, luego a sus hijos y por último su salud. Sin
embargo, y a pesar de sus desgracias, Job siguió creyendo fielmente en Dios,
buscando consuelo en él y provocando la ira de Satanás, que no pudo cumplir
al final su propósito.
Entonces el Señor, agradecido por toda la fe que Job había depositado en él a
pesar de las desgracias, le recompensó devolviéndole todo aquello que el
Diablo le había arrebatado: multiplicó su ganado e hizo que él y su esposa
tuvieran diez hijos más, demostrando así que Dios nunca te dejará de lado y
que tu bondad será recomensada.
Si algo debes sacar de estas historias de la Biblia para niños y adultos es lo
siguiente: ten fe, aunque las cosas se pongan en tu contra y no te queden
fuerzas para seguir... confía en él y todo valdrá la pena.
La historia de Nicodemo
Empezamos este recopilatorio de textos bíblicos con la historia de Nicodemo, un rico fariseo a
quienes muchos judíos consideraban un maestro. Nicodemo tenía una gran barba blanca,
arrugas como olas en la frente y aspecto de anciano y sabio. Aunque tenía mucha curiosidad
por saber más de Jesús, el hijo de Dios del que todos hablaban, Nicodemo sabía que tenía que
ir con cuidado al acercarse a él, pues los fariseos odiaban a Jesús.
Así pues, una noche, temiendo la reacción de Jesús, Nicodemo le fue a ver. Y Jesús, que
nunca rechaza a nadie, le abrió las puertas de su casa.
-Jesús -le preguntó el maestro al profeta- he visto con mis propios ojos los milagros que haces
y cómo la gente empieza a creer en ti. Pero yo soy un hombre viejo y me cuesta creer en estas
cosas... ¿Cómo puedo alcanzar la salvación?
Entonces Jesús le respondió:
-Para entrar al Reino de Dios, tienes que nacer de nuevo.
Nicodemo quedó muy confuso ante tal respuesta. ¿Cómo podía un hombre viejo volver a
nacer? ¿A caso no podría alcanzar la salvación jamás? El maestro, asustado, se fue a dormir...
y una vez en su cama, se sumergió en un profundo sueño en el que era joven de nuevo y
recibía, a la puerta de su casa, una bella túnica blanca como obsequio. Junto a ese regalo
había solo una nota que decía: "Esto es un regalo para Nicodemo.. intenta no ensuciarlo".
Pero con el paso del tiempo, la túnica se ensuciaba más y más, y cada vez que Nicodemo se
alejaba del camino correcto y cometía una mala acción, esta más se estropeaba. Una noche
le llegó a casa la invitación para acudir al palacio del Rey, y puesto que no tenía vestimenta
más preciada que esa túnica, fue la que decidió llevar a la velada.
Al llegar al palacio, Nicodemo vio que una gran multitud de hombres vestidos con túnicas
similares esperaban delante de la puerta, esperando poder formar parte de ese delicioso
banquete del Rey. Pero de pronto apareció por la puerta un mendigo que aseguró ser el hijo del
Rey, afirmación a la que todo el mundo respondió con burla y desprecio. ¿Cómo vas a ser tu de
la realeza, con las pintas que llevas? El indigente se dirigió entonces a Nicodemo, quien se
había esforzado por mantener su túnica impoluta en los últimos meses, y le preguntó:
-¿Tú me crees?
Y Nicodemo respondió de corazón:
-Sí.
Entonces aquel mendigo se transformó en un hombre alto y elegante... ¡Era verdaderamente el
hijo del Rey! Acto seguido, agarró la túnica de Nicodemo y la convirtió de nuevo en una tela
blanca y resplandeciente, mientras que al resto les invitó a abandonar el lugar. El hijo del Rey
perdonó así todas las malas acciones que Nicodemo había cometido durante su vida, y lo
mostró entregándole esa resplandeciente túnica... efectivamente, fue como volver a nacer.
Cuando Nicodemo despertó del sueño, lo entendió todo: nacer de nuevo no tenía nada que ver
con la resurrección, sino con empezar a creer de verdad y actuar bien, no perdiendo el
camino adecuado. Esta historia nos demuestra que aunque todos cometamos errores, si
verdaderamente tenemos Fe, encontraremos el camino de la salvación, como fue el caso de
Nicodemo.

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