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EMPLEO DE ISÓTOPOS Y DE RADIACIONES EN AGRICULTURA

En 1964 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y el

Organismo Internacional de Energía Atómica, crearon la división mixta de la energía atómica en la

agricultura y la alimentación, esta división mixta FAO, OEA apoya y coordina proyectos de investigación

en todo el mundo sobre el empleo de los isótopos y de las radiaciones en fertilidad de suelos, riegos y

cultivos, lucha contra los insectos, las plagas y conservación de alimentos.

La radiación de semillas se emplea para producir mutaciones en sus genes, por selección de

mutantes se han conseguido nuevas variedades de cultivos agrícolas de alto rendimiento y mejor

adaptadas al medio, se destaca su uso en control de plagas, conservación de los alimentos, para producir

modificaciones genéticas mediante el uso de rayos. En beneficio, se ha podido obtener nuevos cultivos

con mayor concentración de clorofila más resistentes a ciertos hongos patógenos mejor adaptados a

suelos pobres y también ayuda a la obtención temprana de frutos. Algunos objetivos son obtener cultivos

de alto rendimiento y ricos en proteínas, seleccionar genotipos de plantas con alta producción y alta

eficiencia del uso del agua, evitar las pérdidas de postcosecha, entre otros.

El primer uso comercial de la irradiación de alimentos tuvo lugar en Stuttgart (Alemania) en

1957, donde un comerciante de especias comenzó a irradiar sus productos a fin de asegurar su calidad

sanitaria. La instalación, no duró mucho, ya que fue clausurada dos años más tarde al igual que otras

plantas de irradiación con Co-60 que habían comenzado a proliferar por aquel entonces. La razón de estas

clausuras fue la alerta de la FDA de Estados Unidos contra la irradiación de alimentos, que se publicó en

1958, basándose en unos estudios, que no han podido ser refrendados, y que pretendían demostrar que

esta tecnología producía en los alimentos productos cancerígenos (Unidad Didáctica Integrada sobre

Radiaciones Ionizantes y Protección Radiológica, s.f.).


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Los últimos progresos de la ciencia pueden indicarnos la manera de encontrar esas nuevas

formas, y los elementos radiac- tivos permiten resolver todos los importantes problemas relativos a la

mejora de los suelos por los abonos artificiales (Lot, 1959).

El fósforo radiactivo ha permitido ya probar que los abonos fosfatados más eficaces son el

superfosfato y el metafos- fato de calcio, y precisar la medida en que diversas plantas absorben el fósforo

del superfosfato en las diversas etapas de su crecimiento. Con fósforo radiactivo mezclado con el del

superfosfato ordinario, se puede determinar si el fósforo absor- bido procede del superfosfato mismo o del

suelo. Se ha probado así que las remolachas azucareras absorben una proporción considerable de

superfosfatos y que por consiguiente necesitan mucho más abono durante el período inicial de su

crecimiento. Se ha demostrado que ocurre lo mismo con el tabaco y con el algodonero, pero no con la

patata, que sigue asimilando el abono más tarde. Los isótopos radiactivos han permitido también que se

sepa mejor cómo debe repartirse el abono; si el superfosfato se echa en los surcos a una distancia de cinco

centímetros de las hileras de plantas, las remolachas crecen mejor que si se esparce en torno de ellas. El

detalle es importante, porque muchos vegetales absorben menos del 10 por ciento del abono suministrado.

Otro hecho que en lo sucesivo han de tener en cuenta los agrónomos y los agricultores: la lluvia lava de

sus elementos a las hojas de las plantas. El potasio radiactivo añadido al suelo pasa al tallo, luego a las

hojas, pero éstas pierden el 70 por ciento de su potasio cuando se las somete durante cuatro horas a una

lluvia artificial. Los análisis han demostrado que otros elementos -nitrógeno, calcio, magnesio,

manganeso, hierro y cobre- pueden ser igualmente arrastrados. La lluvia puede despojar así a las plantas

de elementos indispensables a su crecimiento, lo cual exige una aportación suplementaria de abonos con

determinada cantidad de los elementos químicos que tienen mayor tendencia a abandonar la hoja para

perderse en el terreno (Lot, 1959).

Entre las numerosísimas investigaciones efectuadas en la biología agrícola utilizando la

radiactividad, mencionemos el estudio del papel que tienen los injertos naturales de raíces en el

intercambio de microrganismos parásitos en diversas especies de encinas, estudios para los que se ha
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recurrido al yodo 131 así como al rubidio 86, y que ha conducido a pre- cisar la oportunidad de los

métodos de lucha preventiva ; las investigaciones sobre la polinización de la alfalfa efectuadas con el

fósforo 32, que han permitido determinar las distancias de aislamiento indispensables para la obtención de

simientes de una variedad determinada. Gracias al fósforo radiactivo un grupo de investigadores de

Hawáii ha estudiado la absorción del fósforo por las hojas de la caña de azúcar, que era intere- sante

conocer puesto que los fosfatos añadidos al terreno son a menudo insolubilizados por éste. Los mismos

investigadores han seguido también, mediante hormonas vegetales marcadas, el mecanismo de la

absorción foliar de los herbicidas selectivos en la caña y en la judía. Son éstos algunos ejemplos tomados

entre miles... Y no nos olvidemos de las conquistas de la gené- tica, como la que hace poco anunciaron

desde Brookhaven: la creación de una especie nueva de avena que resiste a la roya, conseguida por la

irradiación de la simiente con neutrones y luego por selección de los granos capaces de propagar la

variedad mutada (Lot, 1959).

En conclusión, notamos que la importancia de estos es tanto económica como ecológica, pues al

producir una variedad de cultivos y obtenerlos de alto rendimiento se evitan las pérdidas post cosecha, lo

que se traduce en que las empresas se vean beneficiadas, ya que recuperan lo invertido y ganan más al

obtener mejores resultados, también, el uso excesivo o inadecuado de los radioisótopos puede dañar al

medio ambiente, lo ideal es conocer con precisión la cantidad de este que se debe aplicar a cada tipo de

cultivo y en qué forma. Por otra parte, aunque crezca la producción de los alimentos estos al ser alterados

causan un serio daño a largo plazo a la salud de cada persona, como, por ejemplo: causar cáncer, lo que

nos llama a informarnos acerca de lo que consumimos ya que a corto plazo nos puede beneficiar, pero nos

podría traer consecuencias a futuro.


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Bibliografía

Lot, F. (1959). los isotopos radioactivos al servicio del hombre. Saint-Amand (Francia): Bussière.

Unidad Didáctica Integrada sobre Radiaciones Ionizantes y Protección Radiológica. (s.f.).

rinconeducativo.org. Obtenido de rinconeducativo.org:

https://rinconeducativo.org/contenidoextra/radiacio/e_aplicaciones_agroalimentarias.html

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