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De gycyvlbivycybivyxewsfjkkbuvu.

Poco después, los animales de la granja se rebelan en contra del granjero


y su esposa para expulsarlos del terreno. Entonces, la granja quedaba en
manos del grupo de animales, quienes toman las decisiones de forma
mancomunada, pero en el embrollo de libertad, dos cerdos intentan
adquirir el poder: Napoleón y Snowball. El primero, no es un cerdo
brillante, pero su voluntad es más fuerte que la de Snowball, de mente
lúcida y grandes ideas, pero inseguro.

Las disputas internas se inclinan a favor de Napoleón, quien se hace del


poder y Snowball tiene que huir precipitadamente de la granja. A partir
de ese momento, los cerdos van imponiendo una dictadura cada vez más
autoritaria; quienes no se opongan a las leyes establecidas irán siendo
silenciados o directamente eliminados, los cerdos van adoptando los
modos de vida de los humanos y, en svuvu j j u j jvjvjvuv uma, el
dichovyvyvuvhkgtcyxrsyvunivycjbk ybivu kbjbibib “Todo el poder para los
cerdos” acaba convirtiendo a los cerdos en hombres.

Es curiosa la claridad con que nos muestra el autor en esta metáfora la


degeneración de los procesos revolucionarios en dictaduras; resulta
sugestiva la manera en que Orwell exhibe el proceso de cómo
salvadores y héroes se convierten al poco tiempo en dictadores, en
tiranos. Rebelión en la granja ilustra en Napoleón la personalidad ya
hibibibuvtd cubjvy rdde los tiranos de la historia, su megalomanía.bjbi j
h j j u jvuvuvyvyvykbubycyvuvuvu

George Orwell en su fábula plantea que, al acumular un poder


vertiginoso, el dictador llega a los extremos de una crueldad vertiginosa.
Lo que le ocurrió al cerdo Napoleón ocurrió a todos los que han sido
grandes dictadores; llegan a acumular tanto poder que se convierten en
monububibibistruos; este poder crecer aún más porque hay una
abdicación de los gobernados a la resistencia, a frenar los excesos del
dictador.

George Orwell analiza la naturaleza del poder de manera sencilla, así


por ejemplo indaga los hechos – fenómenos políticos cercanos al
concepto de poder, como son fuerza, violencia, coerción, influencia,
autoridad, manipulación, dominio, dominación, y consenso. Se puede
ver como una fabulosa radiografía política de la corrupción y el horror
que rodean al poder sin límites.

Rebelión en la granja nos enseña que el poder no sólo es la capacidad de


dar órdenes, sino que exige, mediante muchos instrumentos, que esas
órdenes sean obedecidas. No importa que se hable de un régimen
autocrático o democrático, no importa que en nombre de la soberanía
del pueblo o de la voluntad general se diga que cada uno y todos
obedecen a todos, pero fundamentalmente a sí mismos: la relación
mando-obediencia permanece. El poder, como nos los muestra el autor
en su fábula, es una capacidad real –que puede ser legítima (Mr. Jones),
autoritaria (la figura del cerdo Napoleón), legal (las asambleas y
reuniones que se hacían en la granja los domingos por la mañana),
violenta (los perros al servicio del tirano), manipuladora (Squealer) de
mandar de manera definitiva y eficaz de imponer obediencia. En
términos más cortos, se puede comprender con la lectura que el poder es
la capacidad de hacerse obedecer; Napoleón fue capaz por todos los
medios, por todos los matices, de hacerse obedecer.

Otra moraleja política que se desprende de esta fábula alegórica es la


que se refiere a la influencia. La influencia es “la capacidad para hacerse
obedecer, pero sin recurrir ni a la fuerza ni a la amenaza de sanción”. El
autor demuestra que en el campo práctico de la política es complejo, tal
y como se percibe en la obra, averiguar las razones que se tienen para
obedecer, no se comprende porque obedecen a Squealer ni cuáles son
los motivos de los perros para obedecer y proteger a Napoleón, o mejor
aún, por qué Bóxer (el caballo) trabaja tan duro para Napoleón. Resulta
complejo averiguar el porqué de esta obediencia ciega, férrea hacia el
viejo vivo vivo y yo vivo vlíder va hacer ese tipo vibibi yfxrctvu y
yvuvuvuvuvuvu ubininoononlíder, creo que, si el lector estuviera en la
posibilidad de preguntar estos personajes el porqué de esta obediencia,
los animales no serían capaces de responder si ésta se debe al temor a
las sanciones, o por la estima que tienen a los influyentes (Napoleón y
Squealer), o por ambas cosas. Orwell, de nuevo, ilustra otra capacidad
política.

A Orwell además de interesarle el problema de las desigualdades y la


coerción de la libertad del individuo, le interesa la manipulación del
lenguaje porbubibibibibib8yctctvink h j parte de los políticos para
conseguir sus propósitos. Este tipo de discurso atenta contra la confianza
de la sociedad y su voluntad, y de esta manera lo que se violenta es la
coraza de la memoria colectiva. Porque si en todo momento están
hablando desde un lugar que confunde y manipula la historia,
difícilmente podrá el pueblo cuidarse de repetir la historia.

El cerdo Squealer es el encargado de llevar a la granja las órdenes de


Napoleón, disposiciones que en nada benefician a todos los animales,
sino que por el contrario benefician sólo a los cerdos. Lo interesante
está, entonces, en ver el proceso de persuasión que se lleva a cabo en la
granja. Dos factores parecen importantes, uno son las ovejas, que
funcionan como distracción, corren y desplazan el eje de la discusión.
Inmediatamente luego de algún anuncio de Squealer, ellas cantan y
evitan que explote el clima de tensión y disconformidad de los animales:

 “Entonces las ovejas irrumpieron con un tremendo balido de ‘¡cuatro


patas sí, dos pies no!’, que continuó casi durante un cuarto de hora y
puso fin a todo intentuvubibibibio de discusión”
El otro factor es el discurso de Squealer, el primero que da:

“Día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien
tomamos esa leche y comemos esas manzanas. ¿Sabéis lo que ocurriría
si los cerdos fracasáramos en nuestro cometido? ¡Jones volvería!. Sí,
¡Jones volvería! Seguramente, camaradas –exclamó Squealer casi
suplicando, moviéndose de un lado a otro y agitando la cola-,
seguramente, no hay nadie entre vosotros que desee la vuelta de
Jones”.bibibibi
Por otro lado, el sociólogo Max Weber distingue las formas puras de la
dominación en la sociedad: la tradicional, la racional y la carismática.[3]

Únicamente al principio de la fábula, cuando los animales se rebelan


contra Mr. Jones y establecen una sociedad nueva regida según los
principios del “animalismo” se puede percibir la forma más pura y
ejemplar de ejercer el poder; los animales trabajaban para la
colectividad y el bien común, en un mundo en el que no había
privilegios y en el que todos compartían entrañablemente los bienes
según sus capacidades. Cuando Napoleón ordena en el mismo sentido
que actuarían los animales de la granja, se produce verdadera autoridad.
Cuando nace la “Granja Animal” existía un auténtico consenso entre
mandato y obediencia, no había necesidad de invocar a la fuerza, ni a las
sanciones ni a la influencia. Los animales de la granja obedecían porque
consideraban que las órdenes de Napoleón eran razonables en términos
de sus propios valores; los animales de la granja obedecían a Napoleón,
no porque temían privaciones, sino porque su decisión puede ser
racionalizada.

Rebelión en la granja es una novela que permite hacer análisis


profundos sobre el modus operandi de la política. En este ensayo se
analiza la manera interesante del autor de presentar los tipos de poder
existentes. Sin embargo, es posible de igual manera explorar otros
elementos, otras ideas, otros conceptos, otros problemas políticos
presentes de manera ilustrativa en la obra como son: los procesos
revolucionarios, las dictaduras, las expresiones en piedra de las tiranías,
la propaganda, las clases parasitarias, las utopías (igualitarismo y
colectivismo), entre otros.

Es evidente que de la fábula de Orwell se pueden deducir una multitud


de moralejas; no obstante, la moraleja universal de este texto podría ser
la referente al uso de la fuerza y dictadura, una lectura actual de la obra
nos alecciona en el sentido de que la dictadura no es sólo la violencia
que se ejerce contra una población inerme, no es tampoco la mentira, es,
sobre todo, la corrupción generalizada, donde es imposible mantener
una dignidad, una honra personal, porque uno está obligado a entrar en
los mecanismos de impostura. Y ése es el legado peor para las futuras
generaciones. Los dictadores mueren, pero la herencia sigue.

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